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Re-ligaje del docente universitario venezolano en el proyecto transmoderno
Religação do professor da universidade venezuelana no projecto transmoderno
Reconnection of the professor of the Venezuelan university in the transmodern project
RAC: revista angolana de ciências, vol.. 2, núm. 3, 2020
Associação Multidisciplinar de Investigação Científica

Artigos

RAC: revista angolana de ciências
Associação Multidisciplinar de Investigação Científica, Angola
ISSN-e: 2664-259X
Periodicidad: Semestral
vol. 2, núm. 3, 2020

Recepción: 01 Julio 2020

Aprobación: 30 Octubre 2020

Resumen: Desde el transmétodo transdisciplinar crítico; se analiza el re-lijage del docente universitario venezolano en la transmodernidad, da cuenta de una crisis fundamentada en la desvalorización de los centros universitarios como espacios de transcendencia humana y donde se ha detrimentado profundamente al sujeto docente. Como conclusiones de apertura en lo epistémico, la universidad venezolana debe ir en búsqueda de transepistemes con transmetodológias abiertas, complejas y transdisciplinares para re-construir la universidad venezolana. En el plano ético, la re-ligancia se manifiesta como el desafío de construir vías de diálogo y comprensión de respeto por la diversidad cultural; minimizando la inhumana condición humana, impulsar la sociedad política-ecosófica salvaguardadora de nuestra cultura y aborígenes. En el plano político, encarna una antropolítica que desmitifique los currículos, el ejercicio de poder, re-construir teorías y sus aplicabilidades. En el plano humano y la convivencia propone re-ligarse a un pensamiento del Sur decolonial, al no ser excluyente e inclusivo.

Palabras clave: Re-lijage, Docente universitario, Transcomplejidad, Transmodernidad.

Resumo: Do método transdisciplinar crítico; Analisa-se a releitura do professor universitário venezuelano na transmodernidade, mostra uma crise baseada na desvalorização dos centros universitários como espaços de transcendência humana e onde a disciplina de ensino tem sido profundamente prejudicial. Como conclusões iniciais sobre a epistêmica, a universidade venezuelana deve procurar transepistemes com transmetodologias abertas, complexas e transdisciplinares para reconstruir a universidade venezuelana. No nível ético, a religiosidade se manifesta como o desafio de construir formas de diálogo e compreensão do respeito pela diversidade cultural; minimizando a condição humana desumana, promovendo a sociedade político-ecográfica que salvaguarda nossa cultura e aborígenes. No nível político, incorpora uma antropolítica que desmistifica currículos, o exercício do poder, reconstrói teorias e sua aplicabilidade. No nível humano e de convivência, propõe se vincular novamente a um pensamento do sul descolonial, pois não é exclusivo e inclusivo.

Palavras-chave: Re-ligagem, Professor universitário, Transcomplexidade, Transmodernidade.

Abstract: From the critical transdisciplinary method, the reconnection of the Venezuelan university teacher in transmodernity is assessed. It shows a crisis based on the devaluation of university centers as spaces of human transcendence and where the teaching subject has been deeply detrimental. As opening conclusions on the epistemic, the Venezuelan university must go in search of trans epistemes with open, complex and transdisciplinary trans methodologies to rebuild the Venezuelan university. At the ethical level, reconnection manifests itself as the challenge of building ways of dialogue and understanding of respect for cultural diversity; minimizing the inhuman human condition, promoting the political-echo graphic society that safeguards our culture and aborigines. At the political level, it embodies an anthro-politics that demystifies curricula, the exercise of power, re-construct theories and their applicability. On the human and coexistence level, it proposes to reconnect itself to a thought from the decolonial South, as it is not exclusive and inclusive

Keywords: Reconnection, University, Teacher, Trans complexity, Trans modernity.

Crisis en la praxis del Docente Universitario Venezolano: un des-ligar imperativo

La universidad venezolana demuestra hoy una crisis en el interior de sus dinámicas, tanto de gestión educativa como en el funcionamiento técnico administrativo que desarrolla. La gestión universitaria da cuenta de un pensamiento colonial-moderno-postmoderno donde aún sientan sus bases creadoras y desde donde se dirime un pensar formativo bajo la ilustración como fenómeno clave del educar, la preocupación se entiende como sentimiento íntimo, de interioridad “pues es en la universidad donde trabajamos, estudiamos, soñamos y luchamos desde el plano científico y político por una sociedad menos desigual, más humana” (Leal, 2019, p.1).

Las diversas manifestaciones que se han erigido en procesos de vanguardistas de transformación de la dinámica universitaria más que originar cambios han dejado claro que hoy más que nunca la modernidad atrapa el saber, “la institución está impregnada de los valores propios del sistema capitalista donde se recalca el individualismo, la competencia feroz, el consumismo, el egoísmo y la intolerancia” (Muñoz, 2015, p.94) en como mirar al sujeto en ese saber y el conocimiento que en definitiva debe manejar y las claves poco inteligibles que puede hacer para darle uso productivo a ese saber en el medio de una mundialización del conocimiento, denominado globalización, en este sentido “no solamente se produjeron conocimientos y elucidación, también ignorancia y ceguera” (Morín, 2002, p.15).

La estela de crisis que ha provocado la modernidad-colonialidad en la colonialidad del poder, saber, hacer; ha llevado a que se encuentre “en una gran encrucificada, sin precedentes históricos, presionada por la crecimiento exponencial de la desigualdad social, la precarización laboral y la inferiorización de las poblaciones” (Mejía, 2019, p.45). Es una ceguera que enloda los espacios más recónditos de la soslayación.

Quizás esa ceguera nos devela como la universidad se enrumbó por caminos inciertos desde la politiquería social y abandono las posibles luces a las tramas sociales., a esa labor de asistencia social para dar atención a las dificultades científicas de nuestros pueblos que necesitan ser atendidas por la universidad como centro del quehacer científico, cultural. La ciencia abandonó el espacio universitario a través de prácticas evasivas con pseudo-investigaciones que apostaron sólo por mantener el presupuesto que debía asignarse a las universidades, y se incrementa esta situación en los trabajos de grados de los estudiantes, trabajos de ascensos y centros de investigación del país. Venezuela paso de ser el protagonista de los eventos científicos de mayor impacto a nivel latinoamericano al ignorado y resguardado en las sombras.

