Artículos de investigación

Relación entre conflictos de la adolescencia y habilidades sociales en adolescentes de una Institución Educativa de Risaralda

Relation between adolescence conflicts and the social abilities on teenagers of a educative institution in Risaralda

Relação entre conflitos adolescentes e habilidades sociais em adolescentes de uma instituição de educação de Risaralda

José Alonso Andrade Salazar
Universidad de San Buenaventura Medellín, Colombia
María Fernanda Mendoza Vergara
Fundación Universitaria de Área Andina, Colombia
Kelly Tatiana Zapata Castrillón
Fundación Universitaria de Área Andina., Colombia
Laura Sierra Monsalve
Fundación Universitaria de Área Andina, Colombia

Pensamiento Americano

Corporación Universitaria Americana, Colombia

ISSN: 2027-2448

ISSN-e: 2745-1402

Periodicidad: Frecuencia continua

vol. 13, núm. 25, 2020

pensamientoamericano@coruniamericana.edu.co

Recepción: 13 Agosto 2019

Aprobación: 31 Octubre 2019



DOI: https://doi.org/10.21803/pensam.13.25.385

Autor de correspondencia: jose.andrade@usbmed.edu.co

Resumen: Este es un estudio cuantitativo, empírico-analítico y de corte trasversal que tuvo como objetivo encontrar la relación entre los principales conflictos de la adolescencia y las habilidades sociales presentes en adolescentes de una institución educativa de Santa Rosa de Cabal en el Departamento de Risaralda; para ello se aplicó la prueba de habilidades sociales de Goldstein (1999) y una lista de chequeo con los principales problemas que identifican los adolescentes. Los resultados indican que al menos 9 de cada 10 adolescentes tiene buenas habilidades sociales y que de ellos 7 de cada 10 tiene las implementa, por lo que son conscientemente hábiles. Los principales conflictos de la adolescencia son: problemas con los padres y hermanos respecto a la autoridad; problemas de autoestima; timidez y dificultades de aceptación social y adicción a los video juegos. No existen diferencias marcadas por género, ni en habilidades sociales, ni en conflictos de la adolescencia. Los adolescentes con apertura al mundo con un buen núcleo de pares y familias estables y funcionales presentan mejores habilidades sociales. Existe una relación directa entre las habilidades sociales y las relaciones interpersonales, las cuales influyen en la resolución de los conflictos en los adolescentes.

Palabras clave: adolescencia, habilidades sociales, conflictos, familia, problemas.

Abstract: This is a quantitative, empirical-analytical and cross-sectional study, which aimed to find the relationship between the main conflicts of adolescence and the social skills present in adolescents of an educational institution of Santa Rosa de Cabal in the Department from Risaralda; for this, the Goldstein Social Skills Test (1999) was applied and a checklist with the main problems that adolescents identify. The results indicate that at least 9 out of 10 adolescents have good social skills and that 7 out of 10 have implemented them, so they are consciously skilled. The main conflicts of adolescence are problems with parents and siblings regarding authority; self-esteem problems; shyness and difficulties of social acceptance and addiction to video games. There are no differences marked by gender, neither in social skills, nor in adolescence conflicts. Adolescents who are open to the world with a good nucleus of stable and functional peers and families have better social skills a direct relationship between social skills and interpersonal relationships, which influence the resolution of conflicts in adolescents.

Keywords: adolescence, social skills, conflicts, family, problems.

Introducción

Los conflictos y problemas asociados a la adolescencia suelen tener como base las interacciones tensas, ambivalentes, ansiosas y, en gran medida actitudes demandantes y/o conflictivas emergentes de la relación entre padres, hijos y comunidad (Averasturi & Knobel, 1996). De esta trilogía se desprenden múltiples conflictos que pueden ser confrontados y reparados en dichos escenarios por lo que, constituyen aprendizajes durante la socialización primaria y secundaria de los adolescentes (Andrade, 2017; Esquivel & Gómez, 2011). En este tenor, las habilidades sociales pueden definirse como el conjunto de conductas y capacidades que ayudan a una persona a resolver cualquier tipo de situación social de la forma más efectiva y satisfactoria posible. Dichas habilidades también sirven para relacionarse con otras personas y grupos adecuadamente y ayudan al adolescente a comunicarse de forma verbal o no verbal acorde a sus necesidades y demandas. Asimismo, permiten a las personas expresar sus opiniones y sentimientos de forma apropiada respetando las conductas de los demás. Para Goleman (1986) lo que realmente importa para el éxito, carácter, felicidad y logros vitales es un conjunto definido de habilidades sociales, no solo habilidades cognitivas que son medidas por test convencionales de coeficiente intelectual.

