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Canales Alternativos de Comercialización impulsados por las organizaciones de productores: características, limitaciones y desafíos
Matías Garcia; Lisandro Fernández
Matías Garcia; Lisandro Fernández
Canales Alternativos de Comercialización impulsados por las organizaciones de productores: características, limitaciones y desafíos
Alternative Marketing Channels promoted by producer organizations i: characteristics, limitations and challenges
Pampa. Revista Interuniversitaria de Estudios Territoriales, núm. 31, e0095, 2025
Universidad Nacional del Litoral
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Resumen: La problemática de la comercialización resultó una de las impulsoras que dio origen en el Sur del Área Metropolitana de Buenos Aires a un proceso organizativo de la agricultura familiar desde 2005. Por iniciativas promovidas principalmente por estas organizaciones, surgieron los circuitos alternativos de comercialización (CAC), los cuales combinan aspectos éticos (comercio justo con pequeños productores) y prácticas productivas respetuosas del medio ambiente (agroecología) con el acortamiento de la cadena. Su consolidación y visibilidad asumió relevancia durante la pandemia de COVID-19, aunque posteriormente se aprecia un estancamiento (y/o retroceso), ante lo cual surge la pregunta acerca del rol de las organizaciones del sector al respecto. Por ende, el presente artículo analiza los avances, retrocesos y limitaciones actuales de los CAC, como forma de examinar la sustentabilidad de relaciones comerciales más equitativas y cercanas entre los productores familiares y consumidores de alimentos más saludables, en términos económicos, sociales y ambientales.

Palabras clave: Comercio de cercanía,Agricultura Familiar,Agroecología.

Abstract: The marketing problem was one of the driving forces that gave rise to an organizational process of family agriculture in the South of the Metropolitan Area of ​​Buenos Aires since 2005. Through initiatives promoted mainly by these organizations, alternative marketing circuits (CAC) emerged, which combine ethical aspects (fair trade with small producers) and environmentally friendly production practices (agroecology) with the shortening of the chain. Their consolidation and visibility became relevant during the COVID-19 pandemic, although a stagnation (and/or setback) was subsequently observed, which raises the question about the role of organizations in the sector in this regard. Therefore, this article analyzes the current advances, setbacks and limitations of the CAC, as a way of examining the sustainability of more equitable and closer commercial relationships between family producers and consumers of healthier foods, in economic, social and environmental terms.

Keywords: Local trade, Family farming, Agroecology.

Carátula del artículo

Artículos

Canales Alternativos de Comercialización impulsados por las organizaciones de productores: características, limitaciones y desafíos

Alternative Marketing Channels promoted by producer organizations i: characteristics, limitations and challenges

Matías Garcia
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Universidad Nacional de la Plata - Universidad Nacional Arturo Jauretche, Argentina
Lisandro Fernández
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Universidad Nacional de la Plata, Argentina
Pampa. Revista Interuniversitaria de Estudios Territoriales
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1669-3299
ISSN-e: 2314-0208
Periodicidad: Semestral
núm. 31, e0095, 2025

Recepción: 14 agosto 2024

Aprobación: 30 abril 2025


1. Introducción

En el periurbano Sur del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se encuentra el Cinturón Hortícola de La Plata y Florencio Varela, la zona productora de hortalizas frescas más importante de Argentina (Barsky, 2013)("extraído el dato a los fines de evaluación"). Provee más del 70% de las hortalizas consumidas por cerca de 16 millones de habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano Bonaerense (Baldini, 2020; Barsky, 2013).

En la estructura social hortícola platense predomina la agricultura familiar desde hace ya más de veinte años. La misma se caracteriza por familias de origen boliviano y quintas arrendadas cada vez más pequeñas en donde se impone el invernáculo no solo como superficie productiva sino como modelo tecnológico. La mano de obra, mayoritariamente familiar, utilizada en forma intensiva se combina con la contracción del consumo como práctica de resistencia y persistencia (Benencia, García y Quaranta, 2022). Las estrategias de comercialización no escapan a esta situación de vulnerabilidad.

El abastecimiento de hortalizas al mercado en general y de las familias productoras de La Plata en particular se realiza principalmente a través de cadenas largas de comercialización. Las mismas están compuestas por múltiples eslabones entre productor y consumidor, comúnmente materializada en la modalidad de venta “vía consignación”, en la cual los horticultores desconocen cuánto, cuándo y a qué precio se vende su verdura. Esta situación deja como resultado una asimetría de poder entre agricultores familiares (AF) e intermediarios, en la cual los primeros quedan en un lugar subordinado de “tomadores de precios” ((Viteri, Moricz y Dumrauf, 2019); ("extraído el dato a los fines de evaluación"). En ese contexto, los productores obtienen hasta cinco veces menos de lo que paga el consumidor (Caracciolo, 2019).

Esta problemática comercial resultó una de las impulsoras que dio origen en el área bajo estudio a un proceso de fortalecimiento organizativo de la agricultura familiar desde el año 2005 en adelante (Ambort, 2017). Ello permitió dar visibilidad a sus problemáticas, reclamar de otra manera frente al Estado y paralelamente (y en forma particular para el tema comercial) promover la disminución de la intermediación por medio de diferentes estrategias (Seibane y Ferraris, 2017). Es así que, en base a la experiencia construida principalmente por las organizaciones y los productores, surgieron los denominados Circuitos Alternativos de Comercialización (CAC). Los CAC pueden ser definidos conceptualmente como un “sistema de producción-comercialización-consumo solidario basado en principios de sostenibilidad ambiental, donde se reduce la presencia de intermediarios, se prioriza el beneficio para los pequeños productores y consumidores, se valoran las tradiciones y se contribuye a la soberanía alimentaria” (Riveros et al., 2011). Estos procesos se enmarcan dentro de un amplio espectro de contra-propuestas al sistema hegemónico de distribución alimentaria, constituidos por una gran heterogeneidad de objetivos, prácticas sociales y alcances.

El análisis de la literatura sobre el tema refleja una complejidad empírica y teórica. La primera, por los problemas de clasificación de la diversidad encontrada; y teórica, por la discusión relacionada con la alternatividad de los mismos, la cual comprende diferentes dimensiones: la cantidad de intermediarios; la reconexión territorial o social; el poder de decisión de los actores involucrados; o el grado de oposición al capitalismo (Extraído a los fines de la evaluación). Dentro de la diversidad teórica, se recurre a otros conceptos que aluden a procesos similares como el de Redes Alimentarias Alternativas, Mercados Anidados, o Circuitos Cortos de Comercialización. Este último se comenzó a utilizan en la década de 1960 y es uno de los más citados en la bibliografía, cuyas referencias hacen hincapié en el acercamiento (social y económico) entre productores y consumidores (Renting, Marsden y Banks, 2003). Si bien no se desconoce la importancia de los diferentes conceptos, se opta por los CAC por tratarse de un término que permite englobar los casos analizados compartiendo características analíticas.

Por ende, en este artículo, los circuitos priorizados para el análisis son los que combinan aspectos éticos (comercio justo con pequeños productores) y prácticas productivas respetuosas del medio ambiente (agroecología, producción orgánica) con el acortamiento de la cadena (Craviotti, 2022). Estos CAC (en principio) permiten a los productores tener mejores posibilidades para negociar precios, condiciones y apropiarse de mayor valor ("extraído el dato a los fines de evaluación").

