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Recepción: 05 Abril 2023
Aprobación: 29 Junio 2023
Resumen: Este trabajo se propone avanzar en un mapeo de las organizaciones de migrantes venezolanas en la Argentina y analizar su estrategia de acción colectiva desde 2015 a la actualidad. Mediante un estudio de corte cuanti-cualitativo, se identifican 52 organizaciones, la mayoría de ellas emplazadas en la Ciudad de Buenos Aires, entre las cuales predominan dos perfiles: aquellas que dan apoyo y asistencia social y las que nuclean a profesionales. En cuanto a los recursos y estrategias, la acción colectiva venezolana se caracteriza por un importante pragmatismo y capacidad de adaptación a los cambios del contexto nacional y regional. El trabajo identifica dos etapas en su evolución.
Palabras clave: migración venezolana, acción colectiva, Argentina, organizaciones.
Abstract: This work aims to advance in a mapping of Venezuelan migrant organizations in Argentina and analyze their collective action strategy between 2015 and the present. Through a quantitative-qualitative study, 52 organizations are identified, most of them located in the City of Buenos Aires. Among them, two profiles predominate: those that provide support and social assistance and those that add professionals. In terms of resources and strategies, Venezuelan collective action is characterized by great pragmatism and the ability to adapt to changes in the national and regional context. The work identifies two stages in its evolution.
Keywords: Venezuelan migration, Collective Action, Argentina, Organizations.
I. Introducción
Desde el año 2015 el éxodo venezolano ha ingresado a la agenda regional adoptando un crecimiento vertiginoso que impacta en los patrones de recepción migratoria de los países sudamericanos, incluyendo a la Argentina, en donde este movimiento adquiere características singulares a la luz de las corrientes migratorias tradicionales que recibe este país que posee una extensa historia de acogida (Pacecca y Liguori 2019; Nicolao, Debandi y Penchaszadeh 2022; Botto y Golbert 2021).
Según los datos que proporciona la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), la cifra de población venezolana que había abandonado su país de origen ascendía para noviembre de 2022 a poco más de 7,1 millones de personas, en un 84% distribuidas en distintos países de América Latina. En este escenario, Argentina se posiciona en el sexto lugar entre los principales receptores de la región, acogiendo a 171 mil venezolanos.[1]
En este país los datos censales de 2010 no lograron captar la importancia de este flujo migratorio, dado que su desarrollo fue posterior, y aún no están disponibles los del Censo 2022. Sin embargo, algunos registros administrativos como el de la Dirección Nacional de Migraciones (en adelante, DNM), han permitido dimensionar el veloz crecimiento de esta movilidad. La cantidad de radicaciones resueltas de personas venezolanas emitidas por este organismo escaló de 13.014 en 2016 a 102.082 en 2021, así como su peso relativo en el total de radicaciones impartidas, representando menos del 6% del total en 2016, superando el 50% en 2021(Penchaszadeh 2021).
Diversos trabajos se han ocupado de analizar los rasgos distintivos del movimiento migratorio venezolano hacia la Argentina (Pacecca y Liguori 2019). Sobre la base de los resultados de la Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) 2020, se ha demostrado que el colectivo venezolano se caracteriza por su escaso tiempo de residencia en el país, su composición joven y levemente feminizada, su patrón de localización en los más importantes centros urbanos del territorio (principalmente, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires) y su mayor calificación relativa: casi 7 de cada 10 venezolanos contaba para 2020 con estudios universitarios completos o incompletos (Nicolao, Debandi y Penchaszadeh 2022). También se ha observado una dimensión significativa de lo que constituyen los procesos de inserción social de la población migrante que tiene que ver con el nivel de participación socio-comunitaria que despliegan en los espacios de acogida. En este punto, el 19% de los venezolanos captados por la ENMA reconoció tener algún tipo de participación en organizaciones sociales o políticas; y dentro de este universo, el 40% lo hace en las de carácter religioso, y un 35% (como segunda opción más escogida) en organizaciones de migrantes (R4V y RIOSP-DDHH 2021), de las cuales se ocupa este trabajo.
De esta manera, y más allá del carácter novedoso de esta migración, se advierte que la tendencia al desarrollo de estrategias asociativas ante los retos y problemáticas que les toca atravesar en destino, está claramente presente. Ahora bien, ¿Cuáles son estas organizaciones? ¿Qué características y modalidades organizativas exhiben? ¿Cuáles finalidades se proponen? ¿Cuáles demandas elevan al Estado de acogida? ¿Se mantienen en el tiempo estas estrategias o se han modificado? ¿Qué factores han influido en tal evolución? En base a estas preguntas orientadoras, este trabajo de carácter exploratorio se propone avanzar en un mapeo de las organizaciones de migrantes de origen venezolano existentes en Argentina y analizar sus principales estrategias de acción colectiva en el período que va desde 2015 a la actualidad.[2]
El artículo se estructura en tres segmentos: el primero se ocupa de delimitar el marco teórico-conceptual sobre el campo temático en el que se centra el estudio (organizaciones de migrantes y acción colectiva), y las principales tendencias que interpretan su funcionamiento y dinámica. El segundo presenta la estrategia metodológica adoptada en la investigación y el tercero expone los resultados empíricos en respuesta a los interrogantes planteados. Este último segmento se divide en dos: una primera sección descriptiva centrada en el mapeo de organizaciones y una segunda parte analítica ocupada de interpretar sus estrategias de acción colectiva y su evolución en el período bajo estudio.
II. Organizaciones de migrantes y acción colectiva: como analizar las OSC venezolanas
En este trabajo se adhiere a la conceptualización empleada por Sergio Caggiano (2011) quien señala el nivel de heterogeneidad que define a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) actuantes en el campo migratorio en Argentina, presentando una primera y fundamental distinción entre las organizaciones “para” migrantes y las organizaciones “de” migrantes. Las primeras, sin estar conformadas o haber sido impulsadas por personas migrantes, toman a sus derechos como su razón de ser o como una de sus áreas de acción prioritarias; las segundas, en cambio, están conformadas por los propios migrantes y trabajan en la promoción y protección de sus derechos, unas veces exclusivamente, y otras en articulación con los derechos de otros grupos sociales o en complementación con otros fines. En este artículo se adopta como unidad de análisis a las organizaciones “de” migrantes conformadas por personas originarias de Venezuela en Argentina.
