Ensayo
Por las puertas de la apercepción: Acercamientos a la filosofía de Francisco Gavidia
Through the Doors of Apperception: An Approach to the Philosophy of Francisco Gavidia
Realidad, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador
ISSN: 1991-3516
ISSN-e: 2520-0526
Periodicidad: Semestral
núm. 164, 2024
Recepción: 10 Enero 2024
Aprobación: 11 Abril 2024
Resumen: En el presente trabajo, se da cuenta de las características del proyecto filosófico que articula Gavidia. Un aporte importante del autor salvadoreño es que plantea la cuestión de la posibilidad de una filosofía latinoamericana, mucho antes de los debates que sobre este tema tuvieron lugar en la década de 1960. Para Gavidia, esta filosofía propia debería superar las limitaciones del positivismo y, desde lo característico de la identidad latinoamericana, aportar una perspectiva de la realidad que se nutre tanto de la razón científica como de la intuición poética. Es lo que el autor llama “apercepción”, lo cual considerará como el fundamento de su proyecto filosófico y cultural para El Salvador. Sin embargo, el pensamiento gavidiano tiene también los alcances y limitantes propias de un pensamiento con raíces decimonónicas pero enfocado en los problemas del siglo XX.
Palabras clave: El Salvador, América Latina, Filosofía, Gavidia, Francisco (1864-1955, Hegel, Georg Willhelm Friedrich (1770-1831).
Abstract: In the following paper, the author points out some of the aspects of the philosophical project of the Salvadoran writer Francisco Gavidia. One important contribution is that the author reflects on whether a Latin American philosophy is possible, long before the philosophical debates regarding this matter during the 1960s. Gavidia maintained that this philosophy must overcome the limitations of positivism and provide a perspective of reality rooted both on scientific reason and poetic intuition, given the particularities of Latin American identity. That is what the author calls “apperception”, which he considers as the foundation of his philosophical and cultural project for El Salvador. Nevertheless, Gavidia thought has both the scope and limitations of a philosophy rooted in the 19th century intellectual context but focused on the 20th century problems.
Keywords: El Salvador, Latin America, Philosophy, Gavidia, Francisco (1864-1955), Hegel, Georg Willhelm Friedrich (1770-1831.
1. Introducción: ¿Un pensador decimonónico?
La filosofía es un elemento fundamental en el pensamiento del escritor salvadoreño Francisco Gavidia. Para este autor, la filosofía no es tan solo un tema de interés entre los muchos que ocuparon su quehacer intelectual. Por el contrario, nuestro autor busca la filosofía como un método para fundamentar su pensamiento, el cual apunta a las circunstancias de su país y a la necesidad de plantearse la fundación, tanto de la nacionalidad como del pueblo salvadoreño, como un proyecto que tiene diversas aristas: educativa, estética, política, periodística, por nombrar algunas. Esto se articula con aquellos elementos que, a decir de José Mata Gavidia, conforman un proyecto paidéutico: un proyecto humanista que, de forma pedagógica, abone a conformar la nación y a la colectividad salvadoreñas.
Cuando hablamos de un “proyecto paidéutico” de construcción de la nación salvadoreña, nos remitiremos, al igual que lo hiciera Mata Gavidia, al monumental estudio del filólogo alemán Werner Jaeger, que lleva, precisamente, por título Paideia: Los ideales de la cultura griega. Literalmente, y en un sentido, digámoslo así, “moderno”, el vocablo paideia se traduciría como “educación”. El sentido que Jaeger quiere darle sería el propio de la visión de mundo griega. Como muchos de los términos y conceptos que provienen de la antigüedad helénica,el vocablo paideia ha reducido en mucho su significado original. Transcribimos aquí la explicación que a este respecto proporciona el propio Jaeger. Veremos que su uso, por parte de Mata Gavidia, para darle una interpretación al proyecto intelectual gavidiano se ajusta a la definición que sigue:
Paideia, la palabra que sirve de título a esta obra, no es simplemente un nombre simbólico, sino la única designación exacta del tema histórico estudiado en ella. Este tema es, en realidad, difícil de definir; como otros conceptos muy amplios (por ejemplo, los de filosofía o cultura), se resiste a ser encerrado en una fórmula abstracta. Su contenido y su significado sólo se revelan plenamente ante nosotros cuando leemos su historia y seguimos sus esfuerzos por llegar a plasmarse en la realidad. Al emplear un término griego para designar una cosa griega, quiero dar a entender que esta cosa se contempla, no con los ojos del hombre moderno, sino con los del hombre griego. Es imposible rehuir el empleo de expresiones modernas tales como civilización, cultura, tradición, literatura o educación. Pero ninguna de ellas coincide realmente con lo que los griegos entendían por paideia. Cada uno de estos términos se reduce a expresar un aspecto de aquel concepto general, y para abarcar el campo de conjunto del concepto griego, sería necesario emplearlos todos a la vez. Sin embargo, la verdadera esencia del estudio y de las actividades del estudioso se basa en la unidad originaria de todos estos aspectos -unidad expresada por la palabra griega- y no en la diversidad subrayada y completada por los giros modernos.2
Lo que añade Jaeger a continuación se ajusta a las características del proyecto intelectual de Gavidia:
Los antiguos tenían la convicción de que la educación y la cultura no constituyen un arte formal o una teoría abstracta, distintos de la estructura histórica objetiva de la vida espiritual de una nación. Esos valores tomaban cuerpo, según ellos, en la literatura, que es la expresión real de toda cultura superior.3
A continuación, Jaeger cita al poeta griego Frinico (511-470 a. de C.), quien define al “hombre culto”4 como “filólogo”. El “filólogo” es el que ama (philos) el logos -con la amplitud de significado del término- y “el estudio de la paideia.” 5 Este ideal de “hombre culto” es el ideal intelectual de Gavidia. No hay evidencia de que Gavidia conociera el estudio de Jaeger, que salió a la luz en Alemania en el annus horribilis de 1933, y fuera traducido al español once años después. Como lo plantea Ricardo Roque Baldovinos en su investigación sobre el teatro gavidiano, podría hacerse una contraposición entre los perfiles intelectuales de nuestro autor y Rubén Darío. Este último encarna al escritor moderno, dedicado exclusivamente y, de manera profesional, a la literatura. Un escritor de este tipo no pretende incursionar en otras zonas del trabajo intelectual ajenas a su especialidad. Se dedica por completo a la creación literaria y aprovecha los espacios creados por la modernidad para tal fin: desde las tertulias de literatos pasando por los periódicos para los que escribe con cierta regularidad y para los cuales no solamente tiene poemas o relatos que van publicándose por entregas, sino también crónicas, ese “nuevo” género periodístico-literario. Gavidia, por su lado, es, como lo define Roque Baldovinos, el “polígrafo”: el intelectual que, si bien se dedica a la literatura, porque escribe poesía y teatro, también quiere hacer filosofía, también quiere conocer sobre la ciencia de su tiempo y quiere, además, conocer sobre la llamada “historia universal” y conocer las lenguas vivas y muertas que pueda tener a su alcance. No obstante, el ideal del “polígrafo”, esto es, el intelectual conocedor de diversos campos disciplinarios y que escribe acerca de ellos, parece irrealizable, sobre todo, en un medio intelectual tan reducido como el de El Salvador de finales del siglo XIX. Gavidia está consciente de ello, pero estaba convencido de que esa era su misión como hombre de pensamiento. Ello, en función del proyecto de creación de la nacionalidad salvadoreña sobre las bases espirituales de su cultura.
En la exploración preliminar de esta investigación, hemos constatado, por una parte, que algunos investigadores y conocedores de la obra gavidiana le han prestado atención al elemento filosófico de su pensamiento. Por la otra, hemos visto también que esta atención se debe, en gran medida, a la existencia de textos que, o bien abordan de manera explícita problemas filosóficos, o tienen elementos filosóficos implícitos. Nuestro abordaje intentará, en última instancia, conectar la reflexión filosófica del intelectual salvadoreño con los debates filosóficos latinoamericanos, tanto de aquellos de los que fue contemporáneo -testigo de lo cual fue su relación con el filósofo mexicano José Vasconcelos-, como de aquellos que, como hemos señalado, las ideas de Gavidia podrían conectarse perfectamente y ofrecer puntos de vista relevantes.
Con el texto de la conferencia de 1931 -precedida de reflexiones previas, publicadas el siglo anterior- en la que aborda la posibilidad de una filosofía latinoamericana, Gavidia se pone a la altura de lo que el filósofo argentino Juan Bautista Alberdi se planteaba en su célebre alocución pronunciada en Montevideo, en 1842, en la cual planteó abiertamente la posibilidad de una filosofía latinoamericana propia, surgida a partir de la reflexión sobre nuestras circunstancias latinoamericanas.6 Gavidia se adelanta al debate de la década de 1960 en el que tomaron parte los filósofos latinoamericanos Villoro, Zea, Salazar Bondy y Miró Quesada. Sin embargo, sus respuestas o sus posturas ante este problema son más propias del romanticismo del siglo XIX. Matiz más, matiz menos, talvez se la puedan aplicar las palabras del escritor uruguayo Mario Benedetti a su compatriota José Enrique Rodó, escritor que, como Gavidia, vivió a caballo entre los siglos XIX y XX:
Es abusivo confrontar a Rodó con estructuras, planteamientos, ideologías actuales. Su tiempo es otro que el nuestro, y eso resulta palmario en una lectura minuciosa y total como la que he debido efectuar antes de compaginar este volumen. Alguien ha señalado con justeza que ‘Rodó derivaba de Spencer y de Taine; no de Kierkegaard o de Nietzsche, de Marx o de Proudhon, adelantados del siglo XX’. Rodó no fue un adelantado, ni pretendió serlo. Es cierto que penetró en el siglo XX, pero más bien lo visitó como turista, incluso con la curiosidad y la capacidad de asombro de un turista inteligente; su verdadero hogar, su verdadera patria temporal, era el siglo XIX, y a él pertenecía con toda su alma y con toda su calma.7
Como señalamos anteriormente, no se trata de aplicar mecánicamente el juicio de Benedetti a Rodó, pero sí de verificar hasta qué punto el pensamiento filosófico de Gavidia -con todo y su brillante intuición de plantear explícitamente y desde Centroamérica, la necesidad y posibilidad de crear una filosofía latinoamericana propia- se arraiga más en una visión de mundo decimonónica, incluso para posicionarse filosóficamente ante las realidades históricas de su país en el siglo XX, o si este pensamiento evoluciona conforme las tendencias y problemáticas filosóficas de la región en el momento en el que culminó su vida: ¡Nada menos que en 1955, esto es, en los albores de una serie de cambios políticos, sociales, culturales y literarios!
Debemos recoger las impresiones de algunos intelectuales que tuvieron la oportunidad de conocer a nuestro autor. Estas impresiones, que citaremos a continuación, coinciden en describirnos a Gavidia como alguien proveniente de otra época. El crítico nicaragüense Juan Felipe Toruño señala, para el caso, que ello se expresaba en el aislamiento en el que el poeta vivió durante sus últimos años:
Refugiado en su hogar, en un compartimiento excluyente, como el soledoso de Himmerland, dedicábase a reflexiones, a estudiar, a revisar lo que había escrito y a buscar novedades en lo antiguo y moderno: aun en figuras de revistas, las que recortaba para colocarlas en álbumes especiales. Parecía fuera del tiempo, anacrónico. Pero en aquella persona, con una orgullosa modestia, había el carácter de un hombre libre, un asesor de civismo.8
Dicho lo anterior, nuestro estudio hará un balance crítico preliminar acerca de cuáles son los elementos en el pensamiento de nuestro autor que apuntan hacia una concepción propia, es decir, latinoamericana, acerca de la filosofía. Antes de eso, daremos un breve vistazo a algunos estudios anteriores sobre el pensamiento filosófico de Gavidia. A partir de ellos, y de la información y reflexiones que aportan, hemos de avanzar en nuestra interpretación sobre Gavidia.
2. Algunos estudios previos sobre la filosofía gavidiana
Entre la cantidad importante de trabajos dedicados a nuestro autor, algunos de ellos aparecidos en la década de 1960, hay algunos que abordan su pensamiento filosófico. Entre dichos trabajos, figuran Magnificencia espiritual de Francisco Gavidia y Gavidia, poesía, literatura y humanismo, de José Mata Gavidia y Mario Hernández Aguirre, respectivamente. Su publicación, que data de 1969, fue el resultado del certamen nacional de ensayo, convocado para conmemorar el centenario del autor. Dentro de ese mismo certamen también fue premiado el libro en dos volúmenes titulado Gavidia. La odisea de su genio, de Roberto Armijo y José Rodríguez Ruiz. En él figura un apartado dedicado a la filosofía de Gavidia.
También se ha ocupado del pensamiento gavidiano el intelectual salvadoreño Matías Romero, a quien cabe el mérito de haber trabajado una primera historia del pensamiento filosófico del país centroamericano. Podemos encontrar referencias a la filosofía de nuestro autor en el libro Pensamiento filosófico salvadoreño (2001) y en su Historia de la filosofía en El Salvador (2006). En ambos volúmenes, Romero logra un acercamiento comprensivo de los principales elementos del pensamiento de nuestro autor y permite aproximarnos a categorías claves como la de apercepción, tan importante dentro del proyecto de filosofía latinoamericana que propone Gavidia. En 2015 apareció el volumen La idea de El Salvador en el pensamiento de Francisco Gavidia. En él, Romero se centra en el monumental poema Sooter o Tierra de preseas.
Lo anterior no agota, naturalmente, el conjunto de obras sobre Gavidia en las que hay referencias al pensamiento gavidiano. Sin embargo, creemos que los trabajos que reseñaremos a continuación dan una idea de la marcha de los estudios que abordan la filosofía gavidiana hasta el presente.
2.1. José Mata Gavidia
Los libros de José Mata Gavidia y Mario Hernández Aguirre proporcionan información valiosa para hacerse un mapa preliminar del pensamiento gavidiano. Mata Gavidia proporciona no solamente importantes referencias bibliográficas para seguirle la pista a la obra de su abuelo, sino que también da apreciaciones que pueden servir de guía para una caracterización de la filosofía del autor.
Con lo que respecta a Mata Gavidia, hemos de tomar en cuenta dos de sus textos. El primero es el ya mencionado Magnificencia espiritual de Francisco Gavidia, de 1969. El segundo es un texto escrito en 1957, Filosofía de la cultura en Francisco Gavidia, el cual fue publicado en la UCA en 2022. Nuestro orden de exposición es cronológicamente inverso, en razón de que el libro de 1969 ofrece una panorámica amplia y muy bien documentada de la obra gavidiana, incluyendo su propuesta filosófica. El texto de 1957 es un esfuerzo de interpretación del pensamiento de Gavidia en diálogo con Heidegger, acerca de la concepción del primero sobre la cultura.
Comenzaremos por dar un vistazo general a algunas apreciaciones generales de este autor sobre su concepción de Gavidia, contenidas en la obra de 1969, Magnificencia espiritual de Francisco Gavidia. La interpretación de Mata Gavidia apunta a los siguientes rasgos de la filosofía gavidiana:
-Una concepción idealista y providencialista de la historia universal. El sentido de la historia está dado a través de las ideas, que operan en el decurso de la historia. Los individuos no son el sujeto de la historia, ni tan siquiera los pueblos: las ideas son la fuerza impulsora.
-Esta concepción de la historia es progresiva. Hay optimismo en el rumbo progresivo de esa historia universal.
-Es deber del intelectual instruir al pueblo sobre ese sentido de la historia, para poder advertirlo de obstáculos o desviaciones del recto acontecer de la historia. Tal el proyecto paidéutico gavidiano.
-El Salvador como entidad, como nación, tendría una misión histórica que cumplir. No en balde su nombre: Soteer, Salvador. Esto recuerda mucho la interpretación de la historia universal que despliega José Vasconcelos en La raza cósmica: América Latina tendría la misión histórica de ser la síntesis étnica y cultural de la historia universal.
-El intelectual en un país como El Salvador tiene el carácter de maestro. Gavidia sería la encarnación de este tipo de intelectual.
Mata Gavidia sostiene que nuestro autor, que hace un esfuerzo importante para configurar su propio pensamiento, no es un mero divulgador de ideas filosóficas, sino que podemos encontrar en su obra reflexiones propias. Hay, en ese sentido, un pensamiento filosófico original en el autor de Soteer. Dice al respecto:
Una vez más Gavidia, también en el campo de la Filosofía aparece, no como un simple transmisor de ideas, sino como un investigador de ellas, y como descubridor de verdades filosóficas. Su espíritu como poeta es creador y ese sentido de hombre poiético, lo proyecta en todas sus actividades humanas y por lo mismo también cuando entra en los dominios de la Filosofía. 9
No menos importante resulta el estudio inédito, Filosofía de la cultura en Francisco Gavidia. Mata aborda la concepción gavidiana de la cultura. Para ello, dialoga con la ontología heideggeriana. Afirma que su investigación “seguirá la nueva senda de exponer el sentido general del ser-de-la- cultura, no sólo del ente cultural, y a la par se preservará, según convenga, las manifestaciones culturales de la obra de Gavidia.10 Por parte, Mata Gavidia afirma que existía un vacío en el abordaje del pensamiento filosófico de este autor:
Se conoce su obra poética, se han copiado y reproducido sus versos en innumerables publicaciones, pero no se ha estudiado la teoría admirable sustentada por él, sobre qué es el ser de la poesía y la naturaleza del poeta; sobre qué es el ser de la historia y la función socio-cultural de la misma; sobre qué es el arte en función de la vida social de una nación y cientos de aspectos más, que sobrepasan con creces la posición literaria, poética, histórica, artística y llega a los campos de la propia especulación filosófica.11
Seguidamente, afirma que es importante comenzar el estudio filosófico desde Sóteer:
El análisis de su obra básica, Sóteer-deficiente talvez desde el punto de vista poético, por su síntesis aparentemente poco conexa- incluye un nuevo concepto cósmico de la epopeya moderna y presenta todo el material acumulado durante más de cuarenta años, de un asombroso arquetipo para un filósofo de la cultura.12
La visión de Mata acerca de su abuelo evoca en grado sumo la importancia ontológica que Heidegger concede a la poesía y al poeta, Desde esta perspectiva, la concepción de cultura de Gavidia, cuya base es la poesía y literatura, se conecta con la concepción ontológica heideggeriana, en el sentido que para el autor de Ser y tiempo el lenguaje es la casa del ser y la expresión del lenguaje en la que mora el ser es la poesía, que no tiene la pretensión de aprehender-en la acepción de “prender”, “asir” algo-, de “aprehender”, decíamos, al ser, como sí lo harían la técnica y la cibernética. En este punto, el trabajo de Mata Gavidia también sugiere otra conexión entre el autor de Soteer y Heidegger: su denuncia de las implicaciones deshumanizadoras del positivismo, esto es, de una visión unilateralizada de las ciencias naturales y matemáticas, elevadas a la categoría de saberes privilegiados y excluyentes. Aunque Mata Gavidia deje apenas anotada y sin desarrollar su deslegitimación de la concepción marxista -“marxismo ortodoxo”, en sus palabras-,13 uno no puede menos que evocar la denuncia frankfurtiana de la caída de la ciencia occidental en una fragmentación del conocimiento en virtud de la primacía de la razón instrumental. O, aún más, en el Lukács de Historia y conciencia de clase, cuando afirma:
La separación capitalista entre el productor y el proceso global de la producción, la fragmentación del proceso de trabajo en partes que dejan de lado el carácter humano del trabajador, la atomización de la sociedad en individuos que producen sin plan y sin concierto, etc., todo esto tenía necesariamente que ejercer también una influencia profunda en el pensamiento, la ciencia y la filosofía del capitalismo.14
Por supuesto que las reflexiones de Gavidia y de Mata no parten del análisis marxista del proceso de producción. Lo que queremos resaltar es que, por diferentes vías, se puede llegar al mismo punto: el modelo civilizatorio moderno trae como resultado un conocimiento unilateral de la realidad, de especialistas que solamente conocen el ámbito instrumental de su campo disciplinario y no logran ver la conexión con otros saberes, porque, sencillamente, no los toman en cuenta. A esto se le opondría el perfil de intelectual gavidiano, el del “polígrafo”, el del estudioso que explora diferentes ámbitos del saber para tratar de tener una visión amplia de las cosas.
