Dossier

La divergencia entre medios de comunicación y poesía: Ecuador y el escenario social de Octubre 2019

The divergence between media and poetry: Ecuador and the social scenario of October 2019

Sophía Yánez
Universidad Central del Ecuador, Ecuador

Textos y Contextos

Universidad Central del Ecuador, Ecuador

ISSN: 1390-695X

ISSN-e: 2600-5735

Periodicidad: Semestral

núm. 22, 2021

textosycontextos@uce.edu.ec

Recepción: 06 Septiembre 2020

Aprobación: 26 Febrero 2021



DOI: https://doi.org/10.29166/tyc.v1i22.2540

Resumen: El presente texto tiene como objetivo tratar el círculo vicioso de la violencia y el colonialismo generado por los medios tradicionales de comunicación, contraponiendo sus prácticas con los atajos del sentido y de la búsqueda por la que nos lleva la poesía. A través de la alusión a los acontecimientos producidos en el levantamiento que el pueblo ecuatoriano protagonizó en Octubre de 2019, se confrontan las prácticas mediáticas tradicionales que ocurrieron durante ese escenario histórico con la teoría literaria del poeta y académico Iván Carvajal y su concepción sobre la construcción de un “país secreto” donde la poesía da la pauta para caminos atávicos ocultos, que organizan la sociedad y el sentir desde la imagen y el poder de la metáfora. La autora menciona, además, el legado y la herencia espiritual de algunos importantes poetas ecuatorianos.

Palabras clave: simulacro, violencia, colonialismo, metáfora, Ecuador.

Abstract: The main purpose of this essay is to treat the vicious circle of violence and the colonialism generated by traditional media, opposing its practices with the meaning shortcuts and the quest where poetry lead us. Traditional media practices are confronted by addressing the events which occurred in the social manifestations that the Ecuadorian people held in October 2019 in a historic scenario. This is done by quoting Iván Carvajal´s literary theory on the existence of a “secret country” where poetry shows the way to hidden ancestral ways which organize and give sense to existence through images and the power of metaphors. The author also mentions the main role that some Ecuadorian poets have in the nation’s spiritual legacy.

Keywords: simulation, violence, colonialism, metaphor, Ecuador.



Si cada uno sostiene sus títulos de propiedad/rondando por las tiendas a comprar y a vender/si el usurero de pie en su bazar con las alforjas/ si el mendigo con su jarro a las puertas y obreros de cuero oscuro descifrando el porvenir y mientras tanto buscando un vendedor de refrescos/en medio de su propia muchedumbre/¿y el poeta?/¿será escuchado en esta rueda de la dispersión?

Fuente: Iván Carvajal. Libro Paraje. Poema Noche. Fragmento final.



Eternidad: tus signos me rodean mas yo soy transitorio, un simple pasajero del planeta.

Fuente: Jorge Carrera Andrade en Hombre Planetario.

En Octubre del año 2019 la ciudad de Quito parecía una escena de guerra tomada de la película El Señor de los Anillos. Había humo y fuego alrededor de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y del centenario Parque de El Ejido. Además las Universidades se habían convertido en zonas de paz y de acopio de alimentos para acoger a los grupos indígenas que habían llegado a la capital para hacerse escuchar. El aire estaba viciado no solo de bombas lacrimógenas y otros instrumentos de represión, cuyo costo jamás conoceremos, si no que lo estaba, sobre todo, de los cuerpos vueltos grito por el reclamo del pueblo ecuatoriano, volcado a las calles, en contra del decreto presidencial 883.

No existe memoria, en las últimas décadas de la historia de la sierra ecuatoriana, de otros alzamientos de tal magnitud. Quizás el evento más cercano que se puede rememorar es el de la década de los 80s, cuando los indígenas vinieron, en el tiempo del gobierno de Rodrigo Borja, a pedir que se reconociera la plurinacionalidad y la diversidad de etnias, como parte de la nación ecuatoriana1. Sin embargo, las manifestaciones por ese derecho legítimo y la forma de organización contrastaron mucho con la naturaleza de la insurgencia que adoptó el pueblo ecuatoriano en Octubre del 2019, a causa del alza al subsidio de la gasolina. En aquellos momentos, era posible compartir un espíritu de orgullo y celebración de la diversidad, habían graffitis por la ciudad, zanqueros y músicos populares. La protesta encausaba y manifestaba la magia de las fuerzas, seres y criaturas vivas y creativas.

