Lingüística
Recepción: 21 Agosto 2017
Aprobación: 07 Noviembre 2017
Resumen: El uso de elementos lingüísticos prototípicamente asociados con el espacio físico para aludir al tiempo constituye un reflejo de la metáfora conceptual tiempo es espacio. El presente artículo examina y categoriza las diferentes manifestaciones de dicho fenómeno en español. La indagación abarca el empleo temporal de palabras que prototípicamente marcan la dimensionalidad de referentes concretos, la transferencia de elementos deícticos del dominio espacial al temporal, la expresión de las unidades de tiempo como si formaran una secuencia de objetos y la conceptualización del tiempo como movimiento.
Palabras clave: español, semántica cognitiva, metáfora conceptual, tiempo, semántica espacial.
Abstract: The use of linguistic elements prototypically associated with physical space to refer to time constitutes a reflection of the conceptual metaphor time is space. The present paper examines and categorizes the different manifestations of this phenomenon in Spanish. The inquiry covers the temporal use of words that prototypically mark the dimensionality of concrete referents, the transfer of deictic elements from the spatial to the temporal domain, the expression of time units as if they formed a sequence of objects and the conceptualization of time as movement.
Keywords: Spanish, cognitive semantics, conceptual metaphor, time, spatial semantics.
1. Introducción
El tiempo es una noción de suma importancia en nuestras vidas, ya que todos los eventos se sitúan dentro de ese marco. Sin embargo, se trata de un concepto no perceptible de manera objetiva por medio del sistema sensorial, por lo que normalmente es considerado abstracto o, al menos, secundario al mundo físico.1 En consecuencia, la postura de la mayoría de los lingüistas cognitivos es que el tiempo, a diferencia del espacio, no es un primitivo semántico (Rhee, 2004, p. 409). Los indicios lingüísticos de ello se relacionan con el hecho de que, en todas las lenguas naturales, las referencias al tiempo tienden a hacerse en términos de las experiencias más básicas y directamente perceptibles a las que responde el concepto de tiempo y de las que deriva: locaciones y movimientos en el espacio (Evans, 2007; Evans, 2013). Como señala Evans (2007, p. 750), esta estrategia facilita la referencia temporal, puesto que permite, conceptualmente, “localizar” eventos respecto al presente o a algún otro evento que funcione como punto de referencia. Además, sirve para poner en primer plano de atención las experiencias del tiempo, las cuales son subjetivas e internas, por lo que normalmente se ubican en segundo plano, donde reciben menor grado de atención (Evans, 2007, p. 759).
En la lingüística cognitiva, el mapeo sistemático de conceptos de un dominio a otro se conoce bajo la noción metáfora conceptual, popularizada por Lakoff y Johnson (1980). La metáfora conceptual que motiva la codificación del tiempo en términos del espacio suele denominarse tiempo es espacio.2 En realidad, este es un subtipo de una metáfora conceptual primaria y más general, organización abstracta es estructura física (Grady, 1997b), también referida como “experiencia encarnada”. De acuerdo con Heine, Claudi y Hünnemeyer (1991, p. 157), la transferencia del dominio espacial al dominio temporal forma parte de una cadena de gramaticalización cuyo paso siguiente consiste en la expresión de cualidades por medio de las mismas estructuras:
(1) persona > objeto > proceso > espacio > tiempo > cualidad
El presente artículo ofrece un panorama de las distintas manifestaciones de tiempo es espacio en español, un tema que ha sido abordado de forma parcial en varios estudios. Por ejemplo, Casasanto et al. (2004) muestran que el sustantivo tiempo en español se asocia más frecuentemente con el adjetivo mucho (de cantidad) que con largo (de distancia), y describen experimentos que indican que este hecho lingüístico refleja la conceptualización que los hablantes tienen del tiempo, una relación que, sin embargo, no pudo ser corroborada por Bylund y Andersson (2015). Por su lado, Brzozowska-Zburzyńska (2009) elucida el uso temporal de algunas palabras que prototípicamente aluden a localizaciones espaciales en español: aquí, ahí, allí, sobre y bajo. Similarmente, García-González (2006) y Ruiz Gurillo (2012) explican el empleo temporal de locuciones adverbiales originalmente relacionados solo con el espacio. Asimismo, Zieliński (2012) describe la gramaticalización espacio-temporal de las perífrasis de los verbos de movimiento. Por último, Sakran Dawood Alkarhi (2017) presenta una gran cantidad de ejemplos del tiempo expresado en términos del espacio en español, entre ellos, el tiempo representado como movimiento, como un espacio limitado o como un objeto físico. No obstante, en esta última obra, la información está organizada de manera desordenada y no se explican de manera satisfactoria los modelos cognitivos que motivan las diferentes metáforas.
