Artículos Libres
Recepción: 15 Enero 2021
Aprobación: 31 Mayo 2021
Publicación: 05 Diciembre 2021
Resumen: El artículo presenta un relevamiento crítico de la totalidad de comparsas y agrupaciones de carnaval integradas por afroporteños o por blancos que se disfrazaban de negros y/o imitaban bailes y ritmos de raíz africana que actuaron en los carnavales porteños entre 1865 y 1922. La base de datos consta de 243 comparsas, lo que permite por primera vez apreciar la extraordinaria magnitud que tuvieron las referencias a la colectividad negra en los carnavales de antaño. Las comparsas se listan con sus nombres y años de existencia, clasificadas por la etnicidad de sus miembros y con cuadros y gráficos que permiten ver la evolución temporal. Al final, mediante ejercicios estadísticos se proponen modos de subsanar sesgos y omisiones de archivo que permitan arribar a una idea más cabal de la magnitud y patrones de evolución temporal de las comparsas de cada tipo étnico.
Palabras clave: carnaval, Buenos Aires, afroargentinos, apropiación étnica, blackface.
Abstract: This article presents a critical inventory of the totality of carnival ensembles of Afroargentines and of white people parading in blackface (or imitating afro descendants in any other way) that featured at the Buenos Aires carnival between 1865 and 1922. The database consists of 243 ensembles, which allows for the first time to appreciate the extraordinary magnitude of performances of blackness in the old porteño carnivals. The ensembles are listed with their names and years of existence, classified by ethnicity and with graphs and tables that show their evolution over time. In the end, this article proposes statistical exercises to remedy archival omissions and biases, so as to arrive to a more complete picture of the magnitude and evolution of the ensembles of each ethnic type.
Keywords: carnival, Buenos Aires, Afro-Argentines, ethnic appropriation, blackface.
Introducción
En el último tercio del siglo XIX la ciudad de Buenos Aires experimentó un crecimiento explosivo y se volvió una de las urbes más multiétnicas del planeta. A mediados de esa centuria, la población local incluía habitantes de origen europeo antiguo y reciente, mestizos y una buena cantidad de afrodescendientes. Una inmensa oleada inmigratoria alteró profundamente el escenario en los años subsiguientes. Ya en 1869 casi la mitad de la población urbana era extranjera y en las décadas siguientes siguieron arribando millones de inmigrantes, especialmente de Italia y España, pero también británicos, alemanes, franceses, judíos de Europa del Este, sirio-libaneses y de otras nacionalidades. Ante ese panorama, el Estado se vio en la tarea urgente de construir un sentido de pertenencia común en esa masa magmática de personas de orígenes, aspectos, lenguas y culturas diversas. Para ello, elaboró toda una serie de emblemas, narrativas, imágenes y rituales patrióticos que difundió especialmente a través del sistema escolar (Bertoni, 2001; Goebel, 2013). Hacia el final del siglo patrocinó también una peculiar visión del “nosotros” argentino, según la cual toda esa multitud abigarrada se había ya fundido en un “crisol de razas” del que había surgido en una nueva “raza argentina” homogéneamente blanca y europea. El apuntalamiento de esa visión requirió disimular o minimizar la presencia de mestizos, afrodescendientes y pueblos originarios, componentes que fueron declarados extintos o del todo diluidos en el torrente europeo. Por esa presión blanqueadora, muchos habitantes de cuerpos o ancestrías no europeas se vieron empujados a la invisibilidad o a los márgenes de la nación (Gordillo, 2020; Briones, 2005; Quijada, Bernand y Schneider, 2000; Mases, 2010; Frigerio, 2006).
Adoptada de buen grado por parte de la población, la narrativa del país blanco y europeo encontraría dificultades para lograr una verdadera hegemonía. En estos años todavía no fue impugnada de manera explícita o argumentativa en los debates públicos, pero algunas expresiones de la cultura popular y algunos sectores políticos e intelectuales produjeron visiones alternativas del pueblo y/o de la nación que, de manera implícita y rara vez confrontativa, fueron minando la solidez de los discursos blanqueadores (Adamovsky, 2016 y 2019). El carnaval de la ciudad de Buenos Aires –por entonces de una celebración de enorme masividad– fue ocasión para toda clase de negociaciones en torno de la etnicidad. De manera más o menos lúdica, miles de personas utilizaban la máscara, el disfraz, las canciones, las danzas y las decoraciones de las carrozas para poner en escena pertenencias étnicas propias o ajenas. El clima de relajamiento y permisividad servía para ensayar transgresiones a las fronteras nacionales, de clase, de género y de color que el resto del año eran más riesgosas y que servían tanto para cuestionarlas como para arriesgar nuevos sentidos de comunidad. En especial las comparsas construían comunidades efímeras que muchas veces entraban en diálogo con las de existencia real: aludían a ellas, las presentificaban, evocaban su pasado, las ridiculizaban o simplemente las recombinaban de maneras inesperadas. Los afroporteños tuvieron las suyas, numerosas y muy visibles. También las diversas colectividades de inmigrantes. Las de motivo gauchesco abundaron, junto con las que evocaban el mundo indígena. Y se multiplicaron asimismo en estos años comparsas compuestas por blancos que se disfrazaban de negros y/o imitaban bailes y ritmos de raíz africana (Martín, 2008; Puccia, 2000; De Lucía, 1998; Chamosa, 2003).
De todo ese universo, este trabajo pondrá el foco en las comparsas y agrupaciones carnavalescas integradas por personas de ancestría africana y/o por blancos que los imitaban. Por primera vez se presenta un relevamiento crítico de todas las que existieron entre 1865 y 1922, lo que permitirá apreciar la extraordinaria magnitud que tuvieron las referencias a la colectividad negra en los carnavales porteños de antaño. El período de inventario comienza con la fundación de la primera comparsa de blancos que imitaban a los negros (que coincide con el momento en el que comienza a difundirse el formato comparsa en los carnavales) y concluye cuando el fenómeno parecía ya casi extinto, luego de un pico de sorprendente pregnancia.
