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TERRITORIALIZACIÓN DISLOCADA. LA COOPERATIVA UNIÓN AGRÍCOLA DE AVELLANEDA ANTE EL AGRONEGOCIO (1990-2017)
Dislocated territorialization. The agricultural union cooperative of Avellaneda against agribusiness (1990-2017)
Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural, vol.. 10, núm. 19, 2020
Universidad Nacional de Quilmes

Artículos

Estudios Rurales. Publicación del Centro de Estudios de la Argentina Rural
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
ISSN: 2250-4001
Periodicidad: Semestral
vol. 10, núm. 19, 2020

Recepción: 20 Septiembre 2019

Aprobación: 13 Noviembre 2019

Resumen: El trabajo se propone identificar y analizar las características que asume la territorialización de la cooperativa Unión Agrícola de Avellaneda (Santa Fe, Argentina), con atención sobre la relación entre territorio y organización frente al modelo del agronegocio (1990-2017), para ello se explora el concepto de dislocación territorial. A partir de fuentes cualitativas y cuantitativas se estudia un doble movimiento de dislocamiento. El primero en el tiempo, acontece en su territorio de “origen” y se asienta sobre la merma de asociados y los “desencuentros” con la estructura institucional. El segundo, en las últimas dos décadas, producto de la extensión de la UAA fuera de su territorio provincial.

Palabras clave: Agronegocio, Territorialización dislocada, Unión Agrícola de Avellaneda.

Abstract: The paper proposes to identify and analyze the characteristics assumed by the territorialization of the Cooperativa Unión Agrícola de Avellaneda (Santa Fe, Argentina), with attention on the relationship between territory and organization against the agribusiness model (1990-2017), for this purpose is explored the concept of territorial dislocation. From double qualitative and quantitative sources, a double displacement movement is studied. The first in time, occurs in its territory of "origin" and sits on the decline of associates and "disagreements" with the institutional structure. The second, in the last two decades, product of the extension of the UAA outside its provincial territory.

Keywords: Agribusiness, Dislocated Territorialization, Unión Agrícola de Avellaneda.

Introducción

La Unión Agrícola de Avellaneda (UAA) se crea en 1919 en el norte de la provincia de Santa Fe, con una base de asociados pequeños y medianos, colonos italianos de arraigo cristiano, según las fuentes entre aquellos primeros miembros hay una socia. El número de asociados/as[1] disminuye significativamente, hay 1766 en 2016 y su estructura productiva aumenta y con ello la cantidad de trabajadores permanentes. Tiene diversas expansiones territoriales con sucursales y, desde fines del siglo XX, junto a la dinámica del agronegocio, se vuelven centrales las operaciones en Santiago del Estero, Chaco y Salta. La organización despliega múltiples actividades productivas que se suman –progresivamente- al acopio de cultivos, a su vez complejiza sus canales de relación con los asociados.

Este trabajo señala un doble movimiento de dislocamiento en la relación entre base social y organización. El primero en el tiempo, acontece en su territorio de “origen” y se asienta sobre la merma de asociados y los “desencuentros” con la estructura institucional. El segundo, en las últimas dos décadas, producto de la extensión de la UAA fuera de su territorio provincial. Ante lo cual los interrogantes centrales son ¿cómo se presenta el dislocamiento?, ¿cuáles son las diferentes narrativas –institucionales y de asociados/as- que evidencian dislocamientos?, ¿qué estrategias organizacionales se pueden identificar para el mismo?.

El objetivo general es identificar y analizar las características que asume la territorialización de esta cooperativa, con atención sobre la relación entre territorio y organización frente al modelo del agronegocio, para ello se explora el concepto de dislocación territorial.

Hay importantes antecedentes relativos a los estudios, desde las ciencias sociales y humanas, sobre la relación entre las cooperativas agropecuarias en Argentina y el reciente modelo agrario. Si bien no todos los trabajos comparten una perspectiva crítica acerca del agronegocio, cubren campos diversos como: tipos institucionales, territorialización, así como vínculos base social-dirigencia (Lattuada, 2006; Albaladejo y Grosso, 2009; Tort y Lombardo, 2011; Carricart, 2012; Bageneta, 2015; Mendonça, 2016).

El caso de estudio cuenta con múltiples referencias por su peso económico –entre las primeras a nivel nacional en acopio de granos- y desarrollos organizativos “novedosos” –en particular de capitalización- (Cracogna, 1968; Basañes, 2011; Sili et al. 2013; Bageneta, 2015; Venturini, 2015; Acosta, 2017). Este abordaje continúa y revisa diversos análisis[2] que el autor lleva adelante sobre la UAA, en los que se sopesan, entre otros ejes: las relaciones y estrategias con el agronegocio, con particular hincapié en su territorialización expansiva; los rasgos de su base social y los discursos sobre participación; el peso de los rasgos gerenciales; la integración con su entidad de segundo grado; así como en la comparación con experiencias cooperativas en Brasil (Bageneta, 2015, 2018; Azerêdo, et al., 2018).

