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PROPUESTA PARA FORTALECER NUESTROS ANÁLISIS, REGISTROS Y ESTRATEGÍAS DE INTERVENCIÓN A TRAVÉS DE UNA MATRIZ ORGANIZADORA
Escenarios. Revista de Trabajo Social y Ciencias Sociales, núm. 33, 2021
Universidad Nacional de La Plata

Reflexiones desde las prácticas profesionales

Escenarios. Revista de Trabajo Social y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2683-7684
Periodicidad: Semestral
núm. 33, 2021

Recepción: 16 Marzo 2021

Aprobación: 27 Mayo 2021

Resumen: El presente artículo tiene la finalidad de socializar una matriz de supervisión de intervenciones que elaboré[2] durante mi jefatura de la Residencia de Trabajo Social y Salud, dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba. Que luego revisé y reformulé en base a la experiencia de su aplicación y a la posibilidad de ampliar su alcance a otros objetivos. El análisis se concentra en las personas usuarias de nuestros servicios[3], sus necesidades fundamentales, los satisfactores de esas necesidades, sus soportes institucionales, la trayectoria y territorialidad de las situaciones y procesos que configuran estas necesidades, los capitales que detentan, las opresiones que experimentan y sus derechos vulnerados. Finalizando con un marco para proponer estrategias de intervención liberadoras, con diferentes alcances.

Palabras clave: Matriz de análisis social, Necesidades fundamentales, Capitales, Opresiones, Buen vivir.

Abstract: This article has the purpose of socializing a matrix of supervision of interventions that I elaborated during my leadership of the Residence of Social Work and Health, dependent on the Ministry of Health of the Province of Córdoba. Which I then revised and reformulated based on the experience of its application and the possibility of expanding its scopes to other objectives.

The analysis focuses on the users of our services, their fundamental needs, the satisfiers of those needs, their institutional supports, the trajectory and territoriality of the situations and processes that make up these needs, the capitals that have, the oppressions they experience and your rights violated. Ending with a framework to propose liberatings intervention strategies, with different scopes.

Keywords: Matrix of social analysis, Fundamental needs, Capitals, Oppressions, Good living.

Introducción

En mi experiencia profesional como residente, y luego como jefe de residentes, he asimilado la importancia que tienen las supervisiones profesionales y el análisis teórico-metodológico de las intervenciones que realizamos.

Las miradas que pueden aportar colegas, con diferentes experiencias y trayectorias teórico-prácticas, son siempre enriquecedoras en el análisis de situaciones sociales complejas, incluso cuando las perspectivas son divergentes. No solo por multiplicar las cabezas que piensan una misma situación, sino también por las sinergias que se generan en el diálogo de saberes e ideas.

Otro aprendizaje adquirido en ese trayecto, fue el reconocimiento del informe social como instrumento esencial de nuestro quehacer profesional. Allí se refleja una síntesis de nuestra comprensión de las situaciones y se sustentan nuestras propuestas, demandas y/o sugerencias para la mejora de esas situaciones. Qué es lo que se informa, sobre la base de qué, cómo, cuándo, a quiénes, por qué y para qué se informa, debe quedarnos claro a la hora de redactar, desarrollando nuestras habilidades de análisis, diagnóstico y pronóstico social en concordancia con nuestro posicionamiento.

La matriz que presento es producto de esa experiencia y contiene mi propio posicionamiento –teórico, ético, político, epistemológico–, proponiéndola como interpelación para dar mayor solidez a la praxis, clarificar nuestra lectura de la realidad, nuestras intenciones y acciones.

Considero que este instrumento, diseñado para analizar situaciones sociales problemáticas vinculadas a la salud, que derivan en demandas de intervención para el Trabajo Social, es fácilmente adaptable a los diferentes ámbitos de intervención disciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar. Enriquecida críticamente y reconfigurada con categorías teóricas propias del posicionamiento de cada profesional, puede constituirse en una herramienta valiosa para la intervención, para la supervisión de intervenciones, para sustentar los informes sociales y para sistematizar la información obtenida.

Cabe advertir que debería evitarse el servirse de las matrices de análisis para encorsetar la complejidad social de modo reduccionista. Por el contrario, deberían emplearse para reconocer y ordenar esa complejidad de forma que nos permita intervenirla con fines transformadores.

Marco Teórico y Ejemplos De Su Aplicación

En este marco teórico combino una serie de conceptos, de autoras y autores que no necesariamente se inscriben en una misma corriente de pensamiento, pero que considero se complementan. Luego de cada bloque teórico, ejemplifico la aplicación de la matriz con tablas y gráficos.

Necesidades

La matriz, en su primera sección, comienza indagando sobre las necesidades, ya que las considero el eje principal de las intervenciones desde el Trabajo Social. Max Neef et al. (2010) plantean el carácter universal[4] de las necesidades fundamentales de las personas, que son las mismas para todas, y los que varían son los satisfactores empleados en relación a la diversidad cultural. Son esas necesidades las que se expresan como carencia y como potencia movilizadora a realizarlas/satisfacerlas[5]. Los autores reconocen las siguientes categorías axiológicas de necesidades:

Subsistencia: refiere a la salud física, al trabajo, la alimentación, el abrigo, entre otras manifestaciones.

