Dossier: “Pedagogías insurgentes: sujetos, prácticas y territorios”
Recepción: 04 marzo 2024
Aprobación: 15 julio 2024
Cómo citar: Longo, R. G. (2024). Producción de los cuidados colectivos y pedagogías críticas. Una experiencia de educación popular feminista. Revista IRICE, 47, 109-130. https://doi.org/10.35305/revistairice.vi47.1924
Resumen: Desde la psicología social comunitaria, la educación popular y la epistemología feminista, el presente artículo tiene como propósitos: (a) Sistematizar algunos tópicos vinculados a la construcción de un proceso de formación de promotoras comunitarias sobre géneros, Derechos Humanos y cuidados; (b) compartir algunas de las percepciones de las mujeres que participaron en la Formación de Promotoras Comunitarias, Género y Derechos Humanos[1] sobre su rol en los procesos de cuidado y las estrategias de cuidados colectivos que implementaron para la prevención de la violencia de género y en el fortalecimiento de una serie de propuestas y proyectos frente a las violencias cotidianas y estructurales que atraviesan las integrantes de las Mujeres Clasista Combativas (MCC) - Chaco. Desde un abordaje cualitativo, este trabajo sistematiza una experiencia de educación popular feminista, rescatando las narrativas de las mujeres integrantes de las MCC - Chaco desde 15 entrevistas autobiográficas y su participación en 7 talleres. El proceso de formación se desarrolló en la Ciudad de Resistencia, Chaco, en un espacio comunitario perteneciente a la organización, donde participaron 40 mujeres integrantes de las MCC. Desde la metodología utilizada se busca socializar modalidades de gestión asociada que promuevan la construcción colectiva de conocimientos, el fortalecimiento de la participación social y de género en la defensa de las mujeres, los Derechos Humanos, las comunidades y los cuidados.
Palabras clave: pedagogía y epistemología feminista, cuidados, Derechos Humanos.
Abstract: From the perspective of community social psychology, popular education and feminist epistemology, this article has the following purposes: (a) to systematize some topics linked to the construction of a training process of community promoters on gender, human rights and care; (b) to share some of the perceptions of the women who participated in the Training of Community Promoters, Gender and Human Rights[2] about their role in the processes of care and the collective care strategies they implemented for the prevention of gender violence and in the strengthening of a series of proposals and projects against the daily and structural violence experienced by the members of the Mujeres Clasista Combativas (MCC) - Chaco. From a qualitative approach, this paper systematizes experience of popular feminist education, rescuing the narratives of the women members of the MCC - Chaco from 15 autobiographical interviews and their participation in 7 workshops. The training process took place in the city of Resistencia, Chaco, in a community space belonging to the organization, where 40 women members of the MCC participated. The methodology used seeks to socialize associated management modalities that promote the collective construction of knowledge, the strengthening of social and gender participation in the defense of women, human rights, communities and care.
Keywords: feminist pedagogy and epistemology, care, human rights.
Introducción
América Latina posee una robusta experiencia en procesos de educación popular y pedagogías críticas que se despliegan en diferentes territorios de la región desde hace décadas. Las diversas iniciativas educativas se enmarcan en el desarrollo de una pedagogía crítica y situada en las que se recorre diferentes tópicos y problemas que atraviesan a los colectivos sociales, especialmente subalternos, en territorios latinoamericanos. La educación popular nace y se desarrolla en territorios de América Latina, es portadora de historias inscriptas en lógicas de opresión, dominación y deshumanización de la vida en todas sus vicisitudes y espectros. La misma se desarrolla como un fenómeno sociocultural y concepción educativa presente en diversas prácticas educativas informales, formales y como parte de políticas públicas que aporta a un paradigma educacional latinoamericano alternativo (Jara Holliday, 2020). Desde sus orígenes se caracterizó por ser una pedagogía crítica, problematizadora, cuestionadora de las relaciones sociales existentes, comprometida con los sectores populares. Paulo Freire fue uno de los máximos impulsores de esta pedagogía nacida en un contexto latinoamericano de producciones y acontecimientos ocurridos entre fines de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, a los que se suman los sucesos específicos que surgieron en Brasil, lugar de procedencia del pedagogo. En su devenir, esta pedagogía se ha encontrado con desafíos cada vez mayores ante la creciente magnitud de los problemas que se presentan en las sociedades actuales. Sin descuidar sus raíces, la educación popular fue revitalizando sus objetivos, sus procedimientos, sus prácticas en torno a problemas que atraviesan las comunidades y las poblaciones. Como pedagogía dialógica, entreteje saberes, experiencias, miradas y recorridos diversos en la búsqueda de sociedades más igualitarias. Se sustenta en principios ético-políticos que apuestan a la construcción de relaciones humanas equitativas en distintos ámbitos de la vida y acentúa en la reflexión de la vida cotidiana de las personas y en los procesos transformativos del devenir histórico social. Desde la educación popular se propone aportar al cuestionamiento y la deconstrucción de las operatorias generadas por el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado, que imponen formas de vida injustas (Korol, 2016; Lander, 2000; Pérez, 2000).
