Artículos de investigación

La universidad como objeto de estudio. Revisiones conceptuales e itinerarios historiográficos

The university as an object of study. Conceptual revisions and historiographical itineraries

Amalia Paulina Moine
Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina

Contextos de Educación

Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina

ISSN-e: 2314-3932

Periodicidad: Semestral

núm. 37, 2024

contextos@hum.unrc.edu.ar

Recepción: 02 Julio 2024

Aprobación: 09 Octubre 2024



DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14070794

Resumen: El presente trabajo pretende problematizar diversas concepciones y categorías analíticas que nos permiten definir la universidad en tanto objeto de investigación. El ejercicio de reflexionar sobre los propios enfoques y conceptos y el impulso por examinar los encuadres interpretativos y los debates teóricos, epistemológicos y metodológicos, puede generar insumos para futuros trabajos empíricos e interrogantes de investigación que impulsen indagaciones sobre la temática. Esta revisión irá en consonancia con el replanteo de las maneras de construir los objetos de estudio a la luz de la reconfiguración ocurrida en los últimos años en el campo de la historia de la universidad en Argentina. Es necesario remarcar que en el presente artículo no se esbozará una síntesis de trabajos que abordan la historia de la universidad en Argentina, ni un estado de la cuestión sobre el campo, sino que se plantearán reflexiones y nuevas miradas para (re) pensar el pasado y el presente de la universidad pública, recuperando los aportes teóricos y metodológicos propuestos por diversos autores como así también las tendencias recientes para indagar esta temática. En este sentido, se presentarán tres formas de abordaje al momento de concebir a la universidad como objeto de estudio e investigación: como dispositivo, como lugar de memoria y como espacio biográfico.

Palabras clave: universidad, dispositivo, memoria, espacio biográfico.

Abstract: This paper aims to problematize various conceptions and analytical categories that allow us to define the university as an object of research. The exercise of reflecting on our own approaches and concepts and the impulse to examine the interpretative frameworks and theoretical, epistemological and methodological debates can generate inputs for future empirical work and research questions that will drive inquiries on the subject. This review will be in line with the rethinking of the ways of constructing the objects of study in the light of the reconfiguration that has occurred in recent years in the field of university history in Argentina. It is necessary to emphasize that this article will not outline a synthesis of works that address the history of the university in Argentina, nor a state of the art on the field, but will propose reflections and new approaches to (re) think the past and present of the public university, recovering the theoretical and methodological contributions proposed by various authors as well as recent trends to investigate this issue. In this sense, three ways of approaching the university as an object of study and research will be presented: as a device, as a place of memory and as a biographical space.

Keywords: university, device, memory, biographical space.

Introducción

El presente trabajo pretende problematizar diversas concepciones y categorías analíticas que nos permiten definir la universidad en tanto objeto de investigación. El ejercicio de reflexionar sobre los propios enfoques y conceptos y el impulso por examinar los encuadres interpretativos y los debates teóricos, epistemológicos y metodológicos, puede generar insumos para futuros trabajos empíricos e interrogantes de investigación que impulsen indagaciones sobre la temática. Esta revisión irá en consonancia con el replanteo de las maneras de construir los objetos de estudio a la luz de la reconfiguración ocurrida en los últimos años en el campo de los estudios de la historia social de la educación, a partir de la ampliación y diversificación de sus intereses, enfoques y temas, como así también de escalas más reducidas de análisis, que dan cuenta de las prácticas y agenciamiento de los sujetos sociales, reconociendo las particularidades de lo local, lo regional en conexión con lo global (Folco y Lionetti, 2019), fortaleciendo el enfoque de una historia comparada y conectada (Lastra, 2018; Dip, 2020).

La historia de la universidad en la Argentina tiene una extensa tradición y comprende un heterogéneo conjunto de investigaciones desde diversas perspectivas y en diálogo con otros saberes históricos, políticos y culturales (Dip y Jung, 2020, p.10). En este sentido, la renovación de los estudios en este campo se produjo a partir de los aportes de la nueva historia intelectual (Altamirano, 2005), la historia de las ideas (Sarlo, 2001; Terán, 2004) y la historia de las mujeres (Lorenzo, 2016). Tal como sostienen Dip y Jung (2020), múltiples aspectos de los avatares universitarios en América Latina fueron repensados a partir de nuevas miradas y preguntas: las derivas del reformismo, las dinámicas de la movilización estudiantil, la politización de los centros educativos, los debates sobre la transformación de las universidades, las implicancias de sus formas de gobierno, la democratización del acceso a la enseñanza superior y las relaciones entre universitarios, intelectuales y fuerzas políticas de izquierda a derecha (p.10).

