Artículos
“Se hizo lo que se pudo”. El compromiso militante y sus límites en los jóvenes de un partido liberal (Mejorar, 2020)
“We did what we could” Activist commitment and its limits in a liberal party’s youth (Mejorar, 2020)
Sociohistórica
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 1853-6344
ISSN-e: 1852-1606
Periodicidad: Semestral
núm. 53, e222, 2024
Recepción: 07 Diciembre 2022
Aprobación: 31 Julio 2023
Publicación: 01 Marzo 2024
Resumen: Este artículo analiza el compromiso militante de los activistas de Impulsar, la juventud del partido Mejorar, cuya existencia tuvo lugar en el año 2020. Por medio de entrevistas en profundidad, observaciones participantes y no participantes en actividades partidarias y el análisis de redes sociales y documentos partidarios, reconstruimos la experiencia del partido y de sus militantes: su ingreso a la política, sus sociabilidades, su trabajo en la organización y su identidad. Mostramos cómo el desarrollo de un compromiso militante encontró dos grandes obstáculos: las restricciones impuestas por la pandemia y una estructura de retribuciones que no ofrecía beneficios materiales. Estas limitaciones fueron interpretadas por los activistas de modo singular a través de una identidad liberal que valoraba el interés individual. El artículo contribuye al conocimiento acerca de los partidos identificados como liberales, conservadores o de derecha en la Argentina actual y aporta herramientas para el estudio de la militancia en partidos chicos y nuevos, por un lado, en partidos liberales, por otro, y, finalmente, en toda agrupación cuya existencia haya atravesado la pandemia de COVID-19.
Palabras clave: Juventud, Militancia, Liberalismo, Partidos políticos, Argentina.
Abstract: This article analyzes the activist commitment of Impulsar members —the youth wing of Mejorar party—, which took place in 2020. By means of in-depth interviews, participant and non-participant observations in party activities, and social network and party documents analysis, we reconstruct the experiences of the party and its members: their entry to politics, their sociabilities, their work in the party, and their identity. We show how the development of an activist commitment found two major obstacles: the pandemic restrictions and a structure of rewards that did not offer material benefits. These limits were comprehended by the activists in a peculiar way through a liberal identity that valued individual interest. The article contributes to a better understanding of parties singled out as liberal, conservative or right-wing in contemporary Argentina and provides tools for studying activism in small and new parties, in liberal parties, and in every political organization having gone through the Covid-19 pandemic.
Keywords: Youth, Activism, Liberalism, Political parties, Argentina.
Fue un inicio de cero y se hizo lo que se pudo.
Militante de Mejorar
Introducción
Desde fines de la década de 2010, la escena política argentina se ha visto trastocada por el surgimiento y la consolidación de una constelación de partidos que se identifican como liberales, libertarios o conservadores. Este fenómeno se ha dado en el contexto de un crecimiento sostenido de esas opciones políticas tanto en el país como en la región, el cual alumbró partidos de diverso tamaño, impacto y duración (Rovira Kaltwasser, 2022). En la Argentina, los estudios sobre el tema se remontan a la crisis de 2001 y al estallido que provocó en un sector del sistema de partidos (Torre, 2003) con el posterior surgimiento de pequeñas agrupaciones identificadas con las derechas (Morresi, 2021). La creación, crecimiento y consolidación nacional del PRO reforzó el interés en el fenómeno (Vommaro y Morresi, 2015). Luego, la aparición y proyección electoral de coaliciones como las conducidas por Javier Milei y José Luis Espert con sus propios seguidores y militantes no hizo más que profundizar este interés y hacer que la agenda de investigación de las derechas confluyera con la de las militancias (Morresi, Saferstein y Vicente, 2021; Vázquez, 2022).
Para los protagonistas de estos fenómenos, derecha y liberalismo se homologan o confunden y, aunque conceptualmente sean diferentes, sus organizaciones efectivamente habitan una misma región de la política argentina actual. Mejorar formó parte de ese mundo. Su corta existencia, su reducido tamaño y la preeminencia en la esfera pública de formaciones y líderes más populares y con mayor presencia mediática, lo relegaron en los estudios sobre militancia política, con muy pocas excepciones (Coto Giménez, 2021; Fernandez, 2022). Sin embargo, la experiencia de Mejorar y de los jóvenes que allí participaron revela de manera privilegiada las condiciones sociales de desarrollo del compromiso militante en la Argentina actual y los límites que su consolidación enfrenta en partidos nuevos, en espacios liberales y en un contexto de pandemia. Además, al tratarse de un partido que se reivindicaba como liberal, pero no de derecha, permite leer con mayor precisión la trama identitaria liberal y sus consecuencias en las motivaciones de los jóvenes militantes.
En este artículo realizamos el primer análisis cualitativo consagrado al compromiso militante de los activistas de Impulsar, la juventud del partido Mejorar.1 Reconstruimos la experiencia del partido y de sus militantes: su ingreso a la política, sus sociabilidades, su trabajo en la organización y su identidad. Nuestra hipótesis de trabajo es que el desarrollo de un compromiso militante encontró dos grandes obstáculos: las restricciones impuestas por la pandemia y una estructura de retribuciones que no ofrecía beneficios materiales, en tanto remitía a un partido nuevo y chico. La actitud de los activistas frente a las retribuciones fue a su vez interpretada de modo singular a través de una identidad liberal que valoraba el interés individual.
El trabajo se organiza de la siguiente manera. El primer apartado se ocupa de la literatura sobre militantismo y sus antecedentes en la Argentina. El segundo reconstruye la historia y el funcionamiento de Mejorar. El tercero analiza las experiencias militantes de los jóvenes activistas. El cuarto se centra en su construcción identitaria y la tensión entre lo individual y lo colectivo que de ella se desprende. El quinto desarrolla los límites al compromiso militante que sufrió el espacio. Finalmente, el sexto expone las conclusiones del artículo.
Herramientas para el estudio de la militancia juvenil y el compromiso militante
Antes que en partidos políticos fuertes con límites claros y reglas institucionalizadas, muchas trayectorias militantes comienzan por los entornos partidarios. Desde esta óptica, los partidos son concebidos como organizaciones flexibles, informales y con fronteras porosas en las que se entrecruzan redes interindividuales y ámbitos de sociabilidad basados en valores e intereses compartidos por dirigentes, militantes, simpatizantes y electores, que suponen un continuo entre el partido y su medio social (Sawicki, 2011). Así entendidos, los partidos constituyen “empresas culturales” en las que sus miembros se encuentran condicionados por los marcos cognitivos y normativos en que se entretejen sus redes (Sawicki, 2001).
En su interior, se construye una identidad a partir de dos procesos que imponen una gramática común con vocabulario, retórica y registros propios (Dechezelles, 2006). Por un lado, se da una “homologación” que circunscribe al grupo en un nosotros diferenciado de un ellos. Por otro lado, se promueve una “homogeneización cultural” que dota a los militantes de un conjunto de normas, referencias y símbolos comunes. Éstas son interiorizadas de modo individual, dando lugar a formas diferenciales y heterogéneas de apropiación, que son toleradas dentro de límites que no afecten la cohesión del partido.
