Dossier temático
Recepción: 22 Julio 2021
Aprobación: 22 Octubre 2021
CÓMO CITAR: Feinsilber, S. (2021). Impacto de la globalización y la industria 4.0 en las exportaciones argentinas de manufacturas. A&P Continuidad, 8(15). doi: https://doi.org/10.35305/23626097v8i15.326
Resumen: El presente artículo indaga cómo impactan los aspectos políticos, económicos, productivos y tecnológicos en la composición de las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI) de la República Argentina, donde el diseño y la innovación son vectores de la puesta en valor. Las categorías globalización e industria 4.0 resultan centrales para la comprensión del actual paradigma productivo, lo definen y lo reconvierten en un proceso que está en plena transformación. A partir de la articulación de teorías económicas con el contexto geopolítico global contemporáneo, con la estructura productiva argentina y con casos de exportaciones argentinas donde el diseño traccionó a tecnologías digitales que caracterizan a la industria 4.0, se estudia el fenómeno desde lo general a lo particular.
Palabras clave: diseño, economía, exportaciones, industria 40, globalización .
Abstract: This article deals with the ways in which political, economic, productive, and technological aspects impact on the composition of the Argentine Republic´s exports of Manufactures of Industrial Origin (MIO), where design and innovation are vectors of value enhancement. Globalization and Industry 4.0 categories are central for understanding the current productive paradigm, they not only define it but also turn it into a major transformation process. The approach to this phenomenon ranges from its general to particular dimensions, it is based on the relation that the main economic theories have with the contemporary global geopolitical context, the Argentine export structure, and Argentine exports cases in which design has bolstered the use of digital technologies characterizing Industry. 4.0.
Keywords: design, economy, exports, industry 40, globalization.
Introducción
Incorporar variables macroeconómicas al estudio de los procesos productivos globales, permite entender el diseño industrial desde una perspectiva integral. Para poder abordar tal objetivo comenzaremos por un repaso de algunas de las principales teorías económicas que definieron a los modelos de desarrollo. En el análisis de las relaciones económicas modernas es necesario establecer las reglas que gobiernan el intercambio de los bienes, es decir, una teoría del valor. Quien sentó las bases teóricas de la primera revolución industrial fue el economista y filósofo escocés Adam Smith. Su teoría, que se concentra en la lógica industrial a partir de la división del trabajo, en el valor de cambio y en la búsqueda de una medida invariable del valor, va a sostener que el trabajo es el precio real de las mercancías. El trabajo es tomado como posible medida del valor de las cosas. En primera instancia, esas mercancías satisfacen las necesidades propias del mercado interno. Los excedentes de producción y la demanda de bienes que no produce la economía interna conjugan las plausibles relaciones comerciales con el sector externo. Tal perspectiva será resignificada a inicios de este siglo, donde la globalización empujada por los desarrollos tecnológicos –tanto a nivel comunicación como a nivel transporte–, posibilitará que las empresas no exporten necesariamente excedentes, sino que la exportación sea parte de su plan comercial.
Desde La riqueza de las naciones, Adam Smith naturaliza el hecho de que haya países que exporten productos manufacturados y otros países que exporten productos primarios (Smith, 1776/2010, pp. 143-147). David Ricardo,(Ricardo, 1817/1985, pp. 143-147) por su parte, profundizó esta controversial premisa desde el concepto de las ventajas comparativas, sentando las bases desde las que todavía en la actualidad, la ortodoxia económica analiza los desarrollos comerciales internacionales. Desde esta teoría, se propone que para que un país se desarrolle, se tiene que especializar en un sector, así se legitimaría una dialéctica de la dependencia donde hay países que exportan productos primarios, en los que no cabe la posibilidad de intervención del diseño y países que naturalmente exportan productos manufacturados. En oposición, existen teorías económicas de desarrollo vinculadas a la diversificación de la producción de un país, a partir de la generación de entramados productivos industriales con capitales nacionales, concepto que el economista argentino Aldo Ferrer (1927-2016) definía como densidad nacional (Ferrer, 2015, pp. 82-83), dimensión retomada por economistas considerados heterodoxos, como Alexander Hamilton (1757-1804), quien fomentó el proceso de industrialización estadounidense y Friedrich List (1789-1846) quien postuló la diversificación productiva para el desarrollo alemán del siglo XIX, perspectiva que posibilitaría años más tarde la creación de la escuela y el movimiento Bauhaus. En ese proceso de industrialización, el diseño es un actor clave desde una particular paradoja: promueve el desarrollo industrial y necesita de dicho desarrollo para poder constituirse como disciplina.
