Ensayo

El piropo callejero y la performatividad del lenguaje, un enfoque crítico desde la teoría de Judith Butler

Public catcalling and the performativity of language, a critical approach from Judith Butler’s theory

Martha Regina Castro Ochoterena *
Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, México

Géneroos

Universidad de Colima, México

ISSN-e: 2992-7862

Periodicidad: Semestral

vol. 3, núm. 5, 2025

generos@ucol.mx

Recepción: 15 septiembre 2023

Aprobación: 19 noviembre 2024



DOI: https://doi.org/RevGenEr.2025.05.07

Resumen: El piropo callejero constituye un ejercicio lingüístico que suscita un amplio debate en la actualidad. La polisemia de su significado y la ambigüedad en la interpretación de su intencionalidad son elementos que hacen de esta práctica un objeto ideal para pensar la pregunta: ¿Puede un acto verbal constituir una forma de violencia? En este sentido, el presente ensayo se propone una reflexión crítica sobre el piropo callejero utilizando la teoría de la performatividad de Butler. Con este enfoque se busca desplazar el eje del debate desde la interpretación individual del piropo hacia un análisis de las condiciones materiales que circunscriben su ejercicio verbal. Esto permitirá profundizar en el potencial violento del lenguaje y sus efectos sobre los cuerpos interpelados.

Palabras clave: Acoso callejero, lenguaje, violencia de género, cultura, piropo.

Abstract: Public catcalling, is a linguistic exercise that is currently widely debated. The polysemy of its meaning and the ambiguity in interpreting its intentionality are elements that make this practice an ideal subject for considering the question: Can a verbal act constitute a form of violence? In this sense, this essay will seek to critically reflect on public catcalling by using Butler’s theory of performativity. Thus, it proposes shifting the focus of the debate from the individual interpretation of the catcall to analyzing the material conditions that frame its verbal exercise. This will allow for a deeper exploration of the potential violence of language and its effects on the bodies it addresses.

Keywords: Street harassment, language, gender violence, culture, catcalling.

Introducción

En la academia, en las cámaras legislativas y en las protestas feministas que resuenan en las calles se libra una pugna por redefinir el piropo callejero como un acto de violencia por razones de género, este debate ha abierto múltiples posibilidades para discutir lo que es el consentimiento, el cortejo y los límites del respeto a la libertad individual en los espacios públicos. Dado que la permisibilidad de un acto cotidiano está estrechamente ligada a su denominación, resulta crucial la disputa sobre si el piropo debe considerarse una forma de cortejo o una manifestación de violencia por razones de género.

Este ensayo propone una revisión bibliográfica y una reflexión en torno a una pregunta ética que subyace al núcleo del debate del piropo callejero: ¿puede un acto verbal constituir una forma de violencia? Esta pregunta derivó posteriormente en un trabajo más amplio que culminó en una tesis; sin embargo, se ha decidido desarrollar aquí dicha temática, ya que comprender la violencia por razones de género requiere cuestionar las condiciones del ejercicio del lenguaje, independientemente de su interpretabilidad.

Profundizar en el lenguaje y la posición que este asigna a los sujetos en el mundo social permite observar específicamente las pugnas de poder que se yuxtaponen dentro de procesos históricos que se materializan a lo largo del tiempo. Hablar es hacer/crear a un sujeto, idea ampliamente desarrollada por Judith Butler en su teoría, cuyos planteamientos son centrales para este ensayo. Desde esta perspectiva, el piropo callejero no es sólo un acto aislado, sino una interacción performativa que refleja y refuerza las normas de género en la sociedad.

Aunque se trata de un acto cotidiano, la repetición constante del piropo callejero configura roles específicos para quienes lo emiten o reciben, definiendo su lugar y su identidad en el espacio social. Esta dimensión del lenguaje evidencia cómo acciones aparentemente triviales, como el piropo callejero, pueden ser comprendidas como mecanismos de poder que delimitan y regulan los cuerpos, sus comportamientos y su validez en los espacios públicos.