Protección: se manifiesta en el cuidado, la prevención, la seguridad, las defensas contra los procesos que afectan la vida.

Afecto: se expresa en la estima y autoestima, en el amor, la amistad, la solidaridad, la empatía, la reciprocidad, la pasión.

Conocimiento: puede advertirse en la conciencia crítica, en la curiosidad, en los procesos educativos, en los procesos introspectivos y el impulso de querer saber, de dudar, de razonar.

Participación: se refleja en la disposición a tomar parte en asuntos colectivos, en formar parte de grupos, en adquirir protagonismo.

Ocio: se relaciona a la diversión, al juego, a la recreación, a destinar tiempo a actividades de entretenimiento y disfrute.

Creación: hace referencia a las posibilidades de expresión de la capacidad creativa inherente a la especie humana, a la imaginación, la inventiva, la producción.

Identidad: se manifiesta en la pertenencia, el posicionamiento, la autodefinición, la distinción.

Libertad: puede observarse en la autonomía, la voluntad, el disenso, la elección[6].

En la matriz se registrarán las expresiones de estas necesidades que reconozcamos en nuestra indagación. No necesariamente expresiones textuales, sino aquella información registrada que refiera a alguna/s de las necesidades fundamentales. Por ejemplo: “Ramona[7] recientemente fue despedida de su trabajo remunerado y se encuentra sin ingresos estables, por eso volvió a vivir a la casa de su madre”. Con solo esa información, ya podemos registrar ese dato como expresión de la necesidad de protección, pero si además conocemos más del contexto y sabemos que su trabajo la identifica y le permite mayor grado de autonomía, entonces también es una expresión de carencia respecto a sus necesidades de identidad y libertad[8]. Del mismo modo, hay que prestar atención a esa situación para reconocer la potencia movilizadora que se ha generado en Ramona para afrontar la realización de estas necesidades, qué tipo de satisfactor es la casa de su madre y qué otras necesidades encuentran allí una respuesta, qué otros satisfactores ella visualiza y/o están disponibles, para luego poder reconocer también los derechos, las políticas e instituciones/organizaciones que pueden involucrarse, entre otros elementos a considerar.

Satisfactores

Los satisfactores son propios de las culturas de los que emergen, expresando la diversidad de estas. Según su forma de realizar necesidades fundamentales, en cada situación analizada en su contexto, pueden ser caracterizados de la siguiente manera:

Satisfactores destructores: niegan la posibilidad de la realización de las necesidades en el largo plazo y, por sus efectos asociados, impide respuestas adecuadas para otras necesidades. Algunos ejemplos son: el consumo problemático de sustancias, la violencia de géneros, la privación de la libertad, entre otras posibilidades que deben ser analizadas en su contexto, determinando su carácter destructivo y violatorio de la voluntad.

Pseudo-satisfactores: estimulan una falsa sensación de realización de las necesidades, principalmente a través de la persuasión heterónoma. Por ejemplo, el consumismo, el extractivismo, algunos usos de la virtualidad, algunos sectarismos religiosos, entre otros a determinarse en su contexto y por sus efectos.

Satisfactores inhibidores: por el modo respuesta a una determinada necesidad, dificultan seriamente la posibilidad de realizar saludablemente otras. Por ejemplo, la sobreprotección, la permisividad absoluta, los trabajos con horario rotativo, la educación autoritaria, entre muchas otras posibilidades.

Satisfactores singulares: apuntan a la realización de una sola necesidad, sin interferir ni facilitar la de otras necesidades. Como algunas políticas focalizadas o los seguros de vida.

Satisfactores sinérgicos: realizan las necesidades de una forma que estimula y contribuye a la de otras necesidades. Posibilitan respuestas simultáneas a más de una necesidad y/o contribuyen a sustentar otras realizaciones en el futuro (Max Neef et al., 2010). Como la lactancia materna por opción, el amor fraterno, la educación popular, la democracia sustantiva, los juegos didácticos, el trabajo cooperativo, entre muchos otros ejemplos.

Instituciones

Como instituciones sociales, entiendo a los diferentes sistemas de convenciones sociales sedimentadas a lo largo de una trayectoria histórica determinada. Para Claude Lévy-Strauss (2015) las instituciones sociales son propias de toda cultura humana y tienen propiedades organizadoras e identitarias para el grupo humano del que surgen.

Considero como principales instituciones, soportes de satisfactores en la actualidad, al Estado, el mercado, la comunidad y la familia.

El Estado: el Estado es considerado como relación social en la cual se materializan y condensan las relaciones de poder, a través de las instituciones/organizaciones que lo constituyen y las políticas que sustenta (Valenzuela Espinoza, 2014).