En cuanto al concepto de acción colectiva se adopta la definición más clásica y tradicional, que la define como una construcción social, en la que dos o más individuos deciden unirse para alcanzar un objetivo común en un espacio público y de manera visible. En este sentido, y siguiendo a Tilly (1990), la acción colectiva supone siempre un conflicto político y la idea de cambio, porque en ella están presentes dos condiciones: la primera, la presencia de una disputa o reivindicación por el acceso a un recurso escaso y público; la segunda, la presencia del gobierno/Estado como uno de los afectados de concretarse exitosamente la acción colectiva.
Un segundo aporte de esta teoría a nuestro trabajo es el de identificar los elementos que cuentan en la acción colectiva (en adelante, AC). Existe una tendencia generalizada a asociar la AC con la estrategia que llevan adelante los actores para alcanzar un fin. Sin embargo, se trata de un proceso de construcción más amplio y complejo, que aborda definiciones vinculadas no sólo a la estrategia sino también a la finalidad de la acción y a los recursos disponibles para llevarla adelante. En palabras de Melucci y Massolo:
De acuerdo a las decisiones que se adopten en cada una de estas tres dimensiones, la acción colectiva adopta distintas formas organizativas, siendo la organización como el liderazgo aspectos claves para la continuidad de la misma. La primera forma es la de partido político, cuya finalidad es la de acceder al gobierno, el conflicto se define por la ideología y la contienda se inscribe dentro de las reglas de competencia electoral por la representación política de la ciudadanía. La segunda modalidad es la del grupo de presión o de interés, cuyo objetivo es acceder a los recursos de los Estados a través de la estrategia de lobby; y, por último, los movimientos sociales, entendidos como procesos de construcción de nuevas identidades que luchan por el reconocimiento de nuevos derechos y formas de ciudadanía a través de protestas y estrategias disruptivas.
Un tercer aporte de la teoría de la acción colectiva a este trabajo es el de caracterizar su naturaleza cambiante. Los estímulos para estos cambios pueden provenir desde adentro de la organización –factores endógenos, como el recambio de liderazgo, la inclusión de nuevos miembros y demandas- o desde afuera, factores exógenos que provienen del ambiente. La teoría de la estructura de oportunidades o del proceso político, es la que se ocupa de analizar los cambios que el contexto político económico y social genera sobre la organización, y más específicamente sobre la “estrategia” de la acción colectiva. Entre sus supuestos está el de entender que es el propio actor el que interpreta estos cambios y que el “framing” está principalmente definido en la “voz” y acción de los gobiernos (Tilly 1990). Desde el campo de los estudios migratorios, González Gil (2007) advierte en la misma línea, que las experiencias organizativas están fuertemente condicionadas por las trayectorias migratorias de quienes las inician y dinamizan; y que es habitual que sus funciones originales estén ligadas a diversas dificultades y retos que los migrantes encuentran para superar el proceso de instalación en la sociedad de acogida, y luego se vayan diversificando de acuerdo a las necesidades e intereses cambiantes del colectivo y las posibilidades que ofrece el contexto receptor.
Si bien la lucha por los derechos de los migrantes puede constituirse en un movimiento social, este trabajo se focaliza sobre las formas institucionalizadas de la acción colectiva. Es decir, aquella en la que la finalidad, recursos y estrategias de la organización se definen y adecuan a las reglas de convivencia de la sociedad de acogida. De acuerdo con Rex (1994), las organizaciones de migrantes se caracterizan por perseguir algunas de los siguientes objetivos y finalidades: en primer lugar, ayudar a vencer el aislamiento social afirmando los valores/creencias del país de origen; en segundo lugar, brindar apoyo asistencial y jurídico a sus miembros y por último, trabajar en la defensa de sus intereses y la resolución de conflictos que se presenten en la sociedad receptora. En este sentido y volviendo a la distinción que hace Caggiano (2011) entre las organizaciones “de” migrantes y “para” migrantes, la defensa de intereses es solo una parte de una agenda mayor, a la que se suman las actividades de apoyo social y conservación del legado cultural. En las organizaciones para migrantes, en cambio, la incidencia pública y la defensa de los derechos es el todo, pero los derechos migrantes representan solo una parte, dimensión étnica, de una agenda más amplia.
También en términos de los recursos y medios para la acción, las OSC del campo migratorio presentan algunas peculiaridades respecto a otros grupos de interés. Sobre el tema, Guillermo Toral (2010) distingue tres tipos de vínculos que proveen de recursos para la lucha migrante: el vínculo con el Estado (integración vertical), el vínculo con otras organizaciones (integración horizontal) y el vínculo entre los miembros dentro de la propia organización (integración en profundidad). Cada uno de estos vínculos genera y provee recursos distintos y necesarios para la organización; pero al mismo tiempo, el desarrollo excesivo de un tipo de vínculo en detrimento de otro pone en riesgo el éxito de la acción colectiva. Así, por ejemplo, la integración vertical (canalizada por el excesivo financiamiento público y la participación en las decisiones) da lugar a problemas de dependencia, profesionalización y cooptación de la organización. De la misma manera, la integración horizontal (que privilegia vínculos de competencia por los recursos más que de cooperación entre las organizaciones) genera problemas en términos de la fragmentación de la red inter-organizativa. En lo que refiere a la integración en profundidad (vínculos internos) la profesionalización de las organizaciones tiene efectos negativos sobre la formación del capital social, debilitando la participación de los miembros y priorizando las relaciones jerárquicas sobre las horizontales. En este sentido, concluye el autor que en un contexto donde las OSC migrantes mantienen un elevado grado de integración vertical, combinado con reducidos niveles de integración horizontal y de integración en profundidad, la consecuencia esperable es que la acción colectiva migrante quede reducida a una competición entre elites, con poco capital social y escasa capacidad de integración efectiva.
