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Presentación y Prefacio del libro: Revolución Cubana. Algunas miradas críticas y descolonizadas
Presentation and Preface of the book: Cuban Revolution Some critical and decolonized views
Política Internacional, vol.. 3, núm. 1, 2021
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García"

NOTAS

Política Internacional
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba
ISSN: 1810-9330
ISSN-e: 2707-7330
Periodicidad: Trimestral
vol. 3, núm. 1, 2021

. Revolución Cubana. Algunas miradas críticas y descolonizadas. 2018. Habana. Ciencias Sociales

PresentaciÓn

La Revolución Cubana es uno de los sucesos más trascendentales del siglo XX. Una singular utopía, resultado de nuestro ser y en cuyo espacio vital se juntan sueño y realidad, imaginación y terrenalidad, haciendo gala de que ciertamente la cubanidad es también “la pasión por lo posible”1. Quizá por eso ha provocado grandes pasiones dentro y fuera de Cuba. En la vida cotidiana y en los acercamientos profesionales de variadísimo tipo en el ámbito doméstico e internacional, por lo general, se hace una apología sobre ella o se la sataniza, impidiendo así una cabal comprensión acerca de su verdadera naturaleza y alcances.

Varias son las razones que contribuyen a eso. Las conexiones que el proyecto establecía con las aspiraciones de los movimientos progresistas en todo el mundo, en especial de Latinoamérica y el Caribe, los roles que la Revolución se dio y legitimó a escala internacional, la osadía de confrontar al imperialismo estadounidense desde los tiempos de Guerra Fría y la permanente confrontación de este con todo su aparato ideológico y político, la manera como Cuba fracturó y se erigió en disidente activo de las prácticas de dominación, son algunas de ellas.

La contemporaneidad del proceso y las consabidas dificultades para historiar el pasado reciente, la prioridad colocada o asumida de escribir y difundir los fenómenos y cambios que iban ocurriendo, especialmente aquellos que resaltaban el componente épico y las aspiraciones del proyecto, son otras razones de peso. Asimismo, el espacio ganado y dedicado al testimonio de protagonistas, a las campañas internacionalistas, educacionales y otras.

Lo cierto es que se trata de un universo que, aunque ofrece resultados de calidad variable, resulta sumamente insuficiente para comprender el proceso, de por sí muy complejo como cualquier proyecto revolucionario. En no pocos casos se ofrecen visiones demasiado parceladas, sesgadas y(o) parcializadas, muchas veces expresiones de la falta de suficiente información documental y del empleo, todavía limitado, de las múltiples fuentes útiles disponibles para estos empeños.

A la vuelta de 57 años y en la especial coyuntura que vive el país, esta es una preocupación central de los intelectuales cubanos, sobre todo de aquellos ligados a la educación, la cultura y las ciencias sociales. Y es que las grandes pasiones no siembran convicciones, más bien favorecen que se vean solo las manchas o las sombras; peor aún, estimulan el escepticismo y distanciamiento del tema.

Durante los últimos años se ha insistido, en eventos nacionales e internacionales realizados en Cuba por diversas instituciones y asociaciones profesionales, en la necesidad de un tratamiento priorizado a la temática, en las dificultades para lograrlo y la responsabilidad que en tal sentido corresponde a las generaciones actuales.

Dedicado al 55 aniversario del triunfo de la Revolución, tuvo lugar en diciembre de 2014 el primer Encuentro Nacional de Escritores de Literatura Histórica y Social, auspiciado por la Sección de Literatura Histórica y Social de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). De sus sesiones de trabajo afloraron dos acuerdos trascendentales respecto al ámbito que se refiere.

El primero fue la creación de un Grupo de Trabajo para los temas de la Revolución Cubana, presidido por el Premio Nacional de Ciencias Sociales Juan Valdés Paz, e integrado por los destacados intelectuales Luis Suárez Salazar, Felipe Pérez Cruz y Marta Núñez Sarmiento. A partir de entonces y con su apoyo, la estrategia de la Sección, que agrupa alrededor de un centenar de científicos sociales y escritores cubanos, ha podido concretar varias iniciativas importantes.

