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La sintaxis en la conversación: intersubjetividad, coconstrucción y cohesión discursiva
Syntax in conversation: intersubjectivity, co-construction and discursive cohesion
Plurentes. Artes y Letras, núm. 12, e023, 2021
Universidad Nacional de La Plata

Artículos de investigación

Plurentes. Artes y Letras
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 1853-6212
Periodicidad: Anual
núm. 12, e023, 2021

Recepción: 07 Septiembre 2021

Aprobación: 14 Septiembre 2021

Publicación: 29 Octubre 2021


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: Abordamos la caracterización de la sintaxis de la oralidad enmarcada en la intersubjetividad. Su organización es el resultado de las opciones de los hablantes a partir de criterios pragmáticos: la propia expresividad y la atención a la inteligibilidad. La coconstrucción, junto con la elipsis y la repetición aseguran el fluir conversacional, tal como se ilustra en los casos del corpus de estudio1.

Palabras clave: intersubjetividad, sintaxis, coconstrucción, elipsis, repetición.

Abstract: We deal with the characterization of the syntax of orality, framed in the concept of intersubjectivity. Syntax organization is the result of several choices made by speakers based on two pragmatic criteria: own expressiveness and intelligibility. Coconstruction, ellipsis and repetition ensure conversational flow, as it is shown by several cases of the corpus.

Keywords: intersubjectivity, syntax, co-construction, ellipsis, repetition.

1. Introducción: aproximaciones a la sintaxis de la conversación

En la conversación coloquial, a diferencia de lo que sucede en otros tipos discursivos, se lleva a cabo un proceso que se produce en colaboración y responde a razones de eficiencia comunicativa. Como dice Narbona (2012, p. 11): “no es extraño que el control predicativo se subordine constantemente al pragmático y que este control pragmático favorezca las estructuras hipoarticuladas o sintácticamente débiles”.

Peter Auer (2005, p. 81) sostiene que las rupturas y reparaciones propias de la sintaxis de la oralidad reflejarían de alguna manera el dilema sobre qué priorizar y a qué atender en el curso mismo de la conversación. En efecto, el cambio de una perspectiva orientada al hablante hacia una perspectiva orientada más al interlocutor dejaría una huella en la formulación, aunque esencialmente dicho conflicto tenga lugar, según Auer, en la mente del hablante. Sin embargo, su enfoque hace hincapié en la interacción hablante/oyente y en la producción en línea de la conversación. Desde este punto de vista, su interés reside en analizar la proyección, emergencia y terminación de los patrones sintácticos en tiempo real, incluyendo las demoras y las reparaciones. Este análisis en línea supone desechar una concepción plana del lenguaje -como concatenación de unidades sumativas- a favor de una rica jerarquía de relaciones.

Asimismo, Scheutz (2005, p.126) señala que la producción de estructuras sintácticas no consiste en la mera reproducción automática de patrones internalizados, sino que responde paso a paso al cambio de “constelaciones contextuales” de la interacción. En efecto, el cambio de perspectivas y actividades en el curso de la conversación requiere adaptaciones constantes de la sintaxis según sean las demandas conversacionales inmediatas.

Por otra parte, Auer (2009, p. 2) afirma que el lenguaje hablado, a diferencia del lenguaje escrito que se desarrolla en el espacio, se caracteriza por la temporalidad -interactiva y cognitiva- que se manifiesta en tres aspectos fundamentales: la transitoriedad, la irreversibilidad y la sincronización. En primer lugar, existe una limitación en relación con la posibilidad de retención de la memoria frente a lo dicho y lo oído. En este sentido, se producen acomodamientos en el orden de los sintagmas con construcciones pre y posposicionales para enmarcar o expandir las estructuras respectivamente, atendiendo así a la fugacidad de la palabra hablada. La transitoriedad incide también en la preferencia por la linealidad icónica natural de los procesos: causa / efecto, condición / consecuencia y anterioridad / posterioridad. Precisamente, la presentación de estas relaciones en el orden inverso serían opciones que toman los hablantes para lograr ciertos efectos discursivos especiales.

En relación con la irreversibilidad, obviamente lo que se dice no puede ser borrado, aunque pueda revisarse la interpretación retrospectivamente o repararse mediante la reformulación no parafrástica o correctiva. Asimismo, también es posible extender las estructuras mediante expansiones o completamientos sintácticos, dando como resultado construcciones reducidas o ampliadas en relación con las unidades oracionales propias de la escritura.

Finalmente, la sincronización supone que el momento de producción del habla es simultáneo al tiempo de recepción e interpretación. Las construcciones proyectadas y emergentes del hablante son procesadas casi coincidentemente por el interlocutor, e incluso se producen coconstrucciones o construcciones colaborativas entre ambos participantes.

