Artículo

LOS JESUITAS: CONSTRUCTORES DE PAISAJES EN SAN JUAN (1712- 1767)

THE JESUITS: BUILDERS OF LANDSCAPES IN SAN JUAN (1712-1767)

DIE JESUITEN: ERBAUER DER LANDSCHAFTEN IN SAN JUAN (1712-1767)

Luis Enrique Morales *
UNSJ, Argentina

Revista Científica de Historia -C.H.E (Construcciones Históricas por Estudiantes)

Universidad Nacional de San Juan, Argentina

ISSN: 2545-8949

ISSN-e: 2796-9894

Periodicidad: Semestral

vol. 4, núm. 4, 2022

nouvelieresanty@gmail.com



CHE! La Revista

Resumen: El presente artículo tiene como objetivo principal analizar la transformación de ambientes en el pasado. Se enmarca en el territorio sanjuanino como perteneciente al reino de Chile, entre los primeros años y mediados del siglo XVIII. El agente de análisis es la Compañía de Jesús; que es conocida por su labor educativa, económica y social en América, pero que en este caso se enfoca,

por una parte, en el impacto causado en su entorno para satisfacer sus distintas necesidades y por otra, en la imposición de una nueva forma de vida, donde quedan plasmados sus intereses y vinculaciones con el poder.

El abordaje se realizará desde el concepto de “Paisaje”, entendido no sólo como un medio físico, sino también como una construcción social y cultural, que se modifica a través del tiempo. Por ello es preciso analizarlo desde una perspectiva interdisciplinar, dejando de lado el uso del método único y exclusivo de una historia que se sustentó solamente en fuentes escritas.

Para llevarlo a cabo se han examinado estudios realizados sobre ocupación y explotación del espacio (Acosta, 2004; Fanchin y Burgues, 1987; Fanchin, 2008; Fanchin y Sánchez, 2016) y específicamente referidos a la instalación de la orden en la jurisdicción (López, 2005).

Palabras clave: paisaje, propiedades jesuitas, San Juan, transformación.

Abstract: The main objective of this article is to analyze the transformation of environments in the past. It is framed in the San Juan territory as belonging to the kingdom of Chile, between the early and mid- eighteenth century. The agent of analysis is the Company of Jesus, which is known for its educational, economic, and social work in America, but in this case, it focuses on the one hand, on the impact caused in its environment to satisfy its different needs and, on the other hand, on the imposition of a new way of life, where its interests and relations with power are reflected.

The approach will be based on the concept of "Landscape", understood not only as a physical environment, but also as a social and cultural construction, which is modified over time. Therefore, it is necessary to analyze it from an interdisciplinary perspective, leaving aside the use of the unique and exclusive method of a history based only on written sources.

To carry it out, studies related to occupation and exploitation of space have been examined (Acosta, 2004; Fanchin and Burgues, 1987; Fanchin, 2008; Fanchin and Sanchez, 2016) and specifically referred to the installation of the order in the jurisdiction (López, 2005).

Keywords: landscape, Jesuit properties, San Juan, transformation.

Resümee: Dieser Artikel wurde mit dem Ziel geschrieben, die Veränderungen der Umgebung zu analysieren. Es ist Teil des Territoriums San Juans, als Bestandteil des chilenischen Reiches in der ersten Hälfte des 18. Jahrhunderts. Analysiert werden, soll „Compañía de Jesus” (Gesellschaft Jesu),

die bekannt wurde durch die pädagogische, ökonomische und soziale Arbeit in Amerika, die sich aber in diesem Fall, auf der einen Seite auf den Impakt fokussiert, der von der äußeren Umgebung ausgelöst wurde, um verschiedene Bedürfnisse zu erfüllen und, auf der anderen Seite auf die Besteuerung einer neuen Lebensweise, bei der Interessen und Machtverknüpfungen gebildete werden.

Diese Arbeit wird ab dem Konzept „Landschaft“ geschrieben, das nicht nur als physischen Medium verstanden wird, sondern auch als soziales und kulturelles Konstrukt, das sich mit der Zeit verändert. Deswegen ist es wichtig, die Analyse aus einer interdisziplinären Perspektive durchzuführen. So klammern wir die Methode einer Geschichte, die einzig und allein mit schriftlichen Quellen arbeitet, aus.

Um dies tun zu können, wurden Studien über Besetzung und Ausbeutung des Weltraums durchgeführt (Acosta, 2004; Fanchin und Burgues, 1987; Fanchin, 2008; Fanchin und Sánchez, 2016) und spezifisch über die Installation des Ordens der Gerichtsbarkeit (López, 2005).

Schlüsselwörter: Landschaft, jesuitische Grundbesitze, San Juan, Umbildung.

Introducción

Ante la escasez de estudios medioambientales y sobre los jesuitas en San Juan, la aportación de otras disciplinas y de algunos investigadores especialistas en el tema, dan pistas para la reconstrucción y captación de las modificaciones a lo largo de los años. Entre ellos, Comadrán Ruíz, desarrolló estudios sobre la región de Cuyo -en la cual se adscribe San Juan- describiendo los primeros años de los asentamientos hispanos, considerando aspectos sociales, políticos, poblacionales (estimaciones), geográficos y ambientales, sin ser éstos su centro de análisis.