El crecimiento de experiencias que buscan acortar la intermediación se da concomitantemente dentro del marco de propuestas y debates más generales también impulsados (principalmente) por estas organizaciones del sector. Así, a la alternatividad comercial se le suma la alternatividad productiva, en donde sobresalen paradigmas como la agroecología, entendida como un enfoque sistémico con perspectiva holística, en el que los agricultores son sujetos y no objetos de producción, y cuyo eje es la optimización del agroecosistema como un todo, y no meramente la maximización de la producción y los beneficios económicos. De este modo, la agroecología es un enfoque que reemplaza la concepción exclusivamente técnica por una que incorpora la relación entre la agricultura y el ambiente global y las dimensiones sociales, económicas, políticas, éticas y culturales (Sarandon & Flores, 2014). Más precisamente, la agroecología tiene como objetivo y objeto de estudio el manejo ecológico de los recursos naturales a través de la acción social colectiva para constituir sistemas de control participativos, en los ámbitos de producción y circulación (Sevilla Guzmán et al, 2012). Esto redunda (en principio) en beneficios que no se circunscriben meramente al productor, sino que también llegan en forma directa o indirecta al resto de la sociedad.

El crecimiento y visibilidad de los CAC asumió mayor relevancia durante el período atravesado por la pandemia de COVID-19. Las medidas de aislamiento preventivo cambiaron las formas de relacionarnos socialmente, generando reconfiguraciones socio-territoriales en todos los ámbitos. Para el caso de los CAC, implicaron la readecuación y fortalecimiento de algunos canales como los bolsones (Viteri et al., 2020). Especialmente creció la modalidad de venta on-line y reparto a domicilio, dado que los consumidores permanecían en sus hogares y disponían de tiempo para recibir y preparar los alimentos. Esto dio lugar a nuevas formas de relación productor-consumidor, generando la aparición de diferentes roles y el refuerzo de novedosas plataformas y modalidades de comunicación social (Craviotti et al., 2024). En definitiva, a partir de la pandemia, se advierten nuevos actores, roles, relaciones y vinculaciones en los CAC, así como también un incremento de sus ventas y expansión territorial ("extraído el dato a los fines de evaluación"). No obstante, con posterioridad al aislamiento por COVID-19, se aprecia un estancamiento y/o retroceso del desarrollo de los CAC y de su retroalimentación con la agroecología. Los CAC presentan, entonces, un carácter complejo y dinámico en las experiencias concretas, que muestran dudas y limitaciones -en su escalamiento, persistencia, viabilidad, exigencia de recursos- que deben identificarse y eventualmente subsanarse. Es decir, surge la necesidad de analizar la viabilidad de los CAC desde el punto de vista social, económico y ambiental, todo lo cual conlleva el interrogante acerca del rol de las organizaciones del sector al respecto.

Las preguntas que guían la presente investigación son ¿Las organizaciones fueron responsables de su expansión, y ahora responsables de su retracción (o al menos, de no lograr impedirla o contrarrestarla)? ¿Qué rol juegan los objetivos planteados por estas, y la infraestructura y canales desarrollados? ¿Cuáles son las limitaciones y desafíos que se les presentan en pos de su crecimiento?

Así, el objetivo del artículo es analizar las características, los desafíos, y las limitaciones actuales de los CAC impulsados por organizaciones de productores. Su importancia se vincula al debate sobre la viabilidad de la construcción de relaciones más equitativas y cercanas (entre los productores familiares y consumidores) en el comercio de alimentos más saludables (en términos económicos, sociales y ambientales).

El entendimiento del funcionamiento de las mismas es condición necesaria para pensar y proponer acciones en pos de su fortalecimiento y sostenibilidad, resultando esto último un posicionamiento necesario de explicitar.[1]

La metodología de investigación es de tipo cualitativa y se basa en el estudio de casos con el que se recolecta información primaria, complementada con la revisión y discusión de información secundaria.

La selección de los estudios de caso pretendió incorporar los diferentes tipos de organizaciones, con sus respectivas formas y estrategias comerciales, buscando con ello la posibilidad de llegar a ciertas generalizaciones acerca de los CAC en el territorio bajo estudio. Las organizaciones seleccionadas se encuentran desarrollando circuitos alternativos de comercialización y generando sistemas agroecológicos, siendo sus denominaciones CEDEPO, la Asociación 1610, Manos de la Tierra y Federación Rural. La primera de ellas fue pionera en el armado y distribución de bolsones y en la promoción de la agroecología como parte de un proyecto político y educativo más amplio. La 1610 es una organización de 14 familias de Florencio Varela, que desde el 2014 aproximadamente se encuentra desarrollando la agroecología y los circuitos alternativos, combinando diferentes modalidades de distribución. Manos de la Tierra es una organización con más de 15 años de presencia en ferias de la ciudad de La Plata que, a partir del impulso de una comercializadora de la Universidad Nacional de La Plata (La Justa) obtuvo una dinámica muy particular en los últimos años, y amplió su alcance mediante nodos y pedidos on-line. Por último, Federación Rural es una organización de alcance nacional y con gran inserción en el partido de La Plata y alrededores, la cual comenzó entregando bolsones de verduras primero y luego abrió locales de venta minorista mediante Pueblo a Pueblo. De este modo, los cuatro casos de estudio permiten abarcar gran parte de la heterogeneidad organizativa existente en el territorio, lo cual contribuye a la representatividad del trabajo y a realizar inferencias no sesgadas.

Para el relevamiento primario, se llevaron a cabo entrevistas semi-estructuradas a referentes de las organizaciones, a los responsables de las áreas de comercialización y de agroecología, y a productores participantes de estos circuitos. En total fueron 18 entrevistas (4 a referentes de las organizaciones, 4 a técnicas de las áreas de comercialización/agroecología y a un total de 8 productores) entre noviembre de 2022 y Julio de 2023. Las guías de preguntas indagaron acerca de los orígenes y objetivos de la organización, su estructura organizativa, infraestructura y recursos humanos, como así también específicamente los diferentes canales de comercialización.

El trabajo se organiza del siguiente modo. Luego de esta introducción, se comienza por identificar el origen organizativo y se analizan los objetivos planteados por cada una de las organizaciones, dada su importancia para el desarrollo y alcance posterior de los CAC. A continuación, se describen en una tercera sección las estructuras que le dan sustento a las estrategias de comercialización y producción alternativa de cada organización. En la cuarta sección, se caracterizan y analizan las modalidades de comercialización alternativas construidas por las diversas estructuras organizacionales en función de los objetivos, posibilidades y limitaciones. Por último, el trabajo culmina con las reflexiones finales acerca de la situación y los principales desafíos en pos de la sustentabilidad de las experiencias de comercialización alternativa de alimentos.

2. Orígenes y objetivos de las organizaciones

La caracterización de las experiencias de circuitos alternativos de la agricultura familiar organizada se inicia con la identificación de los orígenes de las organizaciones, en particular con sus objetivos y motivaciones durante su surgimiento y devenir. El conocimiento de los mismos es pertinente para una mirada analítica en torno al desarrollo posterior de los espacios alternativos de comercialización, ya que establecen (en principio) el arco de posibilidades y alcances.

De acuerdo al año de nacimiento, la primera organización en crearse fue CEDEPO (Centro Ecuménico de Educación Popular). La misma surge a fines de 1980 con una fuerte impronta de desarrollo territorial en Florencio Varela y una propuesta basada en la Educación Popular, relacionada con la participación horizontal y la construcción de prácticas articuladas con las problemáticas (no sólo productivas) del territorio. Bajo este paradigma fueron desarrollando un fuerte acople con las necesidades y demandas del espacio rural de Florencio Varela. Como parte del mismo proceso en el cual surgieron y promovieron reclamos en torno a la salud y las condiciones de vida de la población local, emerge la propuesta de producir alimentos (desde hortalizas hasta producción porcina y de aves -pollos y huevos-) en tierras que logra adquirir la organización, y que pasan a denominarse “La Parcela”. Dicha propuesta de producción tenía un doble sentido: transmitir el mensaje que “...este suelo se puede recuperar, se puede plantar y se puede vivir” (RefCed, noviembre de 2022), y también como búsqueda de autofinanciamiento de la organización.