El segundo fue elaborar una antología sobre la historia de la Revolución, que ofreciera un balance acerca de algunas facetas imprescindibles, aprovechando el destacado potencial intelectual multidisciplinario que, del área de las ciencias sociales, reside en la Isla formando parte de nuestra membresía. Bajo la coordinación de Luis Suárez Salazar, quien lanzara la propuesta y desafío a todos quienes asistimos al referido evento de 2014, la obra que ahora se ofrece constituye la mejor contribución que podemos ofrecer desde nuestro propio espacio de reflexión en la UNEAC —que también ha sido y es parte consustancial de la Revolución misma, su vanguardia en el ámbito de la creación literaria.

El volumen de temas y contribuciones sucesivos a debates durante estos últimos años ha sido considerable. La antología —acogida con verdadero entusiasmo y responsabilidad por la Editorial Nuevo Milenio, con su sello Ciencias Sociales—, es el primer y más importante resultado en forma de libro. Gracias a la colaboración de prestigiosos intelectuales cubanos de la Isla, cuenta con 17 ensayos que fueron previamente seleccionados y evaluados por un comité editorial constituido por los profesionales antes mencionados y la autora de esta presentación.

Quedaron en el tintero otras importantísimas aristas sobre la historia de esta pasión por lo posible que ha sido el proyecto cubano desde 1959; entre ellas: la cuestión migratoria, la historiografía sobre la Revolución, la religiosidad, la política cultural, la problemática medioambiental, la regionalidad o las varias Cuba en el archipiélago, la racialidad. Sirva este volumen como una invitación para sucesivos empeños con los que, junto a los autores que ahora nos dimos cita, podamos dar fe de que un escritor es también “un hombre que establece su lugar en la utopía” (Castillo, 1999: 19).

prefacio

Como se ha reconocido en diversos eventos nacionales e internacionales recientemente realizados en Cuba,1 a pesar de su enorme importancia para las complejas “batallas culturales” (incluidas las vinculadas a la preservación y el enriquecimiento de la memoria histórica de su pueblo) que se han tenido que librar desde 1959 hasta la actualidad y que se tendrán que desplegar en el futuro previsible, aún no se han publicado en el país anales oficiales ni académicos suficientemente documentados, abarcadores, analíticos y sintéticos sobre el transcurrir de la que la UNHIC (Unión de Historiadores de Cuba) ha denominado “Revolución Cubana en el poder”.2

A contribuir a superar algunas de esas carencias va dirigida esta antología, auspiciada —como se ha visto en su presentación— por la Sección de Literatura Histórica y Social de la UNEAC. Aquí se incluyen las contribuciones de 17 destacados historiadores, escritores, pensadores y científicos sociales cubanos de diferentes disciplinas, que han participado y siguen participando en diferentes tareas vinculadas al multifacético quehacer del pueblo cubano.3

Esas contribuciones se han organizado de manera que sus lectores puedan hacer un recorrido lógico-histórico, de lo general a lo particular y, luego, de lo particular a lo general del devenir de algunas de las etapas y facetas de la Revolución Cubana. Con tal fin, los primeros dos ensayos, escritos por los doctores Jesús Arboleya Cervera y Francisco López Segrera, se refieren a la naturaleza, el significado interno e internacional, las raíces históricas, los logros, las contradicciones y los retos endógenos y exógenos que siempre han tenido que enfrentar los hechos revolucionarios a lo largo de la historia de Cuba y, en particular, después de la victoria de la multiforme insurrección popular que, encabezada por Fidel Castro, el 1ro. de enero de 1959 derrocó a la dictadura proimperialista del general Fulgencio Batista.

Ese enfoque es complementado por el ensayo escrito por la socióloga y doctora en Ciencias Económicas Marta Núñez Sarmiento, quien introduce una imprescindible mirada de género a ese proceso revolucionario en el que, según afirma, “las mujeres se convirtieron en figuras claves del entramado del proyecto anticapitalista y socialista de la Revolución”.