Auer (2009, p. 4) agrega además que las operaciones fundamentales que se llevan a cabo en la sintaxis en línea de la oralidad son la proyección, la expansión y la retracción. En primer lugar, el hablante crea expectativas sobre el desarrollo de los patrones sintácticos emergentes, se abre así una “gestalt sintáctica” que será completada por el mismo hablante o por el interlocutor si se trata de una construcción colaborativa. Efectivamente, dada la sincronización ya mencionada, el interlocutor puede no esperar al remate de la estructura tanto para procesarla como para contribuir en su conclusión. Por otra parte, mediante las expansiones y las retracciones se pueden extender o reactivar, con nuevas construcciones no proyectadas, las estructuras ya formuladas.

La sintaxis en línea resume en sí la proyección, la textualización y la revisión de las estructuras que emergen casi en simultáneo con su interpretación. Las huellas de estos procesos pueden rastrearse en la sintaxis de las conversaciones, considerándola no ya como producto terminado o abstraído de sus condiciones de producción y recepción, sino precisamente como proceso de creación en vivo de significados y estructuras (Pleyer, 2017).

2. Metodología y corpus

Para llevar a cabo este estudio, se utilizó una metodología de análisis cualitativa. Según Berg (2001), la investigación cualitativa se refiere a significados, conceptos, definiciones y características. Su propósito consiste en descubrir respuestas a ciertos interrogantes a través de la aplicación de procedimientos sistemáticos. Los procedimientos cualitativos proveen los medios necesarios para acceder a hechos no cuantificables producidos por las personas reales sobre los cuales es posible hacer observaciones. Las técnicas cualitativas permiten al investigador compartir las interpretaciones y percepciones de otros y explorar, por ejemplo, cómo los hablantes estructuran y dan significado a su discurso.

Para este trabajo, se adopta también la perspectiva del analista de discurso en tanto se trabaja con aquello que se ha dicho, explorando patrones en y a través de los enunciados e identificando las consecuencias sociales de las prácticas interaccionales. Asimismo, el acercamiento al discurso desde la perspectiva sociopragmática permite interpretar los resultados de la investigación, aunque no sea posible llevar a cabo generalizaciones de tipo universal. Sin embargo, es factible observar, describir y explicar los casos particulares, considerados desde un paradigma exploratorio-interpretativo. De esta forma, la adopción de un marco teórico pertinente y las decisiones analítico-metodológicas adecuadas, así como también la realización de un estudio riguroso de la casuística, pueden suplir las limitaciones de una investigación básicamente cualitativa.

El estudio involucra una interacción entre una interpretación global de los materiales y un análisis detallado de aspectos seleccionados del corpus utilizando herramientas analíticas. En primer lugar, se llevó a cabo una lectura minuciosa del corpus simultáneamente con la escucha de las conversaciones registradas. A continuación, se procedió a seleccionar algunos casos ilustrativos de los fenómenos en estudio: coconstrucción, elipsis y repetición.

El análisis se realizó sobre el corpus E.C.Ar (Español coloquial de Argentina). La cantidad de conversaciones se considera adecuada para el estudio dado que ha provisto un número de casos suficientes –tanto por su frecuencia como por su variedad- que ponen de manifiesto los fenómenos estudiados. Se cuenta con 60 conversaciones –no institucionalizadas- grabadas en audio y video, producidas en encuentros planeados en donde se desarrollan temas surgidos espontáneamente en los que participan no más de cuatro sujetos, en interacciones con una duración mínima de 20 minutos y máxima de 30 minutos, totalizando aproximadamente 20 horas de grabación. Los sujetos participantes son estudiantes universitarios de la UNLP de entre 18 y 28 años de edad. El hecho de acotar el corpus a la variedad etaria, ocupacional y local da como resultado un ajuste diastrático que permite a los hablantes producir naturalmente los fenómenos en estudio, característicos de este tipo de interacciones coloquiales.

3. La intersubjetividad: un marco adecuado para el análisis

El concepto de intersubjetividad permite fundamentar desde una perspectiva interdisciplinaria los estudios de la interacción. Originalmente, desde la filosofía, Husserl (Cit. en Huelva Unternbäumen, 2015) postula la Intersubjetividad como la cualidad esencial de la existencia humana. La sociología fenomenológica de Schütz retoma estos conceptos. En sus ideas (Cit. en Rizo, 2007) la interacción o encuentro subjetivo es la materia primaria para la constitución de lo social. El mundo de la vida es intersubjetivo porque en él habitan sujetos entre sujetos, que comparten valores y procesos de interpretación. Todo sujeto se comunica para constituirse como tal. De este modo, la comunicación instituye la realidad social en el nivel de los objetos (dimensión referencial), en el nivel de las relaciones entre los hablantes (dimensión interreferencial) y en el nivel de la construcción del propio sujeto en tanto individuo social (dimensión autorreferencial). Así, la creación del consenso en torno a los significados de la realidad social es el resultado de las interacciones de las que participan los sujetos en la vida cotidiana.

