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Comentario a Esteban Rodríguez Alzueta (Comp.) Yuta. El verdugueo policial desde la perspectiva juvenil. La Plata: MALISIA, 2020
Delito y Sociedad, vol.. 30, núm. 51, 2021
Universidad Nacional del Litoral

Comentario de libro

Delito y Sociedad
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2362-3306
Periodicidad: Semestral
vol. 30, núm. 51, 2021

Recepción: 14 Abril 2021

Aprobación: 12 Mayo 2021

Rodríguez Alzueta Esteban. MALISIA. 2020. La Plata. MALISIA

El presente libro fue imaginado por sus autores/as como una continuidad a las indagaciones abordadas en el año 2016 en Hacer Bardo. En este sentido, el mismo es presentado como una segunda parte de aquella obra.

Yuta retoma algunas propuestas de Rodríguez Alzueta al vincular los procesos de estigmatización social y reacción pública como algunos de los factores de legitimación en el devenir violento del actuar de las fuerzas de seguridad. Al recuperar la afirmación «No hay olfato policial sin olfato social», el autor renueva en este libro su invitación hecha en obras anteriores, a pensar la actuación policial desde un vínculo estrecho con las demandas sociales, el accionar de los «vecinos alerta» y la presentación mediática de la (in)seguridad.

En esta obra, Rodriguez Alzueta vuelve a poner en crisis la mirada extraplanetaria que se posa sobre los/as agentes de policía cuando un hecho de violencia policial extrema inunda por unos días los medios de comunicación. Nos recuerda que los/as policías no son extraterrestres, que ellos/as actúan en un ambiente de hostigamiento generalizado donde los varones jóvenes morochos de barrios populares son la representación del peligro y los protagonistas de la sospecha. El profiling policial (Kessler y Dimarco, 2013)1 enmarcado en concepciones estigmatizantes que discurren en la sociedad sobre los jóvenes de ciertos barrios que visten ropa deportiva, usan gorra con visera o pelo muy corto.

A lo largo del libro los/as autores/as reflexionan a partir de su participación en distintos proyectos de investigación y extensión universitaria donde «los/as jóvenes y la policía» fueron los actores claves para explorar un esquema relacional complejo que Yuta ofrece ver y analizar desde distintos elementos y perspectivas. Lejos de una mirada adulto-centrista, aparece en los distintos capítulos una clara intención de escucha a la voz de los/as jóvenes y un análisis que recupera la narración de sus experiencias y valoraciones en sus encuentros con la policía. Esto es consecuente con la intención de los/as autores de dar cuenta del poder de agencia que los/as jóvenes mantienen en su vínculo con esta fuerza. Estos proyectos que hacen al trabajo de campo del libro, buscaron indagar acerca de cómo los/as jóvenes vivían la violencia policial pensada como una violencia relacional (Garriga Zucal, 2010, 2012, 2016)2 y particularmente Yuta busca con éxito, profundizar en la exploración de las estrategias, colectivas e individuales, que los/as jóvenes generan y gestionan para «hacer frente» a ciertas prácticas policiales, en particular, el hostigamiento policial.

Asimismo, Rodriguez Alzueta advierte la imposibilidad de abordar una investigación sobre la violencia policial desde el conocimiento directo y manifiesta su trabajo con «hechos discursivos» y su decisión de estudiarla a partir de las valoraciones de quienes son receptores de la misma. Es decir, el libro no habla de «la» violencia policial sino de las percepciones de los/as jóvenes destinatarios/as de la misma, como actores de ese vínculo relacional que a pesar de ser asimétrico y desigual no es, para los/as autores de Yuta, directamente vertical. En este sentido, hacia la mitad del libro se profundiza en la discusión con las miradas uniformes sobre la fuerza policial, recuperando autores/as que han trabajado sobre la vocación policial, los procesos educativos en las academias de policía y ciertas nociones de «sacrificio», «familia policial» o «espíritu de cuerpo». Por su parte, el compilador de este libro renueva una postura crítica para pensar a «la» policía o a sus agentes como personas que son solo eso, o mejor dicho como si ser policía permite solo una forma de ser. Casi como entender un ser policial cuya profesión todo lo absorbe, quienes integran la fuerza desde estas miradas, parecen solo vestir su uniforme azul, no tener otros gustos ni relacionarse con personas que no sean policías o realizar diversos consumos ni poseer divergentes intereses sociales y culturales. Rodriguez Alzueta confronta esta postura e introduce interrogantes sobre la violencia, el aburrimiento y la ilegalidad, así como la legitimidad de ciertas prácticas y contextos entre los/as agentes de policía en su «quehacer» diario.