Estado de la cuestión
La existencia de comparsas de afroporteños en el último tercio del siglo XIX, ha sido registrada por numerosas publicaciones, algunas de las cuales avanzaron también en el estudio de sus relaciones con la colectividad y los sentidos de negritud que ponían en juego en sus actuaciones. La centralidad del carnaval en la vida comunitaria era tal, que prácticamente no hay estudio de los afroporteños del siglo XIX que no refiera a él y que no mencione alguna agrupación en particular. Los trabajos que hacen foco en la historia del carnaval también suelen resaltar el protagonismo de las comparsas de negros. Las investigaciones sistemáticas y con vocación exhaustiva, sin embargo, son pocas. Sobre la base del análisis de los periódicos de la colectividad, tres especialistas intentaron construir listados de todas las comparsas que animaron. El primero fue Oscar Chamosa, quien identificó 44 en funcionamiento entre 1870 y 1880, de las que indicó –allí donde fue posible– años de fundación y extinción, género de sus miembros y cantidad de socios, además de dejar anotado que varias de ellas actuaban en Buenos Aires pero estaban integradas por afrouruguayos (Chamosa, 1995). Más tarde, Norberto Pablo Cirio presentó un listado de 72 asociaciones carnavalescas en existencia entre 1873 y 1882 (Cirio, 2009). Para el mismo período Lea Geler estableció una lista de 75 asociaciones de afrodescendientes que participaron en el carnaval porteño, de las que 48 eran masculinas, 25 femeninas y el resto mixtas (Geler, 2010). En un trabajo posterior Cirio afirmó haber hallado otras y que el número total ascendía a 104, aunque de ellas sólo agregó en concreto tres nombres nuevos (Cirio, 2015). En estos y otros trabajos, los especialistas señalaron al menos dos modos divergentes en los que las comparsas afroporteñas representaban su comunidad de origen. Las llamadas “musicales” tendían a emular las pautas asociativas, musicales y de indumentaria de las europeas, mientras que las “candomberas” evocaban la conexión con el legado africano a través de sus danzas y sus vestimentas y en el énfasis en la percusión y en las letras y el estilo del canto. A pesar de la atención que han merecido las comparsas afroporteñas, los listados con los que contamos contienen algunos errores –incluyen comparsas en verdad formadas por blancos– y omisiones que intentaremos enmendar.
Junto con las anteriores, en los carnavales porteños del último tercio del siglo XIX desfiló una cantidad enorme de comparsas integradas por blancos que de diversas maneras buscaron asociarse a lo africano, sea a través de los nombres identificatorios que eligieron, imitando el habla o el canto de los negros, bailando o ejecutando el candombe (o algún remedo de él), vistiendo ropajes que se pretendían típicos de los esclavos coloniales, de tribus del África o incluso de afroestadounidenses y, en ocasiones (no siempre), tiznándose la cara o usando caretas negras. Para abreviar, llamaremos “africanizantes” a todo este conjunto dispar de comparsas o agrupaciones (y “performances de negritud” a todos esos modos diversos de asociarse a lo africano).
A diferencia de las compuestas por afroporteños, de éstas sabemos poco y nada. Sólo tres artículos se han dedicado específicamente a ellas. El primero, de autoría múltiple, se propone analizar el fenómeno, pero se apoya en información de apenas dos comparsas famosas –Los Negros y La Africana–, las más tempranas, compuestas por jóvenes de élite, en verdad muy peculiares y diferentes a las varias decenas que existieron luego (Sánchez, Andruchow, Costa y Cordero, 2006). Otro, de Lea Geler, analiza solamente las performances de Los Negros (Geler, 2011), mientras que el tercero se apoya en información muy limitada de algunas más (Chasteen, 2000). Los estudios generales sobre el carnaval suelen referir al fenómeno mencionando al pasar algunos otros nombres de comparsas, nunca más de una decena y sin mayores informaciones. Sin una base empírica mayor, los trabajos sobre historia afroporteña han avanzado en ciertas hipótesis interpretativas sobre el sentido de las actuaciones de los blancos tiznados, algunas de las cuales las consideran una expresión de racismo o del proceso por el cual la comunidad afroporteña fue empujada a la invisibilidad (Martín, 2008, p. 124; Geler, 2011). Algunos autores han dado un paso más, para sostener que el blackface minstrelsy anglosajón, traído al Río de la Plata por compañías teatrales norteamericanas, tuvo una “clara influencia” en el carnaval porteño (Chasteen, 2000) o incluso, que la comparsa Los Negros “emulaba a los minstrels estadounidenses” (Cirio, 2015). Esa idea fue retomada por uno de los estudios transnacionales sobre minstrelsy, en el que también se puede leer que las comparsas porteñas “se inspiraron en la estética del blackface minstrel” (Thelwell, 2020, p. 192). Como pude mostrar en otra parte, esta tesis carece de fundamento empírico (Adamovsky, en prensa).
Como veremos, tanto en los estudios sobre afroporteños como en los dedicados al carnaval se incurre en varios errores respecto de las comparsas que correspondería considerar de blancos y las que eran de afroporteños auténticos. Incluso una comparsa de blancos tan conocida como Los Negros es a veces tomada como si fuese lo contrario y sus canciones analizadas como expresión genuina de la identidad afroargentina (Villanueva, 1980; Yao, 2013; Guevara Jaramillo, 2019). Por otra parte, la posibilidad de que hubiese comparsas mixtas, compuestas por blancos y negros, prácticamente no es mencionada y no ha merecido análisis específicos.
Para entender las posibles hibridaciones culturales, las tensiones étnico-raciales y los modos y sentidos de la apropiación cultural que implicaban las performances de negritud por parte de los blancos, es fundamental, como primer paso, partir de un relevamiento. Sin conocer con claridad el listado de las que integraban blancos y afroporteños (y de las que eran mixtas), resulta imposible comparar sus prácticas y los sentidos y alusiones a la negritud que ponían en juego. A ello se dedica este trabajo: mediante un entrecruzamiento cuidadoso de los datos disponibles y un tratamiento estadístico, corregiremos algunos errores de atribución en los que incurre la bibliografía y propondremos modos de remediar las lagunas de información que las omisiones de archivo generan, para arribar a una valoración cabal de la magnitud del fenómeno. La interpretación de su sentido y de las performances de cada tipo de comparsa identificada (y de la práctica de tiznarse el rostro y sus posibles conexiones con el blackface anglosajón), sin embargo, quedarán para futuros artículos.
