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El pasado y las conmemoraciones del poder. Los actos por el sesquicentenario de la fundación de Bahía Blanca en la última dictadura militar (1978)
The past and the commemorations of power. The sesquicentennial of the founding of Bahía Blanca in the last military dictatorship (1978)
Contenciosa, núm. 14, e0051, 2024
Universidad Nacional del Litoral

Artículos

Contenciosa
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN-e: 2347-0011
Periodicidad: Anual
núm. 14, e0051, 2024

Recepción: 21 agosto 2024

Aprobación: 11 octubre 2024


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: En este trabajo nos interesa observar de qué manera hacen uso del pasado los regímenes autoritarios. En particular analizaremos la última dictadura militar en Argentina, y cómo se construyeron imágenes sobre el pasado y se dirimieron luchas sobre los sentidos del mismo al calor de prácticas conmemorativas que enlazaron la gestión de actores civiles junto a militares. Nos centraremos en el año 1978 como punto nodal de inscripciones simbólicas y producción de marcas materiales para la ciudad de Bahía Blanca, en razón de la celebración del Sesquicentenario de su fundación. Nos preguntamos ¿qué fue aquello conmemorable?, ¿qué imágenes sobre el pasado prevalecieron? También nos interesa identificar los actores sociales específicos que sostuvieron las prácticas de conmemoración analizando ¿qué usos hicieron del espacio público? y en particular ¿cuál fue el lugar que ocuparon los profesionales de la disciplina histórica?

Palabras clave: Conmemoraciones, usos del pasado, dictadura militar.

Abstract: In this work we will observe how authoritarian regimes make use of the past. We will analyze the last military dictatorship in Argentina, and how images of the past were constructed; how struggles over its meaning were resolved within the framework of commemorative practices, which brought together civil and military actors. We will focus on the year 1978 as a nodal point of symbolic inscriptions and production of material marks for the city of Bahía Blanca, due to the celebration of the Sesquicentennial of its foundation. Our work will be guided by some questions such as: what was commemorated? What images of the past prevailed? We are also interested in identifying the specific social actors who sustained the commemoration practices. What uses did they make of public space? And in particular, what was the place occupied by professionals of the historical discipline?

Keywords: Commemorations, uses of the past, military dictatorship.

Introducción

El historiador polaco Bronislaw Baczko advertía que todo poder tiende a rodearse de simbologías, ritos, representaciones e imaginarios sociales construidos en la búsqueda de su propia legitimación en tiempo presente. Busca monopolizar el campo de las representaciones colectivas porque “ejercer un poder simbólico no significa agregar lo ilusorio a un poderío ´real´, sino multiplicar y reforzar una dominación efectiva por la apropiación de símbolos, por la conjugación de las relaciones de sentido y de poderío.” (Baczko, 1999, 16).

El poder dictatorial, ejercido desde la Junta Militar en Argentina luego del 24 de marzo de 1976, procuró su propia legitimación orientando su mirada hacia el pasado. Con la entronización de la Generación de 1880 se logró enlazar a ella la idea de una refundación de la nación cien años más tarde. Además del papel otorgado a los homenajes por cumplirse la fecha redonda del centenario de la llamada “campaña al desierto” es importante pensar también en otras aristas de la exaltación de lo nacional, por ejemplo, en la coyuntura que se abría en 1978 con el festejo del mundial de futbol; o el nacionalismo territorial tan exacerbado por los militares en ocasión del inicio del conflicto con Chile en el mismo año, por las islas del canal de Beagle (Goebel, 2019).

En este trabajo nos interesa observar de qué manera durante la última dictadura militar se construyeron imágenes sobre el pasado y se dirimieron luchas sobre los sentidos del mismo al calor de prácticas conmemorativas que supieron enlazar la gestión de actores civiles junto a militares. En particular, nos centraremos en el análisis del año 1978 como punto nodal de inscripciones simbólicas y producción de marcas materiales para la ciudad de Bahía Blanca, en razón de la celebración del Sesquicentenario de su fundación.

Es en el tiempo presente cuando las operaciones de recordación u olvido encuentran su lugar. Los marcos temporales que otorga el calendario anual, en su lógica repetitiva, permite la reiteración de los eventos o actos conmemorativos y de ese modo las llamadas “fechas redondas” pueden resultar una excelente llave de acceso para analizar y lograr comprender las disputas de sentidos que las atravesaron. Las prácticas conmemorativas, finalmente hacen pie tanto en distintos pasados, en el presente, como también en el futuro. Son actos orientados hacia el futuro -señala Elizabeth Jelin, en tanto y en cuanto los actores que los producen se observan a sí mismos “como portadores de un mensaje, un legado o herencia, que va a cambiar el curso de la historia” (Jelin, 2002, 5).

Nos interesa especialmente iluminar desde qué actos, instrumentos o prácticas performativas, diversos actores supieron encarnar las apuestas conmemorativas. En particular, entendemos muy necesario “multiplicar los trabajos sobre los manuales escolares, las pedagogías del recuerdo, las asociaciones, las conmemoraciones, las manifestaciones (…) profundizar el análisis de los caracteres constitutivos de esas memorias privadas, autónomas o disidentes, como la de las redes de sociabilidad la movilidad social de las comunidades, sus compromisos históricos (…)” (Rioux, 1998, 356). Pero sobre todo abordando el enorme impacto de los medios de comunicación modernos, como señala también Rioux, y su rol en el plano de lo educativo.

Analizaremos a tal fin las distintas actividades dentro del programa de actos organizados por la Comisión Oficial del Sesquicentenario de Bahía Blanca que planeó actividades variadas, desde inauguraciones, exposiciones, publicaciones, manifestaciones artísticas culturales y deportivas hasta obras públicas, desfiles, concursos y homenajes dentro de un cronograma que, lejos de restringirse a la fecha fundacional del 11 de abril, se extendió a lo largo de los doce meses del año. En ese sentido recorremos 1978 desde algunos interrogantes ¿qué fue aquello conmemorable?, ¿qué imágenes sobre el pasado fueron las que prevalecieron? también nos interesa identificar a los actores sociales específicos que sostuvieron las prácticas de conmemoración ¿qué usos hicieron del espacio público? y en particular ¿cuál fue el lugar que ocuparon los profesionales de la disciplina histórica a lo largo de todas estas prácticas conmemorativas?

Partimos de la idea de que 1- en la línea de la narrativa oficial trazada entre la fundación de Bahía Blanca (1928) y su Sesquicentenario (1978) quedó enfatizado el papel de las fuerzas armadas y se buscó fundir las imágenes del actor militar de los ´70 con aquel protagonista de las campañas de 1878-1879 tan significativas a la propia historia fundacional de la ciudad. Y 2- se articularon otras fechas redondas de relevancia local que dieron centralidad a actores civiles y factores de poder en la ciudad.

