Artículos de Investigación

Edificios de educación en Ciudad Juárez 1940-1950. Respuesta a la modernización de la infraestructura educativa

Judith Gabriela Hernández Pérez
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México
Héctor Rivero Peña
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

Chihuahua Hoy

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

ISSN: 2448-8259

ISSN-e: 2448-7759

Periodicidad: Anual

vol. 18, núm. 18, 2020

chihuahua.hoy@uacj.mx

Recepción: 31 Marzo 2020

Aprobación: 22 Octubre 2020



DOI: https://doi.org/10.20983/chihuahuahoy.2020.18.5

UACJ

Resumen: En este escrito se pretende entender y reconocer la importancia de la construcción de las edificaciones educativas en Ciudad Juárez, en el periodo de 1940-1950, enmarcadas en la implementación de los programas institucionales nacionales y la influencia del movimiento moderno en la arquitectura. De esta manera, se analizan dos escuelas primarias existentes construidas en la mencionada década de estudio, situándolas contextual e históricamente como parte del proyecto de planeación nacional.

Palabras clave: arquitectura educativa, modernización urbana, equipamiento urbano moderno, Ciudad Juárez.

Abstract: This writing is focused on understanding and recognizing the importance of the construction of educational buildings in Ciudad Juarez, in the period of 1940-1950, framed in the implementation of institutional programs and the influence of the modern movement on architecture. In this way, two of the existing primary schools within Ciudad Juarez built in that decade are analyzed, placing them contextually and historically as part of the national planning project.

Keywords: educational architecture, urban modernization, modern urban equipment, Ciudad Juarez.

EL PROGRAMA DE MODERNIZACIÓN DE LA INFRASTRUCTURA EDUCATIVA

Hablar de la infraestructura educativa de los años 40 del siglo XX en México nos remite a un momento en el que se buscaba la educación obligatoria y gratuita en todo el país, principios que actualmente siguen vigentes.[1] Durante esta década se pudieron reconocer e identificar evidencias de otras maneras de hacer la ciudad, otros intereses en su crecimiento y un entendimiento de los problemas urbanos a partir de su configuración física.

En 1940, en la administración gubernamental de Ávila Camacho (1940-1946), hay un cambio de visión en México. Es el periodo de guerra y, debido a que las potencias económicas estaban enfocadas en producir armamento, era una oportunidad para industrializar el país.[2] Desde el gobierno federal se buscó principalmente la conciliación con los empresarios y la clase obrera, bajo una estrategia llamada de “Unidad Nacional” (cohesión nacional). Esta visión se mostraba en el programa mismo de la educación y se reflejó en la reforma del Artículo 3º, donde participa el secretario de Educación, Torres Bodet, eliminando el concepto de “educación socialista” e integrando un conjunto de valores necesarios para la unidad nacional.

El presidente Ávila Camacho dio inicio a la atención de la salud y la educación como cuestiones básicas para el desarrollo del país, bajo una visión integral, en donde se consideraron las necesidades de la nación. Para lograrlo, dio instrucciones al secretario Gustavo Baz, junto con el arquitecto Jorge Villagrán, para encargarse del sector salud; y a Jaime Torres Bodet, con el arquitecto José Luis Cuevas, para que atendieran las cuestiones de educación. Es así como surgió el Plan Nacional de Hospitales y el Programa Nacional de Construcción de Escuelas.[3]

Algunos arquitectos mexicanos —desde las grandes ciudades— poco a poco se fueron apropiando del programa, el cual coincidió con el interés gubernamental de construcción de un Estado moderno, producto de la Revolución. Este objetivo encuentra en la arquitectura uno de los instrumentos que pudieran representar de manera más clara la modernización del país, esta traducida por un lado en urbanización —urbanizar la ciudad— y, por otro lado, en imagen —símbolo de modernidad.

Como parte de su gestión como secretario de Educación Pública, Torres Bodet realizó visitas a las escuelas para poder conseguir información sobre la cual basar la distribución de fondos y a la vez conocer los procedimientos de matrícula. Sin embargo, lo que pudo apreciar fue un completo abandono en las mismas, alarmantes condiciones de pobreza, edificios escolares adaptados en casas viejas e inadecuadas, con mala iluminación y ventilación, aulas frías y oscuras, en condiciones higiénicas deficientes, sin espacios para talleres y bibliotecas, y en otros casos expuestas a un sol ardiente.