Para la matriz importan los servicios que presta o financia el Estado en materia de protección, asistencia y garantía de derechos, en forma de satisfactores. Por ejemplo, la acción policial, según el caso, puede ser un satisfactor singular o destructor de la necesidad de protección, cuyo soporte es el Estado.

El mercado: para el análisis, considero la mercantilización de las necesidades cuando su realización depende de una transacción monetaria o crediticia. O sea, cuando el dinero, u otro recurso financiero o de pago, es la mediación entre la necesidad y su realización. También es importante observar que las acciones y las omisiones del Estado pueden promover o limitar el alcance del mercado sobre las necesidades (Esping Andersen, 1993).

La comunidad: para analizar la presencia de la comunidad como soporte, se toman los tres elementos conceptuales que desarrolla Krause Jacob (2001): pertenencia, interrelación y cultura común. Tanto la territorialidad, como los valores de cooperación, apoyo social y sentimiento de fraternidad –entre otros que asignan a la comunidad autores clásicos como Tönnies (en Álvaro, 2010)– son elementos accesorios a considerar para el análisis.

La familia: considero a la familia como grupo de personas reconocidas mutuamente como parientes, más allá de la relación genética y de la co-residencia –condiciones reforzantes, no necesarias–. La identificación mutua entre personas que se reconocen familiares, construye generalmente expectativas de reciprocidad, afectividad y cuidados cruzados, con sus respectivas disposiciones a materializarlas. Esto responde a la introyección de valores y obligaciones morales durante el proceso de incorporación cultural del concepto familia y lo esperable entre sus miembros (Bourdieu, 1997).

A diferencia de la comunidad que se desenvuelve en la esfera pública, la familia se desenvuelve en la esfera privada. La familiarización de las necesidades tiende a privatizar los problemas sociales y reforzar la carga de responsabilidades y trabajo no reconocido en las mujeres, principalmente (Esping Andersen, 1993).

Para el análisis propuesto, planteo al grupo familiar como grupo de personas que se consideran familiares y participan en la reproducción de la vida cotidiana de sus miembros.





Tabla 1.
Ejemplo de la primera sección de la matriz.

Comentarios Sobre La Primera Sección De La Matriz

Las necesidades, rara vez aparecen solo como carencia, sino que generalmente provocan un movimiento personal y colectivo. Poder desmenuzar cuánto hay de potencia y cuánto de carencia en las expresiones de necesidades de las personas con las que trabajamos, nos permite por un lado notar “lo que falta” en materia de respuestas y por otro lado las motivaciones, habilidades, búsquedas y lo que está latente y precisa reforzarse. Por ejemplo, el analfabetismo de Ramona se manifiesta como carencia que fundamenta una intervención relacionada a la alfabetización de adultas/os. En tal caso parece acertado hacer pie en la potencia movilizadora que le genera a Ramona el negocio proyectado con sus amigas, para motivarla a aprender a manejar correctamente la administración del espacio productivo.

En los ejemplos, la situación de que otras personas manejen la firma de documentos y administración de dinero de Ramona es valorada como pseudo-satisfactor ya que más allá que no siempre la estafen, la dependencia y desconfianza que conlleva esto, no permite una adecuada realización de sus necesidades, principalmente la de comprensión.

El ideal al cual aspirar, en materia de necesidades, es la existencia o construcción de satisfactores sinérgicos para cada necesidad que moviliza a las personas con las que trabajamos. Por eso, ante cada pseudo-satisfactor o satisfactor destructor detectado, convendrá poder visualizar y promover satisfactores sinérgicos, o en su defecto singulares, como opción.

En la matriz, planteo la consignación del principal soporte institucional, para el principal satisfactor de cada necesidad reconocida en determinada expresión-situación. Pero cada necesidad fundamental –que es interdependiente de las demás– puede ser realizada con más de un satisfactor y cada satisfactor puede tener más de un soporte institucional. Sugiero registrar solo el principal satisfactor y el principal soporte por cada necesidad, para no entrar en una complejidad poco aprehensible para la praxis. Del mismo modo, una misma expresión puede referir a más de una necesidad y puede registrarse como manifestaciones de cada una de esas necesidades, ya que son las que guiarán nuestras intervenciones.

Como reflejan los ejemplos, cada institución no respalda necesariamente siempre a un mismo tipo de satisfactor, sino que debe analizarse en su contexto particular, según las acciones que sustenta. Todo dependerá de los tipos de respuestas a las necesidades reconocidas, en cada situación particular.

¿Para qué sirve entonces registrar los soportes institucionales en relación a los satisfactores y su tipo? Para poder diagnosticar el potencial y el poder de resiliencia de la matriz de necesidades de una persona. Una matriz cuyo único pilar sea el mercado, como puede ser una persona que vive sola en una casa que alquila con su sueldo y que tiene un buen pasar económico pero una pobre inserción comunitaria, malas relaciones familiares e ignorancia e indiferencia respecto a las políticas sociales y laborales del Estado, es posible que en algún momento pierda su estabilidad laboral y toda su matriz de necesidades colapse por no contar con otros soportes. En cambio, alguien que además de su sueldo, cuente con una familia presente, tenga buena relación con vecinas/os y amigas/os, participe de espacios colectivos y conozca los mecanismos de acceso a las políticas sociales y laborales del Estado, si pierde su trabajo contará con una red de apoyo multidimensional que le permitirá sostener buena parte de la realización de sus necesidades.