Quien ingresa como militante lo hace apoyado en los recursos organizacionales colectivos del partido, si bien las fronteras entre la militancia y la simple adherencia a veces puedan ser borrosas (Gaxie, 2004; Offerle, 2004). El compromiso militante, es decir, la participación duradera en una acción colectiva que apunta a defender o promover una causa, se desarrolla como una esfera de la vida más (Sawicki y Siméant, 2010). Determinadas condiciones, acumuladas a partir de experiencias pasadas, predisponen a militar (Offerlé, 2004). Éstas se actualizan en algunas coyunturas políticas específicas, acontecimientos particulares —a menudo azarosos, como encuentros o pedidos— e hitos colectivos que inducen a la participación política (Ihl, 2002).
La elección del partido donde militar se encuentra en función del estado de la “oferta asociativa”, a su vez determinada por la diversificación de las agrupaciones y condicionada por la imagen pública de las mismas (Fillieule, 2015). Si bien la dimensión ideológica puede jugar un papel significativo, la adhesión a la causa no es necesariamente una condición previa para involucrarse, sino que, por el contrario, en ocasiones esta es producto de la participación política en el propio espacio y la convivencia con sus integrantes (Silva y Ruskowski, 2016).
Una vez reclutado, existen tres mecanismos que favorecen el activismo y el apego del militante a la organización: retribuciones, sociabilidades e inversiones (Agrikoliansky, 2017). Primero, la participación política otorga satisfacciones, beneficios, placeres, ventajas, etc. que incentivan la militancia (Gaxie, 2015). Estas retribuciones pueden ser simbólicas —reconocimiento, prestigio— o materiales —dinero, cargos en el Estado—. Cada organización se caracteriza por una estructura propia de oferta de retribuciones y tiende a la negación discursiva de las mismas, toda vez que se presenta como “desinteresada” y abocada plenamente a la causa colectiva (Bourdieu, 2000). Segundo, la vida militante estimula la convivencia, la fraternidad y la vida amorosa, propiciando un sentimiento de pertenencia que lleva a concebir al partido como una “gran familia” (Gaxie, 1977). Esta sociabilidad no se reduce a un cálculo de costo-beneficio y, por ello, va más allá de las retribuciones (Agrikoliansky, 2017). Tercero, el compromiso militante supone una inversión de tiempo, esfuerzo, energía, emociones que elevan los costos de abandono en forma proporcional. Así, los “sacrificios” realizados aseguran la fidelidad a la agrupación y dificultan dejarla (Kanter, 1972).
Toda militancia conlleva entonces una serie de costos, los cuales son sopesados subjetivamente y están sujetos, en gran medida, a la “disponibilidad biográfica” de los individuos (Agrikoliansky, 2017). Tienden a volverse patentes cuando las retribuciones se debilitan, así como en las etapas de transición entre dos situaciones diferentes o en momentos de duda, decepción y cuestionamiento. En estos casos se suele producir una evaluación más o menos tácita de costos y beneficios en la que el involucramiento en las otras esferas de la vida personal compite con la militancia (Gaxie, 2015). Incluso, la relación costo-beneficio puede ser cambiante y generar etapas de compromiso más débil o más intenso (Pudal, 2011).
En la Argentina, los estudios sobre militancia política han analizado organizaciones kirchneristas (Vázquez y Vommaro, 2012; Rocca Rivarola, 2015; Mutuverría y Galimberti, 2019), de izquierda (Moreno, 2012), la UCR (Grandinetti, 2021), el PRO (Vommaro, 2014; Grandinetti, 2019; Rosas, 2021), Proyecto Sur (Nique Franz, 2017) y Nuevo Encuentro (Cozachcow, 2017). De igual modo, se han comparado el Partido Socialista, el PRO y el Movimiento Evita (Vázquez, Rocca Rivarola y Cozachcow, 2018). También han sido abordadas trayectorias del militantismo a la alta función pública (Cucchetti, 2014). En el último tiempo creció el interés por agrupaciones de tendencia liberal o de las “nuevas derechas” (Coto Giménez, 2021; Vázquez, 2022), que se sumaron así a investigaciones previas sobre la UCeDé (Gibson, 1990; Arriondo, 2015).
En su conjunto, estos estudios resaltan el papel de hitos fundacionales como la crisis política y social de 2001 o el conflicto entre el gobierno y las organizaciones rurales en 2008, que no solo marcan el ingreso a la militancia, sino que también dan lugar a ciclos de movilización colectiva juvenil. A la par, destacan la importancia de las redes del entorno partidario para comprender el reclutamiento de estos jóvenes, su socialización y las formas organizativas de su agrupación. En un contexto epocal de fluctuación de las identidades, asimismo, se constatan cambios en las bases organizativas, cuyo vínculo militante se presenta flexibilizado, más dependiente de la mediación de políticos individuales que de organizaciones colectivas (Rocca Rivarola, 2015).
Mejorar y su entorno partidario
El espacio de los partidos liberales argentinos sufrió una reconfiguración a comienzos del siglo XXI tras el lento declive y la posterior disgregación de la Unión del Centro Democrático (UCeDé), que otrora nucleara a los principales actores identificados con esa corriente. Este fenómeno, en parte solapado con los cambios en las derechas locales (Morresi, 2015), vio nacer y morir numerosas agrupaciones. En 2002, dos ex ministros del gobierno de la Alianza (1999-2001) crearon sendos partidos: Ricardo López Murphy fundó Recrear para el Crecimiento y Patricia Bullrich, Unión por Todos, que luego cambiaría su nombre por Unión por la Libertad. Ambos fueron absorbidos a la postre por Propuesta Republicana (PRO), partido creado por Mauricio Macri en 2005 que fue aglutinando sectores liberales y de centroderecha (Vommaro y Morresi, 2015; Vommaro, 2017). Entre 2009 y 2013 existió el Partido Liberal Libertario. En 2018, nacieron Mejorar y el Partido Libertario. Dos años más tarde, un grupo de economistas con gran popularidad en los medios y las redes sociales creó Uni2 y López Murphy relanzó Recrear. En paralelo, los economistas José Luis Espert y Javier Milei incursionaron en política primero como aliados y luego cada uno con su propio proyecto.
Mejorar fue fundado por un grupo de referentes y militantes de Unión por la Libertad2 agrupados en torno a Yamil Santoro,3 que decidió crear su propia agrupación en rechazo a la fusión del partido con el PRO, entonces parte de la coalición oficialista Cambiemos. Mejorar ingresó a dicha alianza, aunque conservando su autonomía partidaria con el objetivo de “no perder la identidad liberal de centro” (Patiño, 2022) que lo caracterizaba. Para sus dirigentes, era necesario que la coalición gobernante redireccionara su rumbo hacia el liberalismo. De allí que la denominación “Mejorar” fuera acompañada de la consigna “un espacio liberal”, luego quitada para fomentar una imagen de amplitud ideológica. La identidad liberal del partido solo fue reivindicada en algunas situaciones dado el creciente pragmatismo ideológico que caracterizaba a la agrupación y la distinguía de otras de su misma corriente (Coto Giménez, 2021). El partido se lanzó en la Ciudad de Buenos Aires y, aunque luego intentó expandirse a otros distritos, no tuvo éxito y limitó mayormente su desenvolvimiento a la Capital y sus alrededores.