La base de datos: presentación
Las imprecisiones en la clasificación de las comparsas tienen que ver con la escasez de fuentes, con los sesgos de archivo y con la dificultad de registro. De las comparsas africanizantes, sólo Los Negros y La Africana produjeron en cantidad relevante documentos propios que se conservan hasta hoy. Del otro puñado mencionadas en la bibliografía, lo poco que sabemos procede de memorias o de reconstrucciones de época hechas a posteriori, algunas de dudosa confiabilidad y en todo caso de alcance acotado. Los principales diarios del período de nuestro interés eran generosos en información sobre los carnavales, pero habitualmente sólo indicaban una lista muy incompleta de las comparsas que actuaban cada año. Muy pocas veces incluían alguna otra información fuera del nombre y rarísima vez se detenían a indicar si los participantes eran o no afrodescendientes (como si fuese un dato irrelevante o de mal tono anotar). De las de afroporteños sabemos más gracias a la prensa de la colectividad: La Igualdad, La Juventud, La Broma, El Unionista, La Perla, El Aspirante. Sin embargo, es una fuente que no carece de problemas. Para empezar, cubre solamente los carnavales que van de 1874 a 1882, ya que no se publicó (o no se encuentra disponible) para los diez años previos y prácticamente desapareció en los posteriores. Los tres especialistas que construyeron listados de comparsas de este tipo tomaron la mención en las páginas de la prensa comunitaria como prueba de pertenencia. Pero en nuestro trabajo hemos comprobado que eso es problemático, toda vez que también se ocupaba de reseñar la actuación de comparsas que, por otros indicios, sabemos que eran de blancos. Por lo demás, tanto la prensa afroporteña como los principales diarios tomaban nota de los nombres de las comparsas con bastante imprecisión, omitiendo partes, cambiando la grafía de otras, de modo que a veces no resulta sencillo singularizarlas. Finalmente, el propio objeto de estudio resultaba enormemente inestable: las comparsas podían cambiar de nombre, adoptar nombres similares, partirse en dos parcialidades, desaparecer y reaparecer con otros miembros, etc. lo que vuelve la tarea de inventario particularmente complicada.
En este trabajo presentamos una base de datos con los nombres de 243 asociaciones carnavalescas africanizantes o de afrodescendientes –todas comparsas, con excepción de una carroza y dos conjuntos de máscaras– que existieron entre 1865 y 1922 en la ciudad de Buenos Aires.1 La lista se estableció sobre la base del estudio pormenorizado de una gran variedad de fuentes. Además de los mencionados periódicos afroporteños, hemos revisado para el período pertinente las colecciones completas de los diarios La Prensa, La Nación, La Tribuna y The Standard y de la revista Caras y Caretas. A ellos se suma la consulta de otras publicaciones periódicas de cobertura más acotada: El Río de la Plata, La Discusión, El Arjentino, El Plata Ilustrado, La Nación Argentina, La República, El Nacional, La Verdad, La Ondina del Plata, Los Negros, El Arlequín, La Lira, El Lince, La Africana, La Cartera de Orión, La Cotorra, La Mujer, El carnaval de Buenos Aires, El carnaval porteño, La Palabra, Almanaque carnavalesco, La Orquesta, El País, El Tiempo, El Pueblo, El Gladiador, PBT, Fray Mocho, El Hogar, Crítica, La Razón, Atlántida y Plus Ultra. Además, tomamos información de una cantidad importante de libros e impresos de época y de memorias y artículos de prensa evocativos, de algunos documentos oficiales y por supuesto de toda la bibliografía secundaria relevante.
Una vez relevadas todas las menciones a comparsas en esas fuentes, purgamos cuidadosamente la lista para evitar repeticiones, ya que una misma podía aparecer con dos, tres o incluso más variantes de nombre (por caso, Nación Banguela figuraba también como Nación Benguela, Nación Venguela, Nación Bergala, Club Banguela). Para no favorecer indebidamente nuestras hipótesis, ante la duda tendimos a aglutinar nombres parecidos que técnicamente podrían haber correspondido a sociedades diferentes. Del mismo modo, aunque la aparición de la palabra “primitivo/a” (es decir, primera u original) en una denominación indicaba que una comparsa se había partido en dos que disputaban el mismo nombre, las listamos como una sola (a menos que la partición realmente persistiera en el tiempo). De la lista así consolidada, retiramos las que la bibliografía secundaria supuso de afroporteños por error. También retiramos un pequeño número de menciones únicas halladas en memorias o en reconstrucciones ex post que consideramos de existencia dudosa. Estos retiros están detallados más abajo.
Una vez establecido un listado confiable, procedimos a dividirlas en cinco categorías de pertenencia étnica –Negros; Posiblemente negros; Blancos; Mixta; Desconocida– según los criterios que se explican más adelante. De cada una indicamos el período de existencia (años de fundación o de primera mención y de disolución o última aparición en las fuentes). Cuando la información procedía de memorias o de fuentes secundarias que no anotaban años precisos, le asignamos un año estimativo de aparición –acompañado de un asterisco que lo denota– y ninguna duración posterior (por lo que su continuidad temporal estará sin dudas subestimada). A menos que tuviésemos datos en contrario, asumimos que un mismo nombre era indicativo de idéntica agrupación, incluso si en su período de existencia había lapsos intermedios en los que no la hallábamos mencionada. Como explicaremos más abajo, la principal fuente de información –los diarios– estaban lejos de ser exhaustivos en su enumeración de comparsas actuantes cada año, por lo que ausencia de menciones no es indicativo de que no se hubiesen presentado (aunque por supuesto es perfectamente posible). Esto posiblemente sobreestime algo la cantidad de comparsas actuantes cada año, lo que acaso compensaría la subestimación por el otro concepto.
