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Bokoko: una experiencia de convivencia interétnica en la Guinea Española durante la Primera Guerra Mundial (1916-1919)
Bokoko: an experience of interethnic coexistence in Spanish Guinea during World War I (1916-1919)
Historia & Guerra, núm. 7, pp. 146-165, 2025
Universidad de Buenos Aires

Artículos

Historia & Guerra
Universidad de Buenos Aires, Argentina
ISSN-e: 2796-8650
Periodicidad: Semestral
núm. 7, 2025

Recepción: 27 marzo 2024

Aprobación: 03 julio 2024

Resumen: La neutralidad adoptada por España durante la Primera Guerra Mundial estuvo comprometida en sus posesiones coloniales del Golfo de Guinea. La guerra en la colonia alemana de Camerún, vecina del territorio español de Río Muni, provocó una crisis humanitaria de enormes proporciones. El ejército colonial alemán y sus tropas africanas (askaris) fueron seguidos por miles de civiles cameruneses junto con familias enteras (mujeres, ancianos y niños).

El gobierno español trasladó a los alemanes y a sus soldados africanos a la isla de Fernando Poo, donde fueron establecidos en varios campamentos bajo una organización militar. El espacio dedicado a los civiles cameruneses recibió el nombre de Bokoko. Exploramos esta experiencia de convivencia entre distintos grupos étnicos cameruneses bajo el amparo de la neutralidad española. El nexo de unión de todos ellos era su apoyo a los alemanes, voluntario o forzado, clave para entender las bases de apoyo indígena al poder colonial.

Palabras clave: Camerún, Guinea Española, Bokoko, Internación, Primera Guerra Mundial.

Abstract: The neutrality adopted by Spain during the First World War was compromised in its colonial possessions in the Gulf of Guinea. The war in the German colony of Cameroon, neighboring the Spanish territory of Río Muni, caused a humanitarian crisis of enormous proportions. The German colonial army, along with its African troops (askaris), was followed by thousands of Cameroonian civilians made up of entire families (women, the elderly and children).

The Spanish government moved the Germans and their African soldiers to the island of Fernando Poo, where they were established in several camps under a military organization. The space dedicated to Cameroonian civilians was named Bokoko. We explore this experience where different Cameroonian ethnic groups coexisted under the protection of Spanish neutrality. The link between them was their support for the Germans, voluntary or forced, which was vital to understanding the basis of indigenous support for colonial power.

Keywords: Cameroon, Spanish Guinea, Bokoko, Internment, First World War.

Introducción

El estudio de la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial abre un campo amplio para la investigación y la inserción de nuevas interpretaciones del conflicto. La neutralidad no puede ser concebida como indiferencia ante un nuevo tipo de guerra que traspasó las fronteras de Europa. La lucha en las colonias siempre ha estado marginada por la historiografía tradicional sobre el conflicto, considerándola un mero apéndice de las luchas de poder en Europa. Sin embargo, los territorios coloniales eran considerados prolongaciones de las metrópolis y llegaron a desarrollar sus propias dinámicas.

El presente trabajo ahonda en esta doble consideración: la neutralidad en la guerra y el escenario colonial, utilizando el caso de España en sus posesiones del Golfo de Guinea. Un primer objetivo viene marcado por el impacto en la neutralidad española de la crisis de refugiados procedentes del Camerún, desatada a comienzos del año 1916. Centenares de refugiados alemanes (civiles y militares) se retiraron de la guerra en Camerún para internarse en el territorio español de Río Muni. Así pues, en consonancia con la concepción europea de las colonias como prolongación de la soberanía de las metrópolis, podemos afirmar que la guerra mundial se acercó a una de las fronteras de España. Sin embargo, hay más capas de lectura en esta crisis puesto que, junto a las tropas alemanas en retirada, también se retiró a territorio español un gran contingente de población africana. Miles de cameruneses, tanto civiles como militares (askaris), decidieron seguir a los alemanes en su retirada a la Guinea española.

Un segundo objetivo pasa por centrar la novedad que suponen los estudios de biopolítica y las formas de gobierno racializadas. La crisis de los refugiados procedentes del Camerún se fue diversificando puesto que, mientras que la mayor parte de los alemanes fueron enviados a España, los cameruneses (tanto civiles como militares) fueron transportados a la isla de Fernando Poo. En este territorio se encontraba Santa Isabel, capital de las posesiones españolas del Golfo de Guinea, es decir, del gobierno colonial. Aplicando las disposiciones del gobierno español en su política humanitaria, se habilitaron varios campamentos en la isla donde se instalaron los refugiados cameruneses, tanto civiles como militares, en calidad de internados hasta que finalizase la guerra. Las posibilidades que desprende este hecho son variadas y diversas. Una población africana, sometida a un poder colonial (los cameruneses respecto a Alemania), es internada en otro territorio colonial, la Guinea española, con su propia dinámica racializadora. ¿Cómo fueron las relaciones interétnicas entre los refugiados cameruneses y la población guineana? ¿Cómo enfrentó el gobierno colonial español las disposiciones y ordenanzas del gobierno colonial alemán? El espacio establecido para la acogida e internación de la población camerunesa fue racializado en función de los distintos grupos étnicos: yaundés, bane, fulani, fulbes, ewondo, dualas, etc.

El estudio de la internación de los soldados africanos de Alemania en los campamentos de la isla de Fernando Poo comienza a ser conocido (Font, 2018: 81-108). Sin embargo, el campo de estudio referido a los civiles cameruneses es más desconocido. Por eso, creemos necesario abordar el estudio del campamento de Bokoko para analizar la interacción entre distintas poblaciones africanas bajo dos gobiernos coloniales europeos en un mismo espacio. Es interesante remarcar que esta crisis sucedió debido a que dos administraciones coloniales, el Camerún alemán y la Guinea española, gravitaban entre ellas ya que compartían fronteras físicas. El estallido de la guerra europea en 1914 convirtió al Camerún alemán en un campo de batalla que afectó a la neutralidad del vecino territorio español de Río Muni. Aquí comprobamos cómo las dinámicas desarrolladas en Europa afectaron, directamente, a los territorios coloniales que, a su vez, desarrollaron su propio proceso. El carácter transnacional de nuestro estudio es evidente, puesto que implica a varios países (España y Alemania, principalmente) en un mismo contexto de guerra y en distintos escenarios geográficos (Europa y África). Nos preguntamos hasta qué límite llegó la consideración de neutral, en el transcurso de una guerra mundial, aplicada a un escenario colonial.