Cualquier profesor universitario nos puede ofrecer la razón de afirmar que era menester que los demás países de la región se reunían en nuestra tierra para discutir y avanzar en avances científicos de todos los órdenes y de donde emergían propuestas innovadoras de vanguardia que nos permitían establecer redes y vínculos científicos para mejorar cada día más. Hoy sólo quedan los recuerdos y las esperanzas que retomemos nuestro espíritu de lucha social para involucrar a nuestros sujetos venezolanos en crecimientos espirituales, profesionales, donde la ciencia, tecnología e innovación permitan la transcendencia de nuestra región.

En los últimos tiempos, vemos como las publicaciones, eventos científicos, jornadas de impacto comunitario y otros escasean por doquier, solo se encuentran acciones que tratan dar cuenta de una existencia universitaria que intenta sobrevivir sobre el devastador atropello gubernamental, atropello que ha originado el ingreso a una terapia intensiva que pone al sector universitario en alerta por su subsistencia y re-consideración en el presente y futuro. Mas alerta genera la inquietud: ¿Qué será de la vida social venezolana si la universidad no sale de esa terapia intensiva y fallece?, ¿qué oportunidad de formación universitaria afrontará nuestro pueblo en su devenir?, ¿la ciencia, investigación, producción e innovación científica se aniquilaran o renacerán con otro vigor para re-potenciar al país?

Esta última situación que sienta las bases modernas-postmodernas-coloniales que presentan supuestas situaciones elevadas de la universalización del conocimiento y eleva a los educadores, investigadores y sujetos a encontrarse en un mundo polarizado y extremadamente des-humanizado. Estas ceguera han sido largamente estudiadas; la soslayación seguida luego de Occidente por el Norte y la globalización horrorizan al mundo; pues mientras en manos de unos pocos recae la riqueza; muchos mueren de hambre o de la escasez de lo más elemental derechos de vida, como el agua; “si la modernidad se define como fe incondicional en el progreso, en la técnica, en la ciencia, en el desarrollo económico, entonces esta modernidad está muerta” (Morín, 1999, p.34).

Lo humano, tomado como bandera desde el siglo XX al XXI ha desencadenado un movimiento que intenta destacar desde lo corpóreo, sensible, ético, voluble y otros elementos la búsqueda de salidas que rescate al ser humano, pero en Venezuela esos intentos los vemos reflejados en programas, proyectos y políticas de vanguardia que reflejan ese acontecer desde una manera esperanzadora ya el Proyecto Simón Bolívar, las Misiones Socialistas, los proyectos de gestión pública municipal y estadal del Estado venezolano, tratan de rescatar el protagonismo del pueblo, del sujeto como clave para la movilización social y el rescate de ese medio social que le es propio y le pertenece, en su teoría está perfilado desde una intención cuasi clara, porque lo que se ha generado a través de la implementación de las políticas ha demostrado una desvalorización misma del ser, como sujeto histórico, pretendiendo que este asuma una actitud más flexible hacia las necesidades del gobierno de turno que las que les corresponde como sujeto político que es.

El sujeto venezolano debe reencontrarse con su misión de ser humano social, como ser de valor, espiritual de servicio y entrega a los asuntos públicos como mecanismo de diligenciar las diferentes tramas de relaciones de vida para el bienestar de todos y todas. Por eso las políticas educativas que se diriman a través del Estado deben garantizar un hombre y una mujer culta, sana, equilibrada con visión amplia, saber multi y pluricultural, visión del multiuniverso del cual forma parte, no puede en consecuencia, resultar una serie de acciones que se conjuguen hacia un pensamiento único, donde los saberes sigan siendo un asunto de adiestramiento político del sujeto para fines partidistas, y los demás beneficios que se generen para atender a quienes se con-forman en los centros como gratuidad de la enseñanza, alimentación, vestimenta, donación de materiales didácticos, entre otros sean tomados como posibilidad de sumisión, de un compromiso intrínseco por haber sido considerado dentro de las acciones que desarrolla el gobierno en sus asuntos públicos.

Lo público, como asunto de la ciudad, de la economía de las tramas sociales, no puede ser coercitiva, sino llenas de libertad, donde el sujeto logre empoderarse para generar movimientos de cambios sustanciales que nos lleven a niveles superiores de vida para todos y todas. Para ello debe tener en cuenta que con la inteligencia parcelada como ha venido estudiando los problemas no ha saluda digna ante tanta gravedad, “la inteligencia parcelada, compartimentada, mecanicista, disyuntiva, reduccionista, rompe lo complejo del mundo en fragmentos separados (…) Es una inteligencia miope” (Morín, 1999, p.18).

Por eso, se debe entender que unas líneas que tratan de rescatar al ser humano para dignificarlo no puede conllevar a la soslayación del pensamiento, a la dependencia económica y alimentaria, a la denigración de la existencia, a una inclusión que es excluidora, a la retoma del ego como ejercicio de poder ante el otro, y esto, debe ser sumamente revisado hoy en las prácticas educativas que se desarrollan no sólo en la universidad venezolana sino en todos los niveles y modalidades del sistema educativo que plantean la persistencia de una crisis quizás más grave que la que le precedió, en “Venezuela vivimos la crisis más aguda y larga en la historia del país que genera malestar social, deteriora la calidad de vida y deja huella negativas en el vivir de sus ciudadanos” (Acosta, 2018, p.115)

Las políticas educativas universitarias no han superado la visión de verdades absolutas, de atomización del pensamiento, la parcelación de las disciplinas, los pensum y currículos siguen siendo referencia del pensamiento opresor, desvalorización del saber indígena en nuestra tierra, se manifiesta una lucha contra-hegemónica contra el devastador poder eurocéntrico pero sin salidas ni soluciones, sino bajo la generación de un pensamiento negativo del norte para con los del sur, a pesar se insiste, que en su diseño y programación de política educativa para este sector se tiene un proyecto de gran envergadura.

No se observa un movimiento social que rescate a los docentes universitarios y lo que se desarrolla en el interior de los recintos universitarios y hoy vemos como mucha pena el deterioro a los docentes de las universidades públicas y a las infraestructuras que alguna vez formaron parte de la dinámica formativa. El hecho de que se ha obviado la condición humana el proyecto modernista y su colonialidad aún impuesta de lo “humano permanece cruelmente dividido, fragmentado en pedazos de un rompecabezas (…) es imposible concebir la unidad compleja de lo humano por medio del pensamiento disyuntivo que concibe nuestra humanidad” (Morín, 1999, p.21).