A lo largo del libro se aprecia un trabajo con entrevistas, grupos focales y en particular, la recuperación de experiencias y valoraciones expresadas por estudiantes de escuelas secundarias públicas y privadas de diferentes zonas del partido de Quilmes durante los años 2017 y 2019 en el marco de talleres sobre violencia policial llevados adelante por los/as autores/as. El título Yuta, da cuenta de la denominación que entrevistados/as y talleristas usaron al momento de referenciar a la policía. Los/as autores/as del libro optaron por la actualidad de yuta pero también por su especificidad al referir únicamente a agentes policiales.

El libro está organizado en cuatro partes que pueden pensarse en un esquema de tablero donde no aparece una estricta clave de lectura en sentido gradual, que implique la organización del texto desde lo plural a lo particular, o desde lo conceptual hacía el encuentro empírico. Es decir, la obra permite introducirse en sus distintas partes y respectivos capítulos, pero sin determinar una mirada cónica que vaya desde los bordes para adentrarse hacia un punto. Más bien, pareciera todo el tiempo acercarse y reabrir constantemente ciertas nociones y presupuestos de reflexión desde distintas perspectivas y subjetividades. Lo cual, no implica la ausencia de ciertas bases conceptuales fundamentales, y el repaso de tesis y nociones de la bibliografía de los estudios sociales de la policía que son abordados por Rodriguez Alzueta en la primera parte de la obra con el objeto de esclarecer los límites del objeto investigado. Sin embargo, todos estos conceptos y tesis, son abordadas en el libro desde una problematización que se ve renovada y rediscutida de forma plural en el tránsito por sus capítulos.

Explícitamente Rodriguez Alzueta describe su propuesta desde una mirada que se desplaza de la lógica víctima-victimario para pensar los encuentros entre jóvenes y policías dentro de un vínculo relacional donde se juegan distintos objetivos e intereses. La obra se corre de la idea de una víctima pasiva y busca posar su mirada sobre las diferentes estrategias e iniciativas que los/as jóvenes diseñan y rediseñan casi constantemente en sus experiencias con la policía para sobrellevar tales encuentros. En este sentido, es una clara propuesta de devolución de agencia hacia los/as jóvenes sin desconocer desigualdades y asimetrías.

A su vez, en el segundo apartado de la primera parte, Nahuel Roldán propone una «lectura cruzada» entre los trabajos etnográficos sobre jóvenes y distintos tipos de estudios que, en general a través de encuestas, han abordado las interacciones entre la policía y la comunidad. En los encuentros entre los jóvenes y la policía, los/as actores/as no son siempre los/as mismos/as. Los/as jóvenes no son siempre el/la mismo/a joven y la policía no es una masa corpórea homogénea que permita simplificar la lectura de su accionar como una institución total y uniforme. Ante ello, el libro permite una constante movilidad que da cuenta la ausencia de recetas que lleva intrínseca la relación entre estas partes. No hay palabras, ni gestos que impliquen consecuencias directas. La experiencia de los/as jóvenes y de los/as policías en esos encuentros podrá significar ciertos presagios y algunas tentativas predictivas; sin embargo, no hay una lógica secuencial exacta que los/as actores/as de esta relación puedan prever. Por ello Yuta permite una lectura dinámica de constante recambio de problematización y perspectivas.

