Artículo orginales de investigación

La experiencia musical en la infancia a través del cuerpo: cognición musical encarnada y fenomenología del mundo social

Musical experience in childhood through the body: embodied musical cognition and phenomenology of the social world

José Marcos Partida-Valdivia
Universidad de Guadalajara, México

Epistemus

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN-e: 1853-0494

Periodicidad: Semestral

vol. 12, núm. 1, 2024

epistemus@saccom.org.ar

Recepción: 04 Octubre 2023

Aprobación: 22 Febrero 2024



DOI: https://doi.org/10.24215/18530494e067

Resumen: En este trabajo discuto algunos postulados de la cognición musical encarnada y de la fenomenología del mundo social, con el propósito de describir algunas potencialidades de estas perspectivas para el estudio de la experimentación musical en la infancia a partir del cuerpo. La tesis que sostengo es que ambas posiciones resultan ser enfoques complementarios para el estudio de la experiencia musical y pueden enriquecer sus respectivos campos de conocimiento. Presento los argumentos de la cognición musical encarnada y la fenomenología del mundo social, con el fin de mostrar algunas semejanzas y diferencias. Expongo de qué forma los límites explicativos de la cognición musical encarnada podrían ser solventados por la fenomenología del mundo social y, al mismo tiempo, cómo los aportes teóricos de la fenomenología pueden ser ampliados mediante las interpretaciones del enfoque cognitivo encarnado. Considero que la relevancia de estas reflexiones pueden ser un primer paso hacia la generación de fundamentos más sólidos para el estudio de la experiencia musical infantil en la educación musical, lo que se traduzca en una comprensión más profunda respecto al proceso de aprendizaje de la música en la infancia. Esto implica la necesidad de recurrir a la reflexión filosófica dentro de las contribuciones de la cognición encarnada, a fin de brindar una mayor claridad epistemológica tomando como base la fenomenología del mundo social.

Palabras clave: educación musical, cuerpo, cognición musical encarnada, infancia, fenomenología del mundo social.

Abstract: In this paper I discuss some contributions of embodied musical cognition and the phenomenology of the social world to explore the potentialities of these perspectives for studying musical experience in childhood from the body. My thesis is that both positions can be complementary and enrich their respective fields of knowledge about the study of musical experience. To demonstrate similarities and differences, I present arguments of embodied musical cognition and the phenomenology of the social world. I explain how the phenomenology of the social world can solve the explanatory limitations of embodied musical cognition, while at the same time, how theoretical contributions of phenomenology can be increased by interpretations of the embodied cognitive approach. I think that these reflections can lead to stronger foundations for studying the musical experience of children in music education, which can also lead to a better understanding of the music learning process in childhood. Integrating philosophical reflection into the contributions of embodied cognition is what this involves, in order to provide greater epistemological clarity based on the phenomenology of the social world.

Keywords: music education, body, embodied musical cognition, childhood, phenomenology of the social world.

Introducción

El tema de la corporalidad es un aspecto sumamente importante para la educación musical en la infancia temprana. Durante esta etapa, las niñas y niños se ven enfrentados a interpretar y dominar el mundo que nos rodea. Antes de desarrollar habilidades comunicativas por medio del idioma, el cuerpo juega un papel fundamental en la aprehensión y comprensión del espacio social y cultural donde han nacido. Tan pronto adquieren el control corporal, exploran su entorno utilizando los pies, las manos, la boca y otras partes. De esta forma, el aparato músculo esquelético se convierte para el niño[1] en un primer agente mediador entre la conciencia y el entorno, el cual conserva significados sociales y culturales expuestos en muchas ocasiones en la música.

La psicología del desarrollo ha generado importantes avances para la educación musical en la infancia temprana (Malloch y Trevarthen, 2008; Español, 2014; Español y Shifres, 2015; Martínez et al., 2022). Se ha identificado que desde los primeros años de vida se desarrolla una musicalidad basada en los procesos interactivos que suceden entre adultos y niños, los cuales son sumamente complejos; además, en congruencia con la tradición fenomenológica, se han revelado las implicaciones intersubjetivas y corporales de la experimentación musical en la niñez.

La relación entre el cuerpo y el aprendizaje de la música se ha visto reflejado en los postulados pedagógicos de la educación musical en la infancia temprana, ya que gran parte de las actividades sugeridas para esta etapa no son predominantemente de carácter lingüístico, sino que el involucramiento corporal resulta un aspecto primordial desde el cual comienzan muchas de las primeras lecciones (Akoschky et al., 2008). Un ejemplo clásico es la propuesta de eurhythmics de Jaques-Dalcroze (1912), que basa diferentes aspectos de sus planteamientos pedagógicos musicales en el movimiento del cuerpo.

En el ámbito académico de investigación sobre la educación musical, Susan Young y Beatriz Ilari (2019) han señalado que la producción académica sobre educación musical infantil en la primera infancia parece encontrarse marginalizada. Estas autoras han enfatizado la importancia de fomentar el abordaje multidisciplinario, que propicie el diálogo entre diferentes campos de conocimiento, para comprender de manera integral el fenómeno de la música en la etapa infantil. En el presente trabajo realizo una discusión basada en esta misma concepción multidisciplinar, pero centrando interés en aportes de dos campos de conocimiento: la fenomenología del mundo social y la cognición musical encarnada. Focalizo el análisis en las preocupaciones que comparten ambas posturas sobre el cuerpo y el papel de este dentro de la experiencia musical durante la infancia.

Derivada del paradigma de estudio de la cognición encarnada (CE) (embodied cognition), la cognición musical encarnada ha comenzado a ser aplicada dentro de la educación musical en la infancia temprana (Nijs y Bremmer, 2019). En cuanto a la fenomenología, es necesario resaltar el profundo interés que tiene esta perspectiva sobre el tema de la corporalidad. Rolf Elberfeld (2017) ha señalado que en los primeros años de edad del ser humano existe el reto del dominio corporal, como la coordinación de pies, manos y cabeza, lo cual según su punto de vista tiene fuertes implicaciones fenomenológicas. De esta manera, el cuerpo y la infancia son temas de estudio valiosos para la discusión desde esta tradición.