Considerando las ideas expuestas, el objetivo principal de este trabajo es analizar el piropo callejero como un acto performativo del lenguaje. Para lograrlo, se desarrollarán dos apartados principales. El primero consistirá en una revisión de la teoría de Judith Butler, destacando algunas ideas clave para comprender las posibilidades del lenguaje como acto performativo. El segundo apartado, por su parte, buscará definir el piropo callejero y reflexionará sobre este acto desde los postulados teóricos de la performatividad del lenguaje, para profundizar en la disputa sobre su definición como un acto de violencia por razones de género.

Argumentación

La teoría de la performatividad de Judith Butler

La obra de Judith Butler se puede identificar como una de las más influyentes actualmente, tanto por los debates que ha suscitado dentro de los estudios de género como por la fama de su complejidad. Aunque el género y la sexualidad son los temas centrales en los libros más reconocidos de la autora, subyace en estos la teoría que Butler desarrolla en torno al ejercicio del poder a través del lenguaje. Esta teoría posee una profundidad epistemológica y ontológica que mantiene vigente la pregunta: ¿cómo se constituye el sujeto en sociedad?

En este primer apartado, nos centraremos en desarrollar el concepto de performatividad de Butler, el cual surge del diálogo que la autora establece con diversos autores, como Lacan, Austin, Althusser y Foucault. Desde una postura constructivista del lenguaje, Butler desarrolla la performatividad como una categoría de análisis que desafía los binarismos biología-cultura, cuerpo-mente e incluso otros paradigmas contemporáneos como el de agencia-estructura.

Para desarrollar el concepto de performatividad, Butler se basa en dos ideas principales de la teoría social: performance y normatividad. Estas nociones son tomadas como punto de partida y modificadas por la autora para cimentar su propuesta teórica. Por un lado, se aleja del concepto de performance, entendido como una actuación social y redefiniéndolo como un proceso de constitución de identidad mediante actos repetidos que producen efectos reales en el cuerpo y en la subjetividad. Por otro lado, se aleja del concepto de normatividad al cuestionar su carácter coercitivo y regulador, argumentando que las normas de género no son simplemente impuestas, sino que se perpetúan mediante actos performativos que las reiteran y naturalizan.

Estas ideas, que constituyen la base de la propuesta teórica de Butler, forman parte de un debate con sus pares académicos, ya que, desde otras perspectivas constructivistas como la de Berger y Luckmann (2001), el lenguaje aparece como una facticidad externa al sujeto, cuyo efecto es coercitivo. Sin embargo, Butler cimentó la diferencia de su enfoque al enfatizar que no existe un lenguaje externo al sujeto: el sujeto es el lenguaje. Para la autora, el lenguaje es un elemento cuya externalidad o internalización resulta difícil de discernir, ya que actúa como un mecanismo social a través del cual la materia se torna posible, mientras que, simultáneamente, se concibe la materia como una posibilidad del lenguaje.

La performatividad es uno de los conceptos principales en la teoría de Butler, ya que permite explicar la relación entre el lenguaje y el sujeto, los efectos materiales de un acto verbal y las relaciones de poder históricas que convierten el acto del habla en un ritual que define a los sujetos. A continuación, este trabajo desarrollará, en dos subapartados, las ideas previamente mencionadas, resaltando las diversas implicaciones del concepto de performatividad en la teoría de sujeción de Butler. Esta revisión bibliográfica e interpretación de su teoría permitirá cimentar una base teórica para analizar, posteriormente, el caso del piropo callejero con mayor claridad.

El sujeto y el lenguaje

La teoría de Butler sobre el sujeto y su constitución a través del lenguaje es amplia, y no es el objetivo del presente ensayo desarrollarla en su totalidad. Por ello, es importante señalar que los conceptos aquí abordados representan sólo una parte de su propuesta teórica. Se puede decir que dicha teoría se encuentra sintetizada en el término subjection, que la autora utiliza con frecuencia para referirse al sujeto. Este concepto remite a un doble significado: de sujeción y subjetivación. El primero hace referencia a las fuerzas coercitivas del lenguaje, mientras que el segundo se relaciona con los procesos mediante los cuales el sujeto se reconoce a sí mismo a través del lenguaje.

