Ensayos
Recepción: 31 Julio 2023
Aprobación: 13 Noviembre 2023
CÓMO CITAR: Camerin, S. (2023). Solano Benítez y el extrañamiento como estrategia de proyecto. A&P Continuidad, 10(19), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v10i19.414
Resumen: Este ensayo propone una apreciación crítica de la producción del arquitecto paraguayo Solano Benítez (1963) a partir del extrañamiento como estrategia proyectual. El estudio parte de la lectura atenta de un conjunto de obras representativas de las distintas etapas de los primeros veinte años de su carrera profesional: Sede del Gabinete de Arquitectura, Casa Abu & Font, Unilever Paraguay y Fundación Teletón. El extenso e inusual uso del ladrillo, en formas expresivas y operaciones experimentales, que ha destacado la producción de Benítez en las últimas décadas, es también responsable de las sensaciones de extrañamiento que suelen provocar sus obras. Este estudio asume que el extrañamiento, operado tanto para causar incomodidad como para crear novedad, fue una práctica recurrente en la arquitectura moderna del siglo XX, y que Benítez, al continuar con esta estrategia, no solo reivindica la vitalidad y pertinencia de esta tradición, sino que también amplía el repertorio compositivo de sus antecesores. Además, a partir del análisis de los aspectos materiales, geométricos y figurativos de sus obras, también se espera demostrar el carácter diverso e inclusivo de su arquitectura.
Palabras clave: arquitectura, extrañamiento, ladrillo, Paraguay, Solano Benítez.
Abstract: This essay proposes a critical appreciation of the production of the Paraguayan architect Solano Benítez (1963) based on defamiliarization as a design strategy. The study is based on a close reading of a set of representative works that cover the different stages of the first twenty years of his professional career: Architecture Cabinet Office, Abu & Font House, Unilever Paraguay, and Teletón Paraguay Foundation. The extensive and unusual use of brick in expressive forms and experimental operations highlighting Benítez's production in recent decades, is also responsible for the sensations of estrangement that his works usually cause. It is assumed that estrangement -operated to give rise to uncanny feelings as well as novelty- was a recurrent practice in 20th century modern architecture, and that Benítez -by continuing with this strategy- not only claims the vitality and pertinence of this tradition but also expands the compositional repertoire of his predecessors. In addition, it is also expected to demonstrate the diverse and inclusive character of his architecture through the analysis of the material, geometric and figurative aspects of his works .
Keywords: architecture, defamiliarization, brick, Paraguay, Solano Benítez.
Introducción
Este ensayo propone una apreciación crítica de la producción del arquitecto Solano Benítez (Asunción, Paraguay, 1963) a partir del extrañamiento como estrategia proyectual. Este estudio resulta de la investigación realizada por la autora para la elaboración de su tesis doctoral, intitulada A estranha arquitetura da América Latina: Benítez, Bucci e Radić, 1994-2014 [La extraña arquitectura de América Latina, Benítez, Bucci e Radić, 1994-2014] y defendida en el Programa de Pesquisa e Pós-Graduação em Arquitetura de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul, PROPAR/UFRGS, en 2022, bajo la dirección del Prof. Carlos Eduardo Comas. La tesis fue una continuación de la tesis de maestría O tijolo em Solano Benítez [El ladrillo en Solano Benítez], defendida por la autora en 2016, en el mismo programa y bajo la misma dirección. Si esta última se preocupaba por reconocer y analizar los primeros veinte años de la trayectoria profesional de Benítez, la tesis doctoral, a su vez, pretendía ampliar el análisis del extrañamiento en la obra del arquitecto paraguayo a la producción de otros dos arquitectos latinoamericanos, el brasileño Angelo Bucci (Orlândia, 1963) y el chileno Smiljan Radić (Santiago de Chile, 1965). La tesis asume que el extrañamiento no solo forma parte del repertorio de operaciones proyectuales de estos tres arquitectos, sino que también fue una estrategia recurrente en la arquitectura moderna a lo largo del siglo XX, y que Benítez, Bucci y Radić, al continuar con esta estrategia, además de reivindicar la vitalidad y pertinencia de esta tradición, también amplían el repertorio compositivo de sus antecesores.
