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Recepción: 10 Febrero 2021
Aprobación: 05 Diciembre 2021
Resumen: La historiografía de los años sesenta y setenta en la Argentina ha recorrido ampliamente el fenómeno de la violencia política. Este artículo trata sobre un asunto colindante: el de la conformación de equipos técnicos peronistas a partir del año 1970. Se aborda específicamente el caso del Consejo de Planificación del Movimiento Nacional Justicialista (CPMNJ), el más temprano y oficial entre ellos. Se examina el vínculo mantenido entre el secretario general del CPMNJ, Leopoldo Frenkel, y el líder exiliado Juan Domingo Perón; se analizan los avatares de este grupo técnico en el marco del juego político local del justicialismo; y se reconstruye su membresía y sus áreas de intervención política y profesional. A través de la reconstrucción histórica de las redes de técnicos reunidos en torno a este think tank, el trabajo destaca la presencia de prácticas políticas moderadas e institucionalistas entre los actores del peronismo de los setenta.
Palabras clave: Peronismo , Años setenta, Think Tank, Técnicos , Política.
Abstract: The historiography of the sixties and seventies in Argentina has broadly covered the phenomenon of political violence. This research is about an adjoining issue: the formation of Peronist teams of planners from 1970 to 1973; it specifically addresses the case of the Planning Council of the National Justicialist Movement (CPMNJ, for its initials in Spanish), the earliest and most official among them. The paper examines the ties kept between the general secretary of the CPMNJ, Leopoldo Frenkel, and the exiled leader Juan Domingo Perón. The vicissitudes of this group of planners are analyzed within the framework of the local political game of the Justicialism. In addition, its membership and areas of political and professional intervention are retraced. Through the historical reconstruction of the network of planners gathered around this think tank, the research highlights the presence of moderate and institutional political practices among the actors of the Peronism in the seventies.
Keywords: Peronism , Seventies , Think Tank, Planners , Politics.
I. Introducción
Desde que en el año 1953 los grupos de antiperonistas armados realizaran una serie de atentados que suscitaron actos de represalia a manos de activistas nacionalistas y peronistas, hasta las luchas que distintas facciones de estos últimos protagonizaron en los años setenta, todo el ciclo de la vida pública argentina estuvo atravesado por el signo de la violencia política[2]. No obstante, la apelación excesiva a este rasgo notorio conlleva sus riesgos al momento de ensayar un análisis histórico más vasto del período. Uno de ellos es que los hechos de violencia, siempre muy resonantes en razón de sus características, oscurezcan la presencia de otras formas de actividad política que convivieron con aquellos. En el caso de los estudios sobre el peronismo de los años sesenta y setenta, dar cuenta de la novedad de la emergencia de sus formaciones partisanas no debería ir en detrimento de constatar su coexistencia con unos actores políticos y tecnocráticos de perfiles más tradicionales, tanto en lo que hace a sus notas ideológicas como a sus prácticas políticas. Uno de los fenómenos relevantes que podría así perderse de vista es el de la conformación de equipos técnicos en el seno del peronismo a partir del año 1970, precisamente aquel que operó como un punto de inflexión en el desarrollo de la experiencia guerrillera.
El primero de los equipos técnicos del peronismo de los setenta en ver la luz pública fue el que finalmente se denominó Consejo de Planificación del Movimiento Nacional Justicialista (CPMNJ), caso en el que se detiene este trabajo. El mismo se creó a partir de una alianza intergeneracional establecida entre el joven abogado Leopoldo Frenkel y el exministro de Economía Roberto Ares. El surgimiento de este think tank se inscribe dentro de un conjunto de iniciativas tendientes a la conformación de equipos de técnicos y profesionales que impulsó el peronismo de la época. Debe tenerse en cuenta que no se trataba de grupos técnicos vinculados a un partido político típico de un sistema pluralista liberal, sino a un movimiento poco institucionalizado como lo era el peronismo, en el contexto de una dictadura militar. Se comienza por examinar la relación establecida entre Frenkel y Juan Domingo Perón a través de la memoria del primero y de las respuestas epistolares del segundo. A continuación se repara en cómo, luego de haber logrado el respaldo del caudillo exilado, el proyecto de Frenkel se vio no obstante condicionado por los avatares propios del juego político local del peronismo. Finalmente, se reponen los elencos y el organigrama del think tank. La investigación que dio lugar a este artículo se nutrió de diversos marcos historiográficos, entre los que cabe destacar aquella bibliografía que se ha ocupado de estudiar las élites técnicas y estatales (Plotkin y Zimmerman, 2012a; Plotkin y Zimmerman, 2012b; Rodríguez y Soprano, 2018), los think tanks (Garce y Uña, 2007), y las segundas y terceras líneas del peronismo (Rein, 1998; Rein y Panella, 2013, 2020).
II. Los equipos técnicos del peronismo setentista
Desde luego, el surgimiento del CPMNJ no podría desligarse del contexto histórico en el que tuvo lugar, pero tampoco de la voluntad personal del entonces joven abogado Leopoldo Frenkel; algunas referencias a su trayectoria se vuelven por tanto insoslayables. Frenkel nació en Mar del Plata el 3 de julio de 1947 y a mediados de los sesenta comenzó a dar sus primeros pasos en la militancia política mientras estudiaba abogacía en la Universidad Católica Stella Maris de dicha ciudad costera. Luego de graduarse en 1969, se dirigió a Buenos Aires para realizar un doctorado en ciencias jurídicas en la Universidad del Salvador. Ya con una actividad previa en la sede marplatense de la Escuela Superior de Conducción Política (ESCP) del justicialismo, no encontró mayores dificultades para ponerse en contacto con notables de los elencos técnicos de los primeros gobiernos peronistas, entre otras causas porque su padre era un médico cirujano que mantenía vínculos con esas redes[3]. En 1969 Frenkel comenzó a gestar, junto al exministro Roberto Antonio Ares[4], la idea de conformar lo que más tarde se formalizaría como el CPMNJ.