No nos interesa solo analizar la construcción y circulación de imágenes sobre el pasado y las prácticas conmemorativas; sino también poder comprender los entramados en las relaciones de poder entre actores civiles y militares que protagonizaron disputas por el pasado y supieron desplegar estrategias de acción para convalidar proyectos propios, apropiándose para sí de lo ritual en el espacio público.[1]

Un desfile otoñal y la programación en los actos

Todos los registros del evento resaltaron las bondades del clima de aquel sábado soleado del 15 de abril en el que se llevó a cabo el desfile central por la conmemoración del aniversario 150 de la fundación de la ciudad de Bahía Blanca[2]. Uno podría imaginar, debido al contexto dictatorial, la secuencia de un típico escenario de ceremonia castrense como aquellos que se llevaban a cabo cada 24 de marzo desde 1976, en los cuales la Junta de gobierno rememoraba el día de la “toma de poder” con un desfile militar, y una austera convocatoria a funcionarios militares, civiles y eclesiásticos (Lorenz, 2002). Sin embargo, algo muy distintivo se había combinado a las usuales formas celebratorias de aquellos años: lo novedoso para la ciudad sería la convocatoria a la movilización de la ciudadanía en el espacio público.

Meses de preparación había insumido aquel acto para el cual se esperaban originariamente unas 7000 personas. En particular, la apuesta se orientó a jóvenes, niños y niñas en edad escolar provenientes de las distintas escuelas primarias y secundarias convocadas.

El recorrido del desfile atravesaba toda la principal avenida de la ciudad, la avenida Alem; cuyos extremos estaban dados por el Teatro Municipal en la parte céntrica administrativa y comercial, por un lado, y por la calle Florida en el otro, más cercana a los terrenos linderos al V Cuerpo de Ejército. En la mitad del recorrido (Alem al 900) se ubicó el palco principal -donde tocaron las bandas tanto del Ejército como de la Armada- y desde donde observaron toda la secuencia las autoridades nacionales, provinciales, civiles, militares y eclesiásticas, junto a distintos invitados especiales. Allí se encontraron el intendente de la ciudad, Víctor Puente, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires general Ibérico Saint Jean y el comandante en jefe de la Armada y por entonces miembro de la Junta Militar el almirante Emilio Eduardo Massera que se habían acercado especialmente a la ciudad para el desfile. También estaban las autoridades militares de la sub zona 51, el comandante del V Cuerpo de Ejército general José Antonio Vaquero junto al comandante de Operaciones Navales Vicealmirante Antonio Vañek.


Figura 1

La Nueva Provincia, 16 /04/1978

La tarde del desfile se inició con el paso de una veintena de delegaciones de escuelas que caminaron musicalizadas con marchas militares, con el himno nacional y el de la ciudad. Como referencia militar de la zona marcharon las distintas fuerzas.[3] Además de las diversas columnas escolares también fueron muy destacadas por la prensa local que cubría el acto, aquellas conformadas por las colectividades: suiza, española, vasca, sirio libanés, israelí, inglesa, alemana, etc. Junto a asistentes de otras provincias y ciudades que se habían acercado a participar del evento.

Algún cronista del diario local destacaba con cierta épica en su relato la numerosa concurrencia, lo “emotivo” del evento, y la participación de los niños de escuela con sus banderas argentinas “desplegadas ondeantes a la danza del viento de la Bahía tocadas por el oro del sol, recogiendo triunfales a su paso el amor popular, el aplauso, el orgullo por una patria siempre tan joven, siempre tan nueva, siempre esperanzada en el futuro.” [4] También se mencionaba parte del paisaje transformado por la ocasión, los balcones de los chalets de Alem adornados de celeste y blanco como palcos privilegiados para ver todo por encima de la multitud en las calles.

Varias colectividades extranjeras participaron del desfile. Los españoles pusieron su cuota de sal evocando en sus trajes el recuerdo de sus diversas regiones. Resultó un despliegue de brillante colorido que culminó con el paso de los vascos (…) no fueron menos los libaneses (…) Al ver pasar la enseña de otras nacionalidades no podríamos menos que rendir un silencioso homenaje a los forjadores de nuestra raza. A los que nos ayudaron a crecer con su esfuerzo, con su trabajo, con su sacrificio y nos legaron su cultura. ¡Cuánto le debemos a esas banderas que nos acompañaron cuando tuvimos que forjar la nuestra! (…) Fueron todas las banderas. Pero era, también, una sola, la que nos dio Belgrano.[5]

De esa forma el diario La Nueva Provincia (LNP) resaltaba el proceso inmigratorio y sus efectos, como factores constitutivos para la ciudad. Las localidades hermanas también fueron destacadas en algunas “notas de color”, como la siguiente: “La nota inesperada, pero simpática, la dieron los representantes de Cabildo. Aparecieron portando un gran cartel que decía ´Cabildo presente´ y encabezado por tres jovencitas muy bien dotadas por la naturaleza, luciendo un atuendo futbolístico con una leyenda en la camiseta que decía ´Mundial ´78´”[6]


Figura 2

La Nueva Provincia, 17/04/1978

El desfile había sido minuciosamente preparado y pensado en cada detalle por los organizadores. Incluso semanas antes se habían publicado a página completa en el diario local las “Normas para el desfile cívico” donde se especificaban desde la cantidad de pasos que debían distanciar una columna de escolares de otra, y se determinaba que “El desfile {tendría} como principal característica en la preponderancia del civismo que constituirá a la masa, con un encuadramiento militar”[7]. La estricta planificación de los movimientos y las formas de participación de la ciudadanía por medio de los anuncios en los medios de comunicación no resultaba algo excepcional, sino más bien bastante usual como práctica ya vista también en otros casos de realidades dictatoriales en el cono sur de América Latina.[8]


Figura 3

La Nueva Provincia, 16/04/1978

La organización de los actos del Sesquicentenario estuvo en manos de diversos actores. Por un lado -y en representación de distintas fuerzas políticas- se había conformado una Comisión Honoraria conformada a la sazón por: el intendente municipal Víctor Puente, el comandante del V Cuerpo de Ejército general de Brigada José A. Vaquero, el comandante de operaciones navales, el vicealmirante Antonio Vañek, por la Iglesia el arzobispo de Bahía Blanca monseñor Jorge Mayer; además del rector de la Universidad Nacional del Sur, el ingeniero Julio César Lucero, el presidente de la Cámara Federal de Apelaciones, Dr. Ricardo H. Rojo, el presidente de la Cámara Civil de Apelaciones, Dr. Francisco Cervini, el presidente de la Cámara Penal de Apelaciones, Dr. Juan José L. Fortuny; y miembros de otras fuerzas como el Prefecto Zona del Atlántico mayor Pedro I. del Médico o el jefe del Comando Región Sur de Gendarmería, comandante Gustavo A. Ripoli Navone.

