Artículos

La filosofía de lo concreto de Jean Wahl. Una reivindicación de su originalidad y relevancia

Jean Wahl's Philosophy of the Concrete. A vindication of its originality and relevance

Alan P. Savignano 1
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Universidad Nacional de Lanús, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Tábano

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN-e: 2591-572X

Periodicidad: Semestral

núm. 26, 2025

revista_tabano@uca.edu.ar

Recepción: 16 octubre 2024

Aprobación: 27 octubre 2024



DOI: https://doi.org/10.46553/tab6844

Resumen: En este artículo, se explora el pensamiento filosófico de Jean Wahl, el cual, a pesar de su relevancia histórica, ha sido relativamente olvidado. El valor de este reside en el importante papel que tuvo en la renovación de la filosofía francesa durante el siglo XX. Tal renovación consistió en la introducción de nuevas corrientes, como el existencialismo de Kierkegaard, la fenomenología alemana y el pluralismo anglosajón. Si Wahl dedicó gran parte de su trabajo a la recepción de estas doctrinas, fue porque entrevió en ellas la expresión de una revolución filosófica a la que se refiere generalmente con la expresión “hacia lo concreto”. El concepto de lo concreto en su obra hace alusión a la experiencia inmediata y subjetiva de la realidad, la cual considera irreducible a las categorías racionales. Asimismo, esta experiencia patética se revela como vía privilegiada al dominio de lo trascendente, es decir, la esfera propia de la metafísica y la religión. Wahl advierte sobre las limitaciones de las ciencias y la lógica para dar cuenta de la realidad concreta, defendiendo la poesía y el arte como modos de expresión más adecuados del vínculo entre inmanencia y trascendencia.

Palabras clave: Jean Wahl, concreto, filosofía francesa del siglo XX, existencia.

Abstract: This article explores the philosophical thought of Jean Wahl, which, despite its historical significance, has been relatively forgotten. Its value lies in the important role it played in the renewal of French philosophy during the 20th century. This renewal consisted in the introduction of new currents, such as Kierkegaard's existentialism, German phenomenology, and Anglo-Saxon pluralism. If Wahl devoted much of his work to the reception of these doctrines, it was because he perceived in them the expression of a philosophical revolution generally referred with the expression "toward the concrete." The concept of the concrete in his work refers to the immediate and subjective experience of reality, which he considers irreducible to rational categories. Likewise, this pathetic experience reveals itself as a privileged path to the realm of the transcendent, that is, the domain of metaphysics and religion. Wahl warns of the limitations of science and logic in accounting for concrete reality, defending poetry and art as more suitable modes of expression for the link between immanence and transcendence.

Keywords: Jean Wahl, concrete, 20th-century French philosophy, existence.

1. Introducción

El objetivo de este artículo es rescatar la filosofía de lo concreto desarrollada por Jean Wahl (1888-1974) y su relevancia en el pensamiento francés del siglo XX. Esta recuperación es imprescindible, ya que la filosofía de Wahl ha caído en un relativo olvido, lo que considero una injusticia histórica. Hoy en día su nombre aparece mencionado en cursos, manuales y artículos de manera accesoria sólo con el fin de indicar su injerencia en las ideas de otros pensadores que gozan de mayor reconocimiento.1No obstante, estas menciones casi nunca reflejan de modo completo la influencia que tuvo Wahl en su tiempo. Sobre ella, da testimonio Noël Laurent en un artículo suyo de 1946: “De manera más discreta que Jean-Paul Sartre, la filosofía viva en Francia está representada por Jean Wahl”.2 3 La comparación con Sartre, quien logró dominar la escena intelectual y cultural francesa desde 1940 a 1960, da una idea de la relevancia de Wahl. Asimismo, en una carta de 1972 dirigida a Dosse (2007/2010), Deleuze opina: “Es sorprendente cómo los libros de Jean Wahl dominaron todo lo que vino después. Conmocionó íntegramente la filosofía francesa […]. En todo aquello que fue importante antes y después de la Guerra, hay signos de Jean Wahl” (p. 110). Y, en la misma línea, Levinas (Levinas et al., 1976) afirma lo siguiente en un texto conmemorativo dedicado a su amigo y mentor: la obra de Wahl “fue el precursor de ciertas audacias (que no son todos excesos) de la filosofía actual. Es legítimo, en todo caso, pensar que ella preparó en Francia un nuevo tipo de lector y de escritor en filosofía y un nuevo formato del libro” (p. 27).

La recuperación de la filosofía wahliana de lo concreto no es una tarea fácil, porque, como sostiene Kremer-Marietti (2009), Wahl fue un “filósofo antisistémico” (p. 338). Sus obras no ofrecen una doctrina en el sentido tradicional de una serie de principios, conceptos y definiciones que forman entre sí una teoría sistematizada. Al contrario, como señala Pousa (1954), en la literatura wahliana, se descubre un arduo trabajo de revisión del pensamiento contemporáneo en prácticamente toda su amplitud, como, por ejemplo, las ideas del pluralismo anglosajón, el idealismo hegeliano, el existencialismo de Kierkegaard y Marcel, la fenomenología alemana, entre otras corrientes, con el fin de identificar una tendencia común en medio de la diversidad. Esta orientación compartida fue sintetizada por Wahl con la expresión “hacia lo concreto”. Esta es, de hecho, el título de su libro Vers le concret de 1932, en el cual están recopilados tres ensayos acerca de James, Whitehead y Marcel. Para muchos contemporáneos, la aparición de este libro significó un antes y un después en sus vidas.4

Según Wahl, la orientación de la reflexión hacia lo concreto es el signo distintivo de las filosofías del siglo XIX y XX y representa una revolución de las ideas respecto de la anterior tradición moderna. La singularidad del pensamiento wahliano radica en su destreza para localizar el hilo de Ariadna en el laberinto de la contemporaneidad. Wahl consideraba que hay una dialéctica de las ideas en la historia por la cual las doctrinas filosóficas se suceden en un proceso de negación, donde lo contrario engendra lo contrario, de tal modo que el pensamiento de Heráclito fue sucedido por el de Parménides, al idealismo neohegeliano le sucedió el neorealismo, y así. En contraste con Hegel, Wahl afirmaba que esta dialéctica no tiene un punto de detención o de completitud. Esto se debe a que su objeto, la realidad concreta, cuenta con una dimensión inagotable e inefable que la inteligencia no puede alcanzar. Esta dimensión es el dominio de la existencia, la vida patética, la experiencia metafísica y religiosa.

Este estudio se divide en cuatro partes con el fin de cumplir con el propósito mencionado de recuperar del olvido las inestimables ideas filosóficas de Wahl. La primera parte, “Wahl, una vida excepcional”, consiste en una biografía —extremadamente sintética— de Wahl. Con ella, se busca rememorar ciertos acontecimientos relevantes de su vida (su formación, la supervivencia al Holocausto, la organización de instituciones y foros intelectuales de debate, etc.) que pueden echar luz a la interpretación de su pensamiento. La segunda, “La renovación wahliana de la filosofía francesa”, está dedicada al papel que tuvo Wahl en la recepción de nuevas disciplinas en suelo francés que permitieron un radical cambio en la escena filosófica. La tercera parte, “Filosofía de lo concreto”, es un análisis del concepto de concreto, el cual ordena toda la filosofía de Wahl. La fuente principal de esa sección es el prefacio de Vers le concret. Mostraré que, pese a su brevedad, este texto goza de una gran riqueza. Por último, en la cuarta sección titulada “Lógica, lenguaje y poesía”, me detengo a examinar las tesis principales de Wahl sobre el lenguaje y la importancia que le otorgaba a la poesía como medio privilegiado para la expresión de lo concreto, es decir, la expresión de las profundidades de la vida íntima y la experiencia metafísica de lo trascendente.