En enero de 1970 Frenkel siguió conversando el proyecto con Ares en Mar del Plata. Mientras Ares tenía la idea de priorizar el estudio de los problemas económicos y sociales de coyuntura, Frenkel tenía en mente una idea más ambiciosa, en la medida que consideraba que el organismo debía proponerse abarcar «todos los aspectos desarrollados en los planes quinquenales peronistas», incluyendo la política exterior[5]. Fue así como Ares, quien ocupaba un puesto en la más alta jerarquía partidaria, el 30 de marzo de 1970 se decidió a dar vida a una denominada Comisión de Estudios Económico-sociales del Movimiento Nacional Justicialista, de la que él fue designado presidente y Frenkel secretario adjunto[6]. Aunque en el transcurso de ese año la Comisión de Estudios Económico-sociales no consiguió ampliarse más allá de un número que rondaba la decena de profesionales, Frenkel entabló los primeros contactos epistolares con el general Perón a través de su entonces delegado, Jorge Daniel Paladino, con quien Ares mantenía una relación cotidiana en razón de las funciones que desempeñaba en el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista (CSMNJ)[7].
Durante ese mes de octubre de 1970 se produjeron algunos cambios de importancia en la escena política argentina. En las filas oficialistas asumió como ministro el economista desarrollista Aldo Ferrer, lo que acrecentaba el perfil nacionalista del gobierno de Roberto Marcelo Levingston y aceleraba su puja de poder con el comandante en jefe, Alejandro Agustín Lanusse (Rouquié, 1982: 286-287; Potash, 1994: 179). En el espacio opositor nació La Hora del Pueblo, alianza pluripartidaria surgida de un acuerdo entre las cúpulas del peronismo y el radicalismo, respectivamente representadas por las figuras de Paladino y Arturo Mor Roig[8]. Según el análisis de Guillermo O´Donnell ([1982] 2009: 291-296), la reaparición de los partidos se dio en el marco de un proceso de ampliación de la escena política. Esta se expresaba a través de una gran variedad de organizaciones de la sociedad civil que buscaban influir en la vida pública. Las mismas podían ser, según planteó el mismo autor, de carácter barrial, eclesiástico, regional, guerrillero o profesional. En este último sentido, el 16 de octubre de 1970 el periódico peronista Palabra Popular presentaba como una primicia una declaración de Paladino que señalaba que, en el transcurso de esa semana, se había comenzado a constituir «el Consejo Tecnológico y de Planificación, semejante al Consejo de Posguerra que funcionó en 1945. Su misión será elaborar planes de gobierno adecuados para la Argentina de 1971. Muy en breve se darán a conocer estructura y nombres de quienes lo integrarán»[9].
En ese momento, dentro de lo que serían los grupos técnicos más relevantes del peronismo de los setenta sólo existía formalmente el naciente CPMNJ que, como lo indicamos, se denominaba entonces Comisión de Estudios Económico-sociales. Aunque Julián Licastro, el instructor de cadetes expulsado del Colegio Militar, se reunió con Perón también en noviembre de 1970, a principios del año siguiente fue recluido por la dictadura militar en la cárcel bonaerense de Magdalena. Recién luego de ser liberado a mediados de 1971[10] pudo comenzar a conformar el Comando Tecnológico Peronista (CTP) (Licastro, 2012, p. 20 y p. 102)[11]. Posteriormente, Juan Tomás D´Alessio, un científico que trabajaba en la Comisión Nacional de Energía Atómica, se ligó a los llamados Demetrios[12] para crear el Encuadramiento de Profesionales Justicialistas. Según algunas versiones, el físico-químico se entrevistó por primera vez con Perón en agosto de 1971 (Fernández Pardo y Frenkel, 2004: 149) y, según otras, en el verano de 1972 (Gianella, Shanahan y Mason, 2012: 118). En cualquier caso, el grupo de profesionales vinculados a los Demetrios inició una tarea activa de reclutamiento de profesionales recién luego de recibir un mensaje que Perón le hiciera llegar a D´Alessio en marzo de 1972[13]. Según Carlos Fernández Pardo[14] y Frenkel (2004: 149) el encuentro del «físico y meteorólogo Rolando García» con Perón se daría «más adelante». García, que había sido el decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA entre 1957 y 1966, fundó el Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional Peronista. Este equipo técnico adoptó un perfil más izquierdista y se ligó a la Tendencia Revolucionaria (Pozzoni, 2015).
En mayo de 1973, poco antes de que asumiera el nuevo gobierno, la revista Extra[15] indicaba que entre los equipos técnicos del peronismo se desarrollaba una lucha entre varias tendencias, a las que identificaba del siguiente modo:
«el Consejo de Planificación, inspirado por Leopoldo Frenkel, en buenas relaciones con el sector técnico tradicional (Gómez Morales, Cafiero, Revestido); el Encuadramiento de Profesionales dirigido por Juan D´Alessio, expresión del nucleamiento ´Demetrios´; el Consejo Tecnológico Peronista, conducido por Rolando García, expresión del socialismo nacional; el Comando Tecnológico Peronista (CTP), cerca de las posiciones de García[16]; los equipos profesionales del Trasvasamiento Generacional; los Equipos Político-Técnicos de la Juventud Peronista, liderados por Galimberti»[17].
