Artículos de Investigación

Breve descripción de escenarios social y urbano de Ciudad Juárez y su influencia en la mortalidad infantil por enteritis en el mes de mayo de 1918

Rutilio García Pereyra
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México
María Del Carmen Zetina Rodríguez
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

Chihuahua Hoy

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

ISSN: 2448-8259

ISSN-e: 2448-7759

Periodicidad: Anual

vol. 15, núm. 15, 2017

chihuahua.hoy@uacj.mx

Recepción: 04 abril 2017

Aprobación: 03 agosto 2017



DOI: https://doi.org/10.20983/chihuahuahoy.2017.15.3

UACJ

Resumen: El artículo describe escenarios social y urbano de Ciudad Juárez de la segunda década del siglo XX para ver su posible influencia en la enteritis como causa de muerte de 94 niños en el mes de mayo de 1918. La idea es mostrar el escenario social y urbano como posibles factores que influyeron, ante la falta de evidencia médica de estudios que expliquen las causas de la muerte de los niños por enteritis. La metodología consiste en ir a documentos de archivo histórico, hemerografía y bibliografía histórica, así como estadísticas nacionales de mortalidad a partir de 1922.

Palabras clave: enteritis, mortalidad, historia, Ciudad Juárez, frontera norte.

Keywords: enteritis, mortality, history, Ciudad Juárez, northern Mexican border.

PERTINENCIA DEL TEMA

Como su título lo indica, este trabajo de investigación en documentos de archivo, fuentes hemerográficas y bibliografía histórica de la segunda década del siglo XX, es una breve descripción de los escenarios social y urbano en donde se desarrolló la enteritis que fue causa de mortalidad infantil (94 entre niños y niñas) en Ciudad Juárez en el mes de mayo de 1918. Se propone una definición de enteritis según documentos de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos: una inflamación del intestino delgado que puede ser aguda o crónica. Cuando es aguda se indica que es causada por infección bacteriana, mientras que la crónica es causada por el bacilo tuberculoso, pues para la época de estudio no se vislumbraba todavía una definición. Se plantean varios tipos de enteritis: la que se ha llamado diarrea infecciosa, ocasionada por rotavirus descubiertos en Australia en 1973; la bacteriana y la que producen los protozoarios Giardia lamblia, Entamoeba histólica, etcétera. Es importante realizar un acercamiento al concepto de enteritis. Respecto a la muerte de 94 niños, el dato daro disponible es únicamente una serie de números que indicaban el hecho, mas no así las causas, es decir, si la enfermedad fue originada por virus, bacterias u otro tipo de microorganismos patógenos.[1]

Hay gran ausencia de información que explique las causas de la muerte de los 94 niños, pues no se dice la edad de ellos, sino únicamente el género. La diarrea viral presenta un cuadro clínico con vómitos seguido de evacuaciones acuosas y es frecuente en niños de 3 a 15 meses de vida.[2] La infección se adquiere de otro ser humano y destacan como fuentes de infección: bebidas y alimentos; ocurre principalmente a niños de países en desarrollo.[3] La explicación clínica de causas de la enteritis es abundante, sin embargo, aquí se detiene esta explicación médica del caso. No obstante, se reconoce que este acercamiento al cuadro clínico permitió indagar las condiciones sociales y urbanas en que vivieron los niños que fallecieron por esta enfermedad.

También es pertinente señalar que el caso de la mortalidad infantil detectada en Ciudad Juárez no se puede confirmar como un problema de salud pública, pues el concepto no estaba definido: “el término salud pública es reciente. En los primeros años del siglo XX se usaban todavía en México las palabras salubridad y beneficencia”. El concepto actual “se usa en todo el mundo y es más complejo”.[4] No se habla de salud pública para la época de estudio (1918) sino de salubridad, término que se adoptó tanto en México como en Europa y fue resultado “del crecimiento de las ciudades, de la concentración demográfica y de las comunicaciones comerciales”.[5] El tamaño demográfico en Ciudad Juárez se estimaba en cerca de los 19 mil habitantes. Para 1921, según el censo de población, había 9259 hombres y 10 198 mujeres. Chihuahua capital del estado registró 37 078. El crecimiento demográfico se intensificó más hacia el norte del país en comparación con ciudades del altiplano central, que mostraron un crecimiento estable de su población. Por ejemplo, Guanajuato tenía 19 408 habitantes. Por otra parte, se observa que Ciudad Juárez y Chihuahua capital concentraban el mayor número de personas que otros municipios del estado, que eran en su mayoría rurales.

El crecimiento demográfico que registró Ciudad Juárez se explica a partir de dos coyunturas: ser lugar de paso de migrantes hacia Estados Unidos y la oportunidad de empleo que generó la actividad turística provocada por la prohibición del consumo y producción de alcohol que decretó el estado de Texas en 1918 y en 1920 se aplicó a toda la nación americana. Las cantinas de las principales calles de El Paso, para 1920, todas se mudaron a su contraparte mexicana, lo que impulsó la oferta de empleo en este sector de consumo.[6]

Una parte de la migración hacia Ciudad Juárez podía considerarse flotante, pues muchas personas se quedaban solo unos días para luego trasladarse a Estados Unidos, mientras que otros se quedaban en la ciudad, con la consecuente demanda de vivienda y servicios públicos. El crecimiento demográfico, así como el acercamiento breve al concepto de enteritis y salud pública son nuestro punto de partida para describir los escenarios social y urbano en 1918. La descripción se enfoca en explicar la capacidad de la infraestructura hospitalaria de Ciudad Juárez y, por otra parte, ver cómo eran los servicios públicos en dotación de agua potable y drenaje instalado, con el propósito de mostrar si estas dos condiciones influyeron en el índice de mortalidad infantil.

