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El círculo platense de La Anarquía y el Tercer Certamen Socialista Libertario (1898)
Francisco Caamaño
Francisco Caamaño
El círculo platense de La Anarquía y el Tercer Certamen Socialista Libertario (1898)
The platense circle La Anarquía and the Third Libertarian Socialist Contest (1898)
Sociohistórica, núm. 53, e226, 2024
Universidad Nacional de La Plata
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Resumen: En mayo del año 1898 se desarrolló en la ciudad de La Plata (Argentina) el Tercer Certamen Socialista Libertario. El evento, organizado por los redactores del periódico La Anarquía, fue presentado como la continuidad de otros dos certámenes producidos previamente en las ciudades españolas de Reus (1885) y Barcelona (1889). Al juzgar por los documentos históricos, el certamen platense resultó ser un rotundo fracaso en comparación con sus equivalentes españoles. La escasa asistencia, los pocos trabajos presentados y la ausencia de los principales plumas del anarquismo hicieron del certamen algo poco reconocido en su momento y que posteriormente fue olvidado tanto por los militantes ácratas como por los historiadores profesionales. En ese marco, este artículo se propone presentar una breve introducción al acontecimiento en cuestión. A partir de la observación de las actas del certamen y de la prensa anarquista argentina, se buscará sintetizar las líneas conducentes del evento, sus protagonistas y su lógica organizativa. Con la reconstrucción efectuada, se dará cuenta de los intereses manifestados por los colectivos anarquistas que participaron del hecho –principalmente, los del grupo organizador–y se propondrán, a su vez, algunas hipótesis para explicar las posibles causas que condujeron al aparente fracaso del episodio.

Palabras clave: Anarquismo,La Plata,Certámenes Socialistas,Cultura,Literatura.

Abstract: In May of the year 1898, the Third Libertarian Socialist Contest was held in the city of La Plata (Argentina). The event, organized by the editors of the newspaper La Anarquía, was presented as the continuation of two other contests previously produced in the Spanish cities of Reus (1885) and Barcelona (1889). Judging by historical documents, the platense contest turned out to be a resounding failure compared to its Spanish counterparts. The low attendance, the few works presented and the absence of the main feathers of anarchism made the contest something little recognized at the time and which was later forgotten by both anarchist militants and professional historians. Within this framework, the aim of this article is to present a brief introduction to the event. From the observation of the minutes of the contest and the Argentinean anarchist press, it will seek to synthesize the lines leading to the event, its protagonists and its organizational logic. With the reconstruction carried out, the interests expressed by the anarchist groups that participated in the event will be realized–mainly, those of the organizing group– and, in turn, some hypotheses will be proposed to explain the possible causes that led to the apparent failure of the episode.

Keywords: Anarchism, La Plata, Socialist Contests, Culture, Literature.

Carátula del artículo

Artículos

El círculo platense de La Anarquía y el Tercer Certamen Socialista Libertario (1898)

The platense circle La Anarquía and the Third Libertarian Socialist Contest (1898)

Francisco Caamaño
CONICET/ Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas , Argentina
Sociohistórica
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 1853-6344
ISSN-e: 1852-1606
Periodicidad: Semestral
núm. 53, e226, 2024

Recepción: 07 Febrero 2023

Aprobación: 11 Octubre 2023

Publicación: 01 Marzo 2024


Introducción

De todas las tradiciones políticas contemporáneas en Argentina, el anarquismo posiblemente sea la vertiente que mayor relevancia estratégica atribuyó a la actividad cultural. En su vertiginoso camino hacia la emancipación de la humanidad, los anarquistas consideraron a la cultura como el vehículo fundamental para crear a los futuros agentes de la revolución social. Frente a la notable incidencia que la “cultura burguesa”tenía en la realidad, los anarquistas mostraron una imperiosa necesidad por construir un “modelo cultural alternativo” (Suriano, 2001, p. 41) para intervenir en ese terreno y disputar la conciencia de los “oprimidos” y “desheredados” del mundo entero. Por ese motivo, desde finales del siglo XIXsus militantesllevaron adelante innumerables actividades recreativas y culturales con la finalidad de producir unaidentidad social divergente a la imperante. La fundación de escuelas libres, bibliotecas, imprentas y ateneos populares o la realización de obras de teatro, salidas campestres, veladas artísticas o conferencias fueron solo algunas de las muchas acciones emprendidas por estos colectivos en esa dirección. Aunque la mayoría de estos espacios de creación, recreación y significación pudieron ser compartidos o comunescon otras expresiones políticas de la izquierda, como el socialismo (Albornoz, 2009),su especificidad residíaen el fuerte componente anti-estatal, anti-institucional y anti-verticalista de los mismos, en su pertinaz y permanente uso de estos como un medio para convocar a la lucha y la revolución y,sobre todo, en su deseo e insistencia de presentarlos como una serie de organismos de sociabilidad radicalmente diferenciados de los convencionales o establecidos.

Dentro de ese extenso universo de prácticas, proyectos y entramados culturales, cabe destacar particularmente la organización de los certámenes socialistas. Celebrados en las últimas dos décadas del siglo XIX, los certámenes fueron una de las iniciativas culturales más atractivas y llamativas emprendidas por los colectivos libertarios hispanoamericanos del fin de siècle. Aunque solo hubo tres ediciones de estos certámenes, su impacto cultural y teórico fue notorio para la época, llegando en algunos casos a convocar a miles de activistas a sus sesiones. Las dos primeras ediciones se efectuaron en España, específicamente en la región de Cataluña. Mientras el Primer Certamen Socialista se realizó en 1885 en la ciudad de Reus, el Segundo Certamen Socialista aconteció cuatro años más tarde, en 1889, en Barcelona. En cambio, el Tercer Certamen Socialista Libertario sucedió en 1898 del otro lado del Atlántico, en la ciudad argentina de La Plata.

El certamen platense estuvo organizado por el grupo local Progreso y Libertad que estaba conformado por los mismos miembros que editaban el periódico La Anarquía (1895-1898). A diferencia de sus homónimos, esta última edición resultó ser un rotundo fracaso: marcada por la mala organización, la escasa participación y la ausencia de los principales plumas del movimiento ácrata, su desarrollo significó el fin de este tipo de experiencias y, posiblemente, la disolución de su grupo organizador. A su vez, como corolario de este aparente fracaso, la historiografía tendió a abordar de manera muy diferenciada a los tres certámenes: si las ediciones españolas contaron con innumerables descripciones, reseñas, estudios específicos y alusiones argumentativas, su versión platense apenas recibió algunas pocas menciones en los trabajos más clásicos sobre el anarquismo en Argentina (Zaragoza, 1996, pp. 185-186; Oved, 2013, p. 84).

Ante la efectiva inexistencia de un escrito que problematice este concurso, en las siguientes páginas se procederá a hacer un estudio sobre la organización y desarrollo del Tercer Certamen Socialista Libertario. Con esa intención, se estudiará el contexto histórico e intelectual dentro del cual se emprendió, tomando en consideración la realización de los anteriores certámenes socialistas, la conformación del grupo organizador nucleado en el periódico La Anarquía y los lazos que este grupo sostuvo con las otras organizaciones anarquistas del periodo. Luego, se procederá a hacer una descripción formal del evento: su organización, su convocatoria, el contenido de los temas ofrecidos y los trabajos presentados, su realización y la posterior edición impresa de las contribuciones presentadas. Para ello, se tomará como referencia la publicación impresa del certamen así como la recepción y difusión del evento en las publicaciones periódicas anarquistas de Argentina.

Nuestra hipótesis de trabajo sostiene que, a pesar de todas sus limitaciones, el certamen platense no deja de ser un acontecimiento paradigmático para el estudio de la cultura anarquista. Su contenido nos introduce directamente en el mundo intelectual anarquista, permitiendo destacar sus anhelos, horizontes y preocupaciones temáticas. Además, su análisis nos vuelve a plantear la vitalidad que la cultura tenía para estos actores y nos permite tener una mirada más acabada sobre los certámenes socialistas. Como veremos, estudiar este acontecimiento puede ayudarnos a indagar en los conflictos existentes dentro del anarquismo local de la época, así como también en las relaciones y en las redes de intercambio internacional dentro del movimiento ácrata –principalmente, entre Argentina y España–. Por último, pero no menos importante, el certamen sintetizó de alguna forma la primera gran experiencia del pensamiento libertario en La Plata, permitiéndonos conocer el nacimiento y los orígenes del ideario anarquista en dicha ciudad.