III. La bendición de Puerta de Hierro
Hacia fines de noviembre de 1970 Frenkel viajó a España a visitar a Perón, con quien mantuvo varios encuentros hasta su regreso a Argentina a comienzos de 1971. Según su testimonio, durante esas reuniones le solicitó al expresidente que el nuevo organismo estuviese integrado a las estructuras formales del justicialismo, de tal forma de contar con legitimidad para reclutar profesionales. Al mismo tiempo que Frenkel obtuvo una respuesta positiva, el líder justicialista le remarcó la importancia de que el CPMNJ fuese lo más amplio posible en su convocatoria de voluntades. Esta sugerencia se hallaba a tono con lo que sería una prédica recurrente en quien al regresar de su exilio no dejaría de insistir en representarse como un «león herbívoro». Esta metáfora acompañaba una retórica que trocaba el viejo apotegma de hermandad entre los peronistas por otro más inclusivo, que convocaba ahora a una más amplia unidad entre los argentinos.
Frenkel recuerda la insistencia de Perón en la recomendación de que el reclutamiento de técnicos y profesionales se hiciese sin tener en cuenta la adscripción partidaria presente ni pasada de los convocados, dado que lo importante era que fueran «buenos argentinos». Asimismo, rememora que muchos visitantes de la quinta 17 de Octubre recogían impresiones semejantes. Por ejemplo, cuando el socialcristiano Carlos Imbaud llegó a Puerta de Hierro anunciándole exultante su decisión de sumarse al peronismo, el viejo caudillo lo desalentó advirtiéndole que peronistas no era precisamente lo que le faltaban. Más productivo resultaba, según lo entendía, que se quedara en su lugar para persuadir a aquellos que aún mantenían reservas. Cuando el exdemocristiano Juan Labaké viajó a Europa para comunicarle que se había hecho peronista, el líder justicialista le dijo que al final nunca coincidían, porque «usted se hace peronista cuando yo estoy dejando de serlo». Frenkel considera que ese era «el verdadero pensamiento de Perón: ya estaba más allá del peronismo». No obstante, al mismo tiempo recuerda que en sus conversaciones con el expresidente pudo percibir la conformidad que aquel manifestaba con su gestión de gobierno realizada entre 1946 y 1955. Por tal motivo, aun cuando estuviera atento a adecuarlo a las nuevas circunstancias, el legado del peronismo clásico habría funcionado para Frenkel como «una brújula»[18].
Mientras tanto, diversas declaraciones de Paladino le asignaban al naciente CPMNJ la tarea de definir los lineamientos económicos del futuro gobierno justicialista. El semanario Análisis[19] informaba que, luego de regresar a Buenos Aires, el delegado había comenzado a impulsar la conformación de un frente con las fuerzas partidarias tradicionales que se volcaban a la oposición. Entre las novedades, Paladino destacaba «la constitución del Consejo Tecnológico y Profesional[20], un ente compuesto por 10 comisiones, que asumirá la representación económica oficial del justicialismo»[21]. La referencia de Paladino a un Consejo llamado indistintamente Tecnológico y de Planificación o Tecnológico y Profesional revela, según nuestra interpretación, que se trataba de una nominación imprecisa y general orientada a englobar las diversas iniciativas que en ese campo comenzaban a germinar en el peronismo. Como es sabido, era costumbre de Perón alentar todas las iniciativas que consideraba favorables a su estrategia política. En el caso de los grupos técnicos, el líder justicialista parecía además interesado en que se establecieran áreas de colaboración entre los que pensaba más afines, como los que coordinaban Frenkel y Licastro. Ya en la carta previa a la visita del secretario general del CPMNJ a Madrid, Perón destacaba sobre el final de su misiva el papel de los jóvenes que comenzaban a mostrar «inquietudes justicialistas» en el ámbito castrense. Esos «muchachos» ya habían dado muestras suficientes de sus intenciones de vincular «lo que concierne a su profesión» con «la acción popular»[22]. Por tal motivo, Perón le presentó a Frenkel al teniente primero Licastro, a fines de que el abogado se pusiese en contacto con su grupo de oficiales, quienes le resultarían de «extraordinaria utilidad en las tareas en que están Ustedes empeñados»[23].
Al volver de Madrid, Frenkel entabló contacto y mantuvo una reunión con Licastro. Si bien el trato fue cordial, a su entender el exteniente se hallaba volcado a una actividad más interesada en la «movilización política y la difusión doctrinaria», antes que en un trabajo de planificación gubernamental propiamente dicho. Frenkel recuerda una alusión en el mismo sentido del propio Perón, quien, no desprovisto de su habitual ironía, habría dicho que lo que en rigor hacía el exteniente era «agitación tecnológica»[24]. En contraste con Frenkel, Licastro desempeñó un papel político de alto perfil, cuya visibilidad había aumentado con el salto a la palestra pública a partir de la disidencia interna que protagonizara en el Ejército. Más adelante, cuando a fines de 1972 se anunció la fórmula Cámpora-Solano Lima, el teniente retirado le sirvió a Perón para exhibir una carta amenazante y presentar al candidato a presidente como un mal relativamente menor para el oficialismo militar. Si Cámpora les «costaba» a los militares, decía Perón, «Licastro les costaba mucho más», porque «Licastro es la juventud y ya medio le tienen miedo a la juventud» (Persello, 2011: 296).