El presente artículo recorrerá los orígenes de la crisis humanitaria de 1916 con el desarrollo de la guerra en el Camerún alemán, la decisión del alto mando alemán de retirar sus tropas al territorio neutral español de Guinea española, así como la internación de miles de familias camerunesas y soldados askaris. El momento culminante de nuestra investigación es el estudio y análisis de la internación de los civiles cameruneses en el campamento de Bokoko en la isla de Fernando Poo.

Guerra en el Camerún alemán: un limbo entre la rebelión, la resistencia y la neutralidad (1914-1916)

Cuando estallaron las hostilidades entre las grandes potencias europeas en el verano de 1914, los combates pronto se trasladaron al continente africano. El II Imperio alemán poseía un disperso imperio colonial en África, constituido por las posesiones de Togolandia (Togo), África Oriental alemana (Tanzania), África del Sudoeste alemana (Namibia) y Kamerun (Camerún).

El Camerún alemán presentaba una gran vulnerabilidad al estallar la guerra, puesto que se encontraba rodeado, en todas sus fronteras, por colonias enemigas pertenecientes a las potencias de la Entente, como la Nigeria británica y el África Ecuatorial Francesa. El estallido de la guerra coincidió, además, con el intento de sublevación contra las autoridades coloniales alemanes de algunas tribus lideradas por Rudolf Manga Bell y Martin Paul Samba, líderes de los grupos étnicos duala y bulu, respectivamente, quienes contactaron con los servicios de información aliados para que apoyasen una hipotética revuelta de estos grupos contra los alemanes. La respuesta alemana fue expeditiva, ya que el gobernador de la colonia, Ebermaier, ordenó el fusilamiento de ambos líderes cameruneses el 8 de agosto de 1914. Ebermaier utilizó sus muertes para enviar un mensaje a la población, según el cual durante la guerra no iba a tolerar el más mínimo conato de revuelta o insumisión por parte de la población camerunesa. El miedo a las represalias alemanas hizo que algunos grupos étnicos buscaran refugio en áreas alejadas de sus territorios originarios. Los relatos, recogidos en la tradición oral de los pueblos africanos afectados, describen el terror ante la represión de los europeos. La ejecución de Samba y Manga Bell provocó un gran impacto entre la población civil de Camerún (Bibang Oyee, 1995: 140-145).

La columna vertebral en la defensa del Camerún alemán fueron las denominadas Schutztruppen (“fuerzas de protección”) (Schulte-Varendorff, 2011: 76-77). La estrategia adoptada por el mando alemán en Camerún, a cargo del coronel Carl Zimmermann, fue básicamente defensiva, debido a la superioridad de medios materiales y humanos que poseían los aliados. La resistencia alemana era cuestión de tiempo y Zimmermann decidió no rendirse a los aliados. Tomó una arriesgada decisión: evacuar todo el personal militar, civil y político alemán en Camerún y trasladarlo al territorio español de Guinea para evitar el cautiverio aliado (Von Surén, 1934: 193-212). El 15 de febrero de 1916, el gobernador alemán de Camerún, Karl Ebermayer, a través de Ángel Barrera, gobernador de la Guinea española, envió un telegrama tanto a Madrid como a Berlín para comunicar la caída de la hasta entonces colonia alemana de Camerún en poder de las tropas aliadas (Nerín, 2010: 70). El objetivo de la estrategia alemana en Camerún se había cumplido: resistir el máximo de tiempo con el menor coste posible, en recursos humanos y materiales, a la metrópoli.

El gobernador Barrera temía que, cuando los aliados expulsaran a los alemanes del Camerún, las hostilidades se extendieran a territorio español. Barrera informó que los mandos aliados conocían, a través del Ministerio de Estado español, que las fuerzas españolas tenían orden de romper el fuego sobre las tropas aliadas que cruzaran la frontera y pisaran territorio español persiguiendo a los alemanes fugitivos.1 Los alemanes transportaron todo el material que pudieron rescatar de Camerún, pero los inconvenientes de la retirada hicieron que se perdiera bastante documentación. En una zona de la frontera entre Camerún y Río Muni, miembros del ejército imperial alemán abandonaron gran cantidad de documentación, razón por la cual los nativos denominaron a este lugar como Afán bekalara (“el bosque de los papeles”) (Abwa, Temgoua, Fomin y Dze-Ngwa, 2013: 326). Los alemanes no sólo transportaban documentación, sino que también intentaban evacuar hacia la Guinea española “todo el tesoro de la colonia, compuesto de varios millones en metálico” (“La lucha en el Camerón. La derrota de los alemanes”, 18 de enero de 1916, La Época: 1).

El desafío del mosaico étnico de los refugiados del Camerún: ¿humanitarismo neutral o hacer de la necesidad virtud?

Con la retirada del contingente alemán, junto a los cameruneses tanto civiles como militares, a la frontera de la neutral Guinea española, el nerviosismo del gobierno español iba creciendo. Desde que empezó el conflicto nunca se había acercado tanto la guerra a territorio español. Las tropas alemanas (desarmadas) –incluso si separamos el elemento civil que fue movilizado para apoyar el esfuerzo de guerra alemán– eran mucho más numerosas que los escasos ciento ochenta soldados españoles que cubrían todo el territorio de Río Muni (González Calleja, 2016: 226).

Las cifras de este enorme grupo humano que huía de la guerra y se refugiaba en territorio neutral varían según las fuentes. Además, hay que distinguir diferentes categorías, básicamente, considerar si los individuos pertenecían al orden militar o civil, distinción aplicable tanto a los alemanes como a los cameruneses. Los alemanes eran poco más de ochocientos individuos, unos cuatrocientos eran militares, y los civiles procedían de la administración colonial alemana en Camerún, así como empresarios, comerciantes, banqueros, agricultores, etc. El contingente militar nativo que acompañaba a los alemanes, los denominados askaris,ofrece menos dudas en su número, puesto que no sobrepasaron los seis mil individuos. Respecto a los civiles cameruneses que siguieron a los alemanes en su retirada por la selva, se evidencian más problemas de contabilización, puesto que eran, mayoritariamente, familias completas pertenecientes, la mayoría, a la etnia ewondo, un subgrupo de los fang. La cifra máxima que se baraja es de sesenta mil nativos cameruneses de los cuales, pocas semanas después, Barrera ordenó repatriar a cerca de veinticinco mil, debido a la escasez de provisiones y a la incapacidad de mantenerlos a todos dados los escasos recursos de la colonia española (Vicent, 1920: 8).