Posiblemente la tasa de mortalidad infantil por causa de enteritis era alta en el país, pero por el momento no es nuestro interés indagar en ello, sino solo mostrar un primer panorama desde el contexto social y urbano donde se dan casos de defunción infantil por causa de enteritis.

INTRODUCCIÓN

No es común encontrar estudios sobre las causas de mortalidad entre los habitantes de Ciudad Juárez a finales de la segunda década del siglo pasado. Los registros de salud son escasos o nulos. El testimonio que revela el tipo de enfermedades en esa época de la historia de esta ciudad fronteriza solo es visible en archivos históricos y fuentes hemerográficas. Evidencias de mortalidad infantil entre la población pueden encontrarse en documentos de archivo, mas no así en estudios de instituciones de salud gubernamentales. De mortalidad infantil nacional solo se conocen datos estadísticos a partir de 1933. De 738 mil 730 nacimientos registrados en 1933, hubo 102 749 defunciones de menores de un año a nivel nacional. Esto representó 139 niños muertos por cada mil nacidos.[7] La mortalidad infantil en México “siempre se ha subestimado si se calcula con las defunciones infantiles y los nacimientos registrados en las estadísticas vitales”.[8]

La ausencia de datos estadísticos y su interpretación en estudios de salud pública en Ciudad Juárez nos llevan a explicar las posibles causas de mortalidad infantil en el mes de mayo de 1918. Al no encontrar estudios médicos, solo cantidades de muertos y enfermedades que las ocasionaron, se procede a describir condiciones sociales y urbanas en que vivía la población con el propósito de observar su influencia en la mortalidad infantil. La información se obtiene de documentos de archivo histórico de Ciudad Juárez, particularmente de 1918. Sin embargo, se aclara que este texto se detiene en ese mes pues son los únicos documentos encontrados en el archivo. Exponer estos datos, así como la causa de la mortalidad, puede arrojar pistas a otro tipo de investigaciones que deseen abundar en el tema y en la prevalencia de enfermedades en ciudades fronterizas del norte de México con Estados Unidos.

Se ha dicho que la apuesta por el turismo motivado por la prohibición del alcohol en Estados Unidos, en las primeras décadas del siglo XX en Ciudad Juárez, incentivó el sector de los servicios. El historiador Óscar J. Martínez considera a esta época como de escándalo, resultado de que “las diversiones predominaron en la vida de la ciudad”.[9] El historiador visualiza la plaza de toros, construida en 1903, y el hipódromo, en 1905, como “centros turísticos destacados”.[10] Apostar al turismo en Ciudad Juárez fue otra alternativa de ingresos económicos, pues la agricultura se había paralizado a consecuencia de sequías que disminuyeron los cultivos y en este sentido “dedicarse al turismo fue un paso natural debido a su ubicación como frontera”.[11]

Las oportunidades de empleo que registró Ciudad Juárez en la primera década del siglo XX significaron un atractivo para miles de mexicanos en la pobreza extrema provocada por la revolución y que buscaron mejores condiciones de vida. La migración demandó vivienda y servicios públicos que eran escasos. Mexicanos pobres cruzaron la línea fronteriza para instalarse en El Paso, que al iniciar el siglo XX era una ciudad industrial y de servicios por efecto del entronque del ferrocarril a finales del siglo XIX que “pronto zarandeó a sus habitantes y una actividad económica febril empezó a notarse”. [12] Dice Óscar Martínez que la migración de mexicanos que se instalaron al sur de las vías del ferrocarril de El Paso, más las “condiciones de aglomeración e insalubridad en que vivían los emigrantes en El Paso, les preocupaba mucho a los funcionarios norteamericanos, quienes aplicaron medidas preventivas contra las enfermedades”.[13] No obstante del establecimiento de mexicanos al sur de la ciudad de El Paso, las vías tenían un significado simbólico de frontera basado en color de la piel, y “hacia el sur quedó un sector identificado étnicamente como mexicano (y muy minoritariamente como negro y asiático) socialmente como el lugar de las clases pobres y asiento de actividades basadas en el vicio; urbanísticamente como lugar de hacinamiento, vivienda de mala calidad, pobres servicios públicos y de baja higiene”.[14]

Para su contraparte mexicana la situación era parecida, pues la llegada de decenas de miles de migrantes del interior del país provocó reacciones: “los funcionarios municipales de Ciudad Juárez intentaron enfrentarse a los problemas de los emigrantes pobres (tanto del norte como del sur, y también de los pobres de la ciudad) estableciéndose un comité de beneficencia pública”.[15] La respuesta del alcalde de El Paso Tom Lea, quien es citado por Óscar J. Martínez, pretendió una “cuarentena contra México a menos que les impidiera a los indeseables cruzar la frontera e indicó que muchos emigrantes eran ‘una amenaza para nuestra salud y deben quedarse afuera’”.[16] El tifo fue la enfermedad resultado de las condiciones insalubres en que vivían cientos de mexicanos en El Paso. Esta enfermedad se agudizó tanto que provocó que incluso un empleado de salubridad de la ciudad de El Paso se contagiara.[17]

La abundancia de pordioseros y la falta de vivienda y servicios públicos en Ciudad Juárez motivó que en 1918 un comité de beneficencia pública recomendara “identificar a los verdaderamente pobres, e hiciera arreglos para que los ayudaran en sus hogares cinco días a la semana, y les permitieran pedir limosna en las calles solo los días restantes”.[18] Sin embargo, la mendicidad y condiciones insalubres no solo influyeron en problemas de salud pública, pues en 1918 la epidemia mundial de la influenza española arribó a Ciudad Juárez, lo que “agotó gravemente los recursos municipales. Había tal cantidad de muertos, que los cadáveres se recogían en una carreta y se transportaban al cementerio que se llenaba rápidamente”.[19]

Se sospecha que los problemas de hacinamiento y pobreza extrema, aunados a la influenza española, fueron detonantes de la mortalidad infantil registrada en el mes de mayo de 1918. Las condiciones de pobreza y ausencia de servicios públicos, entre ellos agua potable, drenaje entubado, abundancia de puestos de comidas callejeras y escasa educación de higiene personal, significaron los detonantes para el incremento de enteritis como causa de mortalidad entre la población infantil de Ciudad Juárez en 1918.

