Artículos de investigación

Una aproximación a la noción de responsabilidad en Jean Paul Sartre y Jacques Lacan

An approximation to the notion of responsibility from Jean Paul Sartre to Jacques Lacan

Uma abordagem à noção de responsabilidade em Jean Paul Sartre e Jacques Lacan

Javier Agostinelli
Universidad de Buenos Aires, Argentina

Pensamiento Americano

Corporación Universitaria Americana, Colombia

ISSN: 2027-2448

ISSN-e: 2745-1402

Periodicidad: Frecuencia continua

vol. 15, núm. 29, 2022

pensamientoamericano@coruniamericana.edu.co

Recepción: 09 Febrero 2022

Aprobación: 26 Mayo 2022

Publicación: 31 Mayo 2022



DOI: https://doi.org/10.21803/penamer.15.29.480

Resumen: La noción de responsabilidad presenta una centralidad insoslayable en la vasta obra del filósofo francés Jean-Paul Sartre. Esto se observa tanto en sus obras de filosofía, como en sus novelas literarias y relatos varios. Por otra parte, en la enseñanza del psicoanalista francés Jacques Lacan también existen desarrollos ligados a la noción de responsabilidad desde las diferentes aristas inmanentes al campo de pertenencia. De este modo, la presente investigación tiene como objeto principal abordar elementos primordiales de la obra de cada uno de estos autores que permitan establecer una aproximación a la noción de responsabilidad que ellos desarrollan. Esto permitirá, en un segundo momento, realizar un paralelismo entre lo expuesto por Jean-Paul Sartre y Jacques Lacan en relación a la noción de responsabilidad, que privilegie las similitudes y divergencias entre las perspectivas de estos autores que coexistieron históricamente.

Palabras clave: Responsabilidad, Existencialismo, Psicoanálisis, Sujeto.

Abstract: The notion of responsibility presents an inevitable centrality in the vast work of the French philosopher Jean-Paul Sartre. This can be seen in his philosophy works as well as in his literary novels and various retellings. On the other hand, in the teaching of the French psychoanalyst Jacques Lacan there are also developments related to the notion of responsibility from different areas inherent to the field of belonging. Thus, the present research work has as its main aim to approach the principal elements from the work of each of these authors that will allow the setting of an approximation to the notion of responsibility that they both develop. This will enable, in a second moment, the carrying out of a parallelism between Jean-Paul Sartre's and Jacques Lacan's precepts in relation to the notion of responsibility that intends to enhance the similarities and divergences between the perspectives of these contemporary authors.

Keywords: Responsibility, Existentialism, Psychoanalysis, Subject.

Resumo: A noção de responsabilidade é um tema central inevitável na vasta obra do filósofo francês Jean-Paul Sartre. Isto pode ser visto nas suas obras filosóficas assim como nos seus romances literários e vários contos curtos. Por outro lado, no extenso ensino do psicanalista francês Jacques Lacan, há também desenvolvimentos ligados à noção de responsabilidade a partir dos diferentes aspectos imanentes ao campo de pertença. Assim, o principal objectivo da presente investigação é abordar elementos fundamentais do trabalho de cada um destes autores que nos permitam estabelecer uma aproximação à noção de responsabilidade que eles desenvolvem. Isto permitirá, num segundo momento, fazer um paralelismo entre as declarações de Jean-Paul Sartre e Jacques Lacan em relação à responsabilidade que privilegia as semelhanças e divergências entre as perspectivas destes autores que historicamente coexistiram no terreno.

Palavras-chave: Responsabilidade, Existencialismo, Psicanálise, Assunto, Lacan, Sartre.

I. Introducción

La noción de responsabilidad ha sido abordada en el campo de la filosofía por numerosos autores a lo largo de su historia. Algunos de los más reconocidos en la disciplina, como Kant y Nietzsche, entre otros, se ocuparon de pensar su incidencia en el ser humano, sus efectos y alcances reales. De esta manera, Jean Paul Sartre conforma uno de los filósofos del siglo XX que prestó un particular interés en la responsabilidad como elemento significativo de la existencia humana. Tal es así que se ha referido a ella de manera directa en diversos pasajes de su obra, como por ejemplo, en la famosa conferencia de 1945 - que luego fuera transformada en un libro - llamada “El existencialismo es un humanismo”. Dicha obra será la que se tomará como referencia fundamental en esta investigación, debido a que provee un panorama general y conciso del pensamiento filosófico de Sartre.

Del mismo modo, la responsabilidad también encuentra un desarrollo, por ejemplo, en el capítulo uno de la cuarta parte de “El ser y la nada”, donde Sartre (1943/2011) dedica un apartado que denomina “Libertad y Responsabilidad”. En la misma línea, las novelas y obras de teatro del autor francés, con sus respectivos y diversos personajes, tratan cuestiones que tienen por contenido directo el problema de la responsabilidad en el ser humano. Esto se observa, por ejemplo, en la novela de 1938 escrita por Sartre - posiblemente la más exitosa del autor - llamada “La náusea” (Sartre, 1938/2015) con su célebre personaje denominado Antoine Roquentin, quien debe justamente enfrentar y hacerse responsable de la emergencia contingente del sentimiento de náusea en su propia existencia. Puede decirse, entonces, que la responsabilidad – junto con la libertad, aunque ella no sea el tema central de este trabajo – en las novelas del autor, así como en las obras de teatro y ensayos, constituye una estructura subyacente que opera e incide de manera categórica en la lógica que las dinamiza. Incluso cuando Sartre pueda no nombrar a la responsabilidad de manera manifiesta en algún pasaje de su obra, como puede suceder en alguna novela o ensayo, se advierte igualmente su presencia como elemento latente que sin enunciarse goza de efectos en la narrativa en juego.