Los sujetos universitarios hoy se muestran más infelices, su humanidad se ve atacada en múltiples acciones desde varios sentidos, situación que conduce a una desvalorización de su papel en presente y futuro histórico, tal es la herida que hace flaquear a la responsabilidad de la misma universidad, como centro contra hegemónico, de lucha, de creación de conocimiento transcendental, de superación, de innovación e inventiva, de cambio social y de generación de movimientos productivos para la estabilidad económica-política-cultural-social de los pueblos y la región.

La universidad venezolana junto a su sujetos a su gente, denotan una crisis sin precedentes en todos los órdenes y que demuestra la in-dignificación de su esencia y valor. Mientras el Estado, se vanagloria de tener una educación universitaria gratuita, con elevadas matrículas, altos niveles de inclusión, lo cierto es, que se atropella la formación, a la universidad como casa de con-formación de sujetos humanos preparados, y se evidencia altos índices de analfabetismo funcional, pobreza cultural, desconocimiento del valor de cada profesión, manejo inapropiado de los intelectuales del sector irrigado esto en la vida misma que transita en calles más deterioradas, crisis hospitalaria, pobreza, desnutrición, deterioro social, emergencia de antivalores, elevados niveles de muertes y robos, entre otros asuntos que nos demuestran que lo humano, no es tan humano, no es importante, sino que para este momento es un segundo plano, una crisis que se devela como desmejoramiento del ser humano en cuanto se concibe como posibilidad de ejemplo ante el mundo por la preparación que persigue para emanciparse y liberarse en las tramas planetarias que le toca vivir y construir. Es urgente tomar en cuanta “que cuando un sistema no puede resolver sus problemas vitales, se degrada, se desintegra, o bien se revela capaz de generar un metasistema que sepa tratar sus problemas: se metamorfosea” (Morín y Delgado, 2016, p.16).

La universidad más que ofrecer la posibilidad del desarrollo de un conocimiento transdisciplinar y transversal hoy, insiste, en movimientos parcelados, se persiste en sujetos universitarios formados en áreas específicas, aisladas, atomizadas y estáticas en el devenir humano, “se consolida con la trama de la formación del sistema-mundo capitalista y la expansión colonial de Europa, impuso la certeza de que el mundo de la naturaleza y el mundo del hombre son mundos onto-lógicamente desligados” (Téllez, 2015, p.171). Situación tan errada que encontramos, porque ya la emergencia de los nuevos pensamientos de formación en educación universitaria a nivel planetarios nos demuestran que no sólo los pensum deben ser reestructurados sino que las áreas del conocimiento conviven en tramas de tejidos transversales. La universidad venezolana debe darse cuenta de su descontextualización y replantearse de escenario cerrado, a espacio abierto, múltiple, poroso, fluctuante; donde el sector poblacional encuentre la posibilidad de una formación contextual, dinámica, y donde lo público sea un asunto de interés para regenerar el Estado y las acciones que se desarrollen.

Encontrar desde la universidad las vías a través de la acción comunitaria para recrearse en la vida popular, es otro asunto que hemos mal entendido, se ha impulsado a través del Estado venezolano la integración comunitaria como materia obligatoria y asunto obligado para obtener titulación y la visión que se genera a través de los proyectos para su alcance se atomizan en acciones que según las carreras aportan contribuciones sociales ¿pero en verdad hay aportes sustanciales? ¿las comunidades se han retroalimentado con estos proyectos?, creemos que esto no ha resultado, se incita más y más a la dependencia de acciones donde el Estado y el visitante que penetra la vida popular se encuentra en la obligación para generar el bienestar que se necesita o en el mejor de los casos solucionar la problemática que nos causa incomodidad pero que nos cuesta entender que somos parte desde la misma energía comunitaria para solucionarlo, en consecuencia los proyectos comunitarios representan soluciones externas que satisfacen necesidades reales sin transcendencias básicas de lo que se hace e incluso podemos visitar a cualquier comunidad donde se han desarrollados esos proyectos y de seguro se encontrará el mismo problema y con mayor profundidad, porque la esencia fundamental de concienciar, de empoderar al ciudadano para solucionar sus asuntos, no se ha dado, no se ha comprendido y mucho menos se ha aplicado.

Los profesionales en consecuencia son impulsados en pensamientos poco claros del servicio social que les corresponde como sujetos políticos históricos de una nación, de una comunidad, su pensamiento es desdibujado en procesos impuesto primero de un servicio para poderse titular y segundo para solucionar problemas. Este último aspecto, nos convoca a reflexionar si un sujeto político soluciona o no problemas, y allí hay un gran asunto por revisar, porque los seres políticos debemos entre todos engendrar movimientos de empoderamiento que nos lleven a afrontar nuestras vicisitudes de manera autogestionaria y cogestionaría, no a través de actitudes paternalistas que nos arropen con el espíritu de la dependencia y que nos lleve a pensamientos de inferioridad, se trata de un asunto más elevado, donde el profesional más que un solucionador de problemas es un agente propulsor para intervenir para que el problema se solucione, para activar redes de intercambio y energía que engranen al colectivo a un pensamiento independiente, autónomo y de compromiso.

Lo comunitario no puede seguir siendo considerado un mecanismo para ilustrar al Estado como el mago y propulsor de todas las soluciones que se dan en las comunidades, y mucho menos las diligencias que a este (Estado) le corresponden asumir como políticas de la nación sean educativas o no. En caso de las educativas en la educación universitaria no se puede insistir que para acceder a ellas, los sujetos que trabajan en ellas deban ser adictos al partido político de turno y por ende obedientes a sus normas y acciones, se debe considerar que la universidad es un espacio multicultural, de convergencia de pensamientos, de posiciones ideológicas diversas, y por ello, el castigo por no ser de un solo pensar, no puede ser motivo para incurrir en la injusticia social y laboral contra de ellos y ellas, de allí que “la etiqueta de Crisis humanitaria, catástrofe, desastre o más recientemente, emergencia compleja” (Acosta, 2018, p. 114) resuene en cada espacio de la universidad venezolana.