Para Butler (1993), la performatividad lingüística adquiere sentido a través de invocaciones sociales ritualizadas, que operan en la medida en que el sujeto se identifica con el objeto del lenguaje mediante el proceso de una “relación reflexiva por la cual el yo se convierte en objeto para sí mismo […] una relación retraída y transformada (entzogen y aufgehoben) con el otro perdido” (Butler, 2015, p. 195); con esto plantea que el lenguaje no es externo al sujeto, sino que es una parte constitutiva de este.

Esta constitución del sujeto por medio del lenguaje se explica, para Butler, a través de dos eventos o elementos principales. El primero consta de una interpelación social en un sentido Althusseriano, donde el sujeto no sólo es invocado a través de lo que se dice, sino también porque se reconoce a sí mismo en ese llamado. Este reconocimiento es simultáneamente causa y consecuencia de la constitución del sujeto. Sobre esto, Butler (1997, p. 21) afirma: “El lenguaje preserva el cuerpo, pero no de una manera literal trayéndolo a la vida o alimentándolo, más bien en una cierta existencia social del cuerpo se hace posible gracias a su interpelación en términos de lenguaje”

El segundo elemento refiere a la constitución del lenguaje por medio del proceso psíquico de la melancolía, que lleva al sujeto a reflexionar sobre las palabras que lo atraviesan. En este contexto, el objeto se preserva mediante su “incorporación como identificación, que es una forma […] psíquica de preservar el objeto […] el objeto perdido se vuelve coextensivo al yo” (Butler, 2015, p. 149). Así, el lenguaje no sólo opera como un mecanismo para conservar el objeto perdido, sino que también permite al sujeto construir su identidad con relación a este objeto ausente, estableciendo una conexión íntima y duradera que moldea su percepción de sí mismo y de su lugar en el mundo.

De acuerdo con Butler, el proceso de interpelación del lenguaje es posible únicamente a través de la repetición y la historicidad social que otorgan significado a las palabras, lo cual la autora también denomina como la convencionalidad de los rituales sociales. El sujeto constituido a través de la performatividad es un sujeto que existe dentro de condiciones sociohistóricas que constituyen su persona y es a la vez parte de los rituales que cimentan dichas convenciones.

Las relaciones de poder en el lenguaje y la posibilidad de la materialidad

La idea de que el lenguaje es convencional e histórico permite entender que existen relaciones de poder que constituyen y legitiman los actos del lenguaje y que, de este modo, no todo acto de habla tiene la misma fuerza. La teoría de Butler explica que el lenguaje es siempre proferido y recibido por sujetos de carne y hueso, quienes adquieren una existencia y se reconocen a sí mismos y al otro a través de un ejercicio convencional del lenguaje: “La vida social del cuerpo se produce por medio de una interpelación que es a la vez lingüística y productiva” (Butler, 1997, p. 247).

Para Butler es evidente que la repetición del lenguaje, posibilitada por su carácter convencional, no es un acto casual. Está intrínsecamente vinculada a la posición relacional y jerárquica que ocupa el sujeto frente al otro. En consecuencia, no todos los actos del lenguaje contienen la misma fuerza. Sobre esto, Butler (1997, p. 38) señala: “Un performativo es eficaz no sólo cuando realizo el acto, sino cuando a partir de ese acto se derivan un conjunto de efectos. Actuar lingüísticamente no implica necesariamente producir efectos, y en ese sentido, un acto de habla no siempre es una acción eficaz”. Así, actuar lingüísticamente no implica necesariamente producir efectos, ya que un acto de habla requiere de condiciones materiales e históricas específicas que posibiliten su fuerza performativa.

Esto se vincula con la pregunta planteada por la autora: “Which bodies come to matter – and why?” (Butler, 1993, p. 11). Aquí, el término de matter se plantea en un juego de palabras que fluctúa entre una traducción como importancia y materia, donde lo que subyace es un cuestionamiento en torno a la posibilidad de existencia de ciertos cuerpos a través del lenguaje y el reconocimiento al que los sujetos pueden acceder de acuerdo con la posición relacional que ocupan en el espacio social.