Es necesario remarcar que en el presente artículo no se esbozará una síntesis de trabajos que abordan la historia de la universidad en Argentina, ni un estado de la cuestión sobre el campo, sino que se plantearan reflexiones y nuevas miradas para (re) pensar el pasado y el presente de la universidad pública, recuperando los aportes teóricos y metodológicos propuestos por diversos autores como así también las tendencias recientes para indagar esta temática.

La universidad como dispositivo

La universidad puede ser entendida como un dispositivo, en el sentido propuesto por Michel Foucault. En una entrevista concedida en 1977 (Foucault, 1984) el filósofo francés se refiere a la noción de dispositivo en cuya descripción remarca que se trata de una red de relaciones entre elementos discursivos y no discursivos, entre lo dicho y lo no dicho: discursos, instituciones, edificios, leyes, decisiones reglamentarias, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. A su vez, se refiere a otra dimensión que tiene que ver con la naturaleza de esa red, es decir, la naturaleza del vínculo que puede existir entre esos elementos heterogéneos, discursivos o no, tendientes a configurar ya sea el programa de una institución, o una justificación u ocultamiento de ciertas prácticas. Existen a su vez cambios de posición y de funciones de dichos elementos (García Fanlo, 2011). También el término alude a una formación que surge en un momento dado y con una función estratégica concreta.

Asimismo, el concepto puede ser aplicado para hacer referencia a instituciones, disposiciones arquitectónicas, discursos, procedimientos, reglamentos, artefactos, formas de subjetividad. Sin embargo, cabe aclarar que el concepto dispositivo no debe ser asociado como sinónimo de institución, sino más bien lo que define al dispositivo es la relación o red de saber/poder en la que se inscriben las instituciones como la escuela, la fábrica, el hospital, la cárcel. Tampoco es algo abstracto. En tanto red de relaciones de saber/poder existe situado históricamente —espacial y temporalmente— y su emergencia siempre responde a un acontecimiento que es el que lo hace aparecer, de modo que para hacer inteligible un dispositivo resulta necesario establecer sus condiciones de aparición en tanto acontecimiento que modifica un campo previo de relaciones de poder. Dispositivo sería aquello que produce la disposición de una serie de prácticas y mecanismos que ante una urgencia tiene como objetivo conseguir un determinado efecto. No es algo externo a la sociedad, pero tampoco ésta es externa al dispositivo y de la misma manera hay que pensar la relación entre dispositivo y sujeto (García Fanlo, 2011). Por eso resulta fundamental como investigadores/investigadoras tratar de descubrir las reglas que hacen que dichas prácticas, articuladas en red, se dispongan de cierta manera en periodos históricos dados de acuerdo a una racionalidad.

Analizar un dispositivo consistiría entonces en descubrir esas prácticas que siempre son singulares porque su emergencia siempre responde a determinadas condiciones de posibilidad histórica (García Fanlo, 2007). Un dispositivo sería entonces un complejo haz de relaciones entre instituciones, sistemas de normas, formas de comportamiento, procesos económicos, sociales, técnicos y tipos de clasificación de sujetos, objetos y relaciones entre éstos, un juego de relaciones discursivas y no discursivas, de regularidades que rigen una dispersión cuyo soporte son prácticas. El dispositivo siempre está inscripto en una relación de saber/poder y representa el posicionamiento recíproco de fuerzas. Por eso no es exacto decir que los dispositivos capturan individuos en su red, sino que producen sujetos que como tales quedan sujetados a determinados efectos de saber/poder (García Fanlo, 2011).

