Ensayos

La Política como un acto visceral

Politics as a visceral act

Sebastian I. Parra Zurita
Escritor. Estudiante de Licenciatura en Filosofía. Universidad Tecnológica (UTech), Avenida Ejército Nacional 843B. Ciudad de México, México

Petroglifos Revista Crítica Transdisciplinar

Fundación Grupo para la Investigación, Formación, y Edición Transdisciplinar, Venezuela

ISSN-e: 2610-8186

Periodicidad: Semestral

vol. 5, núm. 2, 2022

editor@petroglifosrevistacritica.org.ve

Recepción: 02 Junio 2022

Aprobación: 31 Octubre 2022



DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7395114

Resumen: Los seres humanos, al ser seres viscerales, caen en contradicciones lógicas al vivir la política como un acto emotivo y pasional, llevando al caos y a malas prácticas políticas que concluyen en una serie de acciones separatistas. Este ensayo pretende afirmar que la política, como un acto emotivo, trae consecuencias y que; al no ser vista racionalmente, carece de réditos, ejerciendo una mayor influencia, pero a la vez, una disminución en los procesos de mejora continua social en todos sus aspectos.

Palabras clave: pasión, emotividad, razón, irracionalidad, sociedad.

Abstract: Human beings, being visceral beings, fall into logical contradictions when living politics as an emotional and passionate act, leading to chaos and bad political practices that conclude in a series of separatist actions. This essay intends to affirm that politics, as an emotional act, brings consequences and that; since it is not seen rationally, it lacks revenues, exerting a greater influence, but at the same time, a decrease in the processes of continuous social improvement in all its aspects.

Keywords: passion, emotionality, reason, irrationality, social.

Introducción

¿La política es un acto racional? El ser humano tiene capacidad para fomentar ideas y opiniones políticas, coincidiendo en acuerdos y construyendo lazos políticos firmes con otros seres humanos de diferentes culturas gracias a que es un ser racional. Entonces ¿Por qué la política confronta a las personas? En ocasiones, la política está impregnada de actitudes viscerales, emocionales y pasionales las cuales, pueden traer como consecuencia la violencia física o psicológica, degenerando en dictaduras. ¿Por qué se origina esta actitud separatista como consecuencia de un discurso esperanzador proveniente de actores políticos, quienes señalan un mundo ideal en el que todos estaremos a salvo? Un mundo idealizado, donde cada quién tiene su labor en la sociedad (Platón, 2020). Sin embargo, la sociedad occidental del siglo XXI, a diferencia de lo establecido por Platón en su obra, no es aristocrática en su mayoría y, por lo general, los países están regidos por una democracia, en la que la sociedad elige a sus gobernantes y donde muchas veces tropieza.

A continuación, no se pretende generar discusión con respecto a los temas políticos ni a ciertos idealismos, ya sean prácticos o teóricos, ya que esto supondría desviarnos del tema en cuestión. Tampoco es su intención la de definir qué es política desde un punto de vista filosófico ya que, como se dejó de manifiesto anteriormente, se abordará el por qué ver la política como un acto visceral trae consecuencias negativas y del porqué el ser vista y practicada de forma racional traería beneficios para la sociedad pues, la política racional sugiere una sinergia y cohesión sobria y organizada sobre los distintos problemas que puedan surgir en las sociedades.

Planteamiento del problema

La política nace con la finalidad de juntar a los individuos para realizar un trabajo en comunión con las distintas aristas y pensamientos sobre cómo se debe dirigir una sociedad. No obstante, en ocasiones el problema de la política es que separa a las personas para lograr estos objetivos. Este último enunciado ha sido popular en la sociedad actual, en la que nada desata más pasiones que hablar sobre política y las ideas que rigen una ideología en particular. Sin establecer un juicio a priori, se cuestiona a la persona que quiere participar en política porque hay una visión negativa en el colectivo popular sobre quienes se dedican a esta profesión. Al involucrarse en política son inherentes las discusiones o debates con respecto a un punto de vista donde las pasiones se hacen presentes. Esto como consecuencia de que la política es vista con emotividad, con pasión, con un carácter visceral y careciendo de toda racionalidad.