En este proceso, en las últimas décadas, se establece y profundiza un diálogo entre algunas experiencias de educación popular y pedagogías feministas que asumen el compromiso de gestar iniciativas pedagógicas críticas surgidas desde colectivos de mujeres que ponen un acento particular en las implicancias de la actuación conjunta del colonialismo, el capitalismo y el patriarcado sobre los cuerpos y subjetividades feminizadas. En estas iniciativas se promueven una serie de interrogantes en los que se trabajan con una profundidad mayor nuevos tópicos. Muchas iniciativas emprendidas por las pedagogías feministas latinoamericanas recuperan los aportes freirianos que se conjugan con experiencias de colectivas feministas. Las pedagogías feministas (Belausteguigoitia & Mingo, 1999; Maceira, 2008; Martínez & Ramírez, 2017; Martínez Martín, 2016; Montoya, 2008; Pérez et al., 2017; Seoane & Severino, 2019; Troncoso et al., 2019; Valdés, 2013) se despliegan con el objetivo de repensar los territorios educativos, buscando poner en valor aspectos relevantes que posibiliten pensar procesos educacionales problematizando prácticas discriminatorias, sexistas (Montenegro González & Corvalán Navia, 2020).
La psicología social comunitaria surge en Latinoamérica a partir de la década de los años setenta, aunque las primeras incursiones en las comunidades se remontan a la década de los cincuenta, al final de la cual, en el año 1959, el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda presenta una metodología concreta para el trabajo comunitario.
La orientación asumida desde sus inicios sustenta la imposibilidad de un conocimiento científico neutro, lo cual se entiende cuando se analiza su origen en el contexto político, económico y social en el que nace (…). Durante la década de los setenta, la convulsionada realidad latinoamericana, con sus características de dependencia, sub-desarrollo, regímenes totalitarios en muchos países de la región, violencia social en general, así como las situaciones de pobreza y miseria, junto a la indiferencia gubernamental; el desempleo, la batalla contra las drogas, la crisis económica y la alta concentración poblacional en sectores urbanos necesitaba tener una respuesta desde los diferentes campos de acción de la vida social. (Sánchez et al., 1998, pp. 160-161)
Las perspectivas epistemológicas y metodológicas de la psicología social comunitaria centralmente se plantean abordar los problemas sociales, los acontecimientos de transformaciones, las condiciones de posibilidad de la construcción de conocimientos y prácticas y sus usos e impactos (Zaldúa et al., 2005). Este campo parte del respeto mutuo y del reconocimiento de las fortalezas y recursos de las comunidades, así como sus necesidades y requerimientos (Montero, 2003; Serrano García & Vargas Molina, 1993).
La psicología social comunitaria, junto con los aportes de la educación popular y las pedagogías feministas, reflexionan críticamente sobre los procesos educativos y la incidencia del androcentrismo y eurocentrismo como mirada hegemónica en la producción de ciencia (Lenta et al., 2020). Actualmente, en América Latina existe una importante experiencia y producción que vincula la educación popular con los feminismos populares, instaurando procesos múltiples de formación, desplegando diversas iniciativas de educación popular y pedagogías feministas. La educación popular feminista ha permitido a los movimientos de mujeres desarrollar procesos de empoderamiento en diferentes áreas (Red de Educación Popular entre Mujeres de Latinoamérica y el Caribe [REPEM], 2019). Dicha pedagogía situada en contexto latinoamericano rescata los procesos activos de las mujeres organizadas en movimientos sociales y colectivas feministas. Desde un enfoque emancipador aborda distintos conocimientos basados en el rescate de los saberes y las experiencias de las mujeres organizadas. El término pedagogía feminista se refiere a una filosofía particular y un conjunto de prácticas para la enseñanza basada en la teoría y principios feministas (Cayulef & Soto, 2023). La combinación entre la educación popular y el feminismo proporcionó la reflexión particular sobre las relaciones que se establecen entre lo subjetivo, lo social, lo económico, lo cultural, los géneros y lo político, así como también lo global, lo regional y lo local desde una mirada que no dicotomiza e interpela diversos criterios y lógicas de poder que se anudan en nuestra sociedad (Longo, 2022b). Las pedagogías feministas y la educación popular señalan la urgencia de una transformación del conjunto de las relaciones de poder que se presentan en la vida cotidiana, para crear relaciones sociales más justas, equitativas y democráticas. Realizan una profunda crítica sobre la desvalorización social del rol de los cuidados a través del amor, el respeto y la autoafirmación, y la integración personal y el buen trato (Ríos Everardo, 2015). Se proponen problematizar cuestiones como: las relaciones de poder en oposición a las relaciones de cuidado; la invisibilización de las violencias evidentes, e incluso aquellas más sutiles; el protagonismo de las diversidades de sujetos, cuerpos, identidades y sexualidades; la presencia de discursos alternativos frente a los normativos; y la creación de redes de sororidad frente a los valores individualistas y competitivos (Martínez Martín, 2018). Como pedagogías críticas, tanto la educación popular como las pedagogías feministas se proponen procesos cuestionadores que tiendan a desnaturalizar e interpelar los condicionantes sociohistóricos y culturales de las comunidades, colectivos y grupos. Se producen estrategias que favorecen la creación de espacios colectivos, solidarios, de contención, sostén y exigibilidad de derechos, promotores de autonomía. Se apuesta a la reflexibilidad crítica que interrogue las violencias imbricadas en las sociedades actuales que se asientan en la construcción de las desigualdades sobre los cuerpos y los territorios a través de las subordinaciones de los géneros y que conforman un entramado junto con las subordinaciones de clase, étnicas y geopolíticas que legitiman la expoliación de los cuerpos, los bienes comunes, los recursos culturales y los derechos (Longo, 2022a).