Para efectos de este trabajo se consideraron dos tipos de extrañamiento como estrategia de proyecto: una que opera en el sentido emocional, ligada a la sensibilidad y la creación de formas, espacios, atmósferas que causan incomodidad, sorpresa, angustia o admiración; y otra que opera en el sentido racional, que apela al juicio comparativo y supone la búsqueda de una forma distinta o innovadora en relación con la tradición disciplinar arquitectónica, especialmente la consolidada por la generación inmediatamente anterior. La primera categoría de extrañamiento se asocia a la percepción; tiene algo de irracional, sugiere una sensación o intuición aprehendida inconscientemente, sin la mediación de una evaluación o reflexión. La segunda se asocia a un juicio, es racional, involucra una evaluación de los fenómenos, una comparación que depende del contexto y parte de la lógica de la razón o de los valores personales y sociales. Las dos especies pueden coexistir o existir por separado. Es posible que una situación sea causa y otra sea consecuencia, pero no necesariamente; algo puede despertar una sensación de extrañamiento sin ser nuevo, aunque también puede ser innovador sin causar necesariamente extrañamiento.
La producción de Benítez obtuvo el reconocimiento de la crítica especializada desde principios del siglo XXI debido al extenso e inusual uso del ladrillo[1]. Aunque el ladrillo parezca en principio familiar, conocido y acogedor, las obras de Benítez son capaces de provocar extrañamiento. Tal proeza se debe precisamente a la forma inusual en que el arquitecto maneja la geometría del ladrillo –despedazado, partido por la mitad, girado, inclinado, o de canto–también por la expresividad plástica de los elementos a los cuales el ladrillo da forma: pliegues, cubiertas abovedadas, losas nervadas o estructuras de celosía con módulos triangulares. La apreciación crítica de la obra de Benítez, que se presenta a continuación, se fundamenta en una lectura atenta del conjunto de obras utilizadas para la elaboración de la tesis doctoral de la autora. La selección buscó dar cuenta de las distintas etapas de los primeros veinte años de la carrera profesional de Benítez. Además, solo se incluyen en el recorte las edificaciones que fueron construidas y a las que se pudo tener acceso, en la visita a Paraguay realizada por la autora en 2015. Se seleccionó una obra seminal, que corresponde a uno de sus primeros proyectos ejecutados –la Sede del Gabinete de Arquitectura (1994) (Fig. 1 y Fig. 2), en Asunción–, una casa representativa de sus intenciones arquitectónicas –la Casa Abu & Font (2004-06), en Asunción–, una obra que rompe con la escala doméstica –la Sede de Unilever Paraguay (2000-01), en Villa Elisa– y, finalmente, la última gran obra construida antes de que el arquitecto cumpliera cincuenta años de edad, la Sede de la Fundación Teletón Paraguay (2008-10), en Lambaré[2].
A partir de las visitas a los edificios y del material compilado –textos, dibujos, fotografías y entrevistas– fue posible realizar los análisis de las obras, que tuvieron en cuenta, además de una lectura atenta de la materialidad y los aspectos geométricos y figurativos de los edificios, todo lo que fue posible diagnosticar en relación con las fuerzas internas y externas que ayudaron a configurarlos, como las circunstancias, los requisitos operativos y simbólicos del programa de necesidades, las características geográficas o culturales del lugar donde se insertan, los recursos técnicos y materiales disponibles y las limitaciones legales y presupuestarias. También se consideraron los precedentes significativos, arquitectónicos o no, así como las experiencias previas del arquitecto. Eventualmente, entraron al grupo de obras analizadas, con el propósito de reconocer las recurrencias proyectuales, el Centro Social de Jubilados Bancarios de Paraguay (1995-96), el Complejo Recreativo Sitrande (1998), las 4 Vigas (1998-2001), la Casa Esmeraldina (2002-03), la Casa Fanego (2003-05), la Casa Las Anitas (2006-08), el Quincho Tía Coral (2014-15) y el Aulario de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción, FADA-UNA (2014-21).
