Cambios y transformaciones en las familias latinoamericanas

Contexto: familias y educación en jóvenes universitarios en situación de confinamiento por el (COVID-19)*

Context: families and education in young university students in a situation of confinement due to COVID-19

Astrid Sofía Suárez Barros **
Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia
María del Pilar Morad Haydar ***
Universidad de Cartagena, Colombia
Jennifer del Carmen Castillo Bolaños ****
Universidad Simón Bolívar, Colombia
Alfredo Rojas Otálora *****
Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia
Yolima Alarcón Vásquez ******
Universidad Simón Bolívar, Colombia
Yomaira García Acuña *******
Universidad Simón Bolívar, Colombia

Revista Latinoamericana de Estudios de Familia

Universidad de Caldas, Colombia

ISSN: 2145-6445

ISSN-e: 2215-8758

Periodicidad: Semestral

vol. 14, núm. 2, 2022

revista.latinofamilia@ucaldas.edu.co

Recepción: 16 Noviembre 2021

Aprobación: 20 Agosto 2022



DOI: https://doi.org/10.17151/rlef.2022.14.2.3

Resumen: Objetivo. Comprender las experiencias de estudiantes universitarios en el contexto familiar y educativo, desde las tensiones, los cambios y oportunidades que se vivieron durante el confinamiento por el COVID-19, para reflexionar sobre las vivencias que desde pandemia asumieron las familias y las instituciones educativas. Metodología. Se enfoca en la pregunta problema: ¿Cómo comprender las experiencias de jóvenes universitarios durante el confinamiento por el COVID-19, desde las tensiones, los cambios y oportunidades que se vivieron desde las familias y las instituciones educativas? Con un diseño cualitativo, con elementos de la teoría fundamentada, bajo el paradigma interpretativo-hermenéutico, con análisis categorial, abierto, axial y selectivo para generar conocimiento en esta temática, a través de cuatro fases. El instrumento fue una encuesta diseñada y aplicada en línea en un formato de Google Forms a 584 estudiantes universitarios de pregrado y activos en el período académico 2020-2, de cinco universidades de la Región Caribe en Colombia, desde una postura emic (voces de los y las estudiantes) y con análisis de categorías con apoyo del aplicativo DATAVIV y desde consideraciones ético-legales. Resultados. El confinamiento afectó los contextos de la familia y la educación. Las vivencias se manifestaron en una tendencia de emociones negativas, en las categorías “Genera estrés”, “Adaptación difícil a la virtualidad” y “Dificultades técnicas”, complementadas con emociones catalogadas como positivas como las categorías “Apoyo a la estabilidad emocional” o “Estudio es factor motivador positivo”. El nivel de estrés que se generó en las mujeres fue mayor (76.1 %) que en los hombres (40 %), lo que refleja una desigualdad de género relacionada con la recarga en el rol femenino con tareas domésticas y cuidado de niños y niñas. Conclusiones. La familia y la educación son sensibles a situaciones de crisis y cambios sociales y culturales, siendo escenarios de contención y afrontamiento emocional, que requieren reflexión alrededor de los momentos históricos del siglo XXI. Igualmente es importante resaltar la afectación detectada por las mujeres y su relación con los roles asignados que procuran esta circunstancia.

Palabras clave: contexto familiar, contexto educativo universitario, emociones, confinamiento, COVID 19, estudiantes universitarios.

Abstract: Objective. To understand the experiences of university students in the family and educational context from the tensions, changes and opportunities that were experienced during the confinement by COVID-19 in order to reflect on the experiences that families and educational institutions assumed since the pandemic started. Methodology. The methodology focuses on the research question How to understand the experiences of university students during the confinement by Covid-19 from the tensions, changes and opportunities that families and educational institutions experienced? with a qualitative design, including elements of grounded theory under the interpretive-hermeneutic paradigm, with categorical, open, axial and selective analysis to generate knowledge on this subject, through 4 phases. The instrument was a survey designed and applied online to 584 undergraduate and active university students in the academic period 2020-2 from 5 universities in the Caribbean Region in Colombia, from an emic position (voices of the students) and with analysis of categories with the support of the DATAVIV application and from ethical-legal considerations using a Google Forms format. Results. the confinement affected the family and education contexts. The experiences manifested in a trend of negative emotions in the categories “Generates stress”, “Difficult adaptation to virtuality” and “Technical difficulties” complemented with emotions classified as positive such as the categories “Support for emotional stability” or “ Study is a positive motivating factor”. The level of stress that was generated in women was higher (76.1%) than in men (40%), which reflects a gender inequality related to the burden on the female role with domestic tasks and childcare. Conclusions. Family and education are sensitive to crisis situations and social and cultural changes, being scenarios of containment and emotional coping which require reflection around the historical moments of the 21st century. It is also important to highlight the affectation detected by women and their relationship with the assigned roles that allow this circumstance.

Keywords: Family context, educational context, emotions, confinement, COVID-19, university students.

