#Now

Algunas lecciones de la transición del periodismo análogo al digital

Álvaro Samaniego
TECH Universidad, Ecuador

#PerDebate

Universidad San Francisco de Quito, Ecuador

ISSN: 2588-0896

ISSN-e: 2697-3294

Periodicidad: Anual

vol. 8, núm. 1, 2024

torbe@usfq.edu.ec

Recepción: 08 agosto 2024

Aprobación: 08 noviembre 2024



DOI: https://doi.org/10.18272/pd.v8i1.3415

Resumen: Este artículo reflexiona sobre la transición del periodismo analógico al digital, destaca las experiencias personales del autor. Se menciona cómo la tecnología ha transformado la reportería, desde los teletipos hasta la inteligencia artificial, y cómo esto ha afectado la inmediatez y la calidad de la información. El autor analiza las ventajas y desventajas de esta evolución, señalando que, aunque la digitalización ha democratizado el acceso a la información, también ha exacerbado problemas como la posverdad y la sobrecarga informativa. Además, se discute el impacto de los algoritmos y la inteligencia artificial en la percepción de la realidad y la polarización social. Finalmente, se subraya la necesidad de una alfabetización digital para enfrentar estos desafíos y se reflexiona sobre el futuro del periodismo en la era digital.

Palabras clave: reportería, inmediatez, transformación digital, posverdad, inteligencia artificial.

Abstract: This article reflects on the transition from analog to digital journalism, highlighting the author’s personal experiences. It discusses how technology has transformed reporting, from teletypes to artificial intelligence, and how this evolution has impacted the immediacy and quality of information. The author analyzes the advantages and disadvantages of this shift, noting that although digitalization has democratized access to information, it has also intensified issues such as post-truth and information overload. Additionally, the impact of algorithms and artificial intelligence on perception of reality and social polarization is examined. The article emphasizes the need for digital literacy to address these challenges and reflects on the future of journalism in the digital age.

digital journalism, reporters’ experiences, structural changes, AI, digital transformation Cuando menciono que soy un sobreviviente de la revolución de la comunicación analógica a la digital es una llana descripción de la verdad. Sobreviviente porque, entre otras cosas, todo ha sido tan violento que quedó poco tiempo para parar, mirar, entender, concluir y seguir. Porque esto que sigue es experiencia personal que comienza cuando tuve mi primer trabajo formal como periodista y me enfrenté al teletipo.

Keywords: digital journalism, reporters’ experiences, structural changes, AI, digital transformation Cuando menciono que soy un sobreviviente de la revolución de la comunicación analógica a la digital es una llana descripción de la verdad. Sobreviviente porque, entre otras cosas, todo ha sido tan violento que quedó poco tiempo para parar, mirar, entender, concluir y seguir. Porque esto que sigue es experiencia personal que comienza cuando tuve mi primer trabajo formal como periodista y me enfrenté al teletipo.

Cuando menciono que soy un sobreviviente de la revolución de la comunicación analógica a la digital es una llana descripción de la verdad. Sobreviviente porque, entre otras cosas, todo ha sido tan violento que quedó poco tiempo para parar, mirar, entender, concluir y seguir. Porque esto que sigue es experiencia personal que comienza cuando tuve mi primer trabajo formal como periodista y me enfrenté al teletipo.

También llamado télex, era la manera cómo un medio de comunicación recibía la información internacional. Una especie de enorme máquina de escribir eléctrica recibía los textos a través de la misma lógica del telegrama y su larga ruta de cables, zumbidos y tecleos, que concluía en noticias escritas por esta máquina que hacía su trabajo sola.

Esto sucedió en 1985. El medio de comunicación era Ecuadoradio, cuando la radio ponía el ritmo de la distribución de la información, era la inmediatez por naturaleza. Las noticias internacionales llegaban, casi sin excepción, por esa ruta, que era la más rápida.

Imaginemos el camino de una noticia de entonces: la periodista de una agencia internacional de prensa iba rápidamente a la cobertura de un evento extraordinario. Regresaba a la sala de redacción, escribía la noticia como se hacía entonces: tres párrafos con lo relevante (5W); —después llegarían las notas de ampliación y análisis; después de días, generalmente—.

