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“Sacrificada La Confederación en homenaje a la unidad proletaria”. Los orígenes de la FORA IX: el Congreso de Concentración Obrera (1914)
"The Confederation sacrificed in homage to proletarian unity." The origins of FORA IX: the Congress of Workers Concentration (1914)
Avances del Cesor, vol. 19, núm. 27, 2022
Universidad Nacional de Rosario

Artículos Libres

Avances del Cesor
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN: 1514-3899
ISSN-e: 2422-6580
Periodicidad: Semestral
vol. 19, núm. 27, 2022

Recepción: 07 Octubre 2021

Aprobación: 07 Abril 2022

Publicación: 05 Diciembre 2022


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

Resumen: En los tres primeros lustros del siglo XX existieron en la Argentina tres grandes centrales obreras. La Federación Obrera Regional Argentina (FORA), la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA). Esta última no ha sido prácticamente abordada por la historiografía especializada. Aún hoy carecemos de estudios que examinen sus orígenes, evolución y desenlace. En pos de contribuir a rescatar y reconstruir su historia y sus derivas, se estudia aquí el Congreso de Concentración Obrera, convocado por la CORA para 1914, antecedente inmediato del IX Congreso de la FORA, que constituye un hito en la historia del movimiento obrero argentino, pues sanciona un cambio en la orientación política de la central sindical. Este artículo realiza un doble aporte, tanto a la historia de la CORA como a la historia y orígenes de la FORA IX, central obrera que tendría una incidencia decisiva en el devenir histórico del país. El análisis del Congreso de Concentración nos ayuda a comprender los cambios profundos que se estaban produciendo al interior del movimiento obrero, la creciente debilidad y división del anarquismo y el paralelo afianzamiento del sindicalismo revolucionario como fuerza hegemónica del gremialismo argentino.

Palabras clave: CORA, FORA, Sindicalismo, Anarquismo, Socialismo.

Abstract: In the first three decades of the 20th century there were three large workers' unions in Argentina. The Argentine Regional Workers' Federation (FORA), the General Union of Workers (UGT) and the Argentine Regional Workers' Confederation (CORA). The latter has not been practically addressed by specialized historiography. Even today we lack studies that examine its origins, evolution and outcome. In pursuit of contributing to rescue and reconstruct its history and its drifts, the Congress of Labor Concentration, convened by the CORA for 1914, is studied here, an immediate antecedent of the IX Congress of the FORA. This constitutes a milestone in the history of the Argentine labor movement, since it sanctions a change in the political orientation of the union central. This article makes a double contribution, both to the history of CORA and to the history and origins of FORA IX, a workers' union that would have a decisive impact on the country's historical future. The analysis of the Congress of Concentration helps us to understand the profound changes that were taking place within the labor movement, the growing weakness and division of anarchism and the parallel strengthening of revolutionary syndicalism as the hegemonic force of Argentine unionism.

Keywords: CORA, FORA, Trade unionism, Anarchism, Socialism.

Introducción

El movimiento obrero argentino, desde fechas muy tempranas, estuvo inclinado a la unificación de sus organizaciones gremiales en una federación nacional. Las primeras experiencias se remontan a la década de 1890 (Poy, 2014). Desde comienzos de siglo XX contamos con instancias de centralización permanente de la clase trabajadora. Las federaciones nacionales jugaron un rol muy importante al interior de la clase trabajadora y en el conjunto de la vida política del país. Las ideas difundidas por el grupo dirigente de la organización, a través de los congresos y la prensa institucional, contribuyeron a difundir un conjunto de ideas acerca de la identidad obrera y la función de las organizaciones gremiales y políticas. Las giras de propaganda constituyeron una instancia decisiva en la conformación de las organizaciones gremial en las provincias (Díaz, 2014). Las centrales obreras, como instituciones que pretenden representar al conjunto de la clase trabajadora, cumplen un evidente rol político. Sus vínculos con el Estado tienen repercusiones a nivel nacional. A su vez, el rol medular que tuvo y tiene el movimiento obrero en la historia argentina hace que el estudio de las centrales sindicales sea una pieza clave en la compresión de la totalidad social.

En los tres primeros lustros del siglo XX, existieron en la Argentina tres grandes centrales obreras. En 1901 se fundó la Federación Obrera Regional Argentina (en adelante, FORA),1 en su primer congreso confluyeron militantes socialistas y anarquistas. El acuerdo alcanzado entre ambas corrientes se rompió al año siguiente, los gremios disidentes, socialistas e independientes, constituyeron en 1903 una nueva central obrera, la Unión General de Trabajadores (en adelante, UGT) (Belkin, 2020). En 1909 se realizó un fallido intento de fusión gremial, entre la FORA y la UGT, finalmente no se arribó a un acuerdo. Sin embargo, del cónclave surgió la Confederación Obrera Regional Argentina (en adelante, CORA). Esta nueva central estuvo constituida, mayormente, por los gremios pertenecientes a la antigua UGT. La historia de estas centrales obreras ha recibido un trato muy dispar por parte de la historiografía especializada. El estudio de la FORA, especialmente en su primera década de existencia, ha sido abordado por diferentes autores y desde diversas perspectivas (Abad de Santillán, 1933; Bilsky, 1985; López, 1987). La UGT, a pesar de su importancia, ha sido mucho menos estudiada (Andreassi Cieri, 1998). La CORA ha sido prácticamente ignorada u olvidada, carecemos de estudios que examinen sus orígenes, evolución y desenlace.2 Con este trabajo pretendemos contribuir a rescatar y reconstruir la historia de esta importante central obrera de la Argentina.

Como mencionamos más arriba, desde 1903 el movimiento obrero argentino se encontraba fracturado en dos importantes centrales obreras. Primero, FORA y UGT y luego, desde 1909, FORA y CORA. Esta ruptura se prolongó por más de una década, recién en 1914 el movimiento obrero consiguió reunificarse. El denominado Congreso de Concentración Obrera, fue clave en este proceso, en él la CORA decidió disolverse e ingresar en masa a la FORA. Este cónclave, que ocupa un lugar clave en la historia del movimiento obrero argentino, hasta el momento no ha sido estudiado con la debida profundidad. En el presente artículo abordamos las razones de su convocatoria, las etapas por las cuales atravesó, el cambio de criterio de sus organizadores y sus derivas posteriores. Para realizar nuestra pesquisa hemos relevado un amplio abanico de fuentes, consultamos los periódicos de las diferentes corrientes políticas, La Protesta, principal órgano de prensa del movimiento libertario, La Vanguardia, diario oficial del Partido Socialista (en adelante, PS) y La Acción Obrera, vocero del sindicalismo revolucionario. También hemos tenido acceso a un periódico hasta el presente desconocido, nunca antes consultado, se trata de El Sindicalista, portavoz de una fracción disidente del sindicalismo revolucionario. También hemos accedido a las Actas manuscritas del Congreso de Concentración Obrera, no trabajadas con anterioridad. Asimismo, examinamos los periódicos gremiales de los trabajadores ebanistas y de la Federación Obrera Ferroviaria (en adelante, FOF), además del matutino La Nación y documentos oficiales. Este vasto conjunto de fuentes, y su entrecruzamiento, nos ha permitido realizar una reconstrucción minuciosa de los sucesos, sacando a la luz el intrincado paralelogramo de fuerzas que derivó finalmente en la reunificación del movimiento obrero.