Al respecto, dice sobre Gavidia:
Cuando un autor no padece de la esquizofrenia científica de sólo saber un punto dentro del mundo de la ciencia o del arte, sino que extiende su saber por las más variadas y remotas comarcas de las ciencias, de las artes y de la filosofía, y además no las difunde como un simple transmisor, sino que la va recreando y transformando, no como un simple afortunado al que ayudará la suerte, sino como consciente investigador que busca y elabora e ilumina su senda con el poder crítico y orientador de la filosofía, bien podemos sospèchar la existencia dentro de su labora cultural, de una concepción, expresa o tácita de una cosmovisión cultural.15
Para Mata Gavidia, mas que ubicar a Gavidia dentro de una modalidad u otra de hacer filosofía-aunque, para el intelectual guatemalteco, su ancestro está más cercano a la forma de filosofar de un Sócrates o un Séneca, antes de ser un filósofo en la senda de Leibniz, Heidegger o Bergson16-, lo más importante será concentrarnos en los rasgos del filosofar gavidiano. Mata Gavidia reivindica la originalidad del poeta salvadoreño. Según el intelectual guatemalteco, Gavidia veía una misión trascendental para la nación salvadoreña. Siendo fiel a un ideal clásico occidental de cultura, para nuestro autor El Salvador tendría que ser un centro de irradiación de la cultura, una cultura “de carácter universal,”17 dentro de la concepción occidental y clasicista de la cultura. En este ideal hay una crítica implícita a la cerrazón y al provincianismo del medio salvadoreño. “Una cultura de aldea” -dice Mata Gavidia- “es un contrasentido, si no tiene amarres más allá de sí misma.”18 Por tanto, El Salvador debía ir más allá de sus límites para realizarse como entidad cultural. Oigamos a Mata:
Cuando Gavidia trata de captar la esencia cultural de su patria, nunca se queda encerrado dentro de la miopía local. Como destino señala al más pequeño país de América, llegar a ser el más grande, siempre que su misión sea la de convertirse en “un país que se especialice en difundir toda la cultura”. La grandeza de Atenas no fue la de haber erigido un Partenón y poseído unos sabios y poetas geniales, sino la de que su Partenón y esos sabios y esos poetas, dieron forma a todo el mundo con su cultura.19
Gavidia sería, tal como lo caracteriza este autor, “apóstol del ser-universal de la cultura”20. De ahí la tentativa de crear una lengua universal, el llamado Idioma Salvador, construido por Gavidia a partir de la búsqueda de raíces lingüísticas comunes a algunos vocablos de diversas lenguas occidentales21. Esta tentativa que, si bien despertó, al parecer, el interés en algunos lingüistas europeos -recuérdese la tentativa del Esperanto-, no tuvo más concreción que, al parecer, la fundación de un periódico -Kosmos- por parte del autor, “escrito de la primera a la última línea en Idioma Salvador”, algunos textos literarios, amén de un “formidable tratado de Idioma Salvador en unas 81 páginas (...) sino que le añade un diccionario de cerca de 12,000 voces”22. Lo importante, en este caso, no es tanto si el proyecto del Idioma Salvador tuvo éxito o no, sino el hecho de que Gavidia, en tanto intelectual, busca ir más allá de la cultura local y hacerse de lo que, en aquel momento, podría llamarse una “cultura universal” con los escasos elementos que había a su alcance. En tal sentido, Gavidia aprende por sus medios francés, inglés y otras lenguas, y, no contento con ello, emprende la labor de traducir textos escritos en dichos idiomas. Hizo traducciones del francés -el Fedón de Platón, a partir de una versión de Víctor Cousin-, del inglés, “de la langue d’oc, del portugués del alemán, latín, griego, del náhuatl y aún hizo sus intentos del árabe, sánscrito, hebreo y se metió a querer descubrir la estructura del mismo maya”, comenta con entusiasmo Mata Gavidia,23 En sus apuntes se pueden encontrar anotaciones sobre el Apocalipsis de San Juan, con análisis de palabras escritas en alfabeto hebreo. Al parecer, también tradujo el Sueño de Escipión, de Cicerón, el primer acto de El misántropo, de Molière, un texto de Goethe, así como el Cancionero del siglo XIX -que Ángel Duarte ha trabajado en la investigación que puede leerse en este volumen -.
A los ojos de Mata Gavidia, la traducción no es una simple ocupación más para su abuelo. La traducción guardaría coherencia con el ideal de universalidad del autor de Júpiter, en tanto “función universalizante del traductor.”24 Mata Gavidia afirma esto, en tanto concibe que el “postulado básico de Gavidia de que la cultura es universal no sólo por naturaleza, sino porque hasta lo parcial se despoja de sentido si se rompe el ser-preferencial.”25 El intelectual guatemalteco no da una definición precisa del término, pero podríamos colegir que “ser-preferencial” de la cultura es un término utilizado para plantear que la cultura solamente logra su plena realización si se convierte en un patrimonio común de la humanidad. De ahí, sigue Mata Gavidia, el afán de su ancestro por “traducir todo lo que cae en sus manos para beneficio colectivo.”26
2.2. Hernández Aguirre
Por su parte, el libro del escritor Mario Hernández Aguirre, Gavidia, poesía, literatura y humanismo (1968), a la par del innegable mérito de ser un trabajo bien documentado, proporciona elementos interpretativos que resultan interesantes para introducirnos en la filosofía gavidiana.27 Lo más llamativo es la hipótesis en el sentido de que lo nuclear del pensamiento de nuestro autor es su visión de mundo poética, la cual vertebra su pensamiento filosófico y le da sentido a su labor como escritor, educador y hombre público. “Fundamentalmente Gavidia es un poeta que vive y que siente la poesía -apunta Hernández Aguirre-. Pero la siente con ardor, como fuego, como pasión, no como materia de recreo, como pasatiempo, actitud que criticará acremente.”28
El autor del volumen que reseñamos en este apartado cita estas vehementes palabras del escritor salvadoreño:
Hemos oído hablar a personas ilustradas con profundo desdén, del estudio de las bellas artes. Para estas buenas gentes, la literatura significa algo tan secundario al lado de las ciencias de aplicación, que viene a ser materia de recreo, puro adorno de las personas educadas, cosa de un orden puramente inútil.29
Hernández Aguirre nos pone sobre la pista, asimismo, de una visión romántica de la realidad:
El criterio de nuestro autor en este sentido, no obstante estar hilvanado con un hermoso hilo romántico, concretamente ofrece el camino para mantener vivo el sentimiento artístico y cultural de nuestro pueblo. El estudio de la literatura que recomienda, obedece a su teoría mediante la cual el buen conocimiento de un buen poema deja en la inteligencia un tanto de poder lógico, superior en calidad, al adquirido a través de todo el curso de la ciencia. No se trata, pues de preparar a escritores, novelistas o poetas, sino simplemente de inculcar lógica y amor por la belleza con el medio más adecuado, cuál es el conocimiento de la poesía.
Estudios de la obra de los más grandes literatos de todos los tiempos, con acuciosos datos ponen de manifiesto los resultados obtenidos en el curso de la historia, cuando han estado amalgamados el arte y la ciencia. Ha sido necesario un sexto sentido, una lógica superior a la normal, escondida, disimulada en el seno de la armonía artística para lograr positivos resultados científicos.30
Como veremos, para Gavidia el estudio de la literatura es fundamental para construir los cimientos de una auténtica cultura. En la literatura, especialmente en la poesía -nos dice Gavidia- está condensada la sabiduría de la humanidad. Por tanto, podemos colegir que para nuestro autor hay una mutua imbricación entre filosofía y poesía.
2.3. Armijo y Rodríguez Ruiz
En el libro Francisco Gavidia. La odisea de su genio, Roberto Armijo y José Rodríguez Ruiz plantean las dificultades para la investigación de la obra de nuestro autor, así como la necesidad de buscar su carácter unitario, pese a la dispersión de sus textos:
Su pensamiento se manifiesta fragmentado, atomizado casi, en decenas de pequeños artículos, en cientos de juicios repetidos ya en prosa, ya en poesía. Aun en sus libros sistemáticos -Sóteer o la Historia Moderna de El Salvador, como ejemplo- esa fragmentación se manifiesta aguda. (...) Luego, su pensamiento esencial, posee una característica unidad. Ello no permite un análisis aislado de su producción artística. Jamás se podría entender al Gavidia filósofo, sin comprender su Sóteer. Y jamás se podría entender Sóteer sin tomar consciencia del ideario filosófico del maestro.31
En efecto, un vistazo a los trabajos de Gavidia contenidos en su archivo da fe de esta fragmentación de la que hablan los autores. En ello coinciden con otros estudiosos, quienes señalan que esta dispersión constituye una dificultad a sortear a la hora de bucear en el pensamiento de Gavidia.
El primer volumen de Francisco Gavidia. La odisea de su genio arranca precisamente del análisis de la poesía. De ahí su nombre: “El libro de la poesía”. El segundo incluye “El libro del teatro y de las narraciones”, “El libro de la filosofía, de la historia y del lenguaje”, y concluye con “Los apéndices”. El apartado dedicado a la filosofía del autor abunda mucho en el contexto filosófico de la región americana, en la filosofía idealista alemana, la filosofía de Hegel y el positivismo en América. Los autores coinciden en afirmar la influencia hegeliana en Gavidia (“En la inspección de su libros más queridos, aparece la Fenomenología del Espìritu y la Historia de la Filosofìa, subrayados y anotados, con una estampa de Hegel pegada a sus carátulas. Pero no hay indicios de la fecha en que fueron adquiridos. Las anotaciones al margen son ilegibles. El maestro solía escribir sus comentarios marginales en distintos idiomas: latín, griego, hebreo, etc. Su caligrafía además era muy fea. Recuérdese las inmensas dificultades que han surgido en la ‘traducción’ de su obra inédita.”32 Los autores afirman que el autor publicó su primer ensayo sobre Hegel en 1914, aunque no proporcionan mayores datos. Sostienen que Gavidia “construyó un sistema filosófico que busca -sin proponérselo- conciliar el espíritu de Platón con el de Hegel.”33 Esta conciliación se debe, como veremos más adelante, al eclecticismo adoptado por Gavidia como estrategia para configurar un pensamiento filosófico propio.
La interpretación de Armijo y Rodríguez Ruiz apunta, asimismo, a una hipótesis según la cual la visión filosófica de Gavidia parte de la existencia de un Dios, cuya providencia mueve la historia. De ahí la aseveración anterior, en el sentido de que nuestro autor concilia el platonismo (este Dios operante en la historia) con la filosofía hegeliana. En ello ambos autores tienen razón. La imagen gavidiana de Dios es central en el sistema filosófico idealista radical del pensador salvadoreño.
2.4. Matías Romero
El académico y lingüista salvadoreño Matías Romero es el único autor contemporáneo que se ha dedicado a estudiar la filosofía de Gavidia, continuando la labor de los autores precedentes. Romero ha ubicado la filosofía de Gavidia dentro del contexto del pensamiento filosófico salvadoreño. Romero sistematiza la historia de la filosofía en El Salvador y, dentro de esta sistematización, el pensamiento de Gavidia. “¿Qué vamos a entender por filosofía en la lectura de los escritores salvadoreños?”34, se pregunta el autor. Éste aborda fuentes sumamente amplias: No solamente incluye la obra de autores dedicados a temas aceptados como filosóficos, sino que busca una filosofía salvadoreña dentro de su literatura. Así,
Hay filosofía, ya en los escritos de los autores de un país, cuando se ve que su temática levanta la mirada más allá de los afanes del quehacer socio-político, pero no para inventarse o recrear las cosas, como hacen el arte y la literatura, sino para tratar de entender seriamente cómo son las cosas en su más profunda esencia. La política quiere gobernar, aunque no entienda, mientras que la filosofía quiere entender, aunque no sea para gobernar.35
En la conferencia “Trayectoria del pensamiento filosófico en El Salvador”, de 1984, Romero ubica a Gavidia dentro de la “filosofía de postindependencia”, es decir, la filosofía producida inmediatamente después de la independencia hasta las primeras décadas del siglo XX. En dicha clasificación, Romero incluye a Bartolomé Rodríguez, Juan Bertis, Darío González, Juan José Samayoa, Vicente Martínez Lemus, Francisco Gavidia y Alberto Masferer 36. Romero subraya la dificultad intrínseca para abordar la filosofía gavidiana, consistente a su juicio por “su característica general caótica, creativa y original” 37, “el gran caos gavidiano, caos genesíaco donde nace la luz.”38 De igual modo se expresará en Historia de la filosofía en El Salvador, cuando afirma que Gavidia “tenía un modo peculiar de trabajar y de conversar (...) y su pensamiento se eleva y se pierde frecuentemente en abstracciones aparentemente incoherentes. Es difícil seguirlo y más pretender descubrir el hilo conductor o el itinerario de aquel cerebro poderoso que viajaba por todo el universo.”39 En diálogo con los trabajos de Mata Gavidia y Juan Felipe Toruño, Romero subraya que nuestro autor “no cultivó la filosofía como una actividad más, como algo distinto del humanismo o de la poesía, como una curiosidad más de su genio voraz. No, su condición filosófica le fue esencial y omnipresente”. 40
En su Historia de la filosofía en El Salvador, Romero le dedica el capítulo titulado “Francisco Gavidia o la filosofía de la poesía”. En este sentido, hay una coincidencia interesante con el texto inédito de Mata Gavidia, que reseñamos líneas arriba. “Gavidia es fundamentalmente un poeta, no sencillamente un filósofo, pero de tan poeta que es, su pensamiento tiene profundidades filosóficas y un propósito de inspiración mesiánica que va mucho más allá de la filosofía”.41
El autor aborda los siguientes puntos, para proponer una interpretación coherente al “caos” del pensamiento de Gavidia:
En lo tocante a las “bases para una filosofía latinoamericana”, el estudioso salvadoreño señala cuál sería, a su juicio, el objeto del pensamiento gavidiano y su forma de expresión:
Ciertamente no estamos hablando de una concepción del universo ni de un sistema especulativo según las categorías tradicionales de la metafísica clásica. Gavidia no está pensando ni en una teoría del conocimiento ni en una ontología ni en una ética ni en una teodicea. Su mirada que vuela sobre el universo se centra pronto en el terruño y es a los paisanos queridos de ese pedacito del planeta a los que él quiere comunicarles una doctrina redentora para convertirlos en un modelo de pueblo, para hacer de El Salvador un nuevo Efrata. Recordemos que Efrata es el antiguo nombre de Belén, ciudad de donde, según la profecía de Miqueas, había de salir el Mesías. Gavidia en su exaltación lírica sueña con el engrandecimiento de su patria y pone nada menos que El Salvador como el centro de origen y de irradiación de la democracia en América. 43
Desde esta perspectiva, una filosofía latinoamericana deberá apoyarse en un método propio: La apercepción.44. Más adelante nos enfocaremos en este concepto y haremos reseña de lo que Romero y otros autores apuntan al respecto. Permítasenos adelantar que con apercepción, Gavidia reivindicaría una forma de conocimiento intuitivo, poético, en contraposición al esquema de conocimiento racionalista y positivista.
En el apartado titulado “Gavidia, filósofo de la historia y configurador de la identidad salvadoreña”, Romero afirma que, desde el punto de vista de la apercepción, nuestro autor “escribe historia con filosofía, razonando y elevando a la categoría de símbolos a los personajes, a las cosas y a los hechos. El poeta se luce y se recrea en esta faena”45, a lo cual añade: “Parte del significado de que en cada cosa y en cada persona se esconde un significado y eso es lo que hay que descubrir. ¡Claro, este tipo de historia no es científica, objetiva y estrictamente documental como la que hoy se exige! Es, sencillamente, otro modo de percibir las cosas con la facultad de la apercepción y al calor del patriotismo.”46 Por tanto, “cuando Gavidia hace historia no puede dejar de ser a la vez filósofo y poeta. El resultado es que lo que escribe es un poema o una arenga o una proclama” 47. Romero advierte, pues, que Gavidia tiene una visión simbólica de personajes como Matías Delgado, Lara o Santos Dumont, así como de los distintos momentos de la lucha por la independencia en El Salvador. El símbolo más grande constituiría Sooter, es decir, El Salvador en la misión mesiánica que le adjudica Gavidia. Con esto, se pasa al tercer punto: “La gran epopeya de Soteer”. Como lo apunta el autor, la voz griega Sooter -también transcrita por Gavidia como Sóter y Sóteer- significa “Salvador” -de ahí, por ejemplo, el término teológico soteriología, que es el ámbito de reflexión teológica cristiana dedicado a la salvación. “Sooter o Tierra de Preseas” es el ambicioso y amplio texto poético con el que Gavidia expone su tesis sobre la misión de su país. Romero dedica varias páginas de este capítulo para analizar algunos de los elementos simbólicos del poema gavidiano: Héspero, Eléuteros, Nosteria, por citar algunos. Aparte, debe recordarse que, como apunta Gallegos Valdés (2005), “tierra de preseas se dice en pipil Cuzcatlán”. Para este especialista en la obra de nuestro autor:
En Sooter practica Gavidia, muy a su gusto el método aperceptivo-abstractivo-simbólico del que nos habló al sentar las bases para una filosofía latinoamericana. Es el más acabado ejemplo de lo que puede lograr con este método y de lo que puede hacer la poesía cuando se pone a filosofar. El resultado es maravilloso, bello en extremo y espectacular, no importa si después alguien se resiste a pònerle, para la exportación y para la venta, la viñeta de la filosofía.48
En una obra posterior, La idea de El Salvador en el pensamiento de Francisco Gavidia, Matías Romero se centra en el poema arriba citado. En este libro, Romero sitúa los diversos personajes simbólicos que actúan en el poema Sooter, así como los conceptos utilizados por Gavidia.49 A continuación, se enfoca en el concepto gavidiano de idea, distinto a la forma en que este ha sido tratado por filósofos como Kant. El tratamiento gavidiano de los conceptos filosóficos, nos advierte Romero, difiere no pocas veces de su uso en la tradición filosófica occidental.50 Finalmente, se aborda el poema Sooter, en el que Gavidia pone en tensión tanto episodios de la historia salvadoreña como el drama filosófico-espiritual que se juega tanto en la Tierra de Preseas como en el cielo de las ideas. Se trata del más reciente estudio sobre esta importante obra de Gavidia, lamentablemente olvidada hoy en día.