Los ejemplos proporcionados en el presente artículo no serán exhaustivos, pero ilustrarán los patrones básicos del mapeo del dominio espacial al temporal en la lengua española. Nuestro punto de vista es que la diversidad de estructuras utilizadas para codificar el tiempo a nivel lingüístico revela que la representación del tiempo a nivel conceptual también consiste en varios modelos cognitivos diferentes, todos derivados de nuestra experiencia del tiempo, tal como afirma Evans (2007, p. 733). Debido a dicha variación, tiempo es espacio puede subdividirse en esquemas más específicos, por ejemplo, tiempo es un contenedor, el paso del tiempo es un objeto en movimiento y el paso del tiempo es movimiento sobre un paisaje (Lakoff y Johnson, 1980; Lakoff, 1993).3
La estructura de nuestro escrito es la siguiente: en primera instancia, en el apartado 2, se proporcionarán algunos ejemplos iniciales de las distintas clases de palabras en las que se manifiesta tiempo es espacio. Seguidamente, en el apartado 3, se apreciará que ciertas estructuras lingüísticas, a consecuencia de este mapeo, les atribuyen a los referentes temporales una determinada dimensionalidad, rasgo prototípicamente asociado con objetos físicos. El apartado 4 indagará en la transferencia de la deixis espacial al dominio temporal, mientras que el apartado 5 se centrará en la metaforización de los eventos y las unidades de tiempo como objetos físicos ordenados en una secuencia. Por último, el apartado 6 versará sobre la conceptualización del tiempo como movimiento, la cual se manifiesta de dos formas: el tiempo en movimiento respecto a un ego observador estático, y un ego en movimiento a lo largo de una línea de tiempo.
2. Manifestaciones de tiempo es espacio en distintas clases de palabras
En español, la metáfora conceptual tiempo es espacio se observa en el uso de palabras pertenecientes a varias clases diferentes. El presente apartado incluye algunos ejemplos de las clases de sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios y preposiciones, antes de que se proceda a análisis más detallados de los distintos modelos en los apartados siguientes.
2.1 Sustantivos
Los enunciados 2a y 2b constituyen un claro ejemplo de la metáfora conceptual tiempo es espacio: el uso prototípico del sustantivo espacio (al que el dominio espacial mismo le debe su nombre) es el que se observa en 2a, mientras que en 2b es utilizado con referencia a un período de tiempo:
(2) a. Disponemos de un espacio de cien metros cuadrados.
b. Disponemos de un espacio libre de diez minutos.
El mismo fenómeno se aprecia en la equivalencia de las locuciones en lugar de y en vez de ilustrada en 3, que se da a pesar de que los sustantivos vez y lugar normalmente se relacionen con dominios distintos:
(3) a. En lugar de esperar, se fue.
b. En vez de esperar, se fue.
Una propiedad fundamental del espacio es que se puede dividir en partes más pequeñas. Esta característica también es transferida al dominio temporal, como se observa en los sustantivos resaltados en 4 y 5, los cuales pertenecen, prototípicamente, al dominio espacial, pero que, en estos casos, aluden a subdivisiones de unidades de tiempo:
(4) Mi perro duerme gran parte del día.
(5) El nuevo elemento químico se observó durante un fragmento de un segundo.
Otros sustantivos tomados del dominio espacial se emplean para denotar intervalos compuestos por varias unidades de tiempo:
(6) Hubo una brecha de varios minutos entre las dos reuniones.
(7) El último tramo de veinte años lo he dedicado al fútbol.
2.2 Verbos
La interpretación de los períodos como objetos físicos motiva al uso temporal de verbos cuyos argumentos prototípicamente denotan referentes concretos. Esto se ilustra en los enunciados 8 y 9, donde dos verbos que originalmente se refieren a movimientos de objetos en el espacio, chocar y acomodar, llevan un sujeto y un complemento directo, respectivamente, con referente temporal:
(8) No voy a poder llevar ambos cursos, porque los horarios chocan.
(9) Estamos acomodando los horarios.
Asimismo, si se comparan 10a y 10b, se observa que el referente del complemento directo del verbo llevar puede ser tanto físico como temporal. En el segundo caso, las unidades de tiempo se conceptualizan como objetos que uno va acumulando en su esfera de control conforme pasa el tiempo:
(10) a. Llevo cuatro libros en este bulto.
b. Llevo cuatro años viviendo aquí.
tiempo es espacio también se manifiesta mediante el uso de verbos que prototípicamente aluden a cambios de tamaño de entidades que poseen extensión física:
(11) Ampliaron el horario de atención al público.
(12) Le enseñaron una estrategia para estirar el tiempo.
(13) Nuestra meta es acortar el tiempo de respuesta.
(14) Un partido de balonmano se divide en dos períodos de 30 minutos cada uno.