La unidad por otros medios, de la fusión a la concentración

Desde mediados de 1913, la situación económica se tornó cada vez más crítica. Ese año se inició una depresión que se prolongó hasta 1917. La crisis comenzó en Europa y se propagó rápidamente a Latinoamérica. En la Argentina provocó una salida neta de capitales, que, sumada a la caída de los precios mundiales de los cereales y la carne, derivó en una crítica situación de la balanza de pagos. El sistema bancario y crediticio se resintió, provocando la paralización del comercio y la quiebra de numerosas empresas. La Argentina se sumergió en una profunda crisis económica previa al estallido de la guerra, empeorando la situación material del pueblo trabajador. “Sin duda, a partir de 1913, las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera argentina comenzaron a deteriorarse seriamente, para agudizarse con el estallido de la guerra” (Suriano, 2017, p. 100). En 1914, el PBI cayó “en un 10%, el comercio exterior en más de un 20% y la inversión externa en más de un 30%, respecto del año 1913” (Palacio, 2000, p. 107). La fuerte caída de la actividad económica impactó negativamente sobre el empleo. “La crisis económica, iniciada en 1913 (...) se tradujo en un abrupto crecimiento de la desocupación” (Rapoport, 2000, p. 57). “En el semestre que siguió a agosto de 1913, se notó una apreciable diminución de la población ocupada”. Entre febrero y agosto de 1914, perdió su empleo el 15,3% de los obreros (Ministerio del Interior, 1915, p. 15).

La prensa obrera denunció la angustiante situación que atravesaban miles de trabajadores.

El proletariado del país está pasando por un triste momento a causa de la desocupación reinante. Miles y miles de obreros que recorren las ciudades y los campos en busca de ocupación, y la negativa desesperante es la respuesta dada sin ofrecimiento”.3

El fenómeno alcanzó dimensiones tan inusitadas que se conformó un “Comité de Desocupados” que convocó a una manifestación pública.4 También se llevó a cabo una movilización en Rosario, allí los desocupados intentaron saquear el Mercado Central, pero fueron repelidos por las fuerzas policiales.5 El desempleo creciente vulneró la capacidad de respuesta de los sindicatos.6 Las medidas de fuerzas decrecieron, acompañando la depresión económica y la caída del empleo.7 En 1914, la conflictividad gremial se redujo más de un 30% en la Capital Federal.8

En ese contexto, extremadamente dificultoso para las fuerzas del trabajo, se realizó el llamado Congreso de Concentración Obrera, auspiciado por la CORA. El mismo se efectuó en 1914 en dos etapas. La primera tuvo lugar en el mes de junio y la segunda en septiembre. El cónclave constituyó un hito en la historia del movimiento obrero argentino, porque expresó un cambio fundamental en la relación de fuerzas al interior del gremialismo argentino, nos referimos a la creciente hegemonía sindicalista y la pérdida de influencia y división del movimiento libertario. En consecuencia, resulta fundamental develar los motivos de su convocatoria, analizar el desarrollo de sus sesiones y las resoluciones adoptadas.

Los sindicalistas, que conducían la CORA, sostenían que la FORA había perdido todo ascendiente sobre el movimiento obrero.9 Este diagnóstico, según su opinión, fue ratificado por la escasa adhesión que suscitó la huelga general de 1913 (Belkin, 2021). La merma en el poder de convocatoria de la FORA, afirmaban, expresaba el ocaso definitivo de la entidad. Creyeron que era el momento oportuno para avanzar hacia la unidad sindical, pero esta vez, estaban convencidos, no era necesario persuadir a la declinante central obrera anarquista para alcanzar ese objetivo. “El hecho de que existen quienes pretenden la división, no debe ser causa para que las organizaciones deseosas de la unidad, permanezcan desunidas”.10 Desde ese momento, la unidad sindical dependía exclusivamente de la voluntad de la CORA, sin que fuese indispensable esperar la aprobación del anarquismo. Ya no se trataba de “fusionar” a las centrales obreras, sino de “concentrar” al movimiento obrero alrededor de la CORA. El deterioro de la FORA, especulaban los sindicalistas, había puesto exclusivamente en sus manos la tarea de unificar al movimiento obrero. Aunque los ácratas se opongan, a partir de ese momento, sostenían, era posible e imprescindible avanzar hacia la reunión de las “verdaderas” organizaciones proletarias.11

En ese momento, los sindicalistas se piensan con la fuerza suficiente para lograr la unificación tan anhelada, sin necesidad de requerir la aceptación de la FORA y la militancia libertaria. El periódico de los trabajadores en madera, baluarte del sindicalismo, reafirmaba estas ideas. En su editorial, donde celebraba la convocatoria efectuada por la CORA a un congreso de concentración, decía que era necesario “construir un potente organismo que agrupe a todo el proletariado, libre de las sugestiones sectarias”. La unidad gremial ayudaría a terminar con la influencia del anarquismo gilimoniano,12 que tenía en La Protesta su principal medio de expresión: “los redactores del diarito que se dice anarquista (...) deben acabar por ser destruidos en su carácter de influyentes en la marcha y orientación de la acción obrera”.13 Los sindicalistas estaban convencidos del carácter fundacional del Congreso de Concentración, este sería el punto de partida de un nuevo movimiento obrero.14

Desde sus orígenes, el sindicalismo revolucionario planteó la necesidad de unificar a todas las centrales obreras del país,15 para lograrlo, sostenían, era imprescindible que los sindicatos prescindan de cualquier tipo de adscripción política16 (García, 2017). Los anarquistas, por el contrario, sostenían una opinión adversa, según su criterio, los organismos gremiales debían embanderarse ideológicamente para mantener su espíritu revolucionario (Abad de Santillán y López Arango, 1925). Entonces, los ácratas representaban el principal obstáculo que tenían los sindicalistas para conquistar sus objetivos. Sin embargo, hacia 1913, los militantes sindicalistas consideraron que sus oponentes políticos se encontraban muy debilitados y divididos, porque dentro de sus filas se había fortalecido una corriente de opinión favorable a la unidad gremial, dispuesta a prescindir de las adscripciones políticas del pasado para alcanzar ese objetivo. Este es el diagnóstico que elaboran los sindicalistas, por ese motivo se lanzaron a reunir al proletariado en torno a la CORA, aún sin el aval de la central anarquista y por esa razón consideraron el Congreso de Concentración como un hito fundacional, donde se sancionaría la nueva relación de fuerzas que existía dentro del movimiento obrero.

El congreso tenía que unificar a todas las fuerzas obreras, con independencia de sus orientaciones políticas, que estuvieran dispuestas a fusionarse en una misma institución, exceptuando al anarquismo gilimoniano, al cual había que aislarlo y destruirlo. Si lo conseguían, aseguraban los sindicalistas, se iniciaba una nueva era para las organizaciones obreras del país. Por ese motivo, afirmaban: “la iniciativa de la Confederación es un acontecimiento de verdadera importancia histórica para el proletariado”.17 En definitiva, los sindicalistas abandonaron la idea de la fusión con la central obrera anarquista y se propusieron «concentrar» a las organizaciones gremiales entorno a la CORA.

El congreso fue convocado originalmente para febrero,18 luego se postergó para abril.19 fijándose la fecha definitiva para los días 27, 28 y 29 de junio de 1914.20 Pocos días antes de realizarse el cónclave, la influyente Federación Gráfica Bonaerense (en adelante, FGB), institución autónoma pero conducida por el Partido Socialista, hizo pública una proposición para que fuera discutida en el Congreso.21 La moción planteaba “la disolución de la Confederación y la creación de un comité gremial encargado (...) de convocar en tiempo oportuno (...) un congreso que resuelva definitivamente la unificación obrera”.22 Por su radicalidad, la propuesta de los gráficos se constituyó en el eje principal de todos los debates.23 Los sindicalistas se mostraron en total desacuerdo con ella. Condenaron la moción de la FGB, porque promovía “un sentimiento disolutivo; enteramente contrario a la inspiración concentradora que ha dado vida a la iniciativa del próximo congreso”. Confiaban en la conciencia de los delegados, que en su mayoría eran “adversos a toda tendencia disolutiva”, estos desoirían “la incitación que en tan críticos momentos emana de una organización autónoma, cuyos dirigentes” eran “adeptos en su mayoría” a “un partido político”.24 La “idea primordial” del Congreso de Concentración era “incorporar al organismo confederal (...) nuevos elementos”. El móvil principal de la iniciativa consistía en fortalecer a la central obrera sindicalista. Concentrar, sostenían, “significa aumentar la masa existente de las organizaciones confederadas”. Por ese motivo, rechazaban la “disolución o transformación del sistema confederativo” en “formas primitivas o aparentes de organización”. El periódico sindicalista aconsejaba a los congresales una medida extrema, recomendaba la exclusión de la moción de los gráficos de la orden del día.25 En definitiva, rechazaron terminantemente la propuesta de disolver la CORA y abogaron por el fortalecimiento de la central obrera sindicalista.