Trayectoria De Las Situaciones Analizadas

Para ubicar en tiempo y espacio las situaciones donde se expresan las necesidades que configuran nuestra demanda, la segunda sección de la matriz indaga sobre la génesis y trayectoria de estas situaciones, es decir sus temporalidades y luego su territorialidad.

A través de entrevistas, relatos biográficos, historias de vida, observaciones participantes y otros instrumentos y fuentes de información, se puede acceder a datos sobre los eventos y acontecimientos personales, familiares, comunitarios, societales e históricos que resultaron significativos en la vida de las personas usuarias de nuestros servicios en relación a sus necesidades.

Resulta importante analizar las trayectorias en diferentes planos complementarios. Uno de los planos a considerar es el de las “estructuras condicionantes”, tomando relevancia el planteo de trayectorias de Bourdieu en el cual se busca reconstruir las diferentes posiciones ocupadas en los campos sociales a lo largo de una trayectoria de vida, según la acumulación diferencial de capitales, incluyendo el origen de clase y las determinaciones estructurales que condicionan las trayectorias posibles. Allí toman relevancia, también, las continuidades y cambios del espacio social general en relación a la economía, guerras, grandes movilizaciones, conquista de derechos, entre otros ejemplos posibles (Roberti, 2017).

Es dentro de las trayectorias de vida que se van configurando los hábitus, concepto nodal de Bourdieu, que habla de las disposiciones a hacer y percibir de determinadas maneras que se relacionan con las trayectorias sociales. Lo que prima es un “sentido práctico”, que orienta para la acción. Condicionamientos que generan las estructuras objetivas[9] y que permiten que las personas que ocupan determinados lugares en los “campos” sociales de los que participan, tengan las disposiciones adecuadas para actuar según esas posiciones detentadas[10] (Gutiérrez, 2005).

El análisis de los hábitus permitirá realizar un acercamiento comprensivo de las disposiciones de las personas a comprender, sentir y actuar de determinadas maneras que pueden ampliarse, consolidarse o transformarse a lo largo de una trayectoria social y en relación a las formas y espacios de socialización y las relaciones con el entorno, incluyendo las relaciones con agentes externas/os que intervienen con sentido transformador (Palma, 1977; Freire, 2009) modificando las experiencias y el volumen y estructura de los capitales detentados.

También importa destacar la capacidad de agencia de las personas, su creatividad, sus acciones instituyentes, sus proyecciones e imaginarios radicales (De Certeau, 1996; Cristiano, 2009). Sosteniendo que todas las personas estamos condicionadas por las estructuras sociales, pero tenemos un margen de acción, de albedrío e imaginación para encarar diversos cursos de acción. En torno a esas decisiones, que son más que simples predestinaciones de las estructuras, también interesa reconocer y relacionar acontecimientos y decisiones personales, familiares y comunitarias que implicaron rupturas, variaciones y bifurcaciones en las trayectorias personales y colectivas, y que configuran opciones y proyectos para el presente y el futuro.

La capacidad de agencia toma gran relevancia para destacar el protagonismo que debe tomar cada persona para torcer positivamente el curso de su vida, y a nivel colectivo el curso de la historia. Pero hay que evitar caer en romanticismos o discursos meritocráticos, tan de moda, de que una/o es oprimida/o porque quiere o porque no se esforzó lo suficiente. Resulta necesario así, poder establecer la relación interdependiente entre estructura y agencia, promoviendo una transformación en ambos planos[11].

Para abarcar las múltiples temporalidades “es necesario conectar las biografías individuales no sólo con las características globales de una situación histórica dada, sino también con los patrones y normas sociales y, por último, con los sentidos, estrategias y vivencias subjetivas” (Roberti, 2017, p. 323). Es de destacar que las experiencias pasadas y presentes generan expectativas y proyecciones a futuro necesarias de trabajar para la transformación.

Tabla 2:
Ejemplo de registro de trayectoria social de las situaciones a abordar.

Capitales

Para completar el análisis de las trayectorias y fortalecer las posibilidades de elaborar estrategias cuya base sean las potencialidades de las personas con las que trabajamos, en la matriz se contemplan los capitales detentados, que pueden definirse como "conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden" (Costa, 1970, p. 3 en Gutiérrez, 2005).

El capital cultural: refiere al conocimiento y puede observarse en tres estados: en estado incorporado, bajo la forma de disposiciones durables –hábitus– relacionadas con la trayectoria social incorporada; en estado objetivado, bajo la forma de bienes culturales: libros, obras de arte, entre otros que indican la posesión de este capital; y en estado institucionalizado, legitimado por el Estado, como un título universitario (Gutiérrez, 2005; Von Sprecher, 2007).

