Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


FORMACIÓN DE FORMADORES DESDE LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL; APORTES EMERGENTES VIVENCIALES
Aula Virtual, vol.. 1, núm. Esp.3, 2020
Fundación Aula Virtual

PONENCIAS

Aula Virtual
Fundación Aula Virtual, Venezuela
ISSN: 2665-0398
Periodicidad: Semanal
vol. 1, núm. Esp.3, 2020

Recepción: 01 Octubre 2020

Aprobación: 20 Octubre 2020


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumen: La profesión docente, como un legado de trascendencia moral, se ha visto opacada por procesos masificadores que han disminuido su alcance, pues si bien es cierto que se incrementaron las estadísticas, no fue así con la verdadera finalidad del ser maestro. La llamada educación bancaria fue el detonante para que estudiosos como Gardner (1983) o Goleman (1996) se adentraran en el estudio de las formas de aprendizaje y determinaran que la inteligencia es múltiple y nos conectamos mediante la racional y la emocional. Sin embargo, algunos autores como Zohar y Marshall (2001) se dedicaron a determinar cuál era el punto que unía ambas inteligencias y demostraron un puente entre ambas: la Inteligencia Espiritual (IES), que permite establecer un proceso racional con preguntas sustanciales que conectan las emociones. Por ello, esta ponencia propone una comprensión del funcionamiento de las inteligencias, su vínculo con la educación superior venezolana y los aportes que pueda ofrecer la IES a la formación de futuros docentes. El proceso reflexivo es el hilo conductor de esta ponencia, derivando conclusiones de mi experiencia docente como formadora de futuros maestros, en contraste con lo planteado por los teóricos sobre el cuestionamiento de la labor docente desde la cotidianeidad.

Palabras clave: Educación Superior, inteligencia espiritual, formación del profesorado.

Abstract: The teaching profession, as a legacy of moral significance, has been overshadowed by mass processes that have diminished its scope, because although it is true that the statistics were increased, it was not like that with the true purpose of being a teacher. The so-called banking education was the trigger for scholars such as Gardner (1983) or Goleman (1996) to delve into the study of forms of learning and determine that intelligence is multiple and we connect through the rational and emotional. However, some authors such as Zohar and Marshall (2001) dedicated themselves to determining what was the point that united both intelligences and demonstrated a bridge between the two: Spiritual Intelligence (IES), which allows establishing a rational process with substantial questions that connect the emotions. Therefore, this presentation proposes an understanding of the functioning of intelligences, their link with Venezuelan higher education and the contributions that the IES can offer to the training of future teachers. The reflective process is the guiding thread of this presentation, deriving conclusions from my teaching experience as a teacher of future teachers, in contrast to what has been raised by the theorists about the questioning of the teaching work from everyday life.

Keywords: Higher Education, spiritual intelligence, teacher training.

Introducción

El creciente interés por comprender los procesos de pensamiento del ser humano nos invita a adentrarnos en los tres componentes que conducen y permiten interactuar con la distinción de ser social. Dentro de este caminar, mucho se ha escrito y pensadores como Good y Brophy (1983) hablan de un acomodo que se define como uno de los principales atributos del ser humano en su vida adulta, ya que se van haciendo ajustes hasta adaptarse al entorno que rodea al ser humano. Es así como surge una teoría que ha mantenido su vigencia pues señala que no todos nos adaptamos y nos acomodamos de la misma manera.

Por otro lado, Gardner (1983) propuso un modelo de comprensión de la mente humana donde la inteligencia no puede definirse como un conjunto fijo, sino como una red de capacidades autónomas pero interrelacionadas, que se dan en mayor o menor medida según los individuos y estas capacidades o características tienen que ver con la predisposición genética y el contexto histórico-social de los seres humanos. Es decir, Gardner plantea que la capacidad de afrontar las situaciones (Inteligencia) se determina por las necesidades biopsicológicas de cada persona y se acentúa conforme a la creatividad, el marco cultural y la escala de valores. Todo este compendio de características para determinar cómo acciona y piensa cada persona, se consolidó aún más cuando Goleman (2010), fortaleció lo expresado por Gardner y profundizó en lo que se llamó Inteligencia Emocional, cuya definición se centra en las capacidades y habilidades psicológicas para la gestión de sentimientos, entendimiento y control de las emociones propias y ajenas.

