Ensayo

LA FUNCIÓN SOCIAL DEL ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO

THE SOCIAL FUNCTION OF CRITICAL DISCOURSE ANALYSIS

MARÍA JOSÉ CARES GEOFFROY
Universidad del Bío-Bío, Chile

Revista AcadémicRevista Académica UCMaulea UCMaule

Universidad Católica del Maule, Chile

ISSN-e: 0719-9872

Periodicidad: Semestral

vol. 63, 2022

revista@ucm.cl

Recepción: 07 Junio 2020

Aprobación: 16 Agosto 2022



DOI: https://doi.org/10.29035/ucmaule.63.116

Resumen: En el presente análisis bibliográfico se pretende conocer la perspectiva de varios autores que estudian el Análisis Crítico del Discurso (ACD), pero principalmente se presentará la función social de este. Primero, en muchos aspectos la sociedad se limita a escuchar y a reproducir lo que comprende por los medios de comunica- ción, en las conversaciones cotidianas y en un medio relativamente nuevo, las redes sociales. Segundo, es relevante conocer las diferencias culturales en la sociedad, el acceso y manejo de información de acuerdo a prácticas sociales y al sistema de creencias (cogniciones). Y tercero, el manejo del mensaje oral o escrito debe ser bajo parámetros de interacción de respeto entre interlocutores, sin embargo, un punto bastante importante es el abuso de poder. Según los investigadores del tópico, la prensa y los discursos políticos tácitamente reparten la información de acuerdo a lo que las grandes masas quieren escuchar y cómo ellos quieren ser oídos. Debido a esto, la reproducción del racismo y la segregación de las minorías étnicas crecen constantemente, siendo ellos los vulnerados y sentenciados por la sociedad, por esta razón es necesario conocer el punto de vista de autores que trabajan el ACD y esclarecer la función social de este.

Palabras clave: Discurso, ideología, poder, función social .

Abstract: In the present bibliographic analysis, it is intended to know the perspective of several authors who study Critical Discourse Analysis (ACD), but mainly its social function will be disclosed. First, in many aspects society is limited to listen and to reproduce what is understood through the media, in everyday conversations and a relatively new medium, social networks. Second, it is relevant to know the cultural differences in society, the access and management of information according to social practices and the belief system (cognitions). And third, the handling of the oral or written message must be under parameters of respectful interaction between interlocutors, however, a fairly important point is the abuse of power. According to researchers on the topic, the press and political speeches tacitly distribute information accor- ding to what people want to hear and how they want to be heard. Due to this, the reproduction of racism and the segregation of ethnic minorities are constantly growing, being they the ones violated and sentenced by society, for this reason it is necessary to know the point of view of authors who work the ACD and clarify the social function of this.

Keywords: discourse, ideology, power, social function .

INTRODUCCIÓN

La finalidad de esta revisión bibliográfica es conocer la función social del Análisis Crítico del Discurso (ACD) desde la mirada de muchos autores. Comenzaremos por los inicios de esta nueva teoría en los años ochenta para llegar a la mirada actual y cómo y de qué forma ha colaborado con la sociedad en diferentes ámbitos de acuerdo a las prácticas sociales. Se define ACD como un tipo de investigación analítica (Van Dijk, 1999), como un proveedor de métodos de relaciones entre discurso y desarrollo social y cultural en diferentes dominios sociales (Jorgensen y Phillips, 2002) y como un enfoque basado en un concepto de teoría crítica-dialéctica que no está limitado para formular y examinar declaraciones generales acerca de las leyes de realidad social (Weiss y Wodak, 2003). El rol del discurso ha variado a través del tiempo de acuerdo al contexto, a las generaciones, sociedades y culturas, de allí su relevancia en cuanto al análisis de prácticas socioculturales, de textos (orales y escritos) y de prácticas discursivas de sociedades antiguas, modernas y contemporáneas, ya que la historia juega un rol primordial para poder enlazar la cultura, sociedad y discurso. Sin embargo, el enlace que se produce puede ser a veces contraproducente en el sentido de las diferencias en la sociedad, en donde no todos los individuos poseen las mismas características y prácticas sociales; debido a esto, como explica Fairclough (1995), la heterogeneidad de los textos es un indicador sensible de las contradicciones socioculturales y un preciso barómetro de su evolución. La tecnología, por ejemplo, juega un rol fundamental en el discurso y es lo que sucede con la televisión, donde los textos escritos en sus contenidos combinan el lenguaje con otras formas semióticas referentes a diagramas, imágenes, etc. Es comúnmente aceptado que el análisis de textos que contienen imágenes visuales cuenta con la característica especial de la semiótica visual y la relación entre lenguaje e imágenes (Jorgensen y Phillips, 2002, p. 61).

