Resumen: Cuando historiadores e investigadores desean abordar tópicos sobre Ciudad Juárez y su región fronteriza en el siglo xx, se enfrentan a una escasez y dispersión de archivos de periódicos y revistas impresos localmente en esa época, que dificultan su labor. En este artículo se muestra el resultado de una amplia exploración dirigida a comprobar la existencia y acceso a colecciones en hemerotecas públicas y acervos privados, a fin de propiciar un mayor número de estudios sobre el siglo pasado local, concluyendo que podría ser mejor historiado a través de la necesaria recuperación de la memoria hemerográfica juarense.
Palabras clave: acervos,archivos periodísticos,hemerografía,memoria local,repositorios.
Abstract: When historians and researchers want to delve into 20th Century topics from Juarez and the border region’s past, they face a challenge in gathering local printed sources from scarce and dispersed public access archives, discouraging their work. This article shows the results of an extended exploration, aimed at certifying the existence and access to collections of periodicals produced locally, intended to regain scholar’s interest in Juarez history from the past century. Its findings support the need to recover the city’s collective memory preserved by the local newspapers, bulletins and similar materials.
Keywords: archives, historical newspapers, local heritage, periodicals, repositories.
Artículo de Revisión
Hemerotecas necesarias para historiar el siglo XX juarense
Newspaper archives necessary to chronicle Ciudad Juarez’ 20th Century
Recepción: 17 Septiembre 2024
Aprobación: 04 Noviembre 2024
Ciudad Juárez cuenta hoy con una amplia comunidad de divulgadores de la historia de su región fronteriza, quienes interactúan en las redes sociodigitales y captan el interés del público con sus relatos, mayormente sobre tópicos del siglo xx, publicando imágenes tomadas de sus archivos personales de fotografías, mapas, notas de prensa y demás documentos. Ellos abordan la crónica de sucesos, personajes y lugares de los que quedan pocos testimonios y cuya discusión pública indica que existe un vivo interés por historiar, en particular, el siglo xx juarense; periodo que recibe mayor atención y aún resulta contemporáneo.[1]
En contraste, los historiadores e investigadores en general, que buscan profundizar en periodos o temas del siglo pasado fronterizo, se enfrentan a un reto no menor: obtener acceso a fuentes básicas de investigación, tales como fotografías, mapas, directorios y demás impresos, así como periódicos, boletines y revistas, producidos localmente en esa época. Materiales que en cada ciudad se han procurado conservar, concentrados en fototecas, mapotecas, hemerotecas, bibliotecas y archivos en general; accesibles al público en repositorios físicos o digitales. No obstante, en el caso de Ciudad Juárez, a pesar del apoyo complementario de las instituciones de la vecina ciudad de El Paso, la situación de acceso a estos materiales está lejos de ser ideal, debido a la inexistencia, escasez y dispersión de acervos —algunos fuera de la región—, lo que impide su aprovechamiento y la preservación del patrimonio que representan, como legado para la memoria de la comunidad juarense.
Se hace énfasis en el apoyo de las instituciones norteamericanas en el ámbito de los archivos, ya que, gracias a ellas, Ciudad Juárez consiguió preservar su rico patrimonio histórico de documentos, religiosos y civiles, provenientes de los siglos xvii, xviii y xix; debido a que estos fueron microfilmados en la década de 1960 mediante convenios internacionales y, por ello, se encuentran disponibles en diversos repositorios de México y Estados Unidos (Caballero et al., 1984).[2] Sin embargo, esta labor no alcanzó a cubrir los archivos de materiales del siglo xx ni se ha realizado posteriormente, lo que provoca —paradójicamente— que exista un mejor acceso a fuentes de historia local antigua que a la contemporánea, al menos en cuanto a documentos.
Teniendo en cuenta la situación archivística antes referida, el presente artículo se ocupa en particular del caso de las hemerotecas o archivos hemerográficos, mostrando el resultado de una extensa exploración dedicada a identificar la existencia y condiciones de acceso a las colecciones de periódicos y revistas impresos localmente, en el periodo comprendido entre 1926, cuando apareció el primero, El Día, y el fin de siglo en el año 2000. En esta labor se revisaron tanto los acervos locales y de la región fronteriza —El Paso y Las Cruces— como otros foráneos, nacionales y de Estados Unidos; donde se preservan los materiales de interés, ya sea en forma física en papel, en micropelículas o en formatos digitales. Se trata de colecciones localizadas mayormente en instituciones públicas, pero también en las empresas editoras que subsisten a la fecha. Cabe aclarar que la exploración realizada excluye a las publicaciones editadas por las instituciones de educación superior (ies) de la localidad, debido a su naturaleza particular.[3]
El objetivo es apoyar y facilitar el surgimiento de un mayor número de trabajos que analicen la región y sociedad fronterizas de esas épocas. Para ello, se expondrá, como guía para investigadores, la línea temporal que abarcan los medios impresos y las secuencias de colecciones existentes en las hemerotecas y archivos públicos, así como la situación de los acervos de propiedad particular, advirtiendo la falta de acceso a fuentes de ciertos periodos, así como a publicaciones menores que fueron generadas por organizaciones de carácter social, escolar, deportivo o cultural. Como reflexión personal, se enfatiza en la necesidad de promover en mayor medida la recuperación de la memoria hemerográfica juarense, dada la importancia de su preservación cultural.