Por otro lado, en la enseñanza proferida por el psicoanalista francés Jacques Lacan es posible identificar algunos elementos que aluden de manera directa o indirecta a la noción de responsabilidad. Esto se observa no solo en la transcripción en papel de sus famosos seminarios dictados en distintas instituciones francesas, donde asistía un público ciertamente heterogéneo, sino también en sus escritos. Sin embargo, dado el carácter inmanente del campo, esto es, lo concerniente al psicoanálisis como una práctica, es necesario al menos inicialmente discriminar entre lo que podría ser por un lado la responsabilidad compelida al analizante – el paciente que transita una cura psicoanalítica - y por otro lado, la responsabilidad relativa al psicoanalista. Es decir, la responsabilidad en este caso puede ser enfocada desde dos ángulos, que si bien lógicamente poseen una íntima relación, no acarrean los mismos sentidos, alusiones ni competencias. Así, la responsabilidad en el campo del psicoanálisis – tanto desde la perspectiva del analizante como desde la del psicoanalista – resulta indisociable de una estructura ética que abarca todos los sentidos de su práctica. Por otra parte, del mismo modo que con la obra de Sartre, sucede con los desarrollos de Lacan que es posible advertir la noción de responsabilidad como un elemento presente, subyacente, incluso cuando pueda no ser referenciada de manera manifiesta por el autor. No obstante, esto no impide que se efectúe una exégesis a partir de elementos puntuales de la obra del autor, algunos de los cuales se retomarán aquí. Una prueba cabal de esto es que en el campo del psicoanálisis la noción de responsabilidad a lo largo de su historia ha suscitado álgidos debates con posturas discordantes entre sus repartidos exégetas.

De esta manera, este trabajo tiene como objeto, en un primer momento, establecer una aproximación a los conceptos de responsabilidad que se desprenden de las obras de Sartre y de Lacan. Esto permitirá aquí, en una segunda instancia, instaurar un paralelismo que privilegie las similitudes y diferencias entre las perspectivas de ambos autores. No se debe sortear que Sartre y Lacan no solo coexistieron históricamente, sino que participaron de una Francia del siglo XX que estuvo profundamente atravesada por debates políticos, sociales e históricos muy potentes y significativos. Tampoco debe ignorarse que esta coexistencia no fue sin incidencias reales o teñida de inocuidad, sino que por el contrario, ambos estuvieron anoticiados de la obra del otro, es decir, existe una intertextualidad que se verifica, por ejemplo, en las alusiones que Lacan realiza en sus seminarios y escritos sobre la obra de Sartre.

II. Desarrollo

1.- La responsabilidad en el existencialismo ateo de Sartre. La conferencia brindada por Sartre en 1945 llamada “El existencialismo es un humanismo” generó un gran revuelo en el círculo de intelectuales de Francia. La figura de Sartre por ese entonces era de gran importancia para sectores de la cultura y el pensamiento intelectual francés. El existencialismo como corriente filosófica estaba en pleno hervor en ese país, suscitando numerosos debates, controversias y discusiones entre los intelectuales de la época. De este modo, Sartre (1946/2009) sostiene allí - como una de sus tesis primordiales - que el hombre no posee una esencia innata, natural y determinada, sino que por el contrario, en el hombre la existencia precede a la esencia. El hombre es arrojado al mundo donde deberá constituirse, hacerse por sí mismo, esto es, inventarse. Por ello, Sartre (1946/2009) señala que el hombre “empieza por ser nada” (p.31). De esa nada deberá conformar un proyecto hacia lo venidero que constituya una subjetividad, una marca auténtica del sujeto que lo defina, que lo identifique. Este proyecto solo se realiza a condición de lo que se haga, de los actos efectivamente acaecidos, realizados en torno al proyecto del querer ser. Así, Sartre (1946/2009) agrega sucintamente “(…) el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir” (p.32).

Ahora bien, siguiendo lo anterior, si el hombre debe concebirse a sí mismo a través de un proyecto singular orientado hacia el porvenir que lo diferencie de la nada originaria, entonces el hombre es ineludiblemente responsable de su propia existencia. Su propia condición de hombre le imputa una responsabilidad por su porvenir que está ligada al proyecto que realice. Al respecto, Sartre (1946/2009) afirma que “así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia” (p.33). De este modo, aquí la responsabilidad en el ser humano aparece íntimamente vinculada al conjunto de los actos que, por otra parte, constituyen la existencia misma. El acto es, en otras palabras, existencia.