El capital social: refiere a un círculo de relaciones estables:

Conjunto de los recursos actuales o potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de inter-reconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no sólo están dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos), sino que también están unidos por lazos permanentes y útiles. (Bourdieu, 1980, p. 2 citado en Gutiérrez, 2005)

Refiere así a la posesión de una red de relaciones de potencial reciprocidad.

Capital simbólico: representa al reconocimiento, al prestigio, a la autoridad adjudicada socialmente –en un campo– a la acumulación de alguno/s de las diferentes capitales –social, cultural, económico–. Legitimidad otorgada por agentes sociales dotadas/os de las categorías de percepción adecuadas para validar a la/el agente social que detenta esa acumulación de capitales (Gutiérrez, 2005; Von Sprecher, 2007).

Capital económico: detentarlo es tener cierto control sobre recursos económicos/materiales. Este tipo de capital es convertible en dinero u otros recursos financieros, y es una fuente esencial del poder político y la hegemonía.

Tabla 3:
Volumen de los capitales detentados

Ejemplo de registro de los capitales detentados.

Territorialidad

Es en el territorio en donde se expresan las necesidades de las personas y en donde se despliegan los satisfactores para darles respuestas. Poder reconocer la dimensión espacial de la vida de las personas nos permite advertir elementos del contexto que resultan trascendentales en el desarrollo de las trayectorias sociales. El espacio físico refleja al espacio social (Roberti, 2017), ya que es moldeado por la sociedad (Lefebvre, 1974).

Un ejercicio importante es ubicar en un mapa la vivienda en donde transcurrió y/o en donde transcurre la cotidianeidad de las personas con las que trabajamos, y analizar –hasta donde se pueda con la información disponible/accesible– qué lugar ocupó y ocupa respecto al acceso a los bienes y servicios que brinda la localidad de origen y al derecho a la ciudad (Molano Camargo, 2016), qué condiciones tienen esa vivienda y ese barrio, qué referencias territoriales establecen sus habitantes –lugares–, qué uso del territorio realizan, qué relaciones mantienen con la tierra y con los lugares, qué satisfactores actuales o potenciales están al alcance y de qué tipo son, qué conflictos existen, qué intereses están en disputa en relación al uso del suelo circundante, qué multiterritorialidades están en juego (González y Cobo, 2018) y cómo se refleja la relación reproducción del capital vs reproducción ampliada de la vida (Harvey, 2004; Coraggio y Arancibia, 2014).

La georreferenciación y los mapeos colectivos son técnicas muy valiosas para adquirir una dimensión espacial de las situaciones que analizamos y sobre las que intervenimos[12].

Tabla 4:
Ejemplo de registro de aspectos territoriales relevantes


Gráfico 1.
Ejemplo de mapa de ubicación del barrio de residencia respecto al derecho a la ciudad.


Gráfico 2:
Ejemplo de boceto de mapeo realizado en conjunto con usuarias/os de nuestros servicios

Los mapeos conjuntos, cuando más se colectivizan, más elementos de análisis aportan respecto a las dinámicas territoriales. El solo hecho de poder graficar el territorio que se habita es un ejercicio fundamental para reconocer el lugar que se ocupa, los procesos que se desarrollan, los usos que se hacen, la importancia de los lugares, los vacíos, las potencialidades, los beneficios, los peligros, entre muchas posibilidades. Interpretar y mapear el propio territorio que se habita es también una forma de producir ese territorio (Risler y Ares, 2013). Se pueden combinar fotos satelitales y datos secundarios, con datos primarios, para orientar a quienes interpretan el territorio.

Opresiones

Una vez reconocidas las necesidades, y ubicadas en tiempo y espacio las situaciones abordadas, resultará más sencillo vislumbrar las opresiones que operan sobre las personas con las que trabajamos y que es preciso combatir. La existencia de sistemas sociales y cosmovisiones hegemónicas –sustentadas institucionalmente– antagónicas con la igualdad de derechos y la colectivización del bienestar, legitiman y promueven estas formas de dominación y violencia.

El ejercicio de la opresión se da cuando existe una imposición heterónoma de nuestras posibilidades y formas de vivir, hacer, pensar, sentir y desarrollarnos. Es el sometimiento de una o más personas en contra de su dignidad, autonomía y bienestar. Lo ejercen quienes detentan el poder para hacerlo y además deciden doblegar a otras personas en beneficio propio y/o acorde a convenciones sociales hegemónicas.

Muchas opresiones comienzan a visibilizarse gracias a la militancia activa de amplios sectores de la sociedad que se movilizan en todo el mundo, con horizontes mucho más amplios que las conquistas formales alcanzadas –leyes, reconocimientos reglamentarios, políticas específicas–. Estos movimientos, plantean una crítica al enfoque exclusivo de clases[13], recuperando otras opresiones, incluso preexistentes al capitalismo, como el machismo (Engels, [1884] 2012), el extractivismo y el racismo.