Para comprender integralmente el proceso productivo y su relación con las exportaciones, no solo deben tenerse en cuenta los beneficios y los costos, los precios y los mercados, sino también el factor humano. En ese sentido, el desarrollo teórico del economista inglés John Maynard Keynes incorpora en el pensamiento económico la dimensión de expectativas como elemento central de la producción y la ocupación. Al respecto, señala que debemos diferenciar las expectativas de corto plazo, que decidirán la producción diaria, y las expectativas de largo plazo, que impactarán en la inversión proyectada, la cual incide directamente en la capacidad exportadora del sector industrial, al considerar la incorporación de activo fijo, capital físico y la previsible reconversión y/o adaptación tecnológica (Keynes, 1936/2004, pp. 54-60). La falta de planificación y la gestión enfocada en las ventas inmediatas son limitantes que condicionan la incorporación de diseño en pequeñas y medianas empresas (PyMEs) argentinas y, paralelamente, van en detrimento de su perfil exportador. En el marco de la globalización contemporánea se da otra paradoja: para el desarrollo es fundamental la planificación empresarial a largo plazo y, por otro lado, la aceleración de los cambios de contexto la condicionan. Razón por la cual, la respuesta reside en la planificación y en la capacidad de adaptación de las empresas.
Las teorías sobre especialización vs. diversificación, a su vez, se interconectan con las posturas aperturistas vs. proteccionistas. Las regulaciones del comercio internacional han estado siempre en el foco de todas las discusiones, no solo las referidas a las distintas teorías económicas sino también a aquellas que tratan los matices de las relaciones políticas y sociales de cada Estado para con sus propios habitantes y para con las demás naciones con las cuales se interrelaciona. Encontramos posturas que propugnan un férreo control del flujo de exportaciones e importaciones, interviniendo directamente el mercado de bienes; otras, proponen una intervención indirecta a través de un entramado o red arancelaria. El argumento es la protección del sector industrial interno. Estas políticas generaron críticas como la que realizó el economista estadounidense Milton Friedman, quien enfatizó: “las ganancias que obtienen algunos productores gracias a los aranceles y otras restricciones quedan compensadas con creces por las pérdidas que sufren otros productores y especialmente los consumidores en su conjunto” (Friedman, 1983, p. 30).
Con estas bases se crearon programas económicos como El Ladrillo, el manual de economía política que llevó adelante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. Similar a la política económica de distintos gobiernos de la región que defendieron (y en algunos casos aún defienden) los intereses de sectores económicos concentrados y minoritarios, por sobre el bien común, con una mirada enfocada en la integración a la economía global, aunque sea en una situación de dependencia productiva, con una consecuente desindustrialización y reprimarización de los bienes exportados.
Una consecuencia directa fue la poca competitividad industrial de las naciones que aplicaron políticas aperturistas indiscriminadas sin un plan de desarrollo productivo dirigido. Tal como ocurrió en Argentina desde mediados de los años 70, con el objetivo de incorporar al país al mercado internacional, priorizando los sectores financieros externos por sobre los industriales locales, con una escasa inversión de capital genuino y desarrollo de activos acordes a las necesidades tecnológicas de la época. Tal proceso tuvo como consecuencia que el país no se adaptara al paradigma productivo dado por el toyotismo y, consecuentemente, que sufra algunas limitaciones estructurales para adaptarse a la etapa de la industria 4.0.
