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La arteterapia como repertorio político de las Fiestas del “San Juan” en Purificación – Tolima
Art therapy as a repertoire of the "San Juan" Festivities in Purificación – Tolima
Arte-terapia como repertorio político do "San Juan" Em Purificação - Tolima
CEDOTIC Revista de Ciencias de la Educación, Docencia, Investigación y Tecnologías de la Información, vol.. 2, núm. 1, 2017
Universidad del Atlántico

Artículos

CEDOTIC Revista de Ciencias de la Educación, Docencia, Investigación y Tecnologías de la Información
Universidad del Atlántico, Colombia
ISSN-e: 2539-1518
Periodicidad: Semestral
vol. 2, núm. 1, 2017

Recepción: 17 Febrero 2017

Aprobación: 30 Abril 2017

Resumen: La finalidad de este artículo reflexivo consiste en realizar una aproximación sobre la arteterapia como un repertorio que constituye los movimientos sociales. Se parte de la noción de que el arte es un instrumento político que genera comunicación entre los actores, y se convierte en un espacio de terapia en cuanto articula las demandas, las necesidades de los movimientos en un escenario de participación política. Este aspecto, ofrece un panorama donde la arteterapia constituye una práctica fundamental en el repertorio de acciones políticas y la emotividad del sujeto. Ya expuesta dicha aproximación conceptual se rescata el repertorio en materia de arteterapia que existe en las festividades de “San Juan” en el municipio de Purificación- Tolima. Para el desarrollo del artículo se recurre a la siguiente metodología: 1) Un abordaje hemerográfico y bibliográfico sobre la arte- terapia, 2) Un análisis documental en torno al repertorio de los movimientos sociales y 3) Los procesos de interrelación teóricos, conceptuales y metodológicos sobre la arteterapia en las fiestas de “San Juan” en el municipio de Purificación - Tolima.

Palabras clave: Movimientos sociales, Patrimonio, Fiestas de “San Juan”, arteterapia, repertorio político.

Abstract: The purpose of this reflective article is to make an approximation about art therapy as a repertoire that constitutes the social movements. It starts from the notion that art is a political instrument that generates communication between the actors, and it becomes a space of therapy as it articulates the demands, the needs of the movements in a scenario of political participation. This aspect offers a panorama where art therapy is a fundamental practice in the repertoire of political actions and the subject's emotionality. As already exposed, this conceptual approach rescues the repertoire in terms of art therapy that exists in the festivities of "San Juan" in the municipality of Purificación-Tolima. For the development of the article, the following methodology will be used in this article: 1) A hemerographic and bibliographical approach on art therapy.2) A documentary analysis around the repertoire of social movements.3) The processes of theoretical, conceptual and methodological interrelationship about art therapy in the "San Juan" festivities in the municipality of Purificación – Tolima.

Keywords: Social movements, Patrimony, "San Juan" parties, art therapy, political repertoire.

Resumo: O objetivo deste artigo reflexivo é fazer uma aproximação sobre a arte-terapia como um repertório que constitui movimentos sociais. Começa a partir da noção de que a arte é um instrumento político que gera comunicação entre os atores e se torna um espaço de terapia, pois articula as demandas, as necessidades dos movimentos em um cenário de participação política. Este aspecto oferece uma visão geral em que a arte-terapia é uma prática fundamental no repertório de ações políticas e a emotividade do sujeito. Já exposto, essa abordagem conceitual resgata o repertório em terapia artística que existe nas festividades de "San Juan" no município de PurificaciónTolima. Para o desenvolvimento do artigo, é utilizada a seguinte metodologia: 1) Uma abordagem hemerográfica e bibliográfica sobre arte-terapia, 2) Uma análise documental em torno do repertório de movimentos sociais e 3) Os processos teóricos, conceituais e metodológicos de interrelação na arte-terapia nas celebrações de "San Juan" no município de Purificación - Tolima.

Palavras-chave: Movimentos Sociais, Patrimônio, Festivais de San Juan, arte-terapia, repertório político.

Introducción

En estos tiempos complejos y lleno de contradicciones emerge la posibilidad de pensar otros espacios sociales con formas de comunicación y construcción de tejidos solidarios que den lugar a nuevos imaginarios colectivos. El arte en su máxima expresión tiene esa característica de navegar por espacios no recorridos y decir aquello que las palabras ya no pueden expresar, es la forma simbólica de dar a conocer elementos y momentos de lo cotidiano a lo especializado. En otras palabras, el ser humano tiene la posibilidad de vivir y ver la vida a través de los ojos del arte para adentrarse a su cultura, o desarraigarse de la misma (si es el caso), y buscar la construcción de un nuevo ser, o una cultura diferente.