Tras la revisión editorial, se transcribía el texto al télex y en unos momentos llegaba a los teletipos de medios de comunicación afiliados. En el mejor de los casos, este tránsito, en el que participaban muchas personas con mucho estrés, tomaba no menos de cinco horas, desde la reportería hasta la difusión.

Los tiempos se fueron acortando muy rápidamente. En cuatro décadas el concepto de inmediatez evolucionó al de tiempo real, lo que significa haber llegado al límite: vivir las noticias mientras suceden.

Con frecuencia me pregunto por qué es mejor recibir las noticias en tiempo real. Porque sabemos lo que pasa en el mundo enseguida, es la respuesta lógica. Pero, ¿cambia eso la relación de las personas con la realidad, ha permitido que la humanidad sea mejor? No hay respuesta, la inmediatez trasciende diferente, de acuerdo con lo que he visto, si está dentro de la dimensión del servicio social o si es la materia prima de la industria mediática.

En el primer caso, la inmediatez nos protege de los fenómenos naturales y de los riesgos antrópicos, de la desinformación; luego sí, sí es importante. En el segundo caso, las empresas periodísticas, la velocidad de la transmisión de noticias para mantener la tensión de las narrativas, con lo que aseguran los altos niveles de audiencia, que es como el oxígeno su ciclo vital. En todos los casos, la evolución del teletipo a las noticias en tiempo real, en términos de velocidad solamente, ha sido como subir a un carrusel mediático. Luego de verlo, siento que la comunicación digital permite entender segmentos de la realidad aislados, con pocas posibilidades de armar un rompecabezas global.

En tiempos de la analogía sucedía algo similar, con un origen diferente, las noticias estaban necesariamente intervenidas por los periodistas y los medios. Otra vez, trozos de información que se armaban bajo las reglas de la ética, la técnica y la estética de la mediación de los hechos del mundo.

La revolución tecnológica cambió las dinámicas de producción de noticias del papel a la pantalla Imagen generada con inteligencia artificial
Imagen 1
La revolución tecnológica cambió las dinámicas de producción de noticias del papel a la pantalla Imagen generada con inteligencia artificial

Imagen 1. La revolución tecnológica cambió las dinámicas de producción de noticias del papel a la pantalla. Imagen generada con inteligencia artificial.

Fin del monopolio de la mediación

En 1995, fui el presentador principal de noticias para Sí TV (hoy Canal 1) durante el conflicto militar del Alto Cenepa. La tecnología marcó diferencias: solo nuestro canal podía transmitir a través del satélite sin límites. El resto de emisoras de televisión dependían del transporte terrestre o de una conexión inestable por repetidoras de microonda.

Al ‘juramento’ de ser lo más cercano a lo objetivo o imparcial, se superpuso la predisposición marcada por el amor a la Patria. Hubo una mediación sesgada de la información con un afán patriótico —que es muy discutible—. Además, hacer noticias entonces era todavía muy complicado.

Ejemplo: una periodista de Reuters obtuvo fotos del frente de batalla. Se encerró en una cabina telefónica, que era lo único disponible, y transmitió una fotografía durante más de tres horas. En la oficina del operador local había tres cabinas. Junto a ella, un periodista argentino de radio Mitre transmitía como si estuviera donde las balas rozan y tenía en su grabadora de voz un audio de tiroteos que usaba de fondo para hacer más realista la transmisión. Yo no tenía esos apuros, tenía satélite (carita feliz).

Luego, si es que nuestras transmisiones eran el vínculo más cercano del conflicto militar con la audiencia había un sesgo. Lo cual, por otro lado, está mal, pero no es raro, en caso de conflictos armados los medios de comunicación toman rápidamente partido por la nación imperante y sus aliados, y guardan discretamente el libro de ética.

Si hubiera sido ahora, las transmisiones satelitales habrían estado opacadas por un alud de información. Probablemente, los datos que hubieran hecho posible entender el conflicto habrían muerto asfixiados por memes, noticias falsas y sesgos ilimitados. Pero, este es un ejercicio mental.