IV. Un nuevo contexto para una vieja idea
El 25 de agosto de 1971, Perón le envió un mensaje a Frenkel grabado en una cinta magnetofónica. Sin obviar algunas consideraciones en torno a la situación política, la misma versaba especialmente sobre lo que el líder justicialista denominaba «la preparación humana y técnica». El joven abogado mecanografió la grabación y la hizo difundir públicamente en la segunda edición de la revista Así[25] del 10 de septiembre del corriente año. La segunda edición de la popular publicación ilustró su tapa con una foto de Perón en la que, con semblante serio y vistiendo traje, se lo retrataba apoyando sus manos sobre un mueble. El título en letra mayúscula anunciaba un «Mensaje de Perón a los peronistas», acompañado por una bajada en la que se informaba que, antes de recibir los restos de Eva Duarte en Madrid, «el general Perón dirigió a un organismo político-tecnológico del peronismo su pensamiento sobre la hora política que vive el pueblo argentino». Así destacaba que Perón evaluaba que «el factor tiempo juega en favor de su causa» y había dado «instrucciones precisas sobre la estrategia que el peronismo debe desarrollar de aquí en adelante». La revista de García promocionaba la nota indicando que en ella el expresidente explicaba «cómo llegó al gobierno en 1946» y comparaba «aquella circunstancia con la que hoy vive el país. ´Son similares´, afirma el exiliado»[26].
La nota dentro de la revista Así llevaba por título «Perón enfoca la realidad nacional» y estaba ilustrada por fotos del líder junto a sus tres perros caniches en la quinta de Puerta de Hierro. El texto mecanografiado por Frenkel, íntegramente reproducido en la revista de García, llevaba por introducción un copete en el que se destacaba que pocas veces «los argentinos tenemos oportunidad de conocer el pensamiento de Perón sobre los actuales problemas del país», porque las «cartas, cintas magnetofónicas y otros ´mensajes´ similares no siempre llegan a conocimiento del pueblo. Generalmente, todo queda entre cuatro o cinco dirigentes». En esta oportunidad, en cambio, Así aseguraba ofrecer en forma exclusiva lo que Perón pensaba «sobre el momento que vivimos». Según la revista, el líder justicialista analizaba la situación política y trazaba un plan para «ganar la batalla electoral», pero afirmaba que antes «el peronismo tiene que saber lo que va a hacer desde el poder. ´Al gobierno se llega para realizar, no para estudiar´, afirmó»[27]. De este modo, la revista Así destacaba el rol que Perón le asignaba a la planificación técnica en la estrategia del movimiento político que lideraba. Además de ganar en unas eventuales futuras elecciones que el contexto del Gran Acuerdo Nacional (GAN) volvía más probables, el líder justicialista indicaba la importancia de planificar con anterioridad la acción de gobierno.
En la carta Perón comenzaba señalando que la dictadura militar se veía compelida a «maniobrar» dentro de una «situación perentoria», que la obligaba a impulsar «la normalización institucional del país». Haciendo uso de su frecuente lenguaje campechano, el líder justicialista cubría con un manto de sospecha las intenciones de Lanusse y del ministro del Interior Mor Roig, al señalar que se estaban «tirando a la larga, sin percatarse que en el pecado llevan la penitencia». El mensaje de Perón planteaba una disyuntiva para su movimiento. Si el gobierno militar se mostraba decidido a concretar la convocatoria electoral, los peronistas debían estar predispuestos a entablar un acuerdo. Si, por el contrario, los militares alargaban los tiempos y se mostraban proclives a las «trampitas», los peronistas debían continuar «la lucha por todos los medios a nuestro alcance»[28].
El líder justicialista advertía que la situación política parecía indicar que se terminaba la etapa «gorila» y que se produciría la «toma del poder, ya sea por las elecciones prometidas o por el aniquilamiento de nuestros enemigos en el caso que pretendan seguir usurpando el poder del pueblo». Reiteraba los conceptos vertidos en el documento Apreciación de la situación de principios de año, cuando señalaba que la evolución de dichas circunstancias determinaría si las formaciones especiales debían adquirir o no preeminencia. En cualquiera de los casos, proseguía Perón, se necesitaba de una fuerte preparación humana y técnica, «ya que una revolución del carácter de la que debemos realizar no puede ser obra de la improvisación». Tal como lo había hecho en sus cartas a Frenkel del año anterior, Perón ponía como ejemplo la preparación de la «Revolución Justicialista» realizada entre 1946 y 1955. Según su interpretación, durante dicha Revolución, aquello que denominaba como la «preparación humana» se había desarrollado en los años previos desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y la «preparación técnica», en el Consejo Nacional de Posguerra (CNP)[29]. Como puede apreciarse, en la concepción de Perón el papel de las unidades guerrilleras se reducía a un problema táctico de lucha, supeditado a las opciones que adoptara el enemigo político. Por el contrario, independientemente de los medios por los que finalmente el peronismo lograra acceder nuevamente al control del aparato estatal, en el discurso de Perón los técnicos estaban convocados a desempeñar un papel en la preparación de las políticas públicas del futuro gobierno justicialista.
En tal sentido, Perón destacaba la importancia de conformar con anticipación grupos de investigación y planeamiento de futuras acciones de gobierno. Su idea era que, como la función gubernamental «es para realizar, no para estudiar», pero «no se puede hacer sin estudiar previamente, es preciso llegar al gobierno con todo estudiado y planificado»[30]. Por lo tanto el peronismo debía arribar «al poder con un plan perfectamente establecido, con actividades de ejecución perfectamente planificadas, con equipos de ejecución convenientemente adoctrinados y claramente colocados en una corriente de decisión ideológica»[31]. Con «preparación humana» Perón se refería a la formación política de los cuadros y funcionarios justicialistas. La consideraba necesaria tanto para lograr «el concurso organizado del pueblo» como para alentar la formación complementaria de los técnicos, dado que la «unilateralidad técnica suele ser muy perjudicial a la integridad de la función de gobierno eminentemente política»[32]. De este modo, podemos apreciar que con la «preparación humana» Perón se refería a dos cuestiones. Por un lado, a la formación de los «predicadores y realizadores» dedicados a organizar al pueblo, o sea, a la acción de los ideólogos y los cuadros políticos. Por otro, a la necesidad de complementar la preparación de los cuadros técnicos para que no se desviaran hacia la «unilateralidad técnica». Para Perón, la formación integral daba lugar a unos «hombres de concepción» que combinaban el conocimiento técnico con el adoctrinamiento y que estaban destinados a ser los funcionarios y ministros «que tomarán sobre sus espaldas la responsabilidad de realizar los planes previstos»[33]. En gran medida Perón atribuía el fracaso de los gobiernos posteriores al justicialismo a su incapacidad para planificar, de allí su «inquietud por la formación de organismos tecnológicos, de preparación y planificación», de modo que al peronismo no le ocurriera lo mismo[34].