Por política, y para el desarrollo de este ensayo, se atribuye que su concepto como fin último es la felicidad de una sociedad. La política es muchas cosas, entre ellas, una ciencia social; una disciplina autónoma sistematizada, independiente y con una estructura teórica propia, y como tal; busca siempre el saber que, a diferencia de la ignorancia, trae consigo la felicidad.

Al ser la felicidad su fin último y no su medio, debe verse reflejado como un acto de razón. Asimismo, la política puede ayudarnos a dirigir el sentido de la vida a nivel social: cómo vivir correctamente en comunión, qué decisiones tomar para dirigir a los individuos a una mejora continua sustentable ya sea social, financiera, ambiental, entre otros. Por lo tanto, si la política es ejercida de manera visceral, se antepone la pasión, la emoción y el deseo por ganar a toda costa; y no la razón, cuyo propósito es encontrar la verdad, el equilibrio y la felicidad social, se aleja de todos estos supuestos. A diferencia de la razón, lo visceral está asociado a una reacción aguda, penetrante y acelerada como lo establecen Pérez Porto y Gardey (2010):

Lo visceral aparece vinculado a una reacción emocional muy intensa, que brota de lo más profundo del interior de la persona, de allí esta denominación. Se trata de algo que el sujeto casi no puede evitar, ya que está encarnado en su interior y que escapa a la razón o la lógica. Por ende, si la política se torna visceral, separará a la gente, pero si se torna racional, no necesariamente las una, pero los acuerdos tomados serán de común denominación. (s.p)

Tesis

Ha quedado de manifiesto que la política puede separar a las personas, la pregunta es ¿por qué? Los seres humanos de facto son seres emotivos y sociales, estas dos condiciones son suficientes para establecer la tesis de que, tanto el hecho de ser seres sensibles y vivir en comunidad, agrega un factor separatista en cuanto a idealismos políticos se trata. Como se dijo al principio, no se ahondará en idealismos o preferencias políticas, sino que se verá la política como tal, como materia de estudio.

La política se debate entre el deber y el querer, uno de estos problemas fue abordado por Kant quien llegó a comentar que las pasiones son impedimentos para sostener una elección racional y ética, puesto que suponía que todo individuo se inclinaba siempre por una opción engendrada por la emotividad. Es por esto, que el autor prusiano estimaba que era inadmisible obrar según las pasiones y que todo individuo debía inclinarse por el deber. También afirmó, que las pasiones son cánceres de la razón pura práctica y, muchas veces, incurables (Kant, 2017).

Como se mencionó en el párrafo anterior, la pasión sugiere una noción separatista que puede destruir acuerdos fructíferos para el desarrollo social y humano. Sin embargo, la política sistematizada, ordenada y planificada la construye la racionalidad, por lo que es necesario dejar de lado la visión visceral que se tiene de la política para llegar a acuerdos que permitan el logro de su objetivo, que es el bienestar social en todos sus ámbitos.

Argumentos

Para argumentar las directrices con respecto a por qué la política vista como un acto visceral es infructífera, se tomarán diversos aspectos histórico-filosóficos que ayudarán a comprender sus falencias.

Introducción argumental

El ser humano tiende a comprender la política de una forma espontánea. El conocimiento espontáneo es todo aquello que es captado como sentido común y que sólo repercute de manera contingente, superficial, sin profundizar en las causas que lo originan. La política llega al ser humano espontáneamente por las noticias o por su círculo más íntimo, haciendo de ese conocimiento político una interpretación superficial, mas no siempre se profundiza en la verdad para corroborar los hechos.