En cambio, en octubre de 2019, el grado de violencia que sufrió el pueblo ecuatoriano llegó a límites inauditos. Los medios de comunicación tradicionales no fueron lo suficientemente leales, como se pudo comprobar por diversas vías alternas de comunicación- twitters, chats, Facebook e Instagram- a lo que realmente estaba sucediendo. Dos frentes distintos colisionaban de forma estruendosa: la mirada impresionista y recatada de los informativos, su poética descuidada y las cadenas nacionales del presidente y el expresionismo del pueblo en las calles. Imaginarse cómo colisionaría un cuadro de Los nenúfares de Monet con El grito de Edward Munch o la serie de cuadros expresionistas del Huacayñan o Camino del Llanto, del reconocido y ya fallecido pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

La vía a la tergiversación de la realidad iba ganando terreno sobre todo en los noticieros de los canales de televisión con mayor audiencia y tradición informativa. Así también, el discurso del gobierno, en las personas del Presidente, la Ministra del Interior y el Ministro de Defensa, justificaban la represión con un tono crítico respecto del giro violento que iba adquiriendo la turba de manifestantes, que ya se contaban por miles. En ese contexto, y luego del llamado del presidente moreno al “diálogo”, en una cadena que intentaba rezumar armonía para el retorno de la paz, se procedió a la mayor represión contra los insurgentes en los alrededores. Fue en esos momentos en que se constató la del simulacro de la nación, en todo su desgarramiento.

Fue también cuando se volvió evidente que los medios tradicionales de comunicación contraponían, como nunca antes, sus prácticas discursivas con los atajos del sentido y de la búsqueda que propone la poesía. El cisma o disputa de dos colosos representados en la colisión de 2 lenguajes, confrontándose por lograr la hegemonía, había llegado a límites que bordeaban con la mejor literatura de ficción. Y sin embargo, hoy en día, con la llegada de la pandemia, a partir de marzo del año 2020, sabemos que la peor parte no había aún llegado en aquel tiempo. Hoy que debemos guardar distanciamiento social y continuar con la vida, detrás de una mascarilla, sabemos que fuimos afortunados de haber vivido las multitudes en las calles y la unión de las voces en la protesta, como también de vivir la asfixia colectivamente vueltos un solo cuerpo y resistiendo los racimos de bombas lacrimógenas cuyo gasto aún pasa factura millonaria al Estado. Octubre del 2019 permanece como un hito de rebeldía que aún reverbera preguntándose por el lugar de la Nación y de la poética necesaria para que ésta exista. En cambio hoy, la peste del Covid actúa como una vía de represión que circunscribe a los individuos a vivir doblemente confinados, en un espacio interior que es la casa, y en el cuerpo, que se convierte en el lugar de la última batalla entre la realidad que venden pobremente los canales de televisión, por su programación y noticieros, y la pulsión por la vida que, con suerte, aún tiene visos de exigir su territorio poético.

Sobre la Nación y la poética necesaria para que exista.

En el texto Volver a tener Patria, el poeta y académico ecuatoriano Iván Carvajal se pregunta por los concepto de Nación y Patria. Establece una diferencia entre comunidad y sociedad. Vincula comunidad con Ayllu, como también lo hace Benjamín Carrión, quien tenía como brújula los pensamientos mariateguista, alfarista y martiano. Carvajal, haciendo eco del pensamiento de Carrión, se pregunta por la posibilidad de perpetuar la identidad de la nación apoyada y sustentada en “vínculos culturales específicos que sirvan para sostener un anhelo de patria”2. En las consideraciones de Carvajal, ( y en el pensamiento de Benjamín Carrión, para tal caso) es recurrente la idea de que no es posible vislumbrar siquiera qué es la patria si el Estado no se encarga de que florezcan y se mantengan las expresiones de cultura nacional. Cito al respecto las palabras de Carvajal:

En la modernidad, la patria se transfigura en nación, y ésta, en Estado nacional. El proceso de surgimiento y consolidación de los estados nacionales implica la adopción de estrategias de concentración del territorio, de centralización política y administrativa, gobierno, justicia, de adopción de una lengua y religión “nacionales”, lo que conlleva la supresión, a veces violenta, de lenguas y creencias, que a menudo quedaron subsumidas en el folkore. La “cultura nacional” es el soporte de la adhesión patriótica al Estado; de la adscripción, la sumisión o la aceptación del orden poítico por parte del individuo; es el fundamento de la identidad nacional, y por tanto de la identidad del sujeto. La fuerza que cobre el Estado nacional se reflejará en la fuerza de la cultura nacional, y por tanto, en la “naturalidad” de la identificación “nacional” (Carvajal, 2006, p.199).