Para la gestión efectiva de los eventos, y las principales tratativas de la organización de todo un año de actividades de lo más variadas, estuvo a cargo de la Comisión Oficial Ejecutiva el señor Abel Bournaud[9]. Bournaud era un activo y conocido publicista local, con amplios contactos en diversos ámbitos de lo civil y militar en la ciudad, él había sido un histórico periodista y ex directivo del diario La Nueva Provincia del cual, si bien se había alejado a finales de los ´50, continuaba con excelentes vínculos personales y comerciales con la dirección del diario ya que había fundado la empresa Olympia Publicidad, agencia que luego pasó a trabajar regularmente junto a las empresas del multimedio Julio Massot, familia propietaria del diario.

Desde los inicios del mes de enero, el intendente Puente había abierto el año con un mensaje transmitido por radio y televisión presentando la extensa programación de actos para todo el año, aunque focalizando los mismos en el mes de abril y en torno a la fecha del 11, día de la fundación. Un cronista del diario local relataba que “una salva de bombas exactamente en el primer segundo de 1978 dio -desde la plaza Rivadavia- la recepción al año en que Bahía Blanca cumple un siglo y medio de existencia”.[10] El intendente recordaba a la población que la Comisión Oficial del Sesquicentenario había estructurado toda la programación de actos y eventos. Además, señalaba que:

…la generosa y espontanea intervención de las comisiones de vecinos formadas a tal efecto, entidades públicas y privadas de todo tipo, vecindario en general con la posibilidad de calificadas visitas del exterior que se sumaran a estos acontecimientos donde la prensa oral, escrita y televisada hizo -y hará- su gran contribución para que todo este quehacer alcance la relevancia que merecen quienes nos legaron este hermoso y bendito suelo.[11]

Aquellas notas de festejo y celebración, convivían en contraste con otras, en las páginas de un diario que no renunciaba a la “lucha antisubversiva”, y publicaba diariamente los típicos recuadritos - recordatorios de los números telefónicos del V Cuerpo de ejército, con los cuales se alentaba a la ciudadanía a la denuncia de “elementos subversivos”.[12]

La programación de los actos proyectaba actividades muy diversas para cada uno de los meses del año, se habían previsto competencias deportivas como torneos de golf, de basquetbol, competencias ciclísticas, campeonatos de bochas; también eventos culturales como muestra de obras, festivales folclóricos, muestras fotográficas, fiestas gauchas, misas, conferencias, exposiciones, filmaciones, descubrimiento de placas y monumentos, bailes en centros de comunidades etc. También algunos eventos se combinaban con lo que el Ejército llevaba a cabo como parte de sus tareas u operativos de Acción Cívica.

Hacia septiembre las autoridades municipales lograron tramitar con el Archivo General de la Nación la presentación del ejemplar original del acta fundacional, y que el documento permaneciera en la ciudad a préstamo en ocasión del aniversario de Bahía Blanca. El escrito, labrado el 9 de abril de 1828, reunía las firmas de Ramón Estomba, junto a otros de los actores protagonistas de los momentos fundacionales. De enero a diciembre habría actividades, y recién el 21 de diciembre culminarían los festejos con la inauguración de “La Plaza del Sol” un espacio especialmente diseñado en la zona céntrica para la recreación de la población.

Actores involucrados:

I-Profesionales de la sección Historia de la UNS

En mayo, Jorge Rafael Videla había asistido a un acto académico ante el Consejo de Rectores de Universidades Privadas y había pronunciado algunas palabras respecto a su perspectiva de aquello de debía representar el ámbito universitario en general. Allí él había sostenido que la universidad no debía ser “ni prescindente ni militante”. Entendía que la universidad debía “constituirse en un órgano abierto a los desafíos que le impone su circunstancia histórica y son capaz de planteárselos como temas rigurosos de investigación científica”[13]. Podríamos pensar desde ese marco de sentidos el activo rol que le fue asignado a los profesionales de la disciplina histórica formados en el ámbito universitario local y que fueron invitados a participar de diversos modos en las actividades y propuestas que se dieron en el marco del Sesquicentenario.

Luego de la intervención de la Universidad Nacional del Sur (UNS) desde 1976, el régimen militar había dejado en el cargo de rector de la misma al docente e ingeniero agrónomo Julio Cesar Lucero. Para 1978 ya había pasado un tiempo de las cesantías, persecuciones y múltiples denuncias hacia docentes y no docentes de la universidad, en todo aquello que los militares habían considerado como parte de una “limpieza del ideario marxista” al cual se había sometido el ámbito universitario con la llegada de los militares al poder.[14]

Ya desde 1977 se había anunciado públicamente que con motivo de la celebración del Sesquicentenario la sección Historia del Departamento de Ciencias Sociales de la UNS había sido convocada para la escritura y publicación de un Manual de Historia de Bahía Blanca cuyo objeto sería su distribución en distintos ámbitos educativos de la ciudad. Se anunciaba en primera instancia que el abordaje del mismo tendría varios ejes centrales, pero en particular se destacaban: “descripción geográfica, etnográfica, etnohistoria, descubrimientos geográficos, etapa fundacional, etapa de la consolidación, etapa de la expansión y modernización, y las últimas décadas, analizándose en cada caso aspectos sociales, económicos, políticos y culturales de la evolución de la ciudad y el partido de Bahía Blanca.”[15] La edición había sido financiada desde un subsidio de 1.800.000 pesos del gobierno provincial, luego de las gestiones de Lucero con el propio Ibérico Saint Jean. La dirección del manual había quedado a cargo del historiador y profesor Félix Weinberg, quien a su vez había reunido a diversos académicos/as del departamento para la tarea coral. Los/as autores de los capítulos fueron: Hernán Asdrúbal Silva, Rosario Guenaga de Silva, Margarita Bróndolo de Mazeris, María Emilia Pérez Amat, Diana Scheines de Tiverovsky, Celia N. Priegue, Alicia Zinger de Bilhe, Hilda Zapico, Ana María Cignetti, Mabel Cernadas de Bulnes, Gustavo Monacci y Cristina Estecondo. [16] El manual fue presentado en sociedad como parte de una actividad más de aquellas programadas desde la Comisión Oficial del Sesquicentenario, el 6 de abril de 1978, en un acto en la sede del rectorado de la UNS. Allí asistieron diversas autoridades de ámbitos educativos locales y docentes de establecimientos primarios y secundarios de la región, como parte del público privilegiado hacia el cual esta obra estaba dirigida. En la introducción de Weinberg podía leerse el explícito objetivo del libro como manual orientado al ámbito educativo, aunque también hacia la divulgación histórica:

Esta obra tiene como propósito su utilización para la enseñanza de la historia regional y también para el público en general interesado en conocer la trayectoria de la historia bahiense. Es necesario señalar que, si bien su objetivo primero es el de brindar apoyo a otros niveles educacionales para facilitar la labor específica del aula, se ha tratado asimismo de satisfacer el interés creciente que la historia regional ha venido despertando en los últimos años en amplios sectores de la población. A este efecto se ha agregado a todos los capítulos -presentados ex profeso sin aparato erudito- una bibliografía básica para quienes deseen ampliar o profundizar los temas tratados. (Weinberg, 1978, 9)

Dentro del mismo apartado el historiador también explicaba lo novedoso del manual en tanto obra de síntesis en términos de producción de conocimiento, sobre todo, se resaltaba, lo incipiente del campo de la historia regional y la originalidad de gran parte de las investigaciones plasmadas en los distintos capítulos que dialogaban y se complementaban entre sí.