En el trasfondo del caso de estudio se reconoce que desde las dos últimas décadas del siglo XX el cooperativismo agropecuario argentino y regional atraviesa crisis –en muchos casos terminales- y reconversión. A su vez, mantiene una distribución similar “más del 60% de las cooperativas continuaron localizadas en la región pampeana”, mientras que se profundiza la primacía del rubro agrario (Lattuada, 2006: 148). El endeudamiento de las décadas del ´70 y ´80 “condicionó sus posibilidades empresariales en nuevo contexto macroeconómico y sectorial” (Obschatko et al, 2011: 77). Tienen un importante retroceso en el número de asociados y entidades, “durante la última década del siglo XX se produjo una significativa declinación de la importancia relativa del cooperativismo agropecuario” (Lattuada, 2006: 151).

La perspectiva teórico-metodológica concibe que estas asociaciones pueden territorializarse en agronegocio o en lazos sociales solidarios, lo cual no niega un continuum de situaciones intermedias. Conceptos de organización y territorio se mixturan para denominar territorio dislocado a la forma organizativa que no contiene ni refleja lo que acontece en el territorio, entendiéndolo como mutable.

El trabajo tiene el sostén empírico, en un plano central, en entrevistas en profundidad realizadas a integrantes de la cooperativa (base social, dirigentes y trabajadores)[3] así como fuentes documentales que expresan el discurso organizacional. A su vez, se conforma a través del procesamiento de fuentes primarias de la propia UAA, datos estadísticos acerca del devenir socio-productivo. Por tanto, la estrategia de estudio triangula enfoques cualitativos y cuantitativos.

Dislocación, territorio y organización

En la relación entre territorio y organización (base social, dirigencia, trabajadores) ambos términos son producto y productores de la territorialidad desde la cual surgen. Producto, la cooperativa, en tanto sus representantes son elegidos por una determinada base social que se afinca en territorios que cristalizan un tiempo y espacio -delimitado también-. A su vez los dirigentes producen -no sin tensiones- nuevos y modificados límites para su propia representatividad, al sugerir o establecer criterios que la demarquen. Quiénes integran una cooperativa, qué intereses tienen y cómo cambian sus condiciones de existencia (hasta la desaparición) son preguntas que des/habilitan la comprensión de qué acontece en su estructuración organizacional (Chayanov, 2017).

Estos movimientos de relación se conceptualizan aquí como territorialización dislocada, desconexión entre lo que acontece en el territorio y la forma organizativa que no lo contiene ni refleja. Las instituciones sociales dan cuenta de una determinada realidad social e histórica que las origina, cuando éstas se establecen en “otros” territorios genera inevitables consecuencias en tanto modifica su propio arraigo y, también, al territorio al cual se desplaza[4]. Entre estas repercusiones son de interés para el trabajo los ejes relativos a los movimientos internos, tanto en dirigencia (y discurso institucional) y socios, que generan estos cambios; algunas dimensiones (expresadas en preguntas) son si ¿se reconocen los miembros en ese proceso?, y si ¿hay acaso discursos y prácticas institucionales para dar certeza al cambio?.

Cabe señalar que hay formas organizativas que surgen de sujetos desplazados, cuyos territorios son imaginarios/inmateriales, pues la presencia física cambia su ubicación; un ejemplo son los migrantes europeos que conforman a comienzos del siglo XX cooperativas, trasladan experiencias/ideas de sus territorios a otras “locaciones” (Harvey, 1998; Fernandes, 2008).

Ante la proliferación de múltiples acepciones del “fashion concept” territorio, aquí se lo comprende como espacio de gobernanza, apropiado, “hecho cosa propia, en definitiva, el territorio es instituido por sujetos y grupos sociales que se afirman a través de él” (Porto-Gonçalves, 2008, p. 42). En consecuencia, existen múltiples territorios según las acciones para controlar el espacio, “cada institución, organización, sujeto, construye su propio territorio y el contenido de su concepto y poder político para mantenerlo” (Fernandes, 2008, p. 6). Se hace referencia, desde esta concepción, a territorios campesinos y del agronegocio, según las prácticas productivas y en relación al régimen de propiedad en cada caso.

A su vez, se define al agronegocio como un modelo agrario que se basa en crecientes inversiones de capital tras la persecución de mayores rentabilidades, con una práctica discursiva propia para su legitimación. Se destaca por su “externalidad” respecto de las explotaciones agrarias, pues influyen en la toma de decisiones sectores de otras esferas económicas e involucran factores tecnológicos externos a las mismas profundizando desarrollos previos de la denominada “revolución verde”[5] (Gras y Hernández, 2009).

En el plano organizacional el actor social cooperativo cuenta con una definición normativa que en Argentina expresa -a pesar de ser anterior- la Ley 20337 de 1973 y que en 1995 la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) plasma como “una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada” (Kaplan de Drimer, 1995, p. 256). Establece una “identidad cooperativa” sobre tres valores de los cuales se desprenden siete principios: adhesión voluntaria y abierta; gestión democrática por parte de los socios; participación económica de estos; autonomía e independencia; educación, formación e información; cooperación entre cooperativas; interés por la comunidad (Kaplan de Drimer, 1995).

