¿Son las humanidades (in)útiles en siglo XXI?
Recepción: 31 julio 2024
Aprobación: 12 septiembre 2024
Resumen: Este trabajo examina las intervenciones de la filosofía en los programas de Teoría de la Comunicación y Teoría y Análisis del Discurso Literario, dos asignaturas pertenecientes a la carrera de Letras (Facultad de Filosofía y Letras, UCA). Concretamente, se pasa revista a tres núcleos temáticos (la construcción discursiva de la otredad, la hermenéutica y la deconstrucción como prácticas de lectura y la delimitación de las fronteras entre ficción y realidad) que surgen en los estudios literarios y exigen respuestas filosóficas, instaurando un ida y vuelta entre ambas disciplinas. Para terminar, se postula la estrecha relación entre la poesía y la filosofía desarrollada por autores como Derrida, Agamben y Lacoue-Labarthe en el cambio del siglo XX al XXI.
Palabras clave: Filosofía, Teoría Literaria, Ficción, Poesía.
Abstract: This paper examines the interventions of philosophy in the programs of Communication Theory and Theory and Analysis of Literary Discourse, two subjects belonging to the Literature degree (Faculty of Philosophy and Letters, UCA). Specifically, three thematic cores are reviewed (the discursive construction of otherness, hermeneutics and deconstruction as reading practices and the delimitation of the boundaries between fiction and reality) that arise in literary studies and demand philosophical responses, establishing a back and forth movement between both disciplines. Finally, we postulate the close relationship between poetry and the philosophy developed by authors such as Derrida, Agamben and Lacoue-Labarthe at the turn of the 20th to the 21st century.
Keywords: Philosophy, Literary Theory, Fiction, Poetry.
1. Algunos/as profesores/as universitarios/as tienen la fortuna de enseñar literatura. Su tarea consiste básicamente en leer, analizar y contextualizar junto a sus estudiantes poemas, cuentos, novelas y textos dramatúrgicos que conforman universos imaginarios y que asoman como puntas de iceberg para desentrañar el sistema de un autor, de una tradición o de una época determinada. Como es sabido, el encuentro con los textos literarios en este tipo de clases suele generar un espacio de intercambio y debate que muchas veces se abre a preguntas existenciales: ¿cuál es el sentido de nuestras vidas?, ¿qué es el amor?, ¿qué significa ser feliz?, ¿somos libres o las circunstancias nos obligan a actuar de cierta manera?, ¿cómo opera la memoria?, ¿es posible recuperar el tiempo pasado?
A otros profesores y profesoras, en cambio, nos toca enseñar teoría literaria y lidiar, por lo tanto, con preguntas mucho más específicas. Estas resultan apasionantes también, desde luego, pero para un círculo más reducido de interesados/as: ¿qué son los textos literarios?, ¿existen características comunes a todos ellos?, ¿qué es un autor?, ¿qué operaciones realizamos cuando leemos?, ¿qué es una autora?, ¿cómo estudiar las relaciones de una obra literaria con la sociedad de su tiempo?, ¿qué herramientas nos permiten echar luz sobre los procedimientos textuales y la construcción del significado?, ¿por qué seguimos leyendo ciertos textos y no otros? En este trabajo nos guía el interrogante concreto de cómo y en qué medida la filosofía puede echar luz sobre estas cuestiones.
Elegí para este trabajo un título que hace alusión a una obra de Maurice Blanchot, L’Entretien infini, publicada por Gallimard en 1969. Blanchot fue un crítico y teórico de la literatura que se formó de joven con la lectura de Heidegger, que fue amigo de Lévinas y que inspiró a autores como Deleuze y Derrida. Quizás la figura de Blanchot pueda resultar un buen preámbulo para pensar las conexiones esenciales entre la filosofía y la teoría literaria, abriendo esta última al campo más amplio de las ciencias de la literatura.1
Ante una cuestión cuyas aristas se revelan –por supuesto– infinitas, he decidido encarar el desafío limitando mi exposición a una experiencia concreta, la de mi práctica docente en dos asignaturas que enseño en las carreras de grado de Letras (Facultad de Filosofía y Letras, UCA): Teoría de la Comunicación, una materia del segundo semestre de primer año, y Teoría y Análisis del Discurso Literario II, que se dicta en el segundo semestre de segundo año de la Licenciatura y el Profesorado en Letras. Con los programas en mano, pasaré revista a las intervenciones de la filosofía o de los filósofos y las filósofas en los contenidos de cada una de ellas.