3. Ubicación de Gavidia dentro de la historia del pensamiento filosófico latinoamericano
Para ubicar a Gavidia en el contexto del pensamiento filosófico latinoamericano, es preciso hacer el ejercicio de revisar las periodizaciones históricas propuestas por algunos especialistas en la historia de la filosofía latinoamericana. Deberemos contrastar la propuesta gavidiana con aquellos elementos que, en dichas periodizaciones, se proponen como representativos de un determinado grupo generacional de intelectuales de una época o épocas en concreto.
El filósofo español Carlos Beorlegui, en su importante obra Historia del pensamiento latinoamericano. Una búsqueda incesante de la identidad (2010), recoge algunas de estas periodizaciones. Concretamente, nos referiremos a la del autor peruano Francisco Miró Quesada, uno de los filósofos latinoamericanos más importantes de los años 60 del siglo XX, quien reflexionó sobre la posibilidad de un pensamiento filosófico propio para nuestra región. El filósofo peruano “habla de cuatro generaciones o grupos generacionales, que denomina, siguiendo un orden cronológico, generación de los ‘patriarcas’, de los ‘forjadores’ (también denominada “generación intermedia”, generación joven y, por último, generación de los universitarios.”51 La investigación de Beorlegui recoge otras periodizaciones, otras delimitaciones en grupos generacionales, las cuales obedecen a determinadas perspectivas -es muy significativa, por ejemplo, la que propone Eduardo Nicol, en la que se agrupan las generaciones de pensadores latinoamericanos en derredor de aquellas influencias filosóficas venidas de España: Ortega y Gasset, primero; los “trasterrados” españoles, después52. Beorlegui sintetiza las periodizaciones mencionadas y otras más, para proponer un esquema del cual recogeremos la parte que nos parece más ajustada al perfil de Gavidia, dado el momento histórico en el que vivió:
Los llamados “patriarcas” en esta periodización, se dividen en dos grupos. El primero incursiona en el espacio público alrededor de 1900 y el segundo, hace lo propio hacia 1915. Gavidia, nacido en 1863, pertenecería al primer grupo. Sus primeros escritos, al igual que los de Farias Brito, aparecieron en las postrimerías del siglo XIX. Ahora bien: hay que apuntar que esta denominación de “patriarcas”, propuesta por Miró Quesada, parte de un criterio bastante discutible: “El filósofo peruano considera que, tras la independencia de España, en Latinoamérica no existía prácticamente filosofía, porque la que se daba durante la etapa final de la Colonia estaba ya muerta y vieja. Sólo al final del siglo XIX se llegaría a conseguir una cierta revitalización filosófica”54. Aquí se parte, por consiguiente, que no deberíamos tomar en cuenta las etapas previas al siglo XX como relevantes en términos filosóficos. Asumiendo como cierta la cuestionable afirmación en el sentido de que antes de las postrimerías del XIX la filosofía estaba muerta en América Latina, ¿cómo explicar la irrupción del llamado grupo de los “patriarcas”? Sobre todo si nos atenemos a esta exposición de sus rasgos, siguiendo al filósofo peruano: “La generación que empieza a realizar el viraje decisivo, según Miró Quesada, es la que se halla a caballo entre los dos siglos, y que él denomina generación de los patriarcas. Se trata de la primera generación de filósofos que hace filosofía desde la ruptura con todo lo que se había hecho en Latinoamérica hasta entonces.”55Miró Quesada afirma que esto constituyó un “brote aislado y espontáneo de pensamiento filosófico.”56 Por “espontáneo” entiende el filósofo peruano el hecho de que los “patriarcas” comienzan a reflexionar filosóficamente sin una tradición previa de la cual partir. Leían e intentaban asimilar un producto intelectual foráneo, que no había echado raíces en nuestra región. Miró Quesada recuerda que estos intelectuales afrontan limitaciones, tanto técnicas e institucionales -en el sentido de que está por darse lo que Francisco Romero llamó “normalización filosófica” -esto es, la institución de universidades con cátedras de filosofía, con profesores especializados y con una vida intelectual acorde-, sino también ideológicas, por cuanto hay un fuerte eurocentrismo filosófico, debido a la falta de reconocimiento de referentes propios:
El problema que tenían estos filósofos era que no dominaban bien la filosofía que leían, la filosofía de los clásicos de la filosofía europea. Toda esta generación estaba orientada a imitar a Europa. Imitaban sobre todo a Francia. Era el grupo generacional que se enfrentaba a un positivismo que estaba ya en su fase final de dominio y esplendor, y para tal enfrentamiento se apoyaban en las figuras más sobresalientes que en Europa atacaban y se oponían al positivismo: Bergson, Croce, Nietzsche, los neokantianos, Simmel… Poseían un gran empeño en conocer a fondo, en sus textos, a los más importantes filósofos europeos. Por tanto, son estos jóvenes pensadores latinoamericanos los que cumplen la tarea de pasar de una comprensión cultural de los filósofos a una comprensión en profundidad. Pero del empeño de esta comprensión en profundidad de los filósofos europeos contemporáneos salta y se remonta también al estudio de los filósofos de épocas antiguas. Al mismo tiempo, tienen el deseo de poseer una tradición propia, autóctona, pues entienden que se había perdido todo contacto con la propia tradición histórica.57
En otras palabras: Hay una buena voluntad de filosofar, pero también un instrumental técnico e intelectual bastante deficiente.
Es interesante, a este respecto, ver cómo se encontraba el ambiente cultural e intelectual con el que se encontró Gavidia al iniciar su carrera intelectual y literaria. La actividad literaria en las décadas comprendidas entre 1860 y 1880 es, más bien, exigua.58Esta se circunscribe a alguna “participación de poetas y oradores en actos públicos o veladas de la alta sociedad”59. En el entorno cultural salvadoreño -que es el que encuentra un jovencísimo Francisco Gavidia entra en escena- hay lo que Miguel Ángel García llama “un grado de cortesanía de cultura”). Composiciones de ocasión, para ser declamadas en “actos sociales”, esto es, para los “rituales públicos” de las élites gobernantes60: loas a los gobernantes de turno y a las muestras exteriores del “progreso” tal como lo entendía el proyecto liberal salvadoreño: para eso era la escasa poesía que se daba a conocer para entonces. No había un público ávido de literatura, pero sí para manifestaciones artísticas como la música o el teatro -con intérpretes venidos del exterior, por supuesto-. La literatura tenía una función ornamental. La escasa literatura, pues, amén de los poetas que pueden encontrarse en la antología titulada Guirnalda salvadoreña, de Román Mayorga Rivas (1884), no era muy abundante en géneros como el dramatúrgico. Asimismo, parece que la novela brillaba por su ausencia. Son elocuentes las exhortaciones de Esteban Castro recogidas en su discurso pronunciado al asumir la presidencia de la sociedad literaria La Juventud, en 1881:
Lo primero que debe hacer esta sociedad para encaminarse a su fin, es, a mi juicio, dar un nuevo giro a nuestra literatura e imprimirle un carácter nacional: que nuestros literatos, en vez de ocuparse de lances amorosos, de insomnios, suspiros y lágrimas de amor, se ocupen de nuestra historia y nuestros héroes, nuestras virtudes y nuestros vicios.61
Castro se moverá en un contexto en el que él y los autores de su generación, en el momento en que los gobiernos liberales se plantean el proyecto de crear los elementos de identidad de la nación salvadoreña. Uno de estos elementos es la creación de una historia oficial, tarea que se encomienda a Gavidia y a otros intelectuales. La formación de una literatura con “carácter nacional” es coherente con esta creación de elementos referenciales de la construcción identitaria salvadoreña. Aquí surgirá, probablemente, el tópico de “Gavidia, fundador de la literatura salvadoreña”. En este punto, no podemos menos que relacionar lo expresado por Castro y, sin duda, recogido por Gavidia en su proyecto intelectual, con muchos de los pronunciamientos artísticos de la Generación Comprometida y del Círculo Literario Universitario, surgidos ambos en la década de los 50 del siglo XX. En dichos pronunciamientos, algunos de los poetas pertenecientes a ambas agrupaciones abogaban por una revisión crítica de la tradición literaria anterior y a una suerte de refundación de dicha tradición, surgida a partir del rescate de la obra de autores que habían recogido lo que consideraban como los auténticos rasgos de lo nacional y popular. Encontramos, pues, que entre Gavidia y Dalton, quien denostó al primero llamándolo “viejito loco” en un célebre poema, no hay tanta distancia a la hora de pretender crear una literatura y cultura salvadoreñas auténticas. Una suerte de adamismo literario, quizás. Pero retornemos a Gavidia.
Si, efectivamente, era palpable la ausencia de una historia y literatura “nacionales”, también lo era -al menos para Gavidia- la ausencia de una filosofía propia “o sea, Latino-Americana”, tal como se titula un texto suyo que comentaremos más adelante. La ausencia de una normalización filosófica en El Salvador seguramente marcó a Gavidia. ¿Qué implica una “normalización filosófica”?62 Es decir: ¿qué implica la existencia de una carrera académica, con escuelas y facultades dedicadas a su enseñanza? Algo muy importante y que si bien Gavidia podría encontrar en el ámbito literario, en el terreno filosófico se veía como la proverbial voz solitaria que clama en el desierto: Interlocutores. Al no haber una escuela de filosofía en el sistema educativo salvadoreño, Gavidia no tenía ante quién poner en común los hallazgos que, con un titánico esfuerzo, encontraba en sus solitarias expediciones filosóficas en los tomos de Platón o de Cousin que llegaban a sus manos. Más allá del encuentro con Vasconcelos y de su recepción de Cousin, el intelectual salvadoreño, en términos de intercambios con colegas filósofos contemporáneos, se encontraba aislado.
3.1. La influencia del eclecticismo de Cousin
Volvamos a la caracterización que hace Miró Quesada sobre los “patriarcas”. Gavidia guarda demasiadas similitudes con ella, como para poder dejar pasarlas por alto, pero también hay diferencias. El filósofo peruano ha dicho, entre otras cosas, que este grupo generacional dialoga con “Bergson, Croce, Nietzsche, los neokantianos, Simmel”, para poder contrarrestar el positivismo. Los autores mencionados son, quizás, demasiado propios del siglo XX para Gavidia. A quien recurre principalmente nuestro autor es a Hegel. Pero es un Hegel mediado por la recepción que de su obra hiciera el filósofo francés Victor Cousin (1792-1867). Cousin es un autor muy poco conocido en el ámbito filosófico, incluso en la propia Francia, de cuyos planes de estudio de filosofía fue autor. Betria (2010), en su reseña sobre la obra de Patrice Vermeren, Victor Cousin. El juego político entre la filosofía y el Estado, señala que este autor, “jefe de la filosofía oficial de la Monarquía de Julio”, se desempeñó como catedrático en La Sorbona y catedrático en la Escuela Normal.63 Su propuesta filosófica, conocida como eclecticismo, busca conciliar el pensamiento hegeliano con el de Kant y Descartes.El eclecticismo intenta ser “un tipo de actividad filosófica que consistía en seleccionar de todas las filosofías existentes, lo que tuvieran de verdadero, descartando lo falso, para hacer con ellas una síntesis.”64 O, como afirma Manns:
The philosophy Cousin promulgated, while contained doctrinal elements, was characterized rather in terms of its method. “Eclecticism” is the name he gave to it, and it embodied the conviction that all philosophical systems contain something of the truth, commingled with certain false elements. The true philosophy would be the one which gathered the truths attained by various systems throughout the ages, and pared away from them whatever false beliefs they have associated with. I shall say more from eclecticism shortly; for the moment let us just note that the very nature of the doctrine draws its adherents into a consideration of the whole history of philosophy. It is not a system of beliefs which could be reached through reflection carried in isolation, for how, under such circumstances, would one come to know what truths have been unearthed by previous philosophers? Eclecticism thus requires a serious critical examination of the results attained by philosophers across the centuries. 65
El eclecticismo intenta, pues, rescatar, de los distintos sistemas filosóficos, aquellos elementos que implicarían un progreso del pensamiento. El eclecticismo es, en última instancia, según Betria,
(...) la forma filosófica de liberalismo conservador que buscaba, a la manera de los doctrinarios, terminar con la actividad crítica y “destructiva» propia de la filosofía del siglo XVIII que, se pensaba, había logrado la Revolución Francesa pero fomentado también los excesos del Terror de 1793-1795.66
Únicamente en su afán de síntesis, encontramos una confluencia del pensador francés con Hegel, a quien Cousin conoció directamente cuando el filósofo alemán viajó a Francia en 1827. Cousin tomó varios de sus cursos y lo visitó en Heidelberg-67 En 2005 se publicaron los apuntes que Cousin tomó de los cursos de estética de Hegel (publicados por la editorial parisina Vrin, bajo el título G. W. F. Hegel. Manuscrit de Victor Cousin, en 2005). Fuera del afán de síntesis, consideramos que las perspectivas de Cousin son más estrechas que las del filósofo alemán.
Hay un elemento de coincidencia muy importante entre Gavidia y Cousin. Para este último, “el eclecticismo se presenta como una historia de la filosofía, pues la tarea encomendada al filósofo era la de historiar y analizar las doctrinas existentes, más que crear nuevas.”68 Gavidia, tanto en sus apuntes de clase como en artículos dedicados a abordar la cuestión de la posibilidad de un pensamiento filosófico latinoamericano, hace historia de la filosofía, desde el canon europeo y abarcando, como predecesores, el pensamiento chino, indio, mesopotámico y hebreo; esto, al modo hegeliano, en el que estos pensamientos son fases preparatorias de la modernidad filosófica.
Consideramos que, del eclecticismo de Cousin, Gavidia retomó, talvez no tanto las conclusiones a las que llega el filósofo francés, sino el abordaje ecléctico de las fuentes filosóficas para construir un planteamiento original. El eclecticismo no implica necesariamente una conjugación arbitraria de elementos disímiles entre sí, sino que, en lo que a Gavidia respecta, hay de fondo una concepción idealista de la realidad, que se nutre de Platón, Hegel y Cousin, entre otras influencias. Lo hace para tratar de responder a su problema fundamental: ¿Cómo constituir a El Salvador en un pueblo y una nación? Siendo la circunstancia salvadoreña distinta a la circunstancia europea o de cualquier otra cultura, es importante filosofar de manera original. Esto implica para Gavidia una apropiación creativa y crítica de las fuentes filosóficas ya dadas, desde el criterio de buscar aquello que pueda servir mejor para reflexionar sobre el problema fundamental. Lo dice el mismo autor, al final del texto inédito Las espigas de Ruth:
Cada sistema filosófico contiene verdades de utilidad relativa.
Dentro de cada sistema se hacen estudios y aplicaciones que tienen una bondad y utilidad relativas. Resta comparar las buenas cualidades de unos y otros.
La aptitud de tomar la bondad de cada uno es el genio. En cambio, un sistema puede tener tan malos principios que los defectos sean mayores que las bondades.69
El apunte de Gavidia se queda precisamente en esa parte, en estos dos puntos que se abren, sin anotar los ejemplos. Pero esta omisión, achacable al carácter de borrador del texto, se compensa con lo que el autor manifiesta. Este afirma que cada sistema filosófico tiene limitaciones. Esta afirmación tiene un lugar de enunciación: la circunstancia americana, la circunstancia salvadoreña desde la que reflexiona nuestro autor. Por un lado, hay que comparar las cualidades de dichos sistemas. No podemos, de forma acrítica, parece decirnos, volvernos sin más “hegelianos”, “cousinianos”, “analíticos”, “marxistas”, “krausistas”,sin hacer esa comparación. Hay que conmensurar los “estudios” y “aplicaciones” dentro de nuestras circunstancias. ¿A través de qué medio podemos hacer esas comparaciones? ¿A través de unos parámetros “objetivos” al estilo positivista? Ciertamente, la aplicablidad es un criterio, pero también esto que el autor enuncia de forma enigmática: “genio”. Nos recuerda aquellos pasajes de Verdad y método, en los que Gadamer reflexiona sobre la estética kantiana y construye el argumento de la estética como “placer desinteresado”, fundado en una capacidad cultivada para admirar la obra de arte, condición, esta última, necesaria para desentrañar el resultado del trabajo del genio artístico. Recordemos que, para Kant, según Gadamer, “el arte del genio consiste en hacer comunicable el libre juego de las fuerzas del conocimiento.”70 El genio gavidiano logra hacer inteligible los elementos de dichas fuerzas del conocimiento que resultan más útiles para conformar un pensamiento filosófico propio.
3.2. La recepción de Hegel en Gavidia
Un segundo elemento que señala Miró Quesada acerca de la llamada generación de los patriarcas es que estos buscaron familiarizarse con “los más importantes filósofos europeos”, y que de este buceo en profundidad con estos autores, esta generación ”salta y se remonta también al estudio de los filósofos de épocas antiguas”. En efecto, Gavidia estudia a fondo la filosofía occidental y elabora programas de estudio filosóficos. En sus lecturas y en sus apuntes para clases destacan los griegos. Traduce el Fedón de Platón, a partir de la traducción al francés de Victor Cousin. La traducción, publicada en La Quincena, en 1906, está precedida de la siguiente nota: “Fedón o Del alma de Platón. traducido de la admirable versión de Victor Cousin, al castellano, por Francisco Gavidia.”71
Gavidia fue un autodidacta. Un autodidacta dotado de una gran capacidad de intuición y una avidez intelectual por profundizar en los estudios filosóficos. Pero esta intuición disciplinada, centrada en desentrañar los problemas fundamentales del pensamiento occidental, se ve limitada precisamente por aquella razón por la cual Gavidia fue un autodidacta en la filosofía. En El Salvador no se había dado todavía la “normalización filosófica”. En nuestro país, la Escuela de Filosofía de la universidad pública no se fundó sino hacia la década de 1940.72 La ausencia de una normalización filosófica evita, por una parte, que Gavidia tenga que luchar contra la filosofía de moda del momento y que tenga que adscribirse a alguna escuela de pensamiento determinada. Pero, por la otra, la carencia de un entorno académico filosófico impide que nuestro autor tenga interlocutores inmediatos en el país y que no esté al tanto de aquellas producciones filosóficas con las que los pensadores latinoamericanos de principios del siglo XX dialogarán fecundamente: Bergson, Marx, Ortega, Freud, por citar algunos nombres.
La recepción del pensamiento filosófico europeo se puede apreciar en sus cuadernos de notas. Esta recepción llega al siglo XIX y su referencia más fuerte es Hegel. No hemos logrado determinar cómo llega a conocer la obra hegeliana, tomando en cuenta que, mayormente, el autor leía mucho en francés y no tanto en alemán o en inglés. Siguiendo la recomendación que nos diera Julián González, dimos un vistazo al catálogo de la Biblioteca Nacional de El Salvador, correspondiente a 1896. El director era Diego Meany y Gavidia era Director de Educación Pública Primaria. No aparecen libros de Hegel en ese listado. Aparecen, sí, y en una cantidad considerable, obras de Cousin:
-Cours d’histoire de la Philosophie (París, 1828-29)
-De lo verdadero, lo bello y lo bueno. Curso de filosofía, Valencia, 1873.