Muy tempranamente surge en la organización el paradigma agroecológico como consecuencia de vislumbrar que el mismo se articula con la mirada de educación popular que CEDEPO lleva adelante y al entender que también se ajustaba a la producción de la agricultura familiar local. De esta manera, el medio principal (educación popular) para resolver problemáticas de salud, de violencias, infraestructura básica, entre otros, se fue ampliando y apareció con fuerza la necesidad de apuntalar la producción agropecuaria local. Concomitantemente a la producción de alimentos, la construcción de canales comerciales fueron acordes con la metodología de trabajo de la organización; para lo cual se tejieron vínculos de comercialización alternativa[2], lo que involucra diversas vías de distribución (Carreras Doallo & Mateo, 2019; Mateo, 2017) que se desarrollan más adelante. Sólo adelantar (y destacar) que la construcción de modalidades de abastecimiento alternativas surgió por iniciativa de la organización de forma muy temprana (década del 90) resultando los precursores de la venta directa vía bolsones, mediante pedidos que se hacían por teléfono de línea.

En segundo lugar, se presenta el caso de los productores organizados en la Feria Manos de la Tierra que, luego de años de presencia en el ingreso del edificio de una Facultad de la UNLP, se desarrolla de la mano de “La Justa”, una Comercializadora Solidaria de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Manos de la Tierra surge en el año 2005 como parte de un programa de microcréditos de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (FCAyF-UNLP) para grupos de pequeños productores, denominado Banco Social (Cieza, 2012). No obstante, el grupo que formaba parte de dicha iniciativa comenzó a discutir otros aspectos que desbordaban la cuestión del financiamiento, por cuanto emergió el problema relativo a la comercialización. En ese marco y durante el año 2008 se creó la feria “Manos de la Tierra” de venta directa al consumidor, organizada en la FCAyF (M. Barros et al., 2015), lo cual constituyó la primera feria de una organización de productores en la ciudad capital bonaerense. A partir de ese momento y de forma ininterrumpida hasta la actualidad, la feria se lleva a cabo semanalmente. El objetivo inicial de la feria Manos de la Tierra fue reducir la intermediación, fortalecer al sujeto de la agricultura familiar y expandir las bocas de abastecimiento del grupo de productores (constituido por 7 familias). En su primera década de existencia registra pocos cambios. Pero hacia el año 2019 y principios del año 2020, se suceden dos procesos simultáneos que ocasionarán transformaciones.

Desde fines del año 2019 la UNLP venía impulsando la posibilidad de confluencia entre la feria Manos de la Tierra y la feria La Veredita (feria que tiene lugar en las adyacencias de las Facultades de Trabajo Social y de Artes, de la UNLP). La misma se gestiona a través de la conformación de una comercializadora que posibilita crecer y diversificar al canal comercial y así llegar a un público más amplio (Fernández & Craviotti, 2022). Es así que, durante el aislamiento preventivo social y obligatorio decretado en el marco de la pandemia por COVID-19, desde el Equipo de Dirección de Economía Popular, Social y Solidaria de la Prosecretaria de Políticas Sociales de la UNLP y desde la Prosecretaría de Agricultura Familiar de la Facultad de Ciencias Veterinarias se crea la comercializadora solidaria “La Justa” (Barros & Dumrauf, 2021; Fontana et al., 2024).

Concomitantemente, los técnicos de La Justa comienzan a fomentar debates y prácticas en torno a la agroecología, por medio de la realización de talleres y capacitaciones con las familias productoras de Manos de la Tierra. Este proceso se profundizó durante la pandemia del COVID-19, momento en el que se incrementó el debate y toma de consciencia en torno a la calidad de los alimentos. Ese contexto coadyuvó a iniciativas de promoción de nuevas prácticas y cambios en los modelos de producción, vinculadas por un lado con la necesidad de prevenir problemas de salud que genera el modelo hegemónico hortícola, tanto para los productores como para los consumidores ("extraído el dato a los fines de evaluación") y, por otro, con la búsqueda de reducir los costos de producción asociado al uso intensivo de agroquímicos. Para ello, La Justa dispuso de una técnica (ingeniera agrónoma) dedicada exclusivamente a dictar talleres para la transición agroecológica, a la cual financiaban con fondos de la comercialización. Tras un período de transición, el acuerdo interno alcanzado estipulaba que quienes decidan aportar hortalizas para ser comercializados por La Justa, será condición necesaria que su producción sea indefectiblemente agroecológica.

En tercer lugar, la Asociación 1610 inició su recorrido en el año 2012. Al comienzo, su principal objetivo para la confluencia se basó en la necesidad de reclamar derechos sociales y territoriales, propios de la zona de Florencia Varela donde se sitúan estas familias horticultoras, tales como: ayuda ante los problemas climáticos, los cortes de electricidad o solicitud de maquinaria agrícola al Estado, entre otros. En dicho momento, e impulsados por la Municipalidad de Florencio Varela, constituyeron su figura legal como Asociación Civil, un instrumento muy valorado por los productores socios. A medida que la organización se fue consolidando, tomaron en cuenta otras dificultades propias de las familias productoras, entre las que se destacan la producción y la comercialización. Al mismo tiempo, y gracias al vínculo con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y sus técnico/as, fueron incorporando (no sin resistencias) discusiones, debates y diferentes instancias de formación sobre la necesidad de generar un cambio en los sistemas convencionales de producción de hortalizas. Allí es cuando se introduce la perspectiva agroecológica que, en la actualidad, es central para su producción, venta y comunicación con el público consumidor. De hecho, doce familias de un total de catorce, producen en forma totalmente agroecológica.

Con el cambio en los sistemas productivos y la obtención de hortalizas agroecológicas, la comercialización emerge como un problema aún más acuciante. Sucede que el canal convencional (la venta “a consignación”) se encuentra limitado a las hortalizas agroecológicas por el rechazo que genera la falta de características visuales “apropiadas” para la venta y por el reducido volumen unitario que se suele ofertar mediante este modelo productivo, además de no reconocer en el precio su mayor calidad intrínseca y cuidado de la salud y el medio ambiente. Ante dicha situación, la organización comienza a dedicar sus principales esfuerzos en generar y sostener diversos circuitos alternativos de comercialización (analizados más adelante) que incluyen vínculos sólidos con los consumidores de estas hortalizas y un sostenido apoyo del Municipio y del INTA (Casco, 2023; Seba & Margiotta, 2015).

Por último, la Federación Rural para la Producción y el Arraigo (FR) es una organización que nace a principios de siglo como Movimiento de Pequeños Productores, se suma en el 2015 al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) inaugurando la rama rural para, posteriormente, adoptar la presente denominación. El objetivo principal que impulsó su creación fue la necesidad de contar con una representación gremial de la AF que le permitiera resolver sus principales problemáticas, como ser: acceso a la tierra, créditos blandos, subsidios para la emergencia climática, tarifa diferenciada para la electricidad y el gasoil, reglamentación de la Ley de la Agricultura Familiar, espacios de comercialización, entre otros (Lazarte et al. 2020). De hecho, la organización experimentó un fuerte crecimiento al comienzo de la administración de Cambiemos (año 2016) cuando se produjeron movilizaciones y “paros quinteros” masivos en contra del aumento de combustibles y tarifas de luz en particular y de los costos de producción en general (asociados a la devaluación del peso) a los que se sumaron reclamos por la desprotección del sector ante los frecuentes temporales en la zona del Gran La Plata (Lazarte y otros, 2020). El crecimiento en integrantes y expansión territorial que continua hasta la actualidad se convierten en elementos distintivos, dado que a la fecha aglutina a 30.000 familias productoras distribuidas en 20 provincias y con fuerte presencia en la capital bonaerense, lugar de donde surgen.

El inicio de los procesos de formación, capacitación y reconversión en pos de la agroecología estuvo en gran parte motivada por un técnico de la organización que impulsó en el partido de La Plata la perspectiva mediante talleres a comienzos del año 2017 ("extraído el dato a los fines de evaluación"). El propósito fue el fortalecimiento de la producción al margen del (cada vez más inaccesible) paquete tecnológico característico del modelo convencional, el cuidado de la salud (de productores y consumidores) y la búsqueda de reducir los niveles de dependencia del sector (Sotiru, 2024 y 2023).