En el 2021 concluí mi trabajo de investigación doctoral desde un enfoque fenomenológico social, el cual consistió en un acercamiento empírico a niños en edad preescolar, al interactuar con instrumentos musicales de su entorno familiar asociado al mariachi. Los hallazgos de este estudio indicaron que en la interacción con estos objetos se generan procesos de significación asociados a la estructura social e histórica donde los niños crecen. A partir de este antecedente, establecí una línea de investigación futura: el estudio de la experiencia musical infantil a través del cuerpo. Por lo tanto, la reflexión que aquí expongo representa un paso inicial hacia la dilucidación de este interés de investigación, con el fin de generar aportes que puedan ser útiles especialmente para el campo de la educación musical en la infancia temprana[2].

Luc Nijs y Melissa Bremmer (2019) han destacado las potencialidades de la cognición musical encarnada de Marc Leman (2016), para el estudio de la experiencia infantil en la educación musical. Con base en estos aportes sobre la cognición y mi acercamiento a la fenomenología, en este trabajo intento defender la tesis que plantea que la CE y la fenomenología del mundo social son enfoques que pueden concebirse como complementarios, principalmente al interesarse en el tema de la corporalidad desde diferentes puntos de vista. Esto tiene como propósito profundizar en la experimentación de la música a través del cuerpo en la infancia y brindar un sustento más sólido a los abordajes de investigación en la educación musical.

El tema de la corporalidad ha sido reconocido recientemente como una tendencia de estudio en el paradigma de la CE (Leman et al., 2028). Considero que la cognición musical encarnada resulta beneficiosa como marco explicativo científico, para evidenciar empíricamente las aportaciones desarrolladas en la fenomenología. Poner en discusión algunos planteamientos de estos enfoques sobre la música y la experiencia corporal en la infancia posibilita profundizar en los planteamientos que han señalado la notable influencia de la fenomenología en la CE (Shaphiro y Spaulding, 2021).

Los intereses de reflexión aquí expuestos nos sitúan en un problema de carácter metodológico, dada la complejidad que demanda a los investigadores el abordaje de la infancia desde el punto de vista cualitativo, ya que entran en tensión la perspectiva infantil y la adulta (Bakhtiar et al., 2023). Implica analizar diferentes aspectos, como el lenguaje (Spyrou, 2011; Spencer et al., 2020), las implicaciones éticas de la investigación en poblaciones jóvenes (​​Söderbäck et al., 2011; Nairn y Clarke, 2012) y los sesgos de la interpretación adulta sobre la etapa infantil (Cook y Hess, 2007).

El tema que aquí describo nos involucra implícitamente en un debate de discusión particular dentro del paradigma poscognitivista, en el que se insertan e interactúan agendas de estudio recientes sobre la cognición humana desde diferentes perspectivas: enactivas, extendidas, situadas, de la segunda persona, entre otros más; con fundamentos anclados principalmente en la filosofía y la psicología (Burdman, 2015; Gallagher, 2023).

Reviso inicialmente los planteamientos de la cognición musical encarnada, que reformulan algunos basamentos clásicos de la cognición musical y centran el análisis en la corporalidad. Posteriormente, presento el proyecto fenomenológico de Alfred Schutz, quien trata de indagar el modo en que se constituye el significado en el escenario social a partir de la operación de la conciencia vinculada a dimensiones temporales y corporales. Específicamente retomo sus aportes orientados a estudiar el establecimiento de relaciones sociales a partir de la experimentación con la música.

Concluyo poniendo en discusión los planteamientos sobre el cuerpo en ambas perspectivas, ofrezco argumentos para considerar que la fenomenología del mundo social y la cognición musical encarnada pueden contribuir al abordaje multidisciplinario sobre el estudio de la experiencia musical infantil. Presento algunas conjeturas que me permiten pensar que esta discusión favorece al campo de conocimiento de la educación musical, al contribuir a un estudio meticuloso sobre la experiencia, lo cual se encuentra relacionado con la construcción de significados en la interacción del niño con la música mediante el cuerpo.

¿Qué es la cognición encarnada?

La cognición musical encarnada que aquí discuto se deriva del paradigma de la CE, el cual plantea que los procesos cognitivos de los seres humanos están determinados y atravesados en todo momento por nuestros cuerpos. Esto ha supuesto un gran desafío para el pensamiento cognitivo clásico, basado en la mente computacional; es decir, en la perspectiva cognitiva que retoma o recupera la analogía de las computadoras como una forma de explicar cómo comprendemos el mundo mediante estímulos, los cuales suponen entradas que son procesadas por el cerebro y ante las que el sujeto emite una respuesta.

Aunque la CE y la cognición clásica toman su inspiración en aportes disciplinares como los de la filosofía, las neurociencias, la inteligencia artificial, la robótica, la psicología y la lingüística, la CE se aparta esencialmente de un modelo explicativo sostenido por la metáfora de la mente como un sistema computacional, tomando como base la reflexión en torno al propio cuerpo humano como mediador de los procesos cognitivos. Existen diferentes vertientes de CE que se han desarrollado en décadas recientes.

Cognición embebida

Comprende una forma de pensar la cognición en donde el cuerpo se incrusta como mediador en un entorno, y sugiere que no nos encontramos aislados por completo de nuestro ambiente y que ejecutamos tareas cognitivas de manera estrechamente vinculada al contexto en el que nos desenvolvemos. Dave Ward y Mog Stapleton, desde este enfoque, señalan que: “la cognición está esencialmente integrada porque el modo de actividad del que esencialmente depende constituye simultáneamente tanto la vida cognitiva del sujeto como el entorno al que el sujeto responde” (2012, p. 99).

Podemos identificar esta perspectiva embebida de la cognición en los procesos compositivos de la música. El compositor realiza una creación artística derivada de la actividad cognitiva, la cual no se encuentra aislada de su contexto. Un ejemplo que puede ser útil para explicar la existencia de procesos cognitivos indisolubles del entorno asociados al quehacer musical es el caso del papel que jugó el corrido durante la revolución mexicana. El corrido fue una de las expresiones populares de inicios del siglo xx en México, que daba cuenta de las situaciones políticas y sociales de ese entonces a través de la música.