Lo anterior puede ejemplificarse con lo siguiente: la mayoría de los seres humanos al tener un conocimiento espontaneo de la política sólo ven la punta del iceberg. El conocimiento espontáneo de una materia, cualquiera sea esta, lleva a pensar que todo lo que se ve y se escucha parece verdadero, más aún en la era de las noticias falsas, sin sumergirnos en aquel vasto océano en el cual está oculta la otra parte más gruesa del conocimiento y la verdad. Los individuos tienden a juzgar lo que el otro juzga, sin detenerse antes a evidenciar los hechos, sin cuestionarlos y sin razonar. Aquellas falencias no representan más que una actitud visceral ante la política, sobre los enunciados de partidos o actores políticos, juzgando y dejándose llevar con la corriente social.

Sin embargo, no hay que negar crédito al conocimiento espontáneo, ya que en la antigüedad fue sumamente importante para el desarrollo teorético de la filosofía y las ramas que posteriormente nacieron de ella. Pero hoy en día, en el que el mundo requiere de mejoras y una mayor comprensión del mismo en cuanto a nuevas materias que surgen para reformarlo, es necesario que la praxis política sea de un estudio mucho más profundo, no dejando en su haber emotividad y llevarla a un sentido más crítico y racional.

Si para actuar en política fuese decisivo actuar con pasión moral (Heuss, 2010), derivaría a eventuales disociaciones y desacuerdos entre diferentes grupos. Weber (2007) menciona que: “La política se hace con la cabeza, no con otras partes del cuerpo o del alma” (p. 126), por lo que la razón debe imperar en decisiones políticas y que las expresiones pasionales generan una inconsistencia de los principios, dejando de manifiesto que la política va sobre el deber, no sobre el querer.

El desarrollo social debe ser racional; no obstante esto no se vislumbra muchas veces en la comunidad, sobre todo durante los procesos electorales de un país, donde la población al elegir a candidatos que despliegan en su discurso argumentos esperanzadores, loables y justos; dejan de lado la apreciación crítica del discurso, y se concentra solo en las promesas y no en las consecuencias de estas. La esperanza vende, une a las personas ante la adversidad, esto en sí es un acto emotivo con una clara identificación vehemente. Entonces, al ser tal, no se desarrolla racionalidad ante el discurso político, al contrario, es impulsado por el más puro sentido emocional sin pensamiento crítico. Al mismo tiempo, el pensamiento dogmático de las masas se hace presente, ya que el miedo a no pertenecer a un grupo, al no ser aceptado, instintivamente lleva a aceptar irracionalmente aquello que no se logra ver de forma crítica, por lo que se requiere ahondar más en la teoría política. Con respecto a esto, Strauss (2014) menciona:

Por teoría política algunos entienden frecuentemente hoy en día unas reflexiones generales sobre la situación política que desembocan en la propuesta de un programa de amplias miras. Estas reflexiones apelan, en última instancia, a principios aceptados por la opinión pública o por una buena parte de la opinión pública; esto significa que asumen dogmáticamente principios que bien podrían ser cuestionados. (p. 83)

Con lo anterior, se fundamentan las cuestiones superficiales que acontecen en la política y que debido a las promesas en campaña, los actores políticos suelen convencer con un discurso retórico a la opinión pública, que sin ahondar en los asuntos que competen a su comunidad, los aceptan sin un juicio crítico y lo consideran como la mejor opción posible para la sociedad, estableciendo una concepción utilitarista1.

En este párrafo se defenderán argumentos citando a Aristóteles (2001), quien dijo una vez: “la pasión parece ceder no al argumento sino a la fuerza” (p. 404). En esta cita, que se desprende de la Ética a Nicómaco, podemos apreciar que la pasión trae consigo la imposición como un acto en el que el proceder del individuo es movido por el interés propio. Lo visceral va asociado siempre a un ímpetu en el que el individuo trata de imponer argumentos, posturas, ideas, entre otros; llevado por la pasión que a su vez deriva en un acto egoísta. Inclusive, el hecho de tener una visión subjetiva de ciertos acontecimientos políticos estriba netamente en la inexperiencia intelectual y práctica del sujeto en cuestión, como, por ejemplo, los jóvenes que se dejan llevar por el querer más que por el deber. Continúa Aristóteles (2001) al afirmar:

Más todavía, como el joven se deja llevar por las pasiones, escuchará en vano y sin provecho, ya que la finalidad no es el conocimiento, sino la práctica. Y no hay diferencia alguna entre el joven de edad y el que es inmaduro de carácter, pues el defecto no acompaña al tiempo, sino que se debe al hecho de vivir y perseguir cada cosa de acuerdo con la pasión. Para los de esta clase el conocimiento resulta sin provecho, lo mismo que para los incontinentes; en cambio, para quienes realizan sus apetitos y obran conforme a la razón sería muy provechoso tener estos conocimientos. (p. 132)

Siguiendo a Aristóteles, el medio consiste en sentir y obrar en el tiempo, ocasión, modo, hacia la persona y con el propósito debido. El medio es, pues, lo que está bien en acciones y pasiones, según las circunstancias, de acuerdo con la razón y tal como lo haría un hombre prudente. El medio está sujeto a la acción y a la pasión; pero estando ambas siempre sujetas y en acuerdo con la razón. Las acciones racionales se distinguen de las viscerales y emotivas porque se encuentran justificadas y fundamentadas por la razón, por un conocimiento mucho más profundo que el espontáneo o el naciente de la mera emotividad. Es por ello que la política, en su acto, no puede ser vista como un algo ya que, apela a la coerción irracional y deslegitimada de cualquier ámbito constructivo.

Esto se resume al hecho de que el ser humano mantiene una dualidad emotivo-racional que lo ha caracterizado desde siempre. Pero con esto no se pretende hacer énfasis en que la pasión, o más bien dicho, la emotividad, sea algo malo o bueno en otros temas prácticos o teóricos, ya que ser emotivo es parte del ser humano. Por lo que, eliminar la emotividad o ciertas actitudes pasionales para solo inclinarnos al lado racional de la balanza, supondría un debate extenso en el sentido metafísico. Es por esto que Strauss (2014) menciona que “el hombre no puede dejar de plantearse la cuestión de la buena sociedad, como tampoco puede librarse de la responsabilidad de responder a la cuestión apelando a la historia o a cualquier poder distinto de su propia razón” (p. 107). Es por esto, que la política necesariamente debe ser sistematizada ya que, carecería de propósito y llevaría a la sociedad a un declive caótico sin ley ni orden. La sistematización política ayuda a formar una sociedad ideal, o al menos se acerca a ello al mantener una organización que ayude a aumentar el progreso, tomando las mejores decisiones para llevar a la sociedad a ser participativa, sistematizada y civilizada.

Profundizando un poco más en lo anterior, si la política se torna emotiva, no sistematizada o irracional, puede degenerar en ideologías impuestas de forma coercitiva y poco tolerantes, trayendo consecuencias que puedan afectar de forma negativa a la sociedad en cuestión. Como bien dice Weber (2007):

Quien quiera edificar la justicia absoluta en la tierra utilizando la violencia, necesitará para ello seguidores, el «aparato» humano. A éstos tendrá que ponerle a la vista las recompensas interiores y externas necesarias: una recompensa celestial o terrenal; si no, no funciona. Recompensas interiores en la lucha de clases moderna son: satisfacer el odio y el deseo de venganza, satisfacer el resentimiento y la necesidad de tener razón desde el punto de vista pseudo-ético, es decir, satisfacer la necesidad de calumniar y difamar al enemigo. (p. 144)

Podemos entrelazar este argumento con lo siguiente: el fin último de la política es la felicidad, sea social, financiera, ambiental, entre otros. Aristóteles (2011) dijo en su Metafísica “todos los hombres por naturaleza desean saber” (p. 71) y el saber trae consigo felicidad, la cual él mismo establece que es el fin último del hombre.