En su reciente libro Parece cuento que la Argentina aún exista, el economista argentino Mario Rapoport (2020) analiza críticamente el proceso que conlleva la globalización en la estructura económica de la Argentina. En este sentido, señala que
“está asociada con una ideología, el neoliberalismo, y con profundos cambios en el capitalismo: concentración industrial y financiera, nuevas tecnologías y formas de organización del trabajo, surgimiento y expansión de empresas multinacionales, desplazamiento de la hegemonía mundial hacia Estados Unidos, predominio de las exportaciones de capitales y un mundo donde las finanzas cobran supremacía sobre la producción” (Rapoport, 2020, p. 95).
Podemos afirmar que el proceso de la globalización, desde fines del siglo XX, generó una aceleración de dinámicas que incrementó el comercio internacional y modificó la matriz y los actores de las exportaciones globales. Este proceso se potenció a partir de la llamada industria 4.0 especialmente por el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la dinámica comercial y el desarrollo de los servicios.
Asimismo, podemos identificar una tercera paradoja, pues por un lado se extrapoló la distancia entre los grandes capitales financieros y los ingresos medios globales (Piketty, 2014, p. 77), y, por otro lado, PyMEs y emprendedores consiguieron entrar en dinámicas exportadoras, situación que en otros momentos históricos resultaba mucho más compleja y de difícil acceso, fenómeno que contribuyó a aumentar la democratización y diversifición de la producción de muchos sectores. De esta forma, no sería lógico plantear una oposición absoluta a la integración global como tampoco una aceptación pasiva a los condicionantes externos. Podríamos decir entonces que no tiene sentido la integración global indiscriminada, sino que la clave es promover una integración productiva inteligente, que defienda y estimule la diversificación productiva local.
Globalización y su incidencia en la matriz productiva argentina
En la Argentina, el proceso de desarrollo exportador enmarcado en la globalización repercutió con un considerable incremento de las exportaciones, pero fue relativamente bajo si se compara el rendimiento del país con otros pares. Cabe destacar que el relativo bajo impacto de las exportaciones en términos globales es común a todos los países de la región. Por ejemplo, si bien Brasil tiene un PBI superior, en la composición de tal indicador sus exportaciones representan un porcentaje inferior (la mitad proporcionalmente) comparado con el argentino, lo que significa un 10% del total del PBI brasilero, pero tal porcentaje que representa el 20% en el caso argentino, también puede ser pequeño si se lo compara con otros países como se ve en el siguiente cuadro (Fig. 1).
Argentina es un país industrializado; sin embargo, su perfil exportador no es significativo comparativamente con otras naciones desarrolladas. Inclusive, si se profundiza en la composición de sus exportaciones, el perfil es aún peor (en contraste con otros países, desde luego), pues las mismas están comprendidas por un alto grado porcentaje de materias primas y/o productos sin procesamiento industrial.
Resulta relevante el modo en cómo analizar el perfil de las exportaciones: la definición de los indicadores puede relativizar el fenómeno. De hecho, es habitual tomar los montos exportados en términos netos, usualmente desde los precios FOB (Free on board) de base aduana. Pero este indicador no contempla la composición, el impacto interno, la potenciación de I+D interno, la generación de trabajo ni la calidad del trabajo.
Exportaciones y manufactura de origen industrial en Argentina
Argentina posee un muy buen nivel de diseño si lo comparamos con otros países del mundo: la cantidad de profesionales, organismos, instituciones educativas que dictan contenidos proyectuales son un indicador de ello. Si bien ese capital no es completamente aprovechado en la industria local por los factores antes expuestos, sí posee la capacidad de crecimiento firme si se invierte en desarrollo de manera autónoma y programática. Muestra de ello es la solidez de exportaciones de sectores críticos en tecnología como maquinaria agrícola o equipamiento médico, donde hay empresas argentinas que son exportadores globales consolidados, como Mainero o Adox respectivamente. El país se diversificó productivamente durante el siglo XX: pasó de un modelo agroexportador, donde la especialidad era la regla, a un rico entramado productivo que estimula a la industria y la incorporación de diseño. La industria manufacturera argentina es uno de los sectores que más valor aporta al PBI local, cerca de un 20% de su composición, más que el 9% que aporta la producción primaria (INDEC, 2021). La diversificación de su economía es un aspecto positivo, ya que genera independencia de factores exógenos, así como amplía las posibilidades de intervención de diseño en la producción. Tal composición no se traduce literalmente en sus exportaciones: si bien son concentradas en cuanto a los actores, están diversificadas en cuanto a los sectores (Fig. 2). Poco a poco, cada vez son más las pymes que pueden exportar, si bien en la composición macro aún su influencia no es notoria.