El repliegue y posterior desarme alemán en la frontera española en Río Muni estuvo exento de incidentes. La realidad es que, desde el comienzo del repliegue de las tropas alemanas hacia Río Muni, el gobernador Barrera había entablado conversaciones con el mando aliado para acordar que todos los soldados alemanes conservasen su armamento hasta llegar a Bata. Como gesto de hospitalidad, se permitió a los alemanes marchar armados hasta la playa donde fueron recibidos con honores y entregaron las armas a las autoridades españolas en un acto solemne (Meyer, 1916: 62).

El problema inmediato y urgente era poder alimentar a la gran masa de refugiados que estaban ya instalados en territorio español en Guinea. La improvisación fue la conducta general para alojar tanto a los alemanes como a los cameruneses alrededor de la ciudad de Bata, capital administrativa del territorio continental español de Guinea, que entonces apenas contaba con mil habitantes. Los refugiados cameruneses se establecieron en las playas cercanas a Bata, entre los cocoteros que crecían junto al mar. Parte de los refugiados fueron alojados en campamentos improvisados en las cercanías del Río Ekuko, vigilados por la Guardia Colonial de Bata. Varios cientos de jefes tribales pertenecientes a los Mbanes, Bambelles, Jaundes, Esum, Ekaba, Mbelles o Makas declararon voluntariamente, según los alemanes, que deseaban compartir su misma suerte y los siguieron en su retirada. Era más factible que algunos grupos étnicos siguieran a los alemanes por propios intereses, como fue el caso de los Jaundes, quienes colaboraron con las autoridades alemanas que habían trasladado la sede del gobierno colonial a Yaundé.

Desde la autoridad suprema del protectorado alemán en Camerún se prometieron ventajas a los cameruneses que permanecieran leales a los alemanes. Hubo grupos étnicos específicos que acompañaron a los alemanes en su retirada, pues creían que la derrota sería un episodio temporal. No concebían que la expulsión de los alemanes del Camerún fuera definitiva y, por tanto, consideraban que las prebendas y puestos que ocupaban algunos cameruneses en la administración colonial se conservarían. Por ejemplo, 72 jefes beti seguidos por miles de sus súbditos acompañaron a los alemanes, atravesando la selva ecuatorial, hacia la frontera española en Río Muni.2 El número de individuos fue alto, debido a que los propios jefes beti alentaron a rivales potenciales, pertenecientes a otros clanes, a que los acompañasen para evitar fortalecer otros poderes locales en su ausencia. No obstante, los beti, al igual que otros grupos étnicos del Camerún, tenían la creencia generalizada de que Alemania regresaría al Camerún como potencia colonial tras la negociación de un acuerdo de paz en Europa (Quinn, 1973: 725).

En este complejo mosaico étnico-religioso del Camerún habría que destacar al líder de los musulmanes, Adjia Lifida de Ngaundere, que también se internó en las posesiones españolas de Guinea al igual que el rey Karl Atangana, la autoridad nativa camerunesa más prominente y pieza clave de la administración colonial alemana. Los jefes tribales fueron más de 100 y les acompañaron en total más de 1.500 personas de sus familias, que fueron alojadas en el litoral de Bata. Las autoridades españolas cedieron una serie de tierras para que pudiesen establecerse los refugiados y sus familias. En este primer establecimiento improvisado, los refugiados en Bata se emplearon en labores de desbroce del terreno. También hay que incluir en este grupo de refugiados a los porteadores que acompañaron durante toda la campaña bélica en Camerún a los soldados de las Schutztruppen.

A pesar de la aplicación del derecho internacional por parte de las autoridades españolas en la crisis de los refugiados del Camerún en Guinea, las autoridades aliadas mostraron suspicacia.3

Los campamentos para las tropas alemanas en la isla de Fernando Poo

A vueltas con los medios de subsistencia para los refugiados. Recursos vs. intenciones

El gobierno español, presionado por los mandos aliados, decidió trasladar al contingente alemán y camerunés a la isla de Fernando Poo, lo cual estuvo a punto de desestabilizar las débiles estructuras coloniales implantadas por los españoles. Las autoridades de Santa Isabel no disponían de recursos materiales ni humanos suficientes para alojar y mantener a tan numeroso grupo humano. El principal y más acuciante problema fue el hambre. La alimentación supuso una dificultad que ya arrastraba la colonia española en tiempos de paz, pues tenía problemas para abastecerse debido a los pocos barcos disponibles que cubrían la línea con España y el abastecimiento de la isla dependía de líneas comerciales extranjeras como la alemana Woermann. Durante la guerra hay que añadir el factor del férreo bloqueo naval británico que iba dirigido contra Alemania, pero que afectó, directamente, también a los países neutrales como España. El centro de interés de Gran Bretaña respecto a España era su posición geoestratégica, cuyo vértice lo constituía su colonia de Gibraltar.4

En la capital española estableció su residencia el ex gobernador alemán de Camerún, Karl Ebermaier. En un local de la Embajada alemana en España, en la calle Fortuny n.º 3, Ebermaier creó un auténtico “gobierno de Camerún en el exilio”. Aprovechando el paraguas de la neutralidad española que acogía a los alemanes del Camerún, Ebermaier tuvo libertad de movimientos para visitar a otros internados alemanes en España y, lo más importante, disponía de fondos monetarios para atender sus necesidades. Una competencia que ejercía este gobierno imperial de Camerún (Kaiserliches Goubernement von Kamerun) fuera de sus fronteras era el control del correo postal de los alemanes internados, tanto en España como en Fernando Poo. Las autoridades españolas en Fernando Poo permitieron el libre tráfico postal de los internados alemanes desde mayo de 1916 hasta noviembre de 1919, es decir, durante todo el periodo de mantenimiento de los propios campamentos.5 En este sentido, las intrusiones en fincas ajenas estuvieron a la orden del día hasta que el gobierno alemán fue enviando, poco a poco, provisiones, ya que el Consulado alemán en Santa Isabel tenía muchas existencias de víveres valoradas en cerca de un millón de marcos.6

Organización militar de los campamentos en una finca comercial. Impactos sobre el paisaje de la colonia

El Gobierno español entregó a los alemanes extensos terrenos para el alojamiento de sus soldados en la costa a ambos lados de la ciudad de Santa Isabel. La Hacienda Moritz, cuya propiedad recaía en la firma de homónimo nombre, fue la mayor implicada en la internación de los alemanes en la isla. Esta casa comercial germana puso a disposición del gobierno colonial su hacienda de cacao. Estaba situada al oeste de la capital y fue la que más soldados acogió y asistió. No obstante, también hay que mencionar la Hacienda Puente. Además, otros propietarios de la zona fueron receptivos a la cesión de sus terrenos, después de obtener contratos favorables, de manera que las jefaturas de los campos tenían amplia libertad respecto a la explotación de estos, si bien en su interior se seguía una estricta disciplina militar. Después de meses de duro trabajo, los campamentos de internados alemanes funcionaban plenamente. Se había podido conseguir, con pocos medios, una cierta calidad de vida para las tropas internadas y los miles de civiles que les acompañaban en su retirada de Camerún. El gobernador español, Ángel Barrera, distribuyó a los internados en tres campamentos situados a cierta distancia del núcleo urbano de Santa Isabel. Los soldados refugiados se dividieron en doce compañías (cuatro por campamento) a razón de unos 500 soldados por compañía.