La teoría de Butler permite pensar a un sujeto situado jerárquicamente, entrelazado en relaciones de poder que definen su existencia. Dicho sujeto cuenta con la capacidad de reafirmar o desafiar las estructuras de dominación al nombrar y ser enunciado a través del lenguaje:

Si el lenguaje puede preservar el cuerpo, puede también amenazar su existencia. Sí, la cuestión de las formas específicas a través de las que el lenguaje puede suponer una amenaza violenta parece estar estrechamente ligado a esa dependencia primaria con el otro (Butler, 1997, p. 22).

Para Butler, el lenguaje no debe separarse de la materia ni de la materialidad asociada a él, del mismo modo que no existe materia sin historia ni historia sin materia. En este sentido, el lenguaje no sólo es un vehículo de comunicación, sino que también actúa como un acto material que produce efectos tangibles y configura realidades sociales.

La teoría de la performatividad de Butler contiene una densidad conceptual que no puede ser agotada en un ensayo de investigación. Sin embargo, nos interesa presentar esta interpretación de su teoría para analizar el caso del piropo callejero, comprendiendo que los actos lingüísticos describen, producen y consolidan estructuras de poder.

El piropo como acto performativo del lenguaje

Antes de comenzar con el análisis de la performatividad del lenguaje en la práctica cotidiana del piropo callejero, resulta pertinente otorgar una breve definición contextualizada sobre este fenómeno. Aunque el piropo es ampliamente reconocido, sus orígenes son debatidos. Para autoras como Gaytán (2009) y Ricca (2015), los posibles orígenes etimológicos del piropo residen en un acto verbal que buscaba transmitir palabras de amor y halago, vinculado históricamente con eventos como la petición de mano en la antigua Roma o los romances en España durante el siglo VII.

A pesar de la escasez de fuentes y la falta de consenso respecto a sus orígenes lingüísticos, estas ideas que lo asocian con prácticas de cortejo han perdurado. En la actualidad, el piropo se puede llegar a identificar comúnmente con un acto verbal que los hombres realizan para seducir o cortejar a las mujeres; sin embargo, dada la ambigüedad de los contenidos del piropo y del consentimiento en su ejercicio, hemos encontrado de utilidad definir el piropo callejero desde las características de su interacción, no desde sus orígenes lingüísticos.

De este modo, podemos aproximarnos a la definición del piropo callejero como un acto verbal realizado en espacios públicos y semipúblicos, enunciado por personas que no tienen una relación previamente establecida (Gaytán, 2009; Arancibia et al., 2015). Para complementar esta definición, resulta útil la siguiente observación de Schreier (2005, p. 72): “El cumplido requiere de la interacción directa de los interlocutores, mientras que esta es prescindible para el piropo”. En este sentido, una característica distintiva del piropo callejero es que pone énfasis en el emisor, minimizando la importancia de la interacción con la persona receptora.

Además, el contenido verbal del piropo callejero suele estar cargado de connotaciones sexuales o eróticas. Al respecto, Lino (2017, p. 122) explica: “Su utilización no viene a ser accidental […] utiliza códigos lingüísticos en tanto que pretende expresar significaciones concretas”. En el contexto mexicano, estadísticas recientes confirman que el piropo callejero es proferido en su mayoría de hombres hacia mujeres, como la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) (INEGI, 2021), lo que añade una dimensión de género fundamental a su comprensión.

Considerando esta definición del piropo, construida en función de las principales características de la interacción, en lo que sigue se analizarán cada una de estas condiciones a través de la teoría de la performatividad de Butler. Este enfoque permitirá examinar el piropo callejero a partir de las propiedades del ejercicio del lenguaje, más que a partir de la interpretación de quien lo emite o lo recibe.

La convencionalidad del piropo callejero

Uno de los principales elementos que Butler destaca en su teoría de la performatividad es la repetición histórica, ritual y convencional, como componente que otorga fuerza discursiva al acto del habla. Abordar la convencionalidad del piropo callejero implica remitir a un debate extenso, cuyo contenido no se desarrollará en su totalidad en este apartado, ya que ello implicaría retomar investigaciones que van desde análisis cientificistas y naturalizados de la práctica hasta análisis lingüísticos enfocados en su retórica y metáfora.