De esta manera, se puede concebir a la universidad como el espacio donde operan relaciones de poder. A su vez, éstas son dinámicas y cambiantes en el devenir histórico, las relaciones de poder surgen, ocurren, pero cambian, evolucionan, desaparecen, reaparecen, se aglutinan y se dispersan. Las mismas son multiformes (Dussel, 2005). De allí la importancia de contextualizar e historizar dichas dinámicas y prácticas en el terreno universitario, identificando continuidades y rupturas, particularidades y transformaciones que operan en el dispositivo universitario y que que permitan construir una periodización que dé cuenta de las singulares condiciones de posibilidad histórica que configuran lógicas propias de relaciones de saber-poder y las luchas que se establecen alrededor de ellas, como así también de las resistencias que se ejercen a las mismas, para dilucidar actualizaciones e intencionalidades en esas prácticas que implican ejercicios de poder y que tensionan discursos. Todo dispositivo tiene una genealogía y una historicidad que explica su régimen de aparición, reproducción, funcionamiento y crisis de la que resultará una nueva configuración de la red de saber/poder y, consiguientemente, nuevas formas de experiencias y de subjetividades. Esta arquitectura del poder nos aporta categorías de análisis válidas para comprender el funcionamiento interno del poder en la universidad y que está simultáneamente vinculado con otra diversidad de mecanismos que operan en toda la sociedad y pueden ser realmente significativos en procesos de resistencias, debates, replanteamientos.

Tal como se mencionó anteriormente, es necesario recordar que “el poder es relacional, es multiforme y microfísico, y opera en un juego o en múltiples juegos que tienen su historicidad” (Dussel, 2005, p.184). A su vez Dussel (2005) agrega que, así como no existe un saber, tampoco existe un poder; se trata de grillas analíticas, de bitácoras que nos ayudan a entender cómo se relacionan los sujetos y cómo se organizan las instituciones. La categoría analítica de dispositivo permite pensar a la universidad como una organización productora de saber-poder, creadora de identidades sociales y de subjetividades. El saber en las universidades es parte del dispositivo de poder que se ejercer por medio de los discursos construidos en el ambiente académico que legitiman ciertas prácticas político-pedagógicas y que a su vez configuran ciertos modelos o proyectos de universidad. Esto permite entender a la universidad como espacio en disputa, “donde se anudan actores, redes y conflictos de diversa índole, los cuales comprenden desde dimensiones pedagógicas, científicas e institucionales hasta aspectos políticos, económicos, gremiales, juveniles y corporativos” (Dip y Jung, 2020, p.10).

La universidad como lugar de memoria

La Universidad como institución y acontecimiento político ejercita la memoria en el espectro de diferentes prácticas que hacen a su cotidianidad, evidenciando cuasi permanentemente el litigio por el sentido de la experiencia de la que es partícipe directa. Como espacios que condensan las aspiraciones de hegemonía entre distintas posiciones que habilitan su permanencia en el tiempo, las universidades procesan el vínculo pasado-presente de acuerdo a las agencias de sus actores, las sensibilidades de distintas coyunturas, y las políticas de la memoria y la historia que conforman el horizonte de lo decible y sus contrapuntos. En este sentido, en la Argentina del siglo XX las universidades públicas fueron los escenarios privilegiados de la lucha social y de los dilemas y conflictos culturales, lugares que oficiaron de laboratorios de distintas tradiciones no sólo académicas sino fundamentalmente políticas a éstas vinculadas: reformismo/antirreformismo, liberalismo/tradicionalismo, nacionalismo/antifascismo (Escudero y Moine, 2023). A su vez, las insistentes interrupciones políticas que afectaron la continuidad democrática al exterior y al interior universitario, provocaron un largo devenir en que la política interceptó directamente los perfiles institucionales, a punto de imposibilitar derivas ideales de cariz reformista como la autonomía. Lo antedicho puede observarse tanto antes de la reforma universitaria de 1918 como a posteriori (Buchbinder, 2005 y Tünnermann Bernheim, 2018).

El tiempo político iniciado por el golpe de Estado de 1930 es por cierto sintomático, así como lo fue también la etapa peronista, que conjugó una evidente democratización social de la universidad con un marcado perfil nacionalista y católico impuesto a como diera lugar. Posteriormente, el ciclo reformista iniciado, paradójicamente, bajo la dictadura de la Revolución Libertadora en 1955, encontraría sus límites tanto por el accionar deliberado de otra dictadura de 1966 como por los cuestionamientos e interpelaciones de sectores radicalizados que desde los años sesenta no estarían dispuestos a sostener las directrices del liberalismo modernizante (Escudero y Moine, 2023). En los años sesenta y setenta, las universidades se convirtieron en centro de controversias que involucraron a diversos grupos político-culturales y que giraron en torno al papel que debían cumplir las instituciones de educación superior y los proyectos universitarios. Así, las posturas en pugna, por un lado, los llamados reformistas y sus críticos, pertenecientes a una amplia gama de izquierdas, y por otro, grupos alineados con las derechas políticas y sociales, pusieron de manifiesto cómo la radicalización y el enfrentamiento signaron la vida universitaria (Dip y Jung, 2020, pp. 11-12). En esas encrucijadas políticas transitan también trabajos de la memoria.