Sin embargo, poco antes de comenzar el congreso, la prensa sindicalista viró su postura muy sutilmente. Se acallaron las críticas a la moción de la FGB. Además, los propósitos del cónclave aparecían menos precisos, pero al mismo tiempo más ambiciosos. Hasta unas semanas antes, se insistía en la necesidad de fortalecer y engrosar las filas de la CORA, como forma (parcial pero precisa) de avanzar hacia la unificación proletaria. En los momentos previos al inicio de las sesiones, se afirmaba: “que este congreso de Concentración proletaria halle (...) la fórmula salvadora que permita la erección victoriosa de la fraternidad obrera, envolviendo para siempre en la sombra del pasado las nefastas divisiones”. El objetivo, a partir de ese momento, era mucho más genérico (“la fraternidad obrera”) y no se detallaban los procedimientos específicos para alcanzarlo (antes consistía en robustecer a la CORA). Ahora se depositaba toda la confianza en una incierta “fórmula salvadora”, que tendría la virtud de generar una bisagra en la historia del movimiento obrero, terminando con las “nefastas divisiones del pasado”. Además, ya no eran los sindicalistas los únicos que propiciaban a la unidad gremial. Por el contrario, “en todas las fracciones del campo proletario”, afirmaban, “hay compartida (...) un indestructible sentimiento unionista”.26 Los debates del congreso dejarían en claro el cambio de postura del sindicalismo revolucionario.

El gran viraje, de la concentración a la disolución

El cónclave se inauguró el sábado 27 junio a las 20:30 horas en el local de la calle Méjico 2070. La concurrencia fue numerosa, en la barra se hizo presente una ruidosa delegación anarquista. La primera sesión fue presidida por uno los cuadros más destacados del sindicalismo revolucionario, Juan Cuomo, representante del sindicato de ebanistas, gremio emblemático de la corriente. El “punto capital de la orden del día” fue la “Concentración Obrera”.27 Se presentaron sólo dos mociones. Los delegados de la FGB, José F. Penelón y Manuel González, sostuvieron la proposición que ya hemos mencionado y que fuera publicada días antes de realizarse el congreso. Recordemos que los gráficos plantearon “disolver la Confederación y nombrar un comité de propaganda gremial”. La otra moción pertenecía al Sindicato de Herreros de Obras y Anexos de Rosario. Su delegado, el sindicalista Marcelino Rigotti, propuso “disolver la Confederación e ingresar a la F.O.R.A.”.28 Esta moción resultó por demás sorprendente, expresaba un cambio radical en las posturas del sindicalismo revolucionario.

Recordemos que el congreso fue convocado originalmente para fortalecer a la CORA, para concentrar fuerzas a su alrededor. Además, como hemos señalado más arriba, los sindicalistas criticaron duramente a los gráficos cuando estos propusieron disolver la central obrera. Sin embargo, ahora eran ellos mismos los que proponían deshacer la CORA y migrar en masa a la FORA. La sorpresa fue generalizada. Los principales referentes del sindicalismo elaboraron esta propuesta los días previos al cónclave. A diferencia de la moción de los gráficos, la de los Herreros de Obras de Rosario no fue revelada hasta el momento mismo del congreso. Los sindicalistas desplegaron toda su fuerza militante y su capacidad de convencimiento para persuadir a todos los delegados de su propuesta,

se había organizado un servicio especial de conquista de la voluntad, y así que se aparecía un amigo en el salón, se le comunicaba el proyecto en una forma muy seductora y se le presentaba unos resultados futuros espléndidos como seguros.29

Los delegados discutieron, en primer lugar, la moción de los gráficos. Luego de un extenso debate, que insumió las tres primeras sesiones, fue rechazada. Obtuvo apenas 5 votos a favor, 22 en contra y 3 abstenciones. En la cuarta sesión se puso en consideración la propuesta de los Herreros de Obras de Rosario. Para salvar las diferencias que surgieron en el debate, Bernard planteó una posición alternativa que consideraba más amplia. Entonces, el delegado rosarino retiró su moción, porque entendió que la de Bernard no alteraba el propósito principal de la suya. Se la sometió a votación y fue aprobada por amplia mayoría, reunió 23 votos a favor, 4 abstenciones y ningún voto en contra. La resolución sancionada aconsejaba “a las organizaciones confederadas y autónomas, de cualquier tendencia dirigente, a estudiar la forma de la posible reunión en una de las instituciones federales existentes”. Para “someter a la consideración de los sindicatos (...) la presente orden del día” se constituía un comité “formado por delegados autónomos y confederados”. Las organizaciones gremiales tenían dos meses, hasta el 29 de agosto, para pronunciarse al respecto. Ese día, se celebraría una reunión de delegados que decidiría “definitivamente sobre la resolución a tomar.30 El “comité de concentración” quedó constituido con los siguientes delegados: Luis Bernard (picapedreros de Tandil), Fernando Cazeneuve (cocineros y pasteleros), Ramón Cinza (sastres), Natalio Viel (picapedreros de Deán Funes y Avellaneda), Alfonso Gandía (ebanistas), José Córdoba (escultores en madera) y Juan Pallas (estibadores de Berabevú).31

Recapitulemos. En agosto de 1913, la CORA convocó a la realización de su primer congreso. Sin embargo, tres meses más tarde, después de apreciar el limitado alcance de la huelga realizada por la FORA, el Consejo Confederal decidió cambiar el carácter de la convocatoria. El congreso de la CORA se transformó en Congreso de Concentración Obrera. Los sindicalistas consideraron que la FORA se encontraba en decadencia. Por lo tanto, si los anarquistas no querían la unidad, ahora ellos estaban en condiciones de liderar el proceso de unificación. Entonces, plantearon reunir a las organizaciones gremiales alrededor de la CORA. Sin embargo, poco antes de realizarse el Congreso de Concentración, cambiaron de táctica radicalmente. En lugar de robustecer a la CORA, se propusieron asaltar la FORA. Los sindicalistas plantearon la disolución de su central obrera y la adhesión masiva a la FORA. En reiteradas oportunidades, los anarquistas habían propuesto ese camino para reunificar al movimiento obrero. En cada uno de esos casos, los sindicalistas lo rechazaron sistemáticamente. Por ese motivo, el cambio de postura sorprendió a propios y extraños. ¿Cómo se explica este viraje? Los sindicalistas estaban convencidos de su preponderancia en el movimiento obrero y la consiguiente debilidad de la central obrera anarquista. Pero además, sospechamos, vislumbraban una grieta entre los ácratas, creían que su arribo a la FORA sería recibido favorablemente por una fracción del activismo libertario. Como veremos más adelante, no se equivocaron.