Por otra parte, esta responsabilidad también se materializa en que para el autor, el hombre está condenado a ser libre, es decir, hay una libertad que le pertenece y no puede ser soslayada, por eso, debe hacerse cargo de la responsabilidad que supone dicha libertad. El existencialismo ateo que profesa Sartre, al rechazar la existencia de Dios instala un escenario donde el ser humano está solo, en absoluto desamparo, sin valores y determinismos que lo alcancen para que pueda realizarse, por ello debe inventárselos. De este modo, en dicha ausencia de Dios se vislumbra la libertad que pesa sobre el ser humano y de la cual debe hacerse cargo. Sobre esto, Sartre (1946/2009) manifiesta:

Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. (p. 43)

De esta manera, se advierte entonces que libertad no es sin responsabilidad. La libertad implica necesariamente hacerse responsable de lo que se elige ser. El estar condenado a ser libre, también condena al hombre a ser responsable. La responsabilidad es, entonces, un valor inexcusable de la realidad humana e inescindible de la libertad.

Así, este desamparo originario del hombre y su condena hacia la libertad le imprimen la responsabilidad de realizarse, de construirlo por sí mismo. “El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser” (Sartre, 1946/2009, p.51-52). El hombre debe elegir como realizar esa libertad que se le imputa y que acarrea responsabilidad. Sin embargo, es una elección cuya libertad está sumida en una fulgurante paradoja, porque al no haber determinismos, ni Dios, ni sentidos válidos, el hombre está obligado a construir un proyecto orientado al porvenir sobre una nada originaria. Así, la elección es obligada, no tiene otra opción, si no eligiera, también aún lo estaría haciendo en un sentido preciso: no elegir también constituye una elección. En otras palabras, el hombre no es libre de no elegir, de no hacer uso de dicha libertad - imputada sin opción - y de ser responsable de lo que decida ser.

La filosofía que aquí propone Sartre rechaza los determinismos y el “quietismo”, la inacción, la parsimonia que excusa al hombre de ser lo que podría ser. No se nace de determinada manera, sino que por el contrario, se elige ser de determinada forma. No existe una naturaleza de cobardía o de valentía, hay hombres que eligen por medio del acto, de las acciones, ser cobardes o ser valientes (Sartre, 1946/2009). De este modo, el acto se constituye como el medio, el vehículo con el cual se hace ejercicio de la libertad y sobre el cual el ser humano es, desde esta lógica de pensamiento, responsable. El acto implica siempre responsabilidad. Sobre esto, Sartre (1946/2009) subraya que “solo hay esperanza en su acción y que la única cosa que permite vivir al hombre es el acto” (p.62). Del mismo modo, el acto también es responsabilidad ya que cuando se elige no se trata de un acontecimiento atomizado, individualizado que no repercute en la sociedad sino todo lo contrario. Para Sartre la elección que se realiza cuando se ejecuta el acto conlleva inevitablemente una responsabilidad adicional justamente porque tiene una incidencia que alcanza a toda la humanidad. No es un acto en solitario, es un acto que compromete al conjunto de seres humanos. Por eso, en el acto hay responsabilidad porque necesariamente hay compromiso. Sartre (1946/2009) señala que “para nosotros, al contrario, el hombre se encuentra en una situación organizada, donde está él mismo comprometido, compromete con su elección a la humanidad entera y no puede evitar elegir” (p 71). De este modo, se evidencia como aquí la noción de compromiso es muy importante para el pensamiento sartreano.

Por otro lado, lo que indica Sartre en esta conferencia es que la responsabilidad se funda, entre otras cosas, justamente en la ilegitimidad insoslayable de los determinismos. Cuando se apela a ellos – psicológicos, biológicos, entre otros - el hombre busca excusarse de los sucesos desafortunados de su vida, de todo aquello que le resulta displacentero, injurioso, convirtiéndose así en un hombre de mala fe (Sartre, 1946/2009). De este modo, si hay determinismos entonces es pasible no hacerse responsable, desligarse del compromiso y eludir la libertad. Así, Sartre (1946/2009) afirma que “la mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad del compromiso. En el mismo plano, diré que hay también una mala fe si elijo declarar que ciertos valores existen antes que yo” (p.76). De lo que se trata, por el contrario, es de afrontar la invención que requiere la existencia y la libertad como condena del hombre, por ello se debe otorgar un sentido a la existencia que carece de este.

2.- Responsabilidad en la posición de sujeto según Lacan. Situar la noción de responsabilidad en la obra de Jacques Lacan conforma en principio al menos un problema. En primer lugar, la responsabilidad puede ser enfocada desde la posición del analizante, esto es, un sujeto que lleva a cabo un análisis con un psicoanalista que, como advierte Lacan (1966/2014c) dirige la cura. Del mismo modo, se puede abordar la responsabilidad relativa a la posición del psicoanalista. Se trata, entonces, de las dos posiciones que estructuran un análisis. Hay variables, atribuciones y especificidades que corresponden a cada una de ellas y que Lacan se encargó de matizar a lo largo de su enseñanza, aunque con evidentes diferencias. Por ello, hablar de responsabilidad en psicoanálisis puede suponer un obstáculo difícil de sortear si no se circunscribe con claridad a alguna de estas dos posiciones singulares, es decir, si no se manifiesta a qué posición se está haciendo referencia. Aunque, también es menester señalar que una escisión solo debe plantearse a efectos de realizar un análisis teórico como que él se propone aquí, ya que ambas posiciones aunque en la praxis puedan – y suelen - presentar dificultades, impasses y rupturas, la lógica inmanente que las estructura supone que su consideración debe ser en conjunto. De esta manera, en esta investigación se ponderará fundamentalmente la responsabilidad que es atribuible a la posición del analizante, debido a que permite establecer con mayor exactitud una comparación en relación a la propuesta de Sartre retomada aquí. No obstante, esto no excluye la posibilidad de que un análisis inverso - que aquí se elude - sea igualmente pertinente.

