Artículos

La agrupación Liberación Nacional: Del tercermundismo católico a la renovación peronista platense (1982-1991)

The politic party Liberación Nacional: From third word catholicism to de renovación peronista in La Plata

Pedro Porta Fernández
Universidad Nacional de La Plata / Universidad Tres de Febrero / CONICET , Argentina

Sociohistórica

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 1853-6344

ISSN-e: 1852-1606

Periodicidad: Semestral

núm. 54, e234, 2024

publicaciones@fahce.unlp.edu.ar

Recepción: 26 Septiembre 2023

Aprobación: 27 Marzo 2024

Publicación: 01 Septiembre 2024



DOI: https://doi.org/10.24215/18521606e234

Resumen: En este trabajo se abordará la renovación peronista platense a partir de la agrupación Liberación Nacional. La misma nació como parte de los procesos de politización de sectores católicos platenses y su reconversión militante en su modalidad político-partidaria. Esta organización fue parte central de la renovación peronista platense y al rastrear sus dinámicas, roles y disputas a lo largo de la década del ochenta es posible dar cuenta de este fenómeno y sus rasgos específicos a partir de un abordaje cualitativo centrado en entrevistas biográficas y análisis documental. De esta forma habrá cinco secciones. Las primeras cuatro, aluden a las cuatro elecciones que tuvieron lugar en la década del ochenta: 1983, 1985, 1987 y 1989. Allí se pensará el proceso local y la experiencia de la agrupación Liberación Nacional en diálogo con los fenómenos provinciales y nacionales. Del mismo modo, se abordarán la presentación de sus candidaturas principales, su propuesta de democratización y la disputa interna que tuvieron en La Plata Lugones y Alak que, de cierta forma, replicaba la acontecida entre Cafiero y Menem. En la quinta sección se profundizará en la territorialidad como un elemento constitutivo de la experiencia de la agrupación Liberación Nacional que permite dar cuenta de su ascenso, auge y caída.

Palabras clave: Militancia, Catolicismo tercermundista, Reconversión militante, Renovación peronista, Territorialización.

Abstract: In this work, the peronist renovation of La Plata will be analized throw the politic party called Liberación Nacional. It was born as part of the politicization processes of third-world catholic sectors of La Plata and their militant reconversion in their political-party modality. This organization was a central part of the peronist renovation of La Plata and by tracing its dynamics throughout the eighties it is possible to account for this phenomenon and its specific features from a qualitative approach focused on biographical interviews and analysis. documentary. In this way there will be five sections. The first four refer to the four elections that took place in the eighties: 1983, 1985, 1987 and 1989. There the local process and the experience of Liberación Nacional will be thought in dialogue with provincial and national phenomen. In the same way, the presentation of the main candidates, its democratization proposal and the internal dispute that occurred in La Plata between Lugones and Alak, which, in a certain way, replicated the one that occurred between Cafiero and Menem. In the fifth section, territoriality will be analized as a constitutive element of the experience of Liberación Nacional.

Keywords: Militancy, Third world catholicism, Militant reconversión, Peronist renovation, Territorialization.

Introducción

Tradicionalmente la renovación peronista a nivel local tiende a ser pensada como un reflejo de un fenómeno nacional pero, como sostienen Ferrari y Mellado (2016), es necesario hacerlo desde un lugar de deconstrucción del relato clásico, haciendo énfasis en enfoques sub-nacionales que aportan complejidad a la hora de comprenderla. Esto se debe a que la renovación tuvo expresiones diversas en función de los anclajes regionales y, en este sentido, cobran más importancia los abordajes de estos fenómenos desde experiencias extra-céntricas (Ferrari y Mellado, 2016). Los distintos espacios de producción de lo político no avanzaban en espejo ni en paralelo, dando lugar a una descentralización de las disputas y alianzas, con sociabilidades políticas diferentes y tramas específicas. Todo esto permite matizar, cuestionar y/o desmontar interpretaciones canónicas y restituir especificidades propias a los distritos sub-nacionales, verdaderos espacios de producción de lo político.

En esta línea, abordaremos la experiencia de la agrupación Liberación Nacional (LN) en la ciudad de La Plata para pensar la renovación peronista en una perspectiva regional.1 Esta organización política tiene sus raíces en los procesos de politización de sectores católicos de los sesenta-setenta, los cuales tuvieron diversas modalidades, y durante la dictadura iniciada en 1976 expresaron diferentes caminos como el exilio ‒nacional e internacional‒, el repliegue, la desconexión militante o la remanencia, esta última está vinculada a la actualización de las prácticas militantes a nuevos escenarios y contextos (Taylor, 1989). Con la vuelta de la democracia varios de estos sectores y estas redes de sociabilidad confluyeron en la creación de la agrupación Liberación Nacional que tuvo como principal referencia a Luis Lugones. Este fenómeno expresa una reconversión militante político-partidaria de sectores católicos tercermundistas platenses vinculada a la renovación peronista entre los años 1982/83 y 1989/91 (Porta Fernández, 2023). Para dar cuenta de este proceso se proponen cinco apartados. El primero remite a las elecciones de 1983 con la posterior crisis al interior del peronismo que dio lugar a la renovación peronista. El segundo alude a la elección de 1985 donde este espacio político se impuso como mayoría en el peronismo. En tercer lugar, se aborda la elección de 1987 donde Cafiero es electo gobernador y la agrupación LN potenció su rol gravitante en la ciudad. El cuarto apartado versa sobre las elecciones internas acontecidas a nivel nacional entre Cafiero y Menem y a nivel local entre Alak y Lugones. Por último, se abordará la territorialidad como un rasgo especifico de la experiencia de LN. Para el desarrollo propuesto se utilizaron entrevistas biográficas realizadas en el marco de la investigación doctoral en diálogo con fuentes documentales.

1. Vuelta de la democracia y la primera derrota electoral peronista

Luego de la derrota de la guerra de Malvinas, Reynaldo Bignone tomó las riendas de la dictadura, dando lugar al reinicio formal de las actividades partidarias con miras a las elecciones presidenciales que se celebrarían el año siguiente. El peronismo llegó a este momento atravesado por dos procesos simultáneos: por un lado, la desaparición, exilio y repliegue de una parte importante de su militancia, principalmente de los sectores más revolucionarios; y, por otro lado, la capacidad de adaptación de los sectores sindicales, sobre todo aquellos denominados “ortodoxos” que tenían el control sobre los recursos financieros y partidarios, permitiéndoles hegemonizar el peronismo de cara a las elecciones de 1983. Esto dio lugar a la fórmula para las elecciones presidenciales encabezada por Ítalo Lúder y Deolindo Bittel. También fue decisiva la intervención de líder sindical Lorenzo Miguel en la candidatura de Herminio Iglesias para gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien eligió como vice a José Carmelo Amerise, un viejo dirigente peronista platense de origen sindical. Durante su cierre de campaña, el 28 de octubre de 1983, Herminio Iglesias incendió un cajón fúnebre con el escudo de la UCR y fue duramente castigado por la opinión pública (Basso, 2008).

El resultado de las elecciones fue la victoria de la UCR por 52% frente a un 40% para la fórmula peronista, consumando la primera derrota del peronismo en elecciones libres. Esta derrota fue traumática para el PJ porque por primera vez perdieron democráticamente la presidencia de la Nación y la gobernación de la provincia de Buenos Aires, su principal bastión. Esto fue el punto de partida para un período de profundas transformaciones y fracturas dentro del partido. La derrota del 30 de octubre de 1983 puso al peronismo, por primera vez en su historia, en la adversa situación de considerar que ya no era la “mayoría natural” del pueblo argentino. Por su parte, en La Plata, ganó el intendente radical Alberti, replicando el escenario y la caracterización que se daba a nivel nacional y provincial. Y del mismo modo, Amerise, candidato a vicegobernador de Iglesias, se erigía como la conducción del peronismo local y, según los testimonios, el único espacio que no se encolumnó detrás de él fue la agrupación Liberación Nacional (LN).