El arte, cualquiera que sea su clasificación o género, es la salida a la calle de la libertad para mentes brillantes apagadas por el mal uso de la tecnología, la resignación y el facilismo. Se puede romper a través del arte las murallas que encierran a lo sobre natural, a la ilusión frente a las cosas, los sueños, y a lo diferente. El arte es un misterioso placer, que puede traer al ser humano valor espiritual, y a la vez tiene la capacidad de impartir pretenciosamente a todas las personas distintos sentimientos que pueden elevar el espíritu esclavo de lo lacónico y material. El arte libera de prejuicios porque el arte no tiene en cuenta edad, raza, o sexo. El arte es sencillo y noble, no tiene en cuenta ricos o pobres. No distingue de intelectuales sistemáticos o vagabundos. El arte es necesario como el agua o el aire en el mundo, y debería ser tomado con mayor relevancia que cualquier ciencia económica y numérica. El arte es milagroso, crea, recrea, y tiene la capacidad de transformar, recuperar, recordar, e ignorar el sufrimiento de tal forma que convierte la guerra en paz, el odio en amor, y regresa al que estaba extraviado en un mundo sin esperanza.

La arteterapia como una acción política del sujeto tiene la capacidad transformadora de vincular la cultura y lo político en un determinado contexto; aquí se desarrolla lo que Cruz (2013) asimila como un carácter pedagógico de la arteterapia para establecer diálogos entre diferentes actores que puedan concretar proyectos en común. Dichos proyectos podrían responder a una lógica de integración, espacios de ocio (productivo) y momentos de creatividad que vinculen a distintos grupos sociales sin discriminación alguna por su sexo, raza, ideología y clase social.

La identidad de la arteterapia según Del Río (2009) responde a un proceso de construcción social del espacio entre la subjetividad y la experiencia, ambos campos que se desarrollan en la realidad empírica. Por ello, se asume que la arteterapia va

en función de un espacio capaz de sostener la subjetividad y la complejidad relacional que se ponen en juego en el proceso arteterapéutico, e implica una concepción de lo artístico no reducida a parámetros estéticos, creativos o procedimentales. La creación artística en arteterapia se sitúa entre los márgenes de la creación vital, creación para la vida, o creación de posibilidad” (López Cao, Martínez, 2006 citado por Del Río, 2009, p.22).

Esto permite que la arteterapia sea un dispositivo que constituye la conjugación de acción y pensamiento al interior de un espacio. Es decir, el mecanismo que existe entre la sensación, la emoción y la efectividad del sujeto en comunidad o el resultado de un proceso cultural que se sitúa entre la inclusión social y el desarrollo comunitario en temas específicos como el arte, la danza, la música, el cine, la dramaturgia entre otras actividades.

La experiencia de ciertos movimientos sociales como lo son: el movimiento indígena del Tolima, las comunidades negras del Pacífico colombiano, el movimiento indígena del Cauca, el movimiento por la paz, en medio de su trayecto han hecho uso del arte como repertorio y forma de expresión política en un escenario determinado. Es evidente la razón en medio de un mundo globalizado que se caracteriza por un modelo económico neoliberal y políticas en función de privatizar la esfera pública, y dar mayores espacios para la discriminación, el racismo y la exclusión de diversos grupos sociales.

De esta manera, el juego político al que se han visto sometidos los movimientos sociales amerita buscar formas de comunicación alternas, y medios para concretar propuestas políticas de fondo que logren llevarse a la esfera de lo público, ya bien lo mencionaba Forero (2010) cuando considera que la acción real de los movimientos consiste en llevar los problemas estructurales a un lenguaje común, y la construcción de alternativas que sean pensadas y ejercidas de forma comunitaria. Es así que la finalidad del siguiente artículo consiste en plantear la arteterapia como un reportorio que constituye los movimientos sociales tanto en su ser genérico como en su praxis, para ello, se asume que los movimientos tienen repertorios que se vinculan con su realidad política en términos concretos, y de esta forma centrarlo en las fiestas del “San Juan” en Purificación – Tolima.

Desarrollo

En estos tiempos llenos de incertidumbre, pero a la vez de esperanza, emergen los movimientos sociales como un actor colectivo que responde a las inconformidades que existen en las instituciones, los sistemas políticos y la política real en sus términos, aquí asume sentido la “alteridad” y el “discurso” por construir un mundo distinto y posible donde se pueda pensar lo público y lo comunal.

En esta lógica, los planteamientos del filósofo Enrique Dussel asumen sentido cuando menciona que

la representación de los partidos políticos y las ONG extranjeras son el reflejo de tener el dominio sobre los mismos, dicho dominio se refleja si tales movimientos sociales se articularan con algún partido, y llegan al punto de una asfixia estructural (Dussel, 2016, p.1).

