Dossier “Muerte, política y memorias en la Argentina contemporánea”
Recepción: 21 Mayo 2021
Aprobación: 12 Octubre 2021
Publicación: 05 Diciembre 2021
La muerte, la política y la memoria atraviesan el siglo XX argentino, llegando hasta nuestros días entrado ya el XXI. Resulta difícil –y probablemente no deseable– deslindar los principales procesos políticos de la Argentina contemporánea de los acontecimientos que actuaron como algunos de sus mojones históricos, especialmente, cuando dejaron marcas que cruzan a la sociedad, transformándola de forma notable. Sobre todo, las marcas de la violencia estatal y la generada por diferentes actores que también la sufrieron actúan como un hilo conductor: están vinculadas inevitablemente a la muerte. Su evocación ex-post aparece de forma recurrente a partir de múltiples figuras tipificadas y las memorias derivadas de ellas, algunas eminentemente políticas, otras rodeadas de connotaciones más ecuménicas: desde el “combatiente caído” como ciudadano en armas hasta los “desaparecidos” de la última dictadura militar y los asesinatos de militantes de los movimientos sociales en el reciente cambio de siglo, pasando por la exaltación de martirios, resistencias y luchas en contra de la llamada “subversión”.
Esta serie de casos que acompañan la política contemporánea del país y las diferentes modalidades del recuerdo (en donde se tensionan la conmemoración con la impugnación, el silencio o el olvido) dan forma al presente dossier. Los trabajos reflexionan sobre un tópico que cuenta con desarrollos destacados en otras historiografías nacionales, en donde sobresale la francesa, ya sea por los aportes señeros de la historia cultural con exponentes como Philippe Ariès y Michel Vovelle, o con los tratamientos más recientes en cruce con la historia política (Carol, 2021). No obstante, su problematización es aún incipiente en Argentina, aunque con antecedentes relevantes que, de alguna manera, han abierto una promisoria vía de indagación (Gayol y Kessler, 2015). En especial teniendo en cuenta la relativa escasez de diálogo generado hasta ahora en análisis académicos que, por lo general, no han superado coyunturas temporales específicas o se han concentrado en las tramas más recientes de esa relación más que secular entre muerte, política y memorias.
Una posible virtud de abordar este fenómeno es que precisamente permite romper con periodizaciones tradicionales fundadas en criterios institucionales o de orden temático-profesional que raramente exceden en su conjunto algunas décadas. Y que, al mismo tiempo, conecta momentos tan diversos como: la democratización beligerante protagonizada por el radicalismo de inicios del siglo XX, los registros emocionales emanados de la identidad peronista, el imaginario de una “guerra interna” emergente desde mediados de la centuria y, desde allí, engarza con el terrorismo de Estado, la violencia insurreccional de las organizaciones guerrilleras y las reconfiguraciones operadas por los desafíos de la nueva democracia que comenzó a construirse con la última transición. Es por todo ello que consideramos que este dossier puede realizar un aporte sustantivo a los estudios locales. Por otro lado, se contempla el hoy ineludible imperativo de la interdisciplinariedad, ya sea por la proveniencia académica de los distintos colaboradores (en donde predominan quienes se formaron en Historia) como por el instrumental teórico disponible en el ancho mundo de las Ciencias Sociales entendido como caja de herramientas para abordar un objeto complejo.
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En este dossier priorizamos una serie de temáticas que se destacan por su novedad, avanzando sobre áreas y aspectos poco explorados. Esto implicó tomar una decisión como coordinadores y no abordar el problema de la muerte referido a los combatientes de la Guerra de Malvinas (1982). Lejos estamos de considerar este tema como irrelevante o de poca importancia: por el contrario, debido a los excelentes trabajos que desde hace tiempo vienen desarrollando autores como Federico Lorenz (2015) y Laura Panizo (2018), por citar algunos, decidimos aprovechar este espacio para promover otras investigaciones sobre temas menos conocidos.
Las implicancias de la muerte y la política incluso a inicios del siglo XXI no constituyen –como afirmara François Furet de la Revolución Francesa en su bicentenario– un objeto “frio” en las reacciones que suscita y en sus efectos en el presente. Todo lo contrario: el fallecimiento de un ídolo popular como Diego Maradona tuvo sus lecturas políticas como encarnación de cierto “espíritu popular” declinado en preferencias partidarias, por ejemplo. La muerte de un otrora poderoso ex presidente de la nación como Carlos Menem motivó para ciertos sectores filiados en la sensibilidad del peronismo un llamado a “qué hacer con Menem”. Asimismo, los decesos de los ex gobernadores socialistas de Santa Fe Hermes Binner y Miguel Lifschitz –cuya mentada falta de carisma, en el sentido tradicional del término, suele destacarse– no obstó para que se les rindieran homenajes con forma de culto militante. Además, debemos tener en cuenta los casos de activistas políticos y sociales de base como los de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán o los de Mariano Ferreyra, Santiago Maldonado o Rafael Nahuel. Sus muertes produjeron diversos efectos, según el caso: crisis política, movilizaciones masivas y reclamos por justicia, entre otros. Esos episodios cercanos nos devuelven otra reflexión. Esto es, todavía estamos lejos de poder constatar los efectos que concitan sobre las perspectivas analíticas –y las subjetividades– de los historiadores y otros cientistas sociales la convivencia cotidiana con la muerte producto de la pandemia del COVID-19, desde la escala más íntima hasta los día a día incontables números globales.