Estos son los listados:
1.- Las retiradas (errores de atribución y existencia improbable)
En sus referidos listados, Geler, Cirio o ambos incluyeron como afroporteñas las siguientes cinco, que efectivamente aparecían mencionadas en los periódicos comunitarios de la época, algunas varias veces, aunque sin que se indicara explícitamente que las reconocían como propias. Según hemos comprobado, en verdad eran comparsas de blancos, algunas de ellas de élite. Se trata de Gauchos del Sud;2 Los Artesanos del Plata;3 Marina Argentina;4 Habitantes de Carapachay5 y Habitantes de la Luna6 (esta última también considerada afro en Andrews, 1989, p. 191). Por precaución retiramos también Los habitantes de Jauja,7 que sospechamos fue de blancos. Por otra parte, Las Lavanderas era en verdad una comparsa de Montevideo, aludida en la prensa afroporteña pero como tal.8 Negros Sudamericanos, mencionada por error por De Lucía (1999), debe retirarse por ser también montevideana.9 Progreso del Plata, mencionada por un error de tipeo en un texto de Chamosa (2003), fue reubicada como comparsa de blancos.10
Junto con esos casos, hemos retirado del listado 22 nombres de las que tenemos sospechas de que hayan existido verdaderamente. Tres están listadas en los tres trabajos de inventario de asociaciones afroporteñas ya referidos: Coral y Musical,11 Las Argentinas,12 Los Moriscos.13 Junto con estas, un artículo evocativo escrito a posteriori menciona como comparsas de blancos tiznados a Negros Bozales y Negras Cocineras, nombres inhallables en la prensa de época.14 Lo mismo vale para Los Negros de Carapachay.15 Otro artículo, esta vez contemporáneo a lo que relata, aludió a una larga lista de nombres de comparsas de blancos tiznados inhallables en la prensa, que parece construida como una enumeración ficcional jocosa que retoma/altera los nombres típicos: Negros solteros, Negros artistas, Negros tunantes, Negros graciosos, Negros juiciosos, Negros barulleros, Negros sonámbulos, Negros bochincheros, Negros Republicanos, Negros high-life, Negros bailarines, Negros africanos, Negros pretenciosos.16 Por último, sin proporcionar referencia a la fuente, un blog de historia actual menciona otras cuatro supuestamente compuestas por afrodescendientes, de nombre sugestivo, que hemos preferido excluir por no haber hallado otras menciones: Negros de Balvanera, Tambor Mají, Tambor del Congo Aguenga, Morenos Congo de San Baltasar.17
2.- Negros
Este trabajo no propone una definición propia de afrodescendencia o de negritud que permitiera delimitar quién era y quién no era “negro” a fines del siglo XIX. Por el contrario, se apoya en las percepciones y rótulos que emplearon los propios actores en esos años. Junto con otras alusiones al color de piel (como “moreno”, “pardo” o “de color”), “negro” fue el término más habitual por el que la sociedad designaba entonces a los afrodescendientes. Como se ve en los propios listados, era también un etnónimo muy habitual al interior de la propia comunidad.
Para la inclusión en esta categoría fuimos muy conservadores: sólo listamos aquí aquellas comparsas que fuentes primarias confiables describen como tales y/o la prensa afroporteña reconoció explícitamente como propias de la comunidad, o aquellas de las que conocemos nombres de sus directivos y sabemos que eran afrodescendientes reconocidos como tales por la comunidad. Aunque no tenemos documentación que lo diga, es perfectamente posible que en ocasiones las integraran también algunos blancos, ya que la sociabilidad de las clases populares no estaba en estos años segregada y abundaron los casamientos interraciales. Amigos, cónyuges u otra parentela política podrían haberse sumado. Sin desmedro de ello, eran reconocidas como propias de la colectividad afroporteña.
Amigas de La Broma (1878-); Amigas Unidas/Las Unidas (1881-); Animales Raros/Los Animales (1881-1882); Cruceros del Sud/Cruceros del Sud Primitiva (1876-1893); El Olivo (1882-1899); Estrella del Sud/Estrella del Sur (1871-1898); Estrella Oriental (1879-); Gung Club (1881-1882); Jardineras del Amor (1882-1884); Juventud Oriental (1877-1904); La Aurora/Feliz La Aurora (1876-1878);18 La Republicana (1869-1878); La Unión Fraternal (1879-1880); Las aristocráticas (1879-); Las Caprichosas/Negras caprichosas (1878-1889); Las compradoras (1879-); Las Feas (1879-); Las Flores (1870-); Las Humildes/Negras Humildes (1877-1884); Las Limosneras (1881-1882); Las Marineras (1870-); Las Mumbomas/Las Mumbonas (1878-1882); Las Petronas (1870-); Las Serias (1879-); Las Soberbias (1878-); Las Unionistas (1878-); Las Verduleras (1877-1879); Las Zarracenas/Las Sarracenas/Las Arracenas (1882-1884); Los Esclavos de África (1884-); Los Estrelleros (1886*-); Los hijos de Rosa Celeste (1887*-); Los Hijos del Orden (1874-1882); Los Infelices (1878-1895); Los Negros Munyolos (1873-1888); Los Penitentes/Penitentes Candomberos (1882-1892); Los Tunantes/Sociedad Tunantes/Tunantes Primitivos (1876-1878); Los Virtuosos del Congo (1885*-); Marina Oriental (1870-1882); Morenos Orientales (1890*-); Nación Banguela /Nación Benguela/Nación Venguela/Nación Bergala/Club Banguela (1878-1892); Negras Bonitas/Las Bonitas (1876-1882); Negras Bromistas/Las Bromistas (1878-1881); Negras Libres/Las Libres (1878-1880); Negros del Batuque (1886-); Negros del Sud (1881-1891); Negros esclavos/Pobres Negros Esclavos/Los esclavos (1873-1897); Negros Harapientos/Los Harapientos (1894-1910); Negros Humildes/Los Humildes (1880-1894); Negros Libres (1875-1896); Negros Mumbona/Negros Numbomas/Los Mumbomas/Nomboma (1876-1882); Negros Orientales/Pobres Negros Orientales (1878-1892); Ninfas de La Perla (1878-); Nueva creación (1876-1882); Patriótica 25 de Mayo (1890*-1824); Pobres Negras Esclavas/Negras Esclavas/Las Esclavas/Pobres Negras/Pobres esclavas (1877-1889); Pobres Orientalas/Pobres Negras orientales/Negras Orientalas (1878-1882); Progreso de la Creación (1878-1882); Raza Africana/Raza Africana Primitiva (1879-); Seis de Enero/6 de Enero (1875-1882); Símbolo Republicano/Republicanos del Símbolo (1869-1888); Tenorias del Plata (1878-); Tenorios del Plata (1873-1882); Tenorios Musicales Primitiva /Musical Primitiva Los Tenorios /Negros Tenorios (1871-1882)
3.- Posiblemente Negros
Bajo esta rúbrica incluimos sociedades de las que hay fuerte presunción de que estaban compuestas (al menos mayoritariamente) por afrodescendientes. Se las encuentra mencionadas en los listados elaborados por los especialistas en historia afroporteña y en la prensa de la colectividad, aunque en este caso no anoten de manera explícita la pertenencia.