Acerca de una experiencia de construcción de saberes: Promotoras Comunitarias sobre Género, Violencias y Derechos Humanos
Este proceso de construcción de saberes se enmarca en la experiencia de Formación de Promotoras Comunitarias sobre Género, Violencias y Derechos Humanos realizada con 40 mujeres integrantes de las Mujeres Clasista Combativas (MCC) de la Ciudad de Resistencia, Chaco. Se trató de una experiencia de educación popular feminista que tuvo como objetivos generales colaborar en la prevención de la violencia de género, y sistematizar y fortalecer las respuestas de cuidados frente a las violencias cotidianas que atraviesan las mujeres integrantes de las MCC - Chaco. Como objetivos específicos buscó construir un espacio de diálogo y reflexión colectivo sobre la complejidad y la particularidad de la problemática de la violencia de género en relación a las trayectorias vitales y comunitarias; colaborar en la prevención de la violencia de género y la producción de cuidados colectivos y de autocuidado; y propiciar un proceso de alfabetización jurídica. Se trató de una experiencia colectiva y “sentipensante” que partió de un diagnóstico participativo, en la cual se pautaron los contenidos abordados que luego se desarrollaron en el proceso de formación feminista y educación popular. Desde este proceso se buscó potenciar el rol político, propositivo de las mujeres en el seguimiento de problemáticas vinculadas a los Derechos Humanos, para contribuir a la ampliación de su ciudadanía e incidencia en las políticas públicas, lograr una mayor conciencia de los derechos ciudadanos y generar una eficaz apropiación de la información a través de la construcción colectiva de materiales de información y divulgación que faciliten estrategias de prevención de la violencia de género. El programa consistió en siete encuentros mensuales de seis horas cada uno de ellos. Los encuentros se organizaron de la siguiente manera:
Primer encuentro: Conformación del grupo y presentación de la propuesta e identificación de temas necesarios para trabajar. Trayectorias - Tensiones y posibilidades.
Segundo encuentro: Taller violencias de géneros y derechos humanos.
Tercer encuentro: Introducción a la perspectiva de género. Conceptos claves.
Cuarto encuentro: Taller cuerpos y autonomías.
Quinto encuentro: Mujeres y Salud.
Sexto encuentro: Cuidados y géneros.
Séptimo encuentro: Taller de síntesis del proceso y evaluación participativa del programa. Análisis de los facilitadores y obstáculos de la capacitación. Proyecciones.
En todo el recorrido de la formación que se desarrolló durante el año 2022 se acentuó el empoderamiento colectivo y se enfatizó en el diálogo intergeneracional entre las participantes. Por otra parte, en el proceso se revalorizó la experiencia de participación comunitaria con perspectiva de género que desarrollan las mujeres que fueron parte de la formación. También se trabajó en la alfabetización jurídica para favorecer la exigibilidad de derecho.
Desde la dimensión dialógica y participativa de la educación popular y la psicología social comunitaria se apeló a un proceso de reflexividad crítica en el que se interpelaron concepciones, prácticas y configuraciones sociales que permean los procesos de violentación (Zaldúa, 1999) vivenciados por las mujeres, que se vinculan con las dinámicas racistas y patriarcales. Se promovió un espacio de diálogo y reflexión colectivo sobre la complejidad y la particularidad que tiene la violencia de género en nuestras sociedades y en las trayectorias vitales y territoriales de las participantes. También se rescataron las diversas prácticas desarrolladas por el colectivo de mujeres para afrontar las dificultades que presentan y las respuestas a problemas de violencia de género que desarrollaron particularmente en contexto de pandemia atendiendo a la complejidad que requirió ese momento. Se rescató la importancia del proceso de formación como portador de prácticas de solidaridad y sororidad entre las mujeres participantes. En este sentido, particularmente, fue importante generar un espacio de diálogo intergeneracional que facilite el encuentro y enriquecimiento entre mujeres de diferentes edades para fortalecer el ejercicio de sus derechos y de su ciudadanía activa, buscando potenciar subjetividades críticas, fortaleciendo, al mismo tiempo, la capacidad de reconocerse a sí mismas y reconocer los límites y posibilidades que se perfilan en cada momento histórico, identificando las amenazas a las formas de la vida democrática (Molina Galarza, 2023).