Emoción
Este primer apartado analiza el extrañamiento resultante de la creación de formas y espacios arquitectónicos capaces de sumergir a los usuarios en un ambiente incómodo y/o sorprendente, que despierta angustia y/o admiración. Del análisis de las obras, por lo tanto, se buscaron los aspectos geométricos, materiales y figurativos que podrían despertar tales sentimientos. Se supone que pueden resultar, por ejemplo, de una ruptura de expectativas, cambios repentinos de tamaño, vacíos o presencias inesperadas, dispositivos de ilusión óptica o efectos sorprendentes, del uso de analogías, figuraciones o descontextualizaciones, mezclas y contrastes, o cualquier otra operación capaz de suscitar sorpresa, perplejidad o la sensación de que algo es sublime[3].
Se entiende por aspectos geométricos aquellos relacionado con la configuración, distribución y relación entre los espacios y volúmenes del edificio, incluyendo los sistemas estructurales, circulatorios o de orden topológico. Respecto a la volumetría y composición de los edificios, Benítez parece apreciar la sensación a veces angustiante de la masa suspendida, es decir, un volumen superior predominantemente opaco sobre uno inferior transparente o casi vacío. En situaciones urbanas, cuando las edificaciones ocupan todo el ancho del lote, este efecto es garantizado por la inserción de pilares en los muros laterales y la ausencia de apoyos intermedios o compartimentación en planta baja –como ocurre en la Casa Abu & Font (Fig. 3 y Fig. 4)–, cuando los grandes portones del frente y del fondo de la sala están abiertos, y también en las casas Esmeraldina y Fanego, cuyos programas se desarrollan en plantas bajas libres de bloques visuales. En lotes más grandes, cuando los edificios están aislados, este mismo efecto se obtiene por la diferencia de opacidad y proporción entre la parte superior e inferior de los volúmenes, en general un segundo piso de techo alto y con poca o ninguna abertura sobre un primer piso más bajo y mayoritariamente transparente, como ocurre en el bloque de hidroterapia de la Fundación Teletón o en la Casa Las Anitas. La disposición de aberturas en forma de rasgos horizontales, especialmente en las porciones inferiores de las fachadas o junto al suelo, como en los pasillos y salas de recepción de la Fundación Teletón, por ejemplo, refuerzan esa sensación de compresión. Además de la predominancia de la opacidad, la diferencia de proporción y la geometría y disposición de las aberturas, la materialidad del ladrillo también influencia en esta sensación de aplastamiento. Los grandes y uniformes planos hechos por la repetición de pequeños ladrillos vistos anaranjados y porosos parecen mucho más pesados que paredes revocadas y pintadas de blanco.
Esos planos uniformes opacos hechos con ladrillo muchas veces son plegados, como los que formaban la gran pared del patio en el Centro Social de Jubilados Bancarios del Paraguay, ya demolido, los de la fachada de la Casa Esmeraldina o del bloque de hidroterapia de la Fundación Teletón (Fig. 5), y los que flanquean los pasillos interiores de Unilever o de la Casa Las Anitas. Otras veces los planos uniformes se vacían, pierden masa y se transforman en celosías que, dependiendo de su grado de apertura, pueden seguir transmitiendo la sensación de peso o, por el contrario, convertirse en estructuras de aspecto ligero. Estas celosías suelen formarse por la unión de varios elementos pequeños prefabricados de ladrillo: en las fachadas de Unilever son paralelogramos, en la pared de la sala de estar en la Casa Abu & Font son cajas cuadradas y en las cubiertas abovedadas de la Fundación Teletón o en las paredes del Aulario de la FADA-UNA tienen geometría triangular. Una de las principales causas de extrañamiento en la obra de Benítez es precisamente la aparente paradoja que existe entre la ligereza de algunas de esas celosías, como la de Unilever (Fig. 6 y Fig. 7), por ejemplo, y la connotación de peso que suele estar vinculada al ladrillo. Aunque una celosía hecha en ladrillo nunca va a tener el fino espesor de una placa de acero perforada, es innegable que esa situación inusual es capaz de despertar sorpresa. Tanto los pliegues como las celosías, especialmente las hechas con módulos triangulares, son elementos formales representativos de la producción de Benítez, tanto que fueron esas las geometrías elegidas para el Pabellón de Paraguay en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2016 –una cubierta abovedada hecha de elementos triangulares– y para la instalación en la exposición Geometrías del Sur (2018-19) en la Fondation Cartier pour l'art contemporain –una gran estructura hecha con planos plegados sobrepuestos–, ambas obras realizadas con la arquitecta Gloria Cabral.