Por último, es posible identificar algunas peculiaridades en materia de estrategia. Si bien en su versión original, la teoría de la acción colectiva fue pensada para actores colectivos que actuaban dentro de los límites del Estado nacional; el accionar migrante se plantea en un espacio de alcance transnacional, que “desborda” las fronteras del Estado-nación.[3] En este sentido, la estrategia de incidencia de las OSC de migrantes suele orientarse en ambas direcciones: con el país de acogida, el diálogo suele ser directo; con el gobierno de origen, en cambio, las formas de interpelación resultan mediatizadas, a depender de las circunstancias políticas que hayan rodeado la partida. En cuanto a las estrategias de incidencia de las organizaciones migrantes en la Argentina reciente, se distinguen entre dos tipos de estrategias: la de cooperación, que caracterizan la última década del siglo XX y principios del XXI donde la alianza entre organizaciones “para” migrantes y “de” migrantes vehiculiza por vías institucionales sus incidencias por una política migratoria con enfoque de derechos; y la estrategia de confrontación, desatada por las organizaciones de migrantes junto a otras organizaciones en defensa de los derechos adquiridos (Caggiano 2011; Rho 2020; Rosas, Gil Araujo y Jaramillo 2021; entre otros). El cambio de estrategia se explica como respuesta al cambio del sistema político, representado por la asunción de Mauricio Macri (2015-19) y el giro hacia una política regresiva en materia de reconocimiento de derechos a las personas migrantes. En cuanto a las estrategias de lobby, en su trabajo sobre las formas de participación política de las OSC venezolanas durante la gestión de Macri, Ruiz Durán (2021) caracteriza su incidencia a través de espacios “no estatales” como el partido político o las organizaciones sociales. Interpreta que estos nuevos espacios de interlocución y negociación, nuevos estatus y roles surgidos durante el macrismo, involucraron tanto a agentes estatales y referentes de los partidos de la alianza gobernante (en especial UCR y PRO), como a referentes de las organizaciones de venezolanos migrantes en CABA. Y, según este autor, “(…) el mismo canal de comunicación construido con el partido y la alianza de gobierno para la articulación política y partidaria, sirvió́ para transmitir las demandas de la comunidad venezolana sobre regularización migratoria y reconocimiento de titulaciones académicas, fundamentales para generar condiciones de acceso a otros derechos (como trabajo digno)” (Ruiz Durán 2021, 52).
(...) los individuos crean un "nosotros" colectivo (más o menos estable e integrado de acuerdo con el tipo de acción), compartiendo y laboriosamente ajustando por lo menos tres clases de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines de la acción (por ejemplo, el sentido que tiene la acción para el actor); aquellas relacionadas con los medios (por ejemplo, las posibilidades y límites de la acción), y finalmente aquellas referidas a las relaciones con el ambiente (por ejemplo, el campo en el que tiene lugar la acción). (Melucci y Massolo 1991, 358)
III. Estrategia metodológica
Siguiendo estas premisas teórico-conceptuales, se adoptó una estrategia metodológica cuanti-cualitativa y se dividió el trabajo de campo en dos etapas, en correspondencia con los dos objetivos de la investigación.
La primera, de carácter exploratorio y descriptivo, buscó identificar el universo de OSC venezolanas en Argentina. Para ello se apeló a distintas fuentes secundarias (Pacecca y Liguori 2019; Armas 2020; Armas y Freitez 2021; Ruiz Durán 2021; entre otros); a registros existentes de organismos internacionales (R4V, OIM), de la embajada venezolana en Argentina y a otros órganos técnico-académicos como el Observatorio Venezolano de Migración. También se le dio apoyatura en la información producida por medios de comunicación propia de estas organizaciones y a datos obtenidos a partir de una encuesta administrada por el equipo del IICSAL (FLACSO-CONICET).[4]
A sabiendas de las dificultades que encuentran las organizaciones de migrantes en la Argentina de alcanzar la “sociabilidad formal”,[5] se recurrió a criterios de mayor flexibilidad que no reducían la existencia de las mismas a los parámetros tradicionales de “formalidad” o “institucionalidad”, ligados a su registro legal. El mapeo global al que se arribó (ver anexo 1) no tiene pretensión de exhaustividad, tarea difícil dado el carácter dinámico de los procesos organizativos antes descritos. Sin embargo, pretende brindar un panorama lo más completo y cercano posible del entramado organizacional del colectivo venezolano en el país. Entre las variables y características que se sistematizaron, se incluyen las de finalidad, siguiendo el esquema planteado por Rex (1994), distinguiendo las organizaciones de apoyo asistencial a sus miembros; las que buscan afirmar valores/creencias del grupo (culturales); las que trabajan en la defensa de intereses y resolución de conflictos en la sociedad receptora (profesionales, p.e.), entre otras.
La segunda etapa, de carácter analítico, aunque también exploratorio, se propuso analizar las formas de AC adoptadas por estas organizaciones y los cambios que se produjeron en el tiempo estudiado (2015-2022). Para ello, se recurrió a las dimensiones de análisis desarrolladas en el apartado anterior, como orientaciones principales de la acción colectiva (finalidades, recursos y estrategias empleadas), utilizando la caracterización de los recursos y los vínculos que aporta Toral (2010). Además de identificar las modalidades de la AC, se buscó analizar su evolución en el tiempo, reconociendo factores endógenos y exógenos influyentes.
La recolección de datos y evidencia para esta parte de la investigación se realizó a través de grupos focales[6] con referentes e integrantes de distintas OSC venezolanas, desarrolladas en dos sesiones durante los meses de julio y septiembre de 2022; y entrevistas en profundidad a dirigentes de organizaciones con las mismas pautas usadas en los grupos focales. La guía de tópicos que orientó el desarrollo de las sesiones estuvo compuesta por preguntas abiertas relacionadas a las finalidades, los medios, el ambiente y el cambio en la AC.
En la primera sesión participaron integrantes de cuatro organizaciones: Lazos de Libertad, Asociación de Venezolanos en Argentina (ASOVEN), Fundación para la Integración Cultural de Migrantes y Refugiados en Argentina (FICU) y Asociación de Enfermeros Venezolanos en Argentina (ASOENVEAR). En la segunda reunión, se sumaron a las citadas, referentes de Psicólogos Venezolanos en Argentina (PSICOVEN), y la Asociación Venezolana de Kinesiólogos en Argentina (ASOVEKAR).[7] Adicionalmente, se desarrollaron tres entrevistas en profundidad con referentes de tres entidades: Psicólogos Venezolanos en Argentina (PSICOVEN), Asociación de Venezolanos en Argentina (ASOVEN) y del Consejo de Cooperación para la Comunidad Venezolana en Argentina.
IV. Hacia la construcción de un mapa de las organizaciones venezolanas en Argentina
Dado el carácter actual y explosivo de la dinámica migratoria bajo estudio, son muy reducidas las investigaciones que se ocupan de comprender el desarrollo de sus experiencias organizativas en este país. En el listado presentado en el anexo 1, se puede observar el número total de las OSC venezolanas identificadas en base a la integralidad de las fuentes consultadas, que asciende a un total de 52.
A raíz del dinamismo desplegado por las OSC que será objeto de análisis en el segmento siguiente y la capacidad de adaptación al ambiente en el que se desenvuelven, es que actualmente existe una importante dificultad para categorizar estas entidades según sus objetivos o finalidades, ya que la descripción suele remitir a sus fines originales, siendo los actuales en gran medida confluyentes. No obstante, sin abandonar el esfuerzo de clasificación, en el siguiente gráfico se muestra su distribución en base a la finalidad predominante, resultando las modalidades mayoritarias las organizaciones denominadas “de apoyo” que brindan en sentido amplio contención y diversos tipos de asistencia a sus miembros de cara a facilitar el arribo inmediato de sus connacionales y/o su inserción en el largo plazo.