Otro ejemplo son Las cuatro estaciones de Antonio L. Vivaldi. En esta serie de conciertos, Vivaldi trató de representar mediante formas musicales diferentes rasgos socioculturales y naturales de cada estación del año, de su contexto específico de composición, es decir de la campiña italiana del siglo xviii. Como podrá observarse, la obra musical del compositor no se encuentra disociada del entorno social, cultural y natural. La composición musical es producto de la cognición y participación corporal del sujeto en su ambiente, por lo que los procesos de creación musical no se encuentran separados del contexto.

La cognición encarnada extendida

De manera similar a la concepción embebida de la cognición, sostiene que los seres humanos utilizamos mecanismos que están fuera del cerebro y permiten dominar el mundo a partir de procesos cognitivos. Esta concepción clásicamente se fundamenta en el desarrollo de la noción de cognición extendida de Andy Clark y David Chalmers (1998). En términos generales, argumentan que parte de nuestra cognición está determinada por aquellas extensiones artificiales (generadas por la cultura o elementos naturales) que el ser humano ha dominado, lo que le ha permitido desarrollar facultades cognitivas complejas.

Por ejemplo, la partitura del sistema de notación musical clásico occidental ha favorecido a que preservemos hasta hoy la tradición musical clásica occidental (Carbajal-Vaca, 2014). Utilizamos herramientas que nos permiten ampliar nuestras capacidades cognitivas y ponerlas en práctica. Por ejemplo, un motivo musical dentro de un proceso compositivo puede ser plasmado y ampliado específicamente mediante la implementación de un determinado instrumento musical. Debido a su registro sonoro de altura –según el instrumento que se trate–, las cualidades de dicho objeto dentro de la interpretación musical podrían reflejar de manera más precisa algún valor, idea o emoción que el compositor desee transmitir al oyente.

Para el compositor, los instrumentos se convierten en una vía para ampliar sus capacidades cognitivas. De acuerdo a los rasgos sonoros de dichos objetos de práctica musical, él mismo puede experimentar utilizando diversos instrumentos (un piano, una guitarra, un timbal u otros más) hasta determinar según su criterio propio cuál es el instrumento más apropiado para la obra musical. Como podrá observarse, estos instrumentos interactúan con el cuerpo del músico para poder comprender y dominar el entorno. Esto permite distinguir el modo en que los artefactos o recursos materiales a nuestro alcance –que en muchas ocasiones utilizamos de forma cotidiana– tienen un origen relacionado con las condiciones cognitivas humanas que han sido determinadas por la experiencia corporal y por la actividad social.

Cognición enactiva

Esta perspectiva de la CE plantea que nuestro operar cognitivo basado en el cuerpo se centra en la acción sensoriomotora de los organismos. Lawrence Shapiro y Shannon Spaulding (2021) han descrito diferentes tendencias o corrientes de pensamiento respecto a la cognición enactiva: autopoiética, sensorio-motriz y radical.

Propuesta por Francisco Varela, Evan Thompson y Eleanor Rosch (2016), la cognición enactiva autopoiética reflexiona sobre las consideraciones biológicas de la cognición, con la que se desarrollan y desenvuelven en los seres vivos en sus respectivos entornos. Los procesos cognitivos se determinan por una compleja relación dinámica entre el cuerpo, el medio ambiente y el cerebro, con la intervención de mecanismos sensoriomotores. Esto permite al organismo mantenerse vivo en función del medio ambiente (Kiverstein y Clark, 2009).

El enactivismo autopoiético sugiere que los procesamientos cognitivos del organismo están asociados a aspectos biológicos que son ampliados por sus propias capacidades cognitivas. En términos referentes a la música, esto supondría que nuestra capacidad auditiva para experimentar la música tiende a complejizarse, por ejemplo, al distinguir diferentes patrones musicales en una misma pieza, clasificándolos, asignándoles atributos emocionales, simbólicos o valorativos. Esto es resultado de un procesamiento mental delineado en buena parte por nuestra propia trayectoria evolutiva como especie humana.

Otra tipología de la corriente enactiva es el enactivismo sensoriomotor, la cual enfatiza en las implicaciones perceptivas y las actividades sensoriomotoras en las que se involucran las tareas cognitivas. En esta postura, se considera que la CE está determinada por la interacción con el ambiente, en la que se configura un entramado relacional entre el movimiento, la capacidad sensorial y el entorno. Esta posición se centra en la exploración sensoriomotora, como el mecanismo básico para el desenvolvimiento en un contexto. Al situar la atención en el papel que juega la exploración sensitiva-motriz del entorno en la cognición, rechaza que la operación cognitiva del sujeto requiera la elaboración de reconstrucciones de la realidad a nivel mental; para esta perspectiva la clave está en la participación sensorial y motriz en el contexto.

La tercera vía enactiva es el enactivismo radical (Kiverstein y Miller, 2015). Esta posición conserva un fuerte interés en sustituir los modelos cognitivos representacionales por una concepción de la cognición corporalmente interactiva con el entorno. Se caracteriza por un profundo cuestionamiento a las ideas cognitivas clásicas y aspira a trascender hacia una concepción cognitiva corporal, donde se elimine la noción de contenido mental (Shaphiro y Spaulding, 2021). Esto conlleva fuertes discusiones a nivel epistemológico y trata de argumentar una explicación psicofísica de la intencionalidad, e incluso, plantea fuertes críticas a posiciones cercanas, como el enactivismo autopoiético.

Cognición musical encarnada: una perspectiva para la investigación musical

La CE ha ganado terreno como marco de discusión de algunos temas de investigación referentes al arte. Por ejemplo, David Wright-Carr (2018) comparte algunas reflexiones en torno a cómo este paradigma contribuye al análisis del lenguaje visual y cómo ha beneficiado a la formación de profesionales en la creación artística visual. Juan Pablo Correa y Vitalis Missael (2022) implementan este enfoque cognitivo como una propuesta teórico-metodológica de investigación, para el análisis de datos empíricos sobre la experiencia de escucha musical.