Concretando en números, a cada compañía le estaba asignado un cupo de entre 600 y 700 civiles, si bien las cantidades manejadas varían según el autor consultado. Por ejemplo, Fernando Ballano González expone unas cifras de 6.047 soldados nativos (askaris) junto a 4.500 esposas, unos 440 niños y unos 4.088 criados del ejército (Ballano, 2013: 294). Jesús Copeiro del Villar ofrece unas cantidades ligeramente diferentes, con un saldo de 5.581 soldados acompañados de un séquito de 5.652 individuos (Ramírez Copeiro del Villar, 2005: 42). En esta contabilidad de los internados cameruneses hay que excluir a los que quedaron acampados en la costa de Bata, los cuales mayoritariamente eran no combatientes. Los alemanes fueron trasladados, a finales de abril de 1916, a España. No obstante, un número pequeño de ellos permaneció en los campamentos de internación para asesorar a los mandos españoles en el mantenimiento del orden y la disciplina de sus propias tropas. En concreto, fueron cinco oficiales y doce sargentos, quienes supervisaban a sus tropas coloniales, pero también colaboraban en trabajos de construcción de casas, cuidado, de plantaciones, mantenimiento de caminos… Los suboficiales alemanes fueron empleados, principalmente, en tareas de administración, sobre todo en la compra de alimentos, herramientas o semillas.

Cada campamento estaba bajo la supervisión de un capitán más un oficial ayudante y dos sargentos. En la cúspide de la organización había un comandante que hacía de inspector general. No será hasta marzo de 1917 cuando, finalmente, todos los alemanes fueron repatriados a España, quedando los campamentos de internamiento a cargo de una compañía de infantería de la marina española proveniente de Larache. Los campamentos I y II estaban juntos en terrenos pertenecientes a la finca Santa María y una hacienda de cacao abandonada de la firma alemana Moritz a unos 15 kilómetros al oeste de Santa Isabel, entre la bahía de Venus y el ferrocarril de Basupú.7

En todos los campamentos se habían instalado servicios de sanidad militar, con la asistencia de médicos y personal sanitario alemanes.8 Tanto el hospital para europeos como el destinado para atender a la población africana estaban bajo dirección alemana. El hospital alemán contaba con salas de aislamiento para pacientes con enfermedades intestinales, disentería, tuberculosis… Toda una organización constituida por farmacias, barracones para enfermos, cocinas y morgues completaba la atención hospitalaria en los campamentos para los internados. El médico jefe de cada departamento estaba asistido por varios asistentes alemanes y veinte enfermeras camerunesas. A la entrada del campamento II se encontraba el hospital dedicado a atender a la población africana, que estaba a cargo de un médico alemán y doce asistentes cameruneses que atendían a los pacientes día y noche.

La neutralidad en la colonia: entre las sospechas de los aliados y el control alemán de los campamentos

El mando aliado mantuvo sospechas, durante todo el desarrollo de la guerra, sobre la neutralidad española respecto a los alemanes en Fernando Poo. Durante el primer año de internamiento, los campamentos dispusieron de oficiales y sub-oficiales alemanes para mantener el orden y la disciplina. Este hecho inquietaba a los aliados, quienes no se acababan de fiar del procedimiento español y sospechaban de las actividades que pudieran realizar los mandos alemanes en los campamentos de Fernando Poo. El principal temor de franceses y británicos eran los 6.000 soldados indígenas (askaris) entrenados por los alemanes y que constituían una fuerza teórica a tener en cuenta. Existía el pensamiento generalizado, no sólo entre las tropas alemanas, sino también entre los soldados askaris a su servicio, de que la victoria del Imperio alemán en Europa era cuestión de tiempo. La estancia en los campamentos de la isla de Fernando Poo era sólo una espera a la victoria alemana que les permitiría regresar, de nuevo, a Camerún (Amat-Roze y Benoit, 2021: 433). Los mandos alemanes ordenaron ejercicios gimnásticos y entrenamientos periódicos a las tropas para mantener la disciplina. Esta ejercitación física causaba preocupación en los aliados y cierta admiración entre los españoles residentes en Fernando Poo (Muñoz López, 1926).

La libertad de movimientos de los mandos alemanes y la falta de control por parte de los españoles hicieron que se propagaran rumores sobre las actividades llevadas a cabo en los campamentos de internados. Se difundió el rumor de que los alemanes habían logrado reunir 2.400 fusiles, procedentes de España (Nerín, 2010: 79). Estos rumores fueron constantes durante toda la guerra, pero en determinados casos fueron reales y demostraron la vulnerabilidad de la neutralidad española al no poder evitar el contrabando de armas dirigido por un beligerante y destinado a operaciones en otros escenarios bélicos. Ahí está el caso destacado del vapor Pedro Pi que, procedente de Génova, descargó en el puerto de Málaga el 9 de diciembre de 1915 una serie de bloques de cemento que, realmente, albergaban fusiles y cartuchos. La inteligencia alemana había diseñado esta operación de contrabando de armas para alimentar la insurgencia en Marruecos (García Sanz, 2011: 94). ¿Cabría esperar una operación similar en la isla de Fernando Poo?

En tal caso habría que considerar que pese a la rigidez del bloqueo naval británico tuvo que haber algún tipo de relajación de este para permitir las actividades alemanas. Es cierto que el mando aliado levantó, parcialmente, el bloqueo en los primeros meses de la crisis de los refugiados en 1916 para permitir el tránsito de alimentos desde Fernando Poo hasta Bata. Estas facilidades momentáneas en las comunicaciones marítimas fueron aprovechadas por los españoles para realizar transportes entre Fernando Poo y las costas del continente africano. Estos transportes, normalmente, llevaban correo postal pero también, ocasionalmente, pasajeros alemanes (Osuntokun, 1974: 292).