2. Wahl, una vida excepcional

Jean André Wahl nació el 25 de mayo de 1888 en Marsella en una familia judía secularizada.5 En su juventud, la familia se trasladó a París. En la capital francesa, su padre se dedicó a enseñar inglés en el Lycée Janson-de-Sailly, donde su hijo fue inscripto como estudiante. Desde su infancia, este aprendió inglés de su padre y se volvió bilingüe. Se decía que manejaba la lengua inglesa tan bien como la materna. La formación de Wahl siguió el itinerario tradicional de los intelectuales franceses de la época: estudió en las grandes escuelas parisinas, un año de preparación en el Lycée Louis-le-Grand en 1916 y luego el curso de agrégation de Filosofía en la École Normale Supérieure (ENS). En 1910, obtuvo el primer puesto en el examen final de agrégation, seguido en segundo lugar por su amigo Marcel. En 1920, obtiene bajo la dirección de Bergson el título de doctorat ès lettres con la tesis Les philosophies pluralistes d’Angleterre et d'Amérique, la cual fue acompañada por una tesis complementaria titulada Le rôle de l’idée de l’instant chez Descartes. Su trabajo sobre la escuela pluralista anglosajona fue pionero en Francia y representó su primer paso a la elaboración de un pensamiento propio sobre lo concreto.

A partir de 1920, se dedicó a la enseñanza universitaria en ciudades de provincia, como Besançon, Nancy y Lyon, hasta obtener un puesto de profesor en la Universidad de la Sorbona en 1936. Anteriormente, en 1928 y 1929, viajó a Friburgo con el propósito de estudiar fenomenología alemana. Asistió al seminario de Heidegger de Einleitung in die Philosophie. Allí conoció a Levinas, con quien mantendría una estrecha relación de amistad por el resto de su vida.

A causa del estatuto de Vichy durante la Ocupación Alemana de París, que excluía de la enseñanza a profesores judíos, Wahl se vio obligado a dejar su cargo en la Sorbona el 3 de octubre de 1940. Continuó enseñando de manera informal y clandestina en la habitación de hotel donde vivía en la rue des Beaux-Arts. Sin embargo, en el mes de julio de 1941, fue arrestado por la Gestapo y detenido en la prisión de La Santé. Allí, fue torturado e interrogado por 36 días. Tuvo acceso a una versión inglesa de las obras de Shakespeare y pasó el tiempo leyendo y traduciendo algunos de los sonetos. Asimismo, escribió una serie de poemas que posteriormente en 1945 serían publicados bajo el título Poèmes por la editorial quebequense L’Arbre. Luego, fue transferido al campo de concentración de Drancy, donde continuó la redacción de los poemas hasta alcanzar un número de cien. Se dedicó también allí a impartir clases sobre Bergson a otros detenidos. Afortunadamente, logró escapar del campo y de Francia para instalarse en Nueva York. El éxito de su extraordinario escape se debe a una epidemia de disentería en el campo y las intervenciones de varios actores, como la Rockefeller Foundation, la New School for Social Research y miembros del personal social y médico de Drancy. Al salir del París, se dirigió a Marsella, donde se embarcó hacia Casablanca y de allí cruzó el Atlántico hacia la ciudad de Baltimore el 31 de julio de 1942.

En los Estados Unidos, fue invitado a formar parte de la École Libres des Hautes Études, una unidad de la New School de Nueva York. Allí tomó contacto con otros exiliados judíos franceses, como Gurvitch, Lévy-Strauss y Koyré. Entre 1942 y 1945, impartió clases también en el Mount Holyoke College. Allí organizó por iniciativa de Helle Patch las reuniones denominadas Dècades de Mount Holyoke o Pontigny-en-Amérique, que eran una réplica de los encuentros organizados por Desjardins en su abadía de Pontigny, los cuales se interrumpieron con la invasión alemana. En ese espacio, artistas e intelectuales exiliados discutían acerca de la cultura francesa y norteamericana. Entre los participantes, se destacan Arendt, Bourgeois, Chagall, Jakobson, Langer, Lévi-Strauss, Löwith, Masson, Marianne Moore, Motherwell, Wallace Stevens y Zadkine.

Terminada la guerra, Wahl volvió a Francia y retomó su cargo en la Sorbona, aunque continuó dando conferencias en calidad de profesor invitado en universidades de Estados Unidos, como la University of Chicago, la University de California en Berkeley, la Tunis University y el Smith College. En 1946, inauguró el Collège Philosophique, un célebre foro de intercambio y discusión de filosofía por fuera del ámbito académico tradicional. Esta institución se ubica en la rue Cujas, cerca de la Sorbona, donde se daba un ciclo de conferencias abierta al público general y a los estudiantes para escuchar a diversas personalidades del pensamiento contemporáneo. La lista de conferencistas incluye los nombres de Merleau-Ponty, Bachelard, Blin, Paulhan, Canguilhem, Lacan, entre otros. En el mismo año, Wahl inauguró también la revista Deucalion. Desde 1950 hasta su muerte, estuvo a cargo de la edición de la Revue de Métaphysique et de Morale. Y desde 1964, asumió la presidencia de la Société Française de Philosophie, reemplazando al difunto Berger. Wahl recibió varios galardones que reconocieron su trayectoria y relevancia, como, por ejemplo, el de Grand Officier de la Ordre National de la Légion d’Honner y el Grand Prix Littéraire de la Ville de Paris. Murió el 19 de junio de 1974 en París a los 86 años de vida.

3. La renovación wahliana de la filosofía francesa

Como señalan los especialistas, Wahl es el mayor intérprete de la filosofía contemporánea en Francia (Cavallazi Sánchez & Palavicini Sánchez, 2011; Kalinowski, 2001; Kremer-Marietti, 2009; Schrift & Moore, 2017). Fue un precursor en impartir lecciones y publicar textos sobre Nietzsche, Hegel, Kierkegaard y Heidegger, cuando ellos apenas eran conocidos en el territorio galo. Además, se destacó como uno de los primeros en realizar un estudio detallado de la filosofía anglosajona, enfocándose especialmente en las teorías de James y Whitehead.

unto con Koyré y Kojève, Wahl participó del inicio del gran período del hegelianismo francés, que va desde 1907 a 1941.6 Pese a la infamia que tenía el filósofo de Jena en los claustros académicos,7los tres intérpretes introdujeron, cada uno con su propia impronta, las ideas de Hegel, que rápidamente echaron raíces por entonces en la mente de la generación de jóvenes estudiantes: Althusser, Beauvoir, Deleuze, Derrida, Hyppolite, Lacan, Levinas, Merleau-Ponty, Ricœur y Sartre. El aporte más importante de Wahl fue su libro Le Malheur de la conscience dans la philosophie de Hegel, publicado en 1929. Tiene el mérito de ser el primer gran estudio francés sobre la Fenomenología del espíritu. Tal como su título indica, la interpretación de la Fenomenología en aquel ensayo gira alrededor de la noción de la conciencia desdichada (la conscience malheureuse, en francés; das unglückliche Bewußtsein, en el original), que es presentada al final del capítulo de la conciencia de sí (Selbstbewusstsein). Esto marca un contrapunto con las célebres lecciones de Kojève de 1933 a 1939 en la École Pratique des Hautes Études de París, cuya clave hermenéutica, como es bien sabido, radica en el deseo de reconocimiento entre las conciencias y la dialéctica del amo y del esclavo. En contraposición, Wahl (1951) afirma que la conciencia desdichada es “el motor de toda la Fenomenología, pues esta es la narración de los esfuerzos de la conciencia por rellenar las separaciones que siente al interior de ella misma” (p. 121).