Al día siguiente de la difusión en la revista Así de la misiva remitida a Frenkel, el diario La Opinión destacaba la comparación establecida por Perón entre la situación contemporánea y la coyuntura de 1945. Añadía el matutino de Jacobo Timerman que «lo hizo en una cinta magnetofónica enviada el 25 de agosto pasado al Consejo de Planificación que preside el abogado Leopoldo Frenkel»[35]. Según el diario se trataba de «un organismo descentralizado del Comando Superior Táctico» que respondía «exclusivamente a directivas de Juan Perón», y cuyo objetivo consistía en «coordinar las funciones de estudio del Movimiento Justicialista y de comenzar a planificar una futura acción de gobierno»[36].
Para Ricardo Sidicaro (2010) la ampliación de las funciones estatales que trajo aparejada la emergencia del peronismo convivió contradictoriamente con una vocación politizadora del personal burocrático que tendió a desorganizar las prácticas estatales. Según este punto de vista, la ineficiencia estatal peronista habría estado asociada a una doble función que, por un lado, bregaba por el cumplimiento estatal de las tareas burocráticas modernas y, por otro, al exigir lealtad política a los administrativos, sesgaba «con preferencias partidistas» la selección y la promoción de los empleados y funcionarios públicos (Sidicaro, 2010: 97-98). En la carta del 25 de agosto de 1971 enviada a Frenkel se aprecia que Perón seguía abrevando entonces en aquella concepción que promovía el desarrollo de la burocracia técnica bajo una modalidad politizada. De este modo, al igual que durante sus primeros gobiernos, en los setenta Perón alentaba para los cuadros técnicos de su movimiento el modelo de la “capacitación comprometida” (Berrotarán, 2012: 141).
V. De Paladino a Cámpora
En una carta de noviembre de 1970, poco antes de la visita de Frenkel a Madrid, Perón le comunicaba que estaba en conocimiento de que no le había llegado una carta previa suya en la que se explayaba en torno al trabajo Bases estratégico-políticas de la Tercera Posición argentina en el mundo, redactado por el joven abogado. En línea con lo que solía apuntar sobre la cuestión, el líder justicialista lo felicitaba por su contenido en tanto consideraba que se trataba de «un aporte actualizado» a una inequívoca posición tercerista que en la arena internacional el movimiento peronista había adoptado «hace ya un cuarto de siglo»[37]. Frenkel indica que el documento al que hacía referencia Perón fue parte de aquellos papeles que su esposa destruyó por seguridad en julio de 1976, cuando se encontraba detenido por la dictadura militar. Además de las palabras elogiosas de aprobación, durante una de las entrevistas que mantuvo con Perón en Madrid, Frenkel pudo observar que el líder justicialista lo exhibía entre los papeles visibles de su escritorio. Frenkel sostiene que, dado que recibió la carta de Perón de noviembre de 1970 muy poco tiempo antes de viajar a Madrid, no tuvo tiempo de averiguar sobre la existencia y el destino de la epístola anteriormente enviada a la que hacía referencia Perón. En el encuentro con el líder justicialista en España no conversaron sobre la cuestión de la carta, sino que lo hicieron exclusivamente en torno al documento sobre la Tercera Posición. Cuando Frenkel regresó a la Argentina a principios de febrero de 1971 «ya era una misión imposible tratar de ubicar una carta de Perón enviada antes de noviembre de 1970 sin saber quién había sido el portador de la misma. En síntesis, si esa carta existió, nunca llegó a mis manos»[38].
Más allá de sus indescifrables pormenores, lo destacable del asunto es que pone de manifiesto las dificultades y las mediaciones que existían para los actores locales del peronismo al momento de establecer un contacto directo con su máximo líder. Quienes oficiaban de intermediarios podían utilizar ese poder para su propio posicionamiento en el juego político local, lo cual daba lugar a situaciones conflictivas. Al regresar Frenkel a la Argentina se produjo un desentendimiento con el delegado Paladino y en una carta enviada a Frenkel el 5 de abril de 1971, el líder justicialista ya parecía estar al tanto de la situación, al manifestarle que estimaba que su grupo no contaría con «mayores ayudas ni colaboración», pero que ello también les otorgaría la necesaria «libertad de acción» que «suele ser el fuego sagrado que impulsa a estas ingratas pero indispensables tareas» (Fernández Pardo y Frenkel, 2004: 148-149). En esas condiciones adversas dentro del justicialismo oficial, el CPMNJ prosiguió con sus labores en un local cedido por el neurocirujano Raúl Matera, sito en Beruti 2426. Allí había funcionado el Centro de Investigaciones Sociales de la Argentina (CISA), que en los años previos también había nucleado a intelectuales, profesionales y exfuncionarios peronistas (Fernández Pardo y Frenkel, 2004: 149). El distanciamiento entre el grupo técnico de Frenkel y el delegado Paladino fue un caso más dentro de un fenómeno extendido en el peronismo. Distintos dirigentes y sectores del justicialismo entraron en tensión con Paladino cuando emprendió una ambigua jugada política que lo ubicó cerca de la estrategia oficialista del GAN diseñada por Lanusse y Mor Roig.