Como se apreciará con mayor detalle en el apartado 6, la conceptualización del tiempo a menudo involucra movimiento. En algunos casos, el tiempo se percibe como un paisaje sobre el cual nos desplazamos, de modo que un evento del futuro se representa como un destino (15). De la misma forma, el pasado se describe como un lugar que queda atrás en el camino (16):
(15) Vamosa estudiar mañana.
(16) Ya dejamos atrás esa época tan difícil.
En otras ocasiones, son, más bien, las unidades de tiempo las que se conciben como objetos en movimiento respecto a un observador ubicado en el presente:
(17) Los años pasan demasiado rápido.
(18) Ya viene el fin de semana de nuevo.
2.3 Adjetivos
Los objetos físicos presentan distintos tamaños y formas que pueden describirse por medio de adjetivos calificativos, y estos mismos adjetivos se observan como modificadores de sustantivos que aluden al tiempo:
(19) Este ha sido un verano muy corto.
(20) El problema se mantuvo durante un período extenso.
Por añadidura, al percibirse el tiempo como una línea, comúnmente se emplean adjetivos de valor deíctico con referencia a la ubicación de unidades de tiempo sobre dicha línea relativo al momento presente. Este fenómeno se examinará en el apartado 4.
2.4 Adverbios
Las palabras pertenecientes a la subcategoría “adverbios de tiempo”, por ejemplo, hoy, siempre y ahora, aluden prototípicamente al tiempo, por lo que no se asocian con la metáfora tiempo es espacio. Empero, algunos de estos tienen su origen en expresiones espaciales, tal como luego, el cual proviene de loco, forma ablativa del sustantivo latino locus ‘lugar’ (Zieliński, 2012, p. 432).
Ahora bien, los adverbios deícticos de lugar también se utilizan con frecuencia en el dominio temporal, para señalar la distancia conceptual entre el presente y un acontecimiento del pasado o del futuro. Ejemplos son aquí, cerca y atrás, y serán analizados en el apartado 4. Asimismo, ciertos adverbios de modo que prototípicamente hacen referencia al movimiento de objetos físicos pueden aparecer en un contexto temporal:
(21) El tiempo pasa tan deprisa.
(22) Los lunes siempre pasan muy lento.
Cabe mencionar que tiempo es espacio también se manifiesta en muchas locuciones adverbiales, como en los siguientes ejemplos (véase Ruiz Gurillo, 2012 para un trato más detallado):
(23) El invierno está a las puertas.
(24) Las elecciones vienen de camino.
2.5 Preposiciones
Posiblemente, las construcciones en las que la metáfora conceptual tiempo es espacio se manifiesta con mayor frecuencia son las preposicionales, dado que la mayoría de las preposiciones empleadas con referentes temporales pertenecen prototípicamente al dominio espacial. Un ejemplo con la preposición en se proporciona en 25 (otros varios se ofrecerán a lo largo del artículo); aquí, la primera instancia de la palabra alude al dominio espacial y la segunda, al temporal:
(25) Nos vemos en el centro en una hora.
Antes de proceder, consideramos oportuno ofrecer una breve definición de dos nociones de las que haremos uso en el trato de las preposiciones. Según lo formula Muñoz-Acevedo (2003, p. 279; basándose en Frawley, 1992), las preposiciones expresan el vínculo “entre dos o más entidades o eventos, uno de los cuales sirve como punto de referencia para la localización del otro”. Estos dos elementos reciben distintos nombres en la literatura, pero en el presente artículo, llamaremos trayector a la entidad localizada y marco al punto de referencia.
3. Dimensionalidad del marco temporal
Como explica Radden (2003, pp. 227-228), los idiomas suelen contar con formas que reflejan la dimensionalidad de referentes concretos, la cual se puede describir en términos de la geometría euclidiana tradicional. Al utilizarse dichos elementos lingüísticos, los demás detalles acerca de los rasgos físicos del referente tienden a ser abstraídos, lo cual implica un alto grado de esquematización (cf. Talmy, 1983; Landau y Jackendoff, 1993). Es importante recalcar que esta idealización forma parte de convenciones lingüísticas, puesto que determinado referente no necesariamente es asignado la misma dimensionalidad en lenguas diferentes.4
Por medio de la metáfora conceptual tiempo es espacio, el rasgo de dimensionalidad es transferido al dominio temporal. De este modo, se revela, lingüísticamente, la concepción que el hablante tiene de la geometría de los referentes temporales. En el presente apartado, se apreciará que en español (al igual que en otras lenguas indoeuropeas), la especificación de la dimensionalidad es frecuentemente realizada por medio de preposiciones y locuciones preposicionales, aunque también se observa en el uso de palabras de otras categorías. Por ejemplo, a lo largo de implica que el marco se concibe como una línea unidimensional y dentro de alude al marco como un volumen tridimensional. Empero, no todas las preposiciones son precisas a este respecto: verbigracia, en se emplea para cualquiera de las dimensionalidades.