LN surgió en 1982 como confluencia de varios sectores militantes de cara al retorno de la democracia, entre los cuales es posible ubicar dos principales afluentes. Primero los sectores del catolicismo tercermundista platense, en su mayoría nucleados en torno a la parroquia Nuestra Señora del Valle (NSV) –57 entre 1 y 2‒ y al trabajo territorial que realizaban en Villa Alba –periferia sureste platense‒. Esta parroquia funcionó como imán para muches jóvenes de los sesenta-setenta que al calor de los procesos de politización y radicalización de la sociedad en general y de los sectores católicos en particular que se involucraron en términos militantes.2 Esta experiencia tuvo una politización peronizante por dos procesos amalgamados. Por un lado, la identidad peronista de algunas militancias que derivaron en NSV, como Luis Lugones. Por otro lado, la experiencia de NSV orientó su trabajo militante inicialmente a la catequesis en sectores populares, más puntualmente alrededor de la capilla María Reina, ubicada en 604 y ruta 11, Villa Alba. Desde el encuadre católico fueron desarrollando una inserción territorial donde incorporaron otras dimensiones de su militancia como el abordaje de diferentes conflictividades o la monitorización de actividades –como jornadas de construcción colectivas, apoyo escolar o juntar plata haciendo rifas‒ en función de necesidades de la comunidad de Villa Alba. Durante la dictadura, estas militancias se mantuvieron en remanencia (Taylor, 1989), actualizando sus prácticas e inserciones y potenciando su territorialidad en el armado de la Medialuna Fértil –nombre que le otorgaron a los trabajos territoriales de la familia Cajade en Villa Elvira, del cura Laureano Diez y Diez en Villa Argüello (Deambrosi, 2009) y del catolicismo tercermundista de NSV en Villa Alba‒, sumándose a redes producidas a partir del armado y participación de la peregrinación a Lujan. El segundo afluente estuvo vinculado a sectores peronistas donde Lugones, la referencia de estas redes y espacios –y de la agrupación LN‒, durante la dictadura comenzó a reactivar y entretejer vínculos que derivaron posteriormente en el MUSO (Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización). En torno a Lugones, NSV y la medialuna fértil había algunas redes vinculadas a militancias universitarias, principalmente en las facultades de ingeniera y abogacía de la UNLP. Así mismo, Lugones se unió a Tomi Díaz3 quien acercó sectores universitarios y de clase media, conformando el segundo afluente de LN. Esta combinación de redes y vinculaciones dio lugar al nacimiento de la agrupación Liberación Nacional en 1982 bajo la conducción de Lugones, y, de manera simultánea, la creación de la unidad básica en Villa Alba –donde hoy funciona la Guardería Evita ubicada en 124 entre 608 y 609‒, allí donde militaban territorialmente. En esta línea, es posible dar cuenta de que LN nació con tres referencias que venían de NSV, y la militancia católica tercermundista, y que fueron su conducción, con diferentes modalidades y roles: José Luis Arana,4 Martha Arriola5 y Luis Lugones.6

Retomando el proceso provincial, la formula Iglesias-Amerise era una expresión explícita del sindicalismo “ortodoxo” y fueron quienes hegemonizaban el Partido Justicialista platense. La derrota electoral de 1983 generó una fractura partidaria que dio lugar a una profunda crisis, centrada en la crítica a una conducción incapaz de proponer un proyecto a la sociedad pese a su eficacia para retener los cargos partidarios y las candidaturas. Este es un punto de inflexión en el peronismo, a partir del cual comienzan una multiplicidad de procesos, como la desindicalización, la institucionalización del movimiento o el cambio organizativo del partido, los cuales tienen su auge y consolidación en la década del noventa (Levitsky, 2005; Mustapic, 2002). Cabe destacar que la incapacidad de estos sectores sindicales para canalizar y darle lugar a otras vertientes del peronismo, como puede observarse en el caso platense, es otra de las condiciones necesarias para comprender la rápida emergencia de la renovación peronista a partir de los diversos entramados locales y regionales.

Durante todo el año 1984 el estado de discusión dentro del peronismo se prolongó con un futuro incierto para una fuerza que, a pesar de su crisis, había obtenido el 41% de los votos en la última elección. En esta línea, es posible recuperar el análisis de Ferrari (2017) cuando afirma que la fractura de fines de 1984 terminó de consolidar la figura de Antonio Cafiero, quien desde el MUSO buscó competir por fuera del partido justicialista contra lo que denominó como “los mariscales de la derrota”. En este contexto de conflicto se reunieron los sectores renovadores en la primera agrupación formal: el Frente Renovador Peronista. La misma fue una consecuencia de lo acontecido en el congreso del Teatro Odeón a finales de 1984, donde tanto Lorenzo Miguel como Herminio Iglesias no permitieron las críticas ni dieron lugar a los sectores renovadores, lo cual inhabilitó el posible camino de unidad interna. Como relata Luis Lugones:

Ya desde la dictadura veníamos armando el MUSO, con estos muchachos que nos juntábamos en Capital y Berazategui, y entonces, cuando viene toda esta debacle después de la derrota electoral, muchos de nosotros, que manteníamos el contacto con Cafiero, armamos un espacio que parte del MUSO. Armamos el MUSO en La Plata, junto con Oscar Guida, los compañeros de SMATA7 y otros compañeros de distintos grupos, y armamos lo que fue la renovación. Cuando se pierde la elección, se le pide elecciones internas a Herminio, no quiere darlas, y nosotros estábamos armando nuestra lista, porque al principio parecía que Herminio las iba a dar. Se armó la lista y después, cuando ve que pierde la elección, la suspende, y ahí se produce la ruptura del peronismo. Este grupo MUSO era como una continuidad de muchos de nosotros, de nuestra relación en dictadura con Cafiero, y armamos la renovación. Toda esta gente de la iglesia y de la militancia fuimos parte de la renovación, todos los compañeros que abrevaban a nivel nacional en la renovación se fueron sumando. Acá armamos una mesa de la renovación que funcionaba en la agrupación Liberación Nacional, la renovación en La Plata funcionó ahí. El vínculo con Cafiero, de esos encuentros en Capital, Berazategui, fue muy importante para ser la referencia dentro de la renovación, y nos reencontramos con muchos compañeros.8

El testimonio de Luis Lugones ilustra estos procesos de reorganización en donde es posible recuperar tres rasgos centrales. En primer lugar, el rol de las redes de sociabilidad para mantener activa parte de la militancia peronista durante la dictadura, consolidándose como una usina de redes y vinculaciones. Las mismas dieron lugar al MUSO y cobraron relevancia a partir de la derrota electoral, funcionando como aglutinante de los sectores que habían sido excluidos del primer armado electoral. Estos espacios primero exigieron elecciones internas y, frente a la imposibilidad de estas, armaron la renovación peronista. En poco tiempo, tanto el MUSO como la renovación peronista tuvieron a Cafiero como su referencia. En segundo lugar, frente a la vacancia que generó Amerise al marginar a quienes no se sumaron a la propuesta ortodoxa; sumada a las redes militantes que construyó Lugones en el MUSO durante la dictadura, le permitieron motorizar el armado del MUSO-La Plata y ser una de sus referencias. Esta práctica de la ortodoxia de no habilitar otras vertientes o elecciones internas no hizo más que profundizar este proceso. En La Plata, Amerise quedó como referencia de la ortodoxia y Oscar Guida, un viejo dirigente peronista conocido de Cafiero, como primera y esporádica referencia de la renovación, pero a su alrededor se nucleó la mayoría de la juventud peronista, sumando a sectores gremialistas como SMATA. La referencia de estos sectores peronistas jóvenes que se encuadraban en el cafierismo naciente fue la agrupación Liberación Nacional. De esta forma, la estructura de oportunidades política a nivel local permitió a LN aglutinar a les jóvenes que se sumaron a la lucha contra la dictadura y a quienes fueron interpelades por el fervor democrático de principios de los ochenta. El tercer elemento, es el multiposicionamiento militante (Boltanski, 1973) que permite comprender el crecimiento de la renovación peronista en La Plata y el rol que ocupó LN. Bajo la figura de Lugones se nucleaban sectores del catolicismo tercermundista, militancias territoriales, universitarios y profesionales entre otros, lo que supuso la amplitud de redes que fortaleció el rol de LN.

