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Narrativa, performatividad y acontecimiento en el sistema global. Jean Françoise Lyotard y Walter Benjamin en diálogo
Narrative, Performativity and the Event in the Global System. Jean Françoise Lyotard and Walter Benjamin dialogue
Revista Filosofía UIS, vol.. 17, núm. 2, 2018
Universidad Industrial de Santander

Artículos

Revista Filosofía UIS
Universidad Industrial de Santander, Colombia
ISSN: 1692-2484
ISSN-e: 2145-8529
Periodicidad: Semestral
vol. 17, núm. 2, 2018

Recepción: 02 Mayo 2017

Aprobación: 07 Diciembre 2017

Resumen: en El tiempo hoy texto de 1988 de Jean François Lyotard, se discute una visión del mundo contemporáneo como una gran mónada. La apuesta permite problematizar la performatividad del sistema financiero y su relación con la forma actual del capitalismo. Este artículo asume esta lectura y desde diversos textos de Jean Françoise Lyotard y de Walter Benjamin, se pregunta por las posibilidades de una resistencia/interrupción frente a la performatividad del sistema global, proponiendo en algunos de los acontecimientos políticos de los últimos años la emergencia de un tiempo vivo con potencia de acontecimiento.

Palabras clave: sistema global, grandes narrativas, globalización económica, performatividad, neoliberalismo, movimientos sociales.

Abstract: in The Time Today a 1998 text, Jean François Lyotard proposes a vision of the contemporary world as a great monad. Lyotard´s argument aims to problematize the performativity of the financial system and its relation with the current form of capitalism. This article assumes such a perspective, which is complemented with other works written by Jean Françoise Lyotard and Walter Benjamin. It questions the possibilities of a resistance / interruption against the performativity of the global system. Some recent political events are proposed as “living time” with a potency to become an event.

Keywords: global system, grand narratives, globalization, performativity, neoliberalism, social movements.

Entrada

1. La gran mónada

En El tiempo hoy, trabajo escrito por Jean François Lyotard en 1988, se discute una visión del mundo contemporáneo que se asemeja a una “gran mónada”, la idea, “cuasi leibniziana” como el mismo Lyotard (1998, p. 72) la define, permite pensar la red informática que se extiende hoy sobre el planeta, como una capacidad global de memoria. Desde una de las intuiciones fundamentales que guía la obra de Leibniz y remitiéndonos al aspecto comunicacional y financiero del capitalismo contemporáneo, Lyotard nos conduce a pensar dos límites extremos en la capacidad de sintetizar información: uno mínimo, el otro máximo. La capacidad de memoria de la red global se acercaría al límite máximo, que en la obra de Leibniz está representado por Dios como mónada absoluta, capaz de recordar la totalidad de las informaciones que constituyen el mundo, en una retención completa. Esta memoria absoluta encontraría su máxima potencia, al acercarse a una síntesis de tiempos diferentes en uno solo. Al ser capaz de almacenar y transmitir cada vez mayores cantidades de información: “para ella, el futuro estaría siempre dado” (Lyotard, 1988, p. 67).

Dada su extensión y derivaciones, la red global ha hecho posible plantear un nuevo mapa mundial. En él encontraríamos ubicaciones geográficas de redes densas, redes ralas y blancos (Brunn y Leichbach, 1991). Nuestras localizaciones pueden ser pensadas ahora, según la intercomunicación con los lugares de mayor o menor densidad en el planeta. Los mayores centros de comunicación, los lugares más “conectados”, se encuentran como ya lo sabemos en el interior de Europa y entre América del Norte, Japón y Europa, a lo largo de las rutas comerciales más importantes. En este orden de ideas Nueva York sería, la ciudad más “enchufada” del mundo. En 1998, el World Trade Center fue señalado por Lash y Urry como uno de los principales nodos de esta “malla” al interior de la ciudad de Nueva York, lo cual nos devuelve una particular perspectiva del 11 de septiembre de 2001[3].