Por otra parte, se desarrolla un espacio que articula el discurso de resistencia y la necesidad de construir y convivir en otra realidad social de forma más horizontal, de tal forma que las relaciones sociales determinen el nivel de cooperación para lograr unos objetivos determinados que responden a las demandas internas y externas de los movimientos social (Figueroa, 2016).

La condición de lo político que tienen los movimientos sociales responde a una lógica de lo no-institucionalizado y da elementos para reconocer las prácticas en ciertos campos del conocimiento, aquí aparece la organización y estructuración del movimiento en un plano real de la sociedad, y toma sentido el giro dimensional por hacer más común las prácticas del movimiento. De esta forma, las instituciones no se conciben para regir el comportamiento y manera de pensar de las comunidades en su totalidad, sino que es la comunidad en sí misma la que, a través de sus dinámicas sociales, crea y se recrea en su forma de vivir la vida.

Se asimila que lo político es "la dimensión del antagonismo que es inherente a todas las sociedades humanas" (Mouffe 1995, p. 262 citado por Oslender, 2002), este momento responde a un determinado espacio entre la lucha, la interacción, la dominación y la resistencia del actor colectivo lo que significa que los movimientos sociales expresan sus demandas en un espacio y tiempo determinado que es producto de los procesos de construcción democráticos y comunitario (Oslender, 2002).

Es así que los movimientos sociales en estos tiempos, son una muestra contundente de retornar a lo público y buscar acciones que se vinculen con sus propias necesidades. Una consigna de este proceso responde a los aportes de Melucci (1989) cuando asume que “el movimiento es el mensaje” y los movimientos contemporáneos han sido analizados como “nómadas del presente” y actores que se plantean una reflexión sobre su contexto espacial y su situacionalidad temporal.

Empero, la naturaleza de los movimientos sociales se puede vincular a la categoría de “actores políticos colectivos” puesto que tienen una amplia diferencia de sectores vanguardistas, partidos políticos y grupos de presión. Los intereses de los movimientos sociales se identifican con la construcción colectiva y la estabilidad organizada, una comunidad de lazos afectivos con intereses entre sus miembros o una línea determinada, organizada y coherente con su identidad política[1].

El repertorio político se constituye como un ethos identitario de los movimientos sociales, acá se muestra que las oportunidades de la acción colectiva se vinculan con el desarrollo de unos fines determinados, tal como lo asumía Tilly (1978) al reconocer que las propias acciones son producto de la capacidad y acción que tiene el movimiento en un escenario de tensión.

Otra aproximación teórica consiste en reconocer que

los repertorios de los movimientos sociales pueden ir desde la acción colectiva violenta hasta la utilización de acciones convencionales –como huelgas, cartas a medios de comunicación y manifestaciones. Entre estos dos extremos existe un abanico de propuestas indefinidas y cambiantes que utilizan la “disrupción (Martí I Puig, 2016, p.5).

Por tanto, la estructura que posee un repertorio se vincula con la historia y las formas como se desarrolla el movimiento, al momento de entrar en interacción con otros actores y generar procesos de socialización en función del poder político o la creación de alternativas frente a sus demandas. Esta lógica ha sido reconocida como un proceso de

“autorreferencia” de la acción colectiva en el plano de la identidad política.

Los sistemas de comunicación que generan los movimientos sociales responden a una conexión propia de su ethos en un determinado contexto, es así que la necesidad de transmitir las exigencias se articula con un mecanismo de solidaridad propia de sus miembros, y una vinculación íntima entre la sociedad civil y el Estado dado que en estas dos estructuras convergen intereses conflictivos. Esto significa que la capacidad de obtención de una demanda por parte de un movimiento social responde a la capacidad de movilización de recursos y la incidencia organizativa en un determinado campo social.

Lo que significa que

los movimientos sociales son producto y productores de la modernidad. (…) son un producto de la sociedad moderna, cuya creciente movilización y racionalización cuajan también en el nivel de la acción política. Las condiciones sociales transformadas mediante la industrialización, la urbanización, la alfabetización, exigen y posibilitan nuevas formas de acción pública (Rasehke, 1958, p. 11, citado por Buey, 1995, p.15).

La consolidación conceptual que se ha generado sobre los movimientos sociales tiene relación con una sensación de consenso sobre sus principales focos de estudio, se parte de que su actitud antiestatal es una característica estructural de la identidad, y se reconoce que la lucha por el poder político en función de mitigar el excesivo control y autoritarismo del Estado se convierte en un proyecto que se vincula de forma directa con la realidad de América Latina.