Paralelamente, la organización fue desarrollando circuitos de comercialización cortos y alternativos, con el objetivo de disponer para las familias productoras integrantes de la organización de vías comerciales que posibiliten mejores retribuciones y/o menor dependencia de los intermediarios. De esta forma, se pueden identificar canales cortos (como la venta directa al Estado, a Hipermercados y vía un puesto propio en el Mercado Central de Buenos Aires) y canales alternativos, en donde (además de la reducción de intermediarios) la calidad/salubridad del producto y su forma de producción tienen consideración. Privilegiando a estos últimos, se destaca la conformación en el año 2016 de una Comercializadora Solidaria propia llamada “Pueblo a Pueblo”, a través de la cual la organización inició la distribución de bolsones de hortalizas convencionales primero, y agroecológicas desde 2018. Paralelamente comenzó a participar de ferias en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y La Plata; conformó nodos de consumidores; inauguró en 2020 un local de ventas minoritas en una zona céntrica platense y posteriormente otro en CABA; y desde 2023 participa con un stand en el Mercado Municipal de Ensenada. Los propósitos de estas iniciativas no se restringen a ampliar las alternativas de comercialización y mejorar los ingresos de los productores. También se plantea que la multiplicación y diversificación de los canales de distribución busca llegar a diferentes tipos de consumidores, permitiendo así una mayor y mejor visibilidad de la problemática de la producción familiar organizada, respondiendo así a una necesidad política de la organización.

Hasta aquí se identificaron cuatro organizaciones de productores que cuentan con una amplia y larga experiencia de trabajo en el territorio del AMBA Sur. A lo largo de sus historias se identificaron diferentes momentos en donde se propusieron como objetivo y fueron desarrollando espacios alternativos de comercialización, así como también de producción agroecológica; procesos que no siempre fueron a la par, pero que se fueron complementando. Esto es, las organizaciones prácticamente desde sus inicios construyeron experiencias que lograron reducir la cantidad de intermediarios, logrando una distribución del valor más favorable a las familias productoras y (con diferentes tiempos) impulsaron el paradigma agroecológico en pos de potenciar y retroalimentar ambos procesos. Estas acciones fueron catalizadas por un modelo de producción y de comercialización que es -sin dudas- desfavorables para la agricultura familiar.

Para profundizar ambos caminos se analiza a continuación las estructuras adoptadas por cada organización, junto al rol y recursos que estas disponen en pos de fomentar tanto las alternativas comerciales (CAC) como las productivas (agroecología).

3. Infraestructura de las organizaciones

La infraestructura se define para el presente estudio como el conjunto de elementos, dotaciones o servicios necesarios para el buen funcionamiento de un país, de una ciudad o, en nuestro caso, de una organización. Así planteado, la infraestructura posibilita o no la concreción y/o sostenimiento de las iniciativas llevadas a cabo por estos productores familiares organizados. Ante esto, se identifican distintos tipos y cantidades de elementos materiales (equipamientos, inmuebles, maquinarias, vehículos, etc.) que son puestos a disposición para sostener las iniciativas.

Pero las organizaciones de productores bajo estudio no sólo están conformadas por familias horticultoras y elementos materiales. Tanto militantes como así también técnicos y extensionistas del sector público son parte fundamental del sostenimiento y crecimiento de las actividades de las mismas y brindan diferentes apoyos, especialmente en la faz comercial. En este sentido, todas las organizaciones relevadas destinan personas especialmente a las tareas de comercialización, las cuales perciben por dicho trabajo algún tipo de remuneración. Esta particularidad es de destacar ya que la posibilidad de sostener financieramente las funciones genera mayores condiciones para la viabilidad de los circuitos alternativos que, de no apuntalarse, muchas veces corren el riesgo de debilitarse o frustrarse. Algo similar ocurre con los bienes materiales.

A lo largo de los años CEDEPO ha conseguido una infraestructura que -con altibajos- le permite sostener la producción agroecológica y abastecer diversos circuitos alternativos. Ello implica una tierra propia (“La Parcela”), cámara de frío y transporte propio, diversos canales de distribución ya consolidados y trabajadores formalizados especialmente encargados de la producción y también de las ventas. Específicamente en cuanto a los recursos humanos, la organización posee dos trabajadores asalariados que producen hortalizas bajo cubierta en tierras de La Parcela,. Paralelamente, en la actualidad existe solo una familia de productores que, con un precio de arrendamiento simbólico, viven y trabajan en el predio de La Parcela, entregando casi toda la producción a CEDEPO para que esta lo comercialice vía bolsones y en un puesto de la feria de Bonpland (CABA). Ambas modalidades de producción son estrictamente agroecológicas. También hay un chofer que maneja el camión de la organización, encargado de los repartos de bolsones y del flete con la mercadería a Bonpland, feria que a su vez es atendida por dos personas de la organización. Tiempo atrás contaban con una técnica que se ocupaba del asesoramiento técnico, de la planificación productiva, de la logística y operación comercial, y hasta en la faz económica. Esa trabajadora y sus múltiples tareas desaparecen por retracciones, recortes de la organización y reducido apoyo/articulación con organismos del Estado.

Las dinámicas presentes en el territorio, las estrategias en la faz de producción y comercialización adoptadas y la reducida articulación de CEDEPO con instituciones públicas[3] parecen ser responsables de esta retracción que se observa en la organización.

Contrariamente, en el caso de la organización de productores Manos de la Tierra se destaca una fuerte presencia y apoyo las instituciones públicas, en especial de la UNLP (y en menor medida del INTA). La misma se materializa a través de la creación, gestión y sostenimiento de la comercializadora La Justa.

La influencia de la UNLP crece durante la pandemia, dada la decisión política de profundizar el acompañamiento de esos procesos organizativos de la economía social. La Justa se jerarquizó durante este período, pasando de estar dentro de una Dirección a depender de una Secretaría de la UNLP (la Secretaría de Políticas Sociales). Dentro de esa Secretaría se crea una unidad de abordaje integral de la economía social, coordinada por una técnica que venía desarrollando trabajos de extensión y académicos con la feria Manos de la Tierra. Asimismo, se va conformando un equipo de trabajo muy grande, compuesto por funcionarios, técnicos y estudiantes avanzados de varias carreras. En total, participan de La Justa 65 productores (7 de ellos son horticultores, integrantes todos de Manos de la Tierra) y más de 25 personas en las tareas de coordinación, de asesoramiento técnico, de toma de pedidos y logística para el traslado y entrega de los alimentos, entre otros (Barros y Dumrauf, 2011). Así, la influencia de la UNLP en esta experiencia se observa a través del financiamiento de cinco técnico/as que participan de diversas actividades y roles en interacción con -entre otros- Manos de la Tierra. Y su significatividad es tal que las reuniones, asambleas y discusiones de la organización (Manos de la Tierra) se realizan a partir de la iniciativa, convocatoria y coordinación de los técnicos de La Justa.

Las acciones que surgen de este espacio y que impactan en Manos de la Tierra no se limitan a cuestiones comerciales. El impulso de alternativas productivas es -indudablemente- parte de las políticas que va desde la comercializadora/UNLP hacia la organización de productores. Otro aspecto a destacar es que la relación de estos productores con la UNLP facilita o genera condiciones para otro tipo de entramados, como la articulación con el INTA y otros organismos del Estado, permitiéndole al grupo el acceso a diversos instrumentos y recursos.

La Asociación 1610 está conformada por 14 familias que totalizan 70 personas aproximadamente. En sus comienzos, la 1610 fue importante como herramienta para viabilizar demandas que se centraban en la faz productiva, mientras que en la actualidad sus objetivos y trabajo están claramente orientados a la comercialización, y más específicamente, a la comercialización alternativa.