Introducción

Este artículo tiene como objetivo comprender las experiencias de jóvenes universitarios en el contexto familiar y educativo, a partir de las tensiones, los cambios y oportunidades que se vivieron durante el confinamiento por el COVID-19, buscando reflexionar sobre la crisis desde las familias y las instituciones educativas. Se presentan consideraciones sobre la flexibilización en procesos educativos institucionales, los medios y mediaciones tecnológicas, las condiciones económicas, sociales, familiares y psicológicas que contribuyen a enfrentar la crisis y disminuir la deserción estudiantil. Los(as) participantes en la investigación, estaban vinculados a universidades adscritas a la Red de Programas en formación en familia, en el Nodo Caribe: Universidad Simón Bolívar (sede Barranquilla), Universidad del Atlántico, Universidad Nacional abierta y a distancia – UNAD (sede Barranquilla), Universidad de Cartagena, Corporación Antonio José de Sucre – CORPOSUCRE (Sincelejo) y la Corporación Educativa del Caribe – CECAR (Sincelejo). La intención fue conocer las realidades de los (as) estudiantes en un momento histórico donde la educación presencial, por medidas sanitarias obligatorias de confinamiento, y este conocimiento se hizo mediante las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), sin acceso directo presencial, trasladando la convivencia familiar y la educación, donde confluyeron roles de estudiantes, madres, padre, hermanos(as), hijos e hijas, y otros parientes, en un mismo espacio, asumidos como escenarios educativos, de trabajo y de ocio en la vida cotidiana familiar.

La experiencia social de trasladar la universidad a la casa y convertirse en un escenario educativo, muestra los puntos de encuentro del contexto familiar y el educativo, por lo que los referentes teóricos se plantean desde familia y pandemia, y educación y pandemia.

Referentes teóricos

La investigación asume aproximaciones teóricas desde dos ejes: la familia y la educación. Ambos, asociados al contexto histórico social de la pandemia generada por el COVID-19 y el confinamiento como mecanismo de prevención impuesto desde los gobiernos y con incidencia en todos los ámbitos de la vida social y en todos los grupos etarios.

Familia y pandemia: luces y sombras

La familia, de acuerdo con García (2008), “es un tipo de organización social cuyos miembros están unidos por lazos de afecto y entre ellos predomina una jerarquía y distribución del poder, los cuales están sujetos a modificaciones producto de la convivencia, pero también de situaciones externas” (p. 10). De aquí se deduce que las relaciones entre los miembros de la familia, son sensibles a los cambios asociados a situaciones externas, como por ejemplo la pandemia. En esa misma línea, Calveiro (2009), también reconoce que las familias son “escenarios donde se evidencian desigualdades, que no son ajenas a las relaciones de poder que transitan en la sociedad.

Esta, establece una compleja red de vínculos diferenciados, pero que guardan sintonía, posibilitan, reproducen y transforman relaciones” (p. 23). El anterior planteamiento concuerda con Ribeiro (2012), quien señala que no se puede referir teóricamente a la familia de manera general, sino que es necesario hablar del contexto y la diversidad de las regiones de donde provienen, las épocas, clases sociales y subgrupos dentro de cada sociedad.

Las familias se comprenden en el ejercicio investigativo como sistemas abiertos en constante cambio, cuya interacción con el contexto social posibilita escenarios diversos, dependiendo de la cultura y la vida social, donde se sitúan las trayectorias vitales de estas. Es preciso señalar que el confinamiento propició cambios drásticos alrededor de los acuerdos para sostener la convivencia entre sus integrantes. Palacio (2021), afirma que la pandemia ha instalado una dinámica mundial y cotidiana distinta a la preexistente, se fusionan lo público, lo privado, lo familiar y lo íntimo, configurando espacios quebradizos, que exacerban las vulnerabilidades. En este mismo sentido, Javakhishvili et al. (2020), encontraron que la pandemia por COVID-19 generó cambios en los aspectos relevantes en la vida de las personas, tanto en lo social como lo económico y la salud, tanto física como mental, pues se dieron afectaciones en las rutinas diarias que dieron lugar a factores estresantes. Los análisis sobre los efectos de la pandemia y su relación con las familias se pueden situar desde dos sentidos. En primer lugar, a nivel internacional, se hizo referencia a los aspectos sobre la salud (física como mental), en las distintas poblaciones y en los miembros de las familias. En segundo lugar, se analizan los efectos de la pandemia en términos de la afectación económica y mecanismos de afrontamiento en salud pública y medidas sanitarias (González-González, 2020). Entidades e instituciones como el Grupo Banco Mundial (2020b), el Fondo Monetario Internacional (FMI) (2020), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) (2020), describieron los efectos en lo económico en países latinoamericanos, entre los cuales se encuentra Colombia. El gobierno nacional decretó el confinamiento como medida para prevenir el contagio y desde el mes de marzo de 2020 se plantearon diversas estrategias para abordarlo desde distintos sectores.

Desde la academia y la investigación, en cuanto al confinamiento y la relación con la convivencia familiar, se tienen reportes cercanos en Latinoamérica con el caso de la epidemia del H1N1 en México en el 2009. En un estudio realizado por Estrada-Iguíniz (2010), se recogieron las experiencias de 12 familias en Ciudad de México durante el confinamiento decretado por el gobierno para prevenir el contagio del virus. Se halló que el confinamiento obligatorio incrementó la tensión y los conflictos, pero también evidenció los recursos que cada familia tenía para enfrentar la situación de emergencia sanitaria.

