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Víctor Hugo Castillo: la migración irregular es más rentable que el tráfico de drogas
Víctor Hugo Castillo: Irregular migration is more profitable than drug trafficking
#PerDebate
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
ISSN: 2588-0896
ISSN-e: 2697-3294
Periodicidad: Anual
vol. 8, núm. 1, 2024
Recepción: 15 julio 2024
Aprobación: 30 septiembre 2024
Resumen: Este artículo presenta una entrevista con Víctor Hugo Castillo, un reportero especializado en migración en McAllen, ciudad del estado de Texas, Estados Unidos, en la frontera con México. Castillo describe cómo la migración irregular se ha vuelto más rentable que el tráfico de drogas, debido a los altos costos que los migrantes pagan para cruzar la frontera. Relata historias impactantes de migrantes que enfrentan secuestros, abusos y extorsiones durante su travesía. El periodista también comparte sus experiencias personales, los desafíos de cubrir estos temas y destaca la necesidad de medidas de seguridad y apoyo emocional para los reporteros.
Palabras clave: Migración irregular, tráfico humano, frontera, secuestros, periodismo.
Abstract:
This article presents an interview with Victor Hugo Castillo, a specialized reporter on migration in McAllen city, in the State of Texas, United States, on the border with Mexico. Castillo describes how irregular migration has become more profitable than drug trafficking, due to the high costs that migrants pay to cross the border. He describes shocking stories of migrants facing kidnappings, abuses and extortion during their journey. The journalist also shares his personal experiences, the challenges of covering these issues and highlights the need for security measures and emotional support for reporters. Irregular migration, human trafficking, border, kidnappings, journalism.
Keywords: Irregular migration, human trafficking, border, kidnappings, journalism.
Introducción
En 2024, la carrera de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) lideró un programa de capacitación en coberturas migratorias hacia Estados Unidos en coordinación con el Border Center for Journalists and Bloggers (BCJB), con sede en Edinburg, Texas. Este programa tuvo el finan-ciamiento de la Embajada estadounidense en Ecuador. Su objetivo principal fue formar a periodistas ecuatorianos en la cobertura de temas migratorios, específicamente en la frontera entre Estados Unidos y México, para que ellos puedan preparar reportajes más humanos sobre los riesgos del paso irregular en busca del “sueño americano”.
En junio de 2024, desde Ecuador diez periodistas viajaron a la frontera sur de EE. UU. para cubrir la migración. Víctor Castillo está en la izquierda y Emilio Zamora, en el centro. Crédito de foto: Tania Orbe.
Foto 1. En junio de 2024, desde Ecuador diez periodistas viajaron a la frontera sur de EE. UU. para cubrir la migración. Víctor Castillo está en la izquierda y Emilio Zamora, en el centro. Crédito de foto: Tania Orbe.
La capacitación incluyó un curso virtual de seis semanas y un viaje de ocho días a McAllen, Texas, y Nueva York para producir reportajes in situ con diez participantes que realizaron las mejores propuestas de cobertura. El curso en línea se llevó a cabo entre enero y febrero de 2024, seguido de la selección de los becarios ganadores. El programa logró capacitar a setenta periodistas de las principales ciudades de Ecuador, de los cuales 35 aprobaron el curso y recibieron un certificado avalado por la USFQ y el BCJB.
El viaje de reportería se realizó en junio y tuvo el acompañamiento de la Patrulla Fronteriza en la frontera de Estados Unidos con México. Durante el viaje, los periodistas efectuaron diversas coberturas, incluyendo visitas a la frontera, el muro, el puente de Hidalgo y el río Bravo o Grande, así como a Nueva York, conocida como ciudad santuario por acoger a miles de migrantes.
Los reportajes producidos por los becarios se publicaron en sus respectivos medios y redes sociales, cumpliendo con el objetivo de mostrar los riesgos de la migración irregular y la política migratoria estadounidense.
