Resumen: El artículo describe la reflexión y el uso del enfoque ver-juzgar-actuar en la Teología Pastoral de América Latina. Para ello, luego de presentar la actualidad del método en el magisterio pastoral latinoamericano contemporáneo, referencia algunas prácticas y autores destacados en Brasil, México, Argentina y Colombia.
Palabras clave: Teología Pastoral,Método,América Latina,Ver-juzgar-actuar,Interdisciplinariedad.
Abstract: The article describes the reflection and use of the see-judge-act approach in the Pastoral Theology of Latin America. For this purpose, after presenting the actuality of the method in the contemporary Latin American pastoral magisterium, it refers to some practices and authors in Brazil, Mexico, Argentina, and Colombia.
Keywords: Pastoral Theology, Method, Latin America, See-Judge-Act, Interdisciplinarity.
Artículo
Actualidad del método ver-juzgar-actuar en la Teología Pastoral de América Latina•
Recepción: 31 mayo 2024
Aprobación: 03 julio 2024
Es un lugar común reconocer que en América Latina el tríptico ver-juzgar-actuar ha tenido relevancia en el Magisterio episcopal, en las prácticas pastorales y en la Teología de la Liberación desde el posconcilio hasta nuestros días.[1]
Ahora bien, no resulta así de fácil precisar su uso en la Teología Pastoral de la región ya que, por una parte, su producción teórica suele identificarse con la dimensión práctica de las Teologías de la Liberación.[2] Y, por otra, si bien se han realizado estudios sobre figuras, corrientes, lugares y etapas de la Teología Latinoamericana, no contamos con suficientes trabajos por áreas teológicas, sobre sus enfoques y métodos destacados.[3] Esta situación dificulta la consolidación del reconocimiento de la especificidad de la Teología Pastoral, la memoria de sus prácticas para las nuevas generaciones, y su potencial de interlocución en las conversaciones internacionales sobre los métodos teológico-pastorales o prácticos.
Al respecto, se constata que fuera del contexto latinoamericano hay un desconocimiento de las prácticas, problematizaciones y relecturas interdisciplinarias actuales sobre el tríptico, ya que los autores retoman para la reflexión casi exclusivamente la producción de la generación de teólogos del inmediato posconcilio. Pareciera que ocurre algo similar a lo que Daniel F. Pilario refiere sobre la condena a algunos enfoques de la Teología de la Liberación en 1984:
«cuando Ratzinger condenó “ciertos aspectos de la teología de la liberación” en Libertatis nuntius (1984) por coquetear con el denominado análisis social marxista reduccionista, la teología de la liberación ya no se encontraba en ese lugar, sino que se había desplazado a otra parte».[4]
Por lo expuesto, este artículo busca contribuir al conocimiento de los enfoques y las prácticas actuales del ver-juzgar-actuar en la Teología Pastoral de América Latina. En un primer momento, se presenta su vigencia y relectura en el magisterio latinoamericano contemporáneo porque dicha práctica tiene una vinculación constitutiva con la reflexión teológico-pastoral en la región. En un segundo momento, se ofrece un panorama no exhaustivo de autores y prácticas en cuatro países de la región: Brasil, México, Argentina y Colombia, en el cual se puede percibir convergencias, especificidades e influencias recíprocas. El texto concluye planteando algunos interrogantes para seguir profundizando en el tópico desarrollado, entre los que se destaca la necesidad de articular el tríptico con la perspectiva sinodal de la Conversación Espiritual.[5]
Tanto el Documento de la V Conferencia General del Episcopado en América Latina y el Caribe realizada en Aparecida (Brasil) en 2007, como el texto final de la Asamblea Eclesial «Hacia una Iglesia sinodal en salida hacia las periferias» publicado en 2022, confirman la opción de los obispos por el uso del método ver-juzgar-actuar.
El número 19 del Documento de Aparecida afirma que el texto hace uso de dicho método, e indica que:
«Muchas voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este método ha colaborado a vivir más intensamente nuestra vocación y misión en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teológico y pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente» (APA 19).