En la Lingüística el concepto de intersubjetividad se analiza de forma diversa. Así, Traugott (2014), por su parte, se centra en el estudio de ciertos significados que codifican la atención al destinatario, en relación con la cortesía, la cesión del turno o la búsqueda en la obtención de respuesta. Verhagen (2005) introduce la idea de coordinación cognitiva entre los hablantes, omnipresente en la comunicación, pero más explícita en algunas construcciones como es en el caso de la negación. Por su parte, Nuytes (2014) estudia explícitamente las expresiones modales: subjetivas, si se presentan bajo la responsabilidad del hablante; intersubjetivas, si son compartidas por un grupo más amplio que incluiría al oyente.

Por su parte, Huelva Unternbäumen le otorga a la intersubjetividad una relevancia gramatical. El autor sostiene (2015, p. 48) que toda actividad de conceptuación y codificación gramatical que el sujeto conceptuador realiza durante un evento comunicativo tiene en cuenta la presencia y la perspectiva del otro. No se dirige tan sólo al otro, sino que parte de la presencia y la perspectiva del otro como elementos fundamentales de su génesis. De esta forma, el autor considera que ser hablante es asumir una actitud dialógica: el diálogo no es la consecuencia de la comunicación sino la condición esencial para su posibilidad. Desde la perspectiva de la fenomenología, Huelva Unternbäumen retoma el concepto de intersubjetividad, superador de la idea de conocimiento compartido al que se llega por medio de la negociación, en tanto se trata de una categoría codificable y codificada por la gramática. La intersubjetividad se fundamenta en un conocimiento de tercer orden que podría enunciarse como “yo sé que tú sabes que yo sé”. Hace referencia también a la capacidad de ponerse en el lugar del otro, extendiendo así las capacidades perceptuales y cognitivas del sujeto. Esta incorporación de la perspectiva del otro constituye una condición ineludible, según el autor, en cualquier situación comunicativa, en algunos casos más identificable que en otros. En los casos 1 y 2, el uso de marcadores de evidencia incorpora al contenido del enunciado el conocimiento común que se tiene sobre algo, indicando con estos recursos lingüísticos que se trata de un conocimiento compartido por el interlocutor:

(1)

  1. Juan: Claro. Incluso los..los profesores no están bien .. por lo visto no están bien informados de [lo que pasa].

  2. Romina: [Claro, porque tampoco saben]

  3. Juan: Claro, porque por ahí dicen: “y.. es capaz .. o es posible... que esté esto en tal parte.. vayan y fíjense”. Este .. así que incluso tendría que mejorar la comunicación con los profesores.

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(2)

  1. Romina: Yo no tenía ni idea .. de que existiera esto.

  2. Juan: Este...

  3. Romina: No, pero lo tendrían que orientar a gente que realmente no puede.

  4. Juan: Ah, sí, sí, por supuesto. Lo que pasa es que para eso también tendrían que organizar un grupo de personas que se dediquen a ver la historia [de cada]

  5. Romina: [Claro]

  6. Juan: de cada uno de los que entran a la Facultad, que no sería tampoco una locura, ¿no?

  7. Romina: Y, no.

  8. Juan: [Este..]

  9. Romina: [Llevaría su tiempo]

  10. Juan: Sí, sí, por supuesto. Pero ... Y … algún tema más, alguna deficiencia de la Facultad, algo más, se te ocurre…

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Huelva Unternbäumen (2013, p. 28) sostiene que la gramática registra la experiencia de una comunidad intersubjetiva, un conjunto de sujetos conceptuadores que comparten el mismo esquema corporal y capacidades psicológicas (cognitivas, afectivas, etc.) semejantes y que, consiguientemente, pueden tener las mismas experiencias en los mismos mundos al conceptualizar las experiencias esencialmente de forma similar.

En este trabajo veremos cómo el proceso de intersubjetividad se plasma en una danza interactiva en la cual la afinación de la expresividad de los hablantes se modula con la atención al interlocutor. De este modo, no hay un significado que unilateralmente se pase de uno a otro hablante, sino una construcción interactiva de expresividad propia y, al mismo tiempo, de consideración al otro.

4. Los criterios pragmáticos

De acuerdo con Auer (2005, p. 81), en la conversación espontánea los hablantes se encuentran en un permanente conflicto cognitivo entre, por un lado, la tendencia a formular la información aparentemente más importante y, por otro lado, la necesidad de establecer un terreno común sobre el cual esta información pueda ser procesada por el interlocutor. De este modo, las fragmentaciones propias de la oralidad responderían a la puesta en juego de estas tendencias, cuyas evidencias pueden encontrarse en la organización particular de la sintaxis.