Sin desconocer nada de lo antes dicho y sin desdeñar los problemas que quedan por resolver, el ahora físicamente desaparecido doctor Fernando Martínez Heredia (Premio Nacional de Ciencias Sociales) y la doctora en Ciencias Filosóficas Olga Fernández Ríos muestran cómo ese proyecto, a pesar de sus imperfecciones, ha logrado importantes avances en la cultura política del pueblo cubano. En especial, como resultado de su sistemática interacción con las proyecciones y las multifacéticas prácticas democrático-participativas desplegadas e institucionalizadas de modo progresivo en el país desde los primeros meses del triunfo de la Revolución; incluidas las vinculadas a la elección de sus representantes a los diferentes órganos del Poder Popular, sistematizadas desde la primera Ley Electoral promulgada por el Consejo de Ministros casi cinco meses después del referéndum que, el 15 de febrero de 1976, aprobó la primera Constitución socialista de la República de Cuba.

Esto es seguido por el análisis crítico emprendido por el Premio Nacional de Ciencias Sociales Juan Valdés Paz sobre los cambios en las instituciones políticas, económicas, jurídicas, ideológico-culturales, civiles, al igual que en las que regulan las relaciones familiares que se han venido produciendo en diferentes etapas de la Revolución. Al igual que en otros de los ensayos que aparecen en esta antología, el análisis de su autor termina colocado en la historia más reciente y en los problemas institucionales que tendrán que solucionarse en el marco de la oficialmente llamada “Actualización del modelo económico y social del socialismo cubano” aprobada por el VI Congreso del PCC y refrendada por su VII Congreso, efectuados en abril de 2011 y de 2016, respectivamente.

Inmediatamente después aparecen tres trabajos que abordan dos de las etapas de la historia de la Revolución Cubana: la que se ha enmarcado entre 1971 y el inicio en 1986 del llamado “Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”* y la que se ha denominado “Período Especial en Tiempos de Paz”.** El análisis de los principales acontecimientos de la primera de esas etapas es abordado por el doctor en Ciencias Económicas Humberto Pérez González; quien, entre 1975 y 1985, desempeñó importantes tareas políticas y estatales vinculadas a la definición y aplicación del entonces llamado SDPE (Sistema de Dirección y Planificación de la Economía), aprobado a finales de 1975 por el I Congreso del PCC y refrendado por su II Congreso efectuado en diciembre de 1982.

En algunos de sus aspectos, el enfoque crítico de esa etapa —no siempre coincidente con algunos de los criterios planteados por Humberto Pérez— es retomado por el destacado sociólogo, escritor y diplomático cubano Germán Sánchez Otero. Él concentró su análisis en los acuerdos del IV Congreso del PCC, efectuado en Santiago de Cuba entre el 10 y el 14 de octubre de 1991, y en las positivas implicaciones democráticas derivadas de las reformas a la Constitución de 1976 aprobadas en el XI Período de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, efectuado entre el 10 y el 12 de julio de 1992.

A su vez, tomando debidamente en cuenta esas reformas, el doctor en Ciencias Económicas y entonces ministro de Finanzas y Precios José Luis Rodríguez García analiza y sintetiza las que llama “lecciones de coraje y resistencia” que demostró el pueblo cubano durante “los años duros del Período Especial”. En ese contexto y coincidiendo de alguna manera con lo indicado por Germán Sánchez, concluye expresando “que la permanencia de la Revolución en aquellos años heroicos fue la mejor prueba de la validez de las decisiones adoptadas” por las máximas autoridades políticas y estatales del país, encabezadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Esa contribución es seguida por dos trabajos que abordan algunos aspectos escasamente tratados o ausentes en los libros sobre la historia de la Revolución Cubana que se han publicado en Cuba y en otros lugares del mundo: la ingente labor desplegada por la absoluta mayoría de los intelectuales y artistas en la defensa, la consolidación y la proyección internacional de esa Revolución.

El primero de ellos fue escrito por la máster en Ciencias de la Educación Superior Irina Pacheco Valera y, el segundo, por el reconocido trovador y promotor cultural Alberto Enio Faya. Complementando lo planteado por Irina acerca del importante papel desempeñado desde 1959 hasta finales de 2016 por diversas instituciones culturales, este último —partiendo de su experiencia personal y de sus descolonizadas investigaciones musicológicas— sintetiza las que denomina “aproximaciones a la música en la Revolución Cubana”.