Ahora bien, el texto antecedente articula dos descripciones del tríptico presentes en el número 19 que, si bien tienen especificidades, comparten el hecho de acentuar la perspectiva creyente global del enfoque, un acento acordado en el proceso de preparación de la V conferencia para que fuera aceptado como matriz metodológica.[6] La opción, si bien no puede comprenderse como novedosa,[7] suscitó la problematización por parte de algunos autores, y la constatación de la diversidad de matices en su ejercicio, como bien ilustra C. Schickendantz:
«la distinta comprensión del ver-juzgar-obrar, que va desde posturas más simples, entendiéndolos como pasos sucesivos, a comprensiones más profundas acerca de la realización de un círculo hermenéutico al que, incluso, algunos autores le añaden nuevas palabras tales como “ver-juzgar-actuar-celebrar-evaluar”, o nuevos acentos como “ver la realidad-iluminarla-transformarla”. En cualquier caso, es verdad que la utilización del método en el posconcilio latinoamericano no se ha realizado sin controversias: “algunos lo emplean mal, otros lo desacreditan”».[8]
Por su parte, el texto conclusivo de la Asamblea Eclesial afirma la tradición de la cual proviene el método, ratifica la opción por asumirlo, y explicita una acentuación contemporánea:
«La estructura del texto responde al método ver, juzgar, actuar, empleado en la Constitución Gaudium et spes del Vaticano II y desde los Documentos de Medellín en nuestra Iglesia. En los últimos años las tres acciones, relacionadas circularmente, recibieron nuevos acentos con el uso de verbos complementarios: contemplar y escuchar para el ver histórico, iluminar y discernir para el juzgar teológico, orientar e impulsar para el actuar pastoral. A estos momentos, aquí vinculamos las tres actitudes destacadas por el Papa Francisco en su Mensaje a la Asamblea Eclesial: “escucha” de las voces del Espíritu en el camino del Pueblo de Dios; “discernimiento” a la luz del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia; “desborde” creativo en nuevos caminos pastorales hacia el futuro. Este esquema tripartito permite incluir hechos y palabras –incluso textos escritos– de todo el proceso vivido en 2021 y del intercambio hecho por el Equipo de Reflexión Teológica para elaborar este texto» (AE 28).
Al respecto, P. Merino Beas subraya que este enfoque integró el discernimiento de los signos de los tiempos, realizándose a la luz de la fe y bajo la acción del Espíritu Santo: «Por tanto, no es simplemente una constatación sociológica, se trata de un verdadero discernimiento espiritual. Y este proceso, debe hacerse con participación de todo el Pueblo de Dios. No es cuestión solo de especialistas».[9]
De esta manera, el magisterio contemporáneo asume alguna de las problematizaciones que los teólogos han ido desarrollando a partir de la recepción preliminar realizada a finales de los años ´60.
La reflexión y la práctica de la Teología Pastoral en América Latina asume distintos métodos. Éstos se pueden agrupar en dos grandes bloques. Por una parte, aquellos que recepcionan creativamente modelos desarrollados en otros contextos, como ser la teología empírica o el método de la correlación, con sus variantes.[10]Y, por otra parte, aquellos que recrean el tríptico ver-juzgar-actuar.
Rosa Ramos refiere a la relectura del tríptico realizada en un encuentro de la Red de Teólogos Amerindia:
«En el Encuentro Intergeneracional de Teología de la Liberación organizado por Amerindia (Puebla 2017), el método ver-juzgar-actuar fue enriquecido desde el saber indígena. Con el objetivo de la sinergia intergeneracional, se adoptó el tequito o minga como el método más horizontal de los pueblos indígenas, que corresponde más o menos a la educación popular, elaborando el pensamiento desde encrucijadas en pequeños grupos de trabajo y el compartir festivo».[11]
En este apartado, se realiza un panorama preliminar de las relecturas del ver-juzgar-actuar, buscando circunscribirlo a la Teología Pastoral, aunque presentando la matriz teológica latinoamericana común en la que se conforma. La descripción está organizada según cuatro países de la región: Brasil, México, Argentina y Colombia. Sin embargo, varios de los autores históricos y actuales tienen influencia más allá de sus propias fronteras, como quedará ilustrado.
En el período anterior al Vaticano II, referentes de la Acción Católica formados en el método ver-juzgar-actuar, favorecieron la recepción del Concilio, por ejemplo, asesorando a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) para la elaboración Plan Pastoral de Conjunto (PPC), aprobado en la última sesión del Concilio con orientaciones precisas para su recepción en el país.[13] Los Planes de Pastoral del episcopado nacional posteriores mantuvieran los tres grandes ejes del método ver-juzgar actuar, como también las principales iniciativas pastorales que surgieran a nivel nacional, tales como las Campañas de la Fraternidad, las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), los organismos al servicio de la pastoral que fueran creados. El PPC ha generado mucha creatividad y dinamismo en la Iglesia de Brasil. Pastoralistas y teólogos/as se han involucrado en varias iniciativas eclesiales, algunas de las cuales, han tenido gran impacto en la sociedad.[14] (Error 4: La referencia debe estar ligada) (Error 5: El tipo de referencia es un elemento obligatorio) (Error 6: No existe una URL relacionada)
La utilización de este método en la II Conferencia del CELAM, en Medellín, motivó la teología de la región a profundizarlo. En 1974, Cláudio Perani, jesuita italiano misionero en Brasil, hizo su tesis doctoral sobre la revisión de vida, central para la AC.[15] (Error 7: La referencia debe estar ligada) (Error 8: El tipo de referencia es un elemento obligatorio) (Error 9: No existe una URL relacionada) Las primeras sistematizaciones de la teología de la liberación, en la década de 1970, han motivado a Clodovis Boff a realizar su investigación doctoral alrededor del método teológico de esta corriente teológica latinoamericana.[16] A partir de esta investigación, él publicó otros libros tratando cuestiones del método teológico.[17] Sus publicaciones han divulgado el lenguaje de las “mediaciones” que corresponden a cada momento del método de la AC. Así, para una lectura más consistente del ver son necesarias las mediaciones socio-analíticas; para la del juzgar, las mediaciones hermenéuticas; para las del actuar, las de la praxis liberadora.