Otra forma de distinguir a la sociedad es mediante su sistema de creencias que se reproduce de acuerdo a un parámetro comprendido como un paradigma de segregación del vulnerado con vehemente apoyo de las élites, los medios de comunicación y los discursos políticos, en donde el abuso de poder de los grupos e instituciones dominantes puede en tal caso ser “críticamente” analizado desde una perspectiva que es coherente con la de los grupos dominados (Van Dijk, 1999, p. 24). Van Dijk (2006) se centra en el poder y dice que este se reproduce discursivamente, decretado y legitimado en la sociedad. Es posible que el poder controle estas prác- ticas mencionadas anteriormente, pero sobre todo la mente de los individuos. Por esta razón, los autores Jorgensen y Phillips (2002) explican que la crítica apunta a destapar el rol de la práctica discursiva en la protección de las relaciones de poder desiguales, con el objetivo total de utilizar los resultados del análisis crítico del discurso en la batalla por el cambio social radical.

El enfoque crítico del análisis del discurso, según Weiss y Wodak (2003), enfatiza el hecho de que el proceso del trabajo científico establecido por el ser humano siempre ha formado parte del contexto sociohistórico y se esfuerza en identificar problemáticas mediante los actos de cognición. En consecuencia, el ACD tiende a contribuir a nuestro entendimiento de las relaciones entre el discurso y la sociedad, en general, y de la reproducción del poder social y la desigualdad —así como de la resistencia contra ella— (Van Dijk, 1999). Visto de este modo, los resultados de la legitimación del poder no siempre son subordinados, en contraste, son subversivos y contestatarios. La función social del análisis crítico del discurso nos lleva a comprender cómo las estructuras de las prácticas discursivas arremeten en la mente de los individuos afectando las prácticas sociales de estos, siendo el mensaje de habla o texto con estructuras cognoscitivas de creencias que debieran ser ajustadas a las funciones sociales por los grupos.

En definitiva, el análisis crítico del discurso es un medio para reconocer el dominio que ejercen unos sobre otros en la sociedad, primero el control mental para luego incidir en las prácticas de los individuos subordinados. Así, lo característico del ACD es que toma partido a favor de los grupos oprimidos en contra de los grupos dominantes, y que manifiesta abiertamente la vocación emancipadora que la motiva (Fairclough y Wodak, 2008, p. 268). De esta manera, se alude a que la principal característica del ACD es su función social al apoyar y entregar información acerca del abuso de poder de los dominantes.

DESARROLLO

Análisis crítico del discurso

Desde los setenta el término “discurso” ha estado en circulación como sentido común de investigación desde una variedad de disciplinas sociales y humanidades, incluyendo las aplicadas ramas de la lingüística (Wodak, Cillia, Reisigl y Liebhart, 2009). Luego, la preocupación hacia el lenguaje y el discurso se inició con la “lingüística crítica” nacida (principalmente en el Reino Unido y Australia) hacia finales de los años setenta (Fowler, Hodge, Kress y Trew, 1979; Mey, 1985, citado por Van Dijk, 1999). Y, sin embargo, muy anterior a esto, se escudriñan estudios referentes a la teoría crítica de la escuela de Fráncfort.