De ahí que los aliados no se sintieran seguros con un ejército colonial alemán desarmado, pero conservando su potencial de combate, estacionado en Fernando Poo, a escasos cuarenta kilómetros de la costa de Duala. No obstante, hay que ponderar el peligro potencial que esta fuerza alemana representaba y si hubo alguna posibilidad real, mediante el desarrollo de un plan elaborado, de volver a reanudar los combates en Camerún.9 Los aliados no acababan de creerse la neutralidad española y pensaron que las autoridades españolas en Fernando Poo, empezando por el propio gobernador Barrera, eran demasiado condescendientes con los alemanes internados.

La respuesta aliada a estos temores llegó el 12 de junio de 1916, cuando los navíos franceses Friant y Vauban se posicionaron frente al puerto de Santa Isabel, en la isla de Fernando Poo. Los comandantes aliados temían un golpe de mano en el Camerún recién conquistado. Los miles de askaris cameruneses estaban vigilados por unas decenas de guardias coloniales. Las maniobras aliadas prosiguieron y el 28 de octubre de 1916 llegaron al puerto de Santa Isabel, sin previo aviso, los cruceros Surcouf y Astrea (de la flota francesa y británica, respectivamente). Los cruceros llegaron realizando demostraciones navales, con las baterías preparadas y la guardia armada, provocando la consiguiente alarma entre la población del puerto.

Sin embargo, desde la óptica alemana, la impresión era que los españoles estaban cediendo demasiado a los intereses aliados. La máxima preocupación del gobierno alemán respecto a sus tropas internadas en Fernando Poo era su posible repatriación a Camerún. Si los soldados de las Schutztruppen, aunque desarmados, regresaban al continente, el gobierno alemán se desprendería de cualquier baza para poder negociar en el futuro un restablecimiento de su autoridad colonial.

Un asunto difícil de conllevar y que produjo críticas en España fue la dejadez de las autoridades españolas de Guinea, que permitieron, con bastante libertad, los reglamentos y las leyes militares alemanas. Un reglamento para los soldados africanos fue elaborado teóricamente de común acuerdo por las autoridades españolas y los alemanes Rammastadt (comandante) y Ebermaier (ex gobernador). Este reglamento disponía que: “Siempre que se cometa un hecho por los soldados internados o su séquito que tenga carácter delictivo se remitirá con la información al gobernador general para que se ponga al delincuente a disposición de los Tribunales españoles” (“El código alemán en Fernando Poo”, 17 de febrero de 1918, Heraldo de Madrid: 3).

Pronto surgieron críticas respecto a la no aplicación de este reglamento, así como al abuso de autoridad por parte de los alemanes en Fernando Poo. Incluso hubo acusaciones graves de que los alemanes infligían malos tratos y castigos corporales, como azotes, palizas o agresiones con perros (Nerín; 2008: 49).

Bokoko: los civiles cameruneses se asientan

La internación alemana en la isla de Fernando Poo es solo una parte de la gigantesca operación humanitaria que atendió el gobierno colonial español de Santa Isabel. Los campamentos de internados donde se alojaban los soldados africanos, encuadrados al servicio del gobierno imperial alemán, constituyen la mitad de la historia de los refugiados del Camerún provocada por la guerra. La llegada de miles de familias camerunesas numerosas veces se obvia o su estudio se relega a un lugar secundario. Cuando los refugiados cameruneses fueron instalados provisionalmente en Bata, una misión constituida por 30 jefes nativos visitó, previamente, la isla de Fernando Poo para conocer el lugar donde serían alojados(Ramírez Copeiro del Villar; 2004: 42). Se trataba de Bokoko, un distrito de la población de San Carlos, al oeste de la isla de Fernando Poo, en una zona entonces de bosque virgen. El trabajo de desbroce fue fundamental para poder construir casas de madera con tejados de nipa que albergaran a las numerosas familias camerunesas que había acogido el gobierno español. Se concibió que cada poblado debía contar con un mínimo autoabastecimiento, por lo cual se plantaron 800 hectáreas de yuca, malanga, cacahuete, maíz y plátanos, dejándolo en condiciones de habitabilidad e higiene. Además, en las ensenadas de la costa se implementaron pesquerías. Todas estas tareas fueron propiciatorias para la creación de una organización aparte de los campamentos de internados.

En este apartado, habría que atender a una experiencia llamativa de organización colonial: “el Pequeño Bokoko”. A los jefes nativos de Camerún, con sus allegados, después de ser trasladados a Fernando Poo, se les asignó una antigua hacienda de cacao, situada en la costa oeste de la isla y a una distancia aproximada de dos horas del puerto de San Carlos. Sobresalían los puentes de madera construidos para atravesar las numerosas gargantas del terreno y el camino de unos 11 kilómetros que conectaba con el denominado “Gran Bokoko”, donde vivían el resto de refugiados cameruneses, y se podía transitar a pie, a caballo, en bicicleta y en carros ligeros. Sobre las numerosas gargantas del terreno se construyeron puentes de madera, algunos con una altura de cinco metros. Las demás irregularidades del terreno fueron salvadas con escaleras y diques de madera. A ambos lados de la carretera del “Pequeño” al “Gran Bokoko” florecieron haciendas. En este terreno se fundaron varios pueblos, separados por etnias, como los bane, bambeles, jaundes…

En cada pueblo un letrero indicaba visiblemente el nombre y el jefe de la tribu. La parte más extensa y próxima a San Carlos se hallaba ocupada por los jaundés, reunidos bajo su jefe principal, Karl Atangana. El denominado “rey de los pamúes” residía en el gran poblado de Bokoko, quedando los soldados en los campamentos de Banapá (en la finca de Moritz) y en el camino de Rebola, más los que se quedaron por los alrededores de Santa Isabel, en lo que hoy se llama, precisamente, pueblo Yaundé. La hacienda de Atangana y sus allegados formaba el centro de actividad de la colonia de indígenas de Camerún, donde se llegó a construir una iglesia y una escuela. Los misioneros ejercieron el culto religioso y la instrucción escolar.