Para McGinnis y Goldstein (1990) las habilidades sociales son en realidad habilidades prosociales, o sea, que hacen alusión al desarrollo social que el individuo ha adquirido a lo largo de su existencia, puesto que, en ella se desarrollan e implantan múltiples destrezas comportamentales que facilitan la adaptación de los adolescentes al medio ambiente. En este tenor señalan que entre las habilidades prosociales se circunscriben tanto las concernientes a la autonomía e independencia individual tales como: de independencia en el hablar, comer, locomoción, etc., al tiempo que, aquellas que referencian la capacidad de mantener el flujo de las relaciones interpersonales. Dicho sea de paso, estas últimas constituyen el objeto de interés en este trabajo y están íntimamente vinculadas al desarrollo social, el cual, se entiende desde un modelo interpretativo de tipo participativo donde tanto la biología como la cultura resultan ser elementos activos que se inter influencian dinámica y mutuamente, logrando que cada sujeto tenga una postura diferente y única frente a los retos, dilemas y situaciones sociales (Gómez-López, 1995).

Por otra parte, Ikesako y Miyamoto (2015) refieren que, como consecuencia de la falta de desarrollo de estas habilidades sociales, el ser humano puede desplegar las debilidades que le impiden solucionar conflictos de forma adecuada y asertiva, lo cual puede desembocar en problemas de ajuste a los escenarios y contextos de interrelación. Así, al hablar de habilidades sociales se identifican también las herramientas efectivas para vivir en comunidad, solucionar conflictos y responder de forma ajustada los dilemas de la convivencia (Camacho Céspedes, 2018). En consecuencia, dichas debilidades revelan que la persona cuenta con pocas herramientas para tratar con lo adverso, lo que complica la adquisición de repertorios de conducta efectivos, a la vez que entorpece los procesos adaptativos requeridos en la socialización. Entre las debilidades mayormente presentes en los adolescentes se encuentran: la cobardía, el egoísmo, la antipatía, la falta de concentración, la desconfianza y la impaciencia (Del Moral, Suárez, Villareal & Musitu, 2014).

Las habilidades pueden definirse como la capacidad ajustada y concreta de realizar alguna actividad o tarea de manera correcta con base en las demandas del entorno inmediato (Villarreal, Sánchez & Musitu, 2010). Al respecto, Choque-Larrauri y Chirinos-Cáceres (2009) señalan que dichas habilidades representan el sistema de destrezas que permiten al ser humano actuar de manera competente y hábil en los diferentes contextos, regulando en gran medida, su conducta al generar comportamientos saludables en distintas esferas vitales, puesto que, permiten a las personas controlar y dirigir sus elecciones y decisiones. Las habilidades sociales constituyen un concepto complejo de difícil definición, pues, pueden analizarse desde múltiples puntos de vista, y sus aplicaciones suelen darse en clave interdisciplinar (Musitu, Jiménez & Murgui, 2007; Villarreal, et al., 2010). En este sentido Del Moral et al. (2014) señalan que las habilidades sociales pueden dividirse de acuerdo con el caso en diferentes tipos de habilidades, siendo muy cercanas a las habilidades para la vida, de modo que actúan en torno a ellas en tanto complementariedad para favorecer los procesos adaptativos y de socialización.