Del mismo modo, la reconstrucción de los vaivenes del certamen nos permite formular algunas teorías para explicar los posibles motivos por los cuales esta experiencia cultural no pudo equiparar el éxito de sus pares españolas. En ese sentido, como segunda hipótesis, consideramos que el fracaso del certamen se debió, entre otros motivos, al marcado aislamiento al que estaba condenado su grupo organizador, el círculo platense LaAnarquía. Su línea ideológica, sus fuertes conflictos en los años previos y el formato de certamen que eligieron realizar indujeron a los otros grupos libertarios a no acompañar activamente el desarrollo del evento. Esa falta de colaboración, que fue vital para el progreso de los certámenes españoles, fue el principal factor que abatió la iniciativa platense.

Una tradición libertaria trasatlántica: los certámenes socialistas

Los certámenes socialistas fueron una de las iniciativas más ricas y convocantes que emprendieron los anarquistas españoles y argentinos decimonónicos. En concreto, los certámenes consistían en la invitación a los activistas de todo el mundo a escribir trabajos sobre distintos ejes temáticos que, una vez enviados y aceptados, serían leídos y discutidos en las jornadas de los certámenes. A su vez, esos escritos eran evaluados por un jurado elegido que premiaba al texto más valioso con algunos de los presentes donados por los distintos colectivos ácratas que se adherían al evento. En general, estos concursos contaron con una alta repercusión en su tiempo y, una vez concluidos, los grupos anarquistas se esforzaban en editar y publicar la mayoría de los escritos enviados para posibilitar su lectura masiva.

Si bien no existió un organismo o espacio que establezca una conexión o unalínea de continuidad entre los certámenes, como así tampoco una periodicidad pautada para su realización, cada nueva edición se autoproclamaba como heredera de su antecesora. De ese modo, los certámenes se colocaron como una incipiente tradición cultural que, si bien no se mantuvo en el tiempo, tuvo una gran importancia en la promoción teórica, estratégica y artística del anarquismo hispanoamericano. Los eventos eran organizados por un grupo o círculo particular que tenía la vocación de tomar esa responsabilidad. Una vez lanzada la propuesta, este círculo recibía el apoyo de otros colectivos libertarios que accedían a promocionar las jornadas, reproducir las circulares del evento en sus periódicos o soportes escritos, proponer temáticas y ofrecer sus respectivos premios, recolectar y donar dinero para los eventuales gastos, ayudar en la organización de las jornadas y, fundamentalmente, incitar a los activistas a que envíen sus escritos.

El Primer Certamen Socialista fue organizado por el Centro de Amigos de la ciudad española de Reus en el año 1885. Con un total de 16 temas propuestos y 30 trabajos presentados, el acto contó con un numeroso público obrero y sus textos fueron editados por el grupo organizador por entregas quincenales, en cuadernillos de 64 páginas, y vendidos por un precio de 30 céntimos cada uno. Los debates del certamen se centraron en la implementación de una actividad legal o clandestina por el anarquismo y en la discusión entre colectivistas y comunistas a propósito del modelo económico de la sociedad futura (Morales, 1991, p. 48). Pese a la disputa, la línea general del acto fue la defensa de los planteamientos tácticos y doctrinales de la Federación de Trabajadores de la Región Española, es decir, “el legalismo como medio de acción y el colectivismo como forma de organización económica de la sociedad futura” (p. 56).

Por su parte, el Segundo Certamen Socialista tuvo lugar en Barcelona en 1889 y fue armado por el grupo Once de Noviembre de esa ciudad. Disuelta la Federación de Trabajadores de la Región Española en 1888, el certamen manifestó el cambio táctico e ideológico que comenzaba a imponerse en España con el avance de la línea anarco-comunista por sobre la anarco-colectivista. En un ambiente festivo, acompañado por la música y el júbilo de los asistentes, el certamen se realizó el 10 de noviembre en el prestigioso Palacio de Bellas Artes de Barcelona. Los datos estimativos indican que a lo largo de toda la jornada asistieron unas 20000 personas. Hubo un total de 17 temas propuestos que versaban sobre diversos problemas como la “realidad social y la vida cotidiana, los instintos y las pasiones humanos, el derecho individual y común, la difusión de las ideas o la organización de la sociedad futura” (Morales, 1989, p. 383). El concurso recibió un total de 63 composiciones procedentes en su mayoría de Cataluña (Muñoz, 1974, pp. 52, 97-100) y, como en la edición anterior, sus resultados fueron compilados en un extenso volumen que fue ofrecido al público.1

Los documentos históricos enfatizaron en el rotundo éxito que tuvieron los dos eventos. Los certámenes españoles no solo destacaron por su masividad e impacto cultural, sino que también tuvieron un gran reconocimiento por la calidad de los trabajos presentados. Un aspecto no menor, que otorgó a los certámenes un gran prestigio, fue el hecho de que a ambas instancias “concurrieron los mejores escritores del anarquismo español” (Peirats, 2006, p. 18). Dentro de los autores premiados se observan los nombres de reconocidos teóricos como Anselmo Lorenzo, Ricardo Mella, Juan Serrano Oteiza, Fernando Tarrida del Mármol, Josep Llunas y Pujals y Soledad Gustavo. Este aspecto contribuyó a la posterior perduración de su legado, en la medida en que algunos de los textos se convirtieron en un material de formación militante y en una referencia argumentativa por excelencia. Ese impacto se vislumbra también en el detenido abordaje que los certámenes españoles recibieron por parte de la historiografía. Su desarrollo aparece tempranamente mencionado en los estudios de Max Nettlau (1969, pp. 389, 450-451) y de Diego Abad de Santillán (1962, pp. 358-359, 382-385). El clásico escrito de José Álvarez Junco (1976) sobre La ideología política del anarquismo español está lleno de referencias a los certámenes y posee decenas de citas sobre los mismos que forman parte de la base argumentativa del autor. Desde los estudios culturalistas, la pionera obra de Lily Litvak Musa libertaria no duda en catalogar a los certámenes como una de las “actividades culturales más significativas de los libertarios” que tenía como intención “despertar entre las masas la afición por la cultura” (1981, p. 258). Sumado a ello, encontramos autores como Manuel Morales (1989; 1991) que procedieron a analizar específicamente el desenvolvimiento de ambos concursos.

Por su parte, el Tercer Certamen Socialista Libertario2no logró equiparar el desempeño de las primeras ediciones. El grupo Progreso y Libertad, encargado de su organización, efectuó el certamen los días 14 y 15 de mayo en el Club Francés de La Plata. El contenido del mismo no distaba mucho de los problemas ya tratados en otros certámenes. Para sus 14 temas propuestos, recibió un total de 20 contribuciones, la mayoría de las cuales eran de autores españoles. La mayor parte de los trabajos fueron leídos y discutidos a lo largo de tres extensas sesiones. En una temprana apreciación que Enrique Nido formuló en 1923, el militante ácrata considera que este “torneo literario” tuvo “una gran resonancia en el país por la naturaleza de los trabajos publicados, que contribuyeron a dar una mayor cohesión y forma doctrinaria a la idea anarquista” (Nido, 1991, s/n). Sin embargo, esa lectura no parece corresponderse con la baja repercusión que el certamen tuvo en su época ni con su posterior olvido por parte de las filas ácratas y los historiadores.

El desenlace del certamen, que contó con muy poca asistencia y recibió textos de activistas sin mucho reconocimiento en el movimiento, pareció haber incidido fuertemente en la falta de interés que tanto los militantes como los historiadores mostraron posteriormente en el evento. En el campo historiográfico, su alusión solo aparece presente en algunos trabajos clásicos que, junto con una reseña del evento, enfatizan en el poco apoyo que recibió el grupo organizador. Gonzalo Zaragoza concluye que “Los trabajos presentados no fueron de calidad, y sólo seis escritores fueron premiados. La mayoría de los grupos anarquistas argentinos no se interesó por la propuesta ni por la invitación” (1996, p. 186). Por su parte, Iaacov Oved también insistió en que “El grupo invitó a todos los miembros de grupos anarquistas pero la mayoría desoyó su llamado” (2013, p. 84).

Por otro lado, en el marco de un gran crecimiento en las últimas décadas de los estudios académicos centrados en el aspecto cultural del anarquismo, resulta paradójico que el certamen no haya sido reseñado por los principales investigadores de esta dimensión, como Juan Suriano (2001) o Dora Barrancos (1991). Esta situación puede explicarse por el aparente fracaso del certamen y por la ausencia de escritos realizados por anarquistas locales, pero también responde a dos criterios metodológicos que han impregnado a las investigaciones sobre el anarquismo argentino. El primero, refiere a la tendencia a circunscribir el fenómeno anarquista en Argentina a la ciudad de Buenos Aires, omitiendo por tanto el estudio de otras experiencias ácratas más allá de la capital (Margarucci, 2023). El segundo, menos evidente, alude al carácter antiintelectual con el que se ha catalogado al movimiento anarquista en general, y al argentino en particular (Suriano, 2001, p. 132). Ese estigma, que conduce a que los términos comunes que figuren en los trabajos académicos para hablar de los anarquistas sean los de “difusores” o “propagandistas” y no los de “teóricos” o “intelectuales” (Turner, 2017, p. 127), podría haber inducido a los investigadores a desvalorizar la realización de esta experiencia en particular. Ante la ausencia de los principales referentes ácratas y la marginalidad que tuvo el acto en comparación con los ocurridos en España, la vocación de este grupo libertario platense por la actividad intelectual e literaria pudo haber tenido nula utilidad teórica y descriptiva ante los ojos de los especialistas.