Justamente, parecería que las actitudes asumidas por el Estado ecuatoriano y el oleaje de corrupción en los últimos años, como también las tambaleantes prácticas económicas y políticas que deberían leerse como la desatención al sector de la cultura de este país y una burla a su legado ancestral histórico, nos cobran finalmente una doble factura. Sucede que la factura acumulada es doble, al menos, porque no solamente estamos en deuda con el FMI, si no que estamos en deuda, y más gravemente, con nuestros ancestros, porque estas prácticas nos han despojado del mismo suelo que permite el florecimiento y la identificación con un suelo emocional que nos identifique colectivamente. En cambio, asistimos a la pauperización de las vías sobre las cuales una nación cimenta su identidad y se alimenta espiritualmente. Una cita del Cuento La Patria de Horacio Quiroga3 nos pone sobre la pista de qué es lo que definiría y daría contornos a la patria. Lejos de las prácticas discursivas hegemónicas o colonialistas una patria adquiere significación por el sentimiento o poética con la que sustentan las prácticas cotidianas los ciudadanos. Sostiene Carvajal, en la obra anteriormente mencionada, que una patria no sería medible tanto por la soberanía del territorio que la constituye, sí, en cambio, por el sentido de que la dotan los seres humanos que la constituyen, en un terreno emocional, donde prevalecen las representaciones y los vínculos sentimentales. Además de esto, estaría un elemento unificador a través del cual cobran importancia las voces y los legados de una memoria ancestral4.

A partir de esta idea, podemos concluir y subrayar que una patria no existe porque exista un gobierno, o un estado que diseña estrategias para controlar el sentir de insatisfacción de un pueblo, su dolor y su quebranto. Existe porque hay un legado ancestral, una forma de representarnos y unas raíces que nos sustentan y sostienen en la batalla cotidiana que se ha vuelto el día, el día vivido en 80 mundos simultáneos, un poco siguiendo el título paródico que propone Cortázar a la obra de ficción de Julio Verne.

En ese sentido, una poética que rebasa la actual división imaginaria de los países latinoamericanos, pero que se sostiene en el ideal que trazaron grandes pensadores como Bolívar, Martí, Mariátegui, se hace necesaria y, aunque este camino puede llevarnos al congelamiento en los discursos dogmáticos, ilusos y vaciados de un sentido ético, nos pone, en cambio, sobre la necesidad de hacer un seguimiento de nuestro sentir, porque es en el sentir, o en lo que Iván Carvajal llamó la voz profunda del “país secreto”, en lo que está la posibilidad de resolver este enorme nudo gordiano frente al cual nos hallamos como especie. Por esto, parece haber llegado el momento final de consolidar la desconfianza con las vías usuales para representar la realidad – léase medios de comunicación masiva de la nación–, y volver los ojos hacia la construcción cotidiana donde la vida apela a nuestros sentidos y al cuidado de un cuerpo de conocimiento que manteníamos desatendido por no escuchar la poética que exige de nosotros la vida, un aspecto que, por lo demás, coincide con la defensa y preservación de las raíces de lo sagrado.

Sobre Nación y Simulacro

El concepto de simulacro ha sido tratado no solo por Jean Baudrillard, si no también, más ceranamente, por el filósofo y crítico ecuatoriano Fernando Tinajero en su obra Teoría de un Simulacro. Conviene detenerse en la acepción del término para comprender cómo los medios pueden divergir de la poética y la ética con la que una población expresa su justo malestar5. Los medios de comunicación pliegan casi siempre a los intereses a los que sirven y acuñan un discurso que media entre los actores de la sociedad, conciliando diferencias y sirviendo las prácticas que buscan gestar moldes y camisas de fuerza a la medida de la población y su necesidad sicológica de bienesar. Los autores Lawrence Lessing, Riyzard Kaupscinski y Norbert Bilbeny han disertado ampliamente sobre la ética del periodismo y cuáles son los parámetros para encausar dicha actividad. Señalan que la práctica periodística debería enraizar en la verdad.