Para Wahl, la conciencia desdichada en Hegel remite a una experiencia viva, no a un problema puramente intelectual: “La dialéctica, antes de ser un método, es una experiencia por la cual Hegel pasa de una idea a otra [.…] Detrás del filósofo, descubrimos al teólogo, y detrás del racionalista, el romántico” (p. V). Como algunos reseñadores y comentadores han dicho, Wahl en esta obra explora la posibilidad de un Hegel existencialista (Loewenberg, 1931; Cavallazzi Sánchez & Palavicini Sánchez, 2011). Por lo tanto, la dialéctica hegeliana no es exclusivamente lógica, sino también “histórica y afectiva” (Wahl, 1951, p. 119). El intérprete subraya en su libro que la conciencia en sí misma es negatividad, separación, duplicidad, desgarramiento, polarización, etc. Estoicismo y escepticismo, judaísmo y cristianismo, remiten a posiciones de la conciencia que, en su diálogo consigo misma, intenta superar las sangrantes escisiones que sufre al no poder conciliar de forma definitiva las antítesis de lo subjetivo y lo objetivo, lo particular y lo universal, lo mutable y lo inmutable, lo finito y lo infinito. En la Fenomenología del espíritu, Hegel narra el desarrollo histórico del sentimiento de la separación y la necesidad de recuperar una unidad armónica perdida. El trabajo de la razón en la conciencia individual y en el espíritu histórico es reconciliar los dos extremos de la conciencia desgarrada y desdichada. Wahl considera que la reconciliación alcanzada por el espíritu al final de la obra no representa sino “una suerte de racionalización del romanticismo y del cristianismo al mismo tiempo que una cristianización o una romantización de lo racional” (Wahl, 1951, p. 131). Estas aspiraciones retoman las inquietudes de los escritos teológicos de juventud de Hegel, que Wahl estimaba de gran valor para comprender el sistema de madurez del idealista.

Más allá de sus aportes a los estudios hegelianos, Wahl es mejor recordado en Francia como el principal responsable de la introducción de las ideas de Kierkegaard y, a causa de ello, el fundador del existencialismo o la filosofía de la existencia —como él prefería denominarla—. Los mayores representantes del existencialismo francés, Sartre y Marcel, han admitido en distintas ocasiones su deuda con las lecciones y los textos de Wahl acerca del pensador danés.8 La publicación de Études kierkegaardiennes en 1938 hizo que Kierkegaard dejase de ser un desconocido ensayista cristiano obsesionado en escribir textos sentimentalistas y religiosos, y pasase a ser considerado un digno pensador de la subjetividad y la relación de esta con lo divino, como ya ocurría por entonces en Alemania gracias a la atención dada por Jaspers y Heidegger. Según Wahl (1947/1971), estos filósofos alemanes tradujeron conceptualmente las ideas de Kierkegaard en una “especie de versión laica” (p. 19). Las ideas religiosas (pecado, culpa, angustia, caída, finitud y trascendencia) son trasladadas al plano de la ontología y la moral.

Ahora bien, Wahl contribuyó a la fama de Kierkegaard como crítico del racionalismo y defensor de la fe, acercándolo a la figura de Pascal. Se encargó asimismo de ubicar a Kierkegaard en las antípodas de Hegel, hoy un lugar común en los manuales de filosofía. La intención del danés era mostrar cómo la existencia no puede ser completamente integrada en un sistema racional, o, dicho de otro modo, que el individuo no puede quedar absorbido en la totalidad, la cultura o el Estado. Wahl (1938) dice al respecto: “A la búsqueda de la objetividad, que encuentra en Hegel, y a la pasión y al deseo de la totalidad, opone la idea de que la verdad reside en la subjetividad” (p. 10). Esa verdad no puede ser comunicada por medio del saber. Lo religioso entonces es un escándalo para la razón, de tal modo que Kierkegaard sigue la tradición antiracionalista de Tertuliano y Pascal. La verdad del pecado o de la reencarnación concierne exclusivamente a la fe. Por otra parte, el autor de El concepto de la angustia da cuenta de un universo donde existe la posibilidad y la elección, universo que no está por completo determinado por las leyes dialécticas del sistema. Existir es justamente “estar pleno de la pasión de la libertad” (Wahl, 1938, p. 260). Por supuesto, es Dios quien paradójicamente me impone la necesidad de elegir en un acto de reafirmación de mí mismo. Esta reafirmación es pasión y, en el contexto de tal pasión, acontece la unión entre lo finito y lo infinito, del individuo con la divinidad: “en el punto más profundo de la interioridad, nos sentimos más allá del yo y hemos alcanzado el infinito” (Wahl, 1938, p. p. 265). El tiempo y la historia son un devenir compuesto de discontinuidades y rupturas, es decir, de novedad y creación.

Es preciso mencionar también el mérito de Wahl en la introducción de las ideas de los fenomenólogos alemanes: Husserl, Hartmann, Jaspers, Scheler y, sobre todo, Heidegger. En Vers le concret, el autor habla de la fenomenología como una corriente en sintonía con los aportes de James, Whitehead y Marcel, es decir, una reflexión filosófica que se dirige hacia lo concreto.9 Los fenomenólogos abordan lo dado de manera no atómica, sino en calidad de totalidades; exploran la existencia temporal, el mundo patético, la receptividad de la conciencia, el vínculo entre la expectativa (l’attente) y la tensión. Wahl admira que la fenomenología haya tomado como objeto de estudio el “dominio de lo antepredicativo (pré-prédicatif)”, de aquello que es previo y más originario que el juicio, en su meditación sobre la “comunión con las cosas” (Wahl, 1957, p. 19). Para él, una de las enseñanzas de la intencionalidad husserliana es precisamente no separar el pensamiento de las cosas. El análisis fenomenológico se vuelca al flujo de vivencias (flux de vécu), “donde apariencia y realidad se confunden” (Wahl, 1932, p. 18). El concepto de intencionalidad de los fenomenólogos destaca una fusión del “elemento inmanente y el elemento trascendente que está en la conciencia” (Wahl, 1932, p. 174). Asimismo, la mirada fenomenológica se dirige al espacio concreto, anterior al espacio matemático. Este es el espacio “vivido y concreto” (Wahl, 1957, p. 20), también estudiado por Bergson y Minkovski.

Husserl se ha dedicado a estudiar la “corporalidad de las cosas” (Wahl, 1957, p. 20) y Heidegger mostró que el hombre es esencialmente ser-en-el-mundo (in der Welt Sein), lo que significa que no puede ser ni pensarse separado del mundo. Wahl considera que Heidegger se adentra aún más en lo concreto que Husserl, puesto que su teoría del ser y la existencia como duración sobrepasa la teoría de las esencias eternas de la que se ocupaba su maestro. Es por ello por lo que afirma, en el prólogo de Vers le concret, que la propia dialéctica interna que tiene lugar en el desarrollo de las ideas filosóficas:

hizo de la fenomenología, primitivamente estudio de las esencias intemporales, una investigación de la existencia temporal; y, luego de haber puesto al hombre en contacto con las ideas eternas, este movimiento lo puso en contacto con un mundo patético.

[…]

Del mismo modo, es una dialéctica que podríamos haber seguido en el pensamiento alemán contemporáneo, que va desde una teoría de las esencias separadas de la existencia a una teoría de la existencia donde se destruyen las esencias, y “no dejando fuera del paréntesis” más que lo que, al principio, se puso deliberadamente entre paréntesis. (Wahl, 1932, pp. 19-20)

Por lo demás, hay una clara afinidad entre la consigna de Wahl de “vers le concret” y la de la fenomenología “zu den Sachen selbst” (“hacia las cosas mismas”). Como se ha mencionado, Heidegger ocupa un lugar destacado en el interés filosófico de Wahl. Este estuvo presente junto con Levinas en el curso de Einleitung in die Philosophie del semestre de invierno de 1928-9 en la Universidad de Friburgo.10 Posteriormente, en 1938 y 1946, Wahl impartió conferencias consagradas precisamente a Einleitung, que fueron publicadas en formato libro bajo el título Introduction à la pensée de Heidegger: Cours donnés en Sorbonne de janvier à juin 1946. Podría decirse que en Francia estableció las bases para una lectura existencialista y humanista de Heidegger, contraria a los propios deseos del filósofo alemán.11

4. Filosofía de lo concreto

La publicación de Vers le concret en 1932 fue un hito en la filosofía francesa, aunque en la actualidad la obra prácticamente no se recuerda. En efecto, Wahl consolidó con la salida de este libro una nueva tendencia en la reflexión filosófica que se mantendría vigorosa toda la primera mitad del siglo XX, especialmente representada por las grandes figuras que fueron Sartre y Merleau-Ponty, luego sería reemplazada poco a poco en la segunda mitad por nuevas corrientes de pensamiento, como el estructuralismo y el posmodernismo. Aquella tendencia hacia lo concreto consistía centralmente en la reivindicación de la experiencia subjetiva como acceso a la realidad y la divinidad. En particular, tuvo por entonces una reconocida influencia en la generación de los jóvenes fenomenólogos franceses, como Beauvoir, Levinas, Merleau-Ponty y Sartre.

