Cambios y transformaciones en las familias latinoamericanas

Violencia de los hijos contra los padres adultos mayores*

Violence by children against elderly parents

Viviana Carmenza Ávila Navarrete **
Universidad Católica Luis Amigó, Colombia
Arcadio de Jesús Cardona ***
Universidad de La Sabana, Colombia

Revista Latinoamericana de Estudios de Familia

Universidad de Caldas, Colombia

ISSN: 2145-6445

ISSN-e: 2215-8758

Periodicidad: Semestral

vol. 16, núm. 1, 2024

revista.latinofamilia@ucaldas.edu.co

Recepción: 11 noviembre 2022

Aprobación: 02 mayo 2024



DOI: https://doi.org/10.17151/rlef.2024.16.1.6

Resumen: Este artículo de investigación se centra en las dinámicas de violencia de los hijos hacia los padres adultos mayores. El objetivo fue analizar los significados que otorgan los padres a la violencia perpetrada por sus hijos y las circunstancias que rodean dicho fenómeno. Se trató de un estudio cualitativo que utilizó el método de análisis temático. Participaron 20 varones usuarios de un programa para la atención y cuidado de personas envejecientes en la ciudad de Bogotá (Colombia), quienes fueron elegidos intencionalmente. La información se obtuvo a través de entrevistas a profundidad basadas en el diálogo y la reconstrucción de experiencias, atendiendo las debidas prácticas y consideraciones éticas. Los resultados muestran múltiples significados relacionados con la violencia física, psicológica, económica y negligencia en función de la trayectoria de vida familiar y las prácticas parentales; además, se observan diversas interpretaciones en función de las demandas sociales. Como categoría emergente se observó que la violencia presenta condiciones de bidireccionalidad en el curso de la vida familiar. Se concluye que la violencia de los hijos contra los padres adultos mayores es un asunto que requiere una visión más amplia y comprehensiva no solo de las acciones de los sujetos y las familias, sino también de aquellas inherentes al Estado y la sociedad.

Palabras clave: adulto mayor, corresponsabilidad, envejecimiento, familia, hijos, padres, violencia bidireccional.

Abstract: This research article focuses on the dynamics of violence by children towards their elderly parents. The objective was to analyze the meanings given by parents to violence perpetrated by their children and the circumstances surrounding this phenomenon. This qualitative study used the thematic analysis method. Twenty male users of a program for the attention and care of older adults in the city of Bogotá (Colombia), who was chosen intentionally, participated in the study. The information was obtained through in-depth interviews based on dialogue and reconstruction of experiences, considering due practices and ethical norms. The results show multiple meanings related to physical, psychological, economic, and negligence violence according to the trajectory of family life and parental practices; in addition, diverse interpretations are observed according to social demands. As an emerging category, it was observed that violence presents conditions of bidirectionality during family life. It is concluded that violence by children against elderly parents is an issue that requires a more comprehensive vision not only of the actions of the subjects and families but also of those inherent to the state and society.

Keywords: elderly, co-responsibility, aging, family, children, parents, bidirectional violence.

Introducción

La historia de la humanidad ha resaltado la importancia de las personas de más edad en la sociedad, no solo por su valiosa presencia sino también por el aporte y enseñanzas para el funcionamiento y el legado intergeneracional. Hoy en día es un asunto de interés social y de salud pública contribuir y ayudar a preparar un mejor bienestar para los adultos envejecientes, tal como lo promulga la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (OAS, 2015) al señalar la importancia de “promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas mayores, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad” (Artículo 1), sobre todo, con la finalidad de erradicar y prevenir todo acto de maltrato, y la adopción de medidas tendientes al respeto por la vida.

Sobre este asunto, el metaanálisis llevado a cabo por Yon y colaboradores estima una prevalencia mundial de maltrato a personas mayores del 15,7%, lo cual indica que aproximadamente una de cada seis personas mayores de 60 años sufrieron algún tipo de maltrato para los subtipos psicológico, físico, financiero, sexual y negligente, encontrando factores explicativos que podrían incluir normas sociales y culturales específicas que rigen la dinámica y las expectativas familiares en cada país (Yon et al., 2017; Yon et al., 2018). Así mismo, de acuerdo con el informe mundial sobre el envejecimiento y la salud (WHO, 2015), la población de adultos mayores es diversa y se espera que entre los años 2000 y 2050 la proporción de personas en esta etapa aumente a nivel mundial, pasando del 11% al 22%, siendo posible un incremento en los prejuicios o discriminaciones basadas en la edad de los envejecientes omitiendo su capacidad funcional, el buen nivel de salud física y mental aun cuando algunas habilidades hayan disminuido (Bejines-Soto et al., 2015; Pillemer et al., 2016).

La Organización Mundial de la Salud también señala que más de un 20% de las personas que pasan de los 65 años sufren de algún trastorno mental o neurológico. Al respecto, algunas circunstancias de riesgo como la soledad y la violencia posibilitan la aparición de episodios depresivos afectando aproximadamente al 3% de las personas mayores en el mundo; sin embargo, esta cifra aumenta (10%) cuando la población enfrenta condiciones de fragilidad y vulnerabilidad en el entorno familiar (WHO, 2015). Ante este panorama, el envejecimiento saludable dependerá en buena parte de la calidad y estilo de vida del adulto mayor, del acompañamiento familiar y la cooperación social que logre tener.