2. Una primera mirada atenta a lo filosófico repara en la Unidad 3 del programa de Teoría de la Comunicación, titulada “La construcción discursiva del Otro”. En ese marco comenzamos presentando un enfoque semiótico o comunicacional de la otredad (a partir de La conquista de América (1982) de Todorov) y luego les proponemos a los/as estudiantes una serie de citas que remiten a la segregación del otro o la otra diferente, apelando a textos fundantes como lo son El segundo sexo (1949) de Simone de Beauvoir, Historia de la locura en la época clásica (1969) de Michel Foucault y La enfermedad y sus metáforas (1978) de Susan Sontag. Comprender que el otro que está excluido del nosotros tiene que ver con un acto de enunciación –inscripto en el orden del discurso– nos permite comprobar, con Peirce y con el narrador borgeano, que “un sistema no es otra cosa que la subordinación de todos los aspectos del universo a uno cualquiera de ellos” (Borges, 1994, p. 436).2 Es decir que los discursos ordenan la realidad según diversas jerarquías y omisiones –como lo expresaría una guía de Foucault para principiantes–, respondiendo a la fórmula expresada por Nietzsche, que, por mucho que nos pese, aún tiene increíble vigencia en las sociedades contemporáneas: “el otro es el mal”.
Frente a esta comprobación, el camino para revertir la exclusión y la injusticia se revela por el lado del diálogo, por el lado de una concepción del lenguaje en tanto respuesta a la presencia anterior y necesaria del otro (Bajtín). En esta reflexión cobran importancia los aportes de los llamados “filósofos del diálogo”, surgidos en torno a las dos grandes guerras europeas del siglo XX. Con los alumnos comentamos en clase los siguientes fragmentos:
Martin Buber, Yo y Tú (1923): “El espíritu no está en el Yo, sino entre Yo y Tú. No es como sangre que circula en ti, sino como el aire que respiras. El hombre vive en el espíritu cuando sabe responder a su Tú” (1982, p. 37).
Józef Tischner, Filosofía del drama (1998): “Ya en el origen de la conciencia del yo está la presencia del tú, o tal vez incluso del nosotros. Sólo en el diálogo, en la discusión y la contraposición, así como en la aspiración a crear una nueva comunidad, surge la conciencia de mi yo como ser autónomo, diferente al otro. Sé que existo porque sé que existe ese otro” (citado en Kapuscinski, 2007, pp. 77-78).
Emmanuel Lévinas, Ética e infinito (1984): A través del rostro, que me habla, establezco un lazo con el prójimo que me exige responsabilidad. El amor es responsabilidad por el prójimo sin esperar reciprocidad (2002, pp. 211-217).
Jürgen Habermas, Escritos sobre moralidad y eticidad (1991): “Sólo pueden pretender validez aquellas normas que pudiesen contar con el asentimiento de todos los afectados como participantes en un discurso práctico” (p. 101). En las sociedades modernas, sólo es posible una comprensión pacífica cuando los ciudadanos acuerdan mutuamente sus propios intereses.
3. Paso ahora a considerar el programa de Teoría y Análisis del Discurso Literario II. Al llegar a esta asignatura, los estudiantes ya han cursado una materia previa en la que recorremos los inicios de la teoría y la crítica literarias modernas o científicas, desde el Formalismo Ruso, pasando por el Estructuralismo, hasta llegar a las contribuciones permeables a los factores sociológicos de M. Bajtin y I. Lotman. Ya la primera unidad de T y A II nos enfrenta con conceptos y autores de la tradición filosófica:
Unidad 1: El foco puesto en el Lector
La Estética de la Recepción. La Escuela de Constanza y los aportes de Wolfgang Iser y H. R. Jauss. Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote”.
La Hermenéutica Literaria. Paul Ricœur: símbolo, mito y metáfora; explicación y comprensión; la ficción narrativa como un fenómeno de triple mímesis.
La Deconstrucción. Jacques Derrida: ruptura, descentramiento y el juego de la significación. La Escuela de Yale: Paul de Man, Geoffrey Hartman y J. Hillis Miller.