Por otro lado, cabe destacar que el sector industrial manufacturero es uno de los principales generadores de empleo del país, así como el foco de la demanda de diseño. El fomento de las exportaciones de manufacturas hace que mejore su calidad productiva al tener que competir con estándares internacionales, mejora la calidad de los empleos y los procesos industriales.
Si comparamos las exportaciones argentinas de cereales y de transportes, dos de los principales sectores, podemos observar un comportamiento parejo. En este estudio de caso, al comparar el comportamiento exportador argentino en el período analizado de un sector primario como el cerealero –a partir del capítulo 10 del código aduanero y un sector manufacturero como el vinculado a la industria automotriz y de transportes a partir del capítulo 87 del mismo código– se puede observar un ritmo relativamente parejo, lo que da cuenta de la afectación paralela en distintos sectores, por los vaivenes del comercio internacional. Ambos pertenecen a los principales clusters exportadores argentinos, si bien el diseño impacta directamente en el sector transportes e indirectamente en los sectores primarios.
Como se puede observar en el presente gráfico (Fig. 3), es manifiesto el descenso parejo de las exportaciones en el 2009, efecto de la crisis económica internacional, desencadenada a raíz del crack financiero iniciado en los países centrales. Asimismo, se puede observar el superávit de los productos primarios sobre los manufacturados a partir del año 2015, paralelo a políticas aperturistas y las crisis regionales, dado que los principales destinos de los productos manufacturados argentinos son los países del Mercosur. Por un lado, se comprueba cómo los fenómenos económicos globales afectan de modo equivalente a todos los tipos de exportaciones y, por otro lado, la coyuntura económica y política local afecta a distinto ritmo al tipo de exportación e indirectamente a la incorporación de diseño e innovación. Los datos trabajados llegan hasta el 2019 porque la situación de las exportaciones globales a partir de la pandemia de 2020 fue muy atípica, presentó una baja del 50 % aproximadamente en ambos sectores, que se están recuperando en la medida en que la situación epidemiológica global se va normalizando.
Evolución histórica del proceso productivo industrial argentino
Tal como plantea el economista Bernardo Kosakoff (2007, pp. 9-21), la estructura industrial argentina estuvo desfasada respecto a las etapas industriales de las principales potencias exportadoras durante los siglos XIX y XX. Se puede afirmar que desde la etapa colonial –donde la producción era exclusivamente extractivista– se pasó al modelo agroexportador, donde la primarización de las exportaciones se mantuvo, al exportar exclusivamente productos primarios, como lana, azúcar, maíz o carne. No se realizó el cambio de la matriz de las exportaciones sino, fundamentalmente, de los beneficiarios, con una intervención relevante de Gran Bretaña y de EEUU, sobre todo a partir de la instalación de frigoríficos como, por ejemplo, Swift.
A partir de los años 30 se dio un proceso de marcado crecimiento industrial en Argentina, impulsado por la denominada industrialización por sustitución de importaciones (ISI), en el marco de un paradigma productivo fordista. Este tipo de desarrollo industrial fue creciendo paulatinamente, impulsado en los años 40 con un rol activo por parte del Estado Nacional; para los años 50, la producción industrial principalmente abastecía al mercado interno, y las exportaciones de manufacturas industriales superaban las de productos primarios (Rougier, 2021). Tal es el caso de SIAM, empresa argentina que tenía un muy buen rendimiento en las exportaciones regionales, pero, comparativamente, la proporción continuaba siendo baja en relación a su facturación. En esa época y como consecuencia de ese proceso de industrialización argentino, el diseño comenzó a tomar forma como disciplina autónoma en el país, hasta institucionalizarse en los años 60 desde la academia, el campo profesional y el industrial.