Si el obrar del ser humano está ligado en una mayor parte a lo emotivo, tendiendo a lo pasional; derivará en que nuestro hacer esté errado al negar toda razón política y crítica, por más constructiva que esta sea. Lo visceral en estos tiempos se ha impuesto a la criticidad política, la pasión se ha legitimado y a supuesto ser mucho más importante que los argumentos técnicos, económicos y democráticos los cuales, son más difíciles de comprender2. Entonces, las sociedades que son arrastradas por lo visceral en cuanto a lo político, sobre todo las sociedades latinoamericanas, también pueden ser el objetivo de una prensa débil3 con un pobre mecanismo de debate. Esto trae consigo un fuerte populismo4 al encantar a las masas con discursos emotivos de un líder carismático, ensalzado por la prensa y que no supone racionalidad en sus conceptos más puristas, además de que evade el debate crítico de ideas, y antepone lo valórico5 por sobre lo racionalmente correcto.

Lo anterior, causa que las sociedades aparten ciegamente los conceptos críticos establecidos por los programas estatales que presentan los partidos políticos y sus candidatos, conduciendolas a tener una visión emocional, lo que trae como consecuencia que toda crítica o razón política sea fuertemente atacada por una vorágine de sentimentalismos que niegan toda razón por más cierta que esta sea.

Por tanto, sólo cuando se sistematiza la política es cuando la pasión se domina, pero sólo sujetada por acuerdos racionales que estriban en un crecimiento y cooperación mutua entre sociedades.

La necesidad del ser humano de acercarse a la política trasciende lo sensible, ya que busca como fin último la felicidad de la sociedad a través de la razón. Sólo cuando el ser humano se aleja de la política y antepone lo pasional es cuando se disgrega, se corrompe y se tiraniza. Por tanto, para que la política sea fructífera se deben apartar las pasiones. Como bien decía Sócrates, debemos deshacernos de la aparente seguridad de que tenemos la razón, cuando lo que debemos encontrar es la verdad (Platón, 2020). Parecer que sabemos no necesariamente es sinónimo de saber, más bien estriba en que creemos saber, y el creer está lejos de ser un acto racional.

Valorándolo desde un punto de vista primitivo, los seres humanos necesitan de la razón para formar lazos. Como ya lo advertía Arendt (2005) “Todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos” (p. 37). Por lo que nuestra especie no puede aislarse de la sociedad, pues tiene una necesidad natural de vivir en comunidad, no por un tema trascendental6, sino por un tema práctico; el humano es más fuerte cuando vive en comunidad, cuando se organiza, cuando se gobierna.

Sólo en sociedad podemos ser garantía de fuerza. En base a este hecho empírico, ver con emotividad la política puede traer serías complicaciones al destruir el bien común, el bien social que pueda hacer perdurar nuestra especie. Si los actos políticos para llegar a acuerdos tales como la sobrevivencia se toman con base a actos pasionales y emocionales, la especie humana correrá un serio peligro en cuanto a su subsistencia y su prosperidad. Es así que, al apelar a la historia descriptiva7, los acuerdos que han generado un progreso en la sociedad humana se han tomado de forma racional. Cuando la emotividad se ha impuesto a la razón para llegar a acuerdos, por lo general resulta difícil llegar a un fin común, y cuando se legitima, la historia nos ha demostrado que la coerción resultante entre sociedades es la guerra.

Consideraciones Finales

Se puede concluir con el siguiente silogismo: la actividad política es una actividad humana, y como tal, es racional. Tomando en consideración que ser humano significa dos cosas, ser irracional y racional, surge la siguiente interrogante ¿Algún animal distinto a los humanos razona? Hasta el momento no lo hemos encontrado. La capacidad animal por esencia es el instinto ligado a actividades que nacen de sus necesidades viscerales. No obstante ¿Por qué entonces los seres humanos se enervan cuando la política no satisface sus necesidades? ¿Sería lógico tener que enfurecerse por un acto meramente racional? Tal vez, la respuesta estriba en que la política como praxis nos lleva a la toma de decisiones, las cuales no son bien vistas desde una mirada ideológica, existencial y de la voluntad que nos representa y caracteriza como especie. Por ende, se puede afirmar que la política es sistemática y sin duda de carácter racional en su praxis; y visceral (pasional y emotivo) en su fin último que deriva en la felicidad o estado de bienestar de la sociedad.