La unificación del espacio y el tiempo en un solo sistema geométrico no es un fenómeno exclusivamente lingüístico, sino que también es fundamental en la física teórica: en el espacio-tiempo de Minkowski, el vector temporal se suma a los tres vectores del espacio euclídeo (Naber, 2012). A este propósito, es importante ser consciente de que la metáfora conceptual tiempo es espacio no es una manifestación lingüística de dicho modelo físico; en cambio, constituye una proyección tridimensional de él.
En lo que resta del presente apartado, se examinarán las manifestaciones lingüísticas de las distintas dimensionalidades del tiempo en español. Cabe subrayar que existen preposiciones y otros elementos lingüísticos que inequívocamente aluden al dominio temporal, por lo que no implican ninguna dimensionalidad espacial; un ejemplo es durante. Por lo tanto, el empleo de tales elementos no se basa en la metáfora conceptual tiempo es espacio.
3.1 Cerodimensional
Al concebir un marco como cerodimensional, este se considera un punto discreto cuyos rasgos geométricos son irrelevantes. Dicho de otra manera, la cerodimensionalidad de un marco espacial equivale a la puntualidad locativa de un trayector. Un ejemplo de la expresión de este concepto en español se aprecia en 26a. Aquí, las preposiciones de y a revelan, además de una línea unidimensional (véase el subapartado 3.2) por la que se lleva a cabo la trayectoria, la conceptualización de los puntos cerodimensionales de inicio y final de la trayectoria. En el enunciado 26b, a su vez, se manifiesta el mapeo de esta estructura al dominio temporal, consistente en que el tiempo equivale a una línea, y lunes y viernes se expresan como puntos sobre la línea.
(26) a. Caminaron de San José a Cartago.
b. Abrimos de lunes a viernes.
También en relaciones espaciales estáticas, la preposición a puede clasificar el marco como cerodimensional. De acuerdo con Waluch-de la Torre (2007, p. 346), a expresa puntualidad cuando “el régimen preposicional hace referencia a un objeto o instrumento que se manipula para lograr un determinado fin”, como en el enunciado 27. Asimismo, alegamos que se puede considerar que el marco es expresado como cerodimensional cuando la relación denotada por a es de contacto o limítrofe, como en 28.
(27) El chofer está sentado al volante.
(28) Estoy al borde del barranco.
De hecho, el uso de esta preposición como marcador de la cerodimensionalidad en relaciones estáticas parece ser más común en el dominio temporal, de lo cual se ofrecen algunos ejemplos en 29-31. En estos casos, el complemento preposicional señala un momento específico sin duración relevante.
(29) Nos vemos a las ocho de la mañana.
(30) Se levantaron al amanecer.
(31) Al salir del edificio, me topé con un vecino.
3.2 Unidimensional
La “línea de tiempo” es un concepto muy común para los hablantes del español y de muchas otras lenguas de culturas occidentales (Radden, 2003, p. 229)5. En este esquema, se destaca una sola dimensión. Tanto el observador (el ego) como las unidades de tiempo pueden expresarse como entidades que se trasladan por esta línea, en la que todos los acontecimientos puntuales constituyen puntos cerodimensionales y los eventos duraderos forman secciones unidimensionales. En español, la unidimensionalidad se revela de muchos modos distintos, por ejemplo, mediante el uso de la locución preposicional a lo largo de en 32b, la cual tiene su origen en un uso espacial como el de 32a:
(32) a. Estaba caminando a lo largo de la calle principal.
b. Hemos sufrido mucho a lo largo de los años.
Varias preposiciones son adoptadas del dominio espacial para expresar trayectorias unidimensionales sobre la línea de tiempo. En el ejemplo 26b, se mostró que a y de poseen esta característica. Otros ejemplos son hasta y desde, como se observa en 33 y 34, donde 33a y 34a muestran usos espaciales de estas preposiciones, mientras que, en 33b y 34b, las mismas palabras se utilizan con referencia al tiempo:
(33) a. Corrió hasta la puerta.
b. Entrenó hasta las nueve de la noche.
(34) a. Manejé desde la frontera.
b. Me siento mal desde ayer.
No solo las preposiciones implican marcos unidimensionales. También algunos adjetivos que prototípicamente destacan la unidimensionalidad espacial, como largo y corto, pueden ser adoptados al dominio temporal:
(35) Fue un largo tiempo de espera.
(36) El día de hoy se me hizo muy corto.
En español, por lo general, la línea de tiempo se percibe como horizontal. Sin embargo, también se encuentran rastros de una conceptualización vertical. Verbigracia, las palabras descender y descendiente se emplean para designar generaciones más jóvenes que otras, en analogía con el hecho de que los objetos físicos se mueven hacia abajo debido a la gravedad:
(37) Soy descendiente de los habitantes originarios de este país.