Las políticas de memorialización forman parte de un campo más amplio de políticas y prácticas publicas vinculadas a las demandas sociales de verdad y justicia y de que las instituciones estatales actúen en consecuencia en períodos posdictatoriales (Jelin, 2017). Quizá podría hablarse de una cultura material de las memorias desplegada en edificios, colecciones de documentos, lugares, marchas y movilizaciones, archivos, documentos y movilizaciones virtuales en redes sociales (Jelin, 2017). En este sentido, los antecedentes acerca de qué y cómo se ejercitaron las memorias en las universidades argentinas durante el siglo XX no son abundantes (Philp, 2012). Un primer ejercicio tiene que ver con historizar las operaciones memoriales que en forma de conmemoraciones llevaron a cabo diversos actores universitarios y extrauniversitarios en las casas de estudios a los fines de interpretar los sentidos y usos del pasado. Los mismos tuvieron como objetivo legitimar y justificar las prácticas que se implementaron en el ámbito universitario en función de las luchas por el poder y la batalla por las ideas que se proyectó en el escenario universitario. La política universitaria, mediante la agencia de sus actores, acudía al pasado permanentemente para alcanzar en el plano simbólico una direccionalidad de poder que permitiera legitimar posiciones en ese presente y reafirmar identidades colectivas.

Al momento de abordar las conmemoraciones, es necesario tener en cuenta que las fechas y los aniversarios pueden constituirse en objetos de estudio para comprender las dinámicas de las memorias sociales, sus actores, las luchas por los sentidos, los dispositivos del recuerdo. Las fechas conmemorativas son nudos de la memoria, vectores, objeto de disputas y conflictos. Se “trata de fechas en que el pasado se hace presente en rituales públicos, en que se activan sentimientos y se interrogan sentidos, en que se construyen y reconstruyen las memorias del pasado” (Jelin, 2002a, p. 1). A su vez, las mismas fechas tienen sentidos diferentes para actores diversos que enmarcan “sus memorias en los sentidos de las luchas políticas del ahora, del presente” (Jelin, 2002a, p. 2). Pero, tal como advierte Jelin (2002a), “las marcas e inscripciones no están cristalizadas para siempre” (p.5), su sentido es apropiado y resignificado por actores sociales diversos, de acuerdo a sus circunstancias y al escenario político en el que desarrollan sus estrategias y proyectos. Existen a su vez prácticas de resistencia, relatos alternativos y memorias de grupos subalternos, que cuestionan y contradicen la versión dominate. Se instala un nuevo espacio de luchas y cuestionamientos, ya que las fechas “se convierten en escenarios de confrontación de memorias” (p. 5).

De esta manera, las disputas y luchas por la memoria en torno a las conmemoraciones pueden desplegarse en escenarios distintos o coincidentes, en fechas diversas o iguales, con actores definidos de antemano o que se activan en los momentos específicos de conmemoración. En este sentido resulta importante apelar al recurso metodológico de historizar las memorias, considerando las experiencias vividas de los diversos actores entrevistados en función de sus trayectorias. A su vez, tal como sostiene Jelin (2002b), “la ubicación social de los diversos actores y sus sensibilidades, la conformación del escenario político en el que están insertos y las luchas de sentido en las que están embarcados, son algunos de los elementos que ayudan a explicar estos cambios de sentido” (p.70) y en las representaciones de ese pasado reciente y conflictivo, que, tal como advierte la autora, las temporalidades de dichos fenómenos sociales no son lineales ni cronológicas, sino que presentan grietas, rupturas. La memoria tiene una temporalidad cualitativa, y las interpretaciones y sentidos del pasado son dinámicos, no están fijados de una vez para siempre. Van cambiando a lo largo del tiempo, según la temporalidad de la elaboración del trauma, las estrategias políticas de diversos actores, las preguntas que son introducidas en el espacio social por las nuevas generaciones y los climas de época (Jelin, 2002b).