A los pocos meses, Mejorar se retiró de Cambiemos denunciando que era una estructura cerrada que no permitía la competencia interna y formó la coalición Republicanos, que buscó llevar a Darío Lopérfido4 como precandidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2019. Finalmente, el partido bajó su candidatura aduciendo inconvenientes logísticos y estratégicos —al momento de las elecciones, el partido no poseía aún la personería jurídica provisoria, con lo cual no podía formar alianzas— y la intención de no restarle votos al presidente Mauricio Macri en la búsqueda de su reelección.
Durante su existencia, Mejorar emprendió un curso de creciente institucionalización, tanto en el plano legal como en el desarrollo de sus actividades partidarias y en la búsqueda de más militantes y simpatizantes. Como veremos, este proceso tuvo numerosas dificultades y suerte dispar. Mejorar obtuvo la personería jurídica provisoria en 2019, pero nunca consiguió el reconocimiento jurídico definitivo como partido.
La ley argentina exige, entre otros requisitos, que todo partido que aspire a ser reconocido como tal presente tres documentos, que Mejorar sancionó oportunamente. Primero, una carta orgánica, que regula el funcionamiento interno. Segundo, una Declaración de Principios. La de Mejorar se inspiraba en el “Manifiesto Liberal 2017” de la Internacional Liberal y estaba centrada en torno al objetivo de “maximizar la libertad de elegir” de las personas (Mejorar, 2018a). Tercero, las Bases de Acción Política, que combinaban elementos del liberalismo, el republicanismo y el “centrismo político” bajo el lema de “Libertad Individual para perseguir la propia felicidad” (Mejorar, 2018b). En materia económica, el partido abogaba por una “economía social de mercado” que bajara la inflación reduciendo el déficit y eliminando impuestos. Además, proponía educación financiera en las escuelas, un Estado laico sin vínculos ni subsidios a las instituciones religiosas, derecho a la legítima defensa de los ciudadanos, regulación del trabajo sexual, eutanasia y despenalización del consumo de marihuana, entre otros puntos. Con respecto al aborto, se abstuvo de tomar una postura y admitía distintas posiciones.
Dentro del partido, se fueron desarrollando espacios orientados a temáticas particulares y grupos específicos, como “Mayoría” —dedicado a personas mayores y organizaciones de jubilados y pensionados— y el “Frente Animalista Verde” (FAV) —comprometido con el bienestar animal y el cuidado del medio ambiente—. Tres de esos espacios son particularmente significativos por su duración y su arraigo dentro de Mejorar: la Fundación Apolo —una ONG que se define como una institución dedicada a la lucha contra la corrupción, la transparencia y el diseño de mejores políticas públicas—, el Instituto Popper —el órgano de formación política del partido— e Impulsar —su juventud—.
La juventud se organizó formalmente como agrupación en marzo de 2020. Los comienzos del espacio fueron dificultosos, ya que contaba con muy pocos integrantes y sus únicas herramientas eran las cuentas de Instagram y Twitter. De esta manera, se lanzó a las redes sociales y logró un golpe de efecto cuando, en los inicios de la pandemia, promocionó un cacerolazo bajo el hashtag #PoliticosBajenseLosSueldos. Para conseguir más adhesiones, se terminó abriendo a simpatizantes de todas las edades y admitió a miembros que no estuvieran en Mejorar. A medida que el espacio fue creciendo gracias a las actividades que realizaba, principalmente charlas con dirigentes políticos, fue sumando nuevos participantes e integrándose a las actividades del partido.5
La vida de Mejorar se extendió hasta diciembre de 2020 cuando se fusionó junto con Recrear, Uni2 y una fracción del Partido Libertario en el nuevo partido Republicanos Unidos. La integración fue vista por los dirigentes de las agrupaciones como una salida ventajosa, ya que la competencia entre ellas había obstaculizado su crecimiento y no existía una predominancia clara de una sobre las otras. En términos ideológicos, las diferencias entre ellas tampoco eran significativas. Para las elecciones legislativas de 2021, compitieron en la interna de Juntos por el Cambio con una lista encabezada por López Murphy, quien finalmente fue elegido diputado en el mes de octubre.
De los jóvenes de Mejorar con los que conversamos para este trabajo, cuatro fueron precandidatos a legisladores porteños en la misma boleta. En general, la mayoría de los militantes que entrevistamos continuó participando en algún grado en la nueva agrupación. Los pocos que desertaron habían ingresado a Mejorar a través de las redes sociales en medio de la pandemia y vivían lejos de las sedes partidarias. Como veremos más adelante, este fue uno de los factores que condicionaron su suerte.
La experiencia militante de los jóvenes de Impulsar
Ingreso al partido
Ocho de los nueve jóvenes de Impulsar entrevistados para este trabajo eran varones. Su edad de ingreso a la agrupación rondó entre los 18 y los 19 años. La mitad de ellos residía en la Ciudad de Buenos Aires y la otra mitad en el Conurbano Bonaerense, aunque algunos iban y venían hacia y desde pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires de los que eran oriundos. Todos estudiaban carreras universitarias, entre las que Derecho era la más concurrida. En menor medida, le seguían Ciencia Política y carreras del ámbito de las ciencias económicas. La mayoría de los jóvenes no trabajó durante su activismo en Impulsar, y quienes sí lo hicieron, tenían un empleo de tiempo parcial. Entre las ocupaciones de sus padres encontramos profesiones “liberales” (abogacía, contabilidad, arquitectura), docencia, fuerzas de seguridad y pequeño y mediano comercio.
Salvo dos militantes que ingresaron a Mejorar en el año 2019, los demás entraron todos en 2020, poco antes del inicio de la pandemia o ya declarada la misma. Todos manifestaron que se interesaban por cuestiones de índole política antes de ser reclutados, lo que predispuso su pasaje al acto (Offerlé, 2004). La mitad de ellos ya tenía experiencia en política, puesto que su participación se había iniciado entre los 13 y los 16 años, ya fuera en el colegio secundario o en otro partido.