Es necesario destacar que existe una particularidad dentro de la inteligencia emocional y, está enfocada en los elementos que la componen, es decir, comprender que la inteligencia intrapersonal tiene que ver con el manejo de mis emociones y ser capaz de regularlas cuando las expongo, mientras que la interpersonal tiene una implicación en las emociones de otros, saber aceptarlas y reaccionar ante las acciones de otros. Siendo este un elemento destacado, ya que como seres humanos nuestra naturaleza es biopsicosocial y conforme a nuestras creencias, principios y valores se ejercerá un proceso de acción y reacción. En este punto es cuando recurrimos a la Inteligencia Espiritual (IES), descrita por Zohar y Marshall (2001) como la inteligencia primordial, que permite afrontar y resolver problemas de significados y valores para ver en nuestra vida un contexto más amplio y significativo y, a su vez, determinar qué acción es más valiosa para nuestra vida.

Siendo entonces un punto ascendente en el peldaño que va más allá de la cotidianeidad, y asumo desde la postura laboral, específicamente como formadora de docentes en formación esa necesidad de afrontar de una manera distinta los procesos de construcción deontológica, pues indudablemente los cambios en la postmodernidad han comprometido los niveles de instrucción y sobre todo, las conexiones emocionales y espirituales.

Hablar de espiritualidad, en muchos casos genera aversión porque se asocia con religiosidad u orígenes teológicos, sin embargo, no es el caso de la inteligencia espiritual, Zohar (ob.cit) menciona que los seres humanos somos esencialmente espirituales porque cuestionamos sobre asuntos sustanciales, el espíritu definido por la Real Academia Española, se señala como el alma racional y, el idealismos de Hegel (1993) afirma que el espíritu supera lo natural, lo sensorial y se eleva a sí mismo en el proceso de autoconocimiento, por tanto, la inteligencia espiritual se traduce como la capacidad de discriminar, de manera creativa, la comprensión del sentido moral para atemperar los cánones con compasión y comprensión y establecer un límite sobre estos.

Desarrollo

Sobre la Educación Superior y la Inteligencia Espiritual

La formación de los maestros en la actualidad parece distante de lo que las necesidades sociales intrínsecamente reclaman, sin embargo, está surgiendo una postura para contrarrestar ese clamor que muchos de los estudiantes han planteado, en el informe de la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO) en 1996 la Educación encierra un tesoro, se abordan los cuatro pilares básicos de la educación: Aprender a Ser, Aprender a Convivir, Aprender a Hacer y Aprender a Conocer, y dos de ellos son aspectos íntimamente ligados a una concepción más humana y cercana de la que han venido ejecutando en algunas casas de educación superior, pues para establecer relaciones vinculantes con nuestros pares debemos practicar el Ser y el Convivir.

Algo semejante ocurre con el reconocimiento de los factores afectivos, emocionales y motivacionales en el proceso de aprendizaje, ya que destacadas investigaciones en educación emocional hacen evidente lo imperativo del papel que juegan las actitudes positivas, de aceptación y auto eficacia, en el favorecimiento del control emocional de los maestros y la realización de las tareas académicas con mejor expectativa de logro por parte de los estudiantes, es decir, mientras más influencia se ejerza desde el proceso educativo, será mayor el resultado a la contienda directa contra las necesidades sociales donde predominan las tensiones emocionales, los conflictos familiares, la violencia intrafamiliar e intraescolar entre otras tantas, convirtiendo a la educación desde la inteligencia espiritual en una herramienta efectiva para la consolidación de factores relacionales que contribuyan a una renovación de las practicas docentes, ya que las virtudes del ser humano se consolidan no en lo racional, no en lo emocional pero si en lo espiritual.

Siendo esto un aporte sustancial en un mejor resultado de los procesos educativos para contrarrestar los efectos del fracaso escolar, las dificultades de aprendizaje y la indisciplina, pues al establecer vínculos socio afectivos en la relación maestro-estudiante se genera un clima empático, valorativo, donde el refuerzo esté en un lugar preponderante para la transformación personal.

Es necesario resaltar que la formación de formadores es un proceso que genera continuidad, sistematización y organización, por lo que se vuelve trascendental explorar alternativas para la construcción de un proceso de formación del profesorado acorde con las necesidades educativas de las demandas sociales actuales, donde se modifiquen cánones preconcebidos del maestro dador de clase, por alternativas que favorezcan a la transformación personal e inclusive, institucional de las universidades cuyo propósito es la formación del magisterio.

La formación profesional de los seres humanos se ha ido construyendo con su interés de aprender novedades sobre el mundo, algunos estudios históricos coinciden en señalar a la edad media como el inicio de la educación universitaria, que estaba segregada a los hijos de artesanos y comerciantes que buscaban obtener instrucción contratando profesores para aprender con ellos, es decir, la misión de la universidad desde su génesis ha sido la educación aunque en muchos de sus periodos históricos perdió autonomía o limitó su alcance a élites. Su evolución la ha llevado a convertirse en el espacio académico de promoción científica, que ha trascendido a la enseñanza para incorporar a la investigación y a la extensión y, en muchos de los casos, la institución donde se asumen posturas críticas ante el acontecer social, político, económico o cultural.