En cuanto a la organización de los sistemas de circulación, es común que los accesos, cambios de cómodo o trasposición de pisos no sigan los caminos más cortos entre dos puntos. El recorrido por el interior o alrededor de los edificios se prolonga por caminos en zigzag o giros frecuentes sobre los ejes de desplazamiento. La alternancia entre pasarelas, rampas, escaleras y puentes también garantiza la diversidad de alternativas para ir de un punto a otro. En el Centro Social de Jubilados Bancarios del Paraguay, uno de los primeros proyectos construidos de Benítez era una rampa que circundaba todo el perímetro del patio interno lo que daba acceso al segundo piso del edificio. En la antigua sede del Gabinete de Arquitectura[4], la entrada en la oficina estaba precedida de un extenso camino cubierto de hojas y restos materiales. En el edificio de la Unilever, paradójicamente, la rampa monumental no conduce al ingreso en el interior, sino a la terraza. La Casa Abu & Font también tiene rampas, divididas en dos tramos largos y ligeramente inclinados, para dar acceso al segundo piso de la casa (Fig. 8), y escaleras en un sistema de circulación independiente. En Teletón, las rampas están en la entrada al edificio principal, debajo de una de las cubiertas de triángulos y, también, en forma de zigzag, en el acceso al bloque de hidroterapia. Las rampas también conectan los pisos desnivelados del Aulario de la FADA-UNA, que tiene asimismo escaleras en los extremos y, en una adición posterior, pasarelas externas colgadas por cables de metal.
Benítez suele proyectar espacios de proporciones inusuales, con poco ancho y doble altura, como en los dormitorios, escaleras y rampas de la Casa Abu & Font y el pasillo de la Casa Las Anitas. El cambio repentino en las dimensiones de los espacios, alternando lugares muy estrechos, bajos y oscuros con espacios amplios, altos y bien iluminados, también es común. Es lo que sucede en el camino para la sala de la dirección en la Unilever (Fig. 8), cuyo corredor de acceso es angosto, oscuro, de techo bajo y paredes ásperas, en contraste con la amplia, alta y bien iluminada sala de reuniones, que se abre a un jardín privado. Una situación similar ocurre en la Fundación Teletón, en el camino en zigzag de paredes blancas, techo de cristal e iluminación abundante que termina en el vasto y penumbroso espacio cubierto por exuberantes troncos de pirámides invertidas hechas de cerámica, que abriga las piscinas de hidroterapia (Fig. 5). La penumbra es otra situación recurrente en los proyectos de Benítez. Además del color anaranjado del ladrillo, que contribuye al oscurecimiento de los interiores, la incidencia de la luz natural a veces es escasa y filtrada por estrechas aberturas en lugares estratégicos. Esto ocurre incluso en lugares que suelen demandar mucha iluminación, como los espacios de oficinas en la antigua sede del Gabinete de Arquitectura, cuyo interior está cubierto por un techo bajo de planchas de madera oscura e iluminado únicamente por las estrechas ventanas longitudinales junto a las mesas de trabajo.
En sus primeros proyectos, Benítez priorizaba los cerramientos en detrimento del protagonismo de la estructura: aunque esta tenía un papel importante en la volumetría de los edificios, no se destacaba en la composición. Incluso en los casos con pocos puntos de apoyo y vigas de grandes luces, estos elementos, hechos en concreto, solían quedarse ocultos en los muros de fachada, paredes laterales o divisorias internas, esos sí hechos en ladrillo. No había necesariamente un esfuerzo por ocultar la estructura, sino más bien una falta de preocupación por exaltarla. La magnitud de las proezas estructurales estaba implícita en la espacialidad y en el volumen generado por ellas. Los elementos de ladrillo, por su vez, eran el centro de las atenciones: la creatividad y el esfuerzo para resolver los problemas estructurales estaban dirigidos a garantizar su propia estabilidad, ya que casi siempre tenían configuraciones inusuales. En general esos elementos son bastante delgados –algunos tienen apenas 4 cm de espesor–, lo que parece incompatible con la robustez que se espera de los elementos realizados con ladrillo. Para lograr esta finura, se inclina el ladrillo, se asienta sobre su dimensión más pequeña o, a veces, se rompe para agregar la masa de hormigón moldeado in situ. Para resolver el problema de la poca estabilidad de estas finas superficies, Benítez utiliza la geometría, como los pliegues y curvaturas, o las complementa con pequeños pilares metálicos y barras de acero. Algunos de estos elementos poco usuales pueden causar sensación de inestabilidad, como la losa suspendida sobre la sala de estar en la Casa Abu & Font, o los pliegues altos y delgados en la Casa Las Anitas; otros parecen estar en movimiento, como los que conforman las fachadas de Unilever.