Con la finalidad de resolver estos problemas inauguró el 11 de febrero de 1944 el Comité Administrador del Programa Federal de la Construcción de Escuelas (CAPFCE).[4]

El fondo inicial de este Comité se hallaba compuesto por 10 millones de pesos proporcionados por la Federación, 2 millones donados por la iniciativa privada y un millón cedido por Petróleos Mexicanos. Se elaboró un plan para la construcción de 796 nuevos edificios. Se concluyeron 352: tres jardines de niños, 342 escuelas primarias, tres secundarias y cuatro planteles para diversas finalidades. En 1946 se terminaron otros 236: 216 primarias, seis secundarias, 13 planteles diversos y un internado. De esta forma, se podría otorgar inscripción a 200 683 alumnos más en el país, entre niños y adolescentes.

Así, después de dirigir la atención social a las comunidades rurales, serían las ciudades la prioridad. En el plan industrializador, la ciudad es el lugar donde se podría llevar a cabo este cambio estructural del país y la educación formaría parte importante del mismo. De esta manera, las escuelas urbanas fueron elemento principal, por lo que había todo un impulso por mejorar la infraestructura educativa y de que esta sirviera para darle sentido a la planeación y organización interna de las ciudades.

La salvación de México, a partir de esta década, se haría descansar en la industria, no importaba que ésta fuese nacional o extranjera, de tal manera que la educación rural se convirtió en asunto secundario para la política estatal y la educación urbana ocupó la palestra en las prioridades del gobierno federal (Lazarín, 1996: 166).

En muy poco tiempo, en menos de quince años, la ciudad y su arquitectura se estaban generando de forma distinta, factor esencial para entender este enfoque diferente que se presentaba y respondía específicamente a la participación activa de los arquitectos.

Así, se busca perfeccionar el proyecto de urbanización de México que, considerando otra visión, ya había iniciado a finales del siglo XIX, y el cual pretendía pasar de un sistema de traza con intenciones de orden, higiene y belleza basado en la ciudad porfiriana, a uno nuevo donde era importante definir y considerar los modelos arquitectónicos y urbanos modernos.

La urbanización en las décadas 30 y 40 tiene el propósito de desarrollar el ámbito urbano como un proceso de “evolución de la forma de vida de la población”,[5] frente al rural, como una forma de modernizar el país (y establecer el desarrollo industrial).

El crecimiento de la ciudad ya no es una continuidad de la existente, se evidencia que requiere ser proyectado de manera integral. Esta sería, entonces, la ciudad del arquitecto, la ciudad como tema de composición, definida a partir de objetos arquitectónicos, partes completas, autosuficientes e independientes.

La discusión se concentra principalmente en la planeación del crecimiento de las ciudades y en mejorar la urbanización, como medidas para contrarrestar los barrios marginales y a la vez poder ensayar con nuevos modelos urbanos, los cuales incluyen modernas tipologías arquitectónicas.

Pero la arquitectura no solo operacionaliza el proyecto de Estado moderno, también se convierte en una imagen, una representación de la modernidad, que se reconocía como un símbolo de la eficacia que se pretendía en los servicios públicos. Asimismo, es la imagen de la Ciudad Cosmopolita, la cual puede representar más contundentemente los atributos de una sociedad “moderna”. De esta manera, rápidamente la arquitectura se institucionaliza. Muy pronto los arquitectos están vinculados al gobierno y trabajan desde diversas secretarías para planear las ciudades mexicanas y construir el estado de bienestar de un México moderno. Y por otro lado los arquitectos también están siendo reconocidos socialmente como los expertos en el desarrollo de objetos arquitectónicos, lo cual les permitió ensayar nuevas tipologías para la ciudad moderna, ligadas, además, al desarrollo de la industria de los materiales de construcción. El discurso social y cosmopolita de la arquitectura requería el poder llevarlo de manera literal a la práctica.

El avance de estas acciones se traduce rápidamente en el uso de nuevas tecnologías constructivas y materiales, en la apropiación de nuevas tipologías y modelos arquitectónicos y urbanos. La ciudad se entiende como un objeto a planificar y proyectar.