Cabe mencionar que las habilidades para la vida se presentan en tres categorías: Habilidades sociales, habilidades cognitivas y habilidades relacionadas con el afecto. En lo que toca a las habilidades sociales, estas se ponen en escena en tanto capacidad de ejecutar conductas de intercambio con resultados favorables, y suelen dividirse en: habilidades de comunicación, empatía, asertividad, control de la ira, entre otras (Uribe, et al, 2005). Estas habilidades se consideran importantes para el desarrollo del adolescente, por lo que reforzarlas favorece las relaciones interpersonales de manera sana y positiva, además, de generar procesos de estabilidad y transformación interpersonal. Asimismo, Ikesako y Miyamoto (2015) informan que existe evidencia que sugiere que las habilidades sociales, el autocontrol y la confianza adquiridos durante la vida, pero robustecidos en la adolescencia guían de forma efectiva y exitosa el desempeño laboral, así las cosas, en la vida diaria las personas hacen uso de las fortalezas adquiridas para salir de problemas o superar situaciones difíciles, generando con ello, una habilidad de ajuste sumamente importante denominada resiliencia. La palabra resiliencia procede del latín, del término “resilio” que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar o rebotar; como concepto es aceptado por las ciencias sociales y humanas referirse a personas que, a pesar de nacer y vivir situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanas y exitosas (Rutter, 1993).

No obstante, dicho desarrollo requiere el compromiso familiar, personal y social para con los niños, niñas y adolescentes, razón por la cual, el marco jurídico colombiano a través de la ley 1098 del 2006 que expide el código de infancia y adolescencia, en su artículo 1º exige garantizar a los niños, niñas y adolescentes su pleno y armonioso desarrollo para que crezcan en el seno de la familia y de la comunidad en un ambiente de felicidad, amor y comprensión; prevaleciendo el reconocimiento a la igualdad y la dignidad humana sin discriminación alguna. En el artículo 2º menciona la importancia de establecer normas sustantivas y procesales para su protección integral garantizando el ejercicio de sus derechos y libertades consagrados en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos, en la Constitución Política y en las leyes, así como su restablecimiento, y señala además, que dicha garantía y protección es obligación de la familia, la sociedad y del Estado, de allí la importancia de brindar elementos para garantizar su desarrollo biopsicosocial, mismo que guarda una relación estrecha según McGinnis y Goldstein (1990) con la educación emocional y la adquisición de las habilidades sociales.

Método

Diseño: esta es una investigación cuantitativa, de corte transversal y correlacional. Población: La investigación se desarrolló con 400 estudiantes adolescentes de 12 a 18 años, pertenecientes a una Institución educativa de Santa Rosa de Cabal en el departamento de Risaralda. Criterios de inclusión: a) ser estudiante activo de la institución; b) estar dentro del rango de edad de acuerdo con la prueba; Instrumentos: se aplicó una ficha de caracterización sociodemográfica en la cual se tuvo aspectos como edad, escolaridad, género, estrato socioeconómico, religión, tipo de vivienda y núcleo familiar. Para complementar la información, se implementó la escala de habilidades sociales de Goldstein, (1999) que consta de 50 ítems que se responden a través de una escala tipo Likert con valores de: nunca, a veces y siempre; con la cual se midió a su vez seis grupos de habilidades: 1) Habilidades sociales primarias; 2) Habilidades sociales avanzadas; 3) Habilidades relacionadas con sentimientos; 4) Habilidades alternativas a la agresión; 5) Habilidades para hacer frente al estrés; 6) Habilidades de planificación. Asimismo se diseñó una lista de chequeo para identificar el conflicto principal referido por el adolescente de acuerdo a los siguientes elementos: a) Relaciones parentales conflictivas (con ambos padres); b) Relación conflictiva con hermanos; c) Relación conflictiva con pares; d) Relación conflictiva con pareja; e) Conflictos con otros familiares; f) Conflicto con docentes y otras figuras de autoridad diferentes a los padres; g) Víctima de acoso estudiantil (Bullying); h) Conflicto relacionado con la identidad sexual; i) Duelo por la muerte de un familiar; j) Conflictos relacionados con la experiencia sexual temprana; k) problemas de autoestima; l) problemas de timidez y de aceptación social; m) problemas para expandir los círculos sociales; n) Adicciones a sustancias psicoactivas; o) Adicción a los juegos de videos; p) Bajo rendimiento escolar; q) Agresor Bullying.