Desde la obra de Teletón, a principios de la década de 2010, sin embargo, los elementos que no solían ser estructurales pasaron a desempeñar dicho papel. Benítez empezó a utilizar módulos triangulares prefabricados con ladrillo como una especie de encofrado permanente para el hormigón armado, evocando la antigua técnica romana del opus testaceum, el muro de mampostería cerámica relleno de cemento[5]. La reanudación de esta técnica constructiva antigua ayuda a romper las limitaciones del uso estructural del ladrillo sin perder la materialidad característica de su producción. Así, la estructura y el cerramiento se convierten en un mismo elemento y pasan a compartir el protagonismo visual. Esta estrategia fue utilizada inicialmente en las cubiertas de los jardines de la Fundación Teletón (Fig. 9 y Fig. 10), colocada a prueba en el Quincho Tía Coral, difundida internacionalmente en el Pabellón de Paraguay en la Bienal de Venecia, y, finalmente, llevada al extremo como estructura integral del nuevo edificio de la FADA-UNA.
En cuanto a la materialidad de las superficies, la rugosidad y aspereza es muy deseada; por tanto, el ladrillo se parte por la mitad –como en los muros del corredor que lleva al bunker en la Unilever y en la losa que cubre el acceso al Gabinete de Arquitectura–, se destroza en pequeños pedazos –como para cubrir las superficies inferiores de las losas de Teletón o componer la pared plegada de la Casa Las Anitas–, o girados antes de ser asentados, como en las paredes de la Casa Abu & Font y de la Fundación Teletón. La rugosidad intencional se evidencia incluso en la colocación de los ladrillos con generosas juntas excedentes, como en la fachada de la antigua sede del Gabinete de Arquitectura. El ladrillo destrozado es parte del deseo de reutilizar materiales, que también incluye el uso de restos de madera, vidrio, tejas y barras de acero. El uso de madera era más frecuente en los primeros proyectos de Benítez, como en el muro trenzado en forma de canasta del Complejo Recreativo Sitrande, y el expresivo pilar figurativo hecho de troncos de árboles que sostiene la marquesina del Gabinete de Arquitectura. También son recurrentes los cables de acero que cuelgan estructuras y los ingeniosos sistemas de manipulación y operación para el cierre de aberturas, como los que levantan los portones de contrapeso en la Casa Esmeraldina, los que basculan las puertas del estar en la Casa Abu & Font o los que cuelgan las pasarelas de la FADA-UNA.
La figuración es otra estrategia compositiva frecuente en los proyectos de Benítez; su aparición es bastante explícita en los soportes, por ejemplo, que ya fueron hechos con ramas de árboles torcidas y entrelazadas (Fig. 8) o con ladrillos en forma de troncos piramidales o celosías verticales. Algunos proyectos se parecen a tejidos estampados o colchas de patchwork hechos de ladrillo. Los estampados suelen ser diminutos, del tamaño de un ladrillo o partes de él, pero a veces también son cajas cuadradas, triángulos isósceles o paralelogramos. La repetición exhaustiva de un mismo elemento puede causar cierto sentimiento de desorientación, como pasa en el edificio FADA-UNA, donde los muros y losas están hechos con el mismo módulo triangular de ladrillo repetido innúmeras veces. Los recursos de ilusión óptica ocupan un lugar especial en el imaginario del arquitecto. En el proyecto 4 Vigas, una tumba diseñada para su padre, hay una serie de espejos que reflejan el paisaje circundante, provocando una sensación de desorientación y ambigüedad de percepción entre lo real y lo que es un reflejo, que también hace parecer que las personas inscritas en el perímetro de las vigas están flotando.