Por lo tanto, la existencia de un hilo conductor sobre los enfoques predominantes de los movimientos sociales que son:

La teoría de la “conducta colectiva”, la Teoría de la “movilización de recursos” , y las concepciones sobre los “nuevos movimientos sociales” esto se articula con las preocupaciones de los movimientos sociales anteriores, en la medida en que se identificaban con su carácter político, puesto que reclamaban al Estado o incluso perseguían el poder político como meta, como es el asunto de los partidos políticos, designados como casos típicos de los “viejos” movimientos sociales (Sánchez, 2000, pp. 226-229).

La arteterapia como repertorio de los movimientos sociales

La activación de la ciudadanía, las formas de participación alternas, el discurso crítico frente a las condiciones políticas o la lucha por construir modelos y procesos comunitarios autónomos son parte del discurso que existe en el Movimiento Indígena del Tolima, las Comunidades Negras del Pacifico colombiano, el Movimiento Indígena del Cauca que plantean nuevos caminos por un mejor vivir, el respeto por la identidad, las prácticas culturales entre lo humano y la naturaleza.

El ámbito del poder político no sólo se caracteriza por la reactivación del aspecto cultural sino por conformar valores y estilos de vida que se constituyen en la cotidianidad. Es decir que el lenguaje de los movimientos sociales en campos como el arte, el cine, la danza, la música se convierte en repertorios que se identifican con su identidad, aún más cuando el propósito reside en la movilización y legitimidad de la sociedad civil donde toma relevancia los procesos colectivos en función de dar viabilidad a problemas estructurales y estrategias a los mismos (Salgado, 2007).

Así que la sociedad civil tiene la condición de ser objeto y sujeto del movimiento, y vincularlo de forma activa en términos de participación. Esto significa que la relación política – sociedad se ve inmiscuida entre el carácter real de los valores y la realización de objetivos que responde a las necesidades del movimiento. El aspecto de los repertorios se relaciona con el objeto y sujeto como una acción propia de la estructura conceptual e identitaria de la colectividad.

El sentido de esta expresión responde a los medios que utilizan los movimientos sociales para dar una impresión activa de que son actores que poseen una fuerza y articulan demandas de otros grupos sociales con ideas, razones y posiciones distintas pero que al momento de concretizar estas problemáticas existe una suerte de consenso legítimo. Un ejemplo de esta exposición resulta ser la arteterapia que se puede asociar a un repertorio constitutivo de la identidad política que existe en los movimientos artísticos o culturales que por medio del arte tienen una expresión propia de un dispositivo de alteridad.

Siendo así que la fuerte movilización que tiene la arteterapia responde a un fenómeno de legitimidad cultural y un campo de construcción comunitaria, en esta circunstancia la posibilidad de llevar propuestas concretas al escenario de la política – real responde a un argumento del sistema de interacciones que pretende localizar al sujeto para canalizar sus necesidades y hacer posible sus intereses en la sociedad.

Ya para el caso de intentar llevar a un plano común la arteterapia, presenta una relación de tres elementos centrales:

  1. 1. El reconocimiento de las condiciones, posibilidades o habilidades del sujeto, y como por medio de las acciones culturales se puede generar comunicación.
  2. 2. El carácter vinculante que tiene la arteterapia puesto que no excluye, por el contrario, genera condiciones para la interacción y canalización de las demandas que tiene determinado grupo social.
  3. 3. La función socializadora y comunicativa que tiene la arteterapia es un signo de creación de espacios donde exista la afectividad, la solidaridad y en su defecto la sociabilidad de diferentes actores.

Esta mezcla enriquecedora de elementos da posibilidad a la propuesta de teóricos como Laura Mota y Eduardo Sandoval que resaltan la necesidad de construir “otros mundos posibles y necesarios” dado que permite reconocer el proceso endógeno de construcción de paz, generación de procesos comunitarios y asociación en defensa de los bienes comunales que existen al interior del territorio, a su vez, la capacidad de pensar “desde abajo ”la región, los problemas, las formas de organización, la resolución dialogada y pacífica de los conflictos (Forero, 2010; Díaz, 2016).

En consecuencia, la noción general de este proceso se enlaza con la perspectiva de

Boaventura de Sousa (2009, p. 12) que, con sentido de profundidad, plantea “no habrá justicia social global si no hay justicia cognitiva global”, puesto que “los procesos de opresión y de explotación, al excluir grupos y prácticas sociales excluyen también los conocimientos usados por esos grupos para llevar a cabo esas prácticas (Forero, 2015, p. 6).