Los inicios del anarquismo en la ciudad de La Plata: el círculo La Anarquía

Según el “sentido común historiográfico” (Nieto, 2010), en los primeros años del siglo XX el anarquismo argentino adquirió su plena madurez y se constituyó en la “organización contestataria más importante de la sociedad argentina” (Suriano, 2009, p. 31). En algún punto, ese grado de “madurez” se explica por el importante impulso y la nueva fisonomía que alcanzó el movimiento en la década anterior. En la década de 1890, el ascenso del anarquismo se podía certificar desde distintos planos. Junto con la proliferación de fiestas, celebraciones rituales y conferencias, se verifica también la primera gran explosión de las publicaciones libertarias (Domínguez Rubio, 2018, p. 21). Por regla general, estos primeros proyectos editoriales, dedicados a la edición de folletos, fueron obra de grupos que paralelamente producían una publicación periódica, como el caso de La Questione Sociale, El Rebelde y La Protesta Humana (p. 23). Por otro lado, en los espacios propagandísticos comenzaron a abundar las intervenciones y participaciones de los autores locales. Aunque la mayor parte de los artículos y folletos continuaron siendo firmas de intelectuales extranjeros –como Pietro Gori, Eliseo Reclus, Jean Grave o Anselmo Lorenzo–, por esos años ya empiezan a aparecer las colaboraciones locales de Emilio Z. Arana, Félix Basterra, Jean Creaghe o Julio Molina y Vedia (Oved, 2013, p. 81).

El cambio fundamental que permitirá al anarquismo convertirse en un movimiento de masas en el amanecer del siglo XX fue el triunfo de las vertientes anarco-comunistas pro-organizadoras sobre las anarco-individualistas y anarco-comunistas anti-organizadoras en el ocaso del siglo XIX.3 En Argentina, los grupos anti-organizadores estaban reunidos alrededor de periódicos como El Perseguido (1890-1897), Germinal (1897-1898) y El Rebelde (1898-1903). Estos colectivos manifestaban una desconfianza total hacia las agrupaciones institucionalizadas y rechazaban toda forma de organización, a excepción de los grupos creados por afinidad ideológica. Su creencia en que casi cualquier tipo de organización llevaba el sello del autoritarismo y que provocaba una actitud pasiva en sus miembros los llevó a desestimar la posibilidad de intervenir en los sindicatos obreros. En su lugar, se mostraron partidarios de la “propaganda por el hecho” y de la ola de atentados contra las figuras gubernamentales que estaban ocurriendo en Europa, defendiendo y algunos casos glorificando figuras como las del francés Ravachol o el español Paulino Pallás (Echezarreta, 2015).

La intensificación de los conflictos gremiales en Buenos Aires y el litoral, la caída de las tendencias aislacionistas en Italia y España y la llegada al país de militantes adeptos a la causa organizadora como los españoles Antonio Pellicer Paraire, Inglán Lafarga y José Prat o los italianos Errico Malatesta y Pietro Gori provocó la decadencia de los grupos anti-organizadores (Suriano, 2009, pp. 30-31). El número y la importancia de los grupos pro-organizadores, que a comienzos de los noventa era reducido, se fue fortaleciendo e incrementando a partir sobre todo del año 1894 en abierta disputa contra los anti-organizacionistas (Zaragoza, 1996, pp. 157-158). Los organizadores no solo contaban con numerosas publicaciones, como La Questione Sociale (1894-1896), El Oprimido (1893-1897) y la emblemática La Protesta Humana (1897-1902), renombrada luego como La Protesta, sino que también contaron con interesantes emprendimientos editoriales como el llevado a cabo por Fortunato Serantoni con la editorial de La Questione Sociale y su famosa Librería Sociológica (Souza Cunha, 2019). Como resume Eva Golluscio de Montoya, los organizadores concebían la lucha como “un conjunto de acciones efectuadas en dos frentes”: los sindicatos, desde donde se daba el combate en el campo de las reivindicaciones gremiales, y los círculos libertarios, que cumplían con la tarea pedagógica y propagandística de fomentar distintas actividades de esclarecimiento (1986, pp. 50-51).

El crecimiento del anarquismo se expresó también en el surgimiento de innumerables círculos políticos por fuera de Buenos Aires y Rosario, principales focos de desarrollo del movimiento. La Plata, ciudad fundada en 1882 como parte del proyecto estatal de capitalizar la ciudad Buenos Aires, también se vería afectada por ese proceso. Nutrida de amplios contingentes de inmigrantes, principalmente italianos, que se encargaron de la construcción de la urbe, la ciudad daría cuenta de la existencia de sus primeras agrupaciones ácratas hacia mediados de 1890. En noviembre de 1894 se publicó un único número del periódico La Lucha, dirigido por el activista local José Junco Rojo. Tras ese fracaso inicial, apenas unos pocos meses después el grupo, reunido en el Centro de Estudios de la ciudad, editó un segundo periódico titulado La Anarquía. Este segundo proyecto pudo sostenerse por un plazo de tres años con una periodicidad quincenal o mensual y llegó a tener una tirada de mil ejemplares. El periódico y su administración eran foco de intercambios teóricos y culturales en la región, celebrando “reuniones de controversia”, conferencias y mítines y llegando incluso a constituir una Biblioteca de Estudios Sociales en 1898. Su relativa estabilidad significó el afianzamiento del primer círculo4 estable en la ciudad de las diagonales5 y, como sostuvo Abad de Santillán, un ejemplo más en la federalización del pensamiento libertario en el país (1936, p. 54).

Como síntoma de una historiografía que se ha focalizado en el estudio del anarquismo porteño y que ha tendido a establecer lo capitalino como lo nacional, los orígenes y el derrotero del anarquismo en las décadas de 1880 y 1890 en la ciudad de La Plata no contaron con ningún estudio específico abocado a su análisis. En el caso del periódico La Anarquía, Zaragoza fue el único autor que ha tratado conceptualmente dicha experiencia con algún grado de profundidad. Comenta al respecto que el grupo forma parte de la tradición individualista, con una actitud “claramente antiorganizadora” (Zaragoza, 1996, p. 168) y que estaba emparentado ideológicamente con El Perseguido –aunque menos virulento que este– y con La Libre Iniciativa (p. 185). Sin embargo, creemos conveniente pensar al grupo como parte de los colectivos anarco-comunistas anti-organizadores. Esto se desprende del propio contenido de sus publicaciones. Tanto La Lucha como La Anarquía compartieron el lema de “Periódico Comunista-Anárquico” como encabezado. En el primero y único número de La Lucha, la editorial de presentación establece los objetivos últimos que persiguen aquellos que se reúnen alrededor del emprendimiento: “Queremos, pues, el comunismo anárquico, es decir: queremos tomar posesión de la tierra, de los instrumentos de trabajo, de toda la riqueza existente en beneficio de la humanidad”. Junto con el deseo de que todos los individuos deberíamos “trabajar según nuestras fuerzas y consumir según nuestras necesidades”, aparece un reclamo estratégico que parece enmarcar al grupo dentro de la lógica anti-organizacional: “Así como es un deber moral riguroso que la emancipación de los trabajadores tiene que ser obra de los trabajadores mismos, así también la revolución deberá ser obra desencantada de la pureza popular libremente organizada: sin directores, jefes, ni generales”.6

Administrado el primer año por Rojo y luego por J. Giménez, en La Anarquía abundan las notas que demarcan el claro perfil anti-organizacional de la redacción. En la nota “La unión anárquica y revolucionaria y la libre iniciativa” que apareció en los números 7 y 8 del periódico, Rojo criticó la propuesta de Malatesta de formar una Federación Anárquica. Apoyándose en los planteos de los colegas de El Perseguido, Rojo advierte que cualquier agrupamiento que tenga “una regimentación reglamentaria” implica la necesidad de acatar y “al acatar hay opresión, y al haber opresión hay tiranía, y habiendo tiranía no hay libertad posible en el ser humano”. Tampoco expresa confianza alguna en la imposición de una mayoría, porque “á veces estas mayorías tienen ménos razón que las minorías, sucediendo también que las mayorías tienen ménos fuerza moral, aunque tengan más fuerza material que las minorías”.7 Aunque reconoce que Malatesta “es un buen compañero, buen propagandista y hombre de instrucción”, Rojo insiste en desestimar su propuesta y defender la libre iniciativa “Sin necesidad de directores, pactos, reglamentos”.8