El trafico global de interne
Vozfon. goo.gl/U8iULa

A pesar de versiones optimistas, según las cuales este panorama nos colocaría frente a la posibilidad de una “intercomunicación” global, debemos aceptar que la comunicación dentro de la “gran monada” es asimétrica y que la diferencia entre quienes trasmiten y reciben la información, tiene clara relación con una estratificación determinada por diferencias de poder y acceso a los medios de comunicación. Las mayores cantidades de información son en general transmitidas desde lugares de mayor poder económico, donde son más “densas” las telarañas. Ya hemos señalado geográficamente estos espacios, que podemos decirlo ahora claramente, se corresponden con los centros del sistema–mundo (Wallerstein, 1998).

El trasfondo que soporta la red global y que permite su interconexión y gran movilidad, está determinado entonces significativamente, por instituciones específicas: las instituciones del mando económico. La gran monada hace viable entonces, al capitalismo contemporáneo. Esta interconexión ha agilizado la movilidad de sujetos y objetos a escala global, haciendo posible el orden económico que habitamos, orden que ha sido denominado por algunos autores capitalismo desterritorializado (Lash y Urry, 1998), por otros, capitalismo global (Robinson, 2007; Zizek, 2016).

Independientemente de su denominación, resulta claro que el hecho se corresponde con el orden que impone el neoliberalismo económico a partir de los años setenta. Dentro de él, los estados nación han sido desplazados paulatinamente como referentes, su regulación ha sido remplazada por la regulación de los mercados, lo cual ha generado el ascendente movimiento y deslocalización de industrias y capitales hoy dominante, que se continúa desplegando de acuerdo a las ventajas competitivas que ofrecen en términos legales y económicos algunos contextos geográficos frente a otros. Las formas de producción y de trabajo contemporáneas, incorporan así dentro de su funcionamiento un fuerte elemento de traslación, que se expresa en el desplazamiento de fábricas, trabajadores e insumos, con miras al aumento de la rentabilidad de las empresas.

Este nuevo orden permite también, la consolidación de una de las características más importantes del sistema: su creciente carácter especulativo. A pesar de la crisis del capitalismo financiero en el 2008 e incluso del ascenso en los últimos años de gobiernos que proponen el cierre de sus fronteras y la protección de los mercados, no mucho ha cambiado en este sentido. Hoy continúa siendo más rentable invertir en la bolsa, que producir bienes de consumo. Y uno de los conocimientos que continúa siendo más valorado en las escuelas de economía y administración de todo el mundo, es el de los mercados financieros. Este, sigue brindando la posibilidad de inversiones y ganancias a muy corto plazo a partir de simples movimientos de la bolsa. Más que de la venta de aquello que producen, muchas empresas del mundo, obtienen hoy sus dividendos gracias a inversiones en el mercado financiero. La diferencia entre estos dos tipos de ganancias, fue calculada por Manuel Castells en el año 2000 en una proporción de diez a uno.

En una imagen que permite recoger lo que he discutido en esta introducción, Brian Holmes (2004) propone (a partir de la instalación “Leviathan” de Thomas Feureinstain), que, si bien el sistema financiero global puede ser pensado como el cerebro de esta forma de capitalismo, la fibra óptica debe ser propuesta como su sistema nervioso.



Leviathan” de Thomas Feureinstain
Media geographies. http://mediageographies.blogspot.com.co/2004/10/brian-holmes-flowmaps-imaginaries-of.html

Retomando la imagen mítica del “Leviathan”, Feureinstain propone en 2003 una instalación que presenta a la gran red global, como una inmensa medusa, cuyo sistema nervioso está constituido por fibra óptica. El aviso de la FIAT como trasfondo, recuerda el cerebro del monstruo y la deslocalización que realizo la compañía en 2002 en búsqueda de escenarios más favorables para su producción, lo que implico el despido de miles de trabajadores italianos[4].