Esta entrevista se realizó durante una jornada de reportería en el traslado de McAllen al pequeño poblado de Falfurrias, parte del condado de Brooks. Esta zona es conocida por tener el cementerio de migrantes denominado Falfurrias Burial Park, en inglés, o Sagrado Corazón, en español. Allí existen cientos de tumbas con pequeñas placas de metal o de cemento en las que se lee John Doe como un nombre genérico para los cuerpos no identificados de personas que intentan cruzar el desierto hacia Estados Unidos y mueren en el camino. Víctor Castillo fue parte del equipo organizador del BCJB que acompañó este día a los periodistas ecuatorianos. En esta entrevista, cuenta cómo empezó a cubrir historias migratorias y los desafíos que su trabajo implica.
En el cementerio de Falfurrias en la frontera de Texas con Estados Unidos reposan tumbas de personas no identificadas que murieron en su intento de sueño americano. Crédito de foto: Tania Orbe
Foto 2. En el cementerio de Falfurrias en la frontera de Texas con Estados Unidos reposan tumbas de personas no identificadas que murieron en su intento de sueño americano. Crédito de foto: Tania Orbe
¿Cuáles son tus orígenes y por qué volver al lugar donde naciste?
Mis papás son mexicanos y vivían en Reynosa, estado de Tamaulipas. De hecho, yo vivía en Reynosa cuando era niño. Reynosa está en la frontera con McAllen, Texas, pero cuando cumplí trece años, mi papá llevó a toda la familia a vivir cerca de Chicago, ahí fue donde estudié el colegio. Cuando terminé mis estudios me regresé a vivir a McAllen y he estado acá desde 1992.
Quería regresar a estar y vivir en un lugar donde pueda disfrutar de dos cul-turas. Aquí, en la frontera sur de Texas, que se conoce como el valle del Río Grande, tenemos eso. Son comunidades muy interdependientes, hay mucha gente que tiene hijos y vive o tiene familiares en ambos lados de la frontera. Su dinámica del día a día es cruzar la frontera por trabajo, por estudios y que-ría estar cerca de México y poder también disfrutar de allá.
¿Por qué te especializaste en coberturas migratorias?
Fue en el 2003 cuando empezaba mi carrera en la comunicación. Hice una primera entrevista a una amiga, hondureña y migrante, que se vino como indocumentada a los Estados Unidos. Para mí fue muy impactante. Su testimonio relataba una terrible experiencia que pasó en el sur de la frontera de México. Cuando ingresan a México, iban con un grupo, con un guía, un coyote, y él venía amenazando a las mujeres y el grupo. Si el coyote no tenía relaciones sexuales con las mujeres, él los iba a matar.
Esa entrevista me trastocó mucho y me creó un interés en saber más, conocer, aprender sobre las dinámicas migratorias. En el caso de mi amiga, recuerdo que me contaba que, después de algunos años de que llegó a Estados Unidos, finalmente se casó. Pero toda esa afectación emocional y psicológica, de haber pasado por ese trauma, le afectó también en su matrimonio y batallaba mucho para recuperarse de eso. Entonces, esa primera entrevista generó en mí un interés para conocer más sobre la migración.
¿Cuáles son las historias que más te han frustrado?
Hay de todo tipo y una fue la entrevista que hice a un cubano migrante en Reynosa, donde él, otros cubanos y otros venezolanos fueron secuestrados. Durante su cautiverio, ellos fueron testigos de todas las atrocidades del crimen organizado. Sus secuestradores asesinaron, apuñalaron, mataron, ejecutaron a un migrante delante de sus ojos porque no pudieron recuperar dinero, y metieron su cuerpo en una bolsa de basura. Cuando el grupo era trasladado de un lugar a otro, tiraron esa bolsa en un basurero.