El confinamiento por el COVID-19 puso de presente una vez más los temas de género, dado que, durante el mismo, continúan las prácticas cotidianas de cuidado realizadas, fundamentalmente, por las mujeres, con un incremento sustancial por las medidas de aislamiento físico que se tomaron (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE] et al., 2020; Pineda, 2020). Hay algunas variaciones cuando las mujeres realizan una actividad laboral fuera de la casa, en estos casos, los hijos e hijas y los esposos suelen participar en las labores del hogar, pero las mujeres que no tienen estas actividades, son las únicas responsables del cuidado en el hogar, como lo mostró una investigación realizada en México. Aquí, las mujeres participantes reportaron algunos cambios promovidos por ellas como redistribución de trabajo doméstico entre los demás integrantes de la familia y admitieron que cuando no podían ayudar a las labores escolares de sus hijos y solicitaban ayuda de sus esposos, estos participaban, si el trabajo se los permitía. El estudio concluyó que la familia sigue siendo un espacio importante para los aprendizajes desde la construcción del género, por esto la importancia de la construcción de políticas públicas de equidad de género que promuevan y valoren el trabajo doméstico y no remunerado (Valle et al., 2021).

Investigaciones frente a la situación de confinamiento y convivencia familiar relacionadas con la cantidad de horas, que ahora son más de las regularmente asumidas antes de la pandemia, han dado hallazgos diferentes. Anta (2020), asegura que la casa es vivenciada como un espacio de seguridad que aísla a la persona del peligro de contaminación ante este virus en otros escenarios fuera de ella. Granja (2020) y Panizo (2020), aseveran que el confinamiento al inicio tuvo una consecuencia positiva para las familias, en el que se dio el reencuentro consigo mismo, el reconocimiento de los miembros de la familia y la potenciación de la comunicación.

A su vez, diversos estudios encontraron que las familias manifiestan sentimientos de incertidumbre, miedo, intranquilidad, angustia, estrés y frustración (Inchausti et al., 2020; Johnson et al., 2020; Puerta-Cortés, 2020; Rodríguez-Quiroga et al., 2020), pero también actitudes de responsabilidad y cuidado frente al COVID-19 ( Johnson et al., 2020), Además de lo anterior, encuentran que se ha dado una afectación de la salud mental en general y que esta varía de acuerdo a diferentes condiciones, es así como Johnson et al. (2020), argumentan que el impacto en la salud mental es desigual según el género, el nivel educativo y el confort percibido en el hogar; por su parte, Serafim et al. (2021), encontraron que las personas que tuvieron contacto con conocidos que tuvieron COVID-19 estuvieron más propensos a la afectación de su salud mental. También hay hallazgos empíricos en este tiempo de crisis, que muestran las familias como un escenario que le permite a sus miembros expresar con libertad sus ideas, presiones y temores, en especial relacionado con el virus, generando incluso, consensos y disensos, posturas y comportamientos diferentes en cada uno y que pudieran convertirse en conflictos y crisis al interior del hogar (González-Velázquez, 2020).

La dinámica social del siglo XXI, frente a la vida laboral de ambos padres, alejándose de su familia, en un promedio de 6 a 8 horas mínimas diarias, ha sido replanteada intempestivamente por la pandemia. El tener que confinarse en espacios que no cumplían medidas y acondicionamiento para compartir por muchas más horas y frente a actividades múltiples (escolares, cotidianas, laborales), han generado retos en adaptación y afrontamiento para los que no se estaba, personal y familiarmente, preparados. Los estudios evidencian que las mujeres fueron principalmente quienes realizaron la mayor parte o todo el cuidado de los hijos y de las tareas domésticas, a pesar de que tenían a su vez que responder con sus tareas laborales, presentando, en muchos casos, una disminución de su rendimiento laboral (Ramacciotti, 2020; Romero, 2021; Shockley et al., 2021).

Los mecanismos de adaptación para estas situaciones se han visto representados en el aumento de conductas de violencia intrafamiliar, consumo de alcohol y sustancias psicoactivas. Las mujeres con el confinamiento son una de las poblaciones más afectadas, puesto que el encierro potencia los factores de riesgo de violencia de género y se incrementan las barreras para solicitar protección, amparo y realizar las denuncias (Chaparro y Alfonso, 2020; Herrera-Hugo et al., 2021; Lorente-Acosta, 2020; Mateos-Casado, 2021; Montero-Medina et al., 2020).

La pandemia ha despertado un estado de alarma que se genera por la preocupación de enfocarse en la acción de autocontagiarse y la de contagiar a los miembros de su familia, en especial, a los más susceptibles y vulnerables. El reconocimiento de este estado de crisis, ha despertado emociones como el miedo y la ansiedad. Es de aclarar que estas son emociones adaptativas, que tienen todos los humanos y que permiten que un sujeto canalice su energía para desarrollar acciones claras y puntuales para protegerse del riesgo y peligro. En el caso de la pandemia, el miedo genera mecanismos de afrontamiento como el uso de tapabocas, el lavado técnico y frecuente de las manos, el acogimiento del confinamiento, el distanciamiento físico, la consulta médica en caso requerido y cualquier otra que se necesite para su autocuidado y el cuidado de los demás (Valero et al., 2020).

Se puede decir entonces, que las familias se convierten en espacios socio- afectivos, que permiten a sus miembros enfrentar las vicisitudes de la vida, cuyo esfuerzo no está dirigido solo a la sobrevivencia, sino, al fortalecimiento del vínculo afectivo y las estrategias de comunicación y cuidado, que en palabras de Puyana (2020) “…cuidarnos y cuidar a los demás es necesario desde que nos despertamos hasta el anochecer. Forma parte del engranaje cultural, por medio del cuidado se consolidan las relaciones afectivas, aprehendemos el lenguaje…, construimos formas de vivir en sociedad” (p. 11). Este trabajo compartido entre unos y otros, se hace notorio, para la infancia, adolescencia y adultos mayores, permitiendo generar el desarrollo psicoafectivo que sus integrantes requieren.