La distancia que el grupo mantuvo con respecto a las lógicas organizacionales no impidió, empero, su defensa o apoyo de las acciones colectivas promovidas por los trabajadores en esos años.Tal fue la situación de la famosa “Huelga Grande” ocurrida entre agosto y noviembre de 1896. Ese conflicto, que significó la “mayor generalización de la actividad huelguística que hubiera tenido lugar hasta ese momento en el país” (Poy, 2015, p. 153), fue iniciado por los obreros de los talleres ferroviarios de la localidad aledaña de Tolosa en reclamo por “la jornada de ocho horas, la abolición del trabajo a destajo, el pago doble en las horas extraordinarias y la supresión del trabajo los días domingos” (p. 167) y secundado posteriormente por los trabajadores ferroviarios y mecánicos de otros talleres de Buenos Aires y del resto del país, así como por trabajadores de otros oficios y ocupaciones. Aunque su rol en este episodio clave de la historia del movimiento obrero finisecular fue centralmente contemplativo, los miembros de La Anarquía cubrieron periodísticamente el conflicto, dieron su apoyo e incluso, ocasionalmente, participaron de las asambleasque se realizaron en Tolosa.9

En otros números se visibiliza la defensa que el periódico tuvo por la propaganda por el hecho. Por ejemplo, en el número 13 encontramos reproducida íntegramente “La última carta de Pallás”10 y en el número 18 un artículo titulado “Así pensamos” en donde se polemizó con el grupo de Emilio Z. Arana, Ciencia y Progreso de Rosario, que se manifestó en contra de los atentados políticos.11 Ese posicionamiento no impidió su colaboración con los sectores organizadores. En el número 24 del periódico encontramos publicado “Los anarquistas y el art. 248 del Código Penal Italiano. Defensa ante el tribunal de Génova” de Pedro Gori.12 La traducción de ese texto fue obra del activista español José Prat, hombre vinculado orgánicamente con la redacción de La Protesta Humana y defensor de la línea pro-organización. Por otro lado, el periódico recibió la colaboración externa de dos autores españoles, Palmiro13 y Sebastián Suñé, con quienes La Anarquía mantenía una relación fraternal.

Más allá del rol pionero que el periódico tuvo en el florecimiento del anarquismo platense, la trayectoria de La Anarquía estuvo caracterizada por las duras polémicas que sostuvo con otros grupos anarquistas. En 1895, el periódico recibió una fuerte acusación por parte de los editores de El Obrero Panadero, quienes señalaban que dos miembros de la redacción, J. Rojo y José Castro, eran agentes de policía infiltrados.14 La controversia, reconstruía minuciosamente por Martín Albornoz (2021, pp. 182-183) y Zaragoza (1996, p. 168), mantuvo un tono elevado desde ambas publicaciones.15 La redacción de La Anarquía respondió diciendo que Castro no era ningún redactor sino un simple suscriptor y que Rojo, inmigrado del Brasil, había sido policía en una ocasión, pero que gozaba de la confianza de todos. El propio Rojo participó del debate, aclarando en un artículo de La Anarquía que su trabajo en el cuerpo de la policía respondió a un momento de suma necesidad e incriminó, a su vez, a los redactores de ElObrero Panadero por explotar a los trabajadores.16

Casi dos años más tarde, el grupo volvió a participar de una dura polémica. En esta oportunidad, el conflicto se dio con Juan Creaghe, uno de los grandes referentes del anarquismo local. Todo comenzó con una recriminación pública por parte de La Anarquía al doctor irlandés, quien se habría negado de forma algo brusca a colaborar con el periódico. Anteriormente, Rojo ya había escrito para El Oprimido, la publicación dirigida por Creaghe. Ante la propuesta del periódico de fundar una colonia comunista anárquica, el platense había enviado en términos muy amistosos un comentario favorable sobre el proyecto.17 Por ese motivo, tal vez resulte extraño la actitud tomada por Creaghe. La publicación platense publicó la “píldora” con la que el médico había rechazado el pedido de sus pares. El dirigente de origen irlandés no deseaba contribuir con el periódico por “no ser de mi agrado y no estar en sentido común con nuestros principios, que es la moral anarquista”.18 Por su parte, Creaghe escribió una “Carta Abierta” en El Oprimido en donde recriminó a los platenses por hacer público un mensaje de carácter privado. A lo cual, La Anarquía respondió que ese fue el único medio que encontraron para defender su “dignidad ultrajada por un hombre que, preciándose de ilustrado y moralista, no trepida en zaherir… á un grupo de obreros que no han cometido otro delito que pensar diversamente que Vd. en ciertos puntos de la idea anarquista”.19

A pesar de ser dos episodios aislados, ambas disputas expresan dos aspectos importantes. Por un lado, la tensión existente entre las líneas pro-organizacionales –representadas por El Obrero Panadero y El Oprimido– y las anti-organizacionales –representadas por La Anarquía–, que fueron propias del periodo. Por el otro, expuso la desconfianza que muchos de los círculos anarquistas tenían hacia el grupo platense y, por tanto, el marcado aislamiento en el que se encontraba con respecto a los más importantes agrupamientos anarquistas –la mayoría pro-organizacionales– que existían a finales del siglo XIX. Este aspecto no es menor considerando que esa circunstancias puede explicar el poco o nulo apoyo que recibió La Anarquía para la concreción de su certamen literario.

En los próximos apartados, procederemos a describir detalladamente los mecanismos organizacionales del evento. Con este ejercicio, intentaremos demostrar que losenfoques que asumió el mismo, que replican virtuosamente los que tuvieron sus equivalentes en España, no fueron el motivo central que permite entender su posterior desenlace. Su derrotero no fue el resultado, en última instancia, de sus falencias organizativas sino, principalmente, del aislamiento político de su grupo organizador y de su imposibilidad –¿incapacidad?– de lograr un acercamiento real con otros colectivos ácratas.Esa carencia de lazos y alianzas dentro del universo de círculos culturales fue, evidentemente, una de las causas –por no decir la más importante– del “fracaso” del certamen.

El Tercer Certamen Socialista Libertario: su convocatoria y sus ejes temáticos

El 20 de junio de 1897 se publicó en las páginas de La Anarquía la primera invitación formal al Tercer Certamen Socialista Libertario (TCS). En la misma se comunicaba que la iniciativa fue constituida con la doble finalidad de “acelerar el advenimiento de la Anarquía” y “honrar a los heroicos sacrificios de los mártires de Barcelona” que sufrieron la represión de los procesos de Montjuic (TCS, 1900, p. 5).20 De ese modo, la actividad combinaba una intencionalidad reivindicativa junto con una labor política y formativa. Agrega el comunicado que:

Realizado este acto, prestaremos gran servicio á la causa de los desheredados, así como también reconcentraremos un arsenal de filosofía anarquista, que los desheredados de todo el mundo buscarán con ansiedad, deseosos de estudiar y así conocer las causas que hacen sus miserias y padecimientos (TCS, p. 5).

Con ese deseo de elaborar “un arsenal de filosofía anarquista”, La Anarquía seguiría publicando en sus siguientes números varias circulares, comunicados y detalles sobre el futuro evento. Este llamado tuvo bastante repercusión en las otras publicaciones periódicas anarquistas, que acompañaron el proyecto reproduciendo las circulares y aportando algunas críticas y debates. Tanto los colectivos organizadores como anti-organizadores opinaron sobre la cuestión. Desde las páginas de Germinal, periódico individualista y anti-organizacional, León Urrutia criticó la existencia de premios y de un jurado especializado en el certamen. Como parte de una discusión que sostiene con F. Serrano,21 Urrutia afirma que el premio y los jurados “representan las tradiciones de la nobleza y la burguesía” y ayudan a “fomentar la ambición, la vanidad, el orgullo”. En sintonía con esa idea, esgrimió varios argumentos para ratificar que un jurado clasificador jamás podrá premiar a los trabajos “que tengan mejores argumentos”.22

La Protesta Humana, la publicación más importante de la historia del anarquismo latinoamericano, secundó el certamen desde la primera edición de su periódico del día 13 de junio de 1897. A partir de allí, las noticias del acto eran trasmitidas en las secciones de “Movimiento internacional”, “Reuniones, Grupos, Iniciativas” o “Avisos” del periódico. Además, aparecerían varias notas específicas defendiendo la iniciativa. Junto con una crítica al diario comercial platense La Libertad, que se proponía desprestigiar y hacer un “vacío alrededor del certamen”23, figuró un comunicado titulado “Certamen Socialista Internacional” que daba cuenta de la situación crítica que atravesaba el evento. Preocupados, los miembros del periódico notificaban que, a cuatro meses de la invitación, eran tan escasas “las adhesiones que se han recibido”, “los temas presentados por los grupos” y “los recursos materiales allegados” que los organizadores “han tenido que aplazar los trabajos preparatorios en espera de un mayor entusiasmo”. Ante esa muestra de “indiferentismo”, La Protesta Humana renovaba el llamamiento e invitaba a dejar de lado las “discusiones bizantinas entre nosotros” para llevar a término feliz un evento que “abriría horizontes nuevos, y depuraría viejos errores inevitables”.24 Este comunicado, que anticipaba ya el posterior fracaso del evento, evidenciaba las rígidas tensiones que todavía perduraban entre los integrantes de La Anarquía –anti-organizacionales–y los restantes colectivos anarco-comunistas pro-organizacionales de Argentina; tensiones que, ya sea por motivos doctrinarios o personales, impidieron el buen desarrollo del certamen. [i]Ver: P, “Una pregunta”, La Protesta Humana, 30 de enero de 1898 y P, “Otra pregunta... y van dos”, La Protesta Humana, 13 de febrero de 1898. [ii] “Certamen Socialista Internacional”, La Protesta Humana, 17 de octubre de 1897.