La emergencia de la crisis universitaria en estos últimos años, da cuenta de innumerables situaciones que afectan al sector con énfasis en el salvaguardo de su personal, éste ha sido humillado, soslayado, minorizado ante el colectivo de profesionales de la nación, por una supuesta superación obtenida en las épocas precedentes y que parecen que sugieren que el profesional que trabaja en las universidades públicas posee más recursos económicos y financieros que otro profesional, lo cierto es, que ni los asesores, ni autoridades de este sector intentan aunque sea revisar las nóminas de pago para cerciorarse que los sueldos que devengan estos profesionales están muy por debajo de la cesta básica, peor aún es afirmar que no cuentan con un sistema de protección de salud integral que los asista en caso de una emergencia de salud, maternidad, intervención quirúrgica u otro acontecimiento de padecimiento orgánico que desestabilice su salud.

Por eso, es menester ver hoy en los cdi, ambulatorios, hospitales y lugares de atención pre hospitalarias a muchos profesionales universitarios tratando de ser atendidos. De igual manera, ver a estos en centros de ayuda humanitaria para lograr la donación de medicamentos que permitan tratar las enfermedades permanentes o transitorias que estos y sus familiares posee, ya que sus salarios no les permite poder adquirir medicamentos en centros farmacéuticos. Resulta preocupante además, el nivel de desnutrición, empobrecimiento y desmejora que el sector universitario público presenta ante una crisis que no le permite el pago de canasta básica, servicios, atención familiar y propia.

Mientras el planeta avanza en mejoras sustanciales para sus profesionales, en el rescate del ser humano como ente social de gran valor, el docente o trabajador del sector público venezolano está condenado a ser “empobreciendo, a la pérdida de peso evidente de los colegas, al discurso de queja reinante en diferentes espacios y al abandono de sus puestos de trabajos, en muchos casos huyendo del país para buscar otras oportunidades de empleo” (Acosta, 2018, pp.113-114). En este escenario se unen “los profesionales jóvenes al graduarse no les queda otra opción que irse del país a buscar otros horizontes seguros con calidad de vida y en general un futuro más promisorio” (Linarez y Linarez, 2019. p.152)

El fenómeno de fuga se ve asumido no sólo de los docentes, sino de quienes soñaron ser profesionales universitarios, pues estos bajo la crisis que afronta el país en todos sus órdenes involucra a los estudiantes en una situación decisoria realmente difícil ¿se titula, padece las clemencias del hambres o se asume autogestor de su vida o se incluye en acciones de sobrevivencia, de subsistencia? Por eso, se encuentra un exacerbado “éxodo de jóvenes venezolanos que deben relegar la obtención de un título universitario en su lista de prioridades para atender otras más urgentes, como las económicas” (Martínez, 2017, p.4).

Por eso, muchos de nuestros espacios universitarios y académicos de país están quedando vacíos, pues el personal ha emigrado a otros países en búsqueda de otras oportunidades que le presenten mejores panoramas que el venezolano, y lo más preocupante de esto es la actitud desinteresada que muestra el mismo Estado ante este fenómeno, quien no ha entendido lo preocupante de la situación y ha asumido que muchas personas sobran para ocupar cargos, personas que no tienen formación, trayectoria y experiencia. Es probable que muchos nos asomemos con la inocencia de no saber lo que pasa, pero al entendido de que sólo se gesta un contra proyecto de Estado con otras visiones quizás opresoras para manejar al país, allí confesamos estar sumergidos en la incertidumbre, en la magia de lo impreciso y en la efervescencia de la inquietud como estado personal constante que inquieta al espíritu y lo intranquiliza en búsqueda de respuestas claras aún no halladas.

Al observar este contexto y la dinámica de los centros de estudiantes universitarios como centros de lucha, de reivindicación de la universidad como espacio libre, de pensamiento múltiple, de convergencia de culturas, sentimientos humanos, de creación, donde el sujeto que educa y que es educado es respaldado en una lucha humana popular, de convicción democrática, encontramos un centro convertido en asidero de ideología partidista, que persigue el bien para unos pocos que tratan de surgir a través del atropello de aquellos que en algún momento pensaron evolucionar y transcender a través del estudio, pues se creía que la formación era la bandera para transcender humanamente en la trama social. Los cargos de cogobierno, son así representados por sujetos con convicciones estériles de un partido político que buscan la mejor satisfacción del él, el Estado y sus caprichos.

La universidad venezolana ha quedado atrapada en un juego maquiavélico de una mitificación opresora, “es profundamente antidemocrática, se ha opuesto de manera férrea a la necesaria transformación radical de las estructuras de poder que en ella existe excluyente” (Muñoz, 2015, p.103), antihumana, relegadora de la humanidad popular, de los más aventajados que se comen y devoran a los menos aventajados del sistema, ¿pero es que esos desventajados alguna vez no tuvieron su oportunidad? Quizás allí reside una gran incógnita, ¿acaso los que ocupan los cargos de Estado no se formaron en universidades Venezolanas y extranjeras siendo ellos de esa clase que supuestamente ha sido excluida?, interrogantes que deben permitirnos develar que hay detrás de esto, ¿será un movimiento opresor modernista-colonialista que ahora reside en los mismos que supuestamente están tratando de emancipar a los venezolanos? Ojala que esto no sea así, aunque a mera vista el panorama nos contradiga.

La crisis descrita no debe ser motivo de sentimientos derroteros del hacer; en la crisis el ser humano debe crecer; emerger, re-inventarse, “los docentes universitarios, como servidores públicos y constructores de ciudadanía deben ser personas audaces, optimistas, con mucha fe en sí y los otros, que a pesar de muchas contradicciones” (Lemus, 2020, p.43).

Por ello, la indagación actual tiene la pertinencia necesaria en plena crisis; re-ligar es des-ligar y deconstruir viejos paradigmas cimentados “en formaciones tradicionalistas que nos incitan a formarnos desde la reforma del pensamiento, y conformar parte orgullosamente del grupo de unos pocos ávidos de cambio” (Rodríguez, 2019b, p. 73), en el Sur; desde la re-significación de nuestra valía. Destruir, reprochar es fácil, difícil y infalible es edificar para la mejora del mundo.

En lo que sigue se precisa el transmétodo de indagación enmarcada en la transcomplejidad en un proyecto transmoderno, que conlleva la decolonialidad de la universidad venezolana.

Transmétodo transcomplejo: Investigación transdisciplinar críticA

En el marco de la transcomplejidad; desde una investigación transdisciplinar crítica como transmétodo, más allá de los métodos tradicionales, se analiza el re-ligaje del docente universitario venezolano para ir a la con-formación emergente del ciudadano docente. Se ubica dicha indagación en la línea titulada: educación-transepistemología transcomplejas. La “transcomplejidad no implica multidisciplinas sino el respeto a la pluralidad de saberes” (Sotolongo, 2011, p.43).