En segundo lugar, las profesionales (que actúan en la defensa de los intereses particulares del sector que representan).[8] Esta segunda tipología da cuenta de la emergencia de un patrón organizativo particular dentro del campo migratorio en Argentina que moldeó gran parte del nacimiento de las entidades venezolanas, y que también representa una singularidad en términos de tendencia organizativa de la comunidad venezolana en toda la región. En este punto, Pacecca y Liguori, plantean elocuentemente que los venezolanos: “(…) inauguraron un novedoso y convocante criterio étnico-asociativo (el “profesional venezolano”) ligado a una agenda institucional para el rápido logro de objetivos sectoriales (de los profesionales en cuestión). A su vez, la significativa calificación educativa de quienes conformaron e integran estas asociaciones sin duda contribuyeron al diseño (y a la eficacia) de unas estrategias organizativas y de alianzas claramente enfocadas” (Pacecca y Liguori 2019, 114).
Junto a las dos tipologías organizativas predominantes, se identifican otros grupos más pequeños como las organizaciones que tienen fines estrictamente político-partidarios (se identifican seis de este tipo en el mapeo); las que tienen fines culturales (siendo FICU un caso típico y “puro” de esta modalidad), o las que buscan brindan apoyo y acompañamiento a segmentos específicos dentro del colectivo venezolano (Asociación de Jubilados y Pensionados Venezolanos en Argentina; y Niños, Niñas y Adolescentes Venezolanos en Argentina). Por último, se encuentran las redes de OSC venezolanas que agrupan a buena parte de las ya descritas, que son la “novedad” del período 2020-2022.
El período 2015-2019 es el que marca la explosiva proliferación de experiencias organizativas y asociacionistas motorizadas por población migrante venezolana con un nivel de celeridad en tan corto tiempo que no ha tenido parangón en otras comunidades extranjeras en el país en la etapa contemporánea. El 84% de las OSC mapeadas nacen en este período.
Como muestra el siguiente gráfico, más de 4 de cada 10 de las organizaciones relevadas fijó su lugar de actuación en CABA, entre las que se incluyen algunas entidades de apoyo y prácticamente todas las profesionales. En el caso de estas últimas, no significa que hayan delimitado su alcance y radio de intervención a ese espacio geográfico, ya que sus referentes suelen extenderlo al ámbito nacional. Por su parte, un 58% tiene su localización fuera de la capital federal, mayoritariamente aquellas que se erigen como entidades de apoyo, que en buen número retiene una identificación de alcance territorial, ya sea provincial (“Venezolanos en” Jujuy, Salta, Misiones, Neuquén, Córdoba, etc.) o municipal (“Venezolanos en” La Plata, Zárate, Escobar, Pilar, Quilmes, entre otros)
V. Estrategias de acción colectiva
V.1. Antecedentes (1999-2014)
Sólo una de las organizaciones mapeadas (ASOVEN) nació en una etapa anterior al inicio del actual éxodo venezolano (2015), etapa definida como de baja presencia de la comunidad venezolana en el país y, por ende, de baja densidad organizativa.
Los miembros de ASOVEN se definen como integrantes de la organización de venezolanos “más antigua” que sigue vigente, y recuerdan en relación a sus orígenes, que, en aquellos años, “Argentina no conocía al venezolano”, era dificultoso vincularse entre sí, y la embajada venezolana funcionaba como la entidad que aglutinaba en mayor medida a esta reducida comunidad extranjera.[9]
Se reconocen como antecedentes de su creación a entidades como “La Casa de Venezuela”, “Damas Venezolanas”, “Mujeres Venezolanas”, experiencias organizativas cuyas actividades estaban enfocadas principalmente a generar espacios de encuentro, de recuperación o preservación de prácticas simbólicas o culturales, de conmemoración de fechas representativas para el colectivo (Rex 1994).
Siguiendo esta trayectoria, el nacimiento de ASOVEN en 1999 se fijó como principal finalidad desarrollar actividades de difusión de la cultura venezolana en Argentina, y fomentar el intercambio en este ámbito con la comunidad receptora, para favorecer la integración de sus miembros en el contexto local (ASOVEN 1999).
Del mismo modo, la agrupación encontró en sus orígenes un impulso importante en la necesidad de reunir y enviar ayuda a Venezuela para colaborar con las personas damnificadas a raíz de los deslaves del cerro El Ávila, una de las catástrofes naturales de mayor impacto a nivel contemporáneo en el país. La movilización alcanzada a raíz de esa causa representó una motivación para continuar la unión.
Desde entonces, e históricamente, ASOVEN ha estado directamente asociada y referenciada con la agenda cultural de la comunidad venezolana en el país, incluso dentro de espacios más amplios como la Federación Argentina de Colectividades (único canal de vinculación horizontal que se le reconoce con organizaciones “de” migrantes de otros orígenes, en la cual fue la única representante del colectivo venezolano hasta hace pocos años).
Como se observará en el próximo apartado, en el siguiente período el tradicional perfil cultural de ASOVEN se vio modificado a partir del desarrollo progresivo de actividades de asistencia y apoyo múltiples a los conciudadanos en el atravesamiento de distintas problemáticas que tuvieron que enfrentar en el contexto receptor. Este giro no fue sencillo, en palabras de su entonces presidente, pero fue clave para el desarrollo de la acción colectiva y en vista a los masivos flujos de migrantes que comenzaron a arribar a la Argentina.[10]
V.2. Primera etapa (2015-2019): proliferación de OSC y diversificación
El prolífico crecimiento de las OSC en esta etapa estuvo en gran medida ligado al crecimiento vertiginoso del movimiento migratorio que lo impulsó, resultando la participación en las mismas un capital social[11] necesario para emplear a favor del arribo inmediato y el acceso a distintos derechos y esferas en la sociedad de acogida: documentación, oportunidades de empleo, vivienda, entre los más importantes.
En lo concerniente específicamente a la agrupación de profesionales, este proceso fue involucrando progresivamente a distintos sectores y áreas del conocimiento, básicamente de aquellas profesiones que no podían ejercer en el país sin una convalida (ingenierías, ciencias económicas, ciencias de la salud, educación, entre otras como la arquitectura, y la abogacía).
