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El conocimiento y su posición en el gran mundo de la filosofía

Daniela Desirée Noguera Parra
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela

El conocimiento y su posición en el gran mundo de la filosofía

Dialéctica. Revista de Investigación Educativa, núm. 2019-2, 2019

Universidad Pedagógica Experimental Libertador

“Creemos en el Humanismo esto es, en la racionalidad humana, en la ciencia humana y en otras realizaciones humanas, por falibles que sean. No nos dejemos impresionar por las modas intelectuales periódicas que desprecian a la ciencia y a otros grandes logros humanos”. (POPPER, K)

ORIGEN Y FUNDAMENTO DEL SABER CIENTÍFICO

A lo largo de la historia, el ser humano ha descrito fenómenos que intenta incorporar a sus estructuras mentales, en forma de conocimiento. La especialidad filosófica de la Teoría del Conocimiento resulta del estudio entre sujeto y objeto, sobre el origen y la esencia del conocimiento científico, concebido como un proceso social-secuencial que parte de un proceso individual, donde su principal objetivo es lograr la validez y credibilidad de los planteamientos que soportan, en definitiva, las acciones humanas y el comportamiento de la naturaleza, lo que sin duda ha desatado una problemática desde el punto de vista epistemológico. Alrededor del siglo II D.C, en el período correspondiente con la antigüedad clásica dominada por Roma y Grecia, según Padrón (1992) “el conocimiento científico se interpretó, en términos globales, como un proceso sometido a reglas explícitas y organizadas, como una respuesta segura a intereses universales duraderos y como una construcción teórica de base axiomática e hipotético-deductiva” (p. 10)

La necesidad por explicar acontecimientos grupales o individuales estaba totalmente opacada por las ansias de comprender, racionalmente, las dudas de corte universal bajo el modelo hipotético-deductivo, sustentado en procesos que involucran la comprobación. Una interpretación más amplia de la ciencia es aportada por Bacon con su construcción teórica apoyada en el modelo empírico-inductivo-cuantitativo; el cual, expresa que el conocimiento científico parte de hechos evidentes, que se generalizan por procesos mecánicos, apoyados en un lenguaje aritmético y validados por confrontación de los mismos hechos. Se trataba de un conocimiento con base en la observación y experimentación, que sufrió fuertes críticas por parte de Descartes y Leibnizt, quienes mejoraron y ampliaron el lenguaje aritmético de Bacón, y además, reinterpretaron el conocimiento científico desestimando los datos empíricos, los datos observables y colocando por encima de éstos el razonamiento.

Hasta el siglo XX, dos grandes corrientes del pensamiento sirvieron de base para la interpretación del conocimiento científico, racionalismo y empirismo. A partir de allí, los grandes avances tecnológicos han propiciado una gran profundización en el logro del conocimiento científico y cuya confrontación obedece a su comportamiento histórico, social y económico, como forma de respuesta a las grandes necesidades humanas y al aprovechamiento de recursos naturales como forma de dominio social, que dan paso a tres grandes formas de interpretar el conocimiento científico, a saber: positivismo lógico, interpretativo y racionalismo crítico. El positivismo centra su atención en la unificación de la ciencia, caracterizada por la experiencia como base del conocimiento científico, el rechazo a la metafísica y utilización de la lógica para objetar todas aquellas ilusiones y sofismas. Por otra parte, el racionalismo crítico descarta la verdad inmutable planteada desde el positivismo lógico y acepta su relatividad, al permitir la contrastación del conocimiento científico con factores sociales e intersubjetivos, que propicien su falsación y por consiguiente la rectificación de error. Como crítica a estos grandes enfoques, se cuestiona el carácter analítico de la ciencia (metalenguaje y lógica formal) y la no consideración del contexto sociohistórico del conocimiento científico, el cual, carece de objetividad y universalidad y que por el contrario responde a cada época de la historia

Se evidencia entonces la razón de construir una epistemología, es decir, se manifiesta la necesidad de encontrar la mayor cantidad de aspectos en común con otros. La epistemología, se entiende como la ciencia ya lograda y también de la actividad científica que busca consolidar la epistemología. Es además, una disciplina filosófica que sirve para designar una teoría general del conocimiento y estudia la producción de conocimiento científico bajo preceptos lógicos, lingüísticos, históricos, ideológicos y sociológicos; entonces puede afirmarse que la epistemología analiza diferentes relaciones; es decir, relaciones como: ciencia- ciencia, ciencia-sociedad; ciencia-instituciones científicas; ciencia-religión y explica así científicamente la ciencia sin pretender sustituirla, pues las explicaciones son diferentes para cada disciplina y los problemas que cada una presente desde lo epistemológico no se resuelven de la misma manera. Partiendo de aquí, surgen los modelos epistemológicos que intentan explicar teorías y fenómenos conocidos; a través, de teorías ya aceptadas familiares o sencillas.