Así como hay fechas que se tornan significativas, hay espacios que concentran sentidos del pasado. De ahí la importancia de reconstruir y marcar territorialmente esos lugares en las universidades que conforman lugares de memoria. Se trata de una materialidad “con significado político, público y colectivo”, y “su instalación es siempre el resultado de luchas y conflictos políticos, y su existencia es un recordatorio de un pasado político conflictivo” (Jelin, 2017, pp. 162-163). Construir monumentos, marcar espacios, respetar y conservar ruinas o sitios donde ocurrieron los acontecimientos que se quieren conmemorar, o proponer y construir museos y archivos, son productos de la acción y la voluntad humanas, requieren el reconocimiento de las autoridades legítimas y están sujetos a transformaciones de sentido y a los devenires del uso del espacio público (Jelin, 2017). A su vez, implican siempre la presencia de emprendedores de memoria (Jelin, 2002b), de sujetos que actúan en un escenario del presente, que mediante su accionar ligan el presente con el pasado y el futuro al transmitir mensajes a las nuevas generaciones (Jelin, 2017) y que desarrollan políticas activas de construcción de sentidos del pasado y los procesos de transmisión entre generaciones, cuestiones que se transforman en objeto de luchas y de políticas de la memoria. Transmisión, herencias y legados suponen la inscripción de sentidos en un mensaje con la intención de preservación, a partir de conmemoraciones, homenajes, rituales, museos, archivos son algunos ejemplos de estas acciones de preservación y transmisión de memorias. Aunque también hay que mencionar que los trabajos de rememoración nunca son totales sino selectivos, con silencios y olvidos en función de diversos usos y sentidos, cosas no dichas por decisión política o por falta de una trama social que las quiera recibir. Por lo tanto, el desafío analítico será el de abordar las prácticas memoriales más allá de lo enunciado, desentrañando los vacíos y silencios.

La universidad como espacio biográfico

Pensar la universidad como espacio biográfico (Carli, 2023) implica poner la mirada en las fuentes no convencionales que promuevan tanto la exploración de la memoria como de la imaginación pública (Carli, 2020). En ese sentido, los textos biográficos (de personas, instituciones, colectivos sociales, movimientos culturales), permiten abrevar en el pasado para favorecer identificaciones, filiaciones, genealogías; en obras singulares de los patrimonios bibliográficos de las humanidades y de las ciencias sociales, para acceder al conocimiento de autores y al derrotero de las disciplinas como así también a textos y experiencias del pasado y del presente, tanto por parte de profesores/as como de estudiantes. Esto permite valor lo cotidiano en la vida universitaria como lugar de enunciación (Carli, 2020).

La consideración de las universidades como instituciones de vida permite dar cuenta de “la historia vivida, la cultura institucional y la cultura experiencial que se despliega en ellas” (Carli, 2023, p. 12). Esto se vincula directamente con la noción de vidas universitarias, ya que la universidad comienza a tener un papel clave en la configuración de biografías personales, en las redes de sociabilidad, en los proyectos individuales y colectivos, en los horizontes de expectativas (Carli, 2023). La noción de espacio biográfico propicia nuevas miradas sobre la universidad, a partir de los aportes de la historia oral, atenta a las memorias y a los relatos de las experiencias vividas, como en la historia narrativa. En este sentido, es importante retomar la distinción que propone Carli (2023) entre biografías intelectuales e historias de profesores y profesoras. En el primer caso, se pone el foco en la “figura con nombre propio de intelectuales y en las prácticas de la escritura y la lectura, la publicación, la autoría, el reconocimiento editorial, la visibilidad publica, el contexto de enunciación de las obras” (p.13). En efecto, la construcción de biografías intelectuales recurre como fuentes a las obras, los libros publicados o inéditos, las bibliotecas personales de las humanidades y las ciencias sociales, y presta atención a las conexiones entre el existir y el pensar. En el segundo caso, de las historias de profesores y profesoras, atentas al oficio a la profesión docente, la oralidad y materiales de diverso tipo adquieren relevancia: clases, apuntes, así como los testimonios de los estudiantes. En la universidad argentina “la combinación entre producción intelectual y enseñanza universitaria es un hecho” (Carli, 2023, p.13).