Hanne De Jaegher y Ezequiel Di Paolo (2007) han realizado un esbozo acerca de cómo la cognición enactiva puede contribuir a una mayor comprensión sobre la dimensión social de la experiencia de la música. Estos autores han señalado que el enfoque enactivo favorece la ampliación del entendimiento sobre lo que se denomina cognición musical, efectuando un énfasis especial en el concepto de participación. Desde esta postura, la participación resulta indispensable en la constitución de significados y reconoce la dimensión intersubjetiva en este mismo proceso:

En las prácticas musicales conjuntas, la creación de sentido es siempre participativa en un sentido fuerte, porque tanto el objeto (la pieza musical) como el proceso dinámico que le da forma (tocar juntos) son posibles sólo a través de la influencia sistemática y recursiva de cada individuo sobre otro. Así, al igual que la relación entre los músicos y sus instrumentos (es decir, como equipos listos para usar), también la relación entre los participantes musicales puede verse como entrelazada, donde el horizonte de posibilidades está constituido por su interactividad encarnada –la inter-corporalidad “vive” en la música y en la interactividad encarnada que la constituye. Para repetir, la música en contextos intersubjetivos nunca está “plenamente constituida”–, no está “dada”. (Schiavio y De Jaegher, 2017, p. 35).

Esta concepción sobre la participación es considerada por el enfoque principal que me propongo explorar con relación al enfoque fenomenológico social: cognición musical encarnada. Desarrollada por Leman (2007, 2016), la cognición musical encarnada plantea que el proceso de significación de la música está determinado por la asociación entre patrones musicales y patrones de movimiento corporal. Uno de los fundamentos principales de la cognición musical encarnada es la noción de enactment, que consiste en un proceso a través del cual las personas construyen significados sobre la música, con base en tres aspectos: el sonido, el movimiento y la intención.

Desde este enfoque, se sostiene que interactuamos con la música a partir de nuestra propia corporalidad, en la cual se involucra una intencionalidad que nos hace posible asociar el sonido de la música con ciertos significados, como con los estados afectivos (Leman et al., 2018). Mientras la perspectiva cognitiva tradicional clásica –basada en la mente computacional– asume que somos sujetos pasivos ante los hechos musicales de nuestro entorno, en la cognición musical encarnada se concibe al sujeto como parte activa de la constitución del sentido. El cuerpo y la acción tienen un lugar primordial en la generación de significados sobre la música desde este panorama.

De acuerdo con Nijs y Bremmer (2019), el enactment es un proceso de transformación del sonido musical en significativo mediante la intervención del cuerpo. El enactment se encuentra sustentado por otros tres procesos básicos: alineación, entrainment y predicción (Leman, 2016). El primero de ellos, la alineación, se refiere a la coordinación lograda de nuestros movimientos corporales con diferentes rasgos de la música, como el pulso o el ritmo. Un ejemplo de esto, pueden ser los aplausos o los saltos de un grupo de niños siguiendo el ritmo de una canción, lo cual implica la asociación entre movimiento corporal y ritmo, existiendo así una alineación.

El entrainment consiste en lograr una sincronización con los sonidos de la música y funge como la antesala del proceso de alineación. El ser humano es tendiente siempre hacia la sincronización de su cuerpo con la música y con los cuerpos de sus semejantes. Un ejemplo de esto, es el proceso que lleva a establecer una coordinación entre los movimientos de nuestro cuerpo con otro, como cuando comenzamos a bailar en pareja siguiendo el ritmo de una canción. El entrainment fomenta interacciones de carácter social y en estas se encuentran involucrados diferentes aspectos afectivos.

Otro proceso más es la predicción, que se constituye a partir de los procesos de entrainmenty alineación anteriormente descritos. Para el paradigma de la cognición musical encarnada, la predicción no se reduce a la interacción cognitiva del cerebro con la música como si se tratara de un proceso lineal. Más bien, la predicción se trata de un proceso de anticipación que corporalmente ejecutamos en nuestra experimentación musical. Esto quiere decir que somos capaces de predecir o estimar en qué momento sonará el pulso siguiente de un patrón rítmico que estamos escuchando, a partir de que podemos sentirlo en carne propia, como resultado de la información sensitiva que se va captando en nuestro involucramiento corporal con la música.

Un ejemplo de lo anterior puede ser cuando una maestra de un preescolar frente al grupo comienza a modelar a los niños el pulso rítmico de una canción. Eventualmente la profesora podría dejar de guiar el pulso rítmico mediante aplausos, para posteriormente permitir que ellos en conjunto continúen aplaudiendo por sí solos. En este momento los menores pueden continuar el patrón rítmico gracias a esta capacidad cognitiva mediada corporalmente. La maestra también puede indicarles con su propio cuerpo un patrón de movimientos paralelo al ritmo, como puede ser el caso de la letra de una canción; los niños podrán dejar de concentrarse en seguir el pulso y centrarse en coordinar el aplauso en grupo de manera inconsciente, atendiendo así otras partes vinculadas al patrón rítmico, como la letra de una pieza musical.

En las clases de música en edades tempranas, uno de los objetivos que a menudo se buscan es que los niños logren paulatinamente perfeccionar el seguimiento de ritmos a partir del entrenamiento de este control predictivo que, cabe reiterar, está asociado a la alineación y el entrainment.

Nijs y Bremmer (2019) han explorado con su trabajo lo que parece ser una dimensión didáctica en la cognición musical encarnada para la educación musical en la infancia temprana, específicamente en el preescolar. Perciben un valor importante para el diseño de actividades musicales mediadas por tecnología, principalmente porque consideran que incentiva un aspecto clave en el proceso de aprendizaje de la música: dar significado a la música a partir de la participación del cuerpo.

Mi acercamiento a estos basamentos de la cognición musical encarnada (Leman, 2007, 2016; Leman et al., 2018; Nijs y Bremmer, 2019) me han permitido identificar ciertas similitudes con algunas nociones fenomenológicas del mundo social implementados en mi trabajo de investigación doctoral previo. Considero que asumir estas semejanzas nos introduce en una reflexión interesante en donde el método científico y la filosofía se entrecruzan, aunque ambas posiciones pueden tener ciertas diferencias en sus concepciones a nivel epistemológico (van Gelder, 1999); pueden conformar una sinergia para el abordaje de la experiencia musical infantil en la educación musical.