Esa contribución es seguida por la síntesis sobre las interrelaciones —a veces altamente conflictivas— entre la Iglesia Católica y el Estado revolucionario cubano, realizada por el Premio Nacional de Ciencias Sociales Aurelio Alonso Tejada. Su enfoque se realiza desde una mirada actualizada acerca de los positivos cambios de calidad que, en los años más recientes, se han venido produciendo en las interacciones entre las máximas autoridades políticas y estatales de la República de Cuba y de la Iglesia Católica cubana, encabezadas por el entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, y por el cardenal Jaime Ortega, respectivamente.

Como también indica Aurelio, en ese cambio de calidad han tenido una enorme importancia las sucesivas visitas realizadas a Cuba por tres Sumo Pontífices de la Iglesia Católica, incluido el papa Francisco; quien, como se ha divulgado, contribuyó a las negociaciones secretas que condujeron a la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos anunciadas el 17 de diciembre de 2014 por sus correspondientes presidentes Raúl Castro y Barack Obama.

El análisis del significado de ese trascendente acontecimiento está presente, de una u otra manera, en varios de los ensayos que, posteriormente, aparecen en este volumen. Pero antes de mencionarlos es necesario indicar que, en un retorno de lo particular a lo general, la antología vuelve al análisis —ya presente en los ensayos de Jesús Arboleya y Francisco López Segrera— de la que, desde hace varios años, he venido denominando “proyección externa de la Revolución Cubana”.

Vinculados a esa dimensión aparecen cinco ensayos. El primero de ellos, redactado por la doctora en Ciencias Históricas y actual presidenta de la Sección de Literatura Histórica y Social de la UNEAC, Ivette García González, quien busca en las raíces de nuestra identidad nacional y en la denominada “diplomacia mambisa” los fundamentos de la política exterior antimperialista, anticolonialista, tercermundista, solidaria e internacionalista desplegada por la Revolución Cubana y, vinculada a ella, de la labor diplomática desempeñada desde 1959 por los dirigentes, funcionarios y trabajadores del Ministerio de Relaciones Exteriores, así como de otros organismos afines de la Administración Central del Estado.

Tal examen es seguido por dos contribuciones escritas por el doctor en Ciencias Económicas y doctor en Ciencias Esteban Morales Domínguez y por el doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo, autores del libro De la confrontación a los intentos de “normalización”: la política de Estados Unidos hacia Cuba; cuya segunda edición ampliada fue publicada en 2014 por la Editorial de Ciencias Sociales. Al igual que en otros de sus trabajos, el primero realiza un rápido recorrido por los fundamentos expansionistas y geopolíticos de las políticas contra la Revolución Cubana desarrolladas por sucesivas administraciones demócratas y republicanas estadounidenses desde los primeros meses de 1959 hasta la actualidad.

Por su parte, acudiendo a diversos documentos, Elier Ramírez desacredita los que denomina “mitos”, que en todos esos años han rodeado los relatos colonizados acerca de las relaciones oficiales cubano-estadounidenses, especialmente los que se han elaborado y divulgado en ese último país. Entre estos, la falsedad de la noción aún difundida acerca de que el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, siempre ha estado opuesto a que se avance en el largo, complejo y, en más de un aspecto, incierto proceso que algún día conducirá a la que he denominado anormalización de las relaciones oficiales entre ambos países.

A esos dos ensayos le siguen las contribuciones elaboradas por el doctor en Ciencias Históricas y experimentado diplomático Oscar Oramas, así como por el autor de este prefacio. A partir de sus propias vivencias e investigaciones, Oramas realiza un recorrido por los principales momentos, así como por las políticas y las acciones solidarias desplegadas hacia el continente africano por el liderazgo político y estatal cubano desde los primeros años del triunfo de la Revolución. En su relato destaca el legado del comandante Ernesto Che Guevara y del Comandante en Jefe Fidel Castro. Igualmente, la manera en que este ha encontrado continuidad en la política hacia el continente africano desplegada durante los sucesivos gobiernos presididos, desde agosto de 2006 hasta abril de 2018, por el General de Ejército Raúl Castro.