Metodología
Desde la educación popular feminista y la psicología social comunitaria se trabajó en un proceso de formación y sistematización de la experiencia de las MCC - Chaco que posibilitó potenciar una red de conocimientos y afianzar un ejercicio activo de los Derechos Humanos de las mujeres involucradas que enfrentan la violencia de género. Como una acción intencionada, se buscó penetrar en su trama compleja y recrear sus saberes desde una práctica interpretativa de teorización y de apropiación de lo vivenciado (Jara Holliday, 2018). Se partió de una praxis que permitió construir un proceso reflexivo sobre las significaciones, percepciones, representaciones y prácticas sociales de las participantes. Se acentuó en la importancia de emprendimientos colectivos que den sentido a las prácticas cotidianas y que permitan la reflexión crítica sobre las acciones y políticas que opacan los procesos de discriminación y restricción sobre las mujeres. Se valorizó la dimensión dialógica, problematizadora y participativa de la educación popular y la psicología social comunitaria. La metodología incluyó diversas herramientas sentipenantes (talleres de discusión que contemplaron diferentes dinámicas corporales, lúdicas y entrevistas en profundidad) que favorecieron la participación y estuvieron encaminadas al desarrollo de relaciones de igualdad basadas en la responsabilidad y el respeto hacia y entre todas. La pedagogía feminista y la educación popular ubican el lugar del cuerpo como un elemento central en el proceso educativo. En este sentido, se recurrió a los aportes del arte, el psicodrama, el teatro de los/as oprimidos/as, la danza, el canto, como expresiones sustanciales en los procesos de formación (Korol, 2016). Desde el trabajo de la psicología social comunitaria se apuntó a visibilizar cambios profundos y complejos en la subjetividad individual y grupal. Se promovieron diferentes instancias participativas que buscaron la integración comunitaria, la participación ciudadana y la capacitación para el fortalecimiento de la organización participante. Desde la metodología se trabajó desde una intervención contextuada resaltando el escenario barrial y el involucramiento de las participantes para la gestión de prácticas de equidad de género y de aprendizajes con énfasis en la construcción de redes en la defensa de los Derechos Humanos. En ese sentido, se acudió a herramientas inclusivas encaminadas al desarrollo de relaciones de igualdad basadas en la responsabilidad compartida, intentando integrar lo individual y lo colectivo para perseguir la superación de conductas sexistas entre las participantes. Esta iniciativa de educación popular en diálogo con la epistemología feminista buscó desmontar, deconstruir, desarmar los estigmas de la violencia e intentar construir desde la sororidad una sintonía, afinidad, encuentro y articulación grupal y en red (Fischetti, 2017). La metodología fue dinámica, flexible, respetó las diferencias etarias e intentó integrar lo individual y lo colectivo. Por otra parte, también se realizaron 14 entrevistas biográficas a partir de las cuales se fueron identificando nudos críticos o temas generadores vinculados a la violencia de género, las trayectorias de vida, la participación en el colectivo y la promoción de Derechos Humanos y territoriales. Trabajar desde las biografías aportaron en la recuperación de los “hechos” personales y a la reconstrucción de las “experiencias” de la vida (Meccia, 2020). La perspectiva biográfica, también permitió capturar el contexto sociohistórico que marca la vida de las personas, rescatando que toda biografía individual se halla atravesada por condicionantes históricos, de clase, género, etnia, y edad, a la vez que las personas pueden reconstruir significativamente sus experiencias de vida (Fraga, 2009). Desde las trayectorias autobiográficas se buscó adentrarse en el conocimiento de la vida de las personas, ya que esta técnica posibilita también captar los procesos y formas acerca de cómo los individuos perciben el significado de su vida social, y al mismo tiempo corroborar el sentido que tiene la vida para ellos (Pérez, 2000). Esta metodología buscó brindar información contextualizada de la población participante y aportar modalidades de gestión colectiva que promuevan el fortalecimiento de la participación social aportando elementos para futuras intervenciones en la defensa de los Derechos Humanos (Longo, 2016). Desde la epistemología feminista, las voces y narrativas de diferentes “actoras” no solo se tornaron audibles para otros, sino que, fundamentalmente, pudieron ser escuchadas, resignificadas y reapropiadas para ellas y nosotras mismas (Lenta et al., 2023).
El proceso de participación posibilitó en las mujeres un fortalecimiento subjetivo que puede afianzar sus propios procesos de exigibilidad de derechos y asumir el tema de las relaciones intergenéricas, abordando estos desafíos desde la reflexión y el análisis grupal y problematizando colectivamente las redefiniciones que están sufriendo las identidades de género en la actualidad. El proceso de trabajo también contempló la revisión periódica conceptual y metodológica, un diagnóstico participativo sobre las problemáticas de género del colectivo, la construcción y puesta a punto de instrumentos y temas a trabajar, y la evaluación de tareas y elaboración de informes y memorias de cada uno de los encuentros y reuniones de equipo con referentas de las MCC.