Yo escuchaba su entrevista con mucho enojo y frustración, con mucha impotencia de no haber podido hacer nada para ayudar en esa situación. También estaban amenazados con armas y había mucha rabia, pero también podía ver que había mucho trauma en este hombre cubano, mucho enojo. Él decidió contarme esa historia y cuando escuchas eso no puedes evitar ser trastocado y también sentir impotencia. He tenido historias de todo tipo, desde menores no acompañados que me los he topado después de que cruzaron la frontera y van solos. Recuerdo que una vez se me acercó una niña y, antes incluso de llegar a la custodia de la Patrulla Fronteriza, sacó de su pantaloncito una bolsa de plástico y me la puso en la mano. Era el número de su mamá, ella y su hermanita venían solas y fueron abandonadas a la deriva.
Estas niñas eran salvadoreñas. Un joven, que también cruzaba la frontera, les ayudó. Él venía con una bebé también, pero las pudo ubicar en el camino y preguntó hijas de quién eran. Pero nadie reclamaba a esas niñas, estaban abandonadas. Él las ayudó a cruzar. Cuando me encontré con las niñas y me dieron el teléfono de su mamá, pudimos hacer una videollamada. Pero verlas llorar, ver sus lágrimas y ahí diciéndole a su mamá en esa videollamada quiero estar con vos llorando, no puedo evitar ser también trastocado una vez más y eso te rompe el corazón.
En la frontera hay también osamentas, cuerpos que uno ha visto al caminar con el paso de los años. La impotencia vuelve al reconocer que un cuerpo recuperado de un río ya está inflado en estado de descomposición avanzado. ¿Quién habrá sido? ¿Su familia? ¿Sus seres queridos pudieron saber qué fue de él o ella?
Me ha tocado entrevistar también a familias que entran en un estado de shock porque uno de sus hijos se les iba en las corrientes del agua del río e hicieron todo el esfuerzo para poder recuperarlo. Finalmente, sí lo alcanzaron y pudieron estar a salvo, pero se quedan en blanco porque también ellos están trastocados por esa experiencia en que ven la muerte tan cerca. Hay de todo aquí: secuestros, muertos, desesperación.
Entre las historias que escucho, hay de todo: personas que son abusadas por las autoridades en México, en policías de migración, robos. Hay tanto… que lamento, aunque sea un poquito, a lo mejor no lo que ellos vivieron, pero también me quebranto.
A diario, cientos de migrantes cruzan el río Bravo o Grande en la frontera de Texas con México. Víctor Hugo Castillo los busca en el día y en la noche. Crédito de foto: Cortesía Víctor Hugo Castillo.
Foto 3. A diario, cientos de migrantes cruzan el río Bravo o Grande en la frontera de Texas con México. Víctor Hugo Castillo los busca en el día y en la noche. Crédito de foto: Cortesía Víctor Hugo Castillo.
En todos estos años el panorama ha empeorado. ¿Cuáles crees tú que son esos elementos claves que mantienen este mercado?
No se ha mejorado para nada la situación, ha ido de mal en peor. He visto dinámicas migratorias de todas partes del mundo: oleada de brasileños, de mamás con menores, de chinos, de rusos, de ucranianos. Especialmente, ahora que se retomó la invasión en Ucrania, vienen rusos, ucranianos, bielorrusos, pakistaníes. Llegan de muchas nacionalidades, no solo de América Latina.
Hay una crisis migratoria en todo el mundo. La gente que está huyendo de Irán, por ejemplo. Una vez entrevisté a una mujer joven iraní y que huía de su país porque ella empezó a expresar su oposición en las redes sociales y estaba siendo perseguida. Cuando llegó a Reynosa, México, fue secuestrada y batallaba con el idioma. Afortunadamente, ya tenía un contacto y, por WhatsApp, le comunicó a un conocido y reportó su secuestro. Entonces, pudieron rescatarla a tiempo. En su momento, se le pudo brindar ayuda, pudo ir a un albergue de migrantes. Las autoridades mexicanas la identificaron como vulnerable y la presentaron a las autoridades estadounidenses en el puente. Eventualmente, esta mujer pudo ingresar a Estados Unidos. Pero ahora estaban presionando a su familia en su país de origen, en Irán, y estaba muy preocupada por su hermana y sus padres. Ella se fue para Nueva Jersey. Son un sin número de historias, un sin número de experiencias de dolor, de robos, de homicidios, muy largas.