En 1980, Teun van Dijk comienza su estudio respecto al discurso y racismo debido a la estancia en países del tercer mundo y a la preocupación existente por la desigualdad en tanto minorías étnicas y racismo y, por consecuente, en similitud a lo que sucedía en Europa en el mismo tiempo. Era de gran relevancia conocer la intención, reproducción y expresión del racismo en términos discriminatorios a través del habla y texto. Luego, se suman otros investigadores tales como Wodak, Fairclough y Weiss, entre otros. Esta aproximación interdisciplinaria nace para estudiar manifestaciones lingüísticas del discurso y revelan cómo las relaciones sociales se potencian debido al uso del lenguaje, principalmente las relaciones de poder, desigualdad, discriminación, explotación entre interlocutores y el impacto que todo esto conlleva en la sociedad. Como alcance interdisciplinario se puede mencionar la capacidad de enlazar las ciencias sociales, la psicología y la lingüística de manera tal que a la vez se vinculan diversas disciplinas lingüísticas, entre ellas, antropología lingüística, etnografía de la comunicación, interaccionismo simbólico, análisis de la conversación, sociolingüística, psicolingüística, pragmática, gramática del discurso, entre otras (Calsamiglia y Tusón, 2001; Van Dijk, 2000).

Van Dijk (2002) argumenta que existen tres áreas del discurso a las cuales prestar atención cuando se habla de este ámbito y su relación con la sociedad. Estas son las estructuras sociales como condiciones para el uso del lenguaje, el discurso que contribuye a las estructuras sociales que se mencionan y estas últimas representan partes de la sociedad (p. 19). De acuerdo a lo revisado, se le atribuye al discurso crítico el estudio de cómo se habla o escribe sobre aquellos vulnerados debido al racismo existente y a la discriminación y, peor aún, cómo se transmite mediante los textos escolares, las conversaciones cotidianas, los medios de comunicación y científicos y, aunque sea difícil de creer, los discursos políticos, que tácitamente aseveran la segregación de las minorías étnicas e inmigrantes. Esto parece sugerir que en sus modelos mentales de los acontecimientos étnicos la gente blanca no ve “realmente” una “solución” para el “problema del extranjero” (Van Dijk, 2006, p. 17). Desde estas afirmaciones del proceso de funcionamiento del ACD se puede complementar con lo que dice Fairclough y Wodak (2008) en la definición de este como

Suceso discursivo particular y las situaciones, instituciones y estructuras sociales que lo enmarcan. Ahora bien, una relación dialéctica es siempre bidireccional: el suceso discursivo está moldeado por las situaciones, instituciones y estructuras sociales, pero a la vez les da forma. Otra manera de expresar este fenómeno es decir que lo social moldea el discurso pero que este, a su vez, constituye lo social: constituye las situaciones, los objetos de conocimiento, la identidad social de las personas y las relaciones de estas y de los grupos entre sí. Las constituye en el sentido de que contribuye a sustentar y reproducir el statu quo social, y también en el sentido de que contribuye a transformarlo (p. 367).

El discurso nos entrega información que debe ser analizada antes de ser entregada masivamente a la sociedad, mediante un análisis social del cambio cultural que provocará a los individuos a los que va dirigido. Asimismo, Fairclough (2008) explica la importancia del rol que tome el discurso para su finalidad, diciendo que “el rol del discurso dentro de la sociedad y la cultura es entendido como históricamente variable, ya que en la sociedad moderna y contemporánea (‘tardía’) el discurso adquiere un rol esencial en la reproducción y en el cambio sociocultural” (p. 2). De esta manera, los autores entrelazan sus teorías respecto al discurso y a sus funciones. En este caso, Fairclough (1995), citado por Jorgensen y Phillips (2002), explica que el discurso contribuye a la construcción de identidad social, a las relaciones sociales y a un sistema de conocimiento y significado, por tanto, desde esta perspectiva teórica, Jorgensen y Phillips (2002) expresan que el discurso tiene tres funciones en relación a las contribuciones que explica el autor anterior. Estas son: función de identidad, función relacional y función ideacional. De la misma forma, es posible considerar una hipótesis a este planteamiento de acuerdo a que cada contribución pertenece a una función del discurso en sociedad y consiste en trabajar bajo un marco de dimensiones que sugieren un análisis exhaustivo desde su núcleo hasta lo externo, que es lo que se reproduce en la cotidianeidad entre los miembros de un territorio. Primero, podemos tener en cuenta el texto —ya sea oral o escrito, en tanto mensaje explícito y tácito—, la producción para el consumo por los miembros sociales, la práctica discursiva refiriéndose a la circulación del texto dentro de una cultura en particular y, finalmente, a la práctica social que se enfoca en la acción de los individuos y el contexto en situaciones sociales.