En este sentido, una referencia fundamental e insoslayable – por su relevancia guiará y ordenará este apartado de la investigación y su vez habilitará la apelación a otras citas funcionales aquí - que se puede ubicar en la enseñanza de Lacan se ubica en un texto de sus escritos llamado “La ciencia y la verdad”. Allí, el psicoanalista francés afirma:

Decir que el sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la ciencia puede parecer paradoja. Es allí sin embargo donde debe tomarse un deslinde a falta del cual todo se mezcla y empieza una deshonestidad que en otros sitios llaman objetiva: pero es falta de audacia y falta de haber detectado el objeto que falla. De nuestra

posición de sujeto somos siempre responsables. (Lacan, 1966/2014c, p.816)

Esta cita se vuelve aquí primordial porque introduce la dimensión de sujeto, que en el campo del psicoanálisis es capital. De este modo, Lacan ubica que la responsabilidad corresponde a la posición de sujeto – se refiere principalmente al sujeto en tanto analizante. Es decir, la posición de sujeto implica el hacerse responsable por ella, o dicho de otro modo, el ser humano es responsable de su posición de sujeto, la cual puede emerger – lo veremos más adelante – en un análisis con un analista. Ahora bien, resulta necesario ubicar entonces, a que se refiere Lacan cuando dice “posición de sujeto”, esto es, cuales son las características y particularidades que le atribuye debido a que ellas eluden la vacuidad. En este sentido, en primer lugar hay que señalar que para el psicoanálisis enmarcado en la enseñanza de Lacan, el sujeto no es el individuo. Alguien que demanda realizar un tratamiento psicoanalítico no es un sujeto, sino un individuo que demanda, en principio, comenzar un tratamiento psicoanalítico. La “posición de sujeto” es una operación lógica, no cronológica e incluso puede no emerger. Alguien puede concurrir durante años a encuentros periódicos con un psicoanalista y sin embargo que no exista ninguna elucidación de la posición de sujeto, lo cual tampoco excluye necesariamente que no hubiera mejorías anímicas. Por eso, estrictamente hablando, la referencia de Lacan es atribuible a la existencia de un analizante, en otras palabras, la responsabilidad aquí no es posible si no hay analizante en juego. Un individuo no es una analizante. Un analizante es una operación lógica que acontece, o mejor dicho, puede acontecer en transferencia con un analista que opera con su deseo. En referencia a lo que es un sujeto, Lacan (1966/2014c) aduce:

El estatuto del sujeto en el psicoanálisis, ¿diremos que lo hemos fundado el año pasado? Llegamos al final a establecer una estructura que da cuenta del estado de escisión, de Spaltung en que el psicoanalista lo detecta en su praxis. Esta escisión la detecta en cierto modo cotidiana. La admite en la base, puesto que ya el solo reconocimiento del inconsciente basta para motivarla y puesto que también lo sumerge, si puedo decirlo así, con su constante motivación. (p.813)

Por esta razón, se advierte que para la perspectiva de Lacan el sujeto está dividido por la existencia del inconsciente que se estructura como un lenguaje (Lacan, 1966/2014b). La sola aceptación del inconsciente y del lenguaje como categorías válidas supone la impropiedad de sostener un “sujeto completo”, tal como la modernidad ha sostenido estoicamente: un sujeto racional, plenamente consciente y con el recurso infalible de la voluntad. Posición esta última que, lejos de estar perimida, ha ido colonizando sectores amplios y diversos del pensamiento, incluso dentro del propio campo de la psicología donde es frecuente que opere, resultando así plenamente antagónica a la propuesta subversiva del psicoanálisis. De este modo, es central afirmar entonces que la posición de sujeto a la cual Lacan le atribuye responsabilidad es, precisamente, la del sujeto dividido por la misma función significante. Esto es nuclear para la cohesión lógica de este trabajo.

Volviendo a lo anterior, hay que recordar, que para Lacan (1966/2014a) “el inconsciente es el discurso del Otro” (p.27). Sobre la figura del Otro, Lacan (1966/2014c) dirá una cantidad pletórica de cosas, lo definirá de muchas maneras, entre ellas, “el tesoro del significante” (p.766). En un sentido, podemos afirmar que si hay sujeto, hay Otro. El sujeto no se constituye sin la figura del Otro. Es decir, el sujeto que postula Lacan es la antítesis de cualquier intento de entificación. En la misma línea, Jacques-Alain Miller (2019) advierte con firmeza que el análisis se dirige al sujeto y no al yo, es decir, un trabajo de análisis no tiene como objetivo la psicologización del yo. El yo no es el sujeto, son categorías disímiles en el campo del psicoanálisis. Por ello, Lacan (1981/2013) en el seminario sobre las psicosis alegó que en el análisis no se trata de operar en el sentido de instalar una “ortopedia del yo” (p.339). Esto último implicó una crítica profunda del autor hacia las psicologías del ego tan prolíficas desde la muerte de Freud, incluso hasta el día de hoy. En este sentido, el sujeto verdadero es el sujeto del inconsciente, lo que tiene validez, lo que le interesa al analista, es el sujeto del inconsciente, aquello de lo que el propio analizante nada sabe (Lacan, 1966/2014b). Se trata, en otras palabras, de todo el descubrimiento freudiano al que Lacan retorna con fidelidad. Un sujeto que no responde a la lógica de un sujeto moderno gobernado por el imperio de la razón, que lo sabe todo de sí mismo, que tiene plena consciencia de su ser. Por el contrario, se trata de un sujeto dividido por la misma función significante y su relación con el Otro. Así, el sujeto del inconsciente es ruptura, discontinuidad, contingencia suscitada en análisis. Jacques-Alain Miller (2019) sobre esto concluye que “a nivel de la objetividad el sujeto no existe y es responsabilidad del analista producir, crear, otro nivel propio al sujeto” (p.67).