Las referencias a esa continuidad también están presentes en el ensayo que cierra esta obra colectiva: “La proyección nuestramericana de la Revolución Cubana: una síntesis lógico-histórica”. En este, su autor resume, amplía y actualiza las que en diversas ocasiones ha denominado “continuidades y cambios” de las multifacéticas políticas hacia América Latina y el Caribe desplegadas por el liderazgo político-estatal cubano, al igual que por las máximas direcciones del PCC, de la UJC y de algunas de las organizaciones sociales, de masas, así como juveniles y estudiantiles que actúan en la sociedad civil y política cubanas. Asimismo, la contribución de los periodistas y de algunos órganos informativos, al igual que de los intelectuales y de algunas instituciones culturales en la definición e implementación de esas políticas.

Tal vez en todo lo antes dicho, los lectores puedan identificar los fundamentos del título de este volumen: La Revolución cubana: algunas miradas críticas y descolonizadas. Sin embargo, no es ocioso acentuar que está determinado porque, a pesar de sus diferentes y no siempre coincidentes perspectivas analíticas, de las disímiles facetas y de las distintas etapas, así como de los diversos análisis sobre la historia reciente, sobre la actualidad y el futuro que se presentan en los escritos que componen este volumen, todos los autores hemos resaltado los importantes logros internos e internacionales de esa Revolución.

Por consiguiente, también hemos criticado, de manera explícita o implícita, los enfoques sesgados, negativos, colonizados y, en no pocos casos, recolonizadores elaborados por diversos intelectuales orgánicos a las clases dominantes de diferentes países del mundo que han sido publicados por las grandes editoriales comerciales; al igual que exaltados por los poderosos aparatos ideológico-culturales, informativos y educativos de las principales potencias imperialistas, en particular de Estados Unidos4.

Adicionalmente, los autores de todos los ensayos que componen esta antología hemos tratado de alumbrar, analizar, sintetizar y, en la medida de lo posible, documentar algunas facetas escasamente conocidas del devenir de la Revolución Cubana. Asimismo, trascender los enfoques fragmentados, épicos, testimoniales o apologéticos que preponderan en las narraciones que se han difundido en Cuba y en otros lugares del mundo sobre los más relevantes acontecimientos de su historia insurreccional o revolucionaria5, al igual que sobre los resultados de las políticas internas y externas elaboradas e implementadas por sus sucesivas direcciones político-estatales desde 1959 hasta la actualidad.

Como he planteado en mis intervenciones en diferentes eventos nacionales e internacionales, al igual que en los cursos titulados Las utopías de la Revolución cubana: una mirada desde el pensamiento crítico, que he venido impartiendo en algunos países de América Latina y el Caribe6, la necesidad de que la historiografía sobre la Revolución Cubana trascienda los enfoques referidos en el párrafo anterior está determinada por varias razones.

La primera de ellas es que, con su heroísmo cotidiano, el sujeto popular cubano —o, si se prefiere, “el pueblo cubano”— se ha ganado el derecho a conocer al pie de la letra la historia de su Revolución y, gracias a sus realizaciones, cuenta con las capacidades políticas e intelectuales necesarias para justipreciar las diferentes elaboraciones e interpretaciones sobre ella que se publiquen en Cuba e, incluso, en otros lugares del mundo.

Entre otros motivos, porque en diferentes momentos del curso de la Revolución, la absoluta mayoría de su población políticamente activa (incluidos los estudiantes de la enseñanza media) ha participado en los diversos procesos críticos y autocríticos de los logros y los errores que se han cometido y de los resultados e impactos positivos y negativos (económicos, políticos, sociales, axiológicos e ideológico-culturales) de las políticas implementadas en los años precedentes por sus máximas autoridades políticas y estatales, encabezadas por Fidel o Raúl Castro.

La ponderación de los logros y de las suficiencias o insuficiencias de las críticas realizadas en cada uno de esos momentos, así como la adecuada identificación por parte de los historiadores o de otros científicos y pensadores sociales de esos errores teórico-conceptuales o prácticos, de las circunstancias internas y de los cambiantes contextos externos en que se cometieron, al igual que de los efectos negativos de las políticas implementadas para solucionarlos, puede contribuir a evitar que estos se repitan en el futuro más o menos inmediato. Igualmente, a recuperar las mejores prácticas que se han utilizado para identificarlos y enfrentarlos a lo largo de la que, coincidiendo con otros autores de esta antología, prefiero llamar transición socialista cubana.