2. Performatividad y acontecimiento

Puede decirse que existe una correlación estrecha y pertinente entre loque llame la mónada en expansión, producida por el dispositivo tecnocientífico, con el predominio del capitalismo en las sociedades más“desarrolladas” y, en particular con el uso que ellas se hace del dinero.(Lyotard, 1998, p. 73).

“La moneda aparece aquí, por lo que verdaderamente es, tiemporeservado con miras a prevenir lo que adviene” (Lyotard, 1998, p. 73).

El funcionamiento económico y financiero contemporáneo, altamente artificial, altamente inmaterial, requiere de esta performatividad: el futuro debe estar predeterminado y asegurado, para que el sistema pueda funcionar. Lo que ya es conocido no puede en principio experimentarse como un suceso. Si se quiere controlar un proceso, la mejor forma de hacerlo es subordinar el presente a lo que vendrá (controladamente) en el futuro, en estas condiciones el futuro dejará de abrirse a un después indeterminado, dejando de lado toda posibilidad de acontecimiento (Lyotard, 1998). Lo que sucede después del ahora, deberá así asegurarse —performarse—, en el presente:

El intercambio requiere que lo que es futuro sea como si fuera presente, garantías y seguros son medios de neutralizar, de prevenir, decimos nosotros el advenir. Según esta manera de tratar el tiempo, el su-ceso depende del pro-ceso informacional, que consiste en asegurarse de que en el momento t prima no puede advenir otra cosa que la ocurrencia programada del momento t (Lyotard, 1998, p. 73).

El sistema comunicacional que soporta al neoliberalismo, permite el funcionamiento de creciente anticipación del futuro requerido para hacer exitosas las transacciones financieras dentro del orden económico que habitamos. Esta elevada determinación, se ha agudizado al punto de permitir la alta especulación que caracteriza al sistema económico contemporáneo. Se podría decir que esta anticipación, se ha convertido en uno de sus mecanismos de articulación. La red-mónada tiene entonces como una de sus labores hacer más flexible y previsible el intercambio. Para Lyotard (1998) el problema de esta acción, no tiene que ver solamente, con los contenidos de la transmisión que hacen los centros de la gran red hacia su periferia. El principal problema, tendría que ver, ante todo, con el establecimiento de una forma altamente performativa dentro del funcionamiento económico mundial. Este tipo de performatividad cierra el espacio a la contingencia y al acontecimiento, categoría central dentro de la discusión lyotardiana que designa la indeterminación y la potencia de todo aquello que queda por fuera de los ordenamientos de las grandes narrativas y que por eso da lugar al pensamiento y a la diferencia. En ese sentido la performatividad cierra el espacio a lo otro, y desde allí también a las posibilidades del verdadero pensamiento.

3. Más allá de los metarrelatos

En definitiva, una racionalidad no merece su nombre si niega su parte a lo que hay de pasibilidad abierta y creatividad incontrolada en la mayoría de los lenguajes, incluido el cognitivo. En la medida en que entraña efectivamente una negativa tal, la racionalidad técnica, científica y económica, mercería más bien el nombre de ideología (Lyotard, 1998, p. 79).

Si retomamos algunas de las más célebres discusiones lyotardianas, en el mundo moderno la ley estaría signada en muy buena medida por grandes narraciones que le dan un sentido y una dirección a todo lo indeterminado, a lo otro: a lo que es acontecimiento. Nos referimos aquí, a la discusión lyotardiana sobre las grandes narrativas de la historia. La fuerza de las grandes narrativas, que también podemos denominar metarrelatos, es la de determinar, la de decir dentro de parámetros establecidos, —juegos que se arrogan una idea de verdad—, lo que es pensable y posible: lo que es ley (Lyotard, 1988). Desde esta lectura, la modernidad no podría ser comprendida, como un período histórico. Ella sería más bien una manera —modo— de dar forma a una secuencia de momentos, con el fin de que estos acepten un índice elevado de contingencia (Lyotard, 1988). Narrar dando un término o un principio de determinación, es una manera de controlar el acontecimiento para que este sea asimilado dentro de la cadena narrativa. En este sentido, un metarrelato tiene la capacidad “globalizante” de imponer a otros relatos su finalidad. Se constituye con él una especie de monopolio del ser, que subsume o excluye las versiones de la diferencia (Lyotard, 1988). Y resulta clara la conexión de esta idea, con la imagen del modelo global que se impone hoy sobre el planeta.