Educación y pandemia: vivencias y afrontamiento

El COVID-19, ha cambiado masivamente las formas de vivir y convivir, y la escuela, las universidades y centros de formación y educación no han sido la excepción. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), más de 861.7 millones de niños, niñas y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia que ha ocurrido este año, en consecuencia, estableció la Coalición Mundial para la Educación con 160 miembros y quienes trabajan frente a género, conectividad y profesorado (Villafuerte, 2020).

El gobierno nacional de Colombia promulgó la Directiva 02 del 12 de marzo del 2020 relacionada con las actividades académicas, como mecanismo de afrontamiento en tiempos de pandemia. Las instituciones de educación superior se acogieron a estos lineamientos a partir del 25 de marzo de 2020, asumiendo acciones para dar continuidad a los programas académicos. Allí se señala el trabajo en casa haciendo uso de las TIC, acudiendo a canales virtuales institucionales, haciendo uso de herramientas como E-learning, redes sociales, plataformas colaborativas para desarrollar procesos de capacitación y espacios de reflexión que sean inaplazables. Es así como se produce un proceso de evaluación y comprensión de la experiencia de los estudiantes universitarios sobre esta situación. Con respecto a la relación educación, familias y pandemia, se encuentra un desbalance frente a los estudios, dado que se hace un mayor énfasis en la educación en los primeros años (inicial, primaria y secundaria) que sobre la educación superior.

Las instituciones educativas, en especial las universitarias de modalidad presencial, con un marco de planeación, desarrollo y evaluación a través de actividades, cronogramas y horarios sincrónicos para los miembros de la comunidad educativa (estudiantes, docentes, administrativos), fueron afectadas por la emergencia sanitaria en el mundo. La situación imprevista hizo que las instituciones educativas, tanto privadas como públicas, acogieran las medidas de bioseguridad y como consecuencia hubo cierres de los centros, suspensión de la presencialidad, la inmersión a la educación en el hogar (homeschooling) y la educación mediada por tecnologías. Aunque fue una solución emergente ante la situación, la confusión, el desconocimiento y las afectaciones a familias y personas, al igual que la inequidad social y el bajo nivel en acceso a tecnologías y conectividad, se ha visibilizado a nivel de países en Latinoamérica (Grupo Banco Mundial, 2020a).

En el contexto de la educación superior en Colombia, las instituciones educativas durante la pandemia y el confinamiento buscan asegurar la continuidad del proceso educativo, implementando el uso de Internet y las plataformas tecnológicas, acercando las entidades educativas a los hogares de los estudiantes. Toman relevancia entonces las estrategias y los medios digitales y se transforma la intención y su uso:

pasan de ser utilizados con propósitos de mejorar los aprendizajes de nivelación y búsqueda de equidad, a ser un uso masivo y prioritario que requiere el Internet, el móvil y dispositivos más accesibles, y que reta a estudiantes y docentes en sus habilidades digitales para implementar en sus compromisos académicos y laborales (Trucco y Palma, 2020). La investigación de estas autoras se desarrolló en cuatro países (Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay) durante la pandemia, en este destacan algunos desafíos, de los cuales se retoman dos por ser válidos para la investigación que origina este artículo. Ellas recomiendan que lo fundamental es nivelar las condiciones de acceso y conectividad y avanzar en las brechas relacionadas con las competencias digitales, las cuales facilitan la apropiación de los beneficios que el mundo digital pueda brindar.

En otro estudio realizado en México por Miguel (2020) con estudiantes universitarios y bajo la orientación de la pregunta: ¿Cómo te sientes con el ajuste de clases presenciales a virtuales debido a la contingencia sanitaria COVID-19?, los hallazgos muestran el sentir, los obstáculos, retos y ajustes frente a las clases virtuales, en las cuales el componente socioeconómico también es clave. El estudio exploró también cómo han vivido los profesores y administrativos el confinamiento. Resultados semejantes, fueron reportados por diferentes estudios en los que participaron estudiantes universitarios y destacaron como primer obstáculo, la deficiente conectividad y la carencia de dispositivos tecnológicos, lo cual se complica en áreas rurales. También, encuentran que, a nivel de salud mental, aparecen estresores vinculados a serios interrogantes sobre las posibilidades de continuar estudios por los impactos económicos de la pandemia, así como la manifestación del desinterés y la desmotivación por estudiar y cumplir sus obligaciones académicas (Ávila y Dzib, 2020; García-González y Rodríguez-Zapata 2021; Garduño, 2020).

Las familias ofrecen a los(as) jóvenes universitarios un apoyo en el afrontamiento de diferentes situaciones tanto personales, económicas y sociales. En el estudio realizado por Sánchez y Callejas (2020), los estudiantes reconocen la importancia del apoyo de sus familias, porque asumen principalmente los gastos y hacen todo tipo de sacrificios y privaciones de carácter económico, de reorganización en los roles y el surgimiento de capacidades de resistencia, solidaridad y resiliencia.

Lo anterior coincide con el análisis del Observatorio de Familia (2021) y del Departamento Nacional de Planeación (DNP) con relación a los efectos de la pandemia en la educación superior y las familias, estos dan cuenta de dos aspectos vinculados a esta investigación. El primero, relacionado con el impacto de las medidas de confinamiento sobre la población estudiantil y el segundo, vinculado con los aspectos económicos. El Observatorio reitera que toda situación de crisis, tiene impactos diferenciados de acuerdo al género de las personas. La crisis sanitaria causada por el COVID-19 no es diferente y las investigaciones y entidades lo han mostrado.