Al recorrer los postulados de la Estética de la Recepción desarrollada por Iser y Jauss nos encontramos con la noción de “fusión de horizontes” (del texto y del lector) de H. G. Gadamer, así como con una reactualización de los conceptos aristotélicos de poiesis y catharsis. De la mano de P. Ricœur volvemos sobre la distinción dilthiana entre Erklären (explicación) y Verstehen (comprensión), viendo en la segunda categoría una superación de la mera descripción estructuralista. Una lectura ardua para nuestros alumnos la constituyen cinco páginas escogidas de “La estructura, el signo y el juego”, uno de los textos que integran La escritura y la diferencia (1967) de Jacques Derrida. El filósofo nacido en Argelia nos invita a pensar que toda estructura (textual) tiene un centro que organiza el sistema y permite el juego de los elementos en el interior del mismo. El centro remite al origen, al principio, a una “presencia” que a lo largo de la historia occidental ha recibido distintos nombres: esencia, Dios, hombre, sujeto, logos. La novedad que destaca Derrida es que ese centro no está fijo ni predeterminado, de modo que es posible un descentramiento. Allí el autor trae a colación la crítica nietszchiana de la metafísica, la crítica freudiana de la conciencia y la crítica heideggeriana del ser (Derrida, 1989, p. 383-87). Un descentramiento que propone Derrida consiste en no privilegiar ya, en el signo, el significado sobre el significante. Lo que tenemos en los textos es escritura, “huella” del vínculo sonido-sentido, y el origen de la escritura es la diferencia, dando lugar a la tensión entre différence (cualidad de ser diferente) y différance (postergación del sentido). Desde esta óptica no hay una lectura correcta o incorrecta, pues toda lectura es diferencia, postergación, huella de lecturas (Pozuelo Yvancos 1994).
En cierto modo, la deconstrucción derridiana viene a poner en cuestión o entre paréntesis los postulados de la hermenéutica, pero su aporte no se agota en proponer la negatividad como norma y la conciencia de la parcialidad de toda lectura. En el descentramiento buscado está la posibilidad de erigir nuevas lecturas pertinentes, de hallar otras significaciones que permanecían ocultas; en otras palabras, de leer “desde los márgenes”. Así resulta interesante tomar el elemento olvidado o despreciado en los opuestos binarios que, en su posición secundaria, Derrida identifica en la tradición occidental: presencia-ausencia, lengua-habla, razón-emoción, filosofía-imaginación, varón-mujer, etc. En tanto “hermenéutica radical” o “anti-hermenéutica”, entonces, la deconstrucción nos propone leer desde otros lugares y cuestionar, siempre y ante todo, los postulados desde donde leemos (Aguiar e Silva 2005). Luego, la consideración de otros dos escritos de Derrida –“¿Qué es poesía” (1988) y “Mallarmé” (1989)– nos permite observar cómo opera la deconstrucción, verla en acción cuando Derrida lee y deslee con maestría un soneto del fundador de la poesía futura.
4. La segunda unidad del programa de T y A II está abocada a pensar cuestiones sociales y políticas vinculadas con los fenómenos literarios, atendiendo específicamente a algunos desarrollos de los años ochenta y noventa (vinculados con las nociones de identidad, ideología, género, subalternidad, pos y decolonialidad). La tercera unidad se orienta al análisis del discurso poético e incluye, entre los repertorios críticos, la fenomenología de lo poético que desarrolló Gaston Bachelard. La cuarta unidad ostenta un título que parece pretencioso pero que, en realidad, enmascara la tiranía del tiempo, que siempre es escaso: “De la Narratología Posclásica al Giro Afectivo: corrientes y problemas actuales de la crítica”. Allí está presente la reflexión en torno a los Mundos Posibles de la Ficción y sus fronteras porosas. La bibliografía obligatoria que nos guía en este punto es el ensayo “Las fronteras de la ficción” (1983) de Thomas Pavel.