Dentro del movimiento feminista, desde el afro-feminismo, toma fuerza el concepto de interseccionalidad (Crenshaw, 1989; Heuchan, 2019) que contempla diferentes tipos de opresiones que limitan la autonomía de las personas y les generan sufrimientos y hasta la muerte. Se plantea que las opresiones no operan separadas unas de otras, sino que se complementan y operan diferencialmente según el contexto y las características de las personas involucradas. Es decir, existe un sistema opresivo que violenta de diferentes formas a las personas según su condición/situación/opción de género, de clase, de color de piel, entre otras. Y esas violencias se retroalimentan entre sí.

En base a este planteo, señalo y conceptualizo las opresiones que entiendo centrales en la contemporaneidad.

Opresión de clases: acumulación diferencial de capitales que funcionan como poderes sobre otras/os, con preeminencia del capital económico (Gutiérrez, 2005).

Opresión machista sexogenérica: hacia mujeres, identidades de géneros no masculinas, a la libertad y diversidad sexual, a las expresiones de divergencia a lo heteronormativo y a lo que vulnere la hegemonía masculina en la sociedad y su sistema de privilegios y dominio.

Opresión generacional: adultocentrismo productivista, dominación de niñas/os y viejas/os.

Opresión hacia la diversidad cultural-étnica: colonialismo cultural, chauvinismo, eurocentrismo, occidentalismo, proteccionismo migratorio, negación y menosprecio a la otredad cultural.

Opresión hacia la diversidad corporal: por diferencias en el color de piel, la contextura física, características/rasgos corporales, racismo. Muchas veces complementaria a la opresión hacia la diversidad cultural-étnica.

Opresión hacia la diversidad funcional: discriminación por diferencias en funciones biológicas, motrices y/o cognitivas, debido principalmente a situaciones de discapacidad o enfermedades crónicas.

Opresión hacia la diversidad subjetiva: incluyendo padecimiento subjetivo y “locura” –lo que no es considerado dentro de la normalidad subjetiva o la “buena salud mental”–.

Opresión geopolítica y territorial: imperialismo, colonialismo, unitarismo, extractivismo, especulación inmobiliaria[14].

Tabla 5:
Ejemplo de registro de opresiones reconocidas

Derechos

En el marco de un Estado de derecho, es una reivindicación y una estrategia de disputa poder traducir las necesidades en derechos, y las opresiones y privaciones en vulneraciones a esos derechos. Por eso la matriz continúa con el reconocimiento de los derechos consagrados que están siendo vulnerados en las situaciones analizadas e indicando el abordaje específico para cada vulneración.

Luego se busca pasar en limpio el reconocimiento de las políticas y las instituciones/organizaciones a las cuales se podría recurrir y articular para solicitar/exigir el cumplimiento de esos derechos.

Poder plantear las demandas en clave de derechos da mayor legitimidad a las solicitudes, sugerencias y articulaciones, comprometiendo más a las instituciones/organizaciones y funcionarias/os encargadas/os de materializar esos derechos reconocidos por el Estado, como sujeto obligado a sustentarlos y hacerlos valer (Abramovich y Courtis, 1997).

Tabla 6:
Ejemplo de registro de derechos vulnerados y su abordaje

Tabla 7:
Ejemplo de reconocimiento de políticas e instituciones/organizaciones involucradas

El Buen Vivir Como Marco Para Las Acciones a Desarrollar

El buen vivir comprende la noción del bienestar propio en relación al bienestar de y con las demás personas –en sentido comunitario– y al bienestar de y con la naturaleza de la que formamos parte (Larrea, 2009). Es decir, la aspiración a una vida más armoniosa y sinérgica con aquello esencial que sustenta nuestras necesidades.

Esta cosmovisión, con raíces profundas en nuestros pueblos, que hasta el día de hoy sostienen mingas y relaciones de solidaridad y complementariedad en los barrios y montes de Nuestra América, sirve también como referencia de intervenciones profesionales que acompañen y fortalezcan procesos de mejora constante de la calidad de vida.

La noción del buen vivir tiene un firme asidero actual en la cosmovisión indígena expresada en el concepto del sumak kawsay: "sumak" es la noción que junta el sentido de lo bueno, de lo placentero, de lo protector, lo bello y agradable, mientras que "kawsay" se refiere a lo colectivo, a vivir en comunidad. Pero es también cierto que la noción del buen vivir no existe únicamente en la cosmovisión indígena, puesto que nociones similares están presentes en otras formaciones culturales y está presente desde los años '70 en el movimiento de la medicina social de América Latina. (Breilh, 2010, p. 97)

Es así que la matriz finaliza, como síntesis propositiva, con las posibles acciones a realizar para proteger, promover y/o reparar el buen vivir (Breilh, 2013), para acompañar y fortalecer las decisiones libres, formadas, informadas y responsables; para promover y potenciar la soberanía individual –sobre el propio cuerpo y el propio ser en la vida– y colectiva –en sentido comunitario y de autodeterminación de los pueblos–, y para promover, proteger, exigir y ejercer los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.