Razón
En esta segunda parte se aborda el extrañamiento como estrategia de creación de la forma distinta o innovadora en relación con la tradición disciplinar arquitectónica, especialmente la consolidada por la generación inmediatamente anterior[6]. La arquitectura que desarrolla Benítez se basa no solo en el uso extensivo del ladrillo en operaciones inusuales, sino también en el cuestionamiento de sus limitaciones técnicas y estructurales, utilizando el ladrillo en elementos arquitectónicos en los que tradicionalmente este material no ha sido protagonista. La forma en que se ejecutaron sus últimos proyectos –con el ladrillo funcionando como encofrado permanente del hormigón armado– parece señalar el camino que sigue el arquitecto hacia su futura producción. Si no es así, al menos Benítez logra demostrar que es posible superar las limitaciones estructurales del ladrillo sin perder la presencia visual de este material, que es característico de su producción. El hecho de que Benítez recurra a un pasado lejano y a una técnica constructiva aparentemente obsoleta –el opus testaceum romano– puede estar ligado a una estrategia de extrañamiento, a la búsqueda de la originalidad “as a literal origin, a beggining from groud zero, a birth” [como un origen literal, un comienzo a partir de cero, un nacimiento] (Krauss, 1986, p. 157), que va más allá de apenas disolver un pasado de tradición arquitectónica que, inevitablemente, es preciso enfrentar.
Para la arquitectura de Paraguay, la década de 1980, período en el que Benítez frecuentó la universidad, representó el desprecio de la tradición moderna como referencia, en detrimento de un estilo más de acuerdo con las ideas posmodernas[7]. Para los arquitectos que no se alinearon con esta posmodernidad, quedaron los pocos ejemplos modernos construidos en el país hasta entonces, si no funcionaban como referencia en sí mismos, al menos representaban la tradición arquitectónica de los países de origen de sus autores. Brasil, Argentina y Uruguay, quizás por su proximidad geográfica o porque formaron buena parte de los primeros arquitectos modernos que trabajaron en Paraguay, terminaron extendiendo sus modernas disciplinas corbusianas más allá de las fronteras vecinas. Las manifestaciones corbusianas en la producción de Benítez van más allá de la promenade architecturale [paseo arquitectónico] o de la fenêtre en longueur [ventana longitudinal]; pasan también por la manifestación surrealista de los objetos máquina en los ambientes domésticos del Le Corbusier del Apartamento Beistegui (1929), o la apreciación por los materiales naturales, los métodos constructivos primitivos y el bricolaje de elementos contrastantes del Le Corbusier de posguerra. Como el franco-suizo, que retoma lo primitivo como reinterpretación de lo monumental, Benítez utiliza materiales y técnicas primitivas en una arquitectura de grandes gestos, fundamentada en la fuerza expresiva de pocos elementos arquitectónicos. La síntesis formal de los proyectos de Benítez parece hacer referencia a la arquitectura de Paulo Mendes da Rocha, con quien el paraguayo tenía una estrecha relación y profunda admiración (Freitas y Hereñú, 2012, pp. 185-195). Formalmente, las grandes cubiertas abovedadas de hormigón moldeado por elementos triangulares de ladrillo se asemejan a las cubiertas nervadas realizadas con metal y hormigón por Pier Luigi Nervi entre las décadas de 1930 y 1960 en Europa y Norteamérica. Acerca del funcionamiento estructural de estos elementos, Benítez afirma basarse en la tridilosa, una especie de estructura espacial hecha con acero y hormigón e ideada por el ingeniero mexicano Heberto Castillo en 1966 como solución para cubrir grandes luces con ahorro material (Quintáns, 2020, p. 40).