¿Cómo te proteges de forma personal y qué sugieres a los periodistas que tengan que hacer estas coberturas?
Me han preguntado en varias ocasiones ¿cómo le haces para mantener el frío? Yo digo que no se puede. Si uno es un ser humano y ves a otro ser humano sufrir, morir y es algo que no puedes evitar, hay cierta afectación. Piensas mucho en lo que te han contado, sueñas o estás con alguna pesadilla que se te viene o estás preocupado por lo que habrá sido de tal o cual persona, si logró cruzar o no logró cruzar, ¿si llegó o no llegó? Entonces, yo lo que procuro hacer es leer y leo la Biblia. Allí encuentro algo de tranquilidad, busco un encuentro sobre Dios, aprendo más sobre Jesús, aprendo del perdón, de la gracia, de la misericordia, de la bondad y de que hay mucha gente que está haciendo mucha maldad.
También debe haber la oportunidad de hacer algún bien. Así yo encuentro algo de tranquilidad y trato de hacer algún reseteo de mi mente. Leer la Biblia me nutre espiritual y emocionalmente a la vez.
Ya en coberturas, ¿cuáles son los protocolos que tú sigues para protegerte?
Yo nunca anuncio cuando voy al lado mexicano. Antes lo hacía o le avisaba a algún colega o llamaba para ver si podía ver a tal o cual persona que estaba queriendo entrevistar. Ahora ya no lo hago, simplemente le caigo, llego y siempre he tenido la suerte de ser recibido. Creo que, a través de los años, también he logrado establecer cierta confianza con las fuentes de información. Me abren las puertas pero eso ha requerido mucho trabajo.
Procuro que mis historias también sean muy enfocadas, que estén muy bien balanceadas, que puedan aportar algo, que no sea el reportar por reportar, sino que contribuyan y traigan algún valor, información que sea de utilidad. Creo que eso también va generando esa confianza tanto en los televidentes como en las fuentes de información.
No anuncio mis rutas por seguridad. Años atrás trabajaba para una filial en CBS, llegué a la PGR (Procuraría General de la República en Reynosa). Había un rescate de más de 140 migrantes por los militares y los llevaron a esa estación de la PGR. Solamente dos medios tuvimos acceso a ellos: una televisora local del norte de Tamaulipas y yo, que venía de Estados Unidos. Ambos reporteros pudimos hacer muchas entrevistas con migrantes, pero era información muy sensible porque nos contaron cómo los secuestraron en Veracruz, cómo los trasladaron, cómo abusaban de ellos, cómo los torturaban, les sacaban las uñas, los golpeaban, tantas cosas que hacían con ellos.
Cuando salimos de ahí, mencionaban grupos en particular del crimen organizado. No pasaron ni cinco minutos desde que dejé ese lugar y ya una persona, a la cual le voy a decir ‘colega’ de los medios de comunicación, me llamó por teléfono y me dijo: “Mira Víctor, tú eres muy buena onda, pero creo que sería bueno que tengas cuidado con la información que vas a manejar, no te vaya pasar algo”. Era una indirecta de alguien que estaba en los medios de comunicación, pero que tiene conexiones con el crimen organizado, porque ¿cómo supo él que yo estaba ahí? Solamente dos medios habíamos entrado, alguien estaba infiltrado, alguien estaba ahí en el grupo y pasó esa información y, eventualmente, dieron conmigo y me estaban, básicamente, advirtiendo que no reportara ciertos datos, en esta ocasión.
El reportero bilingüe, Víctor Hugo Castillo, viaja con su cámara en todas sus coberturas. Pero también ha tenido que ocultarla y huir ante amenazas. Crédito de foto: Cortesía Víctor Hugo Castillo
Foto 4. El reportero bilingüe, Víctor Hugo Castillo, viaja con su cámara en todas sus coberturas. Pero también ha tenido que ocultarla y huir ante amenazas. Crédito de foto: Cortesía Víctor Hugo Castillo
Entonces, ¿has tenido que callar tras ciertas coberturas para proteger tu propia vida?