En Vers le concret, Wahl da cuenta de una revolución en curso al interior del pensamiento contemporáneo iniciada por pensadores como James, Whitehead y Marcel.12 La obra es una recopilación de tres estudios dedicados a estos tres filósofos: el primero es un comentario de la correspondencia de William James editada por su hijo Henry James en 1920; el segundo, una exposición de los principios de la metafísica especulativa del organismo de Whitehead; y el tercero, una extensa reseña del Journal métaphysique de Marcel. Cuenta con un célebre prólogo, donde el autor anuncia el nuevo camino de la filosofía contemporánea.13 Esta nueva filosofía representa una superación de las parciales visiones antitéticas del materialismo y el idealismo, una identificación de la inmanencia y la trascendencia al interior de la experiencia subjetiva, y una reforma de las ideas modernas de causa y de substancia, como también de espacio y de tiempo. Semejante reforma filosófica iba a la par de los nuevos descubrimientos científicos. Wahl afirmaba que los avances recientes de la física habían hecho temblar y desquebrajarse al edificio conceptual de la tradición metafísica. En efecto, la teoría de la relatividad de Einstein había redefinido las nociones de espacio y tiempo, el modelo atómico de Bohr y el concepto de quanta de Planck habían modificado las concepciones de la materia y la energía, el principio cuántico de indeterminación formulado por Heisenberg había hecho que se reconsidere el principio determinista de causalidad. De ahí que Wahl (1957) advierta que la física contemporánea se ha adelantado a la filosofía en ciertas cuestiones: “En la física contemporánea, un átomo no tiene existencia en el instante t''. El tiempo no puede más aparecer como un cuadro vacío y extraño, el tiempo de la acción le es inherente como melodía temporal” (p. 218).

Las primeras preguntas que surgen de Vers le concret derivan, naturalmente, de su título. ¿A qué se refiere el autor con “lo concreto”? ¿Qué sentido tiene la preposición “hacia”? Empecemos por el segundo interrogante. La preposición “hacia” denota una indicación de una dirección que el pensamiento contemporáneo precisaba tomar, si no quería quedarse encallado en corrientes y teorías vetustas (e.g. idealismo, materialismo, neokantismo, positivismo). Así pues, el libro se presentaba como una suerte de brújula, cuya aguja apuntaba hacia lo concreto. Puede decirse también que la frase “hacia lo concreto” es una suerte de consigna. Pero, cabe aclarar aquí que la directriz wahliana no estaba acompañada de un sistema filosófico que debería adoptarse, esto es, una serie de principios sobre la realidad y un método para comprenderla. Al contrario, el llamamiento hacia el dominio de lo concreto era desde su concepción antidoctrinario y hacía simplemente de indicación.

No uso aquí la palabra “indicación” de manera casual. Este sustantivo proviene del verbo latino “indicare”, que, a su vez, se deriva de la palabra “index”. “Indicare” e “index” evocan la idea de alguien que con el dedo índice señala hacia una dirección para revelar a su interlocutor un escenario desatendido u oculto hasta el momento. Precisamente, a este mismo gesto se refiere Wahl (1932, p. 23) cuando dice que lo concreto no es lo dado (le donné), sino lo perseguido (le poursuivi) por el filósofo. De hecho, cada filósofo hasta la fecha dio cuenta de un aspecto de lo concreto a través de sus meditaciones. Sin embargo, existe siempre el peligro de que la reflexión se dé en un nivel demasiado abstracto y alejado de la realidad concreta. Wahl afirma que lo concreto no es evidente para el filósofo, ni tampoco para el científico, aunque paradójicamente se trate de la experiencia patética e inmediata que tiene toda persona en su cotidianeidad. En el Traité de métaphysique, Wahl (1957) habla de esto mismo en términos del “sentido común” de las personas en contraste con la visión científica del mundo de los sabios:

El mundo del sentido común es el punto de partida del mundo de la ciencia [.…] [E]l punto de vista del sentido común es el punto de vista del hombre ubicado en su condición; el punto de vista del sabio, aquel del hombre en la medida que puede ubicarse fuera de su condición ordinaria. (p. 122)

Los sabios toman entonces un punto de vista externo de la realidad para descomponer analíticamente aquello que se da de modo inmediato y total en la vida ordinaria. Por ejemplo, el espacio vital, esto es, el espacio vivido subjetivamente a través del cuerpo que soy, se traduce a un espacio matematizado, un espacio geométrico organizado partes extra partes. Lo mismo sucede con la duración, cuando se la reduce a una sucesión de instantes —falaz visión espacializada del tiempo, como sostuvo previamente Bergson—. En cambio, la filosofía wahliana sugiere un movimiento de retorno desde las construcciones científicas hacia el mundo en su carácter concreto:

Lo que nos importa sobre todo es ver el mundo en su carácter concreto, no solo el mundo de cualidades primarias a las que Descartes cree que deben reducirse los cuerpos, sino un mundo dotado de cualidades secundarias, como lo pensaban filósofos como Berkeley, Bergson, Whitehead y, para usar la expresión de Alexander, dotado de cualidades terciarias, es decir, de valores. Un mundo así no se puede descomponer en elementos homogéneos, en átomos o electrones, sino en centros concretos, es decir, en particulares vistos como totalidades. (Wahl, 1957, p. 23)

Ahora bien, volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿qué es lo concreto para Wahl? Adviértase antes que nada que de lo concreto no hay en la literatura wahliana ninguna definición sustancial y definitiva, puesto que no se trata de una realidad sustancial. Según Panagia (2024), “[l]o concreto de Wahl no es ni una totalidad sintética ni un monismo desagregado, sino una oscilación entre pluralidades en la inmediatez de la experiencia” (p. 105). Sobre él, entonces, se ofrece solamente una serie de condiciones que debe cumplir. Expongámosla a continuación.

En primer lugar, lo concreto es sinónimo de lo real o de la realidad captados de la manera más plena y completa posible. Por ende, lo concreto se distingue de lo abstracto, es decir, de la comprensión analítica de lo real a partir de modelos, divisiones, simplificaciones, etc. Este último es el modo de proceder de la ciencia, mientras que la filosofía intenta dar cuenta de la realidad en su concreción. En segundo lugar, lo concreto aparece en, o mejor dicho, es la experiencia inmediata de los individuos. Se da inicialmente por la percepción, entendida como una “comunión”, un “contacto”, una “participación” o un “choque” de mí mismo con el mundo —nociones usadas por los filósofos examinados en los capítulos de Vers le concret—. La percepción tiene la peculiaridad de presentar de inmediato lo real sin estar acompañada de una explicación. La riqueza de la realidad se presenta de modo total en un primer momento, ajena a todos los sistemas conceptuales, que, en un segundo momento, la descomponen y recomponen con la pretensión de dar cuenta de sus estructuras últimas. Wahl (1932) afirma en el prólogo de Vers le concret que la filosofía contemporánea de James, Whitehead y Marcel, pese a sus diferencias, se caracteriza por una reivindicación de “los derechos de lo inmediato”, el “sentimiento de lo dado” (Wahl, 1932, pp. 3, 7). En la misma línea, Wahl admira el “primer de los principios” de los fenomenólogos (Wahl, 1932, p. 7), refiriéndose al “principio de todos los principios” de § 24 del primer tomo de Ideas de Husserl (1913/2013). Este establece que “toda intuición originariamente dadora es una fuente legítima de conocimientos” y ordena tomar su contenido “simplemente como lo que se da” y “sólo en los límites en que ella se da” (p. 130). Toda teoría, dice el fenomenólogo, extrae su verdad de las daciones originarias de la percepción. Como se mencionó en una sección anterior, la fenomenología alemana es considerada una expresión más de la tendencia filosófica hacia lo concreto.