Aunque los metarrelatos siguen funcionando dentro del mundo contemporáneo, quizás siendo particularmente fuertes en sus apuestas de despliegue en los espacios de la periferia del sistema, Lyotard (1998) sugiere en uno de sus últimos textos, que su invocación no resulta ya tan necesaria. Si bien el funcionamiento del mundo contemporáneo, como un metarrelato, cierra las puertas al acontecimiento, su forma de trabajo opera hoy, en un sentido diferente al de las grandes narrativas. Podemos pensar que toda estrategia narrativa posibilita conjuntos materiales determinados (Flores-Pons, Iñiguez y Martínez, 2015), sin embargo, hoy en día estos conjuntos materiales —pensemos en la red global—, comienzan a operar por sí mismos. Así, más que funcionar a partir de un metarrelato, el sistema global funcionaría hoy desde la administración —performatividad— de la vida diaria. Si la globalización como fenómeno necesario es hoy en día un discurso dominante que no se cuestiona, es tal vez precisamente, porque su carácter es ya performativo.

En este orden de ideas, los metarrelatos podrían sobrar hoy. Su contenido ya no es necesario, pues la mónada asegura una performatividad que se inserta como característica funcional del sistema. Esta performatividad tiene hoy en día un marco más mecánico que retórico (Lyotard, 1995) y se asemeja más a un mecanismo hidráulico que a un diálogo de razones. Quizás por esta razón habitamos un tiempo que algunos autores denuncian como pospolítico, donde la discusión de las cuestiones de fondo resulta sobrante, pues el centro de la disputa se ha desplazado a la discusión de las formas que permitirían (asegurarían), que el sistema se mantenga funcionando (Mouffe, 2017). Para Castells (2000) hemos creado un autómata alimentado por informaciones que llegan de todos los lugares del mundo. Lyotard lo diría de la siguiente manera:

La única ley de esta hidráulica compleja, es bastante simple, consensual por lo demás, democrática, como condición sine qua non del pasaje de los flujos es que estos hagan trabajar el sistema. Un trabajo que acreciente su capacidad de producir resultados (performativité). El gasto pulsional es bueno si puede ser intercambiado es decir productivo y el goce si puede ser reinvertido (Lyotard, 1995, p. 3).

4. Reescribir la modernidad

Para Aaron Swartz

"Estar dispuesto a acoger aquello que el pensamiento no está preparado para pensar, eso es lo que cabe llamar pensar” (Lyotard, 1998, p. 80).

“Verdadero visionario, es aquel que vuelve la espalda al futuro”(Benjamin, 1982, p. 183).

En lo que sigue quisiera preguntarme por la posibilidad de una resistencia o de una intervención/interrupción frente a los hechos que he descrito hasta ahora. Para hacerlo trabajaré a partir del célebre fragmento del Ángel de la Historia de Walter Benjamin. Lyotard (1988, 1997) realiza alusiones a las discusiones benjaminianas señalando la rebeldía que ellas albergan frente a los relatos y sistemas totalizadores. En relación al Ángel de la Historia señalaré inicialmente, su gesto de desobediencia: a pesar de ser empujado hacia adelante por un viento que opera como un mecanismo sin posibilidad de ser detenido, él vuelve la cabeza para mirar las ruinas que ha dejado en su camino. Aquí el célebre noveno fragmento de Las tesis de la filosofía de la historia:

Hay un cuadro de Klee que se llama Ángelus Novus. En él se presenta a un ángel que pare como si estuviese a punto de alejarse de algo que lo tiene pasmado. Sus ojos desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y ese deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual él vuelve la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso (Benjamin, 1982, p. 183).