Las organizaciones constituidas por profesionales de la salud[12] resultaron mayoritarias, surgiendo entidades con un particular poder de movilización e influencia en la transferencia de demandas al Estado argentino para favorecer su convalidación de diplomas, y por añadidura, su inserción laboral-profesional. No llama la atención que así sea, dado que en Argentina el ejercicio de algunas de estas profesiones supone exigencias relativamente mayores, incluyendo en algunos casos, además del título emitido en el país, o reconocido por universidad pública argentina, la posesión de matrícula habilitante (Sala 2021).
Muchas de estas entidades se ocuparon inicialmente de obtener un registro aproximado de la cantidad de profesionales venezolanos de su disciplina que habían arribado a Argentina (“hacíamos censos”)[13] y en función de eso se desplegaban comunicaciones más concentradas que involucraban ya a un núcleo homogéneo de “colegas” que, mientras orientaban sus acciones a desandar, vehiculizar y concretar sus trámites de convalidación, también circulaban oportunidades laborales en destino, entre otra información de valor para la inserción en la sociedad receptora.
Aquellas primeras camadas de profesionales que dentro de sus organizaciones lograron concluir una convalidación exitosa (no exenta de dificultades múltiples) fueron allanando el camino a quienes las iniciaron con posterioridad, o arribaron más tarde, facilitando aquella experiencia con información calificada y protocolización de procesos que se gestaron en articulación con el Ministerio de Educación de la Nación, hasta que pasaran a las universidades argentinas seleccionadas (segundo momento clave de dicho procedimiento), todo lo cual fortaleció la creación o consolidación de estas entidades.
En este marco general, cada organización profesional desarrolló (y se encuentra haciéndolo aún) su lucha y estrategia de incidencia específica en función de aspectos muy propios de cada disciplina, apelando a la construcción de canales directos con el gobierno nacional receptor, de la Ciudad de Buenos Aires e incluso de organismos internacionales.[14]
Uno de los recursos más significativos a los que apeló el asociacionismo venezolano en Argentina (aplicado a todas las OSC, independientemente de su finalidad) han sido sus particulares metodologías comunicacionales que han resultado eminentemente digitales, atravesando sus antecedentes de origen y actual funcionamiento. Algunos referentes entrevistados reconocen que el uso de los grupos de WhatsApp, ha sido uno de los medios primordiales a través de los cuales motorizaron sus contactos iniciales y construcción de agendas colectivas, para luego avanzar en una dinámica de trabajo más formal. El uso de estas redes y su capacidad para convocar y movilizar a su membrecía también es reconocido por otros actores como la OIM.[15] Este aspecto comunicacional ha favorecido el desarrollo de una dimensión transnacional en el accionar de estas entidades, sobre todo en la circulación de información en una comunidad constituida por personas de arribo reciente, otras con más tiempo de residencia en el país de destino, y otras que aún no habían concretado su proyecto migratorio.
En esta misma línea vale decir que prácticamente todas las organizaciones cuentan con redes sociales (Instagram y Facebook, o una de ellas); algunas poseen sitios webs propios, con alto nivel de actualización y publicación de contenidos (Pacecca y Liguori 2019; Armas 2020; Armas y Freitez 2021).
Siguiendo con el análisis de recursos y medios, se puede definir esta etapa como de desarrollo competitivo de actividades y capacidades de las distintas OSC para acceder a recursos escasos y vínculos que lo faciliten. Se testimonian experiencias de alianzas o fusiones fallidas entre determinadas organizaciones, y emerge con fuerza una preocupación concreta por el registro formal, siendo la obtención de personería jurídica la meta administrativa-institucional prioritaria de muchas de ellas. Esto se encuentra estrechamente vinculado a la articulación que han desplegado con organismos internacionales, particularmente con OIM y ACNUR, volviéndose aquella figura legal condición fundamental para acceder a donaciones, financiamiento, equipamiento, o para motorizar proyectos de largo plazo. La estrategia que encontraron algunas de ellas como salvoconducto a la falta de registro formal fue hacer alianza con otra organización venezolana con mayor trayectoria o nivel de formalidad que actúe como facilitadora (Alianza por Venezuela, ASOVEN, p.e.) apadrinando la iniciativa. La dinámica vincular de las OSC venezolanas con organismos internacionales (OIM, ACNUR, R4V), requiere sin duda un análisis más profundo, ya que se nutre de espacios de articulación dignos de ser observados en profundidad (que exceden los objetivos de este trabajo) para poder comprender lo que estas agencias ofrecen para la AC (ante todo, recursos materiales, pero también visibilidad, poder de influencia, etc.).
En la misma tesitura, la mayoría de las OSC creadas en estos años no cuenta con infraestructura de funcionamiento, esto es, con sede social. La única entidad que dispone de un espacio físico de trabajo es Alianza por Venezuela, posibilitado a partir del financiamiento recibido por parte de la Fundación Interamericana (IAF, por sus siglas en inglés); otras han apelado a espacios prestados para el desarrollo de actividades ad hoc.
Cuatro de las OSC mapeadas tienen, a su vez, una dinámica transnacional de funcionamiento a partir de los lazos consolidados con organizaciones venezolanas de todo el mundo a través de su participación en Coalición por Venezuela,[16] nacida en 2019 al amparo de la 49° Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos “para brindar una respuesta articulada, integral y efectiva a la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela y a la crisis de migrantes y refugiados que afecta a la región”. [17]
Continuando con los vínculos que proveen recursos para la AC, en lo que concierne a la relación con el Estado receptor (integración vertical en términos de Toral), se alcanzó una relación de acceso y diálogo directo y fluido con autoridades nacionales y del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, a través de canales particularmente informales (Ruiz Durán 2021). La estrategia de acción colectiva de las OSC en esta etapa estuvo orientada a elevar al Estado central reivindicaciones específicas en el campo de la regularización migratoria y la convalidación de títulos, ámbito en el cual se alcanzó significativo éxito si se mide éste a partir de los dispositivos emitidos por organismos públicos en respuesta a las demandas de excepcionalidades giradas. Estos fueron:
Procedimiento unificado para la convalidación de títulos universitarios (febrero de 2018), una resolución del Ministerio de Educación de la Nación (2018) por el cual se estableció que los títulos venezolanos podían convalidarse a través del mismo mecanismo que rige para los países que cuentan con convenio bilateral de reconocimiento de diplomas universitarios con Argentina.