Ideologías

De la misma manera que reflejan los estudios, la investigación por lo social, cognitivo y lingüístico toma gran relevancia al momento de contemplar el ACD. El sistema de creencias de los grupos sociales es notable porque delibera la información acerca del comportamiento social ante una situación particular. Este se expresa en representaciones sociales que influyen en el comportamiento y en la interacción con los interlocutores, esto es, va más allá de lo que expresen las élites que dominan un territorio. Lo anterior quiere decir que la recepción del mensaje y los procesos mentales de cada individuo al mismo tiempo crean un discurso particular moldeado de acuerdo a las experiencias y a lo que se escucha, por tanto, cada miembro de la sociedad se rige bajo un sistema de reglas que crea un propio sistema y que se transmite en el intercambio comunicativo. A estas representaciones sociales, Moscovici (1961, citado por León, 2002) las define como

Un sistema de valores, ideas y prácticas con una doble función; primero, establecer un orden que le permita a los individuos orientarse en un mundo material y social y dominarlo; y segundo, permitir la comunicación entre los miembros de una comunidad al proveerlos con un código para el intercambio social y para nombrar y clasificar sin ambigüedades aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal (p. 369).

En vista de que todo este entramado social constituye a la vez un sistema cognitivo o viene más bien de uno, es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones y valores que suelen tener una actitud positiva o negativa ante algún suceso colectivo.

Resulta necesario conocer el ACD como interdisciplina y revisar de qué manera está relacionado con otras disciplinas para su estudio, su objetivo, su función, etc., en la sociedad, como es el caso de las representaciones sociales desde la psicología social y las ciencias sociales. En resumen, el aspecto importante de la función social del ACD son las ideologías que juegan un rol relevante en el proceso de estudio, a las cuales Van Dijk (2005) las define como un sistema de creencias socialmente compartidas por miembros de una colectividad de actores sociales. Lo que se comparte en lo rutinario, las interacciones y uso de medios de comunicación tiene implicancias en la cognición y más tarde en el comportamiento humano, por consiguiente, el fenómeno de discriminación percibida se refiere a la experiencia subjetiva de sentirse víctima de discriminación y constituye un proceso cognitivo inserto en un contexto sociocultural e histórico, que se actualiza mediante el discurso (Mellor, 2003, citado por Merino, 2006). Cabe señalar además que, mediante las prácticas sociales mencionadas como parte del proceso del discurso en el primer apartado, es que los individuos transmiten este tipo de discriminaciones. En consecuencia, explica Montesinos (2003) que

La ideología aparece a través de un discurso que se expresa mediante un conjunto de enunciados articulados como un gran cuerpo de ideas y creencias sobre la realidad social, pasado, presente y un futuro alentador que promete la solución a las crisis actuales (p. 176).

El enfoque multidisciplinario de las ideologías está representado por un análisis de la ideología en términos de la tríada cognición-sociedad-discurso (Bermeo, 2008). Desde el comienzo de la propuesta teórica del análisis crítico del discurso, se propuso la norma de conocimiento de la mencionada tríada puesto que no se puede comprender la lógica de estudio de este sin señalar las tres disciplinas a la par. Al momento de investigar el ACD es imprescindible nombrarlas, ya que la teoría se basa de un todo alineado para obtener un resultado común desde la mirada de los tres componentes.

En resumen, y de acuerdo a lo mencionado, Villoro (1985, citado por Montesinos, 2003) dice que este es el momento de la crítica ideológica a lo que estamos destinados a creer por parte de los medios de comunicación y discursos políticos, por lo cual no es negar el enunciado, sino descubrir su sentido confuso y encubridor para rectificar su distorsión desde donde se transmite el poder y abuso a la sociedad.

Poder

La teoría de estudio de ACD implica, entre otras cosas, conocer el rol de las personas en la sociedad, directamente como dominantes o dominadas, por lo cual es importante adentrarse en el término “poder” para ajustarlo a lo que se está analizando. Al respecto, Fairclough (1995) dice que el poder es entendido

Por un lado, en términos de asimetrías entre los participantes de los eventos discursivos, y por el otro, en tanto desigual capacidad de controlar cómo los textos son producidos, distribuidos y consumidos (y, en consecuencia, desigualdad en la forma de estos textos) en contextos socioculturales particulares (p. 2).