El huracán que se ha enredado en las alas del ángel resulta similar al movimiento imparable de complejización del sistema económico contemporáneo, como sabemos este movimiento también se hace acompañar de nombres como “desarrollo” “globalización” y “progreso”. Lyotard (1998) señala, retomando la imagen benjaminiana: “que la especie humana por así decirlo, parece empujada hacia delante por ese proceso, sin tener la menor posibilidad de dominarlo” (p. 71). En la imagen de Benjamin sin embargo, el ángel se ha detenido y en esa detención, que en principio es acto y no relato, se juega en buena medida un gesto que dota al presente de una nueva fuerza.

Al romper la continuidad de un tiempo predeterminado, el presente se constituye en algo diferente al momento que anticipa el futuro y aparece en él una nueva potencia. Emerge también un pasado distinto, que rompe con la narrativa establecida. El gesto del ángel desintegra una secuencia de información, y señala algo que no es lo esperado: “donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina” (Benjamin, 1982, p. 183).

Stepháne Mosès, amigo personal de Benjamin y quizás uno de los mejores comentaristas de su obra, señala como con la imagen del ángel de la historia se hace claro que el mesianismo ya no se debe concebir como la espera de la apoteosis que se producirá al término de un tiempo lineal y continuo sino como: “la posibilidad, que se nos da a cada momento, de que acontezca algo nuevo” (Mosès, 1997, p. 38). En los tiempos que corren, la narrativa del progreso comienza a ser impugnada por anuncios apocalípticos. Como ha señalado Donna Haraway (2004), en los dos casos (“el sistema nos conduce al progreso” o “el sistema nos llevará a la destrucción”), continuamos habitando narraciones judeo-cristianas (ahora secularizadas), mesiánicas o del fin de los tiempos, que propondremos, cierran la posibilidad del acontecer e impiden habitar un tiempo vivo, concepto discutido por Antonio Negrí para proponer la posibilidad de un tiempo productivo por fuera del tiempo del capital (Cifuentes, 2007). Tiempo del acontecimiento.

Diremos entonces que el tiempo que rescata la imagen del ángel de la historia, implica ante todo un cuestionamiento a la creencia en una historia portadora en sí misma de un sentido, por eso permite la aparición de un modelo diferente de temporalidad, abierto a la irrupción imprevisible y de lo nuevo (Mosès, 1997). La mirada del ángel recobra también aquellos momentos del pasado dejados de lado por la gran narrativa. Se libera con ella una nueva potencia y aparece la posibilidad de que no haya nada inevitable en el futuro. Una misma temporalidad fundamentalmente aleatoria, es decir suficientemente independiente de los principios de continuidad y de causalidad aparece. Esta nueva temporalidad tiene relación en la obra de Lyotard, con la emergencia del tiempo del acontecimiento, que implica la posibilidad de una reescritura de la modernidad. Se trata de acoger el acontecimiento que rompe la cadena de datos. Aceptar el acontecimiento en toda su potencia, como espacio de lo nuevo y como espacio del verdadero pensamiento.

Salida

5. Aviso de diluvio

Frente a la performatividad del sistema global, parecería claro que algunos de los más fuertes acontecimientos de nuestra época se relacionan con la crisis financiera de 2008, que comienza a ser propuesta como el inicio de una reconfiguración dentro del capitalismo global (Harvey, 2008). El momento parece implicar un quiebre, un nuevo fallo en la capacidad del sistema para asegurar y performar el futuro.