Procedimiento: a) Aprobación y diseño del proyecto de investigación; b) aprobación de las condiciones bioéticas de la investigación (consentimiento informado); c) firma del consentimiento informado y aplicación de instrumentos; d) análisis y sistematización de datos; e) construcción de resultados, discusión y elaboración del informe final de investigaciones; f) devolución de resultados a las instituciones y comunidades.

Resultados

Las edades están entre 11 y 18 años. el 3,8% tiene 11 años, el 17,6% 12 años, 21,2% 13 años, 21,4% 14 años; 19,1% 15 años; 13,6% 16 años; 2,5% 17 años y 0,8% 18 años. El grado de escolaridad, 6° grado 4,8%, 7° fue del 22,2%; 8° grado 25,9°; grado 9° fue de 13,4%; 10° del 20,2% y 11° grado 13,6%. El tipo de familia fue nuclear 52,1%, monoparental 18,1%, ensamblada 3,3%, extensa 24,9% y otra 1,5%. El 54,4% fueron hombres y el 45,6% mujeres. Respecto al estado de habilidades sociales, un 0,5% posee escasas habilidades sociales, un 67,5% posee buenas habilidades sociales y el 32,0% cuenta con muy buenas habilidades sociales. Referente al tipo de consciencia de las habilidades sociales, el 26,7% es conscientemente hábil, el 55,7% es conscientemente inhábil, el 9,6% es inconscientemente hábil y el 8,1% es inconscientemente inhábil. En el tipo de conflicto primario fue de 25,4% en relaciones parentales conflictivas; el 13,4% una relación conflictiva con hermanos, seguidos por problemas de autoestima en el 8,3%; la adicción a los juegos de videos fue del 9,3%. En conflicto secundario un 16,6% tiene relaciones conflictivas con hermanos; problemas de timidez y de aceptación social 7,1%; adicción a los juegos de videos 7,3%; bajo rendimiento escolar con un 7,8% y ninguna percepción de conflicto con un 12,1%.

En el cruce de variables del conflicto primario revela que en los hombres el 25,0% tiene relaciones parentales conflictivas; el 13,4% relaciones conflictivas con hermanos, y el 14,4% adicción a los juegos de video. En mujeres priman relaciones parentales conflictivas 26,0%; relaciones conflictivas con hermanos 13,3% y, problemas de autoestima 13,3%. Respecto a género y grado de las habilidades sociales y género vs consciencia de las habilidades sociales, el 66,7% de los hombres poseen buenas habilidades sociales; el 32,9% muy buenas habilidades sociales; el 25,5% es conscientemente hábil y el 58,8% conscientemente inhábil. En mujeres el 68,5% tiene buenas habilidades sociales, el 30,9% muy buenas habilidades sociales, el 28,2% e conscientemente hábil, y el 51,9% conscientemente inhábil. En lo que toca al tipo de conflicto primario vs grado de habilidades sociales, las relaciones parentales conflictivas fueron con buenas habilidades sociales fue del 71,3% y, con muy buenas habilidades sociales 28,7%; en relación conflictiva con hermanos y buenas habilidades sociales 67,9%, y con muy buenas habilidades sociales 32,1%. En relación conflictiva con pares el 55,0% tiene buenas habilidades sociales, y el 40% muy buenas habilidades sociales. En relación conflictiva con pareja el 66,7% tiene buenas habilidades sociales, y el 33,3% muy buenas habilidades sociales. En conflicto con docentes y otras figuras de autoridad que no son los padres el 71,4% cuenta con buenas habilidades sociales, y el 28,6% muy buenas habilidades sociales.