La sistematización del método y de la epistemología de la teología de la liberación hecha por Clodovis Boff ha impactado en los diversos ámbitos de la pastoral en Brasil a partir del fin de los años 1970 hasta fines de los años 1990, cuando él publicó una obra aún más sistemática,[18] aunque ya apuntando hacia ciertas inflexiones, que lo hará, a partir de 2007, alejarse cada vez más de la perspectiva de la teología que había ayudado a sistematizar. Durante todo este período los planes de pastoral de la CNBB, sus documentos e iniciativas en nivel nacional, como también la acción de los principales agentes de pastoral comprometidos con la perspectiva liberadora, a saber, religiosas/os, laicos/as, sacerdotes, recorrían al método ver-juzgar-actuar tal cual había sido sistematizado por la teología de la liberación. La pastoral fue profundamente impactada, alimentando gran parte de la acción más profética y comprometida con los más pobres en este período. El privilegio conferido a las ciencias sociales en las mediaciones socio-analíticas, fue enriquecido por la entrada de otras perspectivas, como las de las ciencias de la cultura, la economía, los estudios de religión. La pastoral ella misma pasó a ser un lugar privilegiado del quehacer teológico, como lo muestra toda la producción bibliográfica que surgió en este período.
En ese contexto, al final de los años 1980, Agenor Brighenti inicia sus estudios de licencia y doctorado en Lovaina, con una tesina de licencia sobre la AC, defendida en 1990,[19] y una tesis doctoral sobre las raíces de la epistemología de la teología de la liberación, defendida en 1993.[20] En un artículo publicado en la revista Medellín, en 1994, él presenta los resultados de su investigación.[21] A su regreso a Brasil, se convirtió en una de las principales referencias de la teología pastoral en Brasil y en otros países latinoamericanos. Docente en el Instituto Teológico de Santa Catarina (1997-2009), en la Pontificia Universidad de México (1995-2016), en la Pontificia Universidade Católica de Paraná (2009-2022), en el Instituto Teológico-Pastoral para América Latina (desde 1994), él coordinó el INP (2000-2012), y es miembro de la Comisión Teológica del CELAM (desde 2012). Sus publicaciones más sistemáticas en teología pastoral son una obra de 2006,[22] y otra de 2021,[23] en la cual ofrece una comprensión amplia de la teología pastoral. En el primer libro, el teólogo brasileño inicia con una reflexión sobre la teología pastoral fundamental, presentando los modelos de la acción pastoral, la historia de la teología pastoral y su estatuto epistemológico. En la segunda parte, dedicada a la teología especial, indica los elementos alrededor de los cuales se organiza la pastoral: el profético, el litúrgico y el de comunión. En la tercera parte, volcada à la teología pastoral aplicada, él indica los ámbitos de la acción pastoral (individuo, comunidad, sociedad), la pedagogía y espiritualidad para pensar la pastoral como proceso y las indicaciones metodológicas de una acción pastoral. En el segundo libro, también organizado en tres partes, cada una con tres capítulos, el autor inicia con una reflexión sobre la relación entre pastoral y teología. En seguida propone un estudio sobre la relación entre pastoral y acción evangelizadora, concluyendo, en la tercera parte, proponiendo pensar la pastoral como proceso de encarnación de la fe. (Error 1: La referencia debe estar ligada) (Error 2: El tipo de referencia es un elemento obligatorio) (Error 3: No existe una URL relacionada)
A. Brighenti ha participado como perito en la Conferencia del CELAM en Santo Domingo (1992), en Aparecida (2007), en el Sínodo para Amazonía (2019), en el actual proceso sinodal. Muchos de sus escritos contemplan esta actividad. Su experiencia en procesos de reflexión sobre la pastoral y la evangelización lo llevaran, recientemente, a volver a su investigación inicial sobre el método. Uno de sus últimos trabajos versa precisamente sobre el método ver-juzgar-actuar de la AC y su relación con la reflexión teológica, no sólo en la teología latinoamericana, sino también en el magisterio eclesial.[24]
Aunque esté consagrado a las principales iniciativas pastorales de la Iglesia en Brasil, con nuevas reformulaciones desde la Conferencia de Aparecida y el magisterio del Papa Francisco, que insiste no sólo en el “ver”, sino también en el “escuchar”, tanto en el primer momento como en el segundo, se nota en el episcopado brasileño una cierta inflexión en el uso del método.[25] La teología pastoral, a su vez, conoce cierta renovación, como atestan, entre otros, los congresos organizados por el Grupo de Investigación “Teología y Pastoral”, de la Faculdade Jesuíta de Filosofía e Teología (FAJE),[26] los simposios internacionales de “teología práctica”, organizados por el programa de posgrado en teología pastoral de la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais,[27] y, más reciente, el congreso internacional de pastoral urbana organizado por la Pontifícia Universidade Católica de Rio Grande do Sul.[28] En todas esas iniciativas hay un esfuerzo de pensar la pastoral desde las provocaciones del pontificado de Francisco y desde las nuevas cuestiones que emergen en el ámbito pastoral y teológico del país y del continente.