A partir de los años 70, la producción industrial global entra en un nuevo estadio, signado por la estructura toyotista en la denominada tercera revolución industrial. Este proceso quedó trunco en Argentina, por procesos de desindustrialización dirigidos por distintos gobiernos de facto –desde Onganía hasta Videla– signados por políticas económicas neoliberales, las que continuaron durante gobiernos democráticos. Esto último no permitió incorporar tecnología y desarrollo en sintonía con el proceso global. Este aspecto repercutió en la reprimarización de las exportaciones, con algunos impases específicos como la industria automotriz vinculada posteriormente al incipiente Mercosur. Si bien los sectores industriales sufrieron retrocesos considerables con falta de inversión, generando obsolescencia tecnológica, el sector manufacturero industrial no desapareció completamente. Una vez que se diseña, se desarrolla y se construye una capacidad instalada, el know how social se mantiene, más allá de la cantidad de profesionales exiliados, por motivos políticos y/o por falta de oportunidades de desarrollo profesional, determinados por los períodos de desindustrialización mencionados que sufrió el país.
Durante este período, los setenta y los incipientes ochenta, el gap tecnológico en relación al proceso global se expandió, lo que profundizó la primarización de las exportaciones. En este contexto, la germinación y puesta en marcha del Mercosur, desde los 80 e implementada en 1991, permitió un crecimiento regional clave para las exportaciones de MOI, siendo Brasil el principal destino, más allá de los altibajos de la relación comercial.
En este nuevo siglo, a partir del 2003, las exportaciones argentinas aumentaron sostenidamente y particularmente las industriales, aparejado a ese proceso, la cantidad de profesionales, instituciones y referencias de diseño también se incrementó en todo el país. El crecimiento exportador se mantuvo, hasta que la crisis de las subprimes, en forma global, y, particularmente, la crisis de Brasil en el ámbito regional afectó dicho rendimiento a partir del año 2011.
En el siglo XXI la denominada industria 4.0 generó impactos a nivel global. Pero en Argentina no hubo una incorporación pareja, pues aún muchas industrias mantienen un esquema del estilo fordista. De todas formas, destaca en tal proceso el crecimiento sostenido de los servicios en la composición de las exportaciones, en particular las TIC y los servicios profesionales, fenómeno relativamente reciente, impulsado por las tecnologías digitales de alcance global.
El impacto de la industria 4.0
A partir del 2010 se da un proceso industrial signado por la digitalización: internet cambió la sociedad en su conjunto y consecuentemente sus modos de producción. Nuevas concepciones productivas como internet de las cosas (IoT), inteligencia artificial, big data e impresión 3D, plantearon una reconversión industrial con su consecuente repercusión en los modelos de organización. A partir del 2011 a este nuevo paradigma productivo se lo denomina cuarta revolución industrial o industria 4.0. El impacto de estas tecnologías, y de las lógicas que lleva implícitas como paradigma productivo, propició el cambio de un modelo con economía lineal a un modelo de economía circular, que entiende a los productos y servicios desde el análisis de ciclo de vida de forma integral y sistematizada. Este proceso afectó a todas las instancias del proceso de diseño, la investigación, la producción y la implementación.
A su vez, en este período, el rol del factor humano, pensar soluciones centradas en las personas y a la vez considerar la problemática de la adaptabilidad del recurso humano a los nuevos puestos de trabajo, reposicionó el lugar de los servicios en la composición de las exportaciones a nivel global. Paralelamente, los costos de los medios de transporte y los tiempos se redujeron considerablemente hasta el parate de la pandemia del 2020, lo que facilitó que cada vez pymes más pequeñas puedan llegar a exportar de modo regular. Las tecnologías funcionaron como facilitadoras o como articuladoras entre distintos procesos. Estos recursos se vienen incorporando parcialmente en el entramado productivo local, si bien generan una tracción integral a la reformulación productiva que afecta linealmente a las exportaciones argentinas y a su potencialidad futura.