La experimentación musical a través del cuerpo: la fenomenología y la ciencia cognitiva

El tema del cuerpo y la experiencia musical ya ha sido estudiado desde la postura fenomenológica y la CE simultáneamente. Un ejemplo de este tipo de análisis reciente sobre música y antecedente importante de la discusión que aquí expongo es el trabajo de Simon Høffding (2018). Este autor realiza un estudio acerca del tema del cuerpo desde la fenomenología y la ciencia cognitiva, dando lugar a lo que denomina como el proceso deabsorción musical, que forma parte de su teorización sobre la pasividad performativa (Høffding, 2018, p. 175). La noción de absorción se basa en diferentes dimensiones del yo músico en situaciones de experimentación de la música. Se trata de una explicación y argumentación de base tanto empírica como teórica sobre la conciencia de los músicos, tomando como punto de partida el legado sobre síntesis pasivas y activas de la teoría de Edmund Husserl.

El planteamiento de la absorción musical de Høffding (2018) se centra en la operación de la conciencia en músicos clásicos adultos, sin considerar la infancia temprana. Percibo que en el legado fenomenológico de Schutz reside un núcleo de discusión en torno al proceso de construcción de conocimiento sobre la experiencia musical infantil a través del cuerpo. Considero que esto puede favorecer a la reflexión sobre cómo los investigadores exploramos el proceso de experimentación musical infantil, a fin de complementar lo hasta hoy dicho por los aportes del proceso de absorción musical.

La corporalidad en la fenomenología del mundo de la vida

Schutz fue un sociólogo y filósofo austríaco que se orientó a ampliar la “fenomenología constitutiva de la actitud natural” (Schutz, 1972, p. 132) iniciada por Husserl. En este proyecto fenomenológico, identificó algunos fundamentos válidos para aclarar la noción de sentido subjetivo, lo cual no estaba esclarecido en la sociología de Max Weber. Schutz intentó brindar una fundamentación filosófica a las metodologías implementadas en la sociología de la época y con ello realizó un aporte relevante a las ciencias sociales.

En la obra de Schutz (1932) podemos reconocer fácilmente la notable presencia del pensamiento fenomenológico de Husserl; sin embargo, existen algunas nociones que este autor austriaco trata de manera diferente al proyecto trascendental de Husserl, prestando especial interés en el ámbito mundano, como lo es el entorno social. Para los fines analíticos de este trabajo, retomo únicamente algunos de los conceptos que se encuentran vinculados a su visión fenomenológica social sobre el cuerpo y que se vinculan con la intersubjetividad y el mundo de la vida o Lebenswelt. En ellos es donde considero que residen algunos planteamientos interesantes, que merecen ser discutidos con relación a la perspectiva de la cognición musical encarnada.

La noción de mundo de la vida o Lebenswelt en Schutz se refiere al contexto al que llegamos al nacer. Este mundo es de carácter social, es un entorno asumido como una realidad que se encuentra predeterminada y previamente organizada antes de nuestra llegada al mundo. Como algunos ejemplos de esta predeterminación podemos mencionar el idioma y las normas sociales que han sido configuradas por mis antecesores. Es un mundo al cual llegamos y en el que el sujeto no tiene oportunidad de elegir nacer.

El carácter social del Lebenswelt está fundado en la noción fenomenológica de intersubjetividad. Este concepto sostiene que esa realidad que cada persona vive en su día a día no es producto de su propia experiencia (subjetividad), determinada por su vida de conciencia, sino que se funda a partir de la reciprocidad de experiencias que vive junto a otras personas sobre una misma realidad. Esto significa que mi constitución como persona, como un yo, se encuentra ligado a la aprehensión que hago sobre mis semejantes que son asumidos como otros; presupongo que ellos también tienen una conciencia similar a la mía.

Para esta óptica fenomenológica, yo experimento una propia corporalidad de manera correlativa a la corporalidad que viven los demás (Husserl, 2014). De acuerdo a Schutz, la forma esencial en que experimentamos el mundo de la vida (intersubjetivo), es a través del cuerpo (Schutz, 1972; Schutz y Luckmann, 1973): la música la vivimos en carne propia y en sintonía con otros cuerpos.

Relación de sintonía mutua: el cuerpo y el nosotros

Este mismo tema sobre la corporalidad es tratado por Schutz en buena parte de su obra, centrando especial interés en la realidad social eminente, en el Lebenswelt. Estos mismos planteamientos se encuentran en su ensayo Making music together a study in social relationship (Schutz, 1976), en el que introdujo el concepto de relación de sintonía mutua, en donde describe el establecimiento de tres relaciones sociales que suponen la experimentación intersubjetiva de la música: compositor-intérprete, intérprete-oyente y haciendo música juntos.

La relación compositor-intérprete se refiere a cómo en el mundo social nos es posible establecer una relación con el compositor de una pieza musical; esto puede ser en el presente, aunque no compartamos un mismo espacio y tiempo con el compositor de la pieza. La relación intérprete-oyente, se refiere al establecimiento de una relación que implica la interpretación musical de una composición, mientras una persona ejecuta una pieza y otro individuo la escucha. En la tercera relación, haciendo música juntos, se trata de la experiencia en la que una persona vive de manera simultánea con otra el acto de hacer música, en un mismo momento y compartiendo un mismo espacio.

Estas relaciones se derivan del establecimiento de la relación de sintonía mutua, en la que se vinculan los flujos de conciencia entre el compositor y el oyente, entre el intérprete y el oyente, así como también en la ejecución musical conjunta entre dos o más personas (la relación haciendo música juntos). Desde esta noción, se reconoce que las posibilidades de experimentación van más allá de una dimensión temporal y espacial. Dichas relaciones están asociadas a las anticipaciones basadas en nuestras experiencias previas y se encuentran enlazadas a un acto comunicativo que particularmente sucede en la música y que difiere del proceso de comunicación que ocurre a través de las palabras. En las anticipaciones de la relación de sintonía mutua, los gestos, las propias posturas corporales y las de mis semejantes tienen un papel crucial en la experimentación musical.

Otra noción que cabe destacar es el nosotros (Schutz y Luckmann, 1973), que consiste en el establecimiento de una relación intersubjetiva entre dos o más personas, en diferentes ámbitos de operación en el Lebenswelt. Para la fenomenología de Schutz, el nosotros es imprescindible en la construcción de significados en el mundo social; señala que tiene un papel importante en la relación de sintonía mutua: “es precisamente esta relación de sintonización mutua por la cual el ‘yo’ y el ‘tú’ son experimentados por ambos participantes como un ‘nosotros’ en presencia vívida” (Schutz, 1976, p. 161).

