Historiografía y Teoría Política
Miradas historiográficas a la relación prensa e historia en el caso de Pereira
HISTORIOGRAPHIC VIEWS TO THE RELATION SHIPPRESS AND HISTORY IN THE CASE OF PEREIRA
Ciencia Nueva, revista de Historia y Política
Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia
ISSN-e: 2539-2662
Periodicidad: Semestral
vol. 2, núm. 1, 2018
Recepción: 13 Junio 2017
Aprobación: 01 Diciembre 2017
Publicación: 12 Marzo 2018
Resumen: El presente trabajo aborda la relación entre prensa e historiografía como un campo de investigación que renueva las investigaciones en historia. Tiene como punto de partida algunos de los trabajos desarrollados en la historiografía de Colombia en los que se estudia la prensa como fuente, y/o como objeto de investigación. A la vez, se realiza una revisión al caso de Pereira, con respecto a los nuevos desarrollos históricos donde la prensa viene cumpliendo un papel central. Al finalizar, se proponen líneas de acción para continuar aportando a la construcción de la historia regional y local.
Palabras clave: Historia y prensa, prensa regional, prensa y poder, historia regional, Pereira-Risaralda.
Abstract: This paper deals with the relationship between the press and historiography as a field of research that renews research in History. It has as starting point some of the works developed in the historiography of Colombia in which the press is studied as a source, and / or as object of investigation. At the same time, it makes a revision to the case of Pereira, with respect to the new historical developments where the press has been playing a central role. At the end, lines of action are proposed to continue contributing to the construction of regional and local history.
Keywords: History and press, regional press, press and power, regional history, Pereira-Risaralda.
Prensa e investigación histórica
¿Por qué la prensa? Por su accesibilidad, mayor facilidad de preservación y por la riqueza discursiva con la que se construye. La prensa, como fuente, es una de las más utilizadas dentro de la investigación histórica contemporánea. La relevancia de la prensa ha sido señalada por autores como François-Xavier Guerra, para quien la prensa y el estudio de la misma, permite comprender un proceso dinámico de “creación de una cultura política particular, que involucra mentalidades colectivas, ideologías políticas, prácticas sociales, lenguajes, formas de organización, y referentes sociales y simbólicos”[1]. La prensa ha sido un actor social determinante en la formación de la cultura y la opinión pública en las sociedades modernas desde los siglos XVII y XVIII cuando se comienza a constituir la esfera pública, espacio predominantemente preferido por la cultura impresa para la expresión y debate de las ideas[2].
La prensa permite comprender entre muchos temas, las lógicas o el espíritu de una época; los intereses de los actores sociales; las transformaciones institucionales del Estado y sus entidades descentralizadas; las continuidades y rupturas políticas; los discursos que marcan las ideologías de cada periodo con sus matices de pensamiento; los movimientos sociales y de resistencia con sus repertorios y demandas; las violencias, los actores insurgentes y los procesos de negociación pacífica; las formas organizativas partidistas para las dinámicas electorales; la formación de la opinión pública; y también la formación de públicos lectores y escritores.
Como fuente que posibilita una gama variada de preguntas y respuestas, conlleva a revitalizar la disciplina histórica como ciencia que se interesa por las múltiples interpretaciones del pasado y de las formas como este puede ser representado. Los temas son diversos y se vinculan con varios campos de la historia como la historia política, la historia social, la historia cultural y la historia de la comunicación. Utilizar la prensa para cualquiera de estos campos de la historia, requiere un ejercicio de contextualización profundo acerca de las características de los diarios, sus intereses y lógicas de producción.
La prensa se muestra entonces como una fuente para interpretar y observar los elementos cívicos, cultos, políticos y simbólicos[3]. La acción política de la prensa como actor social permite analizar diferentes dimensiones como sostiene el historiador Sergio Sánchez: “a) formar opinión pública, b) crear representaciones sociales, c) forjar lazos de identidad-lealtad política y d) atacar a los enemigos políticos”[4], en una dinámica de configuración de una opinión pública que va más allá de lo informativo y que transita hacia la participación dentro de los procesos sociales. A su vez, la prensa despliega un “tráfico noticioso” con el que se persigue influir “en la conducta de los individuos”, llevándolos a tomar determinadas posiciones frente a los problemas que “aquejan o marcan el destino de una comunidad”[5]. De esta manera se promueven diferentes tipos de marcos de análisis que orientan la opinión pública y la influencia sobre la sociedad.
Para la historiadora argentina Mirta Kircher la prensa contribuye a la formación de la opinión pública, al ocupar el lugar metafórico de “vidriera pública” desde la cual se puede pensar la política y la sociedad. Es una vidriera construida “en un campo de relaciones que involucra poderes, actores, fuerzas políticas, y en la producción y puesta en circulación de temas y argumentos destinados a intervenir en el debate político y cultural”[6]. Dicha intervención en el debate público coadyuva no solo a la circulación de informaciones, sino que le ayuda a la prensa a vincularse como “fuente primordial para el estudio del proceso de configuración de las ideas políticas a partir de las formas discursivas del pensamiento”[7].
Entonces, la prensa permite analizar las representaciones, las percepciones, los discursos y las construcciones culturales que elaboraron y negociaron los actores históricos en determinados periodos. La prensa no constituye un escenario pasivo en el cual se publican ideas inertes carentes de representatividad social, por el contrario, los periódicos han cumplido con una labor que va más allá de simples emisores de información noticiosa y variada, casi siempre han estado vinculados a compromisos ideológicos en procura de la legitimación y circulación de las ideas en la sociedad.