Los anarquistas gilimonianos, en un primer momento, menospreciaron la importancia del congreso, afirmaron que “ha sido una reunión sin mayor trascendencia”.32 Sin embargo, rápidamente, tuvieron que reconocer que los sindicalistas consiguieron instalar, una vez más, la cuestión de la unidad gremial como principal tema de debate entre la militancia obrera: “la fusión obrera torna de nuevo a ser el tema del día para los obreros”.33 Los anarquistas de La Protesta se mostraron reacios a la unificación, porque dicho propósito, afirmaban, requería el abandono de los ideales libertarios,34 consideraban inadmisible que la FORA modifique sus bases programáticas.35 Los objetivos finalistas eran conceptuados como superiores a las pretensiones unitarias.36 Entonces, los ácratas de La Protesta sostenían que la unidad era irrealizable, porque la FORA debía mantener los principios del comunismo anárquico. Los anarquistas gilimonianos clausuraban toda posibilidad de acuerdo, la bandera del comunismo anárquico no estaba sujeta a negociación.

La postura de La Protesta no era compartida por toda la comunidad libertaria. Esteban Sánchez, opositor acérrimo a la unidad gremial, admitía que algunos miembros de la FORA “con gesto de desgano y abatimiento” sostenían: “hay que hacer la fusión”.37 El gremio forista que mostró mayor predisposición a la unificación sindical fue el de los marítimos. Apenas concluido el Congreso de Concentración, la poderosa Federación Obrera Marítima (en adelante, FOM), afiliada a la FORA, emitió un comunicado donde aclaraba que “no es agrupación anarquista”. Advertía que algunos compañeros “mal informados y peor aconsejados, tratan de explotar el pretendido embanderamiento de nuestra organización con miras separatistas”. Se manifiesta “en contra del embanderamiento de la organización”.38 La oportunidad de este comunicado, pocos días después de clausurado el congreso de concentración, resulta sintomática. En esos momentos, cuando la cuestión de la unidad pasaba nuevamente a primer plano, la FOM, uno de los pilares fundamentales de la FORA, reprochaba la actitud de los “separatistas” y desestimaba el embanderamiento de la organización (Caruso, 2016). Esta postura se oponía por el vértice a las ideas expresadas en el periódico ácrata. La conducción de los marítimos se mostraba dispuesta a desbrozar el camino hacia la unidad gremial. Los maquinistas en calzado, afiliados a la FORA, se pronunciaron en el mismo sentido.39 Las declaraciones de los marítimos y los maquinistas de calzado expresan las tensiones que recorrían el campo anarquista. También representan una señal de aprobación, de un sector de la FORA, a la incorporación de los gremios provenientes de la CORA. En definitiva, la apuesta de los sindicalistas, de ingresar en la FORA, cosechó el respaldo tácito de gremios adheridos a la central anarquista.

El Partido Socialista también minimizó la importancia del Congreso de Concentración. Los socialistas argumentaban que el problema principal que aquejaba al movimiento obrero no era la unidad sino la desorganización. Para La Vanguardia, la tarea más urgente no era la concentración sino la organización, la consolidación de estructuras gremiales fuertes y de alcance nacional. Sólo si los trabajadores construían organizaciones gremiales suficientemente sólidas “estarán en el camino real hacia la confederación general de los gremios”.40 Por lo tanto, los socialistas planteaban que era necesario reunir a los trabajadores en organizaciones sindicales robustas y nacionales como paso previo a la unificación. Los sindicalistas denunciaron este argumento como una falacia porque “«todo el país» industrial se reduce hoy por hoy casi exclusivamente a la capital de la república”.41

Como era de esperarse, los sindicalistas recibieron con beneplácito las resoluciones del congreso. “Esta vez puede constatarse con satisfacción que la Concentración está en vías de ser una hermosa realidad”. Esperaban entusiasmados que “pronto el proletariado de la Argentina trocará su actual desarmonía y dispersión, verdaderamente desconsoladoras, por una absoluta unidad de miras”.42 Inmediatamente después de finalizado el congreso, pusieron en funcionamiento el «comité de concentración», emprendiendo las tareas necesarias para la unificación gremial.

El Comité de Concentración tuvo una profusa actividad. Su sede quedó establecida en el local de la Cámara Sindical de Cocineros y Pasteleros, Cerrito 585. Su secretario general fue Fernando Cazeneuve. En la semana posterior al congreso, emitió un comunicado donde solicitaba al Consejo Federal de la FORA a una reunión especial, con el “objeto de escuchar una exposición del comité sobre los antecedentes necesarios para llevar a buen término sus gestiones”. Además, requirió a “los sindicatos de la capital la autorización (...) para que delegados del comité puedan (...) informar verbalmente a la asamblea de la organización acerca de los propósitos que se persiguen”.43 De esta forma, los sindicalistas desarrollaron una ofensiva en todos los frentes, por “arriba” y por “abajo”. Por un lado, iniciaron negociaciones directas con la conducción de la FORA, y, por otro lado, trataron de intervenir directamente en las asambleas de base de cada gremio.44 El Comité de Concentración, el 23 de julio, emitió un comunicado donde afirmaba:

es ya la opinión de numerosos miembros de la FORA, que en un congreso general de la institución tendrá lugar subsiguientemente a la fecha en que la adhesión fuera resuelta, y, como es lógico y de rigurosa justicia, en él tendrían participación todas las organizaciones recientemente incorporadas, las cuales, usando de su perfecto derecho, podrían proponer las reformas que entendieran ser oportunas y convenientes.45

Esta declaración proyecta las sombras de un acuerdo tácito entre la FORA y la CORA, entre los anarquistas fusionistas y los sindicalistas. La CORA se comprometía a disolverse y a ingresar en la FORA, admitiendo momentáneamente la recomendación del comunismo anárquico. Por su parte, la dirección de la FORA se comprometía a convocar inmediatamente a un congreso, en el cual, los anarquistas fusionistas acompañarían a los sindicalistas en su propósito de modificar las bases programáticas, eliminando la referencia al comunismo anárquico. El secretario del comité, Cazeneuve, luego de entrevistarse en varias oportunidades con el Consejo Federal de la FORA, afirmó: “que dicho concejo cree que todas las dificultades quedarán allanadas en un próximo congreso general convocado por la Federación”.46 El dirigente sindicalista Juan Cuomo anunció que los ebanistas realizaron “diversas gestiones con los sindicatos federados, tendientes a dejar sin efecto la declaración ideológica adoptada por algún congreso federal”. Sostuvo que esas tratativas fueron provechosas: “se han obtenido resultados satisfactorios, habiéndose manifestado las diversas organizaciones (...) muy favorables a la independencia absoluta del organismo frente a los partidos y doctrinas”.47 Estos acuerdos tenían que ser refrendados por las asambleas de base de cada gremio y luego por el Congreso de Concentración, que debía reanudarse el 29 de agosto.

El Comité de Concentración imprimió 10.000 ejemplares de un manifiesto, que fueron distribuidos entre los trabajadores agremiados, donde argumentaba en favor de la adhesión a la FORA.48 El mismo comité, hacia mediados de agosto, decidió postergar la reanudación del congreso para el día 26 de septiembre, “en vista de que varias organizaciones obreras no han tomado aún una resolución sobre el asunto concentración obrera, por no haber podido efectuar asambleas”.49 Sin embargo, gremios importantes, como la Federación de Trabajadores en Madera50 y la Federación Obrera Ferrocarrilera,51 ya se habían pronunciado en favor de lo actuado por del Comité de Concentración, aprobando la propuesta de sumarse en masa a la FORA.