El 50,0% de víctimas de acoso escolar tiene buenas habilidades sociales y el 44,4% muy buenas habilidades sociales. En conflicto de identidad sexual el 100,0% tiene buenas habilidades sociales. En duelo por la muerte de un familiar el 76,5% tiene buenas habilidades sociales y el 23,5% muy buenas habilidades sociales. En conflictos de experiencia sexual temprana el 100% tiene buenas habilidades sociales. En problemas de autoestima el 69,7% tiene buenas habilidades sociales, y el 30,3% muy buenas habilidades sociales. Los problemas de timidez y de aceptación social el 65,0% cuenta con buenas habilidades sociales, y el 35% con muy buenas habilidades sociales; en problemas para expandir los círculos sociales el 66,7% tiene buenas habilidades sociales y el 33,3% muy buenas habilidades sociales; en adicciones a sustancias psicoactivas el 20,0% tiene buenas habilidades sociales y el 80,0% muy buenas habilidades sociales; en adicción a los juegos de videos el 62,2% puntúa buenas habilidades sociales y el 37,8% muy buenas habilidades sociales. En bajo rendimiento escolar el 71,4% tiene buenas habilidades sociales y el 28,6% muy buenas habilidades sociales. En ser agresor - acosador (Bullying) el 66,7% tiene buenas habilidades sociales y el 33,3% muy buenas habilidades sociales; por último, ninguna percepción de conflicto corresponde al 66,7% los cuales tienen buenas habilidades sociales y el 33,3% muy buenas habilidades sociales.

Discusión

Los resultados indican que al menos nueve de cada diez adolescentes tiene buenas habilidades sociales y de ellos, siete de cada diez, cuenta con conciencia de dichas habilidades y de su posibilidad de implementación, mientras que el resto sabe que tiene estas habilidades, pero no las implementan de manera adecuada en situaciones conflictivas de su vida cotidiana, lo que quiere decir que son conscientemente inhábiles según lo referencian García y Musitu (1999). Al respecto Meier y Oros (2012) indican que la relación que aspectos como el control patológico y la autonomía extrema materna logran obstaculizar la experiencia de ciertas emociones positivas en los hijos, a la vez que impiden reconocer que se cuenta con habilidades y aprendizajes asociados a resolver problemas. No obstante, un rol autoritario, punitivo o en extremo laxo y displicente, resulta igualmente nocivo para el desarrollo emocional de los adolescentes (Andrade, 2017). En este sentido Goldstein (1999) señala que los vínculos parento-filiales ejercen un impacto significativo en la vida de los adolescentes, pudiendo actuar quizá como moduladores de la relación entre personalidad, experiencia emocional y vinculaciones externas seguras.

La investigación encontró que los conflictos que son a la vez primarios y secundarios son en orden de importancia son: relaciones paternas conflictivas con ambos padres, relación conflictiva con hermanos, problemas de timidez y aceptación social y adicciones a los videojuegos. Conviene mencionar que estos conflictos tienen una elevada importancia en la vida de los adolescentes, pues a partir de ellos y los grados de intensidad y cronicidad, la adaptación, desadaptación o resolución de los problemas se torna viable o inviable. Cabe anotar que las relaciones de los adolescentes con sus padres suelen ser conflictivas en varias vías, según Uribe, et al., (2005) y Muñoz, et al., (2016), estos conflictos tienen variaciones en torno a la relación entre las variables, conflicto interparental y problemas de conducta que son habitualmente reforzados por el núcleo de pares. Así, la adaptación de los adolescentes al medio social se ve afectada por el conflicto entre los padres, vivan o no en el mismo hogar, lo que conlleva a la emergencia de problemas de conducta con estos y con otros adultos que asuman roles de parentalidad o de autoridad con ellos.