-Fragments philosophiques. 3ª edición. París, 1838-40.
-Manuel d’histoire de la philosophie. París, 1829.
-Nouveaux fragments philosophiques. París, 1828.
-Les pensées de Pascal. París, 1843.73
También figuraban, en los estantes de la Biblioteca que años después dirigiría Gavidia, la traducción que hizo Cousin de las obras de Platón.74 También están las obras de otro autor frecuentado por Gavidia: el filósofo y teólogo español Jaime Balmes.
Esto no basta, empero, para sacar conclusiones sobre qué leyó Gavidia de Hegel, si lo leyó directamente, o si tuvo noticias de su filosofía de la historia a través de los libros de Cousin.
Hay una marcada influencia de la filosofía de la historia de Hegel, que puede apreciarse, por ejemplo, en sus apuntes de clase de filosofía. Gavidia hará el mismo recorrido que Hegel hizo para trazar el despliegue del pensamiento universal, comenzando por las antiguas culturas asiáticas para desembocar en Grecia.
La influencia de Hegel va, empero, más allá de estas dos referencias puntuales. Podríamos decir que es el elemento que permite que las reflexiones de este genial autodidacta se aproximen, aunque sea intuitivamente, a un sistema. Es el sistema filosófico hegeliano, que nuestro autor adapta a su proyecto intelectual y que, en cierta medida, define su perfil en el ámbito literario. Esto lo plantea muy bien Ricardo Roque Baldovinos, cuando analiza los contrastes de los perfiles literarios de Gavidia y de Darío. Nuestra valoración sobre la influencia hegeliana en Gavidia coincide con varios de los trabajos fundamentales sobre el pensamiento de nuestro autor. Nos interesa presentarlos primero, para luego exponer nuestro punto de vista al respecto.
Dilucidado lo anterior, hemos de desarrollar cuáles son los elementos del pensamiento de Hegel que Gavidia incorpora a su proyecto filosófico. Quisiéramos comenzar con un elemento de los planes de estudio concebidos por nuestro autor. Gavidia dirigió la publicación titulada La Nueva Enseñanza. Revista mensual de Instrucción Pública (1896). En su primer número aparecen una serie de materiales, al parecer, diseñados para trabajar en las escuelas públicas. Estos materiales incluyen asignaturas tales como Moral, Dibujo, Geometría y Táctica Militar, entre otros. La educación física contempla, explícitamente, ejercicios militares. Posteriormente, se detallan los planes de estudio, diseñados, probablemente, por el propio Gavidia, o, al menos, bajo su dirección y desde sus criterios filosófico-pedagógicos. Nada más hegeliano que incluir en dichos planes el estudio de la filosofía de la historia. Citamos los contenidos de estos estudios:
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
245. Aplicación de las nociones de Lógica á los elementos narrados de la Historia.
246. Teoría de Hegel sobre el progreso.
247. Teoría de la Providencia en la Historia.75
Hay, por lo menos, dos elementos que permiten apreciar la influencia del sistema hegeliano en Gavidia:
En primer lugar, un sistema metafísico idealista. La realidad, en su conjunto, es el resultado del despliegue del Espíritu, es decir, de Dios. Gavidia tiene una lectura deísta del pensamiento hegeliano.
Como corolario de lo anterior, Gavidia se plantea el papel de la providencia como agente histórico en la historia de El Salvador. La providencia -entendida de forma racionalista, en cierto modo comparable al Espíritu absoluto hegeliano- orientaría el decurso histórico de tal forma que El Salvador (“Sóteer”) cumpla la misión histórica civilizatoria para la cual está destinada, según Gavidia.
Debemos subrayar, sin embargo, que Hegel no es la única -ni tan siquiera la más decisiva- de las influencias filosóficas de nuestro autor. Volviendo a lo apuntado líneas arriba sobre Hegel, hemos de decir que Gavidia está consciente de que Sóteer (El Salvador) no está conformado todavía para afrontar tal misión. No lo está, porque hace falta constituirlo como nación. La raíz de esa constitución se encuentra, para Gavidia, en la literatura. Esta sería la fuente del pensamiento y la cultura nacionales por constituirse. De ahí la dedicación de Gavidia en “construir” una literatura nacional -de ahí también el tópico de Gavidia como el gran patriarca de la literatura de El Salvador. Sobre este tópico, habremos de decir que produce, equivocadamente, la impresión de que antes de Gavidia no había literatura. La había, y preponderantemente poesía, tal como lo atestigua La guirnalda salvadoreña. Lo que sí podríamos aventurar como valoración al respecto, es que Gavidia se distingue de los autores anteriores a él es que, de forma consciente, escribe una literatura que fundamente el “espíritu nacional” en construcción. Es una literatura que, sin abandonar ciertos temas de la poesía de ocasión que abundaba en aquel tiempo -Gavidia le escribe, por ejemplo, unos versos a una muchacha con motivo a que ésta fue coronada reina en unas fiestas patronales-, se propone reelaborar y formalizar literariamente algunos elementos de la tradición oral, como los mitos, por ejemplo. También en el hecho de que Gavidia elabora un discurso literario a partir de la historia salvadoreña. En esto podríamos encontrar un precursor en Francisco Díaz (1812-1845), autor del texto dramático titulado La tragedia de Morazán, también conocida como la Morazánida (Por cierto, un escritor hondureño del siglo XX publicó también una obra con el mismo título). Morazánida es un título que evoca a la gran epopeya portuguesa Os Lusiadas, de Luis de Camões. El objetivo es el mismo: crear un trasfondo mítico-epopéyico sobre el origen de la nación. Obviamente, se trata de una construcción literaria que debe mucho a la voluntad de legitimar el origen de la propia nacionalidad -ya sea a través de un discurso que mezcla hechos históricos con mitología, como ocurre en Os Lusiadas o en La Eneida-, o con una elevación de determinados personajes o hechos históricos a héroes epopéyicos. Gavidia hará su propia elaboración literaria de la historia nacional. No profundizaremos más al respecto, porque no es el cometido de este trabajo. Pero sí podemos decir que en esta elaboración literaria hay una apropiación de lo indígena para legitimar el proyecto de construcción nacional por el que aboga nuestro autor. No olvidemos que la primera escritura de una historia nacional fue un proyecto colectivo animado y financiado por los gobiernos liberales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, período en el que se da también la conformación y consolidación de un esquema económico basado en la explotación del café.
4. La filosofía de Gavidia
Llegado este punto, podemos trazarnos una ruta de exploración de la filosofía gavidiana. En primer lugar, partiremos de su concepción metafísica, pues a partir de ella podemos descubrir el fundamento de dicha filosofía. Si entendemos por metafísica la pregunta radical por la realidad, ello nos permitirá ver su relación con otros problemas de reflexión filosófica abordados por Gavidia. Huelga decir que la visión filosófica de nuestro autor, si bien no es un “sistema” en sentido estricto, tampoco es un catálogo de cavilaciones dispersas sobre temas variados. Hay ciertas líneas de comunicación, ciertas correas transmisoras entre su concepción del fundamento de la realidad con su crítica de la epistemología occidental, su concepción de la historia y su proyecto de formación pedagógica y de creación de la identidad salvadoreña. Encontraremos que, más que a la letra, Gavidia le es fiel al eclecticismo de Cousin, en el sentido de que nos encontramos con un autor que se apropia de diversas fuentes filosóficas, a partir de una base, de un fundamento idealista, para abordar problemas filosóficos que, aunque son en apariencia diversos, tienen una coherencia entre sí. Cousin, Hegel, Platón, el romanticismo idealista europeo, son esas fuentes, que el autor integra y resignifica, a fin de reflexionar sobre su problema fundamental: El Salvador.
Comenzaremos, como hemos dicho, con la metafísica. Veremos qué es para Gavidia el fundamento último de la realidad y qué es lo que dirige su despliegue en la historia. De diferentes posibles rutas posteriores, escogeremos la relacionada con el problema del conocimiento. Gavidia no elabora una epistemología, pero sí hace una interesante reflexión crítica acerca de la epistemología predominante en Occidente y en la modernidad positivista, y defiende lo que a su juicio sería una vía de conocimiento original de los pueblos latinoamericanos. Es lo que él llama “apercepción” o “aperceptivismo”.
Conectado con la cuestión anterior, se encuentra el problema de la posibilidad de una filosofía latinoamericana, tema al cual le dedica algunas de sus conferencias y artículos periodísticos. A partir de esa originalidad del pensamiento latinoamericano -entendiendo este último como un proyecto y no como un acervo ya consumado- Gavidia planteará su concepción paidéutica de la construcción de la nación salvadoreña: Soteer-El Salvador como un horizonte a alcanzar, a partir de una pedagogía y una cultura fundamentadas en la literatura y en la poesía.
4.1. Una metafísica radicalmente idealista
Una revisión de los trabajos sobre filosofía de Gavidia, tanto sus conferencias y artículos como los apuntes y libros agrupados en el manuscrito inédito Obras completas. Volumen VII. Educación y enseñanza, permiten ver que nuestro autor trabajó en una reflexión filosófica propia que abarca diferentes niveles.76 Para mayor claridad expositiva, optamos por comenzar justamente por aquello que, desde Aristóteles se llama filosofía primera, o metafísica. En su curso sobre filosofía primera, Xavier Zubiri nos dice que estamos acostumbrados a dar por sobreentendidos determinados saberes o principios sobre la realidad. No nos hacemos cuestión sobre ellos. Tal es la actitud ordinaria con la que encaramos la realidad. Vamos por ella, podríamos decir, como en piloto automático, sin verla a profundidad. Para Zubiri:
Lo que ocurre es (volvamos al punto de partida de esta enumeración) que estos principios están sobreentendidos. Tratemos ahora por una reflexión de arrancarlos a su condición de tales; saquémoslos a la luz explícita de la inteligencia. Someterlos a esta prueba, es decir, tratar de ver intelectualmente en ellos su función de verdad, es lo que se llama la justificación intelectual. Pues bien, la justificación intelectual de los principios firmes y absolutos de todas las cosas es lo que temáticamente llamaremos “filosofía primera.” 77
Esta filosofía primera ocupa el punto de partida porque va hacia los principios de la realidad, hacia lo general, es decir, hacia aquello que hace posible que las cosas sean. Gavidia se dedica a encarar esta cuestión, sin la cual no podría luego plantear qué entenderá por una filosofía propia ni mucho menos plantear el deber ser del proyecto de nación. Su perspectiva es idealista, porque afirma el carácter de principio de la idea. La categoría metafísica del ser no sería -contrariando a Heidegger- la categoría metafísica más radical, por cuanto el ser sería algo derivado de la idea.
La idea más general no es la idea de ser, es la idea. Pensar el ser, supone de un modo inmediato, necesario, absoluto, que existe el pensamiento, que existe el pensar, y al pensar en el ser lo hemos sometido a una categoría: la de la idea.
Ningún ser ha existido sin que primero existiese la idea o el principio a que obedece su existencia. 78
Tiene razón Mata Gavidia cuando establece ciertos puntos de contacto entre Heidegger y el pensamiento de su abuelo. Al menos, en el sentido de ciertos aspectos del tratamiento filosófico del lenguaje. Ambos reaccionan contra la concepción metafísica basada en la estructura gramatical Sujeto-Predicado. El ser para Heidegger no es un simple nexo entre el sujeto y su atributo, sino que sería el elemento radical de la realidad. Para Gavidia, por el contrario, lo radical constituiría en irse a las raíces del ser, que no serían otras que “la idea”. El esquema gramatical, que se trasvasaría, asimismo, en los esquemas taxonómicos, es derivado de la principalidad metafísica de la idea.
De este modo, la idea de ser, que es lo que se va a definir entraría, al decir “el ser es…”, en lo que debe definirse.
Lo cual está indicando que el género próximo de ser no es el ser, sino la idea.
La forma de la definición no debe por tanto obedecer el sistema de clasificación por individuos, especies y géneros, que conviene a los seres materiales.
Porque si al tratarse de definir los seres materiales se emplea bien este sistema; al definirse los sres metafísico se emplean la formas del idioma como se aplican para definir los seres materiales simbólicamente y el ser ya no expresa el ser, sino que es un símbolo del principio o idea en que toma su existencia.
La Idea queda por tanto fuera de ese sistema.79
“La palabra idea es quizá la más importante en el léxico gavidiano”, escribe Matías Romero. “No son las ideas, ni siquiera la idea o concepto en el sentido técnico filosófico de la gnoseología. Tampoco exactamente una aplicación de la teoría de las ideas de Platón. Todo eso, sí, pero mucho más. Algo muy especial”, añade.80
Gavidia asocia la idea con Dios. No se trata de una identificación sin más entre Dios y la idea. En su investigación sobre Sooter, Romero ubica una referencia poética importante a la idea, en el poema dedicado a Bolívar. Este especialista nos indica que en el poema, Gavidia afirma que la idea es una creación divina:
Dios te ama, y por ti crea
al monstruo de la idea (...).81
La idea como un monstruo, como algo admirable, extraordinario y atemorizante a la vez. Pero también “monstruo” como algo que se “mostra”, que se muestra. Por tanto, al ser creación divina, la idea no puede ser Dios. Es muy aventurado, quizá, comparar esta noción con el complejo esquema jerárquico del gnosticismo, donde todos sus niveles emanan del Uno. Este texto, sin embargo, no deja de llamar la atención al respecto:
La idea
La idea tiene diversos grados, y según el ser, cada uno tiene diversos grados de la idea.82
La idea aparece, al igual que el ser humano, como producto de la creación divina, no como resultado de la actividad humana. Es significativo que, dentro de esta noción implícita de jerarquía, Dios esté en la cúspide, seguido por su creación, la idea, que está presente en mayor o menor grado en el resto de la creación.
En el párrafo que sigue, veremos cómo hace uso de la categoría de causa primera, aunque no aparezca mencionada de forma explícita. Esta categoría viene de Aristóteles, en primer lugar, pero también de la relectura que de la metafísica aristotélica hace santo Tomás. El “doctor angélico” veía a Dios en la causa primera de Aristóteles. Lo mismo parece hacer nuestro autor:
Si se pregunta cómo es que el ser puede ser la idea, bastará recordar que Dios es la primera causa de todas las cosas inclusas las materiales; por consiguiente, si los seres han sido la obra de Dios, antes que el ser está Dios y el género superior del ser es Dios, quien se llama ser en sentido figurado, pero el género que comprende al alma o espíritu, a todos los espíritus y a Dios es la Idea en su identidad con Dios.83
Podríamos caer en la trampa de pensar que Gavidia sigue a Aristóteles, a Santo Tomás, a Hegel o cualquier otro autor, pero hay que recordar lo que dice Matías Romero con respecto al concepto de idea: Gavidia formula los conceptos filosóficos a su único y gavidiano modo. Puede hablar de idea, de apercepción, usar la explicación de la causa primera, pero esto no lo hará platónico, hegeliano, leibniziano o aristotélico. No puede serlo, porque su metodología es ecléctica -pero tampoco de conformidad con Cousin, sino a su modo- y porque su filosofía, que se nutre de ciertos autores occidentales, también se diferencia de ellos, asimilándolos y metabolizándolos, para darles cuerpo propio. Así, por ejemplo, dice lo siguiente sobre Aristóteles, a quien admira, pero a quien imputa el dualismo antropológico:
Aristóteles dividió el espíritu humano en dos partes y desde entonces se estudió una mitad como si del hombre debió conocerse la osamenta.
Aristóteles dividió el espíritu del hombre en dos partes, y como si del ser humano debiese existir sólo la osamenta, y… llevarse el resto como San Bartolomé su piel -hizo estudiar la inteligencia y se olvidó del corazón.84
Gavidia se deslinda del dualismo platónico, que reducía el cuerpo a una “cárcel del alma”. Para él, el espíritu contiene a los cuerpos, no como una vasija que los encierra, sino como un elemento abarcador, tal como sería, por ejemplo, la concepción spinoziana de Dios: todo se halla, todo se encuentra en “el espíritu” -asì, en singular, diciendo con ello, quizá, que este espíritu no es el alma individual sino el espíritu de Dios: “La creencia común es que los espíritus se hallan en los cuerpos: pero es lo contrario, los cuerpos se hallan en el espíritu.”85 Esto implica revertir el dictum platónico del “cuerpo como cárcel del alma”: El espíritu es lo que contiene al alma, y no al revés.
En un texto sobre la materia, Gavidia logra situarnos ante el horizonte problemático de los griegos. Expliquemos esta idea del horizonte filosófico. Decía Zubiri que “la filosofía tiene ante todo un horizonte de intelección.”86 Para el filósofo español, han sido dos los horizontes de intelección de la filosofía occidental: el de la movilidad y el de la nihilidad; el primero, propio del pensamiento griego y el segundo, incoado desde la filosofía cristiana. Sobre el horizonte de la movilidad, nos dice:
Uno fue el horizonte de la filosofía griega: el movimiento, el cambio. Toda la filosofía griega está concebida sobre el hecho, a primera vista asombroso, de que de las cosas que de veras son, sin embargo cambian, y recíprocamente, que todo cambio está determinado por lo que verdaderamente es.87
La materia, es, pues, lo dinámico, lo cambiante. El espíritu es lo que permanece en el cambio, porque, como hemos visto, todo participa de él.
La materia aspira a la vida, a ser vida, a unirse al espíritu. Sólo el espíritu vive permanentemente y con una vida absoluta: atesora el molde de todos los seres, el tipo de todas las formas, las combinaciones de todas las ideas y de todos los sistemas. La Materia se transforma en cada cosa, pasa sin cesar de un ser a otro ser, no es hoy lo que era ayer, no será mañana lo que es hoy: las generaciones de las yerbas, las generaciones de las hojas, las generaciones de los animales, las generaciones de los hombres, toman a la materia sus elementos cada día, cada año, cada estación, cada época, sin que la materia permanezca un solo ser, mientras el espíritu que las anima a todas les suministra el tipo del ser eternamente y permanece el mismo.
La materia tiende siempre a vestirse (con) la forma del espíritu.88
Gavidia concibe, pues, un mundo cuya base es la idea o el espíritu. Un mundo regido por unas leyes lógicas y eternas, las cuales son a priori del conocimiento humano. En el texto titulado “Dios”, apunta lo siguiente:
Hay un mundo de ideas como las que representan los astros, de peso, medida, distancia, su tiempo de rotación y revolución, que ocupan un puesto muy grande en la ciencia y tienen aplicaciones exactas en la agricultura y la navegación: estos astros no han sido vistos por nadie. Están fuera del alcance de nuestros sentidos, casi tanto como Dios o el alma.89
En otras palabras, el universo funciona conforme a una legalidad previamente establecida por Dios.Es tarea de la mente humana esforzarse para llegar a descubrir dichas leyes. Dicha legalidad está oculta tras el “desorden y la variedad” con que presenta la naturaleza ante la inteligencia humana. Esta es otra manera de formular el problema del movimiento. La inteligencia humana debe poner en orden lo que se presenta como caótico. La inteligencia divina aplica ya estas leyes con una suerte de “disimulo”, es decir, de ocultamiento tras lo evidente, lo superficial, que es el movimiento y el caos:
PRUEBA DEL DISIMULO
con que están aplicadas las leyes o principios generales en la naturaleza.