El nosotros es un fundamento de la experiencia significativa de mis semejantes, quienes tienen otras conciencias y experimentan el Lebenswelt en carne propia, es decir, con sus propios cuerpos. Esto es importante porque nuevamente aquí se sostiene el argumento de que la experimentación de la música no se restringe a nuestra propia subjetividad, sino que está vinculada a la constitución intersubjetiva que asumimos sobre los cuerpos de los demás y sus respectivas vidas de conciencia.

Fenomenología del mundo social y cognición musical encarnada: dos enfoques complementarios

Hasta aquí he señalado algunos puntos referentes a estas dos perspectivas en discusión, en las cuales el lector probablemente ya habrá percibido algunos puntos en común. Sin embargo, es importante destacar concretamente por qué considero que es posible concebir como complementarias ambas posiciones, las cuales asumen el cuerpo como la pieza clave de discusión.

Esta tarea requiere, en primer lugar, precisar que desde la década de 1990 es posible encontrar trabajos que buscan impulsar el diálogo académico entre la ciencia cognitiva y la fenomenología, para tratar asuntos referentes a la conciencia o la mente humana (Varela 1996; Gallagher 1997). Este diálogo ha continuado hasta la época actual, con aportes relevantes como los propuestos Dan Zahavi y Shaun Gallagher (Gallagher y Zahavi, 2007; Zahavi, 2019; Gallagher, 2023), los cuales aquí retomo para poner en discusión la cognición musical encarnada y la fenomenología del mundo social.

De acuerdo con van Gelder (1999), a pesar de que estas posiciones en ocasiones han sido asumidas como competidoras, las diferencias y el antagonismo entre la fenomenología y la ciencia cognitiva tiene una relación caracterizable como ambivalente. Plantea que ambos enfoques deberían ser considerados como compatibles, enriquecedores y recíprocamente restrictivos. La diferencia que van Gelder (1999) percibe de forma elemental es que mientras la fenomenología pretende esclarecer la naturaleza de la experiencia al ser vivenciada por la persona, la ciencia cognitiva utiliza evidencias empíricas para explicar las operaciones mentales. La cognición musical encarnada puede asumirse como una ciencia empírica, al ser heredera de la tradición científica que busca comprobar mediante evidencias empíricas los procesos cognitivos, pero también es notable la influencia del pensamiento fenomenológico dentro de su paradigma de investigación.

Varela ha sostenido la necesidad de que la ciencia cognitiva no reduzca sus explicaciones sobre la conciencia a interpretaciones de carácter neurofisiológico. Es conocido el interés de este autor por llevar a discusión el tema de la conciencia, considerando planteamientos fenomenológicos y neurocientíficos (Varela, 1996; Varela et al., 2016).

A finales de la década de los 90, Gallagher (1997) había argumentado que la ciencia cognitiva y la fenomenología no son campos contrapuestos, sino disciplinas en las que existe una reciprocidad de ideas. Reconocía que la aparente dicotomía entre estos dos campos estaba comenzando a diluirse. Es por ello que reconocía la necesidad de asumir una “iluminación mutua” (Gallagher, 1997, p. 195) entre ambas posiciones.

Recientemente en una conferencia impartida en el Coloquio internacional y multidisciplinario: enacción en perspectiva y prospectiva (Zahavi, 2022), evento organizado por la Universidad de Montreal, Zahavi (2020) ha expuesto algunas reflexiones sobre el pensamiento fenomenológico y su aplicación en distintas disciplinas. Este autor identifica tres tendencias relacionadas con la fenomenología y las ciencias empíricas: a) la fenomenología como una extensión de las ciencias empíricas; b) la fenomenología y la ciencia empírica como complementarias y c) la fenomenología y la ciencia empírica como puente hacia una concepción de la naturaleza de los fenómenos (Zahavi y García, 2018).

La CE forma parte de este cuerpo de ciencias empíricas, que gracias al avance de diferentes recursos tecnológicos han permitido recopilar evidencias fisiológicas de la experiencia musical humana. Leman et al. (2018) han reconocido que una de las tendencias recientes en el campo de la CE es justamente el tema en torno al cuerpo. Esta misma temática parece ser una pieza clave dentro de la discusión sobre el modo en que los niños viven experiencias con la música a partir de la experimentación de su propio cuerpo.

Existen algunas líneas de interés que considero pueden enriquecer esta línea de discusión sobre el cuerpo, específicamente en lo referente a la cognición musical encarnada. Es notable la ausencia de una consideración filosófica en los recientes aportes sobre este campo de interés.

El legado de Schutz más que aparecer como contrario a esta ciencia empírica puede ser asumido como complementario, de manera semejante a cómo Zahavi apunta hacia la necesidad de generar lo que él define como un “intercambio bidireccional” (2020, p. 7) entre la CE y la fenomenología del mundo social, en donde ambas disciplinas se pueden beneficiar dentro de sus diferentes intereses de discusión. Considero que existen dos argumentos para concebir a la fenomenología del mundo social, como un enfoque que puede enriquecer los aportes de la cognición musical encarnada planteada por Leman (2007).

El primero de ellos se refiere a las aspiraciones de Schutz (1932) por brindar un fundamento filosófico al sentido subjetivo planteado por Max Weber en su sociología comprensiva, en el que según su perspectiva no había claridad ni fundamento teórico para el estudio de los hechos sociales.

El segundo se refiere al interés de Schutz por evitar abstracciones e idealizaciones adoptadas por el método científico, dejando fuera la cuestión ¿cómo experimenta el sujeto su mundo social? En un arduo debate postal sostenido con Talcott Parsons (Grathoff, 1978), el autor austríaco enfatizaba la importancia de regresar a la voz del propio sujeto operando en su entorno social, como una forma de profundizar y comprender diferentes sucesos en el mundo de la vida. Para Schutz resultaba importante retornar a una comprensión filosófica sobre ese mismo sentido del sujeto con relación a su entorno social, antes de establecer explicaciones conceptuales científicas que se orientaran a una explicación objetiva de los fenómenos sociales.