Este conjunto de valoraciones, muchas de ellas sustentadas en fuentes bibliográficas de carácter histórico y una buena parte generadas por fuentes hemerográficas (periódicos en español y en inglés), han permitido tener una idea de cómo fueron esos años veinte.[20] Es conveniente abundar en este tipo de datos de mortalidad con el propósito de que se conozca de qué enfermaba la gente, y no únicamente en qué se divertía o qué consumía, desde la perspectiva de la ingesta de alcohol.

Se considera que este tipo de documentos aportan pistas en la historia de las enfermedades en México. Los padecimientos descritos, en este caso enfermedades gastrointestinales como causa de mortalidad infantil, contribuyen a conocer la variedad de alimentos ingeridos, así como la higiene de las personas al maniobrarlos y cocinarlos. Por otra parte, permiten observar si había preocupación por parte de los gobiernos local, estatal y federal en fomentar el cuidado de la salud a través de recomendaciones de higiene personal como el lavarse las manos antes de cocinar alimentos.

La lejanía geográfica respecto de la capital del país posiblemente hacía lento el envío de información social y sobre la salud de los habitantes de Ciudad Juárez. No obstante, la mayor preocupación del gobierno municipal fue el escaso apoyo en recursos económicos que posibilitaran el gasto social en salud y en infraestructura urbana aún y cuando se sostiene que

Ciudad Juárez comenzó a gozar de ciertos servicios públicos en la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. El alumbrado público, electrificación, drenaje, agua potable, establecimiento de líneas telefónicas, la ampliación y pavimentación de las principales calles, el transporte urbano en tranvías eléctricos y otros servicios comenzaron a estar a disposición de los juarenses.[21]

Sin embargo, años después existían otras descripciones urbanas que proyectaban otro tipo de ciudad distinta a la que se sugiere en la cita anterior. Por ejemplo, el 21 de diciembre de 1926, el periódico El Día, propiedad de Santiago R. Troncoso, publicó la siguiente escena urbana de Ciudad Juárez: “las calles impasables por los puestos de fritangas y vendedores ambulantes […] los vehículos, coches, carros hacinados en las esquinas y en los puntos de más tráfico […] las calles llenas de polvo y basura, la Plaza Principal llena de ociosos y gente sin ocupación; las banquetas cubiertas de hoyancos y quebraduras”.[22]

La descripción periodística resalta: “puestos de fritangas”, “calles llenas de polvo y basura”… son signos que indican que la vigilancia no era estricta para vendedores ambulantes de comida y en menor grado se cuidaba que los alimentos expuestos al aire libre no se contaminaran con partículas de polvo y otros residuos. No se afirma que la comida vendida en las calles fuera causa de enfermedades gastrointestinales, pero sin duda se puede pensar que sí influyó en padecimientos de enteritis. Tampoco se sugiere que padres de familia alimentaban con “fritangas” a sus hijos pequeños. Los puestos de “fritangas” siguen arraigados en la tradición culinaria mexicana. Se mencionan en este trabajo como un referente de que la higiene en la preparación de alimentos posiblemente fuera deficiente.

En este trabajo se pretende un breve acercamiento a la mortalidad infantil a partir de documentos obtenidos del Archivo Histórico de Ciudad Juárez con el propósito de mostrar la muerte en niños por género y edad. Además, se trata de exponer algunas deficiencias en servicios públicos urbanos que parecen visualizarse como una de las causas de la mortalidad. La exposición de deficiencias de servicios públicos consistió en detectarlas en descripciones periodísticas de la época de estudio.

El hilo conductor de esta breve investigación documental son las noventa y cuatro defunciones de infantes por causa de enteritis y otras enfermedades gastrointestinales que aumentaron el número de defunciones de adultos. La historiografía de enfermedades entre la población de las ciudades fronterizas mexicanas con Estados Unidos poco se ha desarrollado; esperamos que la exposición de los datos encontrados contribuya a otras investigaciones de mayor envergadura que permitan establecer un mapa histórico de la enfermedad en México.

LA AUSENCIA DE INVERSIÓN EN SERVICIOS URBANOS EN CIUDAD JUÁREZ Y LA VISIÓN ANGLOSAJONA DE MEXICANOS SUCIOS, POBRES Y, POR TANTO, PORTADORES DE ENFERMEDAD.

El 15 de abril de 1922 el periódico La Patria de El Paso, Texas, publicó una nota informativa que evidenciaba la ausencia de drenaje entubado. La mirada del reportero fue acuciante y, a partir de su visualidad, el texto hacía imaginar al lector la escena desagradable que era descrita así:[23]

Unas señoras se habían caído en una letrina y se estaban ahogando […] los vecinos estaban tratando de extraer de un excusado de sótano, a la señora María L. Samario y sus hijas Francisca y Concepción, quienes al romperse las tablas podridas del excusado, donde se encontraban, fueron a caer al fondo del hoyo, de donde pocos momentos después se les sacó, cuando ya casi perecían por la asfixia.