También pueden ayudar a que las actuales o futuras generaciones de cubanos —en particular, las que solo tendrán sus vivencias personales, familiares o grupales de su pasado-presente— logren comprender que los desaciertos individuales o colectivos que se han cometido desde 1959 hasta la actualidad no son congénitos a la Revolución, ni a la transición socialista cubana, sino que forman parte de las obras humanas y de las diversas “pruebas de ensayo-error” que se han tenido y se tendrán que emprender para de manera constante y sistemática tratar de ir convirtiendo en realidad las que en varios escritos he denominado “utopías de la Revolución Cubana”.

En mi comprensión, pudieran definirse esas utopías como la crítica constante de su pasado-presente a partir de la perenne expecta-activa de que, en ciertas condiciones nacionales e internacionales7, en el futuro se podrá edificar un socialismo más autóctono, eficaz, eficiente, económicamente autosostenido, ambiental y ecológicamente sustentable, así como democrático-participativo y política y socialmente-representativo que el que hasta ahora han conocido todas las generaciones políticas que han participado en las transformaciones revolucionarias que se han producido en Cuba8.

Dada su conflictiva vecindad con la principal potencia imperialista del mundo, el cumplimiento de esos objetivos endógenos es condición imprescindible para que nuestro país, sin abandonar sus singulares proyecciones anticapitalistas, anticoloniales, anti neocoloniales, tercermundistas y antimperialistas, pueda continuar avanzando en sus reiterados y aún incumplidos propósitos de integrarse económica y políticamente con los demás Estados latinoamericanos y caribeños liberados de dominaciones externas, así como de insertarse de manera independiente y soberna en la llamada “economía capitalista mundo”, al igual que en el multipolar sistema internacional de Estados que en la actualidad se está prefigurando.

En ese contexto y atendiendo a las grandes dificultades internas y externas que en la actualidad tiene y que en los próximos años tendrá que enfrentar la actualización del socialismo cubano, recobra toda su importancia lo indicado por José Martí en su célebre ensayo Nuestra América: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente”. Y agregó:

El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el estudio de los factores reales del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas de ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba todo lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. / […] La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria.

Aunque en mi carácter de coordinador soy consciente de que en esta pionera obra colectiva no se pudieron abordar todas las facetas ni todas las etapas de la Revolución Cubana y que las reflejadas requerirán indagaciones, ampliaciones o correcciones posteriores, dejo a la evaluación de los lectores, así como a la crítica especializada de otros historiadores, pensadores y científicos sociales de diferentes disciplinas si los autores de cada uno de los ensayos que aparecen en las páginas que siguen hemos sido o no consecuentes con esos legados martianos.

Notas

1 Parafraseando dos acertadas y bellas definiciones del doctor Eduardo Torres-Cuevas, expuestas en su conferencia “Cuba: el sueño de lo posible”, impartida en Dialogues Philosophiques el 10 de diciembre de 1996, en la Maison de l´Amérique Latine de París
1 Entre esos eventos hay que resaltar el primer y segundo Simposio Internacional “La Revolución cubana: Génesis y desarrollo histórico” convocado por el Instituto de Historia de Cuba y realizado en el Palacio de las Convenciones de La Habana entre el 13 y el 15 de octubre de 2015, y entre el 24 y 26 de octubre de 2017, respectivamente. Asimismo, el XXII Congreso Nacional de Historia efectuado en Holguín entre el 23 y el 25 de abril de 2016.
2 Según la indagación que he podido realizar, los únicos libros académicos de autores cubanos orientados a analizar y sintetizar la Historia de la Revolución Cubana que se han publicado en el país fueron el folleto elaborado por un colectivo de autores del Instituto Pedagógico Enrique José Varona encabezados por el profesor Nicolás Garófalo (reproducido con fines docentes en 1994) y los tres volúmenes sucesivamente preparados por el profesor titular de la Universidad de La Habana Arnaldo Silva León, titulados La revolución en el poder 1959-1995 (1998), Breve historia de la Revolución cubana (2003) e Historia de Cuba 1959-1999: liberación nacional y socialismo (2009). Este último, en coautoría con el prestigioso y ahora desaparecido historiador y profesor cubano José Cantón Navarro, quien, junto al también doctor en Ciencias Históricas Martín Duarte Hurtado, fue coautor de los dos tomos del título Cuba: 42 años de Revolución: cronología histórica 1959-2000 (Editorial de Ciencias Sociales, 2006 y 2007, respectivamente). Sobre la base de esa cronología, Cantón Navarro incluyó dos capítulos sobre la Revolución cubana en su libro Historia de Cuba: El desafío del yugo y la estrella (Editorial José Martí, La Habana, 2011). José Luis Rodríguez publicó en 1990 su libro Estrategia de desarrollo económico con Cuba, con la información disponible hasta 1989.
3 Aunque me identifico con la necesidad de realizar una diferenciación de géneros en mis escritos y discursos, en beneficio de la síntesis, en lo adelante utilizaré el género gramatical no marcado (masculino), ya que engloba a mujeres y hombres.