Ahora bien, es interesante entonces situar que para Lacan, de acuerdo a lo citado antes, el análisis implica el hacerse responsable, responder al lugar de enunciación, es decir responder ante aquello que emerge en el encuentro con un analista. Lejos de descansar en un determinismo ligado a la figura del Otro, del inconsciente freudiano, Lacan postula que hay una responsabilidad a la que afrontar. Si todo analizante tuviera como destino lo determinado en el inconsciente, entonces no habría rectificación posible, no habría cura admisible, la existencia sería solo un determinismo trágico e inerme, una mera teleología. Sin embargo, con esto no se debe caer en la confusión de situar que desde el lado del analista se tenga que operar en la línea de empatizar con el discurso del analizante ni de desligarlo de la responsabilidad que le compete, sino que se trata de habilitar a que los significantes que lo causaron como sujeto resuenen en el análisis. En línea sincera con esto, Lacan (1981/2013) declara que:

No basta hacer intervenir los significantes de este modo: Te palmeo la espalda…eres muy gentil…tuviste un papá malo…eso se arreglará…Hay que emplearlos a ciencia cierta, hacerlos resonar de modo diferente y saber al menos no emplear algunos (p.459).

Por otra parte, en relación directa a la noción de responsabilidad, Jacques-Alain Miller emplea un concepto que resulta solidario a la noción de responsabilidad tomada aquí de Lacan, que incluso pueden interpretarse – de acuerdo a la perspectiva teórica de este autor – como sinónimos. Este autor es uno de los exégetas más ilustres de la obra de Lacan, ampliamente reconocido en el campo lacaniano. Así, Jacques-Alain Miller (2009) alega que “Lacan llamaba rectificación subjetiva cuando en el análisis el sujeto aprende también su responsabilidad esencial en lo que ocurre” (p.70). Es decir, este concepto – rectificación subjetiva – Miller lo toma a partir de la enseñanza de Lacan. Siguiendo esto, en referencia a dicho concepto, Lacan (1966/2014c) dice:

Nada pues en común entre su procesión, que dice a partir de la superficie y la rectificación subjetiva, puesta en primer plano más arriba en el método de Freud, dónde por otra parte no se motiva por ninguna prioridad tópica. Es también que esta rectificación en Freud es dialéctica y parte de los decires del sujeto para regresar a ellos, lo cual quiere decir que una interpretación no podría ser exacta sino a condición de ser…una interpretación. (p.574)

En ese mismo texto - llamado “La dirección de la cura y los principios de su poder” – Lacan (1999/2014c) hablará también de “rectificación de las relaciones del sujeto con lo real” (p.571). Lo importante en relación a estas citas es que Jacques-Alain Miller (2009) las interpreta en el sentido de que para él, de lo que se trata en un análisis es de que el analizante efectúe una localización subjetiva en relación a lo dicho en ese espacio, es decir, de que realice un cambio de posición con lo dicho en un análisis. Esto es, que se produzca cierto pasaje desde la posición de queja donde el analizante ubica la totalidad de las desgracias de su vida en los actos de los otros, hacia ubicar la responsabilidad en aquello de lo que se queja, de lo que le produce padecimiento. En otras palabras, tomar posición con vinculación a lo enunciado, a la propia enunciación, que la alteridad no sea siempre ajena e injuriante. En línea directo con esto, Jacques-Alain Miller (2009) sostiene:

Lo que Lacan llamaba rectificación subjetiva es pasar del hecho de quejarse de los otros para quejarse de sí mismo. Siempre tenemos razones para quejarnos de los otros. Es un punto, de hecho muy refinado, esa entrada de sujeto que dice: “No es mi culpa”. Inversamente, el acto analítico consiste en implicar al sujeto en aquello de lo que se queja, implicarlo en la cosas de las cuales se queja. (p. 69-70)

Así, de esta manera, se vislumbra como en la perspectiva de Jacques-Alain Miller la rectificación subjetiva es una operatoria en la cual el analizante se implica en lo que le sucede, en lo que causa sufrimiento. Sin embargo, dicha operatoria no consiste en una sugestión del analista hacia el yo del analizante, sino que es el resultado del despliegue de la cadena significante mediante la asociación libre. Asimismo, rectificación aquí no debe significarse con un sentido ortopédico, de tornar hacia lo “normal” o lo que el analista cree que funciona correctamente, lo que sería una suerte de retorno a la moral esperable, o como se menciona en la actualidad, a lo “adaptativo”. Muy por el contrario, en el psicoanálisis se trata de otra cosa. Exhortar a hablar a quien concurre a un análisis porque algo de su vida resuena problemático, puede tener como consecuencia – es lo que se intenta alcanzar pero no siempre sucede – el encuentro con el deseo, con los significantes del Otro, o dicho de otra manera, con la falta de ser del hablante. En relación a esto, justamente, se dirige Lacan cuando asigna la responsabilidad a la posición de sujeto.