En México los teólogos pastoralistas que han implementado este método en sus diversas articulaciones y estilos propios son Francisco Merlos y Benjamín Bravo. Merlos echa mano de este método en la línea de la identidad de la teología pastoral en diálogo con las ciencias humanas, y en sí misma considerada. Benjamín Bravo desde los años 80’ en pleno ambiente urbano de la ciudad de México, comenzó a llevar esta metodología en procesos kerigmáticos llamados Procesos de conversión. El objetivo era llevar el mensaje a los alejados para darles a conocer a Jesús y su Buena Nueva del Reino. Al adentrarse más profundamente en sus aportes, se descubre, tanto en uno como en otro teólogo, la presencia de este método recreado desde dos ámbitos distintos y complementarios a la vez.[30]
Dentro de la tradición teológica latinoamericana el método ver-juzgar-actuar, ha tenido diversas expresiones en la manera de articular los tres momentos. Dicha articulación interna determina en gran medida el ejercicio y producto de la investigación, los sujetos que lo implementan, y la teoría teológica que subyacentemente la sostiene y orienta. La articulación tiene que ver también con los puentes o conectores que establecen la forma en que los elementos se correlacionan, es el tipo de unión de los momentos que permite el movimiento o la dinámica que se establece entre ellos. Aquí se estaría pensando en la articulación como un componente clave en la comprensión y orientación del método.[31]
Por lo menos pueden identificarse tres expresiones de dicha articulación: la dialéctica, la sacramental, y la sapiencial. La articulación crítica o dialéctica, se adapta a las normas y modos establecidos por esta dinámica. Se entiende aquí por dialéctica al modo propio como se establecen las relaciones de estos tres momentos (dialéctica menor); dentro de una manera propia de establecer la relación entre la teoría y la práctica (dialéctica mayor). Es “un estilo de pensamiento marcado por la voluntad de romper toda rigidez estática, de abrir los cuadros conceptuales que aprisionan el espíritu, para que este pueda afirmarse como fuerza de negación y de creación”.[32] Por lo tanto, en un pensamiento dialéctico no es posible llegar a unas conclusiones definitivas y cerradas. De esta forma, la dialéctica como forma de pensamiento y de ejercer la acción, es una de las maneras en las que se propone la articulación entre estos tres momentos y en la forma de construir y de obrar teológicamente. El modo menor hace referencia a la interacción que se ejerce en estos tres momentos considerándolos como mediaciones: socio-analítica, hermenéutica, y práctica. El modo mayor, es el marco donde están ubicados estos momentos, y que opera entre la teoría y la práctica. Supone una inclusión mutua (pericorésis) entre los términos en cuestión, y al mismo tiempo una distinción (khorismós) entre ellos.
La articulación simbólica o sacramental tienen en el fondo un sentido natural de reacción ante la realidad y sus propuestas por cambiarla. Es menos crítica que la anterior, y de menos complejidad teórica. Se trata principalmente de la reacción que la gente tiene de por sí, ante una situación que la desajusta; y que por lo tanto hace algo para actuar en consecuencia. El ver no tiene relación con una postura científica, es más una percepción de la situación mediante un conocimiento intuitivo, globalizante, pero marcado de alguna forma por el horizonte de la fe. Es lo que Lucio Gera llama conocimiento sacramental, «tal vez hay que pensar este tipo de percepción como una fuente de conocimiento sacramental, a base de la capacidad de captar, simbólicamente, los acontecimientos de la historia».[33] El juzgar es una acción profética al detectar de forma intuitiva –otra vez-, la contradicción de esa realidad con el plan de Dios. Esto se presenta como un imperativo humano y cristiano. El actuar es entonces un llamado al compromiso por la superación de la situación dada. Es una praxis de amor comprometido que viene inspirado por la fe y la indignación. Así, la conciencia de los problemas surge antes que la ciencia sobre ellos.