Me ha tocado que voy a un lugar y de repente alguien me habla y me dice: “¡Hey Víctor, sé que estás ahí en tal lugar! Pero si yo fuera tú, mejor me movería de ahí, no sabes el terreno que estás pisando”. Recuerdo otra ocasión que llevé también a alguien de un programa televisivo de documentales y me dijeron también que tuviera cuidado y entonces él, como provenía de Colombia, estaba acostumbrado a la guerrilla y dijo: ¡No!, si tenemos que hablar con alguien, con quien tengamos que hablar, pero yo no me voy de aquí hasta que llegue.
En mi trabajo, he tenido que acercarme a lugares donde hay gente que cuida y protege ciertas zonas y que vigilan porque no quieren que militares o policías entren. He estado allí en equipo, he hablado con gente armada. Nos presentamos, les decimos que somos de tal programa, que estamos haciendo esto, que queremos estas entrevistas. Les pedimos autorización para entrevistar a migrantes. Por supuesto, con mucho miedo, he tenido que vivir eso.
En otra ocasión, también estaba haciendo entrevistas con un menor de catorce años, migrante indocumentado en el centro de Reynosa. De repente, llegó una camioneta Cadillac y abrió la puerta de atrás y en la cajuela se podía observar que traía una metralleta calibre 50 y nomás la estaban mostrando, como para decir aquí ten cuidado, nosotros tenemos control de todo. Entonces, rápido recogí mis cosas y nos fuimos del lugar. Si hay ciertas medidas por cierta rutas, ciertos caminos que ya conozco, no le aviso a nadie que iré a ese lugar. Llego a donde tengo que ir, hago lo que debo hacer y me regreso, trato de ser cauteloso. Esto no quiere decir que estoy cien por ciento confiado, no quiero confiar en mí mismo tampoco. Por ese tipo de situaciones también tengo que orar y pedirle a Dios que me guarde.
¿Cómo es la dinámica en la frontera? Porque McAllen y Reynosa están unidas, pero separadas por un río. ¿Cómo es el control en Reynosa y en McAllen?
Me amenazaron una vez cuando estaba filmando del lado estadounidense un cruce de indocumentados por el área de Roma, Texas. Del lado mexicano pude observar que una camioneta traía tres balsas inflables y empezaron a cruzar. Uno de los coyotes contrabandistas me identificó y me preguntó: “¿Quién eres? Sé dónde vives y voy a ir a quemar tu casa” y me empezó a decir una serie de maldiciones.
También he estado en una persecución relacionada con las drogas. Del lado estadounidense, no sé por qué, no sé si fue aleatoriamente o ese policía, en particular, se enojó porque yo estaba cubriendo esa persecución y no quiso que filmara o no sé cuál sería el problema. Pero yo llegué primero a ese lugar y era un terreno baldío a un lado de una gasolinera. Ahí había gente que llegaba, entraba y salía. Yo me paré y estaba filmando hacia el terreno donde cayó el carro y todos los bultos de droga regados, pero el policía me quiso amedrentar e intimidar. Yo me resistí porque yo no era parte de ninguna investigación y me arrestó por no haber accedido a cierta información que me pedía.
Eventualmente, uno pasa por toda esa vergüenza y me tomaron la foto, huellas dactilares y me llevaron a la cárcel del Condado. Luego me liberaron bajo fianza y el Fiscal del Condado Hidalgo desestimó el caso porque ese arresto no tenía fundamento. Ya no hubo necesidad de ir a corte ni nada, pero pasé por todo eso.
¿Eso confirma, entonces, que hay vínculo entre las autoridades mexicanas y las estadounidenses?