Desde la óptica fenomenológica de este autor, es posible apreciar que era imprescindible rescatar el sentido subjetivo del sujeto experimentando fenómenos sociales, tal como lo es el caso de la música, en lugar de restringirse a generar descripciones teórico-conceptuales sobre la experiencia. De esta forma, la concepción de Schutz se inserta en una discusión de carácter epistemológico respecto a lo que los científicos sociales consideran como objetividad del conocimiento. Para este autor, es necesario poner en un orden primordial de consideración el involucramiento de la subjetividad de los individuos quienes experimentan los hechos sociales en el Lebenswelt.

Dicho lo anterior, considero que algo similar puede suceder en la cognición musical encarnada: se corre el riesgo de olvidar el punto de vista del sujeto en su experimentación corporal con la música. Se puede caer en una actitud ingenua, en la que se asuma que los hallazgos cognitivos resultan ser una verdad objetiva, sin reconocer que existen elementos que convergen en la experiencia corporal que exceden los límites interpretativos científicos, tal como puede suceder con los aspectos emocionales o valores involucrados en la experiencia musical.

Imaginemos por ejemplo la observación de un grupo de niños y niñas de un jardín de infantes siendo expuestos a una canción conocida para algunos y desconocida para otros. Es posible que a algunos niños la experiencia de escucha los entusiasme a tal grado reaccionen bailando o aplaudiendo, mientras que a otros la pieza musical quizás no les resulte agradable y respondan evitando efectuar cualquier movimiento corporal, limitándose a observar lo que los demás hacen.

Aunque este ejemplo es solo un ejercicio imaginativo que carece de precisión, la idea al utilizarlo es para enfatizar que existen elementos de la vivencia de la música –como la valoración positiva o negativa sobre una pieza musical, o bien la asociación de la música con ciertos estados emocionales– que pueden relacionarse con experiencias previas y procesos de configuración de significados socioculturales sobre la música, que el menor a aprehendido y experimentando en carne propia en diferentes ámbitos del contexto social en el que ha crecido.

Estos mismos aspectos que pueden ser tema de interés para la cognición musical encarnada no parecen ser completamente evidentes a través de procesos neurofisiológicos cerebrales como los que un dispositivo electrónico es capaz de registrar. Por ello, es en este punto en donde considero que la fenomenología del mundo social puede contribuir a solventar estos aspectos no considerados en el paradigma de la cognición musical encarnada.

Además de estudiar el proceso de experimentación musical con base en el enactment, compuesto por los procesos de alineación, entrainment y predicción, asumir una actitud filosófica de manera complementaria –como la propuesta de Alfred Schutz– significa recurrir a preguntas que resultan muy interesantes para el campo de la educación musical en niños pequeños, por ejemplo: ¿qué siente la niña y el niño al escuchar una canción? ¿Cómo sienten las expresiones corporales que realiza al escuchar música? ¿Cómo experimentan la música en colectivo con sus pares o adultos y de qué forma son diferentes estas experimentaciones colectivas?

Al mismo tiempo, en sintonía con las cuestiones sobre la objetividad del conocimiento en las cuales Schutz centra su atención, sería conveniente reflexionar –en enfoques como el de la cognición musical encarnada y en la fenomenología misma– cuál es el papel que juega nuestra propia subjetividad como investigadores en la interpretación que realizamos sobre la experiencia musical de los niños.

Es sabido que el paradigma de investigación de la cognición musical encarnada se sitúa adelante de la perspectiva cognitiva clásica (Shapiro y Spaulding, 2021), al interesarse y reflexionar en el cuerpo en sus indagaciones empíricas. Esto resulta un punto bastante importante cuando hablamos de la infancia temprana, segmento de edad que en ocasiones la consolidación del lenguaje se encuentra en proceso, además de los desafíos que impone el proceso de dominio corporal (Elberfeld, 2017).

Un dato adicional a lo anteriormente expuesto, en la obra de Schutz hay un interés por la infancia, especialmente en su obra póstuma Las estructuras del mundo de la vida (Schutz y Luckmann, 1973). Pese a que el propio Schutz argumentaba que sus discusiones estaban dirigidas al “adulto normal y despierto” (Schutz y Luckmann, 1973, p.3), es muy interesante observar que en parte de la obra mencionada frecuentemente explica sus propias conjeturas con ejemplos de la infancia en la vida social y cultural. Esto resulta ser una línea de estudio interesante para analizar posteriormente, acerca del potencial del legado fenomenológico de Schutz para el estudio de la experiencia musical en la niñez.

Al mismo tiempo, resulta importante destacar que también la fenomenología del mundo social puede verse enriquecida a partir de los hallazgos y las evidencias empíricas que la cognición musical encarnada ha generado sobre el estudio de la experiencia musical. Quizás los aportes de la cognición musical encarnada permitan brindar un sustento empírico adicional a los fundamentos teóricos que caracterizan la agenda de estudio de la fenomenología. Esto puede abrir nuevas interrogantes para ser tratadas en futuros trabajos de investigación, que impliquen seguir discutiendo los argumentos desarrollados en esta corriente filosófica sobre la experiencia musical corporal.

Un enriquecimiento mutuo entre ambas posiciones: Anotaciones para un cierre provisional

Mi interés no ha sido establecer un orden jerárquico entre la fenomenología y la cognición musical encarnada, sino apoyar la idea de concebir un abordaje desde ambas perspectivas que permita el intercambio de saberes disciplinares, que contribuya a una mejor comprensión de un tema en particular de la educación musical en la infancia temprana.

En este trabajo postulé la tesis que defiende que la fenomenología del mundo social y la cognición musical encarnada son enfoques que pueden complementarse entre sí para el estudio de la experiencia musical en la niñez por medio del cuerpo. Para fundamentar dicho planteamiento, presenté un panorama referente a la CE y específicamente sobre cómo este paradigma de investigación científico se ha insertado en el estudio de la experiencia musical en la infancia.

Expuse algunas ideas fenomenológicas de Schutz, específicamente lo referente a la noción de relación de sintonía mutua, en la cual este autor señala los vínculos sociales que implican la experimentación musical. He descrito este aporte fenomenológico sobre la música, pretendiendo señalar que esta perspectiva no puede ser leída sin considerar las demás aportaciones y reflexiones sobre el cuerpo, siendo este mismo elemento el punto de partida de toda experiencia en el mundo social y cultural. Como podrá observarse, existen intereses entre ambos enfoques que pueden enriquecerse y ampliar sus horizontes de comprensión tomando en cuenta sus respectivos límites disciplinares.