Por otra parte, es fundamental la labor realizada por Ana Fanchin y Ricardo Acosta, ambos analizan el espacio geográfico y su ocupación en la época colonial, así como Celia López, quien ha estudiado la labor jesuita en suelo sanjuanino. Conscientes o inconscientes, su información es vital para localizar las alteraciones producidas en el paisaje cuyano, desde las primeras fundaciones a mediados del siglo XVI y hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767.

A través de una revisión de estos trabajos y considerando las propiedades jesuíticas en San Juan del siglo XVIII, es imprescindible marcar el eje central del presente trabajo: los cambios implementados por los jesuitas en el Paisaje sanjuanino; resultado de la extensión agrícola -de cultivos de vid, olivo y trigo- y por medio de la reactivación de áreas abandonadas, haciendo uso del

agua para el beneficio de su empresa. Así como la instalación de centros de expendio al menudeo, de ámbitos de socialización y conexiones viales entre centros de producción y de consumo.

Con finalidades de diversa índole, los padres ignacianos se relacionaron con su medio físico, construyeron edificaciones donde realizar sus actividades económicas, sociales y religiosas; utilizaron estratégicamente los recursos con los que contaban a su alrededor para asentarse, producir, subsistir y participar de la dinámica política. Los nexos entablados con la gente notable de San Juan crearon un vínculo de poder que los consolidó como parte preeminente dentro de la comunidad.

El Paisaje como unidad de análisis

Sociedad y naturaleza son dos conceptos que se han trabajado desde diversas ciencias y perspectivas; erróneamente esta conexión se ha planteado de forma independiente, cuando en realidad no pueden desligarse una de otra, al contrario, se nutren recíprocamente. El paisaje fusiona esta relación; si bien ha sido durante mucho tiempo parte de la geografía, otras disciplinas han encontrado en él riqueza para sus estudios, como la ecología ambiental, la historia del arte, etc.

En esta ocasión es prudente el uso de paisaje, como un concepto “holístico”, desde la “postura monista, en que la naturaleza y la sociedad se ubican inseparablemente en un marco común o como una totalidad, enfatizando la vinculación holística del ser humano” (Urquijo y Barrera, 2009, 228), terminando con la idea tradicional de paisaje como un algo físico inmóvil y pasando a uno dinámico, variable y, por ende, histórico. Estas variaciones medioambientales en parte son consecuencia de diversos fenómenos naturales como lluvias, sequías, terremotos, tsunamis, etc., pero también por intervención humana. Para la historia es necesario tener en cuenta lo anterior y examinar sus repercusiones en alguna época determinada.

En América Latina las investigaciones parten de una premisa muy interesante: el encuentro de dos mundos, dentro de la historia colonial americana. Este acontecimiento conectó a dos agentes muy distintos entre sí (el europeo y el americano autóctono) y derivó en el choque cultural y la imposición del primero sobre el segundo. Sus divergencias incluían la manera de relacionarse con el ambiente; particularmente los padres jesuitas -que representan a la cosmovisión europea- desarrollaron cultivos de plantas propias del Viejo Continente, insertaron ganado, usaron técnicas de regadío, entre otras actividades, difiriendo con el uso de los recursos que hicieron los pobladores originarios de la región.

Los pueblos que habitaban el continente americano tenían una manera de convivencia con su entorno muy diferente a la que se aplicó luego de la dominación externa. La utilización de los bienes naturales se sustentaba en una cosmovisión distinta, ya que en muchas situaciones los ríos, las montañas o la lluvia representaban a sus dioses, por ello trataban a la naturaleza de modo más “amistoso”. Pero, a partir de la conquista hispana se produjo una ruptura en sus relaciones con el medio, motivando cambios en los usos del suelo y en su explotación.

Desde el segundo viaje de Colón, la introducción de plantas como la vid y el olivo, además del ganado -de todo tipo-, transmutaron los paisajes americanos, los maizales ahora se mezclaban con trigales y así “durante la primera mitad del siglo XVI, algunas de las especies introducidas de manera deliberada por los conquistadores aprovecharon los nichos ecológicos vacantes en el Nuevo Mundo” (Tudela, 1992, 11). El abandono de muchas tierras fue producto del declive demográfico y la afectación de los cultivos indígenas con la multiplicación del ganado -principalmente el vacuno- que dañaban todo a su paso. Estos fenómenos eran consecuentes con un proceso de dominación, que como tal pretendía trasplantar modelos culturales europeos, en detrimento de los existentes hasta entonces en América.

La geografía de San Juan y limitantes en la ocupación del espacio

San Juan se encuentra dentro de la región de Cuyo, en la parte oriental de la Cordillera de los Andes, distante a más de 1000 km de Buenos Aires, a 524 km de Santiago de Chile y poco más de 350 km del puerto de Coquimbo. Sus características geográficas de aridez y predominio de un relieve montañoso han condicionado la ocupación del espacio; algunas de las limitaciones geográficas del territorio que Ricardo Acosta menciona para San Juan (y en general para Cuyo) son: la topografía compleja y fuertes pendientes, el clima desértico, la escasez hídrica, los suelos pobres y erosiones. La presencia y formación de vientos en la región de Cuyo, sobre todo el viento llamado localmente Zonda 1, el alto riesgo sísmico,2y el mal estado de las rutas y caminos.