Los sindicalistas “sacrifican” la CORA e ingresan en la FORA

Sebastián Marotta, en su carácter de secretario general de la CORA, tuvo a su cargo la reanudación del Congreso de Concentración. La asamblea fue presidida por el ebanista Alfonso Gandía. A poco de iniciarse el cónclave, por iniciativa de Luis Bernard, se consultó a los delegados la opinión de sus gremios respecto a la adhesión a la FORA, 21 sindicatos se manifestaron a favor, 4 en contra y 1 se abstuvo.52 Los sindicalistas contaban con una amplia mayoría, más del 80% de las sociedades acompañaron sus preferencias. La oposición provino de los gremios controlados por el socialismo, éstos eran: la Federación Gráfica Bonaerense, la Federación de Fundidores, Modelistas y Anexos, la Unión Confiteros y la Sociedad de Oficiales Peluqueros. Penelón, delegado de los gráficos, argumentó que no podían aceptar el pacto de solidaridad de la FORA “porque contiene una declaración que rechaza los partidos políticos, incluyendo a los partidos obreros”.53 Miranda, de los Fundidores y Modelistas, sostuvo que “los tiene sin cuidado la fusión o no de la Confederación y Federación (...) pues esto no pasará a su juicio de un puro lirismo”.54 En favor de la adhesión a la FORA intervinieron José Córdoba, de los Escultores en Madera, Manuel Pastorini de los Maquinistas Bonsak, Octavio Ghisio, de los Herreros de Obras, Rosanova, representante de la Federación Obrera Ferrocarrilera, Epifanio Mugnos, de los picapedreros, J. Alfonso de los tapiceros, Brunetti, delegado de los Mecánicos y Cristóbal Montale de los panaderos de San Juan.

Los gremios socialistas (gráficos, fundidores, confiteros y peluqueros) decidieron retirarse, disconformes con la marcha del congreso. Marotta censuró “la actitud de la minoría que después de predicar eternamente la disciplina, se niegan a someterse a las resoluciones de la mayoría cuando ésta no satisface sus pretensiones”.55 Finalmente, el secretario general de la CORA, presentó “una moción de adherirse incondicionalmente a la Federación Obrera Regional Argentina, siendo aceptada en general”.56 La resolución fue aprobada por unanimidad. La declaración constaba de tres puntos. En el primero, se manifestaba la decisión de “adherir en masa a la F.O.R.A”. En el segundo punto, se resolvía la designación de 3 miembros para “integrar el consejo federal en nombre de las organizaciones confederales y autónomas”. En el tercer punto, se recomendaba “al consejo federal la conveniencia de que a la brevedad posible convoque un congreso general”.57 Por último, “se pasa a designar los tres camaradas que han de integrar el consejo federal de la F.O.R.A., recayendo el nombramiento en los camaradas Juan Loperena, Feranando Cazeneuve y David Scholnicoff”.58 Hacia el final, Bernard pronunció unas breves palabras “invitando a los compañeros militantes del movimiento obrero a consolidar la obra que se termina de realizar”. Dando por clausurado el congreso, Juan Pallas dejó constancia que quedaba “sacrificada La Confederación en homenaje a la unidad proletaria”.59 Luego de 12 años, desde el 2º Congreso de la FOA en 1902, el movimiento obrero volvía a reunificarse. A partir de ese momento, existía una sola central obrera en el país. Sin embargo, las disidencias no tardarían en reaparecer. La decisión de la CORA, de disolverse e ingresar en la FORA, lejos de pasar desapercibida, conmovió a toda la militancia obrera. El impacto fue tan grande que provocó desavenencias dentro de la propia corriente sindicalista.

Los socialistas recibieron con frialdad y escepticismo los resultados del Congreso de Concentración. “Ningún provecho ha obtenido de ese congreso el movimiento proletario (...). Ningún hecho nuevo, ninguna promesa seria abona la «concentración» operada”. El PS hacía hincapié en un punto sensible, recordaba que la FORA mantenía en sus estatutos la recomendación del comunismo anárquico. La prensa socialista afirmaba: “se pretende obligar a todos los trabajadores organizados a que comulguen con el «comunismo anárquico»”. Los socialistas reconocían que “se ha dejado entrever la posibilidad de que un congreso futuro modifique esa parte de los estatutos de la Federación”. Sin embargo, descreían de esa posibilidad. Aún en ese caso, afirmaban, la unidad conseguida era muy precaria, dependía de las resoluciones de un futuro congreso. Los socialistas apostaban a congregar a las sociedades autónomas disconformes con las resoluciones del Congreso de Concentración. “Las sociedades autónomas, (...) han comprendido la inconsistencia, la vacuidad de la llamada concentración, y se han apartado de ella como quien huye de un peligro”.60 El periódico Nuevo Fígaro, de la sociedad de oficiales peluqueros, orientada por el PS, sostenía posiciones similares, decía que los gremios autónomos “han permanecido indiferentes (...) no concuerdan ni con la F.O.R.A. ni con la C.O.R.A. Ahora, que las dos entidades se encuentran fusionadas, los autónomos seguirán siendo autónomos”.61 Entonces, los socialistas descreían de la unidad proclamada y fomentaban esa disconformidad entre las sociedades autónomas.

En esa coyuntura, según los sindicalistas, los principales enemigos de la unidad del movimiento obrero eran los socialistas. Los acusaban de patrocinar, nuevamente, la fractura del gremialismo.62 Relativizaban la adhesión de la FORA al comunismo anárquico. “El P. S. no logrará sus mezquinos fines haciendo creer que la F.O.R.A. es una organización anarquista”. Aunque reconocían que esa era una de las “deficiencias” de la FORA, estaban convencidos que el próximo congreso de la FORA iba a quitar ese elemento conflictivo de sus estatutos.63 Según su criterio, los socialistas agitaban el fantasma del comunismo anárquico para espantar a las sociedades autónomas y atraerlas a su campo con la intención de provocar una nueva fractura en el movimiento obrero.

Los redactores de La Protesta aprobaron la decisión de la CORA de ingresar en la FORA. Afirmaron que “este acto trascendental debe ser para todos los militantes anarquistas y sindicalistas, un motivo de regocijo”.64 Al igual que los sindicalistas, los anarquistas también criticaron a los socialistas. “Sólo para «La Vanguardia», es un fenómeno que le sugiere reflexiones inocuas (...) el diario de los diputados nos dice que no se ha hecho nada serio”.65 Entonces, por el momento, los anarquistas de La Protesta y los de la FORA, ambos, avalan la reunificación de las fuerzas obreras.

El deseo de los sindicalistas, de fusionar las centrales obreras, largamente buscado, parecía al fin concretarse. En el periódico La Acción Obrera se decía: “El movimiento sindical entra con ese acto en una nueva era”.66 En ese preciso momento, cuando los sindicalistas parecían haber alcanzado uno de sus principales objetivos, dentro de sus propias filas, surgieron voces disonantes, que se opusieron a la unidad recientemente conseguida.

Días antes de reanudarse el Congreso de Concentración, el 16 de septiembre de 1914, se publicó el primer número de un periódico sindicalista disidente, se trata del quincenario El Sindicalista, que llevaba como subtítulo “periódico obrero”. En su artículo editorial se definía como un “vocero proletario, tribuna necesaria de nuestros principios”, se afirmaba que sus objetivos consistían en la “divulgación y la salvaguarda de su fondo táctico”. Los colaboradores del periódico, se afirmaba, eran “plumas que han estado al servicio del sindicalismo durante diez años”. Sostenían que no era necesario un programa. “El temperamento sindicalista es adverso a tales anticipaciones de la obra. Nada de programas. (...). El mejor que podemos ofrecer es la obra misma”.67 En consecuencia, la nueva publicación no presenta definiciones conceptuales demasiado precisas.