A propósito del entorno familiar, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (INMLCF) contabilizó para el año 2022 un total de 2.439 casos de violencia no fatal contra el adulto mayor (1.099 varones y 1.340 mujeres) como resultado de las acciones de la familia, siendo notorio un mayor índice de agresiones hacia los adultos en etapa tardía (838 casos) y los adultos en etapa de jubilación o senectos primarios (671 casos) (INMLCF, 2022). En la Tabla 1 se presentan los datos sobre violencia contra el adulto mayor en Colombia (2022) según la clasificación de Mansilla (2000).

Tabla 1
Violencia contra el adulto mayor
Etapa de la vidaRango de edadVíctima varónVíctima mujerTotal, víctimas
Adultez mayor, tardía o tercera edad60 a 64 años349489838
Jubilados o senectos primarios65 a 69 años306365671
Edad dorada
Senectos intermedios
70 a 74 años207213420
Gerontes75 a 79 años137128265
Edad platinoLongevos80 y más100145245
Total1.0991.3402.429
Fuente: adaptado de INMLCF (2022)

En Colombia se observan investigaciones relacionadas con la violencia intrafamiliar dirigida hacia las personas adultas mayores (Agudelo-Cifuentes et al., 2016; Cano et al., 2015; Viteri-Chiriboga et al., 2018; Zapata-López et al., 2015). No obstante, es poca la literatura y los datos basados en la evidencia científica acerca de las agresiones protagonizadas por los hijos contra sus padres envejecientes. Debido a este vacío, el objetivo central de este estudio es indagar e interpretar los significados que otorgan los padres adultos mayores a la violencia perpetrada por sus hijos y las circunstancias que rodean dicho fenómeno en función de la realidad social.

Circunstancias que rodean la conducta violenta de los hijos contra los padres adultos mayores

Para el caso de la violencia de los hijos contra los padres, estudios recientes muestran que este tipo de conducta es ejercida comúnmente por los hijos adolescentes y jóvenes como una forma de respuesta a situaciones previas de maltrato, una psicopatología grave o consumo de sustancias psicoactivas durante la infancia o adolescencia, fenómeno que se conoce como violencia filio-parental (VFP) (Arias-Rivera e Hidalgo-García, 2020; Carrasco et al., 2018; Correa et al., 2021; Loinaz et al., 2017; Padilla-Falcón y Moreno-Manso, 2019; Pereira et al., 2017; Santos-Villalba et al., 2020). Sin embargo, la mayor parte de esta literatura científica omite especificaciones sobre la violencia contra los padres adultos mayores, el establecimiento de interacciones y los estados posibles que se producen como punto de partida para la construcción de relatos, razón por la que en este estudio se contemplan dichas agresiones bajo la denominación de violencia contra el adulto mayor (Giraldo-Rodríguez et al., 2020).

Sobre esta violencia, es frecuente hallar personas con considerables signos de exposición a diferentes formas de maltrato, aunque no hayan alcanzado un pleno reconocimiento sobre su condición de víctimas (Flores-Flores, 2020). En su mayoría, presentan repertorios asociados a una baja autoestima, sentimientos de culpa y respuestas de profunda tristeza y soledad, sin llegar a cumplir los criterios de diagnóstico para un trastorno depresivo, manifestación que se conoce con el nombre de depresión subclínica y aparece asociada a un malestar, un dolor afectivo, un sufrimiento o un conjunto de factores estresantes que tiene un peligroso impacto en la calidad de vida (Calderón, 2018; Castillo et al., 2020; Valdivia, 2016; Varela- Pinedo, 2016).

De acuerdo con Yon et al. (2017) y Yon et al. (2018), existen diversas formas y circunstancias que rodean la violencia de los hijos contra los padres adultos mayores, siendo los contextos institucionales, comunitarios y los hogares, los lugares comunes que detonan la violencia, a saber:

En primer lugar, se encuentra la violencia física materializada en ausencia de cuidado, atención y protección hacia los padres envejecientes, para el cubrimiento de sus necesidades físicas cuando presentan condiciones individuales especiales y otras propias de la edad. Aquí influyen factores relacionados con el temperamento difícil de los padres, la dependencia, el déficit en habilidades para solucionar problemas y los conflictos ideológicos, religiosos o espirituales, entre otros. En algunas personas adultas mayores también influye la coexistencia de enfermedades crónicas y otras irreversibles que pueden desatar condición de discapacidad o invalidez, incidiendo en la interacción familiar (Rodríguez-Rodríguez et al., 2014; Wong et al., 2022).

Bajo estas circunstancias el padre puede ser sujeto de violencia física por parte del hijo a través de golpes, empujones, agresiones y tirarle cosas (Giraldo-Rodríguez et al., 2020); singularmente, estos actos tienen la exclusiva intencionalidad de obtener control a partir de la dolencia física. Si bien el temor a la vejez tiene un sustento como parte del equilibrio vital, lo que mantiene el daño es que muchos adultos mayores empiezan a concebir zozobras hacia la muerte sin haber logrado calidad de vida, además, aumenta el temor de una muerte poco satisfactoria.