El empleo de las aguas provenientes de deshielos cordilleranos ha posibilitado la instalación humana. Esos caudales hídricos, entre los que se destacan los ríos San Juan y Jáchal, conducen sus aguas por los valles y para su aprovechamiento se han generado verdaderos oasis de riego -

principalmente en los de Tulum y Ullum-Zonda, que es donde se emplazó la ciudad fundacional y su entorno rural-. “La actividad económica provincial se desarrolla principalmente (90 %) en los valles centrales: Tulum y Ullum-Zonda, siendo menor su desarrollo en los valles perimetrales, Calingasta, Iglesia, Jáchal y Valle Fértil. En la actualidad se calcula que menos del 3% de la superficie total de la provincia es objeto de cultivo agrícola, considerando en este porcentaje las áreas valorizadas en la última década mediante innovadoras técnicas de regadío (Fanchin, 2008, 47).

Antes de la llegada española y la fundación de villas en lo que será el Corregimiento de Cuyo, ciertos grupos humanos ya la habitaban y hacían uso de los recursos con los que contaban a su alrededor, como peces, madera o el agua, “sobre que cultivaban la tierra no hay existe ninguna duda, incluso consta que lo hacían con una técnica bastante avanzada; prueba de ello son los canales que construían y que aseguraban la irrigación de las tierras destinadas a tal fin” (Comadrán Ruíz, 1962, 150).

En sus huertos cultivaban papa, maíz, porotos e incluso ajíes; pero los hallazgos arqueológicos hablan de asentamientos lejos de lo que hoy llamamos el Valle de Tulum, es decir, el núcleo español. Algunos han sido encontrados en lo que actualmente es Angaco, Albardón, Pedernal o los Berros, pero más que en las márgenes del río, estaban en lugares de altura, esta opción no sería fortuita, seguro eran conscientes de las crecidas del río y posibles inundaciones. “Lo cierto es que hasta ahora los resultados de los estudios muestran que tanto huarpes, como capayanes, yacampis e incas ocuparon valles longitudinales andinos o planicies de piedemonte del Valle de Tulum, pero no hay pruebas que indiquen asentamientos en el ámbito del principal núcleo urbano español” (Fanchin, 2008, 4).

La explotación de recursos para crear núcleos urbanos incluyó talas de algarrobos -utilizándolos como madera para construcción y combustible- y produjo daño en el ambiente, que incluso afectó a los mismos pobladores, ejemplo de ello fueron las continuas inundaciones, que llevaron a los vecinos de San Juan a trasladar la ciudad 3. La expansión española en la ocupación de la superficie se dio por toda la región cuyana, pero específicamente se realizó en sectores cercanos a redes fluviales, las cuales hicieron posible la producción y el desarrollo económico y es justo en estas zonas donde se establecieron los principales centros de población.

Para las fundaciones fue necesario tener en cuenta algunos aspectos y es aquí cuando es fundamental hacer mención del concepto de ordenamiento territorial, aplicado a una época en la que se planificaba con ciertos objetivos la ocupación del espacio, el cual Ricardo Acosta define como “aquel que permite la acción planificada del territorio cuya más importante finalidad es la de orientar el proceso de toma de decisiones, de tal forma que se consiga obtener el mejor uso posible para los objetivos del hombre y al mismo tiempo asegurar las capacidades productivas del sistema natural” (Acosta, 2004, 20).

San Juan de la Frontera fue fundado bajo estos planes el 13 de junio de 1562, por el capitán Juan Jufré y los integrantes de la hueste se constituyeron en los primeros vecinos;. administrativamente conformó -junto con Mendoza y San Luis de la Punta- el Corregimiento de Cuyo, en dependencia del Reino de Chile. En cuanto al número de estos colonizadores hay distintas versiones, una afirma que fueron “[…] entre 23 y 32 vecinos, encomenderos y moradores, algunos de ellos antiguos pobladores de Mendoza, fueron repartidos los solares y tierras de labranza del nuevo asiento” (Comadrán Ruíz, 1962, 161), predominando la que sostiene que fueron treinta y dos (Videla, 1962, 237). Se distribuyeron solares entre los colonizadores hispanos en las inmediaciones de la plaza mayor, el cabildo y la iglesia matriz, asimismo se dejó previsto el terreno para la instalación de los conventos de órdenes religiosas, como la de San Francisco, La Merced y Santo Domingo 5.

En un principio, el cambio más notorio fue la implementación de frutos y plantas europeos como la vid y el olivo, que fueron creando paisajes verdes, verdaderos oasis, típicos hoy en día en San Juan y Mendoza. El desierto y el sol imponente solo se lograban sofocar por medio del sistema de deshielo cordillerano que hacía posible la existencia de campos fértiles para el desarrollo de la agricultura y parajes de pastoreo para la ganadería.

La Orden de Jesús tardó en establecerse en terreno sanjuanino, ya que para sostener una residencia era necesario disponer de bienes suficientes para mantenerla. A su llegada, conocedores de antemano de las posibilidades productivas y los métodos en la utilización del agua por parte de los locales, emprendieron sus propios cultivos, con algunas particularidades que se detallaran posteriormente; del mismo modo tejieron una red entre su producción y la comunidad y se

insertaron en los circuitos comerciales regionales mediante la conexión con otras residencias y colegios dentro de la provincia jesuita de Chile y con la del Paraguay 6.