Finalmente, el 12 de enero de 1898 se publicó en el número 25 de La Anarquía la convocatoria oficial del certamen con los temas propuestos y las bases del concurso.Ese documento expresaría la vocación proselitista y científica del certamen, además de emparentarlo directamente con sus versiones españolas. En esa dirección, la convocatoria iniciaba recordando que “Dos certámenes van celebrados ya y conocidos son los volúmenes que resultaron de estos dos concursos, y por lo tanto, el gran impulso que alcanzaron las ideas libertarias” (TCS, p. 7). Con estas palabras, los organizadores enfatizaban en la idea de que este certamen, que era “el primer concurso de esta naturaleza que realizaremos en la América”, mantenía una línea de continuidad con las experiencias españolas, algo que ya el propio nombre de “Tercer” certamen dejaba en claro. El carácter de la convocatoria era abierto a todos quienes “detestan y odian el actual régimen social” (p. 8) y, tomando en consideración que la mayoría de los trabajos recibidos posteriormente provenían del exterior, tenía una evidente inclinación internacionalista.

Según se estableció en sus bases, el concurso contaría con un jurado integrado por cuatro miembros elegidos por la organización y recibiría trabajos para los siguientes 14 temas:

  1. 1. Tema propuesto por el grupo Carpinteros Errantes de La Plata: “División del trabajo en la actualidad, sus causas, beneficios ó perjuicios que reporta á los trabajadores. Las Artes y Oficios en la sociedad futura”. Premio ofrecido: La Sociedad Futura de Grave.
  2. 2. Tema propuesto por el grupo Abolición de la Esclavitud, de la Ensenada: “La familia en la Anarquía”. Premio sin designar.
  3. 3. Tema propuesto por el grupo Ciencia y Progreso del Rosario del Santa Fe: “Antagonismo entre la ciencia y el principio de autoridad”. Premio ofrecido: El diccionario enciclopédico de la lengua castellana de Elías Zerolo.
  4. 4. Tema propuesto por el periódico La Anarquía de La Plata: “El Colectivismo, el Comunismo y el Individualismo, origen e importancia actual y futura de estas tres teorías socialistas, ¿cuál de ellas está más en armonía con los principios de la Anarquía?”. Premio ofrecido: Varias obras de sociología.
  5. 5. Tema propuesto por el periódico La Verdad de Montevideo: “La Niñez en la Sociedad Futura”. Premio ofrecido: Un diccionario de la lengua castellana.
  6. 6. Tema propuesto por la Biblioteca de El Corsario de La Coruña: “Táctica y medios de hacer fructífera la propaganda anarquista entre las masas trabajadoras a pesar de las leyes especiales que la prohíben”. Premio sin designar.
  7. 7. Tema propuesto por el grupo Angiolillo de Rio de Janeiro: “El amor libre”. Premio ofrecido: Una tarjeta artística de metal con grabados alegóricos.
  8. 8. Tema propuesto por el grupo Libre Unión de San Fernando: “Es necesaria la organización?”. Premio ofrecido: Cuadro de marco dorado con efigie.
  9. 9. Tema propuesto por el grupo Antorcha del Progreso de Buenos Aires: “Cuál es más eficaz para la emancipación de la clase obrera, ¿la acción Política ó la acción Revolucionaria?”. Premio sin designar
  10. 10. Tema propuesto por el periódico La Protesta Humana de Buenos Aires: “Funcionamiento de la Sociedad en Comunismo Anárquico”. Premio ofrecido: Un artístico juego de escritorio de ocniz de San Luis, valor 50 pesos, compuesto de tres piezas.
  11. 11. Tema propuesto por el grupo La Religión de Levante de Cartagena: “Ciencias útiles, influencia de las mismas para con el próximo movimiento revolucionario, desenvolvimiento y utilidad de estas ciencias en la sociedad del porvenir.” Premio ofrecido: Las obras de Kropotkin y Grave, La Conquista del Pan y La Sociedad Futura.
  12. 12. Tema propuesto por el grupo Pintores de La Plata: “Modo de establecer escuelas elementales libertarias, y medios de sostenerlas. Beneficios que reportaría á la causa del progreso y de la emancipación humana ésta instrucción dada á la niñez”. Premio ofrecido: Una magnífica cartera de bolsillo, de piel de Rusia.
  13. 13. Iniciativa del Grupo Organizador de La Plata: “Lámina al lápiz y en cartulina simbolizando la Anarquía y sus mártires. Himno dedicado a la misma”. Premio ofrecido: El producto de la suscripción voluntaria que se abrirá durante las sesiones del certamen y que se repartirá entre uno ó varios autores” (TCS, 1900, pp. 9-11).
  14. 14. Tema propuesto por el grupo Unión Libre de la región del sur de Portugal: “Cuál es la misión de los anarquistas frente a cualquier movimiento revolucionario”. Premio ofrecido: Un volumen encuadernado de Socialismo Libertario du Anarchismo del Dr. Silva Mendez.25

Los temas propuestos son bastante similares a los tratados en los certámenes precedentes, mostrando una clara línea de continuidad entre ellos. El debate entre comunistas y colectivistas vuelve a exhibirse en el tema IV–con trabajos claramente favorables a la primera vertiente–, aunque esta vez con la salvedad de que el grupo La Anarquía incluye al individualismo como una de las teorías socialistas que participa dentro de la disputa. Ese agregado cobra sentido en Argentina, en donde los individualistas habían tenido –y continuaban teniendo–un gran peso dentro del ideario ácrata. Sin embargo, los textos presentados para ese tema, escritos en su mayoría por autores de España en donde el individualismo apenas tenía alguna representación, minimizan el rol del individualismo. En su trabajo, Palmiro definió al individualismo como una vertiente de pensamiento que sostiene “que nadie sufra el peso del otro o del colectivo”. Sin embargo, aclara que sus soluciones no son consistentes y que su importancia numérica es escasa: solo tiene desarrollo en Norte América y “en Europa es apenas conocido”. Por esas razones, el individualismo“no puede considerarse como escuela” y su coronamiento solo ocurrirá dentro del Comunismo Anárquico (TCS, p. 60). Del mismo modo, el Vizconde de Chauxtambién catalogó al individualismo de irrealizable y profetizó que el cumplimiento de sus máximas solo podrá efectuarse tras la implementación del comunismo anárquico. Concluye el autor que el individualismo, en una sociedad más perfecta, “será en definitiva el imperante”, pero que “hoy no puede pasar de la categoría de sistema utópico” (TCS, p. 51).

Si los temas VI, VIII y IX aludían a cuestiones estrictamente estratégicas y políticas, como la organización de la propaganda en un contexto extremamente represivo o la necesidad o no de la organización, los restantes tópicos deliberan sobre cuestiones culturales como la formación de las escuelas libertarias, el amor libre o el rol de la ciencia en la emancipación de la humanidad, discusiones con mucha presencia en la literatura anarquista.Singular impronta cobró en este certamen la reconstrucción imaginaria de la futura sociedad anarquista. Cinco de los catorce temas propuestos proponían el ejercicio de proyectar en un porvenir deseado el desarrollo de uno o más áreas de la comunidad humana, como las artes, los oficios, la familia o la niñez. Como indica Rocío Hernández Arias (2018), el tópico de la utopía fue uno de los ejes conducentes de todos los certámenes socialistas. Su inclusión daba cuenta de la gran explosión de la literatura utópica que existió en el periodo. Entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, la ficción utópica y futurista tuvo un papel importante en la propaganda anarquista, centralmente en los espacios latinos en donde se editaron varias novelas de este tipoen francés, italiano, portugués y castellano (Migueláñez Martínez, 2021, p. 29). Esta preocupación también fue compartida por los redactores de La Anarquía, quienes publicaron varios artículos y comentarios al respecto26, entre los que se destacan uno que generó un intercambio con el español Sebastián Suñé27, y otro escrito por Pascual Mediano, el único argentino en presentar un trabajo escrito al Tercer Certamen Socialista Libertario.28 Dada la primacía de este tópico, realizaremos brevemente un comentario respecto a uno de los trabajos enviados para tratar este problema.