De diversas maneras habitamos el espacio abierto por este hecho, que parece inaugurar un nuevo periodo. Distintos autores han señalado que la forma como resolvamos esta crisis, determinará en buena medida, el rumbo de las sociedades por venir (Harvey, 2008; Wallerstein, 2009; Petit, 2009; Swartz, 2012). Con esta afirmación se nos anuncia un futuro que ya no está predeterminado, que se abre precisamente a partir de una falla en la performatividad de su sistema. Colapso cuya estela continua en movimiento.

Si bien la circulación intensificada de flujos financieros, capitales y bienes, junto con la acentuación de medidas de precarización, fragmentación y exclusión cobijadas bajo el discurso del neoliberalismo, se mantiene funcionando hoy en día. Nuevos eventos emergen como reacción ante estos hechos. El neoliberalismo parece ya, no poder dar todas las respuestas, en ese sentido su orden es impugnado hoy por la reconfiguración diversas resistencias. Las múltiples revueltas que a nivel global emergen en los últimos años, indican esta nueva situación en la escena política (Badiou, 2012). Como un efecto en cascada, las primaveras políticas en distintas partes del mundo, muestran el malestar expandido frente a un modelo, orden y proyecto deficitario en democracia y abundante en desigualdad e impunidad (Reguillo, 2014). Entre los acontecimientos que el sistema se esfuerza hoy por neutralizar, hay que incluir entonces, los efectos imprevisibles que generan la contingencia y la libertad propias del proyecto humano (Lyotard, 1998).

Después del recorrido que hemos realizado es evidente que nos referimos en primer término, a aquellas resistencias y movimientos que se oponen al orden neoliberal y que se articulan —en red— a un llamado por un nuevo orden económico. Rosana Reguillo (2014) ha propuesto que dentro de las protestas de los últimos años a nivel mundial, estas logran constituir el lugar preponderante. Dentro de estas resistencias es claro, ocupan un lugar central, los movimientos formados y articulados desde la propia red, que operan a contrapelo del sistema económico y que buscan desarticular su performatividad. El movimiento anarko hacker se extiende hoy sobre el planeta, utilizando la gran monada para quebrar su carácter performativo. Swartz, Assange, Manning y Snowden son los nombres de los nuevos ángeles de la historia. De la misma manera, los movimientos sociales que en América Latina se articulan en ese sentido, las protestas globales que se inician hace unos años extendiéndose a lo largo y ancho del planeta, el 15 M y los triunfos y ascenso de Syrizia y Podemos en Grecia y España, pueden ser pensados como acontecimientos, que aparecen después de aquel momento que llego a enunciarse como el del fin de la historia (Fukuyama, 1992). Momento, donde la performatividad del sistema parecía total. Ellos traen la irrupción de lo nuevo, de la diferencia y anuncian el fracaso de la gran historia. Haciendo que las grandes narrativas se agrieten y se rompan en pedazos, en los que ya no es posible evocar un solo sentido. Todos estos hechos cargan potencia de acontecimiento.

En este sentido, en Aviso de Diluvio, texto de 1995, Lyotard propone un flujo libidinal que escapa a la performatividad del sistema y que es infancia, errancia, y super abundancia de poder pulsional:

(...) lo sexual desencadenado a escala del mundo humano, el diluvio de las pulsiones sin salida y la submersión del sistema. Todas las barreras opuestas a la marea en ascenso llevan la marca de esta angustia: los extranjeros, los desconocidos, lo parias, todo lo que prolifera, lo que no tiene domicilio fijo, ni empleo. Lo que quiere instalarse en los intersticios del sistema e insertarse en su tiempo para encontrar un mañana, todo lo que se filtra, reprimido, a veces denegado, relegado a la obscenidad de la pulsión errante (Lyotard, 1995, p. 3).

Propondremos que Lyotard se adelanta a los hechos de nuestro tiempo, en la esperanza de un tiempo donde ya nada esté dado. Tiempo vivo, aviso de diluvio, potencia de acontecimiento.