Algunas investigaciones que sitúan la convencionalidad del piropo desde un análisis naturalizado de los roles de género incluyen los libros de Calvo (2005) o Djukich (2004). Estas autoras realizan afirmaciones sobre el piropo como un acto de cortejo natural realizado desde las primeras apariciones del Homo Erectus: “Para el hombre, la mujer primero fue una presa que se cazaba como un botín, después la presa se torna premio porque el botín de su feminidad no se puede poseer si no que se gana” (Djukich, 2004, p. 2).

Por otro lado, las investigaciones que abordan el piropo callejero desde un análisis retórico suelen centrarse en su contenido originalmente poético y en la convencionalidad de dicho acto. La mayoría de estos estudios resaltan lo que consideran la decadencia actual del sentido poético y artístico del piropo callejero, cuestionando los elementos literarios que conforman su convencionalidad actualmente. Ejemplos destacados incluyen los trabajos de Lamas y Serrano (2014) y Fridlizius (2009), quienes sostienen afirmaciones como la siguiente:

Corre el tiempo y con él, los convencionalismos sociales mutan. De elaborados y retóricos discursos amorosos, la declaración amorosa pronto se vio aprisionada entre la inmediatez y de las circunstancias sociales y culturales en el mundo. Una combinación de guerras, migraciones, vanguardias artísticas, evolución tecnológica, altibajos políticos y muchas minifaldas, combinaron estrategias para que la mujer se posesionara y dominara espacios de acción, antaño asignados sólo para hombres. Pronto, las distancias entre los sexos opuestos se acortaron y los rituales de proximidad que practicaban cuatro o tres generaciones anteriores, veíanse obsoletos ante las maravillas de un mundo inmediato y variado en opciones de vida. Así, del risueño flirteo en ventanales de casas coloniales (pese a la presencia incólume de la chaperona), los espacios de galanteo y Romeo riman ahora con expresiones jergales como chateo y perreo (Lamas y Serrano, 2014, p. 83).

Independientemente del debate sobre los elementos que hicieron del piropo callejero una práctica convencional, puede afirmarse que este acto tiene orígenes que se remontan varios siglos atrás, lo cual le otorga una de las principales características de la teoría de sujeción de Butler: la historicidad. Como se explicó anteriormente, para que un acto de habla individual adquiera un sentido o significado social, este debe repetirse ampliamente por un grupo de sujetos específicos a lo largo del tiempo hasta convertirse en una convencionalidad (Butler, 1997). La repetición constante transforma al piropo callejero en un acto de lenguaje ritualizado, inscrito en una temporalidad que sostiene su significado a través del tiempo.

Esta característica de la convencionalidad en el piropo callejero está acompañada de un contenido específico: un componente erótico que, a pesar de expresar una diversidad de emociones o mantener un sentido fluctuante entre el halago o la ofensa, está siempre atravesado por el deseo sexual. Este deseo, al expresarse en términos de atracción hacia el otro género, convierte al piropo en un ritual que contribuye a la producción y reproducción del género a través de la verbalidad, ya que el deseo heterosexual constituye uno de los elementos centrales en la configuración del género de los sujetos.

Sobre esto, Rubin (2013, p. 60) señala: “El género no sólo es una identificación con un sexo: además implica dirigir el deseo sexual hacia el otro sexo”. Este deseo sexual que se expresa en términos heterosexuales es, para Butler, no sólo resultado del tabú del incesto, que en el mito de Edipo aleja a la madre del hijo, sino también “es una ley que se aplica en nombre del padre” (Butler, 2007, p. 67). Esto implica que la heterosexualidad no únicamente reprime lo femenino en el hombre, sino también el deseo homosexual. La ley patriarcal sostiene que la orientación del deseo hacia el otro género es una normativa cultural que busca consolidar un orden simbólico regido por una heterosexualidad hegemónica.