Sin lugar a dudas la publicación del manual marcó un gran aporte para la historiografía local y regional prácticamente de nulo desarrollo antes del mismo, a la vez que sentó tradición frente a los recortes temáticos y las periodizaciones posibles a ser pensadas en la época a la hora de analizar la historia de la ciudad. Asimismo, la elaboración de este manual fue un antecedente claro y clave para lo que luego sería un desarrollo más específico del campo de la Historia Regional en términos profesionales y desde el ámbito de la UNS, en particular formalizado luego de 1981 con la creación del Centro de Estudios Regionales (CER) financiado por el CONICET e impulsado también por el propio Félix Weinberg. (Jensen, 2010)

Ahora bien, como pieza pensada originalmente en el marco de las prácticas conmemorativas del Sesquicentenario de la ciudad, cabría plantearnos la pregunta respecto a ¿qué enfoque sobre el pasado se recuperó desde el manual? Al respecto observamos un abordaje que invitaba a lo interdisciplinar desde marcadas referencias y datos cuantitativos puestos al servicio de introducir la geografía y la economía local; a la vez que prevalecía un tipo de narración descriptiva en un recorte sobre la historia de la ciudad de tipo socio-político. Por otra parte, resulta muy evidente en su propuesta de periodización, aquello que se incluye y lo que se excluye de los márgenes historiográficos. Los nudos definidos como centrales en la obra, en primera instancia el corte temporal que va de 1821 a 1880, en el cual se ubican el proceso de la fundación de la ciudad (1828) pero también de su “consolidación” en la órbita de la Fortaleza Protectora Argentina. Como segunda instancia se establece el corte 1880-1930, como el otro eje central para la historia local que se resume en la idea del momento de “Expansión y modernización” que retoma los momentos de construcción e instalación del puerto y las líneas férreas centrales para el desarrollo de un modelo económico agroexportador tomado como momento inicial del despegue local. Estas propuestas de periodización comenzaban a sentar las bases de la idea de una ciudad fundada en dos oportunidades, ambas asociadas a imágenes o bien de “progreso y modernización” o bien del binomio “civilización-barbarie”. (Perrière, 2020)

A los historiadores de la universidad se los convocó para muy diversas tareas a lo largo de 1978. Una de las últimas inauguraciones del año fue la de un grupo escultórico de la artista plástica Lola Mora, que fuera finalmente emplazado en la fuente del frente del edificio de la Universidad Nacional del Sur. En consonancia con la recuperación que la dictadura militar hacía sobre el gobierno de Julio Argentino Roca y la generación del ´80, resultaba armónica la puesta en valor de la obra de una artista que había tenido como mecenas al propio ex presidente.


Figura 4

La Nueva Provincia , 17/12/1978

El 18 de diciembre quedó inaugurada “La fuente de Lola Mora” en el edificio de la UNS, resultó un regalo de la institución a la ciudad en el marco de su aniversario. La historia de las piezas tuvo sus peripecias ya que inicialmente fueron halladas azarosamente y en la reconstrucción histórica de su origen y autenticidad, es que fueron llamados varios miembros de la Sección Historia de la UNS para realizar la investigación y destrabar dudas respecto de su origen. Las obras habían sido compradas por el doctor Miguel López Frances en una subasta pública y luego traídas por él a la ciudad. Inicialmente habían pertenecido a la mansión de la familia de los Paz Anchorena en Buenos Aires.

También, historiadoras de la UNS, junto a miembros de la Comisión de Reafirmación Histórica, habían sido convocadas para organizar un concurso de Historia dentro del ámbito escolar que finalmente se llevó a cabo en el mes de octubre y estuvo muy en línea con los aportes y las periodizaciones que habían quedado establecidas desde el Manual de Historia de Bahía Blanca. El concurso fue en el nivel primario y se llamó “Historia de Bahía Blanca”. La competencia organizaba en grupos a las distintas escuelas participantes y cada grupo había quedado dividido según las principales temáticas que señalaban los capítulos dentro del manual. Así fue como, al “Grupo A” de las escuelas 35, 27 y 5 les correspondía el tema “Historia desde 1828 a 1880” y el subtema: “Consolidación”; al “Grupo B” para las escuelas 65,34 y 2, les tocaba trabajar sobre “Geografía regional” y “Descubrimientos geográficos” y en el “Grupo C”, las escuelas 3, 60 y 61, abordarían “Población indígena y Prehistoria”. Resultaba evidente el interés por introducir el Manual de una forma lúdica dentro las aulas. Como autoridades del concurso participaban la inspectora jefa de Enseñanza Primaria Oficial, Norma María Zalungo y la inspectora jefa de Enseñanza No Oficial, Nilda Coti de Fernández. Como jurados figuraban las docentes: Celia Nancy Priegue, Hilda Zapico de Scheverin y Margarita Brondolo, la profesora María Angélica García de Magallán de la Comisión de Reafirmación Histórica, y el señor Modesto Castañon miembro de la Comisión Oficial del Sesquicentenario y activo colaborador del diario La Nueva Provincia.

II- La Comisión de Reafirmación Histórica

En 1976, y al poco tiempo de producirse el golpe de Estado, se conformó en Bahía Blanca la llamada “Comisión de Reafirmación Histórica” (en adelante CRH). Dirigida por el capitán de navío retirado Carlos Migliore, e integrada tanto por militares como por civiles que compartieron un interés por “recordar héroes y acontecimientos que habían hecho grande a la Patria”. La CRH tuvo una participación muy relevante durante los eventos de conmemoración del Sesquicentenario a lo largo de todo 1978. Las investigaciones de Clarisa Borgani profundizaron sobre una caracterización específica de esta comisión y sus diversas actividades durante la dictadura, pero también con posterioridad a la misma, ya que es una organización que aún hoy tiene actividades en lo local. Según las actas institucionales que estudió la autora, la CRH nació con un particular interés por establecer marcas en el espacio local y regional que “recuperaran” desde lo histórico los “valores nacionales” y todo aquello considerado “fundacional” (Borgani, 2014). A través del tiempo fomentó concursos, propias publicaciones, intervenciones variadas hacia el ámbito escolar local; pero sobre todo inscribió memorias específicas desde la consagración de marcas materiales en lugares públicos de la ciudad a partir de la política de colocación de “referencias históricas” .