Adicionalmente, en forma de epílogo, se realiza un acercamiento a la historia periodística de Ciudad Juárez con base en el análisis de las hemerotecas revisadas, identificando las etapas de menor o mayor presencia y la diversidad de medios impresos como condición a considerar al utilizar la prensa como fuente de investigación histórica (Kircher, 2005). Su propósito es que los antecedentes de esta comunidad sean historiados, no solo con mayores referencias de fuentes secundarias, sino entendidas en el contexto informativo en que fueron producidas.
En primer lugar, se exploraron físicamente las hemerotecas alojadas en bibliotecas de acceso público, locales y foráneas. En Ciudad Juárez, las pertenecientes a la uacj, otras ies y públicas; en El Paso, las de utep y públicas; en Las Cruces, las de nmsu y públicas; en la ciudad de Chihuahua, la Central del Estado, de la uach y públicas; y en la Ciudad de México, la Biblioteca y Hemeroteca Nacional de México (hnm), a cargo de la unam. En paralelo, se consultaron catálogos en línea de otras bibliotecas de Estados Unidos y México para complementar datos. Los resultados se exponen a continuación.
En la uacj, su biblioteca Central “Carlos Montemayor” cuenta con dos repositorios de interés: la Sección de Publicaciones Periódicas y la de Colecciones Especiales. En la primera, del periodo de interés se encuentra una serie encuadernada, casi completa, del periódico Norte de Ciudad Juárez, que se imprimió entre 1990 y 2017, donada por su editor.[4] También, se mantiene al corriente una recopilación mensual en papel de El Diario de Juárez, con ejemplares de julio de 1992 a la fecha, gracias a la suscripción con que cuenta la biblioteca.[5]
Por su parte, en la Sección de Colecciones Especiales se guardan ejemplares seriados de algunas publicaciones locales de los años noventa (Tabla 1).
En cuanto a periódicos antiguos, se conserva una colección encuadernada del semanario La Obra, luego llamado La Obra Periodística, de febrero de 1970 a junio de 1976. Esta publicación se transformó en Diario de la Mañana, de la que hay tomos desde enero de 1978 hasta junio de 1992; todos los cuales, se infiere por su encuadernación, fueron también donados por sus editores.[6] Además, ahí se resguarda una colección de El Fronterizo, en microfilm o micropelícula, con cincuenta y dos rollos, abarcando los años 1967 a 1973 (Tabla 2), que se cree fue adquirida a raíz de trabajos de investigación realizados por académicos de la uacj.[7]
Por cuanto hace a las Colecciones Especiales organizadas en fondos, si bien se encuentran en ellos algunos materiales hemerográficos de las primeras décadas del siglo, del periodo bajo estudio se registran solamente las existencias de algunos números de la revista Provincia, de 1953, y recortes de otras, dentro del Fondo Armando B. Chávez, así como el boletín Cuauhtémoc, de la Alianza Cívica Demócrata Juarense, de los años 1973 a 1979, en el Fondo Rubén Lau. En general, los fondos conservados ahí se constituyen primordialmente por libros que pertenecieron a personajes de relevancia nacional y existen también algunas colecciones de prensa, pero de la Ciudad de México (Lau, 2022).
Se puntualiza que actualmente no existen hemerotecas en otras bibliotecas de la uacj ni en otras ies de la ciudad, si bien hay algunas que conservan archivos de las publicaciones periódicas que han editado, como es el caso del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez. Las bibliotecas universitarias, aun cuando antes mantuvieron medios impresos disponibles para la consulta de sus usuarios, los desecharon con el tiempo, además de que sustituyeron su uso por información digital. De igual forma sucede con las bibliotecas públicas de la ciudad, donde tampoco se conservan hemerotecas, con excepción de pequeñas colecciones utilizadas para análisis de prensa en el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (imip). Si bien, debe aclararse que la biblioteca Arturo Tolentino es la sede actual del Archivo Histórico Municipal de Juárez (ahmj), que sí cuenta con un archivo hemerográfico, descrito más adelante.
En El Paso, tanto utep como la biblioteca Pública Principal poseen colecciones microfilmadas de algunos periódicos en español publicados en El Paso y Ciudad Juárez, a principios del siglo xx, que escapan a la época de interés.[8] De los posteriores, el primero que se reseña es el periódico de larga trayectoria El Continental, que apareció en español en El Paso en 1926 y se publicó hasta 1989, del cual se encuentra una colección en microfilm con ochenta y dos rollos, en ambos acervos, que abarca de 1927 a 1972 (Tabla 3).[9]
En utep se encuentra, además, una colección microfilmada de El Fronterizo con 148 rollos abarcando desde su aparición en 1943, como diario de la tarde, hasta 1990 (Tabla 4), cuya secuencia presenta notables huecos: falta 1947, que fue el primer año en que pasó a ser diario matutino y faltan casi 17 años (de 1957 a 1974), de los cuales 7 (de 1967 a 1973) corresponden con aquellos localizados en la uacj.[10] Además, en utep existen algunos ejemplares sueltos y recortes de periódicos de los años cincuenta a setenta, en microfilm y en físico, dentro de colecciones legadas por personajes paseños y juarenses, como Charles Binion (s. f.), Cleofás Calleros (Barrera y Hollingsed, 2002) y Enrique C. Ledezma (Martínez, 2019); entre otras que pudieran localizarse dentro de sus extensos repositorios físicos y digitales consultables en línea (scholarworks.utep.edu). En la biblioteca Pública Principal también existe, registrada en sus ficheros, una colección titulada “Juarez Newspapers 449”, que no pudo ser revisada, debido a que su edificio se encuentra cerrado por renovación.[11]
En Las Cruces, la nmsu cuenta con una valiosa colección de los periódicos más antiguos publicados en la entonces villa Paso del Norte, desde 1880 y hasta 1925, que escapan al interés en historiar el siglo xx más cercano.[12] Fuera de ello, no existen otros impresos de Ciudad Juárez que se conserven allí ni en otras bibliotecas de aquella ciudad.