Pero no caben dudas de que omnipresencia del vínculo entre muerte y política actuó como una marca de los conflictos y las violencias del siglo XX argentino, aunque el primero no se reduce a las consecuencias de los segundos. Como bien lo expresó Eric Hobsbawm en su Historia del siglo XX, esa centuria de las guerras mundiales fue por eso mismo la “era de los extremos” y de las muertes masivas con métodos industriales, pero también la de las utopías revolucionarias que pretendían regenerar y finalmente emancipar a la humanidad. En este sentido, las citadas figuras de las víctimas anónimas conviven –con diferentes cargas valorativas, experienciales y emocionales– con las de los héroes y los “mártires de la causa”, sea ésta la que fuere. Para ser más concretos en el caso argentino, las pasiones suscitadas por las grandes contiendas y los movimientos políticos que remiten a los avatares de la democracia en nuestro país, como las mitologías políticas de las grandes identidades nacional-populares: el radicalismo y el peronismo.
Un primer hilo conductor que se destaca en los trabajos compilados tiene que ver con la forma en que esas formaciones partidarias que forjaron una cultura política nacional-popular en Argentina fueron configurando sentidos de pertenencia y solidaridades en los que el lugar de sus muertos fue investido de connotaciones sacralizadas. Así, en los trabajos de Francisco Reyes y María José Valdez como en los de Sandra Gayol y Laura Ehrlich se reconstruyen los procesos de gestación y consolidación de autodefinidos martirologios y la heroización o incluso santificación de militantes y líderes que –según se consideraba dentro de esos espacios– habían entregado sus vidas por las causas radical y peronista. Por supuesto, la riqueza de estos fenómenos habilita distintos abordajes, tal como se observa en cada artículo.
En el caso de Reyes y Valdez se analizan, en la estela de los estudios sobre la política de masas, una serie de instancias en la consolidación de un imaginario partidario de la Unión Cívica Radical signado por lo que sus militantes definieron como una “doctrina del sacrificio” que remitía a los alzamientos armados del cambio de siglo. Desde los ensayos intelectuales que pretendían aportar coherencia a ese ideario que legitimaba los triunfos en las urnas a la diversidad de las formas conmemorativas de los “mártires” revolucionarios –civiles y militares– al calor de nuevas formas de propaganda y, finalmente, las tensiones que al respecto trajo aparejadas la fractura partidaria en la década de 1920. Así, si en la división del radicalismo jugaron un papel central los liderazgos pasados y presentes de Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen, como viene demostrando Sandra Gayol con su obra, el peronismo llegó a constituirse en una verdadera “comunidad emocional”.
La autora ausculta con minuciosidad teórica y empírica en el papel no ya de los conocidos y aparatosos rituales de los gobiernos peronistas, sino en las más personales pero no menos públicas demostraciones de dolor suscitadas por la muerte de Eva Duarte de Perón en 1952. En un movimiento tan amplio y polifacético como el peronismo, las cartas de sus seguidores dirigidas al presidente o a ciertos funcionarios en recuerdo de la que algunos elevaron como “santa” podían incluso contrastar con los discursos y las acciones oficiales al “narrar el sentir del pueblo peronista”. Algo similar plantea Ehrlich en su aporte a la comprensión del martirologio peronista. A partir de un amplio corpus de publicaciones periódicas y de documentos políticos del peronismo en la “resistencia” da cuenta de cómo los fusilados por la llamada “Revolución Libertadora” y los muertos por la represión en los años posteriores dinamizaron “desde abajo” las memorias y, en última instancia, a la propia identidad peronista. Crónicas como la del periodista Rodolfo Walsh –con los artículos que luego se compilaron en el célebre Operación masacre– se erigieron en otras tantas iniciativas que sólo con posterioridad fueron aceptadas e incorporadas por las autoridades partidarias, a la vez que aportaron una recreación simbólica en clave beligerante que explica algunas de las derivas del peronismo en la década de 1970.
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Otro hilo que atraviesa el dossier se vincula con las muertes producidas en contextos de represión estatal: se trata de un tópico que recorre la historia del siglo XX y se extiende en el siguiente, como lo han mostrado recientemente Marina Franco y Ernesto Bohoslavsky (2020). Los trabajos de Soledad Cattogio, Santiago Mazzuchini y Esteban Pontoriero abordan desde diferentes actores, temporalidades y abordajes teórico-metodológicos, así como fuentes, casos en los que la muerte se enlaza con la construcción de figuras de “víctimas”, “mártires” y/o “héroes”.