Mientras que al abordaje doctrinal se le puede sumar la conceptualización desde las ciencias sociales y humanas; en particular los estudios que consideran lo que acontece con estas organizaciones ante el agronegocio señalan que: -pasan, en un contexto de radicalización capitalista, a prácticas empresariales que propician tensiones con su doctrina (el entorno cobra relevancia en estos abordajes) y las consideran en modelos institucionales (Tort y Lombardo, 2011; Lattuada, 2006; Vuotto, 2013); -Incorporan la perspectiva territorial (Carricart, 2012; Bageneta, 2015); - La dimensión política, según su arraigo socio-económico y participación en proyectos societales, profundiza la comprensión (en algunos casos en términos gramscianos) (Lattuada, 2006, Mendonça, 2016); - La relevancia del estudio de la relación entre cambios en la base social y tipo de representación (Lattuada, 2006, Tort y Lombardo, 2011; Chayanov, 2017).

En relación con estos aportes algunos autores señalaron que en el caso argentino, al compás de los cambios estructurales del reciente modelo agrario se consolida una tipología de “Organización institucional en mutación” que se amolda a los cambios de fines del siglo XX y comienzos del XXI. Estas son organizaciones flexibles capaces de responder a cambios bruscos de demanda, se afianzan sobre perfiles empresariales, expanden sus áreas territoriales de influencia y agregan operaciones con terceros no asociados y empresas. Implican, por tanto, el crecimiento de una administración profesional y el compromiso de los asociados centrado sobre incentivos económicos según capital invertido u otros mecanismos (Lattuada y Renold, 2004).

Aquí, como parte del análisis crítico, se afirma que las cooperativas pueden o no, según su práctica y concepción, ser medios para la construcción del agronegocio o solidaridad, con puntos intermedios, prácticas productivas/discursivas que expresan tensiones. Por lo tanto, el modelo pone en crisis el funcionamiento y la continuidad de las cooperativas, que presentan un mosaico de estrategias de supervivencia en función de las reestructuraciones de las mismas ( Carricart, 2012; Bageneta, 2015; Olivera, 2017). Se reconocen los ejercicios de parte de estas para incorporar criterios gerenciales en sus operaciones, como -por ejemplo- en lo relativo a financiación y la capitalización (Lattuada, 2006; Basañes, 2011). En un estudio que interpela la realidad Argentina y la integración cooperativa, la autora brasileña Sonia Regina de Mendonça analiza el vínculo entre la Organização das Cooperativas Brasileiras (OCB) y el fomento del agronegocio[6].

En complementación con los análisis organizacional se toman desarrollos teóricos elaborados al identificar –en la región pampeana- grandes formaciones discursivas que caracterizan ideología de productores agrarios según sus intereses por ubicación en estructura social, estos corresponderían a las asociaciones reivindicativas: la formación liberal-conservadora (SRA), la agrarista crítica (FAA) y, con el agronegocio, la tecnologizante (CONINAGRO) (Balsa, 2008).

La Unión Agrícola de Avellaneda

Este apartado presenta y analiza el caso de la cooperativa de primer grado, Unión Agrícola de Avellaneda (UAA), que se ubica en una región marginada del modelo nacional y en sus condiciones de producción[7] (Bruniard, 1978). Se funda en 1919 por 33 colonos italianos con raigambre católica, son pequeños productores debido a los proyectos de colonización de la zona que comprenden entre 36 y 72 has. (Archetti, 1977). Tempranamente se integra a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) como su entidad de segundo grado. En 1935 registran el primer acopio algodonero y a partir de allí es uno de sus cultivos centrales que en 1956 representa el 79% de las producciones que comercializa (UAA, 1994). En los años `60 comienza la incertidumbre para el textil-oleaginoso con la alternancia de momentos de crecimiento y declinación, proceso común a la región, que hacia los años ’80 se manifiesta en la llamada "pampeanización" con el incremento de cultivos como girasol y sorgo (Bruniard, 1982).

Durante los años '80 el girasol es, junto a la soja, la expresión del avance de ese proceso. La oleaginosa representa en el año 2000 el 50% del total de productos que recibe y el algodón -como producción originaria- se secundariza. Otro pilar del crecimiento es la venta de agroquímicos que entre el año 2000 y 2011 llegan a casi triplicarse, se pasa de 1.000.260 Lts. a 3.916.491 Lts. Cambios que, como se verá, están íntimamente relacionados con la expansión territorial hacia el nuevo milenio.

La organización configura paulatinamente sus órganos de gobierno según lo establecen las sucesivas legislaciones que rigen sus formalizaciones (Cracogna, 1968). Crea, a lo largo del siglo las llamadas “comisiones asesoras” que son órganos de gobierno regular, integradas por asociados de las distintas zonas santafesinas en las cuales hay sucursales[8].

A su vez en el plano financiero, junto con los debates de finales del siglo XX del cooperativismo internacional (ACI) y nacional (ACA y CONINAGRO), la UAA desarrolla múltiples estrategias gerenciales novedosas.