Desde diversos enfoques se ha visto la necesidad de plantear ciertas condiciones que inciden en la formulación lingüística de la oralidad. Paul Grice expone en su Lógica conversacional (1975) el principio de cooperación, que integra las cuatro máximas, a fin de investigar las condiciones que gobiernan la conversación observadas por los hablantes. Previamente, la Escuela de Praga ya había caracterizado a la oración como una reacción del hablante frente a la realidad, de allí que los conceptos de tema y rema se hacían depender de las consideraciones del hablante sobre el discurso. Mathesius (1961, cit. en Padilla García, 2001, p.147) propuso diferenciar un orden objetivo en el cual el Tema precede al Rema, de un orden subjetivo, que invierte esta relación, es decir, el Rema antecede al Tema. En el orden objetivo, el hablante haría hincapié en el oyente respetando la medida de su conocimiento sobre el proceso, mientras que el orden subjetivo, se centraría en el propio hablante y en el desarrollo de sus capacidades expresivas al cual se subordinarían los conocimientos del oyente.

En este trabajo, desde una perspectiva pragmagramatical, se propone que los hablantes interactúan sobre la base de dos criterios básicos: un criterio de “informatividad”, que supone la elección de la mejor expresión de lo que se quiere decir, y un criterio de “comprensibilidad” que contempla específicamente la inteligibilidad por parte del oyente. Tal como se considera en Piatti (2015), esta doble demanda dejaría sus huellas en la organización de la sintaxis de la oralidad a través de diversos fenómenos, entre los cuales se encuentran el orden de palabras, las estructuras fragmentadas, suspendidas y parentéticas, la posición de las cláusulas complejas, la inclusión de las estructuras de realce y la selección de la modalidad, que resultan de la puesta en juego de dichos criterios en el transcurso de la conversación. En este trabajo se considerarán tres procedimientos de cohesión en relación con los criterios mencionados.

5. Los procedimientos de cohesión dialógica

La función de la gramática, en general, sería codificar aquello que hacen más frecuentemente los hablantes (Du Bois, 1986). La organización del lenguaje es un complejo sistema adaptativo que se moldea para dar forma a la estructura dialógica. De este modo, enmarcados en la intersubjetividad ya reseñada, los hablantes hacen uso de procedimientos recurrentes a fin de cohesionar el desarrollo de la conversación: coconstruyen sus emisiones en unidades diádicas o colaborativas; producen construcciones elípticas como resultados de proyecciones de estructuras previas; y elaboran paralelismos en resonancia con la sintaxis del interlocutor. En suma, la coconstrucción, en sus diversas variantes, pone de manifiesto ciertas relaciones estructurales entre emisiones producidas colaborativamente por los participantes. Así, la construcción conjunta resulta un procedimiento clave que perfila el estatus privativo de la sintaxis dialógica.

5.1. La coconstrucción

Desde una perspectiva general sobre la comunicación, Robert Arundale (2010, p. 2079) sostiene que la interacción humana va más allá de un proceso de codificación monádico de significados para un interlocutor también monádico que los descodifique sumando sus propias inferencias. La díada es la unidad mínima de la interacción entendida como la comunicación entre dos personas que construyen recíprocamente los significados y las acciones. Como dice Arundale (2010, p. 2080), se llevan a cabo actividades conjuntas comparables a la relación entre las sustancias de un compuesto químico con propiedades diferentes a las de cada componente individual. Arundale propone un modelo coconstituyente de comunicación conjunta que se basa en la adyacencia, la interpretación secuencial (con posibilidades de reparación y modificación retroactiva), el diseño del hablante y el diseño del receptor.

El diseño del receptor fundamenta el modo en que los hablantes dan forma a sus emisiones para otros, teniendo en cuenta las expectativas que surgen en la producción e interpretación previas y en los significados que se van a construir. Así, se les atribuye a los interlocutores ciertos conocimientos y recursos para la interpretación, se anticipa este proceso, se planifican y se producen las emisiones específicamente diseñadas para los interlocutores.

En este sentido, en relación con la sintaxis específicamente, Lerner propone que la coconstrucción de las unidades resulta uno de los procedimientos fundamentales llevados a cabo por los participantes en la conversación. El autor (1991, 1996) introduce este concepto para dar cuenta de la naturaleza semipermeable de las unidades gramaticales. De este modo, explora los turnos colaborativos en contextos interaccionales. Se trata de construcciones realizadas por más de un participante o “construcciones producidas por medio de la colaboración de dos participantes” (Helasvuo, 2001,, p. 31). Las construcciones compartidas se caracterizan por la compleción de una unidad sintáctica con la participación de al menos dos hablantes, sea este aporte requerido o no por el primer hablante. De este modo, la coconstrucción se presenta en dos componentes que guardan relación entre sí, tanto en estructuras gramaticales simples como compuestas, cuyo esquema básico estaría integrado por un componente inicial más un componente final.