En ese marco, es relevante destacar la infraestructura que desarrollaron en torno a la comercialización. En primer lugar, cuentan con tres personas encargadas (una a cargo y dos ayudantes) de organizar el aporte de la cantidad y tipo de hortalizas por cada familia, dependiendo de la oferta existente como de los pedidos para los bolsones y demás bocas de distribución. Por otra parte, un productor en forma rotativa toma la tarea de hacer la carga de los bolsones en el flete, por lo cual recibe una remuneración y, por último, una productora en forma fija realiza la contabilidad (léase, registra los aportes de hortalizas de cada familia y rinde el dinero obtenido descontando diversos gastos).

Si bien la Asociación tiene una estructura determinada por la normativa (posee un presidente y un consejo directivo de la organización), el funcionamiento cotidiano se basa en asambleas de productores, en las cuales se discute y acuerda la planificación productiva, los precios de las hortalizas y las variedades que cada familia enviará a los diferentes CAC. Asimismo, promueven asambleas con los consumidores cada tres o cuatro meses para discutir el precio del bolsón.

El armado de redes no se circunscribe a los consumidores. La 1610 se destaca por su cercana articulación con el Municipio de Florencio Varela, la Universidad Nacional Arturo Jauretche y el INTA, entre otros, lo que le permite contar con técnicos, capacitaciones, estudios y armados de proyectos con los cuales ha logrado adquirir infraestructura y maquinarias que se encuentran a disposición del grupo. Por caso, es para destacar que en el año 2023 la organización adquirió una camioneta que le facilita la logística del transporte de la producción a las ferias.

Por último, la Federación Rural tiene presencia en casi todo el país, aunque sólo en La Plata cuenta con aproximadamente 3000 productores. En este territorio se organizan por asambleas de base en cada localidad del partido (Arana, Lisandro Olmos, El Peligro, Abasto, Poblet), en las cuales se discuten múltiples temáticas, vinculadas a la producción hortícolas y a las problemáticas y demandas generales del sector (acceso a la tierra, políticas públicas, acceso a la salud, créditos, etc.). Al mismo tiempo, se estructuran en áreas de trabajo, en donde los representantes o delegados de cada asamblea debaten ejes como la cuestión de género, los problemas de la juventud, del estado de las calles, de acceso a la educación y al financiamiento, entre otros. Es decir, la Federación Rural se plantea como líneas de trabajo una diversidad de objetivos y tareas en relación a múltiples problemáticas del sector, para lo cual estructura sus recursos humanos. Particularmente, en lo referido a la construcción de alternativas de comercialización de variedades agroecológicas, la organización ha contado desde el año 2016 con técnicos y áreas de trabajo específicas que promovieron la discusión/promoción grupal, el asesoramiento técnico -convencional y alternativo-, el debate sobre los costos y los precios de las hortalizas, y el trabajo en la construcción y gestión de diferentes canales de comercialización.

En relación a la infraestructura, FR es sin dudas la más dotada, tanto en recursos humanos como de bienes materiales, aunque totalmente insuficiente dada la escala de la organización. Si bien la participación es variada, para los circuitos alternativos cuentan en el AMBA con entre 20 y 30 personas. Debido al carácter fluctuante de la participación militante, en los últimos años han ido profesionalizando al personal, mediante su formación y remuneración. La formación es necesaria para la venta directa en las ferias y locales, debido a que estas modalidades requieren de habilidades y conocimientos particulares.

La dotación de recursos se explica en base a su política que combina confrontación con propuestas y articulación, lo que le permite equiparse y crecer mediante proyectos obtenidos en el marco de luchas, confrontaciones y articulaciones encaradas en los últimos años ante diferentes instituciones del sector público; a la vez, estas modalidades le posibilitan sumar a personas convencidos del ideario y accionar de la organización, que se insertan en diferentes áreas de trabajo. Así, es para destacar la presencia de vehículos (camionetas y camiones), tractores e implementos agrícolas, galpones y planta de acopio, cámaras de frio, puestos en mercados concentradores y locales de venta minorista totalmente equipados, como así también el trabajo de estudiantes universitarios, militantes, técnicos y extensionistas de diferentes organismos públicos.

No obstante y como ya se adelantó, debido a la cantidad de familias productoras y su volumen de producción, el área de comercialización requiere de muchos recursos (materiales e inmateriales) para poder canalizar alternativamente la producción que al día de hoy continúa siendo un cuello de botella. Paralelamente, y como en el caso del resto de las organizaciones, tuvieron un pico de demanda de hortalizas vía los canales alternativos durante la pandemia, en los cuales los recursos humanos y materiales crecieron; tras este período, la infraestructura destinada a tal fin se redujo.

4. Los circuitos alternativos de comercialización

Luego de identificar y caracterizar los objetivos y estructuras construidos por las organizaciones, resulta un aspecto nodal analizar los diferentes circuitos de comercialización alternativos creados y sostenidos por las mismas. De esta manera, se identifica a continuación la cantidad y tipos de CAC desarrollados por cada organización, analizando sus características, desafíos y potencialidades.

En primer término, se presenta la Tabla I con los diferentes circuitos de comercialización llevados a cabo por las familias productoras de cada una de las organizaciones, desagregados en canales alternativos, canales cortos[4] y canales convencionales.

Tabla I
Canales Alternativos, Canales Cortos y Canales Convencionales de Comercialización de cada organización de productores.

Elaboración propia

Como se aprecia, en todas las organizaciones bajo estudio se destaca la continuidad y coexistencia de los CAC con las ventas en el circuito convencional.

Por otra parte, las modalidades y vías de distribución que constituyen los circuitos alternativos de las organizaciones son múltiples, y tienen tanto similitudes como diferencias que requieren ser consideradas.

En primer lugar, CEDEPO posee una estrategia comercial alternativa y diversificada ya desde sus inicios, lo que le otorga cierta consolidación. Este resultado fue un proceso que conllevó décadas. Tan es así, que asumen la “posesión de una marca, una garantía de producción agroecológica, saludable y justa” (RefCed, noviembre de 2022). En ese sentido, argumentan que en la actualidad la comercialización no es su principal problema, sí lo es la producción y lo elevado de sus costos. Más allá del el bolsón, que dejó de ser su principal canal de ventas, el protagonismo ahora lo adquiere el mercado de Bonpland. En la actualidad, la comercialización de CEDEPO se circunscribe al Mercado de Bonpland (80% del volumen), bolsones (18%), mientras que el remanente que no pudo ser colocado en los dos canales anteriores se vende en dietéticas, feria “La Periurbana” de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, venta a personas que se acercan a “La Parcela” y eventuales puestos en otras ferias. Adicionalmente, la familia productora que trabaja en La Parcela recurre al mercado convencional para colocar los excedentes.

CEDEPO es una organización pequeña, lo que explica que el puesto del Mercado de Bonpland pueda comercializar gran parte de su producción. Este mercado es mucho más que una simple feria, dado que abre cuatro veces en la semana (Martes, Miércoles, Viernes y Sábado), en un horario amplio (de 10 a 20hs). La producción es enviada a este mercado dos veces por semana en un camión propio, contando además con dos vendedores fijos que ingresan a trabajar a las 8hs y deben quedarse hasta pasadas las 22, y a los que se les paga con un porcentaje de las ventas. El resto de las tareas las llevan a cabo la familia productora y el resto de los trabajadores asalariados de la organización.