En segundo lugar, se encuentra la violencia psicológica plasmada en privación de expresiones de afecto y ruptura de vínculos afectivos saludables hacia los padres envejecientes, que impiden el cubrimiento de sus necesidades emocionales y psicológicas (verbal o no verbal). Connotar la ausencia de expresiones afectivas y vinculantes, equivale a un modo de violencia psicológica donde el padre adulto mayor es presa fácil de burlas, insultos, gritos, regaños constantes, no tomar en cuenta o no tomar en serio las opiniones, comentarios hirientes, mentir, o ignorar (Giraldo- Rodríguez et al., 2020); estas conductas tienen la intencionalidad de alcanzar un dominio por parte de los hijos.

En este acontecimiento se destacan factores causales relacionados con problemas en el trato con los descendientes y ausencia de afecto positivo hacia ellos, antecedentes familiares de maltrato infantil por parte de los progenitores, abuso, abandono y la ruptura por separación o divorcio, incluso la vivencia de un duelo conyugal y el estado de viudez (Valdivia, 2016). Todo esto también relacionado con historia de masculinidad hegemónica, que generalmente es resultante de los procesos de organización y estructura social propios de la generación a causa de una cultura de control y dominación masculina que se produce, reproduce y retroalimenta, haciendo que lo relativo a la propia identidad sea incuestionable e intocable repercutiendo de forma violenta en algunas áreas de interacción: afectiva, social, familiar, educativa y laboral, entre otras (Durán, 2023; Navarro et al., 2023).

En variadas ocasiones la ruptura del vínculo afectivo se transfiere a otros miembros de la familia y tiene efectos contraproducentes en la pérdida de la armonía, unidad y sentido de institucionalidad familiar, falta de cohesión y pérdida de redes de apoyo. El mayor daño se genera cuando no se permite al adulto envejeciente convertirse en guía de las distintas generaciones desde un compartir de experiencias y enseñanzas de vida, o cuando se niega su extraordinaria labor en las gestiones que parecen pequeñas pero que requieren gran esfuerzo: preparar alimentos, jugar con los nietos, hacer encomiendas, ir de compras y realizar arreglos domésticos, entre otras.

En tercer lugar y asociado a las agresiones físicas y psicológicas se encuentra la violencia sexual, que ocurre al momento en que el adulto mayor es forzado a realizar cualquier acto con fines sexuales relacionado con excitación, relación sexual o prácticas eróticas sin la posibilidad de consentimiento activo porque no es voluntario ni consensuado; incluye el acoso sexual, caricias no deseadas, violación, explotación en términos de prostitución o pornografía, sodomía, exhibicionismo, y actualmente ciberacoso erótico (Beauregard et al., 2020; Chóez-Chiliquinga et al., 2019).

En cuarto lugar, se encuentra la violencia económica especificada en desamparo hacia los padres envejecientes, que impide el cubrimiento de sus necesidades financieras. Gradualmente los padres adultos mayores pueden verse expuestos a la violencia económica mediante la apropiación de bienes, la coacción o influencia para cambiar un testamento o firmar una escritura, o el uso de tarjetas de débito y crédito sin el consentimiento, el desalojo o el saqueo de sus bienes más preciados (Giraldo- Rodríguez et al., 2020), actuaciones que tienen la intencionalidad de conseguir poder de los hijos en la familia.

Por último, se encuentra la negligencia plasmada en abandono al no brindar lo necesario a pesar de no existir ningún impedimento para ello. En esta circunstancia se hacen notorias las situaciones de desatención relacionadas con la indiferencia ante las necesidades, el aislamiento del adulto mayor en la casa, su ubicación en espacios insalubres con problemas estructurales y la falta de una adecuada atención a sus problemas y al manejo de sus medicamentos e higiene (Aslan y Erci, 2020; Giraldo- Rodríguez et al., 2020). Prevalecen factores causales relacionados con heridas del pasado que desatan filtros de rechazo, resentimiento y venganza hacia los padres, que se materializan en la privación de condiciones básicas para la subsistencia humana tales como vestuario, alimentación, vivienda y atención médica.

Esta inasistencia familiar tiene un efecto en la salud psicosocial y la salud pública de la población envejeciente, relacionado con situaciones de desnutrición o malnutrición, consumo de alcohol o cigarrillo, además de la ausencia de un alojamiento adecuado, problemas de vivienda con vecinos o arrendadores, y dificultades para el acceso a la seguridad social. También imperan problemas de accesibilidad a los centros de ayuda, exclusión o rechazo social, discriminación y pobreza (Gajardo- Jauregui, 2015; Villón-Bernabé y Galarza-Schoenfeld, 2021).

El impacto del daño aumenta con la aparición de problemas asociados al desempleo y el bajo o ningún ingreso recibido, lo que lleva al adulto mayor a no tener recursos suficientes para satisfacer necesidades y depender económicamente de otras personas o de las ayudas proporcionadas por el Estado. Indudablemente, estos aspectos generan un deterioro en la calidad de vida de la población envejeciente y suscitan sentimientos de incompetencia, inutilidad y desmotivación (Bravo y Caro, 2002; Yon et al., 2017; Yon et al., 2018).