Sin embargo, la poética de la existencia es otra. Más tiene que ver con vivir el Sumak Kawsay6 que con utilizar sin ética esas palabras en una constitución que, al final, desdice el mismo concepto del bienestar, al dar la espalda a la diversidad de voces y su pluralidad. No se deja engañar por los artilugios retóricos y anida de forma profunda llamándonos a escucharla desde los actos pequeños, que exigen humildad y paciencia y, dentro del campo de la poesía, la capacidad de pensar en imágenes, de activar el tercer ojo y de tener capacidad visionaria.

La poesía como atajo para sembrarnos como entes sensibles y conscientes en la realidad

Es necesario tratar el círculo vicioso de la violencia y el colonialismo, generado por los medios tradicionales de comunicación, contraponiendo sus prácticas con los atajos del sentido y de la búsqueda por la que nos lleva la poesía. No es fortuito, por ejemplo, el hecho de que la Casa de la Cultura Ecuatoriana se convirtiera, durante la rebelión social de octubre de 2019, y junto a las universidades, en lugares de cobijo de los indígenas que vinieron de áreas rurales y se concentraron ahí. Este acontecimiento fue un síntoma y un signo de cuánto se repliega y recorta la voz de la diversidad y, asimismo, fue la antesala a lo que ahora está ocurriendo en el escenario presente de la pandemia, solo que de forma más drástica. Cabría preguntarse si esa alianza entre las instalaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de las universidades no estaba ya anticipando el presente abandono del Estado respecto, sobre todo, de las obligaciones con los sectores más descuidados durante la pandemia del Covid, es decir, los sectores de la educación y la salud.

Por esta vía, deviene imprescindible la lectura del País Secreto que menciona el poeta y académico Iván Carvajal en su reciente libro de ensayos llamado Trasiegos. Allí, Carvajal se concentra en resaltar el hecho de que las formas de construcción de la identidad individual y colectiva, inevitablemente, si son fructíferas y fecundas, están destinadas a transitar caminos no evidentes, atajos, chaquiñanes o corredores secretos. Hace falta, pues, ingresar en estos espacios secretos de lo clandestino, de lo no evidente, es decir, en las fisuras que esconde una aparente normalidad. Esta deviene una práctica imprescindible, sobre todo en los tiempos de crisis, para comprender lo que Fernando Tinajero llamaría “el simulacro de la Nación”. Así pues, el escritor y novelista Fernando Tinajero, en su obra “Para una Teoría del Simulacro”, advierte acerca de los riesgos que presupone vivir la existencia adaptados ciegamente a un status quo o un habitus (como lo llamaría Pierre Bourdieu), simulando que la realidad es normal o cercana a lo perfecto, como si estuviésemos condenados a una existencia de zombies conformistas que simulan que la sociedad está lejos de la decadencia, cuando, en realidad, estamos próximos a una muerte cómoda, definitiva y súbita en manos de la corrupción estatal y del Covid.

Ingobernabilidad: ignorancia de legados culturales y desbordamientos humanos

Se vuelve inevitable y apremiante el replantearnos qué es solipsismo, qué espejismo, qué mitomanía y qué sostiene el espíritu de un pueblo en un escenario político que ha descuidado el traspaso de la herencia cultural que lo sostiene y, por tanto, carece de un aparataje de “contención” para los desbordamientos políticos y humanos. Carvajal pide replantear los conceptos de hospitalidad y de intimidad como parámetros y también accesos a una poética de la existencia que nos permita esquivar las miserias presentes en la existencia cotidiana. Por ello, habla de las exigencias o del llamado que el arte y la literatura plantea hacia nosotros como interlocutores responsables de velar por el sentido de lo más sagrado o, por lo menos, por la sobrevivencia física. Cito:

el arte y la literatura se realiza una apertura hacia la hospitalidad, que en ningún caso es piadosa, sino exigente. Exige nada menos que la fortaleza y la libertad del artista y del receptor, en su pleno despliegue en el momento de la creación y de interpretación. Las grandes obras abren líneas de fuga en que el ser humano, en su más concentrada intimidad, descubre las infinitas formas de existencia en la multiplicidad de mundos que crea la convivencia humana, multiplicidad de lo que puede participar cada individuo gracias a su libertad. Esta apertura hacia la hospitalidad, y la libertad es lo que tienden a cerrar los procesos de masificación de la cultura, la espectacularidad y desvanecimiento de la singularidad de la obra, su creación y su recepción. Es decir, aquello que cierra la hospitalidad y la libertad, la apelación exigente de la obra, impide que se produzca el acontecimiento artístico, poético. De lo que se trata es de mantener la posibilidad del acontecimiento poético, a contracorriente de los efectos de masificación y disolución de la fortaleza ( Carvajal, 2006, p.288-289).

Convendría, siguiendo el propósito de este ensayo, mantener en mente los conceptos intimidad y hospitalidad para medir a los medios de comunicación en su ejercicio usual de narrarnos la realidad a conveniencia y siguiendo el diseño trazado por intereses que escapan a nuestro análisis.

Uno de los puntos más frágiles de la divergencia es la tendencia a creer en simulacros o a caer en el solipsismo. Ambos, simulacro y solipsismo, se presentan como dos conceptos que permiten entender mejor la psicología de masas que acompaña el presente escenario de la pandemia. Cito, respecto del concepto de simulacro, la siguiente definición de Vásquez:

el concepto de simulacro –la noción principal del pensador francés Jean Baudrillard (1929-2007) –como categoría que puede proporcionar una herramienta adicional para analizar y comprender la estética y el arte en la época que nuestro autor determina como simulación total. No fue Baudrillard quien “inventó” este concepto. En la tradición francesa el simulacro entró en el uso gracias a los textos de G. Bataille y P. Klossowski; también G. Deleuze emprendió el análisis del antiguo “simulacrum” (Vásquez Sanchez, 2008, p. 198).

Continuando por esta vía, la mitomanía sería otra vertiente del autoengaño o capacidad de aceptar los simulacros como reales. Y en este terreno el ciudadano común se siente a salvo si le siguen entregando un falso sentido de seguridad y comodidad que lo devuelva a las circunstancias pre pandemia, en donde, por lo menos, era libre de escoger cuándo salía de casa, conversaba con la vecina o emprendía algún proyecto colectivo.

Simular que todo está normal o que pronto volveremos a la normalidad no es un camino viable para la mayor parte de países latinoamericanos. Como tampoco parece serlo seguir contándonos la fábula o el cuento de hadas de la nación posible. Tampoco el solipsismo es una solución, y el personaje Emma Zunz de Borges se quedaría corto, probablemente, si tuviera que fraguar un final para la historia de horror, en los campos de concentración covid que suceden a la vista de todos, impunes y acompañados por la dosis necesaria de esclavitud digital. Simulacro, solipsismo y autoengaño también ocurrieron durante la segunda guerra mundial. Nos lo relata magistralmente el pensador George Steiner en su análisis de la historia Occidental del último siglo en la obra El Castillo de Barbazul. Y sin embargo, el contenido de su análisis parecería pertenecer, hoy por hoy, a una historia más bien light en comparación a la realidad que hoy se nos viene imponiendo.

La única solución ante el hecho de que el principio de la realidad es un principio agónico está en revisar la inmunidad de la que nos provee el sentir y construir la poética de la vida. En Ecuador, el traspaso del legado espiritual, cultural y humano pide reconsiderar y valorar, al menos, el patrimonio espiritual dejado por importantes poetas del movimiento tzántzico (reductor de cabezas), en los escritos y vida de algunos de sus más valiosos representantes. Nos referimos a la producción de Humberto Vinueza, Euler Granda, Ulises Estrella, para mencionar algunos de los poetas que se han convertido en leyenda con su partida.