El ingreso gradual de los jesuitas hasta su establecimiento definitivo en el siglo XVIII

La presencia de órdenes religiosas en Cuyo es cercana a las fundaciones de Mendoza, San Juan y San Luis; en el caso de la Orden de Jesús data de años posteriores, particularmente en territorio sanjuanino. En Cuyo, hacia 1608 se fundó la residencia de Mendoza, que fue elevada a colegio en 1616. Los primeros años fueron difíciles para su sostenimiento y, por ende, su instalación en las otras jurisdicciones del corregimiento se hizo imposible. La respuesta para la ampliación de evangelización, aparte de la circunscripción de Mendoza -capital del corregimiento-, fueron “[…] las llamadas misiones volantes: padres jesuitas que hacían misiones hacia San Juan de la Frontera y San Luis de la Punta” (López, 2005, 37).

Las misiones temporales buscaron la fundación de una residencia, la cual fue posible gracias a la donación del capitán Gabriel de Mallea en 1655, de “una estancia, una viña y una casa ubicada en el centro de la ciudad, junto a la plaza” (López, 2005, 38). En esos años las complicaciones para costearlas llevaron al cierre de algunas en la provincia jesuita de Chile, entre ellas la de San Juan, que se clausuró en 1666; que no logrará hasta 1700 desarrollar a pleno ciertas labores y marcar su presencia en la ciudad.

En ese contexto, las diversas fuentes ofrecen visiones contradictorias sobre la cantidad de pobladores, según un informe del cabildo a principios del siglo XVIII apenas “tiene ciento cincuenta vecinos muy pobres que no logran lo preciso para su alimento, tanto que los vecinos van a radicarse a Tucumán”(Comadrán Ruíz, 1962, 182), adjudicando como causas de esta situación al mal gobierno del corregidor, a la carencia de mano de obra (indios) y al daño que causó el invierno que dañó a los vides y olivos. Otro es realizado por un obispo de Santiago que visitó San Juan en 1708, según él “los habitantes de San Juan sumaban entre 40 y 50 vecinos y poco más de 500 almas” (López, 2005, 51).

El colegio de Mendoza y la residencia de San Juan pertenecían a la provincia de Chile, pero sus vinculaciones con la provincia del Paraguay eran inevitables, ya qu29e los ignacianos se encargaron de crear una red que comunicara a sus residencias y colegios.

A mediados de siglo, otro informe, ahora realizado por el Teniente de Corregidor de San Juan, D. Thadeo de la Rosa y Oro, ya habla de más de 4 mil personas en la ciudad, de los cuáles cuatrocientos llegan a ser vecinos. Si bien los datos estadísticos poblacionales son realmente estimaciones, atendiendo fundamentalmente al número de vecinos, lo que reflejan estos informes es la mejoría y estabilidad demográfica en San Juan. Es importante tener en cuenta esto, ya que hacia 1712 los jesuitas se asientan de manera sólida en San Juan de la Frontera y será en ese contexto cuando desarrollen sus actividades al máximo, hasta su expulsión.

Los jesuitas son conocidos por su habilidad en diversos campos, como la educación o la economía y el buen manejo de finanzas. Hay que destacar que incrementaron el cultivo de la vid y el olivo, - motor principal de la economía cuyana, incluso en la actualidad- sin dejar de mencionar la inserción de ganado en sus propiedades y las incipientes explotaciones mineras de aquellos tiempos. El análisis del hábitat, el aprovechamiento al máximo de los recursos, la compra de tierras fértiles, el manejo del agua para riego y las vías de comunicación (caminos) integraron parte del ideario de la Compañía de Jesús para su subsistencia, enriquecimiento y comercio con otras regiones.

La creación de empresas económicas, lugares para habitar y estilo de vida, dependieron de su entorno natural. La existencia y el manejo de las acequias influyeron en la instalación de sus haciendas y propiedades en las proximidades de los cursos fluviales. Donde se dedicaron de lleno a la producción de ciertos bienes, principalmente el aguardiente. Asimismo, la introducción del ganado para el pastoreo, en lugares como las Lagunas de Guanacache, -de donde obtenían además productos de la pesca- sufrieron una variación notoria.

Desde el establecimiento de los colonos españoles, el paisaje ya había sufrido cambios; la Corona ordenaba la implementación de ciertos trazos para las nuevas fundaciones, los cuales en muchas ocasiones no eran respetados o se modificaban por la presencia de accidentes geográficos y desastres naturales. De hecho, la ciudad fundada originalmente al margen del río San Juan tuvo que ser trasladada en 1593, “el paisaje era muy diferente a como lo podemos imaginar hoy. La deforestación, emprendida con fines utilitarios, erradicó las defensas naturales que frenaban el arrastre de las aguas y no pudo evitarse que en esa ocasión arrasaran el poblado. Desde el centro donde se ubicaba la plaza principal, se desplegaban las instituciones españolas, como el cabildo o la iglesia y de ahí se repartían solares a los destacados vecinos. El núcleo urbano había sido trazado en forma de damero, según el modelo de colonización hispana” (Fanchin y Sánchez, 2016, 318).