Estas propuestas se plantean con diferentes alcances, tomando como referencia los aportes de Jaime Breilh (2010), quien sostiene que los procesos de determinación social de la salud se pueden pensar en tres dimensiones interdependientes[15]. El espacio general, en el que se generan las relaciones entre lo social y lo natural, determinando estructuras socioeconómicas, culturales y orgánicas de la salud de las personas; el espacio particular, de los grupos de los que participan las personas, en los cuales se generan modos de vida, de relacionarse con otras personas y con la naturaleza; y el espacio singular de cada persona y el estilo de vida que desarrolla, en el marco de las otras dos dimensiones presentadas.

Posibles Intervenciones a Desarrollar

Tabla 8:
Posibles Intervenciones a Desarrollar

Ejemplo de acciones posibles a desarrollar, con diferentes alcances.

Conclusión

La incorporación de una matriz organizadora para el análisis exhaustivo de la configuración y reconfiguración de las demandas, tiene varias utilidades. Puede ayudar a estructurar las entrevistas e instrumentos de indagación, puede orientar las intervenciones en base al marco teórico-metodológico-ético-político que explicita, y puede resultar en un insumo valioso para la elaboración de informes sociales, sistematizaciones e investigaciones.

Acercarnos a la realidad con una perspectiva integral y situada, contribuye a una mayor comprensión de situaciones sociales problemáticas que rara vez son aisladas o excepcionales, sino que son manifestaciones de problemáticas sociales colectivas, casos testigo de estructuras de dominación relacional que limitan o impiden la realización de las necesidades fundamentales de las personas y el ejercicio de sus derechos (Rozas Pagaza, 2001; Palma, 1977). Esa comprensión también permite contribuir al análisis, el diseño, la planificación y el monitoreo de proyectos, programas, diversas políticas públicas, movilizaciones y acciones colectivas que deberían dar respuestas efectivas a esas situaciones reconocidas como problemáticas sociales.

Debo aclarar que entiendo que las dinámicas de trabajo suelen ser expeditivas y tienden a centrarse en situaciones que requieren medidas inmediatas por su gravedad, y en cantidades que atentan contra las posibilidades de profundizar el trabajo y de intentar mayor integralidad y/o seguimiento[16]. Pero acuerdo con José Luis Coraggio (2004) en que debemos afrontar el desafío de escalar desde la urgencia a la estrategia, para que nuestra acción no se limite a “tapar huecos” en una sociedad que ya no resiste más remiendos. Esto es, no sacarle el cuerpo a las urgencias y sus singularidades, sino intentar encararlas también en sus dimensiones particulares y generales, es decir comprenderlas y abordarlas como manifestaciones de la cuestión social[17] (Rozas Pagaza, 2001).

Para finalizar, reitero la idea de que una matriz no debe ser diseñada e implementada para “hacer encajar” la realidad, sino para explicitar nuestro posicionamiento, para enmarcar nuestras interpretaciones e intervenciones y ordenar la información que producimos de forma sistemática. Una auto-guía para la acción reflexiva, para una práxis fundada, metódica y transformadora.