Agrega –progresivamente- actividades dentro de su órbita y complejiza su estructura; así es como a la ayuda productiva y comercialización le suma otras actividades y prestación de servicios. Hacia los años '70 diversifica su campo de acción: productos agrícolas, sección distribución (almacén, tienda, corralón de materiales y veterinaria), venta de seguros, sección industrial (desmote, molino, alimento balanceado, etc.), venta de combustibles y una integración avícola (1972) con marca propia (Enercop). Tiene presencia constante en su discurso las repercusiones de las condiciones marginales ambientales de la región, las sequías y las inundaciones se alternan como dificultades que se aúnan con las características de bajo rendimiento del suelo.

Otro plano de importancia es la estructura para la participación de sus miembros, constituye históricamente diferentes "canales", por ejemplo, los grupos de jóvenes y técnicos (años ´30 y ´60 respectivamente), para los asociados y sus necesidades. Superan lo estrictamente "productivo", como el grupo de mujeres –de los asociados- (años ´80) y que, en términos culturales-cognitivos, consolidan la permanencia del vínculo asociado-institución. La permanencia de las Comisiones Asesoras es una experiencia importante en el vínculo con su base.

Las facciones en la conducción organizacional tienen continuidad con respecto a la formación discursiva tecnologizante. En la historia de la UAA, se reconoce un punto de ruptura a partir de la dictadura militar de 1976, cuando retroceden facciones agraristas, algunos de los cuales participan en las Ligas Agrarias. Un pequeño productor asociado, sin participación actual en la dirigencia, que tiene roles de importancia en la organización durante los ´70, identifica distintas líneas político-ideológicas y grupos. Afinca las causas de problemas en la dirección política en los funcionarios que, desde su perspectiva, representan un pensamiento y dirección conservadora en lo político y liberal en lo económico, “porque los tipos ya se vincularon con la Sociedad Rural, cuando uno empieza a manejar plata y no la tiene clara” (Santa Fe, Junio de 2016).

En relación con el entramado de capital social de la asociación se destaca la centralidad que ocupa en la red regional, traza vínculos permanentes con organismos estatales –de distintos niveles- y de la sociedad civil, es un actor de constante consulta. Participa, a modo de ejemplo, desde mediados del siglo XX del Consejo Asesor Regional del Norte de Santa Fe (CAR) dependiente de ACA en el cual se reúnen asociaciones de primer grado. En tal sentido, se sitúa y ocupa lugares como representante para políticas sectoriales.

La cantidad de asociados aumenta desde mediados de siglo XX, el punto máximo en 1982 cuando llega a 2906 integrantes formalizados; las décadas posteriores son de declino, hay 1766 en 2016. Mientras que su estructura productiva aumenta –a pesar de una reducción en los años 1990- en cantidad de trabajadores, pasa de 400 en el año 2000 a 800 en 2016.

En ése último año un miembro del Consejo de Administración y, por sus funciones con posibilidades de caracterizar la base, señala que de los/las alrededor de 1800 asociados/as totales, sólo hay 700 “produciendo con futuro de continuidad”; esto vuelve a ser sostenido en visitas posteriores a la entidad. A su vez, como dato complementario, cabe señalar que en las asambleas generales participan –en los últimos ejercicios- alrededor de 150 integrantes[9]. Luego discierne el peso de los distintos tamaños de productores/as sobre ese total “efectivo”,

Si nos venimos ya a los 700, podemos decir que podemos tener unos 70 productores grandes, eso es un 10%, mediano ahí si es fuerte, el grueso 60% y después el otro 20%, 30% es pequeño. O sea que el pequeño es el que está desapareciendo (Santa Fe, junio 2016).



Mapa 1. Sucursales y delegaciones operativas de la Unión Agrícola Avellaneda (2018)
Fuente: elaboración Santiago Báez (2019).

Entre 1948 y 1979 la Unión crea 6 nuevas sucursales (número 2 a 7) al compás del comienzo de un afianzamiento del cooperativismo (hasta 1956) a nivel nacional (Levin y Verbeke, 1997; Mateo, 2012). Esta primera etapa de ampliación es sobre la zona provincial, la motiva la relación con las colonias cercanas a Avellaneda. El imaginario valoriza este rol, en 1960 la Memoria de la UAA señala que es “importante y valiosa”, “esparciendo a más de cien kilómetros de un extremo a otro del radio de acción de la Cooperativa” (Memoria UAA, 1960, p. 23).

En los años '90 la entidad da cuenta de la crisis por la que atraviesa el conjunto del sector agrario. Afirma en su Memoria institucional de 1990 que es necesario "austeridad" para afrontar el momento, condensa el cambio paradigmático del neoliberalismo (Memoria UAA, 1990, p. 29). En 1996 genera una importante operatoria comercial que acentúa en negocios en los mercados de futuros y opciones como herramienta esencial para el productor. A su vez, sostiene discursivamente la urgencia de cambios en los propios productores:

las explotaciones agropecuarias, tendrán que apelar a un esquema de transformación y abocarse al más breve plazo, a la búsqueda de alternativas de producción que les permitan neutralizar el ahogo que en determinados momentos provoca alguna situación desfavorable de índole climático o de mercado (Memoria UAA, 1990, p. 10).