Historiografía colombiana y prensa
La institucionalización de la Historia en Colombia como disciplina académica se dio en los 60 del siglo XX, implicó el abandono de la historia política tradicional (historia de bronce) y la transición, primero hacia la historia social y económica, y segundo a la nueva historia política y la historia cultural[8]. A partir de esta nueva etapa de la historia política, tomaron fuerza algunos estudios que asumieron la prensa como fuente de investigación y se complementaron con la perspectiva de los estudios regionales que emergió en los 80[9].
Otro enfoque que nutrió positivamente la historia desde la prensa fue la historia cultural de la política proveniente de Francia y España, enfocada, como sostienen Jordi Canal y Javier Moreno, en “valorar la importancia de las percepciones, los discursos y las construcciones culturales que elaboraron y negociaron los actores históricos y a considerarlos, asimismo, una parte substancial de las realidades que estudian”[10]. Entre tanto, Jorge Orlando Melo, considera la prensa como una fuente privilegiada para la historia política, por la evidente conexión que ha existido en América Latina y en Colombia entre políticos y periodistas, entre el poder y la comunicación. Para Melo, ambos oficios, consolidaron su presencia en el siglo XIX; en sus propias palabras:
Periodismo y política han estado estrechamente unidos durante los doscientos años de vida republicana de Colombia. En el siglo XIX y el siglo XX, el poder político surgió ante todo de la prensa. El primer director de un periódico en 1810, Jorge Tadeo Lozano, fue elegido presidente tan pronto se aprobó en 1811 la primera constitución, y fue derribado por el pueblo a los pocos meses, después de una breve campaña en su contra promovida por Antonio Nariño, director La Bagatela, el primer periódico de oposición: el director del periódico asumió la presidencia. Desde esos años, la mayoría de los presidentes de Colombia surgieron de los periódicos, más que de los grupos económicos o de las grandes familias[11].
Para Eduardo Posada Carbó, la prensa política en Colombia se ha visto íntimamente ligada con la consolidación de la república y la democracia. En los momentos de mayor conflictividad social y política ha tenido un lugar protagónico en el propósito de retornar a la calma como garante de la circulación de ideologías. Además, afirma que una prensa activa desde el siglo XIX ha sido importante para que el país no experimente la censura y autocensura, en niveles tan críticos, como por ejemplo los países del cono sur latinoamericano[12].
De manera reciente han aparecido autores y trabajos en la escena historiográfica colombiana que otorgan un sentido determinante a la prensa. Carlos Charry, investigador de la Universidad del Rosario, en “Entre el público y el movimiento, entre la acción colectiva y la opinión pública: Reflexiones en torno al movimiento gaitanista”, analizó el periódico La Jornada, principal medio difusor de las ideas de Jorge Eliécer Gaitán, para entender el proceso de formación del público gaitanista, los mecanismos de difusión y circulación de ideas[13].
Charry sostiene que La Jornada fue un impreso sustentado en un populismo clásico que tuvo como objetivo principal la formación de una imagen sólida de Jorge Eliécer Gaitán. Dicha construcción con un sentido incluyente que lo hiciera visible en los sectores populares para así incrementar la cercanía del de las clases populares con el líder liberal. Charry se aleja de las discusiones en torno a la figura de Gaitán, es decir, sobre el contenido de sus propuestas políticas, y en cambio se vincula con las formas, los medios y los discursos con los que se posicionó en el imaginario colombiano, en una época en la que todavía no llegaba la televisión al país.
En relación con la prensa, Charry asume el periódico La Jornada, más que como objeto de estudio como fuente para entender las lógicas del movimiento de Jorge Eliécer Gaitán y los múltiples esfuerzos por ocupar un espacio en la opinión pública. Hay que decirlo claramente, Charry entiende La Jornada en un contexto mucho más amplio dentro del movimiento de Gaitán, es decir, como parte de una estructura de movilización social y de ideas, con lo cual no se interesa en problematizar el uso de la prensa dentro de la investigación social e histórica.
Es claro que los temas relacionados con el caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán han sido de mucho interés para las ciencias sociales y, en especial, para la nueva historia política. De ahí, que Adriana Rodríguez Franco, haya decidido reconstruir el contexto político de los años previos al asesinato de Gaitán, también, desde el uso del periódico La Jornada[14]. Para Franco, la prensa de los años 40 tenía como objetivo principal influir en la esfera pública para conquistar el poder político. Los periódicos buscaban ampliar su radio de influencia extendiéndolo a los diferentes públicos, e incluso, a otros medios de comunicación como la radio y a las instituciones del Estado. En el trabajo de Franco hay una mayor problematización de la fuente, tal vez, por su formación de historiadora, la prensa no pasaba desapercibida y es mucho más que la productora de información noticiosa. La prensa, es entendida por Franco, como una parte inseparable del sistema político de aquella época, con el cual mantuvo una continua tensión.
En su trabajo, Franco es generosa en caracterizar los periódicos de los 40 y los 50. Los concibe como actores afiliados a los partidos, con el interés de difundir principios doctrinarios y de reafirmar la identidad partidaria. A su vez, como los encargados de “criticar los adversarios políticos, legitimar los discursos de la dirigencia partidista y mantener la cohesión de sus militantes”[15].