[F]ui trabajando para la escuela en distintos ámbitos. Hacía notas para la escuela, coordinaba las obras de teatro, coordinaba también los actos y también estaba en el centro de estudiantes. En ese momento era secretario de prensa y difusión. […] Después creo que fui secretario de DD.HH., si no me equivoco, y después fui, bueno, escalando hasta ser vicepresidente, que fue cuando me lancé [para presidente]. (Entrevistado Nº5)
Alternativa Libre […] era el espacio donde yo milité antes durante la campaña de Espert y es donde, bueno, empecé a conocer toda esta gente nueva que ahora son mis amigos íntimos y, a ver, partidariamente no formo parte ya. Es más, antes formaba parte de la Junta, digamos, de los que dirigían a la… al partido de la ciudad [de Pergamino]. Pero, bueno, por razones lógicas, porque yo estoy en [la ciudad de] Buenos Aires no tiene sentido que siga perteneciendo a la dirigencia del partido de ahí. (Entrevistado Nº9)
La trayectoria militante de estos jóvenes se vio marcada por dos hitos de movilización (Ihl, 2002): por un lado, la victoria de Alberto Fernández y Cristina Fernández en las elecciones presidenciales de 2019 y, por otro, el denominado “aislamiento, social preventivo y obligatorio” decretado por el Poder Ejecutivo el 20 de marzo de 2020. Estos eventos marcaron la incorporación a Mejorar de quienes ya tenían experiencia previa y, de igual modo, jugaron un rol crucial en el ingreso a la política de quienes todavía no se habían involucrado en activismo alguno. Su postura se caracterizó por una fuerte oposición al kirchnerismo, enarbolando el “cambio social” como principal motivo de su entrada a la política, sobre todo aquellos sin ninguna participación previa.
Las redes sociales jugaron un rol fundamental en el reclutamiento de jóvenes a Mejorar. La gran mayoría de los activistas tomó conocimiento y contacto con el partido a través de Twitter e Instagram, ya sea por medio de un mensaje privado o un evento allí promocionado. En un par de casos fue el mismo Santoro quien los introdujo al partido a través de sus redes sociales. Salvo los jóvenes cuyo reclutamiento fue producto de un ofrecimiento de dirigentes partidarios, el resto de ellos evaluó previamente la “oferta asociativa” (Fillieule, 2015) y se decidió finalmente por Mejorar.
Entre quienes ya se consideraban liberales, que el partido fuera afín a su identificación colectiva supuso una condición fundamental para ingresar. Los jóvenes que no adherían al liberalismo cuando fueron reclutados, que son solo dos, se sumaron fundamentalmente porque esperaban beneficiarse por participar en el partido.
Yo antes de meterme en Mejorar analicé todo el panorama, digamos. Me fijé cuál iba más allá de mis ideales. Yo creo que Mejorar en su momento iba bastante por el lado de lo que yo quería. Era una carta orgánica, una declaración de principios, una carta estableciendo principios y un montón de cosas a lo que yo apuntaba. (Entrevistado Nº6)
[D]espués terminé teniendo una relación genuina [con el Partido Mejorar]. Inicialmente hubo un motivo… no sé si es egoísta, un motivo de ambición personal, de decir “alguna puerta me va a abrir esto. No sé. Para algo me puede servir”. Yo me manejo mucho en la vida con esto “de algo me va a servir”. (Entrevista Nº8)
Ambición personal y carrera política
Dentro de Mejorar, los activistas eligieron a Impulsar como principal espacio donde militar por la mayor autonomía y seguridad que les confería interactuar entre pares de su misma edad. Asimismo, en el marco de un proyecto dirigencial consistente en generar voceros jóvenes, la juventud partidaria ofrecía un espacio donde iniciarse y poder crecer en la política. De allí el nombre adoptado.
Al ser un partido nuevo y chico, Mejorar ofrecía amplias posibilidades de ascender jerárquicamente. Las manifestaciones de ambición o los intentos de hacer “carrera” por parte de los jóvenes fueron legitimados al amparo de la cultura partidaria, lo cual resulta significativo teniendo en cuenta que, por el contrario, suelen ser estigmatizados en las organizaciones militantes (Gaxie, 2015). Esta particularidad fue también advertida por Coto Giménez (2021, p. 63), quien resalta el contraste entre, por un lado, la crítica a la ambición personal dentro del campo político liberal y, por el otro, su consideración en términos positivos entre los rangos menores de Mejorar.
[S]omos varios lo que queremos hacer un bien, pero también tenemos intereses personales como cualquiera que trabaja en una empresa privada, está trabajando para hacer bien su laburo y también quiere crecer. El que limpia el piso quiere hacer la caja y después quiere ser gerente. Es como cualquier ser humano y en la política creo que se ve de forma muy dura. (Entrevistado Nº8)
La ambición individual pretendió ser encauzada a través de lo que un dirigente partidario definió como un “esquema de cooperación” que reemplazara la competencia interpersonal de sobrepasar al otro por un “crecimiento conjunto”. No obstante, la promoción demasiado rápida a cargos superiores de la organización corre el riesgo de generar tendencias oposicionales o divisiones (Gaxie, 1977, p. 132). En este sentido, los jóvenes cuya trayectoria militante se caracterizó por un ascenso jerárquico relativamente veloz en el organigrama partidario relataron la existencia de “resistencias” por parte de activistas de mayor edad.
Quizá hay mucho pibe que, que le puede generar bronca o no les guste que uno se haya relacionado… y mucha gente grande. Me pasó cuando yo iba creciendo en el partido yo tenía 19 años, iba accediendo a puestos que gente con dos años en el partido y de 30 o 40 años no accedía. Y tuve resistencias pero por todos lados. “Porque este pendejo de mierda”, “porque este es el que está a dedo por Yamil”. Y es bajar la cabeza y darle para adelante siempre. (Entrevistado Nº8)
Trabajo militante
El activismo practicado propiamente en Impulsar transcurrió en cinco áreas de trabajo: comunicación, acción política, territorio, cuenta de memes y podcast, a lo que se debe agregar la labor de coordinación del espacio en sí mismo. La mayoría de los militantes participó activamente de una o dos áreas, y ocasionalmente ayudaba en otras.
En el área de comunicación, los activistas difundían las novedades y actividades del espacio en los grupos de WhatsApp de Impulsar y, además, administraban sus redes sociales, diseñaban flyers, editaban videos, y organizaban entrevistas con políticos, intelectuales, emprendedores, etc. En la parte de acción política, se dedicaban a la redacción de proyectos de ley, denuncias, comunicados y convocatorias a manifestaciones. En el área de territorio, se abocaron a la búsqueda de afiliaciones a Mejorar, en el marco del objetivo partidario de obtener la personería jurídica definitiva. A tal fin, instalaron mesas y banners en concurridas avenidas del centro porteño, abordando a los transeúntes y contándoles sobre sus propuestas. En cuarto lugar, unos militantes administraban la cuenta de Instagram “Memes Liberales” (@memesliberales) con más de 20.000 seguidores, a través de la cual promocionaban tweets, videos y actividades de Mejorar, intercalados entre memes que normalmente se publicaban. Por último, entre tres y cuatro militantes de Impulsar también hicieron un podcast en la plataforma Spotify denominado “Impulso Libre”, en cuyos 13 episodios debatieron y entrevistaron a distintos referentes políticos y financieros.