Diversas investigaciones han evidenciado cómo el piropo callejero puede funcionar a manera de un ritual de reafirmación pública de la heterosexualidad. Por ejemplo, Gaytán (2009) encontró que, en el acto del piropo callejero, la intencionalidad de los varones puede ser, entre otras cosas, quedar bien con los amigos, demostrar una posición de poder ante las mujeres u obtener placer sexual con la sorpresa o temor de otros:

El estar con compañeros del mismo género produce, en los grupos que pasean por lugares públicos o que están fijos en la esquina de una calle, la necesidad de quedar bien con los demás […] la interacción no sólo le permite al acosador confirmar su identidad de género frente a la mujer sino que, además, produce esta distinción para que sus compañeros confirmen a su vez la identidad de género del grupo. Cuando se encuentran en grupo, los acosadores pueden competir por quién dice la palabra más ofensiva o realiza la acción más atrevida a costa de quien quiera que sea la mujer o las mujeres que transiten frente a ellos (Gaytán, 2009, p. 202).

Otra muestra son los resultados de campo de la investigación de Billi et al. (2015), en los que se identifica que los actos de acoso sexual callejero están relacionados con la construcción de las masculinidades. En varios casos, estos actos forman parte de la socialización entre familiares o amigos, mediada por el halago y la aprobación que reciben los hombres al piropear a mujeres desconocidas. En este contexto, el piropo callejero puede analizarse, desde la teoría de Butler, como un ritual que reafirma públicamente la heterosexualidad mediada por el tabú y el deseo.

La repetición y la historicidad del piropo callejero como ritual culminan en la primera de las características de un acto performativo, ya que, como enuncia Butler, dicha repetición ritualizada es parte de lo que produce los efectos materiales del lenguaje. En este caso, el piropo, entendido como acto de cortejo o seducción, refuerza la performatividad en la constitución de los sujetos bajo una heterosexualidad hegemónica, donde el género y el deseo operan como prácticas rituales que producen, perpetúan y solidifican un orden simbólico.

A continuación, se reflexionará en torno a las relaciones de poder que sostienen los sujetos en el espacio social al enunciar el lenguaje, como otro de los elementos que otorgan efectividad a los actos performativos.

Relaciones de poder y subordinación en el acto del piropo

Limitar la comprensión del piropo callejero a su interpretación o intencionalidad podría llevarnos a pensar que el daño causado por las palabras depende únicamente del modo en que se empleen; sin embargo, hay relaciones de poder que se invocan a través de los sujetos al ejercer el lenguaje y estas son independientes de los elementos ambiguos en el contenido del mensaje. En este sentido, es crucial tomar en cuenta lo que Butler denomina como la posición relacional y jerárquica de un sujeto frente al otro.

Para analizar un acto de habla, es imperativo observar los cuerpos que participan en su ejercicio lingüístico. El piropo callejero ha sido históricamente un acto emitido por hombres hacia mujeres, lo que lo convierte en un acto lingüístico atravesado por relaciones de género, donde los hombres, en virtud de su posición social, son los sujetos autorizados para enunciarlo y las mujeres se reconocen a sí mismas como sujetos interpelados. La teoría de Butler ayuda en este caso a pensar más profundamente sobre la funcionalidad o instrumentalidad del lenguaje.

En palabras de Butler la interpelación performativa es un evento “que precede al sujeto, una interpelación que presupone la operación anterior de un habla eficaz” (Butler, 1997, p. 84). Es decir, el piropo callejero es un acto organizado ritualmente que responde a la intención del emisor y que se enmarca en una serie de procesos históricos del lenguaje que preceden al propio acto instantáneo del habla. Esto nos permite afirmar que el piropo callejero es eficaz, más allá de la breve temporalidad en la que ocurre.