El trabajo de Cattogio explora las tensiones y acuerdos que rodearon la tarea del Equipo Argentino de Antropología Forense (en adelante, EAAF) como parte de un entramado activista más amplio en sus cruces y bifurcaciones con el Estado. La autora analiza el proceso de conformación y desarrollo del EAAF, desde los años ochenta a la actualidad, a partir de la encrucijada entre verdad y justicia que tensionó los procesos de justicia transicional y dio fundamento a la política estatal de derechos humanos inaugurada durante el primer gobierno de Néstor Kirchner. A través de los años, la labor del EAAF en torno al descubrimiento de tumbas de N.N. halladas en los cementerios municipales posibilitó la restitución de la identidad de cientos de desaparecidos de la última dictadura militar (1976-1983) y la condena de un número importante de responsables de esos crímenes.
El artículo de Pontoriero estudia la figura del “soldado caído” en la llamada “guerra contra la subversión” en los años setenta. Para ello, analiza dos casos de ataques guerrilleros a unidades del Ejército en 1975: el de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte N° 29 de Formosa en octubre y el del Ejército Revolucionario del Pueblo al Batallón de Arsenales N° 601 en Monte Chingolo, Provincia de Buenos Aires, en diciembre. Aborda los rituales funerarios como espacios donde el Ejército desplegó la “acción psicológica” sobre su propia tropa. Desde la perspectiva del autor, además de una doctrina, directivas y una organización para la represión clandestina y el exterminio, el terrorismo de Estado también contó con un fuerte compromiso emocional forjado alrededor de la venganza de las muertes de los “compañeros de armas”.
El artículo de Mazzuchini realiza un estudio sobre las diferentes imágenes de protesta asociadas con el caso de Santiago Maldonado para dar cuenta de los modos en que la figura del mártir-heroico sigue vigente en la iconografía de protesta. Diversos colectivos de arte político y fotoperiodismo llevaron adelante una amplia variedad de intervenciones visuales para reclamar por la aparición y el posterior esclarecimiento de la muerte de Maldonado, asociando su figura con una serie de víctimas asesinadas o desaparecidas por el Estado a través de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad. Las estrategias visuales para politizar e instalar el caso en la agenda mediática dio por resultado nuevas imágenes que habilitan el camino a repensar los modos en que el cuerpo de la víctima se convierte en un agente activo de protesta. El autor demuestra cómo las acciones visuales se insertan en una iconografía política de larga data relacionada con la desaparición y la muerte: rostros, siluetas y cuerpos martíricos son figuras tradicionales de la imaginación estético-política.
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Después de proponer estos hilos conductores para el camino que pueden emprender los lectores, queda a criterio de los mismos establecer otras conexiones para reflexionar sobre los múltiples cruces que permite un siglo XX argentino, en donde las violencias insurreccionales y la represión estatal lo atraviesan casi de punta a punta, entrelazándose para marcar múltiples memorias sociales y políticas. Como se adelantó al inicio, el tema está abierto. Por último, si esta suerte de balance provisorio sirve de algo, al mostrar un panorama amplio y plural de investigaciones, ello se debe a la generosidad de una persona en concreto: Marta Bonaudo. La ex directora de Avances del Cesor, referente de la renovación de la historiografía argentina con el proceso que se abre en las últimas décadas de aquel siglo, fue la primera que confió en la propuesta y la que alentó a quienes la coordinamos a avanzar en una idea que todavía estaba inmadura. A ella, a su recuerdo y al legado de su obra como historiadora va nuestro principal agradecimiento.
Bibliografía citada
Bohoslavsky, E. y Franco, M. (2020). Elementos para una historia de las violencias estatales en la Argentina en el siglo XX. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, (53), 205-227. https://doi.org/10.34096/bol.rav.n53.8018
Carol, A. (2021). Introduction. Histoire de la mort, histoire politique: nouveaux croisements. Parlement[s], 16(2), 11-16. https://doi.org/10.3917/parl2.hs16.0011
Gayol, S. y Kessler, G. (Eds.) (2015). Muerte, política y sociedad en la Argentina. Buenos Aires: Edhasa.
Lorenz, F. (2015). El cementerio de guerra argentino en Malvinas. En S. Gayol y G. Kessler, (Eds), Muerte, política y sociedad en la Argentina (pp. 85-112). Buenos Aires: Edhasa.
Panizo, L. (2018). La corporeidad del muerto: exhumación e identidad en el caso de la Guerra de Malvinas. Revista Antropologías del Sur, 5(10), 69-87. https://doi.org/10.25074/rantros.v5i10.1067