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Resumen: El presente discurso versa sobre el libro Estados Unidos Hispanos que intenta reunir los textos de ensayos previos, conferencias y artículos sobre la hispanidad de los Estados Unidos vivida y expresada bajo diferentes puntos de vista, dándoles algo de una cohesión formal que ejemplifique su título.
Palabras clave: Literatura, Migraciones, Política, Etnicidad, Hispanidad.
Abstract: This speech is based on the book "Estados Unidos Hispanos" [English title: "Hispanics in the United States"] which attempts to gather all previous essays, lectures and articles on the Hispanic features of the United States, and how this Hispanic heritage is lived and expressed under different viewpoints, thus providing it with a formal cohesion to exemplify its title.
Keywords: Literature, Migrations, Politics, Ethnicity, Hispanicity.
Estados Unidos Hispano
Gracias al Instituto Cervantes, "Long Island al Día", "la Academia", todos los presentes.
Una primicia y honor el presentar en Nueva York, la ciudad de hispanoparlantes más grande de los Estados Unidos (con una población de más de 2.336.000, o sea el 27%, constituyendo los hispanos el 54% en Bronx), este libro Estados Unidos Hispano, escrito con orgullo y el placer de compartir descubrimientos. El presente libro intenta reunir los textos de ensayos previos, conferencias y artículos sobre la hispanidad de los Estados Unidos vivida y expresada bajo diferentes puntos de vista, dándoles algo de una cohesión formal que ejemplifique su título. Aparece en sus páginas el yo autobiográfico del militante y entusiasta como así también el nosotros involucrante; se pretende que cada nombre mencionado sirva como una amplia referencia y llamado para una investigación más vasta…
No se enfoca ni resalta esta realidad ahondando en los detalles de su rica historia, sino más bien de su presencia cultural, literaria, aunque se salpiquen los párrafos con citas, datos de todo tipo en el rango de las posibilidades, incluyendo económicas, políticas y sociales.
Esta realización y esfuerzos de rescate del Estados Unidos hispano está produciendo sus frutos, como lo demuestra la popularidad de las obras recientes; la de Ray Suárez Latino Americanos: El legado de 500 años que dio forma a una nación2, que documenta las confluencias de la diversidad hispana en los Estados Unidos; la de Felipe Fernández-Armesto, Our America: A Hispanic History of the United States3, que incluso utiliza poemas para ilustrar sus discusiones sobre injusticias, inmigración, desigualdades y la importancia de conservar el idioma español, comenzando con el epígrafe atribuido a Pablo Neruda de “Toda la piel de América es nuestra piel”; también anteriormente la publicación de Matt S. Mier and Feliciano Ribero: Mexican-American/American Mexican. From Conquistadores to Chicanos4 y la edición revisada del volúmen que abrió tantos ojos con su narrativa de 500 años de historia hispana desde una perspectiva peculiar y dinámica, Harvest of Empire: A History of Latinos in America5 de Juan González, por citar solo algunas de las más exitosas publicaciones en el consumo de los lectores.
Al mismo tiempo, cabe hacerse eco de manifestaciones recientes, como la que aparece en el artículo del New York Times de Noam Scheiber, quien, el 8 de marzo del 2015, señalaba que el crecimiento laboral para los hispanos está sobrepasando al de otros grupos. También las conclusiones del estudio realizado, a pedido de Univision, por IHS Economics, una firma global especializada en análisis y perspectiva económica, estableciendo que se necesitan hispanos en los Estados Unidos. Concluye literalmente que, con los llamados babyboomers al borde del retiro y la población anglo creciendo en tasas muy bajas, el aporte de los inmigrantes será fundamental para garantizar un crecimiento económico sostenido en Estados Unidos durante los próximos veinte años. “La fuerza laboral no hispana no alcanzará para compensar su salida.”
Es más —afirma—, el estudio, si se logra destrabar el nudo gordiano que hay en Washington D.C. en materia migratoria, la economía de Estados Unidos podría crecer más allá de lo previsto en la actualidad gracias al aporte de los inmigrantes, y en particular de los hispanos, contradiciendo la hispanofobia y la fobia antimigratoria de ciertos sectores, como la ejemplificada recientemente por Donald Trump con sus insultantes, falsas, irresponsables declaraciones racistas contra los inmigrantes hispanos, específicamente mexicanos, lo que le valió la expulsión de NBC, Univisión y otras consecuencias negativas, pero que aún no ha sido corregida y condenada como se merece.