La cita anterior que expresa la importancia del mundo en su carácter concreto asimismo enuncia una reivindicación de la experiencia psicológica e inmediata de la nueva filosofía. Las cualidades secundarias, despreciadas por los modernos (Galileo, Descartes, Locke) debido a que no son enteramente cuantificables y objetivas, son consideradas en Vers le concret el corazón de la realidad concreta. Lo mismo sucede con los valores morales, que Wahl toma por entidades siguiendo a Alexander y Scheler, o ingredientes intrínsecos de ciertos elementos de la realidad, según la teoría de la entelequia de Whitehead. La reivindicación de la experiencia inmediata está ligada a la defensa del empirismo de Wahl, aunque aquí se trata de un nuevo empirismo, distinto del empirismo moderno (sobre todo, la doctrina empirista de Hume), que no era más que un mero sensualismo atomista. “El error del empirismo, cuando es comprendido de una manera rudimentaria, es considerar las relaciones como discontinuas”, advierte Wahl (1957, p. 17). En cambio, el nuevo empirismo que se puede distinguir en la filosofía de Whitehead tiene un enfoque holístico, que trasciende el campo de las meras sensaciones simples de color, sonido, etc.

Este empirismo nos pone ante realidades que son el pasado en la medida que presiona sobre el presente, el tiempo como una sucesión de bloques de duración, el espacio como voluminoso, ante lo que está por debajo de nuestras inducciones y percepciones, el sentido de nuestro cuerpo, el sentido de la conformidad del futuro con el pasado, nuestra aprehensión de lo que nos es exterior. (Wahl, 1932, p. 127)

La experiencia, en todos sus escalafones, está formada por “bloques” o “totalidades”, que consisten en una “mezcla de continuo y de discontinuo” (Wahl, 1932, p. 5). Por ejemplo, el color rojo no se da por sí solo a la sensibilidad, no existe la sensación simple y pura del rojo, esta es más bien un producto de un proceso de abstracción intelectual. La experiencia concreta —la cual, adviértase antes que nada, no puede ser por principio enteramente traducida en palabras— es la de un objeto (por ejemplo, una alfombra), ubicado en un espacio (la sala de estar), que percibo desde la perspectiva de mi cuerpo y su ubicación (yo cómodamente sentado en un sillón), que se encuentra junto a otros objetos y forma con ellos un conjunto (el mobiliario), que está inserto en una duración temporal (la hora del té), al interior de la cual sufre modificaciones y también se mantiene como unidad idéntica a través de los cambios (las distintas tonalidades que adopta la misma alfombra roja a medida que se acaba el día y los rayos del sol se atenúan). Según Wahl, a esto se refiere James cuando exhorta a considerar las cosas at their face value, es decir, considerando todo su “espesor”, su “brutalidad” y su “belleza”. Contra el neocriticismo, el autor de Vers le concret advierte que las propiedades y las relaciones de los objetos forman parte sustancial de las cosas, no están agregadas sintéticamente por un acto de inteligencia que unificaría datos simples aislados. Esto es lo que profesan justamente las filosofías inglesas de Bradley y Whitehead.

La filosofía de lo concreto de Wahl rescata del empirismo contemporáneo, aunque también de la doctrina de Locke, la idea de que en la experiencia sucede un encuentro del espíritu con algo distinto a sí mismo, esto es, algo que no tiene su origen en él, ni puede ser eventualmente absorbido por él. En sus propias palabras, “el empirismo se define por su afirmación de la no-deductibilidad del ser, por su afirmación de lo dado, es decir, de algo inmediato que es acogido, recibido” (Wahl, 1932, p. 6). Wahl asocia esta afirmación con la lección kantiana de que la existencia no puede reducirse a mero predicado del juicio. La existencia, en el sentido amplio de realidad, se revela como contingente, pero también como indudable a partir del contacto o participación que tenemos con ella. Lo esencial radica en el reconocimiento de que el ser es irreductible al conocimiento, punto en que coinciden James, Whitehead y Marcel. “El espíritu se encuentra frente al objeto […] hay algo en el objeto que no es susceptible de ser asimilado o agotado completamente por él” (Wahl, 1932, p. 11). El pluralismo anglosajón en general también adhería a la tesis realista de irreductibilidad de los fenómenos: “lo dado es para él aquello que nos resiste, aquello que está por fuera de nosotros” (Wahl, 1920, p. 243).

Sin embargo, Wahl advierte que la realidad jamás nos es absolutamente extraña. Hay una ambigüedad y oscilación entre las dimensiones de la trascendencia y la inmanencia, como también se puede hablar de una continuidad en elementos que aparecen como fragmentos, pedazos o mosaicos de una totalidad. Tal como dice Whitehead, las categorías de sujeto y objeto no son opuestas desde el momento que se considera al sujeto como una transformación del objeto. Esto es expresado con el neologismo de “superjeto” (superject, según la traducción al francés de Wahl), formado a partir de la sustitución del sufijo “sub-” (debajo de) por “super-” (por encima de) de la palabra “subiectus” (según la tradición aristotélica, aquello que subyace como sustrato o soporte de propiedades). El supersujeto se caracteriza por el acto de prehensión, que es la acción de unificación de las entidades reales externas en el interior o también el proceso por el cual la naturaleza entera se vuelve percepción (Wahl, 1932, pp. 153 y ss.). Para el filósofo inglés, el sujeto “no es sino una eflorescencia” y el objeto “es el humus y el espectáculo del sujeto” (Wahl, 1932, p. 155). El conocimiento mental del sujeto es entonces la conciencia reflexiva de una totalidad que toma conciencia de sí misma en el acto de prehensión de objetos y eventos. Wahl habla en varias ocasiones de la proximidad que hay entre la filosofía del organismo de Whitehead y la de las mónadas de Leibniz, sobre todo en la cuestión de la percepción. Asimismo, el intérprete señala que la doctrina de Whitehead está en tándem con las tesis que defiende James en su famoso artículo “Does ‘consciousness’ exist?” de 1904: “La conciencia no aparece más como una entidad. Ella es una función, o más exactamente es un punto de vista (S. M. W., p. 178)”14 (Wahl, 1932, p. 172). Asimismo, la exterioridad es “un sentimiento antes de ser una afirmación de la inteligencia”, puesto que nuestra relación con el mundo exterior sucede bajo “el tono emocional” (Wahl, 1932, pp. 169-70). El sentimiento es más primitivo que el juicio (Wahl, 1932, p. 171).