A la identidad nacional, si alguna, solo le quedan los chaquiñanes de una memoria maltrecha, pero un legado, no obstante, desde el cual sea posible resistir y reconstruirse, quizás, con una patria más universal, una nación grande como la que sueña el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade en su poema El Hombre Planetario. Allí, el llamado a la universalidad sorprende, sobre todo en su canto final, número XX, por la forma en que el poeta adopta una identidad múltiple, de inclusión cósmica. Así, en el poema, los bordes del ser se diluyen para dar paso a la posibilidad de ser muchas conciencias en una sola. El Hombre Planetario puede ser un “habitante de la piedras” o un “ labrador del Congo”. No tiene raza sino la conciencia de un vínculo que trasciende las limitaciones raciales. Cito:



Yo soy el habitante de las piedras sin memoria, con sed de sombra verde, yo soy el ciudadano de cien pueblos y de las prodigiosas Capitales, el Hombre Planetario, tripulante de todas las ventanas de la tierra aturdida de motores. Soy el hombre de Tokio que se nutre de bambú y pececillos, el minero de Europa hermano de la noche, el labrador del Congo y de la arena, el pescador de ostiones polinesios, soy el indio de América, el mestizo, el amarillo, el negro, y soy los demás hombres del planeta.

El llamado del poeta Jorge Carrera Andrade, en Hombre Planetario, siembra la esperanza de tiempos mejores. Al leer sus versos, en el marco de la actual crisis social, política y económica a la que se suma la pandemia del Covid 19, su voz poética labra atajos en los circuitos de dolor que sentimos por la vivencia de las mermas y pérdidas tan grandes que hemos sufrido como nación a lo largo del año 2020.

Quizás, como si se hubiera anticipado a estos infaustos tiempos, o visto con un ojo profético, hasta llegar a nuestra presente escena, él nos augura, no obstante, la llegada de la pureza y de la paz. Como si tuviese presente que la vivencia de la pureza de corazón, del amor y de la paz es frágil. Entonces, acudimos a sus versos, con la sensación de que nos ha tendido un puente más allá de las limitaciones físicas y temporales y ahora, quizás, dialoga con los hijos de la patria ecuatoriana.

Al abrigo de este legado de esperanza, una esperanza que no puede dejar de ser crítica respecto del actual contexto de la pandemia, pero que, de todas formas necesita hallar cobijo y recobrar vigor en el legado cultural dejado por los grandes poetas de la patria, es necesario caminar. Como menciono en mi artículo El Legado poético tzántzico como una actitud de vida para entender el presente (2019), podemos hallar consuelo, así como orgullo y raíces de sembrarnos unidos a nuestras más hondas raíces espirituales, indígenas y ancestrales, presentes también en la herencia pictórica de un Guayasamín o de un Kingman, entre otros.

Carrera Andrade, en Hombre Planetario, enfatiza el vínculo con la naturaleza y el retorno al estado de la paz necesaria para la existencia de la vida sobre el planeta, cuando nos habla del advenimiento de un día especial:



Vendrá un día más puro que los otros: Estallará la paz sobre la tierra como un sol de cristal. Un fulgor nuevo envolverá las cosas. Los hombres cantarán en los caminos libres ya de la muerte solapada. El trigo crecerá sobre los restos de las armas destruidas y nadie verterá la sangre de su hermano. El mundo será entonces de las fuentes y las espigas que impondrán su imperio de abundancia y frescura sin fronteras. Vendrá un día más puro que los otros: Estallará la paz sobre la tierra como un sol de cristal. Un fulgor nuevo envolverá las cosas. Los hombres cantarán en los caminos libres ya de la muerte solapada. El trigo crecerá sobre los restos de las armas destruidas y nadie verterá la sangre de su hermano. El mundo será entonces de las fuentes y las espigas que impondrán su imperio de abundancia y frescura sin fronteras. Los ancianos tan solo, en el domingo de su vida apacible esperarán la muerte, la muerte natural, fin de jornada, paisaje más hermoso que el poniente.

Todas éstas son lecturas que necesitan ser reformuladas no solamente en los planes de estudio, si no en el amor propio y en la capacidad de hallar estrategias, y pueden ayudarnos a poner a tono el músculo del alma para hallar los caminos a través de los cuales seguirá circulando el pulso de la vida, aquello que continúa abriéndose paso insospechadamente, por caminos alternativos, proponiendo lecturas donde las voces de lo antes impar vuelvan a sostener la mirada, como si Walt Whitman y Gamaliel Churata se miraran de pronto y reestablecieran las coordenadas que permiten navegar el ser desde el ser y no desde la prepotencia formal comunicativa7.