El punto que originó la discordia fue el viraje táctico que operó, de manera repentina, la dirección de la CORA, cuando decidió transformar la “concentración” en disolución y adhesión a la FORA. Este cambio de orientación, sostenían, fue planificado meticulosamente:

el propósito de disolución del organismo confederal (...) fue fruto de una intención preconcebida y dispuesta a hacer que las representaciones sindicales cambiasen de objeto y en vez de llevar a cabo (...) la tarea que motivó su convocación, se desviase por completo y llegara al resultado desastroso de un principio disolutivo.68

La maniobra, sostenían, fue tramada poco antes de realizarse el congreso, entre algunos miembros del consejo confederal y ciertos delegados:

Unos días antes de la celebración del congreso, algunos miembros del consejo y delegados resolvieron asestar el golpe mortal a la Confederación y hacer que aquél votase la adhesión a la vieja entidad federativa. El cambio no podía ser más violento.69

Entonces, según los redactores de El Sindicalista, el cambio súbito de opinión fue planificado y mantenido en secreto. “El maquiavelismo ocultó sus planes para vencer por sorpresa”. Se trató de consumar el cambio de táctica recurriendo a un golpe de efecto: “los delegados iban a realizar la tarea de que se les había informado por periódicos, circulares y asambleas; pero no, no resulta eso, sólo porque se habían dispuesto las cosas a la inversa y de sorpresa para no dar lugar a la reflexión”. La planificación fue diseñada de manera tan precisa que sus promotores obtuvieron el resultado que buscaban.70

Entonces, queda claro que esta fracción del sindicalismo se oponía a la disolución de la CORA, más aún, creían que era necesario mantenerla y robustecerla. Pero además, se declaraban enemigos acérrimos de los anarquistas y socialistas. “La acción debía ser dirigida (...) a eliminar del seno del proletariado (...) la influencia de secta y de partido”.71 Desde esta perspectiva, no diferenciaban fracciones internas dentro del movimiento libertario.

Una vez sancionada la adhesión de la CORA a la FORA, los sindicalistas disidentes entendieron que los ácratas, en bloque, habían triunfado, “el concepto anárquico de la organización ha obtenido un triunfo, cuando menos lo esperaba”.72 Sin embargo, según ellos mismos revelan, en el movimiento libertario coexistían diversas tendencias internas. Específicamente, existía una fracción fusionista dentro del anarquismo, que levantaba cabeza y elogiaba la unificación:

hemos visto a individuos pertenecientes a una tendencia (la ácrata) que siendo fusionistas por convicción (...) para no exponerse a la censura de sus correligionarios (...) silenciaban sus convicciones (...) ahora los vemos salir como arzobispos en procesión, a «bendecir».73

Los editores de El Sindicalista sostenían que la disolución de la CORA y la adhesión en masa a la FORA era una capitulación ante el adversario ácrata. Pero, al mismo tiempo, reconocían que los sindicalistas fusionistas partían de otro diagnóstico. Pensaban que la fusión les permitiría tomar el control de la FORA.

Las «causas fundamentales» y la «perspectiva», según «ellos», que impele a los sindicalistas a cometer tamaña trastada, es que (...) haciendo desaparecer esa institución [la CORA] e ingresando a la F.[O.R.A.], tomarían «ellos» las riendas y controlarían a la vez al otro elemento, a los anárquicos.74

Los sindicalistas disidentes, por el contrario, creían que esa maniobra terminaría fortaleciendo a la central obrera anarquista. Los redactores de La Acción Obrera prácticamente ignoraron a los críticos. Apenas encontramos un pasaje donde se refieren a ellos de manera elíptica. Comentando elogiosamente las decisiones del Congreso de Concentración, decían que “el movimiento sindical entra con ese acto en una nueva era”. En ese contexto, afirmaban, “no nos explicamos el recelo que se manifiesta en algunos, que, siendo continuadores del pensamiento marxista, debieran saber que el progreso social, hoy por hoy, es el resultado de la lucha de clases”.75 Por su parte, los socialistas se solazaron de la fractura en el campo sindicalista, justificando en alguna medida a los disidentes:

El cambio de frente operado por los sindicalistas al prestarse a ser absorbidos por la F.O.R.A. a la que siempre tanto combatieron, ha traído una seria desavenencia entre ellos. Por tal motivo se ha constituido un nuevo grupo, en el que figuran algunos de los elementos más activos, que publica su periódico intitulado «El Sindicalista».76

Por lo tanto, la reunificación de las centrales obreras produjo realineamientos en el campo proletario. Los socialistas se ubicaron en la vereda de enfrente, reprobando la decisión en duros términos. Dentro de la corriente sindicalista surgió una fracción crítica, que comenzó a publicar su periódico propio. Por otra parte, los anarquistas fusionistas retomaron la iniciativa y defendieron la unidad. El diario La Protesta, por el momento, también se mostraba favorable a la fusión sindical.77 Por último, los sindicalistas fusionistas evaluaron que había llegado la hora de liderar el movimiento obrero, conquistando la FORA, con el apoyo de una fracción del anarquismo.

Los sindicalistas disidentes publicaron apenas tres números de su periódico. No consiguieron afincarse como tendencia autónoma del movimiento obrero. Entre sus integrantes se destacan Alcides Atahualpa y Santiago Pisani, dos figuras de segundo orden dentro de la corriente. Los miembros más destacados del sindicalismo revolucionario aprobaron las decisiones del Congreso de Concentración: Sebastián Marotta, Luis Bernard, Juan Cuomo, Francisco Rosanova, Lucas Tortorelli, Cristóbal Montale, Juan Loperena, Marcelino Rigotti, entre otros. El Sindicalista congregó a una reducida cantidad de seguidores. En algunos pasajes de su periódico se trasluce esta escasa relevancia numérica. “No nos importa el número. Cuantos menos somos, más grande es la parte que nos toca realizar a cada uno”.78 En otro artículo se afirma que el militante sindicalista “se fija más en la calidad que en la cantidad”.79

La incidencia del grupo editor de El Sindicalista fue muy limitada. Sin embargo, su existencia nos permite conocer, en alguna medida, el funcionamiento interno de la corriente, en un momento trascendental de su historia. Nos confirma que los sindicalistas viraron sus posiciones respecto al Congreso de Concentración. Primero pensaron en fortalecer a la CORA, luego optaron por el ingreso en la FORA. De la “concentración” pasaron a proponer la “disolución”. La determinación de adherir en masa a la FORA fue planificada y mantenida en secreto hasta el momento mismo del congreso. Los sindicalistas evaluaron que la debilidad de la central anarquista y el creciente protagonismo de los ácratas fusionistas, abonaban el terreno para un desembarco exitoso en la FORA. Las negociaciones entre el Consejo Federal de la FORA y el Comité de Concentración, entre anarquistas fusionistas y sindicalistas, acercaron posiciones y contribuyeron a tomar la decisión final.

Una vez sancionada la fusión de las fuerzas obreras, la FORA unificada se puso en marcha inmediatamente. Apenas dos semanas después de realizarse el Congreso de Concentración, la Federación Obrera Local Bonaerense (en adelante, FOLB) organizó una gran movilización contra la desocupación y la carestía de la vida. Más de 10.000 manifestantes se congregaron en la Plaza Constitución y desde allí marcharon hasta la Plaza Sengüel, en La Boca. “En todo el trayecto (...) se notó un elevado espíritu de solidaridad. Vivas a la fusión de las instituciones sindicales y exteriorizaciones de anhelos revolucionarios se hacían sentir”.80 Una vez en el punto de destino, desde una tribuna improvisada, hablaron Sebastián Marotta, Rodolfo González Pacheco y los anarquistas fusionistas Augusto Pellegrini, Florentino Giribaldi y B. V. Mansilla. Los sindicalistas consideraron que el acto fue un éxito.81