3.- Diferencias y similitudes en torno a la noción de responsabilidad desde Sartre a Lacan.

Se señaló antes en el texto recuperado aquí de Sartre, que la filosofía que él propone rechaza plenamente la incidencia de los determinismos en la realidad humana. Para el autor los determinismos no son legítimos ni excusas válidas sobres las cuales el hombre pueda descansar o excusarse, sino que por el contrario, debe lanzarse hacia el porvenir con un proyecto decidido por sí mismo. En otras palabras, no hay determinismos que fundamenten que el hombre pueda eludir la responsabilidad que le corresponde, ya que la existencia conlleva necesariamente responsabilidad. Por otra parte, en la enseñanza de Lacan los determinismos encuentran un lugar quizás un poco más intrincado, aunque puede afirmarse que también son rechazados si se los ubica como una totalidad imperante y cerrada imposible de dialectizar. Esto se desprende fundamentalmente de que, por un lado, es innegable como se retomó antes, la incidencia del Otro en la constitución del sujeto. El Otro es una instancia en la cual el sujeto se aliena y de la cual debe separarse (Lacan, 1973/2016). La relación del sujeto con el significante no es sin el lugar del Otro. Es decir, desde esta perspectiva, la injerencia del campo del Otro – donde se sitúa el deseo - es flagrante. Ahora bien, por otro lado, esto no significa que la existencia del Otro sea una condena definitiva y categórica que imprima en el analizante la posibilidad de desligarse de todo aquello que le acontece y concierne, es decir, de huir por completo a cualquier elemento ligado al registro de la responsabilidad. Sobre esto en particular, es necesario aclarar que no debe traducirse como una legitimación para aplicar una lógica punitivista propia del derecho que se oriente únicamente a culpabilizar al analizante de cuanto drama lo azota en la vida y de las miserias que pueda sufrir. Esta perspectiva no sería otra que el reverso de la crítica de Lacan – citada más arriba - hacia las psicología del ego que tienen como técnica primordial empatizar con el analizante (“te palmeo la espalda...eres muy gentil”) situando la victimización como propuesta terapéutica; en ambas se elude la posición de sujeto. Así, volviendo a lo anterior, Jacques-Alain Miller (2019) señala que “es un error pensar, en el análisis, que el inconsciente sea el responsable de las cosas por las cuales alguien sufre. Si así fuese destituiríamos al sujeto de su responsabilidad” (p.70). En otras palabras, es inadecuado tanto sostener un determinismo absoluto y cerrado proveniente del Otro, como así también ubicar una libertad plena fuera del campo del Otro. Este binarismo es estéril e impropio. La posición conveniente es otra que podemos ubicar como de un “equilibrio incómodo”, esto es, no negar la incidencia del campo del Otro, así como no sostener su completa inexistencia. Entonces, no se trata de un determinismo pleno donde la responsabilidad estaría sorteada para el sujeto. Tampoco se trata de una supuesta autodeterminación total – al modo del sujeto moderno, racional, plenamente consciente y voluntarista - donde el sujeto sería en verdad un individuo autónomo, pasible de aplicarle la lógica punitivista que lo responsabiliza yoicamente de la totalidad de acontecimientos que le repercuten.

De esta manera, ambas posiciones desde la propuesta del psicoanálisis son inadecuadas porque dan por resultado la evasión de la responsabilidad ligada a la posición de sujeto, tal como concluyó Lacan. Porque además, por ejemplo, si se tomara la dimensión del Otro como un determinismo inexcusable, ningún movimiento subjetivo – a nivel del sujeto, de la cadena significante - sería posible dentro de un análisis ya que la experiencia humana sería una tragedia consumada e irreversible que se desarrollaría en una inercia inconducente. Por el contrario, el psicoanálisis en su práctica demuestra que existe un margen vital para que el analizante efectúe movimientos singulares, aún cuando para él todo pueda ser desolación. Aquí, particularmente, se ubica un punto preciso de semejanza entre Sartre y Lacan, ya que en ambos pensamientos se materializa, incluso con sus particularidades divergentes, el rechazo a un pesimismo inútil que condene fatalmente a la realidad humana. Es decir, cada uno de ellos resiste a la idea de pensar que la vida deba ser una desgracia forzosa sobre la cual no se pueda operar en ningún sentido salvo la contemplación de la caída. Antes bien, ambos ofrecen diferentes respuestas para problemas que, aunque se enuncien como diferentes, tienen como contenido en común el rechazo al derrotismo pueril.