El incidente de las mujeres en la letrina era evidencia de que el sistema no recibía mantenimiento adecuado. Por otra parte, se percibe que todavía no existía un sistema de alcantarillado o drenaje que guiara los residuos humanos hacia fuera de la ciudad.

Es imposible conocer si después de hacer sus necesidades había higiene personal, es decir, si la gente se lavaba las manos. La causa de la enteritis es ingerir alimentos o agua contaminados por bacterias. La bacteria que causa enteritis puede estar en el medio ambiente pero también se encuentra en el intestino de los humanos. Seguramente las letrinas no recibían el mantenimiento adecuado, de ahí la sospecha de que los residuos de heces se infiltraban en los mantos freáticos y contaminaban el agua que se ingería. Sin embargo, el medio de trasmisión de las bacterias, es de intuirse que procedía de que no había una higiene adecuada después de ir a evacuar; es decir, las personas no se lavaban las manos con agua y jabón.

El polvo que se desprendía por acción del viento en las calles sin pavimentar se depositaba en las “fritangas” que pululaban por toda la ciudad. No solo las fritangas: la verdura, carnes y otros alimentos que se expendían en la vía pública no escapaban al depósito de partículas de polvo. Otra nota informativa que publicó La Patria y que abordó el tema de las calles, decía:

[…] es verdaderamente desastroso el estado en que se encuentran las calles de la vecina Ciudad Juárez: desde los hoyancos que se encuentran en los comienzos de la Avenida Lerdo al pasar el puente internacional, hasta los malos pasos en las líneas del ferrocarril en la Calle del Comercio, son causa constante de molestia para los transeúntes, y nadie se explica por qué teniendo el Municipio de Juárez entradas de dinero como ningún municipio del Estado de Chihuahua los tiene, no da atención ninguna a las vías públicas.[24]

Las “entradas” que se mencionaron en la información periodística eran los ingresos que vía impuestos se recaudaban por el auge de cantinas que se mudaron a Ciudad Juárez, por efecto de la prohibición del alcohol en El Paso, Texas. La Patria remataba con enunciados de este tipo “Ciudad Juárez Una Población de Quinto Orden por su abandono y suciedad”.

El calificativo de “suciedad” se refería a que: “la basura se amontona en las calles; las mesas de fritangas, enchiladas y tacos, se prolongan hasta el puente internacional […] dando un repugnante aspecto a la ciudad, como si una perpetua feria de pueblo se estuviera perpetuando”.[25] La descripción periodística relacionada con servicios públicos continuó para destacar que:

[…] y no hay drenaje, no hay atarjeas, no hay corrientes subterráneas que arrastren las inmundicias y los desechos a un lugar lejano […] Las calles y callejones, presentan un terrible aspecto de insalubridad. Las aguas llovedizas se estancan en las plazoletas, en las esquinas. […] El sistema de excusados no puede ser más antihigiénico. Esta clase de inodoros, usados en los ranchos y en los poblados de ínfimo orden, todavía se usan en Ciudad Juárez. […] Quien haya podido pasar por ciertas calles, sobre todo en el verano, han podido percibir emanaciones mefíticas desprendidas de esos depósitos […].[26]

La descripción mostró la ausencia o calidad de los servicios públicos en Ciudad Juárez, que el periódico La Patria publicaba cotidianamente. Sin embargo, también existía un discurso que desde El Paso, Texas, insistía en que los mexicanos que vivían al sur de las vías del ferrocarril eran portadores de enfermedades porque eran sucios y de malos hábitos sociales. Un ejemplo de dicho discurso fue la postura del alcalde de El Paso, Tom Lea, de considerar a los mexicanos emigrantes portadores de enfermedades y ante el riesgo de que el tifus se diseminara no dudó en expresar que “a menos que se tomen las medidas necesarias para mantener alejados a los indeseables, declararé una cuarentena para impedir que se esparza el tifus”.[27] El sentimiento antimexicano del alcalde Tom Lea lo manifestó a través de palabras desagradables que decían: “Las hordas de mexicanos pobres y cargados de enfermedades que están buscando entrar a El Paso desde México deben mantenerse fuera”.[28]

El sentimiento antimexicano experimentado en El Paso no solo tenía que ver con el aspecto de raza, sino iba más allá, pues se consideraba al mexicano portador de enfermedades que ponían en riesgo la salud pública paseña. El temor a la enfermedad que provenía de los mexicanos hizo que se adoptaran medidas extremas que consistían en que

[…] al terminar de cruzar el puente, el trabajo conjunto de los inspectores del Servicio de Inmigración y del Servicio de Salud Pública decidía, a partir de una inspección ocular –la apariencia física, evidencias de marcas por erupciones, cicatrices de vacunas–, si el extranjero que intentaba cruzar hacia Estados Unidos seguiría su paso –ya que aún no se necesitaban pasaportes– o se le sometería a una mayor inspección.[29]

La visión de mexicanos pobres y sucios, portadores de enfermedades, tenía sus raíces en posturas de supremacía de raza y la idea de higiene que se establecía mediante “rituales de desinfección” que dieron origen a una “expresión material e institucional de un lento pero exitoso esfuerzo por asociar a un grupo étnico-nacional, los mexicanos, con eventos riesgosos como la pobreza, la suciedad, las enfermedades contagiosas y la inestabilidad política”.[30]