Para Averasturi y Knobel (1996) estos elementos son típicos de los conflictos emocionales presentados en esta edad, pero cuando se intensifican hacen de las relaciones familiares un escenario que puede resultar insoportable y que, impulsa a muchos adolescentes a escapar a través de conductas disruptivas o anómalas. Al respecto Musitu, et al., (2007) y Muñoz, et al., (2016), coinciden en señalar que la problemática del adolescente podrían explicarse parcialmente, por la etapa evolutiva en que se encuentran al tiempo que, por las características socioculturales e intrafamiliares que dan forma a sus vinculaciones internas y externas, así, a mayor edad, el adolescente cuenta con mayor capacidad para darse cuenta de los alcances de la situación conflictiva y de su implicancia en su resolución o en su continuidad, y cuando esto sucede, refieren McGinnis y Goldstein (1990), aumenta en ellos la capacidad de insights y de aminorar los impactos agregados a las disputas. En cambio, para los adolescentes de menor edad refieren, suele ser relevante el aumento intensidad del conflicto, por lo que se sienten más afectados por el grado de hostilidad y la expresión de este, pero alimentan las contrariedades para evacuar a través de éste la intensidad de sus contradicciones.

Los conflictos primarios tienen valores análogos en ambos géneros por lo que no se encontraron diferencias significativas, excepto en los problemas de autoestima que son mayores en mujeres, mientras que la adicción en los videojuegos es mayor en hombres. No se encontraron diferencias significativas en las habilidades sociales y tampoco en la consciencia de las habilidades sociales por género; lo anterior es contrario al estudio realizado por Oyarzún, Estrada, Pino y Oyarzún (2012) en Chile con alrededor de 200 universitarios sobre habilidades sociales y rendimiento académico en el que se afirma que las habilidades interpersonales positivas se asocian al rendimiento académico particularmente en el caso de las mujeres. No obstante, en este estudio el grupo eran jóvenes y no adolescentes, aspecto en el que la edad afecta la percepción del conflicto percibido y/o reforzado en la convivencia, lo cual requiere mayor indagación a nivel investigativo. Cabe precisar que en los resultados indican que las mujeres puntúan solo un poco más alto en ser inconscientemente hábiles en comparación a los hombres, lo que indica que aspectos cono el control emocional, la influencia de pares, el género y la edad se constituyen en variables para tener en cuenta al momento de comprender los modos como las mujeres adolescentes construyen y ponen en marcha el andamiaje de herramientas para confrontar la adversidad.

Al respecto Oyarzún et al., (2012) y Uribe, et al., (2005) señalan que a nivel de género los hombres parecen ser más asertivos y prácticos al momento de solucionar conflictos entre pares, mientras que las mujeres pueden postergar su resolución ora para verificar mejor las fuentes problémicas y su implicancia en ellas, ora para dilatar su resolución porque el grado de emocional de vinculación con los eventos conflictivos es mayor. Sin ánimo de entrar a un debate que gire en torno a las fortalezas o falencias por género, el cual según Badinter (1994) resulta relativo en torno a la construcción de masculinidades y feminidades diferenciadas, que pueden coincidir en aspectos relacionales, pero alejarse en características socioculturales. Los resultados de la presente investigación también indican que tener buenas habilidades sociales y ser conscientemente hábil es mayor cuando el adolescente pertenece a una familia nuclear y ensamblada, y que esto se presenta en ambos géneros indistintamente, situación análoga que sucede cuando los adolescentes hombres y mujeres tienen escasas habilidades sociales, lo que trae consigo relaciones conflictivas con pares especialmente en adolescentes con antecedentes de acoso escolar.

Cabe mencionar que estos aspectos coinciden con lo planteado en otras investigaciones (Del Moral, et al., 2014; Del Moral, Suárez & Musitu, 2013; Albores-Gallo, Sauceda-García, Ruiz-Velasco & Roque-Santiago, 2011; Fisher et al., 2012), las cuales, señalan que vivir experiencias de acoso deteriora gravemente las habilidades sociales y las habilidades para la vida de los adolescentes, no obstante, cuando existen habilidades sociales previas es muy probable que estos se repongan de las agresiones y den continuidad a su vida sin secuelas emocionales permanentes. En particular este punto se relaciona con lo encontrado en la investigación, porque a pesar de que muchos de los estudiantes fueron víctimas en algún momento, la mayoría cuenta con buenas, y muy buenas habilidades sociales, por lo que, pueden interactuar con su núcleo de pares y sus familias de forma adecuada. Empero, este tópico requiere una mayor profundización y desarrollo en otras investigaciones y a la luz de nuevos hallazgos puesto que, las agresiones en todos los casos dejan huellas psicológicas que pueden perdurar hasta la vida adulta, aun cuando las víctimas las matices y censuren o si aprender a sortear el acoso con evitación, denuncias o defensa propia según lo refieren Salmivalli y Isaacs, (2005) y Garaigordobil, Mollo-Torrico y Larrain (2018).