En general, el anterior panorama de acontecimientos ligados a la física, psicológica, económica y la negligencia hacia los padres adultos mayores, prescriben bajo rituales de silencio y vergüenza que terminan descalificando a los padres víctimas en muchos entornos familiares (Olloa y Barcia, 2019). En su mayoría, estos ritos buscan que los padres oculten las agresiones perpetradas por los hijos y no se asuman como prioridad de atención, en consecuencia, es posible que no se detecte a tiempo, no se diagnostique o trate de una manera adecuada incrementando el riesgo de presentación (Chóez-Chiliquinga et al., 2019; Valdivia, 2016). Un agravante es que el maltrato hacia los adultos mayores también genera problemas emocionales que afectan la funcionalidad social, incrementa los síntomas depresivos y mayores dificultades en la relación con el agresor (Santos et al., 2019).

De acuerdo con Tamayo et al. (2020), las estrategias educativas preventivas y los programas de intervención o tratamiento especializado son escasos, no obstante, cualquier abordaje interdisciplinar debe propender hacia la modificación de los patrones de interacción familiar adscritos a la conducta violenta de los hijos, favoreciendo el aumento en la interacción positiva y la mejora en pautas de comunicación interpersonal. Para esto, la Organización Mundial de la Salud (WHO, 2022) presenta una serie de acciones para tener en cuenta, algunas de ellas son: modificar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos frente a la edad y el envejecimiento, incentivar a las comunidades para que fomenten las capacidades de las personas mayores, ofrecer atención integrada y servicios primarios de salud, además de brindar acceso a cuidados a largo plazo a las personas mayores que lo necesitan.

Metodología

Tipo de estudio

Se trata de una investigación cualitativa que utiliza el método de análisis temático para realizar una interpretación de los significados que los padres adultos mayores otorgan a la violencia perpetrada por sus hijos y, a partir de esto, comprender el conjunto de circunstancias que rodean dicho fenómeno.

El análisis temático es un método de investigación cualitativa que se utiliza para “identificar, analizar y comunicar patrones (temas) en los datos” (Braun y Clarke, 2006, p. 79). El análisis temático aplicado a condiciones sociales y de la salud mental debe ayudar a resaltar constelaciones temáticas y los significados más importantes en un conjunto de datos. Según Joffe (2011), las constelaciones temáticas “incluyen las dimensiones afectiva, cognitiva y simbólica” (p. 209). Al respecto, un análisis de las entrevistas con una muestra cuidadosamente seleccionada de personas afectadas por una situación revelaría cómo representan una condición problemática. El análisis temático implica un proceso de manejo de los datos y de información con los siguientes pasos: 1) familiarizarse con los datos, 2) generar códigos iniciales, 3) buscar temas comunes, 4) revisar los temas, 5) definir y nombrar los temas y, finalmente, 6) elaborar el informe (Braun y Clarke, 2006; Guest et al., 2012).

Participantes

Participaron 20 varones usuarios de un programa ‘Centro día-noche’ de atención para la protección y cuidado del adulto mayor localizado en la ciudad de Bogotá (Colombia), el cual ofrece atención integral a los envejecientes que no cuentan con un lugar de domicilio permanente, contribuyendo a la garantía de sus derechos: alojamiento, higiene y aseo personal, servicios de alimentación, atención médica, acompañamiento psicosocial, entre otros.

Los participantes fueron elegidos intencionalmente mediante un muestreo en cadena o bola de nieve tomando en cuenta dos criterios de inclusión específicos: edad mínima de 60 años y la condición de vulnerabilidad por haber sido expuestos a situaciones de violencia familiar física, psicológica, sexual, económica o negligencia por parte de los hijos.

La media de edad de los adultos mayores fue 66,7 años (DE=3,55), con un estado civil distribuido entre solteros y separados, la mayoría con redes familiares deterioradas y ausentes (50%), varios con experiencias en consumo de sustancias psicoactivas (80%). En la Tabla 2 se presentan otras características de los participantes.

Tabla 2
Características de los participantes
CaracterísticasPorcentaje
Nº de hijos114,2%
247,6%
314,4%
523,8%
Nivel de estudioAnalfabeta10%
Primero30%
Segundo10%
Tercero20%
Octavo10%
Noveno10%
Técnico10%
OcupaciónDibujante10%
Ninguna40%
Trabajador independiente50%
Fuente: elaboración propia

Instrumentos y procedimiento

La recolección de información se llevó a cabo mediante la realización de entrevistas en profundidad basadas en el diálogo y la reconstrucción de experiencias de los participantes con sus hijos, interrelacionando una serie de preguntas con tópicos clave acerca de la violencia familiar, por ejemplo: ¿cómo llegó al programa?, ¿cuáles fueron los motivos?, ¿cuenta con la visita o apoyo de algún familiar?, ¿cómo es la relación con sus familiares?, ¿en algún momento de su vida usted fue agredido por sus familiares?, ¿ha sido agredido por sus hijos/as?, ¿le contó a alguien los problemas que tenía con su familia o hijos/as?, entre otras.