Estos elementos se conjugaron para consolidar la figura de Lugones a partir de su liderazgo sobre la juventud renovadora que nutrió la militancia del MUSO y que capitalizó las experiencias territoriales previas vinculadas a los núcleos de activismo que habían transitado la dictadura organizados en la medialuna fértil y la peregrinación a Luján. La capacidad de producir e hilvanar redes de sociabilidad y militantes fue fundamental para este proceso. Las mismas se nutrieron de Nuestra Señora del Valle como uno de los polos de politización de sectores católicos platenses desde mediados de los sesenta –con una politización con una modalidad peronista territorial‒; sumadas a las juventudes universitarias –principalmente ingeniería‒ y sectores del peronismo revolucionario; las cuales se sumaron a los sectores territoriales de la medialuna fértil y jóvenes católicos en la peregrinación a Luján (Porta Fernández, 2023). Estas redes comenzaron a yuxtaponerse en los últimos años del terrorismo de Estado, a partir de la marcha del 30 de marzo de 1982 y las actividades por Malvinas, donde terminaron de empalmarse con la vuelta de la democracia. Así es como, esta serie de redes que estuvieron en remanencia o replegadas, pero con actividad durante el transcurso de la dictadura, reaparecieron articuladas en torno a la propuesta del MUSO platense, que fue el espacio embrionario de la renovación peronista. Esta multiposición de la militancia del catolicismo tercermundista platense, principalmente hilvanada por la figura de Luis Lugones, sumada a la reactivación de varias militancias que durante la dictadura permanecieron en suspenso, permite comprender el ascenso de LN. Este fue el primer paso en la construcción de la renovación peronista platense: fueron sus redes de sociabilidad –y su anclaje territorial‒ el primer capital político y social que ofrecieron estos sectores juveniles, que venían de una oposición subterránea, con golpes fuertes por exilios y desapariciones, pero adaptando los horizontes transformadores de los setenta y reconociendo el cambio de estructuras de oportunidades políticas y de estructuras de sentimiento (Williams, 1977).

El proceso de producción del capital político de la agrupación LN está ligado a lo ocurrido a nivel provincial y nacional. Es decir, el éxito de la estrategia de Cafiero de ir por afuera del partido justicialista fue fundamental en la constitución de la agrupación como referencia política de las militancias juveniles platenses, ya que configuró una estructura de oportunidad política que potenció los procesos que se venían gestando, allanando el camino de las organizaciones locales que se encolumnaron con el líder renovador.

Retomando el sinuoso camino del peronismo a nivel provincial y nacional, a pesar de una serie de congresos partidarios, los sectores ortodoxos se enquistaban cada vez más en sus espacios, con la misma intensidad con que iban perdiendo legitimidad. Luego de este proceso, y cuando no había ninguna chance de realizar elecciones internas, estos sectores deciden romper y se presentan a las elecciones legislativas de noviembre de 1985 por fuera del justicialismo con el Frente de la Justicia, la Democracia y la Participación (FREJUDEPA). Aquí puede recuperarse la mirada de Carlos Altamirano (2004) quien caracterizó esta elección como un “interna abierta” del peronismo bonaerense. Esto implicó una profundización en la distancia entre ortodoxos y renovadores,9 sobre todo del sector cafierista.

2. La primera elección por fuera del PJ: reacomodamientos pos derrota y emergencia de la renovación peronista como alternativa electoral

La elección de 1985 dio dos mensajes en la provincia de Buenos Aires: la UCR, si bien consolidó su liderazgo al salir primera, tuvo una merma en términos de votos y la renovación peronista obtuvo la victoria frente a la ortodoxia. El frente de Cafiero no logró imponerse en la elección general, pero obtuvo un contundente triunfo sobre el sector de Herminio Iglesias. En esas elecciones la lista de Cafiero obtuvo el 27% que lo catapultó al centro de la escena política como la principal figura de la renovación mientras que la alternativa ortodoxa cosechó un magro porcentaje, poco menor al 10%. Junto a Cafiero aparecían Carlos Grosso en Capital Federal10 y Carlos Menem en La Rioja, también como triunfadores vinculados a la renovación peronista en sus respectivos distritos.

Esta elección es central para la conformación de la renovación peronista y de Cafiero como la figura hegemónica del peronismo provincial, proceso con efectos en La Plata, como puede leerse a través de Lugones:

En esa primera elección, Cano y Guida tenían la lapicera en las listas, son electos diputados provinciales y entró un concejal de nuestra agrupación, Eduardito Issasi. Empezamos a tener representación legislativa y en la elección por la presidencia del partido armamos una lista de mayoría con Cano, Guida, yo, también estaba Alak, y por otro lado, se presentó una lista en la que estaba Amerise. Ganamos la elección nosotros, la renovación, y nos legitimamos como la conducción política del peronismo en La Plata. Ese proceso electoral nos abre la puerta para los cargos partidarios y nos permite hacernos cargo del peronismo y sus candidaturas oficiales.11

Esto permite dar cuenta de los rasgos de este fenómeno, como el avance de la renovación peronista en La Plata, similar a lo sucedió a nivel provincial y nacional. En esta primera elección, quienes hegemonizaron las fracciones de la renovación fueron Guida y Cano porque, si bien Lugones era parte del MUSO, en este primer momento no tenía la trayectoria de los otros dos ni la inserción “partidaria” que pesaría de manera considerable en los primeros armados renovadores. Aunque esto cambiaría luego de esta primera elección, ya que la victoria les permitió convertirse en la conducción del PJ local. Lugones y la agrupación LN, a pesar de no ser quienes tenían la última decisión, incorporaron algunos compañeros en ciertos cargos. Esto fue el primer paso para capitalizar su militancia territorial y sus redes de sociabilidad, lo que en la próxima elección los colocó como el espacio mayoritario en la renovación peronista. A su vez, aparece en escena un nombre clave: Julio Alak.12 Él se sumó primero a la agrupación LN pero con el correr de los años se fue separando, especialmente por una disputa de poder con Lugones. Ya en el ´86 Alak aparece por fuera de la agrupación, pero dentro de la renovación.

La territorialidad de la agrupación Liberación Nacional es un rasgo central, sumada a las redes del catolicismo y de otros sectores que lograron nutrirla de militancia y de legitimidad a nivel regional. La misma cobrará relevancia a la hora del ascenso de la renovación peronista platense al optar por otra forma de elegir candidatos por parte de LN. Más allá de los infructuosos intentos de los sectores ortodoxos, Cafiero y la renovación peronista evidenciaban una clara hegemonía en el peronismo que marcaba el inicio del fin del herminismo y el de auge de la renovación (Ferrari, Ricci y Suarez, 2013).

Esto se tradujo en términos partidarios en el Congreso Nacional del PJ de noviembre 1986 en San Miguel de Tucumán. Allí la lista de Cafiero fue la que se quedó con la victoria y el espacio encabezado por Carlos Saúl Menem consiguió la minoría.