Conclusiones

Según los resultados, en general los estudiantes poseen buenas habilidades sociales, puesto que cuentan con buenas habilidades sociales básicas, habilidades sociales avanzadas, habilidades relacionadas con los sentimientos, habilidades alternativas a la agresión, habilidades para hacer frente al estrés y habilidades de planificación. Dicho esto, una adecuada relación con los padres y un referente social positivo actúan como elementos mediadores y reforzadores de la conducta positiva y prosocial, constituyendo en sí mismos factores protectores de las conductas disruptivas.

Referente a lo anterior se determina que existe una relación directa entre dichas habilidades sociales y las relaciones interpersonales, las cuales influyen en la resolución de los conflictos en los adolescentes. Las problemáticas que más se presentan en los adolescentes son las relaciones paternas conflictivas y las relaciones conflictivas con hermanos lo cual sucede en ambos géneros de manera indistinta. Se concluye que mientras estos conflictos estén presentes en la vida de los adolescentes de forma intensa y permanente, la posibilidad de ocurrencia de nuevos conflictos será mayor, lo que puede desembocar en mayores dificultades para relacionarse con otras personas y en la emergencia de impedimentos emocionales para la resolución adecuada de sus conflictos.

En este tenor, cuando el adolescente presenta problemas recurrentes y complejos en su hogar y no se siente capaz de solucionarlos, a este le será muy difícil afrontar nuevos problemas externos, lo cual lo torna proclive a grupos de pares que pueden aumentar la conducta disruptiva con los padres. Tanto hombres como mujeres presentan relaciones conflictivas con sus padres y hermanos, especialmente por el manejo de la autoridad, lo cual revela que los padres depositan algunos roles y responsabilidades en los hijos mayores, lo que tiene como efecto el incremento del grado de conflicto porque no suelen ser reconocidos por sus hermanos menores como figuras de autoridad. Lo anterior más que una conclusión es una reflexión que requiere ser mayormente matizada a la luz de nuevas investigaciones en el tema.

Se encontró que cuando se habla de problemas de autoestima, su afectación se puede ver más reflejada en mujeres que en hombres, lo cual tiene una relación directa en los modos como el grupo de pares influencia en el abordaje de los conflictos; al tiempo que, con elementos propios de la personalidad en formación, y también por factores socioculturales que dan forma a la capacidad de afrontamiento inmediato o a la postergación del abordaje de los problemas. Uno de los elementos en que pueden diferir los géneros es en cuanto a la adicción a los juegos de video, la cual, se presenta mayormente en los hombres que, en las mujeres, y que es causa de conflictos con los padres, los hermanos y puede propiciar bajo rendimiento académico.

Se puede concluir que las habilidades sociales se entraman unas con otras y sus deficiencias pueden generar problemas relacionados con las habilidades para la vida, no obstante, la propensión de los adolescentes a generar mayores vínculos externos les permite fortalecer su capacidad de resiliencia y obtener a la vez nuevos aprendizajes para solucionar, postergar o afrontar los conflictos propios de su edad y de la convivencia familiar y social. El género no es contundente para explicar el hecho de contar con mayores o menores habilidades sociales, como tampoco lo es, ser consciente o inconscientemente inhábil, lo que demuestra que los problemas de la adolescencia resultan connaturales a la convivencia y su desarrollo biopsicosocial. De allí, el reto de las familias y de la sociedad respecto a brindar un acompañamiento y orientación saludables, y con ello transmitirles herramientas de confrontación efectivas para los dilemas y conflictos propios de su edad y de las circunstancias que aquejan a sus grupos de pares y a sus familias.

Referencias

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Notas de autor

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