MORTALIDAD INFANTIL POR ENTERITIS EN CIUDAD JUÁREZ. MAYO DE 1918

Datos que provienen del compendio histórico de Estadísticas Vitales 1893-1993 de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, citados en Anuarios Estadísticos de la Dirección General de Estadística –inegi– para el periodo histórico de 1922-2008 en México, señalan que en 1922 la segunda causa de defunciones eran la diarrea y enteritis, únicamente debajo de neumonía e influenza, que ocupaba la primera posición. Antes de 1922 no se registran datos en el anuario del inegi. Según datos del anuario, por cada 100 mil habitantes se registraron 25 765 defunciones por diarrea y enteritis que porcentualmente representaron el 179.7 % en todo el país. En 1930 la diarrea y enteritis ocuparon el primer lugar como causa de defunciones en México, pues aumentaron a 80 095 que representó el 438.9 % por cada cien mil habitantes. En 1940 la diarrea y enteritis fueron causa de muerte de 96 556 personas que representaron el 491.3 % por cada 100 mil habitantes en nuestro país.

La revolución y la pobreza de miles de mexicanos motivaron el desplazamiento de muchos de ellos hacia Ciudad Juárez entre los años que van de 1910 a 1920. La ciudad fronteriza se concebía como ciudad segura y generadora de empleo como resultado de su apuesta al turismo y el auge del sector de servicios. Vista como polo de atracción se estima que entre 1910 y 1920 “la población de Ciudad Juárez casi se duplicó al pasar de 10 621 a 19 457 habitantes mientras que muchas comunidades del centro y norte de Chihuahua quedaban casi despobladas”.[31]

El crecimiento de la población en Ciudad Juárez se explica también por el significado de puente que adquirió la ciudad para miles de mexicanos que se internaron en los Estados Unidos para contratarse en la agricultura en el suroeste norteamericano ante la “exclusión de la población china y japonesa de los Estados Unidos y la restricción a la inmigración europea convirtieron al trabajador mexicano en una de las principales fuentes de mano de obra estacional para la rápida expansión en estos años la agricultura norteamericana”.[32] El migrante que llegó demandó vivienda y alimentos que la ciudad no poseía. El historiador Samora afirma que esta mano de obra mexicana “no contribuyó a un crecimiento rápido de las ciudades fronterizas”.[33] Tampoco querían contratarse en la ciudad fronteriza mexicana por la razón de que “toda la gente se iba a trabajar a El Paso… En Juárez el trabajo que había era la labor y haciendo adobes para la construcción, y no pagaban gran cosa”.[34]

El incremento de la población en Ciudad Juárez ocasionó hacinamiento y un aumento de puestos de comidas callejeras o fritangas en las principales calles: la Juárez y la Del Comercio. La descripción periodística: “Ciudad Juárez está a merced de la inmundicia, insalubridad y envenenamientos públicos hoy”[35] indicaba que tal vez la situación era igual a 1918, año que registra la defunción de más de noventa infantes a consecuencia de enteritis. El periódico describía la insalubridad practicada en el manejo de comida y señalaba que “Los grandes restaurantes vendían alimentos en estado de descomposición o putrefactos, mientras que en las carnicerías se vendía carne descompuesta; y los lecheros, impunemente, envenenaban al público con sus adulteraciones”.[36]

El escaso sistema de drenaje en la ciudad estaba atestado de ratas que emergían por efecto de lluvias torrenciales que ocasionaban que la corriente del Río Bravo se elevara y reventara el canal que distribuía agua al Valle de Juárez y algunas huertas distribuidas en la ciudad. Sin embargo, las ratas no solo se detectaban en el drenaje: los carros del ferrocarril eran nido natural para ellas y así lo evidenció el periódico que en 1924 destacó que “con la finalidad de combatir la plaga de ratas que anidaban en los carros del ferrocarril mexicano, el cabildo de Ciudad Juárez aprobó se fumigaran para evitar la propagación de la peste bubónica que amenazaba por extenderse por toda la ciudad”.[37]

La insalubridad y la posible contaminación del agua potable por partículas de heces fecales que provenían de las letrinas, el consumo de alimentos en descomposición y puestos de “fritangas”, además de no poseer programas de educación de higiene personal en la preparación de alimentos, es posible que contribuyera a la diseminación de la enteritis entre la población y la muerte de 54 niñas y 40 niños durante el mes de mayo de 1918 en Ciudad Juárez.[38]

En promedio fallecieron 3 infantes por día en el mes de mayo de 1918. El dato que arroja el archivo solo dice nombres y causa de la muerte. Esta información remite a números que informaban al alcalde de las muertes ocurridas en Ciudad Juárez. El documento tampoco especifica las edades de los infantes. En cuanto a la proporción por género, las niñas fueron las que más defunciones registraron.

El Departamento de Salubridad se creó en 1917 en México y tuvo que ver con “policía sanitaria en puertos y fronteras; vacunas, medidas contra el alcoholismo, epidemias, enfermedades contagiosas, preparación y administración de vacunas y sueros, control de alimentos, drogas”.[39] Sin embargo, cabe destacar que la revolución impactó de manera negativa en programas de salud puesto que se “desplomó el ideal de medicina preventiva que se había logrado años antes por culpa de la desorganización y las dificultades económicas causadas por la guerra”.[40]

La lejanía del centro del país retardó la llegada de vacunas y control de alimentos que se proponía el recién creado Departamento de Salubridad. Cuando menos en documentos revisados del Archivo Histórico de Ciudad Juárez no se menciona la existencia de “policías sanitarias”, por tanto, la expectativa de atención médica en la ciudad estaba fincada en el Hospital Civil Libertad, que carecía de recursos para atender las necesidades de la población.