La política no tiene ninguna responsabilidad con respecto a las malas acciones cometidas por los seres humanos que proceden de manera pasional y emotiva. Lo visceral no es más que un acto que promete tergiversar la política por motivos personales más que por encontrar la verdad y el camino más razonable hacia el progreso. La voluntad y la ideología corresponden a una característica existencial que vela por el individuo, por su particularidad, por su nominalidad. El ser humano es gregario, corresponde decir que los designios de una mayoría no siempre están sujetas a una decisión razonable. Que la política sea vista de una forma racional conduce a que la sociedad tenga una elevación existencial, preguntándose: ¿por qué existe la sociedad? ¿Qué impulsa a los individuos a juntarse unos con otros? La razón tal vez estriba en que la supervivencia es lo lógico y agruparse nos lleve a proliferar como especie.

El ser humano, con todos sus defectos para sobrevivir en la naturaleza, requiere del uso de su razón para existir. Pero ¿Qué le da sentido a esa existencia? ¿Qué lo impulsa? ¿Cuál es su finalidad? La respuesta a esta pregunta tal vez llegue cuando la filosofía posea una respuesta absoluta sobre los temas políticos en todas sus facultades de estudio intelectual.

Bibliografía Consultada

Arendt. H. (2005). La condición humana. Paidós.

Aristóteles. (2001). Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo. Gredos.

Aristóteles. (2011). Metafísica. Gredos.

Heruss, T. (2010). Geist der politik. Büncher des wissens.

Kant, I. (2017). Crítica de la razón pura. Gredos.

Pérez Porto, J., y Gardey A. (2010). Definiciones. https://definicion.de/visceral/

Platón (2020). República. Gredos

Strauss, L. (2014). ¿Qué es filosofía política?Y otros ensayos. Alianza.

Weber, M. (2007). La política como profesión. Biblioteca Nueva.

Notas

1 Desde mi punto de vista el utilitarismo no siempre determina la opción más ética representada por la mayoría de las personas. Durante las décadas vigentes hemos podido presenciar cómo las minorías (sobre todo las sexuales) han tenido voz y voto cuando mucho tiempo antes habían sido atacadas por la mayoría, o simplemente, se vieron cuestionadas y mal vistas por el ojo público por el sólo hecho de ser diferentes, muy alejadas también del ámbito político, mucho menos respaldadas bajo un marco regulatorio legal. Sin embargo, hoy en día vemos cómo los grupos LGTB han alzado la voz y de pasar a ser considerados minorías, han supuesto un poderoso eslabón en la cultura social occidental.
2 Esto en parte es gracias a la prensa, donde la concesión de la información radica prácticamente en explicar lo espontáneo y hacer de la comunicación y los debates un espectáculo, algo poco serio, haciendo en parte, desde un punto de vista sociológico, que las masas se encanten con lo que ven; haciendo de los debates un folclore más mediático que intelectual, disminuyendo así la capacidad crítica de las personas las cuales se ensalzan con el contagio emocional, haciéndose muy proclives al encantamiento, a lo carismático, a lo visceral, dejando de lado todo conocimiento profundo del tema en cuestión.
3 Se hace énfasis en la prensa débil y poco seria ya que, las concesiones tiene como objetivo generar mayor sintonia que profundizar en temas que son mucho más técnicos y poco comprensibles por las masas, pero que, a mi juicio, son sumamente imprescindibles.
4 Suele atribuirse el populismo al comunismo o regímenes socialistas, pero en América Latina ha imperado tanto en la extrema derecha e izquierda.
5 Con esto no se quiere decir que los valores sean poco importantes, pero suponen un tema mucho más trascendental y de un estudio mucho más minucioso llevado por la ética y la moral.
6 Esto es debatible, ya que la trascendencia de por sí busca ir más allá de lo inmanente. Es materia de análisis filosófico si el sentido holístico de los seres humanos encontrará en algún momento la trascendencia en alguna de sus materias.
7 La historia descriptiva pretende presentar con precisión los acontecimientos y sus conexiones con base en evidencia empírica.

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