Lerner (1991) fundamenta el fenómeno de la coconstrucción en la existencia de estructuras cognitivas y gramaticales compartidas, lo cual permite la producción de una unidad común de acuerdo con un modelo previo conocido por los hablantes. Es el caso 3:

(3)

  1. 1-Magdalena: Cuando en la carrera hay mucha pobreza; cuando una carrera es pobre y después tenés que pagar $300 por mes para hacer un postgrado…

  2. 3-Giselle: Y para tener un título que valga

  3. 4-Magdalena: [Para tener] un título que [valga]

  4. 5-Giselle: [Vos] si no tenés postgrados o masters o algo así

  5. 6-Magdalena: Por lo menos en, en lo que estudia mi [novio]

  6. 7-Giselle: [No salís] de la media

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En este caso, en primer lugar, se registra una coconstrucción lineal: en la línea 3

Giselle agrega una oración coordinada copulativa (“Y para tener un título que valga”) aprovechando la suspensión que produce Magdalena (quien en la línea 4 retoma la estructura sintáctica en forma de paralelismo como se analizará luego, en lo que sería un reconocimiento de la compleción); en la línea 6, Magdalena introduce un inciso (“Por lo menos en lo que estudia mi novio”), una estructura parentética que sirve de aclaración) ofreciendo así entre ambas una coconstrucción de la estructura condicional iniciada y terminada por Giselle.

En el caso 4, también se produce una coconstrucción lineal donde el interlocutor propone un componente a la frase ya iniciada:

(4)

  1. Ana:…no, ¡de terror!, y… bueno, empezaron a llegar las nenas del barrio, todos los invitados y...terminamos de decorar así y..mequedé..y empecé a, a animar la fiesta, porque venían nenes como de siete años, seis años y.. tenía que

  2. Romina: Animarlos.

  3. Ana: …ayudarlos, viste, porque…suponete, la nena de Barbi no está acostumbrada a estar sola, entonces se me quería po..largar a llorar y yo no sabía qué hacer.

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Aquí encontramos un completamiento de una perífrasis suspendida por Ana (“tenía que…”) y terminada por Romina (“animarlos”), lo cual demuestra el seguimiento a lo enunciado que, sumado a un conocimiento lingüístico y situacional compartido, permite ofrecer una alternativa que, sin embargo, es corregida por Ana (“ayudarlos”).

Por otra parte, la reformulación parafrástica externa o heterorreformulación también resulta de un procedimiento de coconstrucción. En algunos casos, los hablantes ofrecen una reducción o una variación de lo dicho por el interlocutor, como se puede observar en 5:

(5)

  1. María: Yo en una materia estuve un mes para rendirla todos los miércoles y así un mes con esa materia aparte los nervios que tenés no podés preparar otra porque hasta que no te sacás esta te da cosa preparar otra y todo así

  2. Lucía: o sea que vos sí o sí igual todos los miércoles te tenés que presentar

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Lucía reduce lo dicho por María, coconstruyendo una paráfrasis que resume y al mismo tiempo da cuenta de lo que ha comprendido en atención a su interlocutora. En el caso siguiente, se produce una cadena de reformulaciones coconstruidas:

(6)

  1. Lucía: tienen como última materia ya para recibirse como opinión pública propaganda marketing qué sé yo están con los ingresantes o sea esa misma materia la cursan con ingresantes.

  2. María: o sea más avanzados con ingresantes

  3. Lucía: sí o sea que hay desigualdad.

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Lucía comienza con una autorreformulación (“o sea esa misma materia la cursan con ingresantes”), produce una variación que reordena la frase previa logrando así mayor expresividad; a continuación, María realiza una heterorreformulación (“o sea más avanzados con ingresantes”) que reduce lo dicho por la interlocutora, resumiendo lo esencial; finalmente, Lucía vuelve a reformular (“o sea que hay desigualdad”) para concluir con una denominación de la situación que se describe.

5.1.1. La elipsis: un fenómeno de latencia sintáctica

Casado Velarde (1995) retoma los conceptos de Halliday y Hasan (1976) sobre el uso de la elipsis y su función cohesiva. Se observa en la omisión de uno o más términos que serían necesarios para la recta construcción gramatical en relación con las selecciones sintácticas de las categorías. Por medio de la elipsis2 se producen supresiones de ciertos elementos lingüísticos del texto, recuperables del entorno lingüístico previo dado su carácter anafórico. En otros autores, la elipsis también está asociada a ciertas ausencias lingüísticas que no afectan a la interpretación textual. En las conversaciones, se dan frecuentemente los casos de pregunta /respuesta en los cuales se produce la elipsis como omisión de un elemento recuperable del contexto lingüístico:

(7)

  1. Juan: a la cocina entraste?

  2. Alfredo: sí Ø pero la verdad no me detuve a ver Ø

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Sin embargo, tal como sostiene Mazeland (2013, p. 479) desde la perspectiva del análisis de la conversación, la elipsis no es tal: no se trata de oraciones incompletas sino del resultado de utilizar la secuencia como recurso, relacionando el turno actual con el anterior. En la conversación, este procedimiento parece operar de un modo particular. Así, en el marco de la intersubjetividad, la coconstrucción que llevan a cabo los hablantes por medio de la elipsis también resulta recurrente y responde a ciertos criterios propios de la oralidad.