Unas semanas después, continuaron los cambios en la FORA. El sábado 14 de noviembre se reunieron los delegados de la FOLB, para tratar la renuncia Atilio Biondi y los demás miembros de la Consejo. Los anarquistas gilimonianos dieron un paso al costado. El dirigente marítimo Francisco García fue designado como nuevo secretario general. El ebanista y sindicalista Juan Cuomo fue nombrado como tesorero.82 Además, la sede de la entidad fue trasladada al local de la FOM, Olavarría 363.83 Evidentemente, corrían aires nuevos en la FORA. Estos cambios expresaban un giro en la orientación de la FOLB. Los anarquistas fusionistas y los sindicalistas tomaron el control de la organización. Inmediatamente, la FORA convocó al próximo congreso de la institución, para mediados de febrero de 1915. El texto de la resolución dice: “En su última reunión el Consejo Federal acordó realizar un congreso regional por considerarlo una necesidad urgente para consolidar las fuerzas obreras y satisfacer los deseos de las sociedades que últimamente se han adherido a la F.O.R.A.”.84 Subrayamos dos conceptos presentes en este párrafo. En primer lugar, se afirma que el congreso se convoca en carácter de “urgente”. En segundo lugar, se dice explícitamente que se realiza para “satisfacer los deseos de las sociedades que últimamente se han adherido”.85 Los sindicalistas exigían la celebración de este congreso para sellar su preeminencia en la FORA y eliminar la conflictiva cláusula del comunismo anárquico. La estrategia pergeñada desde junio, en la primera fase del Congreso de Concentración, se estaba plasmando en la realidad. Si hubo algún tipo de arreglo, entre anarquistas y sindicalistas, los primeros estaban cumpliendo con su parte del acuerdo.

El domingo 22 de noviembre, la FOLB realizó una nueva manifestación de protesta, esta vez, “contra los abusos de las autoridades provinciales y por el derecho de reunión en Quilmes y Bezategui”. Hablaron Marotta, Toranzo, Capuano, Castro y Mansilla. Cerró el acto el secretario general de la FOLB, Francisco García.86 Dos días después, Sebastián Marotta participó de la asamblea de los curtidores, en representación de la FOLB. “Hizo extensas consideraciones sobre la organización y la lucha obrera, ilustrándolas con ejemplos reales”.87

Los primeros días de diciembre, la nueva dirección de la FOLB, encabezada por el anarquista fusionista Francisco García, tomó distancia de la adhesión al comunismo anárquico. En un comunicado oficial, remitido a la redacción de La Vanguardia, el Consejo Federal de dicha institución, afirmaba: “Es inexacto que la F.O.L.B. sea una agrupación tendenciosa en el sentido de hacer propaganda hacia un partido o secta determinado (...) No es verdad que esa entidad esté exclusivamente dirigida u orientada por obreros anarquistas”.88 El cambio de orientación de la FORA se profundizaba aceleradamente. La nueva dirección relativizaba la adhesión al comunismo anárquico. La coalición de anarquistas fusionistas y sindicalistas preparaban el terreno para sellar la unidad definitiva, la cual sería sancionada en el próximo congreso de la institución, convocado con carácter de “urgente”. El miércoles 9 de diciembre, el sindicalista Juan Cuomo, delegado de los ebanistas, se hizo cargo de la tesorería de la FOLB.89 Dos días más tarde, el Consejo Federal de dicha institución resolvió organizar una serie de conferencias, de acuerdo al siguiente cronograma:

Tabla 1
Conferencias organizadas por la FOLB

Fuente: (16 de diciembre de 1914). La Protesta, p. 2. CEDINCI, Buenos Aires.

En todos los casos, las disertaciones estuvieron a cargo de un sindicalista y un anarquista. Para difundir estas actividades, la FOLB decidió imprimir 1.000 afiches y 6.000 volantes. Las actividades en común continuaron. El martes 5 de enero de 1915 (vísperas de feriado), la FOF celebró su tercer aniversario, en el local de Méjico 2070. Presidió el acto Rosanova, los oradores principales fueron Marotta y Mansilla.90 El 31 de enero, la Sociedad de Obreros Carpinteros, organizó en Plaza Constitución un mitin para protestar contra el aumento del pan. Entre otros, hicieron uso de la palabra Marotta y Mansilla.91 Estas acciones muestran la confraternidad en progreso entre anarquistas (fusionistas) y sindicalistas.

Hacia mediados de enero, el Consejo Federal de la FORA decidió “postergar la celebración del IX Congreso Regional, a pedido de algunas federaciones locales y sociedades de la capital e interior”.92 Se estableció que su realización coincida con las festividades de semana santa. “Teniendo en cuenta que en los días de Cuaresma las empresas ferroviarias rebajan el precio de los pasajes, lo cual facilita la venida de delegados directos, este Consejo Federal ha resuelto postergar la realización del IX Congreso de los sindicatos adheridos, por el 1, 2 y 3 de abril de 1915”.93

Promediando el mes de febrero, la FOLB organizó una nueva serie de conferencias.94 En esta oportunidad, el tema excluyente era la desocupación y la carestía de la vida. El cronograma de actividades fue el siguiente:

Tabla 2
Conferencias organizadas por la FOLB

Fuente: (17 de febrero de 1915). La Vanguardia, p. 4. Biblioteca Obrera Juan B. Justo, Buenos Aires.

En este caso, nuevamente, se repite el mismo esquema. En cada encuentro participa un orador anarquista y otro sindicalista. Sorprende el ritmo acelerado que asumió la concertación de voluntades entre ambas corrientes. Una vez que la CORA decidió disolverse e ingresar en la FORA, los militantes de ambas fuerzas aunaron sus voluntades rápidamente. La velocidad del entendimiento fue producto de un largo proceso de maduración, que se gestó a lo largo de los años y condujo a un progresivo acercamiento entre sindicalistas y una fracción del movimiento libertario. Los socialistas fueron ajenos al proceso unitario que derivó en el IX Congreso de la FORA. En cierta forma, expresaba la escasa influencia del PS en el movimiento obrero.

Conclusiones

Luego de la feroz represión del Centenario, diversos gremios fueron resguardados, creados o reorganizados por la CORA. De esta forma, los sindicalistas expandieron su presencia en el movimiento obrero. El fortalecimiento de su corriente y el fracaso de la huelga general de 1913 los animó a intentar la unificación gremial por su cuenta, sin la participación de los ácratas. Sin embargo, atentos a los movimientos dentro del anarquismo, decidieron cambiar su actitud. En forma paralela a la consolidación del sindicalismo en las organizaciones gremiales, avanzaba la diferenciación de criterios entre los ácratas. Una fracción de los libertarios estaba dispuesta a concordar con sus antiguos adversarios. La entente entre sindicalistas y anarquistas fusionistas derivó en la disolución de la CORA y su ingreso en la FORA. Asimismo, las dificultades económicas y la creciente desocupación reforzaron las tendencias a la unidad de las fuerzas obreras.

En el análisis realizado, hemos podido apreciar la enorme plasticidad táctica del sindicalismo revolucionario en pos de conquistar sus objetivos. En 1913, convencidos de la debilidad del anarquismo, impulsaron la concentración de las fuerzas obreras alrededor de la CORA, abandonando su tradicional demanda de fusionar a las centrales obreras existentes. Sin embargo, cuando detectaron que dentro del movimiento libertario se había consolidado una corriente que también abogaba por la unidad obrera y estaba dispuesta a prescindir de los embanderamientos doctrinarios, decidieron sacrificar su propia central obrera e ingresar en masa a la FORA. Esto nos muestra una corriente con un enorme dinamismo y una formidable capacidad de maniobra.