Sobre este asunto, Yochai Benkler (2006) argumenta que en la era digital, las barreras de entrada en los medios se han reducido significativamente, transformando un panorama antes dominado por unas pocas grandes entidades en un entorno dinámico y competitivo donde cualquiera puede ser un creador de contenido (traducción propia).

¿Democracia perjudicial?

Pues bien, la comunicación digital pudo eliminar parcialmente la mediación del periodismo, pero el remedio fue tan malo como el defecto de origen.

Aparecieron, o se exacerbaron, la posverdad, los bulos y los sesgos.

Sucedió la que podría llamarse como ‘democratización’ de las noticias. Los periodistas y los medios dejaron de ser dueños del monopolio de la información y se convirtieron en competidores. En el Ecuador, el cambio de paradigma fue traumático sobre todo para los tradicionales.

Me atrevo a mencionar tres ramales que se abrieron: los medios digitalizados, los medios digitales y la ‘prensa ciudadana’. Para lo primero, redactores, editores y administrativos creyeron que con digitalizar la prensa análoga era suficiente: la portada del diario en PDF, las telenoticias grabadas y pegadas en YouTube; entonces se quedaron atrás.

En el último siglo el periodismo ha evolucionado de su forma análoga a digital Hoy predominan la inmediatez y las noticias en tiempo real Imagen generada con inteligencia artificial
Imagen 2
En el último siglo el periodismo ha evolucionado de su forma análoga a digital Hoy predominan la inmediatez y las noticias en tiempo real Imagen generada con inteligencia artificial

Imagen 2. En el último siglo, el periodismo ha evolucionado de su forma análoga a digital. Hoy predominan la inmediatez y las noticias en tiempo real. Imagen generada con inteligencia artificial.

Para lo segundo, la nueva generación aprendió —todavía lo hace— las virtudes de lo digital y, sobre todo, el valor de la interactividad: leer a las audiencias que habitan en el espacio virtual y en el tiempo real. Y, sobre lo tercero: al ‘periodismo ciudadano’, en general, se le puede responsabilizar de todas las hecatombes que vengan en el futuro: no están preparados ni quieren estarlo, no entienden de la deontología, hacen caso solamente a su conocimiento, a su interés o, en el mejor de los casos, al sentido común; pero no es posible evitarlo. Es verdad, estos también son vicios de periodistas y de los medios, pero el grupo que se atiene al deber ser es minoritario.

Pero bien, la apertura ilimitada de los canales de distribución, la manipulación de los algoritmos basada en filtros no idóneos y la inteligencia artificial, en las dosis correctas, son los ingredientes para una bomba. Mejor dicho, la tarea es saber dónde nos protegeremos de los bombardeos.

“Aunque la revolución digital ha democratizado el acceso a la información, la capacidad de procesar y utilizar eficazmente esta información sigue siendo desigual”, escribió Manuel Castells ya en 1996. Concepto similar al de Nicholas Carr (2010), quien dijo catorce años después que esto también significa que las personas a menudo se sienten abrumadas por el volumen de datos, lo que lleva a una paradoja de sobrecarga de información (traducción propia). Y Clay Shirky (2008) precisa que no es una sobrecarga de información. Es una falla de filtro (traducción propia).

La pandemia de la ‘infoxicación’

Próximo hito, pregunta seria: si bien la comunicación digital ha exacerbado los defectos del periodismo análogo, ¿por qué no sucedió lo mismo con las virtudes? Visto en plan metafórico, por qué el poder se codea más con influenciadores que con periodistas.

En 1998 estuve a cargo de la jefatura de redacción de diario El Telégrafo en Quito, por entonces propiedad de Fernando Aspiazu Seminario. Recibí una llamada para invitarme a una reunión con el presidente Fabián Alarcón. Estuvimos solo los dos, el objetivo fue informarme de unas medidas económicas que iba a dictar y quería saber la opinión de los medios.