El Lucero/Lucero Primitivo del Sud/Lucero del Sud (1879-1898); Esperanza Fraternal (1874-); Flor de Cuba (1890-1895); Hijas de la Fe (1878-); Hijos de la Luna (1874-1892); Hijos de su Mamá (1874-); Hijos del Plata (1877-1889); Juvenil del Plata (1874-); La Alegría (1873-1874); La Tachuela (1876-); Las Damas de La Juventud (1876*-); Las Delicadas (1882-); Las Hijas del Orden (1876-1878); Las Hijas del Plata (1882-); Las Jardineras (1876-); Los Artesanos del Sud (1877-1879); Los Gangelas/Los Ganguelas/ Nación Gongela (1882-1897); Los Hijos de Guinea (1878-); Los Hijos de la Crisis (1881-); Los Macabeos (1876-); Los Molineros (1878-); Los Nenes (1874-); Negras Lubolas (1884-); Negros Angolas (1876-); Negros Bonitos/Negros Bonitos Numbona (1876-1877); Negros lindos (1876-); Negros Lubolos/Negros Lubola (1878-1892); Progreso porteño (1879-); Rosa de Mayo (1873-1876); San Benito (1873-); Sociedad Triunfo del Plata (1874-); Viejas Chochas (1877-1879).
4.- Blancos
Como tales incluimos aquellas sociedades carnavalescas que sabemos fehacientemente compuestas por blancos que realizaban alguna performance africanizante. También aquí hemos sido conservadores: únicamente listamos aquellas de las que sabemos, por referencia explícita de las fuentes primarias, que estaban compuestas por blancos (o aquellas de las que contamos con nombres de sus directivos y resultaban mayoritariamente apellidos italianos). Como en el caso de las de afrodescendientes, es perfectamente posible que alguno de sus miembros fuese negro, aunque no podemos saberlo. En los poquísimos casos en los que contamos con ellas, utilizamos también fotografías para asignar comparsas a este grupo. Lo hicimos solamente allí donde eran nítidas y permitían visualizar fenotipos o coloraciones sobre los que caben pocas dudas de que, en la época, no serían identificados como “negros”. No ignoramos que puede ser una decisión riesgosa, pero en todo caso, ante la escasez de fuentes documentales de otro tipo, nos pareció mejor sacar algún provecho de fuentes las visuales que asumir el costo de no hacerlo en absoluto.
Buenos Aires (1865-1870); Esclavos del África (1908-1909); Estrella Africana del Sud (1902-); Estrella del Asia/Estrella de Asia (1906-1909); Habitantes del Brasil (1877-); Juventud Liberal (1891-1900); La Africana/Sociedad Africana (1869-1879); Los cuatro negros unidos (1901-); Los Negritos Esclavos (1867-); Los Negros/Sociedad Dramática Musical “Los Negros” (1865-1870); Negros Alegres (1876-1884); Negros Argentinos (1870-1892); Negros Argentinos Unidos/Negros Unidos Argentinos (1890-1892); Negros Cafres (1875-); Negros Candomberos (1877-1882); Negros Cantores (1875*-); Negros Cocineros (1879-1881); Negros Congos/Los Congos /Negros del Congo (1875-1901); Negros del Plata (1870-1895); Negros Porteños/Los populares candomberos antropófagos de la Música y de la Danza (1904-1905); Negros Retintos (1896*-); Progreso del Plata (1868-1871); Yatay (1866-1867)
5.- Mixtas
Bajo esta rúbrica incluimos sociedades de las que tenemos evidencia explícita de que estaban integradas por blancos y por negros, en cualquier proporción que fuese. Hemos reubicado aquí alguna de las que los especialistas habían considerado de afrodescendientes o de blancos. Indudablemente se trata de la categoría más subvalorada del listado, ya que las fuentes fotográficas son muy escasas y las textuales no entraban en descripciones finas. Sabemos que en décadas posteriores existieron murgas mayoritariamente de blancos pero dirigidas por negros, como El Rosedal (1926-1932), Los Morcilludos del Barrio del Tábano (1938) o Los Eléctricos (1943) y otras tantas integradas por afroargentinos y por blancos. No hay por qué no suponer que un buen número de las que aquí listamos en las otras categorías no fuesen en verdad mixtas. Por dar un ejemplo, de Los Harapientos, que aquí clasificamos como de afroporteños, un diario anota que se formó integrando restos de la comparsa Negros Candomberos, que sabemos estaba formada por blancos. Como otras que listamos como exclusivamente de negros, es muy posible que en verdad fuese mixta.19
Club Retirada (1877-1881); La Unión Marina (1877-1904); Los Negros de Vuelta Abajo (1905-); Los Negros del Cake walk (1904-1905); Los Trasnochadores (1899-).
6.- Desconocida
Por último, esta categoría residual incluye todas las comparsas de las que desconocemos totalmente la etnicidad de sus miembros. Seguramente algunas serían de afroporteños o exclusivamente de blancos, pero también es probable que unas cuantas fuesen mixtas. La conexión con la africanidad está dada en general por los nombres que tuvieron (que en la mayoría de los casos es lo único que sabemos de ellas), pero también incluimos las de nombres “neutros” que las fuentes de época clasificaban como “candomberas”.