Tal como se venía sosteniendo a finales del siglo pasado, la fenomenología y las ciencias empíricas requieren un diálogo constante. Sin embargo, pareciera que en el campo de investigación en poblaciones infantiles y en específico en la educación musical en edades tempranas, el diálogo entre estas áreas de conocimiento es incipiente. Considero que este enriquecimiento mutuo hacia el cual han apuntado trabajos recientes, interesados por reflexionar sobre las ciencias cognitivas y la fenomenología, pueden fomentar estudios multidisciplinares que generen una comprensión más profunda sobre el modo en que los niños experimentan la música a fin de que los hallazgos empíricos y las aportaciones teóricas puedan mejorar la intervención educativa en los procesos de enseñanza y el aprendizaje musical infantil.

Ambas perspectivas aquí expuestas están preocupadas por estudiar la subjetividad. La fenomenología, desde sus orígenes en Husserl, trata de superar el dualismo cartesiano presente en el pensamiento computacional, el mismo que brinda fundamento a la perspectiva cognitiva clásica. En contraparte, la cognición musical encarnada desafía los cánones clásicos de la cognición e introduce la corporalidad dentro de sus intereses de indagación, tomando como base la tradición del conocimiento científico desarrollado en buena parte del siglo xx. Esto es lo que parece haber propiciado que se amplíe y fortalezca la perspectiva de la cognición musical como un enfoque de investigación relevante en diferentes círculos científicos actuales.

El interés por el cuerpo en la CE es precisamente lo que vincula y coloca este panorama de investigación científica ante un inminente ámbito de discusión fenomenológico. La fenomenología del mundo social aborda el problema del significado centrando su interés en cómo opera la conciencia en la experimentación del Lebenswelt, un mundo que desde su perspectiva consiste en un ámbito intersubjetivo con rasgos históricos y culturales determinado por la interacción con otros. Los planteamientos de Schutz desarrollados el siglo pasado parecen haber anticipado los hallazgos que la cognición musical encarnada ha presentado recientemente. Uno de los más importantes se refiere al cuerpo como pieza clave de la experimentación musical.

Las relaciones planteadas en la concepción de relación de sintonía mutua mantienen algunas semejanzas a los procesos que configuran el enactment: alineación, entrainment y predicción, en el sentido que intentan explicar el modo en que logramos establecer una simultaneidad o coordinación con la música. Para la fenomenología del mundo social, esa coordinación es vista no solo en términos de operación de la conciencia ante el fenómeno de la música, sino que, además, identifica que entre los seres humanos puede haber una sincronización en sus flujos de conciencia en la experimentación musical, logrando una relación nosotros.

Esta misma experimentación musical con los demás puede ser vista como una vivencia conjunta, en sintonía, que en ocasiones trasciende la dimensión temporal y espacial del tiempo presente, tal como se ha tratado de ejemplificar en el apartado correspondiente con infancias de preescolar. Sin embargo, reconozco que este aspecto de experimentación temporal y espacial es una limitante del presente escrito, por lo que resultará necesario desarrollar estas dimensiones de manera más profunda en trabajos futuros.

En cuanto al enfoque cognitivo encarnado y el tema de la experimentación musical, este enfoque parece ser más específico en sus explicaciones respecto a cómo coordinamos nuestro cuerpo y damos sentido a la música con base en la asociación de patrones musicales y el movimiento corporal. Tal parece que lo que alguna vez la fenomenología del mundo social identificó sin evidencia empírica, la cognición musical encarnada lo ha corroborado con base en sus métodos. Esto sugiere que parte de los aportes de Schutz son sostenibles para el estudio de la experiencia en la actualidad y pueden ampliar el marco de investigación de la cognición musical encarnada, ya que pueden ser un argumento para resaltar la necesidad de la reflexión filosófica dentro de este enfoque científico.

Un aspecto importante de la cognición musical encarnada, y en el cual parece estar limitado el enfoque fenomenológico, es su orientación hacia la aplicación de sus hallazgos en ámbitos educativos musicales. Considero que las reflexiones fenomenológicas, desarrolladas a menudo en un ámbito de discusión eminentemente teórico, pueden nutrirse de la cognición musical encarnada para su aplicación en ámbitos prácticos de educación musical, como en el jardín de niños. Esto parece reafirmar mi idea de que la cognición musical encarnada y la fenomenología del mundo social resultan ser enfoques complementarios, sobre todo al recuperar las consideraciones sobre las tendencias de investigación actuales sobre ciencias empíricas y fenomenología, expuestas por Gallagher, Zahavi y sus antecesores.

Conviene añadir que la concepción del otro –desde las nociones sobre la corporalidad en la fenomenología– posibilita reflexionar sobre los procesos de construcción de conocimientos científicos de los investigadores, sobre todo en perspectivas de estudio en donde esta tarea no está plenamente asumida, como parece ocurrir en la cognición musical encarnada. Esto podría favorecer al reconocimiento de las implicaciones que tienen las exploraciones científicas que los adultos efectuamos hacia los niños. Invita además a delinear un área de estudio posterior, partiendo de una consideración que en mi parecer es muy importante: el investigador alguna vez experimentó la música en la infancia en carne propia y, por lo tanto, esta es una faceta de la investigación científica que no podemos ignorar y requiere ser analizada. Esta apreciación puede nutrir otra línea de estudio no abordada en este trabajo: la discusión sobre los postulados actuales sobre la fenomenología del mundo social con los hallazgos y reflexiones que la psicología del desarrollo ha generado acerca de la educación musical.

Los aportes de este trabajo deben ser asumidos como reflexiones que buscan continuar la discusión, a fin de profundizar en otros aspectos que no han sido atendidos aquí y seguir estudiando la manera en que ambas perspectivas en cuestión se complementan, simultáneamente buscando identificar posibles antagonismos epistemológicos.

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Notas

[1] Por motivos gramaticales, en este trabajo se usa el llamado genérico masculino, sin pretender excluir en ningún momento a la población femenina de las niñas.
[2] En este artículo me refiero a la infancia temprana como los primeros meses de vida del niño hasta la edad escolarización en el preescolar o jardín de niños, siguiendo la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (International Standard Classification of Education) (UNESCO, 2011).
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