A partir de los problemas planteados en el estudio de la teoría del conocimiento se derivan diferentes corrientes, entre las más importantes:

LA BÚSQUEDA DE LA ESENCIA COMO DESAFÍO EPISTEMOLÓGICO Y CAMINO HACIA LA DEFINICIÓN

La gran esfera de la filosofía, como definición esencial, comprende la teoría de la ciencia (formal, referente a la lógica; y, material, referente a la teoría del conocimiento), teoría de los valores (éticos, estéticos y religiosos) y la concepción del universo (metafísica y concepción de la teoría del universo). Al centrar la atención en la teoría de la ciencia, se afirma que la teoría del conocimiento apunta a la búsqueda de la significación objetiva de las cosas; a pesar que en la Edad Antigua y Edad Media no es posible hacer referencia en sentido estricto a la teoría del conocimiento, no es posible a su vez, anular las grandes reflexiones iniciadas desde los presocráticos, Sócrates, Platón y Aristóteles, base de la teoría del conocimiento independiente tal como se conoce a partir de la Edad Moderna.

Una acertada interpretación de los diálogos de Platón, advierte la notable necesidad de trazar una ruta objetiva que permita alcanzar la esencia para lograr una definición. Bravo (2002) diferencia ese conjunto de reglas y orden de operaciones al afirmar que: “(…) creo que una interpretación plenamente fundada en los textos puede defender las siguientes proposiciones: 1) Hay que distinguir en los diálogos un método socrático y un método platónico (…)” (p. 141). El primero surge como crítica a los métodos empleados por los presocráticos, los cuales, no superan la simple descripción y enumeración, por esto, se plantea un método basado en la epagogé, como un tránsito de lo particular a lo universal mediante el acuerdo establecido entre un investigador y sus interlocutores.

Variadas son las críticas del método descrito, que inician desde un enfático rechazo a la etapa del acuerdo, por ser considerada como preestablecida, poca valoración de su alcance y finalmente un tono altamente negativo en la fase indagatoria. Estas posturas argumentan que el método socrático es el más lejano de ser un verdadero método definicional que logre conducir a sus interlocutores a la esencia de las cosas. Sin duda, Platón aduce en sus diálogos la superación del método socrático y el surgimiento del método dialectico, el cual, congrega el método de la hipótesis y el método de la reunión y la división. Para Bravo (2002): “Lo importante es, en todo caso, que la synagogé platónica, a diferencia de la epagogé socrática, no se basta en sí misma, en vista de la definición, sino que se subordina a un procedimiento ulterior, como parte de un método más amplio” (p. 170); este método más amplio es la diáresis (división), que se corresponde con un procedimiento estrictamente analítico y cada vez más cercano a ser un método definicional, el cual, en su proceso, parte del holón (uno primitivo) para llegar al hen (uno final), éste ultimo considerado como la esencia y contenido de toda definición.

Por otra parte Antístenes, a través de su lógica, intenta ir en contra de los métodos anteriores y se constituye como el primero en definir la definición, pues según Diógenes en Bravo (2002) afirma que: “(...) el jefe de los cínicos ha sido el primero en definir lo que es una definición (logos), afirmando que esta es, lo que la cosa es y no ha dejado de ser” (p. 219).

En definitiva, la crítica, desde Bravo, del conjunto de reglas y principios para alcanzar la definición intenta mostrar si realmente, la misma, bajo estos preceptos, representa un conocimiento con características de universalidad, necesidad y certeza. La universalidad y la necesidad son ampliamente justificadas, pero la certeza como característica del conocimiento no se supera; a través, de los métodos de la hipótesis y de la reunión-división, ya que son simplemente aproximativos. De esta forma se sientan las bases de un proyecto de la teoría de la definición.