Por otra parte, se dijo antes que en el existencialismo que profesa Sartre, se trata de poner al hombre en posesión de lo que es y de atribuirle la responsabilidad absoluta que le concierne, en tanto la existencia precede a la esencia. El ser humano es un proyecto y no hay nada antes de esto. Pero esa responsabilidad no solo lo alcanza a si mismo sino que resulta extensible a todos los hombres, porque al elegir el proyecto el hombre selecciona una imagen de sí mismo que identifica como correcta para sí y para los demás, de allí su ligazón con el humanismo, lógicamente. Al elegir el proyecto, se incluye la alteridad. El hombre no elige lo malo para sí, elige lo que entiende que es correcto, por consiguiente, para todos los hombres también. En este sentido, la responsabilidad es mucho mayor porque el proyecto, que se materializa en los actos, incluye a toda la humanidad. En relación a esto, desde la perspectiva lacaniana trabajada aquí, la responsabilidad presenta diferencias evidentes con lo señalado de Sartre. En primera instancia, no hay una ligazón de la responsabilidad del sujeto con algo del orden colectivo, de la humanidad entera. La posición de sujeto dividido sobre la cual se ubica la responsabilidad decididamente es del orden singular, excluye dicha extensión dilatada. En segundo lugar, en la enseñanza de Lacan – quién retoma los pasos de Freud – como se dijo recién, la responsabilidad es en relación a la posición de sujeto. Por ello, es dificultoso hablar aquí “de lo que es” como aduce Sartre, ya que el psicoanálisis opera en la dirección justamente contraria, del no-saber y dicha proposición “de lo que es” implica necesariamente un saber sobre ello, es decir, el hombre es consciente de que debe proyectarse hacia el porvenir; Sartre lo dice literalmente así. Incluso ocurre de igual modo con la cualidad humanista de la responsabilidad que Sartre le endilga, donde precisamente se observa este vestigio de “saber lo que sé es”, ya que justamente al decidir el proyecto se está eligiendo a todos los hombres en función de lo que se cree correcto para sí mismo, de allí entonces esa responsabilidad masificada. Se es responsable por si mismo pero también por los demás. De este modo, para Sartre se pone al hombre en posición “de lo que es” y eso se liga con una responsabilidad ineludible con sí mismo y con los demás hombres. Se es responsable, porque se sabe lo que se es. En un sentido contrario, en un análisis se es responsable por lo que en principio no se sabe, debido a que eso mismo emerge contingentemente mediante la asociación libre y con un analista dirigiendo la cura. Si se dijo antes que la rectificación subjetiva es una operación mediante la cual el analizante se hace responsable de aquello sobre lo cual se queja y que suele tener por contenido la culpabilidad a los demás – los otros son siempre los infaustos para el neurótico - entonces se evidencia claramente que hay una dimensión de no-saber que está presente. Este lugar de enunciación, la confrontación con lo enunciado, no es un saber operado antes de la entrada en análisis sino que por el contrario, es una operación lógica consecuencia del encuentro con un analista. Así, Lacan (1966/2014c) afirma con firmeza:

El inconsciente, a partir de Freud, es una cadena de significantes que en algún sitio (en otro escenario, escribe él) se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que el informa. (p.760).

Lacan, retomando los desarrollos freudianos, recupera la idea del inconsciente como otra escena, otro escenario, desde donde la cadena significante insiste por interferir el discurrir del habla cognoscible. Esta idea es clara, hay algo desconocido que desde otro lugar insiste para emerger, por eso es una discontinuidad y desconocido para el hablante. Un poco más adelante, en el mismo texto Lacan (1966/2014c) agrega sucintamente:

A saber, la manera de justa de contestar la pregunta: ¿Quién habla? Cuando se trata del sujeto del inconsciente. Pues esta respuesta no podría venir de él, si él no sabe lo que dice, ni siquiera que habla, como la experiencia entera del análisis nos lo enseña. (p.762)

Por último, en línea con lo trabajado antes, se puede afirmar que tanto en el proyecto filosófico de Sartre, como en el psicoanálisis que desarrolla Lacan, la noción de responsabilidad presenta un profuso sentido ético, incluso cuando las fundamentaciones teóricas que lo sustentan sean diferentes. Esta es otra similitud – aún con sus diferencias de contenido - que puede establecerse entre las obras de los autores. De esta manera, se observa que la responsabilidad en la perspectiva de Sartre, en su íntima relación con la libertad, el compromiso y el acto, conforma un concepto rebosante de eticidad. Es decir, resulta inescindible el carácter ético de la noción de responsabilidad que el autor propone porque justamente es su pieza fundamental, es el elemento lógico e inmanente que brota de su estructura de sentido. Es en la propia significación que Sartre le asigna a la responsabilidad desde donde emerge su carácter ético. Esto se vislumbra con claridad cuando Sartre señala que el hombre está condenado a ser libre y que por lo tanto debe hacerse cargo de responsabilidad que acarrea esta libertad – libertad que desdeña los determinismos y abraza el compromiso. Por ello, ética y responsabilidad desde esta propuesta filosófica-política no pueden pensarse por separado ya que se trataría entonces de una pura vacuidad, de un vaciamiento de sentido. En otras palabras, puede decirse que Sartre hace de la responsabilidad una ética.