La conversación tuvo una duración aproximada de 90 minutos haciendo partícipes y dando voz activa a los adultos mayores previo consentimiento informado para garantizar la voluntariedad, la privacidad y confidencialidad, atendiendo las debidas prácticas y consideraciones éticas de acuerdo con la Declaración de Helsinki (World Medical Association, 2013).

Análisis de datos

El análisis de la información se efectuó a través del software ATLAS.ti (Friese, 2012). Se identificaron cinco categorías que permiten la reconstrucción de sentido, significado e interpretación de enunciados sobre violencia hacia el adulto mayor:

1) Violencia física, 2) Violencia psicológica, 3) Violencia económica, 4) Negligencia y 5) Categoría emergente: violencia bidireccional, aquella donde se intercambian los actos de maltrato y tanto los padres como los hijos se convierten en generadores de violencia.

Resultados

La media de edad de los participantes entrevistados remite a personas en etapa de jubilación o senectos primarios, quienes en su mayoría presentan temor al envejecimiento, se encuentran excluidos de muchas actividades por su edad cronológica, hallan disminuida la posibilidad de generar ingresos de forma autónoma e interpretan la experiencia de la vida familiar en términos dolorosos, a la luz de la violencia generada y recibida. Esta violencia es el punto de partida para describir los hallazgos en cada una de las categorías (Tabla 3).

Tabla 3
Categorías de la violencia contra los padres adultos mayores
CategoríasContenido de la categoría - significado
Violencia físicaForma de repetición del ciclo de violencia familiar.
Retaliación ante las relaciones conflictivas experimentadas con los hijos.
Rechazo por parte de los hijos ante el decaimiento en el estado físico o situación de enfermedad.
Violencia psicológicaFrustración y conflicto personal con los hijos.
Compensación para evitar díadas agresivas con los hijos.
Violencia económicaFalta de acceso a bienes, además se sentimientos de soledad y abandono.
Restricción económica como forma de represalia.
NegligenciaOmisión de condiciones seguras de vida y de protección contra el daño.
Desprotección en términos de abandono por parte de los hijos y de las instituciones.
Categoría emergente: violencia bidireccionalFalta de interés mutuo que genera afectación psicológica.
Heridas en la historia de vida.
Emociones negativas bidireccionales.
Fuente: elaboración propia

Categoría 1. Violencia física

Para la mayoría de los participantes adultos mayores (19 personas) fue particularmente difícil expresar situaciones relacionadas con este tipo de violencia. Al momento de la conversación, se hicieron notorios los significados en torno a una forma de repetición del ciclo de violencia familiar, enfatizando en la relación de vivencias de maltrato infantil propiciado por sus progenitores y que transmitieron hacia la familia que constituyeron, es decir, la agresión de padre a hijo fue promotora de la violencia de hijo a padre:

Mi vida no fue muy buena, me crio mi abuela, ella era muy severa. Yo fui igual con mis hijos y se defendían dándome pata y puño, por eso no me quieren. (JJ, 63 años, soltero, 5 hijos - Entrevista: 1 de diciembre de 2020)

Algunos participantes (13 personas) significaron la violencia física como una retaliación ante las relaciones conflictivas experimentadas con los hijos, un modo de represalia que reafirma el sentido de culpabilidad y desata un miedo que genera sensación de vacío, obstaculiza la paz interior, y que solo puede acabar cuando se llega a la muerte:

A veces mis hijos me dejaban encerrado con llave para que no me saliera del cuarto y no los molestara, se les olvidaba darme la comida o abrirme la puerta, yo no les decía nada para no sacarles el mal genio. (HL, 66 años, separado, 3 hijos - Entrevista: 1 de diciembre de 2020)

Para otros adultos mayores (7 personas), la violencia física cobró significado como conducta de rechazo por parte de los hijos ante el decaimiento en el estado físico o situación de enfermedad que, pese a ser un asunto propio de la edad, determinan una progresiva condición de estrés y presión:

Desde hace dos años me diagnosticaron un tumor canceroso y mis hijos me dejaron aquí, se cansaron de mí, lo único que quiero es descansar, salir de este cuerpo doliente. (MH, 66 años, separado, 5 hijos - Entrevista: 17 de noviembre de 2020)

Categoría 2. Violencia psicológica

Muchos de los participantes envejecientes (17 personas) asignaron a la violencia psicológica un significado de frustración y conflicto personal en la relación con los hijos, además de una percepción de pérdida de dignidad que no solo es justificable sino también necesaria para poder solucionar los problemas familiares, lo cual indica una interpretación errónea ante el daño recibido:

Mis hijos no tienen la culpa de que yo este solo, quien tiene la culpa soy yo por lo que les he hecho, me siento mal y ya no puedo regresar el tiempo. (LA, 69 años, separado, 2 hijos - Entrevista: 1 de diciembre de 2020)

Varios adultos mayores (14 personas) también refirieron la violencia como una forma de compensación para evitar díadas agresivas con los hijos, y de esta manera cubrir un quehacer educativo o estilo parental que no se realizó por ser totalmente contrapuesto o no funcionó adecuadamente por ser autoritario, indulgente o permisivo:

En realidad, he hecho cosas malas con mis hijos y no tengo cara para pedir cosas, solo necesito que me perdonen por lo que les hice. (JA, 62 años, separado, 2 hijos - Entrevista: 17 de noviembre de 2020)

Categoría 3. Violencia económica

La mayoría de los participantes (17 personas) concedieron a la violencia económica un significado de falta de acceso a bienes, además de sentimientos de soledad y abandono. Esta brecha incluye un ejercicio de poder dentro de un marco de situaciones aisladas que anulan cualquier tipo de reconocimiento a la experiencia de vida acumulada y a la disposición de bienes, incluso con la ayuda de terceras personas de la familia con las cuales se crean alianzas desorganizadas:

No cuento con nada, solo tengo la muda de ropa que tengo puesta. Ni mis hijos, ni mi familia, me quieren a su lado. (EP, 67 años, separado, 2 hijos - Entrevista: 24 de noviembre de 2020)

Otros adultos mayores (11 personas) otorgaron un significado de restricción económica como forma de represalia donde los hijos buscan que el padre ausente pague el daño causado quitando los bienes preciados o no proveyéndole recursos económicos. En este sentido, la afectación a la supervivencia económica se convierte en una medida extrema para que el padre pueda comprender el punto de vista y los sentimientos de los hijos, ateniéndose a los hechos del pasado, incluso aquellos de la vida conyugal que en algún momento los afectó de manera indirecta:

No tengo contacto con ninguno de mis hijos, ellos querían su herencia y vendí mi casa, a cada uno correspondió la mitad y me echaron como un perro, decían que ahora me tocaba, así como yo saqué a la mamá. (PS, 65 años, separado, 5 hijos - Entrevista: 1 de diciembre de 2020)

Categoría 4. Negligencia

Varios participantes (11 personas) refirieron significados de omisión de condiciones seguras de vida y de protección contra el daño. Estas omisiones conllevan a una desconexión emocional que puede ir desde la indisponibilidad e indiferencia hasta el rechazo activo para la comprensión de necesidades, que se superpone en formas comunes de contacto con personas y lugares peligrosos, y la pérdida de oportunidades para vivir mejor y superarse:

Tuve muchos problemas con mi hija, cuando formó su familia ella me sacó de la casa, se fue con el marido, entonces me tocó vivir en la calle. (JJ, 63 años, soltero, 5 hijos - Entrevista: 10 de noviembre de 2020)

La mayoría de los participantes (17 personas) refirieron un significado de desprotección en términos de abandono por parte de los hijos y de las instituciones, percibiendo una falta de respeto a su condición de vejez, sus derechos e intereses, y una indolencia en la atención por parte del Estado e instituciones responsables de prestar servicios sociales, que pone en peligro su integridad y deja en entredicho la responsabilidad social. Desde un punto de vista temporal y de corresponsabilidad social, estos significados se entretejen con circunstancias de vulnerabilidad a propósito de la habitabilidad en calle, la experiencia en consumo de sustancias psicoactivas lícitas e ilícitas, y los efectos de la pandemia por el covid-19:

Me atropelló un carro y me llevaron a un hospital, la trabajadora social me dijo que me podía ir para mi casa, pero yo le dije a ella que yo no tengo casa, a ella no le importó y me envió a pagar la cuenta, no tenía plata y me sacaron, me quedé viviendo en la calle. (HL, 66 años, separado, 3 hijos - Entrevista: 24 de noviembre de 2020)

Vale la pena mencionar que, como acción restaurativa, para unos pocos participantes envejecientes (6 personas) la violencia ejercida por sus hijos significó un cambio de vida y una opción de confianza social, que permite romper el silencio ante el maltrato que ha sido oculto durante mucho tiempo. En este sentido, se rescata el apoyo externo por parte del talento humano en salud y su labor misional cuando promueven un ambiente protegido para la convivencia sin restricciones de tipo social:

A nadie le conté los problemas con mis hijos, me arrepiento, lo importante es que quiero que me ayuden a saber algo de mi familia así ellos no quieran saber de mí. (FD, 70 años, separado, 3 hijos - Entrevista: 1 de diciembre de 2020)

Categoría 5 emergente. Violencia bidireccional

La mayoría de los participantes (16 personas) otorgaron un significado que se relaciona con falta de interés mutuo que genera afectación psicológica, es decir, falta de interés en la crianza asignada a los hijos, la cual en su momento no era un fin prioritario por lo que algunos hijos fueron nombrados con el calificativo de indeseados. Esta falta de interés se revierte posteriormente en falta de interés de los hijos hacia los padres, este significado es afín con los orígenes de la constitución de la familia nuclear del padre adulto mayor y la desazón del propio hogar a partir de situaciones desobligantes para con los hijos:

Nunca en la vida he podido vivir con mis hijos porque cometí el error de decirles que no quería que llegaran al mundo, así como me pasó a mí. Ahora me gritan y humillan, me odian por lo que les dije. (OA, 65 años, separado, 2 hijos - Entrevista: 24 de noviembre de 2020)

Algunos participantes (9 personas) asignaron un significado de dolor por heridas en la historia de vida y emociones negativas bidireccionales, las cuales especifican transacciones perturbadoras entremezcladas con momentos de amor, interacción agresiva y arrepentimiento entre padres e hijos, que conducen a la fragmentación de vínculos sobre los que se basa el equilibrio afectivo. Esta situación trae consigo dos problemas: el reconocimiento tardío de las trayectorias de violencia en la familia y problemas en la salud mental a propósito de las enfermedades psicológicas.