Africanos Unidos (1900-1921); Argentinos Victoriosos (1891-1892); Candomberos Africanos/Candomberos de África (1886-1889); Defensores Africanos (1891-1893); Esclavos Caprichosos (1891-1892); Esclavos del Sur/Esclavos del Sud (1890-1892); Estrella Argentina (1889-1900); Estrella de África/Estrellas de África (1880-1881); Estrella de Cuba (1892-); Estrella del Norte (1888-1897); Estrella del Plata (1869-1896); Estrella Primitiva (1892-1893); Flor de África/Flor del África (1881-1882); Flor Porteña (1892-); Hijas de la Patria (1889-); Hijas del África (1881-1882); Hijos de la Noche (1881-1892); Juventud Africana (1882-); La Lira Argentina (1889-1907); La Perla Africana (1881-); Las Máscaras negras (1915-); Las Negras Infelices (1879-); Las Negritas del Plata (1878-); Los Africanos (1875-); Los Africanos del Sud (1894-); Los amigos del pardo Cristóbal (1915*-); Los Batungos de Santocristo (1870-); Los Batuqueros (1894-); Los Congos (1918-); Los Defensores del Plata (1898-1899); Los Despreciados Unidos (1919-); Los Doctores de la Tripa Gorda (1870-); Los hijos de África (1879-1891); Los hijos de África (1916-); Los Negritos de la Isla Maciel (1920-); Los Negros Congos de Flores (1910*-); Los negros de la cortada (1921-); Los Negros de la Esperanza (1902-); Los Negros del África (1921-); Los Negros del Asia (1916-); Los Negros del Sahara (1897-); Los Negros Enamorados (1901-1919); Los Negros sin Ton ni Son (1875-); Los Pobres Negros Unidos (1892-); Lucambas/Nación Lucamba (1896*-); Lucero Argentino (1890-1908); Lucero de África/Luceros de África/Lucero Africano/Luceros Africanos (1890*-1901); Lucero Oriental (1900); Nación Angola (1891-1892); Nación Cambunda/Nación Cumbunda (1894-1896); Nación Canguela (1897-); Nación Guinea (1891-); Nación Lubola (1871-); Nación Muchagua (1890-1892); Nación Nubola (1879-); Negras Cafres (1880-); Negras Candomberas (1880-); Negras Cubanas (1884-); Negras del Plata (1880-); Negras del Sud (1892-); Negras Jóvenes Americanas (1880-); Negras Mucamas (1881-); Negras Patriotas (1880-); Negras Porteñas (1873-1881); Negritas Unidas (1881-); Negritos del Sur (1879-); Negros Americanos (1871-1895); Negros Amorosos (1900-); Negros Azúcares/Primitivos Negros Azúcares (1875-1881); Negros Belgraneros (1894-); Negros Candomberos (1921-); Negros Cautivos (1889-1892); Los Chichones/Negros Chichones (1877-1882); Negros Conquistadores (1884-1886); Negros Cronistas (1879-); Negros Cruceros (1889-); Negros Cubanos/Negros de Cuba (1884-1894); Negros Cubanos del Sud/Cubanos del Sud (1891-1892); Negros de Guinea (1876-); Negros de Oceanía/Negros de la Oceanía (1884-1891); Negros Defensores (1884-); Negros del Bosque (1884-1896); Negros del Chaco (1886-); Negros del Desierto (1901); Negros del Norte (1884-); Negros del Progreso (1884-); Negros del Sol (1886-1893); Negros del Sol y la Luna (1897-); Negros del Sur/Negros del Sur Primitivos (1886-1892); Negros del Tandil (1904-); Negros Esclavos en Libertad/Esclavos en Libertad (1894-1896); Negros Estrella de África (1915-1919); Negros Humildes de Barracas al Norte (1894-); Negros Jamaiquinos/Negros Jamaicas (1884-); Negros Jugadores de Tennis (carroza) (1917-); Negros Liberales (1888-1895); Negros Libertadores (1884-); Negros Marinos (1877-); Negros Mongoles/Negros Mongola/Nación Mongola (1884-1890); Negros Mozambiques (1879-); Negros Oliveros/Negros Olivares (1900-); Negros Orientales Unidos (1891-1892); Negros Porteños (1871-1884); Negros Primitivos (1880-1891); Negros Simpáticos (1886-1892); Negros Sublimes (1889-); Negros triunfantes/Los Negritos Triunfantes (1879-1883); Negros Unidos (1881-1898); Negros Unidos del Sur / Negros Unidos del Sud (1884-1892); Negros Unidos Primitivos (1889-1891); Negros Universales (1890-1892); Negros Vencedores (1886-); Negros Victoriosos (1880-1891); Perla del Plata (1880-1892); Pobres candomberos (1894-); Pobres Negros Limosneros (1884-); Primitivos del Sud (1892-); Progreso Candombero (1884-); Unión Africana (1879-1884); Unión del Oriente (1890-1892)
El siguiente cuadro sintetiza cuantitativamente los listados:
Los totales dejan ver la enorme cantidad de comparsas que desarrollaron performances de negritud en el carnaval porteño de esos años: fueron 243 en total. Los parciales por año muestran las dificultades de registro: las de Negros son significativamente más numerosas en los años con los que contamos con prensa afroporteña (1974-1882), vemos pocas antes y disminuyen drásticamente luego, al tiempo que aumenta la cantidad que registramos como Desconocidas, lo que evidentemente indica que los diarios no nos permiten captar cuáles de ellas estaban compuestas por negros. Seguramente eran unas cuantas.
La dimensión de género agrega un dato muy significativo. De las 50 comparsas femeninas, hemos identificado 35 como compuestas seguro o muy posiblemente por afroporteñas. Las restantes corresponden a la categoría Desconocidas; ninguna a la de Blancos. El dato no es casual. Las agrupaciones de mujeres blancas eran en esos años menos habituales (hubo unas cuantas hasta aproximadamente 1880, pero acercándose a fines de siglo se volvieron una rareza) y sabemos que las grandes comparsas de la época, tanto las de criollos como las de colectividades de inmigrantes, estaban compuestas por una mayoría abrumadora de varones. Las afroargentinas, sin embargo, salieron masivamente en comparsas, casi a la par que los varones, lo que posiblemente se explique por las tradiciones comunitarias (ya en el candombe tradicional participaban mujeres) y por diferencias en los ideales de feminidad y expectativas de respetabilidad que tenían blancos y negros en la Buenos Aires de entonces.