Procedimiento temporario, excepcional y express que preveía la convocatoria a un comité de expertos universitarios con el propósito de evaluar determinados títulos de personas extranjeras, a solicitud de las jurisdicciones que requiriesen sus servicios profesionales, eximiendo a la persona interesada del pago del honorario que las universidades aplican para llevar adelante la evaluación del respectivo título y plan de estudios (agosto de 2018).[18]
Programa de Asistencia a Migrantes Venezolanos (enero 2019): autoriza el ingreso al territorio de personas venezolanas con cédula de identidad o pasaporte vencidos, cuyo plazo de vencimiento no excediera los 2 años a partir de la fecha de la disposición; y, en el caso de niños y niñas menores de 9 años que ingresen por vía terrestre acompañados por uno o ambos progenitores, aceptar, excepcionalmente, la partida de nacimiento como documento válido para el ingreso.[19]
El hecho de privilegiar los niveles y canales de diálogo bilateral con el Estado receptor durante el período 2015-2019, no puede desconocer en términos de ambiente y estructura de oportunidades, el uso político que se hizo de la migración venezolana durante del gobierno de Mauricio Macri en el ámbito doméstico, aspecto profundamente analizado por Ruiz Durán, quien se ocupa de comprender la dimensión política de las estrategias de acción colectiva de la comunidad venezolana, reconociendo que ésta: a) ha desplegado en este tiempo una estrategia de movilización no confrontativa respecto del Estado argentino, ni articulada desde el lenguaje de derechos, diferenciándose así de las estrategias históricas de las organizaciones de migrantes de otros países de la región; b) ha construido canales de interlocución con el Estado, para hacer llegar sus demandas en espacios no “públicos”, aprovechando en muchos casos canales de comunicación construidos con el partido y la alianza de gobierno para la articulación política y partidaria (Ruiz Durán 2021).
Esto explica que las relaciones del asociativismo venezolano con otras OSC del campo migratorio “de y “para” migrantes (integración horizontal) haya exhibido bajo nivel de intensidad o resultado prácticamente nulo en este período, , aspecto introducido (Pacecca y Liguori 2019) y profundizado en estudios recientes (Ruiz Durán 2021).
Siguiendo con la dinámica de vinculación horizontal, merece una mención aparte la Iglesia Católica. Ésta ha tenido y sigue teniendo un papel muy importante en el desarrollo y posibilidades del entramado organizativo venezolano, particularmente en CABA, representado por la Iglesia de Caacupé en el barrio de Caballito y la Iglesia de Guadalupe, en barrio Norte. La capacidad de agregación de estas iglesias se explica no solo por el interés de sus párrocos de brindar ayuda social a la colectividad, sino también por las características de la colectividad venezolana de elevada creencia y fervor religioso. El apoyo de la iglesia de Caacupé ha sido importante desde el inicio del éxodo, su cura párroco alberga a los recién llegados, presta sus instalaciones para las reuniones y festividades de la colectividad y ayuda a las organizaciones a armar mesas de apoyo y asistencia. También es importante el vínculo, la presencia y el apoyo que reciben de las redes e iglesias internacionales, como el Servicio Jesuita a Migrantes en Argentina (SJM).
Para cerrar el análisis de la estrategia de AC en esta etapa, es importante reconocer el germen de cambio que comienza a visibilizarse a fines de este período para consolidarse en la etapa siguiente. En cuanto a los estímulos endógenos para la transformación, existe coincidencia en que la migración significativamente calificada y selectiva que distinguió los primeros arribos (de 2015, 2016 y 2017), fue mutando a una dinámica migratoria que pasó a tener una composición menos calificada[20] y más diversificada a partir de 2018, aunque con una tendencia más clara en los años posteriores, con menor cantidad de profesionales que viajaban solos, y mayor composición familiar, en virtud de procesos de reunificación. A eso se le sumó el incremento de movimientos menos planificados (personas que se desplazaban con reducida información sobre la documentación exigida para ingresar al país, o los trámites y requisitos para acceder a la residencia, con salidas más abruptas y en mayor medida, por vía terrestre (a diferencia de la vía aérea que había resultado ampliamente dominante hasta aquel momento). En estos movimientos renovados y diferenciados, muchos venezolanos terminaron ingresando al territorio sin la documentación requerida, la mayoría de las veces, por cuestiones ajenas a su voluntad[21], y eso fue permeando la labor de las entidades como tendencia general.
Aparte de esa actividad central [en alusión al ámbito de la convalidación], y asumiendo la desinformación migratoria de mucha gente que se quería venir, o que ya estaba acá en Argentina y no sabía cómo traer a sus hijos, “porque no era sencillo y no bastaba con enviar el boleto al niño y listo, sino que se necesitaba todo un requerimiento de permisos”, nos dimos cuenta de esa otra necesidad que existía y se crea el segundo eje de la organización que es la asesoría migratoria. En principio era para los niños, y en esa ola del 2018 que se venía tanta gente que dejaba sus hijos allá, esa demanda era muy fuerte. Hacíamos charlas, consultorio de chat, asesoría. Con posterioridad, esta necesidad si bien no desapareció, fue quedando un poco de lado, porque dejó de ser tan prioritaria. Entonces de ahí pasamos a otras necesidades, como por ejemplo, la necesidad de saber ¿Cómo saco el DNI? O ¿Cómo renuevo del DNI? Había mucha desinformación, mucha gente que te decía “vente, aunque no tuvieses el documento vigente”.[22]
(…) la asociación tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos, y tuvo que entonces establecer áreas de solidaridad, porque empezamos a recibir un flujo migratorio muy fuerte… entonces pasó de ser no solamente un lugar de encuentro cultural sino también a hacer asesoría migratoria (informando qué tienes que traer, qué documentación, es decir, explicando esa transición cultural, y convertirse un poco en la contención que requería el venezolano, que ya las condiciones de migración eran distintas).[23]
De esta manera, tanto para las organizaciones de carácter profesional, como aquellas que nacieron con fines culturales, o bajo el objetivo de ayuda a sus connacionales, la agenda de acción colectiva comienza a atravesar un período de ampliación conforme se diversifica la composición migratoria y se complejizan y vuelven más vulnerables las trayectorias migrantes. Jornadas de abrigo, asesoría en gestión de trámites y acceso al DNI; procesos de reunificación familiar; difusión de información en sentido amplio; contención emocional, terminaron siendo esferas de actuación confluyentes de la mayoría de ellas, representando el puntapié para la conformación de la red de organizaciones que formará parte de un nuevo momento del asociacionismo venezolano con posterioridad. A estos estímulos de carácter endógeno (atinentes al colectivo y la reinterpretación de sus principales demandas) se le sumarán factores exógenos provenientes de un nuevo ambiente político.