La noción de espacio biográfico para pensar la universidad propuesta recientemente por Sandra Carli (2023) implica concebir a la misma como un espacio intermedio, como mediación entre lo público y lo privado, como articulación entre la diacronía y la sincronía, a partir de diversos géneros discursivos: la autobiografía intelectual, las entrevistas en los medios de comunicación a dirigentes estudiantiles, profesores, profesoras, autoridades de las universidades, testimonios o historias de vida. En todos estos géneros “lo biográfico irrumpe con determinadas particularidades y cumple distintas funciones” (Carli, 2023, p.11), aunque todos ellos permiten pensar el espacio biográfico de la universidad dentro y fuera de ella. En este sentido, Carli (2023) señala las potencialidades que poseen dichos géneros discursivos a partir de la adopción del enfoque biográfico en el campo de estudios la educación superior:

“(…) Si la autobiografía intelectual invita a comprender el impacto que el tránsito por la universidad ha tenido en la obra de un autor o autora, las narrativas del yo del mundo universitario en los medios- y en los últimos tiempos de manera reticular en las redes- han sorteado las fronteras entre lo público y lo privado (…). Estudiantes acceden a aspectos personales de la vida de sus docentes; se producen debates compartidos sobre política o temas académicos; profesores y profesoras comparten sus publicaciones o escritos recientes; circulan críticas a las instituciones a las que tienen acceso las autoridades y, sobre todo, emergen narrativas vivenciales (…)” (p.11).

La autora se vale del arsenal teórico propuesto por Leonor Arfuch para abordar la noción de espacio biográfico a partir de la indagación de la propia vida de investigadores, investigadoras, profesores, profesoras, miembros de la comunidad universitaria en general, que a través de los diversos géneros discursivos que se mencionaron anteriormente narran sus vivencias y experiencias vinculadas a la vida estudiantil, profesoral, académica o profesional. Las narrativas del yo aparecen en un primer plano y ponen de relieve la existencia de fronteras porosas en la universidad. La noción de frontera es otra de las categorías teóricas a las que recurre la autora al momento de abordar los estudios biográficos en el escenario universitario, a partir de la renovación y las nuevas tendencias que supuso el giro fronterizo y fue un “modo de condensar la nueva importancia que de ahí en más tendrían los conceptos de sujeto, historia y cultura en las ciencias sociales y las humanidades” (Grimson, 2011, p.131). Se trata de un concepto polisémico, que remite a distintos significados: “umbral, limite, puerta, contacto, intercambio, bienvenida, hospitalidad, transgresión” (Carli, 2020, p.196). En este sentido, las zonas fronterizas “no sólo se revelaron como lugares de cruce y dialogo sino como espacios de conflicto y desigualdades crecientes” (Grimson, 2011, p. 131). El énfasis puesto en los sujetos universitarios y en sus narrativas, experiencias y subjetividades, permite, a partir de los enfoques biográficos analizar dicha porosidad y contingencia, comenzando por la frontera entre lo público y lo privado/íntimo, entre lo individual/singular y lo colectivo. Esto permite identificar y comprender las articulaciones entre proyectos intelectuales individuales y construcciones institucionales, explorar la “historia íntima de la producción de conocimiento, leer las huellas de los procesos históricos más generales en el devenir singular y colectivo” (Carli, 2023, p. 9).

Así, la autora Sandra Carli reconstruye los itinerarios biográfico-académicos de figuras que conformaron los planteles docentes universitarios en las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales de la UBA a partir de la recuperación de la democracia en la Argentina, y que contribuyeron a la renovación de la producción académica de las humanidades y las ciencias sociales y que además sentaron las bases de la formación de grado y posgrado de todo un ciclo histórico hasta el presente, como es el caso de Aníbal Ford, Oscar Terán, Nicolás Casullo, Susana Checa, Perla Aronson, Hilda Herzer, Norma Giarracca, Liliana De Riz, Graciela Batallán, Adriana Puiggrós, Alicia Entel, Ana Amado, Jorge Panesi, Elvira Arnoux, Mirta Zaida Lobato y Leonor Arfuch (Carli, 2023).