La transcomplejidad, con la vinculación complejidad y transdisciplinariedad, es en esta investigación categoría constitutiva del objeto de estudio y es transparadigma; que incita ir más allá del paradigma moderno, se busca con las disciplinas en su conjugación ir a una ecología de los saberes donde se “produce una perspectiva ética que le da una dimensión de iniciativa ideológica a los educandos, hacer frente al reto de entender los fenómenos del mundo sistémico complejos” (Rodríguez, 2010, p. 58).

El transparadigma transcomplejo surge ante “una educación esencialmente transmisionista, verbalista e instruccionista no es consecuente con los nuevos enfoques y presupuestos de la nueva ciencia” (Escobar y Escobar, 2016, p.92). Aparece en escena la transcomplejidad el re-ligaje; expresado así por Rodríguez (2019b); el guion hace volver al re-ligaje como posibilidad muchas veces repetida en la búsqueda incesante del conocimiento del docente universitario.

Es de hacer notar que, la transcomplejidad solo es posible en su realización plena en la transmodernidad donde la decolonialidad le permite ir a escenarios complejos, re-ligados que con la transdisciplinariedad sea posible el ejercicio complejo del docente universitario; la transcomplejidad va en contra de la hegemonía reduccionista y parcelada ella tiene realización fuera del proyecto modernista-postmodernista-colonial; la transmodernidad “como cosmovisión episteme transfigura el entorno científico, cultural, económico, político, social y gerencial; es decir donde se desarrolla una determinada acción humana que propicie el cambio” (Guzmán, 2014, p.128).

En el enfoque transdisciplinario, es preciso reconocer que existen varias perspectivas sobre la transdisciplinariedad, término acuñado por Piaget (1979) y referido diversas investigaciones de la basta creación de Morín (1974, 1981, 1990). En esta indagación acudiremos a categorías como: ecosófia, antropoética, antropolítica, entre otros; como el dialogo de saberes que podremos confluir al objeto de estudio desde la amplitud de la indagación transdisciplinar.

La “investigación transdisciplinaria se ocupa de fenómenos que se manifiestan, ocurren e interesan a la ciencia desde una perspectiva que trasciende a los distintos horizontes disciplinarios” (Molina y Vedia, 2016, p.3); por ello con esta amplitud el re-ligaje comienza en el propio accionar de los autores sujetos de la investigación.

El re-ligaje del docente universitario venezolano: hacia la con-formación emergente del ciudadano docente

El re-ligar es una práctica emergente del pensamiento filosófico transmoderno (Rodríguez, 2019b); en ese sentido la decolonialidad planetaria aporta junto a la transcomplejidad el re-ligaje deseado en el docente universitario venezolano; y tal transparadigma sólo es posible en su visión práctica en el proyecto transmoderno. Es de hacer conciencia que en el Sur, América nombre impuesto, el continente desmitificado; “ni los gobiernos de izquierda ni de derecha han podido terminar de superar los impedimentos de la educación; se requiere ejercer alternativas otras que lleven a la superación de la colonialidad y poscolonialidad a través de un sujeto” (Alvarado, 2015, p.108).

Bajo los gobiernos modernistas-coloniales en Venezuela, y bajo las políticas paternalistas del gobierno actual profundamente capitalista, antihumano, disfrazado de socialista, en medio de guerras económicas del Norte en ese convulsionado momento, la universidad venezolana debe resurgir, se debe re-inventar, des-ligándose de su vieja y caducada praxis; deben hacer notorio en la práctica sus lemas que conforman sus normativas de creación, tales como: del pueblo venimos y hacia el pueblo vamos de la Universidad de Oriente, la casa que vence las sombras de la Universidad Central de Venezuela, el principio de la sabiduría está en el temor a Dios (Salmo 111:10) de la Universidad de los Andes, después de las nubes, el sol (Post Nubila Phoebus) de la Universidad del Zulia; entre otros lemas que dicen lo que el venezolano espera de dichas instituciones. Que por mucho tiempo fueron gestoras de baluartes que hoy recorren el mundo prestando servicios de calidad, en una migración tremendamente injusta.

Por ello, en la universidad decolonial venezolana, se debe “educar en la reflexividad, el asombro, la resistencia y la percepción de las transformaciones sociales, (…) invita a integrar la relación individuo-sociedad-especie” (Andrade, Leguizamo y Vergara, 2018, p. 495). Es así como su salvaguarda bajo un ejercicio ético es apremiante.

En el re-ligar del docente universitario es urgente un des-ligar de las viejas concepciones obsoletas que producen la ceguera epistémica, la imposibilidad de conocer más allá de lo que se cree saber, “volver a juntar lo separado, re-ligar como práctica emergente debe incitar a otra forma de accionar y con-formarse, en un ciudadano transmoderno, dialogante, no excluyente” (Rodríguez, 2019b, p.25); pese a la crisis presente del docente universitario venezolano debe emerger como la águila con fuerzas nuevas, pues estar consciente de su papel en la historia es deliberante en la universidad, ¿de dónde emergerán las soluciones a los problemas económicos, sociales, entre otros?. El devenir de las líneas de salida en tiempo de crisis pone a prueba a la universidad.

El “re-ligar saberes implica re-significar para re-inventar” (Fontalvo, 2017, p.192); la significancia de los saberes debe estar implícita y permeada del dialogo de saberes; no como un simple reconocimiento de los saberes de la cotidianidad y cultural; sino que “es necesario que la educación logre penetrar en lo más íntimo del ser humano “su conciencia” y que la visión de mundo y universo logren generar una existencia basada en el amor y la libertad del sujeto” (González, 2013, p.167). Excelsitudes como re-ligar lo científico con lo cotidiano, la persona con la naturaleza, la vida en general que no existen separada de la tierra.

En ese re-ligar se va formando al ciudadano; la con-formación es una categoría de que ínsita a tomar conciencia de la urgencia de “fomentar los valores de: igualdad, tolerancia, libertad, justicia, respeto, búsqueda de verdad y solidaridad; valores necesarios en una ciudadanía que el ser humano debe ejercer la docencia” (Rodríguez, 2013, p. 227). La con-formación del ciudadano considera al estudiante como centro del proceso, que como persona única tiene estilos y ritmos de aprendizaje diferentes y como tal debe ser atendido. La educación debe entonces contribuir a con-formar ciudadanos que tengan una buena calidad de vida, que convivan en un clima de tolerancia, respeto, justicia y que integren sus conocimientos adquiridos en la comunidad en la valoración antropoética y antropolítica.