Otros acervos de interés cuyos catálogos se consultaron en línea son los de la Universidad de Texas en Austin (https://search.lib.utexas.edu/) y la Universidad de California en Berkeley (https://search.library.berkeley.edu/). En la primera, dentro de su famosa colección latinoamericana Benson, se encuentra El Fronterizo en microfilm, con existencias de mayo de 1972 a octubre de 1973, periodo que ayuda a llenar más los huecos de la colección en utep y en la uacj. Además, posee varias carpetas con recortes de notas también de El Fronterizo, de los años cincuenta y sesenta, sobre temas de interés para instituciones norteamericanas, como el caso de El Chamizal. También, se encuentra una colección del semanario Ahora, de marzo de 1987 a enero de 1988, así como unos meses de El Diario de Juárez posteriores al año 2000. En la segunda universidad existen varias publicaciones juarenses anteriores a 1925. De la época de interés, se registran algunos ejemplares sueltos de El Día, de 1927 y 1930; El Sol, de 1930; El Chanate, de 1937; El Mexicano, de 1933; y El Fronterizo, de 1944, 1951, 1957 y 1958.[13] De estas mismas publicaciones existen ejemplares sueltos en la biblioteca del Congreso en Washington y otras instituciones de Estados Unidos.
En la ciudad de Chihuahua, la biblioteca Central del Estado cuenta con una hemeroteca, que no incluye periódicos de Ciudad Juárez. En su Archivo Histórico se encuentra la colección legada por Francisco R. Almada, quien escribió sobre la historia del periodismo en el estado y recopiló una lista de publicaciones de Ciudad Juárez hasta 1939 (Almada, 1943).[14] Sin embargo, ni ahí, ni en ninguna otra biblioteca de la capital del estado, se conservan publicaciones de interés.[15]
En la Ciudad de México, la hnm conserva una colección amplia de publicaciones juarenses, gracias a que en ella se recibe el depósito legal de las publicaciones periódicas editadas en el país y es notorio que los editores juarenses procuraron su cumplimiento por años enviando las publicaciones por vía postal (iib-unam, s. f.). Los títulos disponibles en su acervo pueden consultarse en línea en su página electrónica (https://nautilo.iib.unam.mx/); no obstante, esta página no detalla las existencias con que cuentan. Para ello es necesario utilizar otro sistema, solo accesible dentro de las instalaciones, cuyos resultados para Ciudad Juárez se muestran en la Tabla 5, excluyendo aquellos impresos anteriores a 1925, que se encuentran en físico y en microfilm.[16] Se trata de una colección vasta, cuyas existencias se pudieron corroborar mediante la consulta física en los mostradores de la sala. Todas las publicaciones se encuentran en tomos encuadernados, en buen estado de conservación en general.
Cabe aclarar que existen algunos títulos registrados en el primer sistema que no se detallan en el segundo, los cuales se enlistan en la Tabla 6, cuyas existencias también fueron revisadas físicamente.