El Departamento de Salubridad Pública estuvo más interesado en implementar políticas públicas de salud que tuvieran que ver con “paludismo, tifo, escarlatina, difteria, sífilis y gonorrea”.[41] La enteritis no figuró en el esquema de prevención. No obstante, en 1922 ocupó la segunda causa de defunciones en el país, para luego colocarse como la primera en 1930 y 1940. La muerte de los infantes por enteritis respondía únicamente a los recursos que poseía el municipio de Ciudad Juárez. El informe de ingresos y egresos para el año 1920 estipula la cantidad de 4447.85 pesos destinada a “Hospitales. Estancia y asistencia médica de enfermos especiales”.[42]

En la década de los veinte, el Departamento de Salubridad Pública buscó solucionar tres problemas que prevalecían en el país: “la necesidad de educación en la salud pública con la creación de una escuela; la gravedad de muchas enfermedades contagiosas con campañas y la obligación de corregir los servicios públicos impulsando el sanitarismo”.[43] Es evidente que este tipo de problemas eran visualizados a partir de la prevención mediante ejes como la educación y servicios públicos, que para la población de Ciudad Juárez eran el talón de Aquiles, pues ninguna de las dos cosas eran evidentes; caso contrario, la mortalidad infantil no hubiera sido tan frecuente y mucho menos por enteritis que tiene que ver con educación e higiene de las personas y un correcto sistema de drenajes para evitar la contaminación de mantos freáticos.

La descripción epidemiológica según el “Manual de procedimientos estandarizados para la vigilancia epidemiológica de la enteritis por rotavirus” de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud señala que “las diarreas en el mundo son de las mayores causas de morbilidad y mortalidad en los menores de 5 años, y están asociadas generalmente a deficiencias higiénicas que facilitan la transmisión “anomano-boca”.[44] La incidencia de enteritis como causa de muerte entre la población de Ciudad Juárez en 1918 permite plantear dos escenarios hipotéticos: uno es que la higiene en padres de familia era deficiente; del otro no se tiene certeza para afirmarlo por la ausencia de datos: la contaminación del agua por la bacteria que se desprende de las heces fecales filtradas a los mantos freáticos por la pésima situación de las letrinas.

Otro dato que permite deducir la mortalidad por causa de enteritis, es el que suscribe el “Manual de epidemiología” de la Secretaría de Salud: la edad, es decir, que los niños fallecidos eran menores de 5 años, aunque el dato del Archivo Histórico no consigna las edades, cabe la posibilidad que los infantes muertos estuvieran en el rango de menores de 5 años. Por otra parte, sobre los puestos de fritangas estacionados en las calles de Ciudad Juárez, su consecuencia era que la comida cocinada estaba expuesta a partículas de heces fecales suspendidas en el aire y el polvo que se desprendía de las calles no asfaltadas y, por otro lado, la práctica de defecar al aire libre que era común en una ciudad que no invertía en servicios públicos como drenaje y que bien describe el periódico La Patria para la fecha de estudio.

La idea de principios de higiene en México significó un tema de suma importancia entre los médicos de la dictadura porfiriana. El médico Luis E. Ruiz sostenía que la higiene era “el arte científico de conservar la salud y aumentar el bienestar”.[45] La posición del médico Ruiz era para que no se tiraran en la vía pública “Todas las materias fecales de la población de México, todos los residuos de las sustancias animales y algunas de los vegetales que han servido para el consumo… el agua sucia de todos los servicios domésticos”.[46]

La enteritis que fue causa de muerte de 94 niños en el mes de mayo de 1918 en Ciudad Juárez provenía de microorganismos presentes en el agua o en alimentos contaminados y la escasa higiene de los padres en lavarse las manos una vez que terminaron de defecar, pues las enfermedades gastrointestinales “se trasmiten, ya sea por vía fecal-oral, o bien por consumo de agua y alimentos contaminados. Afectan principalmente a la población infantil, y tanto su incidencia y prevalencia dependen del nivel socioeconómico de los pacientes. Los agentes patógenos involucrados son virus, parásitos y bacterias”.[47] El documento de archivo histórico consultado no dice del estrato socioeconómico de los infantes, sin embargo, se infiere que vivían en pobreza y carencia de sanitarios, agua entubada, suelos de tierra, que en conjunto determinan “el desplazamiento de los padecimientos infecciosos asociados con carencias básicas (por ejemplo, de nutrición, suministro de agua, condiciones de vivienda)”.[48]

Porque es importante conocer la mortalidad infantil en Ciudad Juárez, sin duda, “el análisis de las condiciones de salud de una población a través del estudio de las principales causas de mortalidad, nos permite contar con una amplia visión de los avances logrados en materia de salud”.[49] Para 1922 “siete de las diez causas de muerte más frecuente eran infecciosas (neumonías, diarreas, tos ferina, viruela, etc.)”.[50] Oficialmente, las estadísticas nacionales se dan a conocer hasta 1922. Se sugiere que los datos de la mortalidad infantil por enteritis que se registraron en Ciudad Juárez en el mes de mayo de 1918 alimentaron las cifras nacionales para diseñar un mapa epidemiológico del país a partir de 1922.