En las mismas páginas la UAA señala algunas alternativas productivas, hortalizas, ganadería y apicultura.

En los años 90 la UAA extiende su representación en los límites provinciales (en la zona norte de Santa Fe) con una segunda etapa de ampliación: “se iniciaron operaciones en Bandera con venta de agroquímicos y productos YPF, consolidando nuestra presencia en Santiago del Estero” (UAA, 2009: s/p). En la primera década del año 2000 constituye sucursales en las provincias lindantes, llega a ampliarse más allá aún (Provincia de Salta). Desde 1997 a 2009 crea 7 sucursales (incluye actualmente 4 delegaciones operativas) sumadas a las 6 existentes.

Estos pasos sucesivos están vinculados con lógicas endógenas y exógenas a la UAA. La primera se debe a la necesidad (propia de la ampliación del modelo del agronegocio) de los productores asociados de expandirse sobre mayores superficies de tierra (en relación a la dinámica familiar) y, la segunda, porque desaparecen o se debilitan las cooperativas con existencia previa, lo que posibilita mayores volúmenes de acopio y venta de insumos. Mientras que la segunda lógica corresponde a la expansión en el nuevo milenio con las sucursales de Chaco, Salta y Formosa que no están relacionadas directamente con acompañamiento a los asociados (Azerêdo et al, 2018).

Las dos lógicas –interna y externa- que actúan en la institución son señaladas por algunos autores como complementarias, “pues el desarrollo del sector agronegocios, predominante en las nuevas zonas de expansión (Chaco y Santiago del Estero) ha permitido diversificar el riesgo climático, contribuyendo a una mayor estabilización de los ingresos de la cooperativa” (Sili, et al. 2013, p. 44). La misma perspectiva sostiene la cooperativa. Sin embargo, no se evidencia que esta acción sea favorable para los productores de la zona original de la UAA, así como tampoco que genere desarrollo en las restantes provincias.

La asociación cuenta con un condicionante estructural para sus posibilidades de “readaptación” referido a las características que posee –en gran medida- su base de asociados, pequeños y medianos productores. El discurso y las acciones de las autoridades reconocen la presencia de estos productores en su zona de origen y “el deber” de asegurar su permanencia en el medio rural ante los límites impuestos por el agronegocio. A diferencia del tipo de operaciones en la región extra-provincial, la UAA tiene como acción paralela la reconversión de algunas de sus prácticas para su base social.

Como contracara, la ampliación territorial no es acompañada por el incremento en la incorporación de asociados. Trabajadores que tienen roles centrales en esta expansión reconocen que en 2013 de las más de 800 cuentas de comercialización abiertas sólo dos productores pasan a ser asociados. La asociación mantiene un criterio que valora la posibilidad de extracción de rentabilidad en la región sin la membrecía, lo cual puede propiciar un grado de participación sobre las decisiones.

Territorio dislocado

Hay un doble movimiento de dislocamiento, el primero en el tiempo, acontece en su territorio de “origen”; el segundo, en las últimas dos décadas, que es consecuencia de la extensión de la UAA -aun habiendo tenido vínculos comerciales regionales previos- fuera del territorio santafesino (Bageneta, 2015). El diagrama intenta presentar en términos históricos[10] los territorios (“T.2” en dos momentos históricos) y su condición de producto/productor de la cooperativa, en tal sentido, mutuo.



Imagen 1. Diagrama histórico y conceptual de disloque
Fuente: elaboración propia en base a fuentes documentales y perspectiva teórico-metodológica.

El primer disloque se debe a la modificación demográfica del ámbito agrario de la región (CNA, 1969 y 2002) con la expulsión y/o desaparición de su base social en el proceso de largo aliento a partir de la revolución verde y los distintos modelos agrarios (Lattuada y Neiman, 2005).

Como reconoce la dirigencia, de diferente manera y a lo largo del tiempo, disminuye el número de asociados en la “zona tradicional”. En este sentido se destaca su intención, presente en las entrevistas, así como documentos, de modificar las zonas de las nueve Comisiones Asesoras, de las cuales se eligen los Consejeros. Se busca, según sus palabras, ampliar los límites de cada una de estas, de modo que ante la falta de productores socios no queden estructuras vacías. Esta persecución de una transformación de su estructura da cuenta de una lectura de los representantes acerca del desentono entre la formalidad y la realidad social.

Eduardo, un trabajador con gran cantidad de años en la cooperativa, un rol de importancia en el vínculo con los dirigentes e involucrado en estas modificaciones, demarca las transformaciones en el rol de las comisiones:

Históricamente han sido la segunda línea política después del Consejo, por su representatividad y el aporte que han hecho a la cooperativa (…) que en algún momento de la historia fue un eje fundamental dentro de la organización política de la cooperativa (…) en estos últimos años, mi apreciación personal es que han ido perdiendo algo de lo que en su momento fue.