Contextualización de la experiencia de las Mujeres Clasista Combativas
El movimiento social MCC de Resistencia, Chaco, involucrado en el programa de formación se posiciona desde una perspectiva crítica, revisa y recupera críticamente las historias de los movimientos sociales que los precedieron y reconstruye nuevas maneras de proceder y de pensar el mundo social, político y cultural. Este movimiento social protagonizado por mujeres, surge hace quince años y tiene una fuerte presencia en el territorio generando una serie de producción de cuidados que favorece comunitariamente a la población. Las MCC, es un movimiento social autónomo con una fuerte identidad feminista. Se enmarca en un proyecto territorial con diversas actividades e iniciativas instituyentes, y aloja diferentes proyectos e iniciativas como la construcción de viviendas; emprendimientos textiles; un centro de formación y educación; actividades para las infancias (recreación, merenderos y apoyo escolar); una huerta comunitaria, llamada “Pacha Lama”; la Casa de la Mujer, destinada a mujeres víctimas de violencia de género; y la Casa LGTBQ +. Desde hace años forman parte de Feministas del Abya Yala, una red latinoamericana feminista.
La provincia del Chaco actualmente se ubica geográficamente en la región Nordeste de la República Argentina; la pobreza en el aglomerado urbano de Gran Resistencia, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC, 2024), en septiembre de 2023, alcanzó al 54% de las personas. Por otra parte, presenta serios problemas ambientales siendo la segunda provincia del país con más pérdida de bosques nativos de los últimos cuatro años. La provincia ya perdió cerca de 2 millones de hectáreas y se alerta sobre la ilegalidad de esta desforestación ocurrida durante el año 2023 (Greenpeace, 2023).
En lo que respecta a la problemática de la violencia de género, Chaco se ubica en segundo lugar con la mayor tasa de femicidios directos cada 100 mil mujeres (Oficina de la Mujer, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 2023). Los procesos de feminización de la pobreza y violencia estructural han tenido como respuesta la feminización de la resistencia y de las acciones colectivas de cuidados y solidaridad. La violencia sigue siendo parte de las formas de opresión más directas sobre las mujeres y los cuerpos feminizados. Mujeres y niñas están más expuestas a sufrir pobreza económica en todo el mundo. La brecha de género y pobreza son dos desigualdades interconectadas que vulneran los derechos de las mujeres.
En este sentido, el programa de capacitación buscó también incrementar el rol político, propositivo de las mujeres en el seguimiento de problemáticas vinculadas a los Derechos Humanos, para contribuir a la ampliación de su ciudadanía e incidencia en las políticas públicas.
A continuación, se recuperan algunas reflexiones que surgen del proceso de formación en el que se revalorizaron las instancias pedagógicas, las acciones, trayectorias e iniciativas que emergen desde las MCC como organización social con énfasis territorial que actúa en contextos de profunda desigualdad social, propiciando espacios colectivos de producción de cuidados que favorecen el devenir comunitario, territorial y personal de las mujeres involucradas en el movimiento. Por otro lado, se rescató particularmente la importancia de los procesos de formación feminista en las trayectorias de las mujeres que participaron del proceso, acentuando los cambios y aportes percibidos por ellas.
Identidad feminista en el devenir de las Mujeres Clasista Combativas
La identidad feminista permea de manera particular y decisiva la configuración de las MCC. Desde la experiencia y proyectos que desarrollan, ponen en práctica un feminismo arraigado en las dinámicas cotidianas que atraviesan a este colectivo en el que despliegan diferentes iniciativas que las fortalecen en sus capacidades y conocimientos para convertirlas en esa fuerza transformadora que aporta de manera efectiva y propositiva ante la realidad comunitaria, territorial y social (Longo, 2022a). Las participantes de este colectivo van reflexionando críticamente sobre sus realidades y trayectorias vitales permeadas por un conjunto de injusticias estructurales que las afecta particularmente como mujeres.
La lucha que nosotras mismas vivimos dentro de nuestro camino como las MCC fue parte de nuestra reflexión como feministas. Entre todas de a poquito fuimos parando las orejas, yendo a los encuentros nacionales de mujeres, viendo experiencias. Viendo las atrocidades que hacen con nosotras todos los días. Entonces fuimos, nos organizamos y comenzamos a transitar el feminismo. Fue lo más importante y lo mejor que le pudo suceder a nosotras, a la organización y la sociedad. (Mariana, integrante de las MCC)
Yo creo que el encuentro con el feminismo nos marcó a todos porque en realidad era lo que veníamos buscando. Veníamos buscando esas libertades que te propone el feminismo. (Lara, integrante de las MCC)
Cuando empezamos dentro de las MCC, empezamos a hablar de las violencias (…) el hecho de tener que investigar cómo se abordaban las problemáticas de la violencia es que comenzamos con el feminismo, ya que es una permanente deconstrucción del patriarcado. El patriarcado lo tenemos atravesado todas. Empezamos a cuestionarnos cosas. (Chela, integrante de las MCC)
Las violencias cotidianas y estructurales que viven las mujeres son el motor fundamental para que las MCC se encuentren con el feminismo que les ha posibilitado develar las lógicas y dinámicas patriarcales que las permean. La interrogación que realizan sobre las desigualdades de género vivenciales y existentes en sus configuraciones sociales, territoriales y personales posibilita las rupturas con procesos de invisibilización de la exclusión y la violencia, instaurados a través de un andamiaje que legitima y justifica la arbitrariedad de prácticas sociales establecidas como habituales entre los géneros (Zaldúa et al., 2014).