Protestas de “Los indignados” frente a los desalojos de vivienda en Barcelona.
Fuente: Cavilaciones Varias. goo.gl/Upd6z5



The Karnataka State Farmers Movement” (KRRS). Karnataka, India, 2015.
Udayavani. goo.gl/FxdVsU



“Occupy Wall Stret”. Nueva York, 2011.
Schultzstake. goo.gl/JWaA6y



Marchas campesinas. Bogotá, 2013.
Foto de Juan Santacruz. HemisferioZero. goo.gl/Xc9Kt2

Referencias

Badiou, A. (2012). The Rebirth of History: Times of Riots and Uprisings. London: Verso.

Benjamín, W. (1982). Discursos Interrumpidos I. Tesis de la filosofía de la historia. Madrid: Tauros.

Brunn, S. y Leichbach, T. (1991). Collapsing Time and Space. London: Harper.

Castells, M. (2000). La Era de la Información. Buenos Aires: Siglo XXI.

Cifuentes, L. A. (2007). El suplicio de la carne y la potencia del trabajo. En Sanchez, R. (Ed.), Biopolítica y formas de vida. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Fukuyama, F. (1992). El fin de la historia y el último hombre. Barcelona: Editorial Planeta.

Haraway, D. (2004). Testigo Modesto Segundo Milenio. Hombre hembra Conoce Oncoratón “Feminismo y Tecnociencia”. Barcelona: UOC.

Harvey, D. (2008). Conferencia: Crisis del modelo financiero, transformación de la democracia y crítica de la política. Terrassa: Universidad Nómada.

Lash, S. y Urry, J. (1998). Economías de signos y espacios. Buenos Aires: Amorrortu.

Lyotard, J. F. (1995). Aviso de Diluvio. Quinta cátedra internacional de arte, Luis Ángel Arango, Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, Bogotá.

Lyotard, J. F. (1997). Sobreviviente. En Lecturas de Infancia. Buenos Aires: Eudeba.

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Mosès, S. (1997). El Ángel de la historia, Rosenzweig, Scholem. Madrid: Cátedra.

Mouffe, Ch. (2016). Conferencia: ¿Cuál es el futuro de la democracia en la era postpolitica? Bogotá: Biblioteca Nacional de Colombia.

Flores-Pons, G., Iñiguez, L. y Martínez, A. (2015). Pensar las prácticas semiótico– materiales. Alpha. Revista de artes, letras y filosofía, (40), 201-216.

Robinson, W. (2007). Una teoría sobre el capitalismo global. Producción, clases y Estado en un mundo trasnacional. Bogotá: Ediciones desde abajo.

Samir, A. (1999). El Capitalismo en la Era de la Globalización. Barcelona: Paidós Ibérica.

Wallerstein, I. (1998). El moderno sistema mundial III. La segunda era de gran expansión de la economía-mundo capitalista, 1730-1850. Madrid: Siglo XXI Editores.

Wallerstein, I. (2009). Conferencia: Obama, el mundo y la construcción de otro mundo posible. Barcelona: Museu d’Art Contemporani de Barcelona.

Zizek, S. (2016). Problemas en el paraíso. Barcelona: Editorial Anagrama.

Notas

2. Artículo desarrollado a partir de la investigación teórica concluida: Narrativa y acontecimiento en la obra de Jean Françoise Lyotard.
3. Resulta claro hoy en día, que los ataques del 11 de septiembre buscaban impactar los centros económicos, de defensa y de gobierno de los Estados Unidos. El ataque a WTC ataca a la vez, un centro neural dentro de la red global que estamos discutiendo.
4. Ver cronología de la crisis de la FIAT auto: .http://www.elmundo.es/elmundomotor/2003/01/24/ empresas/1043419182.html

Notas de autor

[*] colombiana. Doctora en Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona. Profesora asociada Departamento de Estudios Culturales, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana.
[**] Artículo de reflexión derivado de investigación. Artículo desarrollado a partir de la investigación teórica concluida: Narrativa y acontecimiento en la obra de Jean Françoise Lyotard.


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