Se incitaba a que el re-ligar debe dialogar con la diversidad de saberes pues la educación nuestra autentica descolonizada, “cargada de un poder suave de renovación de nuestros saberes aborígenes, cotidianos, autóctonos, descolonizados es urgente; ecologizados con los conocimientos científicos” (Rodríguez, 2019b, p. 26), ello indica que la universidad venezolana debe llevar en el aula mente social de sus actores la ecología de los saberes, “todas las dicotomías sufragadas por la razón metonímica contienen una jerarquía: cultura científica/cultura literaria; conocimiento científico/conocimiento tradicional” (Sousa, 2006a, p.70) han estado presentes en la educación universitaria; con la disyunción saberes científicos/saberes soterrados; cognición/afectividad; sujeto/objeto; entre otras parcelas incomunicadas que ahora la ecología de los saberes pone a dialogar.

Para dialogar hay que buscar re-ligar, discernir, accionar y explorar las mejores cualidades de la condición humana; dejando expuestas las consecuencias de la inhumana condición humana; todo ello debe ser develado en las universidades; las dicotomías que el dialogo de saberes convoca a dialogar es minimizar ese pensamiento abismal que las separo. No puede ser entonces la universidad el centro de escusas bajos las cuales erige el no puedo; no ella debe re-inventar día a día en una comunidad de aprendizaje y dejando el aula física para recibir en su alma mater a las comunidades, deje ser ejemplificante de ello.

En la formación universitaria el aula deja de ser el aula y pasa a ser un espacio mental subjetivo; espacio no físico donde cada quien aprende; de donde deviene sus historias de vidas, culturas, cotidianidad, entre otras. Se trata como lo venimos expresando del aula mente social (González, 2017).

Entendiendo que el aula mente social rompe “el esquema de aula como espacio físico de aprendizaje, y que va más allá de modelizar lo que se debe aprender y donde cualquier sistema y subsistema didáctico o educativo en sí, complementa a una educación compleja y transdisciplinar” (González, 2017, p.12). Por ello, en el aula mente social la formación del ciudadano es permanente; se permea y retroalimenta de su actuar.

Así mismo, se debe llevar en el aula mente social de sus actores la ecología de los saberes; se trata de una aula mente social que toma en cuenta la complejidad del ser humano y la ecología de la acción que es “tener en cuenta su propia complejidad, es decir, riesgo, azar, iniciativa, decisión, inesperado, imprevisto, conciencia de desviaciones y transformaciones” (Morín, 1990, p.11).

Re-ligar en la universidad venezolana no significa que deba des-ligarse de los países del Sur ni del mundo; “re-ligar, re-civilizar en el Sur no significa que no estaremos atentos a otras patrias, pues comprende todo aquello que se es capaz de comunicar, solidarizar, fraternizar (…) la conciencia ecosófica de volverse a la humanidad” (Rodríguez, 2019b, p. 32).

La universidad venezolana, debe “transcender a un nuevo pensamiento que permita encontrar en el docente universitario un sentido humanizador, desde un accionar político subversivo” (Lemus, 2020, p.32). La subversión debe y urge sea transparadigmática que conlleve a acciones de sentido antropoético que se definen como la reafirmación de cada persona como sujeto, con su cultura, dignidad, valor social, para motivarse y motivar a fortalecer capacidades, potenciales, intelectuales, físicas y emocionales (Rodríguez y Caraballo, 2018). Por ello, la formación en la universidad debe devenir de un profundo accionar que atienda la condición humana; pero no como condición inherente al ser únicamente sino como que la condición humana debe ser primerísima en la educación su batuta y ancla.

Se trata de una alfabetización de la condición humana desde los espacios de educación universitaria venezolana; ella debe ser subversiva, “la crítica desde la condición humana y la condición humana desde la crítica” (Acosta, 2019, p.9) es “asumir una acción subversiva de la propia formación, lleva a rescatar una actitud clara, sincera, optimista y fecunda, el compromiso consigo mismo, los otros y su labor social” (Lemus, 2020, p.36).

El ciudadano docente devenido del re-ligaje debe ser portador y ejecutador de la educación con un papel transcendental desde la transmodernidad; con el objetivo de formar ciudadanos educados en la antropoética; la complejidad de cada persona, su: cultura, dignidad y valor; esto es su condición humana como esencia del conocer en la universidad y que sea promovida a otros niveles de educación venezolanos.

Es el docente en cuestión un motivador que va a fortalecer sus capacidades, promocionar su potencial intelectual, físico, emocional y desarrollar integralmente, el potente material y el enorme potencial que cada individuo encierra; pero este ciudadano debe ser un ciudadano del mundo, aquel donde sus necesidades no están por encima de las del otro; se trata de la educación en la con-formación de la diada ciudadanía-antropoética (Rodríguez, 2019b).

En tiempos de crisis para buscar mesetas de salidas es menester creer y “recuperar la estima perdida, promover la relación armónica de ese ser humano, con la naturaleza de su trabajo pedagógico, en consonancia con su interioridad vital, para así lograr una nueva conciencia de respeto al otro” (Lemus, 2020, p.34).

Para concluir, el re-ligaje “aparece como un desafío de orden: epistémico, ético, político y humano” (Rodríguez, 2019b, p.13) esta vez para el docente universitario; vamos en este momento esencial de la investigación transdisciplinar crítica a dirimir como re-liga el docente universitario Venezolano, a modo de recoger evidencias ya dadas, para ir hacia la con-formación emergente del ciudadano docente.

En lo epistémico, la complejidad creciente de los problemas fundamentales de Venezuela exigen, cada vez más, re-ligar conocimientos de distintas disciplinas a través de abordajes interdisciplinarios y transdisciplinarios con la ecología de los saberes. Para ello la universidad venezolana debe convivir en y con las comunidades en búsqueda de transepistemes, más allá del conocimiento, sin duda la fundación de nuevas carreras aptas a los nuevos tiempos y la crisis venezolana; que es la crisis de las universidades venezolanas.