En cambio, cuando se hace referencia a una hora establecida para que se lleve a cabo o finalice algún evento, el tiempo se presenta como si estuviera ascendiendo, probablemente porque, en tales casos, las unidades de tiempo se conciben como objetos apilados verticalmente:
(38) Hubo un retraso de diez minutos sobre la hora prevista.
3.3 Bidimensional
La conceptualización bidimensional –es decir, la de una superficie plana– de marcos temporales es más difícil de hallar en español, puesto que los elementos lingüísticos empleados con referentes de esta dimensionalidad suelen utilizarse también con referentes tridimensionales, de ahí que sean ambiguos en este respecto. De todos modos, palabras como extender y amplio en los ejemplos 39 y 40 sugieren una prevalencia bidimensional del referente temporal, ya que, prototípicamente, aluden al tamaño de áreas espaciales:
(39) El tiempo de espera se extendió dos horas.
(40) Los datos abarcan un período de tiempo relativamente amplio.
3.4 Tridimensional
La representación de un referente como tridimensional refleja que este se percibe como un contenedor con volumen. Una locución que implica dicha característica espacial es dentro de, como se ejemplifica en 41a. Al ser usado en el dominio temporal, este tipo de construcción señala un evento futuro que será realizado al final del período indicado, como en 41b, o bien, la delimitación temporal para la realización completa de un evento, como en 41c.
(41) a. Dejé las llaves dentro del carro.
b. Nos vamos de vacaciones dentro de dos semanas.
c. Dentro de ese período, se llevaron a cabo muchas actividades culturales.
Otra propiedad de espacios tridimensionales es que pueden llenarse de contenido físico, lo cual es expresado por medio de adjetivos como lleno y vacío, y verbos como llenar y vaciar. Las mismas palabras aparecen con referencia al dominio temporal, ya que los períodos se metaforizan como contenedores para actividades:
(42) Este fin de semana fue un tiempo vacío.
(43) La finalidad es llenar el tiempo de ocio.
Otra manifestación de la tridimensionalidad en el dominio temporal es el uso del sustantivo espacio con alusión al tiempo, como en el ejemplo 2 del presente escrito.
3.5 El caso de en
La palabra en es otra preposición prototípicamente espacial que se emplea frecuentemente en el dominio temporal. No obstante, puede considerarse neutra en cuanto a la dimensionalidad del marco, puesto que, como concluye Muñoz-Acevedo (2003), se emplea en los mismos contextos que at, on e in en inglés. En los siguientes enunciados, el marco es, claramente, cerodimensional en 44, unidimensional en 45, bidimensional en 46 y tridimensional en 47, pero esta diferencia no es reflejada en la preposición:
(44) Perfore un agujero en este punto.
(45) Estoy caminando en línea recta.
(46) El plato está en la mesa.
(47) Vamos a comer en la cocina.
Por lo tanto, en tampoco explicita la dimensionalidad concebida de las unidades de tiempo. Los enunciados 48-51 constituyen ejemplos de usos temporales de en, donde un acontecimiento es ubicado en un período específico, sin que la preposición revele si este se percibe como un punto cerodimensional, una línea unidimensional, un plano bidimensional un contenedor tridimensional.
(48) Hay que tomar una decisión en este mismo momento.
(49) Se han enfrentado varias veces en el transcurso de los últimos años.
(50) Ya estamos en marzo.
(51) Los avances tecnológicos serán increíbles en el futuro.
Las oraciones 52-54 también incluyen la preposición en con sentido temporal. Sin embargo, el significado no es el mismo que en los ejemplos anteriores, ya que, aquí, el sintagma preposicional no provee simplemente un marco temporal en el cual se ubica un evento o un proceso, sino que especifica la duración exacta de este.
(52) Preparé la comida en media hora.
(53) Su meta es correr los 100 metros en 9,90 segundos.
(54) En tan solo un año, creció 10 centímetros.
Un tercer sentido temporal de esta palabra se observa en 55-57, donde hace referencia a algo que ni siquiera se llevará a cabo durante período indicado por el complemento preposicional, sino apenas termine, de la misma manera que dentro de en el ejemplo 41b.
(55) Me voy a acostar en una hora.
(56) El café estará listo en quince minutos.
(57) En un año, todo será diferente.
Debido a la alta polisemia de en, el siguiente enunciado resulta ambiguo, pues, sin el contexto necesario, no está claro si diez minutos es el tiempo del que disponemos para terminar de comer o si se refiere, más bien, a cuándo debemos dar inicio a la actividad:
(58) Tenemos que comer en diez minutos.