La nueva lógica productiva de la industria 4.0 y las exportaciones de MOI argentinas
La economía argentina es diversificada como se detalló y, a su vez, no toda la industria manufacturera posee el mismo nivel de desarrollo, por lo que no se puede tomar el nuevo paradigma como un todo homogéneo. Hay distintos niveles de incorporación de factores vinculados a la industria 4.0 en las empresas argentinas, si bien indefectiblemente todas están afectadas por el paradigma tecnológico actual, lo quieran o no. Por ejemplo, numerosas empresas pueden tener digitalizada su comunicación y aprovechar las redes sociales para investigar hábitos de consumo de potenciales clientes, pero ese nivel tecnológico es relativamente bajo si se las compara con las que incorporan sistemas inteligentes de proceso de información para la anticipación de escenarios futuros. A continuación, se detallarán los aspectos más característicos de la llamada industria 4.0 y se ejemplificará su incorporación con casos locales.
Software, simulación y tecnologías inmersivas
La velocidad de testeo y prototipado se amplió exponencialmente a partir de sistemas de software para la simulación digital, lo que abrió a los procesos de diseño una velocidad y una precisión inéditas, tanto en su proyección como en su implementación. Hoy por hoy, muchos productos se exportan en conjunto con un sistema digital que hace a su funcionamiento, una de las razones por las que los servicios de programación como sectores exportadores indirectos crecieron vertiginosamente. De esta manera, la realidad aumentada y el software de simulación se exportan tanto indirectamente en productos manufacturados como directamente, tal es el caso a modo de ejemplo de la empresa Delta 3, quienes desarrollan dispositivos de realidad aumentada para simuladores de distintos tipos de maquinaria, desde grúas hasta aviones (Fig. 4). La empresa desarrolla desde la maquinaria del dispositivo, el software, hasta la animación del escenario, lo que les permitió exportar a destinos como México, Estados Unidos o Italia entre otros países altamente industrializados.
En vínculo directo al software de simulación se complementan las tecnologías inmersivas. Si bien impactan en el prototipado y la generación de proyectos, su incidencia fundamental se da en el sector videojuegos. Es una industria que a nivel global viene creciendo de forma sistemática; hoy por hoy su cuota de mercado es mayor que la de las industrias del cine, series y música juntas. Argentina no se queda atrás en este sector; según la Cámara Argentina de Videojuegos (ADVA) el 80% de la producción local se exporta, siendo regionalmente un actor relevante.
Manufactura aditiva
Si bien aún la impresión 3D no es sustentable ni es económica, salvo para determinados productos, cabe la posibilidad de que con el avance de esta tecnología se reconfigure el esquema entero de exportación de manufacturas. Actualmente, la manufactura aditiva impacta de modo contundente en la posibilidad del testeo dinámico. Hoy la iteración en la etapa productiva a partir del concepto de producto mínimo viable, permite ajustar propuestas de forma efectiva y acelerada. Para ello la fabricación 3D permite un prototipado con la capacidad de potenciarse junto a los desarrollos digitales como las metodologías BIM. De esta forma la impresión 3D reconfigura la concepción de producción a demanda. Si bien en productos finales su exportación aún es incipiente, cabe la posibilidad de que en un futuro cercano, se exporten solo los modelos industriales para que se impriman en el mercado destino, ahorrando recursos y potenciando la sustentabilidad del proceso.
Seguridad ciberfísica
Otro efecto de los desarrollos digitales del actual paradigma productivo, son los procesos de blockchain, los que potenciaron no solo las gestiones empresariales y administrativas, sino fundamentalmente las posibilidades de medir la trazabilidad, resignificando la consciencia sobre las huellas ambientales. El fenómeno es tan reciente que aún no hay legislación global que lo comprenda en tiempo y forma, pero la preocupación ambiental hace que cualquier proyecto exportador que visibilice su trazabilidad, sume elementos a su propuesta de valor, en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 propulsados por la ONU (ONU, 2021).