La relación con mis padres fue mala, me genera mucha rabia y tristeza. Cada vez que me acordaba gritaba a mis hijos hasta que se aburrieron de mí. Mi hijo quiso quitarse la vida, fue un golpe muy fuerte, difícil de superar. (AH, 61 años, separado, 2 hijos - Entrevista: 24 de noviembre de 2020)

Discusión

Los resultados de la presente investigación permiten ilustrar los significados que otorgan los padres envejecientes a la violencia perpetrada por sus hijos, comúnmente denominada violencia filio-parental aun cuando la literatura científica no ofrezca especificaciones para este grupo poblacional (Arias-Rivera e Hidalgo-García, 2020). Desde el análisis realizado se corrobora el impacto negativo de la violencia hacia los adultos mayores en cualquiera de sus tipologías, convirtiéndose en problema de salud mental, familiar y pública, de trascendencia social.

De acuerdo con lo observado, los significados más comunes que los padres otorgan a la violencia física corresponden a una forma de repetición del ciclo de violencia familiar, una retaliación ante las relaciones conflictivas con los hijos y una conducta de rechazo ante el decaimiento en el estado físico o situación de enfermedad. Al parecer, las descripciones antes mencionadas se relacionan con un patrón crónico de relaciones disfuncionales inscritas al castigo familiar, cuya representación designa un tipo de atención negativa, además de insatisfacción en la competencia paterno- paternal. Lo anterior hace conexión con lo planteado por Rodríguez-Rodríguez et al. (2014) quienes consideran que estos actos tienen la exclusiva intencionalidad de obtener control por parte de los hijos a partir del sometimiento y la dolencia física de los padres.

De otra parte, los significados adscritos a la violencia psicológica se encuentran relacionados con un tipo de frustración y conflicto personal en la relación con los hijos y una forma de compensación para evitar díadas agresivas. Al comparar las narrativas, se observa un patrón escalado de violencia que envuelve un tipo de indolencia para transmitir afecto y cuidado, lo que posiblemente implica la presencia de conflictos que permanecen en el tiempo y, por tanto, mantienen la disfuncionalidad paterno-parental. Igualmente, se observa coincidencia en narrativas que señalan cómo sus actuaciones estuvieron fuertemente marcadas por una tradición de masculinidad hegemónica vista desde distintas posiciones de dominio, poder y privilegio, aspecto que reafirma el papel de la violencia como agente causante de un gran número de afectaciones en las relaciones familiares, incluyendo el desplazamiento de la paternidad con contacto emocional hacia los hijos. En esta línea se puede vislumbrar cómo lo micro se conecta con lo macro en la producción de significados, confirmando observaciones previas que señalan que la ausencia de un ambiente propicio para ofrecer afecto positivo no solo lleva consigo la co-ocurrencia de conductas temerarias, sino también un peligroso silencio y ocultamiento alrededor de los hechos de maltrato hacia los padres (Chóez-Chiliquinga et al., 2019; Durán, 2023; Navarro et al., 2023; Olloa y Barcia, 2019; Valdivia, 2016).

Por otro lado, respecto a los significados conferidos a la violencia económica se halla falta de acceso a los bienes agravado por la soledad y abandono, además de restricción económica como forma de represalia. Si bien en las narrativas prevalecen manifestaciones de poco apoyo emocional y la reprobación familiar, también se destaca un patrón de angustia en la relación con otros familiares, donde es posible establecer un común de factores estresantes de causa externa alrededor de la necesidad u obligación para obtener bienes y recursos. Este aspecto reafirma lo expuesto por Aslan y Erci (2020), Bravo y Caro (2002), Gajardo-Jauregui (2015) y Giraldo- Rodríguez et al. (2020) quienes sugieren que ante las heridas del pasado aparece una forma de escarmiento hacia los padres a través de la privación de condiciones básicas para la subsistencia, alterando de manera significativa el aseguramiento de su integridad y protección.

En cuanto a los significados de la negligencia, las narraciones de los participantes mostraron una percepción de omisión de condiciones seguras de vida y de protección contra el daño, al igual que una desprotección en términos de abandono por parte de los hijos y falta de gestión institucional, lo que indica que la violencia familiar de los hijos contra los padres adultos mayores también ha sido internalizada como un asunto de desintegración del vínculo social, tal como lo plantearon Gajardo-Jauregui (2015) y Villón-Bernabé y Galarza-Schoenfeld (2021). Particularmente, la ausencia de corresponsabilidad trae consigo un patrón de polivictimización asociado a los problemas preexistentes propios de la etapa del desarrollo, la negligencia de familia, el inadecuado apoyo de entidades, además de la peligrosidad de la vida en calle y exposición a otras formas de violencia (Yon et al., 2017; Yon et al., 2018).