En primer lugar, la elipsis es evidencia de la colaboración entre los participantes. En realidad, no hay omisión, en todo caso, los hablantes deciden no repetir un elemento precisamente porque consideran que las estructuras están completas de alguna manera. Si fuera necesario, producirían una repetición atendiendo a la perspectiva del hablante y anticipando su interpretación, como en el caso 8:

(8)

  1. Angelina: Sos tremenda. Y.. ah, ¿viste que el otro día te dije lo que me puse al final para la fiesta? La remera, la chocolate, el pantalón, el.. clarito, viste, el.. el de Julien, el de los bolsillos…

  2. Ana: Sí.

  3. Angelina:…y las sandaliasØ. Eso me puse.

  4. Ana: Las sandalias marrones.

  5. Angelina: Sí. Está bien

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El enfoque de Auer (2014, p. 534) resulta de interés para el análisis de la elipsis en la conversación. Una de las características de la sintaxis en línea de la oralidad es la reutilización de estructuras sintácticas. En efecto, no se trata de estructuras elípticas que producen omisiones de términos sino de un fenómeno de latencia sintáctica. Toda emisión elíptica pone en evidencia el tratamiento que hace el hablante de la estructura anterior, de la cual la próxima emisión toma prestada su estructura latente, en un procedimiento de coconstrucción. Metafóricamente, sostiene el autor, la relación entre ambas unidades es de una “simbiosis unilateral”. Esta relación jerárquica entre la estructura anfitriona y la simbionte requiere de algún tipo de cohabitación, cierta proximidad o vecindad secuencial, no necesariamente adyacencia. Los simbiontes no tienen una estructura sin su anfitrión, la retoman y agregan algún elemento para ofrecer significado adicional a la interacción. Se trata entonces de una copia estructural. Las nuevas estructuras pueden ser aceptadas o rechazadas, como en los casos 9 y 10, respectivamente:

(9)

  1. Florencia: No y además la traté de buscar ahora con este tema de que volvieron a robar qué sé yo la empresa que para mí era Lutecnic yo se me hace que era ese el nombre Ø

  2. Agustina: De decís Ø de cerramientos

  3. Florencia: Ø De cerramientos de Capital Federal.

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En este caso, Agustina retoma la estructura que ha producido Florencia y le agrega la frase preposicional (“de cerramientos”) elidida de esa oración, simbionte que es aceptado en la próxima intervención.

En el caso 10, se produce una suspensión, completada por la interlocutora y finalmente una elipsis:

(10)

  1. Florencia: Lo que dijimos hoy a la tarde temprano cada parejaØ

  2. Agustina: Ø con su tema

  3. Florencia: Ø Es un mundo

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En primer lugar, Florencia elide toda la frase verbal haciendo referencia a una conversación anterior. En este sentido, Agustina produce un simbionte insertando sólo una frase preposicional. Luego, siguiendo con la copia de esta estructura, Florencia completa con la frase verbal que realiza el significado proyectado por ella desde un principio en su intervención.

Desde la perspectiva de una sintaxis en línea, la relación anfitrión/simbionte implica la activación de un patrón sintáctico que se extiende más allá de su tiempo de producción e interpretación. Este patrón permanece disponible por un tiempo y puede ser usado y reutilizado por el mismo hablante o por el interlocutor para una emisión subsecuente (adyacente o no adyacente).

Los hablantes producen y reproducen parcialmente la sintaxis más allá de una unidad sintáctica. En el caso 11, Melina produce la estructura anfitriona:

(11)

  1. Melina: Yo cuando voy todo bien. Ay, me tienen todo [preparadito].

  2. Paula: [Y después del tercer día].

  3. Melina: [Ojo]. No tanto. Zafo de lavar los platos

  4. Paula: (risas).

  5. Melina: y eso. Peroo [bueno no]

  6. Paula: [Sí a mi] me pasa. [Y zafo de lavar Ø]

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Paula copia la cláusula de Melina (“zafo de lavar los platos”) y produce la omisión o estructura elíptica (“Y zafo de lavar”) aprovechando la persistencia de la estructura latente.

En el caso 12, es evidente cómo la estructura queda latente más allá de la unidad sintáctica o cláusula:

(12)

  1. Florencia: Yo fui a pasar un día con Boro. Ta rebueno.

  2. Agustina: Yo fui bastantes veces. El padre de Ale tiene casa allá. Los padres. El padre de Ale es de ahí. Tienen casa sí.

  3. Florencia: ¿ah sí? No qué buena onda No sabía. Es hermoso. Todo con callecitas de adoquines.

  4. Agustina: Está bárbaro. El otro fuimos hace poco fuimos. Ta bárbaro.

  5. Florencia: Ø una tarde de domingo. Yo fui una tarde de domingo con Boro.

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Aquí se observa un claro ejemplo de cómo persiste la estructura sintáctica: en el final del fragmento, Florencia completa con el adjunto (“una tarde de domingo”) la estructura anfitriona de su intervención anterior. Es interesante que vuelva a dar la información inmediatamente, quizás proyecte que está en el límite de la latencia de la estructura y por ello la reformula de forma completa, ya no elíptica.