La lógica de esta propuesta se vincula con la noción de superar problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad social, la injusticia, la violencia que son fenómenos producidos por el vacío de las instituciones, las contradicciones del capital y la pérdida de legitimidad frente a las esferas gubernamentales. Es decir, significa la carencia de retornar a lo público y/o la privatización de los espacios sociales (Figueroa, 2016).

El punto de la discusión reside en que desde la arteterapia como repertorio de los movimientos sociales, se pueden gestar procesos de comunicación alterna que van en función de construir una praxis de justicia social, una sociedad que permita el respeto y reconocimiento de la “otredad”. La capacidad de establecer vínculos que van desde la vida social hasta las prácticas de los movimientos como sujetos colectivos.

En este sentido, logramos pensar que los movimientos sociales son producto de una estructuración de acción colectiva, pero a la par de una inconformidad estructural que despierta la creatividad y los medios para llegar al plano de lo político, debido a que su ruptura con la institucionalidad es más que evidente, y los motivos pasan a un plano de segundo orden identificado por la dignidad y el respeto por la vida.

Un aspecto central que permite comprender cómo la arteterapia más que un repertorio significa una estructura identitaria que tiene un movimiento en su praxis, aquí toma sentido las voces de los actores, el lenguaje no sólo escrito sino pensado, la escritura y las actividades culturales que hacen parte de la sociedad o en su defecto la articulación del movimiento con otros grupos sociales.

Las prácticas culturales son una muestra simbólica de imaginarse hasta donde es posible que llegue la acción de un movimiento que no sólo se queda en el espacio de lo “político” como lo señala el maestro Dussel (2016) sino que transciende y busca articular el lugar, los relatos, las composiciones musicales y la oralidad, dando espacio a pensar lo que mencionaba el antropólogo colombiano Arturo Escobar (2001), “tejer espacios de conocimiento” y “procesos solidarios pensando lo comunal”, brindando espacios para reconstruir las vivencias y pensar en otro mundo posible, alternativas contra la crisis del capitalismo y la lógica desarrollista que ha hecho de la naturaleza y lo humano un tipo de relación irreconciliable (Álvarez, 2001).

Sin embargo, pensar el movimiento como un espacio que reúne identidades colectivas que tiene sus propias formas de hacer arte o expresión política por medios noinstitucionalizados significa que la práctica política del movimiento es resultado de los vínculos socialmente establecidos y legítimamente compartidos. El cliché del asunto consiste en reconocer que el arte es una actividad humana que permite la expresión en distintos campos, la creación de espacios o la territorialización de una actividad determinada.

En cierto modo, puede asociarse como un ejercicio de interpretación y representación en distintos ámbitos de la vida, el cual permite dos lógicas: la primera, una relación de la acción humana en un espacio de sociabilidad, y el segundo, una facultad de organización socio- territorial para construir lazos comunitarios que permiten rescatar el discurso, la identidad o el sentido de los movimientos sociales.

Uno de los desafíos que existe en estos tiempos desde la arteterapia consiste en generar “posibles

modernidades alternativas" que serían el producto de la búsqueda por un contraespacio, resultado de la relación dialéctica entre representaciones del espacio y espacios de representación, en que los movimientos sociales tratan de articular las necesidades del mundo-vida frente a representaciones dominantes de su espacio (Oslender, 2002, p. 5).

Dichas “modernidades alternativas” no son una réplica del discurso de dominación o en su defecto de la razón instrumental presente en las relaciones sociales de producción. Por el contrario, es la muestra de percibir e imaginar otro mundo posible que permita la comunicación de actores, la realización de propuestas políticas efectivas y el camino de visibilizar las relaciones de poder/ saber que existen al interior de los movimientos.

En efecto, los movimientos sociales tienen una característica de suma importancia, ya que articulan el trabajo en red de diversos temas. Esto significa que hacen uso de la acción como instrumento de representación para generar un espacio de construcción artística, tal como lo manifiestan las comunidades negras del Pacifico colombiano específicamente en Buenaventura que, mediante las artes plásticas, la música urbana y los eventos recreativos impulsan una cultura basada en el reconocimiento de los derechos, la autonomía en el territorio, el respeto por las tradiciones y prácticas culturales.

En el ámbito de la participación política, la arteterapia puede reconocerse como un instrumento generador de desarrollo, empoderamiento social y democratizador de lo público, puesto que permite la relación de diversos actores que hacen uso de este espacio para constituir su identidad, apropiarse de sus intereses o canalizar las demandas que existen al interior de la ciudadanía.