[M]e consolidé en lo que es el equipo de comunicación, y empecé a manejar las redes, armar los flyers. Yo los flyers de las charlas que viste ahora los armo yo. Y, nada, ya estaba en la cuenta de memes, estaba en el grupo de comunicación, en medio de organizar las charlas yo también estaba ahí con difundir y demás. Y el coordinador una vez me dijo “che, te hago admin del grupo y difundí vos”. Y ya ahí sos administrador de un grupo en el que solo mandan los administradores y tenés como ya una referencia. Me llevó a conocer la sede, hablé con gente del partido, y cosas que hay gente que lee en el grupo y clava visto, yo fui tomando de a poquito un rol que fui subiendo escalones, que hay gente que nunca quizás activó. (Entrevistado Nº7)
Retribuciones, sociabilidades e inversiones
El compromiso de estos jóvenes se plasmó tanto en la realización y el emprendimiento de las actividades mencionadas como en la asistencia a las mismas y aun en el seguimiento de nuevas publicaciones al respecto, ya sea por medio de grupos de comunicación partidarios o de redes sociales. Aunque su compromiso se concentró alrededor de dichas actividades, no se limitó únicamente a ellas. En menor medida, otras áreas o espacios partidarios contaron también con la presencia de activistas de Impulsar.
Las retribuciones de su militancia se caracterizaron por ser plenamente simbólicas. Ningún militante recibió compensación material alguna (dinero, empleos, etc.) por las actividades que realizó en Mejorar o Impulsar. Entre los beneficios que los activistas reportaron podemos encontrar satisfacción psicológica (alivio, reconocimiento, etc.), crecimiento personal, formación académica o profesional, un incremento de su capital social (nuevas relaciones y contactos) y gratificaciones subjetivas ligadas a participar en un ámbito que les apasiona como la política.
Me abrió la pecera, por así decirlo. Me expandió la pecera. No sé si conocés esa de… viste que un pez si lo tenés en una pecera chiquita no crece, y si vos le ponés una pecera más grande crece más. Bueno, yo creo que es eso el fenómeno que me pasó con esto. (Entrevistado Nº1)
Aunque algunos militantes presentaron su participación como “desinteresada”, esto es, únicamente abocada a la causa partidaria, la gran mayoría se expresó de forma inequívoca y con total naturalidad cuando se les preguntó qué “ganaban” por participar políticamente. El hecho de que pudieran beneficiarse individualmente de una causa colectiva no representaba un hecho moralmente reprochable. Los jóvenes reclutados a través del ofrecimiento de Santoro, entre los que se encuentran aquellos que no se consideraban liberales previamente, vincularon su ingreso a Mejorar a la expectativa de apropiación de retribuciones, al concebir al partido como un espacio donde desarrollarse a futuro. Así, la actitud de los militantes de Impulsar no se condice con la postura habitual en los partidos políticos, caracterizados por una “sacralización” de la causa colectiva y una consecuente “condena” de los beneficios individuales (Gaxie, 2015). Esta actitud distintiva, al igual que la aceptación de la ambición personal, debe interpretarse en el marco de un “individualismo legítimo” propio del liberalismo, que veremos más adelante.
Me afilié esa tarde y ahí empecé no tanto a decir “yo soy partidario de Mejorar”, sino a decir “Mejorar era una herramienta para mi crecimiento académico”. Entonces, empecé a usarlo. Y Yamil, bueno, justo en ese momento el partido, y hoy en día también, ofrecía un montón de cosas increíbles. Estaba Políticos[.com], el tema de acción social, la campaña de las afiliaciones, el equipo jurídico, el podcast […] me dije “bueno, acá tengo un montón de cosas para explotar”. (Entrevistado Nº4)
En segundo lugar, la sociabilidad como mecanismo de compromiso operó de forma diferencial entre militantes y entre militantes y dirigentes. Por un lado, la relación entre activistas estuvo fundamentalmente orientada a la unión de intereses por motivos racionales (Weber, 2002). Los jóvenes mantuvieron una buena relación entre ellos, definiéndose en términos de “colegas” o “compañeros”, pero no de amistad. Al respecto, podemos subrayar el poco tiempo transcurrido desde que se conocieron y, sobre todo, la escasa interacción cara a cara. Las ocasiones en que se vieron personalmente fueron pocas a causa de la pandemia. La mayoría correspondió a actividades en sedes partidarias, no organizadas estrictamente por la juventud. En este sentido, la sociabilidad entre militantes de Impulsar fue más bien inusual. El debate entre activistas, valorado por el estímulo intelectual que suponía, puede ser considerado en todo caso una relación social de este tipo. Los intercambios —usualmente referidos a la política y el liberalismo— tenían lugar en los encuentros presenciales de Mejorar o a través del chat juvenil de WhatsApp creado a tal fin: “Social Impulsar”.
Mejorar tenía mucho de juntarnos cualquier día a hacer, [en la sede partidaria de la calle] Honduras, o antes en [la sede de la calle] Dellepiane, cualquier lado, y no sé, la gente iba, se sentaba y decía cualquier cosa. Yamil lo sigue haciendo con sus amigos. Me encantaba la idea de, bueno, tengo, no sé, tengo que hacer un trabajo, me voy ahí y después termino el trabajo y me quedo con la gente hablando de política que surgía… (Entrevistado Nº4)
Por otro lado, la sociabilidad entre militantes y dirigentes produjo un gran apego a Mejorar. Esta se caracterizaba por una notable cercanía, atravesada por el gran respeto que tenían los primeros por los últimos, especialmente por Santoro. De forma presencial, la interacción tenía lugar en las sedes partidarias, sobre todo en aquella ubicada sobre la calle Honduras en el barrio de Palermo. Esta sede era un hotel que servía de residencia temporal de Santoro, a quien se lo podía encontrar allí asiduamente de modo informal. Un militante (Entrevistado Nº6), por ejemplo, contó que su presencia “en jogginetas” le dio la impresión de que el partido era una “gran familia” (Gaxie, 1977). De forma virtual, Yamil Santoro también participaba en los grupos de WhatsApp de la juventud y aun mostraba disponibilidad para responder mensajes por privado. Los militantes refirieron disfrutar de esta cercanía, que les aseguró poder contar con los dirigentes para cualquier clase de consulta o pedido.
[E]s lo que más me llama de Mejorar. Es algo que lo vendemos bien, y es algo que lo disfruto estando adentro, que es que tenemos relación con los dirigentes. Yo todavía no lo… con Yamil no tengo mucho trato, pero las veces que voy me saluda, cruzamos un par de palabras, pero yo sé que si alguna vez le tengo que pedir algo para la juventud me va a dar bola. Así que… que sí, yo veo bastante cercanía en cuanto a los referentes. (Entrevistado Nº7)
Finalmente, el costo de abandonar la organización fue, efectivamente, mayor cuanto más alta hubo sido la inversión (Kanter, 1972). En principio, se pudo apreciar una significativa diferencia entre las actividades presenciales y las virtuales, puesto que las primeras conllevaron muchos costes que las segundas no. Los activistas que ingresaron al partido antes de la creación de Impulsar o los que, aun en circunstancias de pandemia, se trasladaron hasta las sedes partidarias para militar de forma presencial, son quienes exhibieron un mayor apego hacia el partido y, consecuentemente, quienes afrontaron un mayor costo por abandonar la organización. La mayoría de los casos de deserción en Impulsar, en efecto, refieren a jóvenes cuya participación fue casi o plenamente virtual.