El décimo tema, propuesto por La Protesta Humana, versaba justamente sobre la descripción de la utopía anarquista. El trabajo ganador para el lema “Funcionamiento de la Sociedad en Comunismo Anárquico” fue el escrito del desconocido Vizconde de Chaux. Su contribución consistió en el envío de los tres primeros capítulos de su futura novela titulada Los Libertadores que, por lo que sabemos, nunca llegó a publicarse completa. La novela es una típica obra utópica que describe en términos narrativos la existencia de La Colonia –o simplemente, Colonia–, una ficticia comunidad insular anarquista. Esta sociedad, ubicada por el autor en un futuro lejano, está compuesta por individuos que crecieron bajo lógicas sociales plenamente libertarias y que, por tanto, no conservan ningún resabio del viejo mundo capitalista. Al inicio de la novela, el Vizconde de Chaux escribe unas pocas líneas en donde alude a los orígenes de la comunidad:

Cien años de régimen revolucionario, habían concluido por aniquilar el capitalismo que más de una vez trató de alzar la cabeza y ensayó imponerse en las impotentes convulsiones de su agonía la memoria de los pasados tormentos, se había borrado entre las nuevas generaciones instruidas en las más puras prácticas de la reciprocidad social, del respeto mutuo, de la igualdad y vivían felices y emancipados por completo (TCS, p. 147).

Por lo aludido, se puede considerar que La Colonia no se había formado como resultado de un acto espontáneo ni como una comunidad anarquista retirada del mundo. Aunque no se profundiza en la cuestión, el autor da a suponer que su nacimiento se produjo mediante una revolución que fue sucedida por un largo periodo de transición. Gracias a la revolución, se abolieron en toda la isla “las distintas formas de gobierno, reduciéndose al régimen individual” mediante el cual “cada cual se gobernaba a sí mismo con la mayor benignidad posible”. Durante la posterior etapa transicional, la comunidad tuvo que enfrentarse a levantamientos contra-revolucionarios que motivaron a la isla a aislarse del mundo. Sin embargo, con el paso del tiempo, La Colonia “había perdido aquel carácter huraño indispensable en sus comienzos para hacerse respetar” y la “armonía y solidaridad suyas” fueron “ejemplo fecundo en enseñanzas que estimuló y propagó más por todas partes” sus predicaciones,“sirviendo de base para sucesivos perfeccionamientos”. Dado que la novela no se publicó en su totalidad, no podemos saber si la experiencia de La Colonia se replica en el resto del mundo. Pero sí tenemos conocimiento de que la isla interactúa con otros rincones del planeta, dado que Refugio, una de las principales ciudades de la isla, recibe en su inmensa ría a miles de animados barcos “procedentes de todos los países del mundo” (TCS, p. 157).

A diferencia de una narración utópica modelo, la historia carece del típico personaje foráneo que emprende un viaje para conocer la utopía. En principio, el texto se centra en las andanzas de sus dos protagonistas, una pareja de investigadores llamados Sexto Triunfo y Voluntad Bruma. Un narrador en tercera persona cuenta los diálogos de los protagonistas y los acompaña en sus expediciones por la sociedad ideal. Mediante esas travesías, el lector puedeapreciar los contornos de la utopía ácrata. En La Colonia no había “grandes aglomeraciones urbanas” y la tierra entera parece cubierta por un extenso y agradable jardín. Sus casas, construcciones elegantes pero económicas construidas con aluminio y vidrio opaco, estaban “diseminadas o en pequeños grupos, cercadas por jardines y mostrando su alegre terraza” (TCS, p. 155). Como la gran mayoría de las utopías anarquistas, el relato del Vizconde de Chauxnombra innumerables innovaciones tecnológicas. Entre los inventos que se mencionan aparecen coches mecánicos, tranvías eléctricos, bicicletas voladoras, globos voladores con forma de ave opararrayos que generaban energía a partir de los rayos de las tormentas.

El avance científico era tal que se había logrado reducir “el trabajo manual á la vigilancia de las máquinas”. Oficios “inútiles y represivos” como el del camarero habían sido suprimido gracias a la automatización total de las instituciones gastronómicas como el comedor-café. Los habitantes de La Colonia estaban habituados a los rudimentos técnicos y todos ellos, tanto hombres como mujeres, poseían los conocimientos básicos de un ingeniero. En una sociedad libre y sin alienación, la distinción entre trabajo manual e intelectual cobra una frontera difusa. Los encargados de hacer tareas intelectuales gustan de realizar tareas de fuerza como cultivar la tierra o ayudar en la construcción de edificios ya que “el trabajo, de cualquier clase, constituía un deleite y no una obligación” (TCS, p. 155). El grado de perfectibilidad alcanzado por la sociedad comunista era tan elevado que no se evidenciaban robos ni asesinatos porque no “existen los celos ni la ambición ni la envidia” (p. 161). No obstante, en caso de que esos delitos ocurriesen, la sociedad se ve en la obligación de “considerar al delincuente como un desequilibrado psicológico” y la medicina se encargaría de“resolver la patogenia de aquel caso concreto y buscar los medios de devolverle la salud” (p. 162).

Características analíticas de los participantes y sus contribuciones

Los participantes del evento, lejos de ser literatos reconocidos y consagrados, eran en su mayoría obreros y en la práctica de la escritura el modo mejor... de ejercer su militancia” (2011, p. 47). Sus escritos se amoldan perfectamente al formato típico de la narrativa libertaria. Si bien el anarquismo nunca estableció una forma literaria específica ni adhirió a una escuela estética singular, hay algunos elementos repetitivos de sus prosas que permitieron a los investigadores formular algunas caracterizaciones. Antes que una escritura sacramental, cortesana y arborescente propia de la “buena literatura”, sus producciones se identificaban por poseer un “lenguaje simple y directo” (Minguzzi y Vidal, 2021, p. 26), marcado por el candor, la torpeza, el expresionismo, la hipérbole y la falta de versificación. Esta aparente falta de habilidad no era “solamente fruto de la impericia técnica, la impotencia o la inconsciencia artística”, sino que, por el contrario, era el resultado de “una toma de posición frente a un discurso literario que debe ser compatible con la capacidad receptiva del destinatario implícito, es decir el mundo obrero semi alfabetizado activistas que encontraron en el certamen un medio para contribuir a la causa; eran, si nos guiamos por la tipología establecida por Pablo Ansolabehere, auténticos “escritores anarquistas”, es decir, simples “militantes del movimiento libertario que encuentran de la época” (Andreau, Fraysse y Golluscio de Montoya, 1990, p, 12).

Bajo esa lógica, la dimensión política del arte era evidente. Los argumentos expositivos de sus narrativas, cargados de “simplicidad y esquematismo” (Golluscio de Montoya, 1996, pp. 17-38), aspiraban a trasmitir de la manera más sencilla posible la “verdad” al pueblo oprimido. Pero el arte anarquista no era “solamente el arte del pueblo y para el pueblo”, sino que tendencialmente deseaba ser un arte creado “por el pueblo” (Reszler, 2005, p.8). De allí procede su relación ambigua y algo condenatoria hacia la figura del “gran artista” o el “creador genial” y su abierta valorización de los bienes culturales elaborados por los “hijos del pueblo”. La utilidad de esa creación residía en su capacidad de expresar, en términos más mundanos que elegantes, la realidad social. Su arte era un “arte sin arte”, un arte que priorizaba la verdad antes que la belleza y que buscaba construir un mundo en “donde los libros hablen como el hombre” (Civantos Urrutia, 2022, p. 96). El conjunto de estos valores estéticos aparecensintetizados en el siguiente fragmento de la apertura del certamen, que funciona como una advertencia al posible lector:

Algunos de estos trabajos carecerán de las bellezas de forma con que hubiera podido revestirlos una eminencia literaria pero que escritos en el lenguaje con que puede hacerlo un hijo del trabajo, no por eso dejan de contener en su fondo un caudal de fecundas enseñanzas de muchísimo más utilidad para la humanidad, que todas las sandeces cantadas en armoniosas rimas por los laureados poetas del mundo capitalista (TCS, p. 17).

En consonancia con este planteo, en el trabajo presentado por J. Sanjurjo de La Coruña sobre la niñez en la sociedad futura aparece un comentario, que actúa en realidad como una justificación, en donde el autor acredita su falta de preparación y talento a su condición social: “Y permítaseme mi falta de conocimientos y preparación conveniente, y más aún que esto la carencia casi absoluta de expresión, llegar á ellas, y me daría por contento. ¡Pero nada, nada poseo, soy un verdadero desheredado! (TCS, p. 69).