En el campo laboral, por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2018), ha manifestado que las mujeres, generalmente, tienen más compromisos y responsabilidades que los hombres, frente a tareas de cuidados y que, además, no son remunerados (Cepal y Unicef, 2020). En el tiempo de COVID-19, esta situación se ha incrementado, por superposiciones de tareas en el espacio del hogar, en el que se permean acciones laborales, académicas, familiares y personales. Esta situación ha incrementado el cansancio, el estrés, la tristeza y la ansiedad, que puede exacerbar las vulnerabilidades preexistentes (Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres [ONU-Mujeres], 2020; Comisión Interamericana de Mujeres [CIM], 2020). Igualmente, Ramos y Gómez (2020), identificaron que los indicadores laborales, como la tasa de desempleo, e inactividad en Colombia por el COVID-19, han contribuido al incremento de la brecha laboral entre hombres y mujeres. Esto se apoya con el aumento de las desigualdades ya existentes en la sociedad y el desequilibrio entre la conciliación familiar y la satisfacción laboral (Villavicencio y Arce, 2021). Esta crisis sanitaria, que es una de las más relevantes del siglo XXI, genera más presión en las mujeres que son madres, así como en las relaciones familiares, puesto que el reparto de los tiempos entre el trabajo no remunerado y remunerado, es desigual entre los géneros. En el caso de la población de mujeres, jóvenes estudiantes, que son madres, deben distribuir su tiempo entre estudiar, trabajar por la crianza y cuidado de sus hijos e hijas.

La pandemia visibilizó y exacerbó las dificultades de los y las estudiantes en su contexto familiar y educativo, lo que dificulta atender las necesidades educativas, familiares y personales.

Metodología

La metodología utilizada en esta investigación se enfocó en la pregunta problema: ¿Cómo comprender las experiencias de jóvenes universitarios durante el confinamiento por el COVID-19, a partir de las tensiones, los cambios y oportunidades que se vivieron desde las familias y las instituciones educativas?

El diseño metodológico fue de tipo cualitativo, con elementos de la teoría fundamentada, bajo el paradigma interpretativo, con una mirada hermenéutica que permitió realizar un análisis categorial, abierto, axial y selectivo para generar conocimiento en esta temática. El procedimiento tuvo las fases de planeación, aplicación, interpretación y análisis de resultados. Por las condiciones sociales del momento histórico, la investigación estuvo mediada por las tecnologías en todas sus fases. El instrumento para la construcción de datos fue una encuesta diseñada y aplicada en línea en un formato de Google Forms, que contenía consentimiento informado, elementos bioéticos normativos explícitos para la participación, aspectos sociodemográficos y dos preguntas abiertas sobre sus experiencias frente al confinamiento en sus roles como integrante de una familia y de estudiante en procesos académicos. La población participante: estudiantes universitarios activos en el período académico 2020-2, convocados por medios virtuales (correo electrónico y WhatsApp), para participar de manera libre, voluntaria y apoyada con la técnica de bola de nieve. Los participantes fueron 584 estudiantes universitarios de pregrado, representando a diferentes programas profesionales vinculados a cinco universidades de la Región Caribe en Colombia: Universidad Simón Bolívar —UNISIMÓN (196)—, Universidad Nacional Abierta y a Distancia —UNAD (33)—, Universidad de Cartagena —UNICARTAGENA (85)—, Corporación Educativa del Caribe —CECAR (53)—, Corporación Antonio José de Sucre —CORPOSUCRE (191)— y Universidad del Atlántico —UNIATLÁNTICO (26)—. Los datos recogidos se plantearon desde una postura emic (voces de los y las estudiantes) y el análisis se hizo desde categorías emergentes en tres momentos: descriptivo, analítico e interpretativo, con apoyo del aplicativo DATAVIV. Las consideraciones éticas y el consentimiento informado se tomaron en cuenta bajo la Resolución 8430 de 1993.

Resultados

Los datos sociodemográficos permiten mostrar que de los(as) 584 estudiantes, el 86 % son mujeres y el 14 % hombres. El 90 % viven en el sector urbano y el 10 % en el rural. Los programas a los que pertenece el estudiantado son Trabajo Social, Derecho, Psicología y Sociología. El 81 % de los(las) estudiantes dependen económicamente de sus padres, el 7 % es empleado, 4 % es trabajador(a) independiente y el 3 % manifiesta estar desempleado. En cuanto a los ingresos por familia de los(as) estudiantes, se identificó que el 38 % es inferior a un (1) salario mínimo y que el 41 % están entre uno (1) y (2) salarios mínimos.

Frente al objetivo, se encontró que las experiencias de los y las participantes, en el contexto familiar y educativo, se relacionan con vivencias emocionales. El análisis de contenido, halló que la categoría más notoria en ellos es que la situación obligatoria de confinamiento por el COVID-19 “Genera estrés”; la cual asocian con la cantidad de trabajos que les colocan, la alta carga académica universitaria: “Abrumado por la cantidad de compromisos y el miedo a no cumplirlos” (Hombre, 24 años, soltero, entrevista personal, 2020); el encerramiento: “Estresada debido al encierro y a más clases virtuales” (Mujer, 20 años, soltera, entrevista personal, 2020); el uso intensivo de la virtualidad:

Estresada por los trabajos de la universidad. Con el tema de la virtualidad, los trabajos se han hecho más trabajosos en el sentido de que hay que hacer vídeos, ensayos, transmisiones, además del poco tiempo que nos dan para los parciales. (Mujer, 29 años, casada, entrevista personal, 2020)

Y la percepción sobre el hecho que los docentes colocan mayor cantidad de trabajo en la modalidad virtual que en la presencialidad y que sus actitudes son de alto nivel de exigencia en las actividades académicas: “Las actividades de algunos docentes de forma no flexible” “Estresada... Hay mucho más trabajo que el habitual y no cuento con los recursos electrónicos para realizarlos todos en el tiempo necesario” (Mujer, 20 años, soltera, entrevista personal, 2020).