Este testimonio señala el carácter dislocado de la estructura y las características del territorio; los “límites” espaciales formales se repiensan:

La conformación históricamente y el estatuto de la cooperativa habla de nueve distritos electorales, no dice geográficamente cuál es cada distrito, por lo tanto eso da pie para que esos distritos se puedan modificar. Hoy por hoy está esa necesidad porque hay distritos que quedaron relativamente chicos por la cantidad de asociados que hoy están operando y hay otros que son exageradamente grandes en proporción a otros, por lo tanto la representación política de los asociados en el Consejo hay que reverlo y para eso hay que prever la conformación de distritos (Santa Fe, junio 2017).

El segundo disloque es en el marco de la expansión del modelo del agronegocio en la región marginal del GChA hacia fines de la década de 1990 (Bageneta, 2015). Como se señala –previamente- la UAA en la búsqueda de mayor volumen de “negocios”, se expande con una estructura de acopio y venta de agroquímicos.

Distintos indicadores evidencian el progresivo aumento de la gravitación de las actividades económicas en los territorios “no tradicionales” sobre el total de operaciones de la cooperativa. La cantidad de productos que acopia allí sobre el total pasa de representar 5% en 2002 a 81% en 2016[11]. Por lo tanto, a pesar de tener a la mayoría de sus socios en el noreste de la provincia, sus actividades e ingresos se asientan por fuera.

Las fuentes, tanto entrevistas como Memorias, demuestran dos consecuencias: la ausencia de capacidad de decisión de los “clientes” de la “nueva” zona; mientras que, por otro lado, se recogen repercusiones de los socios del territorio de origen que señalan incertidumbres y críticas sobre el accionar “alejado” de la UAA.

En torno a la primera repercusión la Unión tiene un discurso en el cual, a pesar de ser mínimo el número de clientes que se incorporan como asociados (menos de diez en doce años), busca que en estas provincias se asocien nuevos productores. Aunque lo hacen agregando -en sus palabras- que, primero deben “conocer” la institución y, por cierto, ser conocidos por la misma. De modo que, mediante la excepción de membresía, la dirigencia asegura un control sobre posibles injerencias ajenas al territorio de origen. Estos distintos niveles de interacción (socios y clientes) considerados en base al movimiento territorial de la entidad, dan cuenta del dislocamiento.

Es significativo identificar qué estrategia se da la UAA para con los trabajadores que se desempeñan en los territorios a los cuales se expande. Laura es oriunda de Avellaneda, hija de asociados y con alrededor de 50 años, es una trabajadora de la Cooperativa que ocupa lugares de importancia en el área de Recursos Humanos[12]. Durante tres décadas se desempeña en distintos puestos de la entidad. Subraya en su testimonio la “preparación” especial que comienzan a dar a los puestos de mayor responsabilidad, hecho que previamente ocurre sin esta mediación burocrática[13]. Afirma que:

empezamos entrenamiento de jefaturas (…) ahora este año, que vamos a ver cómo nos va, estamos por trabajar un plan de entrenamiento interno, para un grupo de aquellos que quieran desafiar su trabajo en otro lugar de la cooperativa geográficamente, ir preparándolos para lugares de responsabilidad. Identificar aquellas personas que desean trabajar fuera de su lugar hoy. Primero trabajar si ese perfil da para ese lugar de responsabilidad, como para que en el momento en que nosotros necesitamos cubrir un mando medio o jefatura, estén listos. Sabes que esos diez están en condiciones para ocupar algún lugar de este norte argentino porque lo están esperando, anticiparnos (…) todo un trabajo para esas personas, para, como para cuando vayan al lugar les falte lo menos posible (Santa Fe, junio 2017).

Las palabras de Laura dan cuenta, dentro de criterios eficientistas, de la importancia de los rasgos subjetivos de quienes encarnan tareas que no son propias de su territorio de origen.

En el segundo campo de resonancias se encuentran las diferentes afirmaciones de asociados que, ante las situaciones dificultosas que les pueden acontecer en la relación con la cooperativa revisan la expansión y esgrimen “dudas” acerca de los beneficios de la estructura de la cooperativa “alejada”. Vale recordar –lo que anteriormente se señala- que desde la dictadura militar de 1976 predominaron facciones tecnologizantes que se mantienen, las decisiones pasan por una asamblea que tiene dicha hegemonía. En su base social hay recepción y reproducción del discurso institucional acerca de las “bondades” de la expansión geográfica, así como reclamos ante situaciones de dificultades.

Evaristo es un pequeño productor agrícola que arrienda el 70% de sus 200 ha., que se considera a sí mismo como uno “de los más pequeños que estamos quedando en lo que sería la cooperativa”, se encuentra en una de las colonias de origen de la entidad y no tiene participación en los órganos de gobierno; el sostiene que:

A veces la cooperativa se extendió tanto y se agrandó tanto, la última vez tuvimos parado, no podíamos cargar soja acá, porque no había camiones, se llenó lo que teníamos acá. Entonces le decía, tanto que se expandió, tanto que se fue tan lejos, les digo, es como que hoy nosotros sentimos que no estamos bien atendidos (Santa Fe, junio 2015).

De hecho, en la Memoria del año 2007 la facción dominante demuestra preocupaciones acerca de la atención a su base social ante el proceso de ampliación:

La permanente incursión en nuevas zonas y el afianzamiento que necesariamente debe realizarse en ellas, generan la necesidad de ir adaptando nuestro esquema organizacional a cada una de las situaciones y modalidades de operación que se ajustan más a las características de cada región. Esto debemos realizarlo sin afectar la estructura y las bases sobre las cuales se asienta nuestra institución, buscando permanentemente un equilibrio entre cada una de las partes.