*En lo adelante, Proceso de Rectificación.

**En lo adelante, Período Especial.

4 Para un inventario y un análisis crítico de las obras sobre la Revolución Cubana publicadas dentro y fuera de Cuba puede consultarse Sergio Guerra Vilaboy y Alejo Maldonado Gallardo: Breve historia de la Revolución cubana, publicado hace casi una década en México, España y Ecuador. En ese inventario también se identifican diversas obras editadas fuera de Cuba, incluso en Estados Unidos, que han defendido y difundido la obra de la Revolución Cubana.
5 Además del inventario y el análisis crítico de la historiografía sobre la Revolución cubana publicada en nuestro país que aparece en el libro de Sergio Guerra Vilaboy y Alejo Maldonado antes mencionado, también puede consultarse Felipe Pérez Cruz: “Los estudios sobre la Revolución Cubana: reflexiones desde el hacer de la UNHIC”, en VII Taller “Historia de la Revolución Cubana”, Unión Nacional de Historiadores de Cuba, La Habana, 11-13 de diciembre.
6 En compañía de mi colega y esposa, la doctora en Ciencias Económicas Tania García Lorenzo, el primero de esos cursos-seminarios se impartió en ocasión del Aniversario 50 del triunfo de la Revolución a través de la entonces denominada Cátedra Virtual Florestán Fernández de CLACSO. Dado el interés que ese curso encontró, en 2011 y 2013 ambos lo ofrecimos de manera presencial en República Dominicana y en El Salvador, respectivamente. Y, sin su presencia, en 2015 lo impartí en la Centro Cultural Casa Lamm de México.
7 La palabra compuesta “expecta-activa” está inspirada en una idea expresada por el dramaturgo brasileño Augusto Boal. Este, después de criticar los equívocos conceptuales y conductuales a los que constantemente conducen el empleo acrítico de las palabras “esperanza” y “expectativa”, sugiere la necesidad de inventar una tercera palabra “especta-autor”: aquel que observa, analiza y así se prepara para hacer acontecer. Y agrega: “somos actores en la sociedad y tenemos que ser protagonistas de nuestras vidas. Tenemos que hacer acontecer. Solo tenemos derecho a tener esperanzas en el futuro si somos capaces de tener confianza en nosotros mismos, en el presente”.
8 Habitualmente las “generaciones” se dividen en períodos de treinta años. En ese enfoque, en la actualidad en Cuba solo se podría hablar de tres generaciones: “la histórica” (que fue la que participó en las multiformes luchas contra la tiranía de Batista) y las dos que nacieron en diferentes momentos después del triunfo de la Revolución. Sin embargo, al igual que otros autores, considero que por su diferente sociabilidad, es válido referirnos a “seis generaciones”: la ya mencionada “generación histórica”; la que denomino “guevarista” (entró en la vida política en la década de 1960); la “generación de la Revolución institucionalizada” (posterior a la aprobación de la Constitución de 1976); la “generación del Período Especial” (justo después del derrumbe de los “falsos socialismos europeos” y en medio de las múltiples crisis que afectaron a la sociedad cubana en la década de 1990); y la “generaciones de la Batalla de Ideas”. Esta última entró en la vida política en los primeros años del siglo XXI y ahora está interactuando con la que pudiera denominarse “generación de la actualización del socialismo cubano”, oficialmente iniciada después del VI Congreso del PCC, efectuado en 2011.


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