El segundo canal en importancia (el bolsón) tiene características particulares. Se trata de un bolsón con muchas variedades (10) y particularmente uniforme, posibilidad que tienen por ser una organización de pocos productores. “Cuando se junta verduras de diferentes productores, el bolsón queda desparejo. Ser una organización chica ayuda a esta calidad del bolsón de CEDEPO, a la que se le suma la característica de poseer 10 variedades” (TecCed, junio 2023). La venta del bolsón se inicia la semana anterior mediante la carga de un formulario web a la que además del bolsón se le puede sumar otros alimentos. La modalidad se realiza dos veces al mes y el reparto no es vía nodos, sino que es a domicilio directamente. Se destaca como ventaja que el bolsón, a diferencia del mercado, no tiene desperdicio. En el mercado (Bonpland) “mandas todo y van quedando cosas sin vender, hay descarte y/o tienen que regalar. En cambio, en el bolsón no, porque el bolsón es una compra asegurada, sin desperdicios” (TecCed, junio 2023).

Ambos canales (bolsón y Bonpland) siguen reduciéndose desde el fin de la pandemia.

Otro de los aspectos importantes de las estrategias de funcionamiento de los CAC es el referido a la determinación de los precios. Al respecto, CEDEPO define los precios de los bolsones como los del mercado. Se tienen en cuenta los precios de los mercados alternativos (otras ferias, el puesto de Paralelo Orgánico del MCBA, entre otros), aceptando disponer de un precio un poco más alto que la verdura convencional y destacando que se trata de un producto que es agroecológico y de la agricultura familiar. En la valorización de las producciones se propone no especular, pero al mismo tiempo dar cuenta de los incrementos de los precios de los insumos, muchos de ellos atados al dólar, ejes que están en tensión permanente. La familia productora de CEDEPO recibe alrededor del 60% del precio de venta, destinándose el resto para los gastos de comercialización.

En segundo lugar, se destaca para el caso de Manos de la Tierra la continuidad de su canal “tradicional”: la feria en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP), que ya superó el tercer quinquenio. A esta feria que se lleva a cabo los miércoles se le suma la de los viernes en la Facultad de Ingeniería (también de la UNLP). En estos canales, la cantidad de productores feriantes de se ajusta a la demanda de cada feria. Cada productor vende su producción, que es agroecológica, pero pueden llevar hasta tres variedades de hortalizas convencionales propios o comprados a algún vecino, no al mercado. La producción agroecológica se encuentra claramente señalizada.

Como ya se anticipó, la comercializadora La Justa amplió y desarrolló las modalidades de ventas alternativas de la organización. Además del sostenimiento de las dos ferias semanales que se realizan en dos predios de la Universidad, La Justa creó un sistema de venta quincenal tanto de bolsones como de pedidos por fuera de bolsones y retiro de los alimentos por medio de once nodos. La venta “por fuera” incluye tanto hortalizas como otros productos alimenticios, complementando y ampliando así la compra del bolsón. Esta estrategia de flexibilizar parte del contenido del bolsón está ganando espacio.

El esquema de trabajo se inicia con la difusión vía redes virtuales de la oferta y precio de los bolsones y alimentos por fuera del bolsón. Seguidamente se recepcionan (por medio de su página web) y arman los pedidos (tipo de producto y cantidad), los cuales son entregados en los nodos de consumidores tanto de La Plata como uno ubicado en el vecino partido de Berisso. Los eventuales remanentes (lo que las familias no logran vender vía bolsón o vía feria) son comercializados en forma individual vía canal convencional (en consignación).

Las familias de Manos de la Tierra aportan la totalidad de las hortalizas -indefectiblemente agroecológicas- que lleva el bolsón, salvo ante algún faltante, cuando se recurre a productores hortícolas agroecológicos por fuera de la organización. El bolsón está compuesto por 7 variedades, 4 de ellos fijos. Una vez cerrado el período de solicitudes, se reparten el número de bolsones demandados igualitariamente entre las 7 familias. Durante la pandemia tuvieron un pico de venta de 600 bolsones por ronda (quincenal) y post-pandemia están por los 300 por ronda aproximadamente (a noviembre de 2022), por lo que en la actualidad en promedio cada familia abastece a alrededor de 40-45 bolsones cada quince días, a pesar de poseer una capacidad de oferta de casi el doble.

En cuanto a la dinámica para determinar los precios tanto de los bolsones, de los productos “por fuera del bolsón” como los de la feria, toman como referencia al Mercado Convencional, y más específicamente a la modalidad de consignación, aunque han tenido intentos por construir un precio que responda a los costos de producción y a los beneficios deseables ("extraído el dato a los fines de evaluación"). Los precios en la pizarra de la feria tienen ajustes más frecuentes, no así el del bolsón que muestra mayor estabilidad. Al valor acordado para el productor se le suma un 13% que se destina para cubrir gastos operativos de la comercializadora La Justa.

En la Asociación 1610, el surgimiento de circuitos alternativos comenzó a partir de la producción agroecológica y las dificultades para colocar dichas variedades en el circuito convencional. El aspecto irregular, el mayor número de variedades hortícolas y su bajo volumen unitario (propio de la estrategia de producción agroecológica) incentivó a buscar canales de comercialización ad-hoc y diferentes al convencional. En el año 2014 realizaron una primera experiencia de comercialización alternativa con 60 bolsones en la feria de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y agotaron las ventas. A partir de allí, la organización desarrolló diferentes circuitos alternativos por los cuales distribuye sus producciones: ferias, bolsones y comercializadoras solidarias (individuales). Las ferias son múltiples: anteriormente han participado de las ferias de la FAUBA y de la UN de Quilmes, y actualmente participan semanalmente de la del Municipio de Florencia Varela y la que realizan mensualmente en una quinta de la Asociación 1610. Los bolsones tienen 8 variedades, son exclusivamente agroecológicos y se distribuyen vía nodos del Mercado Territorial, Revolución Orgánica y MECOPO.

La necesidad de encontrar bocas de distribución para la producción agroecológica fue consolidando un proceso de aprendizaje en el vínculo con los consumidores y en las prácticas de la venta. Además de la enseñanza, la dedicación cada vez mayor a estos espacios alternativos de comercialización también genera tensiones en el uso -finito- del tiempo. “Entonces nos dimos vuelta y el campo era lleno de pasto, no había verduras; porque si yo soy vendedor, no sé en qué momento voy a sembrar” (Prod1610, noviembre 2022). Por eso, las tareas relacionadas a la comercialización tienen remuneración, lo cual denota una mayor profesionalización de la intermediación.

Al igual que otras experiencias, tuvieron un pico de venta durante el aislamiento por la pandemia, cuando vendían entre 3600 y 4000 bolsones mensuales, teniendo que limitar pedidos por no tener producción suficiente. En la actualidad comercializan alrededor de 1000 bolsones por mes, lo que da un promedio de 77 bolsones mensuales por familia y excedentes que logran canalizar con esfuerzo en los otros canales alternativos.

Mientras que tras la pandemia se redujo la venta vía bolsones y feria, comienza a crecer la venta directa a comercializadoras independientes, que les compran hortalizas por bulto a un precio superior al de culata de camión. Si bien el margen es menor al obtenido por los bolsones y principalmente ferias, la demanda de trabajo es diametralmente opuesta: la venta por bultos implica apenas un trabajo de embalado; el dispositivo de los bolsones exige más trabajo para el armado de los mismos y la organización grupal del aporte de hortalizas; y las ferias implican mucho más tiempo, dado el esfuerzo de traslado de la mercadería y principalmente la venta concreta que insume muchas horas por día.

Por otra parte, se utiliza la asamblea entre productores, consumidores y distribuidores como espacio de discusión y decisión del precio final del bolsón. Según las afirmaciones de un referente, el precio del mercado no se tiene en cuenta porque su producción es agroecológica, pero sí consideran el precio de venta de otras experiencias de bolsones. El precio en las ferias también se define por asamblea, pero aquí se tiene como referencia el precio del mercado (de verdulerías) y se considera ubicarlos por debajo del mismo. Los productores obtienen el 65% del precio de venta, lo que les significa un monto mayor al obtenido en el circuito convencional. Aun con este estímulo, los esfuerzos de la organización y pese a las restricciones del canal convencional, se logra canalizar aproximadamente el 70-80% de la producción de las familias de la 1610 por los circuitos alternativos de la organización.