En los últimos años, las peculiaridades sociales hacen una redefinición de la misión de la universidad, que a decir de Picón (1994), se ha vuelto una organización tan distintiva que incorpora los recursos de su entorno, los procesa, los reincorpora y se re energiza para mantenerse con el tiempo. Por su parte, la universidad venezolana se mantiene como una de las instituciones más importantes en la responsabilidad de impulsar el desarrollo del país y más allá de las críticas que pueda recibir, se le reconoce como un bien social que a decir de Tünnermann (2000) los cambios a los que pueda ser sometida deben ser consensuados y asumidos con responsabilidad, sobre todo en países del tercer mundo.

La masificación de la educación en Venezuela, trajo consigo una serie de transformaciones que evolucionaron la concepción inicial de la formación de formadores, y estudios de la Universidad Central de Venezuela (UCV) o de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), han dejado en evidencia la necesaria reestructuración de aspectos éticos y pedagógicos, pues hubo una masiva incorporación de personal profesional no docente que cuestionaría las prácticas deontológicas propias de quien, por vocación o convicción, asumió la docencia como carrera, pues si bien la universidad no puede garantizar el resultado final de sus egresados, si puede intervenir directamente en su formación para minimizar los efectos posteriores a su egreso.

En tal sentido, Calzadilla (2004) expone que la transformación de la educación superior requiere de la participación protagónica y pedagógica de los formadores de docentes, de manera activa, crítica y reflexiva, pues su complejidad demanda de procesos cognitivos, de análisis que garanticen la formación integral del futuro docente y mediante aspectos éticos, se construya una persona moralmente humana, autónoma y con responsabilidad social.

Y es justo en este punto cuando la inteligencia espiritual destacaría su aporte al proceso formativo, pues son muchos las modificaciones que la educación pedagógica ha sufrido en Latinoamérica y la reconstrucción de ese proceso de formación debe asumirse desde lo innovador, pero con una mirada a lo trascendente, lo sustancial.

En un acercamiento hacia esa conexión trascendental se consolidan los vértices de la inteligencia espiritual, definida por Wolman (2003) como la capacidad humana para hacer preguntas sobre el significado de la vida y para experimentar simultáneamente la perfecta conexión entre cada uno de nosotros y el mundo en que vivimos, mientras que para Vaughan (2012), esta inteligencia tiene a parte de la trascendencia, una conexión que abre el corazón, ilumina la mente, e inspira el alma. Por lo tanto, su vinculación con la práctica de la docencia se vuelve necesaria, importante y trascendente.

Porque toda persona que ha tenido un maestro, lo recuerda y trasciende en sus pensamientos y emociones (según el efecto generado) y ha sido tal el impacto en la reconstrucción del ser humano, que Buzan (2008) explica que en la IES se puede despertar en nosotros hasta de 10 formas: una visión global y de la vida; tener un propósito de acción, desarrollar la compasión, la caridad y la gratitud; descubrir el poder de la risa y de vivir con actitud de entusiasmo, amor ilimitado, sentido de aventura, confianza y sinceridad; así como, reconocer la importancia de la paz, los rituales espirituales y el poder del amor, resumiendo así, las maneras más idóneas de llegar al estudiantado en la educación superior y sobre todo a aquellos que se están formando para ser docentes, ya que la educación venezolana, sobre todo el sector universitario ha sido llamado a dar respuestas a la sociedad, y reclama un docente crítico, con conciencia social y con competencias transformadoras que se adapte al proyecto de país que las políticas actuales demandan.

No obstante, asumir posturas ante las políticas educativas en Venezuela es contundentemente perturbador pues se asocian con las posturas partidistas, desvirtuando los sentidos que puedan otorgársele al acto educativo e invita a la reformulación de acciones de liderazgo donde se promueva la despartidización de la educación superior y las políticas que la rijan.

Transformar desde y para la integridad

Más allá de las implicaciones al transmitir conocimiento, motivar el aprendizaje, evaluar logros o renovar métodos, el nuevo panorama mundial sitúa al docente en un desafío de trascendencia moral: su contribución con la integridad. Comprender la profesión desde la ética inscrita en esa búsqueda permanente de afirmarnos como individuos y como sociedad y procurar la coexistencia con los otros, reconocernos y estimarnos como ciudadanos, nos conduce hacia nuevas realidades que deben inducirnos hacia la reflexión ética sobre la cotidianeidad, el encuentro entre iguales, la democratización de los intereses compartidos que sustenten en la otredad y la autonomía del ser.