La formación feminista, sus devenires y trayectorias de vida
Desde los relatos se evidencia una valoración positiva respecto a la educación popular y a las instancias de formación. Se comprende que la formación política es una etapa importante para la organización y para el devenir de las participantes del proceso de formación. Estas instancias formativas les aportan nuevos interrogantes y una apertura a tópicos centrales para afianzar la lucha contra las violencias estructurales de género que atraviesan las mujeres en sus territorios.
El encuentro con la educación popular fue importantísimo. Nosotras nos sentimos muy representadas con el tema de la educación popular. Les costó a los compas entender lo que era formarse desde la educación popular. Le costó entender para qué servía y que no se trata solamente de formarse en la educación popular para dar la batalla en el barrio, en el merendero, sino de dar la batalla en distintos ámbitos donde nos toque vivir y estar, en los puestos de trabajo, en el hospital. En el lugar que estemos para direccionar y tratar de torcer esos caminos que son tan alienantes e individualistas. (Ceci, integrante de las MCC)
Nosotras dentro de la educación popular vamos viendo que al compartir los conocimientos y formar compañeras que puedan dar distintos debates de las distintas cosas que sucedan en sus lugares habituales. Es un avance que tiene que ver con las revoluciones que tenemos que proponernos todos/as. Son granitos de arena que van construyendo y que vamos contagiando. Es muy necesario formar compañeras que vayan a los barrios y hablen de la educación popular. (Laura, integrante de las MCC)
Mucha participación y capacitación. Sacar el velo y aportar. Yo voy, me siento bien y poder hablar. Me genera expectativa. O leer, nos abre leer. Estamos ahí encaminadas. La alfabetización jurídica es muy importante. (Flavia, integrante de las MCC)
Desde los decires de las mujeres aparece una importante valorización de los espacios de formación. Ellas aducen que aportan en el fortalecimiento personal y colectivo e impacta positivamente para manejarse en diferentes ámbitos, situaciones e instituciones. La apuesta metodológica se basó en que es posible que desde el proceso de participación y capacitación, se produzca en las mujeres un fortalecimiento subjetivo que permita el desarrollo de capacidades y recursos para controlar y modificar las diversas situaciones de vida, actuando comprometidamente, crítica y conscientemente buscando lograr la transformación del entorno y de ellas mismas (Montero, 2003). La pedagogía feminista asume la dimensión grupal como una necesidad básica, para que los desaprendizajes de las opresiones puedan ser compartidos y sostenidos en los colectivos (Korol, 2016). En este sentido, se buscó promover la construcción de formas organizativas que superen las relaciones inequitativas y se integró en la participación comunitaria la perspectiva de género para favorecer el protagonismo y la promoción de sus derechos.
Estrategias colectivas de cuidados
La experiencia de las MCC da cuenta del despliegue de diferentes iniciativas de cuidado vinculadas a lo comunitario y territorial que contribuyen a dar respuestas colectivas en las que se benefician las mujeres en varios sentidos. La pertenencia a la organización se configuró como un activo insustituible para paliar los procesos de empobrecimiento y abrir oportunidades para afrontar distintas necesidades (Rodríguez & Zapata, 2020). En los relatos de las mujeres sobresale la acción conjunta, se destaca el acompañamiento y sostén cotidiano para afrontar situaciones vinculadas a cuestiones relacionadas con problemáticas económicas, de vivienda, de acceso a trabajo, educación y a una alimentación saludable.
Fue fundamental estar en las MCC para conseguir mi vivienda. Pude construir mi casita gracias a la organización. (Lara, integrante de las MCC)
Gracias a las MCC pude conseguir un trabajo como auxiliar en la escuela pública, fue muy importante ese proceso que hicimos. Muchas de nosotras pasamos de tener una beca precaria a tener trabajo formal. Esa experiencia nos enriqueció mucho como mujeres y como organización. (Liliana, integrante de las MCC)
Participar en la organización les permite a las mujeres avanzar en la autonomía económica y modificar sus itinerarios de vida. Los emprendimientos cooperativos que llevan adelante propician oportunidades para lograr la independencia económica de las mujeres. En este proceso, las mujeres de las MCC problematizan la división sexual del trabajo y el rol de las mujeres vinculado a los cuidados. Esto les facilita pensar críticamente en la distribución económica y cotidiana de las cargas de trabajo relacionadas con los géneros. Las trayectorias vitales dan cuenta cómo la inserción a proyectos colectivos y especialmente laborales impacta en sus devenires personales y subjetivos (Longo, 2022a).