Esta fuente institucional explicita de modo cabal la presencia del disloque territorial en el discurso formal, “estructura” y “bases” originarias en tensión con “nuevas zonas”. En la continuidad de aquel documento la entidad propone como respuesta: “un grupo de debate compuesto por Consejeros, Funcionarios y el Auditorio Externo con el fin de discutir los aspectos estratégicos de cada una de las áreas y nuevos proyectos que se presentan” (Memoria UAA, 2007, p. 10).

Por lo tanto, aún en el plano formal de sus Memorias anuales, la cooperativa expone las contradicciones que desata el proceso territorial en cual -en ese momento- lleva 8 años de despliegue.

En relación con esta dimensión Eduardo reconoce que “la cooperativa ha tenido un desarrollo muy importante”, “le cuesta un poco más tener perspectiva de toda la cooperativa, cuando la cooperativa era algo más chico, más conocido, conocía casi todos los detalles”. El entrevistado denota intentos de la dirigencia por “achicar” dicho desconocimiento, un ejemplo es la organización en la última década de viajes en micros con asociados hasta las sucursales más distantes, “entonces cuando una “x” sucursal reclama por no tener cierta comodidad y van a alguna sucursal del Chaco y ven con la precariedad con que tienen que trabajar y el volumen que tienen, entonces se dan cuenta” (Santa Fe, junio 2017). En sus palabras evidencia la presencia de una territorialización lejana, a la cual se “vuelca” desde el imaginario del productor una organización “conocida”. La figuración de lo conocido/desconocido se afinca, por tanto, en un movimiento dislocado. A su vez aparece en sus palabras que los socios reclaman por no conocer las situaciones precarias; supone que en dicho reconocimiento habría (como consecuencia) el aplacamiento de sus demandas.

Por otra parte, Evaristo se pregunta:

¿Cuál es el sentido de ser tan grande?, está bien –le digo yo [en referencia a Consejero de Comisión]- si hay chances de crecer, irte en otras provincias, ahora yo quiero el beneficio –le digo-, sino ¿cuál es? (…). ¿Dónde están los beneficios de hacernos tan grandes?, y es como que hoy sentimos que nos descuidan -le digo- (Santa Fe, junio 2016).

Un elemento más para problematizar el dislocamiento entre territorio y organización es, como se señala previamente, el aumento en las dimensiones y complejidad que adquieren los trabajadores. Esto implica, en diferentes tareas y jerarquías, una mediación con respecto al vínculo directo que prima en la estructura chica.

Los datos relativos a cantidad de trabajadores que se han podido elaborar así como el peso que tuvo este factor sobre el total de gastos e ingresos evidencian que es a partir del nuevo milenio cuando ambos indicadores repuntan. Se pasa de 233 en 1978 a alrededor de 800 trabajadores en 2016 y un peso del 30% de los recursos de la UAA. Los valores acerca de la proporción del trabajo en la estructura de la cooperativa expresan momentos de achicamiento (´90) y de ampliación (´00).

Reflexiones finales

Una organización inserta en los territorios hegemonizados por el modelo del agronegocio demuestra determinadas acciones que pueden ser pensadas a partir del concepto de dislocación. Aquí se trazan las principales interpretaciones en torno a cómo responde –coincidente y discordantemente- las estructuraciones organizativas de un caso cooperativo.

Se apuesta por estudiar cooperativa y territorio no en tanto planos excluyentes –uno de otro- sino como mutuamente producidos. En tal sentido, una primera recapitulación de lo visto hasta aquí, permite considerar esta transformación como parte inherente de un proceso “adaptativo” al agronegocio.

Luego, en otros planos que el trabajo presenta, hay diversos testimonios y fuentes que permiten escapar a las lecturas monolíticas sobre la organización, que la piensan como un campo uniforme de sentido; aparecen, en cambio, en la incongruencia entre base social y estructura, narrativas que cuestionan las estrategias adoptadas.

Los dos dislocamientos que se resaltan a lo largo del tiempo expresan, en el primer paso, un proceso común a las corporaciones agrarias de pequeños y medianos productores; mientras que, el segundo, es una territorialización de una cooperativa que, a diferencia de la gran mayoría de entidades de su tipo, asume una estrategia expansiva ante el agronegocio.

Como lo demuestran trabajos clásicos acerca del cooperativismo, su presencia en los mercados como sujeto económico, permite -en varios sentidos- “humanizarlos” al tender a suprimir las rapiñas mercantiles del capital y establecer criterios de justeza. Sin embargo, la perspectiva de capital social aporta como una de las condiciones para que estas formas de la economía social y solidaria reditúen en mayores dosis de igualdad, la necesaria incorporación y ampliación de su base social allí donde estén.