4. Deixis temporal
La línea de tiempo es un constructo idóneo para la transferencia de elementos deícticos del dominio espacial al temporal. En el modelo hispanohablante, el ego está ubicado en el punto que constituye el presente, con la visión siguiendo el trazo de la línea hacia el futuro, mientras que el pasado se encuentra a sus espaldas, de modo que la línea de tiempo coincide con el eje longitudinal del espacio tridimensional. Este modelo es el más común en culturas occidentales y, como apunta Radden (2003, p. 228), puede estar relacionado con la concepción del tiempo como movimiento (véase el apartado 6), que normalmente es dirigido hacia adelante.6
De esta manera, se distinguen, en primera instancia, tres tiempos deícticos principales: el presente (59), el pasado (60) y el futuro (61) (cf. Radden, 2003, p. 230); todos los cuales pueden ser aludidos mediante términos deícticos prototípicamente pertenecientes al dominio espacial:
(59) Ya está aquí la Navidad.
(60) Sucedió algo extraño dos días atrás.
(61) Tenemos muchos días felices por delante.
La figura 1 ilustra la localización de los referentes temporales de estos ejemplos en la línea de tiempo. El ego está situado en el presente, con la dirección de su mirada denotada por la flecha.
Puesto que aquí se refiere al presente, ahí funciona en el dominio temporal para señalar un momento distinto del presente, sea del pasado (62) o del futuro (63) (cf. Brzozowska- Zburzyńska, 2009):
(62) Hasta ahí, todo iba bien.
(63) Ahí veremos cómo lo hacemos.
Con base en la misma línea de tiempo, se hace uso de adverbios (64–65), locuciones adverbiales (66–68) y adjetivos (69) transferidos del dominio espacial para señalar la distancia temporal entre el presente y algún punto en el futuro:
(64) El momento de la verdad está cerca.
(65) El ritual ha sido practicado desde tiempos lejanos.
(66) A la larga, el consumo de este producto es dañino para la salud.
(67) Nuestro objetivo es producir resultados a corto plazo.
(68) Envíe el correo de inmediato.
(69) Los precios van a crecer en un futuro cercano.
El adjetivo próximo también presenta un valor deíctico. En el ejemplo 70, la frase la próxima semana identifica la semana que, conceptualmente, se ubica más próximo al ego (excluyendo la semana actual). El hecho de que próximo no alude al pasado cuando se emplea en el dominio temporal se debe a que la visión del ego se dirige hacia el futuro.
(70) La próxima semana salimos de vacaciones.
Otros elementos empleados en español para indicar distancia tanto física como conceptual del referente respecto al hablante son los demostrativos, los cuales, como bien se sabe, constituyen un sistema tripartito. Su uso prototípico se adscribe al dominio espacial, como se ejemplifica en los enunciados 71a, 72a y 73a, mientras que, en 71b, 72b y 73b, el mismo sistema es transferido al dominio temporal:
(71) a. Este lugar es muy húmedo.
b. Este año ha llovido mucho.
(72) a. Ese lugar queda cerca.
b. Ese día hizo demasiado calor.
(73) a. No me gustaría visitar aquellos lugares.
b. Todo era mejor en aquellos tiempos.
La figura 2 muestra, de manera simplificada, el uso de elementos deícticos prototípicamente espaciales para señalar grados de distancia en el dominio temporal, con referencia tanto al futuro como al pasado.
5. El tiempo como una secuencia
Como se evidenció en el apartado anterior, es común en español que la ubicación de los acontecimientos en la línea de tiempo se exprese con respecto al presente, por medio de elementos deícticos. Sin embargo, también es frecuente que el punto de referencia no sea el presente, sino otro evento. En tales casos, se manifiesta una conceptualización secuencial de las unidades de tiempo, en la que el orden cronológico corresponde metafóricamente a una secuencia de objetos físicos (Evans, 2007, p. 755). En español, la secuencia es descrita desde una perspectiva “cara-a-cara”, es decir, que la secuencia se orienta hacia el pasado, en dirección contraria de la visión del ego (Radden, 2003, p. 231),7 de manera que los eventos que tienen lugar más temprano se clasifican como anteriores a los que suceden más tarde. Esto se esquematiza en la figura 3, en la que los bloques grises representan las unidades de tiempo. Cada unidad se considera anterior a todas las que se localizan a su derecha, y viceversa.
Así, en los ejemplos 74 y 75, antes de ubica el acontecimiento referido en la cláusula principal más hacia el pasado respecto al que se describe en la cláusula subordinada, mientras que la preposición tras en los ejemplos 76 y 77 sitúa el suceso denotado por el verbo más hacia el futuro respecto al evento descrito por el complemento preposicional. Ya que el presente no funciona como punto de referencia en estos casos, los elementos lingüísticos transferidos del dominio espacial no cumplen una función deíctica, lo cual implica que otros elementos son los que indican si se alude al pasado, al presente o al futuro. En estos ejemplos, la conjugación verbal deja claro que el punto de referencia se encuentra en el pasado en los enunciados 74 y 76, y en el futuro en 75 y 77.