En síntesis, el norte era el lugar de la fundación (Concepción) sin posibilidades de mayor expansión por hallarse un antiguo cauce fluvial en la zona donde se encuentra el actual

departamento de Chimbas. Mientras que hacia el sur su limitante era la presencia de ciénegas, por tratarse del área de descarga de los escurrimientos superficiales de los afluentes hídricos de la ciudad y hacia el oeste estaba la zona más fértil, donde se localizaba la toma principal de agua, en el estero de Zonda. Justamente en esta zona se ubicará la empresa más destacada jesuita: la Hacienda de Puyuta.

Las propiedades jesuitas en San Juan

A partir de 1712 y contando una importante cantidad de propiedades, -donadas inicialmente por parte de la elite sanjuanina- la Orden de Jesús se asentó terminantemente en la jurisdicción y comenzó a expandir su patrimonio. Los padres jesuitas venidos principalmente del colegio de Mendoza utilizaron distintos mecanismos para acumular tierras y mejorar su producción: las permutaban y vendían, arrendaban ajenas dependiendo del provecho obtenido y compraban terrenos anexos, teniendo en cuenta la ubicación predilecta, la fertilidad del suelo y su cercanía al recurso vital de la zona: el agua.

El análisis del paisaje y el conocimiento de la geografía de la región era clave en la adquisición de tierras por parte de la Orden, “una vez que se adquiría una propiedad, debía crearse un programa concreto de trabajo para cada lugar” (López, 2005, 57). En Cuyo y San Juan -en particular- se limitaron a la explotación de las parcelas cercanas a las fuentes de agua, que contaban con fácil regadío, creando así el minifundio o chacra. Es lógico pensar que para tomar estas decisiones tuvieron que recorrer el territorio y estudiarlo; no es casual que el casco de su principal hacienda estuviera ubicado cerca del Estero de Zonda, donde se hallaba la principal toma de agua que irrigaba la ciudad.

Al marcar en un mapa las propiedades jesuitas, es notable la presencia de dos zonas: los valles de Tulum y Ullum-Zonda y las propiedades alejadas del núcleo principal. La primera, incluye a la propiedad junto a la plaza principal (hoy la Catedral de San Juan) y la chacra de Puyuta -que abarcaba lo que actualmente comprende la zona de Desamparados, la Bebida y Marquesado-. Mientras que la segunda se trata de los territorios al noreste y sur de la jurisdicción, la estancia de las Tumanas en Valle Fértil y las lagunas de Guanacache, respectivamente. En ambas, los caminos representaron otro de los cambios implementados en el terreno, logrando conexiones con puntos estratégicos de la ciudad y con otras poblaciones como Mendoza y San Luis de la Punta. En ellos se trasladaban personas y circulaban lo producido en las chacras y estancias.

Enseguida se detallan las dos principales zonas en donde se localizaban las propiedades jesuitas:

El Oasis: Valles de Tulum, Ullum y Zonda

La presencia jesuita en San Juan inicia con la donación del capitán Gabriel Mallea en 1655,7 de una viña, una estancia y una casa frente a la plaza. Y así, las edificaciones en el área urbana comenzaron a darle una imagen distinta al espacio. La propiedad frente a la plaza, donde actualmente se encuentra la Catedral, abarcaba una cuadra entera y constaba de una iglesia en construcción con su sacristía, las habitaciones y detrás de la cocina tres cuartos (o ranchos) donde vivían los esclavos negros que trabajaban en la casa. En el sitio se hallaba una escuela, un patio central, una carpintería e incluso una despensa; como típica casona española, contaba con un huerto de diversos árboles frutales: naranjos, limoneros, perales, olivos e higueras, y hornos para pan y ladrillos

Además de encontrarse en una zona privilegiada, cerca de edificaciones que simbolizaban el poder español (como el cabildo), la residencia sanjuanina se emplazó en una zona con acceso al agua; desde la Acequia Grande de Zonda se distribuía a acequias más pequeñas que llegaban a la Plaza Mayor. La puerta de la iglesia daba frente a la plaza, el patio principal tenía arcos y pilares de adobe y algunos de algarrobo, con ventanas de hierro y balaustres de madera. “El territorio comprendía una cuadra de largo y otra de ancho y estaba rodeada de una pared” (López, 2005, 94). Como es notorio, la transformación de esta parte del área urbana implicó el poblamiento contiguo a las edificaciones, en otros sectores ocurrió lo mismo, como en la zona del Chilcal -parte de Puyuta- con la construcción de la capilla de Nuestra Señora de los Desamparados.

La Iglesia, claro símbolo de la presencia jesuita en la ciudad -representaba la construcción religiosa más importante- dio un tinte original al paisaje. En ella, las celebraciones religiosas incentivaron a la evangelización y sociabilidad entre los padres y sus feligreses. Por otra parte, la escuela de primeras letras y gramática ofreció a la comunidad la enseñanza desde su primera instalación (1655) y en la segunda (1712) retomó dicha función. Para estas fechas “la residencia contaba con una estabilidad económica, que se tradujo en la posibilidad de edificar y reparar edificios” (López, 2005, 237); la construcción de la escuela de niños fue ejemplo de esta bonanza.