Las filosofías pluralistas de Inglaterra y Estados Unidos de fines del siglo XIX e inicios del XX, objeto de estudio de su tesis doctoral de 1920, poseían un sentido “de lo concreto y lo práctico” al apreciar “el carácter diverso y el carácter temporal de las cosas”, en oposición a las visiones monistas del siglo XIX inspiradas sobre todo en Hegel, que creían en una “verdad inmovible y abstracta” (Wahl, 1920, pp. 240-242). Wahl tomó de ellas la “disposición de ver el mundo en su flujo y su diversidad” (p. 240), dado que, para él, la idea de diversidad y de tiempo están en el corazón de la filosofía pluralista. Por otro lado, alaba en pensadores como James el esfuerzo por reinsertar en la realidad los conceptos negativos de mal y error. Pues, el mal no es un bien menor, ni el error es una verdad distorsionada: debe reconocerse la existencia de estas negatividades y contradicciones en el seno del espíritu humano. Estas son las que hacen de la existencia una aventura seria y estremecedora en la que acechan verdaderos peligros. “Para él, existe el mal radical, errores absolutos, libertad pura” (Wahl, 1920, p. 243). De aquí que Wahl nombre a los pluralistas como empiristas románticos (véase Wahl, 1920, p. 244), puesto que a sus ojos los hechos son “duros”, “extraños” y “amenazantes”.

Wahl enseña que lo real es “a la vez inmanencia y trascendencia” (Wahl, 1932, p. 8). Esta idea es desarrollada desde la filosofía de la existencia de Kierkegaard, Heidegger y Jaspers en la conferencia titulada “Subjectivité et transcendance” que Wahl imparte en la Société Française de Philosophie el 4 de diciembre de 1937. Tal como señalan Schrift y Moore (2017), en su presentación de la transcripción traducida al inglés de la conferencia, esta dio lugar a uno de los debates más importantes de la filosofía europea del siglo XX en la que estuvieron involucrados Aron, Berdyaev, Heidegger, Jaspers, Levinas, Marcel, entre muchos otros (p. 153). Wahl disertó aquel día acerca del vínculo íntimo entre la subjetividad y la trascendencia. Interpretando a Kierkegaard, Wahl considera que la subjetividad toma valor del hecho de que “se encuentra a sí misma ante la presencia de un otro, del otro absoluto, del absolutamente diferente, de lo trascendente” (Schrift y Moore, 2017, pp. 157-158); “la más interna de las relaciones es, para Kierkegaard, una relación con algo externo, […] lo absolutamente trascendente se revela sólo por esta absolutamente inmanente relación con lo individual” (Schrift y Moore, 2017, p. 159). En su exposición, usa los términos “trans-acendencia” y “trans-descendencia” para referirse al doble movimiento paradójico de ir hacia las profundidades de lo subjetivo y hacia las alturas de lo trascendente. Semejante movimiento está presente tanto en Kierkegaard como en Heidegger. En el primero, aparece en la noción de angustia como tensión que vive el individuo humano por la presencia de la trascendencia dentro de sí, sin saber con certeza si se trata de Dios o del diablo, es decir, de una trascendencia benevolente o una malevolente. En el segundo, radica en la identificación de la trascendencia con la noción de sein in der Welt y la descripción de la vida como proyecto. Por otra parte, la condición existencial de Befindlichkeit, la condición de encontrarse (o “disposición afectiva”, según la tradición de Rivera) descripta por Heidegger en el § 29 de Ser y tiempo, también remite a esta abertura del Dasein al mundo, a la condición de arrojado (Geworfenheit). El Dasein puede ser “afectado” o “golpeado” (betroffen) por los entes del mundo, de tal modo que el mundo muestra su aspecto amenazante.

5. Lógica, lenguaje y poesía

Uno de los rasgos distintivos de la filosofía de Wahl es su afirmación acerca de que el lenguaje y la lógica por sí mismos son deficientes para expresar plenamente la realidad en su carácter concreto. Esta tesis inaugura de hecho el prólogo de Vers le concret. El texto comienza con una crítica a la crítica que formula Hegel a propósito de la certeza sensorial (die sinnliche Gewissheit) en el primer capítulo de Fenomenología del espíritu. El francés señala que, si “lo particular y lo concreto” aparece como “lo más abstracto y lo más general”, cuando, por ejemplo, reconocemos que la frase “ahora es de noche” resulta a veces verdadera y otras falsas según el momento del día, “¿no deberíamos más bien decir que el lenguaje, lejos de revelar lo real, se ha revelado a sí mismo, pero como impotente?” (Wahl, 1932, p. 1). Así, las expresiones que buscan designar la experiencia inmediata, como, por ejemplo, los adverbios de lugar y tiempo (aquí, ahora), los pronombres y todos los restantes deícticos de la lengua, son siempre insuficientes en su intención debido a sus características de ser abstractos y relativos. Hegel ha visto muy bien el problema, según Wahl, pero creyó erróneamente que este era un argumento para desmantelar el empirismo y desvalorizar el saber de lo inmediato o de lo que está siendo (Wissen des Unmittelbaren oder Seienden ist). En realidad, lo que demuestra Hegel es que los elementos lingüísticos deícticos no logran expresar la realidad, sino meramente designarla (Wahl, 1957, p. 18). Según Wahl, Marcel estaba al tanto de este problema. Su concepto de hecceidad (eccéité) pone en evidencia los límites del pensamiento racional al momento de querer dar cuenta del sentimiento inefable e irracional de la existencia. La noción designa principalmente la singularidad única e irrecuperable de una experiencia del sujeto imposible de ser generalizada en términos abstractos y universales. Corresponde al aquí, el ahora, la sensación, mi cuerpo, “tantas formas de la hecceidad sobre las cuales la reflexión no puede incidir [mordre]”, cita Wahl de Journal métaphysique en su comentario (Wahl, 1932, p. 236). Estas formas son modos de la participación, de la misteriosa unión de nosotros con el mundo.

or otra parte, Wahl señala que el lenguaje en su estructura lógica amolda la realidad según el esquema aristotélico de la sustancia y los accidentes, el sujeto y los predicados. Este esquema, conservado en la modernidad por Kant con su teoría del entendimiento y sus conceptos puros, es inadecuado para dar cuenta de la realidad en toda su riqueza. En este punto, Wahl abraza la propuesta de Whitehead:

[N]o hay sustancia que no esté presente en otra sustancia […]; no hay una cosa que no tenga necesidad de otra cosa para existir. La idea de substancia, en cuanto que distinta de sus atributos, es una idea falsa, y el esquema sujeto-predicado, que no vale sino para grados de abstracción relativamente elevados, no puede servir en la descripción de nuestra experiencia concreta. (Wahl, 1932, p. 136)

Wahl advierte que hay un desfasaje entre lo real tal como se manifiesta inmediatamente a la percepción y lo real tal como es explicado por los conceptos y las leyes de la ciencia. Esta última “nos muestra el reverso de la tapicería” (Wahl, 1932, p. 2). La trama continua de colores del anverso aparece irreconocible cuando se da vuelta la pieza y se ve la urdimbre. Así sucede precisamente cuando se reducen las cualidades secundarias a las primarias en la ciencia moderna. La totalidad concreta y vivenciada inmediatamente del verde, pero, incluso, el verde tomado como un carácter ingrediente de un objeto en un entorno, por ejemplo, el verde de la pradera en primavera, es de cierta forma degradado cuando se lo explica como una longitud de onda de la luz de 620 a 750 nanómetros que se refleja en un objeto opaco hacia mis ojos. La tarea de la ciencia es la descomposición de lo real, lo cual tiene sus grandes beneficios para la humanidad. Según Wahl, no se trata de tomar una actitud anticientífica y desechar toda explicación proveniente de la ciencia. Al contrario, hay que reconocer los alcances y los límites de la visión científica: “un instrumento de análisis puede descomponer lo real; es poco probable que pueda mostrar cómo está hecho o incluso describirlo tal cual es” (Wahl, 1932, p. 3). El punto de partida es la experiencia inmediata, prerreflexiva, preteórica, “el punto de vista del sentido común”, que es sobre el cual se apoya “el punto de vista del sabio” cuando se ubica por fuera de su condición ordinaria” (Wahl, 1957, p. 22). La visión del sabio o del científico se coloca necesariamente fuera de la condición ordinaria del ser humano (Wahl, 1957, p. 22). Estas indicaciones hacen pensar en las ideas de la fenomenología tardía de Husserl acerca de la crisis de la ciencia y el mundo de la vida, así como también el concepto existencial de In der Welt Sein de Heidegger. En un artículo sobre Kierkegaard y Heidegger, Wahl afirma que “el mundo intelectual es un mundo forjado para la práctica de todos los días; y que el mundo de la teoría metafísica deberá ser el mundo profundamente práctico que redescubriremos más allá del mundo intelectual” (Wahl, 1938, p. 474).