(74) La vi un año antes de que se fuera del país.
(75) Quiero verte antes de que te vayás.
(76) Lo conocí tras el accidente.
(77) Tras la reunión, iré a almorzar.
Otros ejemplos de elementos prototípicamente pertenecientes al dominio espacial utilizados con referencia al modelo secuencial del tiempo se ofrecen a continuación:
(78) Eso ya lo habíamos discutido anteriormente.
(79) La solicitud fue aprobada en una reunión anterior.
(80) Posteriormente, es necesario analizar los resultados.
(81) Las tensiones se mantuvieron durante la fase posterior al conflicto.
El mismo modelo es el origen del uso de los prefijos ante- y pos- en expresiones temporales como anteayer, el mes antepasado y la época posguerra. Asimismo, el orden de las unidades de tiempo es el fundamento para el empleo de algunos verbos originarios del dominio espacial, por ejemplo, adelantar, atrasar y posponer. En los enunciados 82-84, un evento, conceptualizado como un objeto, es ubicado más adelante o más atrás en la secuencia respecto a su posición original:
(82) Adelantaron la reunión una hora.
(83) El vuelo se atrasó 40 minutos.
(84) El examen se pospuso una semana.
El ejemplo 84 es ilustrado en la figura 4. En este caso, la unidad de tiempo utilizada es semana, por lo que cada bloque gris representa una semana. El círculo blanco, a su vez, representa el examen, el cual es desplazado una unidad de tiempo hacia la parte posterior de la secuencia, que corresponde al futuro. Nótese que, aunque el cambio de fecha involucra movimiento conceptual de un elemento, el modelo del tiempo en sí es estático. Además, el uso de este verbo es independiente del tiempo deíctico (pasado, presente o futuro), de ahí que el ego no se incluya en la figura.
Por otra parte, la preposición entre se refiere, prototípicamente, al especio delimitado por dos entidades físicas (85a), por lo que en el dominio temporal (85b) señala un período delimitado por dos unidades de tiempo de la secuencia:
(85) a. Había una densa selva entre los dos pueblos.
b. La construcción se llevó a cabo entre el 2009 y el 2012.
6. El tiempo como movimiento
Las estructuras lingüísticas tratadas en los apartados 4 y 5 representan el tiempo en términos del dominio espacial estático. No obstante, la metáfora conceptual tiempo es espacio también se manifiesta frecuentemente por medio del subtipo tiempo es movimiento, lo cual evidencia, adicionalmente, una percepción dinámica de la noción de tiempo (Radden, 2003, pp. 235-237; Evans, 2007, pp. 751-754; Zieliński, 2012). Esta conceptualización reconoce el hecho de que el tiempo involucra cambios, lo cual, en el mundo concreto, implica movimiento. Por ello, se habla del “paso del tiempo” para aludir a lo que, posiblemente, se describiría de manera más precisa como transiciones continuas de un estado a otro dentro de una secuencia infinita de estados de las tres dimensiones euclidianas.
La metaforización del tiempo como movimiento se divide en dos categorías, denominadas el paso del tiempo es un objeto en movimiento y el paso del tiempo es movimiento sobre un paisaje por Lakoff (1993).8 La primera consiste en que el tiempo se concibe como uno o varios objetos en movimiento respecto a un ego estático, mientras que la segunda involucra un ego dinámico que se traslade sobre un fondo temporal inmóvil. En ambos casos, el punto de referencia es el ego, a diferencia del modelo apreciado en el apartado anterior.
En el presente apartado, se examinarán ambos tipos de conceptualización dinámica del tiempo. Como un ejemplo inicial, el sustantivo pasado, proveniente del participio del verbo pasar, es producto de un modelo dinámico, pues alude a la totalidad del tiempo que se ubica detrás del ego en la línea de tiempo como resultado de una locomoción. Sin embargo, la ambigüedad intrínseca de esta forma impersonal ocasiona que no se pueda determinar si el origen de su uso temporal reside en la conceptualización de un desplazamiento llevado a cabo por ego o por el tiempo. La forma pasado también se emplea como adjetivo, caso en el cual puede presentar la misma denotación general (86), o bien, hacer referencia únicamente a la unidad de tiempo que se encuentra inmediatamente detrás del ego (87):
(86) En siglos pasados, el bosque cubría todo este territorio.
(87) Este carro lo compré el año pasado.
6.1 Tiempo en movimiento
Pasar es uno de varios verbos prototípicamente de desplazamiento espacial que también pueden emplearse con un sujeto referido al tiempo en general (88) o a alguna unidad de tiempo en específico (89-90):
(88) El tiempo pasa.