En la segunda parte del libro, Rodriguez Alzueta aborda el control territorial ejercido por la desigual «policialización» del territorio urbano dentro de lo que denomina el carácter productivo del hostigamiento policial con sus diversas modalidades y efectos. Así, el autor analiza las diferentes limitaciones espaciales que los/as jóvenes experimentan en su movilidad y uso de los espacios públicos a partir de diversas prácticas policiales y las consecuencias morales que de manera taciturna hacen del hostigamiento una práctica que define, identifica, divide y, destaca el autor, «produce».

Sin embargo, como se ha mencionado, en el libro no aparecen lecturas inmóviles que analicen el vínculo relacional entre jóvenes y policías desde una mirada estática donde los/as primeros están en indefensión absoluta y los/as segundos conservan un dominio pleno de la situación. En consecuencia, siguiendo las propuestas de otros autores como Garfinkel (2006), Jones (2014) y Collins (2008), Rodriguez Alzueta (2020:148) se adentra en los significantes que aparecen en tal encuentro relacional, no siempre cordial ni siempre atravesado por el «verdugueo policial» y el «bardeo juvenil», donde el mismo será un momento de medición mutua y de búsqueda de reconocimientos para ambas partes que el autor del libro analiza en detalle.

En la tercera parte del libro, Nahuel Valdez introduce ciertos elementos que complejizan el análisis a la hora de pensar las interacciones entre jóvenes y policías. Se destacan ciertas apreciaciones de los/as jóvenes acerca de la protección/desprotección que les genera la presencia y actuación policial. Por su parte, Rodríguez Alzueta profundiza en las diversas estrategias y dinámicas de respuesta a las intervenciones policiales por parte de los/as jóvenes que actúan en reposición de su poder de agencia. Desentrañando de tal manera, que adherir a pensar la violencia policial como una violencia relacional no implica pensar que la relación sea solamente violenta, en esta interacción aparecen cruces dialógicos y de sentidos que son presentados y analizados por el autor.

Asimismo, el libro presenta apartados específicos que destacan por diversas razones. En el caso de los capítulos a cargo de Jeremías Zapata, debido a su abordaje empírico de situaciones de interacción policial acontecidas en escenarios particulares como los viajes en colectivo donde las nociones de aprendizaje y de valor experimental son expresadas por los/as jóvenes y recuperadas por el autor. Por otro lado, un apartado a su cargo de especial originalidad para disfrute de cualquier oyente de rock nacional poseedor de un oído entrenado en la identificación de faros iluminadores del vínculo intrínseco entre la cultura del rock argentino y la cultura barrial y popular.

A su vez, en manifiesta continuación a lo observado en el trabajo de campo plasmado en Hacer bardo, las autoras Florencia Vallone y Paula Quiroga recuperan el silencio de las jóvenes y su callar durante el transcurso de los talleres llevados adelante sobre violencia policial. Tal silencio durante los mismos y el hecho de que la representación de peligrosidad y de objeto de hostigamiento, que hemos planteado para hacer referencia a los varones morochos de barrios populares que visten ropa deportiva, no implica en ningún caso, creer que las mujeres no interactúan ni sufren tipos de hostigamiento policial. En consecuencia, las autoras incorporan una lectura de género en el tratamiento de las interacciones entre jóvenes y policías, el rol de las mujeres y su disponibilidad del espacio público, en definitiva, analizan las especificidades del hostigamiento policial hacia las jóvenes.

Finalmente, en la cuarta y última parte del libro, dos autores/as entrelazan ambas partes protagonistas de las interacciones analizadas en la obra y entretejen nuevos interrogantes que desarman el esquema de un polo juvenil y un polo policial. En primer lugar, Ana Passarelli indaga acerca de las experiencias de juventudes de los/as propios/as agentes de policía. El plural implica una vez más, la imposibilidad de pensar que hay solo una manera de experimentar y describir la juventud y la profesión policial y/o viceversa. En consecuencia, la autora analiza la relación de continuidad-suspensión de la condición de ciudadanos/as entre estos/as oficiales de corta antigüedad en la fuerza y las posibles particularidades que el proceso de reconstrucción del self hacia el «sujeto policial» (Sirimarco, 2009)3 puede tener al tratarse de ciudadanos/as jóvenes. Por otra parte, Matías Gonzalez se pregunta por la confluencia en algunos/as jóvenes entre el parentesco con integrantes de la fuerza policial, particularmente los/as «hijo/as de yuta» y su pertenencia en paralelo, a la clientela policial que experimenta modalidades de hostigamiento por compartir las características sociales y culturales de los/as jóvenes que son determinados/as como sospechosos/as, es decir, por pertenecer también a la juventud popular criminalizada.