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Notas

[1] Si bien durante el trabajo, para simplificar la lectura, se utilizará el género masculino, se lo hará con la compresión de la necesidad de visualizar la presencia de mujeres, en tanto “borradas” en la construcción patriarcal de las organizaciones, así como de la sociedad en la cual se insertan (Segato, 2011).
[2] El trabajo sistemático de estudio de la entidad del norte santafesino comienza en el año 2010, presenta sus primeros resultados en la tesis doctoral (UNQ, 2015) financiada por el CONICET. Luego con aportes del mismo organismo se profundiza en distintas dimensiones de ésta y otras organizaciones de la Economía Social y Solidaria en el agro regional.
[3] Las entrevistas utilizadas respetan el anonimato de los/las entrevistados/as, por lo cual hay referencias personales que serán modificadas. En algunos casos se utiliza una identidad ficticia
[4] El autor Polanyi refiere, en una de sus obras, en varias ocasiones al término “dislocación” para analizar el quiebre que acontece entre las prácticas e imaginarios comunitarios del feudalismo frente a la revolución industrial y el mercado autoregulado que se imponen y producen desencuentros entre ambos planos; en sólo un siglo (XVIII) “hubo un mejoramiento casi milagroso de los medios de producción, acompañado de una catastrófica dislocación de la vida de la gente común” (Polanyi, 2017, p. 95).
[5] Como señalan distintos autores, el modelo del agronegocio, si bien emerge en los años ´90, es un paso más de su antecesora la llamada “revolución verde”. Mientras ésta atañe a modificación sobre tecnologías de insumos, la segunda lo hace sobre tecnologías de procesos (Blanco, 2005).
[6] Esa entidad brasileña, ceñida a diferentes herramientas discursivas e institucionales de legitimidad, logra constituirse en la principal representante de este modelo, afirma en este sentido la autora que: “La propagación del cooperativismo como democrático y equitativo sería la estrategia para afirmar el papel político de la OCB tanto dentro del “Sistema”, como en el propio interior del Estado” (Mendonça, 2016, p. 119).
[7] Se opta metodológica y teóricamente por el término región “marginado”, en lugar de “marginal” en tanto concepto acuñado hace 30 años por el ingeniero Horacio Giberti, dando cuenta del proceso histórico y de los aportes de la historiografía regional (Giberti, 1984). Varios espacios de la formación económica y social nacional fueron subordinados desde el modelo argentino agroexportador, en la división internacional del trabajo. Fueron marginados, no son marginales.
[8] En cuanto a la estructura participativa interna, en el plano formal acata los órganos de la legislación nacional (ley 20.337 de 1973) y genera un modelo que intenta “capilaridad”, ámbitos permanentes de deliberación de socios en las colonias y sucursales santafesinas. En orden: la asamblea general, que es el órgano de reunión anual -fijado plazo por estatuto- que determina las distintas autoridades que conforman el Consejo de Administración, elegidos por nueve distritos electorales (coincidente con las previas colonias), en la UAA se congrega semanalmente. Esos espacios representativos interactúan con la administración a través de la gerencia, así como pueden convocar a jefes o trabajadores de las secciones.

Por lo tanto, los asociados forman parte, por zona territorial -distrito electoral- de las comisiones asesoras, que operan como cadena de comunicación entre las colonias y el consejo, por intermedio de los consejeros electos en cada zona, representación acotada por estatuto y que busca garantizar la igual presencia en el Consejo de los distintos distritos.

[9] Debe ser tenido en cuenta que previo a las asambleas generales anuales se realiza durante un mes visita de los representantes y administrativos a las Comisiones Asesoras, en las cuales se presenta el balance general y participan mayor número de socios, a esas instancias le llaman “explicativas de balance”.
[10] La línea con ondulaciones y sin dirección (sin flecha) se nutre de una concepción histórica que evite el sentido que la matriz occidental le otorga en tanto proceso ascendente y progresivo (Argumedo, 2009).
[11] Este último porcentaje se registra en las memorias institucionales de los últimos años (a partir de 2014). Las categorías que utiliza la UAA para señalar las regiones de acopio impide una separación por sucursal que está presente en el gráfico previamente utilizado, así como demuestra un criterio que no permite sopesar el valor de la zona con base social de la UAA (el este santafesino). Las categorías que usa son: Noreste de Santa Fe y Sureste de Chaco; Oeste de Santa Fe y Sureste de Santiago del Estero; Chaco y Noreste de Santiago del Estero; Salta; Varios (Memoria UAA, 2016).
[12] Hay en la UAA múltiples cambios sobre todo a partir del nuevo mileno en el plano de las relaciones laborales de la institución. Desde el diseño de un organigrama actualizado, las capacitaciones internas, giro que incluye en el año 1999 el cambio de nombre: de “Relaciones Laborales y Trámites” a “Recursos humanos” (Memoria UAA, 1999).
[13] Como se señala en otros trabajos sobre el caso: “se reconocía un mismo patrón en cuanto a la presencia de la UAA fuera de Santa Fe: los empleados eran oriundos de Avellaneda en su gran mayoría, así lo demuestran los entrevistados; Existía un lazo de filiación y compromiso” (Bageneta, 2015). Los empleados seleccionados no cuentan en aquel momento con una preparación previa específica.


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