Estudios y reseñas bibliográficas
Gómez Díez Francisco Javier. A la sombra de Juan Manuel de Rosas. Historia secreta de la supresión de la Compañía de Jesús en Buenos Aires. 2021. Madrid. Universidad Francisco de Vitoria. 299pp. |
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Es un lugar común en los estados de la cuestión sobre los “Jesuit Studies” el afirmar sobre la renovación historiográfica producida a finales del siglo XX y a comienzos de este siglo en el campo de la producción académica sobre la Compañía de Jesús. Desde finales del siglo XIX y durante una gran parte del XX, la escritura de la historia de los jesuitas estuvo monopolizada por los historiadores provenientes o afines a la orden ignaciana quienes, si bien profesionalizaron la escritura científica sobre la Compañía, no abandonaron nunca posicionamientos apologéticos en torno a ella. Las intervenciones en las últimas décadas de historiadores laicos profesionales no solo ayudaron a borrar –en la mayoría de los casos– los rastros encomiásticos y acríticos de la historiografía de cuño jesuítico, sino que también abrieron nuevas perspectivas de investigación en torno a la orden ignaciana y sus actividades misionales, educativas, científicas y culturales a escala global y local.[1]
Uno de los periodos más estudiados de la historia de la orden es, sin dudas, la crisis de la Antigua Compañía de Jesús comprendido entre las expulsiones de la Compañía los principales reinos europeos y sus dependencias coloniales (1759-1767), su supresión papal (1773) y posterior restauración oficial (1814) en el contexto del regreso de las monarquías absolutistas. Los historiadores han analizado en detalle los procesos diplomáticos, logísticos y económicos relacionados con el extrañamiento de los ignacianos. De la misma manera, existen innumerables estudios en torno a la comunidad de jesuitas en los Estados Pontificios y sus estrategias de supervivencia comunitaria y personal, así como sobre sus actividades académicas y literarias durante el exilio.
Un proceso que ha sido hasta hace pocos años descuidado por los investigadores es el de la restauración de la Compañía de Jesús a escala global y local. El bicentenario de la bula de restauración Solicitudo omniun ecclesiarum (1814) de Pio VII motivó la aparición de nuevos estudios en torno a esta etapa de la historia de la Compañía. Han comenzado a estudiarse, por ejemplo, las tratativas diplomáticas en las cortes para lograr su regreso a los reinos europeos o los intentos de los jesuitas de retomar sus antiguos ministerios tanto en Europa como en algunas regiones de América.[2] Sin embargo, a pesar de estos trabajos es todavía muy poco lo que sabemos sobre el regreso de los jesuitas durante el siglo XIX, en particular en el Río de la Plata.
Aprovechando las persecuciones religiosas en la península ibérica, Juan Manuel de Rosas convocó en 1836 a los jesuitas a la provincia de Buenos Aires. Los sacerdotes ignacianos arribaron en agosto de este año y fueron inicialmente bien recibidos por las autoridades políticas y religiosas porteñas. Durante los años que permanecieron en la ciudad los jesuitas recuperaron la iglesia de San Ignacio junto con el antiguo colegio de la Compañía, realizaron misiones volantes rurales en la provincia e intentaron, fallidamente, regresar a las míticas misiones entre los guaraníes en la Mesopotamia. Rápidamente estos sacerdotes buscaron retomar la práctica de sus antiguos ministerios educativos y religiosos en la ciudad, aunque las actividades misionales fuera de la jurisdicción bonaerense fueron restringidas por el gobernador. Los intentos de Rosas de subsumir a la Compañía de Jesús bajo el control estatal fueron generando una serie de tensiones y conflictos que condujeron a la persecución de los sacerdotes ignacianos, a la huida de Buenos Aires en 1841 del superior de la misión, Mariano Berdugo, la posterior expulsión de la orden en 1843 y la dispersión de sus miembros por varias provincias de la Confederación Argentina como Córdoba, Salta, Mendoza o San Juan, y algunos países limítrofes y del Cono sur como Uruguay, Brasil, Chile y Colombia. El Restaurador de las Leyes había previamente limitado la capacidad de los jesuitas de establecerse en otras provincias de la Confederación a pesar de las demandas de algunos gobernadores por su regreso. Frente a la imposibilidad de imponer su voluntad a la Compañía de Jesús, Rosas cultivó una gran desconfianza hacía a sus miembros, lo que llevó a asociarlos directamente al partido unitario, resucitar ciertos tópicos clásicos del anti-jesuitismo plurisecular y a encolumnarlos dentro de sus enemigos políticos.