La cooperación entre sindicalistas y un sector del anarquismo venía madurando desde hacía varios años. Sin embargo, la colaboración orgánica entre ambas corrientes causó una conmoción entre la militancia gremial, provocando realineamientos y rupturas. Los sindicalistas sufrieron su primera escisión orgánica, una fracción rechazó la disolución de la CORA y editó su propio periódico. Los anarquistas también experimentarían nuevas fracturas luego de efectuarse el IX Congreso de la FORA, en 1915. En definitiva, como señalamos al comienzo del presente trabajo, con este artículo pretendemos contribuir al estudio de la CORA, una de las principales centrales obreras de la época. Además, realizamos un aporte a la compresión del proceso que derivó en la conformación de la FORA IX, en 1915. El análisis de dicho cónclave excede los límites del presente trabajo.

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Notas

1 Su denominación original fue Federación Obrera Argentina, el término “regional” fue incorporado en su cuarto congreso.
2 La CORA corrió la misma suerte que la corriente que la animó, el sindicalismo revolucionario. En ambos casos, fueron relegados al olvido ante la ausencia de una fuerza política que reivindique su legado (Del Campo, 1983).
3 (28 de febrero de 1914). La Acción Obrera (LAO), p. 3. Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CEDINCI), Buenos Aires.
4 (26 de febrero de 1914). La Vanguardia (LV), p. 2. Biblioteca Obrera Juan B. Justo (BOJBJ), Buenos Aires.
5 (14 de julio de 1914). La Protesta (LP), p. 1. CEDINCI.
6 (30 de mayo de 1914). LAO, p. 3.
7 (22 de enero de 1915). LP, p. 1.
8 La única huelga importante del año fue la que protagonizaron los trabajadores nucleados en la «Unión Chauffeurs», ver (28 de febrero de 1914). La Nación (LN), p. 11. Biblioteca Nacional (BN), Buenos Aires.
9 “¿Dónde está esa masa preparada por la Federación, esas multitudes que siguen al gran organismo de inmenso prestigio […]?”, en (9 de noviembre de 1912). LAO, p. 1.
10 (8 de noviembre de 1913). LAO, p. 1.
11 (8 de noviembre de 1913). LAO, p. 1.
12 Eduardo Gilimón fue un dirigente anarquista reacio a cualquier tipo de acuerdo con el sindicalismo revolucionario y opuesto a la fusión de las centrales obreras.
13 (enero de 1914). El Obrero en Madera (EOEM), p. 1. Sindicato Obreros y Empleados de la Madera de Capital Federal (SOEMCF), Buenos Aires.
14 (febrero de 1914). EOEM, p. 1.
15 Si bien los sindicalistas se presentaban a sí mismo como los paladines de la unidad gremial mostraron “escasa tolerancia hacia los adherentes a otras ideologías, fueran socialistas, comunistas o anarquistas, lo que llevó a constantes luchas y rupturas” (Horowitz, 2001, p. 243)
16 Dentro del PS existían sectores que compartían estas opiniones (Poy, 2016).
17 (25 de abril de 1914). LAO, p. 1.
18 (11 de noviembre de 1913). LV, p. 3.
19 (14 de febrero de 1914). LAO, p. 1.
20 (20 de junio de 1914). LAO, p. 3.
21 El texto completo puede leerse en (25 de junio de 1914). LV, p. 4.
22 (04 de julio de 1914). LAO, p. 1.
23 (17 de junio de 1914). LV, p. 3.
24 (30 de mayo de 1914). LAO, p. 1.
25 (13 de junio de 1914). LAO, p. 1.
26 (27 de junio de 1914). LAO, p. 1.
27 (27 de junio de 1914). LN, p. 13.
28 Libro de Actas de la CORA (LACORA), 27 de junio de 1914, p. 318. CEDINCI. Ver también (28 de junio de 1914). LN, p. 11.
29 (16 de septiembre de 1914). El Sindicalista (ES), p. 1. Federación Libertaria Argentina (FLA), Buenos Aires.
30 (30 de junio de 1914). LV, p. 3.
31 LACORA, 28/6/1914, p. 328.
32 (30 de junio de 1914). LP, p. 1.
33 (9 de julio de 1914). LP, p. 1.
34 (9 de julio de 1914). LP, p. 1.
35 (18 de julio de 1914). LP, p. 1.
36 (8 de julio de 1914). LP, p. 1.
37 (9 de julio de 1914). LP, p. 1.
38 La Unión del Marino (LUM), 35, reproducida en (11 de julio de 1914). LAO, p. 4. Ver también (5 de julio de 1914). LV, p. 2.
39 (22 de julio de 1914). LV, p. 3. Ver también (18 de julio de 1914). LAO, p. 3.
40 (8 de julio de 1914). LV, p. 1.
41 (11 de julio de 1914). LAO, p. 1.
42 (4 de julio de 1914). LAO, p. 1.
43 (7 de julio de 1914). LV, p. 2.
44 El anarquista Livio Fontana consideró que “esas intromisiones del comité en los gremios federados es improcedente”, ver (8 de julio de 1914). LP, p. 1.
45 (25 de julio de 1914). LAO, p. 1.
46 (26 de septiembre de 1914). LACORA, p. 330.
47 (27 de septiembre de 1914). LACORA, p. 337.
48 (1º de agosto de 1914). LAO, p. 1.
49 (25 de agosto de 1914). LV, p. 3.
50 (agosto de 1914). EOEM, p. 1.
51 (agosto de 1914). El Obrero Ferroviario (EOF), p. 1. CEDINCI.
52 26 de septiembre de 1914). LACORA, p. 330.
53 (29 de septiembre de 1914). LP, p. 1.
54 (3 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
55 (27 de septiembre de 1914). LACORA, p. 337.
56 (29 de septiembre de 1914). LV, p. 3.
57 (27 de septiembre de 1914). LACORA, pp. 337-339.
58 (3 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
59 (27 de septiembre de 1914). LACORA, p. 344.
60 (6 de octubre de 1914). LV, p. 1.
61 (25 de octubre de 1914). LV, p. 3. Los anarquistas acusan de “sectarismo” a los peluqueros: “primero fueron los gráficos de la F.G.B., los que se manifestaron disconformes con la concentración y ahora son los peluqueros”, ver (28 de octubre de 1914). LP, p. 3.
62 (3 de octubre de 1914). LAO, p. 3.
63 (10 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
64 (29 de septiembre de 1914). LP, p. 1.
65 (8 de octubre de 1914). LP, p. 3.
66 (24 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
67 (16 de septiembre de 1914). ES, p. 1.
68 ES (16 de septiembre de 1914), p. 1.
69 ES (16 de septiembre de 1914), p. 1.
70 ES, 16 de septiembre de 1914, p. 1.
71 (1º de octubre de 1914). ES, p. 1.
72 (1º de octubre de 1914). ES, p. 1.
73 (16 de octubre de 1914). ES, p. 3.
74 (1º de octubre de 1914). ES, p. 3.
75 (24 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
76 (29 de septiembre de 1914). LV, p. 3.
77 (8 de octubre de 1914). LP, p. 3.
78 (16 de septiembre de 1914). ES, p. 1.
79 (1º de octubre de 1914). ES, p. 2.
80 (13 de octubre de 1914). LP, p. 1.
81 (13 de octubre de 1914). LAO, p. 1.
82 (21 de noviembre de 1914). LAO, p. 3. (5 de diciembre de 1914). LP, p. 3.
83 (24 de noviembre de 1914). LP, p. 3.
84 (15 de noviembre de 1914). LP, p. 5.
85 (21 de noviembre de 1914). LAO, p. 4.
86 (24 de noviembre de 1914). LP, p. 2.
87 (25 de noviembre de 1914). LP, p. 3.
88 (2 de diciembre de 1914). LV, p. 3.
89 (5 de diciembre de 1914). LP, p. 3.
90 (6 de enero de 1915). LV, p. 3.
91 (2 de febrero de 1915). LP, p. 2.
92 (20 de enero de 1915). LP, p. 3.
93 (17 de febrero de 1915). LP, p. 3.
94 (16 de febrero de 1915). LP, p. 3.


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