Yo empecé a participar de la organización para ayudarle a mi mamá y poder afrontar toda la parte económica de mi carrera, porque, aunque es pública lo cubrí con esto, y ahí empecé y sigo todavía. (Yanina, integrante de las MCC).
Me acuerdo que comencé a estudiar el mismo año que conseguimos como organización que varias pasáramos de cobrar una beca a planta permanente como porteras de escuelas, fue muy importante esa lucha. Yo quería salir adelante, siempre me gusto destacarme en lo que sea. Arranqué la carrera en profesorado de biología (…) y en diciembre pasé a planta. (Mariana, integrante de las MCC)
Por otro lado, promueven cuidados a mujeres que atraviesan situaciones de violencia de género. Desde el proyecto denominado “Casa de la Mujer” ofrecen cobijo y acompañamiento a mujeres e infancias víctimas de violencia de género. Se establecen procesos de solidaridad y sororidad como una vinculación que no presupone necesariamente amistad personal, pero que implica compartir cargas y tratar de buscar formas de soluciones diversas (Jónasdóttir, 1993).
El proceso de formación de educación popular facilitó revalorizar las tareas e iniciativas de cuidados que desarrollan desde este movimiento social. Desde la perspectiva feminista buscan soluciones que superen las condiciones que impone el neoliberalismo patriarcal y colonial, más aún, interpelan la visión heteronormativa, que asigna el cuidado a las mujeres y lo justifica en la división sexual del trabajo y en razones biológicas y patriarcales (Falú & Colombo, 2022). Desde la formación se propuso avanzar en pensar e imaginar la reproducción de la vida y su sostenibilidad desde nuevos paradigmas que impliquen el cuidado colectivo y la colectivización del mismo. En relación a ello se sostiene:
En 2015 abrimos la casa de las MCC, como se las conoce, es una casa refugio construida por nosotras mismas. (Celeste, integrante de las MCC)
Nuestra casa de la mujer es un refugio enteramente proyectado, construido y dirigido por una organización de lucha con total independencia de los gobiernos y el Estado. (Mecha, integrante de las MCC)
La violencia contra las mujeres es concebida como un asunto de justicia, esto se asienta en la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de Belém do Pará”) que constituyen los instrumentos jurídicos más importantes para la protección de los Derechos Humanos de las mujeres. Esto permite comprender que no se trata de un problema individual, privado, familiar o relacional, sino un problema público y social estrechamente vinculado con la ciudadanía (Longo et al., 2018). Sin lugar a dudas, en las MCC uno de los proyectos que se destaca es el que propone iniciativas vinculadas al enfrentamiento a la violencia de género, en términos de acompañamiento a mujeres en situación de violencia, apoyándolas de diversas maneras según cada situación. En el proceso de formación se reflexionó particularmente sobre el dispositivo La Casa de la Mujer. Esta iniciativa es fundamental para las integrantes de las MCC y lo caracterizan como un dispositivo innovador de acompañamiento para las mujeres víctimas de violencia de género en el que se desarrollan diferentes estrategias de sostenimiento. Rescatan la importancia de contar con un ambiente confortable y preparado para que las mujeres que atraviesan una situación de violencia de género puedan sentirse cómodas y contenidas. Se trata de un espacio edilicio que fue construido y preparado desde una configuración espacial confortable, cuidada, para que las mujeres que habitan el espacio lo puedan disfrutar y que en él se transmita comodidad. En La Casa de la Mujer, el arte está presente significativamente en las paredes, ya que ellas mismas pintaron murales y diseñaron los ambientes que se caracterizan por ser amplios, cómodos y con la presencia de múltiples plantas que propician emociones positivas para que las personas que lo habiten disfruten de la posibilidad de hacerlo. En este sentido, la experiencia que las MCC desenvuelven con mujeres víctimas de violencia de género es productora de una reacción sensible a las injusticias, gestando e inaugurando un conjunto de inventarios y sensaciones en las que se promueven procesos de sanación (Ahmed, 2014; Cabnal, 2017).