La articulación sapiencial. Para Juan Carlos Scannone, junto con otros pensadores latinoamericanos, la articulación metodológica del ver-juzgar-actuar, ha de privilegiarse desde lo “sapiencial”, es decir el “sentido teologal que acompaña la experiencia cristiana del pobre”, y que desde Scannone se traduce en los términos de sabiduría popular, es decir, la comprensión global y sintética del mundo, del hombre y de Dios, proporcionada en parte por un encuadre cultural, como por una interpretación también global y sintética de la situación histórica, que unida a una articulación disciplinada o científica, incluye necesariamente la explicitación epistemológica de tres niveles teóricos, el de las ciencias de la historia, cultura y sociedad, el filosófico y el teológico. El modelo de articulación entre el ver, con la reflexión teológica, es mediante el “modelo calcedónico”, de unión sin confusión, y distinción sin separación. En cuanto al juzgar que es propiamente la instancia teológica, Scannone, explicita la función de la filosofía y su relación con las ciencias históricas y sociales, en la medida que se hace presente en las categorías teológicas de la teología. Juega, por tanto, un rol intermediario importante para criticar los aportes de estas ciencias, sobre todo aquellas que se opongan a la comprensión del hombre implícita en la revelación cristiana. El actuar es una respuesta eficaz a la fe que opera por la caridad. «Pues la caridad que nace de la fe pide una práctica eficaz, la cual, para ser realmente eficaz debe moverse en las tres dimensiones teologal, ética e histórica».[34]
Ahora bien, ¿cómo estas tres formas de articulación se hacen presentes en la vida pastoral y eclesial de México? La respuesta por ahora no está dada a partir de una investigación de fondo, sino desde una percepción subjetiva que viene dada después de variados encuentros pastorales de diversa índole en varias regiones de México. Dicho esto, se puede decir que a nivel más académico se sigue manteniendo hasta cierto punto la relación dialéctica en lo referente a las mediaciones; esto se refleja en el planteamiento de cursos y programas relacionados principalmente en el área de teología pastoral o eventualmente en la presentación de disertaciones o tesinas. Normalmente se distribuye un esquema organizativo desarrollando estos tres momentos de modo dialéctico. Igualmente, la relación teoría-práctica tiene mucho que ver en el planteamiento de la identidad de la teología pastoral presentada a nivel académico. Ciertamente la articulación sapiencial también está presente al incorporar en los tres momentos otras ciencias y otros acercamientos culturales, históricos, narrativos, y horizontes de racionalidad sapiencial más acordes con los tiempos de ahora.[35] A nivel más de acción pastoral y de planeación, se mantiene en varias diócesis del país la metodología de planeación pastoral participativa, que expresa y amplía estos tres momentos en el marco de la realidad, en el marco doctrinal, y el marco operacional, extendiéndose al marco organizacional. Aun cuando también se perciben metodologías que van más en la línea prospectiva invirtiendo la realidad real por la ideal, o desde enfoques mucho más estratégicos-empresariales.
La articulación sacramental se hace presente en procesos de acción pastoral de las pequeñas comunidades parroquiales y adquiere muchas formas simbólicas particularmente en aquellas que inician procesos de cambio, más que en movimientos eclesiales, pues éstos por lo general tienden a priorizar otros aspectos de la vida de fe de los católicos. Esta articulación, junto con la sapiencial, tiene muchos nexos con análisis y procesos sociales más allá del ámbito estrictamente religioso. Un ejemplo de esto es el método del Caracol que los zapatistas asumieron en su momento para analizar las dinámicas de lo global y lo local. El Subcomandante Marcos así lo narra:
«Durante varias horas, estos seres de corazón moreno han trazado, con sus ideas, un gran caracol. Partiendo de lo internacional, su mirada y su pensamiento ha ido adentrándose, pasando sucesivamente por lo nacional, lo regional y lo local, hasta llegar a lo que ellos llaman "El Votán. El guardián y corazón del pueblo", los pueblos zapatistas. Así desde la curva más externa del caracol se piensan palabras como "globalización", "guerra de dominación", "resistencia", "economía", "ciudad", "campo", "situación política", y otras que el borrador va eliminando después de la pregunta de rigor "¿Está claro o hay pregunta?". Al final del camino de fuera hacia dentro, en el centro del caracol, sólo quedan unas siglas: "EZLN". Después hay propuestas y se dibujan, en el pensamiento y en el corazón, ventanas y puertas que sólo ellos ven (entre otras cosas, porque aún no existen). La palabra dispar y dispersa empieza a hacer camino común y colectivo. Alguien pregunta ¿"Hay acuerdo? "Hay", responde afirmando la voz ya colectiva. De nuevo se traza el caracol, pero ahora en camino inverso, de dentro hacia fuera. El borrador sigue también el camino inverso hasta que solo queda, llenando el viejo pizarrón, una frase que para muchos es delirio, pero para estos hombres y mujeres es una razón de lucha: "un mundo donde quepan muchos mundos". Más despuecito, una decisión se toma».[36]
El enfoque ver-juzgar-actuar también fue asumido por la tradición pastoral y teológico-pastoral argentina en el inmediato posconcilio. La animación pastoral en el país quedó a cargo de la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL), instancia que contó con la reflexión de peritos sacerdotes, religiosos y laicos. Algunos conocían el método porque eran asesores de la Juventud Obrera Católica (JOC); entre ellos, destacan las figuras de Lucio Gera y Rafael Tello.[38] Partiendo de la reflexión sobre Lumen Gentium, se entendió la pastoral como praxis histórica de la misión de la Iglesia en los pueblos; y, releyendo Gaudium et Spes 53-62, centraron la atención sobre la cultura de los pueblos, su historia y su ethos cultural.
