Reseñas

Pedro Infante. Las leyes del querer, de Carlos Monsivais

Pedro Infante. Las leyes del querer, by Carlos MonsIváIs

Nathaly Guzmán Velasco 1
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador

Realidad, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador

ISSN: 1991-3516

ISSN-e: 2520-0526

Periodicidad: Semestral

núm. 163, 2024

realidad.director@uca.edu.sv



DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v1i163.8183

El cronista Carlos Monsiváis dedicó uno de sus últimos libros a Pedro Infante, el máximo ídolo mexicano cinematográfico y musical del siglo XX. Infante llegaría a personificar durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta la combinación mediática entre lo moderno y lo tradicional, y representaría las características del encuentro entre la cultura provinciana y la citadina que el cine de la época se propuso proyectar. El texto de Monsiváis presenta innumerables aspectos de entornos culturales cotidianos mediados por la industria cinematográfica a través de la figura de un hombre que, a través su imagen de astro de la pantalla, se asomó desde la ficción a la modernidad, se apropió de esta y la integró a sus personajes sin desligarse por completo de las costumbres atesoradas por la mentalidad conservadora. Fue precisamente esa dinámica la que gestó no solo éxitos de taquilla, sino, en palabras de Monsiváis, un cine de valor sociológico que presentaba: “(…) modos de vida, estilos de habla, nociones de lo bello y lo feo, (…) y una vigorosa cultura popular (...)” (Monsiváis, 2008, p. 66).

En Las leyes del querer, Monsiváis sistematiza la historia de la edificación cinematográfica de una serie de representaciones sobre lo masculino a través de la actividad actoral de Infante. El autor nos proporciona diversas herramientas para interpretar dinámicas de género que todavía hoy se mantienen vigentes en la cinematografía. Los hombres que encarna Infante se mueven dentro de ámbitos tanto rurales como urbanos, y despliegan prácticas sociales vinculadas de forma subjetiva al “destino” pero materializadas en situaciones cotidianas de la condición humana y a partir de problemas estructurales como el desempleo, la pobreza, los vicios, la violencia y las injusticias. Monsiváis analiza de qué manera las narrativas cinematográficas le brindan al público la posibilidad de reconocerse y de reinventarse desde el universo del ídolo. De reconocerse, porque Infante despliega un aire de familiaridad en todo momento, conectado con una serie de factores que posicionan un marco de referencias de lo popular. De reinventarse, porque los personajes del actor marcan toda una gama de modelos de identidad que pasan a formar parte, como indica Monsiváis, de un imaginario colectivo marcado por la ideología patriarcal dominante.

Es desde estos conflictos que el autor establece qué elementos le otorgan al intérprete, conocido como el ídolo de Guamúchil, la capacidad de establecer estereotipos a partir de sus personajes y de inmortalizar interpretaciones de los rasgos de la vida cotidiana a través de las letras de sus canciones. Ya fuera como obrero, hacendado, presidiario, carpintero, motociclista o hasta vago, Infante personifica, de acuerdo con Monsiváis, el símbolo de todas las reconversiones del machismo. Por ello, a pesar de los despliegues de dureza que proyectan sus personajes a partir de la violencia que emana en pantalla cada vez que lo considera necesario el guión, Infante también es el hombre que llora y que manifiesta rasgos adicionales de fortaleza a través de su vulnerabilidad en diferentes entornos narrativos. En palabras de Monsiváis, “Infante actúa la vida en el entrecruce de dos realidades; la urbana, situada en las vísperas de la masificación; y la rural, ya inmersa en el desgajamiento de las migraciones y el olvido parcial de las tradiciones del arraigo” (Monsiváis, 2008, p. 129).

En el libro, Monsiváis muestra cómo Infante se convierte para las audiencias en el emblema del hombre que conoce las vidas de quienes acuden a verlo a las salas de cine, no como estrella inalcanzable sino como ese ser, ya mitificado desde antes de su muerte, que los ha encarnado en múltiples ocasiones. Monsiváis da cuenta cómo la sensibilidad del actor desborda la de aquellos que lo ven y que lo escuchan expresar una gama de sentimientos vinculados con lo aspiracional, lo romántico, lo cómico y lo trágico. Monsiváis señala que es importante ver que este conjunto de aspectos se encuentran planteados no solo desde historias melodramáticas como tal, sino desde los dispositivos discursivos, que a partir de esas historias, construyen ante el público la idea de pueblo, cultura, lenguaje y familia. De acuerdo con el autor, a través de Infante “(…) por primera vez en el cine mexicano, y con crudeza, se reconoce el abismo generacional y la crisis del autoritarismo del paterfamilias” (Monsiváis, 2008, p. 161). Algunos de los personajes de Infante con frecuencia se enfrentan a la autoridad del padre, la cual representa una serie de costumbres que no permite abordar la necesidad que tienen los sujetos de buscar transformaciones, no solo en términos de estilo de vida, sino también en el tipo de relaciones interpersonales que se establecen al interior de la familia, y que canalizan el paso del poder y de las responsabilidades de una generación a otra. El autor aquí se refiere, entre otras, a las películas “La oveja negra”, de 1949, y a “No desearás a la mujer de tu hijo”, de 1950. Ambas cintas presentan el conflicto que desatan las diferencias generacionales entre padre e hijo, y cómo dicho conflicto está ligado a aspectos culturales normalizados dentro de la práctica social.

Monsiváis no pretende romantizar la figura de Infante, sino evidenciar la importancia cultural del cine en la construcción narrativa de aquellos discursos que conectan al público con representaciones sobre las relaciones humanas, las emociones y la identidad. De esa forma, el autor invita a echar un vistazo a lo crucial que es, o que debería ser, desarrollar la capacidad de identificar y analizar los consumos estéticos y discursivos de las audiencias. Monsiváis comparte las coordenadas de su recorrido por la figura de Infante, y desde ahí muestra de manera simultánea la presencia de ciertos patrones de construcción narrativa mediática, y la forma como se cuestionan los significados más arraigados de aquellos temas que se veneran en las historias.

Para Monsiváis, la facilidad que tiene Infante de pasar del odio al el amor, de la algarabía al llanto inconsolable, de la dulzura a la violencia irreprimible, y del miedo más profundo al valor de salir a confrontar al enemigo sin ningún límite no son únicamente rasgos de su capacidad actoral, sino que componen lo que él denomina como “el gran aparato del ídolo”, un conjunto de recursos expresivos y de referentes situacionales que se convierten en asideros simbólicos de identidad, en los que las audiencias se reconocen o quieren reconocerse, “(…) las multitudes se dejan persuadir y aceptan que se fabriquen sus rasgos” (Monsiváis, 2008, p. 37). Monsiváis plantea que el cine de la época de oro no inventa lo popular ni la ideología del patriarcado, pero sí les pone rostro, les da voz y los cristaliza en imágenes de prácticas sociales y de interacción que se convierten en símbolos monumentales de la memoria colectiva.

Referencias bibliográficas:

• Monsiváis, C. (2008). Pedro Infante. Las leyes del querer. México: Editorial Aguilar.

Notas de autor

1 Doctora en Filosofía Iberoamericana. Es profesora del Departamento de Comunicaciones y Cultura de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”.

Enlace alternativo

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R