RUPTURA DE PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS DE LAS CIENCIAS ANTIGUA Y MEDIEVAL: FUNDACIÓN Y CRÍTICA DE LA CIENCIA MODERNA

El paradigma tradicional, caracterizado por grandes reflexiones epistemológicas mantuvo su centro en el concepto de unidad del conocimiento, independiente de otros saberes y siempre producto de la realidad como consecuencia de la multiplicidad, es así como Bravo (2002) explica la intención de alcanzar la unidad, a través, de los métodos interpretados en los diálogos de Platón, al decir que “(…) el MP actúa en ambos momentos fundamentales del MRD: en el de la synagogé, contribuyendo al descubrimiento de la forma genérica; en el de la diáresis, facilitando el análisis de la estructura del género con miras al descubrimiento de la forma atómica”. Desde allí hasta la llegada del cristianismo, se distingue: la filosofía primera; la filosofía de la naturaleza; las ciencias especulativas; ciencias prácticas ó morales; las técnicas o artes. Con la llegada del cristianismo aparece el paradigma teológico, tiene su centro en la religión, lo sagrado, lo divino, pues, luego del caos como consecuencia de la caída del imperio romano, es precisamente, la iglesia, la única institución sólida, ordenada y persistente, que a paso lento pero seguro, otorgó respuestas de aceptación universal en cuanto al origen divino de las cosas, de lo existente.

Lo teológico, pronto se posicionó por encima de la metafísica y fue ese ordenamiento lo que constituyó la característica más destacada de la Edad Media, que junto con el realismo de Aristóteles y su crítica a Platón, presentan que la confiabilidad de una ciencia se da en la medida que considere el aspecto de la realidad. De allí Bravo (2002) plantea que: “En cuanto a Platón, Aristóteles testimonia que su maestro aceptó la enseñanza socrática de las definiciones, pero sostuvo que el problema no se aplica a las cosas sensibles, sino a otra clase de entidades, la definición común no puede ser definición de ningunas de las cosas sensibles, pues éstas se hallan siempre cambiando” (p.18); es así como Aristóteles relaciona las cosas extramentales con los conceptos mentales, a diferencia de Platón y su mundo de las ideas.

A finales de la edad media, los postulados religiosos y aristotélicos se ven desplazados, para dar paso a la ciencia, se trata entonces, de un paso lento de la religión a la filosofía, y de estas dos a la ciencia. El ser humano inicia por primera vez un proceso de aceptación de ideas fuera de lo tradicional y lo dogmático, el conocimiento debe ajustarse a la lógica y razonamiento. Entonces, se afirma que el origen de la ciencia moderna sienta sus bases en un amplio periodo de reflexiones, con alto contenido de tradición filosófica, desde el siglo VII AC hasta el siglo XIV, aproximadamente, y corresponde a lo que se conoce como Ciencia Antigua y Ciencia Medieval. Luego de esto, la realidad es desplazada por la apertura del pensamiento hacia el conocimiento científico, válido solo si es medido y experimentado. A razón de lo descrito, son 4 rupturas de los principios y fundamentos de las Ciencias Antigua y Medieval que dan paso a la Ciencia Moderna, a saber: 1. La pérdida del ser; 2. Se subordina el saber especulativo al saber práctico; 3. Al cambiar el fundamento de la ciencia (el ser por el ente), se cambia el origen de la unidad del saber; 4. Se da una pérdida del bien en las ciencias prácticas y se sustituye por la técnica moderna, que exalta la eficacia.

En relación a los cambios fundamentales y la consolidación de la Ciencia Moderna, Heidegger manifiesta su posición en la obra La Proposición del Fundamento, la cual, a pesar de estar basada en las razones y argumentos de la Ciencia Moderna; el propósito, es develar fenomenológicamente el proyecto de la modernidad, mediante el estudio de autores previos; rebate además sus proposiciones en cuanto a la ciencia; exige la superación de la metafísica y plantea que el fundamento válido son las razones del ser (la presencia); sin embargo Heidegger presenta la modernidad como aquella basada en hacer ciencia del ente y no del ser; es decir, según Heidegger (2003): “Nada es sin fundamento. La proposición dice, ahora: toda cosa, de la suerte que sea, vale como algo en cuanto ente, si y sólo si, como objeto calculable, está seguramente emplazada para el representar” (p. 05).