ARQUITECTURA ESCOLAR

Un aspecto considerado como fundamental en el desarrollo de la educación está basado en el objetivo que se estableció a partir del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE) que, contrario a lo que se ha podido registrar en mayor oportunidad por la cantidad de instituciones repetitivas que se despliegan a lo largo y ancho de nuestro país, es la invaluable claridad de entendimiento de cómo las escuelas deberían responder a su misión tanto en el plano de la economía como en el de servicio, en una región específica.[6]

El CAPFCE tenía claro que las condiciones de la capital de la República Mexicana eran y siguen siendo, por mucho, diferentes a las que se presentan en otras regiones del país, por lo tanto pretender un modelo único de edificio escolar para toda la nación era definitivamente imposible de concebir.[7]

Se buscó que la arquitectura educativa que se estaba generando se caracterizara por la pertenencia a su tiempo y a la región geográfica en la que se realizaba, entendiendo que el regionalismo no podría ignorar la modernidad, ni la modernidad abdicar al regionalismo.[8] Se tenía claro entonces que ni el clima, ni la psicología colectiva, ni la idiosincrasia del educando podrían negarse al tratar de responder a cada zona del territorio nacional.

En Ciudad Juárez, en las décadas 1940 y 1950 se registró un cambio de paradigma en la construcción de la ciudad. En este momento coinciden dos tipos de entendimiento de la edificación: por un lado, la que se representaba bajo la visión desde la práctica local, basada en las edificaciones que completan una estructura urbana de manzanas y en las cuales se utilizaban técnicas constructivas tradicionales. No se buscaba innovar, sino resolver necesidades constructivas lo más eficazmente posible. Todo lo anterior tiene precedentes con el Proyecto de Unidad Nacional (1940-1958) que se estaba gestando en el país, en donde se buscaba el establecimiento de las bases de infraestructura para la industrialización como una oportunidad para que México pudiera avanzar, bajo un modelo peculiar de economía integrado por los sectores público, social y privado;[9] y por otro lado se concentraban los esfuerzos en la educación urbana, donde debido al incremento demográfico progresivo se requería de espacios que posibilitaran este fenómeno.

INSTITUCIONES EDUCATIVAS - CASOS DE ESTUDIO

Para el presente artículo se han considerado dos instituciones de educación primaria que fueron edificadas alrededor de los años 1940 y 1950, en Ciudad Juárez, y que actualmente funcionan bajo los principales ejes de planeación y diseño que se consideraron en su concepción. Cada una representa una manera particular de resolver la organización de los espacios arquitectónicos que las conforman. Escuelas diseñadas para un lugar en específico, que brindaron características fundamentales con la intención de posibilitar en todo momento la riqueza del espacio educativo y de influir positivamente en el propio desarrollo de los individuos; factores como la naturaleza, el medio ambiente, la disposición de los espacios fueron considerados para impactar directamente en la forma en la que el niño experimentaba su estancia en el centro educativo.[10]

ESCUELA MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA (1954 - HASTA LA FECHA) CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA

La escuela está ubicada en la colonia El Barreal, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en un gran terreno que tiene las siguientes orientaciones: calle Brasil al este, calle Alfonso Junto al sur, al oeste la calle Mérida y en orientación norte colinda con la calle Ejido.

La institución educativa se identifica como pieza urbana que completa y trae nuevas interacciones con el contexto. La planeación escolar de aquel entonces consideró el emplazamiento de la infraestructura como una estrategia muy importante; se buscaba facilitar el acceso a la población infantil, por eso su localización fue un elemento particular; también se pretendió que proporcionará atributos al lugar en donde se insertaran, convirtiéndose en un referente en la colonia. De esta manera se intentó conformar un centro de barrio.

Se ensaya un nuevo programa que incluye áreas administrativas, espacios de apoyo a la educación y un acceso estratégicamente definido. Sin embargo, hay una búsqueda por redefinir el concepto de aula, desde sus condiciones ambientales, materiales y dimensionales que permitan llevar a cabo de la mejor manera posible el proceso de enseñanza-aprendizaje.[11]

En el terreno se identifica un conjunto de edificios que se localizan en la orientación noreste. En contraste con las escuelas de adobe con aulas alrededor de un patio central, típicas de esa época en Ciudad Juárez, se propone una tipología a partir de un núcleo que conecta los salones dispuestos de forma lineal, lo cual tiene la intención de garantizar las mismas condiciones adecuadas de asoleamiento, ventilación e iluminación. Podría decirse que los edificios forman una “U” y al centro un patio, lo cual presume que desde su construcción se consideró el objetivo de garantizar que los niños y maestros tuvieran una extensión de su aprendizaje, la relación con la naturaleza, y además permitir buenas orientaciones en cada una de las aulas y corredores principales que permiten circular entre los propios edificios.