Pero la universidad no puede quedarse en sus recintos, en sus aulas caducas, debe irse a las comunidades, en la Educación en la Ciudad auténticamente freiriana; la ciudad educadora, es profundamente antropolítica en la educación universitaria “esta nueva política constituye una afirmación de la esperanza en la subjetividad humana, pues se trata de volver la atención sobre situaciones aparentemente ya conocidas para, a la luz de un nuevo pensamiento, comprenderlas y humanizarlas desde resignificaciones existenciales” (Buitrago, 2011, p. 17).

Des-ligarse de viejas posturas soslayadoras de la educación e ir al aula mente social como una contribución desde la complejidad en su aplicación en la enseñanza como proceso creativo re-ligado. En efecto, resulta que el aula física no es el primordial motor creativo del ser humano, sino el aula como tal se encuentra en el sujeto en cualquier espacio de aprendizaje y enseñanza que condescienda al sujeto no reproducir conocimiento, más bien reflexionar, crear e innovar, acercarse a las reales necesidades de la comunidad, por lo que el aula mente social es un proceso creativo muy perceptivo en el ser humano que brota en la manera que religa y des-liga su conocimiento para leer el mundo desde escenarios complejos.

De esta manera, en la enseñanza, se imaginan nuevas mesetas, rizomas en los docentes, en la que el aprendizaje, ya no es el fin último del proceso sin un punto intermedio re-ligado, a todo instante los estudiantes aprenden, desaprenden y reaprenden, es un rizoma que se debe examinar y exteriorizar bajo disímiles escalones de la realidad, manifestándose además en su aula mente social ese momento consciente, complejo de lo que verdaderamente es capaz el estudiante de crear, construir y aportar para su país, su entorno, su comunidad o su espacio.

En la creación de conocimientos pertinentes las universidades venezolanas deben dejar el viejo debate metodológico de investigación cualitativo-cuantitativo-sociocritico; e ir a transmetodológias abiertas, complejas y transdisciplinares; en todas ellas deben existir las consideraciones ecosóficas, antropoéticas y antropolíticas del ser humano y su responsabilidad ante el momento histórico que le ha tocado vivir. No se trata entonces de crear conocimientos parcelados que en este momento abonan poco a la solución de los problemas del país.

La universidad venezolana debe estudiar la forma idónea imperiosa de educar a jóvenes que vienen de familias descompuestas social y psíquicamente, que se dedican a delinquir, el rol social del docente tradicional no le ayuda a esta loable tarea. Construir y re-construir a Venezuela un país digno no será posible bajo el viejo esquema de hacer ciencia, educación, medicina, ingeniería, entre otros; sin atender a la con-formación del ciudadano que debe emergen en ese re-ligar.

En el plano ético, la re-ligancia se manifiesta como el desafío de construir vías de diálogo y comprensión entre individuos, grupos, culturas y sociedades diferentes; antropoética como responsabilidad ante un país bello como Venezuela que clama por seres humanos eficientes; que dejen el estéril debate politiquero de las ideas caducas. Ir a la construcción de espacios colaborativos, facilitando una comunicación asertiva, dialogante y de respeto por la diversidad cultural; minimizando la inhumana condición humana. A su vez, es desde el espacio público donde la política tiene sentido, allá se manifiesta el núcleo central de la presencia de los ciudadanos y en esos espacios donde se rechaza las tiranías que puede impulsar la sociedad política.

Es menester, “desarrollar la condición humana, luchar contra el egoísmo y la crueldad, comprometernos con la compasión y la solidaridad; es esa la función principal del ciudadano de estos tiempos; y en ello se debe converger en las instituciones educativas” (Rodríguez, 2019c, p.73). Es motivo de intromisión de la universidad venezolana no como reguladora; sino como salvaguardadora de nuestra cultura y aborígenes. Las acciones a devenir de ellas deben ser claras y no usadas como bandera de partidos políticos; por ejemplo cuando san destruido o contaminados ríos en comunidades de los aborígenes se les priva de su vida, de su alimentación. Cuando se ha atentado contra nuestra naturaleza y pulmón vegetal del Amazonas, Estado maravilloso de Venezuela la Universidad debe ejercer su política ecosófica, en el convencimiento de su salvaguarda.

En el plano político, la re-ligancia encarna el desafío práctico de construir estrategias que consientan reformar el lazo social para volver a ser parte de una comunidad de destino y de un proyecto de futuro compartido; de la tierra patria a la que todos tenemos derecho, esta vez desde los aportes a la humanidad desde el Sur. Por ello es urgente una antropolítica que desmitifique los currículos, el ejercicio de poder en el aula como soslayación en las aspiraciones a educarse y llegar a ascender y construir cada día, re-construir sus teorías desde aplicabilidades nuestras, desde la cotidianidad y saberes soterrados desde el Sur. En la formación de docentes “debemos desoccidentalizar las ciencias de la educación y develar la doctrinalidad de la educación y la formación, el proceso que oculta la pedagogía en su propuesta de la noción de formación” (Ortiz, Arias y Pedrozo, 2018, p.1).

Lo político nos convoca también a asistir al docente con mejoras sustanciales para elevar su calidad humana, con sueldos dignos, coberturas de salud amplias que brinden resguardo de hospitalización y atención médica inmediata ante cualquier eventualidad de salud que presente tanto él como su familia.

Es necesario y hasta obligatorio entender la creación de programas y mecanismos de asistencia de: vivienda, línea blanca, tecnología de punta, adquisición automotriz, rutas de recreación, financiamientos para asuntos personales y académicos, vías de formación o con-formación de quienes viven y se apasionan en la vida universitaria. Se debe atender a los sentimientos, a las necesidades que el profesional docente como ser humano que es y necesita realizar para poder comprender que transciende mientras peregrina con su servicio en la universidad.

En este caso la investigación transdisciplinar crítica va a confrontar las indagaciones modernistas-postmodernistas en el seno de las universidades venezolanas, en la relación sujeto-objeto, impuesta en la que el objeto jamás será considerado como objeto. Va a un autodecolonizar al sujeto de la investigación, con la altersofía a la esencia del hacer decolonial, que se extiende mediante “sus acciones/huellas constitutivas: contemplar comunal, conversar alterativo y reflexionar configurativo, las cuales caracterizan la vocación decolonial, que permite el desprendimiento de la metodología de investigación” (Ortiz y Arias, 2019, p.76).