Lamentablemente, muy pocos trabajos han abordado este particular episodio de la historia argentina. Hasta el momento la obra clave para tener una mirada general sobre estos años es la del historiador jesuita Rafael Pérez.[3] Pérez ofrece desde una perspectiva apologética un relato de los principales sucesos de la misión bonaerense de jesuitas restaurados, las causas de su enfrentamiento con Juan Manuel de Rosas y la difusión de los jesuitas en América luego de su segunda expulsión. Posteriormente, en la década de 1970 algunos autores retomaron este conflicto y ofrecieron resúmenes acotados de la obra de Pérez sin aportar demasiado al conocimiento sobre el retorno de los jesuitas.[4] Recién a comienzos de este siglo los trabajos de Roberto Di Stefano y María Elena Barral volvieron a poner el foco en las relaciones entre los ignacianos y el gobernador de Buenos Aires.[5] Resta, sin embargo, un estudio más completo, pormenorizado e historiográficamente actualizado sobre la restauración de la Compañía de Jesús en el siglo XIX en Argentina.
En este sentido, el nuevo libro de Francisco Javier Gómez Díez es un fundamental y muy esperado aporte al estudio de la restauración de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata y el Cono Sur en el siglo XIX. La principal contribución de Gómez Díez es la edición crítica de la Historia secreta de la supresión de la Compañía de Jesús en Buenos Aires escrita por Mariano Berdugo, el superior de la misión, inmediatamente luego de su exilio. La Historia secreta es un relato producido por Berdugo para defender frente a la jerarquía romana de la orden ignaciana su accionar en Buenos Aires y las decisiones tomadas en relación a las presiones ejercidas por Juan Manuel de Rosas. Este jesuita tuvo justificar la dimisión y secularización de un par de sus correligionarios –algunos de los cuales, como el padre Francisco Magesté, terminaron apoyando y trabajando para Rosas–, su propio exilio y el subsecuente abandono de la comunidad de jesuitas en Buenos Aires. La lectura de la Historia secreta nos ofrece, por lo tanto, una perspectiva única –casi en primera persona– del conflicto entre los jesuitas y Juan Manuel de Rosas y de las formas en que los ignacianos se acercaron, relacionaron y juzgaron al régimen rosista. Sin embargo, si bien la Historia secreta está centrada en la persecución de estos sacerdotes y las acciones del gobierno bonaerense, la obra de Berdugo funciona como un prisma a través del cual podemos mirar con los ojos de un jesuita restaurado español diversas escenas de la vida política, religiosa y cultural de la sociedad porteña de mediados del siglo XIX. A lo largo de sus páginas, el superior de la misión reconstruye no solo la reactivación de los ministerios jesuíticos en Buenos Aires bajo la controladora mirada de Rosas, sino también las redes personales armadas por los ignacianos durante su proceso de reinserción en la ciudad. Particularmente destacables son las menciones a las actividades educativas de estos sacerdotes. La nueva administración por la orden jesuita del antiguo colegio fue uno de los puntos de conflicto más importantes con el gobierno rosista: de acuerdo con Rosas los jesuitas no sólo no obligaban a sus alumnos a utilizar la divisa punzó que indicaba fidelidad al federalismo, sino que alojaban en sus aulas a miembros de distinguidas familias unitarias opositoras.
Si bien ha sido referencia ineludible de los pocos trabajos sobre este tema la Historia secreta de Mariano Berdugo ha permanecido hasta el momento inédita. La importancia del trabajo de Gómez Díez radica tanto en la voluntad de poner a disposición de la comunidad académica un documento poco conocido y de difícil acceso –conservado actualmente en el Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI)–,[6] como en el aparato crítico con el que acompañó esta cuidada edición. En A la sombra de Juan Manuel de Rosas encontramos, en primer lugar, un estudio introductorio que ofrece al lector no especializado una completa descripción del accionar de los jesuitas en Buenos Aires desde su restauración en 1836 hasta su segunda expulsión y un resumen del conflicto político-religioso con Rosas. En segundo lugar, más allá de esta contextualización sobre el proceso de restauración local de la Compañía de Jesús Gómez Díez presenta una breve biografía de todos los jesuitas que formaron parte de esta misión bonaerense. En total, cincuenta ignacianos llegaron a Buenos Aires entre 1836 y 1843; con los datos proporcionados por Gómez Díez es posible, entre otras cosas, comenzar a reconstruir las trayectorias personales, religiosas y políticas de la mayoría de ellos tanto durante la misión bonaerense como luego de su posterior exilio. A su vez, el autor complementa la edición de la Historia secreta de Mariano Berdugo con numerosas referencias y menciones a cartas y documentos consultados de otros repositorios documentales jesuíticos como el Archivo de España de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares y el Archivo Histórico de Loyola.
A la sombra de Juan Manuel de Rosas es una obra que, sin dudas, será de gran utilidad no solo para aquellos interesados en el proceso de restauración de la Compañía de Jesús y en su reinserción en los territorios americanos, sino también para los especialistas en el periodo rosista y la historia eclesiástica argentina. Esperamos que este trabajo de Gómez Díez continúe abriendo nuevos campos de investigación para los estudios jesuíticos y del siglo XIX argentino.
Notas