Los 94 infantes que fallecieron a causa de enteritis en mayo de 1922, es decir un registro de 3 muertos por día aproximadamente, sugiere que el Hospital Civil de Ciudad Juárez no poseía recursos económicos y humanos para otorgar atención médica inmediata, pues se afirma que “era el único que brindaba servicios a toda la población; paradójicamente, se encontraba en una situación grave, pues carecía de médicos, enfermeras y equipo médico que le permitieran, como institución pública, dar respuesta a las necesidades de salud de la población”.[51]

Aunado a la carencia de personal y recursos económicos, las boticas que operaban en la ciudad no cubrían la demanda de medicamentos de la población. Comúnmente había quejas de la Junta de Sanidad, que hacía llegar a la autoridad municipal para comunicarle “del mal servicio nocturno de las ‘boticas de turno’, señalándose a dos de ellas, las que, aun cuando abren el Establecimiento el cliente que acude a verificar sus compras, o a que se le surta su receta, no puede hacerse el despacho por cualquier motivo, con grave perjuicio en ocasiones, del público”.[52]

El tesorero municipal todos los días redactaba un informe o “corte de caja” que hacía llegar al alcalde de Ciudad Juárez. En el informe se especificaba la existencia de dinero de un día antes, regularmente aquello que ingresaba a las arcas municipales a través de sus distintas dependencias. En ingresos por concepto de servicios de salud que prestaba el Hospital Civil no había registro alguno, pero sí en egresos: “por Hospital Civil… 192.29”, [53] menos de doscientos pesos para su manutención diaria, en contraste con “manutención de presos”: se erogaba la cantidad de 248 pesos, es decir, se gastaba más en alimento a presos que en requerimientos del hospital.

El informe de ingresos y egresos del mes de julio de 1921 signó que a sueldos y gastos de hospitales en Ciudad Juárez se destinó la suma de 3521.13 pesos.[54] La infraestructura en hospitales tenía que responder a necesidades de salud de la población, que estaba conformada por “mujeres 15 115, hombres 12 111. Total habitantes ambos sexos 27 226”.[55] El total de habitantes era proporcionado por “El presidente de la junta censal” al alcalde en turno de Ciudad Juárez. Aunque el informe de ingresos y egresos decía: “Hospitales” el que daba servicio a la comunidad era el Hospital Civil Libertad. Si otros existían, eran privados.

El municipio tenía un inspector de higiene para restaurantes y hoteles de Ciudad Juárez. En su informe de higiene que hacía llegar al alcalde, estipulaba las condiciones de higiénicas a partir de calificaciones: muy buena, buena, regular, mala. En la esfera de sus funciones, el inspector hacía un recorrido por hoteles, restaurantes y loncherías, para verificar visualmente la calidad de la asepsia en esos lugares. En el informe del 31 de enero de 1923 informó al alcalde de “las condiciones higiénicas que guardan, ubicación y las faltas que adolecen en su mayoría”.[56] El hotel Durango fue calificado en higiene como “regular” y el hotel Sonora reportó “condiciones pésimas de higiene”.[57] Todos los demás hoteles recibieron calificación “buena”. En restaurantes y loncherías que tenían que ver con el manejo de alimentos, todos los reportados recibieron la calificación de buena y solo dos de ellos El Oasis y El Lobby recibieron el de “Muy buena”.[58]

Aun y cuando no se indica la manera en que el inspector de higiene hacía su trabajo, su reporte no señalaba que los restaurantes y loncherías expendieran comida en descomposición o contaminada. Se sospecha que solo lo hacía de manera visual. Sin embargo, esta apreciación permite sugerir que las causas de la enteritis que padecieron los infantes provenían de los propios hogares o de beber agua contaminada. No se posee el dato para precisarlo. No obstante, los informes son un indicio que permite inferir las posibles causas de la prevalencia de la enteritis.

CONCLUSIONES

La muerte de 94 infantes: 54 niñas-40 niños en Ciudad Juárez en el mes de mayo de 1918 resulta sorprendente. De acuerdo con la cifra, el promedio diario de fallecimiento de infantes fue de 3. Si la población en 1918 era aproximadamente de 20 mil habitantes, los 94 niños muertos representaron el 0.47 por ciento del total de la población. La ausencia de evidencia médica para la época de estudio que contribuya a explicar las causas precisas de la enteritis hace suponer que había carencia de agua potable, presencia de alimentos contaminados y ausencia de educación en cuanto a higiene personal de los adultos que manipularon los alimentos. Otra posibilidad es que no se educaba a los niños sobre que deberían lavarse las manos una vez que fueron a defecar.

La mortalidad infantil en Ciudad Juárez en 1918 por enteritis no puede afirmarse que era elevada, pues no se ha hecho un análisis comparativo e histórico con otras ciudades de la frontera norte de México. Lo que sí revela el dato es que muchas familias vivían en pobreza extrema en una ciudad que se caracterizaba por su oferta turística en los primeros años del siglo XX; oferta que se consolidó en la década de los veinte por la prohibición del alcohol en Estados Unidos.

Otro indicio que arroja el dato es la escasa estructura de hospitales públicos en la ciudad y una inadecuada atención maternoinfantil. Otro, es el nivel de educación de los adultos que convivieron con los niños. Faltaba educación en cuanto a higiene personal. Los ingresos que provenían del turismo impactaron poco en la creación de infraestructura de servicios públicos como agua potable, drenaje y calles con asfalto. Por otra parte, se confirma la idea de que las ciudades de la frontera norte de México sufrían del olvido presupuestal por parte de los gobiernos estatal y federal.

El informe de datos estadísticos de la mortalidad en Ciudad Juárez en 1918 es escueto y solo se limita a cuantificar e informar de la causa de la muerte de niños y de adultos. Si hoy día se considera que la gastroenteritis se enmarca como problema de salud pública de gran envergadura, es observable que para la época de estudio no fue considerado así. Ante la ausencia de evidencia médica que ayude a explicar con precisión la causa de la enteritis, se acude a descripciones periodísticas que, no menos importantes que los estudios médicos, contribuyen a mostrar los escenarios en que prevalecieron las enfermedades para así obtener deducciones que ayuden a tener una idea de las condiciones sociales y de salud de la población.