Los periódicos regionales también han sido objeto de investigaciones. Un periodo de transiciones políticas en Colombia como los años 30, donde se da una apertura del sistema político electoral y una vinculación de los nuevos electores a la escena política, ha sido estudiado por el historiador Oscar Javier Zapata, tomando como unidad de análisis El Heraldo de Antioquia para explicar la campaña electoral que llevó a Enrique Olaya Herrera a la presidencia de la república en 1930[16]. El estudio de Zapata se adentra en la perspectiva de la historia cultural de la política. Se interesa por una campaña electoral, pero lo hace desde la visión simbólica. En tanto, indaga las nuevas formas de hacer la política y el papel determinante que jugó la prensa sobre ella. Así lo expresa de manera puntual:
… estudiar los cambios y las novedades en el comportamiento político de los partidos, los candidatos y la población, incluida en ésta última tanto el individuo en su condición de ciudadano como la masa, el pueblo o la multitud. Así como estudiar y comprender las técnicas y los procedimientos empleados por el candidato liberal y sus organizaciones para acercarse al elector y ganar su respaldo en una disputa abierta, la evolución de esa nueva relación, y de qué manera se incrementó la participación ciudadana en los eventos electorales… [17].
El enfoque de Zapata es interesante porque se ubica en el momento coyuntural cuando la publicidad política empieza a utilizar la propaganda, las imágenes y los reportajes, para construir una imagen del candidato, en este caso la de Enrique Olaya Herrera; evidencia la manera como la prensa construye un actor político, lo representa y lo promociona ante la opinión pública. Es en ese punto, donde la prensa política toma relevancia para el autor. La prensa como el espacio desde el cual se promocionó a Olaya Herrera a través de:
… telegramas de adhesión firmados por habitantes de zonas alejadas de la capital e incluso se podían leer los nombres de los signatarios. Importaba mostrar que, por todas partes, seres de carne y hueso, con sus nombres se adherían al candidato de la Concentración Nacional. Se empezó a desplegar un programa de campaña encaminado a buscar los espacios de mayor influencia, en los que la plaza pública, como el ágora de la antigua Grecia y la calle, pasaron a ser los escenarios privilegiados para establecer el dialogo y fraternización entre las masas y el partido, entre el candidato y el ciudadano actor. La campaña involucró un gran despliegue publicitario y la realización de concentraciones, mítines y desfiles, de giras diarias por diversos municipios, de exposición de fotos e imágenes de los candidatos, recurso que se venía implementando recientemente por los partidos políticos, y que en esta campaña toma relevancia e importancia el uso de la imagen, al igual que de caricaturas con fines proselitistas y de numerosos avisos llamando a votar[18].
Para Zapata su fuente principal es la prensa, El Heraldo de Antioquia, aunque expone algunas notas de El Tiempo y El Espectador. Es interesante ver cómo nuevamente está ausente la reflexión acerca de la fuente: la prensa. Esto quiere decir, que se dialoga de muy buena manera con la información que la prensa ofrece para el objeto de estudio, sin enmarcarla dentro de un campo más amplio como las representaciones, la opinión pública o los estudios de prensa y la cultura política. Parece que aun cuando se intenta dotar de relevancia principal a la prensa, todavía se le usa como mera fuente informativa.
De la transición entre la Hegemonía Conservadora y la República Liberal también se ocupan los historiadores Álvaro Acevedo Tarazona y Miguel Darío Cuadros. Ambos se interesan por la relación entre la prensa de Bucaramanga y la dinámica política de Santander, durante 1929, 1930 y 1931. La prensa constituye la fuente principal para este caso de estudio, a partir del análisis del periódico Vanguardia Liberal. Se hace un ejercicio de contextualización a partir del perfil político de Alejandro Galvis Galvis: fundador del periódico, presidente del Directorio Liberal de Santander, gobernador del departamento de Santander y senador de la república, actividades públicas que combinó con su labor periodística[19].
Más allá de analizar la narración de los hechos políticos que cuentan Acevedo y Cuadros, desde la perspectiva de la prensa, es muy interesante la sucinta, pero clara caracterización que ofrecen de los periódicos colombianos durante la primera mitad del siglo XX, a partir de lo que los autores llaman “rasgos distintivos del periodismo”:
Un primer rasgo distintivo de los periódicos colombianos de este mismo contexto fue su gran descentralización regional. No era muy común encontrar en países como Argentina, Chile y Uruguay tantos periódicos consolidados e influyentes fuera de la ciudad capital y a lo largo de zonas periféricas tan diversas entre sí como ocurría en el caso colombiano en poblados como Cali, Barranquilla, Cartagena, Pereira, Medellín, Pasto, Bucaramanga, Popayán, Cúcuta, Ibagué y Manizales, por mencionar algunos casos representativos. […] Otro de sus rasgos sobresalientes fue la marcada filiación partidista. […] Debido a la excepcional tradición bipartidista del país, la parcialización excesiva hizo también del periodismo colombiano uno de los más proclives a la distorsión de los contenidos informativos[20].
Las investigaciones del profesor Acevedo Tarazona, también han avanzado a otros periodos históricos de la política colombiana y a la utilización de otras secciones del periódico como las caricaturas. A veces desdeñadas por la historiografía tradicional por su alto contenido de subjetividad, aunque lo cierto es que el uso de la caricatura política implica un ejercicio de contextualización muy riguroso del periódico, del caricaturista y de la dinámica política.