En julio del mismo año, el periódico morenense El Puente, dirigido por Antonio Valerga[39], de profusa circulación entre la militancia peronista de la época, reproducía una declaración de la Secretaría General del CPMNJ, en la que ya se describía un esquema de funcionamiento más cercano al que originalmente tenía en mente Frenkel. En ella se consignaba la existencia de tres departamentos del CPMNJ, uno Político, uno Social y uno Económico, que «han concluido en los últimos trece meses una serie de trabajos que cuentan con la aprobación entusiasta del Jefe del Movimiento, ya que interpretan fielmente su enfoque de la realidad nacional e internacional». El Puente anticipaba la publicación de trabajos de los técnicos del CPMNJ relativos a la llamada Tercera Posición, la política exterior, la acción de gobierno, la economía, el Estado, la asistencia social y la salud pública[40].
Hacia mediados de 1971, Paladino ya se encontraba en conflicto con vastos sectores del justicialismo, incluyendo entre sus adversarios al sindicalista José Rucci, al delegado militar Jorge Manuel Osinde y a los sectores duros de las organizaciones de cuadros, tanto los referenciados con la guerrilla de inclinaciones socialistas como con el peronismo tradicional. Al producirse el reemplazo de Paladino por el nuevo delegado Héctor José Cámpora, al igual que para todos los sectores del justicialismo que se encontraban en tensión con el delegado saliente, la situación para el CPMNJ resultó más auspiciosa. Entonces el CPMNJ fue oficialmente incorporado a la estructura partidaria cuando, al reorganizarse el Consejo Superior del justicialismo, resultó designado como su secretario general Jorge Gianola. La resolución N° 2 del flamante secretario general, con fecha del 2 de diciembre de 1971,y firmada también por el nuevo delegado Cámpora, designaba a Frenkel como secretario general del CPMNJ, que a su vez quedaba oficialmente incorporado como organismo técnico asesor del movimiento justicialista[41].
Un año después, en diciembre de 1972, Cámpora impulsaría una serie de reuniones para coordinar el trabajo de los principales equipos técnicos del justicialismo. Con la ausencia del CTP de Licastro, participaron de dos o tres reuniones Rolando García por el Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional Peronista, Juan Tomás D´Alessio por el Encuadramiento de Profesionales Peronistas y Frenkel por el CPMNJ. En el intercambio surgieron algunas desavenencias, que la memoria de Frenkel atribuye a la propuesta de García de avanzar en un plan de estatización general de la economía [42]. Cualquiera haya sido el motivo, lo cierto es que los niveles de colaboración del CPMNJ con los otros equipos técnicos del peronismo setentista fueron finalmente entre escasos y nulos.
VI. Los elencos del CPMNJ
En este último punto realizaremos una descripción general de las áreas de competencia y la nómina de colaboradores del CPMNJ, de tal manera de poder hacernos una idea lo más precisa posible en torno a sus alcances concretos. A partir de la renuncia de Paladino y su incorporación a la estructura oficial del justicialismo, se aprecia una mayor afluencia de profesionales hacia este think tank, que durante el año 1972 experimentó un crecimiento en términos cuantitativos y cualitativos. Las fluidas relaciones con Cámpora hicieron que este fuera derivando al organismo coordinado por Frenkel a muchos de los técnicos con los que se ponía en contacto en su nuevo rol de delegado. Así, en marzo de 1972, los exministros Antonio Cafiero y Pedro Bonanni se sumaron al CPMNJ luego de mantener una reunión con Cámpora. Fue entonces cuando el exministro de Hacienda, Bonanni, que trabajaba para la compañía aseguradora Franco-Argentina S.A., cedió a través de ella un inmueble céntrico con todos los gastos de administración y servicios pagos para el funcionamiento del CPMNJ. Ubicada en Hipólito Yrigoyen 615, casi esquina Perú, a una cuadra de la Plaza de Mayo, allí funcionó el organismo hasta el 25 de mayo de 1973. Entonces el CPMNJ ya reunía más de un centenar de profesionales, entre jóvenes, de generación intermedia y los que superaban los cincuenta años de edad (Fernández Pardo y Frenkel, 2004: 150).
En abril de 1973, en el momento de transición entre el proceso electoral y la asunción de las nuevas autoridades, el semanario político Última Clave[43] sostenía que el CPMNJ le iba «ganando el round por muchos puntos» al Consejo Tecnológico dirigido por un Rolando García a quien, en tono poco amigable, se describía como «atacado desde todos los ángulos como un advenedizo, un ´paracaidista´, un marxistoide bizantino y poco conocedor de la política práctica». En contraste, más generosamente, se indicaba que el doctor Leopoldo Frenkel, a quien se identificaba como un «elemento juvenil de poca figuración pero de una gran capacidad organizativa», se mantenía «en contacto permanente con Perón y ha entusiasmado a éste con el aparato que ha armado y con el acopio de iniciativas, más o menos tradicionales, que el equipo está acumulando». En la medida que Última Clave auguraba que este grupo podía prevalecer en la formación del gabinete frejulista a partir del 25 de mayo, daban a conocer su staff[44].