Estos datos, que muestran de qué enfermaba y moría la gente, sin duda aportan evidencias para imaginar las condiciones sociales y económicas de los estados del norte en relación con los estados del sur de nuestro país, pues se mantiene la idea de que el norte era próspero y más oportunidades de empleo en relación con los del sur. Ciudad Juárez era y es polo de atracción de migrantes; unos que buscan su ingreso a Estados Unidos y otros que buscan empleo para mejorar sus condiciones de vida. Lo que es evidente es la pobreza extrema que no se ha ido. Todavía se pueden observar familias que viven en casas construidas con materiales de cartón y madera y carecen de agua potable, drenaje y alimentación adecuada.

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ahcj, Sección Gobernación, 1923-3.

Notas

[1] Gloria Vargas. “Diarrea infecciosa”. Revista de Gastroenterología del Perú, Vol. 17, suplemento 1, 1997.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Ana Cecilia Rodríguez de Romo-Martha Eugenia Rodríguez Pérez, “Historia de la salud pública en México: siglos XIX y XX”, en História, Ciências, Saúde-Manguinhos, vol. V, núm. 2, pp 293-310.
[5] Ibid.
[6] Rutilio García Pereyra. Diversiones decentes en una época indecente. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. México, 2011.
[7] Alejandro Aguirre. “La mortalidad infantil y la mortalidad materna en el siglo XXI” Scielo, Papeles de Población. Vol. 15, No. 61, julio-septiembre 2009.
[8] Ibid. p. 77.
[9] Óscar J. Martínez. Ciudad Juárez: El auge de una ciudad fronteriza a partir de 1848. Fondo de Cultura Económica. México, 1982, p. 51.
[10] Ibid.
[11] Ibid. p. 58.
[12] Carlos González Herrera. La frontera que vino del norte. Editorial Taurus. México, 2008., p. 74.
[13] Óscar J. Martínez., op. cit., p. 68.
[14] Carlos González Herrera. De Franklin a El Paso. “La transformación de un asentamiento mexicano en una ciudad angloamericana: 1850-1910”. En Jorge Chávez Chávez (coordinador). Visiones históricas de la frontera. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. México, 2010.,. p. 74.
[15] Óscar J. Martínez., op. cit., p. 69.
[16] Idem.
[17] Ibíd., p. 68.
[18] Ciudad Juárez, Archivo Municipal. Actas del Ayuntamiento, 6 de febrero de 1918, p. 335, citado en Óscar J. Martínez., Ibid., p. 70.
[19] Ibid.
[20] Rutilio García Pereyra, César Omar Balderrama. “Visualización de la ebriedad en Ciudad Juárez durante la prohibición del alcohol en El Paso, Texas, 1918-1933”. El Colegio de Jalisco, Intersticios Sociales, número 11, marzo-agosto 2016, p. 4.
[21] Martín González de la Vara. Breve historia de Ciudad Juárez y su región. Universidad Estatal de Nuevo México, El Colegio de la Frontera Norte, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ediciones y Gráficos Eón. México, 2002, p. 116.
[22] El Día. 21 de diciembre de 1926.
[23] La Patria. 15 de abril de 1922.
[24] La Patria. 29 de junio de 1921.
[25] La Patria. 20 de julio de 1921.
[26] La Patria. 3 de marzo de 1922.
[27] El Paso Herald. 16 de junio de 1916. Citado en González Herrera, op. cit., p.78.
[28] Ibíd., p. 79.
[29] Ibíd., p. 80.
[30] Ibíd., p. 75.
[31] González de la Vara., op.cit., p. 133.
[32] Julián Samora, Los Mojados: The Wetback Story., Citado en Alicia Castellanos Guerrero. Ciudad Juárez: La vida fronteriza. Editorial Nuestro Tiempo 1981, p. 97.
[33] Ibid.
[34] Severo Márquez, entrevistado por Óscar J. Martínez, op.cit., p.76.
[35] La Patria. 9 de septiembre de 1922.
[36] La Patria. 9 de septiembre de 1922.
[37] La Patria. 13 de noviembre de 1924.
[38] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Gobernación. Legajo 575. 30 de mayo de 1918.
[40] Ibid.
[41] Ibid.
[42] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Ramo Hacienda. 4 de febrero de 1920.
[44] Secretaría de Salud. Manual de procedimientos estandarizados, p. 13.
[45] Luis E. Reyes, “Tratado elemental de higiene” en Gaceta Médica de México, pp. 80-81, citado en Curiosidades y Anécdotas de la Historia de México. Compilación de anécdotas. División de Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Autónoma Metropolitana/Unidad Azcapotzalco. México 2013, p. 43.
[46] Ibid.
[47] Cecilia Hernández, María Cortez, Guadalupe Aguilera, Graciela Arreola. “Situación de las enfermedades gastrointestinales en México”. Instituto Politécnico Nacional. Enfermedades Infecciosas y Microbiología, Vol. 31, No. 4, octubre-diciembre, p. 137.
[48] Ibíd., p. 131.
[49] Ibid.
[50] Ibid.
[51] Rutilio García Pereyra. Diversiones decentes en una época indecente. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. México 2011, p. 77.
[52] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Sección Gobernación. 16 de mayo de 1921.
[53] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Sección Hacienda. 2 de marzo de 1920.
[54] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Sección Hacienda. 31 de julio de 1921.
[55] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Sección Gobernación. 10 de diciembre de 1921.
[56] Archivo Histórico de Ciudad Juárez. Sección Gobernación. 31 de enero de 1923.
[57] Ibid.
[58] Ibid.
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