Los patios exteriores se concentran en la orientación sur y oeste del terreno. Esto evidencia un claro entendimiento de las condiciones climáticas de la región y con ello se privilegió y se procuró que tanto los edificios como los espacios exteriores contaran con buen asoleamiento, para que los niños pudieran realizar sus actividades dentro y fuera del aula.

De esta manera, grandes ventanales se dispusieron al oriente de los edificios de aulas, dejando las fachadas ponientes con pequeñas ventanas protegidas, para provocar circulación cruzada de aire. Entre los dos cuerpos de aulas se identificó un espacio abierto, a partir del cual se garantizan las condiciones ambientales adecuadas en los salones.

El elemento de articulación de los cuerpos arquitectónicos conformados por las aulas son el vestíbulo de acceso, dirección y servicios comunes. Los baños se ubicaron en el lugar más alejado de las áreas comunes, al fondo de los corredores.

Se buscó no tener las alturas de las escuelas tradicionales de adobe, para poder controlar mejor el calentamiento natural al interior de las aulas en invierno, privilegiando el control ambiental pasivo a partir de herramientas de la proyección moderna.

La entrada principal de la escuela se localiza en la calle Brasil

Para entrar al edificio es necesario atravesar grandes puertas metálicas que, insertas en la fachada, delimitan el espacio del centro educativo. Se percibe una puerta fuerte, que brinda seguridad y protección a los alumnos, porque su aspecto rudo impone, pero por otro lado abraza amablemente al conjunto de edificios y patios que conforman la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla.

Una vez adentro, la visual que se presenta deja al descubierto un corredor y un gran patio, en un primer plano. El corredor permite las circulaciones que inician desde los salones en la planta baja del edificio oriente hasta el área donde se localizan las oficinas administrativas de la institución, y se continua hacia el otro cuerpo de aulas del edificio poniente. Esto va formado una circulación en “U”. Este corredor facilita el movimiento de los infantes y los protege de las inclemencias del clima.

En un segundo plano se pueden identificar dos grandes edificios separados entre sí por un jardín central descubierto, que aún conserva plantas que evidencian su existencia desde hace ya algún tiempo.

Cada uno cuenta con dos niveles y en cada planta se albergan seis salones, sanitarios y bodega.

El tercer edificio es el administrativo, de una planta arquitectónica. Ahí se localizan las direcciones de los turnos matutino y vespertino.

Esta escuela en sus inicios daba servicio en dos horarios, por ello la existencia de dos espacios para tal fin; actualmente solo opera en el turno matutino.

Además, se cuenta con espacios como bodegas, área de limpieza, de almacén, de conserjería, entre otros, mismos que apoyan en las cuestiones administrativas y también permiten dar servicio y mantenimiento a la institución.

La construcción de los edificios refleja ligereza, así aparecen grandes espacios acristalados, corredores definidos por columnas de concreto, se insertan materiales poco usados en ese momento en la región como el ladrillo, el concreto, ventanas con cancelería de acero. Se busca una estructura eficiente y flexible que a la vez garantice la durabilidad del edificio y su correcto funcionamiento. Sin embargo, también se incorporan materiales locales, sobre todo la piedra. De esta manera, se encontrará una mezcla de materiales modernos y regionales.

Áreas exteriores

El programa arquitectónico se completa con áreas al aire libre para las actividades físicas como canchas, áreas de juegos infantiles, patios, etcétera. De alguna manera, estas escuelas respondieron al modelo educativo integral que se estableció en el Programa General de las Escuelas Primarias.[12]

Se identificaron varios patios, y cada uno de ellos con ambientes diferentes para la realización de las actividades al aire libre de los infantes.

El espacio con graderías se localiza en la esquina surponiente del terreno, las mismas están dispuestas para albergar las canchas de basquetbol y voleibol. En sus inicios la escuela no tenía cubiertas esas gradas, ya que la presencia de árboles ayudaba a generar sombra en dicho espacio. En esas canchas se realizaban diferentes eventos como los concursos de “Rondas escolares”, competencias deportivas, entre otros. Las dimensiones permitían la concentración de un gran número de alumnos de escuelas invitadas para participar en los eventos.