El libro contiene a su vez, dos capítulos abordados por Manuel Vázquez y Florencia Vallone, donde aparece la escuela como escenario central para pensar las reacciones y relaciones entre los/as docentes y los/as jóvenes y sus compañeros/as frente a las prácticas de hostigamiento como hacia sus significantes y valoraciones. Así la escuela, los/as docentes, las relaciones entre pares y compañeros/as aparecen bifurcadas por las prácticas policiales vivenciadas por los/as estudiantes.

Por último, tal como a lo largo del libro los/as autores/as abordan el hostigamiento policial como una práctica de violencia moral marcada por la «sobre-estigmatización» cuya falta de registro corporal la invisibiliza como parte del circuito de violencias institucionales. Sin hacer un vínculo causal determinante, Rodriguez Alzueta reconoce que muchas veces el hostigamiento policial funciona como puerta de entrada a otras violencias y su potencial «escalada». En este sentido, el libro finaliza con un capítulo a cargo de Nahuel Roldan donde el autor recupera estudios cuantitativos e investigaciones cualitativas que han incorporado y analizado las tasas de policías como indicadores de punitividad. Tal incorporación que implica correrse de la clásica medición de punitividad según sus niveles de encarcelamiento, le permiten a Roldan abocarse a repensar cómo impacta el tipo o modelo de policiamiento en los niveles de encarcelamiento.

¿Cómo llegan las cárceles de nuestro país a poblarse de personas en general menores de treinta años que en más de un 60% no han concluido el nivel escolar secundario? Es ciertamente una pregunta que requiere más factores de análisis que el modelo de policiamiento, sin embargo, y atento a ello el trabajo de Roldan resulta fundamental, ya que es posible pensar que si bien no todo hostigamiento policial crece hacía una condena de privación de libertad en forma concatenada, sí es probable que quienes se encuentren privados de su libertad hayan experimentado tiempo antes modalidades de hostigamiento policial cuando su edad fue suficiente para sospechar y criminalizarlos. De esta manera el libro concluye aportando relevantes herramientas para continuar abordando la relación entre jóvenes y policías complejizando su análisis para ir más allá de los episodios de violencia física y letal e indagar en las continuidades y rutinas que hacen del hostigamiento una práctica minimizada e invisibilizada .

La obra ofrece distintas miradas y perspectivas desde donde abordar un vínculo complejo, sin ceñirse a retoricas de bondad-malignidad, aportando múltiples aristas que enriquecen un debate muchas veces acorralado en posturas dicotómicas y fragmentadas. En una clara propuesta de devolución de agencia a los jóvenes, los/as autores del libro hacen un gran trabajo en la recuperación de sus voces, experiencias y valoraciones que invita a una lectura y reflexión autocritica de las preconcepciones y prejuicios que rodean la violencia policial.

Notas

1 Kessler, G.; Dimarco, S. (2013) Jóvenes, policía y estigmatización territorial en la periferia de Buenos Aires. Espacio abierto, 22(2), 221-243.
2 Garriga Zucal, J. (2010) «Se lo merecen». Definiciones morales del uso de la fuerza física entre los miembros de la policía bonaerense. Cuadernos de Antropología Social, 32, 75-94. Garriga Zucal, J. (2012) «UN TÉ DE PIRELLI» Los sentidos de la violencia para la policía de la provincia de Buenos Aires. Question, 1(33), 49-58. Garriga Zucal, J. (2016) El verdadero policía y sus sinsabores. Esbozos para una interpretación de la violencia policial. La Plata: EDULP.
3 Sirimarco, M. (2009) De civil a policía. Una etnografía del proceso de incorporación a la institución policial. Buenos Aires: Editorial Teseo.


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