Este proceso terminó de consolidar el liderazgo dentro del peronismo de la renovación en general y del cafierismo en particular. La materialización de las victorias electorales del FREJUDEPA, no tanto frente a la UCR sino frente a la ortodoxia, terminaron de cristalizar la conducción renovadora en este congreso. En 1986 se reordenaron los espacios dentro de la renovación y comienzaron a emerger militancias y trayectorias que habían sido silenciadas o corridas desde la dictadura, donde la juventud aparece como un actor clave. Y la ciudad de La Plata no fue una excepción, como relata José Luis Arana:

Acá en La Plata, Berisso y Ensenada, armamos la JP de las organizaciones territoriales, que con la vuelta de la democracia estaban muy dispersas. Ese espacio lo lideraba yo, con Sánchez, pero no teníamos compromisos nacionales, sino una impronta muy local, muy territorial, y también había otro sector de la JP, el de Intransigencia y Movilización, más ligado a quienes venían de la Tendencia, que estaban el Cachorro Godoy, el Mono D´Alessandro, Lalo Marchesi. Nosotros veníamos con esta idea de la construcción de abajo para arriba, no teníamos una orgánica a nivel nacional, a diferencia de la JP de Intransigencia y Movilización, que tenía mucha rosca nacional y poca militancia territorial.13

En este fragmento puede verse una tensión que se agudizará y atravesará a militantes de LN: territorialidad versus orgánica nacional, que luego se iría traduciendo entre militancia social y militancia política, aunque en este momento parecen estar íntimamente ligadas. Durante este período, aparece una tensión en las JP. Por un lado, las territoriales, conducidas a nivel local por Sánchez,14 Arana y la agrupación LN. Por otro lado, Intransigencia y Movilización Peronista (IMP)15 que, a su vez, tiene dos vertientes internas, una más pragmática y otra más ideológica, que fueron armando distintos espacios, como el ateneo Eva Perón (Roland, 2019). IMP era parte de las organizaciones que emergieron en la época, entre las que también estaba la Agrupación Peronista Universitaria (APU) que era parte del armado de Julio Alak. Las mismas estaban orientadas a una militancia más partidaria o ideológica y no tanto territorial. Estos espacios tenían orgánicas nacionales, disputaban cargos, intentaban formar parte de las listas o frentes y hacían actividades de difusión, como también lo realizaba la agrupación Liberación Nacional. Pero este espacio de las JP territoriales permite comprender la territorialidad de esta militancia, más allá de la corta duración, ya que con la llegada del menemismo perdieron capacidad de injerencia y se fueron diluyendo o transformando en otros tipos de militancias. De esta forma, las JP territoriales lograron aglutinar las redes de las militancias barriales y/o sociales que venían del catolicismo tercermundista, articuladas previamente en la medialuna fértil, sumando otras trayectorias que estuvieron en remanencia, dándole una impronta específica a esta experiencia.

3. La vuelta del peronismo a su bastión: Cafiero gobernador de la provincia de Buenos Aires y la renovación en su clímax

Luego de la consolidación del año 1986 se allanó el camino de Cafiero a la gobernación de Buenos Aires un año más tarde. Con el 46,5% superó a la UCR que retuvo el 39,7%. Esta victoria no sólo marcó la ampliación del voto peronista con su estrategia de buscar los votos de sectores medios en su “modernización”, sino que también expresaba la crisis del radicalismo, que se agudizaría con el correr de los años. Los efectos del Plan Austral, el retorno a una inflación de dos dígitos y la caída de los ingresos mostraban la incapacidad del alfonsinismo para tomar las riendas de la economía y de ejecutar su proyecto político. Esto se enmarca en la apuesta económica que denominaron “Plan Primavera”, la cual terminó en un brutal ajuste que contribuyó a erosionar las condiciones de vida, en especial de los sectores populares. A esto se sumaba la insatisfacción de amplios sectores de la sociedad que pretendían profundizar la política de defensa de los derechos humanos ante los crímenes del terrorismo de Estado. En el mes de abril se había producido el levantamiento carapintada de Semana Santa y, como consecuencia directa de éste, el Congreso sancionó la Ley de Punto Final y la Ley de Obediencia Debida. La crisis económica y estos sucesos agudizaron la crisis de la UCR, que fue aprovechada por el peronismo para recuperar votos y volumen político. Esto puede leerse desde la óptica de Fabris: “Esta elección confirmó también la supremacía de la Renovación en el interior del peronismo, dándole a su principal referente, Antonio Cafiero, la gobernación del primer distrito electoral y, posteriormente, la conducción partidaria.” (Fabris, 2006, p. 20)

La elección del 1987 deja una marca de la territorialidad en la agrupación LN, que puede leerse en el testimonio de Arana:

Nosotros estábamos peleando la candidatura de senador provincial para Lucho. En el cierre no se logra y nos ofrecen el candidato a primer concejal. Resulta que en la agrupación decidimos someterlo a asamblea junto a los compañeros de los barrios. Vamos a la asamblea donde se decidía, ya lo veníamos laburando, la importancia de un representante del pueblo, y, de entrada, los pibes de los barrios me proponen a mí. Porque yo laburaba en los barrios, siempre laburé en los barrios, desde que arranqué con la iglesia. A mí me asombró y me llenó de alegría y orgullo. Fue una de las experiencias más gratificantes y, además, me obligó a ocupar ese cargo representando como nunca a todos esos compañeros de los barrios que confiaron en mí.16

Esta experiencia a José Luis Arana lo marcó a fuego por el reconocimiento a su militancia social, potenciado por las condiciones de posibilidad de la estructura de oportunidades políticas. Esta experiencia de elección de las candidaturas de forma asamblearia y territorial expresa dos elementos neurálgicos del horizonte ético-práctico de las militancias que venían del tercermundismo católico. En primer lugar, la territorialidad de los sesenta-setenta fue refugio en la dictadura y el lugar desde donde generó la remanencia estos sectores tercermundistas. En segundo lugar, además de conformar y conducir las JP territoriales y ponderar el territorio por sobre la superestructura partidaria, el hecho de someter la elección de las candidaturas en una asamblea con les compañeres territoriales da cuenta de la lógica territorial en juego. Ello es expresión del “compromiso militante integral” con los sectores populares de les militantes de la agrupación LN, que buscó marcar un diferencial con las otras agrupaciones o espacios políticos de la renovación peronista platense.

Gran parte de la renovación buscaba “modernizar” y “democratizar” el peronismo incorporando dinámicas que intentaban aggionar las prácticas políticas y daban un sentido de “modernización” con elementos de publicidad o marketing. Esto buscaba cierta “profesionalización” de las prácticas históricamente asociadas a la militancia peronista, como actos masivos y oradores arengadores, que pasaron a ser charlas-debate y espacio televisivos o radiales con más moderación, aunque en su mayoría iban en una sintonía diferente a la propuesta por LN. Así, puede detectarse un movimiento “contracíclico” en las prácticas y sentidos de estas militancias ya que ponderó una territorialidad –como el ejemplo de la designación de candidaturas‒ que parecía cada vez más lejana de los cuadros de la renovación ya que buscaba una continuidad de la militancia social. A pesar de estas diferencias, convivieron bien con el cafierismo y su modernización a nivel provincial y nacional, sobre todo porque ambos salían ganando. Paradójicamente, ambos espacios saldrían perdedores en las internas de 1988 y 1990. Cabe destacar que la gobernación de Antonio Cafiero tuvo una batería de políticas sociales con una injerencia y un impacto significativo. En esta línea, varias figuras que venían del catolicismo tercermundista platense y con vinculaciones con militantes de LN fueron parte de varias de estas políticas y/o programas sociales como el caso de Chicos de la Calle.17

Esta apuesta por la democracia territorial, dialoga con lo sostenido por Barón del Pópolo (2015), quien argumenta que ciertas corrientes en el interior del justicialismo recogerían el guante del desafío planteado por Alfonsín y se reapropiarían de la noción de democracia a condición de complejizarla y de evidenciar los límites de lo que consideraban un abordaje restringido y formalista. De esta forma, la renovación se proponía la tarea de pensar la nueva democratización del país en el marco de la tradición nacional y popular del peronismo. Esto se puede leer también a la luz de las militancias multiposicionadas de LN que, como otras experiencias del catolicismo tercermundista, no veían a la democracia como la suma de individuos y su conciencia en el cuarto oscuro, sino que creían que el sujeto de la democracia era el pueblo, el territorio y los movimientos sociales (Barón del Pópolo, 2015). Esta concepción de democracia puede verse plasmada en la experiencia de definición de las candidaturas relatada por Arana y permite pensar otras de las formas de traducción y desplazamiento de la gramática tercermundista hacia las prácticas de la política partidaria. Este proceso puede pensarse como una traducción en prácticas partidarias y democratización de la política a partir de ciertos elementos presentes en el horizonte ético-práctico de las militancias del catolicismo tercermundista como: la idea de pueblo, de partir desde abajo, de buscar la igualdad, de Iglesia como asamblea. Todas estas nociones que circulaban por los procesos en formación del catolicismo tercermundista en los sesenta-setenta se volvieron centrales para lograr esta traducción y materialización en prácticas concretas de democracia, en este caso en la selección de candidaturas.