En el campo de la participación social aparece lo comunitario como un instrumento del movimiento. Dado que se asocia a un conjunto de elementos artísticos que responde a la convergencia del bien común. Acá toma relevancia el arte como expresión política generadora de ciudadanía, en términos generales un lenguaje que muestra “otra” realidad a través del arte y fomenta un escenario donde existan las intenciones de transformación social frente a problemáticas como el racismo, la xenofobia, la exclusión entre otros.

Un ejemplo de este fenómeno lo señala Cruz (2013) cuando asume que la arteterapia puede reconocerse como un conocimiento teórico- práctico con una afinidad profunda sobre el diálogo y la reflexión del saber científico y popular. Es decir, es una reflexión que vincula los temas de interés público en función de ofrecer alternativas a los conflictos sociales y establecer acuerdos mínimos para fortalecer el tejido social, promover una educación para la paz y potencializar las capacidades de los sujetos a través de los espacios artísticos[2].

Por eso, la capacidad de construir espacios de socialización es parte del papel político del arte y su dinámica al interior de las comunidades. El sentido de estimular el trabajo colectivo, la creación de redes de cooperación y el compromiso de la transformación social frente a problemáticas estructurales es parte de la identidad que existe en la arteterapia.

El uso de la narración, la oralidad y el discurso constituye el reflejo que va desde el proceso individual hasta lo grupal, dado que facilita la comunicación de diferentes necesidades, demandas e intereses presente al interior de los movimientos sociales. Una descripción profunda realizada por Del Río (2009) muestra que el arte como instrumento político activa la conciencia del sujeto y fortalece la expresión de los pensamientos, los sentimientos y la capacidad reflexiva del sujeto (p.22).

En este escenario de la arteterapia asume relevancia el ejercicio de la ciudadanía en determinados contextos, acá se señala que la ciudadanía tiene la capacidad de pensar críticamente y reflexionar sobre los acontecimientos que marcan su presente, no consiste en un ejercicio simple de cuestionar sino de indagar posibles alternativas frente a la crisis de forma práctica, real y duradera, es la necesidad de hacer lo complejo algo simple.

A través del arteterapia se inducen tres ámbitos fundamentales: 1) el reclamo de la identidad; 2) el rescate de la historia; 3) la reivindicación de justicia social. Esto permite que se generen políticas culturales en función de una educación que trate temas como las cuestiones étnicas, la visión intercultural, los estudios de la cultura, la resignificación del arte, y la forma de gestar procesos comunitarios al interior de las poblaciones más oprimidas del territorio[3].

Aun cuando la educación debería ser un mecanismo de alteridad que permita la creación de múltiples imaginarios colectivos, donde a través de las costumbres y manifestaciones artísticas autóctonas de la región se pueda sembrar la semilla que de nacimiento a nuevos repertorios políticos, en las instituciones educativas solo se experimenta la estandarización en todos los procesos sociales que dan lugar a lógicas que poco, o nada, reconocen las necesidades específicas de las comunidades, ni mucho menos la de sus individuos. Por ejemplo, mientras en países latinoamericanos como Bolivia los estudiantes aprenden y perfeccionan el idioma indígena Quechua, Aymara y Guaraní (además del idioma Español e Inglés), en Colombia no existe una política que rescate la sabiduría que poseen las lenguas indígenas. Existen más de 65 lenguas indígenas en el país, y más de 45 de ellas están en peligro de extinción.

Sin embargo, la política del Estado colombiano, a través del Ministerio de Educación, apunta a que la población colombiana domine el inglés como lengua extranjera en el año 2019 (Ministerio de Educación, 2004). Cabe aclarar que el dominio del idioma inglés no es la problemática en si misma de este tipo de políticas, sino la ausencia de estrategias que ayuden a recuperar y fortalecer el legado lingüístico indígena que aún sobrevive a pesar del grado de contacto con el mundo occidental.

De esta forma, los movimientos sociales no reconocen las instituciones educativas como espacios que contribuyan a la creación de manifestaciones artísticas genuinas, sino que terminan por alejarse de las mismas para buscar espacios donde el arte no se desarrolle a partir de la limitada estructura que ofrece la norma (lo que dicte el MEN), o el paradigma implantado por el gobierno de turno. Decir que se pueden crear manifestaciones artísticas a partir de las limitaciones y estructuras que impone el Estado es una contradicción. El arte es sinónimo de liberación, de salirse de todo cuerpo para sumergirse en un mundo en donde todo es posible a través de la imaginación. Queda claro que bajo estas condiciones la arteterapia no puede desarrollarse ya que no se reconoce al sujeto, ni mucho menos lo vincula. Por el contrario, se excluye, y no se le permite una función socializadora y comunicativa que represente sus intereses endógenos.