Cada tribu del Camerún podía organizar su espacio y planificar las viviendas conforme a sus necesidades y tradiciones. Así pues, había alojamientos propios para los Mbanes, los Bambelles y los Jaundes (Vicent, 1920: 11). Durante su estancia en Bokoko en los años de guerra, los acompañantes de Atangana dejaron un recuerdo perdurable en la vida de los habitantes de Fernando Poo: “Y al hacer una referencia a Fernando Poo, es imprescindible rememorar la estancia de Carlos Atangana y sus gentes en esa isla española. Acogidos en ella, no recibieron ociosamente la hospitalidad, sino que dieron una muestra de su arte colonizador, realizando una labor provechosa que allí queda” (“La Patria lejana”, 11 de febrero de 1920, La Libertad: 1).

La fisionomía del Gran Bokoko se caracterizaba por grandes núcleos de viviendas alargadas hechas con materiales vegetales y situadas a ambos lados de la calle ancha del pueblo que desembocaba en una casa de reunión comunitaria. Diversos materiales se utilizaron para la construcción de viviendas, como el bakapi para la armadura de las casas. Las cañas de grueso bambú eran concebidas para los bastidores de techos, las nipas, para fabricar tejados y paredes, el boj, para hacer puertas y ventanas y las lianas, para la trabazón de todos estos componentes de los que surgieron viviendas cómodas, resistentes y confortables. Los pequeños pueblos disponían de sus haciendas ajardinadas y muchos jefes de tribu poseían sus propias fincas. Un ejemplo de ello fue el pueblo del cabecilla de los Esum, llamado Evini Ngoa, dentro de los campos de Makako. Los grupos musulmanes del Camerún, como los fulbes, los haussachs, los kanuris y los lakas, por motivo de su fe, fueron integrados en una zona aparte del resto de cameruneses. El jefe de los mahometanos era Adija Lifida de Ngaundere, quien residía en una finca que incluía esbeltas casas de madera, con viviendas separadas para las mujeres y la servidumbre, y se encontraba en la costa (Vicent, 1920: 24).

La organización de Bokoko, tanto de los poblados donde se alojaban los jefes tribales y sus séquitos como los miles de familias camerunesas, contaba con la asistencia de dos alemanes (un veterinario y un ayudante de agricultura), quienes tenían sus alojamientos en la costa, a la entrada de la colonia por la parte del mar. Desde este emplazamiento se podía llegar, fácilmente, en unos cinco minutos, a la carretera principal, que transcurría desde San Carlos a lo largo de la costa y a unos cientos de metros del mar.

Vida en los campamentos de Bokoko. ¿Convivencia o coexistencia interétnica africana?

Los aliados querían deshacerse del posible peligro que representaban los soldados africanos a las órdenes de los alemanes, pero respecto a los civiles cameruneses eran conscientes de que sin el mando alemán podría generarse caos y desórdenes. El interés de los aliados en que regresasen los internados a Camerún no era comprendido a ojos del gobernador español, quien creía podían provocar desórdenes en sus territorios de origen. Barrera temía una revuelta de los internados cameruneses y se debatía entre varias presiones. Primero, la ejercida por los aliados, quienes querían que los soldados africanos bajo mando alemán se repatriasen lo antes posible para desmovilizar esa fuerza militar susceptible, según su criterio, en ser utilizada de nuevo. Y segundo, la presión ejercida, en cierta manera, por los propios militares alemanes internados sin cuyo concurso las autoridades españolas difícilmente podrían mantener el orden entre miles de soldados africanos desmovilizados, pero no inactivos, y otros tantos miles de civiles cameruneses de distintos grupos étnicos. Desde el propio gobierno alemán se advertía sobre las consecuencias de la ausencia del personal alemán en los campamentos. Rattibor, el embajador alemán en España, comunicaba al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán que “el debilitamiento de la disciplina después de la destitución de los oficiales alemanes puede constituir fácilmente un pretexto para la necesidad de la deportación”.10 Barrera opinaba que debía interferir lo mínimo posible en la cadena de mando alemana con sus tropas para que esta estructura colonial, aunque residente por circunstancias de la guerra en un territorio extraño, se mantuviera incólume. Así pues, todas las medidas –por duras que pudieran parecer– ejercidas por los oficiales alemanes con sus soldados africanos eran toleradas por el mando español: “Deben mantenerse las fuerzas indígenas en el mismo estado que se encontraban en el Kamerun y como tenían su legislación especial para corregir las faltas que cometiesen no deben variarse las correcciones que se imponían a esas faltas pues sería introducir una perturbación” (“El código alemán en Fernando Poo”, 17 de febrero de 1918, El Heraldo de Madrid: 3).

El establecimiento de Bokoko tenía el reto de alimentar a una población de refugiados de alrededor de 3.000 individuos (Ramírez Copeiro del Villar; 2004: 42). La entrada de la población fue constituida como puerto para las canoas, las cuales podían cargar hasta 16 toneladas de provisiones y mercancías. En la costa se construían barracas para almacenes, talleres y alojamientos para las tripulaciones. Así se creó una plaza desde la que fácilmente se podía llegar hasta las distintas fincas de los jefes de tribu, así como a San Carlos mismo, por vía marítima. En la finca principal estaba situada la casa donde vivían los dos alemanes que asistían al poblamiento de Bokoko. Las autoridades españolas estaban representadas por un sargento asistido por cuatro soldados españoles que vigilaban el campamento. En esta finca había, además, una torre edificada que tenía la misión de convocar, mediante redobles de tambor, a los cabecillas de las distintas tribus para recibir sus atribuciones y las distintas órdenes que dispusieran las autoridades españolas. Estos cabecillas de tribu recibían gratificaciones y subvenciones mensuales para ellos y sus allegados (Vicent, 1920: 32-33). Cerca de la finca principal se había establecido una especie de pueblo propio, en dirección al puerto de las canoas y rodeado de amplios terrenos de cultivo, donde algunos cameruneses se dedicaban a labores de secretariado para el funcionamiento de los servicios del poblamiento. El oficial español destinado en Fernando Poo, Florentino Moreno, describió la organización de los campamentos, tanto para civiles como para los soldados cameruneses, destacando los materiales de construcción como el bambú o la nipa para levantar casas. El desbroce despejó un espacio libre de obstáculos, formando barrios con calles rectas. El centro del poblamiento lo constituía una gran plaza cuadrada a cuyos cuatro lados se desarrollaron los barrios y a la que convergían todas las calles, un hospital y una prisión.