Se encuentra además que las causas por las que las mujeres participantes expresan que les “Genera estrés” el confinamiento, se halla en las vivencias, en lo que se refiere a los estudios y la sensación afectiva negativa total de la situación: “Un poco atareada porque se han multiplicado el trabajo, tanto las labores de casa como las de la institución donde laboro” (Mujer, 36 años, casada, entrevista personal, 2020); “Mal, porque yo soy de un pueblo al sur del Atlántico y no tenemos muchas cosas, la comida se sale a buscar al municipio algunas veces” (Mujer, 19 años, soltera, entrevista personal, 2020). La trasposición de los escenarios familiares y educativos en esta época de confinamiento han generado tensiones que se expresan en niveles de estrés:

Muy agotada y preocupada, la situación económica de mi casa es una las principales causas. También el hacinamiento, somos cinco personas —incluyéndome— que convivimos en un apartamento pequeño e interno; no tengo mi propio espacio, las altas temperaturas son agobiantes y ha sido el detonante de discusiones. Me siento triste e impotente ante nuestras deudas de arriendo y servicios públicos. La falta de alimentos nos ha derrumbado emocionalmente. (Mujer, 21 años, soltera, entrevista personal, 2020)

“Un poco agobiada porque mi hermana menor tiene comportamientos irresponsables y egoístas que afectan la convivencia familiar” (Mujer, 23 años, soltera, entrevista personal, 2020).

Se encuentran dos categorías más: “Adaptación difícil a la virtualidad”, que implica la dificultad de aceptar lo nuevo que es lo virtual: “Agobiada, cansada, estresada con las clases virtuales” (Mujer, 25 años, soltera, entrevista personal, 2020) y la de “Dificultades técnicas”, se refiere a falta de equipos de cómputo, fallas en Internet o fallas de fluido eléctrico: “De salud me he sentido bien, pero un poco triste porque a veces no tengo los elementos para hacer mis clases virtuales y mis trabajos” (Mujer, 27 años, soltera, entrevista personal, 2020). Igualmente, emergió otra categoría: “Dificultad no definida” asociada con situaciones difíciles relacionadas con algunas actividades académicas y de la vida: “Ha sido un tiempo de mucha confusión donde han surgido en mí una serie de preguntas acerca del futuro, donde se me hace difícil responderlas por m. misma, han existido momentos de angustia, estrés cansancio mental y corporal” (Mujer, 30 años, soltera, entrevista personal, 2020).

También se encuentran categorías relacionadas con experimentar el confinamiento como cambio y asumirlo como oportunidades. Así aparece la categoría: “Apoyo a la estabilidad emocional”, en la que los y las estudiantes, manifestaron comprender que el estudio y la familia les ayudó a mejorar las emociones negativas generadas por el confinamiento obligatorio: “Me he sentido super bien, porque es un bienestar estar en esta cuarentena para el cuidado de todos nosotros”(Mujer, 26 años, soltera, entrevista personal, 2020). La categoría: "Estudio es factor motivador positivo", se relaciona con todas las personas que calificaron la afectación (“Sentirse bien”) y valoran el estudio y otras actividades lúdicas: “Bien, aunque he tenido dificultades con algunas actividades académicas, he podido salir adelante, el resto mis actividades cotidianas siguen normal y he podido dedicarle más tiempo al estudio —leer, dibujar, aprender sobre cocina en casa, jugar con mi hermana— (Mujer, 22 años, soltera, entrevista personal, 2020).

Se puede afirmar, entonces, que las vivencias de lo relacionado con lo académico y familiar en los(as) estudiantes participantes se manifestó en una tendencia de emociones negativas en las categorías: “Genera estrés”, “Adaptación difícil a la virtualidad” y “Dificultades técnicas” y complementadas con emociones catalogadas como positivas las categorías: “Apoyo a la estabilidad emocional” o “Estudio es factor motivador positivo”. Esto podría implicar que el estudio o lo académico es parte de la vida y necesidad de las personas, pero en la pandemia se ha vivido más en la dirección de las vivencias negativas que en las de apoyo y desarrollo para el individuo.

Otro aspecto a resaltar en estos resultados, es el nivel de estrés que se genera en las mujeres (76.1 %) sobre los hombres (40 %). Esto refleja una desigualdad de género que puede estar relacionada con la recarga en el rol femenino con tareas domésticas y cuidado de niños y niñas, adicional a las cargas de tensión por la situación de confinamiento, que hacen que las actividades académicas se vivencien como fuertemente estresantes, tal como se pudo observar en las voces de las estudiantes.

Discusión

Las características sociodemográficas de los(as) estudiantes participantes, en distinción por sexo, reflejan que las carreras que están integradas por población de mujeres, muestra segregación de formación acorde con las estadísticas nacionales del Sistema de Educación Superior (SNIES, 2021), para el año 2020 de los(as) matriculados(as) en instituciones de educación superior tanto públicas como privadas, se identificó que el 53 % son mujeres y el 47 % son hombres, para un total nacional de 2,355,603 estudiantes universitarios activos.