El poder de la poesía es poder expresar en sus versos “una unión de la conciencia y de lo inconsciente, de lo subjetivo y lo objetivo” (Wahl, 1944, p. 78). Así, hay una convergencia entre la metafísica y la poesía, puesto que “tratan de los mismos asuntos, con técnicas diferentes” (Wahl, 1944, p. 79). Estos temas remiten a “un sopor [torpeur] enorme en el fondo de la naturaleza y, a veces, en el fondo de nosotros” (Wahl, 1944, p. 87-88): este letargo también es llamado “la Verdad metafísico-poética” (Wahl, 1944, p. 97). Pero una intenta captarlo en términos conceptuales, mientras que la otra busca romper los límites del lenguaje racional. La poesía admite la unión de los contrarios, al sentido impuro de las palabras que van más allá de los significados ordinarios.

Es precisamente por esta unión de cosas que se contradicen que el poeta podrá no solo llevarnos hacia el más allá, sino que, una vez que hayamos vislumbrado ese más allá, hacernos regresar al aquí y ahora, uniendo la inmanencia con la trascendencia. (Wahl, 1944, p. 94)

Wahl señala que no es casualidad que los primeros filósofos griegos eran con frecuencia poetas o se expresaban en versos poéticos, como Anaximandro y Parménides. Al mismo tiempo, subraya la tendencia de los pensadores contemporáneos en apoyarse en las intuiciones de los poetas: por ejemplo, en las interpretaciones de Heidegger sobre Rilke y Hölderlin y las de Whitehead sobre Wordsworth y Shelley.

Además de la metafísica y la poesía, Wahl considera el dibujo, el color, el sonido de la música y la mística como otras vías para acceder a las profundidades de lo concreto: “algunos trazos de Rembrandt, un color del Greco, no despiertan pensamientos menos espiritualmente metafísicos que tal poema de Vigny o de Coventry Patmore” (Wahl, 1944, p. 91). Ahora bien, la experiencia del místico tiene una cualidad excepcional, pues penetra en aquel nivel abismal de la experiencia (transdecendencia) donde las palabras se evaporan y reina el silencio sagrado. La poesía es en ocasiones un intento de hacer hablar a ese silencio: en palabras de Wahl, es una “dialéctica” o “un diálogo del diálogo con el silencio”, donde la palabra lucha por no ser “englutida” en el silencio y renacer” (ver Wahl, 1944, p. 87, nota 1).

La poesía puede funcionar de “acceso al mundo metafísico”, debido a que el poeta “parte de motivos metafísicos” (Wahl, 1944, p. 80). Poetas como Blake presentan en sus versos “una concepción que podríamos llamar concreta del espacio y del tiempo” (Wahl, 1944, p. 84). Wahl gusta mencionar en sus textos los ejemplos de Wordsworth y Shelley, presentándolos como dos miradas penetradas por la tradición platónica, pero cada uno revela dos aspectos contrapuestos: “Wordsworth nos hace sentir la Naturaleza en su inmovilidad y Shelley, en su incesante movilidad” (Wahl, 1944, p. 81). El poema de Milton “The Heavens and the Earth” habla del espacio como hijo del tiempo, la unidad que mide el cambio y es limitada. Expresa, por ende, “el verdadero espacio”, el espacio “sentido por nosotros”, que difiere al descripto por la ciencia, como también invoca al “verdadero ritmo”, el tiempo en su “más pequeña parcela”, el “instante” (Wahl, 1944, p. 83). El joven Hegel pone en palabras su misticismo panteísta en su “Eleusis”, dedicado precisamente a Hölderlin. A su vez, la poesía se zambulle en el alma humana y “nos hace captar bajo el aspecto de lo más universal aquello que es más subjetivo” (Wahl, 1944, p. 89). En esto insiste más la poesía moderna que la antigua: su subjetividad lírica y su romanticismo.

Wahl mismo ha intentado expresar en algunos de sus poemas las experiencias metafísicas inefables que vivimos en la participación de nuestro espíritu con el mundo. A continuación, transcribo dos poemas particularmente representativos de este anhelo poético: “Cosa” y “Objeto”. Estos fueron publicados en la revista canadiense La Nouvelle Relève en julio de 1945. Los versos hacen uso de una serie de figuras retóricas y líricas (metáforas, epítetos, sinécdoques, etc.) para dar cuenta de la cosa y el objeto, tanto de su identidad como de la posibilidad de distinguirlos, tal como busca hacer a su modo la prosa ensayística de la filosofía.

ChoseCosa
La chose.La cosa.
Je dirai la chose informe et basse,Diré la cosa amorga y baja,
Ou haute comme les montagnes,O alta como las montañas,
L’obstacle,El obstáculo,
La dureté,La dureza,
Depuis la boue jusqu’à Dieu.Desde el barro hasta Dios.
Et après la chose et la personneY después de la cosa y la persona,
Je dirai cet ange de lumièreDiría ese ángel de luz
Qui plongea aux enfers pour y trouver uneQue descendió a los infiernos para encontrar allí una
jeunesse désespérée,juventud desesperada,
Pour être le désordre,Para ser el desorden,
Satan, celui qui ne va jamais en arrière.Satán, el que nunca va hacia atrás.
ObjetEl objeto
Posé sur lui-même,Posado sobre sí mismo,
En lui-même englouti,En sí mismo engullido,
Sortant de lui-même,Saliendo de sí mismo,
Envahissant,Invadiendo,
Voici l’objet,He aquí el objeto.
Le fond sans fond,El fondo sin fondo,
Le petit soleil foudroyéEl pequeño sol fulminado
Présent, absent,Presente, ausente
Il joue à cache-cache avec mes yeux et mon esprit,Juega a las escondidas con mis ojos y mi espíritu
Eux-mêmes images,Ellos mismos imágenes,
Sortant de moi pour être l’autre,Saliendo de mí para ser el otro,
Sortant de l’autre pour être moi,Saliendo del otro para ser yo,
Me dépassant, dépassé par moi,Superándome, superado por mí,
Identique à moi, éternellement autre. Idéntico a mí, eternamente otro.
Voici l’eucharistie des sens,Aquí está la eucaristía de los sentidos,
La trinité réalisée,La trinidad realizada
Le baptême dans cette essence,El bautismo en esta esencia
Et la Parole incarnée.Y la Palabra encarnada.
Grands objets, la montagne et la mer,Grandes objetos, las montañas y el mar,
La pyramide du désert,La pirámide del desierto,
La voûte des églises romanes,La bóveda de las iglesias románicas,
Et les natures mortes de Cézanne;Y las naturalezas muertas de Cézanne;
Petits objets voisins des larmes,Objetos pequeños cercanos a las lágrimas,
Telle marguerite des champs. Como margaritas de los campos.
(Wahl, 1945, pp. 183-184)