La naturaleza presenta un desorden y variedad que ha dificultado durante muchos siglos el desorden y variedad que ha dificultado durante muchos siglos el descubrimiento de sus leyes a los ojos del hombre.
La naturaleza no es un museo ordenado donde la clasificación ha separado las familias, las especies, los géneros, acompañando a cada uno las relaciones que tiene con los otros y las aplicaciones que pueden deducirse. 90
En un texto incluido en Las espigas de Ruth, plantea lo que sigue: “Las leyes que hasta hoy constituyen la razón humana (pues muchas debe haber que son desconocidas al hombre) y de las cuales se ha posesionado el hombre por el trabajo de los filósofos, tomando unidad y vida en la conciencia humana, se relaciona con algunas de las leyes que rigen el mundo exterior (y decimos algunas porque muchas nos serán desconocidas.”91 El conocimiento para Gavidia es progresivo y el progreso de este conocimiento -tanto de la realidad como del ser humano mismo, esto es, autoconocimiento- implica una ampliación de horizontes de realidad: “Hay un mundo por explorar en la naturaleza del hombre y hay otro mundo por explorar en la naturaleza exterior. A medida que el hombre es más grande, el mundo también se agranda: este fenómeno constituye el progreso humano y el grande interés de la Historia.”92 Lo que viene a continuación tiene un gran interés, no solamente desde el punto de vista epistemológico, sino también ético. En este fragmento, hay un abordaje del problema del mal:
¿Hay relación entre las leyes conocidas de la inteligencia humana y las conocidas y desconocidas del mundo externo?
Indudablemente las leyes desconocidas ejercen su influjo en el hombre y a veces lo esclavizan. Esto explica las contradicciones de la naturaleza humana: esto explica el mal.93
El mal se origina, pues, en la ignorancia de las leyes racionales con que Dios ha ordenado el universo. El opuesto del mal sería, por tanto, producto del conocimiento. En esta idea le acompañan a Gavidia el platonismo griego y la escolástica medieval. El mal, como dice Dussel, es caracterizado como un mal ontológico y no como un mal histórico o estructural.94
En otro texto suyo, titulado “La apercepción”, define el disimulo divino como “El artificio de Dios de ocultar la idea o ley en la forma y materia de las cosas.”95 Por tanto, las leyes que rigen el universo no son tanto creación humana, sino producto de un esfuerzo humano por descubrirlas:
Estas leyes generales, pues, existen.
Manifestarlas, como el sabio las pone de manifiesto en un museo ordenado, por obra de la investigación científica, es probar su existencia.
Probada su existencia, que es evidente, queda por preguntar a qué manifestación de la inteligencia es más evidente: la ley demostrada por las clasificaciones de un museo, o esa misma ley oculta que se cumple en los seres de la creación bajo un aparente desorden?96
Para comprender esas leyes, necesitamos ponerlas en orden. Tal es la labor de la ciencia, que clasifica y organiza el aparente caos de los fenómenos.
La ley manifestada abiertamente, prueba la inteligencia, pero la ley disimulada a la vista de la inteligencia humana, en un desorden y variedad sin límites, para cumplir fines preconcebidos prueba inteligencia doblemente, porque añade a la manifestación de la razón la manifestación del disimulo que tiene su origen en la prudencia que requiere la aplicación del precepto a su propio fin; pues un orden riguroso exigirá una manifestación material racional como la de un museo.97
Nótese cómo para Gavidia la tarea de ordenar y clasificar los fenómenos de la realidad, si bien es útil, también es evidente que es algo que empobrece a la misma realidad, pues esta se convierte en una pieza de museo, para guiarnos por sus mismas palabras.
Ahora bien: Lo radical no es tanto el esfuerzo por comprender este universo regido por leyes racionales, sino darnos cuenta de que la mera existencia del universo es una prueba, la más contundente, de la existencia de Dios:
Pero además de la manifestación de la inteligencia y de la manifestación del disimulo, como estas leyes tienen aplicación constante y la ley que se aplica, tienen una voluntad, las leyes aplicadas a la naturaleza prueban la voluntad de Dios.
La inteligencia, el disimulo y la voluntad son atributos esencialmente personales, Dios es, pues, una persona.98
Es, a partir de este esfuerzo intelectual por conocer las leyes del universo, que es posible al ser humano superar al mal que, como vimos, es producto de la ignorancia de dichas leyes: “Bajo este concepto, algunas virtudes sobrehumanas, como la fe, no son sino la adivinación del alma de estas leyes desconocidas. Obedecerla es someterse de antemano a la ciencia que un día serán como la ciencia actual: patrimonio de todos.”99 No es solamente un esfuerzo intelectual que se agotan en las vías conceptuales, sino que tiene -como lo tiene la apercepción- mucho de intuición, de “adivinación del alma humana de estas leyes desconocidas”, como acaba de decirlo el autor.
Veamos, a partir de lo anterior, la manera en que nuestro autor aborda el problema del ser. El ser en cuanto tal implicaría una “limitación” o una “determinación”.
El concepto de SER lo abarca todo (todos los seres).
Cualquiera determinación de que el ser en general sea objeto, (como de la unidad, es decir, el ser- uno; o de la pluralidad, el ser especie; o de la totalidad, es decir, el ser-todo; o de la cualidad, o de la relación, o de la modalidad), esta determinación es una limitación y la limitación como primer determinación, es un acto, sea material, sea mental o intelectual o metafísico que todo es uno: siendo un acto debe tener un agente, un sujeto un yo, pues no se puede hacer algo sin que alguien lo haga. Luego esta limitación, esta determinación, es verificada por un yo, por un agente, por un sujeto.100
Esto sugiere que si el ser es una limitación, debe existir algo ilimitado.Lo ilimitado, o “indefinido” (apeiron) es, para el presocrático Anaximandro, el arjé o primer principio metafísico.101 Nos atrevemos a conjeturar que eso “indefinido”, “indeterminado”, “ilimitado” es, para Gavidia, Dios.
¿Quién verifica -verificar: hacer verdad, hacer real- la delimitación de lo indeterminado? Un “yo, un agente, un sujeto”.
Pero este sujeto para determinar o limitar al ser, debe tener aptitud para hacerlo: aptitud para determinar el ser en cuanto unidad o pluralidad, o totalidad, o realidad, o negación, o limitación, o substancialidad, o accidentalidad, o causalidad, o dependencia,o reciprocidad, o posibilidad, o imposibilidad, o existencia, o inexistencia, o necesidad, o contingencia, según Kant; y esta aptitud que reside en el sujeto, en el Yo, y que se ejerce sobre el ser en general, debe tener como primera cualidad la de existir es decir la de ser antes que el ser en general; como segunda cualidad la de existir o residir en el hombre y también fuera del hombre, puesto que fuera del hombre, con esta dicha aptitud, existen los Yo que determinan al ser general dándoles tipo, unidad, clase, género, cualidad, y relación a los seres particulares que forman el perennemente metamorfoseado mundo exterior; y en el hombre esta aptitud es la que con él determina o limita el ser general asistiendo en todas las operaciones de las artes, las industrias, las ciencias experimentales, las Artes liberales y la Gaya Ciencia. (Estudiar el idioma en cuanto es formado por la concurrencia de los varios elementos filosóficos, es decir, sensibles o metafísicos, v.g., como todas las conjunciones, la Y no es un producto de la representación: es producto de una de las categorías a priori).102
La determinación del ser, expresada en las categorías de tipo, unidad, clase, género, cualidad y relación, es decir, en categorías creadas por la inteligencia humana es, para el autor, algo derivado. Lo primario sería el existir del sujeto, que llamaríamos “trascendente”, es decir, Dios, como precondición del “ser en general”, como vemos en el párrafo anterior. A diferencia de Kant, que habla de “sujeto trascendental”, el “sujeto trascendente” como hemos dado en llamarlo, no tendría solamente valor epistemológico, sino también consistencia metafísica. La aptitud para determinar al ser es propia del existir de ese sujeto trascendente.
El sujeto trascendente, que es identificado con el ser, carece de las limitaciones de los seres que están sometidos a la determinación. Una de las cualidades de ese sujeto trascendente es la inmortalidad. “¿Cómo es la inmortalidad?”, se interroga nuestro autor. “La inmortalidad es lo que permanece pero que permanece siempre. ¿Y cómo se permanece? Antes y después de la transformación.”103
Nuevamente nos encontramos con el horizonte de la movilidad. Gavidia, coherentemente con su postura sobre la apercepción, lo describe poéticamente:
Permanecen la montaña en sus líneas y su trazo; el cielo, en los grupos de estrellas, que forman constelaciones. Permanecen el árbol en los años de su pleno desarrollo, la flor en sus pocos días y la rosa en el espacio de una mañana.
Permanece el hombre de niño, de joven, de “hombre maduro”, de anciano, los años que son propios de su edad. Pero la transformación.104
En ese mismo texto, Gavidia describe, también poéticamente, cómo es la inmortalidad. Hemos escrito “describe”, en vez de “define”, porque no hay una vivencia humana de la inmortalidad, no es algo que, en una comunicación intersubjetiva, pueda ser susceptible de experimentación bajo determinadas condiciones. Describe poéticamente la inmortalidad, porque se trata de algo inefable, de algo que, como decía Wittgenstein en el Tractatus está dentro de “lo místico” y, por tanto, es de lo que resulta mejor callar -si se pretende hablar sobre ello con el lenguaje de las ciencias matemáticas o experimentales.Para ello, recurre a dos personajes simbólicos de su Soteer: El propio Soteer (Salvador) y Eléuteros (Libertad):
¿Cómo es la inmortalidad? No la permanencia inmutable del ser, tal como le vemos, puesto que sabemos que todo cambia: pero si Sóter o Eléuteros muriesen y se tornasen conforme a sus altas aspiraciones y buenas obras, cada uno de ellos en un ser relativamente perfecto, bastará que este ser superior diga:
-Recuerdo el momento o el tiempo en que Yo era Sóter o yo era Eléuteros para que se realizasen la identidad del individuo y la inmortalidad. ¿Acaso no es lo mismo que pasa en la vida? ¿Recuerdas, Sóter, cuando eras un niño? ¿Y por qué eres hoy, de joven, el mismo Sóter que eras cuando niño?, ¿por qué?, ¿si no es porque puedes decir: recuerdo cuando yo era niño? Soy otro de lo que entonces era; pero soy el mismo Sóter.105
Este hermoso texto -poema filosófico en prosa- aborda también el tema de la inmortalidad.
La Diosa Flor
La aparición incesante de las flores; la fiesta de la eterna renovación, que se llama primavera, ¿qué es sino la revelación de una ley eterna, que es una vida eterna? El instante prueba la eternidad que lo engrendra. La vida prueba la eternidad.106
Tomemos este otro: un abordaje poético-filosófico del problema del mal, con el símbolo del Génesis:
El árbol de la ciencia
La libertad del espíritu humano (no así en el no yo) le permite alterar los géneros (sobrentendido especies, clases, familias, etc.) violentando su lógica, de donde el Mal.107
La existencia humana es una “segunda cualidad” del sujeto trascendente. Sobre el punto de la aptitud de la inteligencia humana para dar cuenta de las determinaciones del ser, Gavidia solamente esbozó en sus cuadernos estos títulos, sin desarrollarlos hasta donde sabemos: “II. La aptitud como residente en el hombre y como residente en la naturaleza exterior” y “II. La aptitud como residente en un yo; y el yo en que reside la aptitud.”108 Esta “aptitud” de la que se habla en estos títulos es la aptitud para delimitar lo carente de límites del sujeto trascendental.
Para concluir este breve acercamiento a la reflexión metafísica en Gavidia, transcribiremos unos apuntes suyos relativos a la idea. En ellos se reafirma la autonomía de la idea con respecto al sujeto humano, a lo fenoménico y a la materia:
1º. La idea se multiplica (se transmite de un Yo a otro u otros Yo) y permanece IDÉNTICA. La igualdad absoluta que es imposible entre dos cosas del mundo externo es posible en el mundo del espíritu puesto que la idea que yo percibo, por ejemplo, leyendo una definición en un texto determinado, es la misma que percibe otro u otros lectores que lean o estudien la misma definición en otros ejemplares del mismo texto. La idea, residiendo así en diversas personas, permanece igual.109
Es evidente que Gavidia no está abordando la transmisión del pensamiento desde la perspectiva de la pragmática lingüística. Es evidente que prescinde del ámbito pragmático para afirmar el carácter absoluto de la idea con respecto a la subjetividad. Si la idea sigue invariable en el ámbito intersubjetivo, la idea, en sus innumerables variaciones conformará “hechos metafísicos”, es decir, previos al ámbito sensible, fenoménico:
2º. Siendo UNA metafísicamente, como hecho metafísico, se repite de un modo múltiple y forma otros tantos hechos metafísicos, que originan o pueden originar los fenómenos de todo orden de complexión; esto es SIENDO UNO PRESIDE A FENÓMENOS MÚLTIPLES.110
La idea, en su carácter absoluto existiría con independencia de la materia y operaría dentro del ámbito de las abstracciones. Como prueba, Gavidia aduce las leyes geométricas.
3º. Puede la idea existir sin la materia como las definiciones elementales complexas y de relación con la Geometría. Puede obrar, obra constantemente, sobre la materia.
La materia no existe sino es porque obedece a sus leyes, y estas leyes son formas de la idea, formas cuya categoría se señala en el n.º…111
Esto es solamente un vistazo preliminar y sumario a la reflexión gavidiana sobre la metafísica. Podríamos concluir diciendo que la metafísica gavidiana se caracteriza por un idealismo absoluto. La idea absoluta, que se identifica con Dios, preexiste al universo. Este se ve ordenado por la idea absoluta. Dicho orden es lógico, aún antes de que aparezca la inteligencia humana y le asigne un orden al caos aparente de la realidad.
Se presenta ahora otro problema. ¿Cabe solamente inteligir dicho orden solo mediante operaciones conceptuales y de relacionamiento de juicios? ¿Es posible inteligir el orden de la realidad mediante la metodología científica? ¿O habrá otras facultades humanas que pueden también dar cuenta de la complejidad de lo real? Estas facultades humanas serían lo que Gavidia llama apercepción.
4.2. Las puertas de la apercepción
El término apercepción fue acuñado por Leibniz,112 queriendo aludir con ello a una forma de percepción y de conciencia más profunda de la realidad. Como apunta Romero, “Gavidia toma aquí este concepto a su manera, sin ceñirse a la definición clásica que se usa en los tratados de ontología en los que se llega a la máxima de las abstracciones, el concepto de ser”113. Por tanto, para Gavidia este término tendrá otras connotaciones, ligadas a su concepción de las raíces culturales e intelectuales de nuestros países. ¿Qué significa, entonces, para nuestro autor, la apercepción? Oigamos primero a algunos de los autores que han investigado este concepto en la obra gavidiana.
La apercepción, como argumenta Mata Gavidia, es “el método para esa nueva Filosofia” propuesta por el autor de Sooter, “método intuitivo de las cosas para captar su esencia”114 . En este punto, Mata Gavidia también coincide con Matías Romero, para quien también la apercepción es el método (valga decir: el camino) de la filosofía latinoamericana propuesta por Gavidia. Así,
(Hay que) determinar cuál es la facultad mental con la que principalmente se va a trabajar la nueva filosofía o, dicho de otro modo, cuál es el método que se va a emplear. Es en ese momento cuando Gavidia pronuncia la palabra poderosa: apercepción.Se trata, pues, de una fuerza mental anterior a la capacidad racional de formar silogismos, una capacidad que tuvieron en alto grado los pueblos primitivos y los grandes poetas de la antigüedad. “Era algo como la adivinación primitiva, algo como la subconciencia moderna. Llamémosla provisionalmente la apercepción.”115
Este párrafo pone nuestra atención en otra región de la condición humana que ha sido preterida por la racionalidad moderna. Magia, adivinación, éxtasis, subconsciente, escritura automática, rapto, inspiración, son algunos de los nombres dados a esa región. Continuemos con Romero:
Para hacer clara, breve y sencilla la cosa, sólo tomemos los dos sinónimos que asocia Gavidia a la apercepción: adivinación y subconciencia. Adivinar es penetrar en las cosas, hasta en las más oscuras y difíciles, no por la experimentación y por el razonamiento sino por medio de una facultad que tiene mucho de fortuito. Saber adivinar es un privilegio, un poder especial, algo que no es ni siquiera intuición sino superior a la intuición. Más parece que se asemeja a una revelación, con lo que llegamos al segundo sinónimo, el de la subconciencia. Esta última es un tesoro que se lleva oculto, una reserva de conocimientos y de poderes. Todo esto viene bien con lo de la herencia psíquica que lleva el mestizo en su modo de ser reservado, tímido, cauto y sentimental.116
Es importante remitirnos a dos los textos contenidos en el Volumen VII. Educación y enseñanza. El primero es un ensayo corto, cuyo título es “La apercepción”, mientras que el segundo es un estudio de cinco folios y se denomina “La apercepción. Estudio de filosofía”.
En el ensayo breve titulado “La apercepción”, Gavidia tratará de exponer -que no de definir- qué entiende por este concepto. Su forma de definirlo no apelará a un camino conceptual, sino, más bien, recurrirá a ejemplos sobre qué es la apercepción y su aparecimiento en diversos hechos históricos o en momentos importantes en el pensamiento filosófico.
Veamos primero qué entiende Gavidia por apercepción. Lo que leeremos a continuación es coherente con su crítica de la razón occidental, en el sentido de que es importante abordar al ser humano desde su integralidad, esto es, desde la razón y el sentimiento.
Lo que en el hombre hay de absoluto (y que se siente en su totalidad por la apercepción indefinida, que ejerce el sentimiento) -debiendo lo absoluto ser rico en grados de la idea o definiciones-, se conoce en la parte accesible al espíritu humano, por la inteligencia; pero es malo separar el sentimiento de la inteligencia.117
¿Significa, entonces, que por contener en sí misma al sentimiento, la apercepción sería algo arbitrario, voluble? No. Como lo veremos en esta cita, no sin cierta sorpresa, la apercepción tiene un sistema propio:
El sistema de la apercepción se diferencia en esto de los demás: que al par pone en esto de los demás: que al par pone en juego las facultades de la inteligencia, del sentimiento y de la buena voluntad.118
Permítasenos hacer una breve digresión alrededor de esto último. Ello no puede menos que hacernos evocar la noción de sistema poético del cubano José Lezama Lima, que es una visión poética del mundo y de lo que llama “eras imaginarias”. Al igual que Gavidia, Lezama se resiste a encasillar conceptualmente el sistema poético. Antes bien, lo muestra con expresiones como la que sigue:
El hombre de hoy, por ese sistema poético, puede unir, por ejemplo la copa equilibrada en la cola de caballo, que vimos en el sarcofago etrusco, con un accidente familiar, como un presagio, convertido por esa extensión de la poesía, en un relieve hierático, de la misma manera que un pescador primitivo asocia una discusión familiar con el fracaso de la siguiente pesca nocturna, creado para nosotros, sus espectadores cansados, la deslumbrante causalidad de una discusión submarina ante el malicioso asombro de los peces, que se resguardan.119
El sistema poético lezamiano y el sistema aperceptivo de Gavidia unen, como ya veremos en el caso de este último, elementos que no tienen mayor relación dentro de la mentalidad racionalista. Es otro tipo de lógica -esto es, lo que queda fuera del “mundo” cuyos límites figura el lenguaje de las ciencias exactas y naturales en el Tractatus-. Lo demuestran aquellos elementos que, para Gavidia, forman parte del sistema aperceptivo:
Las apercepciones colectivas; el periodismo; las guerras y revoluciones. La física superior (ciencia metafísica).