Desde el origen, hubo debates sobre la comprensión epistemológica del tríptico.[39] Lucio Gera reflexionó desde una teología de la historia que discierne los signos de los tiempos, y se articula con el ver-juzgar-actuar.[40] Haciendo memoria de la etapa posconciliar, decía: «se trataba entonces de analizar la real situación histórica de nuestro país y de América Latina y desde allí fundamentar teológicamente las orientaciones pastorales correspondientes».[41] En un texto de 1972, afirmaba: «Si uno se pone en esta perspectiva teológico-pastoral hay que plantearse los problemas de una forma concreta: hoy, y aquí, dada una situación determinada, cuál es la concreta e histórica misión que ha de asumir la Iglesia en este momento».[42] Sin dedicarle estudios específicos sobre el método, en sus artículos teológico-pastorales fundamentó el enfoque que desarrollaba. Por ejemplo,
«Si se le pide al teólogo que se llegue hasta el límite donde la teología linda con la virtud de la prudencia; si se le pide que acceda a un juicio de situación y prepare la acción y la estrategia que la Iglesia ha de adoptar hic et nunc, entonces se le exige un conjunto de actitudes y aptitudes no comunes. Éstas, por ejemplo: que entre al campo de lo contingente, donde lo incierto no puede ser totalmente despejado, y que precisamente en ese campo incierto, propio de la «opinión» y la «conjetura», acierte. Entrando en ese ámbito de lo incierto se le reclama perspicacia para entresacar lo cierto y eficaz de lo incierto y, por consiguiente, una capacidad de bucear en el pasado y el presente para obtener una síntesis de la experiencia, que le permita prever el futuro, inmediato y lejano. Para poder obtener esta síntesis de experiencia, tiene que haber vivido, tiene que tener un pasado y haber pasado por la acción y la pasión. Y, como toda experiencia personal nunca llega a ser plenamente suficiente, debe poseer la suficiente docilidad, como para escuchar a los más ancianos y a los que están en las trincheras de la pastoral. Y deberá además superar su experiencia y la de otros con una fantasía y una inventiva de estratega. Además de todo esto, evidentemente, tendrá que saber teología “abstracta”».[43]
El que sí trabajó específicamente sobre el método ver-juzgar-actuar fue el jesuita Juan Carlos Scannone, como bien se subrayó en un apartado anterior. Él, en el marco de su clásica tipología sobre la Teología de la Liberación, precisó el uso del tríptico en cada una de las corrientes, y en las Conferencias Latinoamericanas y en la Teología Latinoamericana.[44] También desarrolló la reflexión sobre el método en la Doctrina Social de la Iglesia, aplicándolo en algunas temáticas específicas, como en la reflexión sobre la Globalización como hecho y como ideología. El autor, subrayó el rol mediador de la filosofía en la articulación de las dimensiones, e indicó que el tercer momento del tríptico tenía una formulación deficitaria.[45]
En la actualidad, y en el marco de dicha tradición, Carlos M. Galli, inscribe su reflexión sobre la Pastoral Urbana en el método asumido por el Documento de Aparecida, el cual «despliega tres momentos interrelacionados circular y progresivamente: histórico, teórico y práctico».[46] Por ello, su propuesta de Pastoral Urbana, parte de las consideraciones sobre la ciudad y la Iglesia en la ciudad, recuperando como clave hermenéutica la reflexión del magisterio latinoamericano sobre ella, discerniendo el paso de Dios por la vida de la ciudad, y realizando propuestas de conversión pastoral. El autor busca ofrecer fundamentos eclesiológicos y de misionología para la pastoral urbana, realizando un diálogo con aportes de otras disciplinas, especialmente la historia, y recuperando las perspectivas del magisterio pastoral latinoamericano.[47]
Carolina Bacher Martínez desarrolla investigaciones sobre pastoral social, pastoral urbana y sinodalidad con un enfoque práctico en el ejercicio del tríptico y, en dicho marco, fundamenta la relectura interdisciplinaria del ver-juzgar-actuar en diálogo con enfoques cualitativos de las ciencias sociales: con métodos biográficos, con estudios de casos, y con la investigación-acción participativa.[48]
Por ejemplo, el estudio teológico-pastoral de casos es un enfoque que permite: a) delimitar y seleccionar situaciones, experiencias, personas, para ser estudiadas en profundidad, sean o no eclesiales; b) explicitar el marco práctico (histórico y contextual) y teóricos -los teológicos, y de otras disciplinas- que operan en la precomprensión de la reflexión; c) utilizar algunas técnicas en la investigación que ofrecen rigor científico flexible, como ser la observación participante, las entrevistas semiestructuradas, los grupos focales, la documentación, la triangulación de fuentes, etc.; d) realizar una descripción y análisis de la situación desde una polifonía de voces relevadas, pudiendo mantener el lenguaje cotidiano y simbólico; e) realizar una correlación crítica recíproca entre las prácticas y los sentidos relevados, y la Escritura releída desde la tradición eclesial, en articulación con las diversas áreas teológicas; f) discernir los indicios de la presencia de Dios en la historia cotidiana, como aporte a la imaginación pastoral; g) realizar propuestas -en diálogo interdisciplinar- pertinentes, autoimplicativas, situadas, viables, diversas y significativas para diversos interlocutores, pastorales y sociales. Comporta un ejercicio de investigación sobre el cruce de diversos lugares teológicos y hermenéuticos, por lo que se ha dado en llamar una teología inter loci.[49]