V.3. Segunda etapa (2020-2022): ampliación y convergencia
Este período inaugura con un factor exógeno totalizador en su capacidad de influencia en todos los órdenes sociales como fue el inicio de la pandemia por Covid-19. A ello sumó el cambio de administración nacional en Argentina, a raíz del triunfo en las elecciones de la alianza del Frente de Todos, que dio lugar al inicio de la presidencia de Alberto Fernández (2019-2023), que a diferencia del gobierno anterior, ha presentado un posicionamiento ambiguo frente a la crisis venezolana y la situación política del país.
De esta manera, desde diciembre de 2019, se interrumpieron completamente los canales de interlocución generados por las OSC venezolanas con el gobierno nacional, gestadas en la etapa previa, lo cual implicó según los testimonios recogidos, volver a foja cero en la articulación con el Estado, y en algunos casos, un retroceso respecto de algunos logros que se habían valorado positivamente desde la propia comunidad. Especialmente, en materia de convalidación de diplomas, asentadas en un diálogo cotidiano e informal con las autoridades del Ministerio de Educación, situación similar a la alcanzada con la DNM. A ello se añadió el aislamiento social y la virtualización del grueso de los canales de comunicación y contacto.
Las agendas de las organizaciones en este período consolidaron ese camino de confluencia que venían atravesando, agregando o fortaleciendo muchas de ellas la dimensión de contención emocional y de asistencia social, que se volvieron prioritarias durante la crisis sanitaria, período en el que más allá de la prohibición de la movilidad y el cierre de fronteras internacionales, el flujo venezolano no se detuvo, pero sí se vulnerabilizó significativamente.
En el contexto de este nuevo desafío, se observa una “novedad” en materia del asociacionismo y acción colectiva venezolana que ha sido la creación del Consejo de Cooperación para la Comunidad Venezolana en Argentina (en adelante, el Consejo), constituido en noviembre de 2021, por una treintena de OSC venezolanas (principalmente de apoyo y profesionales), incluyendo a la FAC (Federación Argentina de Colectividades).
La conformación de este espacio de articulación ha sido reconocida por varios/as referentes de entidades parte como una “experiencia de éxito en la lucha colectiva”, en tanto refleja un esfuerzo por aunar agendas y capacidades en una red de actuación federal que logre acompañar y asistir a las personas venezolanas “desde su ingreso por distintos puntos de frontera hasta su llegada a Buenos Aires, acompañando sus trayectorias”.[24]
La idea es que unidos hemos visto que conseguimos muchísimo más frente para poder hacer más cosas y la ventaja de la unión es que hemos ganado una visión nacional de lo que ocurre, porque muchas de las organizaciones que estamos emplazadas en CABA, podemos tener un termómetro de lo que ocurre acá en Capital, pero por ejemplo lo que está ocurriendo en frontera, en los pasos fronterizos no lo teníamos. Y ahora con el Consejo tenemos presencia en Jujuy, en La Quiaca, en Salta, en Córdoba, en Mendoza, tenemos la posibilidad de conocer lo que está ocurriendo también en las provincias que no necesariamente tienen esta misma accesibilidad o facilidad que tenemos aquí en Capital, que llegamos a la DNM, llegamos a la embajada, llegamos al gobierno de la ciudad, y en las provincias no necesariamente ocurre.[25]
La necesidad de una estrategia de AC de alcance federal está muy presente en el discurso de los miembros del flamante Consejo, y se relaciona con los cambios de los patrones migratorios antes descriptos, particularmente del incremento de los ingresos terrestres que colocaron en el centro de la escena la “problemática de frontera” en toda su complejidad, algo difícil de administrar desde CABA. Pero también es cierto que la creación del Consejo tuvo su antecedente directo en la necesidad de generar nuevos espacios de interlocución con el gobierno de Alberto Fernández, y particularmente con la DNM, que no estaba logrando ninguna OSC venezolana de modo unilateral como en la etapa previa. En rigor, la estrategia de la unión tuvo como puntapié central la convocatoria a una “Mesa” para dar una solución al tema de los niños/as venezolanos sin documentación:
A raíz de la situación de niños, niñas y adolescentes, es cuando por primera vez nosotros decidimos unirnos. Ahí se hizo una primera reunión a la que vamos todos, porque entendimos que haciendo frente común de cara a la DNM en lo que en esa primera fase se llamaba “la Mesa”, una mesa que conformamos, que la organiza de hecho PROVEAR… que resulta el primero en convocar, a nosotros y a todas las organizaciones, y ahí empezamos a trabajar en conjunto… Porque de manera individual como habíamos venido trabajando antes cada vez que habíamos pedido reunirnos con las autoridades, no nos habían dado respuesta... Entonces es como que entendimos que la manera más fácil era en vez de ir cada organización de manera aislada, vamos todos juntos y hacemos esa presión, como representantes todos de las organizaciones venezolanas. Entonces fue como esa semilla, y ese primer encuentro que no fue nada fácil. Pero bueno digamos que se abrió esa ventana.[26]
Y así se crea esta mesa de trabajo de la cual ASOENVEAR forma parte, contexto en el cual se dan cuenta que hay una masa de niños que estaban en esa situación y que había que hacer algo, y que una sola organización no podía hacer. Se logró el consenso de hacer la mesa, y posteriormente se creó el Consejo.[27]
Así, la finalidad del Consejo en tanto red que aglutina a más de la mitad de las OSC que nacieron en la etapa previa ha sido aunar recursos a nivel federal y potenciar la voz del colectivo venezolano organizado, aumentando la capacidad de incidencia por canales institucionales ante el nuevo contexto receptor.
Este estrategia permitió, una vez más, una respuesta “exitosa” en términos de la obtención de un dispositivo específico para atender la problemática girada: en julio de 2021 se dictó la disposición de la DNM 1891/2021, creando el Régimen Especial de Regularización para Niños, Niñas y Adolescentes Migrantes Venezolanos.[28] Este régimen exime de la necesidad de presentar un Documento de Identidad válido y vigente y/o la legalización de la Partida de Nacimiento a quienes, dentro de este grupo, hubiesen formalizado su solicitud de regularización migratoria antes del dictado de la Disposición, o lo hicieran dentro de los 60 días corridos de publicada la norma.