Acevedo, presenta entonces un trabajo sobre caricatura política en coautoría con Martha Liliana Pinto, titulado “Contienda electoral durante el Frente Nacional (1958-1974). Las caricaturas de Chapete sobre Rojas Pinilla y la ANAPO en Colombia”. El objetivo central es el análisis de las repercusiones políticas de las caricaturas de Hernando Turriago conocido como Chapete, publicada en el periódico El Tiempo. Turriago, como caricaturista, fue un defensor de la validez del pacto del Frente Nacional, convirtiéndose así en el más férreo crítico del general Gustavo Rojas Pinilla, quien ejerció la presidencia del país como dictador de 1953 a 1956. Aunque no se enfocan tanto en el análisis de la prensa en términos generales porque su objeto es la caricatura, se interesan por subrayar la importancia que tiene esta última para la historiografía: “es una fuente para conocer elementos de la cultura política de una época: la manera en que los oponentes pugnan para atraer a sus toldas el electorado, y las imágenes que la disputa política crea para desvirtuar al oponente ante los votantes”[21].
De esta manera, los autores proponen una utilización de la fuente más gráfica pero igualmente discursiva por las referencias simbólicas que comporta. Se apoyan en trabajos anteriores que han analizado, por ejemplo, la manifestación de la violencia a través de las caricaturas, lo que denota intereses investigativos interdisciplinarios porque la imagen implica análisis semióticos.
Historiografía con prensa en Pereira y el departamento de Risaralda
En el departamento de Risaralda es difícil hablar de historiografía que no sea la que se refiere a Pereira como su ciudad capital. Aunque se han realizado diferentes monografías acerca de los 13 municipios restantes que conforman Risaralda, lo cierto es que una historiografía profesional alrededor de ellos aún no se ha desarrollado.
Recientemente, producto de la celebración de los 50 años de constitución del departamento de Risaralda, en febrero de 2017, se editó la obra 50/60 Una historia compartida. Investigación mapa histórico cultural por parte de Comfamiliar Risaralda, la Maestría en Historia de la UTP y la Editorial Planeta (Colombia). La obra es ambigua en su constitución, puesto que tiene un carácter histórico-crítico y, a la vez, divulgativo. Aunque su alcance es limitado, se constituye como un referente para dialogar acerca de la historiografía regional[22].
Ahora bien, en este apartado final queremos considerar de manera crítica el desarrollo de los estudios de prensa en la ciudad de Pereira. Como se trata de una mirada historiográfica debemos retomar aspectos mencionados en trabajos anteriores acerca del proceso de institucionalización de la historia en Pereira. La historiografía de la ciudad tiene un desarrollo tardío hacia los años 70 del siglo pasado. Durante mucho tiempo las entidades públicas y privadas no estuvieron encargadas o preocupadas por la historia local y regional. La Academia Pereirana de Historia, entidad que se designó esta tarea, llegó a su vida jurídica apenas a comienzos de la década del 2000. El desarrollo de la historiografía propia viene estando ligada a los procesos en la Universidad Tecnológica de Pereira en la Facultad de Ciencias de la Educación, primero en la Escuela de Ciencias Sociales y, más recientemente, en la Maestría en Historia[23].
Durante todo el siglo XX en la ciudad se desarrollaron diferentes medios de comunicación, lo que llevó a tener periódicos casi siempre vinculados con la dinámica política y social de la urbe. Entre los diarios más representativos se encuentran El Esfuerzo, El Diario, El imparcial, Pluma Libre, El Fuete y La Tarde[24], porque tuvieron una mayor circulación, un compromiso político más directo, o un tiempo de circulación más amplio. Muchos diarios y revistas tuvieron una vida efímera, aunque representaron intereses y sectores de la esfera pública. Su importancia no fue suficiente para procurar estudios profundos acerca de su existencia durante muchos años.
Hasta 1996 se viene a presentar un punto de quiebre que se manifestó con la aparición del libro Rostros y Rastros del periodismo en Pereira de Silvio Girón Gaviria[25]. En una mezcla entre crónica periodística y crónica histórica. Girón construyó un testimonio del campo periodístico de la ciudad, una hoja de ruta plegada de matices, anécdotas y personas. Nombres de diarios y de programas radiales se encuentran en las páginas de Girón.
Con Girón la ciudad de Pereira, e incluso el departamento de Risaralda, asistieron al comienzo de la preocupación por la historia de la memoria de su prensa. Por una historia, profesional o no, en donde los impresos son los protagonistas. Bien sea porque Girón mira la trayectoria particular de algunos diarios, o porque se enfoca en los perfiles de periodistas consagrados, o también porque algunos periódicos y sus actores no son mencionados. Por cualquiera de las razones, Girón marca un parteaguas en la temática.
Girón, que no lo habíamos dicho, fue un reconocido periodista de la región. Fiel a su oficio, en su trabajo apela por la narrativa periodística y no se ocupa tanto de las fuentes o el aparato crítico para dar sustento a la historia que está contando. En este caso, ese factor no va en desmedro de la obra, sino que la explica como un producto periodístico pero que desde el diálogo interdisciplinario hace, en sus 196 páginas, un llamado a las ciencias sociales para otorgar un lugar a los actores impresos.
En la línea de las obras que no son historiográficas y que aun así han hecho un aporte al análisis de la prensa local, aparece Pereira visión caleidoscópica escrita por Rigoberto Gil Montoya. Esta obra fue terminada cuando el autor estaba realizando estudios doctorales en México. En sus líneas narrativas se encuentra, de manera implícita, la distancia que ayuda a reflexionar sobre su propia ciudad y la cultura impresa de la misma.
Si en 1996 con Girón la historia de la memoria de la prensa experimentó un punto de apertura, con Gil, en 2002, se presentó una obra polisémica y reivindicativa de la memoria escrita e histórica de Pereira. El profesor Gil es poseedor de un estilo escritural concreto y a la vez exquisito que le permitió no solo hablar de los diarios y revistas, sino también, ubicarlos en su tiempo y reconstruir aquellas épocas de manera magistral. Promovió con sus letras un interés por escudriñar más y más, lo que él llama, “el paso de la aldea a la ciudad”[26].