Tanto la reflexión como la práctica de este enfoque en Argentina se desarrolla en el cruce entre teología sistemática, espiritual y pastoral, clave de la tradición teológica local. Tal es el caso del Grupo de Investigación sobre Teología Urbana, coordinado por la Dra. Virginia Azcuy, el cual entre los años 2010 y 2022 desarrolló investigaciones sobre prácticas de espiritualidad urbanas con modalidad interdisciplinaria y colaborativa, realizando estudios teológicos de casos.[50]
La teología en Colombia está empezando un camino de asimilación de la teología práctica que implica necesariamente la revisión el propio estatuto teológico y, al mismo tiempo, criticar la manera en que se ha investigado en teología. Si bien, en la actualidad institucional el papa Francisco confirma, respalda y solicita desandar inductivamente la construcción del método teológico asumiendo los contextos con todas sus realidades humanas y vitales, estos, fundamentales para una reflexión y práctica significativa de nuestra ciencia, retan la teología colombiana en la que prevalece la asimilación y reproducción de la tradición europea en medio de los avatares de su propia historia.[52] El Papa Francisco, a propósito, reta a elaborar una teología que no se limite a reproponer abstracciones y esquemas del pasado y abra las puertas con talante profético para el futuro en medio de las culturas en este cambio de época elaborando una teología en salida para una iglesia en salida, en la frontera, replanteando métodos y epistemologías para una teología contextual, entrando en todas las dimensiones de la vida. En síntesis, es un llamado a pensar una teología sinodal.[53]
Daniel Garavito, en su análisis sobre la situación de la teología práctica en Colombia, afirma que tal denominación casi no se usa y tiene la razón. Es preferida la expresión teología pastoral, asunto que tiene profunda raigambre histórica y quizá fija la significación de su quehacer circunscrito a la Iglesia como sujeto clásico de nuestro quehacer,[54] hasta influenciar su radio de acción.[55] Sin embargo, el actual quehacer teológico investigativo y universitario continúa siendo de talante moderno, privilegiando el especulativo diálogo entre fe y razón en la continua recepción y permanente comprensión histórica y literal de los documentos del Concilio Vaticano II, empañando el hondo y orgánico vínculo de lo práxico con lo bíblico y sistemático, que debería ser contenido de la comunicación teológica efectiva en la histórica realidad colombiana.[56]
Esto ha obligado a revisar la función pastoral del quehacer teológico. Son reconocidos los ingentes e históricos esfuerzos por reinterpretar y articular el método teológico latinoamericano de los jesuitas Jesús A. Vela y Alberto Parra, fortaleciendo y promoviendo, desde la experiencia humana y las comunidades cristianas, la teología pastoral,[57] la verificación perlocutiva de lo soteriológico en los contextos,[58] y la mirada sobre el valor teológico de la acción para la construcción del mundo, de la historia, de la dignidad, del derecho y de la justicia.[59]
Como también los esfuerzos recientes de Olga Consuelo Vélez Caro, en continuidad sobre el método teológico por ella pensado,[60] incluyendo el método de la Investigación Acción Participativa (IAP) en el quehacer teológico, y su reflexión sobre la pastoral urbana.[61] O el resumido modelo metodológico, basado en la filosofía ricoeuriana, de Daniel Garavito sobre la hermenéutica de la acción.[62]
Si bien es imposible mencionar todos los esfuerzos científicos en esta actividad renovadora, estas investigaciones aciertan en el mismo punto: la necesidad de incluir, hasta el trabajo de campo tan ausente en la investigación teológica, otras mediaciones más efectivas para la crítica comprensión de la realidad y de la praxis histórica a la luz de la Palabra revelada, tal como lo enunció históricamente Gustavo Gutiérrez en su conocida definición de la Teología.[63]
La teología como quehacer, si bien se puede fraguar en la academia universitaria colombiana, debe salir de ella, renovar los métodos y radicarse en la acción humana, en la diversidad de escenarios contextuales como verdadera expresión pastoral de una iglesia sinodal y en salida comprometida con la realidad.[64] Pero aún queda abierto el problema conceptual y se requieren más perspectivas y prácticas investigativas que visibilicen nuevos sujetos, nuevos temas, y nuevos métodos para responder a las nuevas exigencias.