Los costes de la militancia giraron principalmente en torno al tiempo y al dinero, ya que todos los jóvenes cursaban estudios universitarios y la movilidad hasta las sedes partidarias constituyó un condicionamiento fundamental para su compromiso militante. Los costes variaron según la residencia del activista, puesto que cuanto más lejos se hallaba de una sede partidaria, más costoso era el traslado. En este sentido, los jóvenes que vivían en la Ciudad de Buenos Aires desarrollaron una militancia mucho más estable en el tiempo que aquellos que habitaban en el Conurbano Bonaerense o que iban y venían entre su pueblo natal y la ciudad.
[E]l crecimiento más grande del partido siempre fue en Capital, en la Ciudad Autónoma, y a mí me queda bastante lejos. Entonces, como suelen ser cosas que quizás se arreglan en el momento y yo necesito una hora y pico para llegar hasta allá y aparte, nada, necesito salir con tiempo porque hasta que, no sé, me preparo y salgo y qué sé yo, puedo llegar, no sé, dos horas después de lo que me digan, entonces a esas cosas así presenciales que surgen en el momento vengo bastante más complicado (Entrevistado Nº2).
Los costos no se medían únicamente en tiempo y dinero invertidos, sino en la privación de otras cosas que se hubieran hecho en ese tiempo y con ese dinero si no se los hubiera “sacrificado” en pos de la militancia. A los costos del activismo, de esta manera, hay que sumarles los costos de oportunidad, habida cuenta de la inserción del militante en una “multiplicidad de emplazamientos”, de entre las cuales el activismo constituye uno más (Fillieule, 2015). En efecto, aunque la inversión en la política no siempre opere en desmedro de otras esferas de vida, puede afectarlas negativamente. Entre los militantes, el coste de oportunidad es mayor cuanto menor sea su disponibilidad biográfica (Agrikoliansky, 2017).
En sentido contrario, la militancia va de la mano con la inscripción en otros lugares del espacio social cuando se produce una interrelación de la esfera del activismo con las otras esferas que componen la vida del individuo (Passy y Giugni, 2000). En Impulsar, este fenómeno fue más bien inusual, observándose únicamente entre los jóvenes que estudiaban Derecho, quienes concibieron su participación política en parte como un complemento de su carrera académica.
[D]esde, no sé, un intento fallido de proyecto de ley para el FAV justamente para siquiera hacer el esquema, que fue lo que presenté, digamos, el modelo, me leí, bueno, todas las leyes argentinas que hay respecto de la crueldad animal. Internacionalmente también, vi conferencias. Digamos, en dos días estudié más de lo que hubiese estudiado en un cuatrimestre de una materia de la facultad (Entrevistado Nº1).
La construcción de una identidad liberal
La identidad liberal de estos jóvenes se fue consolidando en el tiempo durante su participación política en el partido a través de la socialización militante (Dubar, 1994; Croisat y Derville, 1979), independientemente de cuán liberales se sintieran al ingresar en la agrupación. Para definirla, nos enfocamos en sus elementos culturales nucleares: valores y creencias que responden al interrogante de qué significa ser “liberal” para estos jóvenes. En pocas palabras, a partir de las entrevistas, esta identificación podría sintetizarse en respetar al individuo, en tanto persona responsable, en su libertad de actuar, siempre y cuando no vulnere la libertad de un tercero. La misma se compone entonces de cuatro referentes identitarios interrelacionados entre sí. Primero, la primacía del individuo y, luego, el respeto, la responsabilidad y la indivisibilidad de la libertad (Fernandez, 2022). Aquí la libertad es concebida en su sentido negativo, esto es, como la facultad de obrar sin restricciones externas (Berlin, 1969). En su mayoría, los jóvenes inscriben esta identificación en el marco del “liberalismo clásico”.
La primacía del individuo es el elemento que mejor caracteriza la particularidad de la militancia en un espacio liberal como Impulsar frente al activismo en otras agrupaciones. Refiere a la creencia de que el individuo es la entidad fundamental a ser reivindicada. Desde esta perspectiva, cualquier entidad colectiva que devenga de su existencia se encuentra necesariamente supeditada, como la familia, el Estado, el pueblo, la sociedad, la nación, etc. Así, se entiende que los intereses individuales son más legítimos que los que pueden adjudicarse a cualquier colectivo y, por ende, los que deben primar en caso de que unos se opongan a los otros. Esta primacía no implica necesariamente un rechazo a la existencia de colectivos (como un partido político, por ejemplo), sino más bien una desconfianza hacia los mismos. Constituye una advertencia ante la posibilidad —o aun probabilidad— percibida por los jóvenes de que las entidades colectivas subsuman al individuo, quitándole entonces su libertad, con todo lo que ello implica.
[L]a minoría más básica siempre es el individuo, y es al que se lo debe respetar, no como un todo. Para mí no existen, o sea, los colectivos en general no llevan a buen puerto, aunque sé que se estudian en ese sentido. Muchas cosas se estudian en colectivo, aunque en lo colectivo siempre tenés distintos seres que no son todos iguales y deben ser todos libres, obvio. De ahí deviene la libertad de cada uno, y después el colectivo en sí. (Entrevistado Nº3)
En el marco de la militancia partidaria, la creencia en la primacía del individuo se traduce en un “individualismo legítimo” que reconoce y acepta la coexistencia de intereses individuales a la par de la causa colectiva. Por un lado, ello se plasma en una mayor consciencia de la apropiación de retribuciones por parte de los militantes—o, más bien, en una menor negación respecto a la existencia de las mismas en la entrevista— y, por el otro, en la promoción de la ambición personal y los intentos de hacer “carrera” por parte de los dirigentes. En los estantes de una de las sedes partidarias, sita en Dellepiane 650, se podía encontrar, por ejemplo, la obra La virtud del egoísmo de Ayn Rand (1964). Ahora bien, el individualismo legítimo no necesariamente alienta la búsqueda instrumental de retribuciones, sino que da por tierra la clásica condena partidaria de los beneficios individuales. Naturalmente, eso puede motivar comportamientos más “egoístas”, pero no siempre. Como vimos anteriormente, así como algunos activistas resaltaron en mayor medida la importancia de los beneficios individuales en su participación, otros presentaron su militancia como abocada a la causa colectiva.
[El]l individuo tiene que ser fuerte, por encima del Estado, por encima de las instituciones, no puede ser aplastado ni avasallado por nada. […] y pensar que […] no puede adaptarse eternamente a un colectivo, que cada uno tiene aspiraciones personales (Entrevistado Nº5)
Al distinguirse de un “ellos”, el individualismo de los militantes liberales de Impulsar se contrasta con el “colectivismo” de los otros, que supondría la anteposición de alguna entidad colectiva por encima del individuo. Entre las identidades a las que se le adjudica esta creencia encontramos al nacionalismo (nación), al conservadurismo (familia) o al socialismo (clase). Reflexionando sobre su paso por el Movimiento Socialista de los Trabajadores, por ejemplo, un activista de Impulsar (Entrevistado Nº9) considera que su anterior colectivo militante lo “forzaba” a ser una "pieza sin identidad", puesto que para poder ser parte de dicho grupo “inevitablemente” debía acoplarse a lo que allí se predicaba. La primacía del individuo resulta así fundamental para comprender el compromiso de estos jóvenes con su espacio de activismo, puesto que plantea una tensión explícita entre lo individual (el militante) y lo colectivo (el partido). Una militancia “totalmente” abocada a la causa colectiva (Pudal, 2011), por caso, no es admisible entre los activistas de Impulsar, que abogan por una primacía del individuo.