5.1.2. La repetición sintáctica: resonancia y paralelismo

El procedimiento de la repetición ha sido estudiado desde diversos enfoques. Desde una perspectiva general, se la considera como un procedimiento de reformulación o de tratamiento de las expresiones. En Piatti (2009, 2012) se ha considerado la repetición como uno de los procedimientos habituales en la conversación y en el discurso polémico, como estrategia al servicio del cuestionamiento o puesta en duda de lo dicho por el interlocutor. Deborah Tannen (1989, p. 97) postula que la repetición es una de las estrategias más utilizadas en la conversación coloquial, por medio de la cual los participantes “crean un discurso, una relación, un mundo. Es la estrategia central de creación de significado, un recurso ilimitado para la creatividad individual y el compromiso interpersonal”.

Por su parte, Gülich y Kotshi (1987, p. 24) incluyen la repetición como un tipo de acto de reformulación junto con la paráfrasis y la corrección. En los tres casos se trata de producir un enunciado de la forma x R y donde x e y son dos segmentos de la estructura proposicional del texto y donde R constituye algún tipo de relación semántica. Gülich y Kotschi se refieren a la repetición como rephrasage, se trata de una sinonimia denotativa, ya que se establece una relación de significado constante entre las dos ocurrencias enunciadas. En todo caso, sostienen estos autores, las diferencias habría que buscarlas en otras esferas de significación.

Precisamente, en el nivel interaccional, la repetición cumpliría alguna función particular relacionada con la coconstrucción de las imágenes de los participantes, consideradas desde el marco de la intersubjetividad. En efecto, la repetición, en grados diversos, parcial o total, es uno de los procedimientos frecuentemente utilizados por los hablantes tanto para afirmarse en su expresión como para atender al interlocutor, incluso en los contextos de desacuerdo, donde puede funcionar como un acto de concesión u objeción parcial ante lo dicho por otro, tal como veremos más adelante.

Para este trabajo, se retoman las ideas de Du Bois (2014) quien sostiene teóricamente que la proyección de una estructura en otra yuxtapuesta resuena gracias a este paralelismo. La repetición de estructuras sintácticas es otro de los procedimientos de coconstrucción propios de la oralidad. Así como los hablantes elaboran estructuras linealmente de forma colaborativa, ofreciendo cada uno su aporte original, o se valen de la elipsis como simbiosis estructural, en tanto se asocia con lo ya dicho, con la repetición los hablantes construyen en paralelo una estructura igual o similar.

Según Du Bois (2014, p. 359), la noción de paralelismo sintáctico refiere a una relación de similitud estructural particularmente entre pares de emisiones yuxtapuestas, independientes y autosuficientes, pero aunadas por este procedimiento elegido por los hablantes. La sintaxis dialógica propuesta por Du Bois, a diferencia de una aproximación tradicional o lineal de cada oración, considera como unidad de análisis la diataxis o relación de proyección entre distintas emisiones, como se puede apreciar en 133:


(13)

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La repetición de la estructura no solamente se da en el par pregunta / respuesta sino también en las oraciones autónomas, como en este caso. De esta forma, Alfredo reutiliza el material que le provee Juan. La sintaxis dialógica articula la resonancia, activando afinidades en forma y significado, ya que el paralelismo en la forma también crea resonancia en los significados. Así, se establece una relación de proyección entre la primera estructura producida por Juan y la correspondiente al interlocutor Alfredo.

En el caso siguiente, perteneciente a la misma conversación, Juan maximiza la resonancia de la oración provista por Alfredo y localiza su aporte original en posición remática:


(14)

053_2010-IIH

Desde el punto de vista de la gramática lineal, encontramos dos oraciones autónomas con modalidad declarativa. Sin embargo, para la sintaxis dialógica, la unidad es doble: se establece un paralelismo estructural: el aporte del primer hablante resuena en el aporte del segundo, que elige repetir la estructura y agregar información en un adjunto temporal en posición remática, lo cual a su vez produce la recontextualización del primer miembro de la unidad diádica. Así como la primera emisión es entorno para la segunda, esta última también crea un nuevo contexto para la primera, como también se ve en 15:


(15)

002_2000-IIM

Aquí, Giselle completa la idea en lo que podría considerarse una reformulación reducida de lo dicho por Magdalena, quien a su vez repite la estructura utilizada por Giselle para seguir adelante con su idea; el paralelismo tendría así dos funciones: acordar y afiliarse con la interlocutora y a la vez afirmarse para desplegar su punto de vista. El uso de este procedimiento resulta un ejemplo del marco intersubjetivo de las conversaciones: se atiende al interlocutor y, conjuntamente, se afina la propia expresión.