El trabajo de Pavel versa sobre las fronteras que separan la ficción de la realidad. En primer lugar, el autor expone una crítica de tres intentos filosóficos “que pretendieron trazar lindes diáfanas entre el universo real y la ficción” (Pavel, 1997, p. 171), a saber: “la teoría de las descripciones definidas de Bertrand Russell”, que elimina las entidades ficticias del discurso verdadero; el más sofisticado “exorcismo” de Saul Kripke, que ubica a un ser ficticio como Sherlock Holmes fuera de la galaxia de los mundos auténticamente posibles; y el enfoque de John Searle, quien contrapone afirmaciones “serias” a afirmaciones ficticias, basándose en que estas últimas solo son actos ilocutivos fingidos (pp. 172-173). Según Pavel, los tres filósofos comparten una “perspectiva normativista” que impide la adecuada comprensión de la ficción en tanto actividad humana (p. 174).
¿Cómo entiende este autor, en cambio, el fenómeno ficcional? Su propuesta repara en una primera distinción entre los mitos y la realidad profana. En las sociedades antiguas, como sabemos, los dioses y los héroes habitaban en un espacio sagrado que no se consideraba ficticio sino “ontológicamente superior, dotado de más verdad” (p. 174). Explica Pavel que la estructura ontológica en dos niveles es un rasgo general de la cultura humana, que nos da las claves tanto de los mitos como de las ficciones: un nivel es percibido en tanto que dominio de la realidad inmediata, mientras que el otro nivel, que proporciona las claves de las proyecciones míticas o ficticias, solo es accesible por una mediación cultural: leyendas, tradiciones, textos, representaciones, obras de arte, etc. El paso de la realidad a la leyenda o al mito es la mitificación: por ejemplo, cuando un lejano rey de Tebas pasó a ser evocado bajo la figura y la historia de Edipo. Con el tiempo, los mitos sufren un proceso de ficcionalización, como el mismo personaje literario lo prueba.
Por otra parte, en las sociedades modernas la ficción puede ser creada y tener una existencia autónoma (en novelas, cuentos, dramas, películas, series de televisión), de modo que regresa como un fenómeno nuevamente condicionado por la historia y la cultura, que contrasta e interacciona con la realidad y el mito. Pavel concluye apelando a una “actitud más flexible sobre los límites de la ficcionalidad”, lo que estaría ligado a “un mayor refinamiento de nuestra percepción literaria” (p. 179). Más allá del razonamiento de Pavel, hoy podríamos pensar la interacción de estos tres niveles ontológicos –mito, ficción y realidad– en torno a la construcción de los discursos periodísticos, la instalación de ciertas creencias a través de los medios de comunicación y las redes sociales, y la alarmante proliferación y propagación de fake news a nivel local y global.3 Lejos de exponer siempre los marcos enunciativos (esas mediaciones culturales) que las distinguen, las tres entidades coexisten muchas veces en un terreno donde resultan indiscernibles lo verdadero, lo imaginario y lo falso.
5. El examen de dos programas curriculares nos ha enfrentado con instancias en que la filosofía contribuye al acervo de la teoría literaria (a propósito del análisis de la representación de la otredad y de la lectura como construcción o deconstrucción del sentido). A la inversa, hemos hallado un caso, el referido al estatuto de los mundos ficcionales, en que la teoría literaria viene a corregir o complementar el tratamiento de la filosofía lógica y analítica. Trascendiendo los tres núcleos considerados hasta ahora, podríamos enfocar nuestra atención en la larga conversación que tiene lugar entre la filosofía contemporánea y la poesía, entendida ésta en estrecha relación con los imaginarios filológicos y críticos que la abordan. Sobre este tema se explaya Edgardo Dobry en la introducción a su libro de ensayos Celebración. A través de la poesía americana (2024).4
Dobry hace referencia a la “estirpe heideggeriana” de pensadores que, desde el pasado fin de siglo, recurren a la poesía y los/as poetas para enunciar sus desarrollos filosóficos. No nos referimos a aquellos estudiosos del fenómeno estético, como podrían serlo Jacques Rancière o Jean-Luc Nancy. Pensamos más bien en un Ricœur leyendo las “Correspondencias” de Baudelaire para explicar el poder de la metáfora viva, en Agamben leyendo a Mandelstam para pensar la idea de lo contemporáneo, en Lacoue-Labarthe analizando el poema de Celan que relata su encuentro desafortunado con Heidegger, en Derrida despidiendo a su amigo Gadamer con una reflexión sobre un poema de Celan. Edgardo Dobry nos recuerda una cita del Manifiesto por la filosofía (1989) de Alain Badiou, quien había puesto a la poesía en el lugar central, pero solo para señalar la necesidad de desplazarla:
La revancha sobre Platón [la expulsión de los poetas de la polis ideal en la República], de la que Nietzsche fue profeta, no pudo menos que tener lugar en la jurisdicción del poema. Descartes, Leibniz, Kant o Hegel podían ser perfectamente matemáticos, historiadores, físicos, pero seguro que no fueron poetas. En cambio, desde Nietszche todos lo pretenden, todos envidian a los poetas, todos son poetas frustrados, o aproximados, o notorios, como se ve con Heidegger, pero también con Derrida o Lacoue-Labarthe. […] Hubo un tiempo, entre Hölderlin y Paul Celan, en el que el sentido tembloroso de lo que era el tiempo mismo, el modo de acceso más abierto a la cuestión del ser, el espacio de posibilidad menos ocupado por brutales suturas, la formulación más perspicaz de la experiencia del hombre moderno, fueron descubiertos y detentados por el poema. (Badiou, 2019, p. 50, citado en Dobry, 2024, pp. 16-17).