Seguidas por las afirmaciones de su defensora e igualmente hispanofóbica Ann Coulter. Pero esto, en vez de amedrentar, sirve para estimular nuestra determinación de hacer valer nuestra presencia, nuestra historia, nuestra cultura hispana de los Estados Unidos, como parte del orgullo en nuestra identidad, dignidad, aporte y constitución fundamental de nuestra nación estadounidense, como lo hacen, entre otras instituciones, los institutos Cervantes y más de cientos de activas y grandes instituciones que menciono en el libro, a lo largo y ancho de nuestro país. Trump repite el grito discriminatorio histórico, como el de los paradójicamente llamados cuáqueros (quakers) de Pennsylvania, quienes, en 1729, se refirieron a los recientemente llegados escoceses e irlandeses como un grupo de posibles criminales.
Ya en 1990, sin embargo, las estadísticas mostraban que la participación activa en la mano de obra estadounidense de los grupos inmigrantes de México (69,7%) y de los países hispanoamericanos Colombia (73,7%), Nicaragua (74,7%), Guatemala (75,7%), El Salvador (76,3%) superaban al promedio de la participación de los Estados Unidos en general (65,3%) y al de los grupos de inmigrantes de otros países, como Canadá (52,1%), Japón (54,2%) y Gran Bretaña (57,3%).
Casi como profecía y no por nada, tal cual apunta José Antonio Crespo-Francés, el gran documentalista de la influencia hispana en el desarrollo de los Estados Unidos6, curiosamente, en 1775, el Congreso Continental, a propuesta de Thomas Jefferson, rechazó la libra esterlina y adoptó el “dólar español” como la unidad monetaria legal básica. El signo del dólar ($) se tomó de las columnas del escudo imperial de armas español con el lema “Plus Ultra”. Es curioso que en la actualidad varias hispanas firmaran los billetes estadounidenses, como las tesoreras en fechas específicas dentro de los años que se mencionan: Romana Acosta Bañuelos (1971-1974), Katherine Davalos Ortega (1983-1989), Catalina Vásquez Villalpando (1989-1993), Rosario Marín (2001-2003), Anna Escobedo Cabral (2004-2009) y Rosa Gumataotao Rios (2009-2015).
Pero esta presencia se remonta al año 1513, de las expediciones de Ponce de León desde la Florida y muchas otras incursiones hispanas que se efectuaron desde el sur de la Florida hasta lo que luego se llamaría Nueva Inglaterra, y también hacia el oeste, llegando a Texas. Y en el oeste del país, salieron de California a Alaska, con recorridos que abarcaron desde la costa del golfo a Iowa, las Dakotas y Nebraska. De ellas surgieron asentamientos hispanos a lo largo de lo que hoy constituye el territorio estadounidense: en 1526 Lucas Vázquez de Ayllon, funda en las Carolinas, la colonia San Miguel de Gualdape (algunos la llaman incorrectamente Guadalupe).
Dos años después, en 1528, Pánfilo de Narváez desembarca cerca de Tampa, y explora la península floridiana. Luego, en 1539, fray Marcos de Niza, con el esclavo negro Estebanillo, emprende su expedición exploradora, en los estados actuales de Nuevo México y Arizona. En ese mismo año, Hernando de Soto es nombrado primer gobernador de la Florida y desde 1539 hasta 1543 explora no solo Florida, sino también Georgia, Arkansas, Mississippi, Alabama, Louisiana y el noroeste de Texas. Descubre el río Mississippi, donde lo entierran cuando muere.