Cabe destacar la existencia de una tensión entre los esfuerzos de la renovación por una democratización que implicaba la decisión de sus afiliades, en contraposición a la democratización propuesta por la agrupación LN que se anclaba en darle la decisión política a los territorios, es decir, a las instancias asamblearias de los mismos como máximo órgano democrático del partido. En ambas perspectivas hay una búsqueda de la democratización como horizonte y expresión de un clima de época, pero con materializaciones diferentes.

El otro emergente de estas elecciones, acontecido previo a los comicios de septiembre de 1987, es fundamental para comprender el posterior desarrollo de la renovación y la victoria de Menem: el desplazamiento de Eduardo Duhalde. La exclusión de Duhalde, quien no estuvo ni en la fórmula de la gobernación ni encabezando la lista de diputados, fue un factor que aprovechó Menem para insertarse en la provincia de Buenos Aires, territorio que parecía hegemonizado de punta a punta por Cafiero (Ferrari y Mellado, 2016). En este mismo año Arana fue candidato a primer concejal y entró al Concejo Deliberante de la ciudad de La Plata. Del mismo modo, en la repartición de candidaturas estuvo el sector alakista, que desde su alejamiento de la agrupación Liberación Nacional fue agrupando distintos militantes, sobre todo ciertos perfiles que tenían reticencias a la primacía de lo territorial que promovía LN. Así Alak fue generando un contra-polo en la renovación, aunque en minoría. De todas maneras, esto significó que pueda colocar a Sarlo como candidato a intendente, quien perdió contra el radical Pinto. También por esta época se sumaron dos figuras: los hermanos Pablo y Gabriel Bruera, quienes años más tarde ocuparán cargos políticos en La Plata: Pablo será el intendente que reemplace a Alak luego de derrotarlo en 2007, y Gabriel será concejal durante varios años.

4. Del oro al barro: primeros concejales, elecciones internas y derrumbamiento de la renovación peronista

La elección de Cafiero como gobernador fue el clímax de la experiencia de la renovación, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. En el plano local, Arana ingresó al Concejo Deliberante. El período 1987-1989 fue atravesado de lleno por la crisis económica, la hiperinflación y la inestabilidad política que llegó a adelantar las elecciones nacionales. En este escenario Arana inició su experiencia como concejal que compartió con otros militantes que habían sido parte de la agrupación LN como Raúl Pérez que pertenecía al sector de Alak; o Matías Arteaga que si bien era radical había compartido encuentros en a la organización de la peregrinación a Luján. Del mismo modo, Marcelo Vernet quien conocía a José Luis Arana del CUM (Centro Universitario Marista)18 fue secretario de cultura del intendente radical Pinto. Estos pequeños mosaicos de entrecruzamiento y recuperación de vínculos de militancias comunes previas, permiten dar cuenta de la preponderancia de las redes de sociabilidad en las carreras militantes (Agrikoliansky, 2017) y en la formación de dirigencias y cuadros estatales. De esta forma, fue central el doble proceso de continuidad de la militancia, pero también de capitalización y traducción de las redes de sociabilidad que en la dictadura estuvieron en remanencia y/o en suspenso (Taylor, 1989).

Cafiero como gobernador se conformó como el principal candidato presidencial peronista para 1989. Pero en una jugada inesperada, al día siguiente de su victoria, gran parte del conurbano y ciertos sectores de Capital Federal amanecieron empapelados con la frase “Menem Presidente”. Esto consolidó y agudizó las diferencias expresadas en el congreso de Tucumán, donde si bien Cafiero salió victorioso, la minoría fue retenida por el riojano. Este último, en su afán presidencial, comenzó a generar un acercamiento a los ortodoxos, lo cual le dio el mote de “renodoxo”. Esto se fue consolidando y Menem fue tejiendo sus alianzas con quienes no habían sido tenidos en cuenta por Cafiero, principalmente ciertos líderes sindicales como Luis Barrionuevo o Jorge Triaca, formando la Mesa Sindical Menem Presidente. Casi como respuesta a este armado, Saúl Ubaldini y otros sindicalistas formaron la Mesa Redonda del Sindicalismo Renovador, que apoyaba la candidatura de Cafiero.

El proceso de consolidación de la renovación como conducción del partido se reforzó durante el año 1988. Desde 1986, en consonancia con la lenta y trabajosa negociación con la ortodoxia para democratizar el partido, se produjeron dos concepciones diferentes respecto a la resolución de ese proceso. Más allá de la consolidación de Cafiero como figura más relevante del peronismo, ser gobernador en cierto punto le jugó en contra, ya que sufrió los efectos de la crisis económica y social de los últimos años del gobierno alfonsinista. Esto fue usufructuado por el riojano y le achacó su perfil “moderno”, al cual le atribuía cierta semejanza a la figura de Alfonsín y poca presencia de simbología peronista. De esta forma, Cafiero trazó mayor afinidad con sectores medios y Menem incorporó figuras dejadas de lado por Cafiero, como Duhalde o Iglesias en la provincia de Buenos Aires. Además, la diferencia se acrecentó en torno al rol de los ortodoxos, ya que mientras Cafiero sumó algunos, pero en roles subordinados, Menem se encargó de aglutinar a gran parte de estos sectores consolidando su identidad como “renodoxo”.

Uno de los actores centrales fue el intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde, quien había demostrado que tenía capital político propio. Era un constructor de poder municipal, desde los tiempos de su gestión en la intendencia de Lomas de Zamora y como vocero de la Liga de Intendentes, y, en consecuencia, fue un emergente de un proceso que posicionó a estos dirigentes como garantes del voto tradicional. Las tensiones con Cafiero derivaron en el desplazamiento de Duhalde de los sectores de conducción, esto fue capitalizado por les rivales internos del gobernador en el camino a la presidencia de la República. Todo esto se terminó de cristalizar cuando Menem eligió a Duhalde como compañero de fórmula y así los sectores desplazados por el cafierismo sumaron sus adhesiones.

A principios de 1988 se presentaron las dos fórmulas presidenciales: Antonio Cafiero- José Manuel De La Sota y Carlos Menem-Eduardo Duhalde. El 9 de julio de ese año se impuso la fórmula Menem-Duhalde con el 53,4%, en contraposición al 45,8% cosechado por Cafiero-De La Sota. Esto dio lugar al primer candidato presidencial del peronismo elegido en una elección interna. Rápidamente, el todavía gobernador bonaerense, reconoció su derrota, pero se opuso a mantener la renovación como una tendencia o línea interna del partido. Esto significó el fin de la renovación y amplios sectores que poco tiempo antes estaban en el cafierismo se alinearon en la candidatura de Menem.

En esta elección interna se jugaron muchas cosas, sobre todo a nivel nacional. En el caso platense, la agrupación LN ocupó un rol central en la campaña de Cafiero. En especial convocando a muchas de las redes construidas en etapas anteriores, algunas ya habían sido incorporadas en distintas actividades y armados, pero había otras que eran periféricas y en esta elección fueron activadas. Por el exponencial crecimiento de la agrupación y su rol en la conducción del peronismo local ciertas redes seguían de forma latente, pero no orgánicas, sobre todo las experiencias de politización de sectores católicos como en Villa Elisa o Las Victorias, las militancias universitarias vinculadas a facultades como Ingeniería y de la peregrinación a Luján, aunque en cada caso hubo militancias que se sumaron de forma plena. Estas redes se reactivaron fuertemente en la campaña de las elecciones internas de Cafiero. Varias de estas militancias tenían cargos en la provincia de Buenos Aires, especialmente vinculados al Ministerio de Acción Social. Allí se acercaron a Cafiero y su proyecto a nivel provincial, lo cual implicó un fuerte golpe con la derrota, que los alejó de la militancia partidaria y peronista por un tiempo. Nunca dejaron su identidad asociada al campo nacional-popular, pero en oposición al menemismo, llegando a motorizar una serie de espacios que se convirtieron en usina y polo de resistencia al menemismo como el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo (Bernazza y Lambusta, 2021). El ascenso de la renovación peronista, más allá de su fin con la consagración de Menem, le imprimió al PJ una serie de rasgos que anteriormente no tenía como la institucionalización de la designación de candidatos a partir de las internas, el desplazamiento del sindicalismo como la “columna vertebral”, la apuesta a ciertos perfiles de “políticos profesionales”, entre otros (Ferrari y Mellado, 2016). En esta línea, es posible coincidir con Altamirano (2004) en que la renovación fue la expresión más dinámica del peronismo en la década del ochenta.