La pandemia incrementó el desempleo juvenil, la brecha de género, la deserción escolar, puso de manifiesto las necesidades del mercado laboral, así como de la sociedad y las competencias que se aprenden en la universidad. Así lo señala el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Colombia (2021). En el segundo trimestre del año 2021, la tasa de ocupación de los jóvenes fue de 42,3 %, lo cual representa un aumento de 3,1 puntos porcentuales, respecto al año inmediatamente anterior, cuando fue de 39,2 %. La tasa de desempleo, en este mismo periodo, fue de 23,1 %, lo que representa un aumento de 0,3 puntos porcentuales respecto a 2020 (22,8 %). Pese al aumento de la tasa de ocupación en el trimestre febrero-abril de 2021, se puede evidenciar que desde 2016 tanto la ocupación como el desempleo se ha precarizado para los jóvenes, pues el primero ha presentado caídas sostenidas y el segundo aumento generalizado.

Se puede considerar que las dificultades y expresiones presentadas se relacionan principalmente con la adaptación a la modalidad virtual que es nueva para la mayoría de los(as) estudiantes que estaban matriculados(as) en la modalidad presencial, ya que en general en Colombia, durante la pandemia, las universidades adoptaron la educación mediada por las TIC, a excepción en este estudio de la Universidad Nacional Abierta y Distancia (UNAD) que oferta la modalidad virtual al 100 % en su formación. Las dificultades técnicas, de recursos económicos, de formación y de calidad en la prestación de servicios públicos como la energía eléctrica, que presenta constantes fallas en la Región Caribe, por lo anterior, esto explica las preocupaciones del estudiantado ante la virtualidad, cuando se refieren a falta de recursos para lograr eficiencia en la actividad. Solo un grupo pequeño siente positiva la experiencia de la educación virtual, mientras que el grupo restante relaciona la virtualidad con la sensación de recarga de trabajo y a esto se agrega las actitudes de docentes que son poco flexibles.

El equilibrio entre las necesidades tecnológicas para avanzar con sus compromisos académicos y la disponibilidad de las TIC (incluyendo televisión y radio), evidencian las situaciones de desigualdad. Para conectar las brechas en el acceso y adaptación a las TIC se coincide con Chehaibar (2020), en cuanto a la necesidad de homologar lo presencial a través de mediaciones y la búsqueda de generar trabajos sincrónicos entre docentes y estudiantes, ya que “las diferencias entre modalidades y tipos educativos, entre las instituciones privadas y públicas, entre lo rural y lo urbano, entre zonas industrializadas e indígenas; lo cual potencializa la exclusión y el rezago educativo y visibiliza la pobreza y la inequidad” (p. 85).

Como se describió anteriormente, las brechas tecnológicas se han evidenciado y potencializado en estos tiempos de pandemia, han mostrado el esfuerzo en los procesos educativos en mediar el acceso a la educación a través de tecnologías de las telecomunicaciones y lo anterior ha requerido que tanto estudiantes como docentes utilicen plataformas digitales gratuitas o de acceso abierto o cerradas para continuar su proceso “con las que no necesariamente se encontraban familiarizados” (Cepal y Unesco, 2020, p. 10). Sin embargo, se observa una inconsistencia entre el informe de los países ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Sostenible (OCDE) (2019), donde los países en América Latina informaron que los docentes habían sido formados en herramientas TIC para la educación (en niveles que llegan al 64 % en el Brasil, el 77 % en Chile, el 75 % en Colombia, el 77 % en México y el 53 % en la Ciudad de Buenos Aires) y lo que reportan los docentes en cuanto a sus necesidades de formación en este campo y los administrativos en cuanto a la precaria capacidad instalada en las instituciones para el trabajo virtual (OCDE, 2020). A pesar de los procesos de capacitación en herramientas virtuales, la pandemia por el COVID-19 y las medidas de confinamiento sobrepasan las capacidades instaladas en las instituciones educativas, en especial para las garantías en el acceso a la educación con calidad a las poblaciones de escasos recursos como los (as) participantes de este estudio.

En relación con el contexto familiar, los estudios nos muestran que para su comprensión es necesario indagar la historia y las condiciones socioeconómicas y culturales, lo cual implica una doble lectura de los procesos domésticos, en interacción con el cambio social (Chacón et al. 2018). En la familia se expresan situaciones que son factores de crecimiento o dificultades a lo largo de la vida, que afectan las emociones a nivel individual, pero en la etapa de pandemia que se ha vivido en los dos últimos años, lo emocional implica un factor de mayor importancia para lograr supervivencia e integración a las nuevas realidades; lo cual trae consigo tanto sentimientos positivos como negativos que repercuten en los estudiantes universitarios y sus familias. Se considera que ante este evento tan inesperado la familia ha afrontado los conflictos de acuerdo a sus recursos y fortalezas, como un punto de partida para la convivencia familiar.