Gil revisó la historia cultural de la ciudad desde las páginas de diferentes obras literarias, crónicas históricas, perfiles intelectuales y desde la perspectiva de los impresos de diferentes momentos. Gil Montoya, en un ejercicio que a ratos deja de ser literario y se convierte en histórico, resalta con sus líneas la existencia en Pereira de tantos diarios y con distintos intereses. Su objetivo, implícito, es despertar la preocupación académica por las fuentes para la historia cuando refiere que:
El periódico El Esfuerzo cumplirá un papel importante de cara a la ciudad como el espejo que precisa una imagen y entorna ciertos destellos de lo cotidiano: el editorial se encargará de tratar los temas serios, dignos de ser evaluados: el futuro de la ciudad, sus preocupaciones educativas, y el sentido del progreso, las acciones del alcalde, las dificultades del transporte regional, las temporadas de teatro en el edificio del Club Pereira[27].
Gil sin que fuera su interés principal hace historia de la prensa, o cuando menos, teje los elementos iniciales para hacer historia de los impresos o desde ellos. Lo que se nota cuando nos habla de El Diario, el periódico pereirano de orientación liberal constituido en 1929 por don Emilio Correa Uribe, el hijo del líder cívico y cultural, Remigio Antonio Correa, “[…] El Diario, quizá el documento más importante de que se tenga referencia en la región, para intentar una arqueología de la vida cotidiana de la ciudad entre finales de la década del veinte y mediados de la década del setenta”[28].
Es el llamado para que dicha fuente sea utilizada en la reconstrucción o interpretación del pasado de Pereira y la región. Pero pasaron cerca de once años para que, desde las ciencias sociales y la historia, los investigadores tomaran en cuenta la sugerencia intelectual de Gil Montoya. Como se puede apreciar en Acercamiento desde El Diario de Pereira a las representaciones y los roles de la mujer en la década de los años 30, investigación realizada por Jenny Xiomara Tamayo, integrante del Grupo de investigación Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico-Educativas (PSHORE), para obtener su título de magíster en Historia[29].
Tamayo, al tratarse de una investigación histórica, partió de un vacío que caracterizó como “la ausencia de un actor social importante como la mujer que no ha sido objeto –ni sujeto– de estudio desde el punto de vista de la producción historiográfica de la ciudad” [30]. La autora refiere un escenario de cambios vividos en Colombia a partir de los años 30, los cuales tuvieron una perspectiva sociocultural atractiva para la investigación histórica.
Tamayo también dialoga con la ciudad de Pereira como escenario en el que las mujeres experimentaron transformaciones relacionadas con sus roles dentro de la sociedad. Así, las mujeres se dieron paso en la escena pública: las mujeres de sectores populares lo hicieron a través de la participación en la vida laboral, y las mujeres de la élite mediante su distinción pública como gestoras de la moda europea (francesa e inglesa) y norteamericana, y benefactoras de hogares y asilos para “mendigos”, “enfermos” y “huérfanos”.
El objetivo de su trabajo fue analizar las representaciones que desde la prensa local se promovieron sobre la mujer, sus roles y campos de acción en la vida pública. Con lo que puso a la prensa como fuente principal de investigación y al periódico El Diario como un actor de la dinámica social. Se enfocó en analizar las columnas de moda y belleza en las que el periódico regional orientaba a las mujeres sobre cómo era “el comportamiento debido de una dama”, de “una buena esposa”, de “una buena hija”, pero especialmente, de “una mujer cívica”.
Tamayo sustentó sus postulados poniendo en diálogo categorías como representaciones sociales y roles sociales, con las que consideró podía evidenciar empíricamente las ventajas de la prensa como fuente de investigación. En especial aquellas categorías que se refieren a los elementos simbólicos que construyen y explican las representaciones:
De ahí la importancia de abordar el estudio desde la prensa, porque en el análisis de su función simbólica dentro de una determinada sociedad y desde los marcos sociales que delimitan a dichas representaciones, se pueden entender los contenidos de las mismas mediante el desarrollo metódico de un ejercicio hermenéutico que permita no solo entender las palabras, sino también su articulación con las metáforas, imágenes, discurso publicitario, etc.; para finalmente interpretar los sentidos y objetivos desde donde son emitidas[31].
Esta visión de la prensa que pone el acento en los elementos simbólicos y discursivos como constructos fundamentales de las representaciones, le permitió a Tamayo explicar cómo la prensa orientó un deber ser de la mujer, le demarcaba los límites entre la vida privada y la esfera pública, desde una concepción moral afincada en la tradición conservadora y católica. Así mismo, que la prensa reprodujo los estereotipos de cómo las mujeres debían afrontar los roles de la sociedad en transformación, como las demandas de empleo, educación y participación política, etc.[32].
Como se puede ver, el estudio de Tamayo constituye una forma interesante de vincular la prensa como fuente primaria a la comprensión de problemas diferentes a los de la historia política, y más bien circunscritos a la historia sociocultural. Se entiende que el poder en épocas pasadas se vinculaba a la sociedad a partir de temas como la moda. Resulta sugestivo que una investigación con este enfoque, haya puesto en relación categorías de análisis del campo historiográfico como lo son: a) proceso de modernización, b) proceso de urbanización, c) historia de la mujer y d) representaciones sociales.