4.1 Elección interna platense

El bienio 88-89 fue demoledor para la renovación cafierista ya que perdieron la interna y Menem se consagró no sólo presidente sino que consolidó su hegemonía y se alzó con la conducción del peronismo a nivel nacional. En La Plata, si bien el golpe fue duro, sobre todo en muchas militancias de la renovación, 1989 fue un año muy relevante ya que hay dos apuestas muy importantes: Luis Lugones a diputado provincial y Martha Arriola como concejala. Por un lado, es la consolidación de la figura de Lugones que, si bien había elegido el bando perdedor en la interna nacional, seguía siendo uno de los liderazgos más importantes del peronismo en La Plata, aunque el sector alakista continuaba en alza. Esto se cristalizó con su elección como diputado provincial. Por otro lado, la candidatura de Arriola al Concejo Deliberante buscaba profundizar la línea “barrial” o “territorial” que venían construyendo fuertemente. Esto se da sobre todo por el tinte de la campaña, como se refleja en uno de sus volantes, donde el slogan era “Esta es la lista del barrio”, que expresaba la definición de las candidaturas en forma asamblearia. Pero también por la opción de vida de Martha Arriola, quien hacía varios años vivía en Villa Alba, donde inició su militancia desde el catolicismo tercermundista y era maestra en la escuela del barrio. De esta forma, con la figura de Arriola se buscó encauzar el compromiso social y político para poder transformar la militancia territorial, que venía siendo altamente cualitativa, en caudal de votos cuantitativos. Este ejercicio político es uno de los grandes desafíos de las militancias territoriales desde su comienzo hasta la actualidad, y quizás esta experiencia también marca un hito, porque se chocaron con la pared de la “realpolitik”. En sus testimonios aparecieron argumentos de distintos tipos. Algunos vinculados a ciertas “maniobras espurias” vinculada a las actas de las elecciones aludiendo cuestiones burocráticas. En parte por una cuestión ética pero también por inexperiencia en este tipo de cosas. Este fue un golpe duro, porque tenían mucha confianza en que iba a entrar Martha y, como relataban todos los militantes, debería haber entrado, pero finalmente no entró. Martha relata la desazón y frustración de creerse vencedores, de tener los datos que la daban como concejala, pero por diversas prácticas llevadas adelante por la oposición interna del peronismo se vio frustrada esa posibilidad.

Pero este primer golpe no los derrumbó porque Lugones había entrado como diputado y porque todos los cañones apuntaban a la elección interna de principios de 1991, para ver quién iba a ser el candidato a intendente del peronismo, como relata José Luis Arana:

Al 91 llegamos dos fuerzas principales en el peronismo local: Alak y nosotros, que, si querés, revivía lo que fue la interna Cafiero-Menem, a nivel local. Estábamos convencidos que ganábamos, teníamos la mayoría de los territorios de la ciudad, un desarrollo tremendo.19

En este testimonio logra entreverse que esta interna no sólo era una revancha de la ocurrido en 1988, sino que era el paso que faltaba para consolidar la conducción de la agrupación Liberación Nacional y con muchas chances de que quien ganara fuera el próximo intendente. Y esta interna tenía nombres con peso propio y que referenciaban dos modelos o perfiles distintos. Por un lado, Julio Alak, quien había iniciado su militancia en la agrupación Liberación Nacional, pero años más tarde se abrió intentando generar su propio espacio, el cual fue creciendo poco a poco a la sombra de su ex-agrupación. También tuvo una derrota importante en la elección de 1987, cuando él fue quien colocó a Sarlo como candidato a intendente y perdió con el radical Pinto. Pero la victoria de Menem como presidente lo volvió a posicionar en carrera, ya que contó con su apoyo y con el del vicepresidente Duhalde, quien le facilitó la estructura provincial en la campaña interna platense. Como hemos desarrollado, por el propio recorrido de Lugones era visto como el candidato esperable del sector cafierista y como el máximo candidato a ganar la interna, pero, para asombro de gran parte del peronismo local, perdió.

En los testimonios de esta derrota aparecen dos hipótesis principales. La primera está vinculada a ciertas acusaciones sobre el fraude y el uso de documentos truchos que vino acompañado de una autocrítica de los referentes de LN como Lugones, Arriola o Arana de que fueron “muy ingenuos”. Esto alude a que creían que no era necesario prestar atención al “aparato electoral” sino que con los vínculos que venían construyendo desde años alcanzaba para consolidar el apoyo. Esto a su vez se combinó con relatos de les militantes del barrio que frente a la crisis económica que se arrastraba de finales del gobierno de Alfonsín, donde referían que sectores vinculados al menemismo les ofrecieron plata por su voto. Para la agrupación LN esto desarticuló el entramado comunitario que venían construyendo desde su militancia vinculada al tercermundismo católico en los sesenta-setenta. A su vez, las propias reflexiones de les actores con distancia temporal de este fenómeno aluden también a intentos infructuosos de articular militancia social y política. Retomando los testimonios, este dolor tiene su origen en que esas prácticas tocan una de las fibras más íntimas de la perspectiva ético-política de estas militancias: la centralidad de las relaciones personales, de la confianza construida por sobre la plata y de lo colectivo por sobre lo individual. Había una convicción de que el camino no era sólo territorial sino que también estaba arraigado en esa sociabilidad y en el horizonte ético-práctico que los forjó como militantes desde su experiencia en los sesenta-setenta. Pero, frente a la crisis hiperinflacionaria, pesó más la plata que pudo poner en juego Menem que el trabajo territorial de más de veinte años. La derrota no era sólo electoral sino también de la forma de construcción política, ya que tocó los pilares centrales del horizonte ético-práctico del catolicismo tercermundista y de estas militancias. Este hecho, esta derrota es un golpe neurálgico, una marca fundante, una fuerte incidencia biográfica del compromiso (Pagis, 2011). El impacto de la derrota en estas militancias excede lo electoral, porque sintieron que además se perdió una forma de hacer política que habían construido por años, anclada en su búsqueda de síntesis entre la militancia social y política. Y en especial, la ruptura de un entramado construido artesanalmente luego de varios años de un compromiso con los barrios periféricos platenses, que no había tenido ningún otro espacio político hasta el momento.

Por otro lado, hay una hipótesis vinculada a las alianzas, como relata José Luis:

En la interna, lo de las alianzas electorales fue complejo. Los grandes sectores disputando la elección éramos nosotros y Alak, porque el resto eran sectores menores. Buscamos priorizar el armado territorial, y cuando el sector del Ateneo, vinculado a la JP de Intransigencia y Movilización, nos pidieron una barbaridad de cargos, creíamos que por la cercanía ideológica no iba a ser tan difícil acordar, pero para no cagar a los candidatos territoriales, no logramos acordar. Ahora pienso que si arreglábamos con ese sector le ganábamos a Alak, pero creíamos que no era necesario resignar la apuesta territorial.20

La agrupación Liberación Nacional había acordado las candidaturas con sus compañeros de los territorios, ya que buscaban profundizar en la línea de las elecciones anteriores, lo cual obturó una alianza con el Ateneo Eva Perón, donde se nucleaban sectores de Intransigencia y Movilización. La agrupación creyó que las afinidades ideológicas con estos sectores terminarían por pesar más que las promesas en espacios de las listas de los sectores alakistas. Estas prácticas de generar alianzas con sectores que no eran aglutinados por su rival, son las mismas que usó Menem en la interna con Cafiero. Esto puede observarse desde su apodo de “renodoxo” por acordar con los sectores herministas o con los espacios que Cafiero subestimó, donde podría incluirse al mismo Duhalde. Esto se sumó a lo que denominaron “efecto Menem”, el cual consistió en la imagen de “caudillo del interior”, “patilludo”, que tenía muchas más similitudes a los históricos caudillos peronistas, frente al perfil de Cafiero, mucho más moderado, criticado por asemejarse a la figura de Alfonsín (Ferrari y Mellado, 2016); sumado al discurso menemista de “salariazo y revolución productiva” que también jugó un rol importante. Aunque también es cierto que ese primer golpe de “efecto Menem” duró poco, como se repitió en la experiencia platense, también el riojano se perpetuo por la hegemonía de las estructuras partidarias y políticas, sumado a las alianzas económicas y la convertibilidad posterior a la hiperinflación recientemente vivida.