En total, el grupo organizador recibió 20 contribuciones procedentes principalmente de España, Uruguay y Portugal. Los aportes de los escritores locales fueron prácticamente inexistentes: solo se recibió un trabajo escrito de Pascual Mediano de Villa Catalina para el tema IV, además de un dibujo de R. Portici de La Plata para el tema XIII.29 Aunque previamente varios grupos de Argentina habían enviado varias propuestas temáticas para el concurso, ninguno de sus integrantes se preocupó por producir un texto para contribuir al evento. En efecto, días después de haber concluido el certamen, La Protesta Humana reprodujo un comunicado de los organizadores que proponían un nuevo plazo de un mes para presentar trabajos para los temas desiertos –los temas I, XI y XII–. En el inicio de la invitación, se puede entrever un aire de reproche de la organización hacia sus compatriotas libertarios. Como se indicó en el mensaje, los emisores creen poder encontrar nuevas contribuciones “Teniendo en cuenta que á pesar del considerable número de literatos y pensadores anarquistas que en la República Argentina existen no se ha presentado más que un solo trabajo de esta región al Certamen”. 30

La mayoría de los ensayos ganadores fueron escritos por los españoles Palmiro de Burgos –seudónimo de Vicente García, colaborar en La Anarquía y ganador de los temas II, VIII y IX– y el desconocido Vizconde de Chaux de Madrid –ganador de los temas III, IV y X–. Los restantes premios se repartieron entre J. Sanjurjo de La Coruña –ganador de los temas V y VI-, E. Alliaume de Montevideo –ganador del tema VII–, R. Portici de La Plata –ganador del tema XIII– y J. Illenatnom de Lisboa –seudónimo de Montanelli y ganador del tema XIV–. La primacía de los autores españoles[i] en el concurso se puede entender en parte por la afianzada red de intercambios –de militantes, de ideas, de bibliografía– que existía desde fines del siglo XIX entre ambas orillas del Atlántico. Esto creaba un lazo programático e intelectual muy estrecho entre ambas regiones. En primer término, la base militante del anarquismo argentino estaba compuesta por inmigrantes y exiliados, muchos de ellos españoles, que llegaban al Rio de La Plata buscando refugio, una mejor calidad de vida o un nuevo ámbito en donde expandir la idea. Pero, además, los anarquistas argentinos manifestaron una gran admiración por sus pares españoles, a quienes les pedían colaboraciones para sus periódicos e incluso se los proponía como mediadores para dirimir sus disputas internas. En efecto, según Zaragoza, el hecho de que la mayoría de los premios hayan sido entregados a españoles da prueba de “la dependencia programática” que tenían los ácratas argentinos con respecto a sus colegas (1976, p. 118).

Al margen de la hegemonía teórica y conceptual que el anarquismo español pudo o no detentar en Argentina, lo cierto es que sigue resultando llamativo los pocos trabajos presentados, la ausencia de contribuciones de autores locales y la poca asistencia que tuvo el certamen. ¿Cómo explicar estas cuestiones que, en definitiva, dan razón a la idea de que el concurso no contó con el éxito esperado? Según los propios organizadores, existieron distintas “circunstancias especiales” que contribuyeron “á quitar brillantez á este Certámen”. Esas circunstancias refieren a distintos acontecimientos del escenario político internacional, como la Guerra hispano-estadounidense y la Masacre de Bava-Beccaris en Italia, que “absorben la atención de las masas trabajadoras, arrebatándonos la que debieran prestar á estos actos de verdadero interés para ellas” (TCS, p. 15). Por su parte, los redactores de La Protesta Humana, en su reseña al evento, justificaron la baja concurrencia “á la especial característica del pueblo de La Plata”, ciudad administrativa “cuyo medio de vida puede decirse es la empleomanía oficial”.32 Oved fue el único historiador especializado que se aventuró a elaborar una hipótesis. En su consideración, la causa por la que los grupos anarquistas se negaron a colaborar en una obra común como lo fue el certamen platense proviene de una tradición del pasado “basada en la actividad dividida, en células autónomas, carentes de marcos permanentes y de vínculos internacionales” que “desbarató por principio todos los intentos de unificación estable” (2013, p. 84).

Aunque estas posturas guardan algún grado de validez, no alcanzan para revelar la totalidad del fenómeno. Los acontecimientos internacionales que ocurrieron unos días antes de la ejecución del certamen –fines de abril la guerra entre Estados Unidos y España y principios de mayo la represión en Milán– no explican la falta de interés por el evento que los activistas ácratas evidenciaron desde varios meses antes del certamen, cuando comenzó a circular la primera convocatoria. A su vez, la composición poblacional de la ciudad de La Plata, que no carecía además de importantes contingentes de trabajadores manuales, no explica las causas por las cuales el evento no pudo ser asistido por los activistas de la próxima ciudad de Buenos Aires. Por último, la tesis de Oved posee un gran sustento, pero no termina de diferenciar el hecho de que esa tendencia hacia la disgregación que el autor menciona era una realidad más común durante la etapa de la hegemonía de la línea anti-organizacional y no necesariamente esa situación fue compartida por todos los círculos hacia fines de la década de 1890. Cabe preguntarse, por tanto, si esa actitud era una experiencia universal en el anarquismo argentino de ese periodo. Si esa tradición persistía en el seno de los agrupamientos pro-organizacionales, es difícil poder explicar, por ejemplo, cómo estos grupos pudieron fundar tres años luego del certamen la Federación Obrera Argentina (FOA), el primer sindicato a escala nacional que existió en el país.

El dilema de por qué no hubo contribuciones locales sigue siendo el principal aspecto a resolver. Como se mencionó más arriba, en la década de 1890 empezaron a aparecer un gran número de folletos, conferencias y artículos de escritores locales. De modo tal, podemos suponer que la no intervención desde Argentina no se produjo por la carencia de un capital intelectual o creativo propio, sino más bien por la falta de voluntad de ese núcleo de teóricos, literatos y difusores de participar. Esto pudo darse por el poco atractivo que tuvo el certamen y los temas propuestos por el mismo. Sin embargo, las temáticas fueron elegidas por los propios círculos anarquistas, algunos de los cuales eran de los más reconocidos en el país –como el núcleo de La Protesta Humana o el grupo Ciencia y Progreso de Rosario- y, en definitiva, sintetizaban efectivamente muchas de las preocupaciones contemporáneas que tenían los libertarios de fines del siglo XIX.

En resumen, más allá de la validez parcial de los otros planteos mencionados, podemos inclinarnos hacia la hipótesis de que fue el profundo aislamiento del grupo La Anarquía el principal factor que explica el bajo performance del certamen. La configuración de su sistema de alianzas con otros grupos y el formato del certamen los habría conducido a una falta de apoyo en un doble sentido. Por un lado, a un relativo ostracismo por parte de los grupos comunistas anárquicos pro-organizacionales, producido por la orientación anti-organizacional del grupo platense y por los conflictos y recelos generados en los años anteriores. Por el otro, la negativa de los grupos individualistas o anti-organización a colaborar con el certamen que, si nos guiamos por el debate iniciado en el periódico Germinal, resulta de su oposición a la dinámica propia del evento que acepta la existencia de jueces y premios.

A modo de cierre

El “fracaso” del Tercer Certamen Socialista Libertario significó el fin de la experiencia de los certámenes socialistas dentro del movimiento anarquista. Pero también tuvo un efecto más inmediato, que fue la posterior disolución de su grupo organizador y el fin del primer círculo anarquista con cierta estabilidad de la ciudad de La Plata. Tras la finalización del certamen, el colectivo no volvió a editar ningún número del periódico La Anarquía. El grupo platense se concentró en otras actividades y proyectos que tuvieron una duración efímera. Bajo el nombre del grupo Progreso y Libertad, se propusieron editar las contribuciones enviadas al certamen, aunque solo lograron lanzar las dos primeras entregas. La edición final de todos los trabajos fue realizada por el grupo porteño Libre Acuerdo,33 dirigido aparentemente por Pascual Mediano, que publicó la obra en el 1900 a un precio de un peso el volumen (TCS, p. 175). Según la declaración que aparece en las páginas de Germinal, el grupo La Anarquía suspendió la publicación de su periódico para dedicarse a una labor más “imperiosa”, que era cubrir las necesidades de la propaganda en España. Con ese objetivo, su local se colocaba como un punto de difusión de la publicación española La Idea Libre.34

Luego de esas pequeñas escaramuzas, no vuelven a figurar nuevas noticias sobre el grupo. Uno podría pensar que este desenlace era propio de modus operandi de los círculos anarquistas que, como ilustró Golluscio de Montoya, se creaban para fines específicos, “determinado por objetivos puntuales y concretos” y que “una vez cumplidos éstos, los círculos podrían volver a formarse con los mismos miembros o con otros nuevos” (1986, p. 56). Sin embargo, ese argumento podría explicar el fin del grupo Progreso y Libertad, creado para gestionar el certamen, pero no el fin del colectivo que editaba La Anarquía. Es indudable que ambos grupos estaban directamente relacionados, separados solo por una cuestión de rótulo y que incluso compartían los mismos miembros. Debido a ese factor, el resultado final del certamen afectó directamente en la publicación platense. Su amargo desenlace podría haber destruido los ánimos de los miembros del grupo o generado disputas internas o acrecentado las ya existentes, produciendo su disgregación y posteriormente, su disolución final. Atomizado y con menos participantes, el círculo no pudo continuar editando su periódico, por lo que se concentró en otras actividades que requerían menos energías hasta finalmente desaparecer.