En 1540, Francisco Vázquez de Coronado, con fray Marcos de Niza, llegan a las imaginarias Siete Ciudades, de techos de oro, según los entendidos, así llamadas por un error óptico de los expedicionarios, y descubren el Gran Cañón del Colorado. Tres años después —en 1543—, Juan Rodríguez Carrillo explora las costas de Oregón, y su piloto, Ferrelo, alcanza el paralelo 44 (estado de Washington), hasta que llegan Menédez Avilés y Tristán de Luna Arellano a conquistar Florida entre 1559-1561, hecho reconocido también por la cultura dominante, como se puede ver en la edición de la Sociedad Histórica de Florida, The Luna Papers, publicado por Herbert Ingram Priestley en 1928. En 1561 se crean en Virginia las misiones jesuíticas de Axacan; en Georgia, en 1565, se establecen las misiones franciscanas; ese mismo año Menéndez de Avilez funda San Agustín en Florida; en 1570, las misiones de Chesapeake.
En 1598, durante la campaña de Oñate, se funda el pueblo de San Juan, reubicado años después y rebautizado con el nombre de Santa Fe, en Nuevo México, la misión de El Paso, en 1682, y otra situada al este de la misma Texas en 1690. Toda esta actividad fundacional sigue en el siglo XVIII: en 1718 se funda la famosa misión de San Antonio, en Texas; en 1763 se incorpora toda la Luisiana a la Corona española, y desde 1763 en adelante comienza en firme la colonización de California de la mano de Portola y de fray Junípero Sierra.
Si bien toda esta presencia hispana cambia de “camiseta” política a partir del 1810, concluyendo en 1821 con la implementación del Tratado de Cesión por el que la Florida pasa a manos de la incipiente nación estadounidense y la salida en 1822 del último gobernador español de California, y, fuera ya del suelo continental, con el triste, y aún no del todo resuelto, episodio de Puerto Rico, en 1898, sin embargo esta historia que es nuestra (de los Estados Unidos) nos ha dejado una riqueza e impronta histórica, cultural y lingüística, que —aunque hayan querido ser ignoradas, borradas—, es una presencia que se rescata, sigue y vivimos hoy con orgullo y con un gran dinamismo, de tal modo que, como sostienen Paz Soldán y Alberto Fuguet, “no se puede hablar de Latinoamérica sin incluir a los Estados Unidos”7
Después de los capítulos 1 y 2, que documentan con estadísticas, anécdotas y análisis crítico la incidencia del español en los Estados Unidos y el tema del bilingüismo e identidad, respectivamente, los capítulos siguientes se explayan en otros descubrimientos, como la importancia del español para el creador de los Estados Unidos, Thomas Jefferson (capítulo III), y para su voz literaria emblemática, Walt Whitman (capítulo IV).
Por citar un solo párrafo del capítulo sobre Jefferson y el español: “Nada más ni nada menos que esa novela clave de la lengua castellana y del canon universal, el Don Quijote, se constituyó en el libro básico para el aprendizaje del español no solo de Jefferson personalmente, sino también por parte de sus hijas. Así, en 1783 le dio una copia con este propósito a su hija mayor, Martha Jefferson Randolph y fue el texto que otra de sus hijas más joven, Mary Jefferson Eppes, utilizó para el estudio del español. En una carta a su tía, Elizabeth Eppes, con quien residía su hija Mary, Jefferson le escribe: “He insistido en que lea diez páginas al día de su Don Quijote en español, y que tome una lección en gramática española…” [“I have insisted on her reading ten pages a day in her Spanish Don Quixote, and getting a lesson in her Spanish grammar...”]8. Y su progreso en el aprendizaje del español era un tema que Jefferson seguía constantemente en sus cartas enviadas con posterioridad a su hija Mary, quien en un momento le contesta que ha acabado con el Quijote y ha empezado a leer el Lazarillo de Tormes.