El secretariado nacional del CPMNJ, comandado por Frenkel, lo componían el economista Eduardo Pablo Setti, el diplomático Francisco José Figuerola (h), el licenciado Juan José Moreno, el ingeniero Octavio Flores, José Luis Di Benedetto, Roberto Pini Ledesma, Vicente Marcial Vega y Héctor Paladino. La comisión asesora la integraban los exministros del área económica Gómez Morales, Cafiero, Bonanni y Miguel Revestido; y los doctores Enrique Olmedo, Oscar Martini y Alberto Pérez Villamil. En el departamento de Política Interior militaban un grupo de escribanos y juristas: Emerio R. Tenreyro Anaya, Manuel H. Aguirre, Enrique Albisu, Hugo Anzorreguy, Manuel Cesio, Juan José Coiro, Francisco García Laval, Carlos Martín Pennacca, Alicia Oliveira de Sarrabayrouse Varangot y José M. Alejandro Sarrabayrouse Varangot. El departamento de Defensa y Seguridad Nacional lo integraban un grupo de coroneles desafectados del Ejército en razón de su participación en el levantamiento de Azul y Olavarría de octubre de 1971. Comandados por Horacio P. Ballester, se trataba de Daniel Correa, Erich Max Dreyer, José Luis García, Manuel García, Augusto Rattenbach y Julio Sarmiento. El departamento de Política Exterior lo dirigía el futuro Canciller Juan Carlos Puig, acompañado por los diplomáticos Mario Cámpora, Héctor Flores, Juan Archibaldo Lanús, Carlos Moneta, Carlos Pérez Llana, Carlos Tecco, Alfredo Carella y el embajador retirado Jorge Blanco Villalta, entre otros[45].
El departamento de Asuntos Sociales estaba dirigido por el historiador revisionista Jorge Oscar Sulé y se subdividía en distintas áreas. En la de Vivienda y Urbanismo se desempeñaban los arquitectos Joaquín Félix Ávalos, Guillermo Del Río, Luis María González, Fernando Miguel Serra, Juan Carlos Zuccotti, Ana María Homse y Miguel Roca. En el área de Salud Pública trabajaban un grupo de médicos, entre quienes se encontraban el reconocido cardiocirujano Miguel Bellizzi[46] y Edmundo Morrone. En el grupo que se ocupaba de la cuestión demográfica desenvolvía su labor el nacionalista Ovidio Ventura, quien en 1943, antes de integrarse al naciente peronismo, había participado de los equipos de Alejandro Bunge, y en los setenta arribó al CPMNJ por intermedio de Gómez Morales y Enrique Olmedo[47]. Colaboraban con él Roberto Marcenaro Boutell, uno de los creadores de la carrera de Sociología en la Universidad Católica Argentina (UCA), que entonces se desempeñaba como director nacional de Recursos Humanos del Ministerio del Interior del gobierno militar. También prestó allí sus servicios el sociólogo Lelio Mármora. El área de Deportes estaba a cargo de Rodolfo Traversi, un conocido activista de la temprana Resistencia peronista. El área de Trabajo y Seguridad Social la coordinaba Norberto Oscar Centeno, un escribano y abogado estrechamente ligado a las estructuras sindicales más poderosas. Los temas educativos quedaron a cargo del doctor Emilio Fermín Mignone, exsubsecretario de Educación de la Revolución Argentina, quien renunció a su cargo y se incorporó al organismo coordinado por Frenkel luego de la asunción presidencial de Lanusse.[48]
Un grupo de jóvenes economistas se agrupaba en el Departamento de Asuntos Económicos del CPMNJ, a cargo del Dr. Setti. Además de ejercer esta jefatura, Setti trabajó con Armando Blasco, Osvaldo Crivelli y Gómez Morales en los temas relativos a Moneda y Bancos. Los economistas Roberto Pons, Oscar Fernández Echeverría y Horacio Pericoli tuvieron a su cargo el área de Hacienda Pública. De la de Industria se ocupaban el ingeniero Octavio Flores[49]junto a Jorge Abazyan y Arturo Bertollo. Eduardo Amadeo, que llegó al CPMNJ a través de Cafiero, asesoró sobre varios temas, y estaba más específicamente abocado al área de Ciencia y Tecnología. En Energía trabajaban los ingenieros Nereo Ruiz Díaz y Carlos Eusebio Meigomes, y en Minería el doctor en geología Pelayo Penas, a la sazón funcionario del Ministerio de Industria y Minería. En colaboración con el Dr. Edmundo Catalano, Penas trabajó en un proyecto de Ley de Promoción Minera y en la reforma del Código de Minería. El licenciado Roberto Iglesias era el responsable del área denominada de Comercio Interior y Abastecimiento. La cuestión relativa a la política agrícola ganadera la coordinaba el ingeniero agrónomo Pedro Mollura[50]. Trabajaban junto a él los ingenieros agrónomos Alfonso Ferraro, Ricardo Degastaldi y Pablo Castellucci, entre otros. En el área de Infraestructura militaban el ingeniero Edgardo Galli, un especialista de renombre en temas de comunicaciones, y los licenciados Jorge Domínguez[51] y Alejandro Tagliabué[52].
Fernández Pardo y Frenkel (2004, pp. 150-151) destacan además las colaboraciones en el CPMNJ de Manuel Aguirre Naón, Daniel Antokoletz, Jorge Benalcázar, Jorge Bustos, Mariano Cavagna Martínez, Juan José Ciácera, Carlos Estévez, Oscar Fernández Echeverría, Alberto González Arzac, Felipe González Arzac, Miguel Ángel Gutiérrez, Roberto Laurnagaray, Miguel Ángel Lerman Consiglio, Héctor Martinotti y Raúl Rocco. Asimismo, la revista Las Bases informaba de la creación de delegaciones regionales del CPMNJ en las ciudades de Rosario, Santa Fe y La Plata, respectivamente a cargo del Agr. Alberto Montes, del Dr. Alberto Mansueti y del nombrado Ing. Agr. Mollura[53].