Por último, resulta fundamental mencionar que los participantes no reportaron información acerca de la tipología de violencia sexual, contrario a ello y como valor agregado de este estudio, acentuaron significados alrededor de la categoría emergente violencia bidireccional, destacando una falta de interés mutuo —padres e hijos— que generó afectación psicológica, además de sufrimiento por heridas en la historia de vida que suscitan emociones negativas en ambas partes. Esta observación advierte que más allá de repetir un ciclo de violencia, la bidireccionalidad convoca a expresiones diversas que por lo general tardan en percibirse como agresiones recíprocas y hacen que ambos integrantes de la familia se conviertan en sujetos activos en el proceso de violencia.

La presencia de significados de violencia bidireccional amerita la implementación de estrategias de prevención oportunas, que permitan no solo acompañar al adulto mayor como sujeto principal de protección y cuidado, sino también obtener resultados desde la educación y corresponsabilidad familiar, social y del Estado, para así poder disipar el riesgo de daño. Como se mencionó anteriormente, en el contexto de la violencia ejercida por los padres y la violencia perpetrada por los hijos donde se intercambian los papeles, la principal limitante de la atención para la detección e identificación de dicho riesgo son los rituales de silencio en la familia.

Finalmente, si bien esta investigación se desarrolló exclusivamente con varones adultos mayores, no se desconoce la importancia de plantear futuros estudios de familia cuyas participantes sean madres envejecientes, de manera que se pueda ampliar el análisis en el marco de los conceptos mencionados y sirva de base para una mejor comprensión del fenómeno de la violencia contra los progenitores adultos mayores.

Conclusión

Con todo lo expuesto y luego de indagar e interpretar los significados que otorgan los padres adultos mayores a la violencia perpetrada por sus hijos, se puede concluir que los padres adultos mayores víctimas de esta violencia construyen variados significados en función de tres circunstancias que rodean dicho fenómeno en función de la realidad social: sus trayectorias de vida familiar, la noción vincular y las demandas sociales. Este planteamiento lleva a reflexionar sobre:

Al respecto, se recomienda promover acciones para que cada uno ejerza un fuerte compromiso personal, familiar, profesional, social e institucional, aportando al bienestar de la población adulta mayor desde una actitud hacedora de comprensión, respeto,cuidado y afecto.En el plano de la intervención clínica es importante vislumbrar el fortalecimiento de las terapias psicológicas para la población envejeciente, sobre todo aquellas que se orientan al abordaje de los ciclos de violencia, el sentido de control y manejo del entorno, la resignificación de distorsiones cognitivas, el afrontamiento del duelo y la transición en los roles desempeñados, además del entrenamiento en solución de problemas. Asimismo, y según las posibilidades de contacto, es importante involucrar a los hijos u otros familiares, favoreciendo el proceso conversacional para que emerja la dinámica, los rituales del ciclo de vida y de la cotidianidad, y con ello se logre comprender el significado de lo que está sucediendo.

Finalmente, teniendo en cuenta que la incidencia de la violencia de los hijos contra los padres adultos mayores aún no está bien estudiada pese al notable número de casos que se reportan y otros que continúan ocultos, y tampoco ha sido ampliamente estudiada su afectación en los procesos biológicos, afectivos, cognitivos, sociales, volitivos, personales, familiares y espirituales, es primordial asumir un compromiso desde los diferentes sectores de la sociedad para conjugar elementos que permitan la sensibilización sobre el tema y la implementación de acciones en función de la prevención y atención oportuna: información sobre la problematización, autocrítica para preguntarse sobre el valor de la vida y del Otro, incentivación de la educación familiar, implementación de políticas, cualificación y formación de profesionales y cuidadores primarios, entre otras.

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Notas

* Este artículo de investigación hace parte del proyecto denominado “Violencia filio-parental (VFP): paradojas, contradicciones y maltrato al adulto mayor”, financiado por la Universidad Católica Luis Amigó y la Fundación Banco Arquidiocesano de Alimentos, Bogotá - Colombia. Aprobado en Acto Nº 60572 del 04 de marzo de 2020 en la ciudad de Medellín - Colombia. Todos los participantes firmaron un consentimiento informado, avalado por el Comité de Ética de la Investigación de la Universidad Católica Luis Amigó. Registro de Aval en Acto Nº 60710 del 19 de marzo de 2020 en la ciudad de Medellín - Colombia.
Cómo citar este artículo: Ávila-Navarrete, V. C. y Cardona, A. de J. (2024). Violencia de los hijos contra los padres adultos mayores. Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, 16(1), 98-118. https://doi.org/10.17151/rlef.2024.16.1.6.

Notas de autor

** Magíster en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia. Docente. Bogotá, Colombia. https://scholar.google.es/citations?user=pjSE_C0AAAAJ&hl=es.
*** PhD. en Investigación en Psicología. Grupo de investigación Procesos Psicológicos y Neurociencias. Bogotá, Colombia. https://scholar.google.com/citations?user=HEhXwrYAAAAJ&hl=es&oi=ao.
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