Al perder la interna y luego con la llegada de Alak a la intendencia platense, la estructura partidaria terminó de ordenarse en torno a este último y fue materialmente irremontable, por lo menos durante los noventa. Los sectores que formaron parte de LN tuvieron dos tipos de repliegues y reorientaciones de sus militancias y carreras políticas. Por un lado, estuvieron durante los ́noventa recluidos en un espacio de oposición al menemismo en torno la LIPEBO (Liga Peronista Bonaerense) que fue armado a posteriori por Duhalde desde la gobernación de la provincia de Buenos Aires y a partir de su oposición a Menem. Esto estuvo vinculado a la inserción en diversos cargos estatales en la PBA. Por otro lado, otras militancias potenciaron sus desarrollos territoriales y en ciertos casos se convirtieron en opciones de vida que se aglutinaron en torno al Movimiento Chicos del Pueblo (Bernazza y Lambusta, 2021).

5. Implicancias y rasgos de la agrupación Liberación Nacional ¿Una renovación territorializada?

La renovación peronista es un fenómeno muy complejo que ha sido abordado de múltiples aristas como en Ferrari y Mellado (2016), Bracheta (2007) o Basso (2008), entre otras. La mayoría de les autores coincide en resaltar las similitudes de este sector con algunos perfiles radicales, como el de Alfonsín, vinculado con ciertos aires más modernos y de clase media. El máximo exponente de esta modalidad de la renovación peronista fue Antonio Cafiero, que a su vez es reconocido como la cara más visible de este fenómeno. Esto se debió al rol de conducción que ocupó dentro del peronismo, característica que ha sido resaltada por los diversos abordajes analíticos posteriores, pero más allá de Cafiero, hubo una multiplicidad de perfiles y expresiones de la renovación peronista, entre los cuales se destacan: Carlos Saúl Menem, quien fue gobernador riojano pre y post dictadura; Carlos Grosso, quien era la referencia de la renovación peronista porteña y posteriormente fue su intendente; José Octavio Bordón, diputado por Mendoza y posteriormente fue su gobernador; Eduardo Duhalde, intendente de Lomas de Zamora y posteriormente gobernador de la provincia de Buenos Aires o José Manuel De La Sota, una de las máximas referencias de la renovación peronista cordobesa; entre otros. La mayoría no sólo son varones y de clase media, sino que son dirigentes jóvenes que traían un recorrido previo a la dictadura con roles significativos. Desde Menem como gobernador de la Rioja en 1973 hasta Duhalde como concejal de Lomas de Zamora en 1974 y de la Sota con cargos en la intendencia de Córdoba. Asimismo, Cafiero ocupó cargos desde los primeros peronismos, llegando a ser una de las primeras propuestas para encabezar el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) en 1973, aunque luego terminaría primando Héctor Cámpora. En la gran mayoría de los casos, la renovación peronista se nutrió de figuras jóvenes del peronismo que, en clave de Raanan Rein y Claudio Panella (2013), podrían leerse como segundas líneas. En estos perfiles se valoraron sus roles partidarios o en cargos legislativos/ejecutivos, con trayectorias de militancia más institucional (Cucchetti, 2013; 2019). Esto se contrapone con la trayectoria de la agrupación Liberación Nacional, cuyos miembros no tuvieron roles estatales, ni legislativos ni ejecutivos, hasta entrados los años ochenta. Lugones no ocupó ninguno de estos cargos hasta los ochenta, pero ya tenía cierto reconocimiento local, lo cual se potenció a partir de los rearmados de las redes peronistas durante la dictadura vinculadas al MUSO y a Cafiero. De este modo, el ascenso –y la especificidad‒ de la agrupación Liberación Nacional está ligado a su desarrollo territorial anclado en la medialuna fértil donde a partir de los ochenta fueron incorporando y reconvirtiendo múltiples enclaves y diversas redes militantes. La territorialidad no implicaba sólo un desarrollo en extensión, sino que expresaba una forma de ser militantes, que se conformó por la secularización y, de forma simultánea y complementaria, el reencantamiento de los elementos principales del horizonte ético-práctico de los sectores del tercermundismo católico. Si bien este fue un rasgo distintivo de la agrupación Liberación Nacional, que le otorgó una especificidad y una singularidad, es necesario clarificar que contenía una multiplicidad de perfiles, entre los que se destacaban el universitario, el partidario y el territorial. Los dos primeros tenían muchas similitudes en sus actividades, mientras que el tercero se diferenciaba porque venía de la militancia tercermundista y eran quienes ocupaban roles de referencia y conducción dentro de la agrupación. Entre los dos primeros –universitario y partidario‒ desplegaron una gama de actividades más asociadas a las tradicionales de los partidos políticos, como pegar carteles, hacer actividades, tareas electorales o armar charlas, orientadas sobre todo a las redes universitarias, con presencia de Fermín Chávez21, como una figura relevante en el MUSO que les permitió abordar las fechas peronistas desde una mirada que mixturaba la coyuntura epocal, recuperando las trayectorias, y los nudos problemáticos de militancias previas. Esto permite dimensionar que si bien esta agrupación tenía su punto fuerte en el desarrollo territorial no se limitó únicamente a ello. La multiposicionalidad anudada desde las militancias tercermundistas, la medialuna fértil y la peregrinación a Luján le otorgó dos rasgos que definieron a la agrupación, como fueron sus amplias redes de sociabilidad y su territorialidad, pero es imposible restringir la agrupación a estas características. Liberación Nacional desarrolló las tareas clásicas de una agrupación peronista y más aún en disputa de votos y de hegemonía: actividades de difusión, definición de candidatos, conseguir influencias en distintos sectores, tender diálogos con actores relevantes en la ciudad, entre otras. Si bien en estas tareas también estaban sus militantes territoriales, no eran les úniques, y una parte importante de la agrupación se ocupó de estas actividades. Allí, el rol de Luis Lugones fue importante para tejer y zurcir estos diversos perfiles, aunque es necesario subrayar que por el origen y por el rol de Luis Lugones, José Luis Arana y Martha Arriola como parte de la dirigencia de la agrupación, la territorialidad ocupó un rol vertebral y estructurante de la misma.

De esta forma, es posible registrar que en la agrupación Liberación Nacional había diversidad de actividades, donde existía un sector que se asemejaba a otros partidos o agrupaciones de la época. Pero su rasgo distintivo fue la territorialidad, por ser fruto de una reconversión militante (Cucchetti y Stites Mor, 2017) del catolicismo tercermundista. Es decir, la agrupación Liberación Nacional nace como fruto de una amalgama y combinación de fenómenos, que van desde la politización de sectores católicos, pasando por la remanencia anclada en la medialuna fértil y la peregrinación a Luján, hasta las redes peronistas reactivadas y producidas. Con la vuelta de la democracia estas usinas que gestaron la reconversión se enfocaron en la territorialidad, ya que fue allí donde se construyó este proceso. Al conformarse como una agrupación de la renovación peronista atrajo una multiplicidad de perfiles que fueron gestando otras prácticas relevantes para la experiencia partidaria. La posibilidad de ser competitivos y lograr ser conducción de la renovación peronista platense se la dieron sus dos dinámicas principales: la capacidad de atracción de jóvenes al calor de la ebullición democrática y el entramado territorial que habían construido los años anteriores y que potenciaron en los ochenta, en muchos casos anudando su trama barrial con otros que comenzaron a emerger con la vuelta de la democracia. Estas dos dinámicas pueden pensarse como una secularización de las dinámicas que se dieron durante la dictadura, principalmente en la parroquia NSV, con una fuerza centrípeta y una centrífuga, que, con el retorno democrático, la apuesta al armado de la agrupación y la disputa electoral se fueron entrelazando con otras experiencias. Así es como, en función de la reconversión producida por el catolicismo tercermundista es posible recuperar los engranajes principales de la reconversión militante político-partidaria, donde su especificidad y rasgo distintivo fue su territorialidad (Porta Fernández, 2023).