Estudiar el devenir de la universidad pública desde esta perspectiva implica reconstruir los itinerarios y trayectorias de sujetos universitarios, en este caso, intelectuales y docentes con una reconocida actuación y participación académica y política, a partir de la incursión en los relatos de vida y la adopción de la metodología de la historia oral como así también de otros corpus o fuentes no convencionales como biografías y autobiografías intelectuales, sus clases y apuntes, intercambios con estudiantes, participación en debates institucionales, intelectuales y políticos. Esto implica otorgar un mayor reconocimiento a la actividad profesoral en el campo de la investigación educativa a partir de la reconstrucción de historias de vida de profesores y profesoras. A su vez permite visualizar las diferentes improntas en las figuras que conforman los planteles docentes, prestar atención a su actuación tanto adentro como fronteras afuera de la universidad. Los itinerarios biográfico-académicos pueden reconstruirse, siguiendo la propuesta de Carli (2023), a partir de ciertas dimensiones, tales como la circulación de ideas, proyectos académicos, vínculos disciplinares, formación académica, las estrategias de intervención intelectual, los desplazamientos urbanos, la participación en redes académicas nacionales, regionales o internacionales, las identificaciones políticas, las transformaciones de las formas y representaciones canónicas de la docencia, la investigación, el impacto de los cambios de las regulaciones académicas, los debates en torno a la profesión y el trabajo académico, tareas de investigación, participación en la organización y gestión de carreras de grado, creación de áreas de investigación y especialización, formación de docentes, becarios y becarias e investigadores/investigadoras, producción académica, intervenciones en el diseño y/o asesoramiento de políticas públicas y en el espacio público desde el punto de vista intelectual, aportes intelectuales a las humanidades y las ciencias sociales.

Este trabajo de reconstrucción de biografías académicas supone considerar la dimensión espacial y temporal en el que se despliegan estas trayectorias y que incide a su vez en el devenir histórico de las universidades públicas. Es necesario poder historizar estos hilos biográficos, incluyendo en las derivas biográficas la incidencia y las huellas que imprimieron los acontecimientos de la historia política, cultural y educativa y que produjeron modificaciones en los procesos institucionales y en las prácticas de producción y transmisión del conocimiento universitario. Esta tarea de reconstrucción de trayectorias e itinerarios académicos, intelectuales y políticos constituye también un trabajo de memoria, por lo que resulta fundamental atender a la dimensión temporal y al carácter histórico y situado de dichas memorias sociales, producidas y puestas en circulación en condiciones y lugares específicos, con sus propias temporalidades, vinculadas con su naturaleza social y cultural y con el problema de la política y sus conflictos. Las tramas narrativas están atravesadas por tiempos específicos y múltiples: tiempo histórico, tiempos biográficos, tiempos subjetivos, tiempos narrativos, tiempos generizados, tiempos institucionales. En preciso poner énfasis en las temporalidades de las experiencias y subjetividades, y en la interacción constante entre pasado, presente y futuro. Los estudios biográficos se proyectan desde el tiempo presente, por lo que es importante también poner el foco en ese peso del pasado y en tratar de entender los efectos del pasado en el presente. Presente histórico que también introduce novedades en el devenir de la universidad pública a partir de la irrupción de nuevos fenómenos y tendencias, como el impacto del neoliberalismo, la mayor regulación del trabajo académico a partir de la exigencia de rendición de cuentas, la industrialización del conocimiento, la imposición de ritmos de productividad, el antiintelectualismo, la emergencia de las figuras del manager, experto, voluntario, que conlleva a la desjerarquización de las profesiones universitarias, la educación virtual y la internacionalización de la educación superior (Carli, 2023 y 2020). En este sentido, las mutaciones del conocimiento universitario y en la profesión académica ante el avance neoliberal implica una reconfiguración de las fronteras entre la ciencia y los demás campos de la sociedad y entre sociedad y mercado (Carli, 2020). Comprender las trayectorias desde la tensión que existe en la compleja trama entre el espacio de experiencia que incluye las múltiples capas temporales en que se descompone el pasado, las novedades del presente y a su vez la noción de horizonte de expectativa, es decir, los proyectos y futuros imaginados o previstos (Koselleck, 1993).