Una vez que nosotros logramos el acuerdo, que fuimos a la DNM, nos sacamos una foto y todo lo demás… cuando salimos de esa reunión, nosotros dijimos ya que logramos esto, no podemos perderlo y ahí es donde surge esa semilla de lo que fue el Consejo… dijimos esto vamos a convertirlo de Mesa en Consejo de organizaciones, y empezamos a trabajar hasta que hicimos el lanzamiento oficial.[29]
El proceso de integración horizontal descrito entre las entidades venezolanas denota una veloz capacidad de adaptación y de pragmatismo. Las OSC que forman parte del Consejo, no abandonan su autonomía, pero sí se plantea un sistema de trabajo jerárquico mediante una comisión directiva, con identificación de referentes a cargo de cada comisión de trabajo, en función de la “expertise” que a cada una de ellas se les reconoce en su recorrido institucional (ver tabla 1). El pragmatismo señalado, también es un criterio que conduce a incluir/excluir reglamentariamente determinadas organizaciones o “que no se adaptan a las pautas de trabajo establecidas” o que por el perfil y exposición político-partidaria de sus referentes entorpecen los canales de interlocución con aquellos actores centrales para vehiculizar sus incidencias, particularmente el gobierno argentino y la embajada venezolana con la que “indefectiblemente” se articula para la resolución de temáticas de ayuda social, documentación, etc.[30] Las comisiones de trabajo son un reflejo de la priorización y convergencia de agendas antes desarrollada:
Las 34 organizaciones iniciales fueron bajando en número con el correr del tiempo, aunque la membrecía aún resulta “dinámica” con algunas OSC que se desligan y otras que se van incorporando al Consejo. En rigor, al momento de cerrar esta investigación, se presenta “un avance más” en la consolidación del nuevo rumbo asumido, anunciando la conformación de la Federación de Organizaciones de la Sociedad Civil de Venezolanos en la República Argentina (FOCVA), que viene a ser un escalón que sube el Consejo, decisión comunicada oficialmente el 30 de septiembre de 2022, y alcanzando su lanzamiento oficial en noviembre. El formato de la federación y la decisión de ir en ese camino está ligada a los recursos y medios específicos de quienes lideran la iniciativa: que han ejercido cargos directivos en la FAC, en OSC venezolanas de elevada importancia institucional (ASOENVEAR, ASOVEN) e incluso cuentan con experiencia de liderazgo en colegios profesionales de su país de origen.
Finalmente, se observa en este período una sostenida y afianzada vinculación de las OSC con la OIM (simbolizado en la presencia de una de sus autoridades como orador protagónico en el lanzamiento de la Federación), con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y un mayor acercamiento a determinadas organizaciones “para” migrantes como CAREF, y otras de carácter académico (FLACSO). La evolución de la flamante Federación deberá ser objeto de observación conforme transcurren sus primeros desafíos.
VI. Conclusiones
Las organizaciones de migrantes venezolanas en Argentina se han multiplicado con una celeridad poco habitual a la par del ritmo del éxodo venezolano en la región y el país. De un período de baja densidad organizativa previo a 2015 pasó a configurarse un escenario de múltiples entidades con finalidades diversas, inaugurado como criterio de aglutinación novedoso (dentro de la tradición asociacionista migrante contemporánea de Argentina) al perfil profesional de sus integrantes.
Se reconoce en el período 2015-2019, una estrategia de AC direccionada a elevar demandas al Estado receptor en los ámbitos de la regularidad migratoria y la convalidación de títulos profesionales para favorecer su inserción laboral, resultando notablemente efectivos en la respuesta obtenida en el período 2015-2019, con fácil y accesible contacto con el gobierno receptor por parte de cada una de ellas. Esta característica, sin embargo, no ha resultado estática, sino que viene sufriendo matices y evoluciones que se corresponden con la respuesta y capacidad de adaptación de las propias OSC venezolanas a condicionantes endógenos propios de la composición y dinámica del movimiento migratorio que conduce a un recambio de demandas y a una ampliación de la agenda.
Pero más allá de los cambios generados por factores propios a la comunidad venezolana, este trabajo también echa luz sobre la importancia de los factores exógenos, especialmente, la alternancia de gobierno nacional en Argentina y consecuente modificación de todos las interlocuciones y canales consolidados durante 2015-2019.
La confluencia de estas variables endógenas y exógenas ha llevado a reorientar las estrategias organizativas en la etapa 2020-2022, que han incorporado con mayor gravitación en su agenda temas de difusión de información a nivel transnacional respecto del área regularización-documentación, mayor espacio a la asistencia social de personas y familias con necesidades múltiples, el problema de NNyA sin documentos, el apoyo y contención psicosocial, resultando como cambio fundamental de estrategia en la lucha colectiva la conformación de una red de alcance federal, que cristalizó a fines de 2021, en la creación del Consejo, convertido en Federación en septiembre de 2022.
En vistas de este pragmatismo de las organizaciones venezolanas, en su afán de adecuar su estrategia a las nuevas demandas del colectivo migrante y a las oportunidades de acceso a los recursos públicos, las OSC fueron modificando sus vínculos internos, horizontales y verticales. En una primera etapa, la estrategia elegida fue la de fortalecer las capacidades internas; el vínculo con las organizaciones internacionales (como redes religiosas y agencias internacionales) y un acceso directo, informal y unilateral de cada una de ellas al gobierno del país receptor; mientras que en la segunda etapa, se buscó aunar esfuerzos y recursos en una red de actuación federal de OSC venezolanas; ampliar los vínculos con otras organizaciones migrantes y académicas y jerarquizar y potenciar su voz ante el gobierno por vías institucionales.
Estos hallazgos resultantes de la identificación del entramado organizativo venezolano en Argentina y la acción colectiva desplegada en el período en cuestión, habilitan nuevos interrogantes que, si bien exceden los alcances de este trabajo exploratorio, se incorporan a la agenda de investigación futura. Muchas de ellas se vinculan a la necesidad de mirar estas experiencias organizativas a la luz de otros procesos en el país y la región: ¿Cuáles son los rasgos que diferencian la performance de las OSC venezolanas en Argentina vis a vis las emplazadas en otros países receptores de la región? ¿Cuáles aspectos los distinguen del resto de los colectivos migrantes en el mismo contexto de destino a nivel contemporáneo y cuáles los homologan a experiencias migratorias calificadas y de asociacionismo en perspectiva histórica en Argentina? ¿Qué peso específico retiene el capital cultural y formativo de los sujetos migrantes en el origen y devenir de las experiencias organizativas, y cuál el origen nacional?¿Responde el movimiento asociacionista venezolano en Argentina a una tradición propia del país de origen, o está más ligado a las condiciones que ofrece el ambiente receptor para organizarse, como p.e. el reconocimiento del que goza la persona migrante como sujeto político en este país?¿Cómo están operando las agencias del sistema de Naciones Unidas en el atravesamiento de las agendas de estas entidades? son algunas de las preguntas sobre las cuales continuar la indagación.
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Anexos
Notas