La convivencia entre tantos distintos grupos étnicos en un contexto de guerra fue una experiencia muy compleja. Conviene tener presente que las relaciones interpersonales hay que comprenderlas entre los grupos étnicos que formaban el grupo de los civiles cameruneses refugiados, las relaciones con los propios soldados askaris al servicio de Alemania y la propia población autóctona de la isla de Fernando Poo. Durante el periodo 1916-1919, tuvieron lugar numerosos nacimientos de niños fruto de estas relaciones entre los refugiados que fueron contabilizados por dos misioneros alemanes, Jens y Ruf. En el libro de bautismos administrado por los padres alemanes en los campamentos I, II y III, se apunta la cifra de 2.708 bautizados a lo que hay que añadir 71 matrimonios celebrados entre los mismos internados (La Guinea Española, junio de 1919: 168).

La desinternación. Desmantelamiento de los campamentos y repatriación de los civiles cameruneses (1919)

La cuestión inevitable era plantear cuándo se decidiría repatriar a los refugiados a Camerún, puesto que el fin de la guerra se adivinaba ya como cercano en el verano de 1918. La mayor parte del contingente alemán estaba internado en ciudades de España, pero en la isla de Fernando Poo había que decidir qué hacer con el destino de los refugiados civiles cameruneses de Bokoko y con los soldados askaris de Alemania que se encontraban en los campamentos militares cercanos a Santa Isabel. Eran dos vectores de una misma situación. El gobierno alemán consultaba al gobierno español sobre la conveniencia de trasladar las tropas indígenas al continente africano.11

En enero de 1919 comenzaron los primeros viajes al continente africano para repatriar a los refugiados. El 22 de enero viajaron 17 refugiados cameruneses para el puerto de Duala en el vapor correo Antonico. El gobernador Barrera supervisaba los listados de embarcados para Camerún que solían seguir el mismo patrón identificativo: nombre del individuo, tribu y pueblo. Las autoridades aliadas, dueñas de facto del Camerún, seguían con atención los movimientos españoles y las repatriaciones de cameruneses al continente.

El principal problema que se encontró el gobernador Barrera a la hora de organizar las repatriaciones de cameruneses al continente era la poca predisposición, cuando no abierta hostilidad, de muchos refugiados a regresar al Camerún. El miedo latente de muchos jefes tribales a regresar venía dado por su sospecha de las represalias por parte de los franceses, nuevos ocupantes de Camerún. Muchos jefes tribales habían mostrado su simpatía o lealtad con los alemanes antes, durante y después de la guerra. De hecho, deseaban que retornase la soberanía alemana. Barrera no comunicó estas impresiones de los cameruneses a los aliados por no querer ofenderlos. El sentir mayoritario entre los internados cameruneses era que no querían ser evacuados antes de la firma del tratado de paz, es decir, antes de una resolución irreversible y clara que determinase el nuevo estatus colonial del Camerún.

Con la firma del Tratado de Paz de Versalles (28 de junio de 1919), el destino político de Camerún quedaba confirmado. Alemania perdía todas sus colonias (Keynes, 2002: 46-48). Las potencias de la Entente, Francia y Gran Bretaña, se repartieron el territorio camerunés en dos zonas de influencia bajo la fórmula jurídica de Mandato, con arreglo a las disposiciones de la flamante Sociedad de Naciones. El gobernador Barrera proseguía la tarea del desmantelamiento de los campamentos y las repatriaciones. Como homenaje y despedida, ofreció un banquete a todos los oficiales de los campamentos de los internados alemanes el 10 de agosto de 1919 (La Guinea Española,10 de agosto de 1919).

En noviembre de 1919, prácticamente un año después del final de la guerra mundial, el proceso de desinternación de los refugiados del Camerún en la isla de Fernando Poo estaba casi enteramente completado. Aún permanecían en los campamentos de Bokoko unos 619 cameruneses más otros tantos que se quedaron esperando el regreso del rey Atangana, quien estaba de viaje por España. Los vapores españoles que cubrieron la distancia entre el puerto de Santa Isabel y el de Duala, en Camerún, para repatriar a los últimos refugiados cameruneses fueron el Ciudad de Cádiz, el San Carlos, el Antonico, el Mediterráneo y el Cataluña (Unzueta y Yuste, 1947: 200 y 325). En apenas cinco meses, desde julio hasta noviembre de 1919, se aceleró el proceso de desinternación de los refugiados cameruneses en Fernando Poo, tanto militares como civiles.12

Consideraciones finales: una guerra europea y su impacto en una pequeña colonia neutral en África

El fin de la guerra no supuso el inmediato desmantelamiento de los campos de internamiento. El proceso fue mucho más lento y gradual, ya que el punto de inflexión lo representó, no la firma del armisticio de 1918, sino la firma del Tratado de Paz de Versalles el 28 de junio de 1919. Los meses que transcurren entre una fecha y otra fueron de deliberaciones, en cierta manera, encaminadas por la creencia de que a Alemania le serían restituidas sus colonias perdidas durante la guerra. Esta creencia estaba muy extendida entre los líderes tribales del Camerún, quienes temían represalias por parte de los franceses, nuevos administradores del territorio. De hecho, un manifiesto reclamando la soberanía alemana sobre Camerún fue firmado por más de un centenar de líderes tribales. Este interesante documento titulado “Los cabecillas del Camerón quieren volver a la tutela del gobierno alemán” está fechado en Bokoko el 20 de febrero de 1919. (Vicent, 1920: 36-39). No obstante, la firma del tratado de paz entre los aliados y la república alemana disipó cualquier esperanza para el colonialismo alemán.13

A pesar de la derrota de Alemania, tanto en Europa como África, su presencia e influencia en las posesiones españolas del Golfo de Guinea no decrecieron. Algunos de los colonos alemanes que habían perdido sus propiedades en Camerún se instalaron en Guinea española tras solicitar permiso a las autoridades españolas. Así pues, algunos antiguos internados alemanes en Fernando Poo, como los sargentos Koehn, Schulz o Frauendorff, decidieron establecerse en territorio español. Respecto a la población camerunesa, la mayor parte del contingente, tanto civil como militar, fue repatriado a Camerún. Solamente unos pocos centenares de cameruneses permanecieron en Fernando Poo en calidad de braceros. Una consecuencia poco conocida es el impacto, en sus territorios de origen, de los soldados cameruneses repatriados. Por ejemplo, muchos de los soldados internados en Fernando Poo fueron bautizados y cristianizados y fundaron comunidades católicas en sus territorios de origen, como en Kom, en Bamenda (Noroeste de Camerún).