[L]a creencia de que tenemos que vivir en una colectividad por encima de todo, ¿entendés? Como decía Perón, “[…] primero la patria, segundo, el partido, tercero, el individuo”. Es como, para ellos el individuo está en la tercera escala de importancia más o menos. Ehh después, bueno, podés comprobarlo con eslóganes políticos: “mi vida por la patria”, “amor eterno a un líder”. (Entrevistado Nº5)
Los otros tres referentes identitarios se encuentran íntimamente ligados a la primacía del individuo. Primero, el “respeto” se concibe como un valor de no interferencia sobre las decisiones de vida de otros. Los militantes lo distinguen de la “imposición”, que implicaría la interferencia coactiva de la voluntad de un individuo sobre la vida del otro.
Para mí el liberalismo es uno solo, es el respeto a la libertad, a la vida de los demás, a la propiedad. Todo en realidad, el respeto hacia otro. (Entrevistado Nº3)
Segundo, la responsabilidad adopta forma tanto de creencia como de valor. Por un lado, este elemento cultural supone que los individuos son capaces de tomar decisiones por sí mismos y, por ende, se debe dejarlos actuar. Por otro lado, implica que estos mismos individuos también se hagan efectivamente cargo de las decisiones que toman. La responsabilidad se proyecta sobre otras identidades como formas de dependencia y delegación. La dependencia es entendida como la creencia de que el individuo no puede valerse por sí mismo y, por ende, necesita que alguien más se haga cargo de él. La delegación, por otra parte, es concebida como la cesión a un otro (principalmente al Estado) de las propias decisiones de vida.
[C]reer en la responsabilidad social sin una intervención fuerte del Estado. Esto de que cada uno puede y es capaz de tomar buenas decisiones […] No digo que si hoy, por ejemplo, achicamos el paternalismo estatal en Argentina y aplicamos el liberalismo, digamos, ideal, de golpe todo funcione mejor porque la realidad es que la gente carece de todo esto que te comento de la responsabilidad social, del individualismo, de la meritocracia. (Entrevistado Nº1)
Finalmente, la indivisibilidad de la libertad proclama su unidad ontológica. “Ser liberal” significa serlo “en todo sentido”, lo que supone adherir a los tres tipos de libertades que los jóvenes identifican: libertades políticas, económicas y sociales o culturales. Los militantes se diferencian de un “ellos”, entonces, a partir de si los otros “vulneran” o no algún o todo tipo de libertades.
[M]e acuerdo que Yamil una vez nos dijo “históricamente los que eran conservadores se hacían llamar liberales. Nosotros somos liberales en todo”. Y como nosotros somos liberales en todo, quizás a los espacios más conservadores como Recrear, o los que se hacen los picantes como Uni2, nos dicen “Ah, ustedes son liberprogres”. No, nosotros somos liberales con todas las letras. (Entrevistado Nº5)
De esta manera, los distintos elementos se interpretan a la luz de la primacía del individuo. Para los militantes de Impulsar, se deben “respetar” las decisiones del individuo, porque no existe ninguna entidad superior que pueda dictarle qué hacer. De igual modo, por eso también es que es “responsable” de sus acciones, porque no existe ninguna entidad superior a la que le pueda endilgar sus propias decisiones. Finalmente, la creencia en la primacía del individuo nos señala por qué toda libertad es “individual” para estos jóvenes.6
Los límites al compromiso militante
Militar en pandemia
Para un partido que se constituyó formalmente en 2018, pero que no formó un espacio juvenil sino hasta comienzos de 2020, la pandemia de COVID-19 y las cuarentenas atravesaron de forma casi completa la experiencia de los jóvenes que se involucraron en el espacio, toda vez que este se extendió solo hasta finales del mismo año. La pandemia y, específicamente, las medidas adoptadas por el gobierno nacional tuvieron efectos positivos en el corto plazo, pero, en el mediano, conspiraron contra su consolidación y crecimiento.
El aislamiento obligatorio decretado por el presidente en marzo, que afectó de manera drástica la circulación y la actividad económica trayendo como consecuencia una profunda alteración de la vida cotidiana de la población, constituyó un objeto de orientación hacia el cual Mejorar canalizó la iniciativa política del partido acoplándose a la agenda de la pandemia y encontrando una ventana de oportunidad, al igual que otras agrupaciones identificadas con el liberalismo como Jóvenes Republicanos, Pibes Libertarios (Vázquez y Cozachcow, 2021) o La Libertad Avanza (Vázquez, 2022). El cacerolazo para que los políticos se bajaran los sueldos, el pedido de reapertura de las escuelas, las denuncias contra funcionarios por abuso de autoridad o incumplimiento de la cuarentena y el contenido generado al respecto en las redes sociales proveyeron significados y propiciaron actividades en torno a un nuevo hito de politización que reafirmaron su identidad grupal y su ideario. Además, la virtualización de actividades permitió a los militantes que pasaban largo tiempo en el interior o que no hubiesen tenido el tiempo de viajar a la Capital participar de la vida del partido.
Sin embargo, la pandemia y la cuarentena dificultaron enormemente la socialización y la sociabilidad de los militantes. Solo dos, que habían ingresado en 2019, se conocían desde antes de la creación de Impulsar. Los demás lo hicieron en 2020 con la pandemia ya desatada. Con el tiempo, la mayoría llegó a conocerse personalmente, pero se encontró cara a cara en muy pocas ocasiones. Dos militantes directamente no conocieron en persona a ninguno de sus pares mientras integraron el espacio. Y lo mismo puede decirse de la relación con los activistas de mayor edad que participaban en otros espacios partidarios.
[E]l resto no me acuerdo los nombres […]. Después los vi de vuelta en la marcha de octubre y, bueno, ahí conocí a chicos nuevos como […] y un par más. Y, bueno, después de ahí no tuve mucho más contacto, porque, bueno, por todo el tema de la cuarentena no hicieron muchos encuentros [presenciales] últimamente, salvo en los últimos meses, y además yo estaba yendo y viniendo entre Buenos Aires y Pergamino, así que no tenía tanta posibilidad de asistir (Entrevistado Nº9)
Las relaciones fueron predominantemente virtuales: las áreas de comunicación, acción política, la administración de la cuenta de memes y el podcast podían desarrollarse así sin mayores inconvenientes. En este sentido, los grupos de WhatsApp y las redes sociales fueron centrales para la sociabilidad virtual de los militantes, generando espacios de conversación y debate. Facilitaron, además, las charlas on-line, que sirvieron para reclutar nuevos miembros.