En una segunda etapa, se exploraron los materiales hemerográficos provenientes de los archivos municipales, que se encuentran separados en dos acervos: uno en la sede del ahmj y otro, el mayor, bajo custodia de la Coordinación de la Licenciatura en Historia de la uacj, según se explica más adelante. En cuanto al ahmj, dentro de sus fondos organizados por épocas se incluyen varias cajas de periódicos antiguos, no encuadernados, que son de interés. Aclarando que existen publicaciones previas a 1925 no detalladas aquí, pero que se describen en la revisión realizada por Jorge Chávez Chávez (1992). A partir de ese año, se encuentran ejemplares sueltos (pocos) de periódicos, como El Día, de 1926; La Vanguardia y La Crónica, de 1927; El Pueblo, de 1931; El Internacional, de 1932; La Tribuna (fechado en El Paso), de 1935; y Diario del Norte, de 1947 a 1954. Además, existen algunas cajas con un mayor número de ejemplares de El Mexicano (diario de la mañana), de 1940 a 1945 y La Semana, de 1939 a 1943, así como legajos de los tabloides 30-30, de 1945 a 1948, y El Alacrán, de 1940 a 1946. Estos materiales se encuentran en estado de conservación de regular a malo, por lo que no se sugiere su consulta como primera opción.[17]
La otra parte del archivo hemerográfico municipal que hoy se encuentra bajo custodia de la Licenciatura en Historia de la uacj consiste en setecientos tres volúmenes encuadernados que integraban la hemeroteca Municipal y que fueron recibidos por la Universidad mediante convenio de colaboración en 2008 (en adelante: hmuacj). Este acervo fue reunido y organizado a lo largo del tiempo, gracias a las suscripciones pagadas por el Municipio y a la necesidad de guardar los ejemplares de periódicos y revistas para uso de los funcionarios de gobierno. En virtud de dicho convenio, los materiales han sido objeto de un proceso de conservación especializado, con resguardo y mobiliario adecuado, instalaciones climatizadas, así como algunos trabajos de digitalización. Su consulta es posible, previa solicitud y visita guiada.[18]
Tiempo atrás, entre 1991 y 1992, la uacj había levantado un inventario de este archivo (Taylor, 1992), donde se describe una colección de “Periódicos modernos de Cd. Juárez y El Paso”, que incluyó ochenta y tres volúmenes encuadernados correspondientes a las décadas de 1960 y 1970 y un conjunto de “atados” de periódicos locales y nacionales que se encontraban acomodados, algunos en orden cronológico (datados entre febrero de 1969 y marzo de 1975) y otros por periódico (de agosto de 1975 a febrero de 1976), principalmente Correo y El Fronterizo. También existían atados con El Diario del Bravo y El Continental, de 1969; Esa Justicia, de 1970 a 1971; La Semana, de 1974; y La Jeringa, de 1975. Además, se encontraba una colección de carpetas con recortes de notas de prensa, organizados cronológicamente por mes y año, de enero de 1969 a junio de 1971, y de enero de 1973 a diciembre de 1974.[19]
Estas existencias, reportadas entre 1991-1992, no pudieron ser corroboradas en su totalidad con el acervo actual de la hmuacj (Tabla 7), donde solo se conservan los volúmenes encuadernados antes descritos, pero no así los atados de periódicos locales que, se infiere, fueron desechados en algún momento entre esos años y 2008, cuando se trasladaron a su actual recinto universitario. De igual forma, ocurrió con los tomos de recortes de prensa reportados entonces y que no se encuentran ahora, aunque sí se localizan otros que corresponden a los años 1977, 1978 y 1985. Por fortuna, el inventario actual del acervo consigna colecciones más extensas de los periódicos Correo, El Fronterizo, El Mexicano, El Continental; en comparación con las que se registraban en la descripción de 1991-1992. Además, se agregan colecciones de: abc, Avances, El Diario de Juárez, El Universal de Ciudad Juárez y Norte de Ciudad Juárez.
En tercer lugar, se exploraron los archivos propiedad de las casas editoras de medios locales, que se encuentran operando desde el siglo anterior, como la empresa que elabora El Diario de Juárez, cuya sede es local, y la Organización Editorial Mexicana (oem), propietaria de los extintos periódicos hermanos: El Fronterizo, El Mexicano y El Continental; que actualmente publica El Heraldo de Juárez y tiene sede en la Ciudad de México.
Por cuanto hace a El Diario de Juárez, fundado en 1976 y que continúa publicándose en papel hasta la fecha, su archivo se encuentra separado en varios repositorios. Los tomos más antiguos se conservan en las oficinas de sus directivos, mientras que los números más recientes se van acumulando en un área de hemeroteca muy limitada, dentro de su edificio sede, donde el público interesado puede adquirir ejemplares atrasados. Sin embargo, el grueso de su archivo se encuentra en bodegas sin acceso al público, de modo que no es posible realizar consultas; aunque se pueden efectuar búsquedas en la base de datos de su publicación digital (https://diario.mx/).
En el caso de la oem, la hemeroteca de sus periódicos locales se localizaba en la planta más alta del edificio que ocupó anteriormente esa cadena de medios en Ciudad Juárez, hasta antes de su cambio de oficinas en 2024, desde donde fue trasladada a la Ciudad de México (González, 2024). Según se pudo confirmar, este acervo se recibió en bodegas a cargo de la “Fototeca, Hemeroteca y Biblioteca Mario Vázquez Raña” y su personal informó que, por ahora, no es posible consultar los materiales, ya que se encuentran en espera de ser digitalizados. Ello, como parte de los trabajos que está realizando la empresa desde 2013 y que, a la fecha, lleva ya veintisiete archivos, de sus demás periódicos y revistas, disponibles en imágenes (http://www.fhbmvr.mx/). Respecto al contenido de esta hemeroteca, se cuenta con datos recabados por el autor del presente artículo en 1995, quien durante varias visitas al viejo edificio dio cuenta de las siguientes existencias en aquel momento:
1) El Continental, de 1926 a 1989, con 376 tomos trimestrales, los más antiguos en tamaño de 8 columnas y los finales en tabloide. Se presume que la colección está completa.
2) El Mexicano, tamaño: 8 columnas, de 1947 a 1983, con 359 tomos trimestrales, bimestrales y mensuales; de 1984 a 1991, 50 tomos mensuales; de 1991 a 1995, 40 tomos.
3) El Fronterizo, de octubre de 1943 a 1982, todo de tamaño grande, con 900 tomos bimestrales y mensuales; de 1983 a 1984, 60 tomos quincenales con dos juegos; de 1985 a 1993 en proceso de encuadernación.