Respecto a los alemanes internados en España durante la guerra, la mayor parte regresó a Alemania en 1919. Sin embargo, algunos alemanes decidieron quedarse en España, que pasó de ser un lugar de acogida provisional a ser su nuevo país. Algunos alemanes crearon negocios, formaron familias, etc. en las ciudades de acogida, como Pamplona o Zaragoza. En la capital navarra, por ejemplo, Karelius Arutzen recibió licencia por parte del Ayuntamiento para establecer una caseta de baños a orillas del río Arga, cuya pasarela se sigue conociendo actualmente como “Pasarela de los Alemanes”. En Zaragoza, debido a que acogió el mayor número de alemanes internados, los vínculos económicos y culturales se proyectan hasta la actualidad. Tal es el caso de la fundación del Colegio Alemán, negocios como tintorerías, etc. Algunos de los alemanes provenientes del Camerún reposan en cementerios españoles, como el Cementerio Militar de Cuacos de Yuste (Cáceres) o el cementerio alemán de Zaragoza (Deutscher Friedhof).

Respecto al gobierno español, la internación no sólo de las fuerzas armadas del Camerún (Schutztruppen) sino de todo un contingente de población civil camerunesa en la isla de Fernando Poo fue una prueba difícil de sortear. La neutralidad española se preservó, pero no sin dificultades, puesto que los dos beligerantes, los aliados y los alemanes, presionaron en distinta dirección a las autoridades españolas, creyendo siempre que estaban posicionadas con sus respectivos enemigos.

Referencias bibliográficas

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Notas

1 El gobernador español de Guinea, Ángel Barrera, alertaba al Ministerio de Estado, a través de numerosos informes, del riesgo de que las tropas aliadas cruzaran la frontera de Río Muni para perseguir a los alemanes fugitivos. Para ampliar información sobre este tema, se recomienda consultar Barrera, A. (1916). [Informe del Ministerio de Estado]. (ES.H.2891/Ministerio de Asuntos Exteriores), Archivo Histórico Nacional. Madrid, España.
2 Los beti son reconocidos como un grupo étnico perteneciente a los bantúes, distribuidos por las actuales repúblicas centroafricanas de Camerún, Congo, Gabón y Guinea Ecuatorial y el archipiélago de Santo Tomé y Príncipe. Los beti habitan en los territorios de selva ecuatorial, la unidad de su organización social es el clan y se ramifican en diversos subgrupos, como los Ewondo o Yaunde (a este colectivo pertenecía Karl Antangana), el Ntumu, el Okak, el Fang, el Bulu, etc.
3 Para más información sobre la política de los aliados respecto a la Guinea española durante la Primera Guerra Mundial, véase Martínez Carreras (1986).
4 Para un análisis detallado y amplio de la política de Gran Bretaña respecto a la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial, véase García Sanz (2011).
5 Golf Dornseif. (2013). Kriegsgefangenenpost Togo und Kamerun 1915-1920. Yumpu. https://www.yumpu.com/de/document/view/21501326/lesen-golf-dornseif
6 En relación con esto, véase: [Nota de la Embajada Alemana]. (30 de julio de 1916). (ES.6384.AGA/Guinea), Archivo General de la Administración. Alcalá de Hernares, España.
7 El ferrocarril de San Carlos era de vía estrecha y sólo se construyó el tramo establecido entre la capital Santa Isabel y Besapú, con un recorrido de 14 kilómetros.
8 Para completar información sobre la situación sanitaria en los campamentos alemanes en Fernando Poo, véase Martínez (1995).
9 Jacqueline De Vries, siguiendo la postura británica durante la crisis de los refugiados alemanes del Camerún, considera la connivencia entre las autoridades españolas y los militares alemanes en Fernando Poo como total. Incluso afirma que los alemanes intentaron establecer una base militar en la isla de Fernando. Véase De Vries (2018).
10 Véase: [Allgemeine Lage]. (2 de abril de 1917). (Spanien.R.22333). Politisches Archiv des Auswärtigen Amts. Berlín, Alemania.
11 Polo de Bernabé, L. (30 de agosto de 1918). [Respuesta del Embajador español en Berlín al Ministro de Estado]. (ES.H.3102/AMAE/Expediente 6), Archivo Histórico Nacional. Madrid, España.
12 Los soldados repatriados a Camerún fueron 5.637, a los que acompañaron 4.031 mujeres, 966 niños y 1.109 boys. Los refugiados civiles de los campamentos de Bokoko fueron unos 2.466 individuos, incluyendo 105 jefes tribales. El total de refugiados cameruneses (soldados y civiles), incluyendo los provenientes de Santa Isabel, ascendió a 17.770 personas. Hay que mencionar también que los repatriados se llevaron para Camerún unos 2.383 animales domésticos. Cifras extraídas de La Guinea Española, (21), Juan Mercader, 10 de noviembre de 1919.
13 Ver Parte IV. Derechos e intereses alemanes fuera de Alemania

(artículos 118 al 158 y anexos) del Tratado de Versalles (28 de

junio de 1919). Tratado

de Paz de Versalles (1919). Dipublico.

Ver Parte IV. Derechos e intereses alemanes fuera de Alemania (artículos 118 al 158 y anexos) del Tratado de Versalles (28 de junio de 1919). Tratado de Paz de Versalles (1919). Dipublico. https://www.dipublico.org/1729/tratado-de-paz-de-versalles-1919-en-espanol/#google_vignette

Información adicional

Sobre el autor: Carlos A. Font Gavira es Licenciado en Historia y Diploma de Estudios Avanzados (D.E.A.) en Historia, Ideologías y Culturas Políticas Contemporáneas por la Universidad de Sevilla. Técnico en el Archivo General de Andalucía (AGAn), adscrito a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Curso de Postgrado de “Especialista Universitario en Archivística” por la UNED, en colaboración con la Fundación Carlos de Amberes. Actualmente es miembro del equipo de trabajo del proyecto (DES)RACIALHIST, financiado por el MCIN/AEI y por FEDER. Su campo de investigación se centra en la interacción entre la Guinea Española y el Camerún alemán durante la Primera Guerra Mundial.

About the author: Carlos A. Font Gavira holds a degree in History and a Diploma of Advanced Studies (D.E.A.) in History, Ideologies, and Contemporary Political Cultures from the University of Seville. He is a technician at the General Archive of Andalusia (AGAn), affiliated with the Department of Culture of the Andalusian Government. He has completed a postgraduate course as a "University Specialist in Archival Science" from the UNED, in collaboration with the Carlos de Amberes Foundation. Currently, he is a member of the working team of the (DES)RACIALHIST project, funded by the MCIN/AEI and by FEDER. His research focuses on the interaction between Spanish Guinea and German Cameroon during the First World War.



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