Fuera del área urbana, el lugar óptimo para el cultivo se encontraba en el Estero de Zonda y zonas aledañas. Su localización coincidía, por una parte, con el río San Juan y por otra, con el área denominada piedemonte, es decir, “la zona entre la sierra y el valle, que por su altura o inclinación permitía la distribución del agua” (López, 2005, 71). Desde ahí se distribuía el agua a la ciudad por medio de la acequia que denominaban “Grande de Zonda”; otra, identificada como la del Inca irrigaba la margen izquierda del río (actuales departamentos de Albardón y Angaco).

La chacra de Puyuta data de entre los años 1712 y 1727 y era un punto sobresaliente dentro del oasis de riego, 8 no solo por la producción (era la que más producía) sino por su localización favorable. El casco contaba con una bodega, un molino y hornos, en la primera se elaboraban vinos y aguardientes que se almacenaban en botijas, algunas compradas y otras elaboradas en la propiedad; en el segundo, se producía harina de trigo -que cosechaban- y en los hornos se cocía el pan. Todos ellos junto con los frutos secos y jabones se utilizaban para autoconsumo o para comerciarlos en los mercados locales, principalmente a través de la pulpería.

Este establecimiento “era el lugar donde se desarrollaba por un lado la compra- venta de mercaderías y por otro el encuentro social. Su origen responde a la demanda de la población, no sólo material, sino también la de sus deseos y necesidades más elementales como el ocio y la comunicación” (Carrera, 2004, 6). Era un sitio exclusivamente de sociabilidad masculina, los clientes consumían bebidas alcohólicas y jugaban a la taba o a los naipes. La pulpería jesuita de San Juan vendía géneros de las chacras y “era atendida por dos esclavas negras” (López, 2005, 168). “Estaba emplazada en el camino hacia área urbana de San Juan, al borde de la acequia principal -en el sitio reconocido como esquina colorada, denominación adoptada durante el período de las guerras civiles, ya que siguió funcionando como tal con posterioridad a la expulsión de la orden- “(Fanchin y Burgues, 1987, 38-39).

Desde 1733 hasta el año de su expulsión en 1767, la chacra de Puyuta -hoy identificada en el territorio circunscrito a Desamparados y que en ese entonces abarcaba una mayor extensión- aumentó su dimensión, mediante la compra de tierras con las que colindaba, como las tierras de la Bebida y el Chilcal. La primera era óptima como paraje para pastar ganado y en el segundo se edificó

una capilla en honor a Nuestra Señora de los Desamparados, la cual se convirtió en un lugar importante de reunión, en ella oraban y participaban de las fiestas no solo los jesuitas y sus peones, sino pobladores de zonas cercanas.

Las propiedades alejadas al núcleo central y su importancia estratégica

Otros terrenos en posesión de los jesuitas se encontraban en zonas marginales y poco pobladas dentro de la jurisdicción y fuera de ella, como en Uspallata y Coquimbo; esto era posible gracias a las donaciones de vecinos de aquellas localidades. 9 Pero dentro de San Juan, se destacan las estancias de Guanacache y las Tumanas, -adquiridas en 1712 y 1742- ambas contaban con parajes ricos en pastos, que fueron gradualmente poblados por ganado mayor y menor.

La estancia de Guanacache llevaba este nombre por su cercanía a las lagunas así denominadas y se consiguió por medio de la donación de Francisco Marigorta y su esposa Josefa Molina; aunque recién en 1736 la documentación existente habla de su explotación. Se ubicaba a unos doce kilómetros de las lagunas, al pie de la sierra (la denominada actualmente Sierra del Tontal) junto a uno de los riachuelos que bajaban de ella” (López, 2005, 83); se componía de “una vivienda de adobe y dos o tres ranchos de paja, para peones y esclavos que ahí trabajaban. El cultivo de tierras no era primordial en la estancia, a pesar de la presencia de agua, “las obras hidráulicas eran mínimas: existía una acequia construida entre 1756 y 1757” (López, 2005, 82), lo que llevo a los padres jesuitas a enfocarse en la ganadería, pesca y extracción de madera.

Gracias a la existencia de áreas aptas para el pastoreo, se podía criar ganado mayor y menor, también se trasquilaba, herraba y domaba y con los productos obtenidos se proveía a las otras propiedades -leche, carne, sebo, cueros-. La madera de algarrobo se utilizaba para la construcción de casas y otras edificaciones; además se realizaba la pesca, principalmente de truchas. La mención de esta actividad en la región data de crónicas del siglo XVII, como la “Histórica Relación del Reino de Chile” del jesuita Alonso de Ovalle.10 En ella, la descripción de la región, ecosistemas y zonas a ocupar ayudan a comprender lo hábiles que eran los jesuitas en la transformación del entorno en su beneficio.

“No hay en esta tierra pescado por estar muy lejos del uno, y otro, de el Sur, y del Océano, pero proveyó naturaleza de unas lagunas, que llaman de Guanacache, donde se pescan en abundancia las truchas, que llaman de ese nombre” (Ovalle, 1646).