A lo largo de todo el año la CRH colocó unas 17 referencias históricas, las cuales tuvieron un formato común y fácilmente reconocible y que aún perduran en la actualidad, eran unos carteles de hierro azules con la silueta típica de los bordes asimilables a los de la Fortaleza Protectora Argentina (nombre del fuerte que dio origen a la ciudad), y dentro de los cuales figuraban las inscripciones puntuales. La realización de los carteles azules podía ser costeada por distintas entidades públicas y privadas; las organizaciones de militares -en ejercicio o retirados- fueron muy proclives a ello. Por ejemplo, para el acto del 9 de abril, donde se colocaron las referencias en las cuatro esquinas de la Fortaleza Protectora Argentina[17], se mencionó que había sido donada por el Centro de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas.

¿Qué conmemoraban con los carteles azules de referencias? Por un lado, se observa ya desde la primera colocada a principios de enero, la reivindicación del pasado agroexportador con la señalización del primer puerto de la ciudad. En un tono similar se podrían pensar las que aludían a las primeras siembras de trigo y el primer molino harinero o a la creación de la Sociedad Rural.

Sin embargo, el principal eje que parecía haber atravesado los distintos espacios referenciados -además de localizar por ejemplo la primera imprenta de Roberto Payró, el primer hospital, el primer cementerio o el primer teatro de la ciudad- fue el pasado fundacional y defensivo frente a la amenaza de los ataques de los pueblos originarios. Varias referencias se habían pensado para las distintas esquinas donde había estado emplazada la Fortaleza Protectora Argentina, de similar modo que otras se habían dedicado a señalizar los escenarios donde se habían producido malones y enfrentamientos con los indígenas:

La Comisión de Reafirmación Histórica, en tanto heredera y garante de la recordación de la gesta civilizatoria del ejército nacional cuya primera acción consagratoria fue la ´Campaña al Desierto´, reeditó en el presente las amenazas que en el pasado habían atentado contra el orden y la civilización. Así, en tiempos de dictadura y en un contexto favorable a la difusión de los principios nacionalistas, la dicotomía ´civilización y barbarie´ se reactualizaba bajo la forma de una nueva alteridad construida desde el relato histórico que implicó la negación y/o aniquilación del otro, en este caso, de los pueblos originarios. (Borgani, 2014)

Resulta notorio que las dos señalizaciones realizadas durante el mes de mayo -y a días de las celebraciones de las fechas patrias- cuando se ubicaron en calles Zapiola y Perú la referencia al paraje “La Banderita” para resaltar una victoria sobre los indígenas con el ataque por retaguardia al malón, y sobre todo la referencia en la esquina de Zelarrayán y Rodríguez al “Malón de 1859” evento señalado como “el último gran malón”.

Se debe dimensionar el espesor de tal referencia en un contexto dictatorial y de diaria ejecución de represión clandestina por parte de los mismos militares que fueron tan activos en las prácticas conmemoratorias del Sesquicentenario. En particular si consideramos que el evento señalado no solo significó la victoria sobre una de las avanzadas más fuertes de los hombres enviados por el cacique Calfucurá, sino también la posterior quema pública -y por orden oficial en la plaza central- de los más de cientos de cadáveres de los indígenas asesinados.

III-La Nueva Provincia

El diario La Nueva Provincia no fue un actor más de los involucrados en las acciones conmemorativas durante 1978 y en la construcción de imágenes sobre el pasado; es decir, en principio deberíamos reconocer en la empresa una centralidad mayor a la de otros actores que aquí ya mencionamos. Por un lado, se debe destacar su condición de voz hegemónica dentro del campo periodístico local, así como sus estrechos vínculos con las fuerzas navales y militares zonales y nacionales desde mediados del siglo XX hasta los años observados aquí.[18]

Por la propia historia de la familia empresarial Julio Massot podríamos afirmar que sus esfuerzos celebratorios hacia la ciudad eran de largo aliento. Enrique Julio, fundador del diario en 1898, había sido vicepresidente segundo y uno de los principales propulsores de la Comisión Oficial del Centenario en 1928, comisión integrada -en su mayoría- por miembros de la Unión Cívica Radical local durante los últimos momentos de la presidencia de Marcelo T. de Alvear (Caubet, 2019). Tal vez, en un intento por honrar dicha herencia fue que la directora Diana Julio de Massot, -nieta del fundador- ya desde un año antes del aniversario venía insistiendo públicamente desde sus editoriales sobre la importancia de comenzar con los preparativos de los actos a tiempo y organizadamente, casi como poniendo en falta de antemano a los actores políticos locales que finalmente se vieron compelidos a asumir las tareas de recordación. También se la podía leer marcando agenda sobre las personalidades relevantes que consideraba, debían ser homenajeadas. En cierto punto el diario vivió el Sesquicentenario como algo muy propio, y son muchas las aristas desde las cuales podríamos analizar su participación en él. La empresa para esa época tenía un peso político significativo a nivel local, funcionaba en cierto punto ejerciendo un poder fáctico de enorme influencia tanto con los sectores de las fuerzas militares como entre diversas redes del ámbito civil (no militar) (Zapata, 2018b). Profundizar sobre este punto excede los alcances de este artículo, pero resulta necesario mencionar esta cuestión para comprender la incidencia del diario en los diversos eventos conmemorativos.

Primero, es importante mencionar la yuxtaposición de aniversarios de fechas redondas que se producen en 1978, año que coincidía con los 80 años de existencia del diario. Con recurrencia en el ciclo anual -y religiosamente- todos los 1° de agosto -cuando cumplía años el diario- las tres empresas de los Julio Massot solían divulgar y amplificar la escena de las salutaciones que extendidos actores y organizaciones sociales hacían llegar en honor al diario decimonónico. Fácilmente pueden ser leídos los vínculos y las relaciones de poder desde aquellos saludos.

Los lazos con la Comisión Oficial Ejecutiva del Sesquicentenario eran estrechos – entre otras cosas- por la dirección de Abel Bournaud (ex ejecutivo del medio en los años ´50). Y por ello no resultaba nada extraña la decisión de marcar dentro del programa anual de actos la fecha del 1° de agosto para la actividad de “Homenaje a La Nueva Provincia”. Ese día se descubrió una placa alusiva en el frente del edificio del diario.[19]


Figura 5

La Nueva Provincia , 2/08/1978

Asimismo, podríamos mencionar también el rol asumido por la familia empresaria durante los festejos del 11 de abril, ya que en la participación de sus miembros se podía ver una actitud casi de “anfitriones” del evento[20], por ejemplo, en las diversas recepciones que organizaba para militares de la gestión nacional y provincial que llegaban a la ciudad con motivo de los actos. De la misma forma si leemos simbólicamente como se realizaron reformas de iluminación en el edificio del diario de manera similar a la iluminación festiva del edificio de la municipalidad. O la manera en la que las bandas de distintas fuerzas militares se ubicaron en posición frente al edificio del diario y le dedicaron varias marchas militares en honor al multimedio y como lo habían hecho también en el Centenario.