6. Palabras finales

Espero haber mostrado en este artículo la inmensa riqueza de la filosofía de Wahl. Por supuesto, de ninguna manera creo haber agotado el tema. La amplitud del corpus walhiano amerita un análisis más extenso que el que puede elaborarse en los límites de un artículo académico. Mi aporte es reducido, pero tengo la esperanza de que pueda contribuir a la revitalización del pensamiento de Wahl en la actualidad. Esta revitalización se encuentra en marcha, lo que se constata en la publicación de Transcendence and the Concrete: Selected Writings a cargo de Schrift y Moore en 2017, una traducción al inglés de textos esenciales de Wahl acompañada por un excelente estudio preliminar. En el mundo hispanoparlante, el proceso aún no ha mostrado señales claras. Es por este motivo que decidí llevar a cabo aquí un examen de la filosofía de lo concreto en sus lineamientos generales. He demostrado que lo concreto para Wahl es el objeto por excelencia de la reflexión filosófica, además de ser la fuente de la inspiración poética y religiosa. No puede ser apresado enteramente por el pensamiento y el lenguaje conceptuales. Es la experiencia inmediata de la realidad. En esta experiencia, se da una fusión de la inmanencia y de la trascendencia, de modo tal que la introspección hacia las profundidades de lo subjetivo se revela paradójicamente como un acceso a lo trascendente, a aquello que se presenta como externo y ajeno respecto de la ipseidad. Como he querido argumentar, estas tesis son elaboradas por Wahl tomando prestadas una serie de afirmaciones de filósofos contemporáneos (e.g. Kierkegaard, Hegel, Heidegger, James, Whitehead, Marcel, entre muchos otros). Su labor de intérprete no estaba disociada de su construcción de un pensamiento filosófico original. Esta es quizás una de las características más sorprendente de su obra: la capacidad de reunir una diversidad de teorías en una tendencia general que él consideraba propia de su época. Queda pendiente la tarea de hacer una investigación que determine con claridad y precisión la penetración que tuvieron las ideas de Wahl sobre lo concreto en los intelectuales franceses más destacados del siglo XX: Bataille, Merleau-Ponty, Sartre, Beauvoir, Deleuze, Henry, Derrida, entre muchos otros. Es probable que nos sorprendamos al descubrir que muchas de estas ideas fueron antecedentes fundamentales para las filosofías que vinieron luego.

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Notas

1 Por ejemplo, Wahl carece de un capítulo dedicado en la primera parte “Les grands héritages” de Histoire de la philosophie française au XXe siècle de Jean-François Petit (2009), a diferencia de Bergson, Brunschvicg, Bachelard y Blondel. Asimismo, en Histoire de la philosophie au XXe siècle, Christian Delacampagne (2000) lo menciona únicamente en seis ocasiones para dar cuenta de su influencia en Politzer (p. 133), su papel en la recepción francesa de Heidegger (p. 209), la importancia que tuvo en la formación de Sartre a través de su libro Le Malheur de la conscience (p. 260), la invitación que hizo a Althusser el 24 de febrero de 1968 a la Société Française de Philosophie (p. 296), así como su aporte a Lévi-Strauss (p. 319) y su amistad con Levinas (p. 346).
2 Cita recuperada indirectamente de la Introducción de Transcendence and the Concrete: Selected Writings de Schrift y Moore (2017, p. 15). La fuente original de la cita es: Laurent, N (1946). Compte rendu de Jean Wahl, Tableau de la philosophie française, Critique, 1(3–4), 372.
3 Todas las traducciones de textos fuentes citados son de mi autoría.
4 En sus diarios de guerra, por ejemplo, Sartre registra que, durante la década del treinta, había una “comunidad de curiosos y buscadores” en su joven generación que denunciaba el envejecimiento de la filosofía francesa y proclamaba la necesidad de rejuvenecerla. Vers le concret de Wahl y las traducciones de Heidegger por Corbin vinieron a suplir esa necesidad de aquella insatisfecha juventud intelectual (Sartre, 1995, pp. 404 y ss.).
5 Para una reconstrucción más completa de su vida, véase Cavallazzi Sánchez & Palavicini Sánchez (2011); Schrift. & Moore (2017); Levinas et al. (1976).
6 Sigo aquí la reconstrucción histórica de Jarczyk y Labarrière (1987) en su libro De Kojève à Hegel: cent cinquante ans de pensée hégélienne en France.
7 Hegel gozaba de muy mala fama en las primeras décadas del 1900 entre los profesores de Filosofía del nivel superior. En efecto, en sus charlas con Gerassi, Sartre cuenta que Lachelier, a cargo del programa examinador de agrégation junto con Wahl, amenazaba a los estudiantes con un aplazo inmediato para quien se atreviese a preparar una disertación sobre Hegel (Gerassi & Sartre, 2009, p. 53). Por otra parte, Althusser recuerda que, cuando él era alumno de la ENS, Brunschvicg decía con total desparpajo que Hegel era un “retrasado mental” durante sus clases (Althusser, 1970, p. 73).
8 Véase las intervenciones de Sartre y Marcel en el coloquio internacional de la UNESCO: en Sartre et al. (1968).
9 El prólogo del libro Vers le concret fue también publicado en el primer número de la revista Recherches philosophiques, editada por Koyré, Puech y Spaier. Esta revista anual se distinguió por su evidente afinidad con la fenomenología alemana. Los dos primeros volúmenes incluyeron traducciones de artículos fundamentales, como “Von Wesen des Grundes” de Heidegger, además de textos de Conrad-Martius, Becker y Löwith. A partir del segundo volumen, se incorporó una sección dedicada a la “Fenomenología”, que contenía reseñas críticas de las novedades más relevantes en este campo, con contribuciones de autores como Minkowski y Marcel. Es especialmente notable que el último número estuviera compuesto por “La trascendencia del ego de Sartre”, su primer trabajo publicado de investigación fenomenológica.
10 El curso está disponible hoy en el volumen 27 de las Gesamtausgabe.
11 En un intercambio epistolar entre Wahl y Heidegger en el mes de diciembre de 1937 en torno al contenido de la célebre conferencia “Subjectivité et transcendance” que el francés impartió en la Societé Française de Philosophie, el autor de Ser y tiempo declara que su propio pensamiento no podría calificarse de Existenzphilosophie, puesto que sólo se ocupa del ser humano en la medida que este puede esclarecer el ser (das Sein).
12 En realidad, el término “revolución” no está en Vers le concret, sino en el Traité de métaphysique (Wahl, 1957, pp. 5-8). Aquí me tomo la licencia de traerlo a colación, ya que ambos textos hablan del mismo cambio de época en la filosofía.
13 Los textos recopilados habían sido publicados previamente por separado en dos revistas de filosofía: “William James d’après sa correspondance” aparece en los nro. 93-4 (1922) de Revue Philosophique de la France et de l’Étranger; “La philosophie spéculative de Whitehead” en los nro. 111-2 (1931) de la misma revista; y “Le Jornal Métaphysique de Gabriel Marcel” en el nro. 1 de Revue de Métaphysique et de Morale, que Wahl dirigida posteriormente entre 1960 y 1974.
14 Wahl aquí está citando Science and the Modern World de Whitehead en su edición de 1927.

Notas de autor

1 Universidad de Buenos Aires, Argentina. Universidad Nacional de Lanús. ANCBNA. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

Profesor y Doctor en Filosofía por la UBA. Enseña en la UBA, la UNLa y el instituto terciario porteño Saint Jean (A-492). Se desempeña como becario posdoctoral del CONICET, realizando su investigación en el CEF-ANCBA, donde examina el papel de la solidaridad y la violencia en las éticas de Jean-Paul Sartre. Ha coeditado, junto a Thaís Oliveira, Volver a Sartre: 80 años de El ser y la nada (RAGIF Ediciones, 2024). Es autor de El problema de los otros en Jean-Paul Sartre: magia, conflicto y generosidad (SB, 2022). También ha contribuido a la obra colectiva Sartre and the International Impact of Existentialism (Palgrave Macmillan, 2020) con el capítulo “A Brief History of the Reception of Sartre in Argentina”. Integra equipos de investigación universitarios dedicados al estudio de la fenomenología concreta y la violencia. Es miembro del grupo editor de RAGIF, colaborando tanto en la publicación de la revista Ideas (ISSN 2451-6910) como en la editorial RAGIF Ediciones.

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