El siguiente gráfico permite ver la cantidad de comparsas negras o africanizantes que se presentaron cada año y su evolución temporal:
El fenómeno comenzó tempranamente, apenas empezó a gestarse el carnaval en su formato moderno y a formarse comparsas del tipo que fuere (antes de 1865 apenas las hubo). Su pico máximo se dio con la impresionante cifra de 64 comparsas de negros o africanizantes que actuaron simultáneamente en los corsos en 1879. Los valores se mantuvieron bien altos por los siguientes 15 años para decaer rápidamente a partir de la segunda mitad de la década de 1890. Para los primeros años del nuevo siglo los valores ya eran muy pequeños. En 1920 las comparsas africanizantes eran una rareza: cuesta encontrar alguna entre las decenas que actuaban cada año.
La evolución de las curvas por etnicidad parecería mostrar un desplazamiento temporal, con un pico de las de negros y posiblemente negros en 1878 y un pico de las de etnicidad desconocida que llega en 1891-1892 (las identificadas como fehacientemente de blancos son pocas y, salvo al principio, se mantienen siempre en valores relativamente bajos). Las curvas de ritmo de fundación de nuevas comparsas por tipo étnico muestran un desplazamiento similar. Pero debe recordarse que luego de la extinción de la prensa afroporteña las de negros están subregistradas. Como veremos en la siguiente sección, las estimaciones de cómo pudieron haber sido las curvas reales las muestran bastante sincrónicas.
Sorteando los sesgos de archivo: Ejercicios estadísticos
Con la base de datos consolidada hicimos una serie de ensayos estadísticos para tratar de subsanar las limitaciones de archivo.20 Además de la clasificación étnica, tenemos otros datos adicionales para todas. Conocemos sus años de existencia a partir de las menciones que encontramos, dato importante para cotejarlo con el breve período de existencia de prensa afroporteña, que es nuestra principal fuente para identificar las que pertenecían a esa colectividad. Sabemos qué tipo de fuente primaria las menciona: de algunas sólo hallamos referencias en la prensa afroporteña, de otras sólo en la prensa general, de otras en ambas, otras proceden de memorias y evocaciones. Con ello es posible indagar sobre posibles omisiones y sesgos de captación. También se puede utilizar el dato de las comparsas femeninas, que como mostramos se correlaciona positivamente con la afrodescendencia. Y finalmente, pueden distinguirse aquellas de nombres que evocan de algún modo lo negro y aquellas de nombres étnicamente neutrales. Ese dato es relevante porque introduce un sesgo de captación en nuestro propio inventario: incluimos nombres de comparsa africanizantes pero se nos escapan del radar aquellas de nombres neutros, a menos que la prensa diera detalles sobre sus disfraces o sus performances “candomberas”, lo que no era muy frecuente. Sabemos por la prensa afroporteña que la mayoría de las comparsas de la colectividad tenían nombres evocativos de lo negro, pero también las había en buen número de nombres neutros. Para las compuestas por blancos podría haber sido igual, pero tenemos pocas fuentes que nos orienten a captar las de nombre neutro, muchas de las cuales cayeron seguramente fuera de nuestro radar.
Cruzando todos estos datos, planteamos ejercicios estadísticos que nos permitiesen sortear de algún modo las diversas omisiones de archivo, o al menos algunas. Para empezar, la prensa blanca sólo registraba una porción de las comparsas que actuaban cada año. Hasta los primeros corsos en 1869 el puñado que aparecen mencionadas eran normalmente las de la “sociedad”; no hay por qué asumir que no hubiese entonces otras de condición plebeya, incluyendo de afrodescendientes, que actuasen en los barrios propios de la comunidad. Luego de ese año la prensa comienza a registrarlas en mayor número, pero continúa habiendo un gran subregistro. Los propios diarios indican que había muchas otras que no mencionaban y la variabilidad entre diarios muestra que los reporteros tomaban nota sólo de algunas de las que circulaban. Normalmente tendían a registrarse especialmente aquellas que tramitaban el correspondiente permiso policial o municipal, que eran las más importantes y mejor organizadas (los diarios informaban que saldrían incluso antes de que comenzase el carnaval). Pero sabemos que había muchas otras acaso más pequeñas e improvisadas que salían sin permiso, especialmente fuera de la zona céntrica y de los corsos principales, lo que también introduce un sesgo de clase y étnico. Se nota que tal sesgo existía por la gran cantidad que mencionó la prensa afroporteña entre 1874 a 1882 pero no captaron los principales diarios en esos años.
Teniendo en cuenta todo esto, estimamos cuántas comparsas de afrodescendientes pudo haber habido antes de 1874 que escaparan a nuestro inventario. Adicionalmente, realizamos estimaciones que nos permitieran reasignar las Desconocidas a alguna de las etnicidades positivas. Enfrentamos aquí una dificultad extra: la desaparición de la prensa afroporteña a comienzos de la década de 1880 no es un hecho fortuito, sino que refleja el rápido proceso de invisibilización que sufrió la propia comunidad afroporteña a partir de esos años (Geler, 2010). No hay por qué asumir entonces que los negros siguieran igualmente interesados en salir en carnaval con comparsas propias, como si el tiempo fuese en este respecto homogéneo. Diseñamos entonces el modelo que mejor se adaptara a todo ello. A continuación, detallamos la metodología utilizada y las estimaciones para cada operación:
1.Asignar etnicidad a comparsas Desconocidas para todo el período (1865-1922)
Estimamos un modelo de probabilidad (Probit) sobre variables dicotómicas de ser una comparsa negra o posiblemente negra utilizando solamente información del período con más fuentes de información, cuando había presencia de periódicos afroporteños.
Como variables explicativas utilizamos: variable dicotómica que identifica si había información de participación femenina, si el nombre de la comparsa era africanizante, si estaba identificada por la prensa blanca, y la interacción entre estas últimas dos variables para controlar por el hecho de que, en el caso de fuentes blancas, sólo se incluyeron en la base de datos aquellas comparsas que se sabía eran de negros o que tenían nombre africanizante. También se incluyeron controles para los diferentes años. Encontramos, como anticipamos, que existe una relación significativa y positiva entre comparsas femeninas y la probabilidad de que sean Negras o Posiblemente Negras, y negativa para la interacción entre fuente blanca y nombre africanizante, es decir, cuando la prensa blanca identifica comparsas con nombre africanizante en general no son de Negros o Posiblemente Negros.