De este modo, el hablante construye su intervención basado en la emisión inmediatamente copresente del otro participante. Los términos y las estructuras -incluso frecuentemente la entonación- usados por el primer hablante son reutilizados por el segundo, como también se puede observar en 16:


(16)

032_2006-IMIH

En este caso, además, vemos que se reutiliza tanto el paralelismo para el acuerdo –en el primer par (“Nos ahorramos un taxi / Nos ahorramos el taxi”) como para el desacuerdo, como en el segundo par (“te ahorraste / no, te ahorraste”). Las palabras, las estructuras, la entonación e incluso el recurso no verbal de la risa, se construyen en paralelo y resuenan de un hablante al otro. Es interesante que Augusto repita la frase de Lucrecia literalmente, jugando con el cambio de referencia del mismo pronombre utilizado ahora por otro hablante. Tal como sostiene Du Bois (2014, p. 368), los hablantes saben cómo usar la gramática para crear las estructuras de la sintaxis dialógica. Así, Lucrecia ve recontextualizada su frase de un modo nuevo con el aporte de Augusto.

En otros casos, la reformulación repetitiva puede estar al servicio del disenso, como en 17:


(17)

013_2000-IIHIIM

Aquí, si bien se retoman las palabras y la estructura, se cambia la modalidad asertiva por la modalidad interrogativa que pone en duda lo dicho por el primer hablante. La repetición puede atravesar varios niveles –fonológico, semántico y morfosintáctico-, pero divergir en el nivel pragmático, como se observa con la referencia deíctica que vimos más arriba en 16, o el cambio de acto de habla puesto de manifiesto por la modificación de la modalidad, como en este último caso.

El paralelismo sintáctico con cambio de modalidad también puede funcionar como recurso para señalar la incredulidad o la sorpresa, como en 18:


(18)

050_2006-IMIH

Sergio manifiesta su incredulidad frente a lo que afirma Daniela, en este caso, funciona como un recurso para solicitar la confirmación de Daniela.

Las funciones del paralelismo pueden combinarse en un mismo fragmento como se observa a continuación:


(19)

001_2000-IIM

En primer lugar, en 19, se encuentra una reformulación repetitiva que subraya el acuerdo entre las participantes. Luego, Gabriela, también retoma su misma estructura en una autorrepetición que polemiza con su frase inmediatamente anterior. La resonancia puede darse en un mismo hablante, que de este modo introduce dos voces enunciadoras divergentes como en este caso.

Conclusiones

En este trabajo se ha caracterizado la sintaxis de la oralidad tomando como punto de partida el concepto de intersubjetividad que posibilita explicar los procedimientos y recursos más utilizados por los participantes en las conversaciones. Se han analizado las construcciones colaborativas o coconstrucciones de diversos tipos que hacen los hablantes para afirmarse en sus intervenciones o poner de manifiesto su atención al interlocutor contribuyendo en el completamiento de las estructuras. La elipsis, aunque resulte en omisión de algún elemento, en realidad es posible dada la persistencia de las estructuras en la secuencia de las intervenciones, y evidencia también la construcción de la sintaxis intersubjetiva. Finalmente, la reformulación repetitiva hace resonar en la figura del paralelismo sintáctico las frases previas, también con distintas funciones, cuyo alcance se extiende desde el acuerdo –aunque siempre con algún grado de originalidad por parte del hablante que repite- hasta el desacuerdo que pone en duda, mediante este procedimiento, lo dicho por el interlocutor.

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Convenciones de transcripción

[ Un corchete simple a la izquierda indica principio de habla simultánea

] Un corchete simple a la derecha indica el punto donde una emisión termina junto con otra

DOBLE DISCURSO Las mayúsculas indican prominencia de sonidos.

? Indica entonación ascendente, modalidad interrogativa.

(XXX) Los paréntesis con XXX indican que ha resultado ininteligible para la transcripción.

, Indica pausa breve

. indica pausa larga

(RISAS) Indica conductas no verbales

taxi᷆: flecha descendente sobre la palabra, entonación descendente

Nomenclatura de las conversaciones

050_2006-IMIH

050_: número de orden de la conversación en el corpus del proyecto.

2006: año del registro

II: número de participantes (dos, tres o cuatro)

H M: sexo de los participantes (Hombre, Mujer, o M H: conversación mixta)

Notas

1 Corpus Español coloquial de Argentina 2000-2014, correspondiente a los proyectos de investigación, en el marco del Programa de incentivos, “Roles e imágenes en la interacción verbal”, “Cohesión y coherencia en la conversación” y “Gramática y pragmática en la Interacción” dirigidos por la Dra. Luisa Granato.
2 Representamos la elipsis (procedimiento de sustitución por cero) con el símbolo Ø
3 En todos los casos, el paralelismo se representa en forma de tabla a fin de evidenciar la equivalencia estructural, tal como sugiere Du Bois (2014: 367). La dimensión horizontal señala la secuencia temporal dentro de la unidad; la dimensión vertical, la proyección de los elementos que realizan la resonancia


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