(89) Pasan los días y los años.
(90) Este fin de semana pasó muy rápido.
La conceptualización del movimiento del tiempo se muestra en la figura 5, donde se visualiza que este es dirigido en la dirección contraria a la mirada del ego estático.
Los siguientes ejemplos muestran algunos otros verbos empleados para expresar la misma conceptualización:
(91) Nos vemos la semana que viene.
(92) Se están acercando las vacaciones.
(93) Llegará el día en que me respeten.
(94) Está entrando el verano.
Ciertas estructuras lingüísticas también revelan que, de acuerdo con nuestra percepción, la velocidad del tiempo no es constante; inclusive, en momentos de mucha tensión, se puede detener por completo:
(95) El tiempo corre.
(96) El tiempo pasa volando.
(97) El tiempo camina lentamente.
(98) El tiempo se detuvo.
Estas distinciones pueden tener fundamento en la percepción real del tiempo: de acuerdo con Flaherty (1999; citado en Evans, 2007, p. 736), los seres humanos percibimos un evento como más duradero cuando la densidad del procesamiento de información consciente es alta, y viceversa.
El verbo seguir, así como sus derivados seguido y siguiente, presenta determinada unidad de tiempo como un objeto en movimiento inmediatamente detrás de otro, como se observa en los ejemplos 99-101. Por lo tanto, al emplearse estas palabras, se hace uso tanto del modelo secuencial como del modelo del tiempo dinámico.
(99) Llevó a cabo varias reformas en el año que siguió a su victoria electoral.
(100) Solo tenemos esta semana y la siguiente para terminar el informe.
(101) Llegaron tarde dos días seguidos.
6.2 Ego en movimiento
En el dominio temporal, el verbo pasar no solo se utiliza para describir el movimiento del tiempo, sino también el desplazamiento del ego sobre un fondo temporal, como en el siguiente caso:
(102) Pasé todo el fin de semana estudiando.
Otro ejemplo de la conceptualización del tiempo como un ego en movimiento es la expresión analítica del tiempo futuro, que se ha gramaticalizado a partir de una construcción espacial con el verbo ir, del tipo que se ejemplifica en 103a. Al utilizarlo en el dominio temporal, como en 103b y 103c, el evento futuro es concebido como un punto de referencia en la línea de tiempo hacia el cual se dirige el desplazamiento. Según lo expuesto por Radden (2003, p. 237) y Zieliński (2012, p. 445), esta extensión se basa en el carácter intencional típicamente asociado con la locomoción, el cual es transferido al tiempo en forma de una finalidad futura (103b), o bien, una predicción del futuro (103c).
(103) a. Voy a la playa.
b. Voy a leer.
c. Va a llover.
La misma percepción se manifiesta en muchos tipos de expresiones, por ejemplo:
(104) Tendremos que enfrentar el futuro.
(105) Estamos llegando al final del semestre.
(106) Estamos entrando en el verano.
De la misma manera, el pasado tiende a conceptualizarse como un lugar del que venimos:
(107) Dejaron los problemas atrás.
(108) Eso ya quedó en el pasado.
Inclusive, en ocasiones, al hablante le gustaría poder devolverse y regresar al pasado, para vivirlo de nuevo (y, tal vez, tratar de cambiarlo):
(109) Quisiera volver al pasado.
El modelo de un ego en movimiento sobre un fondo temporal estático se resume en la figura 6, en la que la flecha punteada representa el desplazamiento del ego.
Por último, según ciertas expresiones, tanto el ego como el tiempo se mueven, inclusive en la misma dirección, pero a velocidades diferentes y cualquiera de los dos puede ganar la carrera:
(110) Este proyecto es una carrera contra el tiempo.
7. Conclusiones
En este artículo, se ha apreciado una variedad de estructuras lingüísticas que sugieren diversas conceptualizaciones espaciales del tiempo. Algunas de ellas se vinculan con el modelo de una línea de tiempo, con o sin movimiento involucrado, mientras que otras reflejan solamente la concepción de las unidades de tiempo como entidades físicas de distintas dimensionalidades. Como se indicó al principio del escrito, los ejemplos proporcionados no son exhaustivos, por lo que se le invita al lector a hallar otras manifestaciones de esta metáfora conceptual.
El fenómeno merece estudiarse con mucho mayor detalle de lo que ha sido expuesto aquí, tanto en español como en otras lenguas. Tales indagaciones aportarán indicios valiosos respecto a qué componentes de los modelos lingüísticamente reflejados son intrínsecos de la cognición humana, y cuáles son producto de matices culturales específicos. Además, como es el caso de todas las descripciones lingüísticas cognitivas, los aportes de otras áreas, tales como la neurociencia y la psicología, son imprescindibles para reforzar o rectificar las hipótesis basadas en evidencias lingüísticas.
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Notas