El crimen organizado, los carteles, son muy poderosos y tienen un brazo financiero muy fuerte, entonces en cualquier momento ellos también pueden intimidar a cualquier autoridad. Por ejemplo, aquí en el sur de Texas puedo decirte que anteriormente el sheriff(autoridad policial) del Condado Hidalgo ha sido encontrado culpable de tener nexos con los carteles del crimen organizado. Son casos que se han confirmado con policías o alguaciles también. Cuando se presentan estos delitos, las agencias federales se encargan de esas investigaciones, les formulan cargos y eventualmente los llevan a juicio y se les sentencia. Pudieran —tal vez— salir por una fianza hasta comparecer a su juicio, pero sí llegan a ser sentenciados por varios años. Con o sin fianza, estos funcionarios no pueden volver a ejercer un cargo público porque pierden la licencia de Peace Officer que es la de ejercer como un oficial de la ley.
Has dicho que el tráfico de personas puede ser tan rentable como el tráfico de drogas. ¿Cómo sostienes ese argumento?
Es muy fácil porque el promedio que está pagando un migrante hoy en día para poder ingresar a los Estados Unidos está entre siete mil a diez mil dólares. Hay gente que paga más, pero cuando tú haces un cálculo (y vamos a ser muy conservadores) de diez mil dólares por persona y tú multiplicas eso por diez millones de personas, el resultado son números estratosféricos. Ya ni la calculadora te da los números porque son CIEN MIL millones de dólares, solo con un cálculo sencillo.
Si pensamos en drogas, hoy en día aquí en la frontera sur, un kilo de cocaína pudiera costar a lo mejor 25 000 dólares, pero ellos lo pueden hacer con dos personas que cruzan rápidamente esos 25 000 dólares. Un kilo de marihuana pudiera estar costando a lo mejor 800 dólares de este lado. Entonces, ellos pueden hacer mucho más con una sola persona que cruzaron únicamente por hacerla cruzar el río. Lo dejaron a su deriva en la frontera y pudieran hacer miles de dólares si acaso los contratan para ser llevados más hacia el norte como Houston, Dallas u otras partes.
¿Cómo funcionan estos mecanismos de pago?
Cuando el inmigrante viene en su travesía, está siendo abusado y extorsionado en todo su trayecto, por varios países. Cuando cada migrante hace la sumatoria de gastos, el cálculo total de lo que ha pagado llega a números tan altos y exohorbitantes. A lo mejor, contrataron a un coyote en su país de origen y le pagaron seis mil, diez mil o quince mil dólares. A eso hay que sumar los gastos del paso por otros países porque son tratados como mercancías y le ponen precio a su vida. O, incluso, extorsionan a sus familiares cuando el migrante está secuestrado o desaparece en el trayecto.
Este es uno de los controles fronterizos en el río Bravo o Grande, en Texas, EE. UU. La patrulla fronteriza lo vigila en tierra y agua las 24 horas. Crédito de foto: Víctor Hugo Castillo
Foto 5. Este es uno de los controles fronterizos en el río Bravo o Grande, en Texas, EE. UU. La patrulla fronteriza lo vigila en tierra y agua las 24 horas. Crédito de foto: Víctor Hugo Castillo
Yo recuerdo a una mujer centroamericana que me topé en La Joya, una ciudad de Texas en la frontera con México. Usualmente, voy a buscar actividad migratoria de noche y una noche me la encontré y le pregunté: “¿Cuánto pagaste por haberte cruzado el río?” Estaban cuatro personas. Como no me respondía, le dije un número al azar: quinientos, para tratar de adivinar lo que pagó. Me dijo que no. Mientras ella apuntaba con su dedo hacia arriba, le dije: mil. Y me seguía señalando con su dedo hacia arriba, yo seguía tratando de adivinar: 1 500, dije, 2 000, hasta que mi adivinanza llegó a 4 000. Entonces, asombrado les dije: ¡pagaron 16 000 dólares por ustedes cuatro! Sí, solo el cruce del río. Con el paso de los años, he visto mucha gente cruzando el río. Antes pagaban quinientos para un cruce, ahora pagan miles.