A pesar de hallarse lejos de la zona urbana, -lo cual pareciera minimizar su valor y peligrar su subsistencia- el hecho de encontrarse en el camino entre San Juan y Mendoza seguramente fue una de las motivaciones para mantener esta propiedad, sin olvidar la amplia red de caminos y conexiones entre los colegios y residencias jesuitas, por los cuales trasladaban personas y mercancías. El control de las rutas y la tenencia de propiedades en puntos intermedios y estratégicos estaban dentro de los objetivos de la Compañía en sus proyectos.

Finalmente, la Estancia las Tumanas fue una donación en 1742 de Lorenzo Quirós, en Valle Fértil, (al noreste de San Juan) con la finalidad de costear los ejercicios espirituales de la residencia ubicada en la zona urbana. Al igual que la estancia de Guanacache, era un lugar donde las tierras eran aptas para el ganado mayor y menor. Aunque no disponemos de estudios precisos, quizás por ausencia de documentación escrita, es de suponer que otra actividad allí desarrollada estaba vinculada al beneficio del mineral, considerando la existencia de marayes en la zona.11

Conclusiones

Con la expulsión jesuita en 1767, su labor educativa fue reemplazada por los franciscanos, sus tierras fueron vendidas o permutadas a la elite sanjuanina, otras quedaron sin explotar y sus recursos quedaron en disposición de la Junta de Temporalidades,12 pero las alteraciones en el paisaje sanjuanino se mantuvieron en el tiempo y perduraron. El resultado de su presencia en San Juan se visualiza en la expansión de cultivo en tierras fértiles y con abundancia en pastos ideales para crianza de ganado; nucleadas en torno a estancias y chacras -de las cuales destacan Puyuta y

Guanacache-y su respectiva infraestructura: molinos, hornos, graneros o trojes, en los cuales se producía para su autosuficiencia y comercio al menudeo.

Parte de la nueva panorámica la constituían los nuevos edificios, entre los que sobresalen los cascos de las estancias y chacras, la pulpería, la iglesia en la propiedad junto a la plaza, la escuela y la capilla de Nuestra Señora de los Desamparados en Puyuta. Lamentablemente no se mantienen hoy en día debido a la alta actividad sísmica, aunque se han reconstruido algunos en las sitios originales -sin que la memoria colectiva los vincule con la presencia jesuítica-.

Estas obras no solo dieron una nueva vista a la ciudad, implicaron, adicionalmente, un impacto en la sociedad. Y aquí el concepto de paisaje demuestra que va más allá de lo natural, por ejemplo, la capilla de Desamparados se edificó en tierras del Chilcal, un territorio descampado con abundancia de yuyos; los jesuitas lo convirtieron en un centro de fe y sociabilidad, al que recurrían creyentes de la chacra y de poblaciones aledañas, a misa principalmente, pero también a fiestas y actividades recreativas. Lo mismo pasaba con la iglesia frente a la Plaza Mayor, donde se efectuaban servicios religiosos, la escuela, a la que acudían los de menor edad y la casa de ejercicios espirituales, que programaba retiros todos los años donde podía participar la sociedad sanjuanina.

Por otra parte, la pulpería funcionó como un establecimiento de encuentro y relaciones sociales, más allá de la actividad comercial y de consumo. Ésta al ser un lugar de paso atraía arrieros que trasladaban sus productos, gente de la chacra para abastecerse y pobladores de zonas colindantes. Su aspecto era modesto, de adobe como el resto de las construcciones, pero su ubicación de esquina le favorecía; aparte de bebida, en ella podía jugarse a los naipes o a la taba.

Para lograr todo esto, los jesuitas necesitaron estudiar el terreno y tener en cuenta el ordenamiento territorial -ya aplicado por los españoles fundadores- para explotar sus propiedades. Si bien al principio se asentaron en tierras donadas, que estaban en locaciones privilegiadas, ya consolidados tuvieron la posibilidad de elegir nuevos lugares, apropiarse de contiguos e incluso permutar y vender tierras que no les fueran útiles o que estuvieran muy alejadas.

Fue relevante el acceso al agua en la toma de decisiones, ya que en la región cuyana es un recurso indispensable, obtenido a través del sistema de deshielo cordillerano. El caso de las propiedades en los valles de Ullum- Zonda remite a ello, cercanas al Estero y al río San Juan, pero también en lugares más alejados como las lagunas de Guanacache donde se emplazaba su estancia. Ésta última tenía una laguna y una ubicación excepcional al conectar con otras jurisdicciones de la provincia de Cuyo, como Mendoza y San Luis.

La Orden de Jesús directa o indirectamente influyó en San Juan del siglo XVIII desde lo económico, laboral, social y religioso; en lo que respecta al paisaje, convirtió lo desértico en verdaderos oasis y parajes poblados por ganado, creó edificios para sus actividades educativas y espirituales e incluso de celebración y fe colectiva. El rastreo, reconstrucción y conocimiento de todas estas acciones es posible gracias a las aportaciones de geógrafos e historiadores, aunque la tarea no está completa, porque en la actualidad ciertos lugares no se han logrado ubicar y otros están con promesas al futuro de ser más documentados, como la estancia de las Tumanas en Valle Fértil.