Figura 6

La Nueva Provincia, 16/04/1978

Por su parte, el día del aniversario 150 de la ciudad, el diario en consonancia titulaba: “La civilización venía galopando leguas de progreso hacia el sur, buscando nuevas fronteras”. También anunciaba la salva de bombas como “estruendos de paz” que se harían en la plaza Rivadavia (plaza central alrededor de la cual se ubican entre otros edificios la municipalidad, la catedral y el diario La Nueva Provincia) que sonoramente marcaban el día del aniversario junto con la reconocible y emblemática sirena que el diario hacía sonar en eventos significativos.

Pero la principal acción de La Nueva Provincia fue ofrecer una ambiciosa publicación de un suplemento especial a distribuirse junto con el diario, con motivo del Sesquicentenario de la ciudad. Se lanzó el día del aniversario, el 11 de abril y se presentó como una edición única de un tiraje de 40.000 ejemplares. El libro de casi 280 páginas y tamaño sábana (igual que la del histórico diario) se tituló: “1828-11 de abril-1978. Homenaje de La Nueva Provincia al cumplirse 150 años de su fundación” . Al abrirlo lo primero que uno encontraba eran las grandes fotografías de los tres miembros de la Junta Militar, y sus saludos por el aniversario, junto a un mensaje muy afectuoso también del gobernador de la provincia Ibérico Saint Jean.

Representó una contundente propuesta editorial que intentó reponer parcelas de la historia local y regional. “Un vistazo a la Historia” subtitulaba el diario la fotografía de la pila de ejemplares impresos y literalmente, ya en la calle. Fue financiado por la propia venta del espacio publicitario ( de hecho, en sus páginas además de los artículos uno podría mapear claramente los comercios y empresas que compraron su espacio para tal fin) y, como señaló Patricia Orbe “…en el momento de su publicación tuvo una alta demanda –su distribución fue gratuita- y se convirtieron en material de consulta escolar ante la falta de textos de historia local debidamente actualizados.” (Orbe, 2016, 28).


Figura 7

La Nueva Provincia, 11/04/1978

La publicación, fue escrita por diversos redactores del diario, profesionales varios y también por miembros de las fuerzas navales y militares de la zona. El libro abría con una nota editorial donde se admitía el propósito: “se refleja [aquí] la historia de Bahía Blanca a través del testimonio fotográfico y de la palabra. Intentamos así una continuidad con aquella que editáramos en 1928 al celebrarse el Centenario.” A la vez se establecían los momentos considerados claves en aquella historia que estaban editando: “Desde su fundación hasta el primer paso de la conquista del desierto, el poblado transita por una tierra virgen, estremecida por el aislamiento y el malón. A partir de allí, tras la campaña de Roca, y con la llegada del ferrocarril, los hombres con alma de pioneros hallan el camino de sus vocaciones y comienzan a construir. Es la epopeya que sueña con ser ciudad, capital, punto importante de la Nación.”[21]

La empresa editorial enfatizaba el papel de las fuerzas armadas en su relato, fundiendo imágenes de aquel ejército protagonista de las campañas de 1878-1879, con las fuerzas armadas del presente. En la edición se había reservado un lugar significativo para el trabajo del historiador Hernán Silva, (único formado en la profesión que participó del suplemento) y quien propuso un repaso por la historia local de los últimos cien años del siglo XX tomando el eje que iba de 1928 a 1978, y que titulaba: “Crecer con el ejemplo del pasado y la fe en el futuro”. El autor, también había participado con un capítulo dentro del Manual de Historia de Bahía Blanca.

Para cerrar, mencionaremos que el diario incluso ingresó en una polémica bastante particular respecto, nada más ni nada menos, que a la letra del himno a Bahía Blanca.[22] En marzo se conoció la noticia de que, a todas las escuelas del distrito, desde la municipalidad, se les entregarían unos 200 discos con el himno y la marcha a Bahía Blanca. Este material había sido ordenado por la Comisión Oficial Ejecutiva del Sesquicentenario. Pero a principios de abril el diario publicaba una nota titulada “¿Una modificación apresurada? El Himno a Bahía Blanca.”[23] En la nota se explicaba que el ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires había dado la aprobación a ciertos cambios en la tonalidad de la música y en la letra del himno, que serían realizados por la profesora Haydee Sánchez Boado de Pérez del Cerro. Sus cambios serían para canto y piano y adaptados para voces escolares. La nota describía los cambios realizados y exponía los argumentos de la docente. Para el caso de los cambios en la tonalidad musical el diario entendía que había razones técnicas y que estaban correctamente fundadas las transformaciones para que los niños en las escuelas lo pudieran cantar. Sin embargo, las objeciones se marcaron respecto a los cambios en la letra. El diario sostenía que el hecho había “generado controversias” entre quienes consideraban que se estaba desvirtuando el himno aprobado originalmente en ocasión de celebrarse el Centenario de la ciudad, en 1928. La parte en discusión era una de las frases más denigrantes hacia los pueblos originarios que decía: “tu quebraste la flecha del indio doblegando su hirsuta cerviz”[24]. Mientras el diario reaccionaba con vehemencia a los cambios, pero alegando desde formalismos[25] la docente sostenía que “no podemos inculcar en el alumno la idea del indio enemigo, ya que el aborigen es parte de lo más auténtico que tenemos”.[26]

Conclusiones

Las celebraciones por el Sesquicentenario quedaron acompasadas a diversas empresas de convocatoria nacional y de movilización patriótica de la población que montó el régimen dictatorial por aquellos meses. La instalación del conflicto con Chile y los episodios de simulacros de oscurecimiento de las ciudades, la promoción del defensivo discurso sobre la supuesta “campaña anti argentina” frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos en el exterior del país o en medios extranjeros, y la organización del Mundial ´78 fueron algunas de las instancias que mantuvieron activos en la apelación patriótica a los bahienses a lo largo de, prácticamente, todo 1978.

Analizamos las diversas acciones conmemorativas de la fundación de Bahía Blanca como prácticas de grupos políticos y sociales que representaron sectores del poder. Y entendemos que la empresa por disputar y difundir imágenes del pasado dejó en evidencia una lógica circular o de tipo “endogámica” en los recorridos de los actores por los mismos lugares y espacios de circulación de la palabra, en la jerarquización de ciertas voces, y en la retroalimentación y repetición de similares construcciones sobre el pasado.

En este sentido, observamos una prevalencia de referencias al pasado fundacional-defensivo contra la amenaza indígena y una construcción de una alteridad peligrosa, violenta, indómita; así también con la referencia al roquismo como principal momento de despegue modernizador para la ciudad y un corte de tal progreso hasta los años ´30 desde las distintas producciones que vieron luz en el marco del Sesquicentenario.