Las fiestas de San Juan en Purificación –Tolima una muestra de Arteterapia

En el caso de América Latina que muestra el surgimiento de una globalización de las comunicaciones, la implementación de modelos de libre mercado, la privatización de la esfera pública, el aumento de la pobreza, la desigualdad social, la violencia y en ciertos casos el desprecio por la cultura propia, la historia de los territorios y la dignidad de los pueblos, conlleva a que ciertos sectores de la ciudadanía se muevan de forma política y construyan procesos de integración sobre asuntos de interés general. Por consiguiente, las comunidades generan otro tipo de “desarrollo” y una corriente de resignificación de las tradiciones culturales, la defensa de los bienes comunales y la necesidad de impulsar los lazos colectivos que pretenden hacer contravía a la fuerza que trae consigo la globalización.

Aun así, se puede promover un lenguaje que realce más el beneficio y las virtudes de las manifestaciones artísticas que se promueven desde el seno de las comunidades, esto con el fin de llevar un discurso congruente con el concepto de arteterapia. Es decir, que no se puede descalificar otras formas de vida incluso la cultura capitalista, o consumista, para exigir el derecho a la diversidad. Existe una línea muy delgada entre el rechazo a la globalización (y todo lo que esto contrae), y la forma de armonizar con este paradigma, el cual también hace parte de la esencia del ser humano, y existe para comunicar “algo”.

Una muestra en materia de arteterapia son las fiestas populares de San Juan en Purificación (Tolima) que reivindican el patrimonio cultura dando espacio para que

Se recuerda el origen católico del San Juan con una eucaristía oficiada por el Excelentísimo Señor Obispo de El Espinal, Monseñor Orlando Roa, y con una presentación de danzas de carácter religioso. Los niños contarán con un espacio para disfrutar sus carreras en caballitos de palo, hacer sus presentaciones artísticas y disfrutar la lúdica (Galeano, 2016, p. 2).

En esta fiesta se rescata el sincretismo entre dos mundos del saber. Por una parte, el saber indígena y por otra la racionalidad del hombre –moderno. Un choque de conocimientos que fluyen entre diversas realidades y constituyen cultura, pensamiento, nociones desde lo particular. Aquí se aprecia que

La plaza de mercado es parte de la fiesta. Cabalgata acompañada por carabineros y un desfile sanjuanero con derroche de creatividad, alegría y buen comportamiento. Purificación está invitando a quienes quieran sentir el Tolima con la autenticidad que tanto conservaron y defendieron los abuelos. Acompáñenos a compartir sanjuaneros con chicha y mistela y, luego, en señal de conciliación, démonos un abrazo berracamente tolimense (Galeano, 2016, p. 2).

A su vez, representa la manera de generar comunicación sin importar las diferencias, las clases sociales o en su defecto los intereses personales que puedan existir. Es una propuesta que pretenden

la vinculación de la comunidad sin importar la condición social o lo que sea, consiste en expresarse, participar y colaborar en las festividades, es una fiesta que rescata el patrimonio cultural del territorio”; Es la búsqueda de la integración y con esto se puede pensar la paz (los acuerdos de paz en la Habana), lo que necesita el país es la reconciliación, la mejor manera de hacerlo es con fiesta. En un trabajo llamado “violencia, música y fiesta en el Tolima” que se presentó en un congreso internacional, se mencionó que los actuales acuerdos nunca mencionaron el tema de la cultura, y en ese trabajo se recalca que la cultura es una historia acumulada de la fiesta y el lenguaje “popular” es decir que la cultura no puede descartarse como un campo que constituye la identidad de la ciudadanía y la paz en todo sentido (Galeano, 2016, p. 3).

La lógica de arteterapia que existe en estas festividades es la muestra del folklore de la región, y la historia colonial que existe al interior de la ciudadanía. Lo que muestra que

es una fiesta de familia y de conciliación, es un encuentro de colonias gente que viene de diferentes partes del país, fuera de la fiesta se va a generar un espacio para construir un encuentro y propuesta colectivas sobre la cultura del país”; “Una ventaja es que se logra mostrar las costumbres y se pretende manifestar el amor por la tierra, es un gozo por la vida, el agua, la naturaleza aquí toma sentido el humor político, el lenguaje popular, la cultura del hombre campesino y la creatividad de las personas (Galeano, 2016, p. 3).

En su defecto, la riqueza que muestra esta celebración es de carácter patrimonial e inmaterial, aquí se reúne la diversidad y se busca la conciliación de diferentes pensamientos. Lo importante es la convivencia, el respeto, el arte, el bambuco y el sentido de identidad por el territorio de un espacio de amor y felicidad por lo que constituye la historia del hombre campesino de la tierra[4].