LOS INTENTOS POR COPIAR LA REALIDAD SIN DESFIGURARLA: UNA APROXIMACIÓN A LA OBJETIVIDAD DE LA FILOSOFÍA POSITIVISTA

El positivismo asume como verdadero, que en lo exterior al sujeto, existe una realidad objetiva que puede ser captada y copiada a la perfección por la mente, y cuya verdad, se corresponde con la imagen reflejada desde lo externo hacia el interior y puede ser plenamente verificada bajo la tesis del positivismo lógico, es decir, mediante el proceso metodológico que inicia en la observación de hechos, continúa en su clasificación, medición y ordenamiento, para mostrar la regularidad de su ocurrencia y determinar aquellas relaciones constantes que conlleven a las generalizaciones universales, las cuales, serán presentadas mediante formulas de leyes y teorías. En consecuencia es válido, si y solo si, puede ser verificado empíricamente. García, gracias a su amplia trayectoria y cercanía a los cambios de la ciencia en materia física, realizó una interpretación filosófica de la misma, así como a los antiguos filósofos les inquietó conocer la esencia de la cuestión, García se esmeró por analizar los temas de la ciencia y muy específicamente su concepto, de forma paralela al modelo propuesto desde el Círculo de Viena; en tal sentido en (1977, T.I) expresa que: “al reconocer un concepto desde la abstracto y axiomático, no lo aleja de sus estados concreto natural y concreto artificial. Cuando la Ciencia sea una casilla adopta estado de preconcepto. Los conceptos se hallan en estado previo” (p. 12)

Los aportes a esta etapa de la ciencia son mayormente atribuidos a Newton y Descartes, sin embargo, éste último es quien engrana mente y materia por medio de su modelo matemático deductivo que precedió al modelo del positivismo lógico. En consecuencia, se trata de un paradigma que ha dominado por siglos la cultura occidental y parte del mundo, en consecuencia Garcia (1977, T.I) plantea que: “(…) para hacer ciencia no hace falta definir las cosas reducidas a constantes indeterminadas y a variables, resaltará, precisamente una contextura o estructura relacional perfecta y explícita” (p. 69)

García (1977, T.I), traza y desarrolla dos rutas en el estudio de las ciencias: En la primera inicia desde la filosofía hacia las ciencias, como forma de refutar la teoría científica moderna; y en su segunda ruta, parte desde las ciencias, al mostrar los modelos lógicos y teóricos, hasta elevarse a una filosofía más científica. Es precisamente, el camino desde la ciencia hacia la filosofía científica, la ruta de García en su obra Teoría y Metateoría de la Ciencia (volumen I y II), que entre otros aspectos, muestra los modelos de la ciencia moderna, intenta responder cómo se construye la teoría de la ciencia. Su amplia interpretación le permite distinguir los actores principales en la construcción de la ciencia y devela su propósito humanizante, al decir que:

A los especialistas en ciencia llamemos investigadores; y a los especializados en el uso de lo hecho ya denominemos profesores (docentes). El sujeto propio de Ciencia actual es el cuerpo de investigadores y técnicos; el sujeto secundario y complementario lo es el cuerpo de profesores y operarios. Ambos son un sujeto supernatural que tiene por proyecto, designio y decisión humanizar científicamente el universo. (p. 301)

Para García (1984, TS.II): “En el preconcepto de ciencia son ciencia propiamente aquellos que se encuentran estructuradas” (p. 570); la ciencia entonces, en el proyecto de modernidad es posible dividirla en empírica o experimental, según el tipo de dato y hecho, estos pueden ser: natural, observacional, experimental y sintético. En el dato natural se parte de una sensación inteligente que es posible conocer a primera vista para llegar a una unidad simplificada (verdad óntica); en el dato observacional, se da la sub-simplificación de la cosa para llegar a un mínimo (Hen en los diálogos de Platón) que solo puede ser entendido en un espacio-tiempo, aquí surgen los inobservables y es el punto máximo de la lógica positivista. El dato experimental plantea que solo lo observable puede generar un informe científico; y, el dato sintético es aquel que da paso a los ideosomas; es decir, las reglas, formulas y recetas, que por medio de los tecnólogos se materializan y enajenan el dato mediante un tecnema. Para éste autor, su crítica se basa en una denunciada superación la causa-efecto, y de no ser posible, al menos emplear ésta teoría general de la relación sin caer en el reduccionismo.