A su vez, la reconstrucción de biografías comparadas ofrece “la posibilidad de soslayar la ilusión de historias únicas para pensarlas en cambio en una trama epocal y al mismo tiempo identificar las singularidades intelectuales” (Carli, 2023, p.19). Además de construir de manera articulada itinerarios biográficos y académicos para reconocer particularidades y convergencias, adquiere también importancia el contexto de enunciación en el que ciertas obras fueron escritas (tesis, libros) lo que permite a su vez historizar el devenir del pensamiento y de las disciplinas (Carli, 2023). Además de las biografías comparadas, Jacques Revel (2005) plantea otros procedimientos como la biografía serial, la biografía reconstruida en contexto y la biografía reconstruida a partir de un texto o un conjunto de textos. Otra dimensión importante a tener en cuenta es la perspectiva de género, considerando las particularidades de la experiencia de mujeres en las instituciones universitarias. Los itinerarios femeninos, a decir de Sandra Carli, ponen de manifiesto la existencia de fronteras porosas entre trabajo académico, trabajo doméstico, maternidad y en muchos casos se suma la militancia política. En estas combinaciones complejas los ritmos domésticos e institucionales están atravesados por las exigencias del trabajo académico, así como las percepciones sobre la dedicación a la crianza y a las tareas universitarias (Carli, 2023).

La reciente propuesta teórico-metodológica de Sandra Carli para reconstruir itinerarios biográficos, académicos y políticos de profesores/ profesoras e intelectuales destacados en los que la universidad ocupó un lugar central en sus vidas y que a la vez dichos docentes fueron soportes de las instituciones que moldearon a partir de sus intervenciones individuales y colectivas. La autora centra su estudio comparado en la UBA, específicamente en las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales, y en un período temporal determinado. Nos invita a pensar lo biográfico a partir de las narrativas vivenciales que ponen de manifiesto una compleja red de articulaciones o tejidos en los que se combinan tramas epocales, espaciales, diversas temporalidades y múltiples dimensiones: biográficas, institucionales, disciplinares y políticas. Resulta de crucial importancia retomar estos abordajes para poder avanzar en la construcción de biografías que contemple otros sujetos de la vida universitaria, a partir de la incursión en la cultura estudiantil, otras disciplinas y saberes proyectadas en el marco de escalas de análisis más reducidas, a partir de estudios en clave regional o local. Además, en consonancia con las nuevas tendencias en historia intelectual que comienzan a mirar personajes y lugares de baja visibilidad y figuras comúnmente desdeñadas (Carli, 2023). La complejización en los estudios biográficos posibilitará también repensar las mixturas e intercambios de saberes entre universidad, política, cultura juvenil y popular, como así también entre la academia, los medios periodísticos y el activismo.

Reflexiones finales

A lo largo del presente trabajo se esbozaron distintos abordajes y perspectivas teórico-metodológicas que evidencian diversas maneras de definir a la universidad como objeto de estudio, considerando a su vez la renovación que se produjo en el campo de la Historia Social de las universidades en las últimas décadas. En esta revisión de itinerarios historiográficos, se plantean categorías analíticas a los fines de conceptualizar dicho objeto de investigación y poder problematizar el pasado y el presente de la universidad pública en determinados contextos temporales y espaciales.

Pensar la universidad como dispositivo, como lugar de memoria y como espacio biográfico, nos permite poner el foco en las prácticas, voces, experiencias, subjetividades, operaciones memoriales, discursos, trayectorias e itinerarios biográficos de los actores o sujetos universitarios en el marco de lo que Sarlo (2005) ha calificado como el giro subjetivo. Esto a su vez nos desafía como investigadores/investigadoras ya que supone un proceso analítico y un trabajo de interpretación con nuevos corpus de investigación, presentados en diversos soportes y materialidades: diarios, revistas, resoluciones, normativas, biografías intelectuales y autobiografías, entrevistas, testimonios, historias de vida, producciones audiovisuales, e incluso las prácticas no discursivas presentes en las fotografías, el cine. No hay que perder de vista que este universo heterogéneo de fuentes está atravesado también por ejercicios de saber-poder que hay que develar e interpretar a la luz de sus intencionalidades pasadas, sus condiciones de posibilidad histórica, sus representaciones simbólicas y sus actualizaciones en el presente.

El énfasis puesto en los sujetos universitarios y en sus narrativas, experiencias y subjetividades, permite también problematizar la existencia de fronteras porosas en la universidad pública; frontera entre lo público y lo privado/íntimo, entre lo individual/singular y lo colectivo, a los fines de identificar y comprender las articulaciones entre proyectos intelectuales individuales y construcciones institucionales, explorar la historia íntima de la producción de conocimiento, leer las huellas de los procesos históricos más generales en el devenir singular y colectivo.

Referencias

Altamirano, C. (2005). Para un programa de historia intelectual y otros ensayos. Siglo XXI Editores.

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