Además, ahí se encontraban entonces otras colecciones de medios distintos a los de la oem, con ciento noventa tomos de Correo, de 1961 a 1969 (más atados de 1980 a 1983); La Crónica, de 1960 a 1967; y World News, de 1934 a 1936. Se trata, pues, de un conjunto de más de dos mil tomos, cuyas existencias se espera puedan ser corroboradas y tener acceso digital a las mismas en alguna fecha próxima.
En cuarto lugar, se procedió a buscar existencias de las publicaciones de interés en repositorios digitales de fuentes hemerográficas consultables en línea. Al respecto, se destaca el esfuerzo de la uacj por crear una hemeroteca en línea con notas en texto tomadas de periódicos consultados por sus investigadores, donde pueden realizarse búsquedas limitadas sobre algunas épocas y determinados temas allí incluidos (https://hemeroteca.uacj.mx/).
A nivel nacional, se encontró un único servicio que cuenta con una base de datos de periódicos del estado de Chihuahua, incluyendo reseñas de notas de El Fronterizo, El Diario de Juárez y otros, a partir de 1976. Dicho servicio es proporcionado por una empresa de Chihuahua mediante el pago de una suscripción (https://www.inpro.com.mx/). Cabe aclarar que, si bien existe una hemeroteca digital nacional creada por la hnm, esta se ha enfocado en digitalizar los periódicos más antiguos de la capital del país, como prioridad, por lo que se aprecia difícil que acervos como los locales, se incorporen pronto a ella (https://hndm.iib.unam.mx/).
En Estados Unidos, se encontró solamente una opción de consulta en línea, que cuenta con ejemplares de El Fronterizo, de 1967 a 1973 —el mismo periodo disponible en la uacj—. No obstante, su consulta puede realizarse solo por personal afiliado a las instituciones que participan en la organización de bibliotecas que la auspician (Center for Research Libraries, s. f.). Sin embargo, existen algunos proyectos académicos que tienen como fin el rescate y digitalización de acervos de medios impresos en español, publicados en Estados Unidos y en países latinoamericanos, como el que patrocina la Universidad de Houston (https://latinonewspapers.uh.edu/). También existe un proyecto conexo que promovió, en fecha reciente, la digitalización de ejemplares de El Diario de Juárez, de 2008 a 2010, que se conservan en la ut Austin (Alspach, 2016).
Como resultado general de la exploración, en la Tabla 8 se muestra un concentrado de las existencias de publicaciones localizadas en hemerotecas de acceso público, presentadas en orden cronológico de fechas de inicio de colecciones, a modo de línea de tiempo. Del análisis de su contenido, se desprenden recomendaciones para investigadores y algunos hallazgos relevantes:
2. Entre 1939 y 1947 ocurrió un auge de medios impresos locales con la ventaja de que sus archivos sí pudieron conservarse mayormente. Para esta época, los investigadores podrán comparar y contrastar diversas fuentes sobre los mismos hechos noticiosos, tanto en periódicos diarios como semanarios, de interés general, quienes competían entonces por consolidarse. Se sugiere verificar los periodos de ejemplares existentes en utep, el ahmj y la hnm.
3. Entre 1947 y 1959 surgieron diversas publicaciones periódicas especializadas, que se conservan casi únicamente en la hnm. Estas coexistieron con los diarios que entonces lograron su consolidación y centralidad informativa: El Fronterizo y El Mexicano, cuyas colecciones de esa época solo se encuentran en la hnm y parte en utep.
4. Entre 1960 y 1979, se incrementa el número de fuentes especializadas y se agregan otros diarios de interés general, independientes, como Correo y Diario de la Mañana, cuyas colecciones casi completas se encuentran en la hnm y la uacj, respectivamente.
Sin embargo, para esta época se enfrentan limitaciones importantes en la disponibilidad de El Fronterizo y El Mexicano, que solo se localizan en la hnm con algunos pocos periodos en utep y otros en la hmuacj y la uacj. La deficiencia de acervos de los años setenta es manifiesta y se agrava por el caso particular de El Diario de Juárez, que surge en 1976, pero no existen colecciones de sus primeros años en hemerotecas de acceso público.
5. Para la década de 1980 también existen limitaciones como el hecho de que no se conserva casi ninguna revista ni semanario, lo que supone una carencia notable que contrasta con su disposición en las etapas anteriores. El Fronterizo se encuentra en utep y El Diario de Juárez en la hmuacj. En la hnm se consiguen El Universal y el tabloide Ahora.
6. Para concluir la recapitulación general, se menciona que la década de 1990 puede cubrirse mayormente gracias a las colecciones disponibles de Norte de Ciudad Juárez, El Diario de Juárez y algunas pocas revistas en la uacj.