El impacto psicológico y socioemocional que el confinamiento (promedio de 60 días), ha generado en los estudiantes universitarios y sus familias, se puede asociar con las condiciones de hacinamiento que afectan su salud mental y potencializan las tensiones que se gestaban en épocas anteriores. Según la Cepal y Unicef (2020), un 51.2 % vive en áreas urbanas en América Latina en hogares con precariedad habitacional (desde moderada a grave), que no ofrecen espacio para estudiar y descansar, lo que afecta el desempeño académico, laboral y el bienestar y favorece estados emocionales y sociales teñidos de fricción y estrés. De igual manera, en los hallazgos de esta investigación se evidenciaron estos elementos esenciales para la aparición de estrés, en especial, el uso de los espacios compartidos en el hogar, hecho destacado por Gallego-Montes (2021).

Sin embargo, los resultados de las afectaciones en la familia, la educación y las emociones que se hallan en esta investigación, podrían asociarse con lo que Bauman (2007), manifiesta en cuanto a una sociedad líquida, voluble e inestable, impregnada de incertidumbres, indecisiones e inseguridades, que se exacerba con la aparición del virus y el reto avasallador de asumir acciones para continuar la vida.

Por otro lado, los hallazgos relacionados con los aspectos educativos, aunque evalúan la educación como una función importante del desarrollo del individuo en su contexto familiar (Arranz, 2004), muestran que solo un grupo relaciona este aspecto con sus emociones y tensiones durante el confinamiento por la pandemia, a pesar de que para la mayoría la educación virtual es algo nuevo. Esto puede interpretarse como que a pesar de ser estudiantes todos los participantes, para la mayoría este factor no incide mucho en sus niveles de preocupación, pero sí lo hacen las emergentes relaciones con sus docentes, en cuanto a las actitudes y sobrecarga de trabajos que consideran han aumentado en esta modalidad de trabajo educativo.

Finalmente, se debe tener en cuenta que la convivencia en los hogares, aunque en mayoría son relatadas como generadoras de estrés, también hay un importante grupo de participantes que considera que las vivencias durante el confinamiento fueron positivas.

Conclusiones y recomendaciones

Este estudio identificó las experiencias de estudiantes universitarios en el contexto familiar y educativo desde las tensiones, los cambios y oportunidades que se vivieron durante el confinamiento por el COVID-19 para reflexionar sobre la convivencia desde las familias y las instituciones educativas. En la trayectoria de vida de las familias y la de los estudiantes en sus procesos educativos se construyen relaciones que pueden generar satisfacciones o insatisfacciones, cercanías y distancias entre sus integrantes, lo que favorece o dificulta, en la cotidianidad, las respuestas ante los conflictos, diferencias y carencias.

En relación con la vivencia emocional, los aspectos vinculados con educación se convierten en generadores de estrés para una parte de los estudiantes, mientras que a un grupo mucho menor, le despierta motivación y vivencias positivas. Este conocimiento puede ayudar a mejorar la forma como las universidades se van integrando con las modalidades virtuales en su ejercicio académico. La vivencia con lo académico no define totalmente un aspecto negativo en el campo emocional, aunque sí se evidencia una percepción favorable en todo el grupo que calificó la categoría “El estudio es factor motivador positivo”.

Por otro lado, se evidencia la situación de desequilibrio desde la perspectiva de género, pues se encuentra que el estrés y sobrecargas se marca mayormente en las mujeres, dando opción a interpretar que los roles tradicionales visibilizan las desigualdades, lo que se acentuó en la pandemia con el recargo de labores domésticas, distribución inequitativa frente al cuidado de niños y niñas, y atención a la masculinidad hegemónica y la sobreposición de funciones y espacios.

Los resultados encontrados llevan a proponer interrogantes, que a la vez son puntos concluyentes que se proponen como punto de partida para otras investigaciones:

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Notas

* Este artículo se deriva de una investigación desarrollada por la Red de Programas Universitarios en Familias - Nodo Caribe – titulada: Funcionamiento familiar, satisfacción con la vida, estrés y violencia intrafamiliar de estudiantes universitarios en el confinamiento por el COVID-19. El objetivo de este proyecto fue comprender el funcionamiento familiar y las tensiones, los cambios y oportunidades vividos por estudiantes universitarios en la Zona Norte de Colombia, durante el confinamiento por el COVID 19, como medida sanitaria obligatoria.
Cómo citar este artículo: Suárez-Barros, A. S., Morad- Haydar, M. D. P., Castillo-Bolaños, J. D. C., Rojas-Otálora, A., Alarcón-Vásquez, Y. y García Acuña, Y. (2022). Contexto: familias y educación en jóvenes universitarios en situación de confinamiento por el COVID-19. Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, 14(2), 33-53. https://doi.org/10.17151/rlef.2022.14.2.3.

Notas de autor

** Psicóloga, PhD en Psicología, magíster en Psicología. Profesora investigadora. Barranquilla, Colombia. https://scholar.google.es/citations?user=ZRuEojwAAAAJ&hl=es.
*** Trabajadora Social, magíster en Estudios de Género. Profesora investigadora (pensionada). Cartagena, Colombia. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=ELP5iKsAAAAJ.
**** Abogada, magíster en Derecho. Profesora investigadora. Barranquilla, Colombia. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=BrnNMasAAAAJ.
***** Psicólogo, PhD en Psicología. Profesor investigador. Barranquilla, Colombia. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=ggxXpikAAAAJ.
****** Psicóloga, PhD en Psicología. Profesora investigadora. Barranquilla, Colombia. https://scholar.google.es/citations?user=wfrV9ncAAAAJ&hl=es.
******* Magíster en Proyectos de Desarrollo Social. Profesora-investigadora. Barranquilla, Colombia. https://scholar.google.com.co/citations?user=jpZw-jsAAAAJ&hl=es.
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