El aporte de Tamayo a la historiografía desde la prensa pudo ser mayor. En la estructura de su investigación hace falta una caracterización y problematización de la fuente, ya no en genérico bajo el rótulo de “la prensa”, sino en términos de la empresa periodística. Es decir, una contextualización de El Diario, que fuera más allá de la enumeración de elementos reiterados como la fecha de constitución del periódico, su dueño y director principal, Emilio Correa Uribe. Ausencia que se explica en parte por la pérdida de los archivos empresariales de El Diario. De todas formas, la importancia de caracterizar la fuente de prensa es porque ayuda en la comprensión más precisa de la línea editorial, así como de las posibles vinculaciones entre impresos y poder político, social y económico, lo que deriva en explicaciones de los matices informativos propios a cada caso.
Dentro de los estudios de prensa en la historiografía de Pereira y el departamento de Risaralda, el de Edwin Arango tiene particularidades interesantes, innovadoras en el planteamiento pero que sobre todo convocan una discusión sobre cómo entender el asociacionismo que se construye alrededor de los periódicos[33]. Es difícil caracterizar la investigación de la Maestría en Historia que presentó Arango en su paso por la Universidad Tecnológica de Pereira. Para empezar, hay que destacar que en su narrativa piensa en el lector, ya que es notorio el esfuerzo para facilitar la lectura. Tal vez, Arango lo hace porque combina fuentes: la prensa, la crónica histórica y los testimonios. Ahí radica un valor empírico de esta investigación: hace entrevistas, particularmente, entrevistó a la hija de Emilio Correa Uribe.
El periodista Arango ahora en su faceta de historiador hace un buen uso de las posibilidades teóricas de la sociología de Parsons. Propone que El Diario configuró una comunidad de influencia capaz de intervenir de manera decisiva en la política, condición que se debe, de manera especial, a la “influencia” de su director Emilio Correa Uribe dentro del liberalismo oficialista de Pereira. Arango lo explica como una “comunidad de interpretación mediática” que “articuló un universo complejo de representaciones sociales de su tiempo” pero que además fue “factor de influencia sobre la idea que de ese liberalismo se formó en el campo social sobre el cuál el periódico tuvo despliegue y alcance. Este periódico pudo configurar un campo de acción, o mejor, de interacción social”[34].
Pero Arango no se queda en la dimensión teórica, sino que se esfuerza por comprobar la aplicación de su comunidad de influencia a partir de la revisión de dos campañas electorales en Pereira, las de 1946 y 1948. Arango se arriesga a plantear que El Diario permitió construir una idea de liberalismo local que transitó de la versión de izquierda en los años 30, al oficialismo en los años 40. Lo que se constata en cómo la prensa representó dos personajes con sus respectivas campañas: Turbay y la turbayista y Gaitán y la gaitanista. Arango afirma que El Diario tuvo un patrón recurrente basado en “exaltación –a veces superlativa– de la campaña turbayista, y crítica –en ocasiones a menoscabo–de la campaña gaitanista. No obstante, cuando se trataba de alusiones al primero solían ser sobre sus opiniones; en cambio, en el caso segundo, las referencias peyorativas iban dirigidas, bien a la figura de Gaitán, bien a su movimiento, o a ambos”[35].
Uno de los elementos novedosos de la perspectiva de historia de la prensa que propone Arango, es su insistencia en ver los periodistas de El Diario como una comunidad, “los diaristas”, según él, capaz de marcar la pauta en el público lector:
La comunidad de los diaristas se reconocía a sí misma como agente de opinión, en tanto que su actividad periodística marcaba la pauta de las formas en que la comunidad ampliada de lectores configuraba su presente social de referencia en el proceso de circulación-consumo. Y en consecuencia, asumía su condición de agente de influencia sobre ese grupo social, acotado no en términos de territorio, sino del acceso al universo de producción textual a través de contenidos informativos y de opinión[36].
Se trata en suma de una propuesta de análisis que en el papel se ve muy llamativa y que puede seguir sujeta a comprobaciones no solo con El Diario, sino con otros periódicos y en otros contextos. No queda claro hasta qué punto Arango propone su periodicidad como muestra de las seis décadas de circulación de El Diario o como un momento determinado por la aparición de un líder como Jorge Eliecer Gaitán. Lo que Arango llama “influencia” no se manifiesta, como en la mayoría de las investigaciones de este tipo, entre los públicos lectores. Es decir, su influencia se prueba y argumenta, de manera firme, en un margen siempre incompleto porque compele a una parte del ejercicio comunicativo en la que la recepción sigue siendo la gran ausente[37].
Recientemente, la prensa ha sido objeto de investigación para analizar un proceso tan importante para la región del Viejo Caldas, como lo fue la fragmentación regional y la creación del departamento de Risaralda en 1966 y 1967. Esta perspectiva fue desarrollada en dos trabajos, el primero de ellos es Prensa y movilización en la creación de Risaralda: Análisis histórico desde el periódico Diario de Risaralda (1966-1967)[38] y Prensa y Región: un acercamiento a la creación del departamento de Risaralda[39].
Ambos trabajos se preguntan por la forma como la prensa cubrió las dinámicas sociales y políticas durante los momentos de mayor efervescencia en la campaña separatista. En el caso de Gil su análisis se enmarcó dentro del campo de la historia cultural de la política, para indagar cómo El Diario de Risaralda construyó las representaciones favorables a la idea de crear un nuevo departamento; asimismo, cómo legitimó a las figuras pertenecientes a la Junta Pro Risaralda como los adalides de la “lucha cívica” que estaba liderando Pereira en favor de los municipios del occidente de Caldas.