Tal como lo afirma el periodista Héctor Arbeláez Galeano

la integración de la comunidad implica conversar, y gente que desea trabajar (…) esto implica que las instituciones educativas muestran sentido de pertenencia, su amor por la tierra y la necesidad de trabajar por la región” (…) Es una alegoría de disfraces (matachines) donde los niños, jóvenes y adultos estarán presentes, acá se da la oportunidad a la conservación de la cultura y la sociabilidad histórica. Puesto que el origen de la fiesta es cristiana pero aquí lo indígena asume relevancia y se muestra la “otra” cara de la historia y la fiesta en estos tiempos (Galeano, 2016, p. 3).

Conclusiones

No se podría concluir que una festividad como es el “San Juan” en Purificación – Tolima, ya posee una carga valorativa de suma importancia para comprender la historia de un territorio. Por el contrario, esté trabajo permite pensar posibles investigaciones sobre el tema que busque respuestas a interrogantes como: ¿Existe un pensamiento cultural de las fiestas del “San Juan”? ¿Cuáles son las características que constituye la festividad? ¿Dónde reside el aporte material e inmaterial de esta festividad a la región?

Dichas preguntas permiten pensar- críticamente elementos de investigaciones futuras.

En términos de arteterapia queda demostrado que la particularidad de los fenómenos sociales como son las festividades, se articula con la integración y comunicación de los sujetos. Esto da fuerza para pensar la arteterapia como un instrumento de los movimientos sociales para la significación de sus repertorios en función de la identidad política. Igualmente, se resalta el papel activo del arte como instrumento político y de amplio significado al interior de la identidad del territorio, aquí confluyen una serie de conocimientos y experiencias de las personas que se reviven con sus prácticas cotidianas. Donde el sentido común por lo popular juega un rol de suma importancia al momento de tomar decisiones políticas y constituir la identidad de una región, no sólo se trata de una fiesta popular sino de un rescate cultural sobre las prácticas de sus habitantes.

Es esperanzador pensar que a través de la arteterapia se puede lograr una conexión sinérgica entre el Estado y los movimientos sociales, que dé como resultado la experimentación de manifestaciones artísticas que generen un alto grado de satisfacción en cada una de las necesidades que presenta la población. Esto no solo exige un cambio en las prácticas de los gobiernos, sino un análisis y propuestas de cambio por parte de la población. Pues no se debe olvidar que los gobernantes de turno (aún aquellos que parecen no representar los intereses de su pueblo), son una muestra, o resultado de las dinámicas sociales de una región. Es decir que la reflexión a través de la arteterapia debe conducir a los hombres de una comunidad a ver el Estado y todas sus instituciones como un componente que hace parte de un solo cuerpo.

Por último, se hace necesario seguir construyendo narrativas que muestren la diversidad cultural de un país como Colombia, y de los escenarios locales que viven historias de suma importancia para pensar un territorio de paz, educación, buen vivir y respeto por la naturaleza de lo que se trata es de construir conocimiento que aporte elementos para la reivindicación del “otro” y las posibles alternativas que sirvan como insumo para las transformaciones sociales que merecen regiones que han sido sometidas a la pobreza, la violencia, el despojo y la amplia desigualdad político-social. Es así que desde la arteterapia se puede pensar propuestas concretas que mitiguen estos fenómenos sociales, y generen nociones en función de un buen vivir del territorio, lo humano y la naturaleza.

Bibliografía

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Notas

[1] En materia de identidad política se rescata los estudios realizados por Alberto Melucci en su libro “Vivencia y convivencia: teoría social para una era de la información. Editorial: Trotta” y la conceptualización realizada por el politólogo José Luis Soto (2016) Propuesta teórico- metodológico para el estudio de la identidad política. Estudio de caso: Nuestras Hijas de Regreso a Casa. Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Iztapalapa (México).
[2] Un caso concreto resulta ser las fiestas populares del San Juan en Purificación municipio del Tolima (Colombia) donde a través de la cultura y el arte se impulsa un pensamiento ciudadano, una cultura de paz y un ambiente de reconciliación. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=QXbcBmj3Sco&feature=youtu.be
[3] Otra festividad que despierta la alegría y vincula la diversidad cultural, étnica y política es el festival Petronio Álvarez que reúnen múltiples comunidades negras del Pacifico Colombiano, en torno al patrimonio cultural, la historia ancestral y la sencillez del lenguaje popular de la fiesta afrodescendiente. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=wYQLYMLR2pw
[4] En palabras concretas puede observarse el siguiente documental que muestra la significación de las fiestas en su mayor expresión. Véase: https://sites.google.com/site/innovarsurorientedeltolima/cultura/san-juan


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