Desde esta perspectiva, es destacable mencionar la relación que tiene el poder con las ideologías y más aún con la adhesión paulatina de un mayor número de miembros de la sociedad al discurso expuesto. En resumidas palabras, la legitimación de poder por parte de los dominantes es vista en textos orales y escritos, y como muchos autores argumentan —Fairclough (1995), Thompson (1998) y Van Dijk (2006) —, la reproducción del poder sucede principalmente por los medios de comunicación que son mecanismos que inculcan la idea dominante y, a la vez, constituyen el foco en donde ocurren actividades de legitimación de este para que los individuos actúen y reaccionen al ejercerlo y, además, respondan a este ejercicio. Asimismo, los discursos se realizan de la forma que el interlocutor reciba satisfacción, que aludan a intereses generales en común como sociedad con un mensaje simbólico y significativo. Los intereses mencionados en los discursos son propósitos compartidos por la clase dominante y estructurados por normas que, como explica Habermas (1996, citado en Montesinos, 2003), tienen un sentido semántico que son seguidas por el que las entiende y son motivos de comportamientos, es decir, acciones comunicativas a las que alude el autor en sus trabajos.

Fairclough (1995) señala que el poder de controlar el discurso es visto como el poder de sustentar prácticas discursivas particulares, asociadas a posturas ideológicas puntuales, en un lugar de dominancia sobre otras prácticas alternativas (incluidas las que se oponen a aquellas). Desde esta perspectiva se supone como objetivo importante del análisis crítico la elisión del par poder/dominación de las clases dominantes en la teoría y en el análisis. Por el contrario, Foucault (1979, citado en Fairclough, 1995) define poder como propiedad omnipresente de las tecnologías que estructuran a las instituciones modernas, no poseída ni adscripta a ninguna clase, estrato o grupo social particular, es decir, el poder es ejercido por los miembros de la sociedad que simplemente puedan dominar a otros mediante la acción comunicativa que distribuyen los mensajes implícitos mediante la prensa, los discursos corporativos, las conversaciones cotidianas, debates parlamentarios y de élite, libros de texto y las noticias (Van Dijk, 2006).

La función social del análisis crítico del discurso

Como se ha podido observar, son variadas las disciplinas conectadas entre sí que se desarrollan en el estudio del ACD, al igual que muchos elementos que se unen como proceso de transmisión de un mensaje en tanto poder, dominación e ideología. Pardo (1996) dice que la mirada multidisciplinaria de Van Dijk acerca del ACD nos entrega información sobre el papel que juega el discurso en la reproducción de diversas formas de dominación por parte de grupos privilegiados, que se desencadena en una desigualdad social en muchos ámbitos, de manera que se oculta el abuso de poder de forma legítima y como algo normalizado, es decir, cómo las actividades comunicativas se establecen en relación a las jerarquías sociales dentro de un territorio. Así, los autores Weiss y Wodak (2003) concuerdan con la idea multidisciplinaria explicando la existencia de diferentes teorías asociadas, como la teoría sociopsicológica, la teoría del discurso y las teorías lingüísticas, que pueden ser encontradas al trabajar con análisis crítico del discurso, ya que la función principal basada en estas teorías será comprender la acción comunicativa existente y asentada en relaciones de poder por medio de textos orales o escritos desde diferentes puntos de vista. En esta perspectiva, el análisis crítico del discurso es multidisciplinario y una principal función es poner en evidencia la cantidad de relaciones complejas entre el texto, la cognición social, el poder, la sociedad y la cultura (Pardo, 1996, p. 112).

La razón del uso de la teoría del ACD en la sociedad es que posee una función relevante que desaloja toda percepción de positivismo acerca de las expectativas que tienen los grupos de élites y seguidores acérrimos en cuanto a los comportamientos de los miembros sociales según las relaciones complejas mencionadas anteriormente; la manera en que se maneja a la sociedad mediante el discurso es, en términos generales, ofensiva y malvada. Este fundamento tiene su origen en lo que dicen Wodak et al. (2009), quienes señalan que:

Se asume una relación dialéctica entre los actos discursivos particulares y las situaciones, instituciones y estructuras sociales en las cuales se encuentran insertos. Los contextos situacionales, institucionales y sociales forman y afectan al discurso y al revés, los discursos influencian la realidad social y política (p. 8).