La Casa de la Mujer para nosotros es fundamental (…) sentirnos que tenemos realmente un lugar donde podemos discutir todas las cosas que nos pasan. En el momento que sea y con las personas que quieran venir a buscar ayuda frente a la violencia de género. (Mariana, integrante de las MCC)
Con la Casa de la Mujer, dijimos a ese lugar tenemos que llenarlo de plantas, y que esté rebosante de plantas. Las compañeras que vienen acá vienen muy dolidas, vienen muy rotas y el hecho de que saquen una silla y se sienten entre las plantas y tomen mates toda la tarde cuando están acá, a ellas las ayuda mucho, siempre pensamos esas cosas. (Luisa, integrante de las MCC)
Nosotras no tenemos un régimen dentro de la casa de la mujer, queremos que las compañeras vengan, se apoderen del lugar y que no tengan una celadora que venga a decirles; “apaga la luz, dame el celular”, como sucede en otros lugares. Entonces, las compañeras se sienten muy bien, respetan el lugar, hasta que se ponen mejor y salen a la vida de nuevo (…) hemos recibido casos muy graves, casos tremendos que exponen la situación patriarcal dentro de la ciudad de Resistencia. (Nely, integrante de las MCC)
La pedagogía del acompañamiento y el compromiso
En los diferentes relatos de las integrantes de las MCC sobresale la importancia de formar parte de la organización en sus trayectorias vitales. Ser parte de ese colectivo las marca subjetivamente y les abre nuevas posibilidades, reflexiones y desafíos personales y colectivos. La dimensión del compromiso y la entrega forma parte del devenir participativo de las mismas y es una valorización muy recurrente entre las reflexiones de estas mujeres. Se visualiza cómo el compromiso y el acompañamiento es un ejercicio de reflexividad que tiende a quebrantar uno de los mayores recursos del patriarcado que es mantener a las mujeres aisladas, divididas y enemistadas. Por lo cual, la mayor transgresión política de las mujeres es su alianza, su coalición, la sororidad (Lagarde, 1996). Contener y acompañar, forma parte de un tejido de prácticas, significaciones y sentidos que tiñen los proyectos e iniciativas que impulsan como colectivo. Sin lugar a dudas, presentan un conjunto de experiencias y prácticas vinculadas con la acción colectiva construidas sobre la base de relaciones, principios de solidaridad, cuidado y apoyo mutuo, creando redes de cooperación y transformaciones en las relaciones de género (Osorio, 2017).
Siempre asumí mucho compromiso con la organización. Si veía que algún chico o chica acá que estaba mal o tenía algún problema. Buscaba la manera de solucionarlo. Yo me involucraba ahí y dejaba todo. (Lara, integrante de las MCC).
Tenemos un lugar para compartir y sentarnos, está preparado para eso, para contener. Yo creo que la palabra contener es justamente eso, porque nosotros no vamos a solucionar el problema que tienen las compañeras, no vamos a solucionar el problema de violencia, pero si vamos a estar para acompañar para cuando nos llamen y cuando tengamos que poner la cuerpa. (Olga, integrante de las MCC).
Mi profesión, ser docente fue por el movimiento. La delegada me re movió, ella me decía la organización me iba a ayudar, porque si estás ahí vas a ver si la docencia es para vos. Yo le dije que sí. (…). Aunque el apoyo escolar era para niños chiquitos/as la mayoría iban a la primaria, empecé y me encantó. El acompañamiento de la compañera de la organización fue fundamental también para ser lo que soy hoy. (Fernanda, integrante de las MCC).
Reflexiones finales
Las iniciativas comunitarias impulsadas por las integrantes de las MCC resignifican el valor del trabajo de cuidado y favorecen transformaciones en las relaciones desiguales de género. Los procesos de participación comunitaria son espacios que producen efectos en el cuidado de sí y su entorno.
Las mujeres que se integran en el movimiento de MCC recrean su mundo privado y su mundo público. Trenzan trayectorias de vida impregnadas por el acompañamiento y compañerismo con proyectos comunes. Elaboran propuestas de construcción de alternativas ligadas a la equidad colectiva, al compromiso en la prevención de la violencia de género que favorecen procesos participativos y protagónicos. Las mujeres subrayan la importancia de la formación y la educación popular feminista en el desarrollo y devenir del colectivo, pero también señalan que es un elemento sustancial para problematizar sus propias historias de vida y las de otras mujeres. Este proceso, permite la visibilidad crítica de las dificultades históricas que las mujeres tienen para participar en los espacios públicos y en la vida política. En este sentido, crean diversas estrategias de resistencia, de deconstrucción del sistema de opresiones, de construcción y visibilización de la puesta en práctica de propuestas más igualitarias e inclusivas impulsadas por las MCC. El proceso de sistematización y formación de educación popular feminista permitió la construcción colectiva de conocimiento, la reflexividad crítica de la experiencia y afianzar el trabajo colectivo y los conocimientos desde la pedagogía feminista. Sin dudas, en esta experiencia sobresalen iniciativas colectivas vinculadas al enfrentamiento de la violencia de género en términos simbólicos, pero también prácticas de acompañamiento, estrategias vinculadas a la promoción y prevención de la salud, cooperativas de vivienda y trabajo, y el cuidado del medioambiente. La experiencia de las MCC, devela la importancia de las acciones relacionadas al fortalecimiento material, subjetivo y simbólico de las mujeres para propiciar procesos de autonomía y cuidados singulares y colectivos.
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Contribución de las/os autoras/es (CRediT)
1- Administración del proyecto; 2- Adquisición de fondos; 3- Análisis formal; 4- Conceptualización; 5- Curaduría de datos; 6- Escritura – revisión/edición; 7- Investigación; 8- Metodología; 9- Recursos; 10- Redacción – borrador original; 11- Software; 12- Supervisión; 13- Validación; 14- Visualización.
Notas
Notas de autor
Información adicional
Cómo citar: Longo, R. G. (2024). Producción de los cuidados colectivos y pedagogías críticas. Una experiencia de educación popular feminista. Revista IRICE, 47, 109-130. https://doi.org/10.35305/revistairice.vi47.1924