Frenkel asegura que fueron muchos más los técnicos que colaboraron con el CPMNJ pero, dado que buena parte de ellos eran funcionarios estatales[54], optaban por no asumir su compromiso públicamente para evitar posibles represalias. La afluencia se hizo especialmente numerosa en la coyuntura del arribismo posterior al triunfo electoral. Al respecto, Frenkel señala que la sede de la calle Yrigoyen se mantuvo hasta el 25 de mayo de 1973, y recuerda «que en vísperas de las elecciones de marzo de ese año, la marea humana que quería hacer su aporte de última hora nos obligó a buscar otro lugar más espacioso». A través del ingeniero Carlos Meigomes, uno de los integrantes del CPMNJ que provenía del frondicismo, obtuvieron durante tres meses la ocupación gratuita de un enorme departamento en el segundo piso de un viejo edificio ubicado en Avenida de Mayo 1480. Allí fueron derivadas «las numerosas comisiones que se reunían a diario» y se atendía a quienes se acercaban por primera vez al CPMNJ. La sede de Hipólito Yrigoyen 615 quedó reservada para las reuniones de trabajo con los directores de los distintos Departamentos del CPMNJ en los días previos a la asunción del gobierno de Cámpora[55].
VII. Conclusiones
En el curso del año 1970 la escena política argentina presentó importantes novedades. Por un lado, la actividad guerrillera experimentó en general un crecimiento y, mediante un resonante magnicidio, hizo su aparición pública la organización político-militar Montoneros. Al unísono de estos hechos partisanos, hacia fines de año comenzaron a abrirse los canales para los modos de participación política más consuetudinarios. Las élites políticas y técnicas de los partidos tradicionales cobraron creciente protagonismo, mientras la cada vez más masiva y activa militancia peronista encontraba también su expresión en los nacientes equipos técnicos. En ellos los diálogos intergeneracionales tuvieron más peso que en aquellas agrupaciones de prácticas radicalizadas en las que predominaba el corte etario juvenil entre sus militantes. En los grupos técnicos, en cambio, jóvenes profesionales convivían en mayor equilibrio con otros pertenecientes a la generación intermedia y de viejos notables del funcionariado justicialista.
Para entonces se apreciaba en Perón una concepción política más pluralista que la que había sostenido desde el poder durante sus dos primeras administraciones. El diálogo con los otros partidos, muchos de ellos antes enconados enemigos, pasó a desempeñar desde fines de la década del sesenta un rol destacado en su estrategia política. Sin embargo, junto a esta novedad en el pensamiento y la práctica política de quien ocupaba el centro de la escena pública argentina desde mediados de los años cuarenta, existían otros aspectos en los que Perón conservaba indemnes algunas piezas caras a su ideario clásico. Si esto se apreciaba en un pensamiento económico y social que no presentaba novedades sustanciales, su concepción sobre el modo en que debía combinarse el saber técnico con el adoctrinamiento político se mantenía también en sus parámetros tradicionales. En el discurso de Perón el papel de los expertos, aunque identificado como distinto en su especificidad, mantenía una frontera porosa con la tarea de los ideólogos. Asimismo, se advierte en las misivas de Perón un interés por diseñar con anterioridad las políticas públicas a aplicar más tarde desde el gobierno. En este sentido, en el plano del discurso del líder exiliado, mientras la lucha armada era mencionada desde una función táctica cuya excepcionalidad remarcaba su propia nominación como «formaciones especiales», el rol de los técnicos resultaba más permanente en su estrategia.
Hemos visto que el CPMNJ funcionó como un think tank que conectó una red de profesionales bastante extensa, reuniendo a miembros pertenecientes a distintas generaciones de exfuncionarios, técnicos y políticos vinculados, de diversos modos, al peronismo. Estos elencos se organizaron en un organigrama dividido en varias áreas y grupos de trabajo, a través de los cuales desarrollaron actividades y funciones diversas que, bajo distintas modalidades, tendieron a vincular los saberes profesionales con la acción política. Recordemos que, como mencionamos al comienzo, se trataba de un think tank asociado a un movimiento político que por sus características, más aún en aquella coyuntura dictatorial, definía sus adhesiones casi unilateralmente a través de la voluntad misma de los actores. De todas maneras, el argumento tampoco debería exagerarse, dado que no casualmente el desarrollo de los equipos técnicos coincidió con el proceso de «normalización» partidaria de inicios de los setenta. Como lo señaló Juan Iván Ladeuix (2014: 236-237), la disputa de poder entre los diversos núcleos peronistas no omitía la puja por proveerse de herramientas más o menos institucionalizadas en las instancias partidarias. En este sentido, cabe destacar que el CPMNJ fue el más oficial de los equipos técnicos del peronismo setentista, aunque, como hemos visto, no por ello dejaba de convivir y competir con otros dentro del mismo movimiento político. El reconocimiento partidario influyó en el derrotero del grupo que coordinaba Frenkel, dado que el reemplazo de Paladino por Cámpora redundó en una posición oficial más importante y el nuevo delegado de Perón transfirió al CPMNJ a viejos notables de la élite peronista.
Como lo adelantamos, el movimiento político al que pertenecía el CPMNJ no era un característico participante de los juegos de poder en una democracia representativa estable. En cambio, reunía las conocidas particularidades dadas por un liderazgo populista ejercido desde un exilio forzado que ya llevaba entonces quince años, y había dado lugar a una larga y compleja lucha política con sus enemigos castrenses. Esto ocasionaba que el alto involucramiento de los técnicos del CPMNJ en la coyuntura política, típica de los think tanks tipo Fundación Política, trascendiera el de un mero centro de investigación que elaboraba proyectos de políticas públicas o esgrimía opiniones sobre la coyuntura. En rigor, se trataba de profesionales que, con perfiles más tecnocráticos o más políticos, estuvieron activamente involucrados en una disputa en la arena pública que culminó con el regreso del peronismo al mando del gobierno nacional. Se aprecia, entonces, que en el proceso histórico que forzó el final de la larga proscripción peronista los métodos de la violencia política tuvieron un lugar sin dudas decisivo, pero en una escena pública ocupada por unos actores heterogéneos y provistos de un repertorio diverso de prácticas políticas, entre las cuales siguieron desempeñando un papel relevante los modos más moderados e institucionalistas.
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Notas