LAS ESTRUCTURAS DEL MUNDO ACTUAL Y SU OPOSICIÓN A LA TESIS DEL POSITIVISMO Y DE LA LÓGICA FORMAL: UNA NUEVA RACIONALIDAD

En educación, los aportes de la filosofía han sido grandiosos. Fueron amplios los intentos por reconocer el concepto de pedagogía, al no ser aceptada por su carácter práctico y aplicable. Existen además, diferentes apreciaciones históricas como la Ilustración desde donde surgieron premisas importantes tomadas del racionalismo, optimismo, utilitarismo y el liberalismo; es así como la filosofía aporta bases para el desarrollo de la pedagogía. El idealismo de Hegel, por ejemplo, es una corriente que da importancia a la razón, sin embargo, no explica lo real y parte de que las ideas sólo existen en la mente y no comparten un mundo externo; por otro lado, el positivismo de Augusto Comte expresa que el conocimiento auténtico es aquel científico y que surge de la confirmación de las hipótesis, a través, del método científico. A partir de aquí se establece un primer intento por el sustento teórico de la educación, pues como lo plantea Colom (1982): “El proceso educativo es primigenio y vital de toda cultura, es tan fundamental que influye en la sociedad” (p. 149)

Las ciencias de la educación aparecen formalmente a principios del siglo XX, formada por un conjunto de disciplinas que tienen en común el estudio de los hechos educativos. En primera instancia, se presentó una conceptualización desarticulada donde el conjunto de disciplinas presentaron nociones, conceptos y métodos de forma aislada y en concordancia con una disciplina macro, por ejemplo, la sociología de la educación; por otro lado, se da una atomización por la multiplicación los objetos de estudio, que eran vistos de forma diferente desde la sociología, desde la administración, desde la psicología; en este sentido unas toman como sujeto el maestro o estudiante, otra la institución educativa y otra el saber.

El “mundo actual”, aquel que se opone a las ciencias objetivas, es al mismo tiempo su suelo de experiencia; donde la lógica formal busca el conocimiento objetivo. La nueva racionalidad indaga sobre un conocimiento al servicio de la humanidad para resolver problemas, y propone, el estudio de la dinámica de contextos, desde lo cultural. De manera que la tarea del investigador se modifica al pasar del mero análisis de las transformaciones sociales hasta el otorgamiento de respuestas para esos problemas. El carácter del conocimiento científico es reflexivo, transformador y emancipador para comprender la realidad social, no pretende la generalización. Se valora el hecho social para comprender la realidad y modificarla, es decir, se está ante la presencia de una nueva visión de mundo que surge, en gran medida, de una necesidad mundial de encontrar respuestas a los problemas de la humanidad.

Finalmente, es inevitable retornar a los primeros filósofos, pues, es la época Antigua la que aporta, desde Platón; una filosofía de la educación que surge como reacción a la práctica educativa previa desarrollada por los sofistas; la cual, soportó su propósito en llenar las necesidades de saber para dirigir. En este sentido, la nueva clase conformada por comerciantes reclamaba un tipo de educación que les permitiera adquirir virtudes para dirigir el nuevo orden económico del Estado en Atenas. Es incuestionable la relación entre la teoría platónica de la definición y la teoría platónica de la educación, donde implícitamente presenta el método mayéutico como un método educativo; que consiste en concebir la ignorancia como un estado temporal, donde el ignorante tiene su pensamiento lleno de múltiples opiniones y de conocimientos aparentes, como consecuencia de un proceso no iniciado de reflexión. Por esta razón Platón expresa que el proceso educativo debe evidenciar el nivel de ignorancia haciendo consciente al alumno de la misma.

REFERENCIAS

Bravo, F. (2002). Teoría Platónica de la Definición. Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación UCV

Colom, A. (1982). Teoría y Metateoría de la Educación. México: Trillas.

García, J. (1977). Teoría y Metateoría de la ciencia. Volumen primero. UCV. Ediciones de la biblioteca. Caracas

García, J. (1984). Teoría y Metateoría de la ciencia. Volumen II. UCV. Ediciones de la biblioteca. Caracas

Heidegger, M. (2003). La proposición del fundamento. Trads. Félix Duque y Jorge Pérez de Tudela. España Barcelona: Ediciones del Serbal: Obra Original Publicada ( ). Der Satz vom Grund.

Heidegger, M. (2004). Lógica. Trad. J. Alberto Ciria. España Madrid: Editorial Alianza. Obra Original Publicada ( ). Logik.

Padrón, J. (1992). Interpretaciones históricas acerca del conocimiento científico. Disponible en: http://padron.entretemas.com.ve/interpretaciones_hist.htm [Consulta: 2017, marzo 12]

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