En esta llamativa línea de insistencia e interés de Jefferson porque su familia y allegados aprendiesen el español, muchas veces he traído a colación en mis presentaciones9 la antes citada carta que Thomas Jefferson le envió desde París el 10 de agosto de 1787 a su sobrino Peter Carr en la que escribe: “Español. Préstale mucha atención y procura adquirir un conocimiento exacto del mismo. Nuestras relaciones venideras con España y la América hispánica harán que la adquisición de este idioma sea muy valiosa. La historia antigua de esa parte de América también se ha escrito en ese idioma. Te envío un diccionario”. [Spanish. Bestow great attention on this, and endeavor to acquire an accurate knowledge of it. Our future connections with Spain and Spanish America will render that language a valuable acquisition. The ancient history of that part of America, too, is written in that language. I am sending you a dictionary]10. Ya se lo había advertido antes (desde París, el 19 de agosto de 1785) con estas frases, luego de mencionar el Diccionario Inglés-Español de Baretti y que le estaba mandando una Gramática y otros libros en español:
“Nuestra conexión futura con España hace que el más necesario de los idiomas modernos, después del francés (sea el español). Cuando llegues a ser un hombre público, tendrás oportunidad de utilizarlo, y la circunstancia de poseer tal idioma, podría darte una situación de preferencia frente a otros candidatos.” [Our future connection with Spain renders that the most necessary of the modern languages, after the French (is Spanish). When you become a public man, you may have occasion for it, and the circumstance of your possessing that language, may give you a preference over other candidates”]11. Y con renovada preocupación se lo volvió a recordar en 1788: “Aplícate al estudio del idioma español con toda la dedicación que puedas. Él y el inglés que cubren casi toda la superficie de América, deberían ser muy bien conocidos por cada habitante, que intenta mirar más allá de los límites de su finca.” [“Apply yourself to the study of the Spanish language with all the assiduity you can. It and the English covering nearly the whole face of America, they should be well known to every inhabitant, who means to look beyond the limits of his farm”]12.
Era un tema en el que recaía con ahínco, como lo demuestra esta misiva fechada el 6 de Julio de 1787 a su futuro yerno, Thomas Mann Randolph, hablando en general sobre su educación: “El español es de lo más importante para un americano. Nuestra conexión con España ya es importante y será cada día más. Además de esto la parte antigua de la historia americana ha sido escrita principalmente en español.” [“The Spanish is most important to an American. Our connection with Spain is already important and will become daily more so. Besides this the ancient part of American history is written chiefly in Spanish”]13.
Desde Alaska hasta la Patagonia, los virginianos hablamos también español, como lo ilustra una de las anécdotas del álbum familiar que incluyo en el libro:
En 1984, me llama el Director de la escuela primaria Spring Hill en la cual estudiaba mi hijo Xavier (que tenía entonces 5 años; hoy con un doctorado en Biofísica), porque se había peleado con otro estudiante. Al interrogarlo, en casa, éste fue el intercambio: “Sí, papá me peleé con otro chico porque me dijo mejicano y yo le decía que no, que yo era virginiano. Y el insistía en llamarme mejicano. Entonces me enojé y peleé con él y me llevaron a la oficina del Director. Luego se vuelve hacia mí con una expresión en su cara que aún recuerdo, diciendo: “Pero, papá ¿qué es mejicano?”. Concluí entonces que los virginianos también hablamos español.
Jefferson nos exige, porque la pelea resultó del hecho de que mi hijo Xavier le había dicho a Jim que water era “agua” en español, acaso para exhibir su bilingüismo con la ingenuidad, rebeldía y esnobismo de niños de cinco años. Y con respecto a Walt Whitman, además de utilizar en sus poemas palabras en español como “Libertad” o “camarado” (camarada) y manifestar su aprecio por la contribución española al tesoro lexicográfico inglés, me resulta admirable que el vate/Cosmos de Manhattan, a pesar de su juvenil e incongruente apoyo a la Guerra Mejicana, el que haya lanzado en su contestación a la invitación que le hicieran para celebrar en Santa Fe el 333 aniversario de su fundación, estas declaraciones avanzadas y visionarias a finales del siglo XIX (1892), al hablar del “elemento hispano de nuestra nacionalidad”. Whitman afirma con aserciones convencidas y convincentes, que: “El carácter hispano le va a proveer algunas de las partes más necesarias a esa compleja identidad Americana. Ningún origen muestra una mirada retrospectiva más grandiosa –más grandiosa en términos de religiosidad y lealtad, o de patriotismo, valentía, decoro, gravedad y honor…
Con respecto al origen hispano de nuestro suroeste, es cierto que no hemos ni siquiera comenzado a apreciar el esplendor y el valor excelente de este elemento étnico. ¿Quién sabe si ese elemento, como el curso de un río subterráneo que gotea invisiblemente por cien o doscientos años, emerge ahora con un fluir más extenso y una acción permanente?”14. Un aspecto profético, apocalíptico, del complejo discurso democrático de Whitman con sus incontables en numeraciones y variedades que aún no se ha destacado lo suficiente y pasa desapercibido o es ignorado por muchos de sus estudiosos, críticos y admiradores en el mundo.