El paso por la frontera sur entre Estados Unidos y México se complica cada día más. Los controles se están endureciendo, hay más militares, hay más muro, hay más alambre de púas, serpentinas, hay más policía
estatal y municipal. Pero estos controles benefician más a los contrabandistas, porque cobran más. Sus tarifas son más altas y lo único que tienen que hacer ellos es irse a un área remota, más distante, donde han fortalecido la frontera y por allá cruzar a los migrantes.
Esto significa que el resultado final es que, en lugar de reducir la ola migratoria, este mercado se mantiene y aumenta, ¿los costos suben y los beneficiados son los carteles?
Sí, el crimen organizado, los que se dedican a estas bandas de tráfico y de contrabando humano, ellos están muy enterados de todas las medidas y políticas ejecutivas que se toman o se dan a conocer. Ellos buscan siempre en qué forma van a sacar algún provecho o beneficio. Yo te lo puedo garantizar. Por ejemplo, la última orden ejecutiva que hizo el presidente estadounidense Joe Biden fue limitar el asilo para quienes crucen de manera irregular. Esto resulta en encarcelamiento o deportación inmediata. Esta medida beneficia más al crimen organizado. Cuando se dio este anuncio, la ola migratoria aumentó en los menores de edad no acompañados porque Estados Unidos no deporta a personas menores de diecisiete años que están solas. Hoy por hoy, vivimos una dinámica migratoria muy activa de menores no acompañados.
¿Y esto puede promover mayores secuestros o desapariciones de menores?
Sí, exacto… Entonces, los líderes del crimen organizado ahora van a buscar a los menores. “Que yo te paso a tu hijo, nomás lo cruzamos… Con que ellos lleven un número de teléfono de algún pariente, amistad o alguien que los pueda recibir allá y comprueben parentesco o ser tutores y responsabilizarse de ellos… los van a soltar”. Este es el discurso de esas mafias. Aquí empieza el crimen organizado a manejar una campaña de desinformación, de engaño y, para ellos, es bueno porque hacen más dinero.
Con este panorama desolador, ¿cuál es la solución viable?
No creo que se vaya a llegar a alguna solución en particular. Un problema tan complejo requiere soluciones complejas y se requiere mucha voluntad. Es necesario que se involucren muchos sectores: los políticos, los religiosos, los financieros, las naciones, las ONG, los albergues, los gobiernos a escala presidencial y legislativa. Hay tanto por hacer para abordar un problema complejo. Para encontrar soluciones, se requiere voluntad. En cada país, los legisladores saben que la migración es un problema, pero lo único que están haciendo, como decimos por acá en esta zona, es poner curitas o parches en heridas que no se curan. En sus plataformas políticas, usan el tema migratorio en su discurso para tener poder, entonces no hay una reforma real migratoria comprensiva.
Por un lado, sabemos que vamos a fortalecer la frontera y luego vemos alguna reforma migratoria. Otros dicen “hagamos reforma migratoria hoy y facilitemos los procesos de refugio y de asilo”. En realidad, cuidan tanto sus intereses partidistas, personales o políticos. No ven cómo ayudar de forma concreta a la comunidad migrante. Al contrario, al resistirse a hacer cambios, hasta las autoridades extorsionan. Por eso, yo no veo una solución, no veo un horizonte favorable.
En la frontera, hay varias ONG que ofrecen ayuda humanitaria a los migrantes que cruzan de forma irregular. Emilio Zamora (der.) conoció el South Texas Human Rights Center en su cobertura como parte de la beca que ofreció la USFQ. Crédito de foto: Tania Orbe
Foto 6. En la frontera, hay varias ONG que ofrecen ayuda humanitaria a los migrantes que cruzan de forma irregular. Emilio Zamora (der.) conoció el South Texas Human Rights Center en su cobertura como parte de la beca que ofreció la USFQ. Crédito de foto: Tania Orbe