Del análisis realizado hasta aquí, se desprende el problema central que supone, para la investigación hemerográfica local, el hecho de que las colecciones de las publicaciones principales de las décadas de 1960, 1970 y 1980, se encuentran mayormente dispersas o inaccesibles, de modo que resulta difícil acudir a fuentes diversas para contrastar su información, aun cuando estas sí existan. La dispersión se manifiesta con claridad en el caso de las existencias de El Fronterizo en sedes locales, cuya serie se encuentra parcialmente cubierta si se suma lo que poseen utep, la uacj y la hmuacj, aunque se interrumpe por periodos largos que solo pueden llenarse acudiendo a la hnm, con las limitaciones que supone la necesidad de trasladarse a la Ciudad de México. De forma similar ocurre con Correo, El Mexicano y La Prensa de Juárez, cuyas existencias en la ciudad son insuficientes y deben complementarse en la hnm. En cuanto a colecciones inaccesibles en ciertos periodos, se identificaron la de El Continental, entre 1972 y 1980, y entre 1982 y su cierre en 1989; así como El Mexicano, de 1952 a 1963 y de 1982 hasta su terminación en 2019; cuyas únicas series debieran encontrarse en bodegas de la oem. Junto con La Crónica de 1960 a 1964. En condiciones similares de restricción o inaccesibilidad se encuentra El Diario de Juárez, de 1976 a 1980, más los varios meses faltantes en las colecciones de la uacj y la hmuacj, que pudieran localizarse únicamente en las bodegas de sus editores, como antes se explicó.
Al problema de dispersión y falta de acceso público a las fuentes periodísticas principales de las décadas de 1960, 1970 y 1980, se agrega otro hallazgo de la exploración realizada: la falta notoria de un acervo de publicaciones locales menores de todo tipo: boletines de agrupaciones, periódicos escolares, deportivos, culturales, e incluso directorios telefónicos. Los que se imprimían y circulaban profusamente entre la sociedad juarense, como medios de comunicación especializados, hasta antes del predominio de las redes sociodigitales. Como se puede apreciar son realmente pocas las revistas y boletines diversos que se conservan, en las hemerotecas, respecto al volumen de los que se considera estuvieron en circulación localmente en el periodo de interés. Basta revisar el listado recopilado por Binion (s. f.) entre 1969 y 1974, que se reproduce aquí, dada su relevancia y singularidad (Tabla 9), para considerar que un gran número de publicaciones menores escapan a los archivos existentes.
Al respecto de los hallazgos antes descritos, es importante contextualizar la problemática detectada en Ciudad Juárez en relación con otras ciudades, de modo que se puedan valorar y entender mejor las carencias o limitaciones señaladas. Para ello, se propone analizar los casos contrastantes de El Paso, Chihuahua y Torreón, como ciudades cercanas comparables de ambos lados de la frontera. En ellas se conservan tanto hemerotecas como archivos que contienen recortes de prensa, fotografías, mapas y demás documentos de interés para su comunidad local, de origen particular y no solo gubernamental, disponibles para historiadores e investigadores.
En el caso de El Paso, su biblioteca Pública Principal cuenta con una hemeroteca de periódicos locales, microfilmados, acompañada de ficheros físicos temáticos de notas de prensa. Estos últimos fueron elaborados durante décadas por el personal de la propia biblioteca, en máquina de escribir o procesador de palabras, hasta los años noventa en que se descontinuaron, debido a la digitalización de acervos y bases de datos de la prensa estadounidense. Además, su Sección de Colecciones Especiales preserva, físicamente, materiales, tales como directorios, anuarios escolares, impresos y documentos diversos, organizados en colecciones de archiveros (vertical files). Estos se han utilizado, desde la creación de la biblioteca en 1902, para recopilar materiales de interés regional acerca de eventos y sucesos, grupos y organizaciones, así como de personajes destacados, incluyendo donaciones de ciudadanos que han propuesto conservar sus legados documentales, familiares o institucionales (El Paso Public Libraries, 2021).
En los casos de Chihuahua y Torreón sus bibliotecas públicas principales se convirtieron, formal o virtualmente, en importantes centros de información locales durante las décadas anteriores a la era de internet. En la capital estatal se trata de la biblioteca antes llamada Centro de Información del Estado de Chihuahua, que fue conocida durante años por su acrónimo, cidech, y que hoy se denomina biblioteca Central del Estado. Ahí se alberga la principal hemeroteca local, archivo y colecciones especiales, donde se incluyen legados de una veintena de ciudadanos chihuahuenses prominentes, conteniendo materiales de interés histórico, como partituras, gacetas, anuarios, memorias, folletos, fotografías y películas, entre otros; producidos en esa ciudad mayormente (Archivos Históricos en Chihuahua, s. f.). En Torreón, su Archivo Municipal hospeda una biblioteca, hemeroteca, fototeca y el propio archivo documental organizado en diversos fondos de procedencia pública y privada, donde destaca el número y la variedad de estos últimos, cuya donación ha sido promovida activamente por la institución (Castañón y Soto, 2019). Este esfuerzo ha ocurrido en paralelo con los realizados por el Archivo Histórico de la Universidad Iberoamericana Torreón, que, a su vez, reúne un número importante de colecciones particulares (Archivo para la Memoria, 2019), de modo que esa ciudad norteña despunta en la conservación de acervos documentales de origen privado en México (amabpac, 2020).