El análisis, entonces, gira en torno al piropo como un acto performativo, en tanto que constituye la invocación de un ritual de cortejo mediado por el tabú y la norma social, donde ambas personas, receptora y emisor, se reconocen y saben qué lugar les corresponde en la interacción. La interpelación performativa que se realiza en el caso del piropo callejero funciona a través de las fuerzas convencionales del lenguaje que colocan a los hombres como los emisores del piropo y a las mujeres como receptoras de este. Cuando Butler (1997, p. 89) señala que “la interpelación invocada se disimula en forma de sujeto y de origen de su enunciado”, está apelando a pensar en la fuerza discursiva del lenguaje como un evento que trasciende a los sujetos involucrados en la interacción y, más bien, propone analizar la fuerza del habla como un evento que cobra sentido a través de relaciones sociales de poder mediadas por rituales convencionales.

En este sentido, para comprender las relaciones poder que subyacen a la eficacia del habla, es necesario remitirse a los cuerpos, la materialización detrás y frente al lenguaje. Para Butler, los cuerpos son producidos a través de esquemas históricos, permanentes y mutables a través del tiempo. No serviría entender el piropo callejero sin pensar en que la mayoría de estos actos son proferidos desde hombres hacia mujeres como parte de un acto de cortejo que es la materialización de la norma social y el tabú, donde hay un cuerpo constituido a través del poder y otro a través de la subordinación.

Como señala Butler (1997, p. 42) el lenguaje es “la reproducción mecánica y previsible del poder”. No obstante, nombrar las fuerzas convencionales del lenguaje no implica que las mujeres deban ser vistas únicamente como víctimas ni los hombres exclusivamente como victimarios. Ambos, se constituyen a sí mismos a través del acto del piropo como un ejercicio de género. Sin embargo, el lenguaje puede ser siempre resignificado y, con ello, sus efectos y su eficacia sobre los sujetos.

Resignificar al piropo como acoso

Para finalizar el análisis sobre la performatividad del piropo callejero, resulta pertinente retomar la capacidad reflexiva y melancólica del sujeto, concebido como alguien que recibe los efectos coercitivos y definitivos del lenguaje, así como un ser con la capacidad de resignificar y romper con las convencionalidades de los rituales históricos. Esto es posible en la teoría de Butler porque, para esta autora, el sujeto construido a través del lenguaje es siempre un sujeto inacabado:

La necesidad de esa […] reiteración es una señal de que la materialización nunca está completamente terminada, de que los cuerpos nunca cumplen del todo con las normas por las cuales su materialización es impulsada. De hecho, son las inestabilidades, las posibilidades de rematerialización, que se abren con este proceso, las que marcan un dominio en el que la fuerza de la ley regulatoria puede volverse contra sí misma para generar rearticulaciones que cuestionan la fuerza hegemónica de esa misma ley regulatoria. (Traducción propia de Butler, 1993, p. 2).1

Como menciona Butler, la convencionalidad y reiteración de las palabras son necesarias para mantener los rituales a lo largo del tiempo, y es a través de los espacios inestables que la performatividad se disputa. En el caso del piropo callejero, esta dinámica de disputa es evidente, pues su nombramiento ha experimentado una resignificación en las últimas décadas, especialmente a través de los movimientos feministas contemporáneos. Mientras que históricamente el piropo ha sido visto como una forma de cortejo o halago, hoy en día es cada vez más reconocido como una manifestación de acoso y violencia de género.

En la tesis que realizamos sobre el piropo callejero (Castro, 2020), se observó que las doce mujeres que participaron, con edades comprendidas entre los 19 y los 23 años, describieron el piropo callejero de una manera que se aleja completamente de la concepción romántica o elogiosa tradicional. Para ellas, el piropo callejero fue percibido como una práctica sexualizante, un comentario no solicitado que genera una clara relación de poder desigual y una forma de violencia de género. Ninguna de las colaboradoras describió el piropo callejero como un halago, una poesía o un cumplido. Esta experiencia demuestra cómo no sólo son capaces de ser interpeladas a través del lenguaje, sino también de participar activamente en su resignificación. Como menciona Butler:

El contorno y la forma misma de los cuerpos, su principio unificador, sus partes compuestas, siempre están figurados por un lenguaje imbuido de intereses políticos. […] el reto político consiste en adueñarse del lenguaje como el medio de representación y producción, tratarlo como un instrumento que reiteradamente construye el campo de los cuerpos fuera de las categorías opresoras del sexo (Butler, 2007, p. 193).