Resultaría dificultoso tanto por el contexto dictatorial, como desde lo documental-metodológico, procurar una reconstrucción de las posibles voces disidentes o que presentaran contrastes frente a las memorias dominantes de los sectores del poder local, pero no nos propusimos esa búsqueda en esta oportunidad. Sin embargo, sabemos que ya para noviembre de 1978 era posible en la ciudad observar situaciones de oposición al régimen dictatorial -por lo pronto con algunas expresiones de lucha y reclamos se sectores obreros, que fueron anticipatorios, incluso, de las primeras jornadas de lucha a nivel nacional de abril 1979 (Zapata, 2021). En este sentido, cabría suponer que pudieron existir situaciones disidentes incluso en un año con propuestas tan triunfalistas como aquellas que a nivel nacional acarreaba el contexto del mundial de futbol. Una serena -aunque no por eso menos disruptiva- forma de disidencia encontramos, por ejemplo, en aquella maestra de música que proponía cambios en el himno a Bahía Blanca por reticencias a construir la idea de un enemigo en los pueblos originarios. Como ella probablemente existieran otras.

Debemos subrayar también, la centralidad que tuvo para los distintos actores sociales implicados en las celebraciones la voluntad de movilizar a la población y ganar el espacio público con las propuestas conmemorativas y con las marcas a dejar inscriptas en él. También la convocatoria a captar amplias audiencias para la difusión de todo lo referido a los 150 años de la ciudad, tanto en el ámbito educativo y escolar, como en aquella audiencia consumidora de los distintos medios de comunicación de la época. Resulta singular en este sentido el rol que asumieron tanto actores provenientes del mundo de las empresas publicitarias (como lo era el presidente de la Comisión ejecutiva) como de los medios periodísticos y de la comunicación, de colocarse en el papel de portavoces autorizados como para intervenir públicamente y producir sentidos sobre el pasado, sin embargo, sostenemos que primó una convivencia colaborativa y no competitiva, entre los distintos productos y propuestas surgidas desde el periodismo con aquellos provenientes de los ámbitos profesionales de la disciplina histórica.