La mirada de Tascón privilegió dos aspectos: primero, lo regional como ubicación historiográfica desde la cual fundamenta su problema, razón que lo lleva a descuidar la caracterización de la fuente periodística y a no detenerse en el análisis de los estudios con prensa; esto quiere decir, preguntarse cómo y por qué la prensa dinamiza la investigación histórica. Y segundo, las expresiones de violencia ocurridas en los municipios durante las visitas de los líderes de la Junta Pro Risaralda, quienes buscaban los apoyos necesarios para que el proyecto fuera aprobado en el Congreso de la República.
Para terminar este apartado se encuentra la obra “Tinta Roja. Prensa, política y educación en la República Liberal (1930-1946). El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga” de los historiadores Álvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa[40].
Los autores se interesaron por revisar cómo los periódicos de Pereira y Bucaramanga, ambas ciudades de tradición liberal, promovieron y socializaron las ideas políticas partidistas durante la República Liberal (1930-1946). A partir de ello, indagaron cómo los periódicos participaron de las formas organizativas de los partidos políticos en las convocatorias a la acción pública, en los llamados a las manifestaciones populares. De igual forma, analizaron la manera como se aplicaron las políticas públicas de los gobiernos nacionales en los dos contextos regionales.
Acevedo y Correa han puntualizado que la prensa fue determinante en el comportamiento político, social y cultural de las dos ciudades entre 1930 y 1946. Se interesaron por revisar el fortalecimiento de la relación entre la prensa y la ciudadanía, donde la primera fungió de vocera de la segunda. Desde la perspectiva de la prensa y la historia, es importante traer a colación la observación de ambos autores con relación a los cambios en la cultura política de la época, y la manera como desde la prensa se informaban y se promovían:
La identificación y adhesión a un partido político se harían manifiestas a través de los editoriales periodísticos […] La tienda del barrio y el café del parque fueron sitios de tertulia política a los que llegaban los ciudadanos a escuchar los discursos radiales de sus candidatos […] Los periódicos en su rol de espacios de opinión, crítica y oposición debieron adecuarse a las necesidades de la época e incorporar nuevas tecnologías, secciones novedosas y ampliar su campo de distribución en aras de lograr una mayor difusión de las ideas partidistas. […] A la par de estos cambios, el periodismo como oficio fue adquiriendo una mayor connotación social; a tal punto que una empresa periodística era sinónimo de empresa política[41].
En Tinta Roja se encuentra un aporte a nivel conceptual y metodológico para el estudio de la historia y la prensa. La categoría de empresa periodística es dada como una forma de mirar el periódico no solo en su discursividad, sino en aspectos relacionados con la práctica periodística, la participación del diario en los organismos públicos a través de sus directivos y la evolución tecnológica de los impresos (impresión y distribución). De esta manera, los autores también aportan en el entendimiento de la prensa como un organismo configurado por muchas partes, y perceptible a varias influencias dentro del escenario comunicativo que puede marcar, hacia un lado u otro, los intereses en la formación de la opinión pública[42].
Se trata de una obra compleja con múltiples cualidades que exalta la utilización de la prensa para el estudio de la historia como un campo en formación, que debe ser desvirtuado de prejuicios acerca de la prensa misma. Así lo refieren Acevedo y Correa en las consideraciones finales de su trabajo:
Reducir el análisis de la prensa a un aparato proselitista de los partidos produce un estereotipo que podría dejar de lado procesos importantes en los cuales los periódicos tuvieron incidencia […] el estereotipo minimiza las estrategias discursivas que utilizó la prensa para agitar pasiones e insertar pedagógicamente sus intenciones con el fin de crear y representar a la opinión pública […] también se debe tener en cuenta que la prensa fue creadora de sociabilidades, que, en medio de la vida cotidiana, entretejían, elaboraban y reelaboraban creencias, saberes e ideologías que le dieron, incluso, mayor poder de incidencia que los libros[43].
Hasta aquí se han expuesto, de manera breve, varias propuestas de investigación que han utilizado la prensa regional como fuente. Tienen en común que se interesan por temas que la historiografía nacional colombiana ya había clausurado. Sin embargo, la riqueza de la información primaria que ofrecen los discursos textuales y gráficos de los periódicos, ha sido suficiente para que se construyan nuevas explicaciones, mucho más críticas.
Conclusiones
En el presente ensayo se han expuesto diferentes posturas, tanto teóricas como metodológicas, frente a lo que implica el trabajo de investigación de la historia política y sociocultural, tomando como fuente central la prensa regional. Con ello se ha querido evidenciar que se trata de un campo de investigación prolífico, no solo porque los estudios se realizan cada vez más, sino también porque los mismos van acompañados de apuestas metodológicas.
La riqueza de este tipo de investigaciones radica en que permiten acercarse a la prensa como medio informativo y como actor social-político. Por un lado, para revisar la historia misma de la producción del periódico, su desarrollo como empresa comunicativa, y, por el otro lado, para indagar sus posiciones ideológicas y su contexto histórico.
Muy apropiado pensar este tipo de investigaciones en momentos en los que la historia como disciplina tiene que afrontar las críticas despreciativas y quizás enjuiciadoras que se hacen desde la posmodernidad, y, a veces también, desde otras disciplinas de las ciencias sociales. Es importante enriquecer la práctica historiográfica utilizando fuentes tradicionales o que antes eran vistas solo como fuentes de comprobación o contrastación para responder a preguntas actuales sobre diversos temas, con el fin de que los problemas de antaño, que a veces parecen suficientemente ilustrados, vuelvan a ser cuestionados por enfoques diferentes, que nos permitan construir interpretaciones de los pasados incluyentes o novedosos.