¿Poetas que iluminan verdades y filósofos que leen los tiempos en la poesía y que se vuelven poetas? Los campos se entrecruzan y las perspectivas se enriquecen y potencian mutuamente. No es este el lugar para debatir si la poesía y la filosofía como praxis vitales tienen realmente lugar en los compartimentos disciplinares que propone la universidad del siglo XXI. Pero sí podemos sospechar que, si la teoría literaria nos enseña a leer la literatura, lo hace porque ofrece herramientas para comprender la factura de las obras y también para abrirlas a las preguntas metafísicas, éticas, gnoseológicas y estéticas que ellas mismas sugieren. Y si la teoría literaria nos enseña a leer poesía, entonces debe reparar en la dimensión histórica, material y afectiva que conlleva todo artefacto humano. Y ahí, donde están las grandes preguntas que nos acompañan a lo largo de la vida, como seres contingentes y en tránsito, sabemos que tiene lugar la indagación propia de la filosofía.
Bibliografía
Aguiar e Silva, V. M. de (2005), La teoría de la deconstrucción, la hermenéutica literaria y la ética de la lectura. En J. M. Cuesta Abad y J. Jiménez Heffernan (eds.), Teorías literarias del siglo XX. Una antología (pp. 942-48). Ediciones Akal.
Badiou, A. (2019). Manifiesto por la filosofía. Traducción de Irene Agoff. Eterna Cadencia.
Borges, J. L. (1994). Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. En Obras completas 1923-1949 (pp. 431-443). Emecé.
Buber, M. (1982). Yo y tú. Traducción de Horacio Crespo. Nueva Visión.
Costa, I. (2019). Había una vez algo real. Ensayo sobre filosofía, hechos y ficciones. Mardulce.
Derrida, J. (1989). La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas. En La escritura y la diferencia (pp. 383-87). Anthropos.
Dobry, E. (2024). Celebración. A través de la poesía americana. Trampa.
Habermas, J. (1991). Escritos sobre moralidad y eticidad. Traducción de Manuel Jiménez Redondo. Paidós.
Kapucinski, R. (2007). Encuentro con el Otro. Traducción de Agata Orzeszek Sujak. Anagrama.
Lévinas, E. (2002). Ética e infinito. Traducción de Daniel E. Guillot. Ediciones Sígueme.
Pavel, T. (1997). Las fronteras de la ficción. En A. Garrido Domínguez (comp.), Teorías de la ficción literaria (pp. 171-180). Arco Libros.
Pozuelo Yvancos, J. M. (1994). Teoría del lenguaje literario. Cátedra.
Notas
Notas de autor
Información adicional
1: Una primera versión de este trabajo fue leída en el Workshop ¿Son las Humanidades (in)útiles en el siglo XXI?, organizado por el Centro de Estudios Filosóficos y el Centro de Estudios de Literatura Comparada “M. T. Maiorana” de la Facultad de Filosofía y Letras, UCA, que tuvo lugar en Buenos Aires, el 11 de julio de 2024