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Notas

[1] Nos valdremos de documentación que en su mayoría puede encontrarse en la propia ciudad de Bahía Blanca, las ediciones de la Comisión Oficial del Sesquicentenario y los manuales referenciados pueden ser consultados en la Biblioteca Asociación Bernardino Rivadavia, al igual que los materiales de prensa citados que fueron consultados en la Hemeroteca de la misma institución.
[2] La ciudad de Bahía Blanca se encuentra ubicada en uno de los extremos de la costa sur de la provincia de Buenos Aires, al sudoeste de la misma. Su fundación el 11 de abril de 1828 fue resultado del proyecto de avance sobre la frontera interna del territorio provincial ante el dominio de comunidades originarias de la zona. Y de la construcción de un fuerte defensivo a tales efectos -la Fortaleza Protectora Argentina- por el jefe de tal expedición, coronel Ramón Estomba. Asimismo, la zona fue muy tempranamente valorada en términos estratégicos por resultar uno de los mejores puertos naturales de la costa atlántica. Desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX se fueron ubicando en la ciudad distintas unidades militares, dicho asentamiento marcó algunas de las particularidades de la misma.
[3] Las fracciones militares que desfilaron fueron, por parte de la Amada, las agrupaciones del Comando de Operaciones Navales, Tropas de Infantería, y de los anfibios carrozados; se mostraron como parte del despliegue militar los vehículos porta misiles, cañones, las armas antiaéreas. El cielo de la ciudad se cubrió con helicópteros que sobre volaron las calles y que contrastaron con la suelta de palomas. Desfilaron además los soldados del Comando del V Cuerpo de Ejército y del Batallón de Comunicaciones 181.
[4] Sesquicentenario: Brillante marcha con fervorosa adhesión ciudadana”,La Nueva Provincia, 16 de abril de 1978. Ejemplar N°27153. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[5] Sesquicentenario: Brillante marcha con fervorosa adhesión ciudadana”, La Nueva Provincia, 16 de abril de 1978. Ejemplar N°27153. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[6] Sesquicentenario: Brillante marcha con fervorosa adhesión ciudadana”, La Nueva Provincia, 16 de abril de 1978. Ejemplar N°27153. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[7] Normas para el desfile cívico militar a realizarse el 15 de abril de 1978”, La Nueva Provincia, 6 de abril de 1978. Ejemplar N°27143. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[8] Para el caso de Uruguay, y la conmemoración de los hechos del 14 de abril de 1972, Aldo Marchesi señala lo que significó en 1980 el llamamiento de los militares a una gran manifestación pública por medio de los medios de comunicación: “Se invitaba a toda la población a través de grandes avisos que aparecían en la prensa y se planificaban todos los aspectos de un gran acto. Los medios informaban las características del evento y las previsiones de transporte para asegurar una participación masiva.” (Marchesi, 2002:112)
[9] Junto a él, la comisión estaba conformada por alrededor de 17 personas (todos varones) entre civiles y militares (en ejercicio y retirados), pertenecientes al ámbito del periodismo, de la cultura o del empresariado local.
[10] La ciudad ya vive el Sesquicentenario”, La Nueva Provincia, 2 de enero de 1978. Ejemplar N°27049 Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[11] La ciudad ya vive el Sesquicentenario”, La Nueva Provincia, 2 de enero de 1978. Ejemplar N°27049 Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[12] Por ejemplo, uno de los publicados el 3 de enero decía: “31627 Este número contribuirá al bienestar de SU FAMILIA. Comando V Cuerpo de Ejército” (La Nueva Provincia, 3 de enero de 1978. Ejemplar N°27050. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca) Véase al respecto: Zapata (2014).
[13] La universidad no debe ser ni prescindente ni militante, afirmó J. Videla ”, La Nueva Provincia, 18 de mayo de 1978. Ejemplar N°27184. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[14] Al respecto pueden verse, entre otros, los trabajos de: Montero L. y Dominella V. (2007); Orbe P. (2008 y 2014); Zanetto R. (2013) y Montero L. (2017)
[15] Sesquicentenario: Manual de Historia de Bahía Blanca”, La Nueva Provincia, 16 de mayo de 1977, Ejemplar N°26821 Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[16] El índice del texto estaba organizado desde los siguientes cortes temáticos: Introducción (a cargo de Weinberg) capítulo I-El espacio geográfico (escrito por Brondolo y Zinger), capítulo II-Prehistoria (escrito por Pérez Amat y Scheines), III- La población aborigen (escrito por Celia Priegue), IV- Descubrimientos geográficos (escrito por Rosario Silva), V- Etapa Fundacional (1821-1834) (escrito por Zapico) VI- La consolidación (1835-1880) (escrito por Cignetti) Y una última parte del libro destinada a la VII- Expansión y modernización (1880-1930) subdividida en ítems como “El poblamiento regional (escrito por Weinberg), Inmigración (escrito por Monacci), Economía (Silva, Transportes, puertos y comunicaciones (escrito por Brondolo y Zinger), Sociedad (escrito por Weinberg), Política e Instituciones (escrito por Cernadas), Cultura (escrito por Estecondo) y Las últimas décadas (escrito por Weinberg).
[17] Al mismo asistieron el intendente Víctor Puente y el presidente de la Comisión Oficial Ejecutiva del Sesquicentenario Abel Bournaud, el rector de la UNS Julio César Lucero, el presidente de la Comisión de Reafirmación histórica, capitán de navío (RE) Carlos Migliore y la sobrina bisnieta del fundador de la ciudad, coronel Ramón Estomba, Magdalena Ugarteche Otamendi de Herrera.
[18] Sobre la temática pueden referenciarse los trabajos de Zapata A. B. (2014, 2016, 2018a); Orbe P. (2016); Montero L (2018), entre otros.
[19] El entonces comandante del V Cuerpo de Ejército, José Antonio Vaquero homenajeaba en su discurso a La Nueva Provincia: “Si debiéramos enjuiciar ponderadamente a La Nueva Provincia teniendo en cuenta muy especialmente la firmeza de su posición en momentos decisivos para la vida democrática de la República y de sus instituciones, debemos afirmar honestamente que se caracterizó por la valentía, el desafío y la fiereza con que defendió los más duros ideales del hombre de nuestro tiempo. Desde su redacción combatió con serena virilidad los actos de desviacionismo político, a la vez que enfrentó con igual coraje los hechos de la delincuencia subversiva, sufriendo por todo ello las privaciones a que se someten los defensores de los legítimos derechos.” (“Celebra hoy sus 80 años de vida nuestro diario”, La Nueva Provincia, 1 de agosto de 1978, Ejemplar N°27260. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca)
[20] Algunas referencias a encuentros de camaradería fueron publicadas en el propio diario: “En respuesta a una invitación formulada por la Dirección de La Nueva Provincia, visitaron anteanoche nuestra casa el intendente municipal señor Víctor Puente, el comandante de la Aviación Naval contralmirante Carlos Pablo Carpintero, el segundo comandante del V Cuerpo de Ejército general de brigada Abel Teodoro Catuzzi, y el presidente de la Comisión Oficial Ejecutiva del Sesquicentenario señor Abel A. Bournaud. Luego de participar de una comida que les ofreció nuestra directora, señora Diana Julio de Massot, en su compañía y la del asesor de la dirección Sr. Vicente Massot recorrieron las diversas dependencias, a la sección talleres y observar el proceso de impresión y lanzamiento de la edición de ayer de La Nueva Provincia, correspondiente al día en que la ciudad celebre su Sesquicentenario.” (“Autoridades en nuestra casa”, La Nueva Provincia, 12 de abril de 1978 . Ejemplar N°27149. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca) “En la recepción oficial. Durante el transcurso de la reunión epilogar de los actos oficiales del sesquicentenario aparecen departiendo en uno de los varios grupos que se conformaron, el general Saint Jean y su señora esposa Haydee S. Machado. En la nota se los ve junto al segundo comandante del V Cuerpo, general Abel Catuzzi y el señor Vicente Massot, asesor de la dirección de La Nueva Provincia” (“Saint Jean visitó ayer el hogar del anciano”, La Nueva Provincia, 17 de abril de 1978. Ejemplar N°27154. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca)
[21] Crecer con el ejemplo del pasado y la fe en el futuro” en 1828-11 de abril-1978. 1828 -11 de abril -1978. Sesquicentenario de la fundación de Bahía Blanca. Exposición histórica, política, social y económica de su evolución. Homenaje de “La Nueva Provincia” al cumplirse 150 años de su fundación. Cit, p.123.
[22] Letra original del himno a Bahía Blanca de 1928, autor Carlos A. Leumann, música de Pascual De Rogatis: “Por nacer entre océano y pampa/con el cielo por límite azul/a infinita grandeza te orientas/y es tu nombre una imagen de luz/Mensajero tal vez de los Andes/tu barranco se yergue ante el mar/para un cóndor audaz cuyo vuelo/te llamase a progreso inmortal./Avanzada de luz, blanca aurora/fue tu antiguo, tu heroico fortín/tu quebraste la flecha del indio/humillando su hirsuta cerviz./Avanzada de vida es ahora/en la patria tu ingente labor/por la patria tu impulso es un vuelo/por la patria tu vida es amor./Entre el mar infinito y la pampa/vas creciendo, animosa ciudad/y en la imagen de luz de tu nombre/se presiente tu gloria mundial.” (el resaltado es nuestro)
[23] Una modificación apresurada? El Himno a Bahía Blanca.” La Nueva Provincia, 7 de abril de 1978 Ejemplar N°27144. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.
[24] Cabe señalar que el himno recién fue reconocido oficialmente como tal por el Concejo Deliberante de la ciudad en el año 1999, momento en el cual también se decidió suprimir por completo la estrofa ofensiva con los pueblos originarios.
[25] "Si bien en lo que respecta a música la evaluación del trabajo deberá ser efectuada por expertos, en lo que respecta a la letra nos parece que la modificación no ha sido afortunada. En principio cabe cuestionar hasta qué punto alguien puede asumir el derecho de modificar por su cuenta la obra de un poeta, por más que no comparta algún concepto suyo. Además, en este caso se trata de un himno consagrado oficialmente por una ciudad. Cualquier intento de modificación, en este caso hubiera correspondido plantearlo ante las autoridades de la ciudad para que designaran una comisión encargada de considerar el caso y realizar una modificación si la consideraran necesaria. Pero al margen de tal planteo la modificación resulta desafortunada porque se ha efectuado sin tener en cuenta la estructura literaria que empleó el autor.” (“¿Una modificación apresurada? El Himno a Bahía Blanca.” La Nueva Provincia, 7 de abril de 1978. Ejemplar N°27144. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca)
[26] Una modificación apresurada? El Himno a Bahía Blanca.” La Nueva Provincia, 7 de abril de 1978. Ejemplar N°27144. Consultado en Hemeroteca de la Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca.

Notas de autor

* Ana Belén Zapata es Doctora en Historia (2014, UNLP), Licenciada en Historia (2008, UNS) y Profesora en Historia (2007,UNS). Investigadora del CONICET dentro del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Se desempeña como docente regular de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires; como docente en el IDH de la Universidad Nacional General Sarmiento en cursos de grado y en posgrado dentro de la Maestría de Historia Contemporánea de dicha institución. Es parte de la Red de Estudios sobre Represión y Violencia Política (RER) Integra también el Grupo de Historia Cultural de la Política. Argentina, Siglos XX y XXI (GHCP) del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani; el Programa de Historia Contemporánea (PHIC) de la Universidad Nacional General Sarmiento, y el Núcleo de Estudios sobre Historia Reciente, Memoria y Derechos Humanos, del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur.


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