A nivel de la historiografía de Pereira, por demás una historiografía muy joven, hay que subrayar que la prensa viene estando presente en gran parte de las investigaciones que se hacen, no solo en historia, sino en las ciencias sociales en general. Es un camino muy fructífero en el mediano y largo plazo, donde consideramos que pueden aparecer, entre muchos otros, los siguientes temas:
§ Es importante que también empiecen a emerger investigaciones acerca de la cultura impresa de principios de siglo XX. Si bien Rigoberto Gil tiene un camino transitado con invaluables aportes, su visión siempre privilegia los elementos estéticos y comunicativos de este periodo. La historia puede tomar prestados los avances de Gil y abonar una mayor comprensión de las lógicas y las dinámicas de formación de la opinión pública en dicho periodo. Entender, por ejemplo, a nivel informativo, cómo se legitimaron o representaron las primeras familias notables de Pereira, aquellas que han sido tan valoradas por la historiografía tradicional (las crónicas y por las obras de Hugo Ángel Jaramillo).
§ Si bien Pereira es una ciudad de marcada orientación liberal durante el siglo XX, es pertinente preguntarse, como lo hicieron Acevedo y Correa para la República Liberal, por el sentido de la Hegemonía Conservadora desplegada desde las élites de Manizales y puestas en marcha, tal vez sí o quizá no, por la prensa, desde la misma Manizales o desde los impresos –más culturales, literarios– de Pereira.
§ Con respecto a las décadas de oro de los 30 y los 40, mucho han contribuido Acevedo y Correa, lo mismo que Tamayo con sus estudios políticos y de mujeres. Cabe preguntarse entonces cómo se construyó la interlocución entre los periódicos de Pereira con los de Manizales, poniendo un énfasis prioritario en la manera como La Patria, el periódico conservador, pudo repelar o contradecir las dinámicas propias de los gobiernos de dicho periodo liberal. Pero así mismo, cómo los diarios locales de Pereira en dicha época formaron públicos escritores y públicos lectores encargados de dinamizar la esfera pública, no solo en temas de la política nacional o local, sino en aspectos muy relacionados al proyecto modernizador en lo económico, en lo social y en las pautas estéticas y de conducta social. Una ciudad como Pereira, durante la primera mitad del siglo XX, estuvo deambulando entre un proceso de modernización y uno de “civilización”.
§ La prensa, tan enriquecedora para mirar las figuras políticas, propicia estudios de la discursividad de los actores clave de los partidos políticos. Casos como el del Camilo Mejía Duque o Jaime Salazar Robledo, siempre estuvieron presentes en El Diario, El Fuete, El imparcial, Pluma libre, etc. expresando sus lógicas de campaña, sus visiones de ciudad, y sus planes en la política misma.
§ El campo mismo de la opinión pública concita una atomización temática desde los impresos y sus orientaciones hasta el ámbito de la recepción, que sigue siendo la parte menos estudiada en esta cadena.
§ Si como se ve en los párrafos anteriores, el proceso de creación del departamento de Risaralda fue estudiado desde las páginas periodísticas, se puede avanzar en darle una vuelta a la página y analizar entonces la circulación de discursos y propaganda en favor de la integración regional que empezaron a aparecer en los periódicos, no solo de Pereira, sino del Eje Cafetero a partir de la década de 1970.
§ En el abanico de las representaciones, por ejemplo, si ya Tamayo abordó las representaciones de la mujer en los años 30, bien podrían contrastarse con las producidas en los 60 y 70, cuando ya las mujeres eran consideradas actores sociales y políticos con participación en la esfera pública.
En suma, aunque se puedan mencionar muchos temas y enfoques, lo cierto es que los temas responden cada vez más a una lógica nueva: no se trata tanto de mirar cómo fueron los procesos sociales e históricos desde la prensa, como buscando una realidad sobre el pasado que a todas luces es inaprehensible, sino más bien, revisar y comprender por qué los periódicos –sea cual sea, en indistintos periodos y contextos– han optado por una forma de representar los hechos sociales ante la esfera pública. Esto quiere decir, poniendo un ejemplo, interesarse no por explicar la creación de Risaralda desde cómo sucedió según el periódico, sino cómo la explicó el periódico según los intereses como empresa periodística, como actor social vinculado a la misma esfera pública que intenta orientar.
En este proceso será muy importante observar las investigaciones que se realizan en otras latitudes. En España, por ejemplo, la editorial Prensas Universitarias de Zaragoza viene publicando innumerables trabajos que abonan a la relación prensa e historia desde el siglo XVIII hasta el XX; así mismo, en México, el Instituto Mora se inscribe como una institución promotora de estas líneas investigativas con trabajos que vinculan no solo el centro del país, sino las regiones, e incluso América Latina, especialmente entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Lo mismo ocurre en Argentina donde cada vez se publican más trabajos en esta dirección, revisando con fortuna la relación entre los gobiernos autoritarios y el control gubernamental hacia los medios de comunicación.
Es importante señalar que esta reflexión en ningún momento pretende dar por terminada la discusión sobre la importancia del análisis histórico desde la prensa. Más bien se trata de una reflexión inicial que requerirá de mucho más tiempo y de diversidad de posturas, estudios y referentes teóricos para complementarla. Tarea que compete a las generaciones de historiadores que se están formando tanto en la Maestría en Historia de la UTP como en otros programas de la región y en el exterior. Por ahora, son únicamente ideas preliminares sustentadas en el análisis de experiencias empíricas.
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Notas
(Medellín: La Carreta, 2007), 82.