El contraste de los casos descritos con el de Ciudad Juárez es manifiesto señaladamente por la carencia de preservación de materiales aportados por miembros de la comunidad, que en las otras ciudades son los que han complementado y añadido riqueza y diversidad a las colecciones hemerográficas y documentales en general. Esta situación se encuentra relacionada con un hecho local notorio: la falta de espacios para recibir donaciones de colecciones particulares. Dicha posibilidad no se ofrece como servicio en el área de Colecciones Especiales de la uacj, que se entiende está enfocada desde su creación a conservar conjuntos de libros valiosos, con la excepción destacada de su serie de tarjetas postales antiguas (https://bivir.uacj.mx/postales/). Por otra parte, el ahmj tampoco ofrece la posibilidad a particulares, debido a que asume su carácter exclusivo gubernamental. Además, debe considerarse que sus fondos existentes no han podido crecer, debido a la limitación del espacio físico donde se aloja en la biblioteca Arturo Tolentino, de modo que su contenido se ha mantenido estático sin incorporarse documentos más recientes clasificables como históricos.[20] La situación descrita ha impedido, pues, que las familias juarenses encuentren el lugar institucional indicado para legar sus colecciones de materiales impresos a la comunidad con el consecuente costo de oportunidad para la investigación sobre la historia local.
A la luz de lo expuesto y como reflexión personal, se resalta la necesidad de realizar mayores esfuerzos por preservar adecuadamente la memoria hemerográfica de Ciudad Juárez del siglo xx, entendida como la memoria colectiva de la vida social, recogida a través de la prensa y las publicaciones impresas localmente durante la pasada centuria. Esta necesidad se pone de relieve si se considera que aún existe la posibilidad de conformar mejor este legado, para beneficio de las generaciones presentes y futuras como parte del patrimonio cultural juarense preservado en forma institucional. La posibilidad efectiva surge si se toman, como ejemplo, los casos antes narrados de las otras ciudades que han convocado a sus ciudadanos a donar colecciones particulares de interés general para la comunidad, cuya obtención pueda utilizarse para complementar fondos ya existentes, o bien, constituir nuevos acervos que se pongan a disposición de historiadores e investigadores.
Lo anterior, sin perjuicio de que la propia comunidad interesada pueda plantear proyectos que permitan unificar los acervos periodísticos juarenses que se encuentran dispersos y ponerlos a disposición en sedes locales por medio de su deseable digitalización.[21] En ambos casos, la convocatoria a donaciones de nuevos materiales y la digitalización de los existentes requiere necesariamente de convencer y conseguir la voluntad favorable de los funcionarios y directivos, de las entidades públicas y privadas, que se dedican a la conservación de archivos, para que estos sean dotados de recursos —humanos, materiales y financieros— que les permitan atender dichos proyectos y responder así a la demanda social de historiar mejor el pasado cercano de los juarenses como patrimonio común. Ojalá que ello pueda ocurrir próximamente.
La historia de la prensa en Ciudad Juárez ha sido poco abordada, por lo que se considera necesario realizar un breve acercamiento con el propósito de contextualizar los resultados obtenidos de la exploración de fuentes hemerográficas locales. Esta historia se inicia en el siglo xix, ya que el primer periódico publicado en la entonces villa Paso del Norte fue nada menos que el Periódico Oficial del Gobierno encabezado por Benito Juárez durante su estancia en la región entre 1865 y 1866. La imprenta itinerante del gobierno juarista fue la primera que llegó a la región fronteriza, considerando que hasta 1873 se estableció en El Paso la prensa donde se publicó su primer periódico: el Sentinel (Cioc-Ortega, 2014). Ese mismo año, según Almada (1943), apareció el primer periódico juarense llamado El Cometa, probablemente impreso en El Paso, al igual que otro de nombre Las Tijeras, en 1879. Ambos, periódicos efímeros surgidos quizá a raíz de alguna circunstancia política y de los que no se conserva ningún ejemplar.
Es hasta 1880 cuando aparece el primer semanario establecido formalmente, titulado El Progresista, de Emigdio Medina,[22] del que se conservan algunos ejemplares en la nmsu, junto con otros semanarios que lo siguieron durante el Porfiriato, como la Revista Internacional de Espiridión Provencio. En esa época temprana surgieron también las revistas especializadas de los hermanos Escobar: El Agricultor Mexicano y El Hogar, que fueron las precursoras intelectuales de la fundación de su Escuela Particular de Agricultura (García, 2005).[23] De la etapa revolucionaria, se tiene una lista de decenas de periódicos fronterizos de corta existencia, recogida por Francisco R. Almada (1943), cuya característica más relevante era que se publicaban y fechaban indistintamente en Ciudad Juárez o en El Paso, según permitieran las circunstancias bélicas y de subsistencia civil. Posteriormente, en los años de reconstrucción, se volvió un objetivo común de los editores juarenses consolidar un periódico diario en la ciudad, a semejanza de los vecinos: El Paso Times —matutino—, El Paso Herald . El Paso Post —vespertinos—. Para ello hubo múltiples intentos de publicaciones, incluso “interdiarias”, pero que no lograron perdurar hasta la aparición de El Día, de Santiago R. Troncoso —quien fuera presidente municipal—, que logró permanecer de 1926 a 1934 con ejemplares de cuatro y hasta ocho páginas (Sotomayor, 1976).