Ejemplos de lo metafísico:
las artes de un código
el silogismo etc.
El artificio de Dios de ocultar la idea o ley en la forma y materia de las cosas. La medida en el verso como molde en que se vacía el lenguaje.
Unión de la cantidad, idea, con la sensibilidad en el ritmo del verso. La obra aperceptiva contiene todas las ciencias.120
Si “la obra” o el sistema aperceptivo contiene todas las ciencias -en el sentido original del término: scientia, es decir, conocimiento -y no solamente conocimiento matemático o el propio de las ciencias naturales-. Así, el aparente caos que apreciamos en la enumeración anterior tiene un sistema que engloba lo aparentemente inconexo. El sistema aperceptivo engloba tanto el conocimiento que el autor llama “metafísico”, las “apercepciones colectivas” y el conocimiento oculto “en el ritmo del verso”. Gavidia hace, seguidamente, la siguiente precisión: “No confundir la apercepción del sentimiento que da lo absoluto indefinido con la apercepción del sentimiento unida a la inteligencia; que da lo absoluto indefinido con parte de lo absoluto definido”.121 Llaman la atención estos conceptos: lo absoluto definido y lo absoluto indefinido. ¿Significará esto que la inmensa tarea que tiene la inteligencia humana en el sentido de dar cuenta del absoluto es una tarea gradual, que va concretándose en la definición -por la vía del concepto y de la intuición- de eso que aparenta encontrarse en el caos de la indefinición? La “prueba del disimulo” podría ser una evidencia a favor de esta conjetura. Pero también esto que escribe a continuación:
Los sentidos limitan la apercepción externa; las categorías, la apercepción interna, recibida en su totalidad por las categorías de lo infinito o absoluto.
Lo que se ve en todo (como indefinido) y algo como definido; esto último percibido y definido gradualmente, constituye el progreso.
El error de estudiar lo interno como si fuera lo externo.
Estudiar la idea y sus cualidades, no como cosa del mundo externo; sino como nos las da la literatura, campo de observación.
Orden del lenguaje.
Todos los datos que dan las bellas artes a la apercepción.
En la investigación metafísica, es de los efectos a la causa, y no de la causa al efecto, como se ha hecho.
Enumerar las tentativas.122
En “La apercepción. Estudio de filosofía”, nos mostrará, mediante ejemplos literarios e históricos cómo es la apercepción. El texto está estructurado de una manera particular. Contiene diferentes secciones, algunas de ellas separadas por guiones, y otras, como la última, por subtítulos.
En la primera sección, que carece de título, vemos que para la Gavidia, la apercepción, que sería un sistema para entrar en contacto con el absoluto o infinito, se expresa poéticamente en su forma originaria:
La primera apercepción: un verso de Orfeo.
Las obras contenidas en la Apercepción de la Ilíada.
El ritmo del verso de Homero (y después de otros versos) en la programación de los idiomas. Formas de la Razón y formas de la sensibilidad en la apercepción. Análisis, generalización. juicio, raciocinio, métodos.
Los sistemas pertenecen a la Apercepción.
Análisis del sentimiento.123
En la siguiente sección, también sin título, hay una interesante discusión con la filosofía de Platón y, en particular, con aquel fragmento de La República, en el que el filósofo griego recomienda la expulsión de los poetas. Recordemos el fragmento en mención:
-¿No entiendes -pregunté- que primeramente contamos a los niños mitos, y qué éstos son en general falsos, aunque también haya en ellos algo de verdad? y antes que de la gimnasia haremos uso de los mitos.
- Es como dices.
- Por eso dije que debemos ocuparnos antes en la música que en la gimnástica.
-Correcto -respondió Adimanto.
-¿Y no sabes que el comienzo es en toda tarea de suma importancia, sobre todo para alguien que sea joven y tierno? Porque, más que en cualquier otro momento, es entonces moldeado y marcado con el sello con que se quiere estampar a cada uno.,
- Así es.
- En tal caso, ¿hemos de permitir que los niños escuchen con tanta facilidad mitos cualesquiera forjados por cualesquiera autores, y que en sus almas reciban opiniones en su mayor parte opuestas a aquellas que pensamos deberían tener al llegar a grandes?
- De ningún modo lo permitiremos.
- Primeramente, parece que debemos supervisar a los forjadores de mitos, y admitirlos cuando estén bien hechos y rechazarlos en caso contrario. Y persuadiremos a las ayas y a las madres a que cuenten a los niños los mitos que hemos admitido, y con éstos modelaremos sus almas mucho más que sus cuerpos con las manos. Respecto a los que se cuentan ahora, habrá que rechazar la mayoría.124
Según Platón, las enseñanzas de la poesía son perniciosas para la formación de los ciudadanos de su República ideal. Los poetas, esos “forjadores de mitos”, representarían a los dioses de forma poco edificante y, por ello, debería tenérseles bajo control del Estado y rechazarlos en su mayoría. Para Gavidia, el filósofo ateniense no quiere, o simplemente no puede, ver la complejidad de la poesía, más allá del nivel inmediato con que la juzga: “Platón no explica (o no se explica él) que en la poesía estén comprendidas la forma lógica, gramatical y ciencia no clasificada; sobre todo la justicia y la política, que él desea fundar. De ahí la exclusión de la poesía y el poeta. Error.”125 Para Gavidia, la poesía tiene una íntima relación con la paideia. Además, sería el fundamento del conocimiento.
Otra objeción de Gavidia hacia la postura de Platón reside en su crítica al dualismo del autor de La República: “(Platón) tampoco dice que el sentimiento puede tomarse en abstracto como la cantidad, y que esta abstracción, que comprende la Ciencia, aunque no clasificada, es la poesía.”126 Por otra parte, al negarle a la poesía su valor, tanto cognoscitivo como moral, Platón no logra desentrañar lo que la poesía contiene en germen. Citamos:
En fin, (Platón) no explica que además de contener la poesía las formas originarias de la gramática (y las mejores o tipos), las formas de la Lógica, contiene los puntos de vista generales que se traducen en obras reales: así, de la enumeración de las naves de Homero, sale la Geografía.
Que, además, la Poesía es un acopio de datos (no perceptibles a simple vista, sino por análisis, para las Ciencias Históricas, Ciencias Jurídicas y Políticas, las Artes, etc., y que por tanto contiene la inductiva.127
Tras esta crítica a Platón con la que concluye la primera parte, se abre la segunda, en la que el autor da ejemplos de qué es la apercepción. Gavidia insiste en que la apercepción contiene en sí misma un sistema: “Lo son las proposiciones en que intervienen inteligencia y sentimiento, que suponen un sistema.”128 Este sistema de pensamiento poético articula elementos que, desde la lógica cientificista, aparentan encontrarse inconexos. Así, es cómo podemos encontrarle sentido a los ejemplos que, acto seguido, enumera el autor:
“Yo pienso, luego existo”: apercepción.
“Homo que adest”, apercepción.
El “se pone”, de Fichte, apercepción.
“Un nuevo camino a las Indias Orientales de Colón”: apercepción. ‘Conócete a ti mismo’, de Sócrates: apercepción.
In tanta Nike, que vio el ejército de Constantino, apercepción.
Las proposiciones del Evangelio (sermón de la montaña), en que falta, como en el entimema de Descartes, un término del silogismo.129
Posteriormente, incluye el siguiente cuadro:
Este cuadro une en la apercepción las facultades de la razón: inteligencia, sentimiento y voluntad. Como puede observarse, cada una de estas tiene diversas concreciones. Llama la atención que, a un lado del diagrama que traza Gavidia se encuentren “Imaginación/ Arte, Poesía”. Podríamos conjeturar, o bien, que se tratan de expresiones del sentimiento, o que se trata de elementos donde la inteligencia, el sentimiento y la voluntad convergen. Así, lo que podrían parecer ejemplos dispersos, estarían articulados desde esta visión sistemática. Como veremos a continuación, no debe interpretarse el cuadro como una separación jerárquica de las facultades. Aparecen tal cual por claridad expositiva. Dice el autor:
Es importante añadir las definiciones del raciocinio a la apercepción; pero es un error en que han incurrido todos los sistemas desde que lo predicó Platón y Aristóteles le dio forma, error seguido por todos posteriormente: separar la apercepción del sentimiento de raciocinio.130
Un aspecto llamativo es el de la relación que Gavidia establece entre el pensamiento y los elementos musicales. Acaso podríamos pensar en una apropiación gavidiana del pitagorismo en su sistema poético-filosófico. Por ejemplo, estos aforismos:
El pensamiento para tomar cuerpo tiene el rithmo.131
La música dando su voto en asuntos de Metafísica: apercepción.132
Los grados en el claro-obscuro, en el color y los sonidos dependen de apercepciones definidas.133
Esta conexión entre pensamiento y valores estéticos -estos últimos vistos, no como atributos puestos por el sujeto, sino como características objetivas del universo- lleva a una serie de reflexiones interesantes por parte de Gavidia:
La deducción y la inducción llevadas al Arte, la han perjudicado. ¿Por qué el arte, la estatuaria moderna no han igualado a la antigua (helena)?
La ciencia filosófica actual no ha propuesto alguna a la belleza natural. La religión, sí, pero llevada al arte. Es la apercepción.
La Filosofía actual no da puesto alguno a la Belleza natural. La Religión sí, pero llevada al arte. Sólo es la apercepción.134
En esa misma línea de reflexión, Gavidia identifica estos elementos como manifestaciones de la apercepción:
Apercepción. El ritmo
La cantidad (¿duración, idea?) se une a la sensibilidad.
Determinaciones que resultan.
Donec eris felix multos… etc.
A propósito de esta apercepción: revolución en la métrica española.135
En la visión sistemática de la apercepción entra el cristianismo. Es decir, la historia de salvación y las manifestaciones de lo divino son también ejemplos de la apercepción: “La aparición de la Virgen de Guadalupe: Apercepción.”136
4.2.1. La apercepción y la personalidad de Gavidia
Recordemos que Juan Felipe Toruño relaciona la apercepción en tanto “adivinación y subconciencia” con un rasgo de la personalidad de Gavidia. Éste, señala el crítico nicaragüense, se ausentaba mentalmente de las conversaciones y emprendía -tal es el término que usa Toruño- “viajes astrales”. Gavidia, por lo que leeremos a continuación, creía en esa supuesta “facultad paranormal”, fácilmente vinculable a lo que hemos visto en la cita anterior. Oigamos a Toruño:
Don Francisco -esto lo recordarán quienes lo trataron, entre ellos Claudia Lars, Salarrué, Quino Caso y algunas otras personas más que viven- se proyectaba astralmente a lejanos lugares de Egipto, Grecia e indígenas.
Si conversaba, de momento callaba; o cerraba los ojos, o se quedaba como en éxtasis. Una inhibición. Una ausencia de su mente. Al retornar, decía, poco más o menos: “Hablábamos del antiguo Egipto, de Mené, el fundador de la primera dinastía, el que diseñó e hizo, con una matemática sabia, la ciudad de Memphis. Y ahí… Eso sería unos 3,200 años antes de Jesucristo”.
(...)
-Les decía que los caciques mayas o quichés no fueron como algunos han creído, incultos. Fueron sabios los más; sabían de astronomía, de las regulaciones solares; de dónde partieron primitivamente y por qué, los equinoccios y los solsticios; elaboraban trazados de cronología y descifraban exactamente las lunaciones que van en esta guisa…”
Y proseguía extendiéndose en tal tema. Indudablemente, lo que decía eran detalles de donde había estado presente su cuerpo mental (astral, dícese en los estudios esotéricos).137
La búsqueda de tesoros en “la llamada mentalidad prelógica”138, tanto en el subconsciente como en las diversas tradiciones premodernas de las distintas culturas, no fue exclusiva, como sabemos,de Gavidia. Es conocida la afinidad de intelectuales como Masferrer, Salarrué, Lars y Guerra Trigueros por la teosofía y el esoterismo. Incluso, como apunta la investigadora Marta Casaús, hubo redes de intelectuales vinculados a la teosofía en América Latina, donde tomaron parte Masferrer, Máximo Soto Hall, García Monge, Wyld Ospina y Augusto César Sandino.139 Empero, y quizá como algo que refuerza su automarginación del medio salvadoreño, Gavidia, no aparece vinculado, hasta donde sabemos, a los círculos teosóficos o a la masonería que frecuentaban algunos de los intelectuales de las primeras décadas del siglo XX.
4.3. La concepción de Dios
Dios ocupa un lugar importante en el sistema filosófico de Gavidia. Es muy ilustrativa la concepción de Dios que figura en un texto suyo, inspirado tras la lectura del poemario Voces interiores, de Víctor Hugo, a quien también debemos de incluir entre las fuentes de su pensamiento filosófico. Debemos decir que se trata de un recuento de la relación del poeta con Dios, a lo largo de las diversas etapas de la vida del primero. Comienza con su primera visión de Dios, su visión infantil, que manifiesta su intuición poética en toda su diafanidad, sin los conflictos ideológicos y existenciales que sobrevendrán después: “Una tarde (era niño), viendo el cielo, de un azul puro, pensé esto: Dios… Dios existe”. Se trata de una búsqueda de Dios, que proviene cuando se disipa la certeza infantil y surgen las preguntas: “‘¿Dónde está Dios?, me pregunto. “Le he buscado en la montaña y ha respondido: -Aquí no está Dios. Le he preguntado a la Tempestad y ha respondido:
-No le conozco”. La búsqueda de Dios en el exterior del sujeto es vana. Es recomendable la introspección: “Mas volví la vista a mi interior y he encontrado a Dios en mí mismo. ‘En el seno del alma misteriosa’”. Dado que el reconocimiento de Dios “fue obra espontánea de mi alma”, Dios se concibe de manera individual: “Dios, a quien adoro, es una individualidad. La Naturaleza exterior es una entidad aparte.”140
Para Gavidia, como se puede apreciar en el poema que transcribiremos a continuación, la realización del ser humano en Dios se da en virtud de la idea. En el poema titulado “Credo”, se describe la admiración humana -fuente de toda filosofía- por la creación divina:
Credo
En el principio, amigo, del fondo de su gruta,
El hombre vio extenderse cual un manto admirable
La campiña, las selvas, manto de la inmutable
Naturaleza bruta.141
La Naturaleza es para el poeta el reflejo, la expresión de la inmensidad de Dios:
Espejo rutilante, donde la luz tranquila
Reflejara los cielos, la montaña, el desierto,
Las estrellas, el mar, la bruma, el fuego, el aire incierto,
Su insondable pupila.142
Pero la inteligencia humana no puede quedarse en una admiración sin más de la Naturaleza. Recordemos que la Naturaleza, en tanto problema del movimiento, constituye el horizonte filosófico griego. Entonces, es importante que el alma y la inteligencia inicien un movimiento de búsqueda:
Caja de honda armonía, donde el eco vehemente,
Del bien o el mal la huella hace que vibre, y deja
La alegría sonora y la doliente queja,
Su corazón ardiente
Era su alma inocente.143
Esta “alma inocente”, a la que acompaña “un corazón ardiente” quiere saber. Quiere conocer lo que está más allá de lo evidente en esta contemplación emocionada de la Naturaleza. Pero, como veremos, su búsqueda no deviene en la muerte de Dios, sino más bien, en un encuentro con Él:
Cuando hubo descorrido de natura los velos,
-¿Qué haré, dijo, que digno de su grandeza sea?
Y Dios: -Dale tú, en cambio de su tierra y sus cielos, El soplo de tu idea.144
Llama la atención justamente cómo, para Gavidia, la inmensidad y la belleza de la Naturaleza solamente es conmensurable, a ojos de Dios, con “el soplo de la idea”. La idea es, pues, el pneuma, el ruaj semítico: el aliento divino que insufla la vida.145 La idea es soplo. Por tanto, es dadora de vida. Pero solamente viene de Dios, en última instancia.
No se puede deslindar el verdadero conocimiento de la presencia de Dios. En el curso inédito titulado Historia de la razón humana, al comentar a Confucio, el autor declara: “(...) negar a Dios es negar la metafísica, y el no frecuentar jamás la metafísica es dejar cegar en el pueblo que adopta esa filosofía, la fuente de la razón humana.”146
Para Gavidia, la unión del ser humano con Dios viene dada en virtud de su alma, tanto de sus facultades intelectivas como las que provienen de la apercepción. En la conferencia de 1931 sobre la posibilidad de una filosofía latinoamericana, vemos las siguientes palabras, que coronan la exposición de las ideas de Gavidia ante Vasconcelos y los representantes del gobierno salvadoreño de aquel entonces:
En abono a esa tesis, podríamos aducir lo que dice el mismo Gavidia:
Tampoco cerraremos este asunto, sin coronarlo con su unidad, que es la idea de SER SUPREMO. La mano del escultor, del pintor y del músico, tiene así como la impresión del dolor o del placer, en su caso, la sensación de las nobles emociones de que esas bellas artes y el arista la hacen intermedio y agente adiestrado y prodigioso, pero ella, esa mano maravillosa, completa su sentimiento y su vida, y adquiere la plenitud de la conciencia, cuando unida, como parte de un todo, al alma del artista, goza esas altas emociones que no puede experimentar por sí sóla. Digamos, modestamente, que la humanidad, que el hombre, individualmente, es la mano de Dios sobre la tierra.147
Es llamativo que esta aseveración sobre Dios sea la que corone la exposición del autor sobre el problema de la filosofía en nuestra región. Habremos de decir que, desde la perspectiva del sistema gavidiano y del lugar fundamental que ocupa en este la apercepción, la expresión artística es una forma, no sólo de comunión del alma humana con Dios, sino también de actualización de la presencia de Dios en el mundo.
4.4. La pregunta por la posibilidad de una filosofía latinoamericana
Gavidia puede ser llamado, sin dudas, el precursor de los debates filosóficos de los años sesenta del siglo XX, particularmente, de aquellos centrados en la posibilidad de una filosofía latinoamericana. Estos debates legaron al futuro un conjunto importante de obras filosóficas, cuyo conocimiento es fundamental para estudiar el pensamiento filosófico de nuestra región. Se trata de los volúmenes que escribieron en el contexto de esa polémica el mexicano Leopoldo Zea y el peruano Augusto Salazar Bondy.