[A] mí me gustaba mucho los whiskys que hacía Yamil. Me prendí a dos, porque la verdad estaba justo… cuando los empezó a hacer estaba con estudios y aparte son muy largos, son... generalmente tenía invitados de calidad. Y yo me quería hacer sentir parte, pero la pandemia era justo muy difícil porque no había circulación. La única conexión que tenía era [la] computadora. [Entrevistado Nº4]
Pero las características de la sociabilidad virtual vía redes sociales y actividades sincrónicas, en donde las vías de comunicación son muy estructuradas y en las que no hay tiempos muertos para conocerse y conversar, dificultaron la generación y arraigo de un compromiso militante basado en la construcción de vínculos de compañerismo y en la inversión de tiempo, esfuerzo y energía de los jóvenes militantes. Retribuciones como el hacerse de contactos o el reconocimiento de la propia labor por parte de los dirigentes se vieron seriamente obstaculizadas. Lo mismo puede decirse con respecto a la forja de relaciones de amistad. Siendo las actividades virtuales de baja inversión, las oportunidades de desarrollo al interior de Mejorar para quienes militaban de esa forma fueron escasas.
Déficit de retribuciones y su interpretación en clave liberal
Tratándose de un partido nuevo y chico que nunca se presentó a elecciones, la estructura de retribuciones ofrecida por Mejorar careció por completo de recompensas materiales para sus militantes. Los beneficios que percibieron los jóvenes por participar fueron meramente simbólicos. En este sentido, salvo por el caso de unos pocos dirigentes, Mejorar no pudo vincular entre sus integrantes la esfera de acción política con la esfera del trabajo (Passy y Giugni, 2000). Al no disponer de cargos en el Estado desde los cuales conchabar a sus miembros y no haber conseguido un canal de financiamiento alternativo, la estructura partidaria resultó insuficiente para incentivar la militancia de la mayoría de sus adherentes, al menos de forma estable. Al mismo tiempo, tampoco pudo profesionalizar sus canales de reclutamiento de nuevos activistas, ya que dependía pura y exclusivamente del trabajo voluntario
Reflexionando sobre un curso de formación, por ejemplo, un militante cuenta sobre la brecha existente entre las retribuciones buscadas por algunos de los jóvenes que se sumaban a Mejorar y lo que el partido realmente les podía ofrecer:
Después hice un curso de dirigencia política […] Pero sí, conozco gente que ha dejado ahí en el medio y dijo “yo no doy más”. O sea, después de laburar llegar a mi casa y sentarme dos horas a la computadora sin saber qué me puede dar esto… porque por ahí no estaban del todo interesados [en el contenido del curso]. Se anotaban por interés, creyendo que eso les iba a dar alguna salida en el partido. Pero, bueno, lo único que te dan esos cursos son formación. Porque de esos cursos no salen contactos, de esos cursos no salís conociendo gente. De esos cursos salís sabiendo. (Entrevistado Nº6)
Fueron las oportunidades de formación política, en conjunto con la posibilidad de hacer carrera, lo que compensó en parte el déficit de recompensas materiales. Los jóvenes que ingresaron al partido con la expectativa de verse retribuidos, que se caracterizan por una mayor ambición e interés personal, encontraron en el ascenso jerárquico una alternativa simbólica beneficiosa. No obstante, crecer en el organigrama requería una gran inversión por parte de los activistas, alta en términos de costes, que solo unos pocos estuvieron dispuestos a afrontar.
De esta manera, el activismo interesado coexistió con la defensa de la causa colectiva sin que ello supusiera contradicción alguna para los jóvenes, lo que debe ser interpretado en el marco del “individualismo legítimo”. Así, la prosecución del interés individual o “egoísmo” —término utilizado por algunos de los entrevistados— no es a priori contradictoria con el compromiso militante. Puede incentivarlo o limitarlo dependiendo de las retribuciones disponibles. En el caso de Mejorar e Impulsar, sin recompensas materiales, la centralidad del interés personal contribuyó a darle sentido al vínculo con el partido.
Conclusiones
El análisis de la militancia y la identidad de los jóvenes activistas de Mejorar nos permitió retratar sus modalidades de ingreso a la política, sus ambiciones dentro del partido, el trabajo que desplegaron diariamente y los mecanismos de construcción del compromiso militante. Este se vio seriamente afectado por dos limitaciones, provenientes una del contexto social y otra del interior del propio espacio.
El primero de estos obstáculos fue exógeno a Mejorar e impactó también en otros grupos de activistas (Vázquez y Cozachcow, 2021). La pandemia y las medidas de aislamiento adoptadas brindaron al partido y, muy especialmente, a sus jóvenes militantes una agenda de trabajo y un tema movilizador para atraer nuevos miembros, pero afectaron la dinámica partidaria, hiriendo profundamente la experiencia del militante. El predominio de la interacción virtual —sobre todo en los primeros meses— jugó en contra de la construcción de un compromiso más estable y duradero, trayendo como consecuencia un menor apego a la organización por parte de los jóvenes. Además, como efecto no deseado, la ventaja de la virtualidad para reclutar militantes de localidades lejanas a la Capital se volvió en contra con el regreso a las actividades presenciales, ya que varios miembros no podían trasladarse con facilidad al centro de la ciudad.
El segundo obstáculo que identificamos es de carácter endógeno. La falta de retribuciones materiales en forma de puestos pagos o cargos públicos supuso otra gran limitación. La identidad liberal en la que se socializaban los militantes —específicamente, su creencia en la primacía del individuo— permitió así darle sentido a un vínculo que, sin recompensas materiales a la vista, tuvo grandes dificultades para consolidarse. La alternativa simbólica que encontró Mejorar, mucho menos eficaz, pasó por la formación política y se canalizó a través de una juventud partidaria que buscó “impulsar” jóvenes con ambición a hacer carrera en el campo.
A los desafíos de construir un partido político nuevo casi desde cero en un contexto de creciente desinstitucionalización de la vida social, desencanto de los ciudadanos con la política institucional y volatilidad de los sistemas de partidos, Mejorar se enfrentó a dos obstáculos que dificultaron su consolidación y crecimiento. Los avatares que signaron su final en una fusión con otras agrupaciones exceden lo aquí estudiado y responden a las dinámicas del espacio de los partidos liberales con sus dirigentes, alianzas, apuestas e intereses. Sin embargo, el análisis de este caso genera herramientas para comprender la militancia en partidos chicos y nuevos, por un lado, en partidos liberales, por otro, y, finalmente, en toda agrupación cuya existencia haya atravesado la pandemia de COVID-19.
Este artículo abre nuevas vías de investigación en el campo de la militancia política. Una continuación lógica sería el análisis diacrónico de los recorridos de estos militantes luego de la fusión de Mejorar. Otra posibilidad sería aplicar nuestra hipótesis de trabajo acerca de los límites al compromiso militante en partidos nuevos durante la pandemia y comparar el proceso vivido por Mejorar y sus militantes con las experiencias de militancia de jóvenes de otros espacios análogos, ya sea autodefinidos como liberales, de derecha o, incluso, de izquierda.
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Notas