Sobre las siguientes etapas en la historia de las publicaciones impresas en Ciudad Juárez no existen estudios especializados, sino hasta de los años setenta y ochenta, que se abordarán más adelante. Solo se cuenta con datos recogidos dentro de las propias publicaciones, usualmente en forma de reportajes elaborados para ediciones especiales de aniversario, las que recibían particular dedicación y patrocinio de anunciantes mediante felicitaciones.[24] Asimismo, de cuando en cuando, las publicaciones de larga data ofrecían suplementos con reproducciones de ediciones antiguas e incluían columnas en forma de efemérides, a cargo de periodistas o historiadores, nutridas de sus propias hemerotecas.[25]
Aquí se propone considerar algunas etapas históricas identificadas al observar la producción editorial local, en retrospectiva, en cuanto a la cantidad y variedad de medios impresos disponibles. Es el caso de la época de auge ocurrido entre 1939 y 1947 cuando se dio una gran competencia entre medios impresos ya establecidos, que buscaban posicionarse como el principal periódico de la urbe. Para ello abrieron secciones sociales, deportivas y culturales, incluyendo suplementos populares, como las tiras cómicas. También ofrecían notas de prensa de diversas agencias internacionales reputadas. La carrera la ganó El Fronterizo, al consolidarse localmente la Cadena García Valseca con sede en la Ciudad de México, que lo inició en 1943 y que, además, en 1947 adquirió El Continental de El Paso. Atrás quedaron en la carrera El Diario del Norte, de Alberto Monroy, que desapareció algunos años después, y El Mexicano, de Luis M. Trillo, quien vendió el medio a dicha Cadena, quedando como su director, pero ya transformado este en vespertino. Al mismo tiempo, se disputaban notablemente el espacio del mercado los semanarios de interés general, donde competían El Alacrán —autocalificado como “jocoserio” (sic)—, 30-30, Fuego y La Semana, siendo este último el que sobrevivió para la siguiente época. Se trató, pues, de una etapa de notoria pluralidad de opciones informativas locales.
La siguiente etapa que se propone distinguir es la de 1947 a 1959 cuando se desarrolla una centralidad informativa en torno al predominio de los diarios hermanos El Fronterizo, El Mexicano y El Continental (Martínez, 1986). A la par surgió un nuevo auge editorial, pero esta vez debido a la aparición de una mayor cantidad de publicaciones especializadas en temas sociales, de espectáculos, culturales, religiosos y políticos; que complementaban la oferta con periodicidad semanal, quincenal y mayor. Esto reflejaba la dinámica de crecimiento y desarrollo que experimentaba entonces la sociedad juarense con un mayor número de actores económicos y sociales preocupados por informar e influir en la opinión pública.
Una siguiente etapa se abre en 1960 con el surgimiento del diario Correo como opción independiente —así autodenominado—, junto con otros de menor circulación que impulsaron de nuevo la competencia en el mercado y la diversidad en la formación de la opinión pública local.[26] Es el caso de La Prensa de Juárez,[27]La Crónica[28] y la saga del Diario de la Mañana, entre otros; acompañados de diversas publicaciones de aparición irregular tildadas por la población como “pasquines” —publicaciones sensacionalistas o calumniosas—.[29] A este fenómeno contribuyó la disposición de un mayor número de imprentas, no solo en Ciudad Juárez sino también en El Paso, a donde podían acudir los editores a realizar sus tirajes con ventajas, del lado americano, por la existencia de maquinaria de mayor capacidad a un menor costo unitario (Ceballos, 2024). O bien, para evitar las restricciones de la compra o importación de papel periódico, que en aquel tiempo se utilizaba para fines de control gubernamental sobre la prensa escrita (Zacarías, 1996).
En 1976 surge El Diario de Juárez,[30] que al cerrar Correo vendría a disputar la preeminencia de El Fronterizo en la década de 1980 y luego a tomar su puesto como medio impreso principal de la ciudad para los años noventa y más adelante. Sobre el declive de El Fronterizo y el ascenso en la preferencia de los lectores y anunciantes por El Diario de Juárez, merece anotar que esto ocurrió en forma paralela a la politización de la sociedad juarense que, en esos años, demandaba la apertura de los medios de comunicación y presionaba por la democratización del lado de la oposición política (Flores, 2000; Pineda, 2003). La historia de la prensa juarense y chihuahuense de ese tiempo ha sido estudiada por diversos analistas políticos y sociales que dan cuenta de sus avatares, consignando algunos episodios importantes como las escisiones en los equipos editoriales que se produjeron entonces, de las cuales surgieron medios como el semanario Ahora, que se publicó durante algunos años (Pineda, 2003).[31]
En la última década del siglo, la oem decidió cerrar El Fronterizo para dar su lugar a El Mexicano, que volvió a sus orígenes como matutino. Este vino a disputar el segundo lugar en circulación que había logrado antes El Universal de Ciudad Juárez[32] y continuó con Norte de Ciudad Juárez. Esto, frente al nuevo predominio del que gozaba El Diario de Juárez, tanto en Ciudad Juárez como en El Paso, a la vuelta del siglo. Todos estos medios servían a un mercado periodístico local entonces creciente, debido al aumento en la población y a que aún no ocurría el cambio tecnológico a la era digital de la información. La amplia circulación de los medios de comunicación mencionados estuvo acompañada de numerosos boletines, periódicos y revistas especializados, producidos localmente, cuya recuperación resultará necesaria para aquellos investigadores que pretendan historiar, adecuadamente, la vida social de los juarenses en la pasada centuria. De ahí la necesidad de atender la preservación de su memoria hemerográfica.[33]