Décadas antes, Gavidia trató dicha cuestión. Lo que para Bondy y Zea era una pregunta (“¿Existe una filosofía latinoamericana?”), cuya respuesta implicaba, no solamente examinar la historia del pensamiento producido en la región, sino también enfrentarse con la más diversas expresiones de la dependencia colonial y la alienación en nuestro continente; lo que para estos autores era una interrogación, repetimos, para Gavidia era una afirmación, un “proyecto asuntivo”, para ocupar la expresión de Zea.148 Ahora bien, para Gavidia, asumir el pensamiento latinoamericano como filosófico, o, mejor todavía, como potencialmente filosófico, implicaba un tratamiento distinto a la asunción del pensamiento prehispánico, colonial y de la independencia como pensamiento filosófico, tal como lo planteó Zea. Ya veremos en qué radica esa diferencia por parte de Gavidia.
Podemos trazar un recorrido por los textos en los cuales nuestro autor aborda la cuestión de la posibilidad de una filosofía latinoamericana, con características propias. Uno de ellos es el artículo aparecido en 1895 en El Fígaro bajo el título “El alma de América”. El segundo, es un artículo de 1903, publicado en la revista La Quincena, que dirigía el poeta modernista Vicente Acosta. Se titula “Ensayo de una Filosofía Latino-Americana.”149 Finalizaremos con la conferencia “La formación de una filosofía propia o sea latino-americana”, de 1931.
4.4.1. “El alma de América”
El primer texto que trataremos aquí lleva por título “El alma de América” y fue publicado en la revista El Fígaro, en 1895. Aquí, el tema que aborda Gavidia es el de la ausencia de una literatura latinoamericana propia. Pone como ejemplo el surgimiento de un teatro nacional en la literatura noruega y su impacto en la literatura universal. El autor contrasta este influjo del teatro noruego, basado, según él, en sus propios elementos culturales y lingüísticos con lo que sería, a su juicio, la imitación acrítica de los moldes líricos de la lengua francesa, en vez de conocer a fondo el español y producir una expresión poética propia. Veamos:
Avino que aprendiésemos a traducir lengua francesa y -al revés de lo que hicieran los escandinavos, que dignificaron su dialecto- los americanos descoyuntan el más grandioso de los idiomas, el castellano; sustituyen sus propios metros admirables con la pobre rima francesa, y se jactan sus ingenios al arrastrar las cadenas de su esclavitud al confesar que son presa de un galicismo mental. Sucede a esto la formación de una escuela decadente latino-americana que, por dicha, es incapaz de padecer la decadencia de fondo, pero que en cambio hace destrozos en la índole y en el espíritu de la lengua de su raza.150
Luego de constatar el “galicismo mental” de algunos literatos latinoamericanos -cosa que los filósofos de los años sesenta relacionarán con la dependencia cultural-, nuestro autor se interroga:
¿Cómo pensamos en tener una literatura propia?
A lo que nosotros respondemos con las cuestiones siguientes:
¿Tiene ideales propios la América Latina? ¿Ha hallado la fórmula política de sus instituciones? ¿Se ha resuelto a no seguir las huellas de la democracia yankee y a investigar las leyes de su propia y original democracia? ¿Ha estudiado sus propios problemas sociales? ¿Qué le importan el socialismo y el nihilismo? ¿Tiene exploradores en las regiones de la filosofía que le suministren los sistemas de ideas propias, de las cuales carece? ¿Con qué verdades nuevas se va a presentar al mundo?
¿Toda su labor intelectual no es objetiva? ¿No reflejan las páginas de sus libros los problemas que conmueven sociedades diversas de las nuestras?151
Algo similar expresa en un texto sin título, incluido en Las espigas de Ruth, de 1901:
¿Mas, qué nos valdría conocer el movimiento intelectual de Europa y del Norte y Sur América, reflejado en su literatura, si para nosotros no ha de haber luz, ni hemos de saber lo que somos, qué hay en nuestro corazón, lo que existe en el cielo de nuestra inteligencia, de dónde venimos, a dónde vamos, qué queremos, qué podemos, qué debemos hacer? Sin literatura propia un pueblo no tiene personalidad; no se conoce.
La literatura nacional es el espejo donde la Mujer hermosa se conoce. El Alma de una nación se ve en su literatura.152
Al carecer de una literatura nacional, en la que se encuentre reflejada su alma nacional
-entendida como sus tradiciones, su cultura, su visión de mundo, sus formas de conocimiento de sí misma y de la realidad-, no podemos hablar, permítasenos la expresión, de una auténtica nacionalidad. Seguiríamos sumidos en el pleno desconocimiento de nosotros mismos y del mundo. Y esto, como ya vimos anteriormente, es la raíz del mal para Gavidia.
El arte latinoamericano, plantea Gavidia, aún no ha logrado expresar la propia mentalidad. ni la riqueza cultural de la identidad de la región:
¿Dónde está el color con que se ha pintado el mundo psicológico americano? ¿Hemos visto la generosidad de esta sociedad cosmopolita, sin igual en la historia, reflejada en las páginas de un nuevo evangelio ofrecido a las naciones? ¿Tenemos orgullo de raza? ¿Cómo no hemos procurado fundar el nuevo individualismo hispano-americano? Quisiéramos ver los toques de pincel que diesen idea del cuello de un colibrí; del baño de luz nuestra que hace de los montes pirámides de oro macizo; de una tez de mujer a la vez india, goda, árabe, española y africana, o de la tea de Ricaurte destellando sus fulgores de la mitad para acá de nuestra historia de latino-americanos.153
Ello lleva al autor a afirmar: “Nuestra literatura no existe en el mundo exterior; hay que buscarla en la conciencia de América”.154
Hemos querido detenernos en “El Alma de América”, porque la cuestión que plantea (la ausencia de una literatura propia “o sea, latino-americana” -diríamos, parafraseándolo- está ligada a la ausencia también de una filosofía producida desde nuestras realidades. Además, es clara también la ligazón que, para Gavidia, existe entre literatura y filosofía. No creemos ser infieles a la concepción de nuestro autor si afirmamos que para él el pensamiento filosófico de un pueblo está en germen en su literatura, en su poesía. La filosofía sería un momento posterior, pero basado en la expresión literaria. Un momento, diríamos, caracterizado por la formulación del pensamiento en categorías filosóficas, de ese mismo pensamiento que estaría expresado estéticamente en la poesía y en el arte.
4.4.2. “Ensayo de una Filosofía Latino-Americana”
Este artículo tiene dos cosas curiosas. La primera es que el título tiene una llamada al pie de página, la cual reza: “Este estudio debe verse desde el punto de vista puramente filosófico.”155 La segunda, no menos llamativa, está en el subtítulo: “El ascenso a lo desconocido.”156 Sin embargo, esto último tiene una razón muy concreta: La filosofía, como lo desarrollará Gavidia a continuación, es el resultado del enfrentamiento intelectual y espiritual a “lo desconocido”, esto es, a aquella dimensión de la realidad que el pensamiento religioso llama Dios y a la que, en el sistema hegeliano, se le conoce como Espíritu Absoluto. Es casi un lugar común hablar del asombro como el origen del filosofar en Grecia. Este lugar común, sin embargo, no pierde su valor, desde la perspectiva de Gavidia. No lo pierde, porque para él, se trata del asombro ante lo desconocido lo que actúa como detonante de las diversas búsquedas y respuestas que diversas culturas han ensayado al respecto, respuestas cuyo resultado han sido las grandes religiones y los grandes sistemas filosóficos. “El hombre descubre que las cosas tienen sus leyes y las adora,”157 afirma nuestro autor. ¿Qué significa esto? Que hay un universo racionalmente creado y ordenado, es decir, un universo que obedece a una Razón trascendente y envolvente. Lo real, es, pues, racional, como afirma Hegel.
Gavidia comienza su recorrido por Oriente, al igual que lo hace Hegel en su concepción de la historia universal. La idea de Lo Desconocido empieza en China, siendo la acción de la materia (lo primero que se ofrece á los sentidos). La materia que acciona es el Tao. Ante él, retrocede la razón de Confucio, que lo separa de las miras de la investigación humana, y lo llama El Dios Inaccesible, del cual es inútil preocuparse, porque está más allá de la especulación. 158
La intuición de lo divino como inaccesible a la razón humana coincide con las concepciones del pensamiento indio Sera la negación, será la muerte, serán todos los males que provienen de la naturaleza y le llamaran Siva.159 Si la concepción de Dios o de lo Desconocido es el de una entidad divina indiferente a lo terreno, en la India, según Gavidia, lo divino encadena a lo humano en virtud de un sistema de reencarnaciones sucesivas. Esto da paso a las concepciones dualistas, como las que se encuentran en el zoroastrismo, en donde vemos el enfrentamiento del Bien contra el Mal, de Ormuz contra Ariman.160 La aparición del monoteísmo en el pueblo de Israel-probablemente, por razones de espacio, Gavidia no aborda los monoteísmos previos-, supone un cambio cualitativo en la concepción humana sobre lo divino. Presa de una interpretación cuestionable históricamente, Gavidia no duda en afirmar que “El hebreo es ario. Proviene también de las altiplanicies de la India”161, aunque también afirmará algo en lo que Dussel coincidirá con él: el pueblo hebreo, a diferencia de otros pueblos, es un pueblo que vive en el desierto, y estas condiciones extremas determinarán en grado sumo su pensamiento. Si para Dussel, la precariedad de la vida en el desierto inclina al pueblo de Israel a tener una conciencia de la finitud de la vida; a criticar el lujo y la ostentación; a plantearse una ética a partir del reconocimiento de la situación precaria del prójimo, y a concebir a Dios como el “radicalmente Otro,”162 para Gavidia, la vida en el desierto conlleva una visión cualitativamente distinta a la de sus predecesores orientales. Para Gavidia, el desierto potencia la capacidad de abstracción (“el desierto hace replegarse sobre sí mismo el pensamiento.”163). La contemplación de la vastedad del desierto, así como de la inmensidad del firmamento -sin la interferencia de una naturaleza exuberante o de la belleza de las grandes ciudades- le permite intuir al sujeto hebreo la idea de infinitud: “La contemplación del cielo conduce á la idea de espacio sin límites, la idea del espacio sin límites conduce a la idea del infinito, el infinito à la idea de unidad, la unidad á la idea de Dios.”164
La religión del pueblo de Israel, en particular, los profetas, y, posteriormente, la predicación de Jesús de Nazaret, se enfrentan a Lo Desconocido en forma de una “Voz”.165 Esta es la Voz de la razón. Dios es “Jehová, el Señor, el Padre, el Rey, el Pensamiento. (...) Sí, el pensamiento. Todos los profetas OYEN UNA VOZ (...) y repiten lo que dicen la Voz.”166
El cristianismo será para Gavidia un momento de síntesis: “La unión perfecta del elemento humano con el elemento espiritual, unión real, histórica, activa, es Jesucristo.”167
Desde la cronología eurocéntrica del pensamiento a la que se adhiere Gavidia, esta intuición de Dios como Pensamiento tiene, en la Edad Media, un tiempo preparatorio para aquello que el autor considera como el logro del Renacimiento: la unión de la síntesis de lo humano y lo Divino que logra el cristianismo con la riqueza espiritual de la cultura griega.168
Hay, pues, una identificación de Dios con la Razón. El “Yo soy quien soy” del Antiguo Testamento equivale al “Pienso, luego existo” cartesiano169. Acto seguido, Gavidia declara: “El Órgano de Aristóteles enseña á hacer uso de la Biblia.”170
El Renacimiento, concebido por Gavidia como la síntesis entre el cristianismo y el humanismo griego, es una etapa que no se da en América Latina. “Los conquistadores”, declara, “eran hombres de la Edad Media. A raíz del descubrimiento de América, España opuso la Santa Inquisición á las ideas que resucitó la Grecia clásica.”171 Para Gavidia, ha sido grave el hecho de que en América Latina la literatura no forme parte “de los estudios superiores nacionales u oficiales”, al contrario que en Europa Occidental. De ahí, deduce que se origina la falta de conocimiento científico, lo cual explicaría la práctica ausencia de inventores latinoamericanos.
Mas no todo ha de ser pesimismo.Tenemos lo que no tienen los demás pueblos: el tipo de hombre formado por el Oriente y por la Edad Media; dotado de una idealidad sublime: el mejor de los idiomas modernos y su literatura, madre de otras literaturas modernas; tenemos la forma republicana y el culto por la Libertad, que nos permitirá llegar a un Renacimiento literario, científico, artístico, comercial, industrial, pedagógico, político, etc. -que responda al ideal del porvenir formado por todas las naciones que hoy día, en la América Latina, señalan a sus hijos un hogar como el Continente, que es, sobre todos los otros, altamente cosmopolita.172
En este sentido, podríamos ver una coincidencia con un filósofo latinoamericano al que Gavidia conoció y le dedicó el discurso que analizamos en el siguiente apartado. Nos referimos al mexicano José Vasconcelos, autor del libro La raza cósmica, donde plantea la tesis del ser latinoamericano como una síntesis del resto de culturas del mundo.
El artículo de Gavidia concluye afirmando que, dada la naturaleza racional del universo, la humanidad ha intuido, de una forma u otra, dicha racionalidad. Sin embargo, el acceso a dicha racionalidad es producto de un trabajo intelectual arduo: “Puede decirse que Dios se entrega al hombre por partes. Pero para ésto hay que merecerlo. La verdad es un premio y el modo de obtenerlo es el trabajo.”173
4.4.3. “La formación de una filosofía propia o sea latino-americana”
Es importante examinar el discurso inaugural del año lectivo de la Universidad de El Salvador, “La formación de una filosofía propia o sea latino-americana”, pronunciado el 1° de febrero de 1931, con motivo de la visita del filósofo José Vasconcelos a El Salvador. Según Rafael Lara Martínez (2011), el autor de La raza cósmica, estuvo presente en el país desde noviembre de 1930, estadía durante la cual fue nombrado socio honorario del Ateneo Salvadoreño. En el acto de incorporación de Vasconcelos, Gavidia leyó su poema “Héspero”. Por su parte, Toruño (1969) afirma que la visita del filósofo mexicano tuvo lugar en 1931. Este autor describe los siguientes detalles acerca de la visita de Vasconcelos a la Universidad de El Salvador y de la intervención de Gavidia. Veamos:
Cuando llegó José Vasconcelos a San Salvador en 1931, hubo un homenaje en el Ateneo y otro en la Universidad. El del Ateneo lo presidió él (Gavidia) por ser Presidente Honorario per-vita, y al de la Universidad querían que él pronunciara el discurso de presentación. Aunque no se oponía, pero pretextaba. Al fin dispuso hacer la presentación.
En el paraninfo universitario estaban altas autoridades del Gobierno, diplomáticos y selecta concurrencia. Él solicitó que le colocaran réplica del Calendario Maya, que habían obsequiado a la Universidad, sobre un trípode.
Al abrirse el acto, se puso de pie y comenzó:
“Significada audiencia. Es importante conocer…”. Y quedó en suspenso, en aquella fuga astral. Supusieron los asistentes que se le había olvidado el discurso. Al reintegrarse su mente, bajó de donde estaba, tomó una regla y recomenzó:
“Así les iba diciendo”... Y se perdió en análisis, en descripciones. (...) Hasta ahí, nada de la presentación de Vasconcelos. Terminó en casi dos horas y al instalarse de nuevo en la tarima donde estaba su asiento, dijo:
-Todo ello indica que aquí tenemos un representante de lo que aquí habéis oído describir.
¿Y el nombre? Esa fue la presentación.
Es que lo habían forzado a que presentara al licenciado Vasconcelos y él era libre en sus determinaciones. No era porque no reconociera lo que valía Vasconcelos sino porque repugnaba las presentaciones y se salía con lo suyo. Ya le había demostrado ese aprecio, al dedicarle su ensayo La formación de una filosofía propia o sea latinoamericana.174
La conferencia de Gavidia, si nos guiamos por su versión impresa, no parece tan dispersa o caótica como nos lo transmiten las impresiones de Toruño. Más allá de cavilar si Gavidia se guió por el texto escrito o si efectivamente ocurrió lo que narra el crítico nicaragüense, habremos de concentrarnos en la importancia de la visita del filósofo mexicano y sobre su relación con nuestro autor. Podríamos decir que tanto a Gavidia como a Vasconcelos les preocupa el problema de la constitución de una identidad latinoamericana y nacional. Ello entra en conexión con la tesis que mantiene Carlos Beorlegui.175 en el sentido de que en el pensamiento latinoamericano, llegada una etapa de cierta madurez intelectual, la pregunta por la identidad latinoamericana es fundamental. Esta pregunta se entrelaza con otro cuestionamiento fundamental: el de si es posible una filosofía latinoamericana. Es ese el tema del texto que escribió Gavidia en homenaje a Vasconcelos.
El recuerdo de oradores como el ilustre huésped cuya palabra arrebatadora obsede aún nuestros oídos hace mi labor más difícil. En desquite, Señores, tomaré pié del asunto de su discurso sobre la formación de la Filosofía propia de nuestra raza, que él llama la raza cósmica, que es la Indo-Latina o Latino-Americana. Permitidme recordar, y esto ya toma perspectiva de la lejanía del tiempo, que sobre esta Filosofía Latino Americana se publicó en la revista ‘La Quincena’, un ensayo, modesto por ser mío,176 cuando se empezó aquí la propaganda de los Altos Estudios. Fue concomitante la aparición de José Ingenieros: aunque en Filosofía adoptó éste la evolución spenceriana y el monismo, en cambio nos dejó una HISTORIA DE LA FILOSOFÍA EN HISPANO AMÉRICA de lo más palpitante y para mí su obra maestra.177
En la conferencia, Gavidia reivindica la necesidad de la filosofía. Esta necesidad no parece tan evidente, dado el carácter de búsqueda de los fundamentos últimos de la realidad. Pero esta búsqueda no es algo superfluo. Sus primeros hallazgos son los que, para Gavidia, han fundamentado las ciencias:
La Filosofía no debe considerarse como esas nubes que se forman y se transforman, sin otra consecuencia para el espectador. “Las Nubes”, famosa comedia de Aristófanes, critican,. por cierto, la falsa filosofía, y si no hubiesen atacado a Sócrates no serían odiosas. La Filosofía al aparecer propuso el estudio de los elementos: el agua, el fuego, la tierra y el aire. ARISTON MEN HUDOR (“Nada hay mejor que el agua” vale decir, el agua es el origen de las cosas”), decía Píndaro, que fue partidario de Thales, el que sorprendió la existencia de la electricidad por el frotamiento del ámbar. Así se anunciaban con sus primeros vagidos, la Física y la Química.178
La filosofía presocrática (“esta nueva Filosofía”)179, en virtud del estudio de la naturaleza conduce al surgimiento de distintas “Ciencias: la LÓGICA, la METAFÍSICA, la ELOCUENCIA JUDICIAL que era entonces la RETÓRICA, las LEYES o CIENCIA JURÍDICA, la CIENCIA CONSTITUCIONAL O SEA LAS DOS REPÚBLICAS, LAS CIENCIAS NATURALES, en fin, hasta algunos cimientos de la POESÍA en la POÉTICA de Aristóteles.”180 No obstante estos logros de la investigación que se dirige al “mundo exterior”, todavía quedaba pendiente la “interioridad” humana:
Pero hacía tiempo que el oráculo de Delfos había escrito en el frontispicio de su templo GNOTHI SE AUTON: “Conócete a ti mismo”. Sócrates adoptó este lema. No era ese conocimiento el del hombre material que tan maravillosamente había expresado la Escultura. El mundo interior del hombre, por explorar, pero era tan profundo como rico en hallazgos maravillosos.181
Esta actitud investigativa, vertida hacia la naturaleza, sigue Gavidia, ha permitido encontrar la explicación de diversos fenómenos. La física es un ejemplo de ello. Pero las explicaciones de los fenómenos no deberían bastarnos para ir a las raíces de la realidad: “Los iones, los electrones y los positivos al rededor182 de que giran, tienden también a transmutar la materia en simple FUERZA. La fuerza!183 Pero la fuerza, como la cantidad, como el espacio, como el tiempo, como la atracción, como el movimiento que todo lo explican, son inexplicables ellos mismos.”184 Esta explicación causal, hemos dicho, resulta insuficiente. Hay que interrogarnos sobre esas causas: “¿Son atributo de qué ser? Un sentimiento religioso se apodera del filósofo y sólo los grandiosos símbolos de la POESÍA prestan un firme asidero y punto de reposo a las ya fatigadas alas del espíritu humano.”185 Aquí se desmiente el planteamiento según el cual se da un paso definitivo “del mito al logos”, ignorando, como parecería decirnos Gavidia, que es el mito, la poesía, una forma de habérselas con la realidad y de saber de la realidad, que nos da una perspectiva distinta a la de las ciencias naturales.