Pese a su trayectoria errática y su escasa incidencia dentro del conjunto de la izquierda local e internacional, el certamen platense no deja de tener interés para analizar la política cultural e intelectual del anarquismo argentino. La tarea emprendida por el círculo La Anarquía, llevado adelante en condiciones completamente desfavorables, significó uno de los primeros grandes episodios de la vida cultural libertaria en el Río de La Plata y, dado la complejidad del concurso, debe reconocerse como un evento con relativa envergadura para la época. Su dinámica y contenido expresó fielmente las ambiciones, afinidades, sueños y disputas propias del anarquismo decimonónico, aspecto por el cual hace de su análisis una labor necesaria. Del mismo modo, desde una mirada más emocional, no deja de evidenciar las ilusiones de un puñado de personas que intentaban hacer de la cultura y de la ciencia los más importantes baluartes para el avance de la humanidad.

Fuentes documentales utilizadas

Publicaciones periódicas:

La Anarquía

Germinal

La Lucha

El Obrero Panadero

El Oprimido

La Protesta Humana

Libros:

Tercer Certamen Socialista Libertario. Libre Acuerdo: Buenos Aires, 1900.

Material suplementario
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Notas
Notas
1 El Segundo Certamen Socialista fue publicado en 1890 por el establecimiento tipográfico “La Academia”, con 440 páginas. Dicha edición tuvo circulación internacional y lo vemos presente en Buenos Aires como una de las ofertas que propone la Librería Sociológica de Fortunato Serantoni (Souza Cunha, 2019, p. 199). Se publicará también una segunda edición de la imprenta comunal “La Tipográfica” en 1903 y una tercera de la Biblioteca Vértice en 1927.
2 Nótese que esta edición agregó el calificativo de “libertario” al nombre del evento.
3 Junto con los anarco-comunistas y los individualistas se encontraba también, aunque con un menor peso, la corriente anarco-colectivista, vinculada a la tradición de la Federación Regional Española de principios de la década de 1880. Por otro lado, Oved distingue entre los anarco-comunistas que rechazaban toda forma de organización –la línea del periódico El Perseguido- y los anarco-socialistas, relacionados al pensamiento de Errico Malatesta, que lo propugnaban (2013, p. 55). La lectura pro-organización de Malatesta terminaría influyendo en algunas de las tendencias anarco-comunistas que la terminarían incorporando a su haber táctico.
4 Si bien el periódico se editaba desde el año 1895, el círculo, bajo el mismo nombre, se constituiría en septiembre de 1896, sin otros fines más que los de “activar más la propaganda” y “hacer salir más á menudo el periódico”.Ver “Varias”, La Anarquía, 27 de septiembre de 1896.
5 Según el informe de Golluscio de Montoya, La Anarquía fue el primer círculo anarquista que existió en La Plata. En ese mismo cuadro figuran otros dos círculos formados en 1899 y 1902 (1986, pp. 61-62). Sin embargo, Zaragoza menciona la presencia de los grupos Los Desautorizados y Los Mártires de Chicago en 1891 y 1892, respectivamente (1996, p. 184). Además, tenemos conocimiento de algunas otras experiencias más a partir de las noticias de La Anarquía. Por ejemplo, en el número 12 del periódico aparecido en el día 29 de noviembre de 1895, figura un aviso sobre el grupo Los Rebeldes de La Plata que había tomado la iniciativa –aparentemente, fallida- de editar en castellano el libro La Sociedad Futura de Jean Grave.
6 “Editorial”, La Lucha, 11 de noviembre de 1894.
7 J. Rojo, “La unión anárquica y revolucionaria y la libre iniciativa”, La Anarquía, 11 de septiembre de 1895.
8 J. Rojo, “La unión anárquica y revolucionaria y la libre iniciativa”, La Anarquía, agosto de 1895.
9 Ver “Ecos de Tolosa”, La Anarquía, 27 de septiembre de 1896 y “Ecos de Tolosa”, La Anarquía, 1 de noviembre de 1896.
10 Paulino Pallás, “La última carta de Pallás”, La Anarquía, 26 de octubre de 1895.
11 Así pensamos”, La Anarquía, 4 de diciembre de 1896.
12 Pedro Gori, “Los anarquistas y el art. 248 del Código Penal Italiano. Defensa ante el tribunal de Génova”, La Anarquía, 14 de noviembre de 1897.
13 Palmiro fue el seudónimo del español Vicente García (1866-1930). Miembro activo del importante semanario El Corsario de La Coruña (1890-1908), tuvo un rol fundamental en el Tercer Certamen Socialista Libertario siendo uno de los autores que más trabajos presentó.
14 “A todos los obreros en general”, El Obrero Panadero, 14 de marzo de 1895.
15 “A los explotadores de El Obrero Panadero”, La Anarquía, 14 de marzo de 1895.
16 C. M, “Declaración”, La Anarquía, 14 de marzo de 1895.
17 JJ. Rojo, “Sobre la Colonia Comunista Anárquica”, El Oprimido, 23 de agosto de 1896.
18 “Varias”, La Anarquía, 1 de enero de 1897.
19 “Al Doctor Juan Greaghe”, La Anarquía, 13 de febrero de 1897.
20 Agradezco la gentileza de Rocío Hernández Arias por acercarme una versión digital del Tercer Certamen Socialista Libertario. Este documento fue obtenido de los archivos del Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam, Países Bajos.
21 En La Anarquía, F. Serrano figura como uno de los receptores posibles de los temas y trabajos para el certamen, por lo que cabe suponer que es parte del grupo organizador.
22 León Urrutia, “Mi opinión”, Germinal, 3 de abril de 1898.
23 Ver: P, “Una pregunta”, La Protesta Humana, 30 de enero de 1898 y P, “Otra pregunta... y van dos”, La Protesta Humana, 13 de febrero de 1898.
24 “Certamen Socialista Internacional”, La Protesta Humana, 17 de octubre de 1897.
25 Este último tema sería enviado tardíamente, motivo por lo que no figuró en la primera convocatoria.
26 Por ejemplo: A. S, “La familia en la sociedad presente y futura”, La Anarquía, 11 de julio de 1895; y “Sin gobierno”, La Anarquía, 12 de septiembre de 1895.
27 El texto “Cómo será organizada la futura sociedad”, publicado en La Anarquía el 1 de mayo de 1895, fue comentado por S. Suñé en “¿Cómo será organizada la sociedad futura?”, La Anarquía, 12 de septiembre de 1895. Al mismo tiempo, vemos en la edición del 29 de noviembre de 1895 de La Anarquía una noticia sobre la recepción del folleto escrito “por el compañero S. Suñé” titulado Utopía Gubernamental.
28 Pascual Mediano, “Refutación á Segismundo Moret”, La Anarquía, 13 de febrero, 20 de junio, 8 de agosto, 26 de septiembre de 1897 y 3 de abril de 1898.
29 Zaragoza afirma que el único colaborador argentino fue Francisco Berri, obrero panadero que actuó como administrador de La Protesta Humana y como director de El Obrero Panadero (1996, p. 186). Sin embargo, creemos que esto fue una confusión de Zaragoza, quien atribuyó las siglas “F. B” que figuran en las circulares del certamen a Berri, cuando en realidad estas refieren a Francisco Berti, anarquista anti-federalista italiano que residía en Montevideo.
30 “Movimiento social”, La Protesta Humana, 12 de junio de 1898.
31 En su Antología ácrata española, Vladimiro Muñoz asegura que, con diversos seudónimos, los reconocidos anarquistas españoles José Prat y Ricardo Mella enviaron algunos escritos al certamen (1974, p. 105). Al no existir ninguna otra referencia o informe que avale esta información, preferimos considerar esta premisa con cautela.
32 “Movimiento social”, La Protesta Humana, 12 de junio de 1898.
33 “Certamen Socialista Libertario Internacional”, La Protesta Humana, 29 de enero de 1899.
34 “«La Anarquía» de La Plata. A todos sus lectores y compañeros”, Germinal, 2 de octubre de 1898.
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