La poesía hoy en día sigue resolviendo los nudos gordianos que la ciencia simula que no entiende. La poesía clava su estaca de verdades en los ojos de la mentira. Es la hacedora de los chaquiñanes y atajos por donde continuará despeñándose con elegancia nuestra alma individual y colectiva y es el credo mayor por el que la vida merece ser vivida con humilde altivez respirando, con amplitud, la confianza de decir la verdad encerrada en su piel, en su aquí ahora.

BIBLIOGRAFÍA

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Yánez, Sophía. (2019). El Legado poético tzántzico como una actitud de vida para entender el presente. La Revista. No 4. Abril 2019, Facso, Quito.

NETGRAFÍA

Medios internacionales alertan sobre las protestas en Ecuador. El Universo.https://www.eluniverso.com/noticias/2019/10/10/nota/7554944/medios-internacionales-informan-sobre-protestas-ecuador/

¿Qué ocurre con la prensa en Ecuador en medio de la actual crisis? Voz de América.https://www.vozdeamerica.com/a/que-ocurre-con-la-prensa-en-ecuador-en-medio-de-la-actual-crisis-/5116776.html

Medios internacionales informan sobre la violencia desatada en Ecuador. Confirmado.net. La última palabra en información.https://confirmado.net/2019/10/07/medios-internacionales-informan-sobre-la-violencia-desatada-en-ecuador/

Notas

1 Se hace necesario un recuento de los levantamientos indígenas en la memoria del pueblo ecuatoriano. En el libro Sublevaciones indígenas en la Audiencia de Quito. Desde comienzos del siglo XVIII hasta finales de la Colonia de Segundo Moreno, se listan algunas de estas etapas, por ejemplo : Pumallacta en 1730, Molleambato en 1766, San Indelfonso en 1768, San Felipe en 1771, el corregimiento de Otavalo en 1777, Guano en 1778, Ambato en 1872, Píllaro 1770, Guamote columbe en 1803, Otavalo 1872 y otros más, entre los cuales destacan el 18 de mayo de 1944, con Dolores Cacuango a la cabeza, Ecuarunari en 1972, 1992 la marcha de OPIP y 1990 la marcha de la Conaie. Fuente online: https://www.uasb.edu.ec/publicacion?sublevaciones-indigenas-en-la-audiencia-de-quito-desde-comienzos- del-siglo-xviii-hasta-finales-de-la-colonia-608
2 El mismo autor, en el mismo texto, se pregunta: “ ¿Se están borrando acaso las posibilidades mismas de la comunidad, es decir, de la patria como efecto de esas incesantes y vertiginosas transformaciones del mundo obradas por la técnica? Qué vínculos culturales específicos podrían sostener actualmente un anhelo de patria?» (Carvajal,2006, p.199).
3 El cuento La Patria de Horacio Quiroga aparece en el libro El desierto y otros cuentos de 1924.
4 Y cito: La razón mide la patria por el territorio que abarca, y el sentimiento, por el valor del hombre que la pisa. Todo hombre cuyo corazón late a compás de un distante corazón fraternal, y se agita ante una injusticia lejanísima, posee esta rara y purísima cosa: un ideal. Y sólo él puede comprender la dichosa fraternidad de cuanto tiene la humanidad de más noble, y que constituye la verdadera patria (Carvajal, 2006, s/p).
5 Lecturas formativas en las siguientes obras: Lessig, Bilbeny y Kapuscinski. Revisar Lessig (2005) cómo los grandes medios están usando la tecnología y las leyes para encerrar la cultura y controlar la creatividad; Bilbeny, Norbert. (2012). Etica del Periodismo. La defensa del interés público por medio de una información libre, veraz y justa y Kapuscinski, Ryzard. (2004). Los 5 sentidos del periodista: estar ver oír compartir pensar.
6 Nos referimos al concepto andino del Sumak Kawsay (buen vivir) presente en las constituciones ecuatoriana y boliviana. Ver: https://www.ecologiapolitica.info/?p=4960
7 En mi trabajo “Punto de encuentro (tinkuy) entre la estética de la germinación de Gamaliel Churaya y Hojas de Hierba de Walt Whitman: la búsqueda andina y norteamericana por lo sagrado” ponencia realizada en la 2da Conferencia Mundial de Investigadores Universitarios, en Nueva York en 2019, hago un puente entre las miradas de estos dos grandes autores.
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