Si bien los pensum de las carreras teológicas son semejantes y no hay novedades en visibles en sus propuestas, las internas definiciones curriculares y la propia producción investigativa definen los rumbos de su quehacer. Por ejemplo, en los inicios del siglo XXI, Iván Darío Toro Jaramillo, en la fundación del programa de Teología de la Universidad Católica Luis Amigó, se atrevió a movilizar la categoría contexto como nueva alternativa ante la falta de opciones de formación teológica en Medellín. Esta ciudad, cuna de la segunda conferencia del episcopado latinoamericano y de la segunda facultad pontificia de Teología con la UPB, se atrevería a hablar de una Teología en contexto cuyo punto de partida estuviera en el mundo de la vida, con la ayuda de la fenomenología husserliana, asumiendo los escenarios contextuales como lugares de reflexión teológica. De esta manera la novedad, al menos en la ciudad y quizá dada con anterioridad en otros lugares del país, emerge con nuevos retos obligando a repensar el método teológico.[65]
Sin embargo, la novedad problematiza sin traer total solución. Contextos pueden ser muchas cosas, hay muchos desacuerdos como imposibilidades de fijación terminológica, haciendo de esa reflexión una tarea permanente durante dos décadas en esta universidad. Empezar la reflexión en el mundo de la vida como el gran contexto y la necesidad de una exégesis de los textos para interpretar del acto de vida continúa la renovación metodológica que se viene fraguando desde la segunda mitad de la producción teológica del siglo XX y los recientes desarrollos de nuevos paradigmas teológicos en los inicios del siglo XXI,[66] concretando el quehacer teológico y disponiendo los conceptos de una forma más clara: entender lo pastoral como la total acción eclesial, interna en su propia naturaleza y función y externa en su misión evangelizadora; los contextos y escenarios como lugares específicos de personas y comunidades con sus historias de vida, segmentos de mundo atendidos por la iglesia y su teología para, finalmente, llegar a la acción, práctica, praxis específica personal y socioeclesial sobre el contexto, unidad de expresión para el análisis teológico sobre la realidad.
De esta manera y con estos ejemplos que jamás agotarían la total reflexión teológica colombiana, permiten concluir cómo la teología práctica, si bien tiene construcciones colombianas motivadas por la dilucidación de su identidad y estatuto científico, aún se encuentra en proceso de construcción, asunto que las universidades no pueden asumir solas y requieren del impulso de las realidades comunitarias del pueblo colombiano, en la permanente recepción del método teológico latinoamericano, en su reelaboración creativa para el mejoramiento del propio quehacer científico en coherencia con estos tiempos de reforma sinodal.
La descripción antecedente esboza la historia y la actualidad del método ver-juzgar-actuar en América Latina, con especial foco en la pastoral y la teología pastoral. Como bien se ilustra, aún está vigente tanto su práctica como la reflexión epistemológica sobre el mismo. El panorama también deja entrever la circularidad de autores y perspectivas que acontece en la región, aspecto posibilitado y potenciado por la convergencia en torno a la elaboración de la reflexión pastoral del magisterio latinoamericano, y de otros encuentros teológicos y pastorales en Latinoamérica y el Caribe. Los procesos sinodales actuales interpelan que se piense y realice la articulación de la Conversación Espiritual con el tríptico.
Esta breve semblanza, más que agotar su presentación, indica los aspectos que están llamados a ser profundizados entre sí, con otras perspectivas metodológicas presentes en la región, y con la reflexión teológico-pastoral/práctica que se desarrolla en otros contextos.