En último lugar, la Federación Rural ha desarrollado diversos circuitos de comercialización en los últimos años que responden a dos grandes esquemas: la venta mayorista y la minorista. Cabe consignar que entre el 80-85% de la producción se comercializa en forma individual y por fuera de la organización, en la modalidad consignación. El 15-20% restante lo comercializa la Federación Rural, siendo este un porcentaje bajo, pero en valores absolutos grande, dada la escala de la organización. De esta última fracción la mitad se comercializa en circuitos mayoristas y cortos, mientras que el resto se ubica por diversos canales alternativos de comercialización.

Los circuitos cortos y mayorista se materializan por medio de un puesto en el Mercado Central de Buenos Aires (en donde trabajan cinco personas) y algunas experiencias de venta al Estado y a Hipermercados. El objetivo de estos canales es disponer de circuitos con pocos intermediarios y en los que se pueda colocar eventualmente grandes volúmenes de hortalizas convencionales, sumando así opciones para que un mayor número de productores de la organización tengan otras opciones de venta. No obstante, se reconoce la dificultad de interactuar en un circuito con reglas de juego centradas en la competencia, en donde los márgenes son acotados y además las modalidades de pago no son inmediatas. Estos circuitos acortan entre uno (en el caso del MCBA e Hipermercados) y dos eslabones (Estado) por lo que se consideran canales cortos, pero no son estrictamente CAC ya que por allí no se comercializa producciones agroecológicas.

Por otra parte, la organización ha construido una comercializadora solidaria propia (Pueblo a Pueblo) con el propósito de desarrollar distintos circuitos alternativos de venta minorista de hortalizas agroecológicas y (excepcionalmente) convencionales. Los mismos acortan la intermediación entre productor y consumidor, les brindan mayor poder de negociación y autonomía y, de este modo, aumentan el porcentaje del precio final en manos de las familias productoras. Un técnico acota que estos CAC también tienen el propósito de constituirse como herramienta de visibilización política de la organización, sus prácticas y del sujeto que produce los alimentos.

Desde la mirada de la organización, los circuitos minoristas sirven para acortar la intermediación, lo cual permite que la familia productora obtenga un mayor porcentaje del valor generado comparado con el circuito convencional. Según las estimaciones de los referentes y de la información pública, el productor obtiene entre el 50% y el 70% del precio final dependiendo de la modalidad de venta y de las tareas a cargo, un guarismo superior al de los circuitos convencionales. Asimismo, si bien en algunas ocasiones el precio por unidad de ciertas variedades de la venta en consignación puede superar al de los CAC (lo que genera tensiones en la provisión), estos últimos brindan una venta -acotada pero- segura y con mayor estabilidad en el tiempo.

Los CAC de FR son: la distribución de bolsones (en el AMBA); la participación en ferias (Facultad de Agronomía de la UBA y del Parque Pereyra) y la apertura de cuatro locales minoristas (uno en La Plata). La venta de bolsones comenzó en 2016 con producciones convencionales y desde el 2018 se agregaron los que incluyen variedades agroecológicas en el territorio de La Plata. Estos últimos, alcanzaron un pico de venta durante la pandemia de 2020 superando los 1000 bolsones mensuales, momento en que tuvieron problemas de abastecimiento ("extraído el dato a los fines de evaluación"). Según un referente, en la actualidad distribuyen entre 200 y 300 bolsones por mes. La oferta de hortalizas para ser vendidas vías bolsones no encuentra una demanda acorde, por lo que FR dividió a los productores de La Plata que abastecen estos circuitos en cuatro grupos rotativos para el abastecimiento de los bolsones.

En cuanto a los locales de venta minorista, poseen cuatro en el AMBA: en La Plata, en Constitución, en Almagro y en Ensenada.[5]El local platense, inaugurado en 2020, vende hortalizas agroecológicas y convencionales por kilo, distribuye bolsones agroecológicos, y también comercializa alimentos de cooperativas y de la economía social. El local es abastecido tres veces por semana con las hortalizas de las familias de La Plata y con mercadería que viene del MCBA. Aun con estos cuatro locales, dada la gran cantidad de productores de la organización y su correspondiente oferta, la cantidad canalizada por estos medios alternativos es insuficiente “necesitamos tres Cotos para vender todo lo que producen, pero tenemos dos locales que son un kiosco” (TecFR, junio 2023). Además, en este tipo de dispositivo se agrega el problema de “tener que jugar en un mercado capitalista duro con las reglas de la economía popular” (TecFR, junio 2023).

Al igual que al resto de las organizaciones, también venden a comercializadoras independientes que les compran hortalizas agroecológicas por bulto directamente en las quintas de las familias productoras. Esto les ahorra tiempo y esfuerzo a las familias porque pasan a buscar la producción y les pagan un poco más que los camioneros que van a los mercados concentradores.

Hasta el año 2022, los precios de lo comercializado vía CAC se definían mediante el debate en asamblea considerando los costos de producción y de vida de las familias productoras ("extraído el dato a los fines de evaluación"), mientras que a partir de 2023 se detalla una estructura de costos y se actualiza por inflación. En el caso de las ferias, le agregan un 30% de lo que recibe el productor, mientras que en los locales el sobreprecio es del 40%.

Con el propósito de fortalecer la agroecología, la organización decide privilegiar este tipo de producción para vender en sus CAC, los que rápidamente encontraron un límite que es la menor demanda. El número de productores de FR que participa de los CAC es muy reducido (alrededor de 30), no pudiendo incrementarse ante la saturación de los mismos. De hecho, los productores destacan que la comercialización por los CAC se ha convertido en un cuello de botella: “A veces tenemos un montón de verduras y no lo podemos mandar al bolsón” (ProdFR, junio 2023). Referentes y técnicos con una mirada más amplia identifican a la demanda como el principal problema, a la cual se busca interpelar desde los CAC (mediante innovaciones, comunicaciones vía redes sociales virtuales) y aun desde la organización mediante diferentes estrategias (por caso, diversificación de bocas de distribución), aunque sin mucho éxito.

A esta cuestión, se le suma que los diversos CAC requieren de una gran estructura y un significativo uso de recursos humanos en relación con el volumen de producción que moviliza (entre un 5 y un 10% del total que producen las familias hortícolas), lo que genera al menos fricciones en el seno de la organización con el resto de la producción que debe comercializarse por los canales convencionales, sin o con poca ayuda de la organización.

5. Conclusiones

El análisis de las experiencias de los Circuitos Alternativos de Comercialización (CAC) impulsados por organizaciones de productores en el AMBA Sur permite identificar aportes sustantivos en términos de equidad comercial, fortalecimiento organizativo y transición hacia modelos agroecológicos, pero también revela tensiones estructurales, desafíos persistentes y límites al escalamiento.

Antes de avanzar con las principales conclusiones, es pertinente resaltar que en el transcurso de la investigación se analizaron diferentes casos de organizaciones de la agricultura familiar de la región hortícola de La Plata y Florencio Varela que han sabido construir e institucionalizar circuitos alternativos de comercialización con diferentes modalidades. Las organizaciones seleccionadas, heterogéneas entre sí, son representativas de los diferentes tipos de modalidades y estrategias que existen en la región. Por lo tanto, su estudio permite cierta generalización, al menos cualitativa, de lo que acontece con los CAC en el territorio.

En primer lugar, la evidencia empírica muestra que los CAC no emergen de forma espontánea, sino que son el resultado de procesos organizativos de largo aliento, sostenidos por el compromiso político de las organizaciones, la construcción de infraestructura específica, y una trama de relaciones con actores institucionales (universidades, municipios, INTA, etc.). En este sentido, la creación de canales alternativos no puede analizarse aisladamente, sino en articulación con los objetivos políticos, las capacidades organizativas y los recursos acumulados por cada experiencia.