De modo similar, lo trabajado aquí en torno a la enseñanza de Lacan no debe desligarse de la eticidad que le corresponde. De esta manera, la noción de responsabilidad abordada desde la óptica del analizante – la óptica del analista sin lugar a dudas también posee una cualidad ética – presenta un acentuado carácter ético. Esto se observa, como se señaló previamente, cuando Lacan ubica a la responsabilidad en íntima vinculación a la posición de sujeto. Responsabilidad y sujeto, no hay que soslayar, son inseparables aquí. En este sentido, si el analizante es responsable por la posición de sujeto – con todo lo antes visto que esta conlleva - entonces dicha operación simbólica adquiere un sentido ético inexcusable. Es la propia estructura lógica del desarrollo de Lacan la que provee el carácter ético, es decir, el modo de funcionamiento preciso que el autor propone. Al resultar inescindible la noción de responsabilidad de la posición de sujeto, debido a que es justamente sobre ella que se fundamenta su existencia – si no hubiera posición de sujeto sobre la cual hacerse responsable entonces en rigor no habría responsabilidad – se constituye, en consecuencia, una operación que por su configuración estructural emerge el sentido ético que le pertenece. La ética brota como resultado de la conformación orgánica de esta operación dialéctica que constituyen los dos elementos: responsabilidad y posición de sujeto.

En relación a esto, Jacques-Alain Miller (2009) recalca que “la categoría de sujeto, como tal, no puede ser colocada sino en la dimensión ética” (p.13). Incluso, se vislumbra que esta operación simbólica detenta un sentido ético en el hecho de que hay quienes concurren a un análisis y ante el encuentro con un analista y con el propio decir rehúsan de dicho espacio porque no pueden soportarlo. El acercamiento con la enunciación, con el deseo que habita el ser – o dicho de otro modo, con la falta en ser - y lo que conlleva un tratamiento analítico en algunos casos resulta insoportable, por ello hay quienes prefieren eludirlo.

III. Conclusiones

De acuerdo a lo trabajado aquí, se retomaron elementos ligados a la noción de responsabilidad desde la obra de Sartre y Lacan, lo que permitió establecer una aproximación a la formulación realizada por ambos autores en sus respectivas obras. A partir de esto, se realizó un paralelismo entre las dos perspectivas, ubicando así algunas diferencias y similitudes entre los autores en relación a la responsabilidad desde sus diferentes aristas.

En este sentido, en vinculación con las semejanzas, se evidenció cómo en ambos autores hay un rechazo a los determinismos como un fundamento legítimo para eludir la responsabilidad concerniente a la experiencia humana. Asimismo, tanto en Sartre como en Lacan se encuentra un rechazo prominente al pesimismo como operación válida y resolutiva para el ser humano. Igualmente, se ubicó una similitud en torno a lo referente a la dimensión ética ligada a la noción de responsabilidad que cada uno de los autores emplea. Es decir, pese a las diferencias en el contenido argumental, tanto en Sartre como en Lacan hay un sentido ético que se vincula a la responsabilidad.

Por otra parte, dentro de las divergencias que se trabajaron aquí entre las dos perspectivas se ubicó que para Sartre la responsabilidad posee un alcance mucho más extensible en relación a la perspectiva de Lacan. Del igual modo, la noción de saber/no-saber ligada a la experiencia humana presenta posiciones disímiles entre los autores.

De esta manera, pese a las diferencias evidentes de los autores en relación al campo de pertenencia disciplinar, se ubicaron algunas similitudes conceptuales entre ellos que tuvo a la noción de responsabilidad como elemento central. Es menester aclarar que lo realizado aquí no impide la profundización de lo trabajado. Por el contrario, la proliferación del establecimiento de una intersección entre ambos autores es sumamente fértil. Esto se fundamenta, entre otras cosas, en que Sartre y Lacan como se mencionó al principio, no solo coexistieron históricamente sino que formaron parte del círculo de intelectuales preponderantes de Francia, estando anoticiados ambos del trabajo intelectual del otro. Tal es así, que Jacques Lacan en varios pasajes de su obra hace referencia a elementos de la obra de Sartre, o del existencialismo que estaba en pleno vigor en esa época. De este modo, queda esto sujeto a futuras investigaciones.

Referencias

Lacan, J. (1966/2014a). Escritos I: primera parte (T. Segovia, trad.). Siglo veintiuno.

Lacan, J. (1966/2014b). Escritos I: segunda parte (T. Segovia, trad.). Siglo veintiuno.

Lacan, J. (1966/2014c). Escritos II (T. Segovia, trad.). Siglo veintiuno.

Lacan, J. (1973/2016). El seminario de Jacques Lacan: libro 11: los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (Juan Luis Delmont-Mauri y Julieta Sucre, trad.). Paidós.

Lacan, J. (1981/2013). El seminario de Jacques Lacan: libro 3: las psicosis (Juan Luis Delmont-Mauri y Diana Rabinovich, trad.). Paidós.

Miller, J-A. (2019). Introducción al método psicoanalítico. Paidós.

Sartre, J.P. (1938/2015). La náusea (Aurora Bernárdez, trad.). Losada.

Sartre, J.P. (1943/2011). El ser y la nada (Juan Valmar, trad.). Losada.

Sartre, J.P. (1946/2009). El existencialismo es un humanismo (Victoria Praci de Fernández, trad.). Edhasa

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