Bibliografía

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Notas

[1] Licenciado en Trabajo Social por la Universidad Nacional de Córdoba. Diplomado en Organizaciones de la Sociedad Civil y Políticas Públicas por la Universidad Nacional de General Sarmiento y en Derechos Humanos desde una Perspectiva Territorial por la Universidad Nacional de Córdoba. Especializándome en Administración Pública en la Universidad Nacional de Córdoba y en Desarrollo y Gestión del Turismo en la Universidad Nacional de Quilmes. Ex residente y jefe de residentes de la Residencia de Trabajo Social y Salud dependiente del Ministerio de Salud de la provincia de Córdoba. Durante mi residencia en el Hospital de Niños de la ciudad de Córdoba, he investigado sobre las necesidades fundamentales de la población usuaria del Servicio Social de ese hospital y, junto a dos colegas y amigas, sobre interculturalidad y derecho a la salud en la Casa Materna de San Cristóbal de las Casas, México (Publicaciones disponibles en: http://www.margen.org/suscri/margen98/Pitaluga-98.pdf y https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ConCienciaSocial/article/view/26141) Luego seguí profundizando mis análisis sobre las necesidades de las personas con las que trabajamos. Contemplando, además, otros elementos que forman parte de la construcción y reconstrucción de las demandas de intervención profesional. Elaborando, como síntesis, la matriz que aquí presento.
[2] Suelo usar la primera persona del plural para redactar, ya que entiendo que el conocimiento siempre se produce colectivamente, pero en este caso describo mi experiencia personal de trabajo, debiendo usar el singular. No por ello dejo de reconocer los aportes de las colegas con las que discutimos estos temas.
[3] Hablo de personas usuarias de nuestros servicios o personas con las que trabajamos para destacar que son personas –somos personas– y hay que tenerlo siempre presente, por eso trabajamos con ellas y no sobre ellas. Con esto no me opongo al concepto de sujeto de intervención, solo prefiero enfatizar nuestra humanidad.
[4] Las corrientes relativistas asimilan, generalmente, las necesidades a los deseos y los deseos con las demandas. Aplicando, de esta forma, una lógica mercantilista de las necesidades. Un enfoque universal es siempre arbitrario, como lo es cualquier definición teórica de la realidad, pero si su vocación es democrática, intentará pluralizar ese universo sin dejar de posicionarse y fundamentar orientaciones para la acción concreta. La realidad es siempre relativa, pero si no intentamos darle un sentido compartido, nos paralizamos en la inacción o el individualismo.
[5] Los autores utilizan ambos términos como sinónimos, pero luego aclaran que las necesidades fundamentales nunca logran ser satisfechas, ya que alcanzar un umbral de satisfacción motiva a establecer nuevos umbrales. De la misma forma que la potencia movilizadora no se satisface de una vez y para siempre, sino que resulta en un movimiento incesante por sostener o alcanzar mayores niveles de bienestar
[6] Estas definiciones tienen como base el texto Desarrollo a Escala Humana (Max Neef et al., 2010), pero están adaptadas a su aplicación práctica en una investigación propia (Pitaluga, 2020), ya que las definiciones de los autores precedentes tienden a ser más abstractas y dificultosas de registrar. Considero que las categorías teóricas deben servir a la praxis, por lo que ellas deben orientarnos, pero también deben adaptarse a nuestra realidad –a nuestra forma de percibirla e intervenirla– y no al revés. La teoría se actualiza y contextualiza en la práctica concreta.
[7] Utilizo el nombre de Ramona para personificar varias expresiones de necesidades, de diversas personas, que he escuchado en mi trayectoria profesional. Tanto el barrio, como la ciudad en donde habita Ramona son ficticios, creados para ilustrar situaciones similares a las que suelen presentarse como demanda.
[8] Para más precisión sobre el tema, puede consultarse el informe de mi investigación sobre las necesidades de la población usuaria del Hospital de Niños de Córdoba (Pitaluga, 2020). Además pueden solicitarme guías de entrevistas y otros materiales, elaborados durante la investigación, que no están publicados.
[9] El autor, si bien pone gran peso de su análisis a los condicionamientos de las estructuras sociales objetivas, no niega la capacidad de agencia de las personas.
[10] Los campos sociales se determinan por el tipo específico de capital que se disputa en cada uno de ellos. Por ejemplo, en el campo académico generalmente se disputa capital cultural, en el campo empresarial capital económico, en el campo comunitario, capital social. Lo cual no quita que en esos campos también se disputen otros tipos de capitales, y que en todos ellos sea fundamental el capital simbólico que funciona como meta-capital dotando de reconocimiento social la acumulación de otro tipo de capital. Las posiciones que se ocupan en los campos, dependen del volumen y legitimidad de los capitales detentados y cada acción responde al interés por acumular o mantener capitales (Gutiérrez, 2005; Von Sprecher, 2007).
[11] El apoyo y la promoción de la organización y movilización colectiva, en torno a necesidades compartidas, es una posibilidad a contemplarse en intervenciones que apunten a trascender lo inmediato y singular (Palma, 1977).
[12] Iconoclasistas es un equipo de trabajo que se especializa en el tema y brinda acceso libre a sus materiales didácticos. Disponibles en: https://iconoclasistas.net
[13] Respecto a las definiciones de clases sociales, aquí se toma como base la conceptualización de Pierre Bourdieu, quien reconoce la centralidad de la dimensión material, pero que no reduce las clases a ese solo aspecto; sino que reconoce la disputa y acumulación de distintos tipos de capitales que determinan la posición de los agentes sociales en las tramas de relaciones de poder.
[14] Nos oprimen por vivir en territorios que pueden explotarse y saquearse para sostener y/o aumentar el consumo y la acumulación de habitantes de otros territorios. El extractivismo colonial de los bienes naturales comunes, que lleva más de 500 años en Nuestra América y mayor tiempo en África y el sur de Asia, es un ejemplo claro de opresión geopolítica de los países del norte rico del mundo hacia los que tienen al sur
[15] Es fundamental la consideración de la interdependencia de las tres dimensiones, ya que una intervención con incidencia en una de las dimensiones, de forma directa o indirecta, afectará otras dimensiones de la vida de la/s persona/s con las que trabajamos. Sobre todo cuando esa intervención considera las estructuras y trayectorias de la situación problemática.
[16] Es más, para las supervisiones, la matriz se implementó solo para analizar algunos de los casos más complejos, ya que lleva un tiempo considerable obtener, ordenar y analizar tal volumen información
[17] Problemas colectivos requieren respuestas colectivas, para las que el trabajo en red suele ser una buena opción, involucrando a quienes quieren y a quienes deben brindar respuestas a las necesidades y derechos de las personas con las que trabajamos.


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