Entre los precursores del uso del ladrillo en América Latina, ciertamente la obra que más provoca comparaciones con la producción de Benítez es la de Eladio Dieste. Tales comparaciones son comprensibles: además de la proximidad geográfica y la sucesión temporal, la similitud material es evidente. A pesar del profundo conocimiento que demuestra tener sobre la producción de Dieste, Benítez afirma no haber tenido contacto directo con el ingeniero uruguayo, salvo a través de su obra construida (Benítez, 2014). Probablemente la principal similitud entre ambas producciones resida en la confianza depositada en las posibilidades del ladrillo y en el deseo de obviar las limitaciones técnicas de este material. Mientras que Dieste construyó mayoritariamente cascarones autoportantes en cerámica armada para cubrir grandes luces en pabellones, Benítez también construye pisos apilados en altura, combinando cerramientos de ladrillo con estructuras independientes en hormigón armado. Mientras que las estructuras del ingeniero uruguayo implicaron sofisticados procedimientos de cálculo y requirieron materiales con características previamente verificadas, las de Benítez se basan en prototipos a escala 1:1 hechos con ladrillo común sin resistencia comprobada. En términos compositivos, mientras que Dieste realizó muros ondulados de doble curvatura con ladrillos asentados de soga e in situ, Benítez ejecutó pliegues con ladrillo colocado de canto en paneles prefabricados. La mayoría de las estructuras diseñadas por Dieste son cáscaras autoportantes de cerámica armada con bóvedas de doble curvatura o de cañón; los proyectos de Benítez están mayoritariamente cubiertos por losas planas, macizas o con encofrado perdido, hechas con hormigón armado y ladrillo funcionando como agregado o encofrado permanente. Aunque la obra de Dieste sea un precedente importante del uso del ladrillo en operaciones formales inusitadas, la producción de Benítez no parece acercarse a ella en términos de procedimientos compositivos, cálculos estructurales y métodos constructivos[8].
Apreciación
El extrañamiento, sea con la intención de causar incomodidad o como estrategia para crear novedad, no solo forma parte del repertorio de operaciones proyectuales de Benítez, sino que fue una práctica recurrente en la arquitectura moderna a lo largo del siglo XX. Al continuar con esta estrategia, como parte de la valoración no solo de la arquitectura culta sino también de la legitimación de los ideales y posturas de las primeras generaciones de arquitectos modernos, Benítez reivindica la vitalidad y actualidad de esta tradición. La ampliación del conjunto formal de sus antecesores, sin embargo, implica también una dialéctica generacional –al arquitecto que pretende recorrer el camino de la arquitectura culta, o, como dice Eliot (1989, p. 39), “anyone who would continue to be a poet beyond his twenty-fifth year” [a quien pretende seguir siendo poeta después de los veinticinco años], se supone un sentido histórico que implica “a perception, not only of the pastness of the past, but of its presence” [la percepción, no solo de la caducidad del pasado, sino de su presencia]” (Eliot, 1989, p. 39). El reconocimiento de la arquitectura de Benítez como innovadora por la crítica especializada se debe, asimismo, al hecho de que sigue caminos diferentes de los recorridos por la generación anterior e intenta escapar de la “blind or timid adherence to its success” [ciega o tímida adhesión a sus éxitos] (Eliot, 1989, p. 39). Es decir, al mismo tiempo que Benítez legitima la arquitectura de sus antecesores, también opta por oponerse a ella. En comparación con sus precursores modernos, los materiales y la mayoría de los elementos técnico-constructivos y compositivos siguen siendo los mismos; lo que se expande más evidentemente en su producción son las formas en que se hacen sus arreglos. Benítez maneja el ladrillo, un material secular, universal y conocido, es partido, despedazado y agrupado en módulos triangulares para formar elementos arquitectónicos expresivos y de geometría inusitada. Al igual que las vanguardias modernas, Benítez busca referencias fuera del campo tradicional de la arquitectura y, recurriendo a materiales y técnicas arcaicas, busca un pasado primitivo. Contrariamente a las tendencias de la década de 1980, su producción parece inclinarse hacia el anticlasicismo; el pasado al que se refiere no es inmediato, es más radical.
