DE LA SOLEDAD A LA LOCURA: FREUD ESTÁ PRESENTE
ESCRITURA CREATIVA
Escriba Escuela de Escritores, Venezuela
ISSN-e: 2665-0452
Periodicidad: Semestral
vol. 4, núm. 1, 2023
![]() | . Marcela Navia Núñez y Leonardo Di Mare Pareja. 2023. Baldo Fandiño |
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Recepción: 18 Enero 2023
Aprobación: 22 Febrero 2023
“Ya encontré mi libertad, tus ataduras perniciosas no ejercen ningún dominio sobre mí; soy un hombre nuevo, el mazo que derrumba tus cimientos sólidos…” (p. 45).
El refrán popular dice que ‘de loco todos tenemos un poco’. En un país como Colombia donde ocurren masacres; abres las noticias y te enteras de casos aberrantes en éste y otros lugares del planeta, ves conductores gritando a otros… vale la pena hacer un análisis sobre la locura y su tenue frontera con la normalidad. El libro Entre la Soledad y el Olvido de Ibaldo Fandiño Gámez publicado en 2018 por Editorial Santa Barbará en Colombia, arroja una reflexión desde la perspectiva del que padece la locura: Iván, un esquizofrénico, y su alter ego Sam (por cierto, es la palabra “más” al revés) que se mete en su cabeza, sus emociones y su piel sin su permiso. Iván, o Sam, o, tal vez, ambos se preguntan: “¿Soy anormal sólo porque no hago lo de la mayoría?”
Uno de los temas que me atrapó de la lectura de este libro es la construcción del personaje Sam, esa doble personalidad que en un inicio representa la moral, lo que Freud llama ‘superego’ y se va transformado en lo instintivo, o sea el “ello”. Para el lector son dos historias paralelas que se van volviendo una sola; cada una con su hilo conductor, aunque asaltado por momentos por viajes sin retorno al pasado.
También hay un fuerte componente freudiano en lo que parece haber disparado los episodios de disgregación de la personalidad: un complejo de Edipo no resuelto por una relación culpable con la madre y con su rival: el padre que es en realidad uno al que todos llaman así pues es sacerdote. A lo largo del libro sentí que Iván en realidad busca el amor verdadero; usa el sexo como medio de comunicación consigo mismo y no como el mismo afirma: una demostración de poder sobre la mujer. Parecen ser más esa ansia por ser amado y el temor al rechazo los que lo llevan a irrumpir sin su autorización. Las palabras de Iván, parte de su terapia narrativa, muestran una búsqueda de compañía, de cerrar ciclos, ya que pasó de una profunda soledad a la locura. Y ahí es cuando él mismo se pregunta por qué asusta a otros, qué hace que lo consideren loco o si son los demás los que lo están.
La sociedad se convierte en ese control o superego y así Sam se va quedando con lo más animal de su ser. Sociedad que pretende ser ejemplo, pero es corrupta; los políticos trabajan para su propio bien, Iván los critica, aunque también se convierte en uno de ellos buscando dejar la soledad a un lado, olvidando que la fama puede ser efímera y sacarnos de nuestro ser, como sucede hoy en las redes sociales, que hacen llevar una doble vida. Iván maneja dilemas: la medicina o la brujería, la protesta o la represión, el desarrollo o preservar costumbres.
Iván vive en una cárcel interna con paredes más fuertes que las de los sanatorios; ansía la libertad. Y uno se pregunta si los sanatorios realmente son espacios que buscan sanar o simplemente pretenden que estén lejos de ‘nosotros’; que los locos no se vean por allí pues lucen harapientos. El psiquiatra, que es con quien inicia y termina el libro, trata de unir las piezas del rompecabezas, de apoyar a su paciente a pesar de que el sistema considere que no tiene arreglo; a la vez, actúa como detective. Así, es una mezcla entre novela policíaca y psicológica, al fin y al cabo, desde las primeras líneas nos avisa que hay un asesinato.
La locura de Iván se entiende como un escape de la realidad, una oscura y tenebrosa; nuevamente aparece Freud en el camino pues se relaciona con sus mecanismos de defensa, que también usamos todos los que nos consideramos normales. Lo que pretende el psiquiatra es hacer consciente a Iván de sus procesos latentes para buscar que la personalidad se integre (como el clásico Sybill). Esto también lleva a pensar por qué en Colombia somos reacios a acudir a la ayuda psicológica, a considerar que es solo para locos sin pensar que ‘de loco todos tenemos un poco’. El psicólogo y el psiquiatra pueden ayudarnos a que tengamos espacios para reflexionar sobre nosotros mismos; a controlar el temor de conocer nuestras propias debilidades.
En fin, además de ser un libro muy ameno, que logra describir un cuadro que puedes imaginar, hace pensar en que debemos respetar profundamente a las personas que caen en episodios difíciles pues nunca sabremos cuando nos llegarán. ¿Será que, si hubiéramos respetado a Iván como persona, se hubiera podido evitar que asesinará? ¿Será que, si Iván hubiera tenido ayuda psicológica oportuna, no hubiera asesinado sólo para huir de su soledad y no ser olvidado? Ibaldo Fandiño, quien se dedica a la administración educativa, explica que intenta en sus libros acercar al lector a reflexiones filosóficas; en éste también logra mostrar una faceta del entender la psicología desde el oficio de escritor y es un aporte para todos: no psicólogos, terapeutas y psicólogos que ejercemos en campos diferentes al clínico.