De la misma forma se explica el ejercicio del ACD como materia para revelar de qué manera los discursos transmiten ideologías y reproducen el poder. En este sentido, Pardo (1996) argumenta que:

Los participantes que poseen el dominio del discurso ejercen control sobre las propiedades y factores variables en la construcción de éste, sus condiciones y consecuencias, y de esta forma se explica que el manejo del acceso al discurso es una de las dimensiones más importantes en el ejercicio de la dominación (p. 114).

Por tanto, el discurso constituye la práctica social y, a la vez, está constituido por ella (Jorgensen y Phillips, 2002; Wodak et al., 2009). De este modo, los analistas del discurso realizan este estudio mesurado de manera ética y así, como indica Pardo (1996), contribuyen en la comprensión estructural de lo social y lo discursivo, presuponen un análisis indirecto y a largo plazo de causas, condiciones y consecuencias del papel que desempeña el discurso en la reproducción de la dominación y de la desigualdad.

CONCLUSIÓN

De acuerdo a lo expuesto, es prudente y de prioridad conocer cómo nos afecta el discurso, por qué razón es destacable el uso de la teoría del ACD para que la sociedad pueda comprender la manipulación y/o formas de persuasión por las cuales los grupos dominados perciben el poder como una expresión legítima y normalizada socialmente y, más aún, inconscientemente.

Se expresa que los miembros de una sociedad mantienen parámetros por los cuales regulan su comportamiento, es decir, cumplen de acuerdo a lo exigido, a lo que pueden revisar desde los textos, siempre comprendiendo que pueden ser orales o escritos. La base de todo comportamiento, como se atreven a explicar los autores, son las ideologías presentes que se reproducen colectivamente dentro de un territorio, sin embargo, es necesario dar cuenta de que se pertenece a culturas con dimensiones históricas, cogniciones sociales y oportunidades diferentes, y aún más, como explica Van Dijk (1995), es pertinente distinguir entre grupos sociales y comunidades culturales, es decir, los primeros se rigen debido a sus intereses y los segundos a valores y conocimiento (p. 14). No obstante, al mismo tiempo existe el grupo ideológicamente sustentado del que se ha hablado durante el escrito, que son reproducidos por los medios de comunicación, los discursos y libros de texto, conformados por una jerarquía de poder que va modelando las relaciones y finalmente el orden social. A causa de todo lo mencionado parte la teoría del ACD, que se propone como análisis de discurso para la sociedad en un contexto de dominación, impulsado por teorías que convergen en apoyo sobre estos eventos comunicativos.

Pardo (1996) expresa que el poder y la dominación están frecuentemente organizados e institucionalizados, además de apoyados por los miembros de otros grupos de poder. En este sentido, cabe destacar el proceso que ocurre al momento de la dominación, cómo fluye desde el discurso y cómo influye en la cognición, en el manejo de la mente, de las creencias e ideologías para controlar el comportamiento entre el individuo y el grupo.

Finalmente, al observar los componentes, el proceso, la convergencia, los fenómenos que ocurren y los objetivos del ACD, podemos encontrar su función social y la importancia de este para los miembros de un territorio que, mediante el discurso, han sido vulnerados por las élites poderosas. Así, por medio de la historia ha incurrido a través del mundo como un puente generador de conocimiento y valores al existir desigualdad transmitida entre el discurso y las prácticas sociales.

Como señala Pardo (1996), el análisis crítico pone en evidencia formas de dominación del discurso, discriminación comunicativa u otras formas de marginalización y exclusión que proceden de las estructuras del contexto y del discurso. Por otra parte, es fundamental que la sociedad se entere y conozca la estructura del discurso cuando se compromete a ser entregado a las masas y así, poseer una mirada crítica ante estos eventos comunicativos. Además, el contenido es equivalente a lo que se necesita que sean las prácticas sociales y, por esta razón, la crítica a los discursos toma un papel importante en este ámbito porque somos seres sociales y las interacciones y actitudes crean criterios, normas, valores en cuanto a religión, política, cultura, entre otros, que resulta ser lo cotidiano para la vida y que debiera ser igual, parejo y equitativo bajo un marco de respeto y tolerancia, sin discriminación y segregación.

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