Asumir la educación, centrada en los principios de la IES es considerar una ética social afirmada desde la alteridad, cuyo proceso de interacción para la construcción o aseveración de la integridad es la interacción con su interior y con los semejantes desde una perspectiva histórica comprensible o común, ya que sólo desde la lógica social se puede producir esa transformación tan anhelada y tan relevante para la nueva generación de maestros.

La reflexión y el cuestionamiento constante en la búsqueda de la verdad, del valor, de lo trascendental, es lo que le da ese proceso decisivo a la educación desde la libertad, la autodeterminación y la capacidad permanente de plantear preguntas morales que permitan avanzar en nuestro quehacer, fomentar la autonomía del sujeto y por ende, del aprendizaje, bien decía Melchin (1993) se puede vivir con las preguntas correctas pero con las respuestas equivocadas.

Postura Conclusiva

La criticidad a la que está expuesta la educación permite que como docentes formadores de formadores asumamos una postura que, parafraseando a Nietzsche, nos permitamos tener un por qué y un para qué para crear nuestros propios cómo. Y es que ese síndrome de la sociedad de la información nos conduce a apretar el paso en más programas de formación de profesores, diplomados, maestrías, innovaciones técnicas; pero no hay un cómo hacer para conseguir la receta secreta para educar en, para y desde la libertad y la integridad.

No se trata de apretar el caminar, ni de aceptar trabajos, ni de concluir cursos y extensiones, se trata fundamentalmente de entender que no hay recetas más que volver al inicio, al génesis, a la exégesis de la docencia: La reflexión de la práctica docente desde la cotidianeidad, encontrar el sentido de nuestra propia existencia, recapacitar y asumir, como futuros docentes, el compromiso de educar desde la libertad, cuestionando el sentido de lo que enseña, cómo lo enseña y para qué lo enseña, es decir, asumir la enseñanza desde el proceso más intrínseco que lo brinda la inteligencia espiritual.

Por ello, y a manera de conclusión, podría invitar al lector a cuestionarse sobre la formación y la reflexión diaria del proceso de enseñanza que aplica, el educar desde las emociones, desde la afectividad, desde la conexión con el Yo, desde la conciencia del mundo en el que vivimos y la humanización para la verdadera enseñanza, no la del contenido programático, sino la de la realidad progresiva, la sensibilización, la relevancia y la pertinencia de nuestra propia vida donde el valor existencial del individuo y del colectivo nos inviten al contacto intimo con nuestro interior para que el proceso de reflexión se traduzca en autenticidad, integridad y testimonio, promoviendo así, la educación por contagio, como dijo Savater (1997) “La principal asignatura que le enseñan a los hombres entre sí es en que consiste ser hombres”

Referencias

Buzan, T. (2008). El poder de la Inteligencia Espiritual. 10 formas de despertar tu genio espiritual. Madrid: URANO, S.A.

Calzadilla, R (2004). Formación de formadores: Crítica de la razón pedagógica. X jornadas de investigación educativa. UCV-Facultad de Humanidades y Educación.

Gardner, H. (1983). Estructuras de la Mente. La Teoría de las Inteligencias Múltiples. México, FCE.

Goleman, D. (2010). La Inteligencia Emocional. México D.F.: Zeta.

Good, T. Brophy, J. E. (1983). Motivación. En T. Good y J.E. Brophy: Psicología educacional. México: Interamericana.

Hegel, G.W.G. (1993). Fenomenológica del espíritu. México: FCE.

Melchin, K. (1993). Decisión moral y preguntas morales. vol. 11, núm. 2, Boston. Boston College.

Picón, G. (1994). El proceso de convertirse en universidad. Serie investigaciones educativas. FEDEUPEL. Caracas-Venezuela.

Savater, F. (1997). El valor de educar. Barcelona: Ariel Ed.

Tünnermann, C. (2001). Universidad y sociedad Balance histórico y perspectivas desde América Latina. Editorial Hispamer.

Wolman, R. (2003). Pensar con el alma: Cómo Evaluar y Desarrollar la Inteligencia espiritual con el Método PsychoMatrix. Barcelona: Obelisco.

Zohar, D. Marshall, I. (2001). Inteligencia Espiritual. La inteligencia que permite ser creativo, tener valores y fe. Barcelona: Plaza & Janés Editores S.A.



Buscar:
Ir a la Página
IR
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R