Reflexiones finales

Durante este recorrido abordamos el armado, expansión y caída de la agrupación Liberación Nacional como expresión original de la renovación peronista en la ciudad de La Plata. La misma fue una reconversión militante ‒en su modalidad político partidaria‒ de las militancias del tercermundismo católico platense de los sesenta-setenta con referencialidad en la figura de Luis Lugones, quien sumó sectores de clase media y universitarios vinculados a Tomi Díaz para armar la organización política. La agrupación LN se creó en 1982 como fruto de una búsqueda democrática de estos sectores y en plena sintonía con el armado de la unidad básica en Villa Alba –donde militaban territorialmente sectores del catolicismo tercermundista‒ el mismo año. La historia de esta experiencia se organiza en función de las cuatro elecciones que tuvieron lugar en los ochenta. La primera, en 1983, si bien LN no tuvo injerencia en el armado de las listas o la estrategia electoral, con la primera derrota democrática del peronismo se generó el escenario que les permitió entrar en escena a la renovación peronista en general y la agrupación LN en particular. Durante el año 1984 hubo diversas instancias y congreso internos del peronismo donde se criticaban a quienes condujeron a la derrota y estos no daban lugar a incorporar los sectores que habían quedado desplazado en los armados de 1983. Estos intentos no dieron frutos y se conformó la renovación peronista que bajo el paraguas del FREJUDEPA se presentaron por fuera del peronismo en 1985 bajo la figura de Antonio Cafiero en la Provincia de Buenos Aires. En La Plata, LN seguía siendo un imán para jóvenes que en plena ebullición democrática buscaban comprometerse, pero no tuvo la lapicera en la elección de 1985. La segunda parte abordó el ascenso de la renovación peronista y en La Plata la conquista de estos espacios del partido peronista. Si bien inicialmente la renovación estaba bajo el comando de Guida y Cano, luego de la victoria cafierista en la provincia y de la conducción de la renovación el PJ platense, Lugones comienza a ocupar una mayor centralidad, que iría en ascenso hasta su derrota interna. La tercera sección aborda la elección de 1987, el clímax de la renovación peronista en toda su expresión. A nivel provincial Cafiero es electo gobernador y a nivel local Arana es concejal. Esta experiencia profundizó la territorialidad con la cual se consolidaban como la agrupación con más despliegue barrial y creían que eso sería la carta ganadora en las próximas elecciones internas. La cuarta sección, se centra en las elecciones internas del peronismo. La primera en la que Menem le gana a Cafiero y la segunda en la que Alak le gana a Lugones. Luego de este recorrido en la quinta sección, planteamos como primer nivel de análisis, la territorialidad de LN como uno de sus rasgos centrales.

De este modo, es posible pensar que este trabajo da cuenta de la experiencia de la agrupación Liberación Nacional como expresión de la reconversión militante (Gaubert, Lechien y Tissot, 2005) en su modalidad político-partidaria (Porta Fernández, 2023). Así mismo, es posible pensar dos aportes específicos para dar cuenta de la renovación peronista de este sintético recorrido. Por un lado, destacar la importancia de la política territorial del catolicismo tercermundista pre-existente a la conformación de la renovación peronista e incluso antes de su manifestación eminentemente partidaria como la que aborda Levitsky (2005) en los noventa. Por otro lado, como sostienen una serie de autoras como Ferrari y Mellado (2016) la renovación peronista necesita ser pensada desde sus rasgos subnacionales ya que adquirió características específicas en cada región. Por este motivo se suelen desconocer las raíces históricas de la renovación peronista y más específicamente sus vínculos con el catolicismo tercermundista.

A modo de cierre es posible dejar tres líneas de fuga de este recorrido. Primero, seguir profundizando en la territorialidad del catolicismo tercermundista como experiencia embrionaria a lo que ciertos autores colocan en la década del noventa (Levitsky, 2005; Pereyra y Svampa, 2003) como territorialización de la política. En segundo lugar, el vínculo entre catolicismo tercermundista y renovación peronista. Por último, el devenir y las carreras militantes de quienes formaron parte de la agrupación LN.

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Notas

1 Este articulo está basado en la investigación doctoral llevada adelante en la tesis doctoral: Reconversiones militantes: del catolicismo tercermundista hacia diversas formas de organización político-social en la ciudad de La Plata (1960-1990) (Porta Fernández, 2023)
2 Se puede profundizar en este proceso en Porta Fernández (2023).
3 Tomás Díaz fue un militante peronista platense fallecido en 2015. Durante gran parte de su trayectoria estuvo vinculado a los espacios políticos de Julio Alak.
4 Oriundo de Mar del Plata y de familia antiperonista, se vino a estudiar Ingeniería a la UNLP y a partir de su acercamiento a NSV se vinculó con Arriola y Lugones y de allí su militancia barrial en María Reina y en LN.
5 Hija de un trabajador de YPF con poco acercamiento al peronismo y una biografía itinerante por este motivo, decidió terminar sus estudios secundarios en La Plata y por su fe católica se acercó a NSV. A partir de este primer movimiento comienza su militancia territorial y, posteriormente, en LN.
6 Oriundo de 25 de Mayo, localidad del interior de la provincia de Buenos Aires, de familia peronista, llegó a La Plata para estudiar abogacía de familia peronista. Compartió su fe católica y su militancia peronista con sus hermanos, entre ellos Carlos Eduardo Lugones, quien hoy en día sigue desaparecido.
7 Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor.
8 Entrevista realizada por el autor a Luis Lugones, diputado provincial, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Abril de 2019.
9 Las denominaciones “ortodoxos” y “renovadores” fueron utilizadas por los contemporáneos. Estas designaciones forman parte de lo que Pierre Bourdieu denomina “categorías de la práctica”, tomadas de la experiencia social cotidiana de los propios agentes (Bourdieu, 1991).
10 Actualmente Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
11 Entrevista realizada por el autor a Luis Lugones, diputado provincial, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Abril de 2019.
12 Oriundo de Benito Juárez, vino a estudiar abogacía a la UNLP. Allí se vinculó con distintos espacios y figuras de la renovación peronista, entre ellas Lugones, que lo acercaron a la agrupación Liberación Nacional.
13 Entrevista realizada por el autor a José Luis Arana, concejal platense, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Mayo de 2018.
14 Sánchez era un militante territorial que era parte de la conducción de JP territoriales junto a José Luis Arana y Martha Arriola.
15 Intransigencia y Movilización fue un armado de algunos militantes que venían de Montoneros, bajo el ala de Vicente Saadi, pero que tuvo una serie de limitaciones para su desarrollo más allá de haber tenido una expresión en catorce provincias (Roland, 2019).
16 Entrevista realizada por el autor a José Luis Arana, concejal platense, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Mayo de 2018.
17 Por ejemplo, Belén Fernández, que participó de la experiencia de politización de sectores católicos en Villa Elisa –La Plata- y Quique Spinetta, del proceso de politización católica de la parroquia Nuestra Señora de la Victoria –La Plata- fueron parte de este programa.
18 Durante los setenta, allí circularon varios cuadros de Montoneros que venían de militancia católica y que están desaparecidos como “Popi” o “El Negro” Ramos.
19 Entrevista realizada por el autor a José Luis Arana, concejal platense, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Mayo de 2018.
20 Entrevista realizada por el autor a José Luis Arana, concejal platense, militante del tercermundismo católico platense y de la agrupación Liberación Nacional. La Plata, Mayo de 2018.
21 Fermín Chávez (1924-2006) es un intelectual peronista de orígenes católico. Ocupó diversos cargos de gestión durante los primeros dos mandatos peronistas y fue profesor en varias universidades nacionales. Para profundizar en su mirada se puede ir a “Cuadernos del Movimiento. El peronismo, Buenos Aires: Muso” (Chávez, 1985).
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