El capítulo V provee en casi cien páginas una detallada lista con nombres, títulos, ejes temáticos, de autores del Estados Unidos hispano desde 1513 hasta el presente, en los géneros de poesía (cuerpos poéticos colonial, mexicanoestadounidense en sus diferentes etapas, puertorriqueño continental, cubanoestadounidense, poesía de los exilios —español, caribeño, centroamericano, suramericano— y el cuerpo de la poesía actual); en el género de prosa, desde la Relación de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca (escrito durante su travesía por territorio estadounidense entre el 1528 y 1537, publicado en Zamora en el año 1542) y Descubrimiento de las siete ciudades de Cíbola de fray Marcos de Niza (escrito posiblemente en 1539 durante su misión a Nuevo México) hasta Mi mundo adorado de la primera integrante hispana de la Corte Suprema de los Estados Unidos; en el género dramático: de la época colonial, el mexicanoestadounidense, chicano, puertorriqueño, cubano, que enriquecen todas nuestras comunidades, como en Nueva York, por ejemplo, Teatro Pregones y otros.
En fin, para concluir, como lo hago en la coda del libro, titulada “Perspectivas en vista al porvenir”, aunque quisiera, no sé si comparto del todo la aserción de Daniel Ureña de que “el futuro de Estados Unidos será hispano”, pero sí que el futuro de los Estados Unidos no puede ser planteado sin un amplio y profundo componente hispano, esencial, decisivo y auspiciante, no solo por el crecimiento demográfico, sino también dado el modo cómo en los últimos años los hispanos en los Estados Unidos han ido ganando terreno en el campo empresarial, universitario, en los medios de comunicación, la cultura, la política y un importante etcétera que marca una proyección significante, abarcando todos los aspectos de nuestra nacionalidad y vida ciudadana.
Pero no es algo del todo sorpresivo, sino la cimentación de la historia, la presencia centenaria y el reconocimiento con validez influyente de hechos ignorados, tales como, por ejemplo, el del comerciante originario de Navarra, España, Pedro Casanave, agente inmobiliario, quien, luego de llegar a Estados Unidos en 1785, en pocos años alcanzó un sitio privilegiado en la alta sociedad de Georgetown, convirtiéndose en su quinto alcalde y, como tal, colocó la primera piedra en la Casa Blanca, por entonces conocida como Casa del Presidente. Más aún que la fecha elegida para el inicio de esta construcción no fue al azar: el 12 de octubre de 1792, coincidiendo con el tercer centenario del descubrimiento de América. Y que la capital del país, la ciudad de Washington D.C., se funda en 1790 al este de la ya existente Georgetown, debiendo su nombre de Distrito de Columbia (D.C.) precisamente al descubridor de América, Cristóbal Colón, cuya estatua se edifica al frente de la estación de tren y al costado de los edificios del Congreso. Casanave, líder de la masonería, amigo de George Washington, fue instrumental para que su tío, Juan de Miralles, actuase como enlace entre la Corona española y los revolucionarios americanos durante la Guerra de la Independencia.
Y en el año 2012, otro alcalde de origen hispano, Antonio Villaraigosa, de Los Ángeles, presidió la Convención Demócrata del 2012, año en el que la portada del Times Magazine con rostros latinos exhibió el título “Why Latinos will pick the Next President” en su edición del 24 de febrero de 2012. “Todos estos indicios aseguran protagonismo cada vez mayor de la vida política, cultural y artística en los Estados Unidos” de la comunidad hispana —asegura Víctor Fuentes—. Por ejemplo, en otro campo, el de Hollywood, en su nota titulada “Hispanos: ¿el secreto del éxito en taquilla para Hollywood?”, en BBC Mundo del 1 de octubre de 2013, sostiene la periodista Jossette Rivera: “Hollywood parece haber encontrado una fórmula comercial cada vez más efectiva para conseguir éxito en taquilla para sus películas: convocar a los latinos. Eso parece haberlo entendido cintas como “Actividad paranormal”, una serie de terror que va por su quinta parte y que debe parte de su éxito a la enorme cantidad de hispanos que acudieron a los cines, muchos de ellos en barrios latinos.