Como señala la teoría de Butler, la repetición del lenguaje y su necesidad de ser reiterado son indicativos de que los cuerpos y las identidades no se materializan de forma definitiva, sino que están siempre inacabados, sujetos a transformaciones y disputas. Esta perspectiva abre un espacio para que los sujetos reciban pasivamente las interpelaciones del lenguaje y también para que participen activamente en su rearticulación, cuestionando las normas que históricamente los han determinado. En el caso del piropo callejero, es evidente que los movimientos feministas y las experiencias de las mujeres han jugado un papel clave en esta resignificación, transformando un acto históricamente asociado con el cortejo en un acto de acoso y violencia de género.

Conclusiones

La teoría de Butler, aplicada al contexto de este análisis, se convierte en una herramienta epistemológica fundamental para ahondar en las disputas éticas en torno a la violencia por razón de género. En el caso de este ensayo, se exploró cómo dicha teoría se puede aplicar al debate del piropo callejero, entendiéndolo como un acto que va más allá de su intencionalidad como cortejo o de su ambigua interpretación. De este modo, se propuso situar el análisis en las condiciones del ejercicio del lenguaje y su capacidad performativa para interpelar y constituir a los sujetos.

A través de la teoría de la performatividad lingüística, se puede entender que toda disputa en torno al lenguaje es una lucha política por la permisibilidad social de la existencia de ciertos cuerpos. Dicho de otro modo, se puede comprender cómo un acto común del habla, como el piropo callejero es más que un evento casual e individual. Este contiene un peso histórico cimentado en la convencionalidad de un ritual que adquiere sentido a través de su repetición.

La interpelación de los sujetos en el acto performativo del piropo callejero produce y reproduce una jerarquía de género, la cual es expresada a través de su contenido erótico. Este deseo, manifestado en el ejercicio del piropo callejero, reproduce la heterosexualidad hegemónica, cimentando el orden de género al interpelar a los sujetos a través de un ritual performativo que tiene como escenario los espacios públicos y semipúblicos. Bajo este análisis, se puede entender cómo el piropo no es solamente una expresión de cortejo o erotismo, sino un medio de sujeción que asegura la constitución de los sujetos bajo una jerarquía de género coercitiva y excluyente.

Si se piensa al piropo callejero únicamente alrededor de los efectos ilocucionarios del lenguaje, resultaría sencillo juzgar este acto con base en la intencionalidad del emisor y la interpretación de quien lo recibe: halago u ofensa. Sin embargo, comprender al piropo como un acto performativo desafía la presunción de que este ejercicio del lenguaje se constituye únicamente a través de las intenciones de un sujeto o la brevedad temporal en que se realiza el ejercicio del habla. La performatividad implica situar las palabras dentro de un contexto histórico cuya reiteración genera en sí misma la condición del lenguaje que llama al emisor y a la receptora a existir socialmente a través de su materialización.

El caso del piropo callejero funciona para ejemplificar también la idea de Butler sobre el sujeto inacabado. Al disputar el nombramiento del piropo callejero como acoso sexual, se está llevando a cabo una lucha que va más allá de un campo verbal. La resignificación del lenguaje es una herramienta política que disputa las relaciones de poder y género que ostentan los sujetos en el espacio público y semipúblico, y es por esto que resulta tan importante cuestionarse: ¿es un piropo o es acoso?

Referencias bibliográficas

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Notas

1 “That […] reiteration is necessary is a sign that materialization is never quite complete, that bodies never quite comply with the norms by which their materialization is impelled. Indeed, it is the instabilities, the possibilities for rematerialization, opened up by this process that mark one domain in which the force of the regulatory law can be turned against itself to spawn rearticulations that call into question the hegemonic force of that very regulatory law” (Butler, 1993, p. 2).

Notas de autor

* Mexicana. Licenciada en sociología. Maestra en estudios regionales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Líneas de investigación: representaciones sociales, violencia de género en ámbitos comunitarios, sociología urbana.
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