Las criptomonedas aún no están validadas como moneda de intercambio para exportaciones. pero, en sintonía con las crisis sostenidas que viene teniendo el dólar estadounidense como moneda de intercambio global, principalmente a partir de que en los 70 dejó de tener respaldo en oro, abre posibilidades de que en un futuro cercano los medios de intercambio se reconfiguren.
Inteligencia artificial
Tal vez sea el punto más polémico de la nueva revolución industrial, estudiado en sus componentes éticos desde distintas especialidades tanto técnicas como sociales (Byung-Chul, 2014; Harari, 2016). El lugar supeditado que pone a la especie humana es muy distinto a las predecesoras tecnologías, impactando en las relaciones laborales como en la toma de decisiones estratégicas.
Debemos aclarar que el impacto en las exportaciones argentinas es más fuerte en el sector servicios que en el manufacturero, quedando atrás de países como China o Alemania, quienes lideran las implementaciones de inteligencia artificial para procesos industriales, efecto que limita la posibilidad de competencia en ciertos sectores.
Internet de las cosas (IOT según sus iniciales en inglés)
La posibilidad de trabajar con programas y apps online permitió una unificación tecnológica que fortaleció los procesos de globalización. Sin embargo, la velocidad de navegación determinada por los tendidos de conectividad aún no está federalizada, dejando diferentes lugares de nuestro país por fuera de la simple posibilidad de desarrollo productivo. Es interesante señalar que distintos productos argentinos exportados, como por ejemplo la domótica, se benefician de la posibilidad de no depender del traslado físico de ciertos componentes. Un ejemplo de exportación en este sector es el de Rubén Amsel Lighting Group (Fig. 5), quienes exportan a toda Latinoamérica como a Estados Unidos.
Robótica colaborativa y autónoma
Si bien la robótica fue un proceso propio de la tercera revolución industrial (toyotismo), como ya se analizó precedentemente, en Argentina no tuvo un impacto muy significativo. En los últimos años, se fue incorporando, acoplado a otros procesos productivos, destacándose en los sectores de maquinaria agrícola, autopartes y equipamiento médico (tres de los principales sectores de MOI exportadores argentinos). Tales procesos son incipientes y no tienen aún punto de comparación con los desarrollos de países punta en producción automatizada como puede ser el caso de Alemania, quien hoy por hoy lidera junto a China este tipo de tecnologías.
Computación en nube
La posibilidad de generar productos con elementos integrados a la web potenció sus interfases y prestaciones. Tales productos, si les anexamos los servicios de posventa, dejan de ser simples objetos y pasan a ser sistemas integrales. Por ejemplo, en el mencionado sector de maquinaria agrícola, la geolocalización permite analizar en tiempo real factores climáticos y estadísticas productivas para determinar el modo y el momento en que conviene implementar un proceso como el fumigado o la hidratación. En este sentido, la empresa Pla, oriunda de Las Rosas (Santa Fe), ha generado un habitáculo totalmente digitalizado, diseñado en conjunto con el estudio BCK (Fig. 6), lo que le permitió exportar a lugares como Rusia y Ucrania, hasta que la adquirió la firma internacional John Deere. La propuesta es un sistema de control del suelo; pasa a ser una idea intangible más que una fumigadora, además de nafta funciona conectada a la red, permitiéndole un control y seguimiento a la distancia y facilitando la exportación.
Big data
El manejo de la información de gran escala y en tiempo real permite estudios de mercado y de impacto antes impensados; asimismo, tiene una fuerte influencia en distintas escalas productivas. Por su parte, el marketing digital abrió la posibilidad de generación de campañas promocionales mucho más efectivas, dirigidas y accesibles. En tiempos precedentes pocas empresas tenían posibilidad de implementar campañas de marketing tradicional internacional por los costos que implicaba.