Finalmente, una cuestión que destaco a partir de esta experiencia de investigación es que ha de admitirse que la historia necesita de otras disciplinas para la construcción del relato histórico. Y desde perspectivas que abarquen nuevos temas, más allá de los tradicionales económicos y políticos, como es en este trabajo el ambiental. El concepto de Paisaje ejemplifica el diálogo entre varias disciplinas, lo histórico se apoya en los aportes de la geografía, lo estudios de ocupación espacial y medioambientales. La historia se desarrolla en un tiempo y un espacio determinado, pero no es algo inmóvil, sufre con el correr de los años mutaciones, las personas van modificando su entorno y esto no solo afecta a lo físico o geográfico sino a la sociedad y a su cultura. De igual modo, o consecuente con ello, la interpretación del pasado es cambiante por cuanto interceden nuevos interrogantes y métodos de análisis.

Bibliografía

Abraham, Elena. “Concepto de Oasis”. CONICET Mendoza. Recuperado de: https://www.mendoza.conicet.gov.ar/portal//enciclopedia/terminos/Oasis.htm

Acosta, Ricardo (2004) “El medio natural de Cuyo en el siglo XVIII”, en Ana Fanchin (Coord.) Espacio y población. Los Valles Cuyanos en 1777, Serie Estudios de población IV, San Juan, Argentina, UNSJ Y ANH, pp. 19- 44.

Carrera, Julián (2004) “Pulperos rurales: entre la vida privada y la pública”, Mundo Agrario, vol. 4, núm. 8, primer semestre, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina. Recuperado de:

Comadrán Ruíz, Jorge (1962). “Nacimiento y desarrollo de los núcleos urbanos y del poblamiento de la campaña del país de Cuyo durante la época hispana (1551- 1810)”. en Anuario de Estudios Americanos, Número XIX, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, pp. 145-246.

Ciliberto, María (2016). “De los jesuitas a la administración de las Temporalidades. El patrimonio de la Compañía de Jesús y la fuerza de trabajo esclava en el Río de la Plata (fines del siglo XVIII)”.

Notas

* Estudiante de la Carrera de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional de San Juan. San Juan, Argentina
1 El viento Zonda produce nubes de polvo que son transportados a grandes distancias. En suelos sueltos de características esqueléticas produce la “voladura” de la capa apta para el cultivo (Acosta, 2004)
2 En 1730 un fuerte terremoto sacudió Santiago de Chile, causando importantes daños (Palacios, 2009), y es muy probable que se sintiera en la región de Cuyo.
3 El límite norte también sería reducido debido a la proximidad del río, persistiendo la amenaza de inundaciones que otrora motivaron el traslado de la ciudad. En ese espacio perduró la denominación de “Pueblo Viejo”, en alusión al primer asentamiento, y subsistían chacras y huertas frutales alternadas con tierras baldías (Fanchin, 2008)
4 Vecino era el español con propiedades que tenía derechos políticos, podía aspirar a cargos capitulares, políticos y se encontraba en la cima de la jerarquía social.
5 Los conventos se establecieron posteriormente, los dominicos hacia 1594 y los últimos fueron los franciscanos
6 La Compañía de Jesús en América se organizó en unidades administrativas autónomas que eran las provincias, dirigidas por un padre provincial bajo cuya jurisdicción estaban los colegios, residencias y misiones… De acuerdo con esta organización, la región de Chile fue ascendida a categoría de provincia en el año 1683 (López, 2005)
7 Propiedad donada a los jesuitas en el año 1655 y tras su fracaso, fue ocupada de nuevamente en 1712 para reestablecer la residencia en San Juan (López, 2005).
8 Lugar del desierto en el que existe agua suficiente para el crecimiento permanente de plantas y para el establecimiento humano. Su escala varía desde un pequeño grupo de palmeras alrededor de una fuente, hasta un área de centenares de kilómetros cuadrados. Los oasis en Cuyo tienen una marcada presencia humana, por medio de regadío puede ampliarse una zona de cultivos, viñedos, olivos y árboles frutales, que conforman los “oasis” alimentados por los ríos andinos y aportan el agua, imprescindibles para la irrigación de este árido ambiente (Abraham, Elena, definición de Oasis de rieg3o3, disponible en: https://www.mendoza.conicet.gov.ar/portal/enciclopedia/terminos/Oasis.htm).
9 Catalina de Chirinos donó en 1718 una chacra con viñas ubicada en Uspallata y en 1732 tierras en Coquimbo, Chile (López, 2005).
10 Ovalle, Alonso (1646) “Histórica Relación del Reino de Chile”, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007
11 Este término deriva de maray, que en quechua quiere decir derribar, tumbar, hacer caer (www.significadode.org/quechua/Maray.htm). En la región se lo vincula con el molino de vaivén empleado para la molienda de minerales y la presencia de estos vestigios en la zona hace suponer el desarrollo de esa actividad.
12 Por la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767 de expulsión, dispuso la ocupación de sus bienes y efectos o rentas eclesiásticas que posean en el reino. Para ello se crearon las Juntas de Temporalidades. En 1769 se instituyeron, creándose luego diez juntas superiores y otras subordinadas. La Junta Superior Provincial de Buenos Aires comprendía las cuatro provincias del Río 3d5e la Plata, Tucumán, Paraguay y Cuyo, las cuales tenían sus respectivas Juntas Municipales (Ciliberto, 2016).
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