Hoy en día, esas gradas cuentan con un domo metálico que permite a los niños y maestros cubrirse y protegerse de la intensidad de los rayos solares, pero también de la lluvia, granizo, nieve, y con ello aprovechar más el uso de este espacio.

A pesar de que se cuenta con grandes extensiones de áreas al aire libre, actualmente existe una mínima presencia de vegetación, pero sobre todo se carece de árboles que ayuden a sombrear los patios de juegos.

No hay columpios, resbaladillas, entre otros. Se cuenta con un espacio generoso para practicar la disciplina deportiva de saltos, en donde hay una alberca de arena.

También en el espacio exterior se localiza un pequeño comedor adyacente al edificio administrativo, en donde los niños y maestros pueden tomar sus alimentos; es un espacio cubierto, pero no cerrado, lo que limita su uso en temporada de invierno.

El mobiliario exterior es muy escaso y presenta condiciones casi de ruinas, y en la actualidad es un riesgo para los niños, porque se pueden lastimar físicamente.

Imagen 1.
Vista de fachada poniente
Vista de fachada poniente
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Imagen 2.
Vista de fachada oriente, parte sur del edificio poniente.
Vista de fachada oriente, parte sur del edificio poniente.
Fuente: Elaborada por los autores, 2018.

Imagen 3.
Plantas arquitectónicas, Escuela Miguel Hidalgo y Costilla
Plantas arquitectónicas, Escuela Miguel Hidalgo y Costilla
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Planta arquitectónica de conjunto de la Escuela Primaria Federal Miguel Hidalgo y Costilla
Imagen 4.
Planta arquitectónica de conjunto de la Escuela Primaria Federal Miguel Hidalgo y Costilla
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

ESCUELA PRIMARIA FÉLIX U. GÓMEZ. CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA

La escuela Félix U. Gómez fue construida entre los años 1947-1949 y es un ejemplo claro de arquitectura de adobe, diseñada y construida localmente, en la cual se pueden resaltar las siguientes características:

Son tres los edificios que conforman la escuela Félix U. Gómez: uno en forma de “U” y que abarca la mayor parte del predio, en el cual se localizan todos los salones, sanitarios y cuartos de aseo, áreas de apoyo; y dos edificios más pequeños localizados en la parte norte del terreno que son abrazados por el edificio mayor, que alberga la oficina de la dirección, el salón de usos múltiples y la biblioteca; en este espacio se pueden realizar ciertas actividades que no se podrían llevar a cabo en el exterior cuando el clima no es favorable.

Estos dos edificios permitían delimitar dos patios, uno localizado al norte y que actualmente funciona como acceso y estacionamiento para los docentes y otro donde se desarrollan las actividades de los alumnos. Este patio quedó definido por las edificaciones que lo rodean y que a la vez se relacionan entre sí a través del mismo. Así, el patio es vestíbulo, articulador, espacio de juego y socialización. Todo lo que no se resuelve dentro del salón se resolverá en el patio. Los accesos de cada aula, baños y áreas de apoyo, dan a este gran patio, lo cual permite que los niños se formen en él antes de ingresar a sus respectivos salones.

En este gran patio no hay áreas verdes o árboles. Sin embargo, en el patio norte se identificaron solo dos grandes árboles que evidencian el paso de algunos años.

A través de los ventanales de los salones se ve el patio central, pero a la vez se identifica como el lugar privilegiado para los niños, ya que por la estructura formal se percibe una sensación de vigilancia y de protección.

La entrada de la institución educativa en sus inicios se localizaba sobre la avenida Hermanos Escobar, pero debido al tráfico vehicular que se presenta en esa vialidad, se vio la necesidad de cambiar el acceso hacia una calle con menor flujo.

Los salones tienen vista hacia la calle a través de ventanas (con rejas), mantienen una relación directa al exterior, pero siempre protegiendo la integridad de los estudiantes.

La materialidad del edificio fue sustancial aquí, el sistema constructivo con base en adobe permitió generar una “barrera protectora” en diferentes sentidos: física, porque contribuyó a delimitar cada uno de los espacios conformadores de la escuela, pero a la vez los protegía de la cercanía a las circulaciones vehiculares con las que colindan; climática, porque al ser muros gruesos y de un material tan específico como el adobe, contribuía a mejorar el confort térmico al interior de los espacios, para que los usuarios puedan desarrollar de manera óptima sus actividades; visual, porque esta idea de muro grueso también definirá las posibilidades de apertura del salón. El vano prevalecerá sobre el hueco, lo sólido frente a lo transparente, lo cerrado frente a lo abierto.