Para Gavidia, la historia de la filosofía occidental, desde Aristóteles, se ha centrado en tres facultades humanas. “EL ENTENDIMIENTO, EL SENTIMIENTO Y LA VOLUNTAD.”186 En cada período histórico, cada una de estas facultades se ha visto como prioritaria. “En la Edad Media la Memoria daba la premisa”, afirma el autor. “Por ejemplo: El Profeta Samuel ungió rey a Saúl a nombre de Dios. El Entendimiento entonces formaba los silogismos; luego se debe ungir a los reyes; luego mandan a nombre de Dios; luego son de poder divino, etc., etc., etc.”187 En cambio, añade, “La Filosofía Moderna ha puesto en primer lugar el ENTENDIMIENTO. Él es una antorcha: debe pues, alumbrar el camino. Pero este encasillado de facultades, ¿no os parece estrecho?
¿Está en él todo el hombre? Yo hablé de esto en el Curso Breve que dicté en esta Universidad.”188
Si respondemos a estas preguntas desde la perspectiva de Gavidia, podríamos decir con toda legitimidad que la condición humana no se agota en el entendimiento. Es lo que Zubiri llama la “logificación de la inteligencia”. Gavidia nos aconseja remontarnos a “un período prehistórico”, en el que los pueblos “están lejos de usar los silogismos”, es decir, en un momento previo a la racionalidad conceptiva. “A estos hombres de la edad de piedra debemos el trigo y el ganado, que se hallan en los KIOKENMODINGUEN189 o comidas que se encuentran en los grabados rupestres.
¿Qué facultad se aplicó en la cultura del trigo? Era algo como la ADIVINACIÓN primitiva: algo como la SUBCONSCIENCIA moderna. Llamémosla provisionalmente LA APERCEPCIÓN.”190 Para Gavidia es necesario prestarle atención a esos productos culturales anteriores a la imposición de la civilización occidental, pues en ellos está cristalizado ese elemento aperceptivo, el cual puede ser el germen de una filosofía propia: “¿Cuánto tiene nuestra Centro América en productos precolombinos, inscripciones, ornamentación y ciencia verdadera que no menciona el texto de Filosofía”,191 se cuestiona. Y es que, como hemos visto, para Gavidia hay un nivel profundo de pensamiento de cada cultura, que se expresa en la literatura y en la mitología. Es lo que Dussel, siguiendo a Paul Ricoeur, llama “núcleo ético-mítico” de los pueblos.192 Esto significa que en cada cultura hay un pensamiento ético y reflexiones sobre los problemas radicales de la condición humana que, antes de expresarse temática y formalmente en el discurso filosófico e, incluso, antes de tomar forma en el sentido común y las visiones sobre la realidad que predominan en un contexto cultural, antes de todo ello, se fundamentan en los relatos míticos y en las cosmogonías ancestrales. Este núcleo ético-mítico es el fundamento cultural de la filosofía producida en una cultura dada. Entonces, lo que Gavidia nos está diciendo es que hay que remontarnos a nuestro núcleo ético-mítico para poder dotar de fundamentos a nuestro proyecto filosófico latinoamericano. Así, “antes que el Silogismo y los Diálogos de Platón, existían los POEMAS DE HOMERO. Son la abstracción de todo el mundo representado en acción, en una figuración ideal, que permite estudiarlo sin temor de persecuciones religiosas, políticas, sociales ni de ninguna otra clase”.193 Sin embargo, nos recuerda Gavidia, se dio el destierro de Homero, esto es, de la poesía -valga decir: del núcleo ético-mítico- de la República ideal de Platón.194
Nuestro autor reafirma la necesidad de basar la filosofía latinoamericana en la tradición propia, lo cual -como confirma el eclecticismo del autor- no está reñido con retomar crítica y creativamente elementos de otras filosofías, desde las necesidades de nuestros países: “¿Qué hará nuestra joven América? ¿Qué razón tiene y cómo sería aplicada la Filosofía Latino Americana que hemos dejado antes esbozada? Nosotros necesitamos darle valor a nuestra herencia. Hay una Ciencia Centro Americana admirable.”195
La postura de Gavidia frente a la situación de los pueblos originarios en las repúblicas latinoamericanas tiene una contradicción en este punto. Aquí vemos, por una parte, cómo está planteando la necesidad de ir hacia las fuentes científicas y filosóficas indígenas, pero, por otra, y como podríamos ver en su teatro, en Gavidia está viva la idea de que el indígena debe adaptarse al modelo civilizatorio europeo.
Dejando de lado provisionalmente esta contradicción, volvamos a la conferencia. En ella afirma que es necesaria una filosofía que dé valor a la apercepción.196 No solamente eso: habrá que reafirmar los rasgos característicos del conocimiento americano, vinculado, precisamente a la raíz aperceptiva. Por tanto, la América debe reflejarse en el poema, en la epopeya, en el teatro, pues cultive la abstracción. Tenemos un bello alfabeto que no se pronuncia: pues debe hablarse como se escribe para que después se escriba como se hable; es decir, con buena ortografía. Debemos reconquistar los pneumas o espíritus que obligan a reponer al que habla, el aire que robamos a los pulmones en sus funciones vitales.”197 Ciertamente, el texto de la conferencia parece disperso en algunos pasajes: Gavidia viaja de un asunto a otro, lo cual parece darle la razón a Toruño cuando nos ha narrado los momentos extáticos del escritor. Este recomienda fijarnos en el modelo de democracia de Pericles, al cual define como “de capital importancia para la Filosofía de la América Latina”.198
4.5. Filosofía y poesía. Un encuentro posible
Gavidia es un acérrimo crítico del positivismo. Tomemos en cuenta que el positivismo, tanto en su variantes comteanas y spencereanas, fue adoptado por las élites criollas gobernantes en el proceso de fundación de las naciones latinoamericanas, particularmente en México y Brasil199. En el caso de El Salvador, el positivismo tuvo una influencia muy fuerte en el sistema educativo. Tal como afirman Cruz y Henríquez:
El positivismo como forma de hegemonía cultural ha no solo contribuido, sino fomentado la mutilación de la multidimensionalidad del ser humano, partiendo de un principio de desigualdad y jerarquización para posicionar un número restringido de estas dimensiones como las más importantes y el resto como “complementarias”. Esto ha dado lugar a una escuela estéril de relevancia social, inconexa con su contexto, que habla desde un lenguaje tecnificado que toma distancia “científica” de la realidad de la que tendría que partir.200
En la conferencia “La proposición”, nuestro autor afirma:
Después de atender la facultad de la razón se debe atender la sensibilidad.
En la sensibilidad descansa la educación.
Siempre se pide Educación y de hecho se da solo instrucción y hábitos maquinales. La educación está en la literatura; pero es lo más difícil saberla apreciar y entender.
El sistema de Carlos II el Hechizado201 no atiende para nada la sensibilidad y les entrega esta facultad indefensa al fanatismo y al mundo externo.202
Un país cuya educación está desprovista de una base literaria y artística es, para Gavidia, un país mutilado. Como lo dice en el texto El arte como elemento de educación, “no tiende esta fase de la educación a formar escritores; poetas, pintores, escultores, ni arquitectos (...). Se trata de dotar a nuestras nacientes generaciones de un sexto sentido, el sentido del arte”.203
No podemos dejar de vincular la apercepción gavidiana con el concepto de cultura del autor.
En dicho concepto, la poesía es el núcleo de la cultura. Dice Mata Gavidia:
(...) la poesía es la cultura misma, en cuanto tiene el poder de trasmitirnos “verdades”, las que fueran, inclusive metafísicas, y de trasmitirlas por comunicación intuitiva, emotiva, como Dios se comunica a sus criaturas; o para expresarlo con los versos de nuestro autor:
Ni se prueban cual prueban las verdades; ni entran en raciocinio o silogismo:
Se presentan, nos hablan, son las diosas, obran, -como Dios mismo.204
Para Mata la poesía es, para Gavidia como para Heidegger, una forma de acceso intuitivo a la verdad:
Nos comunica verdades en su acepción más amplia, pero no en forma de concatenada expresión
-hija de un razonamiento- sino con recursos que hagan pasar la verdad de espíritu a espíritu, sin recurrir a puentes lógicos, discursos probatorios, formas inductivas o deductivas, sino por una captación intuitiva, por una simpatía emotiva. Las poesías nos hacen captar la verdad (intuir) aunque no nos la prueben, como lo hace el físico o el lógico.205
De esta manera, el poeta es el agente creador y transmisor de la cultura y, además, diríamos, del núcleo-ético mítico de la cultura a la que pertenece. En la poesía está concentrada el filosofar y la paideia de cada pueblo:
Recuérdese que para Gavidia, el poeta no es un simple inspirado hace-versos, sino un personaje necesario dentro de la comunidad humana, para trasmitir en forma bella todos los aspectos culturales de su tiempo. Para él la poesía, es la forma natural para educar una nación, como Homero educó a Grecia y al mundo, o como Goethe, y los grandes poetas de todos los tiempos lo hicieron. ¿Podrá un poeta ignorar las titánicas conquistas del hombre en su tiempo, y sobre todo, cuando este tiempo vive horas de grandeza y de tragedia, las cuales no son captables sin un hondo saber de ellas? El poeta del porvenir, como él menciona, tiene que volver a ser lo que fue: el pionero de toda cultura, ya que él habrá de tener como su misión específica, ser el ministro de la cultura, el forjador de pueblos, el maestro de maestros, y nadie puede ministrar, forjar o enseñar lo que ignora.206
Así, el fundamento de esta paideia se da en esta poesía filosófica y paudéutica. Hay que recuperar, nos dice, este conocimiento homérico, presocrático, en el que todavía no se han recogido los diferentes campos del conocimiento en compartimentos mutuamente incomunicados y, más bien, es posible una aproximación a lo divino, a través del numen poético:
La fusión de las Letras y las Ciencias ya no será para aplicarse de un modo docente, en la forma antigua; pero, señores, la poesía del porvenir podrá, como Homero, abarcar en sus creaciones todos los ámbitos de los conocimientos y de la actividad humana, sin que se crea -que existan asuntos impropios de ser ennoblecidos con un rayo de luz del divino Apolo; y lo que se hace de un modo analítico en la enseñanza será recogido en hermosas síntesis en los cantos de los poetas.-He dicho.207
La lengua tiene para Gavidia, un fundamento metafísico:
Estudiar el idioma en cuanto es formado por la concurrencia de los varios elementos filosóficos, es decir, sensibles o metafísicos, v.g., como todas las conjunciones, la Y no es un producto de la representación: es producto de una de las categorías a priori.208
Por tanto, es fundamental recuperar la palabra poética para poder conocer los fundamentos, el núcleo ético-mítico de nuestras culturas:
Los resultados del sistema lógico, o de la lógica reinante en cada civilización y en cada época de la civilización.
Por ejemplo:
En la literatura hebrea lo patético y religioso, lo narrativo patético, los proverbios y los himnos de carácter religioso, producto de una lógica aperceptiva.
En la literatura griega, lo declamativo y patético de carácter casi profano, humano: Lógica aristotélica o racionalista.
Literatura moderna: Lógica especulativa.209
En La apercepción. Estudio de filosofía, podemos encontrar anotaciones interesantes para nuestra investigación. En ese manuscrito, Gavidia nos remite a Grecia: primero, a “definiciones según el sistema aristotélico”. Casi a renglón seguido, añade: “La primera apercepción -un verso de Orfeo”.210
Para nuestro autor, la manera de filosofar que se inaugura con Platón se deslinda de la tradición mítico-poética anterior, y con ello pierde de vista un fundamento del saber importante.
Platón no explica -o no lo explica él- que en la poesía estén comprendidas las formas lógica, gramatical y ciencia no clasificada. Sobre todo, la política y la justicia que él desea fundar. De ahí la exclusión de la poesía y del poeta. Error.
En fin, no explica que, además de contener la poesía la forma originaria (...) de la lógica, contiene los puntos de vista generales que se traducen en obras reales: así, de la enumeración de las naves de Homero sale la geografía y la poesía.211
En Las espigas de Ruth encontramos una concepción original de la poesía, en tanto forma de conocimiento de la realidad. Se trata, como reza el subtítulo, de una recopilación de escritos breves, aparentemente misceláneos. Bastaría con darle un vistazo a los encabezados del ìndice: “Donde se habla todavía el castellano del siglo XVI”; “La Poesía y la CIencia”; “La inmortalidad del Alma”; “La modestia”; “Imitaciones de poesías mías”; “La Filosofía positiva”; El egoísmo de razas”; “Argumento de Novela”; Génesis o borrador de ‘Hay quienes comen rosas’..”, por mencionar algunos de los títulos. Efectivamente, hay en el volumen meditaciones aforísticas, junto a poemas y reflexiones personales tan reveladoras como la que transcribimos aquí, reveladora, por cuanto Gavidia nos revela su autopercepción:
La modestia
Con frecuencia se me ha presentado este problema: ¿Cómo hablar uno de sí mismo en sus escritos, cuando lo impone el asunto y la relación y encadenamiento de las ideas como una necesidad?
Leo en Cousin esta respuesta:
“...las precauciones de la modestia no valen tanto como la sencillez y la rectitud de intención…”212
En lo tocante a la concepción gavidiana sobre la poesía como forma de conocimiento de la realidad, podemos destacar este texto:
Poesía y Ciencia
La poesía es el alma: la ciencia es la experiencia. La una concibe, la otra ejecuta. Esta da el dato, aquella aprovecha. El Hombre por la poesía engrandece su entendimiento, por el entendimiento puede adquirir la ciencia, por la ciencia adquiere los medios de llenar los fines de la vida material.
En la Historia la poesía es el alma de los pueblos; la ciencia, los medios de ejecución.213
5. Conclusiones
Hemos visto cómo en el pensamiento de Gavidia la filosofía ocupa un lugar importante, al punto que podemos decir con propiedad que hay una filosofía gavidiana, con sus propios problemas, con su elaboración conceptual y con una visión sistemática propia. Ciertamente, y debido tanto a la ausencia de una normalización filosófica, pero también al mismo carácter de Gavidia y a su propio autodidactismo, su filosofía no dialoga con fuentes filosóficas que tendrán una gravitación importante en pensadores latinoamericanos del siglo XX. Empero, Gavidia aborda un problema fundamental para el pensamiento filosófico latinoamericano: El de la posibilidad futura de una filosofía latinoamericana, planteado por Alberdi en 1842 y el de su posible concreción, asumiendo los problemas históricos y psicológicos que condicionan el pensar latinoamericano, asunto discutido en los años sesenta por Villoro, Zea, Salazar Bondy y Miró Quesada.
Para Gavidia, esta pregunta por la posibilidad de un pensamiento filosófico propio está ligada a una crítica del paradigma filosófico y epistemológico moderno-occidental, y a la reivindicación de la apercepción, esto es, una forma de conocimiento de la realidad, forma esta pre-filosófica y pre-científica, vinculada el núcleo ético-mítico originario de los pueblos y expresada en las artes y en la poesía. Esta última será para Gavidia la fuente de posibilidad de un saber latinoamericano propio, que se nutra de los saberes de los pueblos originarios centroamericanos. Este planteamiento está basado en un sistema filosófico idealista e intuicionista, en el que vemos cómo hay un Dios del que emana el conocimiento de la realidad y, por tanto, apreciamos también la manera en que, según el autor, la búsqueda del bien supremo, es decir, de ese Dios, es una búsqueda que se da a través del conocimiento y que, en un plano intramundano, se actualiza con las obras artísticas de la humanidad. La raíz del mal, para Gavidia, sería la ignorancia de la divina legislación que se manifiesta en el universo, de manera ya explicitada por la formulación de leyes científicas, o de forma disimulada por lo mucho que todavía ignoramos sobre el universo y sobre nosotros mismos.
Hecha esta recapitulación, podemos decir que en Gavidia encontramos un pensamiento filosófico original que, dentro de las particularidades que presenta, intenta responder a la circunstancia histórica salvadoreña, planteándose como misión la fundación poético-filosófico- paudéutico de la nación de El Salvador: Una visión soteérica de dicha nación, pues tendría la misión de salvar la cultura universal.
Si retomamos la cuestión planteada al principio de este trabajo, en el sentido de que Gavidia es un escritor decimonónico trasplantado al siglo XX, podríamos afirmar que la respuesta es afirmativa. Desde la perspectiva del escaso contacto de Gavidia con las corrientes de pensamiento filosófico europeas y latinoamericanas del siglo XX, su filosofía parece ser un anacronismo. No obstante, este carácter anacrónico le permite ser consciente de los problemas que conlleva la implementación de la modernidad en El Salvador y de los peligros que implica un tipo de racionalidad fundamentada exclusivamente en la facultad de establecer conceptos. De ahí que su sistema poético-filosófico idealista y basado en la existencia de Dios como premisa fundamental, así como su concepción de la literatura y la poesía como el elemento fundamental del núcleo ético-mítico latinoamericano se constituyan, hasta cierto punto, en un punto de crítica hacia el modelo positivista-cientificista de modernidad.
Lo anterior es solamente un atisbo de la riqueza que encontramos en el acervo archivístico gavidiano. Habremos de profundizar más adelante en los puntos mencionados para poder dar una visión más completa de la filosofía de nuestro escritor.
Agradecimientos
Quiero agradecer, de manera muy especial, a mi amigo, el escritor Álvaro Darío Lara, por la generosa donación de un ejemplar de la primera edición de La formación de una filosofía propia, o sea latino-americana, de 1931, fundamental en este artículo. Asimismo, a mis colegas en este proyecto, por sus oportunas valoraciones que me han servido en diversos tramos de la redacción de este artículo. Un agradecimiento especial a Ingrid Bustillo, Óscar Meléndez y, en el nombre de este último, al personal de la Biblioteca “P. Florentino Idoate, S. J.”.
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Notas
Notas de autor
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