Con una recaudación de más de US$350 millones, el estudio decidió que esta nueva secuela reflejaría a una familia latina típica en EE. UU., y hasta incluyó algunos diálogos en español, sin subtítulos. Según escribe el periodista Ben Fritz en un artículo en el Wall Street Journal, “la película bilingüe, de Viacom Inc., una división de Paramount, marca la primera vez que un gran estudio ha tomado una franquicia mainstream, dirigida a la audiencia general, y la hace girar alrededor de personajes latinos y su cultura […] Un estudio de la firma Nielsen asegura que los hispanos — que representan poco más de 16% de la población en EE.UU.— compran una cuarta parte de la taquilla estadounidense anualmente. Superan así proporcionalmente a los anglosajones, afroamericanos y asiáticos”.
Y en el área de la salud, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) acaba de anunciar que la población hispana de los Estados Unidos tiene, paradójicamente, indicaciones estadísticas de ser más saludable que la población blanca no-hispana del país, sufriendo un 35% menos de enfermedades cardíacas y un 49% menos de cáncer; también menos de alzheimer, enfermedades cerebrovasculares, neunomía, etc. A pesar de su desventaja socioeconómica, la población hispanounidense vive más tiempo (un promedio de dos años), según el CDC, debido a varios factores, incluyendo modos de vida, un porcentaje menor de fumadores, ser un promedio de 15 años más joven que la población blanca estadounidense.
Se ha proyectado que Estados Unidos, de segundo, pasará a ser, a partir del 2050, el primer país hispanoparlante del mundo. Hoy en día, nueve de cada diez de los que son padres o lo van a ser quieren que sus hijos sepan hablar español, aparte del inglés. El 73,9% de los hispanos (mayores de 5 años) habla primariamente español en casa. El poder adquisitivo de los 54 a 57 millones de hispanos ha aumentado de una forma exponencial. Hay registrados 11 millones de votantes hispanos.
Profesor Luis Alberto Ambroggio (a la izquierda) en la presentación del libro Estados Unidos Hispano. El libro ha sido publicado bajo el sello editorial Long Island Al Día/Colección Dorada; es una recopilación de ensayos conferencias y artículos sobre la hispanidad de los Estados Unidos vivida y expresada bajo diferentes puntos de vista, cohesionados de tal forma que ejemplifiquen su título.
El optimismo por el uso del idioma y la identificación con la cultura hispana en el futuro se alimenta con cifras que indican esta proyección, ya que el 60% de los hispanounidenses tienen menos de 35 años; 75%, menos de 45; su edad media es de 28 años (mientras que la de todo EE. UU. es de 37 años). Como dijo el decano de Educación de la UCLA, Marcelo Suárez Orozco: “Sin un futuro feliz para nuestra comunidad latina (hispana) no hay un futuro feliz para Estados Unidos”.
Estos son algunos de los muchos hechos, estadísticas, anécdotas, temas que recogen las páginas de este libro, escrito con orgullo. Pretenden simplemente servir de estímulo, de testimonio, de invitación a conocer y promulgar nuestra presencia histórica, social, política, económica, de 500 años; un grito de realidad fascinante, de honra, de satisfacción y de esperanza. Porque así celebraremos para siempre y cada vez más ¡el Estados Unidos hispano de ayer, hoy y siempre!
Reseña biográfica del Dr. Luis Alberto Ambroggio
(Córdoba, Argentina 1945). Doctor en Filosofía (Centro de Estudios Filosóficos, Villa Claret, Córdoba), completó sus estudios doctorales en Ciencias Sociales (Ph.D, AbD) en Catholic University (Washington DC), y obtuvo un MBA en Virginia Tech. Numerario de la ANLE y correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. Integrante de numerosas instituciones literarias, entre ellas, la Academy of American Poets, la Asociación Canadiense de Hispanistas, el Instituto Literario Cultutal Hispánico y del PEN.
Apéndice
“El Sueño de Galicia”
Medidas: 148 x 148 cms
Técnica: mixta
Año: 2009-2010
Notas
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