El edificio escolar es solidez, pesadez, es ritmo. El muro se abre cuidadosamente para dar paso a las vistas, directamente hacia la calle, pero siempre resguardando la privacidad de los niños estudiantes de primaria. La cubierta se resolvió de madera con un terrado.

Así, vamos a encontrar un sistema muy coherente que entiende al edificio como resultado de la manzana que ocupa y con las características específicas de la arquitectura de adobe.

Pieza urbana

El edificio educativo no será una pieza urbana excepcional, será la manzana atípica, articulada a una trama existente, complemento del barrio. De esta manera, creó ciudad y se convirtió en un punto de referencia para el sector, sin romper necesariamente con el contexto.

Adecuaciones en el tiempo

Se han hecho algunas transformaciones al edificio, producto de nuevas dinámicas urbanas, de la mejora y mantenimiento que requiere una construcción de adobe, pero también adecuaciones que son producto de la aparición de otras actividades en el ámbito educativo.

De esta manera, el acceso principal se cambió de la avenida Hermanos Escobar, con orientación norte, hacia la calle República del Salvador, con orientación poniente, por ser una vialidad de menor flujo vehicular. Es importante mencionar que esta calle se cierra parcialmente a la hora de salida de los niños.

A consecuencia del cambio del acceso, se modificó y adecuó un aula de la fachada poniente para generar la oficina de la dirección y un espacio de almacenamiento.

En una reciente adecuación de la escuela se cambió el techo de vigas de madera y terrado por una estructura metálica y cubierta de lámina. También se instaló una cubierta metálica tipo domo para ayudar a suavizar las inclemencias del clima en el patio.

La zona original de acceso se ha desligado de la escuela a partir de una cerca metálica, para dar cabida a otras instituciones que ocupan ese lugar.

La escuela, aunque ha tenido modificaciones, sigue conservando el diseño original del proyecto arquitectónico, y sigue respondiendo, de forma flexible, a las necesidades de los usuarios.

Imagen 5.
Fachada Poniente. Calle República del Salvador. Actual acceso de la escuela primaria.
Fachada Poniente. Calle República del Salvador. Actual acceso de la escuela
primaria.
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Fachada sur. Mejía
Imagen 6.
Fachada sur. Mejía
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Fachada norte.
Imagen 7.
Fachada norte.
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Vista actual del patio principal de la escuela Primaria Félix U. Gómez.
Imagen 8.
Vista actual del patio principal de la escuela Primaria Félix U. Gómez.
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

Imagen 9.
Planta arquitectónica de conjunto. Escuela Primaria Félix U. Gómez.
Planta arquitectónica de conjunto. Escuela Primaria Félix U. Gómez.
Fuente: elaborada por los autores, 2018.

CONCLUSIONES

La arquitectura educativa de las décadas 40 y 50 implicó un gran desafío, ya que por un lado debían concretarse con mejores materiales pertenecientes a un tiempo y a una región geográfica específica, y por otro, las instalaciones debían cubrir los requerimientos de una educación moderna y organizar la planeación de los barrios alrededor de los centros educativos. Más que otro elemento urbano, las escuelas fueron espacios centrales de la vida cotidiana de las ciudades.

Sin embargo, este pretendido moderno equipamiento educativo se mezclaba con visiones locales que también entendían la importancia de ampliar la infraestructura educativa, pero desde una práctica local en donde se adoptó una forma de hacer y construir la ciudad.

Actualmente se considera que los centros educativos no responden a una región determinada física, geográfica y contextualmente y que evidencian una carencia total de entendimiento entre el programa nacional establecido y la manera que se dio respuesta a la necesidad de espacios educativos.

La escuela Miguel Hidalgo y Costilla sobresale de manera extraordinaria de la característica respuesta arquitectónica lograda en una región específica como Ciudad Juárez. Se pueden reconocer en ella aspectos que realmente estuvieron presentes desde un inicio de la planeación de la institución, pero sobretodo, refleja en cada una de sus partes la arquitectura escolar que se privilegiaba en el programa nacional, donde se entendía que la mayor oportunidad para su éxito era precisamente entender hacia quién estaría dando servicio y el lugar en dónde podría llevarse a cabo.