Entre las estrategias de extrañamiento no vinculadas necesariamente a la búsqueda de la forma diferente o innovadora, pero de los sentimientos incómodos, están la angustia de la masa suspendida, la sensación de inestabilidad que despiertan los pliegues demasiadamente delgados, la desorientación despertada por la repetición exhaustiva de un mismo elemento, o la ambigüedad que existe entre la ligereza de las celosías y la connotación de peso que suele estar asociada al uso del ladrillo. De igual modo, hacen parte del repertorio de Benítez los recorridos largos, las proporciones inusuales, los cambios repentinos de dimensiones, la penumbra y los recursos de ilusiones ópticas. La aspereza es fuertemente deseada y la inherente rugosidad del ladrillo se acentúa cuando este es destrozado, partido por la mitad o aparejado inclinado o con juntas excesivamente excedentes. El proceso de transformación del familiar ladrillo en algo extraño se completa con ingeniosos sistemas de operación de puertas y ventanas o pilares que se asemejan a árboles con troncos retorcidos. En la producción de Benítez asimismo existe una frecuente tensión entre aparentes opuestos: extraño y familiar, local y universal, artesanal e industrializado, crudo y pulido, transparente y opaco, ligero y pesado, claro y oscuro, amplio y comprimido: en general, es esto y aquello, y no esto o aquello. Benítez es consciente de estas antítesis y las utiliza cuando le conviene, según el programa y la situación.
Desde el comienzo de su carrera profesional, Benítez se ha movido internacionalmente. A pesar de las posibles y superficiales connotaciones de regionalismo que pudiera sugerir el ladrillo, el arquitecto paraguayo se posiciona con frecuencia en circuitos expositivos internacionales. Benítez no ve su origen como limitante; por el contrario, el localismo parece estar incluso al servicio de la internacionalización de su producción. Benítez no utiliza el ladrillo para evocar componentes telúricos o regionales; para él, el ladrillo no es el fin, sino un medio para hacer viables sus propuestas arquitectónicas. Las limitaciones presupuestarias, la sencillez de los materiales y la mano de obra poco cualificada, condiciones impuestas por el contexto en el que opera, se convierten en soluciones técnicas inventivas y operaciones compositivas de gran fuerza plástica. El arquitecto paraguayo parece depositar su confianza en el ladrillo y sus esfuerzos en la voluntad de superar las limitaciones de este material, quitándole su estatus de bajo sospecha y dándole la posibilidad de dar forma a elementos arquitectónicos expresivos para los cuales generalmente no está convocado a participar.
Además de expansiva, la arquitectura de Benítez es diversa e inclusiva. Su producción parece alinearse con una corriente que ve a la arquitectura como un sistema que admite complejidad geométrica y material, la misma a la que se acercó casi toda la arquitectura moderna de América Latina y a la que se alinea gran parte de la generación a la que pertenece el arquitecto paraguayo. Pese al carácter atípico de las obras analizadas en la tesis, cuyas limitaciones programáticas, presupuestarias o técnicas terminan favoreciendo la experimentación formal y material, es posible tener evidencia de cómo Benítez aborda situaciones distintas a estas en algunos de sus últimos proyectos. En el edificio de aulas anexo a FADA-UNA, por ejemplo, un gran proyecto público de programa complejo y uso colectivo, inaugurado en 2021, Benítez llevó al extremo la estrategia de utilizar módulos triangulares hechos con ladrillo como encofrado permanente del concreto y transformó lo que antes era solo complemento en el soporte del edificio, haciendo que la estructura y el cerramiento compartan protagonismo visual. Es decir, aunque parezca un arquitecto monomaterial, Benítez ha aprovechado el potencial de otros materiales, como el hormigón, para superar las limitaciones estructurales del ladrillo. La impresión es que la mayor complejidad programática y el aumento de los requerimientos operativos y técnicos no actúan como impedimentos para la adopción de estrategias ya recurrentes en su producción, incluso las de extrañamiento presentadas en este estudio; más bien, estas nuevas demandas parecen haber hecho más explícito el carácter expansivo, diverso e inclusivo de su extraña arquitectura.
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Notas
Notas de autor
ORCID: 0000-0002-4598-1354
suelen@castrocamerin.com
Información adicional
CÓMO
CITAR: Camerin,
S. (2023). Solano
Benítez y el extrañamiento como estrategia de proyecto. A&P Continuidad, 10(19),
doi: https://doi.org/10.35305/23626097v10i19.414
Enlace alternativo
https://www.ayp.fapyd.unr.edu.ar/index.php/ayp/article/view/414 (html)