La posibilidad de procesar flujos de información cada vez mayores, implica una ventaja competitiva clave, que extrapola la brecha productiva ante el acceso a la información y la inteligencia en su procesamiento. Esta nueva posibilidad de acceso a inputs de información en tiempo real impulsó una visión estratégica e interconectada que afectó las lógicas del diseño hacia la optimización de procesos y la creación de nuevos productos y sistemas. Genera al país nuevos nichos en el marco de una carrera global en la que quedarse atrás implica no integrarse al comercio global.
La calidad de la educación argentina cruzada con su estructura industrial diversificada, favoreció a que los sectores vinculados a los servicios crecieran en sus perfiles exportadores, así como algunos sectores manufactureros, en un proceso que aún está en desarrollo.
Conclusiones
La reciente globalización posmoderna presenta diversas paradojas que impactan en la dinámica de las exportaciones argentinas y, consecuentemente, en el lugar del diseño.
Por un lado, se democratizaron los recursos productivos, permitiendo que un mayor número de pequeñas y medianas empresas pudieran exportar; pero, por otro lado, el gap entre los grandes sectores financieros y los sectores manufactureros se incrementó repercutiendo en las reglas del juego; la cantidad de empresas argentinas en las que su mayoría accionaria fue adquirida por capitales extranjeros es relevante, como se comentó con el caso de la empresa santafesina Pla.
El impacto de las nuevas tecnologías definidas como industria 4.0 generó un efecto similar; una gran cantidad de empresas lograron incorporar procesos tecnológicos avanzados, pero pocas dominan o determinan tales tecnologías. El caso más paradigmático es la relación con Google: numerosas empresas exportadoras argentinas se potencian con sus prestaciones, pero están lejos de poder dominarlas, generando un nuevo tipo de dependencia tecnológica que se extrapola en relación a épocas pasadas.
La historia de las manufacturas productivas de origen industrial en Argentina nos muestra los condicionamientos, no solo tecnológicos, sino también los que padece por las aperturas desregulatorias indiscriminadas que afectaron su perfil productivo y, en consecuencia, su perfil exportador.
Para que la industria argentina se vincule con el mundo de una manera inteligente, resulta crucial poder pensar localmente, a fin de tener autonomía tecnológica e industrial. La noción de autonomía implica libertad y desarrollo: hoy por hoy no significa cerrarse o no vincularse, sino fundamentalmente no depender para poder tener margen de negociación. Desde ese punto de vista, podemos decir que hoy economía e industria chinas dependen de dinámicas internacionales, pero a su vez tienen autonomía ya que pueden tomar decisiones por sí mismas, aspecto que les posibilita un desarrollo consistente. Resulta clave la articulación entre el desarrollo externo con el interno para la generación de sectores industriales fuertes, gestionados por capitales locales que puedan contemplar y proyectar los procesos en el largo plazo. En un momento de reconversión productiva global a partir del paradigma denominado industria 4.0, impacta en una reestructuración geopolítica global con nuevos vínculos entre países, empresas y organismos supranacionales, surgen inmensidad de nuevos nichos que para aprovecharlos la sociedad en su conjunto debe estar enfocada. Así como Argentina llegó tarde a industrializarse comparativamente en la primera revolución industrial, pudo tener un salto productivo considerable a partir del fordismo y un estancamiento en la etapa toyotista. De este modo, es un buen síntoma que se estén ampliando los contenidos vinculados al diseño estratégico como a la tecnología digital en todo el país, de cara a estar al día y ser autónomos en el paradigma de la industria 4.0. La repercusión de ese efecto son los ejemplos de diseño enumerados, en una matriz productiva que aún tiene mucho por crecer, lo que puede ser visto como una enorme oportunidad.
Referencias bibliográficas
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Notas de autor
ORCID: 0000-0002-2562-3621
sebastian.feinsilber@gmail.com
Información adicional
CÓMO CITAR: Feinsilber, S. (2021). Impacto de la globalización y la
industria 4.0 en las exportaciones argentinas de manufacturas. A&P
Continuidad, 8(15). doi: https://doi.org/10.35305/23626097v8i15.326
Enlace alternativo
https://www.ayp.fapyd.unr.edu.ar/index.php/ayp/article/view/326 (html)