Estas dos instituciones educativas aquí descritas tienen aspectos semejantes: son establecidas como centros de barrio, localizadas en predios colindantes con vialidades que permitieran la entrada y salida de los usuarios peatonalmente y con la posibilidad de llegar en coche, aunque el automóvil nunca fue la prioridad; el usuario era la figura principal para llevar a cabo el desarrollo de la propuesta.

Las dos instituciones tienen muy restringido el ingreso de personas y con ello protegen a los infantes.

Se identifica además que el diseño en conjunto de cada una responde a una realidad del contexto, es decir, ambas tienen elementos arquitectónicos y materiales de construcción que responden a las características del lugar donde se insertan, un lugar de clima muy seco o desértico, con marcadas estaciones de verano e invierno.

Actualmente las características de las edificaciones educativas casos de estudio evidencian un deterioro acorde con el paso del tiempo, pero por otro lado nos dejan conocer y reconocer el encanto arquitectónico, la finura de ejecución en los detalles que se consideraron para que los usuarios, tanto niños como los propios adultos, pudieran disfrutar de los escenarios que se presentaban dentro y fuera.

Los materiales de construcción utilizados inicialmente se mantienen en la actualidad en pisos, muros, techos; muestran su edad por un lado, y por otro, que aún con el paso de los años pueden estar presentes y brindar características peculiares a los espacios. Todo el diseño de ambas instituciones refleja un entendimiento claro de lo que es diseñar un espacio de acuerdo con las necesidades de los usuarios. Los edificios son una muestra del cambio de paradigma educativo, con estrategias didácticas modernas, que entendían al sujeto (usuario niño) como un ser muy importante al que se le deben brindar las herramientas necesarias para aprender en un entorno físico idóneo.

Además, estos centros educativos son parte fundamental de una comunidad, ya que es esta la que alimenta de usuarios a cada una de sus aulas.

Las escuelas Miguel Hidalgo y Costilla, y la Félix, U. Gómez, son una respuesta adecuada para que el desarrollo del individuo se lleve a cabo en forma positiva, natural y trascendental.

En estos momentos es difícil apreciar el valor arquitectónico de estas dos instituciones y la importancia en la configuración urbana de Ciudad Juárez, debido a la aparición de materiales avalados por los sistemas bancarios crediticios y por la presión profesional ejercida por otros gremios. Es importante entender el valor de la arquitectura de tierra como patrimonio regional, para preservar y respetar estas edificaciones, así como identificar la arquitectura moderna de ese momento, que nos permite captar un momento de construcción nacional y de creatividad inusual.

Fuentes consultadas

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Lazarín, F. (1996). “Educación para las ciudades. Las políticas educativas 1940-1982”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 1, núm. 1, enero-junio, Consejo Mexicano de Investigación Educativa, A.C. Distrito Federal, México.

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http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_6.htmM. en C. Maricela Olivera Campirán. (Secretaría. de Educación, Cultura y Bienestar Social del Estado de México).

http://www.eumed.net/tesis-doctorales/2015/vmrs/arquitectura-educativa.htm.

Notas

[2] Lazarín, F. (1996). Educación para las ciudades. Las políticas educativas 1940-1982, pág. 167.
[3] CAPFCE (2000). Construyendo una Nación, Memoria 1994-2000, pág. 31
[4] Meneses Morales, E. (1988). Tendencias educativas oficiales en México 1934-1964, pág. 272.
[5] Unikel, L. (1968). El proceso de urbanización en México, pp. 139-182.
[6] Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas, Memoria de la Primera Planeación, Proyección y Construcciones Escolares de la República Mexicana, 1944, 1945, 1946, pág. 11.
[7] Ídem.
[8] Ídem.
[9] http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_6.htm M. en C. Maricela Olivera Campirán (Secretaría de Educación, Cultura y Bienestar Social del Estado de México).
[10] Hernández Pérez, J. G. (2004). “Análisis de edificios de educación preescolar”, pág. 21.
[11] Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (1946), Memoria de la Primera Planeación, Proyección y Construcciones Escolares de la República Mexicana, 1944, 1945, 1946, pág. 20.
[12] Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (1946), Memoria de la Primera Planeación, Proyección y Construcciones Escolares de la República Mexicana, 1944, 1945, 1946, pág. 20.
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