En segundo lugar, estos circuitos alternativos han demostrado su capacidad para mejorar las condiciones de comercialización de las familias productoras, especialmente en términos de precios justos, autonomía sobre el valor del producto y vinculación directa con los consumidores. Sin embargo, estos logros coexisten con formas convencionales de comercialización -como la venta en consignación o la "culata de camión"- que siguen representando la vía principal de salida para una gran parte de la producción. Esta coexistencia evidencia que los CAC aún operan como nichos dentro de un sistema agroalimentario mayoritariamente dominado por lógicas mercantiles tradicionales, que reproducen la subordinación del pequeño productor.

Las restricciones de movilidad y el cierre de mercados convencionales durante la pandemia de COVID-19 reforzaron la centralidad de los CAC como espacio de abastecimiento alimentario. La expansión de modalidades como los bolsones, la venta online y los nodos de distribución mostró el potencial de estos circuitos para adaptarse a contextos críticos. Sin embargo, esta expansión fue circunstancial. Una vez superada la coyuntura, se evidenció una retracción tanto en la demanda como en la capacidad operativa de las organizaciones, revelando la fragilidad de un crecimiento no acompañado de estrategias de consolidación estructural.

Los CAC enfrentan limitaciones materiales y simbólicas. A nivel material, las organizaciones deben afrontar altos costos logísticos, dificultades en la planificación productiva, saturación del personal y escasez de recursos financieros. A nivel simbólico, existe una demanda social aún restringida hacia los productos agroecológicos, muchas veces por desconocimiento, por barreras culturales o por el diferencial de precios en relación con la oferta convencional. Esta debilidad en la demanda impone un techo al crecimiento de los CAC, especialmente en experiencias con alta capacidad productiva, como es el caso de la Federación Rural.

En este último sentido, la perspectiva agroecológica posee una estrecha relación con los CAC y con las organizaciones que los promueven. La misma está dada por ser las organizaciones de productores la principal impulsora y sostén de estas formas alternativas de producción y comercialización. Esto se debe a que el formato de diversificación productivo de la agroecología es óptimo para la modalidad de venta directa, dada la alta variedad y bajo volumen individual de hortalizas, además de su calidad e inocuidad ambiental, valorada por los consumidores. Aun así, el vínculo entre comercialización alternativa y producción agroecológica aparece como estratégico pero no exento de fricciones. Por un lado, ante los desafíos técnicos, culturales y económicos que limitan su adopción masiva, especialmente en contextos de incertidumbre y sin apoyo sostenido del Estado. Y a ello se le suma que los excedentes que no pueden comercializarse vía los CAC, encuentran limitaciones en los canales convencionales (que demandan menor diversidad y mayor volumen unitario).

Otro aspecto es la tensión entre la lógica solidaria y la necesidad de profesionalización. Se pudo advertir en forma transversal un interés de las organizaciones por la formación, capacitación y presencia de los recursos humanos, apelando a cierta profesionalización de los mismos. Allí se observa otro foco de preocupación (y ocupación), en el cual las organizaciones pretenden reemplazar las tareas de organización e intermediación del trabajo militante a través de la manutención económica de dichas tareas, y también en generar aprendizajes y especialización. Es evidente que la sostenibilidad de los CAC exige una organización del trabajo más sistemática, remuneración para tareas logísticas, planificación de la oferta y fortalecimiento del vínculo con los consumidores. Paradójicamente, estos procesos de formalización pueden entrar en tensión con los principios participativos y comunitarios que los originaron. La consolidación de equipos técnicos pagos, la institucionalización de las comercializadoras solidarias y el ingreso de productos de terceros muestran caminos posibles, pero también alertan sobre la necesidad de mantener el control colectivo sobre las decisiones.

Las limitaciones para el escalamiento de estos canales alternativos se observan en los cuatro casos bajo estudio. Así, las organizaciones pequeñas logran colocar un porcentaje relativamente alto de su producción por estos canales, pero sin poder expandirse o replicarse, y a partir de poner todo el esfuerzo organizativo en estos canales alternativos. Las organizaciones grandes, con muchos más recursos de todo tipo, se encuentran aún más limitadas para satisfacer una oferta que no encuentra demanda equivalente.

La satisfacción de los CAC, aun persistiendo en el tiempo, no logra ser significativa. Pocos productores involucrados, que ni aun así logran colocar toda su mercadería, y en base a un esfuerzo desmesurado de las organizaciones.

Diferentes organizaciones, con estructuras y estrategias heterogéneas, pero con similares resultados: reducido éxito de los CAC, ya que:

i. Se observa al menos un estancamiento de su impacto.

ii. No satisfacen todavía las necesidades integrales de volúmenes e ingresos (aun persistiendo) de las organizaciones/productores.

iii. No afectan -hasta el momento- la hegemonía del canal convencional.

Lejos de una visión idealizada, se reconoce que la capacidad de las organizaciones de sostener y escalar experiencias alternativas depende de múltiples factores: el acceso a recursos, la articulación institucional, la construcción de liderazgo, la resolución de conflictos internos y la claridad de objetivos. Y que la oferta no es una limitante, ya que existen sobrantes que las organizaciones no logran colocar por los CAC. La retracción post-pandemia muestra que las organizaciones no solo fueron impulsoras de los CAC, sino también actores con algún tipo de responsabilidad (por acción u omisión) ante su estancamiento. Esto interpela directamente la necesidad de repensar sus estrategias, diversificar sus canales y redoblar esfuerzos en la construcción de poder territorial.

No se ignora que en este proceso existen otros factores/elementos a considerar o mejor dicho a profundizar, como las políticas públicas o el devenir de los modelos agropecuarios y sistemas alimentarios en general, factores a considerar en futuros trabajos. Aun así, se puede inferir que el principal problema de los CAC parecería estar no en la oferta, no tanto en la comercialización y, por lo tanto, sí en la demanda.

No se ignora que en este proceso existen otros factores/elementos a considerar o mejor dicho a profundizar, como las políticas públicas o el devenir de los modelos agropecuarios y sistemas alimentarios en general, factores a considerar en futuros trabajos. Aun así, se puede sostener que el principal problema de los CAC parecería estar no en la oferta, no tanto en la comercialización y, por lo tanto, sí en la demanda.

Material suplementario
Referencias bibliográficas
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Notas
Notas
[1] La investigación se llevó a cabo en el marco del Proyecto de Investigación Orientado “La sustentabilidad de los circuitos alternativos de comercialización (CAC) de la agricultura familiar organizada” (UNAJ-UNLP-CONICET)
[2] “…lo que nosotros tenemos estable hoy en día es el reparto a domicilio, que es gente que nos conoce hace mucho tiempo y nos fue conociendo o conoce la propuesta y se enamora de la propuesta, que es lo que nosotros queremos que hagan […] la comercialización directa que realizamos nos resulta fácil, ya que nuestros compradores lo hacen por lo que somos, por lo que construimos, por una cuestión ideológica…” (RefCed, noviembre de 2022)
[3] A pesar que uno de los referentes de la organización pasa a ser el actual Director Provincial de Agricultura Familiar del Ministerio de Desarrollo Agrario (PBA).
[4] Forma parte del Mercado Municipal de Ensenada https://mercadomunicipal.ensenada.gov.ar/
[5] Forma parte del Mercado Municipal de Ensenada https://mercadomunicipal.ensenada.gov.ar/
* Contribución de autoría (CRediT)

Matías García: conceptualización, curación de datos, análisis formal, adquisición de fondos, investigación, metodología, administración del proyecto, validación, visualización, redacción borrador-original, redacción-revisión y edición.

Lisandro Fernández: conceptualización, curación de datos, análisis formal, adquisición de fondos, investigación, metodología, administración del proyecto, validación, visualización, redacción borrador-original, redacción-revisión y edición.

Aprobado por María Valentina Locher (Directora editorial)

Tabla I
Canales Alternativos, Canales Cortos y Canales Convencionales de Comercialización de cada organización de productores.

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