La antropolítica así es la condición cómo conseguimos pensar complejamente lo urgente de la crisis de la humanidad, que se ha vuelto planetaria; pensando desde la universidad venezolana y su influencia en el Sur. “La antropolítica tiene que ver con una nueva condición de recapacitar la humanidad en la era planetaria” (Rodríguez, 2019b, p. 29). A esa con-formación ciudadana responde el ciudadano complejo y decolonial; ante la urgencia antropoética-antropólítica que reclama en país y la tierra.

En el plano humano y la convivencia, la re-ligancia no puede realizarse sólo en la individualidad del docente universitario venezolano; a pesar de que parta de éste desde su re-consideración como ser, como persona, como humano que atiende a humanos, como entidad espiritual porosa, abierta, fluctuante; conviene re-ligar en un conjunto de ciudadanos en comunidades de aprendizaje, en el campo de acción, científicos que transvelizan interés y ceden ante la necesidad de re-ligar ideas, aunque antagonista surjan con ellos principios de organización; tal cual lo expresa Rodríguez (2019b).

Re-ligar en la transcomplejidad en la formulación del docente universitario venezolano “está llamada a ser la nueva propuesta científica y académica de la escuela, la universidad y la vida cotidiana que logre enfrentar nuestra prehistoria de espíritu” (González, 2015, p. 21).

De la convivencia entre seres humanos que se despojan del egoísmo y van al hacer pensando en el bien común; de ello hace falta dar ejemplo en Venezuela; si se han de hacer batallas de ideas que se den en la producción del conocimiento en la búsqueda de mesetas de salidas. El docente en su conformación como ciudadano debe ser capaz de re-inventar su formación obsoleta e ir a re-ligarse a un pensamiento del Sur decolonial, al no ser excluyente; profundamente inclusivo, respetuoso de las manera de hacer y desenvolverse los pueblos, de su historia y soberanía; es planetario.

Conclusiones de apertura

En la indagación se ha analizado el re-ligaje del docente universitario venezolano para ir a la con-formación emergente del ciudadano docente. Se ubica dicha indagación en la línea titulada: educación-transepistemología transcomplejas. Pensar en primer lugar, el re-ligaje como urgencia del proyecto transmoderno no puede dignarse de serlo sino va al des-ligar de del docente universitario venezolano en plena crisis económica, social, política, educativa, cultural, modernista entre otras. Si nos preguntan que debe re-ligar el docente universitario abreviamos, debe des-ligar y religar su: pensamiento, con-formación como ciudadano, condición humana, intencionalidad y vos ante el mundo, condición opresora soslayadora de educar (debe decolonizarse) y su responsabilidad país-planetaria.

En segundo lugar, es de declarar como docentes universitarios que somos los autores y sujetos de la investigación, victimas del proceso y agente de cambio; que la universidad venezolana no ha cumplido desde los inicios de la crisis de este periodo de la venezolanidad como reguladora y constructora emergente de mesetas de salida. No le corresponde a la universidad levantar las banderas de la politiquería enfrentadora de regímenes y promotora de golpes de estado. Las comunidades esperan de ellas su universalidad de propuestas ante una crisis que los arropa.

En tercer lugar, se evidencio una crisis humana al interior y fuera de lo recintos universitarios, que dan cuenta de elevados niveles de pobreza, desnutrición, desasistencia social, emergencia de antivalores, elevados índice de delincuencia y mortandad; que en definitiva marcan el desencuentro de la universidad de su esencia científica con el tratado y búsqueda de salidas a la situaciones sociales y científicas que afronta la humanidad.

En cuarto lugar, aprovechamos a denunciar si, las investigaciones son también denuncias cuando sus autores son dolientes, en este caso universitarios que asistimos a la destrucción de la planta física de la Universidad de Oriente, Venezuela; ante la impotencia de sus actores y ante el desenfrenado estupor de negligencia de los que pudieron resguardar sus instalaciones y no hicieron nada, autoridades gubernamentales del país, autoridades de gobierno de la universidad, profesionales de la universidad en cargos de gobierno y co-gobiernos; todos de espalda a la destrucción. Como tampoco hicieron las comunidades, a las cuales la universidad les ha tendido la manos y les ha formado grandes profesionales que apoyan en el exterior con gran éxitos; pero con mucho coraje, lejos de su patria y de su familia. Con la destrucción de todas las dependencias se destruye el primer Instituto Oceanográfico de Venezuela, se quema la biblioteca central de la Universidad de Oriente, Cumaná Venezuela. Y casi todas las universidades públicas venezolanas han sido saqueadas ante la mirada inclemente como una especie de persecución por la academia y la investigación; inclusive ha sido saqueada la Universidad Central de Venezuela, patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

En quinto lugar, sin que numerar sea nuestras prioridades; pero entendemos debemos dejar argumentos para prontos debates, investigaciones en la misma línea de la denuncia, del análisis; invitamos así a que las universidades en el medio de la crisis se metamorfoseen como el águila; ante no aceptar la opción de fallecer.

En sexto lugar; la universidad venezolana no puede seguir de espalda a las necesidades de los otros niveles educativos; es imperativo sus comunidades de aprendizaje; no como desarrollo de proyectos para cumplir con un grado de profesionales; sino que de la universidad devienen los educadores de los otros niveles y si allí no está cumpliendo a cabalidad los objetivos que se requieren es hora de revisar la formación en la universidad de dichos docentes; re-significarlos, actualizarlos, re-formar sus mentes; entre otros.

Por último por el momento, es tiempo de convocar al Estado Venezolano a re-pensar la finalidad de la universidad para el país; como figura clave de la sociedad de donde emergen y han emergido los profesionales de vanguardia que recrean nuevas posibilidades de desarrollo en todo sentido para el país y el planeta. Es hora de acabar un ataque que se inició con motivos cualesquiera, pero que no nos llevó a estadios de mejoras y desarrollo; desconocemos grandes proyectos donde la universidad con el gobierno participo, como las tecnologías, entre otros; que no calaron debidamente por la escasa formación de profesionales participantes y supervisión de que se cumplieran los objetivos.

En el comienzo y fin siempre, en la sabiduría en ese santuario que sólo Dios nos provee, a través de Espíritu Santo, en plena libertad; la libertad que nos hace decidir lo mejor ante la humana condición del ser humano, nos despedimos diciendo; Dios es la fuente primordial de toda sabiduría, pues sus enseñanzas “son la fuente de la sabiduría, y ella nos enseña a obedecer sus mandamientos eternos” (Eclesiástico, 1:5). Dios de nuestras vidas que se haga justicia y que los seres humanos obedescan tus decignios rendidos de amor a tus píes.

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