El modelo presenta una alta capacidad de predicción. Para el período en el que se realiza la estimación, la probabilidad mediana de ser considerado Negro o Posiblemente negro para las comparsas efectivamente identificadas como tales es del 89%. Esta modelización fue utilizada para poder asignar las comparsas Desconocidas. De esta manera, las comparsas de etnicidad desconocida que tenían probabilidad según el modelo de ser Negras o Posiblemente negras mayor al 50% fueron re-asignadas en el gráfico 2 como Negras o Posiblemente Negras. El corte del 50% es estándar. Para el período de la estimación, utilizando ese corte, un 80% de las comparsas Negras o Posiblemente negras habrían sido consideradas como tales, mientras que solo habrían sido consideradas así un 2% de las Blancas, lo que muestra que el error es pequeño.
En la Tabla 3 mostramos qué porcentaje de cada tipo quedarían asignadas como Negras o Posiblemente Negras según el modelo. Sin embargo, utilizamos el modelo solo para reasignar las Desconocidas. Como se ve, según el modelo, una gran parte de las Desconocidas (53%) serían de Negros o Posiblemente negros en el período previo a la existencia de prensa negra. Este porcentaje es menor en el período posterior (39%) y menor aun en el período con existencia de prensa negra (35%), como cabría esperarse, ya que en ese período esa prensa identifica mejor el grupo étnico.
2-Extrapolar comparsas Negras o Posiblemente negras para período previo a presencia de la prensa afroporteña
El segundo ejercicio consistió en estimar el número de comparsas de negros o posiblemente negros que existían en el período previo a la presencia de prensa afroporteña que suponemos está sub-representado.
Para ello, estimamos una regresión lineal sobre la cantidad de comparsas de Negros y Posiblemente Negros para el período con fuentes de información más completa (1874-1882). Dado que el interés era predecir cantidad de comparsas de negros para el período para el cual tenemos información incompleta, elegimos el modelo con mayor bondad de ajuste, para poder confiar mejor en la predicción, sin utilizar variables para las cuales la información fuera del período mencionado sabemos imperfecta. Ese es el modelo que presentamos en la Tabla 4, que tiene un R2 de 99%. En base a este modelo, hicimos una predicción sobre cantidad de comparsas de Negros o Posiblemente negros en el período previo a 1874 que se plasmó con línea de guiones en el Gráfico 2.
Conclusiones
Los resultados de estos ejercicios y estimaciones permiten reformular el gráfico 1 de este modo hipotético:
Como puede observarse, la estimación de comparsas afroporteñas posiblemente no captadas en nuestra base de datos nos muestra una participación mayor al comienzo del fenómeno. Ya que la primera comparsa que tenemos relevada es de blancos (presente en carnavales desde 1865) y las dos primeras de afroporteños las captamos en 1869, eso podría dar la idea de una precedencia de las de blancos. Pero la estimación que realizamos sugiere que esa suposición no es válida y que la precedencia bien podría ser inversa. Algunos indicios empíricos dan cuerpo a esa sospecha: a Nación Banguela la captamos entre 1878-1892, pero sabemos que era la misma entidad afroporteña que existía con ese nombre desde 1822. No hay por qué supone que no hubiera salido como tal mucho antes de que la registraran los diarios (lo que vale también para otras comparsas que llevaban por nombre los de las “naciones” tradicionales).
Pero, más importante, la reasignación de las Desconocidas permite corregir la impresión, que surgía del gráfico 1, de que las comparsas de afroporteños decaen bastante antes que las de blancos. La curva que emerge aquí es similar para todas las comparsas: todas las performances de negritud decaen más o menos simultáneamente. Falta todavía mucho trabajo cualitativo para comprender las relaciones que entablaron los diversos tipos de comparsas y de grupos étnicos que participaban en el espacio del carnaval. Pero nuestros datos alcanzan para invitarnos a volver sobre la hipótesis presentada por una colega, según la cual los afroargentinos se habrían retirado del carnaval por efecto de la vergüenza que les generaba verse imitados grotescamente por las comparsas de falsos negros, que habrían contribuido así al proceso de invisibilización de los verdaderos (Geler, 2011 y 2010, pp. 149-160). No es este el lugar para discutir en profundidad esa tesis –que ciertamente cuenta también con apoyo empírico– pero los datos que presentamos invitan al menos a reconsiderarla.
Tampoco podemos, sin un mayor trabajo cualitativo, ensayar explicaciones para el brusco declive del fenómeno que nos ocupa en la década de 1890. Muy posiblemente esté relacionado con el proceso de invisibilización que sufrió la colectividad afroporteña por la misma época, bien descrito por los especialistas (Geler, 2010; Andrews, 1989), aunque si así fuese el caso, restaría por comprender los motivos por los cuáles las de blancos tiznados también tendieron a desaparecer más o menos al mismo tiempo. Complementariamente, podemos mencionar como posible motivo una observación informal que surge del trabajo de archivo que realizamos para la confección de la base de datos. El momento del declive de las comparsas africanizantes coincide exactamente con la explosiva irrupción de un nuevo tipo de comparsa, que fue la que presentaron los numerosos “centros criollos” que florecieron en la última década del siglo, los que marcharon en carnaval disfrazados de gauchos, a veces acompañados de cocoliches y/o de falsos indios (Adamovsky, 2019, pp. 42-43). A título de hipótesis, es posible que el criollismo carnavalesco habilitara modos alternativos de representación y negociación de las alteridades étnico-raciales, capaces de atraer a parte del público que anteriormente animaba el fenómeno de las comparsas africanizantes. En próximos trabajos volveremos sobre esta cuestión.
Antes de concluir, quisiéramos insistir en un punto: ningún ejercicio estadístico puede resolver del todo las omisiones y sesgos de archivo. Es posible que la impresión que nos llevamos de que el fenómeno prácticamente desapareció en la década de 1920 sea demasiado acentuada. Es probable que continuaran existiendo algunas comparsas de negros o falsos negros, especialmente en zonas populares (sabemos que siguieron existiendo durante más de dos décadas, de hecho, en ciudades como La Plata o Santa Fe). Por otra parte, es posible que las murgas, que desde aproximadamente 1910 comenzaron a reemplazar a las comparsas, continuaran con otros modos de presentificar lo negro en el espacio del carnaval, acaso menos explícitos que las de sus antecesoras y, por ello, mejor adaptados a la fuerte presión blanqueadora propia de esos años.
Referencias
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Notas