Entiendo, desde la perspectiva política del gobierno, que la estrategia era poner a los medios de comunicación de su lado. Muchos periodistas cayeron en la trampa de sentir que están hechos para gobernar o para opinar sobre el buen gobierno (y no han superado la trampa hasta ahora). Y muchos consumidores de noticias también.

Ante ese hecho que, de todas maneras, significó una toma de posición, había, al menos, dos posibilidades: la primera es que los periodistas trataran de ser químicamente puros y apasionadamente alineados con la ética de los medios; o, de otro lado, que fueran permeables a las externalidades comunicacionales, como apoyar a una organización partidista, una necesidad económica, un compromiso empresarial e, incluso, la necesidad de cultivar su fama.

Dependía del medio que el mundo fuera entendido de una manera o de otra, que se interpretara los hechos de la realidad con un juicio determinado: en los dos casos se producía una confrontación de criterios. Pero, estaba bastante claro quién era quién.

Con el arribo de la era digital, la manera de ver el mundo depende de las transnacionales de la comunicación digital, que actúan a través de sus principales soldados: los algoritmos.

Si mi algoritmo, alimentado por mis publicaciones en Facebook, Instagram y blogs, descubre una tendencia a temas relacionados con el medioambiente, eliminará de mi línea de tiempo la contabilidad, la física aplicada o la esgrima.

El algoritmo busca información de mi interés, coloca primero lo que me induzca al consumo y, primero en la fila, lo que me interesa. Al final el resto de la información, las partes sobrantes de la realidad. Como consecuencia, mi visión del mundo es parcial y sesgada. Si discuto con alguien cuyo algoritmo ha identificado otros intereses nunca nos pondremos de acuerdo, porque defendemos dos mundos, dos realidades, dos escenarios diferentes y ajenos.

Ahora, si se agrega la inteligencia artificial, probablemente suceda una nueva transición en la que todo lo dicho antes quede varado en la arena de la desactualización. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha advertido que para el año 2026, se estima que el 90 % del contenido en línea será procesada por inteligencia artificial, lo que supone un tsunami de descontrol.

El efecto del algoritmo sobre una persona como yo, que ha desarrollado alguna habilidad para seleccionar una canasta de información, ya es de sesgo. Si se aplica a una sociedad o a un país… Esta puede ser parte de la explicación de la tan mentada la polarización. No se encuentra acuerdos mínimos porque se está buscando en lugares distintos.

Sí, hay una medida paliativa: la alfabetización digital. Pero nadie parece estar dispuesto a hacerlo porque la motivación se centra en la prolongación de un negocio global.

Nada ha cambiado y ha cambiado todo. La transición ha puesto a los periodistas como yo a navegar en dos aguas: querer mantener todo lo bueno de un pasado análogo y luchar para impedir que la comunicación digital se salga de las manos. El mayor problema es la falta de discusión abierta sobre las rutas futuras, nos hemos quedado en el cómodo sofá de replicar casos de éxito.

Ahora, soy un emigrante del teletipo que, como inmigrante de la inteligencia artificial, intenta bajar la angustia y despejar el ambiente con observación, estudio y reflexión.

La revolución tecnológica ha provocado que vivamos la era de la ‘infoxicación’ por la saturación de contenidos en internet. Imagen generada con inteligencia artificial.
Imagen 3
La revolución tecnológica ha provocado que vivamos la era de la ‘infoxicación’ por la saturación de contenidos en internet. Imagen generada con inteligencia artificial.

Imagen 3: La revolución tecnológica ha provocado que vivamos la era de la ‘infoxicación’ por la saturación de contenidos en internet. Imagen generada con inteligencia artificial.

Referencias

Benkler, Yochai. (2006). The Wealth of Networks: How Social Production Transforms Markets and Freedom. Yale University Press.

Carr, Nicholas (2010). The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains. W. W. Norton & Company.

Castells, Manuel. (1996). The Rise of the Network Society. Wiley-Blackwell.

Shirky, Clay. (2008). Here Comes Everybody: The Power of Organizing Without Organizations. Penguin Books.

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R